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Venezuela

Petrolera

La política no cabe en «la petrolera»

por Alejandro Muñoz Mustelier 14 abril 2022
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Los emisarios de Estados Unidos llegaron a tierra hostil. Están decididos a conversar con el gobierno de una nación incompatible con sus principios de democracia. Hubiera podido ser Cuba, o Corea del Norte, pero si tenemos en cuenta que en la agenda de los emisarios está, como punto esencial, el suministro energético, la conclusión más obvia es que los funcionarios norteamericanos conversaron con el gobierno de Venezuela.

No es un hecho que pueda pasar desapercibido para la opinión pública mundial, ni aceptado por ciertas facciones políticas de Estados Unidos. Muchos senadores tanto republicanos como demócratas, han puesto el grito en el techo de la cúpula del Capitolio, y han dicho que esos acercamientos al narcorrégimen venezolano no compensan cualquier ventaja energética que se pueda lograr.

Por supuesto, la Casa Blanca corrigió su postura poco después: el portavoz Psaki volvió a decir que ellos no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela. La situación es paradójica, como mínimo. ¿Es tal la urgencia energética de la superpotencia? Debe serlo, dado que es muy conocida la incompatibilidad entre ambos gobiernos, la diferencia irreconciliable de principios, las acciones de las agencias de inteligencia estadounidense en territorio venezolano y el apoyo del gobierno de Maduro a todos los países que la nación norteamericana tiene en esta o aquella lista negra.

No obstante, a pesar de la amenaza política que Venezuela pudiera constituir en el continente, nada ha sido tan sorprendente como el acercamiento de Estados Unidos a Irán. Si bien el término «hostil» para hacer referencia a Venezuela ha sido una hipérbole de quien escribe, a la nación persa sí le quedaría a medida el adjetivo. La relación entre ambas naciones es una historia de conflictos políticos, económicos, propagandísticos y militares. 

Entre las cuentas de ese rosario pueden señalarse, por ejemplo, la crisis de los rehenes (1979-1981), cuando estudiantes iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos y se llevaron a 63 ciudadanos estadounidenses; la ruptura de relaciones diplomáticas (1980); las escaramuzas militares entre tropas de ambos países (1988) y el derribo ese mismo año de un avión de pasajeros iraní por un buque de guerra norteamericano, acción en la que murieron 290 personas.

Petrolera

Simpatizantes y curiosos se agolpan ante la Embajada de Estados Unidos en Teherán, dos días después del asalto de la sede diplomática. (Foto: AP)

Asimismo, no deben olvidarse la inclusión de Irán por parte del presidente Bush (2002) en la llamada lista del «eje del mal»; o el anuncio de Teherán de que seguía enriqueciendo uranio y la respuesta de Bush de que estaba considerando usar armas nucleares contra la nación persa (2006).

Más recientemente, Trump acabó (2018) con el acuerdo nuclear firmando entre ambos estados en 2015 e Irán amenazó con bloquear las rutas del petróleo en el golfo pérsico. En 2020, un dron estadounidense mató a Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, a lo que el ayatolá Alí Jamenei respondió con la amenaza de una severa venganza: unos días después, Irán bombardeó varias bases militares norteamericanas.

Sin duda, una historia de desencuentros. No obstante, según varias fuentes, Estados Unidos incluso valora retirar a la Guardia Revolucionaria iraní de la lista de organizaciones terroristas, como parte de un acercamiento con el objetivo, por supuesto, de lograr suministros energéticos. Las consecuencias para la actual administración estadounidense de este osado paso superarían a las de coquetear con el gobierno de Maduro.

Debe destacarse que el lobby israelí es uno de los más poderoso en la política norteamericana, y puede esperarse que Israel no se quedé de brazos cruzados al ver a su principal aliado entablar relaciones con su más odiado enemigo. El primer ministro hebreo, Naftali Bennett, indicó que la Guardia Revolucionaria es Hezbolá en Líbano, Yihad Islámica en Gaza, los huthis en Yemen y las milicias iraquíes. Además aseguró, en un selectivo recuento con víctimas de la región, que la Guardia Revolucionaria es quien está detrás de la muerte de miles de personas en Siria.

Sin embargo, el portavoz Psaki podría decir, para tranquilizar al lobby israelí y a Israel mismo, que Estados Unidos sigue considerando a Irán como una nación terrorista, aunque luego agregue: a la que vamos a comprar petróleo.

Petrolera

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. (Foto: Reuters)

Pero ninguna fuerza política exasperada es tan peligrosa para la administración Biden como los números crecientes en los indicadores digitales de las bombas de gasolina de la nación. En política más importante que saber con qué se puede jugar, es saber con qué no se puede. La dinámica geopolítica actual ha puesto a Estados Unidos en una posición energética delicada, lo que representa una de las peores realidades que esa nación puede imaginar, dadas las características de su infraestructura, economía y modo de vida de sus ciudadanos.

La gasolina ha alcanzado precios muy altos. Hay que apuntar que el precio del petróleo representa sólo el 70% del de la gasolina. Aunque Estados Unidos sea el principal productor de crudo del mundo, con aproximadamente 11.6 millones de barriles diarios, también es el mayor consumidor —utiliza aproximadamente 21 millones de barriles por día, más o menos el 20% del total mundial.

Por ello los políticos, tanto republicanos como demócratas, han censurado el acercamiento del gobierno a naciones hostiles, con el argumento de que el resultado será el completo empoderamiento de Maduro y la construcción de la bomba nuclear iraní. Plantean que la solución para la crisis es fácil y obvia: extraer más petróleo, que lo tienen de sobra, con lo que la nación pudiera ser autosuficiente en materia energética.

Si bien las reservas de Estados Unidos se estiman en 38.000 millones de barriles sin explotar, según la EIA (Administración de Información de Energía), expertos de esa propia organización advierten que el hecho de que Estados Unidos pueda ser autárquico en cuanto a producción de crudo es insostenible e impensable. El crudo norteamericano tiende a ser muy liviano, completamente diferente al crudo pesado que actualmente la nación importa y las refinerías están preparadas para procesar.

Igualmente, los precios de la gasolina y el crudo no bajarían de forma automática aunque el gobierno de Biden extrajera en dos días los 38.000 millones de barriles, porque el crudo es un producto básico global y su costo determina el precio de la gasolina también en los Estados Unidos; o sea, que por mucho que se produzca, es imposible divorciar los precios domésticos de los precios en el orbe. A pesar de que EEUU importa la mayoría de su petróleo de Canadá (4 millones de barriles diarios), México (490.000), y Arabia Saudita (695.000), los carteles del petróleo mundial, como la OPEP, influyen en el precio de la materia prima. 

Aunque el alza venía anunciándose desde 2008, las sanciones a Rusia tras su invasión a Ucrania, algunas del tipo bumerán, han sacado del juego gran parte de la producción rusa de crudo, que era, en diciembre del año pasado, de 8 millones de barriles de petróleo y sus derivados, del que Europa obtuvo el 60% y China, el 20%. Aunque muy poco de estas exportaciones llegó al país norteamericano, la ausencia del petróleo de Rusia afecta los precios en cualquier lugar del planeta, incluyendo Estados Unidos.

Pese a que pocas naciones occidentales son tan ingenuas como para incluir al crudo en los interminables paquetes de sanciones a la nación esclava, es muy difícil que los actores comerciales se animen a comerciar con este petróleo, al no quedar claro si un acuerdo comercial con Rusia puede materializarse debido a las sanciones al sistema bancario de ese país. Además, quién se atrevería a fondear un tanquero en puerto ruso.

En conclusión, el petróleo del Kremlin no está sobre la mesa y recientemente el Brent —el índice europeo— cerró en 12.21, un 27% más que al inicio de la guerra; West Texas Intermediary —el índice estadounidense— cerró en 119.40 dólares, un 30% más que al inicio de la guerra. Por otro lado, aunque Estados Unidos es el país que más plantas nucleares posee —98 enclaves—, lo cual podía ser un paliativo energético, la mitad del uranio que utiliza es importado de Rusia.

