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Vietnam

Solución

La solución no la tiene «el médico chino»

por Mauricio De Miranda Parrondo 25 noviembre 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

En Cuba, cuando alguien quiere referirse a un asunto sin solución, afirma que «eso no lo cura ni el médico chino», lo cual significa, sin dudas, un reconocimiento a la medicina tradicional del oriental país.

Hace varios días se publicó en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), que la Escuela Superior de Cuadros del Estado y del Gobierno de Cuba (Esceg) convocaba a una cincuentena de funcionarios de nivel ministerial a estudiar «el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con particularidades chinas para una Nueva Era», impartido por la Academia Nacional de Gobernanza de China.

Tal anuncio resulta llamativo si se toma en cuenta que en las bases ideológicas del sistema político cubano, jamás se había considerado otra influencia extranjera que no fuera el marxismo-leninismo.

Una cosa es tener en cuenta la experiencia del desarrollo económico de China, o de Vietnam, países que han realizado profundas reformas económicas, traducidas en un crecimiento acelerado de sus economías y en un mejoramiento del ingreso per cápita y el bienestar de sus sociedades respectivas; aunque mantienen regímenes totalitarios que cercenan libertades democráticas.

Otra cosa, totalmente diferente, es desplegar una campaña para el estudio en Cuba, por parte de los funcionarios del Estado y el Gobierno, del pensamiento del actual líder de China, elevado en el último congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) a la condición de fundamento teórico del «socialismo con particularidades chinas en la Nueva Era».

En los Estatutos del PCCh, aprobados en su XX Congreso, se afirma que:

«(…) el Partido Comunista de China se guía en su actuación por el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, el importante pensamiento de la triple representatividad [aporte de Jiang Zemin sin nombrarlo], la concepción científica del desarrollo [aporte de Hu Jintao sin nombrarlo] y el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con particularidades chinas de la nueva era».

Es decir, Xi no solo prolonga su permanencia en el poder al cambiar las reglas acordadas para limitarlo a solo dos períodos, sino que su nombre está inscrito en los estatutos, como el continuador teórico de Marx, Engels, Lenin, Mao y Deng.

Solución

«Socialismo con características chinas»

La insistencia de los comunistas del milenario país en la defensa de un «socialismo con particularidades chinas», viene de la época en que Mao se impuso a los líderes determinados por la Internacional Comunista, a partir de lo que él y sus partidarios consideraban como incomprensión por parte del liderazgo de esa organización —y especialmente del liderazgo soviético—, respecto a las condiciones especiales que tendría la supuesta construcción del socialismo en un país atrasado y mayoritariamente rural y campesino como era China.

 Amparado en esta tesis, y ya en el poder, Mao conduciría a China por caminos muy diferentes a los adoptados en la Unión Soviética y otros países del llamado socialismo realmente existente. Después de la muerte de Mao, y al imponerse Deng Xiaoping en la lucha por el poder que le siguió, comenzó el programa Reforma y Apertura, que cambió notablemente la vida en aquella enorme nación.

China se abrió al comercio con el mundo y a las inversiones de capitales provenientes de países desarrollados, recibió transferencia de tecnología de vanguardia sobre todo para la producción industrial, desarrolló la agricultura, eliminó el racionamiento de bienes de consumo y su población mejoró notablemente el nivel de vida; aunque carecen de las libertades civiles que caracterizan a los países en que funcionan sistemas democráticos.

Como resultado de lo anterior, China es hoy la segunda economía más grande del orbe en términos del valor global de su Producto Interior Bruto (PIB); posee un PIB per cápita medido a precios constantes en un nivel medio-alto, de acuerdo a los estándares internacionales; es el primer exportador y el segundo importador mundial de bienes; el segundo receptor de inversión extranjera directa —detrás de Estados Unidos— y el cuarto inversionista —tras Estados Unidos, Alemania y Japón.

Es asimismo el país con mayores reservas monetarias internacionales. En el último informe sobre tecnología e innovación de la UNCTAD, ocupó el 25º lugar mundial en cuanto al índice de preparación para la tecnología más avanzada, pero es el primero en el ranking de investigación y desarrollo, el séptimo en el industrial y el sexto en el financiero.

Entre los diez bancos más grandes del mundo de acuerdo al total de sus activos, los cuatro primeros son chinos (Industrial and Commercial Bank of China, China Construction Bank, Agricultural Bank of China y Bank of China); mientras que por capitalización de mercado, entre los diez más importantes, cinco son chinos (Industrial and Commercial Bank of China 2º, China Construction Bank 5º, Agricultural Bank of China 7º, Bank of China 9º, China Merchants Bank 10º).

China es el segundo país con más multimillonarios del mundo en la lista Forbes, después de los Estados Unidos (607, incluyendo a los de Hong Kong y Macao). Dos de ellos: Zhong Shanshan y Colin Huang, están entre los veinte más ricos del mundo.

El país lleva cuarenta y cuatro años de reformas económicas, en las que a pesar de ciertos retrocesos en momentos puntuales, debidos a razones políticas, ha marcado una clara tendencia aperturista que lo hizo transitar de una agricultura totalmente colectivizada a una de gestión privada y libertad de mercados; de una industria por completo estatizada a la coexistencia de industrias estatales, mixtas y privadas, sin que las primeras sean necesariamente las predominantes.

Han florecido allí negocios privados de todo tipo; abandonaron los monopolios estatales de la banca y el comercio, tanto doméstico como exterior; la atracción de capital extranjero se dirigió al sector productivo, en especial exportador. En todo ese tiempo se superó el racionamiento de bienes de consumo que había existido desde la victoria comunista en la guerra civil, y el país dispone de un mercado de bienes y servicios en el que el Estado solo influye indirectamente a través de la política económica.

Según la agencia oficial china Xinjua, en 2021 existían 44,5 millones de empresas privadas frente a 10,8 millones en 2012. Y el sector privado aportaba más del 50% de los ingresos fiscales, más del 60% del PIB y más del 70% de las innovaciones tecnológicas, genera el 80% del empleo urbano y constituye el 90% de las entidades de mercado. 

Pareciera que el socialismo con características chinas —da igual si se trata de la nueva era o no—, es cualquier cosa menos socialismo.

Solución

Xi Jinping y Fidel Castro. (Foto: AP)

«Socialismo cubano próspero y sostenible»

En Cuba, en cambio, los documentos programáticos del Partido Comunista en sus últimos congresos hablan de la necesidad de construir un «socialismo próspero y sostenible». A pesar de tal exhortación, no solo no se ha avanzado en esa dirección, sino todo lo contrario.

La dirigencia del Partido Comunista de Cuba (PCC) no ha sido capaz de implementar los lineamientos de política económica y social adoptados en el VI Congreso de esa organización y «actualizados» en el VII y VIII cónclaves.

