La telenovela y los medios extremos

La telenovela ha vuelto. Hay emoción, romance, hijos perdidos, padres encontrados y delincuentes sexuales. Como todos los culebrones tiene su buena dosis de errores y la psicología de los personajes a veces es dudosa, no abundo en esto, ya hay una excelente publicación en este mismo sitio que habla magistralmente sobre el tema. De todas formas la serie se ha convertido en un fenómeno nacional.

Esta propuesta incluso ha logrado imposibilitar a algunos de separar al actor del personaje y ha provocado reacciones desmedidas en plena calle, fenómeno poco común en la isla, espasmos de un latin hólivu ajeno a los cubanos por décadas. Pero todo le pudiera ser perdonado a la telenovela El rostro de los días porque ha ganado en un terreno hostil, donde cualquiera de sus rivales la duplican en fuerza, promoción y recursos.

Netflix, HBO, Discovery Channnel, National Geographic o BBC, bastaría una mirada de desaprobación de alguno de ellos para que cualquiera de las modestas producciones nacionales perdiera el color, el encanto y la audiencia. Lo cierto es que en la batalla por la atención, los medios nacionales se enfrentan a los portentos universales en una reedición de otro culebrón, esta vez bíblico, llamado David y Goliat, en la que Goliat casi siempre gana.

Para hacer más dramática la lucha, las grandes transnacionales de los medios no vienen cada una por su cuenta, sino que llegan de una vez, aliadas, coherentes y juntas en una legión llamada El Paquete Semanal. Además, la aparición de otros medios que también campean por su público hacen de este país algo muy parecido a la Tierra Media –miren qué coincidencia fonética-.

El Paquete en sí parece salido de un culebrón, de una telenovela, le rodea un halo de misterio, podemos ver sus entrañas, verter su terabyte de contenido en nuestras computadoras y así todo no sabemos de dónde vino ni quien lo creó. Se apunta a dos teorías, la primera, llamémosle creacionista, habla de que las mismas autoridades cubanas lo han levantado y fomentado en secreto, de ahí su ausencia de contenido político explícito, ni en contra ni a favor del sistema cubano, y que este no persiga a sus distribuidores a pesar de que según las leyes, esta actividad económica es ilegal.

La otra teoría, llamémosle evolutiva, habla de un proceso natural, consecuencia del poco acceso a los materiales extranjeros dada la casi nula, o nula conectividad real de la isla con internet, así como la ausencia de transmisiones de televisoras extranjeras, amén Telesur y muy recientemente, Russia Today –Multivisión se podrá incluir-. El caso es que es una opción que deja sin aliento a los medios nacionales por lo abundante y variado de su contenido, robando al ICRT más del 40% de su público sólo en La Habana, según Cubadebate.

Para contrarrestar este efecto, las autoridades de cultura y otras instituciones han creado otro personaje, uno benigno nombrado La Mochila, una especie de Paquete Semanal cuyo contenido tiene un corte mucho más educativo y profundo, aunque sin dejar de atender las opciones sencillamente lúdicas y de entretenimiento; no obstante, con cientos de clientes no ha podido acercarse ni medianamente a su gemelo semiclandestino que suma millones de adeptos, porque como en todo buen culebrón o telenovela, el personaje negativo, el pérfido, el abyecto, no sólo es misterioso, es siempre mucho más atractivo que su antagonista.

Las opiniones sobre la mochila son variadas, pero casi todas giran en torno a trabas tecnológicas y de organización, porque el contenido debe ser aprobado desde un nivel central en la capital con la anuencia de varias instituciones y esto mina su distribución y seguimiento y a casi nadie parece importarle que esté ahí, muerto de risa en los Joven Clubs de Computación. Los usuarios opinan que en general es un compendio de materiales muy aburridos.

Lo cierto es que los materiales de La Mochila son de calidad, algunos casi imposibles de encontrar en otros lugares y son variados en sus géneros y formas, pero el gusto nacional se ha hecho lo suficientemente volátil como para que 600 GB de contenido de calidad no le quiten el sueño a nadie.

Por supuesto que el Paquete Semanal también tiene su dosis de contenido de calidad, pero es una dosis mínima, si no, que lo evalúe el lector: televisión 35%, contenido para móviles 33%, música 29%, películas 2%, publicidad 1%.

Es notable que el 35% del material audiovisual sea sólo de televisión, la cual se resume sobre todo en shows, telenovelas y espectáculos competitivos. Son espacios muy atractivos, capaces de atrapar al público tras poquísimas exposiciones. Además hay material audiovisual independiente como los youtubers, que pueden explicar con facilidad cómo peinarnos, cómo está compuesto su fondo de armario –cosa interesante-, o el top ten de cualquier insignificancia.

Pero el personaje menos cándido de este culebrón es internet, la fuente de todo, incluso de eso que siquiera el pérfido paquete puede contener porque su condición offline lo hace muy poco interactivo: las redes sociales, la comunicación. He aquí un personaje a temer, que hace estragos en el consumo de productos televisivos cubanos y crea estados de opinión muchas veces contrarios a los objetivos del ICRT. No obstante, hasta la fecha es un actor invitado en nuestro país y la mayoría de la población no puede acceder a sus contenidos más pesados en materia de megabytes, ni con toda la calidad  requerida.