Petrolera

El petróleo ruso no está sobre la mesa. (Imagen: Shutterstock)

Entonces, la solución obvia no es extraer más crudo, como plantean algunos senadores. Levantar las sanciones a Rusia tampoco parecer serlo, puesto que significaría perder una guerra y a Europa, de modo que acudir a los enemigos de siempre es una opción —perniciosa pero que salga el sol por donde salga, protesten los lobbies que protesten. Al final, cuando la situación se normalice se puede volver a desconocer a estos gobiernos y a resancionarlos sin ningún problema. Parafraseando aquellos versos de un conocido cantautor cubano, la política no cabe en la petrolera.

Rusia ha comenzado a reorientar su flujo de gas y crudo a India y China, e incluso pudiera aprovechar el impulso de las sanciones para crear un sistema financiero propio con estos y otros países emergentes. El presidente ruso ha instruido a Gasprom y al Banco Central de que los países hostiles —aquellos que se han sumado a la miríada de sanciones contra Rusia— deberán pagar en rublos por el gas y el petróleo.

Estados Unidos puede barajar opciones —Irán y Venezuela entre ellas— para en algún momento sortear esta crisis, pero la dependencia de Europa al gas y el petróleo ruso es absoluta. Pero no hay la cantidad necesaria de rublos en las arcas europeas.

Otros de los grandes proveedores del viejo continente, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, no se comprometieron con el premier británico a aumentar la producción de crudo para compensar la falta del combustible ruso. Si los países árabes accedían, la reducción de precios hubiera sido casi instantánea, pero ellos miran al gigante asiático como socio comercial, de modo que los precios del Brent han alcanzado los 140 dólares por barril.

Estados Unidos parece tener claro que el suministro constante y abundante de combustible fósil no es opcional, sino imprescindible, y puede obviar o postergar sus agendas políticas con tal de que este suministro no se detenga. Sin embargo, Europa no parece tenerlo tan claro. Aunque varias naciones entienden lo que se les viene encima en materia energética, el bloque no reacciona, y continúa con una agenda política sanciones y castigo a Rusia, sin percatarse, como sí lo han hecho sus socios y líderes norteamericanos, que el gran perdedor de esta guerra será quien intente meter la política en la petrolera. 

14 abril 2022 29 comentarios 1.076 vistas
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México

¿Qué fue a hacer en México Díaz-Canel?

por Domingo Amuchastegui 20 septiembre 2021
escrito por Domingo Amuchastegui

¿Formalidades protocolares por los aniversarios de la fundación de México y su independencia? ¿Acaso por coincidir con la celebración de la Cumbre de la CELAC? ¡Nada de eso! Esos menesteres protocolares los ha cubierto el canciller Bruno Rodríguez por muchos años. Entonces, es legítimo preguntarse qué fue a hacer el presidente Miguel Díaz-Canel a México, máxime cuando su país atraviesa una situación particularmente crítica. Examinemos tres ángulos que interesan por su trascendencia inmediata:

Relaciones bilaterales

1. ¿Incremento de las relaciones económicas entre México y Cuba? Altamente improbable, sino imposible. En más de seis décadas, ningún gobernante mexicano —de cualesquiera matices políticos— ha dado pasos importantes en esta dirección ni arriesgado las posibles sanciones que EE.UU. impondría.

El único que hizo un intento fue Carlos Salinas de Gortari, alentado por sectores del Grupo Monterrey que veían en la Cuba de los noventa un mercado prometedor (tras el colapso de sus nexos con la desaparecida Unión Soviética). En consonancia con tales intereses, durante su visita a Cuba el presidente mexicano prometió villas y castillos. Se anunciaron importantes acuerdos. México podría ser la tabla de salvación a corto plazo en momentos tan difíciles.

No se hizo esperar la reacción de Washington, que amenazó con toda clase de sanciones, incluyendo la suspensión de visas a empresarios mexicanos. El viento se llevó semejante movida. No es ocioso recordar que desde 1959 ocho presidentes mexicanos han visitado Cuba con idénticos o peores resultados.

2. Hoy, tras la firma del nuevo acuerdo entre México, EEUU y Canadá, en sustitución de NAFTA, el mercado mexicano se ve muy favorecido y, en consecuencia, se hace más improbable aún que AMLO arriesgue una colisión con EE.UU. e ignore el andamiaje de sanciones que pesa sobre Cuba.

Debe recordarse también que en su primer trienio, AMLO no movió una sola ficha a fin incrementar las relaciones económicas con Cuba o los niveles de cooperación bilateral. ¿Lo hará ahora? Es extremo difícil de concebir.

Por otro lado, hay dos sectores de la economía mexicana que han sido y son particularmente hostiles a cualquier operación de rescate que favorezca a Cuba: a) la industria petrolera (PEMEX), que además —según insistentes rumores en La Habana desde hace un par décadas— ha venido perforando pozos no acordados para extraer petróleo en zonas pertenecientes a la Isla; y b) La influyente industria turística mexicana, que ha visto con alarma y rechazo el ascenso de la industria turística cubana previo a la pandemia.

Venezuela

1. Es de suma importancia para la estatura político-diplomática de la gestión negociadora de AMLO como anfitrión de negociaciones entre el Gobierno de Maduro y la coalición de fuerzas opositoras, que estas culminen exitosamente. Sin embargo, en medio de los avances iniciales, Maduro anuncia ahora dos medidas que lesionan directamente el eventual éxito de las negociaciones.

Primero, la designación del colombiano Alex Saab (con rango diplomático venezolano) como integrante de la delegación venezolana. Saab está acusado de lavado de dinero en favor del gobierno de Maduro y es reclamado por la justicia norteamericana (decidida ya su extradición a EE.UU. desde Cabo Verde, donde se encuentra retenido).

México (1)

El empresario colombiano Alex Saab fue detenido este 12 de junio cuando su avión hizo escala para repostar en el Aeropuerto Internacional Amilcar Cabral de Cabo Verde), en respuesta a una petición de Estados Unidos cursada a través de Interpol por supuestos delitos de blanqueo de dinero.

Segundo, una reactivación del proceso judicial contra Juan Guaidó, una de las figuras claves por la oposición venezolana en dicha negociación y que hasta hoy ha burlado todos los intentos por encauzarlo.

Cabe preguntarse: si este es uno de tus interlocutores, ¿cómo a dos meses de las elecciones pactadas se pretende encarcelarlo? ¿Torpeza mayúscula o premeditada maniobra para desarticular el campo opositor, fomentar su mayor división y debilitar sus posibilidades para las elecciones regionales, a dos meses escasos de las mismas? ¿Acaso preocupa a Maduro un desenlace electoral al estilo del reciente desastre del Gobierno Fernández-Kirchner en Argentina?  Así parece, pero son acciones que dañan seriamente el proceso y comprometen, de manera muy negativa, el papel que aspira a desempeñar AMLO.

2. Es lógico suponer que el presidente de México espere lograr una contribución positiva de parte de Cuba y de su máxima autoridad, el presidente Díaz-Canel, en influir o persuadir a Maduro y su equipo de que tales acciones perjudican el proceso y frustran las aspiraciones de AMLO cuando todo parecía bien encaminado.

Desde el gobierno noruego, hasta Trudeau (Primer Ministro de Canadá), Pedro Sánchez (jefe del Gobierno español), Josep Borrell (UE), así como la mayoría de países de América Latina; todos están convencidos de que el gobierno cubano debe y puede hacer una contribución semejante, sin entender bien los límites de las autoridades cubanas en influir hoy sobre las acciones de Maduro, que, debe recordarse, no es ni remotamente Chávez. Para AMLO, esta contribución de Cuba puede ser decisiva en evitar el estancamiento de las negociaciones y conseguir que estas culminen como un importante éxito de su política exterior.

EEUU-Cuba

1. AMLO buscará, con el mayor esfuerzo posible, acercar la actual política del presidente Biden hacia Cuba a planos más conciliatorios, que supongan una contribución ante la situación de aislamiento y sanciones sobre la Isla y de esta manera, compensar los esfuerzos cubanos respecto a las negociaciones del caso Venezuela.