La política económica continúa careciendo en la Isla de un enfoque sistémico, y parece destinada a apagar fuegos puntuales mientras continúa deteriorándose el nivel de vida de los cubanos hasta llegar a condiciones de subsistencia precarias. El nivel de ingresos promedio de la población no resulta suficiente para enfrentar la espiral hiperinflacionaria, que resulta de una persistente escasez de oferta, acompañada de una irresponsable reforma monetaria y cambiaria de precios, salarios y pensiones, que creó nuevas distorsiones en los precios relativos y la reactivación de un mercado informal de bienes y divisas que evidencia el sustancial deterioro de los ingresos reales.

Me he referido a estos temas en textos anteriores, y a pesar del riesgo de resultar reiterativo considero importante destacar que en los últimos treinta años la economía cubana ha profundizado su deformación estructural, se ha vuelto más dependiente y ha incrementado su vulnerabilidad externa. Todo ello deteriora a la par su capacidad de satisfacer las necesidades básicas de la población y de asegurar una adecuada inserción en el sistema económico internacional.

Los sectores productivos sufren el lastre de un colapso de más de tres décadas; afectados por obsolescencia tecnológica, escasez de capital, materias primas y combustibles. Golpeados por sistemas de gestión obsoletos, burocráticos y probadamente improductivos; así como por las restricciones que frenan el desarrollo de los sectores privado y cooperativo.

En medio de esta severa crisis, en la que también influye la persistencia de las sanciones económicas estadounidenses, pero agravada por los errores de política económica de la dirección partidista y gubernamental a los que me he referido en otros textos, se insiste en concepciones económicas dogmáticas que pretenden imponerse a contrapelo de las realidades evidentes. Entre ellas mencionaré algunas que considero fundamentales:

  • Insistir en el predominio del sector estatal en el sistema económico no garantiza su carácter socialista, sobre todo cuando no asegura la socialización real de los medios de producción en términos de capacidad de gestión o de control de la gestión de los supuestos propietarios colectivos.
  • Los monopolios estatales del comercio exterior, el comercio doméstico o la banca, no son necesariamente socialistas y su mantenimiento a toda costa frena el desarrollo de las fuerzas productivas, sobre todo cuando el sector público carece de recursos para asegurar su funcionamiento. Especialmente grave resulta que estos se relajen mediante un acceso discrecional a ciertos actores económicos, que podrían beneficiarse de manera privada de la información asimétrica o de vínculos personales, nepotismo y corrupción.
  • Insistir en la centralización de las decisiones económicas, sobre todo con medidas de carácter administrativo, no asegura el carácter planificado de la economía; por el contrario, conduce a consideraciones subjetivas, carentes de fundamento científico y, en consecuencia, a un desprecio de las condiciones reales que resultan evidentes en los mercados.
  • Imponer precios topados a los bienes, servicios o divisas, a despecho de las condiciones del mercado, no asegura la regulación estatal de la economía, sino que agrava los desequilibrios, potencia mercados informales y lejos de evitar la inflación, la fortalece en dichos espacios, lo que deteriora aún más la capacidad adquisitiva de los mercados.
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Los sectores productivos sufren el lastre de un colapso de más de tres décadas. (Foto: Yamil Lage/AFP)

¿La solución?

La solución de los problemas de la economía cubana no la tiene el «médico chino», mucho menos se encontrará en el «pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas de la nueva era».

La experiencia de países como China y Vietnam ofrece lecciones muy importantes de política económica, tanto en aspectos positivos como negativos, que han estado disponibles para la dirigencia cubana desde hace décadas. Es sabido que Fidel Castro desestimó en su momento ambas experiencias, dado su rechazo sistemático a la adopción de reformas que condujeran a una economía de mercado que debilitara el control estatal en ese ámbito.

Después de su salida del poder, la falta de decisión de una parte del liderazgo cubano y el rechazo de otra parte, impidieron la adopción de una reforma económica sistémica, orientada a favorecer los mercados y el emprendimiento productivo que, considerando los aciertos y errores de ambos procesos, habría permitido un transcurso paulatino de mutaciones con resultados económicos positivos.

En cambio, la inacción, el letargo y el estancamiento de la dirigencia insular han sido factores agravantes de los problemas económicos, han profundizado la fractura del contrato social y del consenso político. Expresión evidente de ello son las protestas sociales de 2021 y 2022 y la nueva estampida migratoria, que está produciendo una fatal sangría demográfica con severas consecuencias económicas y sociales a corto, mediano y largo plazos.  

En las condiciones vigentes de Cuba, no son suficientes las reformas económicas adoptadas en China y Vietnam. El actual andamiaje político e institucional es incapaz de asegurar la solución de los gravísimos problemas del país, que no son solo económicos, sino también políticos y sociales. Tampoco podrán ser resueltos desde el exterior. No los solucionarán nuevos convenios comerciales ni tratos favorables, ni deudas condonadas o prorrogadas.

La solución no puede ser otra que una nueva arquitectura institucional y política que surja del ejercicio real de la soberanía del pueblo, a través de una verdadera democracia, que va más allá del ejercicio electoral libre, pero que lo incluye.

25 noviembre 2022 29 comentarios 2k vistas
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Bloqueo - economía

Bloqueo norteamericano y reforma económica en Cuba

por Antonio Díaz Medina 8 abril 2021
escrito por Antonio Díaz Medina

Una reforma económica profunda en Cuba es impostergable. Aunque tarde, con una aplicación lenta y en las peores condiciones, ya está en marcha. Para entenderla y, sobre todo, aplicarla consecuentemente, debemos tener claro a dónde queremos llegar, cuál es la meta. El proceso está en marcha, pero todavía parecen prevalecer los miedos.

La eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria parece aplicarse con el rigor necesario, con errores –en precios de algunos bienes y servicios, nivel bajo en salarios de algunos sectores y en ciertas pensiones de jubilados– que revelan defectos de planificación y la debilidad del sistema de dirección en la base, acostumbrado a recibir y cumplir orientaciones superiores y a no generar ideas ni soluciones. También demuestran la imposibilidad de preverlo todo en economía.

Los jubilados de la Revolución

Por otro lado, alcanzar la independencia económica de las empresas no marcha al mismo ritmo. El proceso lleva más de 25 años, desde el llamado Perfeccionamiento Empresarial, y ha devenido en ejemplo de burocratización y desnaturalización de una tarea. Este «perfeccionamiento» dejó como legado varias malformaciones económicas que han sido estudiadas y descritas por economistas cubanos.

  • Se mantienen las organizaciones superiores de dirección empresariales, las llamadas OSDE, creación artificial de los órganos de dirección central consistentes en conglomerados de empresas con similitud o no. En sus inicios, pretendían separar las funciones estatales de las administrativas, pero se han convertido en la práctica en una suerte de pequeños ministerios, lo que ha multiplicado los órganos con funciones estatales, en lugar de reducirlos.
  • Se ha eliminado en varios sectores la competencia necesaria entre empresas, y con ello, se ha socavado el incentivo a la calidad.
  • Se ha perfeccionado el control central en lugar de dar mayor autonomía a las empresas, muchas de ellas convertidas en unidades de base (UEB), con menores posibilidades de autogestionarse.

