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Alocución

Alocución

por Jorge Fernández Era 1 mayo 2022
escrito por Jorge Fernández Era

Este discurso es el primero de mayo. No me refiero a la fecha, sino a que es el primero que realizo en el mes. Ahora, mientras leía, me di cuenta de que lo estoy pronunciando el Primero de Mayo, vaya casualidad. ¿Por qué celebramos el Primero de Mayo? Sencillamente porque es feriado. Celebrarlo más adelante implicaría perder otra jornada de trabajo.

Esta fiesta de los asalariados cubanos se convierte en escenario preciso para enaltecer el valor del trabajo, no importa si con la inflación ya ni sabemos cuánto vale. Hace menos de un año expresé que «la satisfacción de las demandas del pueblo no puede hacerse con discursos, no puede hacerse con exhortaciones». Aprovecho este discurso para exhortarlos a que piensen en ello.

Una de las mentiras que se difunden por las redes sociales es que los trabajadores son obligados a asistir al desfile. Eso es una farsa, ¡eso es farso! ¡Que le pregunten si no a los compañeros de la Empresa Consolidada de Encadenamientos Productivos y otros Eslóganes, citados a las tres de la madrugada en la propia sede de la institución. ¡Desde aquí los veo, alegres y confiados, con las banderas del socialismo en una mano y la merienda en la otra! Ni tiempo de desayunar tuvieron muchos de ellos. Otros tantos no desayunan hace tiempo.

Quienes difunden patrañas sobre nuestras celebraciones son los que para justificar el no asistir a la Plaza alegan que, si se han pasado trescientas sesenta y cuatro jornadas luchando por los derechos de los trabajadores, merecen entonces un día de asueto. ¡Si siguen en las mismas les rebajaremos el sueto!

Los que dirigimos esta Revolución desde Gaesa, desde el Partido, desde el Gobierno, desde el Poder Popular, desde la Asamblea Nacional y desde los sindicatos vivimos desvelados por la producción, desvelados por las distribución justa de la riqueza, desvelados por la satisfacción de las necesidades más apremiantes de la sociedad. ¡Y desvelado no hay quien rinda!

Queremos un sindicato con criterio propio, que promueva el debate con argumentos, enarbolando las orientaciones de Raúl, de nuestro presidente y de los demás líderes, los lineamientos de la política económica, el pensamiento emanado de las discusiones, debates, directivas y acuerdos del VIII Congreso, enfrentándose resueltamente a todo aquel que intente rebatirlos.

El salario no alcanza, lo sabemos. Como el país no está en condiciones de importar salario desde otras economías más industrializadas y solventes, solo podemos garantizar la distribución equitativa de los salarios que bondadosamente nos llegan a través de donaciones, y la venta en MLC de los salarios que recibimos vía remesas de aquellos que un día desfilaron junto a nosotros y hoy se les ve desfilando hacia la frontera mexicana. Nos solidarizamos con ellos. Solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino lo que nos falta, es decir, compartirlo todo.

La unidad prima, somos indivisibles, tanto como la unidad es un número primo, solo divisible por él mismo. Yo me entiendo. Si queremos encaminar esta nave hacia puerto seguro, tendremos que ser más «proactivos». De lo contrario, la encaminaremos hacia atrás y seremos «popactivos». Ustedes me entienden.

En este preciso minuto, en Colombia, miles de artesanos marchan en contra de las políticas de su gobierno; en Perú, cientos de campesinos obstruyen las carreteras en protesta por leyes de corte neoliberal; en Ecuador, los maestros exigen pensiones más dignas para su jubilación; y en Auckland, Nueva Zelanda… los trabajadores duermen.

Mientras el proletariado del mundo clama por su alimentación, por una vivienda digna, por derechos que le son conculcados, o se van a la huelga, a nosotros, huelga decirlo, esos temas no nos conciernen, porque la clase obrera de la Isla de la Libertad está en el poder: poder comer, poder vestir, poder transportarse, poder hablar, poder callarse y, sobre todo, poder emigrar.

Cuba está dispuesta a tener relaciones normales con todos los países, incluyendo Estados Unidos. El Gobierno ha demostrado incluso la voluntad de mejorar las relaciones con su propio pueblo, un pueblo que trabaja en la agricultura, trabaja en la industria, trabaja en el turismo, trabaja en los servicios, trabaja en las exportaciones… ¡un pueblo que pasa trabajo!

El nuevo orden internacional necesita de una Tarea Ordenamiento. El primero ha sido un rotundo fracaso. La segunda diríamos que al revés: un fracaso rotundo.

¡Cuánta alegría, cuánta efervescencia revolucionaria, cuánta confianza en el futuro deja en nuestros corazones leer en el Granma que «Se refuerza el interés por el trabajo en Cuba». Si hemos sido capaces de alcanzar metas más difíciles que esa, ¿por qué no soñar junto al órgano oficial de nuestro Partido en que algún día en esta isla se trabaje?

Por este calor humano, por ese sol intenso que nos alumbra y que provoca a cada rato récords de temperatura en Veguitas: ¡Vamos con toldo!

¡Arriba los vulnerables del mundo! ¡De pie los esclavos sin harina de maíz sustituta! ¡No más salvadores supremos… y que me perdone el vicepresidente! ¡Debemos de ser los obreros los que guiemos el tren… u otros medios de transporte alternativos!

¡Agrupémonos todos… en los puntos de recogida! ¡Pero no permitamos, como sucedió ese infausto 11 de julio, que se alcen los pueblos!

1 mayo 2022 8 comentarios 2k vistas
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Cuba vive

¿Cuba vive de lo que trabaja?

por Redacción 1 mayo 2022
escrito por Redacción

Como cada primero de mayo, una parte del pueblo de Cuba marchará en la Plaza de la Revolución y otros sitios del país, siguiendo la tradición de la clase obrera cubana en el Día Internacional de los Trabajadores.

Por primera vez desde el confinamiento por Covid-19 las actividades serán presenciales, y la máxima dirección del país ha convocado a un desfile en respaldo al sistema socialista, defensa de las conquistas sociales y reclamo por el fin del bloqueo estadounidense.

No faltarán, por supuesto, las banderas, carteles y consignas de esta efeméride, que en el mundo es mayormente un recordatorio de lucha por los derechos laborales, pero en Cuba se presenta como fiesta de la clase obrera.

«Vamos con todo» y «Cuba vive y trabaja» serán las etiquetas de este año, aunque cabría preguntarse, a propósito de ellas: ¿Cuba vive de lo que trabaja? ¿Se han conquistado todos los derechos?

cuba vive

(Imagen: CTC)

Si nos remitimos a la Constitución de la República, comprobaremos que en su artículo 31 se concibe al trabajo como «un valor primordial de nuestra sociedad» y «constituye un derecho, un deber social y un motivo de honor». También, establece la Carta Magna, «debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales».

La realidad, sin embargo, se aleja en buena parte de lo que la tinta dispone. Con un salario mínimo de 2100 CUP y uno medio de 3800, difícilmente el trabajador cubano viva hoy con la dignidad que su Ley de leyes estipula. La inflación desmedida, los bajos índices de productividad, los múltiples males derivados del burocratismo y desacertadas políticas económicas diseñadas por la dirección del país, junto a las presiones unilaterales del gobierno norteamericano, atentan hoy contra los proyectos individuales, colectivos y sociales que deberían encontrar los cubanos en su tierra.

A ello se suma la existencia de los mercados en moneda libremente convertible (MLC), que exacerban las desigualdades sociales, generan descontento en la ciudadanía y devalúan aún más el trabajo al propiciar mayor corrupción y crear un apartheid económico.

Dice también la Constitución, en su artículo 20, que «los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía»; pero en un escenario en que los sindicatos han sido fusionados con las administraciones, ¿hasta qué punto los obreros deciden en un medio de producción que en teoría debería ser propiedad socialista de todo el pueblo, pero en la práctica es dependiente de los designios del Estado?

