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Economía militar en Cuba

por Alina Bárbara López Hernández 8 octubre 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

I

Una nota publicada en el periódico Granma del 14 de junio de 1989 denunciaba «graves hechos de corrupción y manejo deshonesto de recursos económicos».   Para sorpresa de muchos, la acusación implicaba a oficiales de las FAR y el MININT, entre ellos un general, que resultaron fusilados poco después.

Ese proceso, conocido como Causa 1 de 1989, reveló una trama sórdida de relaciones con el narcotráfico, de la cual el gobierno se desmarcó al acusar individualmente a los implicados; también se supo del contrabando de marfiles y diamantes y de maletines llenos de dólares que viajaban por varios continentes. La guerra de Angola fue el contexto donde se originaron muchas de esas actividades.

El juicio develó la existencia del Departamento MC (Moneda Convertible) adscrito al MININT, donde se organizaban operaciones secretas con el fin de romper el bloqueo y abastecernos de tecnologías procedentes de Estados Unidos. Aunque desde 1984 se había planteado que el MINFAR creara empresas para financiar sus requerimientos, era la primera vez que escuchaba que el ejército tuviera funciones económicas que se extralimitaran de las generadas intrínsecamente.

Con la caída del muro de Berlín en 1989, derrumbe simbólico de lo que poco después ocurriría con el campo socialista, Cuba quedó en una situación crítica y comenzó, a partir de 1994, un proceso de flexibilidad económica que incluyó, entre otros cambios, el fomento de la industria del turismo, la despenalización del dólar y la aceptación del emprendimiento privado.

En 1995 fue creado el Grupo de Administración Empresarial SA (GAESA), una empresa adscrita al Ministerio de las FAR. En poco más de un cuarto de siglo su crecimiento ha sido descomunal. Actualmente, y no pretendo ser exhaustiva, incluye: hoteles, hostales, restaurantes, cafeterías, centros recreativos, agencias de viaje, inmobiliarias, empresas de vuelos, importadoras, rentas de autos, almacenes, navieras, servicio de mensajería y paquetería, ventas mayoristas, bancos, empresas financieras, servicios de auditoría, empresas de construcción, y toda la red de tiendas minoristas en CUC, y ahora en MLC.

Se supone que ese enorme crecimiento y captación de inversiones debería beneficiar a otras ramas de la economía, sin embargo, mientras los campos se han llenado de marabú y el ganado muere por falta de alimentos, los hoteles, construcciones turísticas y campos de golf proliferan. La disminución de inversiones en la agricultura, la ganadería y la ciencia son constatables en las propias estadísticas de Cuba, como bien han demostrado Pedro Monreal y otros economistas.

1/4 La ONEI publicó los datos de inversión 2019. Se confirma estructura desbalanceada de inversiones. El 37,3% se concentra en “servicios empresariales y actividad inmobiliaria”. Llaman la atención las reducciones de inversión en agricultura, salud pública y ciencia e innovación pic.twitter.com/qsLSvotSs0

— Pedro Monreal (@pmmonreal) August 29, 2020

Siendo mucho más importante en términos económicos que varios ministerios juntos, ¿no debería GAESA rendir cuentas de su desempeño ante la Asamblea Nacional del Poder Popular como es obligatorio por ley? Lejos de ello, se sabe que las propiedades bajo control militar no se subordinan a la Contraloría General de la República ni pueden ser auditadas por este órgano. Los métodos y grupos de auditoría que utilizan son internos y no se ofrecen los resultados públicamente.

La enorme concentración de poder económico en manos de GAESA es contraria a los intereses de una sociedad socialista. El artículo 18 de la Constitución de 2019 establece que “En la República de Cuba rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal (…)” y el artículo 22, formas de propiedad, nos dice en su inciso a) que la propiedad socialista de todo el pueblo es aquella “en la que el Estado actúa en representación y beneficio de aquel como propietario”.

¿Es lógico entonces que un enorme sector de la economía quede sustraído al control popular? Si el Estado actúa como administrador de nuestros bienes, ¿no debería estar obligado a rendir cuenta de su honradez y eficiencia? Muy alarmante ha sido que no se logre pagar una deuda de 83 millones de dólares al Club de París, cuando los ingresos que debe generar GAESA, de acuerdo a las proporciones de sus negocios, superan ampliamente esta cifra.