El desarrollo del sector privado sigue avanzando, ahora con la nueva «lista negativa» que establece las actividades prohibidas para ejercer como cuentapropistas. Existen limitaciones en algunos sectores como en el turismo, pero sobre todo quedó cerrada la posibilidad de que se incorporen al trabajo privado los profesionales más capacitados en su calidad de tales, otra muestra de aplicación mediatizada de la reforma.

La inversión extranjera se libera progresivamente, regulación a regulación, pero también se ve sesgada por el tamiz de la cartera de proyectos que por cada sector se ofertan al potencial inversionista. La ventana única, aplicada aquí y pensada también para el sector privado local, debe mejorar en cuanto a lo referido a desburocratización.

Entre los pendiente, uno de los más importantes sigue siendo la Ley de Empresas. Las palabras del viceprimer ministro y ministro de Economía y Panificación, Alejandro Gil, han creado expectativas al respecto, como comenta el economista Juan Triana. Sin embargo, de nuevo se respira el temor o la predisposición ante la necesidad imperiosa de la economía cubana de un despegue vigoroso de la micro, pequeña y mediana empresa –privada, cooperativa, estatal o mixta– con total independencia y apoyo para ser gestadas y desarrolladas.

MIPYMES: licencia para hacer

Se trata en estos casos de acabar de una buena vez con el llamado «bloqueo interno», como única forma para crecer y lograr el bienestar reclamamos y merecemos.

Pero lo que me motivó a escribir este texto es el hecho de que todavía existan algunas posiciones en todos los niveles del poder, de la intelectualidad y de la opinión pública en general, que condicionan las posibilidades de bienestar de Cuba al levantamiento del bloqueo de EEUU. Discutía con un amigo que me manifestaba su opinión de que, por ejemplo, Vietnam logró su despegue económico gracias al levantamiento de las sanciones económicas por parte del gobierno norteamericano. Esa conversación me hizo notar que la idea está bien arraigada en la visión de una parte del pueblo cubano y la dirección del país.

Vietnam y el bloqueo de EEUU

La reforma económica comenzó desde el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, en 1979. En 1986 se aprobó la llamada «Doi Moi», o reforma económica, que liberó las fuerzas productivas y permitió el crecimiento que aún continúa. Ellos la llamaron Economía Socialista con Orientación al Mercado y comenzó ocho años antes de que EEUU levantara el embargo comercial en 1994 y restablecieran relaciones económicas.

Võ Văn Kiệt, vicepresidente del Consejo de Ministros, explicó la política económica que ponía en el centro a la agricultura en el Plan Quinquenal 1986-1990. En los primeros años de la década del 90 se priorizó la legalización del sector privado, pequeñas y medianas empresas, y de la inversión extranjera. Cuatro años después, EEUU levantó el embargo y comenzó el desarrollo del comercio entre ambos países.

Los resultados económicos no dejan dudas de como Vietnam logró, en primer lugar, crecer y desarrollarse. De 1986 a 1990, el crecimiento anual de su economía fue del 4.4% –con bloqueo norteamericano plenamente en vigor–; de 1990 a 1994, subió al 6.5%. Al final de ese período, EEUU decidió quitar el bloqueo y ya entonces la «Doi Moi» era un éxito.

Vietnam: la democratización pendiente

Por tanto, el desarrollo vietnamita no estuvo condicionado por sus relaciones con EEUU. Es un error culposo decir lo contrario. Por ello, considero corresponde en nuestro caso hacer una reforma económica en toda su plenitud. EEUU hará lo que considere necesario, pero habríamos comenzado el camino al desarrollo sin su participación y a pesar del bloqueo.

Otra idea que he visto esgrimir es que el levantamiento del bloqueo norteamericano a Vietnam fue una forma de aprovechar la confrontación de esta nación con China. Los hechos históricos no confirman esa idea.

Fue en 1979, a raíz de la invasión vietnamita a Cambodia, principal aliado chino en el área, que se produjo el ataque de China a través de la frontera común. Vietnam liberó a Cambodia del infierno de Pol Pot, lo que constituye un mérito inmenso –otro más– de su pueblo y fuerzas armadas. La invasión comenzó en 1978 y las tropas se retiraron del país en 1989. El restablecimiento de relaciones entre Hanói y Washington fue en 1995, seis años después.

Vietnam demostró en 1979 que no necesitaba de nadie, menos a EEUU, para detener a China en la misma frontera. Relacionar el levantamiento del bloqueo norteamericano con una necesidad de Vietnam para poder contener a su poderoso vecino es, cuando menos, otro error culposo. Actualmente China es un país distinto y seguramente no tendría la relación estrecha con un régimen como el de Pol Pot.

En mi opinión, por esencia socialista, China no persigue la expansión ni tiene cualquier otra de las características que emanan de un estado imperialista. Considero que lo viene probando a cada paso.

Los intereses estadounidenses para levantar el bloqueo económico y establecer relaciones con Vietnam al año siguiente, fueron diversos. Incluso, pueden tener relación con su política hacia China, pero parecen más cerca del reconocimiento del despertar de Vietnam y las posibilidades económicas, comerciales, estratégicas y políticas que de ello podrían derivarse.

Cuba más allá del bloqueo

El bloqueo a Cuba es cruel y constituye en la práctica una guerra económica, pero no es la única causa de nuestros problemas, aunque los agudiza profundamente. Está en nosotros, en nuestra capacidad e inteligencia, salirnos del hoyo económico que nos hemos cavado en estos años y que le permite a EEUU presentarnos como la economía fallida que de hecho somos.

La economía cubana no solo requiere reformar sus métodos de dirección, sino emprender cambios con profundidad y sin miedos. Es importante también mostrar firmeza ante la corrupción y la ineficiencia, sin importar de dónde venga esta. Muchos podrían estar agazapados para dar el zarpazo «cuando venga el capitalismo».

Relaciones Cuba-EEUU desde un nuevo enfoque

El éxito es posible y la historia nos da evidencias, no sólo las de Vietnam y China. Esta última acaba de anunciar al mundo lo que pocos –ningún país de sus dimensiones– han logrado: sacar a toda su población de la pobreza. Pero estos son ejemplos extranjeros. Muestra del potencial que podemos alcanzar la tenemos en los resultados de los candidatos vacunales contra la Covid-19, que no dejan dudas del desarrollo científico del país, sobre todo en la industria bio-farmaceútica.

Pero ni la medicina ni la biotecnología son las únicas ciencias desarrolladas en el país. Las ciencias sociales producen conocimiento práctico constantemente, entre ellas la economía enfocada en la logística, la gestión de empresas, la teoría organizacional. El problema radica en que muchas veces se desconoce lo que sus investigaciones concluyen y proponen.

Una parte de esas medidas y acciones concretas propuestas están incluidas en los documentos rectores de la estrategia que actualmente se aplica. Quizás no figuren en el orden necesario, ni con la prioridad e intensidad requerida, pero deben avanzar inexorablemente, so pena de agravar aún más la crisis crónica de sub-producción, que se ha agudizado con la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo.