Cuba estaría en la mayor disposición de enrumbar su conflicto con EE.UU. hacia el diálogo y arreglos, aunque estos sean parciales o limitados. No es casual que para el 21 de septiembre, Biden visite México, donde deberá mostrar una posición más constructiva por parte de AMLO y del nuevo consenso que presentará este de parte de la CELAC.

México (3)

AMLO buscará, con el mayor esfuerzo posible, acercar la actual política del presidente Biden hacia Cuba a planos más conciliatorios.

2. Semejante escenario sería el más razonable, pero no el más probable. La administración Biden continúa empeñada en el tema Cuba basada en el instrumental de agresiones heredado de Trump y su total rechazo a cualquier flexibilización que, en alguna medida, ayude al gobierno cubano a sobrevivir.

Los acontecimientos del 11 de julio dieron mayor impulso a semejante opción. La hipótesis de ver colapsar a dicho gobierno es —sin dudas—, uno de los temas que con más fuerza acarician en Washington a fin de reclamar el mérito. Por otra parte, interpretan que esta política les asegurará una victoria segura en la Florida en las próximas elecciones de medio término del 2022.

México se convierte así en una escena de múltiples expectativas político-diplomáticas de suma importancia, aunque sus resultados finales pueden dejar mucho que desear.

20 septiembre 2021 25 comentarios 2.308 vistas
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unviability

Unviability

por Alina Bárbara López Hernández 2 agosto 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Reforming the national economy has been a sort of Holy Grail for the country’s leadership. In spite of that, the term reform is not commonly used in the official discourse. According to the sociologist and political expert Juan Valdés Paz: ‘In the history of real socialism, the scarce reforms or reform policies have responded to economic crisis or to changes in the strategies of the “socialist transition”, as has happened in the Cuban experience.’

Without it being called a reform, the ‘Process of rectification of errors and negative trends’ was announced thirty-four years ago, with Fidel at the helm. Thirteen years ago, this time with Raúl in charge, the ‘Process of updating of the Cuban economy’ was declared. Having seen the fate of those endeavors, it’s about time we think that something’s being done wrong. The question to be clarified is: what has failed?

The economic measures announced by the president are far from being new.

Several generations of compatriots saw similar measures in the tough 1990s. In any case, the main change is in the environment, with another set of added complications. Beyond the cards for purchases in dollars —a sort of financial corralito, whose dangerous social impact is already being felt—, I remember that after the fall of European socialism, the changes here were applied more quickly. The slogan ‘Without haste, but without pause’ had not been declared yet, which has proven to be a do-nothing policy wearing make-up.

Economist Juan Triana Cordoví in his article: ‘Marches and countermarches: the comings and goings of economic policy. If we all agree, why what should happen isn’t happening?’ keenly analyzes the source of the contradictions between the professed wish to advance and the regressions:

‘With the existence of political and ideological cultures that resist “updating”, with even personal behaviors marked by previous learning, with prejudices, with legislations that are often obsolete, yet still in force, with gray areas that enable “personal interpretations” and that condition, obstruct and delay the best intentions a country may have and make it extraordinarily difficult to reach the desired coherence and with established personal interests that are hard to give up.’

Several countries of the former European socialist bloc attempted reform processes that were ultimately unable to avoid the collapse of the system. That must have left us some experience. I’ve long been haunted by this question: Can one reform the economy of a socialist country without also proposing political reforms? When the Cuban-Dutch journalist Sergio Acosta asked me to contribute a question for the conversation he would have with economist Janos Kornai [1], that’s the one I gave him.

Kornai answered: ‘You sure can, but it wouldn’t be successful […] If you ask about whether it could work, I can tell you that we had the same debate in Hungary at one time. It depends on what you mean when you say “functionality”.

Sergio Acosta: Viability?

Kornai: Exactly, viability. It can work, but it doesn’t work well […]’

My concern grew. The New Economic Policy (NEP), a process of reforms applied in the USSR between 1921 and 1927, had unquestionable successes in liberalizing domestic trade, accepting the creation of small private enterprises and the collaboration with foreign capital through joint forms of property, applying the system of company self-management to fight against bureaucratism and the authoritarian tendencies of the administration, and recognizing the personal interest in labor results. Despite its positive effects, the gradual strengthening of Stalin against the Party after Lenin’s death would have a decisive influence on the end of these reforms.

In 1928, during a meeting, the Secretary General of the Party said: ‘Let’s chuck the NEP the hell away’, something that, in fact, the CPSU had decided to do a few months earlier in its 15th Congress (December 1927), by passing the guidelines of the First Five-Year Plan. Thus began the so-called Stalinist economic model, which was strictly centralizing.

Six years of reforms collapsed under the will of one person.

It so happens that the NEP itself carried the seed of its own destruction. An interesting debate supplied me with other elements for judging it. It occurred between professor, historian, and researcher Samuel Farber, born in Cuba and residing from a very young age in the US, and John Marot, professor at the History department of Riverside University in California. [2]

Farber holds that the NEP should have been protected by a political opening that would have allowed the independent organization of workers and farmers to oppose Stalinism: ‘[…] the adoption of the NEP should have been accompanied by what I called a New Political Policy (NPP). Essentially, by the freedom of peaceful political organization for all those groups willing to respect the original form of Soviet democracy that came to power in October 1917.’

Lenin, in the same measure he had advocated for the economic concessions of the NEP, defended the restriction of political freedoms: total elimination of parties and opposition groups, control of workers’ and farmers’ unions within the limits established by the Party and a monopoly on the media.

As a consequence, the Party turned into an increasingly bureaucratized and anti-democratic organization, while the rest of society became an obedient collectivity, unable to organize and press for changes. The same happened in all the countries that applied the model of bureaucratized socialism. It would be like that until the implosion of socialism, which nobody defended because they hadn’t been called to do it.

As Kornai says, an exclusively economic process of reform ‘doesn’t work well’. I believe that one of the reasons for its unviability is the risk that, even as it develops successfully in appearance, it can be dismantled thanks to an authoritative government decision.

When the citizens aren’t actively involved as controllers of the direction, results, and pace of the economic transformations, these run the risk of being dismantled, as it happened in the USSR. But not just there, in Cuba, we also ‘chucked the hell away’ a reform process that started in the 1990s and that —though it didn’t have a proper name or an official baptism— was the government’s response to the scene after the crumbling of European socialism.

Especially in the second half of that decade, an improvement was felt thanks to the relative decentralization of the economy, a greater weight of the market, the permission granted for private initiative, and the diversification of trade partners. However, after the approach to Chávez’s Venezuela, certain flexibility policies in the economy were abandoned.

The approach to Venezuela made Cuba go back to its old centralizing ways.

The private initiative would be slowed down, though it didn’t disappear. Cuba quickly moved away from the relative pragmatism that shortly emerged in the last five years of the 20th century and which would generate incipient indexes of economic reactivation and confidence in finding our own way out.

One great unresolved conflict wherever bureaucratic socialism is enthroned is one of turning state property into truly social property. This aspiration has been a utopia due to the lack of democratization, the mistakes of citizen participation in economic decisions, and the fact that unions cease to be organizations that defend the interests of workers.

Cuba hasn’t been an exception. The bureaucracy among us has become a ‘class for itself’ and it hinders changes and reforms which, though accepted in the discourse, it slows down in practice to the detriment of the majority. The economic reforms devised twelve years ago have not proven their effectiveness, since most of what was wanted hasn’t even been implemented. And this signals an uncertain future for a process of changes that rested on the idea of an economy open to the influx of foreign capital. This capital, which was reluctant since before the pandemic, will now be even more so.

Alicia Bárcena, executive secretary of ECLAC, pointed out that the effects of the pandemic ‘will generate the greatest recession in the region since 1930 (the Great Depression) and since 1914, with the First World War’. The ECLAC also considers that the way out of the crisis will depend on the economic strength of each country, its set-up productive capacity, its access to financing from international bodies (IMF, World Bank) and the forcefulness of its economic response, in which fiscal policy will play a fundamental role.

For Cuba, a -8% decrease in GDP is announced, which is very drastic in terms of an already depressed small economy. There will be no other choice but to set in motion the reforms once and for all if we don’t want to subject Cubans to a period of hardship in the style of the one suffered in the 1990s, or much worse.

