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Solidaridad

Ancianidad

Pobreza y ancianidad: la realidad que estremece

por Teresa Díaz Canals 9 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

¿Y qué has aprendido después de tanto dolor, de tantas traiciones?

Entonces le respondí: Aprendí a siempre sonreír

Blaster 

 Delirios de un corazón roto

***

Hace unos días fui a visitar a una persona cerca de mi casa, en el barrio habanero del Vedado. Bajé por 26 hasta la calle 15 y busqué a una señora llamada María. No la encontré. Regresé al otro día por la mañana, la maltrecha puerta estaba entreabierta y allí pude observar a la que buscaba sentada en su cama conversando con una amiga. Lo correcto hubiera sido que me retirara pues estaba ocupada, pero no lo hice. Ella me invitó a pasar y me senté en algo que no era precisamente una silla.

Tras presentarme, empecé a explicarle el motivo de mi visita. Apenas me dejó terminar: «No se preocupe, pregunte todo lo que quiera». Sentí como si la conociera de toda la vida.

Enviudó hace un tiempo considerable y ahora enuncia su gran desafío: morir con dignidad, ya que no pudo vivir con ella. En algunas de las  cartas escritas por esta mujer de 74 años para pedir apoyo —pues fue clasificada como «asistenciada» de Seguridad Social—, entre ellas al mismo presidente de la República, destaca lo siguiente:

– Las condiciones de mi vida actual son «miserablemente indescriptibles».

– Al no poder sufragar los nuevos precios del comedor del Sistema de Atención a la Familia (SAF) y optar por comer en mi espacio, esto hace que necesite, además, una cocina y un refrigerador para la conservación de los alimentos.

– Vivo en un derrumbe, prácticamente en la intemperie ya que no tengo ni una puerta que cerrar cuando decido acostarme, carezco de privacidad,de agua potable, de higiene (me sobran las ratas y las cucarachas).

La habitación en que vive deja el alma helada. Como bien describió esta anciana, no tiene agua dentro de su casa, ni un mueble donde guardar absolutamente nada. En este encuentro me dijo que una Organización No Gubernamental que supo de sus graves condiciones de existencia, recién le hizo llegar un pequeño refrigerador. Confiesa que ese día no pudo dormir en toda la noche, porque le parecía mentira sentir el leve ruido que hace la nevera en el silencio nocturno.

Ancianidad (2)

(Foto: María Lucía Expósito)

Lo que debiera ser un hecho común y corriente —poseer un aparato eléctrico—, para esta persona de sonrisa amplia resultó un gran acontecimiento, pues lo anheló por mucho tiempo.

María Santiesteban Portuondo se cansó de pedir auxilio a las diferentes instancias correspondientes que debían haberla apoyado. Nunca obtuvo una respuesta satisfactoria. De la oficina de la Presidencia, pasaron el problema a la Fiscalía General para que resolviera —o mejor, analizara— el asunto.  Intentaron solucionarlo proponiéndole residir en un asilo, a lo que la solicitante se negó rotundamente, con todo su derecho y razones.

La Dirección Municipal de la Vivienda de Plaza asumió este «caso social». Se dirigieron a ella para pedirle paciencia, que esperara a las calendas griegas hasta que su situación fuera remediada, es decir, hasta nunca.

Cuando se conversa con esta lúcida mujer, es evidente que se expresa de manera excelente. Estudió la carrera de Medicina, que por algún motivo no pudo terminar. Frecuenta de manera sistemática una iglesia que radica en 41 y 42 en el Municipio Playa.  En la actualidad estudia idioma alemán y, sobre todo, la inunda eso que se denomina fe, y que le brinda una sabiduría que desborda la razón científica.

Ancianidad (3)

(Foto: María Lucía Expósito)

María se lamenta porque considera que no fue una mujer de «pelo en pecho», tuvo miedo de protestar con energía, pues no soportaría que la trataran de manera violenta en el plano físico. Sin embargo, su resiliencia, su estoicismo ante la adversidad, la desidia y el abandono de un sistema que se nombra socialista; la convierten en heredera del cimarronaje, de ese legado tremendo que nos transmitieron los seres humanos que fueron esclavizados en esta Isla.

La misma Organización No Gubernamental le acaba de enviar una cocina. Ojalá alguien con autoridad pueda acudir a Aguas de La Habana para que a esta adulta mayor le instalen el preciado líquido, imprescindible para sanear su espacio.

Además, requiere de atención especial en el ámbito de la salud, pues como resultado de una caída tiene afectada la cadera, estuvo por un tiempo imposibilitada de caminar y durante su convalecencia no podía asistir al comedor donde le vendían cierta alimentación. Me comentó que en ese período hizo una especie de huelga de hambre involuntaria.

Me pregunto qué nos está pasando, con algo que siempre ha significado un atributo inherente a la identidad cubana: la solidaridad. Durante décadas Cuba se jactaba de su defensa a los países más pobres, de la ayuda incondicional a cualquier nación del mundo ante un evento trágico. No obstante, no se puede disponer que un grupo de trabajadores le instale agua en el interior de su casita a una anciana enferma.

Eso constituye también una desgracia terrible y a nadie le importa. Disponer de materiales para mejorar una minúscula vivienda en condiciones deplorables, mientras se erigen ante nuestros ojos monumentales edificios para hoteles, sería otorgar un poco de justicia a tanta vergüenza y desigualdad.  

Fui testigo de la reparación constructiva  de una modesta casita donde vive la hija de un funcionario importante del Poder Popular. Ese señor se separó de la esposa y la misma retornó a su lugar de origen con la niña de ambos. Como mismo ese individuo revolucionario se preocupó por el bienestar de su hija, debería tener la decencia de enviar algunos camiones de materiales y monitorear la ejecución para mejorar la vida de las personas más desesperadas en su radio de acción.

Ancianidad (4)
Ancianidad (4)
Ancianidad (4)

Ahora mismo escucho a una artista muy reconocida expresar que en nuestro país existe gran solidaridad. Es lamentable lo distanciada que se encuentra de la extrema pobreza que hoy sufrimos. Dijo también que ella era un poco «chovinista» porque considera a Cuba como el mejor país del mundo.