Las muchas investigaciones producidas en nuestros centros de conocimiento, en particular las hasta ahora preteridas del campo de la economía, articuladas y aplicadas con creatividad y voluntad política, deben constituir el marco referencial científico sobre el cual se apoye la reforma económica que necesitamos para avanzar en la senda del desarrollo con o sin bloqueo.

8 abril 2021 27 comentarios 3k vistas
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vietnam

Vietnam: la democratización pendiente

por Mauricio De Miranda Parrondo 18 febrero 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

En las últimas décadas, Vietnam ha sido uno de los países con mayor ritmo de crecimiento económico en el mundo y particularmente en Asia. Tal situación ha producido un significativo cambio estructural en su economía y ha tenido un impacto positivo en el mejoramiento del bienestar de la población.

Este proceso de desarrollo se ha beneficiado de una mejor y más eficiente inserción económica internacional, de la incorporación de la economía del país en importantes cadenas de valor, y de un notable desarrollo de la infraestructura de un Estado que había quedado prácticamente destruido al ser escenario principal de las dos llamadas «Guerras de Indochina» en el siglo XX. En poco más de treinta años pasó de ser un receptor de ayuda alimentaria a convertirse en un importante exportador de alimentos.

Este proceso de desarrollo económico ha sido el resultado de una clara voluntad política del liderazgo vietnamita en el camino de la reforma económica. En 1986, el 6º Congreso del Partido Comunista de Vietnam (PCV) adoptó la decisión de impulsar un proceso de reformas. Conocido con el nombre de Đổi Mới (Renovación), el mismo no ha estado exento de problemas, pero ha sido abarcador y sistémico en su intención de reemplazar el modelo de economía centralmente dirigida, —predominante primero en el Norte y después en el país reunificado en 1976—, por un nuevo sistema que los propios dirigentes del país definen como una «economía de mercado con orientación socialista».

Las reformas económicas abarcaron tanto la agricultura como la industria, el comercio exterior y los sistemas monetario y financiero, introdujeron un mercado de capitales, abrieron las posibilidades para el funcionamiento de empresas privadas y han convertido a Vietnam en un país atractivo para la inversión extranjera directa.

En la última década, el producto interior bruto (PIB) de Vietnam tuvo un crecimiento promedio anual de 6,5%. El PIB per cápita a precios constantes de 2015, que era 532 dólares estadounidenses (USD) anuales en 1990, ascendió a 940 en 2000, a 1.648 en 2010 y a 2.604 en 2019 (UNCTAD, 2021). No obstante, en la actualidad se ubica en la mitad inferior del nivel de la región del Sudeste Asiático, superando a Lao, Camboya, Myanmar y Timor-Leste, pero por debajo de Singapur, Brunei, Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas.

De una balanza comercial deficitaria, el país ha pasado a una superavitaria y en la actualidad se ubica entre los  cincuenta primeros exportadores mundiales de bienes. Sus reservas monetarias internacionales han ido creciendo persistentemente, solo entre 2018 y 2019, se incrementaron de 55,8 mil millones de USD a 78,8 mil millones (ADB, 2021).

En el Índice de Desarrollo Humano (IDH), Vietnam transitó de un nivel bajo —de 0,477— en 1990, a un nivel medio —de 0,655— en 2010 y a uno alto —de 0,704— en 2019. La esperanza de vida de la población, que era de 67,8 años en 1998, había aumentado a 75,4 años en 2019 (PNUD, 2020).

Una vista de la Ciudad Ho Chi Minh, la urbe más poblada del país.

Los dirigentes vietnamitas han demostrado pragmatismo a la hora de acometer las reformas económicas, sin embargo, a pesar de que en los documentos de los sucesivos congresos del PCV se insiste en la necesidad de profundizar en la «democracia socialista», poco se ha avanzado en este sentido.

En abril de 1990, un año antes del 7º Congreso del PCV, Tran Xuan Bach, en aquel entonces miembro del Buró Político del CC del PCV, fue expulsado tanto de ese órgano como del Comité Central por expresar libremente sus opiniones respecto a la necesidad de introducir reformas democráticas en el sistema de gobierno. De acuerdo con The New York Times (1 de abril de 1990), había sido destituido por «serias violaciones de los principios organizacionales y la disciplina del Partido».

En diciembre del año anterior, en una entrevista en Radio Hanoi, había dicho que «mientras la economía iba mejorando, gracias a la reestructuración, la población demandaba mayor democracia y justicia social», y aunque no realizó propuestas concretas para establecer un sistema multipartidista, advirtió que las demandas de democratización en los entonces países socialistas de Europa Oriental, que también estallaron en China, podrían ocurrir en Vietnam. No sobrevinieron entonces porque, aunque han existido movimientos pro-democracia en el país, esto no ha llegado a constituir una crisis política de la magnitud acontecida en Europa Oriental o en China.

A partir del 6º Congreso del PCV en 1986, que dio inicio al Đổi Mới, y de la adopción de una nueva Constitución en 1992, se establecieron ciertas reglas para garantizar un estilo de dirección colectiva, evitar la concentración del poder en una sola persona y asegurar una renovación sistemática de los principales cargos en el Partido y el Estado.

Se decidió que ningún dirigente que ocupara alguna de las principales responsabilidades del país permaneciera en sus cargos más allá de dos períodos consecutivos de cinco años, y que los principales cargos políticos estuvieran ocupados por personas diferentes, de tal manera que ninguna de ellas concentrara en sus manos, al mismo tiempo, las máximas responsabilidades del Partido y el Estado o el Gobierno.

Por otra parte, se establecieron límites de edad para el desempeño de las máximas responsabilidades políticas con el fin de evitar que una persona anciana, o con problemas de salud, asumiera cargos que luego no pudiera cumplir de manera efectiva. Así se mantuvo en los sucesivos congresos del PCV y en las distintas legislaturas de la Asamblea Nacional.

De manera general, los equipos de dirección combinaban dirigentes procedentes del Norte con otros del Centro y del Sur, y se volvió una norma que el secretario general del PCV, el Presidente del Estado, el Primer Ministro y el presidente de la Asamblea Nacional, fueran personas diferentes. Sin embargo, esto ha comenzado a cambiar recientemente.

La falta de transparencia característica de países no democráticos, gobernados por un partido único, sin un debate político abierto y sin una prensa independiente, no permite identificar las distintas tendencias que, en opinión de diversos observadores, existen en cualquier organismo político. Esta es una de las herencias del llamado «centralismo democrático» que desde los tiempos de la Revolución Bolchevique se impuso como modelo.

Es claro no obstante que a lo largo de estos años han existido en la dirección vietnamita conflictos entre tendencias que, si bien han tratado de equilibrarse en la composición de los órganos de dirección, al final condujeron, aparentemente, al reforzamiento de las tendencias conservadoras dentro del liderazgo.