The Cuban Constitution of 2019 is much more flexible in economic matters and forms of property than its predecessor, but much more rigid politically. The Party is not only declared the leading force, as it already was, but it’s now also described as superior with respect to society and the State.

This arrogant attitude by the Party belonged to a political model that failed.

In February 1989, the Soviet magazine Sputnik devoted an issue to the stagnation that characterized the period under Leonid Brezhnev’s leadership. In it they asked these questions: ‘Should the Party leadership become a special body of power, sitting above the other bodies? If the Central Committee is a special body of power, how can it be controlled? Can its decisions be challenged for being unconstitutional? Who answers in case a decreed measure fails? If this superior body actually runs the country, shouldn’t the entire people be able to elect its members?’

In this political model the Party is selective, ‘a vanguard’, and not a popular party open to everyone. Then, if it declares itself a force superior to society, it also sets itself above the people. For that not to be the case, the people should be able to elect the Party leadership, and that doesn’t happen. If it sits above all, and it’s not ‘an electoral party’, it’s beyond popular control.

In the Constitution of 2019, the number of appointed positions grew, and the bureaucracy was shielded from the citizens by deeming any contents pertaining to the political system monolithic or immutable. That, together with a relative opening regarding the forms of property, and the possibility that some forms may turn into others, grants a dangerous status to political leaders, whether they belong to the so-called historical generation or not. Thus, they have strengthened a political class which conditions changes to the possibility of seeing their own privileges affected.

Faced with the disruption that the visibility of citizens’ opinions in digital media means for this model and for the political class established by it —something that weakens its monopoly of the media—, the response has been repressive (Decree 370), though unsuccessful. Now we can have an influence on political decisions and become a significant factor in the progress of reforms.

A process of reforms is not a goal without an expiry date.

Those who lead the reforms must show competence and effectiveness to carry out what has been agreed upon. Time limits must be established to reach the goals and, above all, it must be possible to remove those who do not show real commitment to the transformations from their positions. But none of that is possible in a political model like the one we have.

They have tried to convince us for a long time that giving up this political model means opening up the door to capitalism. It’s about time we become aware that what this model has actually achieved is closing the door to socialism by keeping the system from reforming itself and becoming truly participatory and prosperous.

Contact the author: alinabarbara65@gmail.com

[1] Relevant 93-year-old Hungarian economist. Emeritus professor at Corvinus University in Budapest and at Harvard University, where he taught for nearly fifteen years. He is the author of texts such as Economics of Shortage (1988) and The Socialist System: The Political Economy of Communism (1988). In the latter, he argues that the control economy of a communist party leads to the predominance of a bureaucratic administration of state-owned companies, with centralized planning and the fixing of prices to eliminate the effects of the market, which brings about the economics of shortage. He was the main expert consulted by China for its reforms in the 1980s.

Translated from the original

2 agosto 2020 1 comentario 478 vistas
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¿Quién dijo que la historia es justa?

por Juan Triana Cordoví 1 julio 2020
escrito por Juan Triana Cordoví

(Este texto del profesor Juan Triana Cordoví es el prólogo del libro Miradas a la economía cubana, un plan de desarrollo hasta 2030, de los investigadores Ricardo Torres Pérez y Dayma Echevarría León. Por su importancia para la comprensión de la economía nacional, hacemos llegar el prólogo a nuestros lectores y sugerimos la compra del libro en cuestión)

Esta afirmación es casi aterradora pero verídica. Este libro se publicará en el año 60 del triunfo de la Revolución Cubana, en el año 30 de que la crisis más profunda que el país haya vivido se hiciera realidad y no pudiera de ninguna manera ser minimizada y a la vez, en el cumpleaños treinta de la creación del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana, institución que ha impulsado y coordinado desde sus inicios la publicación de esta serie Miradas que ya tiene personalidad propia y que año tras año puja desde la entrañas del conocimiento por ver la luz, muchas veces incluso a pesar de nosotros mismos.

Parir un libro sobre la economía cubana en Cuba, año tras año, no es para nada un ejercicio liviano, tiene dolores preparto, durante el parto y muchas veces tiene también dolores post parto, pero casi siempre, al menos en nuestro caso, la criatura  ha recompensado con creces esos dolores.

Las veleidades del desarrollo.

Puede que alguien piense que la historia del desarrollo de la economía cubana  no es justa, pero lamentablemente la historia no es justa, no es la justicia parte de sus virtudes. De igual manera que la injusticia tampoco es parte de sus defectos y casi siempre contada desde sus extremos la misma historia parece totalmente diferente.

Cuba emprendió conscientemente su camino hacia el desarrollo con el triunfo de la Revolución Cubana. Al inicio, poniendo en práctica el Programa del Moncada y a la vez adoptando y adaptando los preceptos cepalinos a la realidad de nuestro país. Luego muy rápido en términos históricos, construcción del socialismo y desarrollo fueron identificados como términos muy similares (sustitutivos perfectos) en el discurso ideo – político y en el económico, de la mano de una relación creciente con la URSS. Treinta años después de iniciado ese camino, en 1989, a pesar de que el país podía mostrar un prontuario de acciones en ambos propósitos, seguíamos, paradójicamente, estando lejos de ambos, aunque aparentemente mucho más cerca de aquel ideal socialista que del propósito del desarrollo.

Con relación a este último, al desarrollo, descubrimos al menos tres cosas: la primera es que seguíamos siendo un país dependiente en términos económicos y endeble en términos productivos; la segunda, que el esfuerzo hecho en educación, ciencia e investigación, no había producido el impacto esperado en nuestras capacidades productivas y la tercera, que padecíamos de un significativo atraso tecnológico. Apareció además el bloqueo norteamericano en toda su dimensión, mismo que había sido amortiguado en los treinta años anteriores gracias a aquella relación intensa con la URSS[2].

Pero, por otro lado, el desarrollo mismo nos había hecho una gran jugada. Había crecido como concepto, se había enriquecido como fenómeno y se había hecho multidimensional y mucho más complejo[3]. Lo que para el soporte conceptual nuestro fue peor, algunos países subdesarrollados capitalistas devinieron en ejemplos de “países emergentes”, concepto con el cual se empezaron a nombrar a aquellas naciones que siendo subdesarrolladas habían emprendido la senda del desarrollo y mostraban indicadores incuestionables de ese avance. La tesis de la imposibilidad del desarrollo desde el capitalismo quedó así obsoleta como argumento teórico.

Iniciaba Cuba el “Período Especial”, comenzábamos a ser, por primera vez en toda nuestra historia, “verdaderamente independientes” y a entender que la dependencia, más allá del tipo y del color político-ideológico, al final, pasa la cuenta.

Sobrevivimos, esa es la principal razón por la cual hoy puedo escribir este prólogo. Un programa de ajuste heterodoxo[4], un liderazgo político incuestionable y un pueblo capaz de reinventarse la cotidianeidad día a día lo permitieron. Unos pocos años después (y unos cuantos miles de kilómetros en bicicleta también) el país comenzó a crecer nuevamente.

Pero sin dudas ese llamado período especial puso al descubierto “grietas” que hasta entonces permanecían escondidas. Generó preguntas que aun hoy no están respondidas y nos hizo cuestionarnos hasta nuestro propio rol como cientistas sociales.

Han sido años tremendos. Al impulso inicial logrado por la ola descentralizadora de mediados de los noventa, siguió la recentralización iniciada a finales de la misma década, consolidada luego en los años iniciales del siglo XXI, y luego de que el General Raúl Castro asumiera la presidencia, cedió cautelosamente espacio a una nueva reapertura que nos ha traído hasta aquí.

Hemos sobrevivido, es cierto, y eso ya es un gran hito. Pero la sobrevivencia, aunque es una condición necesaria, no garantiza el futuro. Quizás fue esa certeza la que impulsó al Presidente Raúl Castro a promover la elaboración de un programa de reformas que permitiera la “actualización” de una economía que “hacia aguas”. Ese programa condujo a otra certeza, la de la necesidad de “diseñar” el socialismo cubano, en una especie de combinación entre lo que se desea y lo que se puede hacer. Así nacieron, en estos últimos ocho años documentos programáticos que también contribuyeron de modo especial a una propuesta de nueva Constitución de la República, suceso político de innegable trascendencia y complejidad que nos depara nuevos retos en el futuro.