El Primero de Mayo es un día para homenajear la epopeya de médicos y científicos, los esfuerzos de los maestros, y el valor de quienes, en general, contribuimos trabajando a diario. Pero también, debería ser un recordatorio de las tradiciones sindicales de este pueblo, y un momento para reclamar por el reconocimiento de nuestros derechos económicos y políticos violentados.

1 mayo 2022 35 comentarios 1k vistas
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María Luisa Carrasco (P)

María Luisa Carrasco

por Maylan Álvarez 19 febrero 2022
escrito por Maylan Álvarez

Dichoso el árbol

que es apenas sensitivo.

Y más la piedra dura,

porque ella ya no siente.

Rubén Darío

***

Después de ocho años volví a una película —y tendrán que disculparme las referencias cinematográficas más de dos veces en estos comentarios sabatinos— que asumo como un clásico sobre la violencia. A priori, muchos pensarán de inmediato en los hermanos Coen, Haneke, o en el tremendísimo Tarantino. Este viaje nos conduce más al Peloponeso: Yorgos Lanthimos, el director griego, y su película del 2010 Kynodontas.

Presumo que algunos lectores preferirán verla a que yo se las narre. Pero en mi afán por contarlo TODO, necesito hablar sobre la primera escena. Uno de los tres hermanos protagonistas propone un juego en el baño. Para ser el ganador debes sostener la mano bajo el chorro de agua hirviente el mayor tiempo posible. Basta decir que la película va subiendo la parada de la violencia intrafamiliar a tales dimensiones, que todos los implicados estarán muy dañados para cuando pasen los créditos.

También el espectador. También yo, al punto de llamar por teléfono a varios amigos minutos después de verla para comentar sobre la película, no sin antes venderles como aperitivo esa primera escena.

Y más que a la violencia, ese momento me remite a la tenacidad. A todo lo que puede soportar el ser humano, incluso sin razones de peso aparentes. «A brindar por el aguante», como de manera tan erudita nos invita René Pérez, el Residente de Calle 13.

Quizás algunos coincidan conmigo en que por estos días estamos soportando mucho, aguantando demasiado. Metafóricamente hablando, casi todos tenemos una mano, o ambas, bajo el chorro de agua caliente, esperando el fin del juego.

Y es cierto que no solo en Cuba. Por solo citar un ejemplo, ya solo veo documentales en Rusia Today, porque son especialistas en ponerme los pelos de punta si de noticias aterradoras se trata: guerras, hambrunas, sequías, la mala distribución de los recursos en el planeta, la maldita emigración, etc, etc, etc…

La lista pudiera ser particularmente extensa, pero creo que otros coincidirán conmigo que, en lo que vamos arreglando la Pacha Mama, hay cosas que pueden ser resueltas a nivel de país. Es más, a nivel de provincia, incluso de municipio, en el caso de Cuba. No me parece que tengan que intervenir la OTAN o la OMS para que distribuyan las toallitas sanitarias, nuestras archiamadas y siempre bienvenidas íntimas, a la farmacia del reparto. A este asunto, que me encanta, regresaremos dos páginas más adelante.

Porque primero pretendo hablar del chorro de agua caliente. El mío, el de muchos cubanos de a pie. Y es que no me lo puedo quitar de la cabeza, porque se ha convertido en un eje central de nuestra vida: las tiendas en MLC, rebautizadas con el nombre femenino de María Luisa Carrasco desde su nacimiento, hace poco más de ¿un año? ¿dos?

Está bien, ya me lo explicaron, había que hacerlo, pero… ¿y? ¿Y los que, como yo, no tenemos MLC? Dios, mi esposo y mis amigos no me dejarán mentir. Jamás he puesto un pie en ningún establecimiento para comprar con tarjeta, y aquí les va el aumento de temperatura del agua: la historia del día en que casi entro a una. Casi. Por equivocación, por supuesto.

Mi esposo y yo andábamos por el Centro Comercial Todo en uno, en Varadero, buscando zapatos para los niños. Claro que no conseguimos zapatos, querido lector, pero di de narices en el mercado con una cola que prometía.

Solo quienes hayan vivido momentos semejantes, pueden dar fe de mi entusiasmo. Las paredes transparentes me regalaron una vista espectacular. Ya me imaginaba a mis hijos con los yogures de platanito, qué de plátano… conté como cuatro sabores diferentes. En la tablilla informativa mis ojos pasaban del queso al puré de tomate, las pastas italianas, el jamón serrano, las pintas de aceite… Y yo nada más había guardado ochenta CUC en la cartera… Qué mujer tan poco previsora.

Una muchacha me aseguró que ella era la última, pero que en lo que la cola andaba, iba a tomarse una cervecita con su novio. ¿Cerveza? ¿Aquí? La cuestioné mentalmente y seguí haciendo cuentas, hasta que llegó mi turno y la muchacha sin aparecer. Abrió el custodio la puerta para darme paso, no sin antes aplicarme desinfectante en las manos y junto a la desinfección abrió en mi pecho la grieta más honda que manos cirujanas pudieran suturar.

Creo que nunca terminé de leer lo que decía el cartel en dos idiomas: Solo tarjetas. Y mostraba las referencias de las tarjetas que podían comprar en el mercado/Jauja. Inocente yo.

No sé cómo lo habría tomado el custodio de haber conocido la verdad. Atiné a musitar, de la manera más creíble y pausada: ah, caramba, dejé la cartera con las tarjetas en el carro. ¡Qué cabeza la mía! 

Lo que salió para el parqueo fue un bólido. Mi esposo me esperaba, no con cerveza pero sí con agua, y me tomé su pomo y el mío, y aun así no lograba calmarme. Le soné par de cocotazos a la guantera del carro, pobrecito, y mi amor tuvo que soportar el recordatorio histórico una vez más:

«que ya estaba harta de ser de la generación de las escuelas al campo, de comprarme zapatos solo cuando se rompían los que llevaba puestos, que si las tiendas del oro, que si las diplo-tiendas, que si mis padres profesionales jamás pudieron ir a ningún hotel después de los noventa, que si mi papá tuvo que ir para Angola, que si mi suegro se quedó con la carta en la mano para comprar el carro, y ahora esto… Otro lugar donde no podía entrar».

En fin, la catarsis de una mujer cubana que pareciera replicarse en tantas y tantos que conozco, con equívocos y recordatorios históricos semejantes.

Ha pasado el tiempo y las tiendas ahí, sin recibir mi cálida visita. Y he tenido que comprar lo necesario, lo vital, a otros precios; o esperar a que venga alguito a la TRD del barrio. En ese estado de cosas, las manos de amigos o de la familia han sido inequívocamente imprescindibles, porque las toallitas sanitarias, las sempiternas amigas íntimas de toda mujer, se compran en MLC. 

Y lo demás también.

María Luisa Carrasco

Almohadillas sanitarias marca Mariposa (Foto: Laura Rodríguez Fuentes / Cubanet)

Dice mi suegra que las hay de todo tipo: nocturnas, diurnas para flujo normal, para flujo normal plus ¿?, con barreras antiderrames, delgadas con o sin alas, con o sin gel absorbente, excelentes canales de distribución…

Dios sabe todas las cosas. A lo mejor por lo ignorante que soy ante semejantes especificaciones, es que no tengo acceso a comprar toallas higiénicas con María Luisa Carrasco. En Cuba solo he conocido las íntimas Mariposa, cada vez menos absorbentes, con menos pegamento y menos arribos a la farmacia.

Como bien le comenté a un amigo hace muy poco: esa mariposa hace rato que no vuela para mí.

Y no vamos a hablar de los precios. Bueno, los de MLC no los conozco. Supongo que la cotización de los paquetes vaya en consonancia con la cantidad y la calidad. Los que me sé son los de Mariposa. En los primeros meses de la COVID los paquetes de diez, sin dibujitos ni especificaciones, costaban cuarenta pesos en monumento nacional. Quiero decir, en moneda nacional.