Le recomendaría que camine un poco por la Cuba profunda y que recuerde la obra del sociólogo norteamericano Erving Goffman (1922-1982), ese representante de la Escuela de Chicago y creador de una teoría dramatúrgica, quien consideró que el teatro constituía una metáfora brillante  para arrojar luz sobre los procesos sociales de pequeña escala.  

Una nueva sensibilidad emergente sería un camino diferente y esperanzador para que María y muchos como ella puedan dormir tranquilos.

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

9 marzo 2022 25 comentarios 2k vistas
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salvan

Los que salvan vidas

por Félix Sautié Mederos 22 julio 2020
escrito por Félix Sautié Mederos

Sucede que mientras Mike Pompeo, quien incluso ha declarado que lo enseñaron a mentir durante su formación profesional, se desgañita denunciado que los médicos cubanos son esclavos forzados que no deben ser aceptados por los países del mundo, cada día más naciones y gobiernos los solicitan internacionalmente y reconocen la solidaridad cubana, así como su capacidad profesional y humana.

Además, los médicos son recibidos en Cuba al regreso de sus misiones por el Gobierno del país con el Presidente de la República a la cabeza; y vitoreados como héroes nacionales. Especialmente por la población de los pueblos, ciudades y regiones cubanas de donde proceden.

Solo quiero repetir lo que dijo Cristiano Ronaldo: “POR LOS MÉDICOS CUBANOS, SÍ”; a quienes como agradecimiento y reconocimiento de lo que hicieron en Italia se les entregó como excepción del club Juventus un pulóver original de su número 7, Cristiano Ronaldo, con su firma. 

¡Qué extraño! Los esclavos que dice el señor Pompeo andan por el mundo salvando gente.

22 julio 2020 59 comentarios 469 vistas
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El otro rostro de Cuba

por Nilda Bouzo 6 julio 2020
escrito por Nilda Bouzo

Quedo desconcertada viendo cómo sigue este país de doble rostro: el que nos muestran diariamente por los noticieros y en la Mesa Redonda… y el real, el de la calle, el que enfrentamos cada vez que debemos salir a pesar de ser personas de alto riesgo de contagio en esta pandemia, independientemente de que somos disciplinados, porque queremos vivir. Claro que queremos vivir mientras podamos valernos y nuestro raciocinio se mantenga como hasta hoy.

Según el noticiero, las personas más vulnerables son los enfermos y los de más de 70 años, los que viven solos, o matrimonios solos. Ives tiene 85, es hipertenso, y yo 78, con una cardiopatía avanzada y otros padecimientos crónicos. Camino apoyada en un bastón de antebrazo por artrosis y problemas de rodilla. Si caemos  con este nuevo coronavirus, estoy segura no la pasamos.

Por la televisión dicen “…está garantizado que las personas solas de más de 60 años permanezcan en sus hogares, porque almas caritativas los visitan diariamente para ayudarlos a solucionar sus urgencias básicas”.  Y “…hay que cuidar que los abuelos se queden en casa”.  Todo eso lo repiten a diario.

Parece que Ives y yo somos “el matrimonio de abuelos invisibles”, o quizá en nuestra circunscripción los encargados tengan una bola de cristal donde pueden ver que estamos bien, porque hasta ahora nadie nos ha insertado en ningún plan para ancianos para poder quedarnos en casa.

No cuento esto para agobiar con nuestras miserias humanas y estoy segura que no somos un caso único.  Solo lo comento para que conozcan que no es cierto que todos los viejos estamos atendidos y cuidados como dicen por el noticiero. Soy consciente de lo que está ocurriendo a nivel global con esta pandemia, lo que ocurre en el resto de los países con miles de enfermos y fallecidos, lo mal que funcionan sus sistemas económicos y de salud.

Para ser franca, hoy día conozco más del resto de los  países que del mío.

Lo que nos muestran de aquí y del modo que funciona nuestro sistema hace pensar que vivimos en un país de ensueño comparado con el resto del mundo.  A veces le digo a Ives por qué no nos vamos a vivir a esa Cuba que nos proyectan por la televisión.

En los cuatro o cinco noticieros diarios que pasan por cada canal nos están bombardeando hasta con la noticia de la aguja que se perdió en un pajar, mejor si fuera en los Estados Unidos que es de donde más conocemos, con su racismo histórico, cierto, sus conocidísimas ansias de dominar al mundo, cierto, el bloqueo que (la mayoría del pueblo cubano) hemos soportado sobre nuestras espaldas, muy cierto… y ahora las revueltas que están virando al revés aquel país y los comentarios de las personas en las calles a quienes los periodistas independientes les hacen preguntas y estos responden de corazón, criticando abiertamente la mala gestión del gobierno. Es lo que vemos todos los días por el canal Telesur.

Pero me gustaría saber más de aquí, de nuestras deficiencias, nuestros problemas internos, y que los periodistas, igual que en el resto del mundo,  pregunten a cualquier cubano lo que piensan de corazón, y sus respuesta, cualquiera que fuera (no solo las favorables, como siempre hacen) también la pudiéramos ver por Telesur.

Todos los pueblos están con dificultades por la pandemia, pero existen diferencias de dificultades en cada país. En el nuestro, el peligro mayor de contagio son las colas de horas para tratar de alcanzar la consabida botella de aceite y el  pedazo de pollo, sin la garantía de poder lograrlo, como nos pasó ayer, que estuvimos desde las 11am hasta las 3pm haciendo una cola para comprar pechugas de pollo y a esa hora de la tarde anunciaron que se había terminado. Lo que quedaba eran alimentos que no debemos comer y nos fuimos con las manos vacías y el ánimo por el piso.

Hoy, todavía con el cansancio físico de ayer nos atrevimos a irnos a otra tienda, porque algo teníamos que comprar para alimentarnos. A las dos horas de cola ya no podía mantenerme en pie por el dolor por mis hernias discales y le pedí a Ives que me acompañara hasta la puerta de la tienda para pedir a los militares que funcionan en esos controles, que por favor nos dejaran pasar.

Yo había revisado la cola y no había ninguna embarazada ni ninguna persona mayor. Todos eran jóvenes y medios tiempo. En ningún momento nos desatendieron ni nos trataron mal, al contrario me explicaron que por ellos nos dejarían pasar, pero que la población que estaba en la cola iba a protestar, cosa no probable, pero era su criterio.