En el 12º Congreso del PCV, celebrado en 2016, el secretario general, Nguyen Phu Trong logró imponerse sobre el entonces primer ministro Nguyen Tan Dung, de quien se decía que aspiraba a asumir la máxima dirección del Partido después de diez años como primer ministro y al que se le atribuía una línea política más aperturista frente a otra más conservadora ideológicamente, representada por el secretario general.

En 2018, Nguyen Phu Trong fue elegido presidente del Estado, tras el fallecimiento del general Tran Dan Quai, y unió en su persona los máximos cargos del Partido y el Estado, por primera vez desde 1986.

El pasado 1 de febrero concluyó el 13º Congreso del PCV y se esperaba una renovación considerable del liderazgo, incluida la elección de un nuevo secretario general, toda vez que Phu Trong había terminado dos períodos en el cargo y además cumplirá 77 años en unos meses. Los observadores especializados en política de la nación asiática hicieron sus cábalas sobre los posibles sustitutos.

A pesar de ello, Phu Trong fue reelegido para un tercer período, lo cual rompe con la tradición acordada y establece un nuevo precedente que podría modificar al sistema de «renovación ordenada y sistemática» característico del liderazgo vietnamita hasta ahora.

En 2018, Nguyen Phu Trong fue elegido presidente del Estado y unió en su persona los máximos cargos del Partido y el Estado, por primera vez desde 1986 (Foto: REUTERS/Kham/Pool)

Durante los últimos tiempos, en diversos espacios de la sociedad vietnamita se discute la necesidad de producir cambios políticos que se orienten hacia la democratización. La Asamblea Nacional introdujo, en 2001, una serie de decisiones que, si bien no liberalizaron el sistema político, sí mejoraron los procesos de rendición de cuentas.

Se reforzaron sus poderes y se otorgó a la misma un mayor control sobre la gestión de los principales funcionarios del Estado, mediante el establecimiento de un «voto de confianza» al que fueron sometidos el presidente, vicepresidente, primer ministro, viceprimeros ministros, ministros, presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidentes. Sin embargo, resulta curioso que las alternativas con que cuentan los diputados son: de «alta confianza», «confianza media» y «baja confianza», pero no existe la opción de «no confianza», que podría significar la destitución del funcionario.

En 2011 comenzó un proceso de reforma constitucional que condujo a la elaboración de un nuevo proyecto. Este fue sometido a debate público y concluyó, el 28 de noviembre de 2013, con la adopción, por parte de la Asamblea Nacional, de una nueva Constitución, que no fue refrendada por el voto popular. En el proceso de consulta popular se  realizaron diversas propuestas para democratizar el sistema político del país, entre las que destacó la llamada Petición 72, que fue presentada por  esa misma cantidad de académicos, juristas e intelectuales reconocidos, quienes enviaron un documento a la Comisión Redactora de la Enmienda Constitucional, con propuestas tales como: 1) establecimiento de un sistema multipartidista, que eliminara la primacía del PCV; 2) garantías de respeto a los derechos humanos, en consonancia con la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas; 3) creación de un Comité Independiente de Derechos Humanos; 4) reconocimiento de la existencia de múltiples formas de propiedad sobre la tierra; 5) separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; 6) eliminación de la lealtad que las fuerzas armadas le deben al PCV y reemplazarla por la lealtad a la Patria y al Pueblo; 7) refrendar la Constitución mediante el voto popular (Bui Ngoc Son, 2013). Ninguna de estas propuestas fue aceptada.

La nueva Constitución reconoce, formalmente, los derechos políticos, cívicos, económicos, culturales y sociales, así como los derechos humanos; pero a renglón seguido aclara que estos pueden ser restringidos en circunstancias imperativas, «por razones de defensa nacional, seguridad, orden social, moralidad social y por la salud de la comunidad».

En el sistema vietnamita la población solo elige de forma directa a los diputados a la Asamblea Nacional por circunscripciones territoriales. Luego, estos son los que eligen al Presidente y al Vicepresidente del Estado, al presidente y vicepresidentes de la Asamblea Nacional, y designan al Primer Ministro, viceprimeros ministros y ministros del gobierno. En las elecciones de 2016 se postularon más de cien candidatos independientes, no obstante, la Comisión Electoral invalidó a todos aquellos considerados opositores del PCV y solo permitió la presentación de once.

En Vietnam se mantiene un sistema político totalitario, controlado por el PCV y en el que existen una serie de organizaciones sociales que responden a su línea política y que junto a este hacen parte del llamado Frente de la Patria, que es la «coalición» que presenta las listas únicas oficialistas para la elección de la Asamblea Nacional.

Hasta 1988 existieron otros dos partidos no comunistas en Vietnam, el Partido Democrático de Vietnam y el Partido Socialista, los cuales se incluían en el Frente de la Patria, pero fueron disueltos. En 2006 se creó una organización opositora denominada Partido Democrático, con una plataforma a favor de la democracia multipartidista.

Las reformas económicas han avanzado exitosamente, sin embargo, el desarrollo económico y el mayor bienestar material no han estado acompañados por una mayor democratización de la sociedad. Desde el punto de vista económico, el liderazgo vietnamita ha desmontado, en lo esencial, la mayor parte de los dogmas que tipifican a una economía socialista centralizada desde la Revolución Bolchevique de 1917.

A pesar de ello, han sido reacios a aceptar la democratización de la sociedad, de forma que el PCV pierda el control social que ejerce sobre la misma, con el agravante de que el propio Partido carece de democracia en su vida interna.

Vietnam, Cuba y los arquitectos

Por todas estas razones, Vietnam hace parte del grupo de «regímenes autoritarios» en el Índice de Democracia 2020, que elabora The Economist Intelligence Unit. En dicho informe, quedó ubicado en la posición 137 entre 167 países. Este índice promedia calificaciones desde 0 hasta 10 en cinco aspectos tales como: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

De acuerdo con el referido índice, los regímenes autoritarios se caracterizan por ausencia de pluralismo político o fuertemente restringido; puede que existan instituciones típicas de sistemas democráticos pero carecen de «sustancia»; las elecciones, si existen, no son libres o confiables; se restringen las libertades civiles; los medios de prensa y divulgación se encuentran en manos del Estado o de grupos afines al gobierno; se censura y reprime la crítica al gobierno; y no existe un sistema judicial independiente (The Economist Intelligence Unit, 2020: 57).

Además del déficit democrático, la sociedad vietnamita enfrenta otra serie de problemas institucionales, entre los que destacan los altos niveles de corrupción, excesiva discrecionalidad en manos de las autoridades locales en la aprobación de proyectos de inversión, subsistencia de obstáculos para el desarrollo de los negocios, así como un escaso grado de libertad económica, debido al mantenimiento de diversos mecanismos de control gubernamental.

La corrupción se ha convertido en uno de los principales obstáculos para el desarrollo de los negocios. Entre 179 países, Vietnam ocupa el lugar 104 por el índice de percepción de la corrupción en 2020, que publica Transparencia Internacional, con una calificación de 36/100 (a mayor calificación, menor corrupción) lo que significa que el país tiene un alto nivel de corrupción. En la última década, su calificación ha oscilado entre 31 y 37 puntos (Transparency International, 2020).