En momentos de crisis los he pagado a setenta, como si fuera a comprarme una mariposa Monarca, ese espléndido ejemplar de la fauna mundial. En otras ocasiones solo he tenido que dar las gracias, porque la sororidad entre mujeres cubanas merece un comentario aparte.

La historia se repite una y otra vez, y mi suerte está echada con mis dos hijos varones. No me imagino como mi mamá, cortando y preparando trapitos para que pudiera malpasar el período en la beca. Eso sería semejante a meter, no mis manos, sino la cabeza bajo el chorro de agua hirviente, por muchíiiiisimo tiempo. La verdad es que TODO tiene sus límites.

Y no puedo desdecirme de tal manera que cierre este momento, este tópico tan ¿íntimo?, sin compartir el poema que publiqué en uno de mis libros, en el 2016.

El año tiene doce meses

pero a mí me da la menstruación trece veces por año.

Como las fases lunares. Cada veintisiete días.

En la Biblia que si impuras,

los egipcios que si baños especiales después de cada regla,

los chinos antiguos que si la sangre menstrual

no debía tocar el suelo por temor a ofender

al espíritu de la Tierra.

Las mujeres como yo en la historia de la humanidad

han sangrado dos veces:

por el truco de la sonrisa vertical,

el orificio de entradas y salidas,

el túnel excavado en el cuerpo para dar y recibir

y por el pecho,

también se menstrúa por el pecho

con más fuerza,

con más peste,

con más regularidad,

quizás más de cien veces por año.

Sangra,

sangra el pecho,

mana,

mana la sangre,

y no hay almohadas,

toallitas,

íntimas,

pacas de algodón

que contengan un torrente tan doloroso.

***

Posdata: Soy el número 288 en el censo de las íntimas en la farmacia del reparto. No distribuyeron en enero. No saben si yo alcance a comprar en febrero. ¿Cuál otro poema le escribo a mi cuerpo? ¿Alguien me puede resolver el gmail de Lanthimos?

19 febrero 2022 12 comentarios 2k vistas
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Economía cubana (2)

La economía cubana y los precios: una relación necesaria

por Omar Everleny Pérez Villanueva 15 febrero 2022
escrito por Omar Everleny Pérez Villanueva

Hasta dónde llegará el impacto negativo de la pandemia por la covid-19 en la economía de Cuba junto a los efectos del bloqueo, dará mucho de qué hablar en los próximos años. Los escenarios adversos que han dibujado los economistas son poco halagüeños. Antes de irrumpir el nuevo coronavirus, en marzo del 2020, la economía se encontraba casi en recesión, atrapada por la disminuida producción agroindustrial, las deficiencias internas que son estructurales, la poca disponibilidad de divisas y el escaso avance de las transformaciones del modelo económico.

El crecimiento económico de la isla ha sido muy bajo. Entre 2009 y 2019 fue del 2,3 por ciento promedio anual. Entre 2016-2020 esa cifra se redujo a -1,3 por ciento. Apenas creció un 0.2 % en el 2019, para decrecer un -10.9 % en 2020. En 2021 el crecimiento fue aún bajo, un 2%, según reconocen las autoridades.

Los principales sectores afectados en la actualidad son la agricultura, agroindustria cañera, minería y turismo internacional que, terminó el 2021 con 354,470 visitantes, una caída de 67.2 % respecto al 2020 y un desplome de  92.4 % tomando como referencia al 2019.

En el caso de la agricultura, los reportes disponibles publicados por el Anuario Estadístico indican que los volúmenes de producción en el 2020 estaban por debajo de las cifras de 2019, cuando ya exhibían un pobre desempeño.

El profesor Carmelo Mesa Lago, en su exposición «Causas de las protestas y medición de la magnitud de la crisis económica en Cuba», comentaba que en la agricultura, ganado, pesca y manufactura: de un total de 24 productos clave en 2020, 19 decrecieron respecto a 2019; y 12 estaban por debajo del nivel de 1989.

La zafra azucarera 20/21 fue de las más bajas en los últimos cien años, por debajo de las 800 000 toneladas, y se esperan resultados nada halagüeños en la zafra 2021/2022.

Lo anterior demuestra que la economía cubana ha estado en recesión durante los últimos años, con destellos alentadores a partir del 2022, pero con una fragilidad muy grande aún para enrumbar el camino.

La teoría económica plantea que es positivo mantener la inflación baja, ya que un nivel de inflación alto distorsiona las llamadas señales del mercado, y además genera ineficiencias con graves afectaciones para la economía y sobre todo encarece la vida a las personas.

Economía cubana (3)

La inflación alta encarece la vida a las personas. (Foto: Roy Leyra / CN360 )

Las causas de la inflación son múltiples, porque están relacionadas al comportamiento de la economía en general y a la interacción de sus variables, oferta y demanda, balances internos y externos.

La crisis económica estructural que atraviesa la economía cubana, junto a  choques externos como el bloqueo económico de Estados Unidos, la pandemia del COVID 19, la carencia de divisas por desajustes o disminución de  exportaciones, el pago de deudas resultantes de los procesos de condonación; han afectado fuertemente la oferta de bienes y servicios, y eso se ha traducido en el aumento de los precios de productos en algunos mercados, como el  agropecuario y los informales.

Los altos déficits presupuestarios financiados mediante emisión monetaria o deuda pública, generan inflación en países llamados en desarrollo, como Cuba. A su vez, la alta inflación afecta los ingresos reales al presupuesto. El déficit fiscal fue de un 18% del PIB en 2020, y se estima en más de un 25 %  para el 2021, el mayor desde los años 90.

Otro factor que influye en la inflación es la credibilidad de la autoridad monetaria (banco central) y la estabilidad y rigor en el manejo de la política monetaria, que de alguna manera queda expresada en la «Teoría de las expectativas racionales».

En el 2005, la cesta de compra de los cubanos había experimentado un cambio. Antes, los productos permanentes en la cuota personalizada mensual —jabón, pan, aceite, café, arroz, azúcar, huevos, carne de pollo y fríjoles—, se compraban por 9,05 pesos cubanos.

A partir del 2005 pasaron a valer 17,45, un aumento del 148%.  Sin embargo, el salario medio mensual era 330 cup. Tal subida estuvo acompañada por un 8% del aumento en las pensiones, un 6,72% del incremento del salario mínimo y un 11,9% del aumento del salario medio. Costaba más porque el nuevo precio incluía un kilo de arroz de mayor calidad y dos huevos adicionales. Lo mismo sucedió con el café, aunque en este caso la subida del precio, por la misma cantidad, fue del 2.400%.

La canasta básica referencial prevista por la «Tarea Ordenamiento» era de 1 528 CUP. Se puede inferir que la misma fue calculada teniendo en cuenta la tasa oficial de CUP a USD de 1 por 25. Recientemente se informó que esa canasta asciende ahora a 3 250 CUP en La Habana y 3 057 CUP en las provincias orientales, mientras el salario promedio del país es de 3 838 CUP.

En el  2019, el costo de la canasta básica representaba el 46.6% del salario, sin embargo, de acuerdo con las autoridades cubanas, en 2021 es casi el 85 % y, dado el nivel de precios actuales, es lógico suponer que el salario promedio no alcance para adquirir los alimentos necesarios para una vida digna. 

El Ordenamiento monetario trajo consigo un significativo aumento de salarios, pero estos representan hoy menor poder adquisitivo que los de años anteriores, debido al desmedido aumento de los precios, aunque no se puede ser absoluto. Un grupo no despreciable de trabajadores está recibiendo altos montos por la distribución de utilidades en sus instituciones.

Economía cubana (4)

Es evidente que la propia escasez de divisas ha producido un desabastecimiento en las tiendas fuera del circuito normado. En los diferentes mercados, tanto los de MLC como los de CUP, faltan los productos necesarios para completar la canasta básica mensual. Para escapar, como se dice en Cuba.