Les expliqué con lujo de detalle nuestra situación, que éramos un matrimonio de viejos, solos y enfermos, pero su respuesta siempre era NO. Ante tanta impotencia el llanto me abatió. Ellos mismos  me aconsejaron que no llorara que me podía afectar. Yo les decía que no lloraba, que simplemente me sentía anulada como persona, y que me parecía increíble que a un matrimonio cubano de nuestra generación nos impusieran colas como las que se forman todos los días en cualquier tienda.

Las personas que hacían la cola en los primeros lugares, ya para entrar a la tienda,  bien cerca de donde estábamos  nosotros, miraban y escuchaban todo. Imagino como si estuvieran viendo uno de los mejores capítulos de la telenovela, pero ninguno fue capaz de alzar la voz para preguntarle al grupo si estaban en contra de que entráramos nosotros, como tantas veces hemos hecho en colas anteriores con embarazadas, y personas aún más ancianas que nosotros.

Como también les hice ese comentario, sin parar de llorar por lo desamparada que me sentía, y su argumento seguía siendo que  la población se molestaría y como también mis argumentos eran sólidos, su sugerencia fue: “lo único que se me ocurre, para veeeeeeer si pueden resolver, porque no puedo garantizarles nada, es que la próxima vez que vengan traigan la Libreta de Abastecimientos para demostrarle a “la cola” que ustedes viven solos, y también traigan sus resúmenes clínicos, para demostrarles que están enfermos… y miren… los voy a dejar pasar, pero no pueden comprar pollo”.  Sus palabras me dejaron “inédita” como decía el finado Churrisco, y eso me hizo sentir más sentimiento.

Le expliqué que precisamente lo que debo comer es pollo hervido, carne de cerdo magra hervida (que tampoco encuentro por ninguna parte), arroz, y viandas hervidas, por mis arterias coronarias tan obstruidas.  Él hizo un gesto como apenado por la situación y ratificó que podía entrar, pero sin comprar pollo. Ya no quedaba más que decir, nada más que hacer allí parada para entretenimiento del personal de la cola. Como somos educados, modestia aparte, les dimos las gracias y nos fuimos de regreso a la casa, más angustiados que el día anterior.

No sé por qué me vino a la mente la antiquísima película de Belmondo, y le dije a Ives que lo vivido bien podría llamarse Las tribulaciones de un par de viejos solos y enfermos, en Cuba. Esta es la crónica de nuestros dos últimos días.

El gobierno está manejando bien el asunto del coronavirus, es el comentario…  pero el de las colas no, y esas colas, en las que tenemos que entrar jóvenes y viejos, son un foco de nuevos casos. No se entiende cómo es que bajan las cifras de contagiados porque en los mercados las aglomeraciones parecen para entrar a un cine o un teatro, en lugar de una cola organizada guardando la distancia requerida. Si no han sabido facilitarle comprar a los matrimonios solos y personas solas… imagina enfermos, además. Al menos en el Vedado, que es donde vivimos, nadie nos ha insertado en ningún plan.

Decidimos no volver a hacer una cola.

Lo de hoy, hablando en buen cubano, le puso la tapa al pomo. Continuaremos alimentándonos de lo que venden por la Libreta de Abastecimientos, que si tuvieran la voluntad de organizarla mejor, bien podrían vender algo más para las personas solas. Sé que este es un país de ancianos pero somos mucho menos los que no vivimos en familia. Y nadie pide que a esos productos le pongan precios subsidiados, solo que estén seguros donde nos corresponda comprar, pero sin exponernos en una cola peligrosa para cualquiera, y que hasta podría ser fatal para un viejo enfermo.

Aquí hay un control de la población tan perfecto, tan riguroso, tan estricto que se sabe quién vive en familia y quién no. Nuestras amistades y familiares que viven en países donde más brava está la situación por el coronavirus, nos aseguran que no debemos preocuparnos por ellos. Cumplen con medidas de seguridad establecidas para no contagiarse, y lo pueden hacer perfectamente.  Cuando salen a hacer sus compras necesarias para la quincena no pasan por las riesgosas dificultades a las que nos exponemos los cubanos.

Si bien parece que aquí han podido manejar con inteligencia este asunto del Covid (lo cual parece ser un asombroso milagro por lo que vemos diariamente en la calle, y muchas personas no creen en esas cifras), no han sabido manejar la situación de las colas. Lo han dejado a la conciencia y la disciplina de la ciudadanía, cuando todos sabemos que el cubano no es disciplinado ni en medio de sus desgracias. Y eso los saben perfectamente los que dirigen.

Decían por la televisión que en lo adelante seremos más solidarios, más sensibles, más unidos, más humanos, pero veo lo contrario. Siento que ya las personas de mi generación no pertenecemos a este mundo. Nuestras victorias y nuestras ilusiones hace mucho tiempo quedaron atrás y no te exagero. Últimamente estoy analizando si hace tiempo nos hicimos invisible y no nos hemos percatado de ello. La impotencia y la ofensa que se siente es mucha.

6 julio 2020 49 comentarios 596 vistas
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bloqueo

Tres preguntas cardinales sobre el bloqueo

por Delio Orozco González 3 mayo 2020
escrito por Delio Orozco González

Calificado por las autoridades cubanas como “bloqueo económico” y por los gobernantes estadounidenses como “embargo”, esta anomalía de las relaciones bilaterales entre ambas naciones nació como medio de presión para liquidar la Revolución del 1ro. de enero de 1959. Y era explicable, una nación como Estados Unidos, primera potencia mundial, no podía permitir, por lo menos en su área de influencia más cercana, la aparición de un electrón libre que, además de escapar de su redil, pudiera infectar o servir de ejemplo a otros países dañando sus intereses. Por eso, mucho antes de las nacionalizaciones de octubre de 1960; las cuales, directamente expropiaron gruesos intereses empresariales norteamericanos en la isla, los norteños tomaron el camino directo de la presión económica para ahogar una isla atada a ellos en este sector desde finales del siglo XIX.