Se es muy insistente en el tema de la lucha contra la corrupción, pero jamás se clarifica cómo se manifiesta el enfrentamiento al delito en ese enorme conglomerado empresarial. Si en el pasado se manifestaron «graves hechos de corrupción y manejo deshonesto de recursos económicos», ¿por qué confiar en que no pueda estar ocurriendo ahora?, y más cuando el NTV, tan dado últimamente a ofrecer noticias diarias acerca de hechos delictivos, no dice una palabra sobre lo que se sabe ha ocurrido en CIMEX, una de las empresas que forman parte de GAESA, con negocios turbios que señalan a altos directivos.

II

Si esa no fuera razón suficiente, habría que analizar también el hostigamiento a las empresas que conforman GAESA por parte del bloqueo norteamericano, especialmente por el gobierno de Donald Trump. El conjunto de medidas con las que ha penalizado a las empresas que forman parte del referido grupo empresarial ha llegado al punto de afectar el envío de remesas a la Isla. De modo que, lo que pudo ser una fortaleza en su momento, poner una parte sustancial de la economía bajo control y métodos militares, es hoy una debilidad.

En Cuba nos hemos —mejor dicho nos han— acostumbrado por décadas a una mentalidad de intransigencia, hasta un punto que no sabemos —o no se quiere— reaccionar de otro modo. A una política imperialista, respuestas contundentes. A la fuerza, el desafío. A la imposición, el reto. Provista de un enorme catalejo, la burocracia que nos dirige está más pendiente al enemigo que al pueblo.

Considero que hay que trazar una estrategia que permita la desmilitarización de ese gigantesco sector de la economía para debilitar el bloqueo. ¿Rendir armas? —exclamarán algunos— No, pensar primero en las necesidades del pueblo. Martí consideraba que «(…) Ni la política ha de ser arte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de la confianza de su país el que mira más a parecer bien a sus adversarios, —por su seguridad y gloria de hombre hábil—, que a intentar y realizar todas las mejoras que crea beneficiosas a su pueblo».

El capricho de seguir apostándolo todo al contexto exterior, sin transformaciones políticas internas y sin darle participación a los cubanos en las inversiones, apoyadas por remesas que no solo puedan generarse desde Estados Unidos pues hay otros focos de migración cubana, provoca que ante cualquier endurecimiento del bloqueo seamos en extremo frágiles.

Entonces, ¿qué impide que se devuelvan esas propiedades a control civil? A fin de cuentas, la mayor parte del personal calificado que dirige y labora en las empresas bajo jurisdicción de GAESA está formado en universidades y centros que no son militares, simplemente son captados como trabajadores civiles de las FAR para acceder a esos empleos.

Lograr el control popular sobre enormes propiedades, luchar contra la corrupción y concebir una estrategia para debilitar al bloqueo; son razones suficientes para el cambio de una economía militar a una civil.

8 octubre 2020 97 comentarios 5.390 vistas
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malagradecidos

Nosotros los malagradecidos

por Joany Rojas Rodríguez 14 septiembre 2020
escrito por Joany Rojas Rodríguez

A raíz de la mesa redonda en la que intervino el ministro de la industria alimentaria, se han desatado en el ámbito social cubano, y en las redes, críticas, comentarios, burlas, memes, en fin, lo habitual cuando una figura pública mete la pata hasta el fondo y su repercusión va más allá de su figura, ya que estos hechos suelen traer a la palestra otros que en circunstancias normales permanecen ocultos bajo la sombra feliz del silencio.

No voy a referirme a lo que dijo el ministro o cómo lo dijo, quizá lo haga más abajo. ¿Se acuerdan de los memes de Trump y el desinfectante? Muchos fuimos testigos o partícipes de las críticas, comentarios y cuestionamientos al presidente de la nación más poderosa del mundo por semejante disparate. Muchos nos reímos y disfrutamos con los memes sobre el tema que a diario salían en las redes.

