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Política

Contenidos de corte político tales como gobierno, socialismo, sistema político, etc.

Tribuno de la plebe

por Consejo Editorial 31 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

La tradición democrática greco-latina siempre ha estado presente en el imaginario del movimiento revolucionario y comunista internacional. La apelación a Espartaco, los hermanos Graco y las luchas de la plebe romana forman parte indisoluble de la acumulación cultural de la izquierda mundial. En sus luchas contra el soberbio patriciado, una de las mayores conquistas plebeyas fue la instauración de la figura de los tribunos de la plebe –primero tres, uno por cada tribu, pero llegaron hasta diez–, funcionarios investidos de amplios poderes para defender a los comunes de los excesos del Senado y los cónsules, autoridades patricias que hubieron de entregarles una gran cuota de poder ante la amenaza de la plebe de abandonar Roma e irse a fundar otra ciudad.

Más de dos milenios después esa autoridad se ha modernizado y trastocado en la figura constitucional del Defensor del Pueblo (DDP) que se ha extendido a la mayoría de los países, a veces con otros nombres pero con funciones similares: garantizar los derechos de los habitantes ante abusos por parte de los poderes políticos.

El DDP suele ser un cargo elegido por el parlamento de una lista de candidatos que presentan diferentes fuerzas políticas y de la sociedad civil, y que es sometida a un previo debate público. Tras ser elegido, es independiente del legislativo, aunque tampoco puede vetar sus resoluciones como los antiguos tribunos. En América Latina el único país que no lo tiene es Cuba.

En los debates de la propuesta constitucional no se ha planteado la instauración de esta figura, o de alguna similar. ¿Pensarán que no hace falta una figura como esta en nuestra constitución socialista porque se considera que todo el aparato judicial y político cubano es defensor del pueblo y nunca hará alguna trastada a ningún ciudadano/ciudadana? Por ese camino también se podrían eliminar los abogados, y hasta los jueces, pues el propio fiscal bastaría para interpretar y aplicar la ley. A fin de cuentas, hoy es la Fiscalía la institución encargada de suplir las funciones del DDP en nuestro sistema judicial.

Por suerte, hay instituciones estatales, como el MININT, que posee un Departamento de Atención a la Ciudadanía que actúa como un defensor de los derechos humanos violentados por la acción de algún funcionario público al menos en los predios de ese ministerio.

Yo prefiero que haya muchas instituciones poderosas que protejan los derechos del ciudadano/ciudadana, y si se solapan en algún momento pues mucho mejor. El DDP podría ser una de las que ayude a blindar nuestro estado de derecho ante los desmanes de los burócratas empoderados, ya que muchas veces los comunes llegan a sentirse impotentes en la defensa de sus derechos individuales frente a los poderes públicos desbocados. Por eso incluiría esta figura y aún les añadiría otras que la complementen, como la de un Tribunal Constitucional –o como se le quiera llamar–, y la introducción sin cortapisas de derechos mundialmente reconocidos como el habeas corpus y el habeas data que son inmanentes a la condición de terrícolas vivos del año 2018.

31 julio 2018 39 comentarios 465 vistas
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No existe el socialismo pobre

por Consejo Editorial 27 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

El término burguesía ha adquirido contenido peyorativo, desgraciadamente. Por eso es necesario delimitar lo que se considera burgués y su papel en la sociedad. Evitaremos el recuento de cuándo fue una clase revolucionaria, no viene al caso. Como la burguesía explota a la clase obrera, el término adquirió ese tono ofensivo, desde entonces la izquierda ha condenado el adjetivo y todo cuanto sea burgués. Serlo se convirtió en condición de negatividad, distorsionando el concepto.

Cuando se lee a los clásicos, todos los que calificaban de burgueses (o pequeño-burgueses) han sido condenados luego por las fuerzas progresistas. No niego antagonismos, pero debe mirarse con detenimiento y no con el dogmatismo que hace de todo lo burgués un enemigo per se. Hay que delimitar sus tipos. Como mismo Engels lo era, no todo lo burgués es malo, incluso por su papel en la estructura social.

No todo lo burgués es malo

Marx acusaba a Proudhon, no por querer ser un burgués sino porque su teoría era anti-progreso y no aportaba mucho a la liberación de los obreros. Este comportamiento infantil de Proudhon que señalara Marx, ha provocado una confusión que tal parece se refería a su estilo de vida y confort. Ese es otro error teórico de la izquierda: asumir que la comodidad de clase media es ser burgués.

Si tal condición es denigrante: ¿para ser bueno hay que pasar trabajo? Yo quedaría entre los “buenos”, pero no estoy de acuerdo con pensar así. Quienes contratan fuerza de trabajo, incluso de poca significación y peso en la economía, no escapan de esta palabra ofensiva.