Hubiera sido muy difícil a Cuba resistir la montaña que se le venía encima de no contar con el apoyo brindado por la URSS, apoyo que -preciso es reconocerlo-, pretendía, además de la solidaridad internacionalista, extender el área de influencia socialista al clavar una pica a 90 millas de su adversario más recio. Y fue este apoyo, junto con la aplicación de una política de justicia social, efectiva gestión de control ciudadano y una proyección humanista internacional, la que hizo posible que la resistencia insular pareciera un remedo del relato bíblico de David contra Goliat; pues, cuando implosiona la URSS y el sistema socialista que esta aupaba, la mayor de las Antillas siguió moviéndose a su aire y resistiendo la fuerza de gravedad generada por Estados Unidos. Sin embargo, las reglas habían cambiado y ya no podía gobernarse como antes; entonces, hacia adentro, comienza un lento proceso de “democratización” que tendría su culmen teórico cuando en el 2000 Fidel Castro señala en su concepto de Revolución que esta es, entre otras cosas: libertad y justicia plena para todos; o sea, incorpora a la teoría de la Revolución Social un concepto que hasta ese momento resultaba herético -por lo menos el de la libertad plena- para el canon marxista ortodoxo implementado en la ex-Unión Soviética y el desaparecido campo socialista.

En el plano externo, con la terminación de las misiones marciales en África, la política exterior cubana tomará vuelo extraordinario, ahora no serán militares; sino, envío de médicos, maestros, constructores, artistas y deportistas. Esta diplomacia humanista resultó efectiva en un mundo interconectado y realmente necesitado de edificadores y no de soldados. El in-crescendo de los votos en la ONU a favor de Cuba y en contra del bloqueo desde 1992 demostraron el acierto de dicha diplomacia y el aislamiento, en ese sentido, de EUA. Pero las cosas no cambiaron solo para Cuba, también lo hicieron para USA. La oleada progresista que invadió América Latina en la primera década del presente siglo y plantó cara a la exclusión cubana, la elección de un afronorteamericano para dirigir los destinos estadounidenses y un Papa argentino, convergieron cual triángulo equilátero para cambiar el rumbo de la política norteña, no por generosidad y si por sentido común; pues, como decía Einstein, resulta locura querer obtener resultados diferentes si se sigue haciendo lo mismo. La mayoría de los cubanos vieron con buenos ojos los cambios acaecidos, a fin de cuentas, una normalización de las relaciones con Estados Unidos era deseada desde inicios de la década de 1990; en tanto, hasta esa fecha, el impacto del bloqueo era mitigado en gran medida por el apoyo soviético; empero, a partir de la desaparición del aliado socialista, la isla quedó, desde el punta de vista económico, al pairo.

La realidad que comienza a vivirse en Cuba a partir del 17 de diciembre de 2014 contribuye a generar una visión diferente, especialmente en el soberano, sobre el gobierno estadounidense. Claro, a toda acción corresponde una reacción y si aumentan las remesas, se abre la embajada, se facilitan los viajes, crecen las visas, llegan los turistas, mejoran las comunicaciones y se produce un aflojamiento de las tensiones, “los yanquis no son tan malos”. En las estructuras de poder y sus voceros se perciben dos tendencias, una que ve con más preocupación que beneficio el acercamiento porque el cambio de política tiene para ellos, como objetivo indirecto, la destrucción de la Revolución por otros medios, dedicándose entonces a descalificar a aquellos que aplauden la distensión y critican los errores de la construcción social cubana como elemento real de la erosión ideológica, espiritual y sentimental en el proyecto de vida  insular. Otra, aunque no dejaba de reconocer los riesgos, acepta el reto porque sabe que se puede convivir respetando diferencias y entiende que nunca hubo buena guerra.

Un giro de 180 grados se produce en 2016 con la elección presidencial de Donald Trump, negociante, no político; quien, anula casi todo logrado por su antecesor y vuelve a llevar las relaciones al áspero estado anterior. Para lograrlo, el actual mandatario norteamericano echa mano a las herramientas que le brinda el bloqueo y es aquí donde resulta preciso evaluar, aunque sea brevemente, el tema a través de tres preguntas:

1.-¿Puede el bloqueo norteamericano hacer cambiar el sistema socio-político de Cuba?

En realidad comenzó a sentirse con fuerza hace 30 años y aunque la solidaridad de gobiernos de Latinoamérica al día de hoy ha disminuido por la inclinación de algunos hacia la derecha y las presiones estadounidenses, la diversificación de las relaciones con otros países y la incorporación de nuevos mecanismos económicos, pone la nación en mejores condiciones para sortear presiones, mientras su sostenida política exterior de solidaridad le sigue granjeando amigos y buena voluntad. El número de países que le apoyaron en la última votación de la ONU (183) lo hace sentirse acompañado y da sostén moral a la resistencia, especialmente al gobierno. El valor pedagógico de esta resistencia es una carta exhibida por Cuba a los cuatro vientos y no sin razón, más de diez administraciones no han podido hacerle variar el rumbo y, si le ha dado resultado, seguirá haciéndolo.

2.-¿El bloqueo afecta más al gobierno y partido cubanos que al pueblo?

En todo tiempo, lugar y sistema, quienes detentan el poder están en mejores condiciones de sortear problemas y dificultades diarias. No obstante, y más allá de una idea de servicio al pueblo, la dirigencia cubana sabe que la práctica y tolerancia de los actos de corrupción, imposibles de ocultar en una época como la actual, resultan más peligrosos que los marines, puesto que restarían credibilidad y confianza a su gestión otorgando razón a sus adversarios políticos. No es que no haya, es que no son tan groseros, ni estimulados y como la distribución de la riqueza se hace a través de productos y servicios, la mayor parte de ellos subsidiados, el peso de las carencias cae sobre la población, no sobre el grupo dirigente; el cual, no se cansa de decirlo y más importante que ello, demostrarlo. Es difícil, muy difícil creer en la buena voluntad y deseos de un gobernante de traer libertad y progreso a un país cuando en medio de una pandemia le niega medios y recursos para obtener medicamentos y salvar vidas. Desde los evangelios se dice que los hombres, como los árboles, se conocerán por sus frutos.