Hay quien dice que la batalla que gana el Paquete frente a los medios nacionales, la perderá un día frente a la entrada completa y barata del internet en el país, lo cierto es que en la web un terabyte de contenido actualizado y tan variado seguiría siendo impagable, el Paquete ganaría otra vez, porque además no es un fenómeno simple y sí todo un hito en la economía cubana. Según ABC News, hay que entender que ahora mismo el Paquete quizás sea el mayor empleador privado de la isla, generando más de cuatro millones de dólares al mes.

La televisión cubana, el medio tradicional, el personaje más impopular de la telenovela es el más afectado y es lógico, nuestra televisión ha sido históricamente muy educativa y ha tenido una carga ideológica importante, y según el periodista Rolando Pérez Betancour, la saturación ideológica de los medios nacionales por décadas, ha hecho que el público nacional evite contenidos con carga ideológica. Muy de acuerdo.

Pero tranquilos, la televisión nacional ha comenzado la contraofensiva, intenta reposicionarse en la preferencia y recuperar terreno perdido. Sin embargo lejos de nutrirse de las dinámicas, técnicas de mercadeo, de semióticas actuales y de lograr “espacios -según solicitó Alpidio Alonso, Ministro de Cultura cubano -menos fastuosos que los foráneos, pero con profundidad y asociados al ingenio”, la televisión ha hecho justamente lo contrario.

Se han asumido esquemas ajenos completos de forma indiscriminada y ahora tenemos un grupo de programas bien fastuosos que no se diferencian en nada de sus pares latinos y anglosajones: competiciones televisadas que pueden definir el futuro de los competidores, incluso niños, y otros culturales que ahora rayan un amarillismo farandulero de sábado por la tarde en franco calco de recursos harto utilizados por televisoras de la talla, o calaña –depende del gusto- de Univisión y Telemundo.

Este tipo de programas, los de aquí y los extranjeros son, sin lugar a dudas, los preferidos del público ¿Son los espacios los que condicionan el gusto general, o es el público quien exige estos espacios? Aunque la interrogante final sería, ¿el contenido audiovisual que prefiere una nación la define?

Si tan sólo fuera posible saber qué tipo de contenido han sido los más vistos en cada país, un momento… es posible. He aquí algunos ejemplos: Estados Unidos: Breaking bad, (droga, evasión, policías). México: Narcos (lo de siempre). Finlandia: Madadventure, documental de viajes a países subdesarrollados (esos pobres pobres). Noruega: Skam, serie sobre adolescentes, (trascendental). Kirguistán: Born in USSR, (sin palabras). Japón: Death Note, (esa obsesión con la muerte). Brasil: Latin Lover, (casi una redundancia).

Cuba: quién sabe, es difícil definirlo, escapan a las estadísticas todos esos medios tan multinacionales influyendo en la audiencia de manera informal, pero si es la telenovela, increíble decirlo, sería magnífico, y aunque a algunos nos gustaría que fuera A Capella –¿todavía se transmite?, Escriba y Lea o La Neurona intranquila, tampoco es cuestión de ser utópicos.