No solo le han llamado así a los dueños de capital o con vida confortable, sino también a los pensadores que de una forma u otra tributaban a esos intereses. Así Adam Smith y David Ricardo, por ejemplo, se consideran burgueses en la tradición marxista, “enemigos de los obreros”. En realidad, estos señores no eran dueños de capital o contrataban fuerza de trabajo, sobre todo Smith. Este incluso condenaba la polarización de la riqueza en el capitalismo.

Error teórico de la izquierda: asumir que la comodidad de clase media es ser burgués

Con este panorama, la verdadera burguesía (poseedora de capital y que contrata fuerza de trabajo) ha sabido aprovechar el significado amplio que le han dado los obreros a esa palabra. Mientras sectores extremistas acusan de burgués a todo el que vive relativamente bien (ciertos intelectuales, dueños de negocios e incluso pequeños capitalistas), la maquinaria propagandística del capitalismo y la gran burguesía los acogen en su seno, perdiendo así la clase obrera un aliado.

Los grandes burgueses son los que controlan a la sociedad, pero Marx llamó burgueses a muchos, no por capitalistas sino porque no aportaban a la liberación de los obreros y su sistema de ideas no iba más allá del capitalismo. A pesar de poseer la misma distinción, existe una diferencia visible entre estos tipos de burguesía. Entonces la izquierda no debería considerar igual a todas las formas de burguesía, sobre todo, porque no han jugado el mismo papel en la construcción del capitalismo ni asumen la misma posición respecto a la construcción de una sociedad mejor.

27 julio 2018 25 comentarios 753 vistas
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equipo

Firmeza y sinceridad

por Consejo Editorial 25 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

Por: Guillermo A. Lancero

La posición de Miguel Díaz-Canel sobre la prensa alternativa en Cuba no es un misterio. Nuestro jefe de Estado se ha expresado en el pasado con firmeza y sinceridad al respecto. Recuerdo dos ocasiones en particular: su indignación ante una publicación contra el Ché en el sitio OnCuba y su opinión de objeción acerca del texto escrito por el intelectual Arturo Arango a las palabras de uno de los delegados del VII Congreso del Partido, también en la web de OnCuba.

Díaz-Canel tiene los argumentos y los motivos para pensar que la prensa alternativa es perjudicial al país. Su estilo directo y tajante a la hora de hablar de temas duros es bien conocido y no titubea. Los profesionales de la prensa lo saben, pues este fenómeno ha sido discutido y combatido desde el interior del periodismo cubano.

Es comprensible que personas ajenas a las interioridades de la prensa cubana, alejadas de la toma de decisiones en los medios de comunicación, se emocionen al escuchar al Presidente de todos los cubanos mencionar la primicia natural de la prensa nacional, la social y la estatal, sobre cualquier otro proyecto de comunicación. “Ni los medios públicos cubanos ni sus periodistas están en venta” es un título que Granma escogió y describe el espíritu de las palabras de respaldo que el Presidente de Cuba dedicó a una sala llena de conocidos. La exaltación de referencias indirectas al teatro isabelino son delirios de alguien más.

Los principios que se esperan de los medios de comunicación (y hasta de los miembros de la blogosfera) han sido discutidos y poseen una raíz bien profunda. Simple pero contundente: estar dentro de la Revolución y defender su derecho a existir.

¿La Joven Cuba ha cometido alguna falta grave a estos principios? Las personas que señalan de este blog son revolucionarios probados. Recuerdo la época en que el boletín Panorama Mundial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba publicaba al menos diariamente los posts de La Joven Cuba. ¿Acaso no era entonces mala? Firmes y sinceros, sus creadores acompañan la Revolución y defienden su derecho a existir, pero no las agendas personales de quienes la usan para imponer sus extremismos, sus agendas personales y su vanidad.

Tienen razón. Nadie puede pararse en el exacto ecuador de la política. Sí, aciertan, pero lo expresan mal y se dispersan en alusiones gaseosas acerca del centrismo, la socialdemocracia, en un pobre manejo de las categorías políticas pertenecientes a otros contextos socio-históricos.

Los orígenes del abuso repetido del término centrista vienen de una cita, halada por los pelos, a Emilio Ichikawa, intelectual cubano residente en Miami (que también debe ser tremendo revolucionario). Sabe Ichikawa que hace 2500 años, Aristóteles planteó en su Metafísica: “El mismo atributo no puede, simultáneamente, pertenecer y no pertenecer al mismo sujeto, en el mismo sentido.”