3.-¿Es el bloqueo, como dice el gobierno cubano, el principal obstáculo al desarrollo cubano?

Los hechos, los obstinados hechos, parecen darle la razón al gobierno cubano; pues, cuando en virtud del bloqueo no se pueden obtener medicamentos, materias primas, equipamientos o acceder a fuentes de financiamiento, cuando se amedrentan inversores o es preciso buscar los elementos para sostener el país en sitios alejados encareciendo su precio, nadie, en su sano juicio, podría argumentar que el bloqueo no es rémora ni obstáculo al desarrollo del país. Finalmente, el bloqueo no solo entorpece el desarrollo económico y social; también el democrático del país; pues, en la medida que privan al país de recursos, le ofrece en bandeja de plata a los extremistas de izquierda, a los intolerantes, a los que no hacen bien su trabajo, a los que viven del puesto y a los negligentes los argumentos que necesitan para barrer bajo la alfombra sus falencias y responsabilizar al bloqueo de sus yerros. El bloqueo debilita la labor cívica del pensamiento honrado y la denuncia ciudadana porque es muy complicado, estando en una misma trinchera, denunciar a quien robó tres litros de aceite o cinco libras de harina, de los cuales, a lo mejor, te da uno del primero y dos libras de la última, cuando el que está enfrente y dice ser amigo, niega medicinas al herido, comida al hambriento y medios para el progreso humano.

3 mayo 2020 19 comentarios 563 vistas
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pobres

En la mesa de los pobres

por René Fidel González García 24 febrero 2020
escrito por René Fidel González García

Bajo el título de Cubanidades, el politólogo y filósofo argentino Atilio Boron ha publicado un artículo que pretende explicar “qué es Cuba y cuál es el misterio de la isla rebelde”.

Se puede o no coincidir con muchas de las cuestiones que afirma sin demasiado afán de profundidad y en una clave, en mi opinión, íntima y de admiración a la Cuba que le ha recibido durante años como amigo y académico de izquierda. Pero me ha llamado la atención de inmediato en el texto, por ser una de las ideas que permanecen subrayadas editorialmente en su reproducción en el sitio Cubadebate y porque me sorprendió encontrarla como parte de la explicación que se propone, lo siguiente.

“Cuba es una buena mesa con moros y cristianos, frijoles y tostones, cerdo en lonjas, cordero asado, langostas y pescados rellenos de camarones. También tamales en cazuela y la yuca con mojo de ajo, chicharrón y limón. Además, sopas que te vuelven a la vida, helados riquísimos, postres a cual más dulce y un elixir llamado café. Cuba es mojitos, piñas coladas y para rematar el banquete y deleitarse hasta el infinito rones exquisitos y tabacos incomparables, únicos en el mundo“.

¿ Y esto es de un intelectual de izquierda?, ha preguntado en las redes sociales una compañera. Lo peor es que sí, que es un intelectual de izquierda, como lo es también el medio cubano que lo replicó de inmediato, o los profesionales que saldrán mañana a resaltar las otras partes del artículo y la susceptibilidad de los que reaccionen a lo que se puede tomar como algo a medio camino de ser una idea creíble dentro del ramplón y fatuo plegable de promoción de un touroperador improvisado.

O como un insulto al pueblo que ha hecho y sostiene con su sacrificio, paciencia e increible nobleza cotidiana el resto – y más – de lo que se afirma en el artículo, pero nunca como un argumento para explicar qué es Cuba y cuál es el misterio de su rebeldía.

Yo no sé tampoco si nos endilgarán un discurso moralizante y severo temprano en la mañana, o al mediodía, como ocurre a ratos, o si callarán en sus perfiles de las redes sociales en espera de la próxima oportunidad para exigir todo el peso de la Ley contra los delincuentes, o contra cualquiera que no tenga ni una gota de poder disponible mientras ven esa misma Ley ser pisoteada y burlada una y otra vez como un maleficio atroz, como una maldición inexorable por los que sí lo tienen.

Lo que si sé y me alarma, no es la opinión de un académico, poco afortunada para nuestra realidad pero coherente con los espejismos que ocasionan las formalidades del protocolo, o con la capacidad de su propio peculio, es que exista y se empodere finalmente entre nosotros un nueva izquierda tan obsesionada y feliz por la belleza, la belleza de sus cosas, que acabe creyendo que es posible que confundamos nuestra pobreza y prosperidad, las cubanidades que pueden coexistir en nuestras luchas, fracasos y éxitos, en nuestros sueños, con sus vanidades.

¡Bienvenidos a la belleza!, parecería nos dicen sin bochorno, ni humildad, a los cientos de miles de ancianos empobrecidos y sólos que almuerzan y comen por la protección que garantiza el Estado, a los millones que esperan en largas colas que llegue un picadillo infame, o los huevos a la bodega con inquietud meteorológica porque es su fuente fundamental y sobre todo más democrática de acceso a la proteína. Para ellos, y para la mayoría, ni antes, ni ahora, Cuba fue ese “deleitarse infinito”, y es por eso que nuestro David metafórico no es pequeño.

Siento que estamos entrando como sociedad con entusiasmo y desparpajo – otros estarán en pleno goce desde hace mucho ya- a una época de cinismo en que la realidad estaría siendo pensada como un producto de consumo para escapar de ella quienes no pueden precisamente hacerlo.

Nos hacen mucha falta que lleguen otra vez, que salgan de entre nosotros otra vez, los héroes del bien, de la decencia y la honestidad, esos que la otra Cuba, que el pueblo grande alienta con las injusticias que caen sobre él, y cuando el pueblo chiquito es más soberbio.

Hay que tomar nota del peligroso declive ético que se está produciendo, del conservadurismo político y social que emerge esta vez conectado al poder económico, o con el encubierto e inconfesable deseo del poder, para medrar y alcanzar la riqueza a través de nuestras desgracias, hay que entender el arraigo y expansión de la cultura, los valores y las prácticas de los marginales exitosos, de la manera en que han infiltrado nuestras instituciones y logrado, por ahora, acorralar a la ética y al civismo.

De ese declive ético, de esos ejercicios sostenidos del oportunismo y la cobardía rentable y rentabilizada por ellos habrá que esperar los peores males. Pero no hay que olvidar nunca que la mesa de los pobres es también política, como la vergüenza virtud.

