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Medicamentos

Medicamentos en Cuba: crisis y alternativas

por José Manuel González Rubines 18 mayo 2021
escrito por José Manuel González Rubines

Recién había cumplido sus ochenta, cuando Octavio Francisco González sintió que el cuerpo se le empezaba a poner rígido. Los brazos del bodeguero que había sido se movían como «manecillas de reloj», y las piernas solo daban pasitos cortos y tímidos, pegados al suelo. Tan pronto lo vio traspasar la puerta de la consulta, su médico no dudó en el diagnóstico: Mal de Parkinson.

Desde entonces depende de la levodopa con carvidopa, cuyas dosis ha venido aumentando a medida que la enfermedad progresa. De tres cuartos de pastilla, tras cuatro años de padecimiento debe tomar dos y media al día. Su familia está consciente de que si deja de hacerlo, la rigidez se extenderá poco a poco y no podrá siquiera tragar. Él también lo sabe porque lo ha sentido.

Hace meses que adquirir el medicamento es un suplicio. Desde finales de 2020 a las farmacias se les suministra aproximadamente el 35% de la cantidad requerida por los pacientes. Su situación la alivia gracias a amistades que le consiguen las pastillas por diferentes vías y lugares. También ha acudido a las compras en el mercado negro, que puede pagar, entre otras cosas, por la ayuda que viene del exterior de la mano de su hijo mayor.

No todos los pacientes de Parkinson en Cuba tienen la misma suerte. 

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«Hola!! Por favor necesito estos medicamentos Clopidogrel, Espironolactona. Tengo a mi abuelita con un infarto cerebral ingresada y en el hospital no hay medicamento y de eso depende su recuperación. Agradezco la bondad» [sic.]

Grupo de Facebook Medicamentos ayuda a La Habana – 7.6 mil miembros

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La crisis de medicamentos no es nueva ni tiene su origen en los efectos de la pandemia, aunque sin dudas esta la ha agudizado. Según el Reporte de medicamentos en falta publicado por BioCubaFarma, en el que aparecen únicamente los productos que esa entidad aporta al Cuadro Básico de Medicamentos de Cuba (CBMC), la lista de enero de 2020 la integraban 60. Entre ellos estaban algunos tan demandados como el atenolol, la cefalexina, o el diazepam.

En febrero de 2020, un mes antes de que se detectara el primer caso de Covid-19 en la Isla, el reporte arrojó un faltante de 78 fármacos; en marzo, 86; en abril, 98; en mayo, 94; en junio, 85; en julio, 88; en agosto, 84; en septiembre, 93; y 80 en octubre, fecha de su última publicación. En la web de la empresa se asegura que al cierre de diciembre faltaban 85 productos, lo que indica que la tendencia se mantuvo.

El CBMC para 2020 y 2021 está constituido por 619 renglones. De ellos, en el primer año, la industria nacional produjo el 58% y en el segundo, el 59%. Conocer el faltante total de fármacos —importados y nacionales— es difícil dada la carencia de reportes actualizados. Como dato referencial resulta ilustrativo que en una comparecencia en el programa televisivo Mesa Redonda del día 3 de julio de 2020, el ministro de Salud Pública señalara la inexistencia de 116 medicamentos —87 nacionales y 29 importados—, cifra que representa el 19% del CBMC.

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En la emisión del 3 de julio de 2020 el ministro de Salud Pública informó sobre la situación de los medicamentos en el país (Foto: sitio web del Minsap)

En la misma emisión, el presidente de BioCubaFarma, Eduardo Martínez, aseguró que la situación tenía entre sus causas la carencia de materias primas y otros materiales, la perdida de proveedores habituales a causa del bloqueo, la imposibilidad de realizar transacciones bancarias para efectuar pagos, el cierre de las plantas productoras en China por problemas de contaminación ambiental y afectaciones con las navieras habituales que provocaron excesivos tiempos logísticos.

En el artículo ¿Cómo ha afectado el bloqueo a la salud pública cubana en medio de la pandemia?, publicado en Cubadebate, se reseña, por ejemplo, que la Agencia Naviera de México S.A. notificó que no había buques disponibles para recalar en Cuba por las restricciones, lo que perjudicó la entrega de dipirona y glibenclamida. Asimismo, destaca el texto que el bloqueo causó pérdidas al sector de la salud de 198 millones 348 mil dólares.

En su referida presentación del 3 de julio de 2020, Portal Miranda identificó como causas internas de las carencias a las siguientes: deficiente uso de medicamentos debido a prescripciones inadecuadas y de complacencia, deterioro del funcionamiento de las farmacias, problemas organizativos y de control, actividad delictiva y déficit en la preparación de los recursos humanos.

El Portafolio de Inversiones de BioCubaFarma 2018, último publicado, señala también otra de las razones cuando propone una inversión en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel para erigir una planta con capacidad productora de 5 mil millones de unidades. Esta obra, que pertenecería en un 49% a una parte extranjera, se realizaría «teniendo en cuenta la obsolescencia tecnológi­ca de las actuales plantas productoras de table­tas y cápsulas». De hecho, fármacos como el enalapril y el atenolol se ausentaron de las boticas en 2020 por «Rotura de Equipo Tecnológico», según el citado Reporte de medicamentos en falta.

Medicina en Cuba: realidades dispares

Sin embargo, estos datos de la cartera de inversiones tienen una antigüedad de tres años, por lo que habría que constatar si el proyecto de construcción de la planta productora de medicamentos se concretó. Es evidente que desde marzo de 2020, cuando se detectó la Covid-19 en Cuba, el sistema de Salud ha incurrido en enormes gastos para el manejo y control de la pandemia, dado que ha sostenido a varios miles de personas en centros de aislamiento, así como a más de 110 mil pacientes diagnosticados con la enfermedad que han tenido alguna forma de estancia hospitalaria.

No obstante lo anterior, según una publicación muy reciente de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la República de Cuba (ONEI), la inversión en ciencia e innovación tecnológica durante el pasado año fue 72 veces menor que la ejecutada, también en plena pandemia, en las áreas de «servicios empresariales, actividad inmobiliaria y de alquiler», que incluye la inversión turística. Como destacara con lógica alarma el economista cubano Pedro Monreal, a pesar de la disminución de la demanda en el sector turístico, se le destinaron 4 138.8 millones de pesos; contra apenas 57.3 millones consignados a la ciencia e innovación tecnológica.

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«Bueno días gracias por aceptarme en el grupo necesito algo para la sarna estoy desesperada» [sic.]

Grupo de Facebook Medicamentos ayuda a La Habana

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El pasado 23 de marzo, el diputado español Emilio del Valle, del ultraderechista partido VOX, se refirió durante una intervención en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso a una «epidemia de sarna» que afectaba sobre todo a La Habana y de la que tuvo noticias a través de una hermana monja que vive en la Isla hace alrededor de siete años.

El tema es recurrente en redes sociales, donde es posible apreciar que la ausencia de medicamentos para tratar la dolencia, como la permetrina, ha elevado a niveles insospechados los precios de los pocos que existen y ha generado una ola de innovación en cuanto a paliativos. Pululan las publicaciones que venden, a más de 200 CUP, la botella pequeña de refresco —casi extintos también— de un líquido parduzco elaborado a base de coco. En igual sentido se recomienda usar hojas de guayaba, ceniza de madera o jabón de azufre.

En sitios como Revolico aún puede conseguirse permetrina en crema y loción —nacional e importada— solo que para ello al afectado también le picará el bolsillo, pues deberá pagar una suma que oscila entre los 600 y los 1000 CUP por tubo o frasco —válido es recordar que el salario mínimo en Cuba es de 2.100 CUP mensuales y la pensión mínima, de 1.528 CUP.

Ese medicamento comenzó a escasear desde enero de 2020, por «No disponibilidad de materias primas, producto terminado y materiales», en cuatro provincias. Ya para marzo estaba desaparecido en quince, condición que mantiene. 

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«Por favor necesito alprazolam para mi mamá, sólo me guedan 5 pastillas y es lo único que le a kitado los ataques de pánico y empezó a dormir después de dos meses casi sin dormir por favor ayudenme. gracias» [sic.]

Grupo de Facebook Buscando mi medicamento – 1.9 mil miembros

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Elaine Ramos tiene veintinueve años y padece de trastorno global del desarrollo. Además, está operada de un tumor en el cerebelo y es autista. Vive en Colón, Matanzas, con su madre, Yamilet Torres, dedicada por entero a cuidarla.

Desde diciembre, la muchacha, que pasa la mayor parte del tiempo sobre una cama, no tiene medicamentos. Su mamá no puede hacer la extensa cola de la farmacia para adquirir el clonazepam y la fenitoína —sustituibles por diazepam o nitrazepam—, todos prácticamente desaparecidos. Tampoco puede comprarlos en el mercado negro, dado que sobreviven con una pensión de 4460 CUP asignada por la Seguridad Social.

Por esa razón, Elaine duerme apenas dos o tres horas diarias. Vive en un estado de ansiedad permanente y las convulsiones se han vuelto peligrosamente frecuentes. Por si no fuera suficiente dolor, Yamilet tampoco logra conseguir el omeprazol y la cimetidina que necesita su hija para aminorar los malestares de una gastritis crónica.

Madres desesperadas

La ausencia actual de muchos fármacos de alta demanda puede rastrearse desde inicios del pasado año, e incluso antes. Por ejemplo, el clorodiazepóxido desapareció de cinco provincias en abril por la misma causa que la permetrina, para octubre casi no existía en los establecimientos del país.