Una de las cualidades que distinguen al ser humano es la risa, la burla a lo que consideran terriblemente estúpido o ridículo, y es, corríjanme si me equivoco, una válvula de escape en situaciones de estrés. Es lo que permitió, por ejemplo, que en lugar de dispararle en la cabeza o mandarle un misil teledirigido, el mundo entero riera a mandíbula batiente de la pifia del magnate.

Toda figura pública se expone al escrutinio público.

Los cubanos tenemos una idiosincrasia moldeada por las penurias y el carácter alegre que nos distingue. El choteo forma parte natural de nuestra cultura y nos ha ayudado a sobrevivir en los peores momentos, ya sea individual o colectivamente. Hasta en los velorios se hacen chistes. En las guaguas, cuando la gente, desesperada por tanta espera, trata de montar en medio de empujones y codazos, pasando unos por encima de otros, usted ve a muchos desternillados de la risa, como si estuvieran en pleno zafarrancho de cosquillas. Y es que el humor es consustancial a nuestro modo de ser. Y quien intente quitarnos eso tiene la batalla perdida.

Sin embargo, en estos días, luego de la transmisión de la susodicha mesa redonda y todo lo que desató, en algunos medios oficiales, se ha juzgado de ingratos, parásitos, malagradecidos, y hasta de pagados por el enemigo, a todos aquellos que en las redes se han reído de la aparente incapacidad y falta de preparación del compañero ministro, y digo aparente porque siempre hay que dar el beneficio de la duda. Desde siempre los cubanos hacemos chistes a costa de nuestros dirigentes, y nos hemos reído de sus inconstancias y desaciertos. La diferencia es que ahora podemos exteriorizarlo en las redes sociales, que para mal o para bien llegaron para quedarse.

Al parecer las instancias del gobierno y los medios oficiales no se han enterado de ello. Todos recordamos aquel infeliz artículo del periódico Granma, en el que se cuestionaba al equipo del popular programa Vivir del cuento por las paródicas representaciones de cuadros y dirigentes de distintos niveles. Ya sabemos lo que vino después. Es que nuestros funcionarios gubernamentales, tan serios y solemnes, tan impecables, tan impolutos y omnisapientes, tan perfectos, nunca se equivocan, no admiten errores, y por eso es injusto que los cuestionemos y hasta nos dé un ataque de risa cuando vemos que hablan como salidos de una película de ciencia ficción.

Pareciera que los cubanos vivimos llenos de comodidades y sin carencias, gracias al trabajo eficiente y sin fisuras de nuestros cuadros. Vaya, que seríamos unos ingratos si mostráramos descontento en forma de chistes y burlas. En fin, que la intervención del compañero ministro de la industria alimentaria merece un diluvio de aplausos, y montones de gestos y frases de agradecimiento por haber informado al pueblo con tanta coherencia, con explicaciones transparentes como el agua químicamente pura, y, sobre todo, por dejarnos el estómago lleno con el par de mil millones de toneladas de comida que se producen.

Tenemos todo el derecho del mundo a reírnos y burlarnos.

¿Acaso no basta con las penurias y miserias que estamos pasando? ¿También debemos rendirle culto a la mediocridad, la falta de lucidez, la mala gestión y la caduca verborrea de justificarlo todo con el asedio del bloqueo? ¿Debemos sentirnos agradecidos por eso? ¿Debemos sentirnos agradecidos porque nos quieran alimentar con tripas y croquetas? En los países desarrollados también se fabrican embutidos para perros y gatos. ¿Acaso nos toman por idiotas? Tripas de cerdos y vacas. ¿Y la carne, compañero ministro, quién se la come?

Si soy un ingrato, un malagradecido, un parásito que no aporta nada a la sociedad por reírme de los desaciertos de nuestros dirigentes, y plantearme estas interrogantes, entonces sí, lo soy. Si nuestros funcionarios no quieren ser objetos de risas y burlas entonces aterricen, acaben de poner los pies en la tierra, porque nuestro pueblo, que usa el humor y el choteo como válvula de escape, y que además goza de un alto nivel de instrucción, no tiene un pelo de tonto y va a seguir riéndose de todo y de todos cada vez que le dé la gana.