¿Que está ocurriendo en Cuba?

Esta es la pregunta de las mil respuestas y de todas las discrepancias y no puede ser de otra forma. La percepción de cada cual y cada una de las historias de vida cuenta en la manera en que se construye el imaginario individual de lo que está pasando en Cuba.

Desde aquellos que califican todo este complejo proceso vivido y por vivir solo como apenas una capa de maquillaje hasta los que afirman que lo que se intenta abandona el camino iniciado en 1959. Probablemente el momento más nítido de tantas posiciones diversas haya sido la propia discusión popular del proyecto de Constitución y sus resultados. Esta es quizás una de las evidencias más fuertes de la complejidad de este proceso y de la diversidad de perspectivas que hay del mismo.

Es posible que alguien se pregunte qué tiene que ver esto con un libro sobre economía, o mejor sobre la economía cubana. Adelanto que este libro no es sólo sobre economía, pero si así fuera, lo narrado más arriba tiene que ver y mucho con la economía, pues sin instituciones adecuadas, coherentes y consistentes, será muy difícil alcanzar el propósito descrito en la visión del país[5].

Portada del libro “Miradas a la economía cubana, un plan de desarrollo hasta 2030”, de Ricardo Torres Pérez y Dayma Echevarría León

Sin embargo, los hechos, hechos son. Eventos telúricos, casi impensables han ocurrido, en todos estos años; la desaparición física de Fidel, el retiro de Raúl como Presidente y Jefe de Gobierno y el paulatino ascenso de una nueva generación de dirigentes políticos, cuyo punto culminante ha sido la designación y aprobación del actual Presidente Miguel Díaz- Canel. Junto a ello, la presencia en Cuba de tres Papas, la visita de un presidente estadounidense y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con ese país, el renacimiento de nuestra dependencia, esta vez de Venezuela.

En Cuba, en estos últimos dos lustros, la unanimidad dejó de ser tan unánime, la igualdad dejó de ser incuestionada, lo estatal devino en garantía y obstáculo a la misma vez, lo privado comenzó a ser desdemonizado, el desarrollo devino más que en un resultado de, en premisa para alcanzar otro socialismo diferente a aquel que intentamos construir, aun cuando no tengamos la imagen completa de lo que queremos. Mientras, la independencia se ha convertido en ejercicio diario más que en una condición garantizada, la discrepancia alcanzó rango de legitimidad y práctica cotidiana gracias fundamentalmente a la “red” y la familia vuelve a ocupar su lugar en el edificio social cubano.

Pero es importante entender también que lo que está pasando en Cuba es, a la vez, un resultado de lo que está pasando en el mundo.

En estos treinta años los recursos naturales se convirtieron en una restricción para el crecimiento y el desarrollo mientras la preocupación por el futuro del ser humano se ha convertido en un programa y un grupo de objetivos a escala planetaria para evitar (o al menos demorar) su autoexterminio[6]; la energía dejó de ser barata; la guerra fría fue sustituida por otras, pequeñas y localizadas, pero intensas e hirvientes; Rusia ha renacido más parecida ahora a su historia pre revolución de Octubre; el rol decisivo de China en la economía mundial es indiscutible; el triunfo del nacional conservadurismo en Estados Unidos y el ascenso y descenso de las izquierdas en Latinoamérica ha sorprendido a no pocos; mientras la migración masiva devino en “pandemia” y derecho individual, además de recurso económico para muchos países;  son algunos de los hechos que han marcado estas tres décadas.

Ha ocurrido algo más, igual de trascendente y probablemente tan o más decisivo, la cuarta revolución tecnológica se ha hecho realidad. Así, la revolución electrónica se convirtió en revolución digital y la Inteligencia Artificial comienza a producir tantos cuestionamientos éticos como nuevos productos y servicios; la megadata permite  manipular masivamente a las personas de forma individual; el ser humano se ha hecho cada vez más dependiente de su teléfono celular y una buena parte de todos los seres humanos solo existen a través del móvil, mientras que las conversaciones entre las personas, incluso en el hogar, son sustituidas por mensajes de texto, a la vez que la robotización de la producción y los algoritmos que construyen robots cuestionan la tradicional relación entre el capital y el trabajo y hasta la propia necesidad del “trabajador humano”, amenazando no con el desempleo sino con la irrelevancia a una parte cada vez mayor de los seres humanos[7]. Subrayo que no existe aún una respuesta institucional adecuada a estos nuevos fenómenos, ni desde las estructuras políticas y las construcciones ideológicas, ni desde las ciencias sociales y económicas.

Es cierto que en nuestro país aun estamos lejos de sentir en toda su dimensión esta cuarta revolución tecnológica, pero algunos de sus síntomas ya son perceptibles. Me atrevo a señalar tres hechos que lo demuestran / confirman; la relación entre los cubanos de “adentro” y entre los cubanos de “adentro y de afuera” se ha hecho más fluida y el sentido de “lejanía” ha sido sustituido por el de accesibilidad, con implicaciones inéditas en la vida cotidiana de toda la población[8]; se ha hecho especialmente fácil para las nuevas generaciones acceder con solo un “clic” a trabajos fuera de Cuba e incluso trabajar en proyectos fuera de Cuba sin  moverse del país; mientras que el acceso de una buena parte de los cubanos a las redes sociales ha generado “otro tipo de información” que muchas veces contrasta con la que brindan los llamados “medios tradicionales”. El reto ha sido tan grande que el propio Presidente[9] ha declarado la obligatoriedad para sus Ministros de tener cuentas en “twitter” y usarlas cotidianamente, algo impensable un año antes.

Y todo esto es decisivo para entender el desarrollo que debemos proyectar o aspirar. Junto con el mundo, el país ha cambiado y como casi siempre ocurre las nuevas generaciones se parecen más a su tiempo que a sus padres.

¿Y los cientistas sociales? ¿Los ha escuchado y escucha el gobierno?

Es de las preguntas más frecuentes, como si en algún momento de la historia mundial moderna esto fuera absolutamente decisivo en el destino de las naciones.

No fue el estudio profundo de la “Riqueza de las Naciones” por el parlamento inglés lo que llevó a Inglaterra a la cúspide de la civilización occidental desde mediados del siglo XVIII, tampoco Roosvelt asistió a ningún curso de economía keynesiana a mediados de los años treinta para poder sacar a la economía norteamericana de la debacle de la crisis del año 1929, de la misma forma que no fue el estudio sistemático y profundo de los escritos de Marx y Lenin lo que permitió a Stalin construir una potencia económica capaz de vencer a la maquinaria del nacional socialismo alemán en la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo podría decirse ahora de las experiencias de los antiguamente llamados “tigres asiáticos”. De la misma forma, puede afirmarse también que no fue el desconocimiento de las ideas de la CEPAL lo que ha condenado a América Latina a seguir siendo una región a la zaga en el propósito del desarrollo.

No quiero decir con ello que la labor de los cientistas sociales no sea importante, incluso hasta decisiva en algunos casos, solo quiero significar que no debiera utilizarse la proximidad y colaboración entre cientistas sociales y gobiernos como la garantía del éxito de cualquier proceso de este tipo. De igual manera habría que repetir con Keynes aquella frase famosa de la Teoría General  (…) las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree[10].

Y ahora vayamos a la respuesta a la pregunta. Creo que puede establecerse un parte aguas entre la relación del gobierno y los cientistas sociales a partir del momento en que el General Raúl Castro asume la presidencia del país y los años anteriores. Se ha producido desde entonces un intercambio mucho más fluido y sistemático entre gobierno y cientistas sociales o al menos con una parte de ellos[11]. También mucho más respetuoso de los espacios de cada cual e incluso de mucha mayor tolerancia. Una parte de todo ese intercambio se materializó en los documentos programáticos que fueron aprobados años atrás. Pero nada de esto quiere decir que estemos en una situación ideal, de hecho no creo que la alcancemos en algún momento[12].