De 37 farmacias contactadas recientemente para esta investigación, dicho medicamento —usado, entre otras cosas, para el tratamiento a corto plazo de la ansiedad y el insomnio—, solo estaba disponible en la de Media Luna, Granma; en unas se había agotado poco antes, como fue el caso de Nuevitas, Camagüey; y en la mayoría no entraba desde hacía mucho. Esta carencia ha disparado su valor, la tableta cuesta hoy en el mercado negro alrededor de 25 CUP.

Lo mismo ha sucedido con otros productos usados para el alivio de afecciones nerviosas. Por ejemplo, la amitriptilina, recetada para mejorar la depresión mayor y ayudar a la sedación, empezó a escasear en abril de 2020 y ha mantenido intermitencia en sus apariciones, así como insuficiencia en la cantidad. En muchas farmacias no entraba desde finales de 2020; en otras, como algunas de la provincia de Cienfuegos, se agotó hace alrededor de dos semanas; y había en la de Gibara, Holguín, y Media Luna, Granma. También intermitente se ha mostrado, desde febrero de 2020, el alprazolam, un medicamento recomendado para el alivio a corto plazo de la ansiedad.

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«Buenas noches necesito con urgencia, cefalexina. la pago a lo q sea, es urgente, tengo a mi madre con humor en la nariz y en la cabeza. Gracias x leer». [sic.]

Grupo de Facebook Medicamentos ayuda a La Habana

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Los antibióticos son de los grupos de medicamentos más afectados por la crisis. Muchos de estos fármacos reciben la clasificación de «vitales» y la Organización Mundial de la Salud (OMS) los cataloga como «esenciales».

Su desaparición se ha traducido en muchos casos —además de en infecciones descontroladas— en ingresos hospitalarios que, de existir los medicamentos en las farmacias, podrían haberse evitado. A causa de esta ausencia, según un médico que prefirió el anonimato, ellos en ocasiones «disparan con misiles cuando es posible resolver con balas», o sea, han tratado a pacientes con antibióticos avanzados como el cefepime, una cefalosporina de cuarta generación, cuando el problema era posible remediarlo con otro fármaco más débil y que, por tanto, contribuyera menos a la resistencia bacteriana.

La cosa que trina

Uno de los antibióticos más recetados en Cuba es la cefalexina de 500 mg, cuya falta comenzó a reportarse en siete provincias desde enero de 2020 a causa de la «no disponibilidad de materias primas». Se mantuvo desaparecida durante todo el año y aún hoy es extremadamente difícil de conseguir. Menos en Majibacoa, Las Tunas, donde se agotó hace un mes, en el resto de los establecimientos contactados no entraba desde hacía mucho.

El fármaco, de producción nacional, que se usa generalmente en las infecciones respiratorias, del tracto urinario, de la piel y tejidos blandos, otitis media y sinusitis, entre otras especificidades, tiene un valor en el mercado negro que ronda los 50 CUP la cápsula. Téngase en cuenta que para que el tratamiento sea efectivo, los médicos generalmente recetan como mínimo tres al día durante una semana, o sea, veintiún cápsulas que equivalen a 1050 CUP.

Otro antibiótico de alta demanda es la penicilina rapilenta, importada de China. El bulbo se vende en el mercado negro aproximadamente a 100 CUP —un tratamiento medio necesita de catorce bulbos. El abastecimiento ha sido desde hace meses inestable y en pequeñas cantidades. De las farmacias contactadas, únicamente había en Gibara.

Lugar aparte merece el rosephin, único de los mencionados cuyo uso es estrictamente hospitalario, o sea, no se expende en farmacias. Es posible conseguirlo en diversos grupos de Facebook, WhatsApp o Telegram, donde el bulbo ronda los 400 CUP, por lo que un tratamiento normal costaría alrededor de 5 mil CUP, el salario de un mes completo o más para muchas personas. En no pocas ocasiones falta en los hospitales, por lo que los pacientes deben buscarlo fuera. La pregunta que se impone es, ¿cómo llega a las calles un medicamento controlado?

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«Por favor, si alguien pudiera ayudarme con Enalapril, hoy tomé el último y debo consumirlo diariamente, gracias» [sic.]

Grupo de Facebook Medicamentos ayuda a La Habana

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Según el Anuario Estadístico de Salud, publicado en 2020 por el Minsap, las enfermedades del corazón causaron 26 736 muertes en 2019, lo que las ubica en primer lugar entre las principales causas de defunciones en Cuba en todas las edades. El tercer puesto, después de los tumores malignos, lo ocupan las enfermedades cerebrovasculares, con 10 008 decesos ese año.

Tales resultados evidencian la importancia cardinal de los antihipertensivos, de ahí que su falta genere gran alarma. El enalapril, uno de los más indicados, escasea desde hace años. En un texto publicado aquí en septiembre de 2019, la profesora Alina Bárbara López Hernández contaba que, cuando fue a comprar la asignación de este medicamento que tiene prescrito para su hipertensión, le informaron en la farmacia que solo le venderían la mitad de la dosis indicada por el médico en su tarjeta de adquisición de medicamentos controlados o tarjetón, como es más conocido.

El enalapril o cómo eternizar una coyuntura

En los reportes de medicamentos en falta de 2020, este fármaco figuró en la lista de desaparecidos en el mes de febrero, y se mantuvo así hasta la última publicación en octubre. La causa se mencionó anteriormente: «Rotura de Equipo Tecnológico». Desde mucho antes de eso, como señalara la profesora en su texto, había estado entrando a las farmacias en cantidades de alrededor del 50% de su prescripción. En catorce de los establecimientos contactados existía el producto, que se vende a 7.55 CUP el frasco de 30 comprimidos, mientras que en sitios como Revolico puede alcanzar un precio de hasta 250 CUP.

Similar sucede con el atenolol, también intermitente desde el mes de enero de 2020 por la misma causa. Se encontraba en veinte de las farmacias, pero la disminución de su abastecimiento a la mitad ha hecho que de 7.30 CUP, su valor ascienda en la calle a más de treinta y cuatro veces el precio oficial.

La crisis no solo se limita a estos grupos y fármacos mencionados, sino que desgraciadamente se extiende a otros usados también para tratar enfermedades crónicas no trasmisibles. Asimismo ocurre con insumos médicos imprescindibles. Por ejemplo, desaparecidos están los reactivos o tirillas de los glucómetros, de las que dependen para comprobar sus niveles de azúcar en sangre quienes viven con diabetes mellitus, enfermedad que tuvo en 2019 una incidencia de 66.7 por cada mil habitantes.

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«YO CAMBIO ARROZ X AMISTRIPTILINA» [sic.]

Grupo de Facebook Donde hay medicamentos en La Habana – 5.1 mil miembros

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Desde que un accidente cerebrovascular dejara prácticamente inútil la mitad derecha de su cuerpo, Maritza se dedica a lo que puede para sobrevivir. Descubrió que hacer colas en la farmacia para suministrar a una revendedora es para ella una salida. Su jefa, una especie de «capo» de los fármacos en esa zona de la ciudad, le paga algo por cada medicamento y además le facilita recetas para los que ella necesite.

Homeopatía de un anuncio

Sabe que la farmacia que le corresponde es abastecida cada lunes y comienza a vender los martes. Entonces, la mujer de sesenta y nueve años sale de su casa alrededor de las 4 de la tarde, arrastrando su pierna con la ayuda de una voluntad férrea, y acampa en los predios del establecimiento. Cuando llega, muchas veces ya están allí algunos de sus colegas; otras, es la primera. Lleva un pozuelo con comida, agua, un termito con café y algo para merendar. Pasar la noche con el estómago vacío no es cosa fácil.

Cuando abren por la mañana es decepcionante ver tras el cordón que impide la entrada —desde que empezó la pandemia únicamente atienten a dos personas a la vez, el resto debe esperar fuera— cómo la dependiente mueve la cabeza en señal de negación a casi todas las recetas. Después, toma en sus manos unas pocas y, tras llenar el sinfín de documentos que provocan que la fila avance a la velocidad de un caracol, despacha dos pomitos y tres o cuatro cajitas.

Como quien tuvo una mala pesquería, con el rostro enrojecido y arrugado, Maritza se marcha decepcionada. Ni siquiera pudo comprar lo que necesita para tratarse.

Una situación casi extrema como esta ha provocado que familiares y pacientes generen mecanismos de abastecimiento que se han masificado e informatizado en tiempos pandémicos. Si bien los grupos de ventas en redes sociales como Facebook, WhatsApp o Telegram, y los sitios como Revolico, ya existían, el aislamiento físico los ha convertido en la primera estructura a la que recurren los necesitados.

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Página principal del sitio de compra/ventas Revolico.

Allí confluyen otras figuras clásicas dentro del panorama del comercio de medicamentos, que han pasado a «montar sus puestos» en el ámbito digital. Los «coleros de farmacia», como Maritza y su jefa, que compran recetas médicas y manipulan tarjetas de control en alianza con algún galeno de moral distraída, han sacado gruesas tajadas de las carencias. También lo hacen los pocos que han salido del país o que han recibido paquetes del exterior con medicamentos a los que multiplican el precio de forma abusiva.

Continúan existiendo vías ilegales que permiten desviar fármacos controlados, como el rosephin o el clopidogrel, empleado para inhibir la formación de coágulos en pacientes con enfermedades del corazón y cerebrovasculares. Salen directamente de los hospitales y van a parar al mercado negro, donde los valoran de tal forma que reporten jugosas ganancias a los diferentes eslabones de la cadena de corrupción.