24 febrero 2020 53 comentarios 893 vistas
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El legado de Mandela

por Alina Bárbara López Hernández 25 septiembre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Si cuando Nelson Mandela fue liberado —tras veintisiete años de prisión, torturas e incomunicación familiar—, hubiera encabezado una cruzada radical para movilizar a la postergada población negra de Sudáfrica; en buena lid no se le podría criticar. Sin embargo, el encierro forzoso, que le arrebatara la juventud, la salud y hasta su matrimonio, como pronto se vio, le había proporcionado también una gran sabiduría. Inteligencia no, esa la tuvo desde pequeño y le permitió graduarse de abogado, pero en el mundo de la política la inteligencia no lo es todo.

Al ser elegido poco tiempo después como el primer presidente negro de Sudáfrica, este hombre, de mirada optimista, dulce y profunda, asombró al mundo al reivindicar los derechos humanos de todos y cada uno de los sudafricanos. Él, discriminado siempre por su color y su ideología, mostró la más decidida postura a favor de la inclusión. “Un país para todos” era su sueño, y parecía una utopía en aquellos momentos dada la actitud de algunos de sus colaboradores y de gran parte de la población, negra y blanca, que seguía percibiéndose en las antípodas condicionada por siglos de alejamiento y desconfianza.

Mandela logró algo que parecía imposible: fundar una patria donde existían territorios aislados por barreras físicas; constituir una ciudadanía donde antes vivieran ellos y nosotros; demostrarle a todos —parafraseando a nuestro Martí—, que sudafricano era más que blanco, más que negro, más que mestizo.

Todavía faltaba su más grande lección. Cuando estuvo seguro de que su proyecto era un hecho, Nelson Mandela —Madiba— se hizo a un lado y dejó que otros dirigieran. La ambición por el poder y la gloria, tan común en los líderes políticos y tan dañina para sus pueblos, no lo deslumbró. Retirado pasó los últimos años de su vida, pero cimentó el más bello ejemplo de respeto, pluralidad, tolerancia y paz. Por ello la Organización de Naciones Unidas ha convocado a una cumbre especial sobre la paz en ocasión del centenario del líder africano. A este homenaje se une todo el equipo de La Joven Cuba.

25 septiembre 2018 11 comentarios 719 vistas
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Hungría 1956: pueblo insumiso

por Consejo Editorial 4 agosto 2018
escrito por Consejo Editorial

Por: René Portuondo

Corría el año 1956, mientras los revolucionarios cubanos bajo el mando de Fidel en México preparaban el inicio de la lucha insurreccional que comenzaría a finales del mismo año, a varios miles de kilómetros de Cuba el pueblo húngaro se preparaba para uno de los acontecimientos más dramáticos y polémicos de su historia reciente: La Insurrección de Octubre de 1956.

Tal vez por lejanía, o porque el inicio de nuestro periodo revolucionario estuvo marcado por la influencia del poder soviético (a quien poco le convenía la difusión de estos hechos), en Cuba muy poco se conoce de los acontecimientos allí ocurridos y su repercusión posterior para el campo socialista.

Hungría, aliada de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, fue ocupada por el ejercito soviético en el mes de febrero de 1945, constituyéndose un gobierno de “democracia popular” mediante elecciones pluripartidistas en donde los miembros de Parido Comunistas (en lo adelante “el partido”) quedaron en un segundo lugar. A pesar de esto, los líderes del partido mantuvieron un control casi completo de la vida política y económica del país por mediación de las fuerzas del ejército soviético acantonadas en Hungría desde el fin del conflicto, y que permanecerían en el territorio hasta varias décadas después.

Para el año 1953, más de ocho años después de comenzada la ocupación soviética, el país vivía una tensa situación marcada por una inestable economía, una inflación sobre-dimensionada, salarios reales precarios, colectivización forzada de la agricultura y una industrialización aceleradas en la industria pesada que se sustentaba en los sacrificios de millones de obreros y campesinos. Las purgas sistemáticas a lo interno del partido y el gobierno húngaro; llevadas a cabo fundamentalmente por la línea dura del partido de corte estalinista encabezados por Matyas Rakosi, eran comunes y minaban en gran medida la aprobación de las masas a la dirigencia partidista. A mediados de ese mismo años la situación ya insostenible, fuerza a un cambio radical en las altas esferas del gobierno Húngaro, siendo elegido Imre Nagy como presidente del Consejo de Ministro.

El nuevo gobierno recibió en un primer momento el apoyo de la Unión Sovietica, que tras la muerte de Stalin comenzaba un proceso de desestalinización, que comprendía también una crítica a los dirigentes húngaros estalinistas. Durante los primeros meses el nuevo gobierno impulsó una serie importantes de reformas (que luego se convertirían en el núcleo de las peticiones del los sublevados en 1956), que iban desde el cese a la colectivización de la economía, aumento de salarios y desarrollo de la industria ligera hasta el inicio de conversaciones para la retirada de las tropas soviéticas acantonadas en el país. Claramente medidas que no fueron de agrado para el poder soviético, que poco a poco comenzó a distanciarse de Nagy y a planear su revocación, que si hizo efectiva en abril de 1955.

A pesar de la caída del gobierno de Nagy y el cese de sus reformas, la intelectualidad Húngara y fundamentalmente el estudiantado universitario hizo suyas las reformas impulsadas por el mismo y las convirtieron en base de sus demandas posteriores. Los mismo comenzaron a organizarse en círculos de estudio y debate, así como en organizaciones que se alejaban de las institucionalizadas por el poder soviético y reforzadas por el nuevo gobierno pro-soviético. La vuelta a la colectivización y el cese de las reformas políticas iniciadas por Nagy, encontró poca aceptación en la población que apoyaba en gran medida las mismas y comenzaron a presionar para que se restituyeran.

A comienzo de octubre de 1956, el país vivía momentos de efervescencia, los acontecimientos ocurridos en Polonia, en donde miles de obreros habían tomado las calles para exigir reformas, se encontraba muy cerca en la mente del pueblo húngaro que en gran medida necesitaba y pedía cambios similares. Sin duda la guía la marcaba la intelectualidad húngara, muy seguida por el estudiantado que al frente del movimiento reformista se erigían como las clases más radicales y revolucionarias del momento.