14 septiembre 2020 65 comentarios 581 vistas
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manzanillo

Indefensión y desidia en Manzanillo

por Giordan Rodríguez Milanés 20 agosto 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

“En mi núcleo del Partido fue el primer lugar donde hablé”, me dice la Master en Ciencias y Profesora Consultante de Filosofía, Onelia Méndez. Estamos en su casa, aquí vive con su hijo, su hija y su nieto. Un piso en el segundo nivel de un inmueble ubicado en la calle Aguilera entre Martí y José Miguel Gómez, en la ciudad cubana de Manzanillo. Durante más de tres décadas, los manzanilleros hemos visto deteriorarse el edificio ecléctico colindante con la vivienda de Onelia, ubicado en la esquina de las calles Aguilera y Martí, en pleno centro histórico urbano.

Allí estuvo antes de 1959 la sede de la llamada Clínica Piña por lo que, al ser nacionalizada luego del triunfo revolucionario, funcionó como sede del policlínico número 1, hasta que chapuceros e incompletos mantenimientos, modificaciones y reparaciones parciales no pudieron evitar que se volviera inhabitable y la dirección de Higiene y Epidemiología dictaminara su cierre hace 15 años. No se aplicó un correcto criterio de conservación y preservación.  Con una de esas modificaciones, en 1985, comenzó el drama de Onelia Méndez:

“Voltearon un camión de cal justo al lado de la ventana de la habitación donde dormía mi hijo recién nacido, lo cual le provocó una afección respiratoria durante su niñez. En esa misma reparación, los constructores se pusieron a jugar ‘a las piedrecitas’ y nos rompieron el calentador de agua solar que llevaba más de 20 años funcionando“.

A pesar de que entonces Onelia se quejó en su núcleo del Partido y en la Asamblea de Rendición de Cuentas del Delegado, no pudo evitar que modificaran la caja de aire común, y construyeran una cubierta intermedia para instalar un equipo de Rayos X. Ni Onelia ni su esposo, fallecido recientemente de cáncer, supieron nunca si al equipo de Rayos X le rodearon las condiciones de seguridad mínimas.

“Años después mutilaron el diseño original de la fosa, por lo cual desde hace más de 20 años no se ha podido limpiar. Rompieron una pared colindante del primer piso, para hacer una puerta con el riesgo de afectar la estructura de mi casa, obstruyeron con escombros el conducto de aguas pluviales y los respiradores de los lavaderos de la azotea y rompieron la tapa del tanque de agua potable, sin siquiera decirnos nada, por lo cual, sólo gracias al mal olor, nos dimos cuenta que había caído un murciélago –uno de tantos que habitaron el edificio- y estábamos en riesgo de consumir agua putrefacta”.

Las mil palabras que habitualmente escribo para este medio, no bastarían para contar las quejas que Onelia Méndez ha formulado verbal y por escrito, a todas las instancias, desde su delegado de circunscripción hasta el presidente de la república, desde su núcleo hasta el secretario del Comité Provincial del PCC.

Este año presentó una demanda ante la sala civil del tribunal municipal. Fue declarada “sin lugar” a partir del criterio de que la documentación para la ejecución de la remodelación del policlínico No. 1, es correcta y contempla no afectar la vivienda de Onelia. Lo máximo que ha logrado es el compromiso verbal de algunos funcionarios de Salud del municipio de que no será nuevamente afectada. Un compromiso en el que, naturalmente, Onelia no cree.

“¿Estás consciente de las reacciones que puedes recibir una vez que publique tu historia?” le pregunto a la profesora de postgrado de la Universidad Médica de Granma, y me responde: “soy consciente, pero ya me quedé sin opciones oficiales donde acudir. Por la sala de esta casa han pasado muchas autoridades, un vicepresidente del gobierno que se fijó en ‘lo buena que está para una fiesta’, representantes de Salud, la Vivienda, el gobierno provincial.

Hasta el Primer Secretario del PCC en Granma prometió se resolvería lo de la fosa, la tapa rota del tanque, la tupición del conducto de aguas pluviales y un bombillo que alumbre el interior del edificio para evitar que proliferen murciélagos que luego entran a mi casa. Pero no se ha resuelto nada”.