Pero no todo es lucro, también existen numerosos grupos en todas las provincias dedicados a donaciones e intercambio de medicamentos entre personas necesitadas. Según la descripción de uno de ellos, Medicamentos ayuda a La Habana, «lo más terrible que nos aqueja es la obtención de medicamentos para nuestras patologías y necesitamos ayudarnos para sobrevivir con calidad de vida».

Alternativas

El pasado 29 de abril, la Conferencia Cubana de Religiosas-os (CONCUR) de Camagüey, compuesta por dieciocho organizaciones católicas, hizo público un documento en el que, entre otras cosas, pedían a las autoridades:

«Realizar las gestiones pertinentes para que las medicinas, los insumos médicos, y demás enseres de la salud, estén disponibles para la población. Incluso, aceptar las ayudas humanitarias liberando contenedores parados en aduana y recibiendo otros que puedan arribar al país».

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Aun cuando existen entidades que realizan esa labor desde los grupos religiosos —como Caritas, perteneciente a la propia Iglesia Católica—, esta no es la única llamada de atención sobre el tema emanada de una institución de su tipo en los últimos tiempos. Otras iglesias también lo han hecho ante la imposibilidad de recibir donaciones de medicamentos e insumos médicos, más allá de los kilogramos que permite traer a cada viajero la Ley de Aduanas vigente en Cuba. Igualmente muchas han señalado la inexistencia de mecanismos que les permitan concertar esfuerzos con las autoridades del Ministerio de Salud Pública en este empeño.

Incluso, hace algunos días, la Oficina para Asuntos de Libertad Religiosa Internacional, perteneciente al Departamento de Estado de los Estados Unidos, publicó su Informe Anual sobre Libertad Religiosa Internacional 2020, y en el apartado dedicado a Cuba señalan: «ante la creciente escasez de alimentos y otros artículos esenciales, las autoridades aumentaron las restricciones a la capacidad de muchas organizaciones religiosas para recibir y distribuir asistencia humanitaria».

Este tipo de iniciativas no ha emergido únicamente de instituciones religiosas. Algunas convocatorias a donaciones tienen su origen en cubanos residentes en el extranjero que desean ayudar.

Es el caso de la escritora y profesora matancera Mabel Cuesta, residente en Houston, quien el pasado 27 de abril publicara en su perfil de Facebook un llamado a realizar aportes, tanto en dinero para adquirir medicamentos como en entrega de fármacos, con el fin de enviarlos a la Isla y distribuir aquí mediante una red de contactos.

Solo veinticuatro horas más tarde anunciaba la recaudación de casi 3 mil USD e «infinitos kilos de medicinas». Para organizar la compra y envío de los paquetes se dirigieron, ella y su esposa, Neysi Romero, a Miami, donde un grupo de amigos esperaba para encauzar la iniciativa.

Finalmente, lograron obtener 5 mil USD y 300 libras de fármacos e insumos médicos. El costo del envío fue de 6.5 USD por cada libra y 150 CUP como impuesto para sacar los paquetes en la aduana en Cuba. La primera carga, que salió hace dos semanas, tiene como destinos La Habana, Matanzas, Cárdenas, Santa Clara, Santiago de Cuba, Holguín y Las Tunas.  

Sobre esta cadena solidaria señalaba Enrique Guzmán Karell, uno de los cubanos que apoyó la donación desde Miami: «Este es un gesto y una iniciativa 100% HUMANITARIA. No importa si el beneficiario final es militante del PCC, la UNPACU o anarquista o si el donante es trumpista, demócrata de cuello duro o revolucionario guevarista. Todos somos humanos, infinitamente más parecidos que diferentes».

Desde Madrid, y apenas iniciada la pandemia, la joven cubana que se identifica en Facebook como Leisam Rubio, nucleó a un grupo que tiene colaboradores en disimiles países y realiza envíos de medicamentos a la Isla por vías diversas. Ellos reciben pedidos desde Cuba de personas imposibilitadas de conseguir los fármacos, los adquieren mediante donaciones y los mandan con algún colaborador que cede gratuitamente parte de su equipaje, o con personas a quienes se les paga. No solamente proveen medicamentos, sino también insumos, como guantes quirúrgicos, mascarillas y vendas, solicitadas en ocasiones por cirujanos en la Isla.

Lo que empezó como la aspiración solidaria de ayudar a un grupo pequeño —la lista original tenía alrededor de cuarenta nombres—, se ha extendido, y los paquetes que llegan a Cuba tienen muchos destinatarios. Todos los días reciben ofrecimientos de colaboración de personas residentes en Chile, México, Miami e Italia, y de otros lugares de España, como Valladolid, Asturias, Barcelona, Canarias. Por ejemplo, la permetrina les ha llegado de México, donde su precio es menor.

Sin embargo, las limitaciones que sufren entorpecen el proceso, lo encarecen y hacen muy lento. Leisam se pregunta por qué no existe una vía que les permita la colaboración con el Estado para hacer más fáciles, grandes y baratos los envíos. Si no han establecido comunicación con el Minsap es porque la experiencia ha sido negativa en otros momentos —durante el tornado que azotó varios municipios habaneros hace algunos años, no se supo del destino de un envío de medicamentos hecho desde Miami— y temen que las magras vías que actualmente poseen también dejen de existir.

Considera que si por razones tanto externas como internas —las cuales no parece que puedan resolverse a corto plazo—, el Ministerio de Salud Pública y su sistema de empresas farmacéuticas se muestran incapaces de resolver la demanda nacional de medicamentos, ¿por qué no crear mecanismos efectivos que permitan viabilizar y canalizar con equidad y eficiencia los buenos deseos de ayudar de cubanos y extranjeros?

El Estado debe trascender ese «Síndrome del perro del Hortelano» y crear los mecanismos que viabilicen estos procesos, pues hacerlo no solo es práctico para aliviar uno de los tantísimos problemas que agobian la cotidianidad de sus ciudadanos, sino que es moralmente correcto.

Que el bloqueo impuesto por estructuras burocráticas improductivas e insensibles no sea la razón por la que la rigidez deje inerte el cuerpo de Octavio, o la joven Elaine se estremezca en convulsiones descontroladas ante los ojos impotentes de su madre, o Maritza deba arrastrar cada semana su cuerpo maltrecho hasta el portal de una farmacia para pernoctar allí, o su jefa especule con las carencias de esta crisis sempiterna y ya humanitaria. 

18 mayo 2021 29 comentarios 5.643 vistas
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LGBTIQ

Derechos LGBTIQ: entre el Estado y la pared

por Yasmin Silvia Portales Machado 6 octubre 2020
escrito por Yasmin Silvia Portales Machado

No me gusta hablar del pueblo, ni que me hablen (o escriban) de él o por él. Cada vez que sale el término mi mente se desvía. ¿Qué pueblo? ¿El enérgico y viril? ¿El disciplinado y sacrificado? ¿El hambriento y manipulable? ¿El de Regla, el de Morón, el de Moa, el de Mantua? ¿Qué coño es, por fin, “el pueblo”? Evito hablar del “pueblo” de Cuba, porque creo que, tal como andan las cosas, pocas personas pueden invocarle legítimamente, y en contadas circunstancias. Nuestros representantes estatales cuando están en la Asamblea General de la ONU, ¿tal vez?

Prefiero referirme a la nación –que es imaginaria y real–, porque la nación es el espacio político compartido por quienes pertenecen a un territorio. La nación es más que “la tierra que pisan nuestras plantas” –la nación es sus residentes y sus migrantes–, y ciertamente es más que sus pueblos –la nación es su idioma, su historia, sus artes, su cocina–. Dentro de la nación (mal) conviven sus habitantes, sus comunidades imaginarias, se desarrollan luchas de poder y se intenta entender qué somos como variedad específica de la humanidad: la cubanensis.

Antes de exponer mis argumentos quiero compartir tres certezas. Como las certidumbres absolutas son escasas en política y sociología, son extremadamente valiosas. Quiero celebrarlas.

Primera Certeza: Cuba es un Estado laico. Lo dice el artículo quince la Constitución. Explica la RAE –entidad por encima de toda sospecha de filiaciones comunistas– que el adjetivo “laico” viene del latín tardío “laĭcus”, y este del griego “λαϊκός” (laïkós); propiamente “del pueblo”. La segunda acepción del vocablo es la que aquí interesa “Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico. Enseñanza laica.”

Segunda Certeza: La nación cubana nunca tuvo una sola religión. Digo nunca a propósito: antes de ser república, como colonia, ya había en Cuba diversidad de credos.

Tercera Certeza: La población cubana nunca se compuso solo de personas heterosexuales y cisgénero. Esto es redundante, pero me gusta recordarlo. Llegan tarde quienes quieren expulsarnos de la nación. La Inquisición trató, la comisión para cumplir los Acuerdos del Primer Congreso de Educación y Cultura de 1971 trató, los ministerios de Salud Pública, Fuerzas Armadas, Educación y Educación Superior trataron, el Instituto de Historia de Cuba trató. Aquí seguimos.

Las personas LGBTIQ+ cubanas somos parte de la nación por nacimiento y nuestra ciudadanía responde a los mismos criterios que el resto de Cuba (Título IV de la Constitución).

La argumentación que sigue parte de esas tres “Certezas” y reflexiona sobre la legitimidad del reclamo de algunas agrupaciones religiosas cubanas al Estado cubano. Su objetivo –manifiesto, explícito, confeso- es que sus visiones específicas sobre la sexualidad, la familia, la salud pública y la educación definan el marco legislativo nacional.

