―No me grites, que no hay por eso más razón en lo que dices…
―¿Eso es conmigo?
―Qué va, oficial: incapaz de obstruir el buen funcionamiento de una manifestación pacífica. Solo recordaba una canción interpretada por Beatriz Márquez.
―¿No será que la tararea rememorando el aniversario cincuenta del Movimiento de la Nueva Trova? Vaya, por aquello de la canción protesta.
―La Musicalísima no surgió de ahí, pero vale la observación. Raro que el tema no haya sido censurado. No sé hasta dónde llegaría su tolerancia si me oye exclamar: «Merece que pongamos el punto ya final…».
―¡¿Punto final de qué?! Mire que «tolerancia», etimológicamente, tiene ciertas coincidencias con la palabra «tolete».
―La raíz la pone uno según su parecer.
―No se haga el sueco.
―Hacerse el sueco es compatible con el síndrome de Estocolmo.
―Y con el «Esto es el colmo» que alegan ustedes.
―Exacto. Entre las causas de ese síndrome se cita que «la pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro es difícil de digerir. Se hace más soportable para la víctima convenciéndose a sí misma de que tiene algún sentido, y puede llevarla a identificarse con los motivos del autor del delito».
―Cae usted en su propia trampa. De cierta manera acepta que comete un delito parado donde está, con ese cartel que reza: «Quiero mi luz, quiero tu luz… o irme a Toulouse».
―Estoy sobre una acera ancha, no obstruyo el tráfico, no ofendo a nadie, me dirijo a usted en términos que contrastan con los cánones del presidente cuando se refiere a la «indecencia», a la «vulgaridad» para referirse a quienes claman por derechos. Y alabo la comunicación establecida: ninguno de los dos la tumba, no obstante transmitir en frecuencias diferentes.
―«La preocupación y el planteamiento honesto, el planteamiento decente en medio de una situación difícil lo aceptamos y lo atendemos», ha dicho Díaz–Canel.
―¿No leyó la línea anterior a esa? Plantea exactamente lo contrario: «No lo podemos permitir. Manifestaciones de ese tipo no tienen legitimidad».
―Cada cual cita lo que le conviene. Prefiero aquel fragmento en que el primer secretario orienta «ubicar de inmediato a las familias que quedaron sin vivienda, que no tienen ninguna solución, en lugares adecuados y con una adecuada atención».
―La cantidad de viviendas que estuvieran disponibles si el Gobierno no se hubiera dedicado a ubicar organismos desadecuados (y desubicados) en viviendas que han quedado sin familia…
―«Un huracán en pocas horas nos destruye a mayor velocidad que a la que podemos recuperarnos». También lo dice el presidente.
―Einstein no supo nada de relatividad ni conoció a Miguelito. Hay que ver la energía con que este último le mete una velocidad a la masa.
―Me estás llenando la cachimba.
―¿Con el tabaco que se perdió en Pinar?
―Con cierto individuo que merece ser convertido en picadura.
―A propósito de las cachimbas: lo de «emplear todas las pipas de que se disponga en los territorios, las especializadas, pero también otras que haya, como se hizo en Mayabeque, donde las dedicadas a distribuir otros productos se higienizaron y se destinaron para servir agua» me deja cierta duda. Que yo conozca, además de agua, en Cuba solo se embasa combustible en ellas. Mucha gente debe estar rumiando en sus estómagos más energía que un turno de la Guiteras.
―En «un país que parece abocado a superar sucesivas adversidades, sin perder la dignidad nacional ni arriar sus banderas», hay quienes, como dice el Juventud Rebelde, se parecen más a su tiempo que a su familia, y con absoluta confianza esperan, «como tantos pinareños, que lleguen a levantarles otra vez el hogar», sobre todo después que han recibido la noticia de que el Estado financiará el cincuenta por ciento de los precios de los materiales.
―La cuenta arroja que, si el Gobierno cobra los materiales con impuestos muy superiores al doscientos por ciento, ese «altruismo institucional» solo hace menos oneroso el tablazo.
―Lo importante es que en las próximas dos semanas pueda reponerse la infraestructura del sistema electroenergético en el occidente…
―…de manera que todos los consumidores reciban los apagones con normalidad.
―Mejor retírese. No todos los policías tendrán la decencia de tratarlo como lo he tratado yo, ni todos los manifestantes la de asegurarme que somos la misma cosa. No quiero cumplir con la tonelada de galletas que asegura el Tribuna se está distribuyendo por municipio, ni creo que los protestones entren en la categoría de «dejarlos mejor que como estaban antes».
―Le haré caso. A juzgar por los «ciclones de trabajo», las tormentas de voluntades» y los «huracanes de esperanzas», Ian seguirá azotando con «vientos de recuperación». Ya lo dijo Cubadebate: «Esta Revolución se hizo para la resistencia».