En el Doing Business 2020, publicado por el Banco Mundial, ocupa la posición 70 entre 191 países. Los aspectos en los que el país se halla peor ubicado son: el inicio de los negocios, la resolución de la insolvencia y los impuestos; mientras que los que están mejor situados a nivel mundial (de los primeros 30) son: la facilidad crediticia, los permisos de construcción y el suministro de electricidad (Banco Mundial, 2020).

A pesar de los avances económicos, el país muestra un débil resultado en el índice de libertad económica, publicado por The Heritage Foundation, en cuyo último informe clasifica en el 105º lugar con una calificación de 58,8 puntos (de un máximo de 100). Se sitúa así en el grupo de países considerados «economías mayormente no libres», que solo supera a los que son denominados «economías reprimidas».

En este último indicador, se incluyen: el Estado de derecho (derechos de propiedad, efectividad del sistema judicial e integridad del gobierno), la eficiencia regulatoria (libertad en los negocios, libertad en el mercado laboral, libertad del sistema monetario), el tamaño del gobierno (nivel impositivo, gastos del gobierno y salud fiscal) y la apertura de los mercados (apertura del comercio exterior, apertura de las inversiones y apertura financiera).

De hecho, en el último año, la calificación de Vietnam ha bajado en aspectos tales como la eficiencia del sistema judicial, la integridad del gobierno, la libertad del mercado laboral y del sistema monetario, así como el nivel impositivo. En el ranking de la región asiática, Vietnam califica en el lugar 21 entre 42 países (The Heritage Foundation, 2020).

En resumen, Vietnam ha tenido un considerable éxito económico en las últimas tres décadas, pero esto no puede ocultar que la democratización de la sociedad, a partir de la creación de instituciones incluyentes que conduzcan al disfrute de las libertades civiles internacionalmente reconocidas, sigue siendo una tarea pendiente. La emancipación de la que hablaban los fundadores del socialismo marxista es aún, como en otros países, una entelequia carente de contenido real.

***

Referencias: 

ADB (2021) Key Indicators for Asia and the Pacific. http://www.adb.org 

Bui Ngoc Son (2013). Petition 72: The Struggle for Constitutional Reforms in Vietnam, Int’l J. Const. L. Blog, Mar. 28, 2013, available at http://www.iconnectblog.com/2013/03/petition-72-the-struggle-for-constitutional-reforms-in-vietnam/

PNUD (2020) Human Development Report 2020. http://hdr.undp.org/en/2020-report

The Economist Intelligence Unit (2020). Democracy Index 2020. In sickness and in health?. http://www.eiu.com 

The Heritage Foundation (2020) 2020 Index of Economic Freedom. https://www.heritage.org/index/pdf/2020/book/index_2020.pdf 

The World Bank (2020) Doing Business 2020. https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/32436/9781464814402.pdf

Transparency International (2020). Corruption Perception Index, 2020. https://www.transparency.org/en/cpi/2020/index/

UNCTAD (2021) UCTADStat. http://www.unctad.org

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Súmese a la iniciativa del Consejo Editorial de La Joven Cuba y firme la Carta Abierta al presidente de Estados Unidos solicitando el fin de las sanciones contra Cuba.

Carta Abierta al presidente Joseph R. Biden, Jr.

18 febrero 2021 14 comentarios 5k vistas
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Los modelos de socialismo

por Mario Valdés Navia 21 enero 2019
escrito por Mario Valdés Navia

La reciente conmemoración del 40 aniversario del inicio de las reformas en la República Popular China que dieron lugar al llamado socialismo con características chinas, puso nuevamente en el orden del día el tema de los modelos de socialismo. La discusión es tan vieja como la aparición del ideal socialista y ya José Martí, quien incluía en ese concepto a todo el pensamiento defensor de los intereses de la clase obrera y el establecimiento de una nueva sociedad, advertía: “Socialismo.- Lo primero que hay que saber es de qué clase de socialismo se trata”.[1]

Cuando los bolcheviques tomaron el poder en Rusia no implantaron el socialismo al que aspiraban, sino el que pudieron, marcado por las condiciones de vida o muerte que les imponían la guerra civil, la invasión de 17 ejércitos extranjeros y el bloqueo total de los estados burgueses. Fue llamado Comunismo de Guerra (1918-1921) y desde entonces se discute si fue un modelo para construir la nueva sociedad, o un conjunto de medidas desesperadas para defender el poder obrero ante sus numerosos enemigos internos y externos.

Lograda la victoria y ante la necesidad de resanar las heridas dejadas por el gigantesco esfuerzo de guerra, se instauró la Nueva Política Económica (NEP), modelo que reabrió cauces a la existencia de la producción mercantil, el interés material, la propiedad privada y las inversiones extranjeras en la URSS. Con claridad meridiana, Lenin la llamaba capitalismo de Estado y consideraba que ideológicamente era un retroceso necesario y transitorio hacia un Estado de economía mixta.

Luego de la muerte de Lenin, y consolidada la hegemonía burocrática con la conquista por Stalin del poder absoluto (1928), este decidió sustituir la NEP por la industrialización acelerada y la colectivización forzosa. Surgió así el modelo del socialismo estatizado al que los estalinistas, para defenderse de sus críticos internos y externos, denominaron triunfalistamente socialismo real. El espíritu del nombre era similar al del estribillo de aquel hit del Médico de la Salsa que proclamaba: “somos lo que hay, somos lo máximo”; es decir: lo tomas o lo dejas, me copias o no tienes derecho a existir como socialismo.

Tras la victoria en la guerra mundial, el modelo fue injertado a los países ocupados por el Ejército Rojo y luego asumido por las revoluciones china, vietnamita y cubana, con más o menos reticencia. De ahí que haya sido verdaderamente histórico el paso dado por los comunistas chinos en 1978, cuando decidieron abandonar aquel patrón y establecer una forma radical de socialismo de mercado que los ha llevado a alcanzar indiscutibles éxitos.

Pocos años después, en 1986, los gobiernos comunistas de Vietnam y Laos decidieron adoptar sus respectivos proyectos de socialismo de mercado. El primero lo inició cuando el VI Congreso del Partido Comunista de Vietnam abandonó el modelo estatista y adoptó reformas conocidas como Doi Moi (Renovación). Con ellas se promovió la propiedad privada en el campo y la industria, se abrieron las puertas a la inversión extranjera directa, al tiempo que el monopolio político del PC se mantenía incólume. El resultado ha sido tan exitoso que hoy la economía vietnamita es la de más rápido crecimiento en el mundo.

Los comunistas laosianos del Pathet Lao aplicaron un “nuevo mecanismo económico” con el fin de introducir reformas destinadas a estimular el sector privado, la regulación mercantil y la descentralización de las empresas. No obstante, el atraso de sus fuerzas productivas no les ha permitido despegar y la agricultura de subsistencia sigue siendo la rama principal de su economía que solo ha logrado acelerar su crecimiento en el nuevo milenio.