Empecemos porque Cuba es un Estado laico. Es diferente de “ateo”, y MUY diferente de “confesional”. Nuestra ley de leyes explica que “las instituciones religiosas y asociaciones fraternales están separadas del Estado y todas tienen los mismos derechos y deberes. Las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración” (art. 15). La laicidad del Estado implica, entonces, que la Iglesia Ortodoxa Griega sea atendida por las instituciones estatales con el mismo respeto que la Asociación Yoruba de Cuba, o el colectivo budista.

Hay algo más en el atributo laico. A partir de la incorporación del adjetivo, el Estado adquiere la obligación de legislar para normalizar los marcos de ejercicio de las diversas religiones o credos, de modo que se puedan ejercer con seguridad -que nadie les ataque o discrimine- y para que esas prácticas no violen otras leyes, la letra o espíritu de la Constitución y los Acuerdos o Declaraciones internacionales de las cuales el Estado es signatario. En breve: el ejercicio de un credo no es excusa para la violación de la ley o de los derechos de otras personas. Para eso serviría una “Ley de Cultos”, que nos urge -como muchas otras.

Hago énfasis en la obligación del Estado porque algunas personas entienden que el debate es entre dos visiones contrapuestas del mundo. Una que se autodenomina defensora del “verdadero” mensaje bíblico, del cual emana toda posibilidad de entendimiento de la familia, la sexualidad y el ordenamiento social que de ello se deriva.

Otra que afirma que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la obligación del Estado a garantizar una vida libre de discriminaciones para toda su ciudadanía, son los criterios para el entendimiento de la familia, la sexualidad y el ordenamiento social que de ello se deriva.

Creer que se trata de que ambas partes expongan sus posiciones y convenzan al público, a la nación, ignora por completo la responsabilidad del Estado como mediador de las demandas, y garante de derechos para TODA la ciudadanía. No hay que convencer a nadie: el Estado es laico, así que no puede ser definido por las reglas de ninguna religión, no importa cuán popular sea, ni cuánto tiempo lleve en el país -por cierto, las iglesias evangélicas cubanas no pueden reclamar primacía en ninguno de los dos criterios.

Pastor Adrian Pose, paladín de la “derecha conservadora” en Cuba y defensor de Donald Trump.

Al Estado corresponde regular cómo se define y reconoce a la familia en Cuba, cuánto control tienen las personas sobre su cuerpo, cómo se castigan la discriminación, la incitación a la violencia, y la colaboración con otras naciones para promover agendas políticas específicas. Le corresponde al Estado porque el acceso a los derechos garantizados en la Constitución no es algo sujeto a debate. El debate fue el referéndum constitucional.

Aunque en su momento los cambios en el texto constitucional, a partir de los debates públicos, reflejaron criterios irregulares sobre qué opiniones populares atender, es un hecho que la Constitución de 2019 moderniza profundamente la legalidad cubana.

Desde el 10 de abril de 2019 tenemos la garantía constitucional de que el ejercicio de los derechos es “imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente” (art. 41), y de que nadie puede ser objeto de discriminación “por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición… lesiva a la dignidad humana” (art. 42).

Frente a la claridad de la Ley de leyes, el intento de algunas denominaciones evangélicas por justificar su empeño en que el Estado no reconozca los derechos de las personas LGBTIQ+ y sus familias no solo es discriminatoria, es simplemente un ataque frontal a la nación cubana.

En esa línea, invocar la tradición nacional de machismo, homofobia y transfobia, las políticas estatales de persecución contra personas LGBTIQ+ en otros países autodenominados socialistas, o la importancia del credo evangélico entre amplios sectores de la población, solo evidencia que la intensión de estas agrupaciones religiosas no es garantizar las condiciones para la praxis de su culto, sino la intervención activa en el espacio público para imponer políticas públicas de carácter conservador y confesional.

No se trata de tener simpatía por las personas LGBTIQ+, se trata de comprender que ese grupo no tiene respeto por la soberanía nacional y acepta cualquier tipo de apoyo para impulsar sus ideas.

3/ Las 7 denominaciones son: Asociación Convención de Cuba Occidental, Convención de Cuba Oriental, Iglesia Buenas Nuevas en Cuba, Iglesia Evangélica Bethel en Cuba, Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba Asamblea de Dios, Iglesia Metodista en Cuba, Liga Evangélica de Cuba. pic.twitter.com/dns6qmVqXd

— El Bohío Mío (@ElBohioMio) September 15, 2020

Hay tanto compromiso entre el liderazgo de estos grupos religiosos por la transformación legal y política de Cuba en un estado confesional evangélico, que no dudan en asociarse a proyectos cuyo único objetivo es destruir al Estado cubano. Es de público conocimiento que la Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba (AIEC) recibe apoyo material de Evangelical Christian Humanitarian Outreach for Cuba (ECHO Cuba), dirigida por Teo Babún, que recibe recursos del Departmento de Estado y la Agency for International Development (USAID) para “promover la democracia en Cuba”.

En el caso específico de los dineros para la AIEC, el objetivo es dar una voz fuerte a la comunidad cristiana, de modo que alcance a todas las personas posibles: intervenir en las políticas públicas del país. De ahí que tuvieran la capacidad material para coordinar una campaña nacional contra el matrimonio igualitario a lo largo de 2018, que llevó al gobierno a posponer la definición del matrimonio a través de una nueva votación, supuestamente en 2021, sobre el nuevo Código de Familias, en gestación prolongada al menos desde 2009.

El puerto cubano de “Con mis hijos no te metas”

Llama la atención que, a pesar de la abundante información sobre las intenciones de intervención pública de estos grupos evangélicos conservadores, las intenciones explícitas de varios por hacer Cuba confesional (#MakeCubaGodlyAgain es una etiqueta popular en ese círculo) y el documentado vínculo monetario entre la AIEC y la USAID el gobierno cubano, tan rápido para señalar, perseguir y castigar a otras personas o entidades críticas de su desempaño, deje que estos grupos se expresen y actúen.

¿Qué pasa? ¿Dónde están la combatividad revolucionaria frente a la ocupación del espacio público de manera coordinada por entidades no estatales, algunas con documentado financiamiento de una potencia extranjera?

No es extraño que Teo Babún haga conversatorios en Facebook Live para explicar cómo los grupos religiosos que asesora y financia son “una fuerza social emergente” en Cuba.

Debate sobre grupos religiosos en Cuba, auspiciado por organizaciones conservadoras, un medio opositor cubano y con la participación especial de John Barza, administrador de la USAID.

Mientras todo esto ocurre, la ciudadanía de las personas LGBTIQ+ se desarrolla a contrapelo. No porque el Estado la reconozca, sino porque las personas encuentran caminos para reconocerse, dialogar, actuar. Desde que, en 2008, el CENESEX empezara a organizar cada mayo jornadas para celebrar el Día Mundial de Lucha Contra la Homofobia, hasta que la etiqueta #LaMarchaVa se hiciera viral en mayo de 2019, muchas cosas han cambiado, para bien y para mal.

#LaMarchaVa culminó en el “11M” la primera marcha política exitosa de la comunidad LGBTIQ+ cubana. Claro que la consciencia y el compromiso de lucha contra la discriminación no aparecieron en la primavera a inicios del siglo XXI. Hay una historia de presencia, persecución, resistencia, solidaridad y perseverancia, tan antigua como la de la nación.

Nuestra ciudadanía es real. No tenemos que pedir perdón a nadie por existir. En cambio, tenemos derecho a exigir la garantía de nuestros derechos. La libertad religiosa, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, son valiosos elementos del nuevo contrato social de Cuba, firmado en 2019. No son, no pueden ser, amparo para el discurso de odio y la promoción de agendas políticas que nieguen el reconocimiento de derechos para una parte de la población o la pérdida de derechos ya conquistados.

Repito, esto no es asunto de convencer al público de quién tiene la razón. Quienes sienten orgullo de llamarse fundamentalistas tienen toda la libertad de serlo. Su fe no les da derecho a dictar cómo hacen sus familias, disfrutan sus cuerpos, o expresan su amor el resto de las personas de la nación.

No acepto sus reglas del juego.

Miro al Estado, mi garante.

Las personas LGBTIQ+ esperamos la respuesta legal del Estado y también espera, ¿por qué no decirlo esta vez?, el pueblo de Cuba.

6 octubre 2020 34 comentarios 627 vistas
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lecciones

Lecciones preliminares del nuevo coronavirus

por Giordan Rodríguez Milanés 2 octubre 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Cuba tiene una de las más bajas tasas de mortalidad por Covid-19 en el mundo. No ha muerto ningún menor, ninguna embarazada. No ha colapsado ningún hospital –aún con los eventos que han existido en algunos-, ni se ha tenido que decidir quién va al respirador y quién no. Ese es un mérito del sistema de salud cubano y de una gestión gubernamental que únicamente un fanático no aceptaría. Aun así: la Covid-19 persiste como el dinosaurio de Monterroso.

Ya no se escucha con tanta frecuencia y convicción aquella retórica de: “¡Triunfaremos ante el nuevo coronavirus!” o: “¡Como en Girón, venceremos la COVID-19!”. La realidad abofetea a aquellos irresponsables que pusieron en la emisión del mediodía del NTV, a dos mexicanos a decir eufóricos que “Cuba tiene el remedio contra el coronavirus”. Ahora se habla de la poca probabilidad de lograr 14 días con cero contagiados en todo el territorio nacional, de aprender a convivir con el virus, de ser disciplinados y responsables individualmente.