25 julio 2018 22 comentarios 357 vistas
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Una aspirina del tamaño del sol

por Consejo Editorial 24 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

En uno de sus textos, el poeta y luchador revolucionario salvadoreño Roque Dalton definió el comunismo con una de las formulaciones más hermosas de las que se tiene noticia: dijo que este sería una aspirina del tamaño del sol. Hoy en día, aquí en Cuba, pareciera que ya nadie se acuerda del comunismo, a pesar de que se supone que estamos en un proceso de transición hacia esa forma de sociedad. Existe una especie de acuerdo tácito sobre no hablar del tema. Sin embargo, ya va siendo hora de que nos hagamos cargo de esa utopía, sobre todo porque se supone que la búsqueda de su realización es lo que constituye la esencia de nuestro modelo de sociedad.

Vale la pena volver a hablar del comunismo, sobre todo ahora que, a la altura del siglo XXI, después de tantas victorias, errores y caídas, podemos revisitar de un modo crítico la teoría heredada. Ya estamos en condiciones de disolver algunos mitos, e incluso de hacerle acotaciones a algunas de las tesis que nos dejaron los clásicos.

Existe una especie de acuerdo tácito sobre no hablar del comunismo

Lo primero que habría que precisar es que el comunismo nunca fue planteado por Marx como un paraíso metafísico o una Nueva Jerusalén. El comunismo siempre tuvo un significado muy concreto: una asociación de productores libres, que le daría una forma consciente y racional al conjunto de las relaciones sociales. Lejos de tratarse de una utopía abstracta, en las condiciones actuales del mundo la organización racional de la sociedad constituye una necesidad.

La destrucción del medio ambiente es una realidad. El desarrollo tecnológico descontrolado ha desembocado en fenómenos como la producción de alimentos transgénicos, la creación de armas nucleares y biológicas, la realidad virtual, el mejoramiento del cuerpo humano a través de la tecnología, etc. En el horizonte amenazan con hacerse realidad los sueños-pesadilla de la inteligencia artificial, la “trascendencia” de una mente humana a un soporte digital, la prolongación casi infinita de la vida. La falta de una gobernanza racional de las relaciones entre el hombre y la tecnología, a escala mundial, puede llevar al ser humano a una catástrofe antropológica.

Son pocos los que, desde el mundo académico, proponen el comunismo como una solución a los desafíos actuales. Se habla mucho sobre una revolución contemporánea del saber, sobre la teoría de la complejidad y las epistemologías de segundo orden. Pareciera que en la sociedad del conocimiento se van a resolver todos nuestros problemas. Sin embargo, no importa cuánto varíen nuestros paradigmas epistemológicos, si no se ataca el problema de reformar las relaciones sociales no se puede llegar muy lejos. Mientras la inmensa mayoría de los hombres tengan una relación enajenada con el Leviatán de la producción social, y mantengan esa falsa conciencia que encubre a los muy reales explotadores del trabajo ajeno, no podrá hablarse de una verdadera sociedad racional.

Algunas ideas sobre la construcción del comunismo no hacen más que confundir y entorpecer el camino

El comunismo hace posible la racionalidad de las relaciones humanas porque es, ante todo, el reino de la libertad. Se supone que en ese modo de producción la voluntad de todos los individuos se encuentre realizada en el devenir social, de modo que la democracia no sea solo política sino también económica. La democracia se entiende aquí, por supuesto, no como gobierno de la mayoría sino como gobierno del pueblo. Con la democratización de las formas económicas el comunismo hace posible la abolición de las clases sociales, así como la eliminación del Estado. Resulta evidente que el tránsito hacia ese modo de producción puede y debe ser un ideal perseguido por todos los seres humanos; sin embargo, a lo largo de los años se han acumulado representaciones sobre lo que significa la construcción de ese sistema, las cuales no hacen más que confundir y entorpecer el camino.

Es ingenuo creer, como desgraciadamente todavía muchos creen, que la quintaesencia del socialismo es expropiar a los burgueses. La destrucción de las bases del poder material de la burguesía puede ser una necesidad de la lucha de clases, pero no puede ser considerada el non plus ultra de la política socialista. Por otro lado, la imagen que muchos tienen del comunismo se encuentra deformada por una mala interpretación de la famosa frase “de cada cual según su trabajo, a cada cual según sus necesidades”. Algunos han sacado de ahí la consecuencia de que la llegada al comunismo es un problema solo de la forma de distribución, lo cual no puede estar más alejado de la verdad, ya que para Marx la producción siempre es lo primero y la distribución se rige siempre por las relaciones de producción.

Lo fundamental en el modo de producción comunista es la creación de nuevas formas de organización de la producción, en las cuales la colaboración libre y fraterna entre productores sea más eficaz que el cálculo de las empresas capitalistas. Y que conste que se trata de eficacia y no de eficiencia, pues el objetivo no puede ser competir con la producción capitalista en su propio terreno. Ese fue el principal error que se cometió en el socialismo real.