Los gobiernos tienen sus deberes, sus propósitos, sus propias urgencias, sus compromisos. Los gobernantes son también mujeres y hombres, con sus propias historias de vida, todos los días o cuando pueden desayunan con su familia y deben contarles historias a sus hijos y nietos en algún momento. La cotidianeidad forma parte también de su proceso de toma de decisiones, incluso los impulsos más elementales forman parte de ese proceso y a veces lo condicionan. No quiero decir con esto que la subjetividad sea lo decisivo, solo quiero significar que la toma de decisiones está mucho más cerca de la teoría de la complejidad que del determinismo racionalista.

Es cierto también que nada me permite hablar por todos los cientistas sociales cubanos, seguro existen muy diferentes percepciones a estas que he expuesto. Algunos de nosotros hemos tenido el privilegio o la suerte de vivir en la capital de la República y todavía el “fatalismo geográfico” cuenta. Esa cercanía geográfica a las instituciones decisoras no debe subestimarse. Mi visión, como la de otros muchos, es la de un cientista social con más de seis décadas sobre esta tierra, que vive en la Habana, que ha vivido prendado y prendido a este “terremoto” que ha sido la Revolución Cubana y que ha tenido la oportunidad de comparar la nuestra, con otras realidades. Pero no tengo ninguna duda que, desde otras edades, latitudes y longitudes, la percepción sea bien diferente y los “aportes” a la toma de decisiones sean otros. Estas diferencias para nada son un problema, más bien, una gran suerte.

El esfuerzo de transformación ha sido enorme[13], pero así de grande ha sido también la resistencia a ese esfuerzo transformador. A veces es una resistencia consciente e incluso antecede a cualquier decisión. Otras, yo diría la mayoría de las veces, es el “resultado natural” de diseños institucionales y de “culturas aprendidas” con anterioridad que hoy resultan disfuncionales a los propósitos de transformar nuestro país. Medir el costo de esa resistencia se hace difícil pues una parte de él es definitivamente intangible.  Aun así, me aventuro más abajo a listar algunos de esos costos:

  • La tasa de crecimiento sigue siendo muy baja y está muy lejos de la tasa de crecimiento que necesitamos.
  • Las exportaciones de bienes siguen teniendo un comportamiento insuficiente y continúan concentradas en unos pocos bienes.
  • La dependencia de las importaciones se mantiene y no parece que tenga solución de corto plazo.
  • La presión fiscal no permite amplios márgenes de maniobra.
  • El empleo no crece y se ha precarizado.
  • El salario, a pesar del crecimiento del salario medio mensual, no ha recuperado su lugar como principal incentivo al trabajo y es un factor determinante en el crecimiento de la desigualdad.
  • El éxodo de personal calificado, especialmente jóvenes y mujeres, que desangra a nuestra economía y contribuye a profundizar el problema demográfico, se mantiene.
  • La tasa de inversión permanece muy baja respecto a las necesidades de crecimiento, prácticamente está a la mitad de esas necesidades y la ejecución de las inversiones sigue siendo ineficiente.
  • La deuda de corto plazo a proveedores y los dividendos no pagados a inversionistas extranjeros son una carga financiera importante, se convierten en incentivos negativos al crecimiento y generan incertidumbre a posibles inversionistas interesados en el país.
  • La empresa estatal socialista, responsable de al menos el 80% del PIB y mayoritaria como fuente de empleo, pilar de las transformaciones emprendidas hace unos años atrás, no alcanza a responder adecuadamente a nuestras necesidades de desarrollo y se ha anunciado será necesario repensar las OSDE[14].
  • La inversión extranjera, declarada estratégica para el desarrollo del país, no logra despegar y aun cuando ha mejorado su captación respecto a años atrás sigue siendo insuficiente y está lejos de nuestras necesidades reales.
  • Se mantienen brechas importantes (vertical y horizontal) en la infraestructura básica.
  • Existen brechas tecnológicas significativas (horizontales y verticales) en buena parte de nuestro sistema productivo y asimetrías decisivas en la asignación de la fuerza de trabajo calificada.
  • El sector no estatal, cooperativas y propietarios privados en general, arrendadores de tierra y empleados en ese sector, aun esperan por un marco legal más proactivo que le permita crecer cualitativamente.
  • Sectores decisivos, como la agricultura y la industria no terminan de encontrar una senda dinámica de crecimiento sostenido.

¿Como estimar en términos monetarios esos costos? ¿Cómo estar seguros de que de haberlo hecho distinto, de haber podido vencer esa resistencia, los resultados serían diferentes o que no estaríamos pagando costos peores?

No hay manera de saberlo, cabría sólo especular. Así que debemos atenernos a estos hechos, a los datos que los reflejan, aun cuando no nos guste lo que los datos nos muestran y cuando sepamos, por experiencia, que muchos de esos datos no se corresponden plenamente con la realidad de lo ocurrido.

Es cierto que desde la academia se han escrito toneladas de papel sobre estos temas y decenas de recomendaciones[15]. Muchas de ellas duermen el injusto sueño de los justos[16].

Es probable que cuando este libro se publique se haya realizado ya una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional donde se evaluará el estado del “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, en sus tres etapas, y el informe sobre el estado de la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”[17]. Estoy convencido que lo sucedido desde que fueran aprobados y divulgados tanto en Cuba como fuera de Cuba obligará a repensar una buena parte lo que aparece en esos documentos.

En el 2019 se cumplen treinta años de haberse iniciado el hasta ahora último proceso de transformaciones económicas en nuestro país. Es la misma cantidad de años que tomó aquella otra, que inició la senda del socialismo unos años después de 1959.

En estos últimos treinta años, los hijos se han convertido en padres, los padres en abuelos y los abuelos han ido cediendo esta tierra a nuevas generaciones que deberán, usando su imaginación, sus conocimientos y todas sus discrepancias, reinventar el país en ese proceso inacabable e ineludible de negación de la negación por el que pasan con más dolores o con menos todas las sociedades. De todas formas, hay que entender también que el significado del tiempo es diferente para los seres humanos y para los sistemas políticos.

Si este libro logra contribuir a esa reinvención entonces habremos cumplido el propósito y ningún dolor pos parto podrá contra semejante satisfacción.

[1] Duval Noha Harare, 21 consejos para el siglo XXI

[2] Castro F. Discurso pronuncia en el acto por el XXXIX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y el XXXV del levantamiento de Cienfuegos, efectuado en Cienfuegos, el 5 de septiembre de 1992.

[3] El Índice de Desarrollo Humano y el Índice de Palma, por ejemplo, son dos de esos esfuerzos por entender conceptualmente y medir cuantitativamente y cualitativamente ese carácter multidimensional del desarrollo.

[4] CEPAL. La economía cubana: Reformas estructurales y desempeño en los noventa. Editado por Comisión Económica para América latina y Fondo de Cultura económica, 1997.

[5] Bergara M. ,  Las Instituciones y los procesos económicos, pág. 15,  en Transformaciones económicas en Cuba: una perspectiva desde las instituciones. Hidalgo V. y Bergara M. Coordinadores (2015), dEcon, Facultad de Ciencias Sociales Sociales, Universidad de la República, Uruguay y Universidad de la Habana.

[6] Objetivos de Desarrollo Sostenible; www.un.org/sustainabledevelopment/es y “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Resolución 70/ 1, Asamblea General de las Naciones Unidas.

[7] Noah Harari Y. “21 lecciones para el siglo XXI”,  2018, Editorial Penguin Randolph House Grupo Editorial S.A.U

[8] La capacidad “movilizativa” del celular y de las redes sociales quedó demostrada cuando el tornado ocurrido en la Habana en enero 28 del 2019. De hecho una buena parte de la ayuda inicial se estructuró a través de las redes antes que de las organizaciones encargadas  de ello.

[9] Intervención de DC en la Asamblea, buscar el link

[10] Keynes J.M. La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, pág. 367. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, 1968.

[11] La creación del Consejo Técnico Asesor de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos y de sus comisiones fue el vehículo que facilitó en mayor medida ese intercambio.