El saldo de los primeros seis meses de enfrentamiento contra la pandemia en Cuba es un pueblo orgulloso de nuestros médicos y personal de salud, de nuestros científicos e investigadores, de terminar el curso escolar cuando casi ninguna otra nación ha podido, de mostrar el milagro de no tener contagios masivos a pesar de las enormes colas para obtener artículos de primera necesidad.

Y también un país con una economía casi en ruinas, con ineficientes estructuras productivas, de distribución y comercialización. Con inoperantes ejecutores de los lineamientos económicos y sociales que nosotros mismos discutimos y aprobamos para desarrollarnos en el contexto que impone la hostilidad imperialista.

El nuevo coronavirus debería ponernos a reflexionar no sólo porque es altamente contagioso y puede resultar mortal, también porque nos está dando lecciones de humildad. Bolsonaro no se ponía la mascarilla y enfermó. Trump dijo que no había lío con eso, y al final ni con la mascarilla pudo evitar el contagio de millones de americanos, él y su esposa.

En nuestro ICRT cantaron loas a finales de junio, y a principios de agosto tuvieron un brote, que tardaron en reconocer públicamente sin la más mínima autocrítica, luego de haber acusado de indisciplinados a los ciudadanos de la fiesta de santos. Luego comenzaron a aparecer brotes en instituciones estatales, incluidos dos hospitales en la provincia de Ciego de Ávila, y se acabaron los regaños.

H.G. Wells nos enseña el valor de lo minúsculo en su novela La Guerra de los Mundos, y que siempre podrá existir una fuerza superior a nosotros. Cuando uno se enfrenta por primera vez a su texto de ciencia-ficción no anticipa que la salvación para los humanos y el fin para los invasores llegaría del modo menos pensado: los microorganismos (bacterias, en la novela) mataron a los alienígenas.

Eufóricos por la salvación de la Humanidad, no apreciamos la verdadera trascendencia del mensaje de Wells: si los extraterrestres pueden exterminar La Humanidad, y un microorganismo puede exterminar a los extraterrestres, entonces: ¿Qué no puede exterminar un microorganismo? ¿Por qué un microorganismo no nos podría exterminar también?

Nos falta humildad

Tampoco comprendimos cuando, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y fundada la ONU, los gobernantes de las superpotencias nos hicieron creer que una de las dos podría ser más fuerte que la otra con el desarrollo de las armas nucleares. Hasta que un día la realidad otra vez nos abofeteó, y descubrimos que una conflagración nuclear es inviable. Desde la Guerra de Corea se ha vuelto insostenible para cualquier país ocupar otro por la fuerza. Entonces la guerra se ha convertido en un suculento negocio para las oligarquías y contribuye a destruir cada vez más los ecosistemas y la cultura, o sea, a suicidarnos colectivamente.

Es que nos falta humildad para aceptar que ya no se puede ganar o perder. No lo conciben los supremacistas blancos, adoradores de Trump. Tampoco lo han discernido quienes manejan los medios y la ideología en Cuba. Aunque no los equiparo con aquellos respecto a sus intenciones, sería injusto y absurdo de mi parte, sí considero que son –somos-, resultados similares de una visión antropocentrista de la vida que nos está dejando sin sustento ni futuro. Tenemos que cambiarnos. El primer paso sería hacerlo sin esperar al otro.

Tenemos que cambiar en Cuba por el bien de nuestra nación. Tenemos que cambiar individualmente por el bien de cada uno de nosotros y de nuestra familia. No hay de otra. Si cada uno de nosotros cambia, el país cambia y los ideólogos y los gobernantes tendrán que hacerlo también. Si dejamos de responder al insulto con más insultos, a la descalificación con más descalificación, al odio con más odio, a la exclusión con más exclusión, ya nadie podrá más usar esas miserias para atacarnos con éxito.

No basta con transformar los mecanismos de gestión de la economía. Tenemos que refundar, además, los métodos educativos, la gestión de la cultura y el fomento de los valores sociales.

La Habana sale de su confinamiento epidemiológico. Si el coronavirus no muta y se debilita, si no hay inmunidad de rebaño y si seguimos jugando limpio con las estadísticas, en unas tres semanas los científicos sociales de este país tendrán la oportunidad de comprobar empíricamente hasta qué punto el denominado trabajo político-ideológico ha fomentado o no un sistema de valores favorecedor del ideal martiano con todos y para el bien de todos.

O hasta qué punto se ha privilegiado la intolerancia mutua en detrimento de la capacidad de aceptarnos diversos y complementarios. O si se ha favorecido la homogeneidad ideológica en detrimento de la autodeterminación como sujetos.

El padrinazgo del Estado en aras del agradecimiento a los líderes, a expensas de la responsabilidad ciudadana individual y la capacidad de exigencia que a su vez esa responsabilidad otorga. Si tenemos ese pueblo disciplinado, responsable y culto que tantas veces nuestra dirigencia menciona y nuestra prensa repite –cuando no hace falta culparlo para camuflar errores gubernamentales-, y si estamos siendo capaces de aprender la lección de humildad que nos está dando ese minúsculo montón de moléculas encadenadas, llamadas virus.

2 octubre 2020 19 comentarios 673 vistas
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manzanillo

Indefensión y desidia en Manzanillo

por Giordan Rodríguez Milanés 20 agosto 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

“En mi núcleo del Partido fue el primer lugar donde hablé”, me dice la Master en Ciencias y Profesora Consultante de Filosofía, Onelia Méndez. Estamos en su casa, aquí vive con su hijo, su hija y su nieto. Un piso en el segundo nivel de un inmueble ubicado en la calle Aguilera entre Martí y José Miguel Gómez, en la ciudad cubana de Manzanillo. Durante más de tres décadas, los manzanilleros hemos visto deteriorarse el edificio ecléctico colindante con la vivienda de Onelia, ubicado en la esquina de las calles Aguilera y Martí, en pleno centro histórico urbano.

Allí estuvo antes de 1959 la sede de la llamada Clínica Piña por lo que, al ser nacionalizada luego del triunfo revolucionario, funcionó como sede del policlínico número 1, hasta que chapuceros e incompletos mantenimientos, modificaciones y reparaciones parciales no pudieron evitar que se volviera inhabitable y la dirección de Higiene y Epidemiología dictaminara su cierre hace 15 años. No se aplicó un correcto criterio de conservación y preservación.  Con una de esas modificaciones, en 1985, comenzó el drama de Onelia Méndez:

“Voltearon un camión de cal justo al lado de la ventana de la habitación donde dormía mi hijo recién nacido, lo cual le provocó una afección respiratoria durante su niñez. En esa misma reparación, los constructores se pusieron a jugar ‘a las piedrecitas’ y nos rompieron el calentador de agua solar que llevaba más de 20 años funcionando“.

A pesar de que entonces Onelia se quejó en su núcleo del Partido y en la Asamblea de Rendición de Cuentas del Delegado, no pudo evitar que modificaran la caja de aire común, y construyeran una cubierta intermedia para instalar un equipo de Rayos X. Ni Onelia ni su esposo, fallecido recientemente de cáncer, supieron nunca si al equipo de Rayos X le rodearon las condiciones de seguridad mínimas.

“Años después mutilaron el diseño original de la fosa, por lo cual desde hace más de 20 años no se ha podido limpiar. Rompieron una pared colindante del primer piso, para hacer una puerta con el riesgo de afectar la estructura de mi casa, obstruyeron con escombros el conducto de aguas pluviales y los respiradores de los lavaderos de la azotea y rompieron la tapa del tanque de agua potable, sin siquiera decirnos nada, por lo cual, sólo gracias al mal olor, nos dimos cuenta que había caído un murciélago –uno de tantos que habitaron el edificio- y estábamos en riesgo de consumir agua putrefacta”.

Las mil palabras que habitualmente escribo para este medio, no bastarían para contar las quejas que Onelia Méndez ha formulado verbal y por escrito, a todas las instancias, desde su delegado de circunscripción hasta el presidente de la república, desde su núcleo hasta el secretario del Comité Provincial del PCC.

Este año presentó una demanda ante la sala civil del tribunal municipal. Fue declarada “sin lugar” a partir del criterio de que la documentación para la ejecución de la remodelación del policlínico No. 1, es correcta y contempla no afectar la vivienda de Onelia. Lo máximo que ha logrado es el compromiso verbal de algunos funcionarios de Salud del municipio de que no será nuevamente afectada. Un compromiso en el que, naturalmente, Onelia no cree.

“¿Estás consciente de las reacciones que puedes recibir una vez que publique tu historia?” le pregunto a la profesora de postgrado de la Universidad Médica de Granma, y me responde: “soy consciente, pero ya me quedé sin opciones oficiales donde acudir. Por la sala de esta casa han pasado muchas autoridades, un vicepresidente del gobierno que se fijó en ‘lo buena que está para una fiesta’, representantes de Salud, la Vivienda, el gobierno provincial.

Hasta el Primer Secretario del PCC en Granma prometió se resolvería lo de la fosa, la tapa rota del tanque, la tupición del conducto de aguas pluviales y un bombillo que alumbre el interior del edificio para evitar que proliferen murciélagos que luego entran a mi casa. Pero no se ha resuelto nada”.

Durante las conclusiones de la primera visita a Manzanillo del presidente Miguel Díaz-Canel, una enfermera le planteó las condiciones precarias en las que se encontraba trabajando el colectivo del Policlínico No. 1, cuyo servicio de emergencias y algunas consultas fundamentales, radicaban en un cuchitril en pleno centro histórico del municipio.