En las tiendas en CUP se observan largas colas cuando son surtidas de algún producto escaso —pollo, detergentes, papel higiénico y puré de tomate, entre otros. La población se desgasta en las aglomeraciones que los cubanos llamamos molotes, a la hora de adquirir esos escasos bienes que tanto se necesitan.

 Las tiendas en MLC están un poquito más abastecidas, pero al ser en MLC o dólares bancarios, cuya tasa de cambio a CUP ronda los 100 en el mercado informal y  único existente, se podrá calcular el costo de cualquier producto que se oferte ahí para la población, entre ellos los menos favorecidos: jubilados, trabajadores del sector presupuestado, entre otros.

Una proporción no despreciable de la dieta alimentaria es importada, y si la economía tiene escasez de divisas, no ha quedado otra opción que recortar ciertas adquisiciones demandadas por los hábitos alimenticios de la población.

Habida cuenta de la situación descrita, el estado debe volcar sus  esfuerzos para facilitar el  aumento de las producciones agrícolas, ya que ahí existen grandes reservas no explotadas. La población requiere, en estos tiempos de crisis epidémica, y hasta existencial, resolver los productos que son vitales para su cotidianidad.

El bloqueo está firme en su pretensión de afectar más a la economía cubana, desde la persecución a empresas que comercian con Cuba, hasta intentos de evitar los depósitos de divisas del país en bancos internacionales. Pero sobre ese aspecto no podemos hacer más que criticarlo, lo que sí se puede es producir más alimentos internamente, por todas las formas de propiedad que existen en la Isla, y eso requiere recursos monetarios.

En efecto, es hora de pensar como país. El momento por el que atraviesa Cuba es muy complejo, y si el Estado no puede reaccionar con la celeridad que se impone para abastecer alimentos o servicios debido a la falta de divisas para importar, tiene entonces que tomar medidas no incluidas hasta ahora entre sus prioridades.

Por ejemplo: reducir el gasto en nuevas construcciones hoteleras para turistas en un futuro algo lejano; o autorizar la entrada de cadenas de tiendas extranjeras, aunque les hagan la competencia a las alicaídas tiendas cubanas; o permitir la libre importación a personas naturales que paguen en divisas extranjeras. Pero los precios hay que detenerlos, ya que se está produciendo un deterioro importante en el poder adquisitivo de la familia cubana. 

Se dice que en el socialismo la fuerza de trabajo no es una mercancía,  sin embargo, ¿acaso los trabajadores ni siquiera pueden aspirar a obtener una cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades? Recordemos que a medida que la sociedad y sus componentes son más desarrollados, el costo de reproducción de la fuerza de trabajo aumenta, no debiendo abarcar  únicamente lo imprescindible para alimentar y vestir a los trabajadores y sus familias, sino que también requiere un pago que permita disfrutar mayor tiempo de ocio, una salud más garantizada, unas merecidas vacaciones, ir al teatro, cine, comprar libros, electrodomésticos, entre otros.

Los precios han tenido un aumento exponencial a lo largo del país. En el siguiente gráfico, se observa el movimiento al alza de estos. Tomo, a modo de ejemplo, ciertos productos en la unidad de medida (libras), y, como punto de referencia, algunas zonas de La Habana. Los datos relativos al año 2021 fueron obtenidos de la ONEI, en la publicación «Anexos Índice de Precios al Consumidor».

Economía cubanaPuede apreciarse que el indicador de precios que marca tendencia o brújula en el país es la carne de cerdo, y la misma se incrementó más de un 400 % en el 2021 y se mantiene en el 2022.

Es evidente que la «Tarea Ordenamiento» en ejecución, la situación externa del país y las deformaciones estructurales existentes, han conducido a una disminución sostenida del poder adquisitivo de las personas, con el correspondiente disgusto que el hecho trae aparejado desde el punto de vista político. El cuestionamiento de la población a los decisores de políticas se mantiene y crecerá cada día en que se manifieste la actual inflación. Los economistas, en general, señalan dos razones para perder un gobierno: la alta inflación y el alto desempleo.

Cuba debería seguir los modelos exitosos de China y Vietnam que han implantado un  «socialismo de mercado», y eso les ha generado  tasas de crecimiento económico superiores al 9 % anual durante varias décadas acompañadas de un aumento de los niveles de vida de la población y de mejoría de sus indicadores sociales, como sacar de la pobreza a más de 500 millones de personas en el caso de China.

15 febrero 2022 16 comentarios 2k vistas
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El accidentado trayecto de los mecanismos económico-financieros

por Mario Valdés Navia 3 noviembre 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Estudiar economía en Cuba es cómo aprender a hablar mandarín para una beca en China y que, en el último minuto, te la cambien para Suecia. Las leyes y categorías propias de ese ámbito son negadas continuamente por su instrumentación en políticas y tienden a expresarse mejor en la economía sumergida que en la oficial.

El rechazo a usar categorías mercantiles provoca que en la información oficial se incluyan las hectáreas sembradas, pero no el precio del producto y sus oscilaciones en el mercado; la cantidad de toneladas a cosechar, nunca las suministradas por la empresa Acopio a los mercados minoristas, ni las ganancias de productores y comerciantes; el crecimiento de la productividad, pero no de los salarios; la migración interna de los trabajadores, sin mencionar los ingresos potenciales de cada sector; etc. A los entrevistados es de mal gusto preguntarle por sus ingresos, como si solo se esforzaran por ganar diplomas.

Releer el acápite «Los errores cometidos», del Informe Central al I Congreso del PCC (1975), provoca en el lector un constante deja vú. Recordemos que algunos de los deslices señalados entonces fueron: falta de productividad por desvinculación del salario y los resultados del trabajo, desestímulo al ahorro, menosprecio de la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles, y exceso de mecanismos administrativos y materiales en la gestión y control de la economía. Tras un viaje azaroso de marchas y contramarchas, todos sobrevivieron hasta el día de hoy. Analicemos someramente el camino recorrido por los mecanismos económico-financieros desde entonces.

Mecanismos (2)

Fidel Castro en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba.

-I-

El Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE) adoptado en 1976 sobre la base del cálculo económico soviético, tenía como uno de sus principios la extensión del uso de métodos económico-financieros y de la ley del valor en la gestión económica. Durante una década, esta tendencia fue in crescendo a partir de los conceptos de contabilidad, estadística y mecanismos económico-financieros en versión del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).

La ciudadanía tornó a valorar en alto grado categorías económicas como: monto del salario, estabilidad del mercado (normado y complementario), ganancia empresarial y sus formas de distribución, ahorro productivo y familiar, política de inversiones del Estado, empleo del presupuesto y otras que penetraron en el discurso y la praxis. No obstante, se arrastraron limitaciones doctrinales y fenómenos del idealismo ultraizquierdista de los sesenta que nunca fueron superados.

Entre ellos: prevalencia de los indicadores físicos ante los financieros; pleno empleo como constante económica indiscutible; dependencia de la economía empresarial de decisiones centralizadas; no uso de las tasas de interés bancario para regular el crédito, el ahorro y la inversión; conversión del voluntarista impuesto de circulación en fuente principal del presupuesto nacional; menosprecio de instrumentos fiscales para gestionar el gasto público.

A esto se suma la prohibición a la población de emplear mecanismos básicos de la economía mercantil: compra-ventas a plazos, uso de chequeras y tarjetas de crédito, intereses bancarios estimulantes, índice de precios al consumidor, correlación salario-inflación, etc.

Con el proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas (RETN, 1986-1990) y su lema: «¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!», el mecanismo económico tipo CAME se desmontó bruscamente para implantar uno propio, nunca modelado ni explicado, salvo supuestas innovaciones parciales —contingentes obreros, más estímulos morales, suspensión del pago de la deuda externa, prejuicios contra lo no estatal». Los avances anteriores basados en mecanismos económico-financieros, fueron catalogados de retorno al capitalismo y nuevamente minimizados y/o proscriptos.