[12] Jorge Nuñez Jover afirma “Subsisten deudas con la consulta a grupos de profesionales que han estudiado durante años ciertos temas y que, a la hora de decidir sobre estos, no son involucrados”,   en “El pensamiento científico y nuestras tareas”,  Cubadebate Cuba noticias/2018/el pensamiento científico jj jover.html#.XFXHMye23OQ

[13] Un resumen de una parte de esas medidas aparece en Hidalgo de los Santos V. “Políticas macroeconómicas en Cuba: un enfoque institucional” págs. 99 – 100. En Transformaciones económicas en Cuba: una perspectiva desde las instituciones. Hidalgo V. y Bergara M. Coordinadores (2015), dEcon, Facultad de Ciencias Sociales Sociales, Universidad de la República, Uruguay y Universidad de la Habana.

[14] OSDE: Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial.

[15] En esta propia serie de Miradas ….. desde su primer numero aparecen decenas de recomendaciones de política económica. También en “Políticas macroeconómicas en Cuba: un enfoque institucional” págs.. 111 -117 aparece una propuesta de políticas económicas para la transformación de la economía nacional. Ver Hidalgo V. op. cit.

[16] “No podemos cansarnos de oír a los que saben, valorar sus propuestas y articularlas con lo que nos proponemos lograr”. Diaz – Canel M. Cubadebate, Cuba noticias/2018/fin de año/Díaz-Canel%20 “Vamos a salir adelante y vamos a seguir venciendo” | Cubadebate.html#.XFX-FSe23OQ

[17] Diaz – Canel M. Cubadebate, Cuba noticias/2018/fin de año/Díaz-Canel%20 “Vamos a salir adelante y vamos a seguir venciendo” | Cubadebate.html#.XFX-FSe23OQ

1 julio 2020 18 comentarios 644 vistas
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Cuba frente al Imperio

por Mario Valdés Navia 4 mayo 2019
escrito por Mario Valdés Navia

La celebración del 1 de mayo en Cuba fue una masiva demostración de apoyo a la Revolución y rechazo a las pretensiones de la administración actual en la Casa Blanca. Más allá de la ritualidad y el consignismo presente en estas marchas, millones de cubanos y cubanas dijeron presente al llamado de la dirección política y dieron una muestra fehaciente de unidad ante las amenazas de Trump y su eminencia gris para Cuba, Marcos Rubio.

Desde pequeño escucho el siguiente razonamiento: “El día que los Estados Unidos eliminen el bloqueo se les acabará el pretexto a los dirigentes cubanos para justificar todos sus errores en la conducción económica del país”. Con el tiempo aprendí que la cuestión no es tan así y que por ese camino se termina en el absurdo de achacar el mantenimiento de la Revolución en el poder a los propios gobernantes de los EEUU.

Cierto es que la soberbia imperial hace lo suyo. No hay más que revisar la historia de las relaciones entre ambos países para constatar que la vieja Política de la Fruta Madura sigue rigiendo la visión de Cuba de los gobernantes estadounidenses. Expuesta por John Quincy Adams cuando era Secretario de Estado en el gobierno de James Monroe (1817-1825), fue la causa principal de la Doctrina Monroe (1823) y su supuesto parón a los estados europeos con el lema «América para los americanos».

De hecho, la tal doctrina fue una falacia histórica y política que no impidió las intervenciones militares de las potencias europeas (España, Francia, Inglaterra) en países sudamericanos. En cambio, sí fue altamente eficaz en su pretensión de mantener a Cuba en manos españolas hasta que los EEUU tuvieron fuerza suficiente para quedarse con ella (1898).

Por eso no es sorpresa que hoy se desempolve el viejo argumento cuando se trata de acabar con la Venezuela bolivariana. Para hacerlo se intenta sacar a Cuba del combate mediante el socorrido método de exacerbar sus problemas internos y externos. Lo primero con el cierre abrupto de las relaciones diplomáticas, las limitaciones a los intercambios people to people−tan incentivados por Obama−, la prohibición a sus ciudadanos de traficar con propiedades de las FAR y la limitación de las remesas.

Por cierto, esta última medida, al limitar las remesas a 1000 dólares por trimestre, parece encaminada directamente a perjudicar al naciente sector no estatal que recibía capital del exterior sistemáticamente. Retorcida lógica que afecta a los incipientes emprendedores cubanos, abiertamente prohijados por el presidente anterior.

En el plano externo se ataca a Cuba por su flanco débil: la economía. A despecho de lo decidido por los presidentes Clinton, Bush y Obama por más de veinte años, Trump acaba de activar el polémico artículo 3 de la ley Helms-Burton que permite a ciudadanos cubanoamericanos abrir reclamaciones en tribunales estadounidenses contra entidades que trafiquen con sus propiedades nacionalizadas por el Estado cubano.

Esta pretensión, de carácter absolutamente extraterritorial, reabre el litigio con los gobiernos de Canadá, México y Europa, que defienden soberanamente a sus compañías presentes en Cuba. No obstante, Rubio y Bolton confían en que esta política hará salir a muchos inversores actuales y disuadir a los potenciales partidarios de invertir en la Isla.

En este contexto de agudización de las relaciones las preguntas obligadas son: ¿realmente piensan Trump y sus asesores que doblegarán a Cuba con esta vuelta de tuerca?, ¿acaso no logró más influencia al interior de la sociedad cubana la política de acercamiento e intercambio de Obama?,  ¿no será todo esto una maniobra politiquera para garantizar el triunfo de Trump en las primarias de La Florida y luego en su intento de reelección presidencial?

Lo cierto es que, sean cuales sean los propósitos de Trump, Rubio y Bolton, la mayoría del pueblo cubano que habita la Isla les ha dejado claro, con su participación masiva y entusiasta en las celebraciones del 1 de mayo, que no hay espacio para sus pretensiones en la voluntad política prevaleciente en la Isla.

Para los que creemos que hay aspectos del socialismo cubano que es necesario sustituir y/o perfeccionar, estos acontecimientos nos reafirman varios aspectos. Primero, que no hay solución real y digna a los problemas de Cuba mediante la aceptación del ultimátum histórico que significa la aceptación de ley Helms-Burton.

Segundo, que es preciso acelerar las transformaciones imprescindibles del proyecto socialista cubano a partir de nuestras potencialidades internas. No hay tiempo ni certeza para seguir creyendo que la salvación de la economía cubana vendrá por el incremento sustancial de la inversión extranjera. Menos aún, por un mejoramiento de relaciones con los EEUU que conduzca al fin previsible del bloqueo.

Romper las ataduras burocráticas a las fuerzas productivas cubanas, en primer lugar, a su creativa, talentosa y desmotivada fuerza de trabajo; unificar la moneda y fortalecer el peso; ampliar el mercado interno; darle autonomía real a los colectivos empresariales y a los municipios y acabar con el secretismo y las estadísticas dudosas: ese es el camino para enfrentar mejor la nueva arremetida del Imperio.

4 mayo 2019 11 comentarios 371 vistas
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wikileaks

Wikileaks, Assange y los documentos sobre Cuba

por Redacción 13 abril 2019
escrito por Redacción

La Policía Metropolitana de Londres arrestó el pasado jueves a Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Assange se encontraba encerrado en la Embajada de Ecuador en Londres desde 2012 para evitar una orden judicial contra él. Lenín Moreno, Presidente de Ecuador, retiró el asilo diplomático de Assange, iniciando así un torrente de críticas y provocando su arresto.

LJC condena el arresto de Assange, al que consideramos como un peligro para la libertad de prensa. A su vez, hacemos notar la doble moral de Estados Unidos, que califica como luchadores por la libertad y la información a quienes develan los entresijos del poder en gobiernos extranjeros, pero luego persigue a los que como Assange intentan hacer lo mismo con Estados Unidos.

Entre los documentos desclasificados por Wikileaks se encuentran los acuerdos para la instalación del cable de fibra óptica entre Cuba y Venezuela. Los documentos permiten un breve vistazo a información que en raras ocasiones es pública en Cuba. LJC reitera su compromiso con la transparencia en el proceso de informatización de la sociedad cubana. Por su valor público, compartimos acá los links de los documentos para quien desee consultarlos.