El presidente se interesó e indicó resolver esa situación, por lo que las autoridades locales retomaron la aspiración de miles de manzanilleros de que se remodelara el edificio de la antigua clínica Piña. Sí, el colindante con Onelia, la profe de Marxismo de Ciencias Médicas; el que fue convertido en la sede del Poli 1; el que fuera chapuceramente reparado y modificado en 1985 y la década del 90, y nadie respondiera por ello; el que fuera cerrado a principios del siglo XXI y sirviera de hábitat a ratas, ratones y  los gatos que les cazan, y parejas de jóvenes enamorados sin posadas para tener relaciones sexuales.

A principios de 2019, un tuit del vicepresidente del Consejo de Estado, Roberto Morales Ojeda, ratificaba la decisión de rehabilitar el edificio referido durante el 2020. Hace un par de meses, llegaron los trabajadores de la construcción, levantaron una tapia alrededor e inutilizaron la mitad de las dos cuadras perpendiculares por las que se accede y… ¡nada más! La obra está detenida.

La alegría inicial de miles de manzanilleros ahora se convierte en la pregunta: “¿Cuándo estará?”, la misma que nos hacemos con el edificio del Palacio de Pioneros, cuya reapertura fue anunciada para el inicio de un curso escolar que ya está acabando, y ahora mismo está estancado.

Pero Onelia Méndez tiene otras preguntas, otras incertidumbres. Ya no sólo si le resarcirán los perjuicios y los daños que ya le han hecho sino, sobre todo, si el futuro no le deparará nuevas afectaciones, más estrés, más indignación ante la indefensión ciudadana por la desidia y el desamparo. Ya les contaré.

20 agosto 2020 28 comentarios 716 vistas
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El doctor Rafael

por Náyare Menoyo 21 mayo 2020
escrito por Náyare Menoyo

Rafael es a lo que le llaman, al menos en las series que nos llegan de Netflix, mi casero. Lo conocí cuando necesité mi primer alquiler para irme a vivir con mi novio. Y entonces, imbuidos en el universo paralelo de los alquileres, encontramos esta pareja de cuarentones que, por unos pocos centavos, de la más periférica de nuestras monedas, nos rentaron un cuartico a más kilómetros del centro habanero de lo que imaginan.

En realidad, el espacio pertenece a Dianet, la esposa de Rafael. Quizás el doctor, especialista de 1er Grado de Medicina Interna y Msc en Urgencia Médica le quedan grande estas andanzas de rentas y pagos. Pero qué importa que solo sea la retaguardia de este negocio, cuando en realidad hace unos cuantos días está en la primera línea de combate. Rafael Cortina Ramírez es uno de los tantos galenos que desde diversas posiciones luchan contra la pandemia de la Covid-19. Para él parece sencillo.

Los médicos de profesión no tienen miedo, si no, no pueden serlo.

Y entonces me parecen tan lejanas nuestras conversaciones en el sillón de la casa, y esa persona que llega y te mira serio: –Un cafecito, ¿no?

Hace poco más de dos semanas Rafael está haciendo un trabajo diferente al que acostumbra con sus pacientes en la consulta de Lesión Cerebral del Hospital Julio Díaz, donde trabaja hace 17 años. Ahora con su bata blanca pertenece al equipo de doctores que en otro hospital habanero: Clínico Quirúrgico de Diez de Octubre, atienden a personas que, por sus enfermedades, se consideran entre los grupos vulnerables al virus.

– El trabajo no es complicado como en los hospitales Covid 19, dígase Naval, Covadonga, IPK (Instituto Pedro Kourí). Aquí se estructura esto para prever la propagación de la enfermedad con pacientes ingresados o referidos, ancianos vulnerables por sus patologías clínicas.

Se trata de personas que llegan por Hipertensión Arterial, Diabetes Mellitus, las cardiopatías descontroladas, sospechosos de infecciones respiratorias agudas como Neumonía, Bronconeumonía y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, sin haber tenido contactos de interés. Algunos han sido positivos a la Covid 19. Pero son los menos- me cuenta Rafael vía WhatsApp.

El Clínico de Diez de Octubre funciona como centro de apoyo en la contención del SARS-CoV-2. En este caso, me cuenta el doctor, los pacientes no están asilados. Los casos que han resultados positivos se trasladan a centros de tratamiento.

– Hoy, por ejemplo, yo indiqué 6 estudios de PCR en tiempo real después de 5 días en la institución, si dan negativos y están controladas están enfermedades de base, incluyendo procesos sépticos respiratorios van de alta a su casa.

Tras 35 años de trabajo, el doctor Rafael asegura no haber trabajado en situación similar, ni siquiera cuando cumplió Misión Internacionalista en Etiopía, país en el que estuvo desde mayo de 1988 hasta septiembre del año siguiente. Entonces el joven médico estaba recién graduado, pero ni la lozana inexperiencia, ni el estar en un país extranjero parece compararse con la pandemia que ha puesto al mundo en un cara a cara con la muerte.

medico_mundo

Foto: @FotoArtist via Twenty20

–Bueno, en realidad el término pandemia lo dicta la OMS. En mis años primera vez que se asume esto. Epidemias como tal, dígase dengue, influenzas, siempre han existido y hemos trabajado en eso. Fíjate, como dice el profesor Durán, el IPK tiene identificados en Cuba 16 virus respiratorios típicos del trópico; pero este virus y sus características epidemiológicas de trasmisión es algo, desde el punto de vista médico, inaudito por la clínica que tiene y sobre todo la alta transmisión.

Nuestro país siempre ha apostado por la salud. Es evidente. La gestión del gobierno y de las instituciones médicas cubanas pueden considerarse ejemplo en medio de tan compleja situación sanitaria. Tan es así, que según datos aportados por el portal cubano Cubadebate “Vuelos con médicos, enfermeros y técnicos de laboratorio salieron en menos de diez días hacia unos 14 países: Italia, Andorra, Venezuela, Nicaragua, Surinam, Jamaica, Dominica, Belice, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, España”.

Entonces le pregunto a Rafael sobre las condiciones que tiene para trabajar. Muchos focos de (des)información han tratado de boicotear los logros cubanos. Los menos agresivos hablan de ocultar información y especialistas descontentos. Para ser sinceros, ya sea por el bloqueo que la administración Trump ha llevado a límites insospechados o por la mala gestión interna, el sistema de salud cubano se ha visto resentido. Falta de medicamentos, condiciones deplorables en los centros de atención y alguna que otra pérdida de sensibilidad es hoy el escenario.

Sin embargo, aquí no se aplica eso de limón, limonero, los extranjeros primero.

–Nuestro país es pobre pero con un excelente sistema de salud. Tiene dificultades como en casi todos los lugares, pero todas con resolución, por lo menos comida, cama y disposición para trabajar tengo. Nunca me voy a quejar, ahora que estoy más viejo todo se resuelve en el camino. Es posible que exista deterioro en nuestro sistema de salud, por motivaciones e intereses personales y/o económicos, pero no es la generalidad. Yo voy a cumplir 35 años de graduado y continúo haciendo las cosas bien. Es por amor a la profesión. 

Sin embargo, intento contrarrestar su firmeza que parece obvia. Hay países como Vietnam o Corea del Norte que tienen resultados mucho más loables que el caso nuestro.

– Te dije que el sistema de salud es excelente por la organización del mismo y lo que he visto. Pero las personas no tienen percepción de riesgo. El cubano se cree imbatible y por las indisciplinas aquí, en España e Italia, se han incrementado muchos casos. Por eso hay que ser más severos. El caso de Vietnam es excepcional al igual que Corea del Norte, pues cerraron fronteras temprano y no tienen hasta hace días fallecidos. Incluso se están haciendo estudios genéticos para saber quién va a padecer la enfermedad. Se dice que el grupo sanguíneo O es menos vulnerable. Son muchos factores, pues es una entidad nueva.

La conversación sucede a ratos, siempre entrada la noche. El ajetreo del día para Rafael y el resto de nuestros médicos es sofocante, pero confían. ¿Será el espíritu de resistencia que ante las adversidades han desarrollado los cubanos?

–El estado de ánimo de los pacientes es bueno. Claro, teniendo en cuenta el tipo de paciente. No es lo mismo tratar a un joven que un anciano; pero en general, es bueno. Aun con las dificultades el cubano se ríe hasta de la Covid 19.

Tanto Rafael como el resto de los doctores estarán en el hospital por 14 días y luego irán otros 14 a aislamiento. Cumplido el término le harán el PCR en tiempo real y si resultan positivos se someten al tratamiento concebido.

¿Yo solo me pregunto cómo es posible resistirse al miedo, la incertidumbre, la agonía? Acaso sea la razón por la que jamás pensé hacerme médico. Mientras le doy vueltas a la idea la pantalla de mi móvil se enciende y sale el ícono de una notificación de WhatsApp. Es tarde, pero despierto con la risa a todo el barrio. Es un mensaje de Rafael.

– Solo estoy haciendo mi trabajo. Eso de salir por el Granma me da mucha pena.

21 mayo 2020 6 comentarios 294 vistas
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Humanidad vs mercantilismo

por Gabriela Mejías Gispert 9 mayo 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

No es novedad que los medios hegemónicos recorten la realidad. Seleccionan qué parte mostrar acorde a sus intereses, mientras desvirtúan otros fenómenos. Para este tipo de medios, lo fundamental no es construir un sujeto crítico sino subjetividades. Las notas van dirigidas a la audiencia de consumidores y la realidad que reflejan va dirigida a sus accionistas. Muestran la cotidianidad de forma que los sujetos actúen acorde a sus intereses.