El día 23 de octubre de 1956 en una manifestación organizada por la intelectualidad en honor a un célebre poeta Húngaro, las palabras centrales de dicho acto fueron dirigidas a la necesidad urgentes de reformas al modelo económico y político, así como el caso omiso que de las mismas hacía el gobierno. Al mismo tiempo miles de estudiantes congregados en la misma manifestación, luego de las palabras centrales del acto, relazaron proclamas en contra del orden político del gobierno “comunista”, llamando a su necesaria sustitución, lo que los convirtió en la mecha de la sublevación que inicio ese día con las consecutivas manifestaciones de los universitarios de Budapest, encabezados por la Universidad Politécnica de la ciudad. Las protestas se extendieron por toda el país y a los estudiantes se fueron sumando millares de obreros, hasta que ya en el anochecer cerca de 200.000 ciudadanos se congregaron en las afueras del parlamento húngaro para pedir las tan necesarias reformas y la salida del gobierno.

En este momento crucial, el comité central del partido, decidió restituir a Imre Nagy a frente del gobierno, en gran medida para calmar los ánimos exaltados de los manifestantes. Al mismo tiempo de estos acontecimientos, varias unidades del ejército nacional húngaro se unían a las manifestaciones, que aunque aun pacificas adquirían cada vez un carácter más violento. En los días subsiguientes, varios líderes comunistas húngaros abandonaron el país y tras un primer momento de despliegue en las calles, las unidades soviéticas volvieron a sus cuarteles, dejando en manos de los húngaros la resolución de los acontecimientos.

Las manifestaciones que se extendieron por todo el  resto del mes, encontraron fuerte resistencia en las unidades del Departamento de la Seguridad del Estado, que bajo la dirección directa de la línea más dura del partido reprimió en varias ocasiones a los manifestantes. El clima de ingobernabilidad se extendía por todo el país y aun que el nuevo gobierno prometía volver al curso de las reformas, la desconfianza y las continuas confrontaciones en la dirección del partido, conllevó a que se detuviera casi por completo la vida económica y administrativa del país.

Fue en este momento crítico en donde los obreros húngaros dieron el paso al frente para salvar la situación y volver al país a la tranquilidad. En las fábricas se crearon los Consejos Obreros, que pusieron nuevamente a funcionar la economía y en otras instituciones no productivas, se constituyeron los Comités Revolucionarios que sirvieron para la reorganización de la institucionalidad. El nuevo gobierno, casi sin salidas, dio gran poder a estas nuevas organizaciones surgidas en el marco de la insurrección y en los días finales del mes de octubre se celebró en Budapest un congreso con representantes de dichos Consejos y Comités, para definir las directrices del nuevo gobierno. Entre las principales peticiones se encontraban:

– Desarrollo de la industria ligera y cese de la colectivización de la agricultura.

– Liberación del comercio minorista.

– Disminución de impuesto y aumento de salarios.

– Autonomía obrera en las fábricas.

– Salida de las tropas soviéticas acantonadas en el país.

A pesar del creciente apoyo que comenzaba a ganar el nuevo gobierno húngaro, las reformas no eran del agrado del poder soviético, que veían en las mismas un peligro para su dominio en el país. A pesar de ello los soviéticos se mostraban cautelosos ante la situación, pero ante el anuncio del gobierno húngaro de empezar a considerar su salida del Pacto de Varsovia, los altos mandos soviéticos aprobaron la intervención de emergencia en Hungría, a la que se denominó “Operación Torbellino”, que inicio del día 4 de noviembre en la madrugada.

A pesar de las escasas defensas con que contaba el débil nuevo gobierno, los obreros organizados junto a estudiantes y campesinos dieron muestras de fuerte resistencia en varias partes del país, fundamentalmente en Budapest donde en algunas zonas se continúo luchando hasta el día 11 de noviembre, cuando los últimos reductos de la resistencia Húngara se rindió. En este contexto y como última esperanza para salvar la insurrección, millares de obreros se lanzaron a las calles en huelga general, que daría hasta enero de 1957, donde la fuerte represión acontecida después de dichos acontecimientos logró retomar el orden en el país.

Cerca de 5000 húngaros murieron, en esos días, entre ellos casi 2500 en los combates contra la invasión soviética, igual número en la represión desatada días después. Imre Nagy y sus colaboradores fueron encarcelados y llevados a Rumanía, para luego volver a ser traídos a Hungría, acusados de traición y ejecutados a mediados de 1958.

Durante muchos años en el campo socialista, se debatía de la dimensión y del sentido de dicho acontecimientos, aunque los mismos trataron (con cierto éxito) de ser invisibilidades por el gobierno soviético. Revolución o Contrarrevolución, es una disyuntiva que aún hoy crea conflicto para los que desde la izquierda nos acercamos a dichos acontecimientos.

Está comprobado la mano de los servicios de inteligencia occidentales, así como la de la Santa Sede en planificaciones en contra del gobierno “comunista”, pero el desenvolvimiento de los hechos demostró que no fueron ni las organizaciones Demócratas-Cristianas (apoyadas por el Vaticano) ni las organizaciones formadas por antiguos miembros del régimen húngaro de la segunda guerra mundial (apoyadas por occidente), las que llevaron el peso de los acontecimientos allí ocurridos. Los obreros húngaros, el estudiantado y parte de la intelectualidad revolucionaria fueron los grandes protagonistas de esta gesta y fueron también los que más caro pagaron su rebeldía.

Tomado de: La Trinchera

4 agosto 2018 14 comentarios 600 vistas
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Octubre catalán

por Frank García Hernández 31 octubre 2017
escrito por Frank García Hernández

Por una razón extrañísima, la noticia del nacimiento de la República Catalana me sorprendió en un centro comercial de Varadero. Arriba de un aparato tragamonedas para atrapar juguetes, habían colocado un televisor gigante con la señal muda del canal TeleSur. En la pantalla se veía una calle de Barcelona donde la gente se concentraba con esteladas azules y rojas, se saludaban alegres, se besaban, se daban abrazos: había nacido una república, un hecho que, si se tiene en cuenta que todo empezó el día 1ro. y que ya hoy día 30 se ha disuelto el Parlament,  podremos ver quizá mañana en la historia como el octubre catalán.