Si hay algo en el pensamiento de Marx con lo que deberíamos establecer una distancia, es la tendencia a considerar el comunismo como hijo del crecimiento continuo de las fuerzas productivas. En lugar de poner el énfasis en la abundancia de objetos de consumo que nos espera al final, como si se tratara del tesoro al final del arcoíris, deberíamos recordar que lo esencial es eliminar la dominación y la explotación como componentes de las relaciones sociales de producción y, por tanto, como partes de la estructura misma de las fuerzas productivas. Es muy probable que, mirada con una óptica capitalista, una sociedad en transición al comunismo experimente un decrecimiento económico. Pero se trataría en todo caso de un decrecimiento racional. La transición solo es posible con una transformación total del sistema de necesidades. En esas circunstancias, desaparecerían toda una serie de necesidades que solo tienen sentido en el capitalismo, con lo que la sociedad, a pesar de la reducción en la cantidad neta de producción, sería más feliz.

El principal error que se cometió en el socialismo real fue competir con la producción capitalista en su propio terreno

El primer paso en la construcción del comunismo está en la creación de una nueva relación social de producción, basada en la colaboración y en la socialización de los medios de producción. Las relaciones capitalistas, todavía existentes al comienzo de la transición, deben ser suplantadas como relaciones dominantes, generadoras fundamentales tanto de poder como de sentido. Eventualmente, esas relaciones deben desaparecer. Las relaciones monetario-mercantiles, que no son un sinónimo de capitalismo, probablemente sobrevivan aún mucho tiempo más, hasta que se encuentre un sistema de distribución tan desarrollado que pueda prescindir del uso del dinero.

La sociedad cubana es, en la actualidad, una de las pocas que aun proclaman el comunismo como el ideal que luchan por construir. Sin embargo, todo parece indicar que no nos hemos detenido a pensar en qué entendemos bajo ese concepto. Esto es algo grave, porque poco a poco los ideales que deberían ser centrales se transforman en palabras vacías. Nos vamos olvidando de que las utopías son también necesarias. Cuba sola no va a alcanzar el comunismo, por supuesto, pero vale la pena soñar con esa aspirina. Vale la pena recordar cada día las utopías que le dan sentido a nuestro sufrimiento.

24 julio 2018 33 comentarios 490 vistas
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Lo novedoso

por Consejo Editorial 23 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

Luego del debate en el Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) sobre la nueva política de comunicación que se instituirá, me gustaría aportar algunos criterios. La situación de la prensa cubana es incoherente en muchos aspectos. La Constitución vigente norma la existencia del PCC como Partido único; sin embargo, dada la enorme cantidad de órganos oficiales de prensa que posee el mismo, pareciera que debe coexistir en un escenario interno de extrema hostilidad ideológica, lo que es desmentido por las declaraciones de nuestros dirigentes patentizando su confianza en el apoyo del pueblo a la Revolución.

Además del periódico Granma, existe un órgano oficial del Partido en cada provincia, para un total de quince, y prefiero ser cautelosa pues ignoro si en las provincias experimentales de Artemisa y Mayabeque también se establecieron. A todas luces es innecesaria esa abundancia de órganos que no difieren mucho entre sí, pero lo peor es que cada uno es financiado por el presupuesto del Estado, es decir por todos y cada uno de nosotros. ¿Es justo que un país con una situación económica tan compleja como Cuba deba derrochar en proporción semejante, a pesar de que los requerimientos al ahorro son constantes en el discurso político?

Se comenta que la nueva política de comunicación atenderá el tema de la financiación de los medios al buscar alternativas que generen ingresos por vía de la publicidad y el patrocinio, sin que ello signifique la retirada del presupuesto estatal. Me parece excelente que empecemos por casa a dar ejemplo de prudencia en los gastos, pero no debemos pensar que ello es una novedad, sino el rescate de un modo de hacer.

Al reivindicar como propia la raíz marxista del primer Partido Comunista, debemos recordar que su órgano oficial fue el diario Noticias de Hoy, cuya aparición data de mayo de 1938.[1] Este no incurrió en la puritana costumbre implementada por sus sucesores que consideraron una blasfemia mezclar ideología y publicidad. El viejo periódico comunista se subvencionaba por diversos medios: por suscripción popular en menor medida —mediante la venta de “certificados de ayuda”, por valor mínimo de cinco pesos—, y por publicar anuncios de productos y servicios, especialmente de empresarios y profesionales cubanos.

La búsqueda de financiamiento a través de publicidad y patrocinio no es novedosa.