Recientemente algunos diarios se han hecho eco de una campaña mediática hacia las brigadas médicas cubanas. En Argentina, una serie de notas comenzaron a generarse ante la posibilidad de que una brigada con 200 médicos arribara al país. Clarín, Infobae, La Nación, entre otros, alegan que es una importación inexplicable, peligrosa incluso para el prestigio del sistema de salud nacional, entre otras barbaridades.

Estos medios, algunos de ellos multinacionales, son los mismo que encarnaron el lawfare en la Argentina durante los últimos años. Tienen negocios en conjunto y asociaciones con empresas estadounidenses. El grupo Clarín, sin ir más lejos, incorpora como socio minoritario a Goldman Sachs (The Goldman Sachs Group, Inc.) en 1999, uno de los grupos de banca de inversión más grandes del mundo. Entonces sabemos a qué intereses responden, no sorprende su lenguaje macartista cuando abrimos las tapas de noticias de dichos diarios. Sin embargo resulta inquietante que algunas corporaciones médicas se hagan eco del mismo mensaje.

El descrédito sobre nuestra idoneidad como profesionales de la salud, la fantasía acerca de una colonización comunista, el delirio generado en torno a la retribución monetaria  y la autocomplacencia al afirmar que se menosprecia al personal de salud argentino, resulta ridícula en boca de profesionales formados. Demuestra cuán hondo han calado las cruzadas anticomunistas en nuestra América, gravemente exacerbadas con la llegada al poder de Trump y el auge de presidentes de derecha como Bolsonaro, Macri y Piñera. Pero más que eso, demuestra el carácter elitista de algunos sectores de la comunidad médica argentina. Los argumentos casi infantiles, solo esconden el temor ante la posibilidad de mostrar una manera más humana de ejercer.

La corporación Médica Argentina es un actor social y económico importante en este país; nos comenta Noelia Poggi especialista en medicina integral y graduada de la ELAM. “Está íntimamente vinculada con todo lo que hace el mercantilismo de la Salud, hablamos de una corporación que utiliza la enfermedad como forma de acumular capital y se oponen a quienes muestran que otra forma de abordar la salud es posible. Creo que esta campaña dirigida a la medicina cubana tiene una intencionalidad política, pues Cuba representan un modelo que amenaza el imperante en Argentina. La medicina es la misma en todo el mundo, la diferencia es cómo se aplica, la mirada desde donde se abordan los problemas de salud”, afirma.

La brigada médica llegaría al país en el momento más crítico de la pandemia.

Esta decisión del gobernador de la provincia de Buenos Aires, se basa en la situación crítica que poseen zonas vulnerables, específicamente el cono urbano bonaerense. Ante las opiniones antes mencionadas, el Ministro de Salud de la Provincia, Daniel Gollan, declaró a A24 que esta posibilidad toma mayor auge al constatar que de 500 médicos generalistas inscritos para asistir a la Provincia ante la emergencia del Covid-19; el 70% desistieron al saber las condiciones: no están dispuestos a trabajar en hospitales públicos de zonas sensibles de la ciudad como es La Matanza, municipio con mayor cantidad de habitantes y vulnerabilidad; su altruismo es selectivo.

Voces de múltiples sectores firmaron una proclama dando a conocer su apoyo a los médicos de la isla. Entre quienes se encuentran la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; la escritora Stella Calloni, el sociólogo Atilio Borón, el senador nacional por Chubut Alfredo Luenzo, las actrices Cecilia Roth y Cristina Banegas, etc. En la proclama “Nunca más a la politización de la salud” afirmaron: “el rechazo a la sola posibilidad de que vengan médicos cubanos se alinea con la campaña de Estados Unidos contra la colaboración médica cubana en el mundo. Que hoy es parte de la agresividad y recrudecimiento del bloqueo contra ese hermano país”

De igual forma emitió un comunicado la Federación Argentina de Medicina General (FAMG) “rechazando toda forma de discriminación y descalificación a los colegas extranjeros, que en estas circunstancias especiales, podrían sumarse a trabajar en la emergencia Covid-19”. Se manifestaron también miles de graduados argentinos en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y afirmaron que no ven más que excusas políticas ante un apoyo solidario.

“Nos une la identidad y la integralidad como profesionales” cuenta Paula Artesi Herrera, referenta de la Agrupación Argentina de Graduados en Cuba, conformada en el año 2010. Desde su creación se fueron sumando profesionales de distintas especializaciones y provincias; más de 1300 Argentinos son graduados en la Isla. Los espacios que abarcan actualmente son disímiles: gestión pública, secretaría de deporte, proyectos comunitarios, proyectos laborales integrales, asesoramiento a nuevos egresados, congresos. Médicos y médicas argentinas que formaron parte de la brigada “Henry Reeve”, asistiendo ante la emergencia del terremoto de Haití y que hoy se encuentran muchos en la primera línea de ayuda ante esta pandemia.

“A veces nos dicen: ahí vienen las cubanas y es que nuestra forma de práctica profesional es muy similar aunque somos de distintas carreras y se lo debemos a nuestra formación” afirma Paula. La red creada por quienes se graduaron en Cuba recorre la Argentina, justamente en aquellas áreas donde las corporaciones no asisten. Su labor engloba desde programas nacionales del Ministerio de Salud como “el tren sanitario”, los dispositivos de salud móviles y articulaciones entre la Secretaría de Deporte para construir playones comunitarios, hasta labores en el Ministerio de Desarrollo Social.

Libia Tujuayliya Gea Zamora, médica de origen Wichí, formada en la ELAM en Cuba, habló en el programa “Voces del Mundo” sobre su experiencia: “siempre tuvimos presente que nos formábamos para volver a nuestras comunidades, el internacionalismo en nuestra formación se convierte en una aspiración profesional”. En la misma también calificó de ridículo el cuestionamiento acerca de la idoneidad de los médicos cubanos.

Al hablar de su preparación, Noelia Poggi comenta que además de las enseñanzas teóricas, agradece haber tenido mucha práctica y ejemplos sobre cómo actuar en situaciones de emergencia donde a veces los recursos escasean. “En nuestra formación tuvimos conocimientos sobre epidemiología, prevención, protocolos de estudio y atención ante este tipo de situaciones, así como cursos intersemestrales para situaciones de emergencia y desastre. Elementos que son base de nuestra formación e imprescindibles en estos momentos”, afirma.

Actualmente 23 brigadas médicas “Henry Reeve“ y aproximadamente 1400 profesionales cubanos de la salud atienden pacientes de Covid-19 en naciones de Europa, África, Medio Oriente , América Latina y el Caribe.

Brigadas que desde su creación en 2005 han asistido en casos de desastres y pandemias a distintos países; siendo reconocido su trabajo por varios gobiernos e organizaciones internacionales. Labor por la cual en el año 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) le otorgó el Premio de Salud Pública en Memoria al Dr. Lee Jong Wook, en reconocimiento a los 250 especialistas que ayudaron en África a luchar contra el ébola.

Ante este panorama solo puedo afirmar que ojalá no sean necesarios nuestros médicos en Argentina, ojalá el trabajo de prevención hecho hasta la fecha sea suficiente. Pero de no serlo, sé que se escucharán los aplausos de bienvenida por encima de los alaridos mercantilistas.

9 mayo 2020 15 comentarios 381 vistas
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Postnormalidad y glocalización

por Mario Valdés Navia 5 mayo 2020
escrito por Mario Valdés Navia

La amplia y eficaz experiencia criolla en la lucha contra huracanes nubla el entendimiento de muchos sobre qué es la Covid-19 y provoca un falso trasplante de fases. Para algunos meteorólogos-epidemiológicos ya pasamos la etapa de seguimiento (contagio externo), estamos en la alerta (transmisión local limitada) y aún no sabemos si habrá o no alarma nacional (epidemia), la que daría paso –más o menos rápido- a la bienvenida recuperación. Error, nada será así.

Si el ciclón afecta por unos días, esta pandemia lo hará por años, y no pasará por determinados lugares sino que llegará a todos y se quedará después como una endemia más. Cuando esté controlada –sea por inmunidad poblacional o vacunas efectivas- y comience la postnormalidad, casi todo será diferente. El mundo que conocemos habrá cambiado, y Cuba con él.

Todo parece indicar que la globalización dará paso a lo que han llamado glocalización, un ajiaco de globalización con economías locales. La pandemia pone de manifiesto que el mito de la aldea global es endeble, que países y regiones no pueden confiarse en que todos sus problemas se resolverán mediante la producción de algunos bienes y/o servicios para un mercado planetario que los proveerá de todo lo demás.

En pocos meses el sars-cov-2 descoyuntó, no solo varios de los sistemas de salud más sofisticados, sino el funcionamiento del comercio mundial, flujos de capital, migraciones laborales y la industria globalizada. De súbito, el slogan imperante del necesario achicamiento del Estado y sus servicios públicos se vino abajo, y dio paso a reclamos por un rol más fuerte y decisivo del poder central en el aseguramiento colectivo.

Temas tales como: soberanía alimentaria, industrias nacionales, mercado interno, y estímulo a la producción local en detrimento de lo importado, se esparcieron por todo el mundo. Mientras cerraban miles de negocios, millones de obreros eran desempleados y los trabajadores informales se quedaban sin sustento, los gobiernos se debaten entre dos opciones contrapuestas: mantener el distanciamiento físico para salvar una mayor cantidad de vidas, o reabrir la economía para evitar la bancarrota y una crisis económica global quizás peor que la pandemia.