 

Mecanismos (3)

En 1990, al declararse el Período Especial, ya la RETN se había encargado de desmontar los fundamentos del modelo estatista-burocrático tipo soviético, pero no para establecer un socialismo de mercado como el de los chinos (1976) y vietnamitas (1986), sino para hacerlo aún más centralizado y vertical con el renacimiento de muchas prácticas anti-mercantiles del período idealista supuestamente superado.

La profundidad de la crisis trajo consigo sin embargo, a partir de 1993/94, un conjunto de transformaciones descentralizadoras que revalorizaron la autonomía empresarial, interés material, mercado libre agropecuario. Ellas abrieron las puertas a un mayor vínculo con el mundo a través del comercio, inversión extranjera, turismo, descentralización del comercio exterior, apertura de zonas francas y, sobre todo, la dolarización económica y apertura a las remesas. Pero ni así, los mecanismos económico-financieros fueron puestos en el centro de la política económica.

Aunque la tímida liberalización había logrado reanimar la economía entre 1999-2004; la llegada de Chávez al poder y el inicio de la relación preferencial con Venezuela, generó una acelerada involución hacia formas autoritarias y centralizadoras de gestión. Las asociaciones mixtas fueron reducidas y eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros; se disminuyó el número de empresas cubanas autorizadas a operaciones directas de comercio exterior y revivió la animosidad hacia el trabajo privado.

La mayor prueba de la falta de visión económica fue la decisión de desmantelar gran número de centrales azucareros y su industria acompañante (2000-2001), y vender los hierros viejos como chatarra al mejor postor, sin que se explicara nunca dónde fueron a parar los millones de USD obtenidos de golpe. La industria azucarera, pilar de la identidad nacional, vencedora de numerosas crisis durante su secular historia y una de las más diversificadas y prometedoras a nivel mundial, sufrió un golpe del que jamás se ha repuesto. ¡Los mecanismos de formación de precios eran tan antieconómicos, que la industria que sostenía al país con sus ventas al exterior aparecía como subsidiada por este!

A mediados de la primera década del siglo XXI, se acrecentó el voluntarismo en el empleo de los mecanismos económicos. En 2004 se informó que el PIB cubano «reevaluado» recuperaba el nivel de pre-crisis gracias a un nuevo método de cálculo que incluía el monto de los servicios sociales gratuitos, más una tasa de ganancia, y los subsidios en precios a la población.

La polémica suscitada adquirió dimensión internacional y disminuyó la credibilidad en las cifras oficiales cubanas, pues el método adoptado no utilizaba la metodología de la ONU aceptada por el resto del mundo. En la calle se decía que la economía crecía en las estadísticas, pero no en el consumo de las familias.

Ese año se inició una ola de apagones por fallas en las termoeléctricas, obsoletas y faltas de mantenimiento. Sin una visión a largo plazo del proceso inversionista, la crisis de generación no se resolvió, solo se solventó temporalmente mediante la sustitución de equipos electrodomésticos obsoletos por modernos, cambio de bombillos incandescentes por ahorradores, promoción de fuentes alternativas de energía, y reducción de pérdidas en la trasmisión y distribución de electricidad con la rehabilitación de las redes eléctricas.

Mecanismos (4)

Fidel Castro en el Palacio de Convenciones, en la implementacipon de los programas energeticos. (Foto: Ismael Francisco/Cubadebate)

El factor principal fue soslayado, pues en lugar de invertir en la reposición de termoeléctricas, que son más eficientes y funcionan con crudo cubano, se compraron costosas plantas de refuerzo pico y de generación descentralizada (grupos electrógenos) que se distribuyeron por todo el país. En consecuencia, la compra de costosas fuentes secundarias solo dilató la modernización del sector, multiplicó los gastos por importación de combustibles y generó los actuales apagones. 

Una de las medidas trascendentales de entonces fue la extensión, selectiva y paulatina, del Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE), una experiencia de administración nacida en las empresas militares que lograra éxitos en los indicadores fundamentales de producción. Su método de gestión se basaba en el cálculo económico, descentralización de la gestión empresarial y mecanismos que contribuyeran al aumento de la eficiencia; una especie de vuelta al defenestrado SDPE, pero limitado al seno de las FAR.

En el SPE, los mecanismos económicos se modificaban y eran supeditados a las decisiones del Alto Mando, no a las exigencias de la economía nacional. De ahí que, cuando se pretendió generalizarlos a la economía civil, la tarea no diera resultados y cayera en el olvido.

Desde 2004, las exportaciones de servicios profesionales de alto valor agregado sobrepasaron al turismo, tanto en el PIB como en las exportaciones. Pero estaban  liderados por los de tipo social (Educación y Salud), impulsados internamente por la demanda de los programas de la Batalla de ideas y desde el exterior por los programas de mejoramiento social de Venezuela y otros países del progresismo latinoamericano nucleados en el ALBA (Brasil, Ecuador, Bolivia, etc.).

En aquel período de bonanza en la balanza de pagos, lejos de incentivarse el empleo de mecanismos financieros, proliferaron medidas administrativas que perjudicaron la marcha natural de los procesos económicos. Entre ellas, la creación de los Comités de asignación de divisas y de la Cuenta Única de ingresos del Estado, para que este dispusiera nuevamente de fondos en divisas según su arbitrio.

Esta decisión marcó el fin de la relativa autonomía financiera de las empresas, que ahora recibirían asignaciones estatales de divisas, no según las necesidades de sus ciclos económicos, sino a tenor de la voluntad y disponibilidad estatal en el momento de la entrega.

Una de las disposiciones más perjudiciales de entonces fue la reevaluación arbitraria del CUP con relación al CUC, y la reevaluación de este último frente al dólar —con una increíble tasa de cambio de 1×1— y otras monedas convertibles. Esto encareció las exportaciones y abarató artificialmente las importaciones, contribuyendo así  al crecimiento de la voluntad importadora. Agricultura, industria e infraestructura se vieron perjudicadas por la falta de inversiones y cayeron en una espiral descendente que aún persiste.

El fin de la Batalla de ideas, la crisis del 2008, los problemas de Venezuela y el repliegue de los gobiernos de izquierda en varios países latinoamericanos, dio al traste con el espejismo de una economía de servicios basada en encargos gubernamentales, no en demandas del mercado.

El andar zigzagueante de las reformas económicas durante casi tres lustros se explica, entre otros factores, por la demora en extender y potenciar el uso de mecanismos económico-financieros y dado el predominio de criterios administrativos y político-ideológicos en la conducción de los procesos económicos.

Con o sin bloqueo estadounidense, no estaríamos en esta catástrofe económica si se hubieran potenciado dichos instrumentos con el mismo empeño que se puso en organizar magnos eventos políticos; redactar documentos programáticos; crear todopoderosas comisiones que han demostrado ser buenas para nada; aprobar normas legales intrascendentes y echar atrás decisiones liberalizadoras respecto al trabajo privado y cooperativo.

Abrir mayores espacios a los emprendimientos productivos de cualquier signo, con agilidad y menos trabas burocráticas; descentralización económica y territorial; desmontaje de retrancas administrativas inexplicables que han frenado el funcionamiento de la economía por largos períodos y siguen ahí (doble moneda, OSDE, Acopio, etc.); pueden ser medidas que contribuyan a poner la economía sobre sus propios pies y superar el largo y tortuoso camino de los errores cometidos.  La política es expresión concentrada de la economía, pero no se hace economía con criterios y modos político-militares, sino con mecanismos económico-financieros de probada eficacia universal.

3 noviembre 2021 64 comentarios 3k vistas
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Dólares

Las tribulaciones del dólar en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 11 junio 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El Banco Central de Cuba ha anunciado una nueva medida que enrarece el clima económico del país al decidir que a partir del próximo 21 de junio no se aceptarán dólares estadounidenses (USD) en efectivo en los bancos e instituciones financieras. Es un nuevo «bandazo» respecto al uso de divisas extranjeras en las transacciones domésticas que añade un elemento de incertidumbre sobre la seriedad y efectividad de las políticas económicas adoptadas por el gobierno.