Durante las conclusiones de la primera visita a Manzanillo del presidente Miguel Díaz-Canel, una enfermera le planteó las condiciones precarias en las que se encontraba trabajando el colectivo del Policlínico No. 1, cuyo servicio de emergencias y algunas consultas fundamentales, radicaban en un cuchitril en pleno centro histórico del municipio.

El presidente se interesó e indicó resolver esa situación, por lo que las autoridades locales retomaron la aspiración de miles de manzanilleros de que se remodelara el edificio de la antigua clínica Piña. Sí, el colindante con Onelia, la profe de Marxismo de Ciencias Médicas; el que fue convertido en la sede del Poli 1; el que fuera chapuceramente reparado y modificado en 1985 y la década del 90, y nadie respondiera por ello; el que fuera cerrado a principios del siglo XXI y sirviera de hábitat a ratas, ratones y  los gatos que les cazan, y parejas de jóvenes enamorados sin posadas para tener relaciones sexuales.

A principios de 2019, un tuit del vicepresidente del Consejo de Estado, Roberto Morales Ojeda, ratificaba la decisión de rehabilitar el edificio referido durante el 2020. Hace un par de meses, llegaron los trabajadores de la construcción, levantaron una tapia alrededor e inutilizaron la mitad de las dos cuadras perpendiculares por las que se accede y… ¡nada más! La obra está detenida.

La alegría inicial de miles de manzanilleros ahora se convierte en la pregunta: “¿Cuándo estará?”, la misma que nos hacemos con el edificio del Palacio de Pioneros, cuya reapertura fue anunciada para el inicio de un curso escolar que ya está acabando, y ahora mismo está estancado.

Pero Onelia Méndez tiene otras preguntas, otras incertidumbres. Ya no sólo si le resarcirán los perjuicios y los daños que ya le han hecho sino, sobre todo, si el futuro no le deparará nuevas afectaciones, más estrés, más indignación ante la indefensión ciudadana por la desidia y el desamparo. Ya les contaré.

20 agosto 2020 28 comentarios 760 vistas
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coyuntura

Ni ciegos, ni sordos, ni mudos en esta coyuntura

por René Fidel González García 22 marzo 2020
escrito por René Fidel González García

Los que singularizan, descalifican y descartan las opiniones de la población, sus críticas y lo que en definitiva son espontáneos y válidos ejercicios de participación politica cuya finalidad propositiva no es disruptiva de las funciones o decisiones gubernamentales, subestiman, que a fuerza de la soberbia e irrespeto de la autonomía, la capacidad y autodeterminación personal, a fuerza del conservadurismo disciplinador y paralizante que promueven y del desconocimiento de los mecanismos sociales de formación de consensos, están ayudando a reconfigurar la politica en Cuba, las percepciones que tienen de ella los ciudadanos, así como las prácticas de éstos para hacer valer su opinión e influir y determinar la toma de decisiones públicas.

Ese aprendizaje, en cuyo centro se alza como esencial la experiencia democrática de la ponderación de la racionalidad y no de las emociones, de la libertad y responsabilidad individual y no de la obediencia e inacción colectiva como el contexto de validación de los argumentos e ideas en la búsqueda del bien común y de la propia participacion, parte necesariamente de la superación del pensamiento egocéntrico, las creencias y posicionamientos circunstanciales de las personas para confluir, como posibilidad, en la legitimidad de prácticas, espacios y estructuras para la confrontación, la negociación y la deliberación pública, así como del acuerdo y compromiso en su acatamiento.

Contar con una poderosa maquinaria estatal, altamente centralizada y eficaz en direccionar recursos y voluntades que, por otra parte, acumula una larga experiencia en el manejo de situaciones de crisis y una, hasta ahora, notable interconexión con las estructuras de la sociedad cubana y los individuos, es un resultado también de la capacidad de retroalimentación que tenga ella para corregir los errores y desviaciones que cuestionen o socaben la efectividad de las políticas que se desarrollen.

La creencia de que los individuos y las sociedades, sus instituciones y las expectativas y demandas que ellos les plantean se estancan y son inmunes a las experiencias y los aprendizajes, es sólo una ilusión muy frecuente en las personas y ciertamente una señal del agotamiento y parálisis de sus paradigmas y de su capacidad para entender o liderear procesos, también de la inminencia o la contemporaneidad de un cambio.