Entre los productos que más se anunciaban mencionaremos Cerveza  Tropical, Cerveza Guinnes Cabeza de Perro, Cerveza Cristal, Maltinas Tivoli y Trimalta, Cigarros Trinidad y Hno., Tabacos “La Marca”, Camisas Perro, Ropa de hombres “El Zorro”, Amplificadores LA-UZ, Jarabe anticatarral Majín, Fenaspirina…

Por su parte, la gama de servicios que se divulgaba era muy amplia, algunos ejemplos son: Casa Ruiz: Compra y venta de muebles; Tiendas como “El Encanto” “La Internacional” y “Fin de siglo”; Salón de Barbería de Rogelio Suárez; Basilio Casanova: Sastre Modelista; Ópticas Iglesias y Royalt; Panadería y Dulcería La Guarina; Cooperativa de Ómnibus; Unión Latina: Cía de Seguros; Fotos Lorenz; Distribuidora Dalia: de las revistas Carteles, Bohemia, Vanidades y Cinema. Por si fuera poco, también anunciaban la Lotería Nacional.

Aunque al inicio no tenía medios técnicos propios, los ingresos obtenidos le permitieron al diario tener su propio taller de impresión, ubicado en Desagüe números 108 y 110, Apartado No. 2422, Dirección Telegráfica: Noti–Hoy, Habana.[2] Noticias de Hoy se dirigía a un público amplio, su  precio era de dos centavos y tenía dos ediciones diarias, una en la mañana y otra vespertina, con cierre a las 3 P.M. Comenzó con un total de diez páginas, y osciló entre ocho y doce hasta 1946, cuando permaneció con esta última cifra. El 10 de marzo de 1940 iniciaron la publicación de un suplemento cultural denominado Magazine de Hoy, con impresión policromática de gran calidad.

Noticias de Hoy era un medio próspero y sostenible, con publicidad incluida.

Todo esto nos permite afirmar —con una terminología al uso—, que Noticias de Hoy fue una publicación “próspera y sostenible”. Y lo fue sin dejar de defender su ideología y de enfrentarse y criticar los males de aquella época.

La ideología no está reñida con la publicidad, es más, si la empresa privada en el capitalismo no opuso reparo alguno en anunciarse en la prensa comunista, considero que la prensa comunista del socialismo no debe oponerse a que los cuentapropistas utilicen sus espacios. Esto debería instrumentarse tanto en el Granma como en los periódicos de todas las provincias. En todos los casos se podría mantener un apoyo del presupuesto estatal para los mensajes y campañas de bien público, pero la mayor parte de los egresos serían asumidos por las propias publicaciones.

Lo novedoso sería un marco legal que proteja a los periodistas y les permita acceso a toda la información que sea de interés público.

Esta ojeada al pasado permite constatar que lo novedoso en la política de comunicación no sería la admisión de la publicidad y el autofinanciamiento de la prensa. La real novedad tendrá que derivarse de la protección legal y laboral a los periodistas y profesionales de la comunicación que ejercen su trabajo. Debiera ser la existencia de normativas que les permitan acceder a la información sin pasar por tantos filtros oficiales que, a fin de cuentas, la obstaculizan. Se debe reconocer el anonimato de sus fuentes como es habitual en otros contextos, incluso en el nuestro que consiente el anónimo como fuente de investigación. Deben determinarse con claridad los asuntos objeto de censura, pero estos deben ser mínimos: la entrada a objetivos militares y el uso de documentos de seguridad nacional, entre los pocos que pudieran constituirse en barreras a una indagación periodística.

Todo lo anterior es una quimera sin que se recoja en un marco legal y sea refrendado en la nueva Constitución. Habrá que esperar en consecuencia a que sea concluido el proceso que generará la nueva Ley de leyes para saber en verdad si el término novedosa se pueda adjudicar a la política de comunicación que se debatió en el congreso de la UPEC.

[1]En 1953 desapareció, como resultado de la ilegalización del Partido Comunista y su consiguiente persecución, para reaparecer en 1959, así se mantuvo hasta 1965, cuando se funde con Revolución y Adelante para dar paso a Granma.

[2]Yinela Castillo y Lisset Hevia: Op. Cit.

23 julio 2018 22 comentarios 434 vistas
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Asamblea Constitución

por Consejo Editorial 22 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

Las sesiones de la Asamblea Nacional y el debate sobre la nueva Constitución captan la atención de muchos cubanos. Su transmisión en televisión permite que el pueblo vea a sus representantes planteando opiniones y desacuerdos. Claro que todavía falta transmitir por completo este ejercicio democrático y no algunas partes, el día que podamos ver en vivo todo lo que ocurre, habrá total transparencia. Pero este es un importante avance sobre el que La Joven Cuba lleva años insistiendo.