Las sanciones económicas estadounidenses existen desde la década de los sesenta. De esa época data la prohibición de que Cuba use dólares en sus transacciones internacionales. Las medidas de Trump que arreciaron dichas sanciones fueron tomadas a lo largo de sus cuatro años de gobierno, aunque al final las agudizó con la inclusión de Cuba en la lista de países que promueven el terrorismo, de manera que todo esto eran datos para cuando se adoptó la llamada «Tarea Ordenamiento».

Es decir, los argumentos utilizados para asumir esta medida existen desde hace mucho tiempo, lo cual lleva a preguntar por qué se decide en este momento y por qué se afirma que el país tiene demasiados dólares y dificultades para canalizarlos internacionalmente, cuando hace apenas unos meses se anunciaba que como no había dólares suficientes, las CADECA dejarían de ofrecerlos, lo cual impulsó un potente mercado negro en el que el peso (CUP) ha venido depreciándose considerablemente.

La realidad es que el establecimiento de tiendas en moneda libremente convertibles (MLC) y la re-dolarización parcial de la economía, fue la salida del gobierno para estimular remesas que pudieran bancarizarse con fin de adquirir bienes de importación necesarios ante dificultades de liquidez en divisas, que existían desde mucho antes de la pandemia del Covid-19 pero que esta llevó a una situación insostenible. De hecho, en tales condiciones las remesas han debido ser la principal fuente de ingresos de divisas al país.

A fines de 2020, después de diez años de que las autoridades reconocieran la necesidad de producir una unificación monetaria y cambiaria y no se avanzara en esa dirección, se anunció la unificación cambiaria para ponerla en efecto a partir de 2021, sin que se produjera asimismo la unificación monetaria. Para colmo, se estableció una tasa de cambio de 24 CUP por dólar estadounidense, que ya resultaba sobrevalorada puesto que el banco central no tenía como responder a esa paridad, lo que condujo a la adopción de una tasa de cambio sobrevalorada con los efectos nocivos que ello tiene sobre la economía nacional.

El mercado informal cubre el espacio vacío del mercado formal

Ante la falta de la capacidad del Estado para ofrecer dólares estadounidenses a la tasa de cambio establecida, proliferó nuevamente un potente mercado subterráneo en el que la divisa estadounidense empezó cotizándose por encima del tipo oficial. A medida que ha resultado imprescindible disponer de divisas para satisfacer necesidades básicas, en esa misma medida se ha ido apreciando el dólar y depreciando el peso cubano, al punto de que al redactar estas líneas se compraban dólares entre 60-70 CUP, casi tres veces el valor oficial. ¿No era posible que las autoridades económicas del país previeran este comportamiento? Por supuesto que era posible y debieron hacerlo.

Sin duda alguna, los dólares estadounidenses constituyen la inmensa mayoría de las remesas formales e informales que se reciben en Cuba. Con la reducción del turismo a la mínima expresión se ha resentido también la oferta de euros, dólares canadienses y otras divisas; por tanto, es en dólares estadounidenses en que se denomina gran parte del efectivo de divisas en manos de la población, los cuales han ido ingresando al sistema bancario para compras de bienes ofrecidos en las tiendas en MLC. Sin embargo, al parecer esto resulta insuficiente para las necesidades en divisas de las actividades del Estado, muchas de las cuales no serían tales si se permitiera que las llevaran a cabo otros actores económicos.

Estos recursos no se han bancarizado porque a lo largo de los años el gobierno ha ido perdiendo credibilidad en la eficacia de sus políticas económicas, debido su inconsistencia, a sucesivos vaivenes, a excesiva lentitud en la adopción de las profundas reformas estructurales que requiere la economía y a la escasa audacia política para adoptar las medidas que conducirían a Cuba a superar un estancamiento de tres décadas. Por ello, gran parte del público ha tratado de mantener el efectivo en su poder e irlo depositando según sus necesidades inmediatas y eso, al parecer, no es lo que pretenden las autoridades.

Curiosamente, la medida conmina a los tenedores de dólares en efectivo a depositarlos en los bancos, so pena de que estos queden guardados sin disponer de liquidez en el mercado doméstico, sin embargo, su demanda se va a mantener para quienes los necesiten para viajes en el exterior o simplemente como depósito de valor.

La unificación cambiaria y la reforma de precios y salarios

Llama la atención que se argumente la imposibilidad de seguir aceptando dólares en efectivo porque no son recibidos en los bancos que se han plegado a las presiones estadounidenses. ¿Qué sucede entonces con los dólares estadounidenses que llegan como remesas por transferencias bancarias? ¿No se podrían utilizar bancos chinos, muchos de los cuales están entre los más poderosos del mundo, para canalizar los dólares en efectivo?

Esto podría entenderse si como resultado de las sanciones económicas, Cuba adoptara la decisión de no usar dólares estadounidenses en sus transacciones internacionales, sino euros, yuanes —que ya es una de las divisas que determina el tipo de cambio de los Derechos Especiales de Giro— o cualquier otra divisa internacional.

Así las cosas, pareciera que lo que está primando en la determinación es el imperativo de bancarizar esos dólares para que queden bajo el control del Estado. Se puede decir que las mismas necesidades las habría respecto a otras monedas, sin embargo, en el mercado informal, la proporción de divisas distintas al dólar es muy reducida, sobre todo al no existir ingresos turísticos regulares.

¿Por qué razón se anuncia esta medida como temporal y que su temporalidad depende de que cambien las condiciones que la han motivado, es decir el bloqueo? Creo que cualquier observador no experto sabe muy bien que eso no va a ocurrir en el corto plazo y mucho menos en las condiciones actuales.

Posibles consecuencias de corto plazo

Esta disposición incrementará la incertidumbre en el mercado cambiario informal y, ante la inseguridad, las expectativas indican que el peso cubano, debilitado por las medidas adoptadas por el gobierno así como por su escaso respaldo en la producción de bienes y de servicios, y al carecer de soberanía plena como moneda nacional, podría continuar un proceso de depreciación que se traducirá en la pérdida sistemática del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores y las pensiones de los jubilados.

Una parte de los dólares no bancarizados actualmente se depositará en las cuentas y ello reducirá aún más la oferta de esta divisa en el mercado informal, por lo que podría esperarse que continúe apreciándose como tendencia general. La tendencia de una moneda nacional cada vez más depreciada se reforzará en la medida que no pueda usarse para adquirir todos los bienes y servicios necesarios y en la medida en que la economía cubana no logre remontar su actual estancamiento.

En consecuencia, un escenario posible será el incremento de la inflación, que podría reflejar la dolarización del mercado no estatal.

El debate sobre el socialismo en Cuba: entre la realidad cambiante y sus supuestos límites

Eventualmente, en el futuro inmediato sería lógico el aumento de la demanda de euros, lo cual elevaría su precio en el mercado cubano informal, tanto en pesos como en dólares, y podría generarse un inusual mercado cambiario directo entre dólares y euros, marginando todavía más al peso cubano.

Cuando existía el gravamen al dólar era usual que los viajeros a Cuba no residentes en Estados Unidos llevaran euros u otras monedas, cuyos cambios no estaban penalizados. Muy probablemente la alternativa para recibir remesas no bancarizadas sea en euros, lo que elevará los costos de transacción de quienes emiten remesas y quienes las reciben, debido a los costos implícitos en las operaciones cambiarias. Así las cosas, esta medida está trasladando al público los costos de las operaciones cambiarias.

Impulsar la producción y fortalecer el peso cubano

La estabilidad económica no puede asegurarse si no se adoptan las medidas ineludibles para que la economía crezca sin las camisas de fuerza que están frenando el desarrollo del país. Solo si se asumen las decisiones económicas que conlleven a incrementar la producción de bienes y servicios y a promover nuevas fuentes de exportaciones, Cuba podrá establecer una senda de progreso.