Los momentos actuales pueden ser leídos de muchas formas, pero es preciso encontrar en esas lecturas un camino que trascienda lo coyuntural. Ese es siempre el desafío que las generaciones politicas asumen cuando plantan cara al futuro.

22 marzo 2020 9 comentarios 368 vistas
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impulso

La teoría del último impulso

por Harold Cardenas Lema 20 febrero 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

Una última oportunidad, un plan que solucionará todo, un último impulso. El exilio cubano se aferra a la esperanza de que esta vez logrará cambiar el sistema político imperante en la isla. Mientras, el periódico Granma anuncia un cronograma legislativo que ilusiona a sus lectores. En ambas orillas existe una larga historia de exagerado optimismo y promesas con fecha de expiración, infalibles por la memoria a corto plazo de su pueblo. Decía J. R. R. Tolkien que la falsa esperanza es más peligrosa que el miedo, por eso vale señalarla.

Cuando se quiere creer en algo, es fácil hacerlo una y otra vez. Es infinita la paciencia de los que ven el NTV y Fox News. Por esa razón, no se cuestionan las promesas que hizo Trump en 2017 y que sus resultados con Cuba no vayan más allá de medidas propagandísticas para ganar votos. En la isla tampoco se habla de los lineamientos económicos y sociales vigentes, cuyo cumplimiento debería ser prioridad mediática. La atención pública tiene espíritu adolescente, siempre pasando al tema de moda.

Que un grupo político cree una narrativa optimista para energizar a sus seguidores no es nada nuevo, pero que sus dirigentes lo crean sí lo es. La estructura gubernamental cubana se emociona genuinamente con la campaña de turno. Mientras, el exilio sigue construyendo su identidad alrededor de un anticomunismo atascado en la Guerra Fría, con una memoria de Cuba paralizada en el tiempo y frecuente falta de empatía a sus compatriotas.

Los batistianos salieron de Cuba pensando que regresarían a casa en cuestión de días. Pusieron su fe en las restricciones comerciales de Eisenhower, en la invasión y el embargo de Kennedy, así hicieron con diez presidentes más. Al derrumbarse el campo socialista sacaron las maletas para regresar a Cuba, hasta que volvieron a guardarlas. Cuando Bush incluyó a la isla en su eje del mal quizás fueron más precavidos, pero no faltó la emoción. El día que Trump anunció el regreso de la mano dura, hubo lágrimas de emoción en la Florida. A John Bolton le resultó fácil ir a Miami en 2018 y prometer a exiliados latinos que la troika de Venezuela, Nicaragua y Cuba se derrumbaría pronto, lo difícil sería lograrlo. Después de año y medio, el gobierno de Maduro está más sólido en el poder y las protestas callejeras ya no afectan a Ortega. En Cuba hay escasez pero el pueblo está lejos de una rebelión y los sectores conservadores dentro del Partido y el gobierno se posicionan cada vez mejor. 

Desde Cicerón, todo discurso político pide a sus seguidores una de dos cosas: creer en algo o hacer algo. El exilio cubano ha intentado ambas una y otra vez, aún hoy sigue depositando su fe en la voluntad del presidente estadounidense de turno en lugar de dialogar con La Habana. En la isla tampoco es muy distinto.

Los sueños de una zafra benefactora, la industria avícola que nunca existió, el sistema eléctrico infalible o un país de cultura inigualable, por lo general quedaron en eso. Tampoco fue reciprocrada la fe reciente en un proceso de reformas, en el debate nacional que dio lugar a los lineamientos y en la normalización de relaciones con el imperio de turno. Algunos sueños no se cumplieron por problemas vinculados al liderazgo del país, otros porque no habían condiciones para hacerlo, otros por zancadillas externas y algunos por azar. Sin embargo, metas impensables como el polo biotecnológico o la subsistencia durante la crisis de los 90, se hicieron realidad. Quizás la promesa mejor cumplida haya sido la de continuidad.