Ha nacido una república en una nación que guarda un nexo fuerte con el bando libertario de la Guerra Civil. En Catalunya hay nombres inolvidables: desde el anarquista Durruti, pasando por el presidente de la Generalitat Lluís Companys -de quien Puigdemont debería aprender una lección de dignidad- hasta llegar al fundador de la más irreverente de las organizaciones políticas marxistas de la época: Andreu Nin y su Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), perseguido y combatido –Nin fue asesinado por la GPU- por el estalinismo que, con su línea de socialismo en un solo país, no le interesaba para nada hacer la revolución.

Al parecer tampoco le importa hoy la revolución a Pablo Iglesias cuando dice que la declaración de independencia es ilegal e ilegítima. Disculpe, muy señor y tan poco compañero Pablo Iglesias, pero ¿a quién hay que pedirle permiso para iniciar una rebelión? El 26 de julio de 1967 Che Guevara en su diario de Bolivia escribió que el asalto al cuartel Moncada fue no solo contra las oligarquías, sino también contra “los dogmas revolucionarios” y usted, o es un dogmático –que no lo creo así- o le hace un juego perfecto al sistema del gran capital –que es otra forma de propalar el dogma, solo que debiésemos ver entonces, cuál dogma-. Flexible en política pero no en principios, decía Fidel Castro, pero esa declaración suya es una genuflexión total ante la propiedad, la patria y el Rey.

Al parecer la izquierda –muy- española no se acaba de enterar de qué cosa es el internacionalismo. No hablemos del horrendo PSOE, sino de Francisco Frutos, comunista renombrado, que ha hablado en la manifestación de derechas convocada el domingo en Barcelona y como el mejor exponente del socialchovinismo ataca, bien domado, la independencia catalana sin mencionar la consecuencia histórica que tiene esta nueva república.

El nacimiento de la República Catalana es, ante todo, un hecho mayúsculo de rebelión contra el Estado monárquico y antidemocrático que dejó impuesto el franquismo en 1978. Es por tal insumisión que la Unión Europea le teme y ataca. El presidente de Flandes dice que no se reunirá con Puigdemont. Estados Unidos y Colombia prefieren “una España unida”. Y no es solo que después puede ser Escocia, ser Irlanda del Norte, ser Euskal Herria, sino que en todas ellas existe un fuerte componente de izquierda insumisa. En el caso catalán los marxistas del CUP –Candidatura para Unidad Popular- pueden resultar ser los bolcheviques del momento.

El tímido Puigdemont

Es cierto que el PDCat es un partido burgués y que Puigdemont no se ha puesto a la altura de lo que es ya una fecha tan histórica como el pasado viernes 27 de octubre de 2017, pero como quiera que se vea, se va de frente contra la monarquía colonial que no ha visto una explosión tan grande desde el 14 de abril de 1931 cuando nacía, con la abdicación de un tal Alfonso, la II República.

Puigdemont es un caso aparte. Su falta de determinación lacera y enturbia este bello suceso: el gesto de no arriar la bandera española del Palacio de la Generalitat y pensar en ir a las elecciones del 21 de diciembre que convoca España, un Estado el cual, debía ser ajeno en ley y forma desde el viernes pasado, evidencia que este hombrecillo -y su cúpula- se ha pensado todo esto casi como una mera formalidad. Lo horroroso sería que esta postura se expandiese entre otros partidos y quedare inmovilizada tanta fuerza rebelde, algo que solo traería decepción y desmovilización, es decir, un avance de la reacción colonial.

De hecho recordemos algo: el jueves pasado Puigdemont acataba el pedido de Madrid al convocar elecciones anticipadas, solo que Madrid al ver la debilidad de su contrincante le exigió aún más: el 155 llegaría de todas formas. Pero si Rajoy hubiese dado luz verde a elecciones anticipadas se habría consumado el sueño de Puigdemont: ganar la presidencia de la Generalitat y el Parlament por una mayoría total que le escoltaría –piensa él- por haber hecho una maroma con aires de independencia, pero con mucho tacto y timidez dentro del sistema.

Pero el pueblo catalán le presionó, y le presionó tanto que se ha visto proclamando una república y vistiendo un traje de héroe que no nunca quiso.

Pero Puigdemont retrocede más y todo parece ser que está ahora en Bélgica, no queda bien claro si buscando asilo político o recabando apoyo, pero deja, como quiera que fuese, muy mal parada su imagen al abandonar al pueblo que habrá de enfrentar solo el embate de una metrópoli que envía ómnibus llenos de fascistas para aparentar en Barcelona que los catalanes se quieren quedar en España. Algunos piensan que más les puede ayudar en el exilio que preso, pero Mandela destruyó el apartheid desde dentro.

¡Solidaridad urgente!

Ese pequeño país del Mediterráneo estremeció tanto a George Orwell que provocó en este escritor el libro Homenaje a Catalunya. Entonces Orwell pedía que no dejasen sola a Catalunya. Hoy cada ser humano que se sienta libre debe sentirse más libre desde el viernes 27 de octubre cuando toda la felicidad parecía caber en la Plaza Sant Jaume. Si en Ucrania un grupo de ultraderechistas se ofrecen para defender la integridad de España, en el mundo debiéramos ofrecernos para defender la libertad y la república en Catalunya, contra la monarquía, el fascismo y el capital.

Si no podemos atravesar el Atlántico al menos pinte una bandera catalana en los muros, ponga una estelada o una bandera del FC Barcelona, deje un comentario en Facebook, comente las noticias entre los suyos ¡es horrible lo que publica la prensa española y su comparsa! Hay mil formas de actuar y ser, sino todo lo revolucionario que debiéramos ser, sí un poco más solidario ahora y nostalgiar las revoluciones que no fueron. Yo, no tengo casa propia, pero si algún catalán necesita dónde asilarse por haber defendido a su patria, cuente con el hogar de este cubano libre que todo el fin de semana hizo ondear una estelada.

Tomado de: Desnudos de Cuba

31 octubre 2017 89 comentarios 334 vistas
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