Mención especial hay que hacer a la propuesta de incorporar un concepto más amplio de matrimonio, que garantice derechos a la población LGBTI del país. Resulta inconcebible que una revolución esté a la saga de otros países en cuanto a garantizar derechos a sus ciudadanos. El artículo 68 que contiene esta propuesta, deberá ser defendido a lo largo de este proceso porque ya se observan fuerzas retrógradas que buscan privar de estos derechos a una parte de los cubanos. El solo hecho de que se someta a debate es un poco demasiado, los derechos son inalienables y no se llevan a votación. Mucho de lo que hoy son derechos aceptados, como el sufragio femenino o la protección de minorías, fueron impopulares en el momento de su aplicación.

La acumulación de riqueza es otro tema polémico que no está exento de prejuicios a todos los niveles en el país. Solo se habla de licitud al referirse a deportistas y artistas pero la riqueza generada por los trabajadores por cuenta propia se ve con desconfianza. La Guerra de Independencia en Cuba fue iniciada por hacendados y la victoria del 59 se logró gracias a no pocos cubanos acomodados comprometidos con su país. Suponer que la riqueza implica una necesaria desvinculación al proyecto socialista, es un simplismo ignorante de la historia nacional.

También debemos destacar la aparente ausencia en el anteproyecto de un tribunal que garantice el respeto a la Constitución. Cuando Fulgencio Batista dio su golpe de Estado, el joven Fidel Castro lo denunció ante este tribunal. Cuando los teatristas cubanos fueron reprimidos durante el Quinquenio Gris pudieron reclamar sus derechos ante los funcionarios culpables de tales excesos. Después de esto, el tribunal fue eliminado.

Si algo hemos aprendido en los últimos meses, es que la existencia de un gobierno revolucionario en el poder no es garantía automática de justicia sin un marco legal claro que proteja a los ciudadanos. Como este proyecto de Constitución tiene visos de ser superior a la anterior y Cuba se encuentra en un momento de cambios, mejor ponerse colorado una sola vez.

22 julio 2018 37 comentarios 399 vistas
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La ruta hacia la verdad

por Consejo Editorial 21 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

(A propósito de una información publicada por el Periódico Granma sobre las cartas de la ciudadanía)

Es justo apreciar el ejercicio del deber de transparencia que hizo el periódico Granma en la edición del pasado viernes 13 de julio en relación a la explicación de la ruta que dentro de esa publicación sigue la correspondencia dirigida a su Dirección, al balance general que hace del funcionamiento en el primer semestre de éste año de la sección encargada de seleccionar, publicar y dirigir a los organismos competentes las misivas recibidas, así como de los criterios que establece a esos fines. Como sabemos, la transparencia es una de las reglas a la que debe atenerse estrictamente cualquier institución que funcione dentro de los marcos de la esfera pública, pero es también, esencialmente, uno de los valores superiores que entraña el Socialismo como idea y praxis emancipadora.

En cambio, que se hiciese pública hace apenas unos días la carta que una intachable comunista cubana dirigió como ciudadana a la actual Directora de ese medio con la finalidad de que fuese publicada, y que esa dirección – como la anterior –  desestimó como susceptible de serlo es, en sentido estricto, y como el otro lado de una misma moneda, un sencillo y limpio ejercicio ciudadano del derecho a la transparencia que el Socialismo reivindica y exige como parte del patrimonio de justicia e igualdad que hace suyo e intenta construir en Cuba con el sacrificio anónimo y sereno de ya cuatro generaciones, también, y en esa misma consecuencia y fines, de la libertad de palabra y prensa que concede la Constitución patria a todos los ciudadanos.

Ahora que gracias a la amplia información que ofrece Granma todos sabemos cuáles son los criterios de selección públicos que guían a su dirección periodística para incluir o desestimar la publicación de las cartas de los ciudadanos que a ellos se dirigen, y la manera en que asume su responsabilidad en la racionalidad y alcances de las respuestas que ofrece a sus lectores, resulta aún más incomprensible que la misiva de una madre indignada y dolida ante la impunidad de quienes se creen intocables y se escudan detrás de altos cargos y la complicidad del silencio más denso fuese descartada para su publicación.

Una denuncia – porque ese es el contenido implícito en la carta que no fue publicada por Granma – de la flagrante violación de la letra, el espíritu y de derechos que la Constitución cubana proclama y garantiza para todos, de nuestras leyes y del funcionamiento de nuestra institucionalidad, es preciso decirlo claramente, no es en modo alguno un asunto muy específico y personal, como respondiera el Departamento de Atención al Lector de esa publicación en un depurado estilo burocrático e inaccesible al civismo. Todo lo contrario. Nos atañe a todos.

Esto es y debería ser, por necesidad y urgencia cívica de nuestros tiempos, por cuestión de principios de una Revolución cuyos cimientos se fraguaron con la sangre de los más nobles y desprendidos de sus hijos, porque en ello le va su sobrevida, o por intrínseca decencia humana, algo de cardinal interés general para nuestra sociedad y Estado, y no cabe errar, porque se juega que el dicto martiano y guevariano de sentir la injusticia cometida sobre otro como una bofetada en el propio rostro deje de dimensionar entre nosotros el propósito de la conquista de la justicia toda que nos fue legado no como una profecía estéril y desarmada, acomodaticia y circunstancial, bonita, sino como una condición imprescindible y cotidiana para la garantía de la continuidad de la ética que sustenta la dignidad plena del hombre y la mujer cubana.