En el ínterin, todos los países de la otrora poderosa comunidad socialista europea renunciaron al socialismo y retornaron al capitalismo en procesos más o menos traumáticos. Hoy por hoy, solo dos países: la República Popular Democrática de Corea -con su Idea Zuche, de vieja raíz estalinista- y Cuba, conservan vigente el modelo de socialismo estatizado y centralmente planificado. Hasta el momento Cuba no ha roto los cabos que la atan a ese modelo históricamente descartado, ni con el Proceso de Actualización, los Lineamientos, el Plan 2030 y la nueva constitución del 2019.

De los modelos de socialismo, mi favorito es el cuasi ideal autogestionario y participativo, basado en la economía social. Su único antecedente histórico fue la República Federal Socialista de Yugoslavia (1946-1991), creada por Yosif Broz Tito, quien fuera baluarte de la resistencia socialista ante el pretendido hegemonismo de Stalin. Este modelo, donde los colectivos laborales asumieron la administración de sus respectivas empresas, se concretó en un estado descentralizado territorialmente, fundador del no alineamiento a la geopolítica bipolar de entonces.

Cuando se autodestruyó el bloque socialista europeo, la orgullosa Yugoslavia socialista se tornó inadmisible para el capitalismo unipolar, que propició su cruel desmembramiento mediante la exacerbación de los nacionalismos internos que condujeron a las sangrientas guerras yugoslavas (1991-2001), las cuales asolaron la rica y vigorosa federación y la fracturaron en siete países independientes.

Hoy, los preceptos de la autogestión socialista están latentes de alguna manera en procesos del llamado Socialismo del siglo XXI (Venezuela, Bolivia) donde la economía mixta, el fomento de las propiedades cooperativa y comunal y las formas de participación política directa otorgan un contenido más democrático y libertario a las relaciones socialistas.

En la Cuba actual crece lentamente la tendencia a luchar por arrimar nuestro proyecto socialista a este modelo, más afín al régimen de “productores libres” al que aspiraron Marx, Engels y casi todos los verdaderos socialistas que en el mundo han sido. En esta hora de reformas vitales al proyecto cubano habrá que bregar incesantemente por introducir estos elementos en nuestro modelo como parte del proceso de creación heroica del socialismo latinoamericano.

[1]“Cuaderno de Apuntes” No 18. OC. T21, p. 386.

21 enero 2019 9 comentarios 926 vistas
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Cuba podría ser la Vietnam del Caribe

por Yassel Padrón Kunakbaeva 23 marzo 2018
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Durante mucho tiempo los cubanos hemos escuchado hablar acerca de nuestro subdesarrollo. Académicos de toda clase polemizan acerca de las causas que puede tener: que si tiene que ver con el modelo de colonización española, que si se debe al monocultivo y a la monoproducción, etc. No faltan incluso las explicaciones racistas que apuntan a la presencia de negros traídos de África. Pero de lo que casi nadie habla es de las posibilidades de desarrollo que puede tener Cuba. Nadie nos ha explicado cómo puede Cuba llegar a ser un país desarrollado.

Cuando se mira un mapa económico del mundo salta a la vista que existe un reducido club de países que van en primera clase: son aquellos que se subieron al carro del capitalismo imperialista a finales del siglo XIX y principios del XX, Norteamérica, Europa, Japón y Australia. Esos no cuentan para nuestro análisis, ya que es imposible que ningún país pueda subir por la escalera que ellos subieron. Si se quiere encontrar modelos de desarrollo que puedan servir para Cuba, estos tienen que ser buscados en el Tercer Mundo, en países que lograron vencer el subdesarrollo. No se trata, por supuesto, de ir en busca de una receta para aplicarla al pie de la letra. Se trata de aprender de la experiencia acumulada en otras partes del mundo para construir con calidad nuestro propio modelo.

Los ejemplos más fehacientes de victoria sobre el subdesarrollo se encuentran en el Lejano Oriente, en el grupo de países conocidos como los tigres asiáticos. Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Vietnam, Hong Kong; y por supuesto, no se puede olvidar al gran dragón, China. Pero el caso de China no nos sirve: se trata de un país demasiado grande, imposible de comparar con el nuestro. El caso más útil de todos es el de Vietnam, un país socialista como Cuba, que además tiene un clima tropical y un territorio largo y estrecho. Vietnam libró una de las guerras más heroicas de la historia, quedó devastado, y hoy por hoy compite en las listas de desarrollo económico. Se trata de un caso digno de estudio.

Por supuesto, cualquiera puede cuestionar la posibilidad de aplicar los métodos de las economías asiáticas aquí en Latinoamérica. Después de todo, la región tiene dos siglos de trayectoria capitalista y no ha dado un solo caso de país altamente desarrollado. Los que más se acercan son Uruguay y Costa Rica, que son excepciones a la regla. Los augures del fatalismo geográfico aseguran que Cuba está condenada al subdesarrollo. Además, afirman que, si la isla alguna vez tuvo un chance de progresar, ella misma se encargó de echarlo por tierra al abrazar la causa del comunismo. Perdidos estaríamos, si le hiciéramos caso a estos augures.

Pero analicemos cual es la causa fundamental del fracaso del capitalismo latinoamericano y que también da la clave para entender el éxito de los tigres. En América Latina solo se han construido economías de factoría enfocadas hacia el mercado internacional, no ha habido la voluntad de construir sistemas económicos que tengan su centro en sí mismos. La clase política de los países latinoamericanos, así como su oligarquía, han estado vendidos al capital extranjero y nunca han gobernado para sus respectivos países. Por el contrario, en los tigres asiáticos el estado ha mantenido una política independiente de intervención sobre la economía, en función de los intereses nacionales. Ese ha sido el denominador común, el estado fuerte, a pesar de las diferencias entre un sistema socialista de partido único (Vietnam), una democracia parlamentaria en estado de alerta permanente (Corea del Sur) y una dictadura militar (Singapur).

Pues resulta que Cuba tiene, por su particular historia, mejores condiciones que ningún otro país latinoamericano para seguir el camino de los tigres asiáticos. Es cierto que, desde cualquier indicador económico que se mire, Cuba es uno de los países más atrasados de la región. Es cierto que nuestros volúmenes de producción y exportación son mínimos, y que parece que estamos por detrás de la mayoría de los países latinoamericanos. Pero tenemos algo que ellos no tienen, independencia, y un estado fuerte al que nadie le puede impedir intervenir en la economía. La independencia, prácticamente el mayor legado que nos dejara Fidel Castro, podría convertirse en un recurso invaluable si lo supiéramos utilizar.

Por supuesto, antes de pensar en cualquier desarrollo sería necesario el final del bloqueo. Cuba necesita resistir hasta que los norteamericanos se den por vencidos en su afán de destruir la revolución y se decidan a negociar con una Cuba socialista. Es decir, hasta que se resignen a tener en el patio a una Vietnam caribeña. Ya no falta mucho para eso.