Como se ha afirmado en varias ocasiones, es imprescindible que crezcan la producción industrial y agrícola, permitiendo la irrupción de otros actores económicos en dichos sectores; que sea estimulada la inversión privada extranjera y doméstica; que se fomente el desarrollo de cooperativas; sean eliminados los monopolios del comercio exterior, el comercio doméstico y el sector financiero, y se establezcan los mecanismos regulatorios necesarios para impedir estructuras monopólicas u oligopólicas, entre otras urgentes transformaciones. Es impostergable un replanteamiento estratégico de la política económica, de forma que actúe proactivamente y no reactivamente.

En ese proceso es necesaria una moneda nacional que cumpla plenamente con las funciones del dinero y para ello debe contar con curso forzoso y fuerza liberatoria ilimitada en el territorio nacional. Mientras exista un mercado en MLC en el que se comercializan bienes imprescindibles para la vida cotidiana, el peso cubano estará subordinado a la posición predominante de los activos en divisas extranjeras y ello se reflejará en una pérdida sistemática de su poder adquisitivo, con el consiguiente deterioro del nivel de vida de la población, ya demasiado deprimido.

11 junio 2021 30 comentarios 5k vistas
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paquete de reformas

La «apretura» del paquete de reformas

por Mario Valdés Navia 5 enero 2021
escrito por Mario Valdés Navia

El año 2021 halla a los cubanos entre la incertidumbre y la esperanza con un nuevo paquete de reformas. Aunque en diciembre se adelantó a todos los trabajadores estatales un préstamo de mil pesos sobre el salario de enero, la mayoría lo gastó en diciembre, cual aguinaldo de fin de año. Ahora, los nuevos precios sin subsidio de la Tarea Ordenamiento (TO) los golpean sin cesar en su vida cotidiana con los bolsillos exhaustos.

Los que coincidimos en la necesidad de llevar adelante este paquete de reformas, aun en las difíciles condiciones actuales, somos parte de ellas y nos interesa que enrumben a puerto seguro. Por eso creo necesario referirme, no solo a la apertura que trae consigo la TO para todos los sectores económicos, sino a la «apretura» que también significa, especialmente para la población. Ambas son como el ying y el yang de la nueva normalidad. Y también tienen su historia.

Muchos de los cambios que ahora se están materializando constituyen tareas pendientes desde mediados de los años noventa, cuando se adoptaron las primeras medidas para superar la crisis del Período Especial. En aquellos momentos de otro paquete de reformas con la autorización del uso del USD en el mercado interno, descentralización económica, fomento de la inversión extranjera y del TCP; no se fue más allá en pos de conservar —o retornar en cuanto se pudiera— al tradicional modelo socialista estatizado que, desaparecido en Europa, aquí hacía agua.

La parte económica del contrato social establecido en Cuba desde los sesenta —y fortalecido aún más en los setenta y ochenta— se basaba en los mismos pilares que el resto de los países del llamado socialismo real: bajos precios, con bajos salarios y amplios fondos sociales de consumo. Esta combinación garantizaba elevados índices de salario real y la posibilidad de mejoramiento del nivel y calidad de vida de los trabajadores y sus familias por la vía de la superación personal y mayor productividad en el trabajo.

Cuando en la crisis de los noventa fue imposible mantener ese tipo de equilibrio, se optó por tomar medidas coyunturales y por tratar de preservar aquellos rasgos como si fueran esenciales al socialismo, no a un modelo ya superado por la historia. La reticencia en efectuar un más amplio paquete de reformas que sustituyeran la economía estatizada y burocrática por un modelo más cercano al socialismo de mercado o al autogestionario —aunque las actuales tengan muy poco de este último—, en un país tan dado a los experimentos sociales como Cuba, se ha extendido por casi tres decenios.   

En ese largo ínterin, el Estado/comerciante redujo hasta límites risibles el mercado normado subsidiado, al tiempo que elevó los precios de bienes y servicios indispensables en su mercado cautivo en CUC. El costo a pagar por la población fue el de una inflación reprimida que ha durado tres décadas, acompañada por el crecimiento galopante del imprescindible mercado sumergido. En algunos momentos el Estado/patrono efectuó tímidas subidas de salarios y pensiones, insuficientes para cubrir el ascenso indetenible del costo de la vida. Pero no fue un paquete de reformas. 

La posición económico-social dependiente en que quedaron las grandes mayorías —más cercana a la de esclavos subsidiados por los amos que a la de los productores libres por los que abogaban Marx y Engels— fue combatida y superada por los trabajadores y sus familias mediante diversas vías. Lejos de resignarse a ser pichones con la boca abierta para que Papá Estado los alimentara, se las ingeniaron para sobrevivir durante décadas en un sálvese el que pueda. Trabajar y proveerse en la economía sumergida, hurtar todo cuanto se podía extraer de la propiedad estatal —sobre todo en hoteles y restaurantes— y ejercer varios trabajos, incluso después de la edad de retiro, han sido algunas de las tablas de salvación más socorridas.

Solo ahora es que se ha efectuado una reforma general de precios y salarios, unida a la eliminación de los subsidios, mayor autonomía empresarial y un prometido empoderamiento de los municipios, que otorgarían una nueva faz a la sociedad cubana. Más flexible, con ingresos ligados al trabajo honesto y productivo, pero también más desigual y exigente, lo cual eleva el nivel de riesgo de los grupos sociales más vulnerables. 

Este paquete de reformas tiene que interesarnos a todos: al Estado, obligado a seguir paso a paso la gestión de crisis antes de que se exacerbe el malestar social —como ya hizo con los precios de las medicinas, las tarifas eléctricas, el gas licuado y el helado Coppelia—; a las familias, donde es preciso repensar si es conveniente seguir empleados en la azarosa economía sumergida, o incorporarse al trabajo formal, sea con el Estado o no; y a las organizaciones productivas y de servicios, convocadas a ser más emprendedoras y vivir de sus ingresos en un entorno competitivo, tanto al interior del país como respecto al sector externo.

Los primeros meses del año serán particularmente difíciles. El reacomodo de la economía personal y familiar al reciente contexto monetario-mercantil, las nuevas formas de gestión empresarial, la protección a los más débiles —en particular, jubilados y pensionados—, serán factores estresantes, y los termos de tilo pueden llegar a ser más populares en Cuba que las pipas y bombillas de mate en Paraguay.

El paquete de reformas valdrá la pena si se continúan introduciendo las medidas liberalizadoras de las fuerzas productivas que tanto se han analizado y esperado. Solo así los trabajadores y las empresas podrán demostrar a los apologetas de la centralización estatista que los cubanos de la Isla también saben obtener mayores beneficios en condiciones de creciente autonomía y competitividad. Como dijera el dúo Buena Fe: «No me regales más nada. ¡Déjame ganármelo yo!»

5 enero 2021 32 comentarios 2k vistas
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pais

Pensar como país

por Carlos Miguel Casas Sancesario 22 noviembre 2019
escrito por Carlos Miguel Casas Sancesario

Debo confesar, mi mayor preocupación –pesadilla incluso— frente a la justa y necesaria subida de los salarios al sector presupuestado en su totalidad y no solo Salud Pública como hace unos años: el aumento de la inflación… no se cumplió. Por ahora sólo aparecen casos aislados decididos a cumplirla y espero que sean condenados al fracaso.

Como también debo reconocer que esto no sucedió solo, ni por la buena voluntad de los entes participantes, fue gracias al equipo de gobierno y esta vez, con total certeza puedo afirmar, que hacen y están haciendo un excelente trabajo que solo puedo comparar con el también ejemplar seguimiento a los daños provocados por el tornado de hace unos meses. Lo que queda es que el resto de la población se incorpore luego de convencerse de su necesidad, —algo así como lo que dice el presidente—, a “pensar como país”.

Más allá de la temida inflación…

Ante el predecible malestar en algunos sectores del cuentapropismo es normal que se resienta toda la sociedad. En estos días se ha hecho común escuchar comentarios de qué servicio dejó de prestarse, perdió calidad o continuó violando lo ahora establecido.