¿Cómo no darnos cuenta que el trabajo de Fidel Castro – reproducido por Granma en la propia edición del viernes a la que ahora hacemos referencia –  en el que el joven revolucionario denunciaba desde las páginas de Bohemia el asalto y destrucción del estudio del escultor Fidalgo, faltando apenas seis meses para el 26 de julio de 1953, fue escrito precisamente porque no era, ni podía ser para él, o para el fotógrafo – el  mártir –  Fernando Chenard Piña que le colaboró en la denuncia pública del atropello y la alerta del probable asesinato del artista, o para otros tantos que muy pronto dejarían sobrada constancia de su consecuencia y valor cívico, tan solo un caso muy específico y personal?

Nadie escribe en Cuba, se puede decir con absoluta seguridad, a los medios de prensa institucionalizados por nuestro ordenamiento jurídico – tampoco a los órganos del Estado cubano –  en busca de notoriedad, para mentir, para pedir una prebenda, o para lacerar con malicia y encono la obra humana e imperfecta que es nuestro proyecto. A todos ellos – mucho más al Granma por ser el órgano oficial de los comunistas cubanos –  le escriben los ciudadanos, como sabe hasta el cubano o la cubana más humilde, cuando sienten que se le han agotado todas las vías institucionales, legales, o políticas para solucionar su drama, cuando se ha sido vapuleado por la apatía, la anomia y la mala administración, o la malevolencia de unos pocos, y a pesar de todo ello no les desfallece y falta la vocación y la necesidad de justicia.

Lo sabrán mejor que nadie nuestros periodistas, formados en nuestras universidades en el culto de servicio al otro, al bien común y la honestidad profesional, pero sobre todo los que a ellos se dirigen, los que en ellos siguen confiando. Se les escribe exigiendo justicia, no se les ruega. Y no hay ingenuidad en pensar así, o en obrar así. Pero no es ese un prestigio, una responsabilidad y una coherencia que se pueda aplazar por mucho tiempo sin pagar, por lo menos en nuestro caso, costos muy altos en la reproducción de los valores y las prácticas que hacen al Socialismo posible. Es preciso asumirlo, en Cuba, el drama del otro, su lucha por la justicia por singular y extraordinaria que sea es aún un drama colectivo, y precisamente por eso, porque intentamos continuar siendo en esa palabra hermosa que es el nosotros, más que uno y otro, más que uno por encima del otro.

Sería realmente torpe creer que esa exigencia de justicia, solitaria y áspera, la mayor de las veces amarga y desesperante, ingrata, que se hace a nuestros medios de prensa por problemas de nuestra cotidianidad, o por lo que pueda parecer imposible que ocurra, no es realmente lo que es. Hija del proceso extraordinario que es siempre una Revolución, y de la cultura y la ética de rebeldía que ella acuna, de su sensibilidad, es en realidad una auténtica y contemporánea defensa del Socialismo en nuestras tierras, y por filiación y andadura, una significación de lo que debe ser su democracia y su Derecho, es también una lucha por el débil contra el fuerte, por el bien contra el mal, por la igualdad de todos contra los fueros y privilegios a que unos pocos aspiran. Es también la crítica útil que emerge vivenciada de la profundidad de las historias de vidas de sus protagonistas y que necesitamos para corregir con premura los errores y carencias, para impedir las arbitrariedades posibles y reales que tenemos, porque esas historias son sin duda el relato de nuestros fracasos, el espejo que nos devuelve la imagen de lo que decididamente no queremos ser, de lo que no nos podemos permitir como sociedad.

A finales de la década de los 90 en una provincia del centro del país un alto oficial del MININT arrolló y ocasionó la muerte en un accidente de tránsito a un padre y su hijo que iban en una bicicleta cargando un cake al hogar para homenajear a la madre y a la esposa.  Fue sancionado severamente por un tribunal, y poco después la mujer que sobrevivió sin consuelo a la muerte de su esposo y su hijo, pudo comprobar que aquel hombre, seguía en libertad en un discreto y apartado puesto de trabajo en la propia provincia. Se entrevistó entonces con todo el que pudo, escribió a Fidel. Su carta fue encausada a los órganos competentes de la jurisdicción militar. Las comisiones fueron, entrevistaron, nada cambió.