Cosas que el establishment global aceptaba a regañadientes, como criptomonedas, energías renovables, salud pública, gobernanza digital y ciudadanía en red, pasan al discurso de políticos y parlamentos de cualquier signo como si nada. Mayorías que clamaban por sus derechos amenazados por los Big Brothers, aceptan la vigilancia digital epidemiológica más rigurosa −vía móvil/cámaras/internet− como una bendición de Dios. Las criticadas experiencias china, coreana y de Singapur en el monitoreo de la ciudadanía, son copiadas y perfeccionadas por Europa, Rusia y USA.

Mientras, en Cuba la Covid-19 nos cambia la vida aceleradamente. Si el comercio en línea apenas había llegado hace par de meses, de pronto se anuncia como la más reciente novedad nacional. Plataformas como tuenvío.cu aún prometen más de lo que cumplen, pero ya existen como alternativa cómoda para los que pueden y tienen cómo usarla. En muchos lugares, los trabajadores por cuenta propia (TCP) –y sus clones de la economía sumergida− se las arreglan para montar sistemas locales y barriales de venta a domicilio mediante redes sociales, para bien de muchos. Y en primerísimo lugar, de nuestra querida ETECSA.

La producción local de los campesinos, TCP y las innombradas pero existentes micros, macro y medianas empresas son reconocidas en los medios nacionales y territoriales –¡hasta en el NTV!− por su aporte a los consumidores en cuarentena. Propaganda política y publicidad comercial se unen para el bien de todos.

El papel de los municipios y sus gobiernos locales se agiganta, mientras se contrae el de los provinciales. La presencia de ministros y otros ejecutivos nacionales en los medios muestra públicamente quién es quién, a pesar de preguntas sosas y la benevolente actitud de los periodistas. Vecinos y emprendedores, artistas y cacharreros, policías y bandidos, adquieren relevancia nacional. ¡La glocalización cubana ha echado a andar!

5 mayo 2020 14 comentarios 741 vistas
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Naciones Unidas y la salud en Cuba

por Jesús López Martínez 16 mayo 2018
escrito por Jesús López Martínez

Las noticias actualmente me llenan de ojerizas por el poder que tienen los medios de comunicación. Casi todo el mundo se convenció del ataque a Irak porque el criminal de Hussein usó armas químicas  y después…nunca aparecieron las armas químicas. Hace poco Trump lanza más de cien cohetazos a Siria; sin tener en cuenta al Congreso, ni al Consejo de Seguridad, porque según dice él usaron armas químicas contra el pueblo. Los grandes medios no preguntan por las pruebas, ni qué lo autoriza a actuar como si hubieran derramado algo en un pasillo en la torre que lleva su nombre. Ya esos medios no hablan más de los cohetazos.

Me sorprende que funcionarios de la ONU,  caracterizados por ser muy medidos en sus declaraciones,  cuando hablan de la salud de Cuba, lo hagan de forma extremadamente elogiosa.

Cristián Morales Fuhrimann, representante en Cuba de las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/OMS), en conferencia de prensa con motivo de la celebración del Día Mundial de la Salud, este 7 de abril expresó: “Cuando se hable de una cobertura universal de la salud, del derecho de todas las personas a recibir atención médica sin distinción, Cuba es ejemplo, en tanto promueve un sistema también equitativo, accesible y en transformación constante para satisfacer las necesidades de la población e incrementar su calidad de vida. El funcionario elogió los resultados del país, llevando los servicios de salud a cada rincón de la geografía cubana, aun cuando a nivel mundial la mitad de la población carece del acceso a este tipo de servicios o tiene que destinar cuantiosas cantidades de dinero para recibirlos”.

Ahora el Director General de la OMS doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha dicho en La Habana: “No puedo más que agradecer a Cuba por el sistema de salud modelo que tiene, que lo hace situarse entre los mejores del mundo”. Añadió que aunque es un derecho humano “más de la mitad del mundo carece de servicios médicos”

Carissa Etienne, directora del a Organización Panamericana dela Salud añadió: “Más de la  tercera parte de los habitantes de esta región no tienen acceso a los servicios de salud integrales. En los años 2013 y 2014 se produjeron más de 1,2 millones de muertes que hubieran podido evitarse”

Sé que la salud en Cuba ha dado un cambio de 180 grados después de 1959 (lo he vivido), pero lo dicen estos numeritos: En 1958 contábamos con 1076 habitantes por médico (mucho menor en La Habana y las capitales de provincia y mucho mayor en el campo); en 1970 teníamos 1393 (recuerden que en los primeros años de la Revolución se llevaron la mitad de nuestros médicos), pero con los 3000 patriotas que no se fueron, trabajamos y trabajamos y hoy tenemos 125 habitantes por médico.

Bueno, pensé, muchos en La Joven Cuba comentan que han pasado 60 años, que el mundo ha cambiado, que esas comparaciones no son válidas. Estos directivos de la ONU viajan por el mundo, pero… ¿no estarán influenciados por los medios cubanos, porque dicen lo mismo que Granma y la Mesa Redonda? Entonces me dio por buscar en Internet la situación de la salud en varios países (no dispongo de mucho tiempo). Busqué países de los que en este blog alaban porque son democráticos, tienen muchos partidos, eligen al presidente directamente y creo que “esa democracia” debe servir para algo y no tienen bloqueo de la nación de mayores recursos técnicos en la salud. Me encontré lo siguiente:

http://hoy.com.do/sistema-salud-publica-de-rd-esta-plagado-de-deficiencias/

La salud pública de la República Dominicana es altamente deficiente, lo que se evidencia por una alta mortalidad de pacientes, por la falta de equipos o medicamentos en los hospitales, debilidad en la atención y bajos niveles de calidad. (…)
Esos conceptos fueron emitidos ayer por el doctor Fulgencio Severino en el panel sobre la “Situación y perspectiva de la salud pública en el país”, organizado por el Centro Bonó. (…)Sostuvo que no se le puede decir a una persona de Elías Piña que cada vez que quiera un servicio se traslade a la capital “porque se va a morir en el camino y no puede ser y si busca una ambulancia tienen que pagarle viáticos al chofer y echar gasolina”.

http://www.ssm.gob.mx/portal/pdf/Informe%20Ejecutivo%20SPSS%202016.pdf

(..) Estas cifras nos indican que en México todavía hay más de 30 millones de personas sin protección social en salud. Esta población recurre, para atender sus necesidades de salud, a los servicios de la SSa, los SESA e IMSS-O. Alrededor de 24 millones se consideran responsabilidad de la SSa y los SESA, y alrededor de siete millones se atienden en las unidades del programa IMSS-O.

https://www.elconfidencial.com/mundo/2015-09-07/sanidad-publica-en-brasil-una-odisea-con-tintes-de-pesadilla_1001446/

“Las personas enferman por el hambre, por la falta de saneamiento, y cuando buscan ayuda en hospitales, cargan sobre nosotros sus frustraciones. La violencia es una constante en los centros médicos brasileños, sobre todo en los que se encuentran cerca de favelas en guerra. Isabela, una Mir procedente del Nordeste, trabajaba hasta hace dos meses en un centro de la periferia de Río de Janeiro. Acaba de dejar su trabajo. “Había un tiroteo por día. Nos pasábamos el tiempo debajo de una mesa esperando que los tiros acabasen pronto. No hay derecho, no se puede trabajar en estas condiciones. Yo lo siento por los pacientes que he dejado atrás, pero no quiero morir por ejercer mi profesión”, reconoce Isabela.

A esta situación de crisis constante, se suma una falta crónica de médicos, por una falla en la planificación desde el Estado Federal. Es una lacra que el Gobierno de Dilma Rousseff ha intentado paliar con la ‘importación’ de facultativos desde Cuba a través del programa ‘Más médicos’. Desde que arrancó hace dos años, este programa ha traído a Brasil a 18.240 profesionales, en su mayoría médicos de cabecera que trabajan en las áreas rurales deprimidas del norte y el nordeste del país. (Cuando llegué a aquí, pensé… ¿será por esto que está preso Lula?)

La razón de este programa, ampliamente criticado por la oposición (¡Qué democracia!)  y por muchos médicos brasileños, radica en la esencia elitista de la universidad brasileña. A pesar de los avances de la era del PT, hoy solo el 11% de la población llega a la universidad, y eso que en la última década se ha duplicado la población universitaria en el país tropical. Estudiar medicina a día de hoy sigue siendo un privilegio para las clases altas.”

A esto que viene a continuación no le tomé el link, pero puedo asegurarles que no ocurre en el país de un solo partido y sin democracia que “dicen que es  Cuba”:

“La mortalidad materna, neonatal, infantil y en la niñez ha tendido al descenso alcanzando los valores más bajos del decenio; sin embargo, estas muertes son evitables, innecesarias y consideradas injustas. Se proyecta que manteniendo las variables constantes, para 2020 su comportamiento continuará decreciente.

Variables como la ubicación geográfica, la etnia, la pobreza y el porcentaje de analfabetismo han demostrado ser determinantes de estas muertes; por lo tanto, su intervención debe estar enfocada al mejoramiento de las condiciones sociales que generan brechas de desigualdad.”

Resulta evidente, los funcionarios de la OMS y la OPS no hacen esas declaraciones porque lean Granma o vean la Mesa Redonda, sino porque recorren muchos “países democráticos” y saben la situación que tiene en ellos la atención a la salud de la población que no dista mucho de la que tenía Cuba hace 60 años.

16 mayo 2018 73 comentarios 222 vistas
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