En un contexto de no bloqueo, Cuba podría utilizar el bajo precio de su mano de obra y su cercanía a los Estados Unidos para llevar a cabo un despegue económico. Las manufacturas que hoy se instalan en China, podrían instalarse en el Mariel, en Santa Cruz del Norte, en Nuevitas. Pero, además, Cuba podría aprovechar el potencial creado por la revolución para convertirse en una potencia en el área de las altas tecnologías: biotecnología, electrónica, robótica y telecomunicaciones. El atraso en cuanto a infraestructura tecnológica podría usarse positivamente, instalando aquí directamente lo más avanzado y experimental que hay en el mundo, a gran escala.

Nada sería fácil, ni color de rosa; un contexto de crecimiento económico acelerado e intercambio comercial con Estados Unidos provocaría grandes presiones sociales, culturales y económicas. Con más razón Cuba debería seguir siendo socialista, comprometida con los valores nacionales y con la ayuda a los más débiles. También debería evitarse retornar a la dependencia con Estados Unidos, para lo cual puede servir una mayor diversidad de las fuentes de inversión. Además, está el problema demográfico, el envejecimiento poblacional. Sería muy deseable que, en ese contexto, los cubanos en el exterior comenzaran a retornar y trajeran consigo su dinero para invertirlo aquí.

Por supuesto, Cuba no dejaría de ser un país turístico, pero al menos dejaría de ser un país solo turístico, con todos los males que eso trae. Lo que sí se debería es extremar, en ese escenario, las medidas de protección del medio ambiente, que se encontraría en serio peligro.

Estas son solo algunas ideas, quizás demasiado optimistas, sobre cómo podría ser el futuro de Cuba. Me parece que se mueven por completo dentro del espíritu de los lineamientos del Partido. El tiempo dirá si nuestra nación está destinada a vencer, económicamente hablando, o no. Necesitamos esa victoria, por nuestros hijos y nuestros nietos.

Tomado de: La Luz Nocturna

23 marzo 2018 193 comentarios 526 vistas
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Apuntes sobre el futuro de Cuba

por Consejo Editorial 13 febrero 2012
escrito por Consejo Editorial
http://ciudad-futura.net/2010/08/16/palme_jgz/

Fidel Castro y Olof Palme conversan en La Habana durante la visita oficial del primer ministro de Suecia a Cuba en 1975. Palme declaró abiertamente su simpatía por la Revolución cubana y consideraba a Fidel “un buen amigo”

Por: Osmany Sánchez

 En una entrevista realizada a Silvio Rodríguez él decía que si el capitalismo que proponen para Cuba fuera como el sueco o el noruego entonces lo pondrían a pensar pero que él (como yo) estaba convencido de que el capitalismo que nos toca a nosotros no es el nórdico sino el más puro capitalismo tercer mundista.

 La cuestión no es guiarnos por los nombres. Si hacemos eso de seguro terminamos confundidos, pues podemos encontrarnos por ejemplo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) o con el capitalismo de Argentina y Brasil. Al PSOE no le queda nada de Socialista (si alguna vez lo tuvo) y Argentina y Brasil cuentan con gobiernos progresistas comprometidos con las necesidades de las minorías.

 No me gusta entrar en discusiones teóricas sobre si lo que tenemos en Cuba es o no Socialismo. Los primeros en señalar las supuestas diferencias con las leyes del marxismo de nuestro sistema son precisamente los que quieren su final. Un lunes criticaban a Cuba por tener plantillas infladas y empresas improductivas y el martes la crítica era por

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13 febrero 2012 499 comentarios 901 vistas
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“ALERTA, ALERTA, ALERTA QUE CAMINA, EL ANTI IMPERIALISMO POR AMÉRICA LATINA”

por Consejo Editorial 1 abril 2011
escrito por Consejo Editorial
pcpe.blogspot.com

Por: Franklin Ledezma Candanedo

“En una sociedad marcada por el consumismo, que ha convivido con el terror al holocausto nuclear, germina un nuevo espíritu de rebeldía. No han pasado muchos años desde que las y los jóvenes comenzaran a recuperar sus espacios perdidos dentro de una sociedad conservadora”.

El párrafo inicial corresponde a interesante documento publicado en Internet, de autor desconocido, que constituye radiografía exacta de la situación mundial en la década del 50 del siglo pasado, época en que, se decía, se daba un aparente conformismo entre la juventud. Pero, su innata rebeldía, sumada a la de millones de ciudadanos, estalló al principio de los sesenta y, conjuntamente, escribieron páginas épicas, que no podemos olvidar en este tiempo de crisis fabricadas.

La guerra de Vietnam y la frontal oposición interna y foránea a la misma, una de las tantas promovidas por el minotauro bélico (la cual le significó su primera gran derrota), el pacifismo inconformista del movimiento hippie y la experiencia del triunfo de la Revolución Cubana, digna, vertical, solidaria e innovadora para muchos, funesta para los tarados de siempre, son hitos concretos en los anales históricos mundiales.

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1 abril 2011 74 comentarios 933 vistas
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Sobre Cuba, el odio y la intolerancia

por Consejo Editorial 4 septiembre 2010
escrito por Consejo Editorial
"El odio es la demencia del corazón." Hitchcock

Por: Guiteras

“Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos” José Ingenieros

El 5 de noviembre de 1989 en horas de la madrugada, mi padre moría en un hospital de Luanda. Uno de tantos cubanos que perdieron la vida por las minas de la UNITA. La noticia llegó a mi casa horas antes de celebrar mi cumpleaños número 4 el 7 de noviembre.  A los preparativos del cumpleaños le sucederían entonces otros muy distintos. Este es el tipo de acontecimiento que marca la vida de una persona, que define un carácter y quizás hasta una posición política determinada.

Comencé a culpar a todos por lo sucedido, a mi madre por permitirle ir, a él por hacerlo, al Gobierno por ofrecerle la posibilidad y a todos y cada uno de sus amigos por no impedirlo.

Cuando llegué a la adolescencia encontré un nuevo culpable, Angola era la responsable, el continente africano se lo había tragado como a tantas otras personas a lo largo de la historia.

La universidad me enseñó a mirar un poco más allá ¿quién pagaba las minas de la UNITA? ¿Dónde se fabricaban? Culpar al gobierno norteamericano hubiera sido el camino fácil y el odio hacia ello hasta lógico. Pero las lecciones de Ghandi y Mandela no son vanas, el camino del odio y la intolerancia no conduce a ninguna parte, sólo a más odio.

En los debates referentes al tema cubano lo que impera es el lenguaje del odio y rara vez se buscan puntos comunes, generalmente son personas dispuestas a convencer a sus contrarios de que su posición es la correcta.

A menudo pienso cuan real puede ser el diálogo entre ambas partes después de tanta sangre vertida así como de vidas enteras dedicadas tanto a mantener la Revolución como a derrocarla. ¿Es posible realmente llegar a un acuerdo entre personas que han combatido a muerte durante tantos años? Buena pregunta.

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4 septiembre 2010 68 comentarios 673 vistas
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