La mujer, que sería hasta tratada después por algunos funcionarios como contrarrevolucionaria sensibilizó en cambio a muchos en su lucha por la justicia; en su rabia, escribió otra vez a Fidel, amargada, creo recordar con exactitud, le apuntó que le daba ya asco ver un uniforme militar más. Viendo el video en el que Raúl Castro indignado y colérico analizó los hechos con todos los involucrados en ese acto de encubrimiento de la verdad, y que fue tomado porque él estimó era la única forma de que aquella mujer creyera finalmente que la impunidad había cesado, escuchando sus justificaciones, me pregunté en aquel entonces cuáles mecanismos mentales habían logrado que entre tantas personas nadie se hubiese puesto en el lugar de la esposa y madre, en el lugar del otro, en el lugar de la decencia. Así es de banal el mal, la cobardía, y la deshonestidad cuando se le expone.

Pero los hechos son los hechos y no pueden ser disimulados. La carta que la dirección periodística del Granma no quiso publicar a pesar de constarle ya el fracaso de la mediación institucional que asume sin ser esa publicación una oficina de atención a la población, a pesar de constarle por su contenido la pedregosa ruta de desidia e ilegalidad y de silencio seguida hasta su redacción, fue finalmente publicada por quienes en diferencia hoy osan ciudadanamente, como aquel que denunciara hace ya mucho el atropello sobre el escultor Fidalgo.

En tiempos de reforma de la Constitución cubana, en tiempos de esperanza para el Socialismo en Cuba, es éste un recordatorio demasiado elocuente de que siempre algunos se sintieron por encima de la Ley, también de lo que toca hacer para no justificar lo injustificable. El hecho de que un miembro del Consejo de Estado y un integrante del Consejo de Ministros sean los presuntos delincuentes denunciados ante la Fiscalía de la República por un ciudadano no debería paralizar a nuestras instituciones.

Ya es público, no hubo que esperar política comunicativa, ni permiso. Hago mío lo escrito por un joven abogado en 1953: ¨(…) hemos sido prudentes hasta ahora en ese punto, es demasiado serio para perder el tiempo. No queremos prejuzgar, pero ya los índices están acusando…El Gobierno tiene ahora la palabra¨.

21 julio 2018 18 comentarios 485 vistas
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No tergiversen al Presidente de Cuba

por Consejo Editorial 20 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

Por: Guillermo A. Lancero

Miguel Díaz-Canel lleva tres meses de Presidente y su liderazgo ya inspira confianza y seguridad. Recorre el país y conversa de tú a tú con el pueblo, pregunta por los problemas y se asoma directamente a los detalles de todo. Es el heredero de un gran legado político, ejemplo de la continuidad en una nueva generación de dirigentes.

En un reciente discurso, el Presidente hizo varias referencias a la prensa alternativa en Cuba, pero solo ha trascendido una relacionada con el ser o no ser. Algunos jocosamente ya la llaman con maldad la Doctrina Hamlet.

Es curioso que mientras el gremio periodístico celebraba y solo hablaba de la elección de Ricardo Ronquillo como Presidente de la UPEC, el ingeniero eléctrico y bloguero Iroel Sánchez, invitado especial en un congreso de periodistas y profesionales de la prensa, convocaba en las redes sociales a ver la transmisión en televisión de las palabras del Presidente.

Luego su espacio La Pupila Insomne, tituló su versión del discurso “Se es o no se es, desde los tiempos de Shakespeare“, reduciendo un extenso mensaje de respaldo a la prensa nacional, a meros postulados del principio aristotélico de no contradicción.

La Pupila es, antes que nada, un blog revolucionario. Si ha subrayado exageradamente un fragmento del discurso del Presidente para que coincida con sus puntos de vista, no puede haber sido para perjudicarlo o con la intención de arrastrarlo por la fuerza a su terreno. Repetimos: La Pupila es un sitio revolucionario. Las faltas de este blog no justifican los ataques contra el Jefe de Estado de todos los cubanos. Los revolucionarios también se equivocan y nuestro Presidente ha sido cuestionado por las pasiones ideológicas de otra persona.

No hablo para desaprobar lo que defiende La Pupila sino para comentar lo que sí sé. Nadie criticó la defensa del Presidente a la unidad entre el Partido y la prensa (viene de una misma raíz y crece en un mismo tronco), nadie mencionó que el Presidente invitó a modificar la política de comunicación solo a quienes se ganaron “con sacrificio y esfuerzos el derecho exclusivo a discutir cómo diseñar el futuro” o que en Cuba se “reconoce solo dos tipos de propiedad para los medios de comunicación masiva: la estatal y la social.”

Estos puntos discrepan con la prensa alternativa y sus apologistas, pero solo trasciende en la agenda pública el ser o no ser. ¿Por qué es esto? Por favor, no tergiversen al Presidente de Cuba.

20 julio 2018 68 comentarios 382 vistas
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