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10 comentarios

Manuel* 14 septiembre 2020 - 5:50 PM
Se habla mucho de la soberanía del pueblo pero después se vulnera, precisamente con la intención de preservar su soberanía. Me explico, el pueblo es soberano para elegir el entretenimiento que más le gusta. Ese gesto de gastar nuestro dinero en lo que mas nos apetece, es la expresión más genuina de soberanía popular. Todo intento de usar nuestros impuestos para modificar nuestras preferencias artísticas, deportivas o de lo que sea, es un atentado contra la soberanía popular. Frente a eso al estado no le queda mas obligación que acatar lo que le ordena el pueblo. Lo contrario es antidemocrático y un atentado contra la soberanía del pueblo, que es lo mismo que decir contra la soberanía de Cuba.
A. M Mustelier 16 septiembre 2020 - 2:31 AM
Muy bueno. Ahora bien, todos los medios (estatales y privados, consorcios u ONGs usan sus fondos para promover sus mensajes o puntos de vista, en el mundo entero hay televisoras estatales que funcionan gracias a los impuestos. En cuanto a los medios privados también intentan promover sus productos y espacios. La palabra antidemocrático no cabe en todo, no es un comodín.
Antonio 14 septiembre 2020 - 8:56 PM
De acuerdo con el enfoque y con los argumentos. Resulta complicado entrar al cuadrilátero con un rival que nos supera en casi todo. Finanzas fuertes, temas interesantes, escenografías impactantes, oficio de los guionistas, calidad de los actores, diversidad de canales de distribución, en fin, un aparato bien entrenado y preparado para explotar los sentimientos innatos de los espectadores, interesarlos y hacerlos adictos a sus productos. El producto resultante es tan hábilmente realizado que aún los tramas abordando puntos obscuros del capitalismo nos sugieren que el asunto no es la generalidad, que, a pesar de sus fallas, el sistema funciona y puede auto regenerarse. De nuestra parte, quizás con la excepción de la calidad de los actores, el balance es desfavorable. A ello podemos sumarle con no menor incidencia que Cuba es un país de gustos occidentales lamentablemente moldeados por las tendencias norteamericanas. Las que, supongo que por razones económicas, se mantienen invadiendo aún los medios oficiales muy a pesar de los deseos de los encargados de administrarlos. A propósito, los administradores de los medios, por su voluntad o por la "sugerencia" de niveles superiores han tenido atadas las manos para introducir cambios en la dinámica de producción que es probable habrían redundado en mejor aceptación del producto nacional. Como no me clasifico más allá de simple espectador, bastante añejo por cierto, evado emborronar cuartillas con opiniones sobre aristas que podría abordar el autor del post o algún otro especialista con el oficio del que carezco. Sin embargo, lo que he leído sobre el tema, que conste, por actores y realizadores prestigiosos que laboran en Cuba, así como los conflictos desatados sobre ciertos productos de su labor o de la de otros de sus colegas, me sugiere que la ausencia de un marco legal y el diseño de la estructura de los organismos responsables son más freno que promoción para la creación nacional. Y los hechos recientes no apuntan precisamente a rectificar la tendencia. Saludos.
Manuel* 15 septiembre 2020 - 6:03 AM
Rápidamente nos olvidamos que quién pone el dinero es quién manda. Me explico, esos canales luchan por una audiencia que paga por verlos, o bien directamente o bien indirectamente a través de los anuncios publicitarios. Es la audiencia la que pone el dinero y por tanto la que manda. Es decir los sesgos ideológicos de los canales de entretenimiento se modulan para adaptarse a los sesgos de la audiencia que es la que pone el dinero. El discurso de oscuras fuerzas en las tinieblas es falso. En realidad, cómo dijo Karl Popper, las teorías conspiradoras responden a la necesidad de sustituir a Dios después de eliminar a Dios de la vida. Os paso sus palabras: "Esta teoría, más primitiva que la mayoría de las diversas formas de teísmo, es comparable a la teoría de la sociedad de Homero. Este concebía el poder de los dioses de modo tal que todo lo que ocurría en la planicie situada frente a Troya era sólo un reflejo de diversas conspiraciones del Olimpo. La teoría conspiracional de la sociedad es justamente una variante de este teísmo, de una creencia en dioses cuyos caprichos y deseos lo gobiernan todo. Procede de la supresión de Dios, para luego preguntar: ¿Quién está en su lugar?. Su puesto lo ocupan entonces diversos hombres y grupos poderosos, tenebrosos grupos de presión, responsables de haber planeado la gran depresión y todos los males que sufrimos... El teórico de la conspiración creerá que es posible comprender del todo las instituciones como resultado de designios conscientes; y en cuanto a los colectivos, habitualmente les asigna un tipo de personalidad de grupo y los considera como agentes conspirativos, como si fueran personas." Eso explica lo poco que creen los creyentes en teorías conspiradoras. Se les gastó la necesidad de eso en cuanto creen en Dios. El fenómeno es antiguo. Los historiadores romanos nos cuentan que los Hunos que asolaron su imperio no creían en ningún Dios, pero eran extremadamente supersticiosos.
A. M Mustelier 16 septiembre 2020 - 2:34 AM
Precisamente. Un punto de vista a tener en cuenta, me resulta muy interesante y puede devenir en debates productivos. Saludos.
Ernesto González 14 septiembre 2020 - 9:01 PM
Me gustó, aunque discrepo en cuanto a que los últimos programas fastuosos de la TVC (imagino sean sonando en Cuba, el otro del baile, entre otros, sean iguales a otros ya conocidos. La colmena tv es un bien ejemplo.
Rainer Hernández 15 septiembre 2020 - 8:02 AM
Dejando a un lado la desacertada y sobre-simplificada crítica tanto a los youtubers, como a la mítica serie Breaking Bad (quizá por desconocimiento), queda todo perdonado ante un artículo tan interesante.
dario45666 15 septiembre 2020 - 11:10 AM
los cubanos tienen perdido al parecer el espiritu critico,objetivo.....por que este articulista quiere hacer ver que Netflix,por ejemplo solo ofrece "contenido basura " ?? si el se diera a la tarea de observar mejor,creo vera la realidad: esta plataforma brinda desde la diversion por diversion hasta el analisis profundo en muchos temas,mas profundo que lo ha sido ni sera la tv cubana con todos sus intelectuales !!! Que manera de ser superficial !!!!Ademas existen National,geografic,smithsonian,etc,etc....no deje que la pasion lo obnuble !!!
A. M Mustelier 22 septiembre 2020 - 2:50 AM
En qué parte del artículo se lee que Netflix emite contenido basura? Aunque lo emita, y aunque emita otro de calidad, se entiende que es una plataforma, sólo eso. Se repite la lectura, arriba, vamos.
Gabriel 16 septiembre 2020 - 9:04 AM
Muy buen análisis, Darío me parece que el autor trata a NETFLIX en su conjunto, en ningún momento niega los contenido de calidad que genera.

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