Acuerdo de Servicio para la Operación de las Telecomunicaciones Internacionales entre ETECSA y CVG Telecom

Acuerdo Preliminar para la Construcción de un Cable Submarino de Fibra Óptica entre Venezuela y Cuba

Resumen Técnico Ejecutivo

Pueden consultar la base de datos Wikileaks en: https://file.wikileaks.org/file/

13 abril 2019 3 comentarios 352 vistas
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Chocarán contra un muro

por Consejo Editorial 18 marzo 2019
escrito por Consejo Editorial

Editorial

El gobierno de los Estados Unidos de América, en la voz de su Secretario de Estado, Mike Pompeo, ha declarado que está dispuesto a recurrir a cualquier medio para hacer entrar la “ayuda humanitaria” a territorio venezolano. Esto ocurre luego de que Venezuela pasara por el mayor apagón en su historia reciente, de casi 100 horas, el cual según múltiples evidencias fue resultado de un sabotaje. Y, en el mismo contexto, se suspenden los viajes directos entre Cuba y los Estados Unidos y se ponen restricciones a los visados.

No caben dudas de cuáles son las intenciones del grupo formado por Marco Rubio, John Bolton, Mike Pompeo, Elliot Abrams y Mauricio Claver-Corone. Un grupo que le marca la agenda de política exterior al gobierno de Trump. Están dispuestos a todo, incluso a desatar una guerra, con tal de destruir los gobiernos populares en la región, surgidos de procesos emancipatorios y pro-socialistas. En cierto modo, podemos decir que la guerra ya comenzó: una guerra híbrida de nueva generación, que recurre a todas las formas de desestabilización antes de pasar a los hechos militares.

Colocando una espada de Damocles sobre el gobierno venezolano, están tratando de que aparezca el traidor que les abra la puerta. Están contando con que aparecerá entre los militares venezolanos un cipayo, un entreguista que dará un golpe de Estado. Luego, una ola de fervor anticomunista en todo el continente serviría como coyuntura perfecta para atacar la última plaza, el objetivo final de la operación: Cuba, su gobierno y su Revolución.

Pero sepan los gobernantes norteamericanos, que va a haber resistencia en todas partes del mundo. Porque son muchos los que saben que el aplastamiento de Cuba y Venezuela sería solo la antesala para una nueva ola de recolonización y de injerencia por parte de los EEUU, contra el resto de las naciones. Lo saben en Teherán, en Beirut, en Nueva Delhi, en Hanói, lo saben en Argel, en Luanda, en Johannesburgo, lo saben en Belgrado, en Minsk y, sobre todo, lo saben en Beijing y en Moscú.

Los pueblos latinoamericanos quieren la paz. Sin embargo, también saben ir a la guerra

Hoy se lucha por preservar lo que queda de paz. Pero si se fracasara en ese intento, y se llegara a una intervención militar, entonces no habría otro camino que el de la resistencia armada.

Los militares y el pueblo venezolanos pueden, si logran mantener la firmeza de sus posiciones, ofrecerles a los hipotéticos interventores una resistencia terrible. Porque cuentan con el aparato técnico-militar necesario, así como con una sociedad con experiencia de auto-organización. Y también porque no sería solo una guerra contra Venezuela, sería una guerra contra toda Latinoamérica, pues miles de los hijos de este continente apoyarían esa resistencia. Los Estados Unidos podrán ganar la guerra en términos operacionales, pero nunca podrán pacificar y controlar esa región. En su camino aparecería el muro de una resistencia popular sin precedentes en este hemisferio.

Theodore Roosevelt acuñó la política del Gran Garrote que se convertiría en la doctrina para justificar intervenciones de EU en América Latina

Aquí, en Cuba, sabemos que también vienen por nosotros. Que la consigna es: Primero Venezuela, después Cuba. Aquí, es seguro que los esperará una resistencia total, por más que se trate de una isla diminuta al lado de las capacidades militares de ese imperio.

Sepa la sociedad norteamericana, que, en esa danza de fuego y sangre, serían sus hijos, sus primos, sus padres, sus hermanos, los que vendrían a morir. No se dejen engañar por las apariencias que construyen los medios, por las palabras de oportunistas de clase media. Una intervención extranjera no será recibida como un ejército de liberación. Será recibida por pueblos armados que defenderán cada esquina, cada casa, cada barrio. Miles de balas nocturnas, de explosiones, que segarán vidas norteamericanas.

Donald Trump quiere reelegirse, quiere una guerra victoriosa. Le han dado un enemigo, uno que parece débil. Pero las apariencias engañan. Los antimperialistas latinoamericanos podemos convertirnos en el mayor dolor de cabeza que los EEUU han tenido desde Vietnam.

Muchos queremos la paz. Por desgracia, algunos no.

18 marzo 2019 15 comentarios 248 vistas
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Desde Caracas

por Consejo Editorial 25 febrero 2019
escrito por Consejo Editorial

Por: Luis Emilio Aybar*

Me encuentro en estos momentos en Caracas representando al Proyecto Nuestra América (PNA) en la Brigada Internacionalista Che Guevara. Mis compañeros de la Tizza me han pedido impresiones sobre la situación generada en el día de hoy por el intento de introducir en el país “ayuda humanitaria” a través de la frontera venezolana.

La verdad es que desde aquí es muy difícil hacerlo, al menos no como vivenciante directo, porque Caracas transcurre con bastante normalidad. Así, lo que haré será compartirles aprendizajes que puedan darles algunas coordenadas sobre la actualidad venezolana.

La primera impresión que contrasta con la agenda mediática al llegar a Caracas es el clima de normalidad que se respira. Hemos andado a pie o en bus muchas calles y avenidas del centro y la periferia de la ciudad. Hasta ahora solo he visto 2 mendigos y ninguna situación de violencia política o alteración pública.

Los centros comerciales están bastante concurridos, y se ve mucha gente consumiendo. No hay colas para comprar en las tiendas. Pregunto y me dicen que en este momento el problema no es el desabastecimiendo sino la hiperinflación; o sea, existen las mercancías en cantidad suficiente pero es muy bajo el valor real de los salarios. Las colas se dan mayormente cuando sacan productos de la canasta básica con precios más asequibles, topados por el gobierno a los privados.

Estas calles del centro y oeste de Caracas, donde hemos transitado, se encuentran absolutamente hegemonizadas por la gráfica chavista. En el Este es diferente porque es la zona opositora, de clase media y alta. Me ha llamado la atención la propaganda chavista, porque a diferencia de la cubana, predominan expresiones populares como el grafiti y el muralismo, realizadas por la diversidad de colectivos, organizaciones y movimientos que compone el chavismo.

Sin embargo, la población venezolana está altamente expuesta al discurso opositor, ya que en sus medios de comunicación hay programas que han tenido historicamente una gran audiencia.

Realmente la idea de que el gobierno de Maduro es una dictadura no se sostiene ni siquiera en los postulados insignes de la democracia burguesa. En Venezuela hay medios de diversas tendencias, un sistema de partidos políticos, un sistema electoral auditado internacionalmente (solo no es confiable para la oposición cuando pierde) y más del 90% de las empresas del país son privadas.

El otro día una parte de la Brigada veníamos coreando consignas por una calle de un barrio chavista: “Chavez vive, la lucha sigue”, y pasó un hombre que gritó: “No queremos bonos, y no queremos CLAP, nosotros lo que queremos es que se vaya Nicolás”. La Brigada le respondió con más consignas y todo quedó ahí. Los chavistas organizan sus marchas, los opositores las suyas, y la dictadura mundial obliga al gobierno a no meter preso a un usurpador como Guaidó para no provocar una guerra.

La pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es la crisis económica de Venezuela y cuáles son sus causas y efectos? Quedará para la segunda parte, pues mañana empieza la Asamblea Internacional de los Pueblos y hay que madrugar…

*Escrito el sábado 23 de febrero de 2019
Tomado de: La Tizza
25 febrero 2019 12 comentarios 259 vistas
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