Hay una razón por la que siempre encontramos un plan nuevo: mantener vivo el interés público en función de la causa que se defiende. Para hacerlo es necesario ilusionar a la audiencia con un objetivo aparentemente cercano, no importa que la historia demuestre lo contrario, en política la emoción es lo que impera. La teoría del último impulso en Miami prolonga el conflicto entre ambos países y en Cuba impide una mirada a largo plazo sobre los problemas de la isla. Cuando el pathos sustituye la razón y las falsas esperanzas se vuelven moneda de cambio, debemos alertar a la opinión pública. También en un último impulso.

20 febrero 2020 34 comentarios 416 vistas
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Sin permiso

por Alina Bárbara López Hernández 18 marzo 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En el cuento infantil de Hans Christian Andersen, nadie se atrevía a decir que el emperador, víctima de la estafa de un supuesto sastre, andaba desnudo por las calles.

Una crónica dedicada a José White por Ciro Bianchi, cuenta que después de que el violinista cubano hubiera tocado maravillosamente en el palacio de las Tullerías no se escuchó ni un aplauso. El protocolo de la corte francesa imponía que fuera el emperador, si así lo deseaba, quien lo hiciera primero: “Aplaude Napoleón III y también la emperatriz, toda la sala rompe en una ovación estruendosa”.

Tenemos los cubanos un hábito similar. No criticamos o elogiamos hasta saber si es políticamente correcto enrumbar uno de esos caminos. La intelectual, feminista y revolucionaria norteamericana Margarell Randall, que residió en nuestro país entre 1969 y 1980, compartió el testimonio de aquella época en su libro Cambiar el mundo. Mis años en Cuba (Ediciones Matanzas, 2016):

En la Cuba que vivía en los setenta esperamos que Fidel hablara. Absurdamente —así lo veo a la distancia— siempre esperábamos que nos explicara los acontecimientos, que nos señalara el camino del análisis correcto (…) Vuelvo a esos discursos y nuevamente me deslumbra la brillantez de este hombre, su capacidad de dirigirse a diferentes sectores de la población sin pecar de repetitivo ni arrogante. Sin embargo, me compunge recordar nuestra absoluta dependencia de un solo análisis, de una sola línea política. Faltaban las herramientas y la libertad de usarlas, algo que podía haber motivado nuestros propios análisis. (p. 267)

Cara nos ha costado esa costumbre. Aún es común aguardar alguna señal de las alturas para mostrarnos combativos, entusiastas o críticos. Las rectificaciones en Cuba siempre han partido del propio gobierno, por ello siempre han sido coyunturales, limitadas y poco profundas. No se puede ser juez y parte, como asevera el refrán.

Prefiero discrepar o aplaudir sin que nadie me “invite” o me “convoque”.

Por eso creo justo reconocer que el gobierno está imponiendo un nuevo ritmo a la lentísima marcha que nos caracteriza. Ciertas medidas impopulares han sido revisadas y cambiadas. Reuniones muy frecuentes del Consejo de Ministros donde se aprecian ojeras y rostros cansados. Altos funcionarios dando la cara y aceptando, aun con titubeos y reticencias, errores y desaciertos.

A esto se une el cambio, en un breve plazo, de dos altos cargos: el ministro de transporte y el presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación  (INDER). Este último demovido por insuficiencias (no ventiladas públicamente) en su trabajo, expresión muy poco usada entre la alta burocracia, donde casi siempre “se pasa a ocupar otras responsabilidades”.

Y no es una frase sacramental ni mucho menos. Es literal. Tanto es así que todavía vemos desempeñarse a altos funcionarios, en su momento ministros, que deberían haber sido destituidos de todo tipo de responsabilidades debido a escándalos como las muertes no esclarecidas de numerosos pacientes en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, o la pérdida de gran parte del patrimonio azucarero tras el desmontaje de esa industria.

¿Se impondrá desde ahora la saludable costumbre de no esperar por décadas para sustituir a los ineptos o de argüir otros motivos y no los verdaderos? ¿Fue una estrategia pre-referéndum constitucional o se hará práctica habitual?

Estas preguntas solo tendrán respuesta con la actuación cotidiana del gobierno. De momento aplaudo sin permiso pues también he criticado sin autorización. De eso se trata sentir la libertad.

18 marzo 2019 18 comentarios 270 vistas
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