El tercer fin de semana de agosto de este 2019, armado con la tabla de precios topados que tomé de Cubadebate en el móvil fui como cada sábado al mercado de mi barrio, al de “los ricos”, como cariñosamente le llamamos muchos por los elevados precios de los que siempre se ha caracterizado, a diferencia del topado que se encuentra en un lugar menos concurrido, con solo dos tarimas y siempre desabastecido.

El primero siempre tiene lo que se pueda estar buscando e incluso algún personaje apartado sin tarima que se acerca a los clientes con un susurro peculiar: “Tengo langosta, camarones, pescado”. Un susurro al que muchos bolsillos hacen caso omiso, entre otros motivos porque estos productos no salen en las nuevas regulaciones, mientras la mente y el paladar te juegan una mala pasada.

Para mi sorpresa la mayoría de los precios de productos cárnicos –básicamente cerdo— se respetaba, por supuesto, al mismo precio que decía la tabla de Cubadebate, parece que no entendieron el concepto de “precios máximos”, creyendo que ese es el precio al que deben vender y no “hasta ese precio”, pudiendo siempre establecer uno inferior. Pero no vi la misma cantidad de carne sobre la tarima que en semanas anteriores. Sólo excedían lo establecido la costilla y el hígado, las viandas se comportaban bajo el mismo criterio del precio máximo, pero respetado. Me alegró sinceramente, además, como trabajador del sector presupuestado.

Pero cuán grata sorpresa fue llegar al mercado estatal (topado) y encontrar una tarima con casi 20 productos entre viandas, frutas y vegetales…. Nunca había visto algo así en ese mercado, al que normalmente voy más bien a comprobar la gran diferencia entre lo privado y lo estatal, esta vez sí valía la pena apostar por él.

Claro, la presentación de los productos no tenía nada que ver con la del mercado de oferta y demanda, en este último las viandas no tienen tierra, ni están picadas o “fofas” y todo reluce, pero bien, tampoco fue mi intención criticar cuando me encontré con tal abastecimiento en un lugar que normalmente es un desierto con rastros de tierra colorada esparcidos por el suelo de cemento crudo.

De las dos tarimas que tienen todo estaba en una, con una pesa y un solo dependiente. Supondrán la cola, pero la aproveché para quitarme los audífonos y escuchar a los mayores –fieles participantes y mayoría en toda cola que se respete—, uno de los comentarios además del asombro que compartían conmigo era que el motivo de esto radicaba en la visita de funcionarios del gobierno y el partido a algunos mercados de la capital.

Quiero creer que fue pura coincidencia y que este fin de semana podré nuevamente adquirir productos con la misma variedad, que es en realidad un esfuerzo del Estado para hacerle frente a los aun elevados precios máximos para algunos bolsillos menos favorecidos, ¡quiero confiar!

Uno de los muchos memes que circulan sobre los precios en el país y la Tarea Ordenamiento

Uno de los muchos memes que circulan sobre los precios en el país y la Tarea Ordenamiento

El mismo tarimero también agregaba que el problema no se resolvía topando los precios del otro mercado, porque en “La Habana” –como humildemente llamamos los habitantes de otros municipios a Centro Habana y Habana Vieja— seguían los precios altos, escondiéndose y revendiendo y que eso “No lo podía cambiar nadie, porque la culpa es de quien tú sabes que sólo exprime al cuentapropista, pero no le facilita el trabajo ni las piezas, pero no baja los precios de la shopi“. Abrumadora declaración en una mañana que todo parecía optimista….

Cambiando de sector –el que se ha convertido en plato fuerte de toda discusión o debate—, desde que se hizo efectivo el aumento de salario, los pocos lugares donde coincidimos muchos trabajadores continuaba el tema, criterio general –al que me sumo— “Vamos por buen camino”, “esto es lo que hacía falta hace tiempo”…. Ciertamente, creo que la mayoría de los no cuentapropistas piensan igual, trabajen o no.

Pero cuando entramos en el tema del transporte se complicó la conversación, cité el caso que había leído recién sobre los transportistas, cafeterías y otros servicios en Villa Clara….

Nos indignamos los que dejábamos enfriar la comida en la mesa para discutir sanamente, pero luego propuse ponernos en su lugar, con la mentalidad de la cantidad de dinero que ya estaban ganando y el natural pensamiento de no querer ganar menos cuando se les cierra cada vez más el cerco –entre otras cosas— por la manera ilegal –en muchos casos— de adquirir el combustible, no fue fácil escapar de respuestas radicales y poco convincentes, solo dichas desde piel ajena y no por ello menos ciertas, en muchos casos se estaban convirtiendo en explotadores de la clase asalariada necesitada de sus servicios.

¿Cuál es el transporte que garantiza el movimiento de la población –poca o mucha dependiendo del día de la semana— después de la 1am? Muchas rutas de ómnibus a esa hora son fantasmas y otras simplemente no existen y no creo que sea el objetivo que la población no circule cual cenicienta por ser pasada la medianoche. Son los “boteros” los dueños de la carretera a esas horas, ya no hay ruteros, metro taxis ni nada parecido, pero sí hay jóvenes y no tan jóvenes saliendo a divertirse especialmente en las noches del fin de semana, o los propios trabajadores de cafeterías, paladares, y otros que terminan su digna jornada laboral a esas horas.

Eso sin mencionar las rutas que no existen en el transporte público y solo cubren particulares –hablo de la Habana—, porque en otras provincias –por lo que he leído— la situación puede ser incluso peor. El aumento del precio del pasaje sin otro motivo que la obligación de cumplir lo establecido en cuanto al origen del combustible es una vergüenza para los pasajeros, el gobierno y la sociedad.

Muchos particulares del transporte hace unos meses, cuando más se recrudecieron las sanciones contra este sector arremetían contra el gobierno por las diferencias entre el paternalismo con su transporte y el particular. Fueron víctima esta vez, del exceso que ha caracterizado ya otras veces el accionar de nuestras autoridades.

Se les retiró licencias y permisos por tener problemas técnicos en sus autos, incumplir la seguridad vial, incluso fueron requeridos por tener el auto sucio… y es correcto, es necesario por la seguridad de los pasajeros así como acabar con la corrupción de los empleados de los “somatones” que hacen de la visita gorda si se les da el soborno establecido permitiendo la circulación de vehículos que más bien son ataúdes rodantes.

¿Pero qué pasó con los ómnibus? He sido pasajero diario del transporte público desde el 2008 hasta la fecha, he montado ómnibus articulados en más de una ocasión por semana con graves problemas técnicos, puertas rotas, “acordeones” con agujeros en su lona por los que cabe una persona adulta, mal olor, extremadamente sucios por dentro y fuera, con rastros de vómito, desechos y restos de alimentos en el suelo, con temor a recostarme de cualquier superficie si voy vestido de un color claro o aguantarme de tubos oxidados o inexistentes en algunos tramos; choferes que fuman durante el recorrido, se detienen a tomar café o merendar creyéndose más dueños del ómnibus que el propio dueño del “almendrón”….

La lista es larga y continúa.

Pedirle a un cuentapropista que sin mejorar sus condiciones e ingresos baje los precios para poder beneficiar al resto de la sociedad y mantener un margen de rentabilidad de su negocio aceptable, no para enriquecerse es justo y necesario y lo comparto…. Pero si mañana bajaran el salario de los trabajadores estatales para beneficiar algún sector de la sociedad creo que habría otra revolución.

Lo primero es convencer, conversar, buscar soluciones entre todos y volver a convencer, tratar de formar esa conciencia que dicen hubo en los años 80 y nunca vi porque no había nacido, poder pensar como país, luego por supuesto, dejar caer todo el peso de la ley contra el que incumpla la establecido y vaya en contra de los intereses de la mayoría de la sociedad.

Los cambios de mentalidad luego de décadas de deformación social no son de un día para otro por muy necesarios que sean y hoy –muy a mi pesar—, en Cuba, toda la sociedad no piensa como país.

22 noviembre 2019 13 comentarios 397 vistas
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