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Raúl Castro Ruz

Miedo que les provoca

El miedo que les devora el alma

por Gustavo Arcos Fernández-Britto 15 agosto 2022
escrito por Gustavo Arcos Fernández-Britto

Dicen algunos por ahí que la gente es pesimista, que solo hace críticas sin ofrecer soluciones. Que todas son burlas, fake news y manipulaciones porque en el fondo lo que quieren es destruir la Revolución, apelando al desaliento y la renuncia. Me detengo un momento para aclarar que los primeros que han renunciado a la Revolución, y desmontado prácticamente todo lo que ella realizó en materia de progreso o beneficios sociales, no son los memes, ni las directas en las redes, ni siquiera el embargo de Estados Unidos; sino son los mismos que, con sus leyes y disposiciones absurdas, dicen sustentarla.

No son los jóvenes que salen con un cartel a la calle, ni los grupos que se manifiestan reclamando derechos, los cineastas que hacen un corto independiente, o aquel que postea su criterio en Facebook, los que dañan al país. No son los medios o plataformas alternativas los culpables de la inflación, la deuda, la carencia de viviendas o la falta de alimentos. Impugnarlos es desviar el asunto, porque el responsable real y único de todo eso es el gobierno. En el caso cubano, este tiene total autoridad y control sobre todos los recursos, bienes y servicios del país.

No son los ciudadanos los culpables del estado de cosas, son las autoridades que toman las decisiones. Si el modelo de sociedad no logra sostenerse hay que buscar uno nuevo. El peor enemigo de una Revolución son los revolucionarios que, una vez empoderados, olvidan lo que fueron y se aferran, no a ideas sino a dogmas y consignas.

Desde luego que hay muchos logros para celebrar en la historia más contemporánea del país. En múltiples áreas, como la ciencia, la educación, el deporte, la salud pública o la cultura hay ejemplos de esa obra. Precisamente por eso, varias generaciones que conocieron tales conquistas perciben con preocupación y angustia su marcado retroceso. No es algo puntual, sujeto a determinadas circunstancias o fenómenos que pueden entenderse, es una erosión palpable, constante y profunda de todo ese entramado que legitimaba un proyecto social.

El desarrollo de las vacunas anticovid es uno de los logros recientes de la ciencia cubana. (Foto: Instituto Finlay)

Como no se sale de un problema para entrar rápidamente en otro, los ciudadanos cada día sienten que las autoridades no tienen el control de la situación. Es natural que aparezcan la frustración y el desencanto. Dictan una ley hoy, mañana otra, y al tercer día anulan la primera. Donde dije digo, digo Diego. Reuniones, «visitas gubernamentales», actos políticos, compromisos y decretos no dejan de sucederse sin que generen a su vez un avance sustancial y perceptible en la calidad de vida de la población. En esa espiral decadente todo vuelve a repetirse como farsa, tragedia y esperpento, juntos. Es lógico que afloren la burla y el abandono, porque quien vive de ilusiones muere de desengaños y, francamente, ya la gente está agotada de sacrificarse.  

Como los políticos actuales no tienen nada que ofrecer, ofrecen promesas. Y cuando estas no son suficientes, evocan al máximo líder. Se producen así extraños rituales, en los que un grupo de jóvenes se creen poseídos por su espíritu y corren por las calles mientras gritan: «Yo soy Fidel». Otros, más introvertidos, prefieren susurrarle palabras a la piedra donde descansan las cenizas del héroe mientras le preguntan qué hacer. Un tercero ve la silueta del comandante flotando sobre la ciudad en forma de nube, y se siente lleno de energía y desasosiego.

(Foto: Laura Bicci)

Mientras esto sucede, ciertos medios o figuras oficiales recurren a comparaciones que no tienen sentido. Vuelven a viajar en el tiempo —esa es una película que les encanta—, y como si hubiésemos vivido en un páramo, nos hablan de la «horrible existencia y destino» que tenían los cubanos antes de 1959, salvados todos gracias a la Revolución.

No sé si en su afán de potenciar el proceso posterior perciben que, contrario a lo que ellos pregonan, la Cuba del presente, con su acentuada crisis y dependencia económica, inflación descontrolada, carencia de viviendas y recursos, corrupción, violencia policial y deterioro social, se parece cada vez más a esa que nos cuentan de los años cincuenta. Si la práctica es el mejor criterio hacia la verdad, baste observar la impresionante cifra de cubanos que han emigrado en los últimos años, muestra palpable de cómo una parte notable de las nuevas generaciones siente que su destino o proyecto de vida no está en la Isla.

Detectar un problema es el primer y necesario paso para buscarle una solución, que no debe ser esconder la basura bajo la cama o aplicar la técnica del parche. La televisión nos muestra al funcionario que visita una cooperativa y ofrece su «sabiduría» al campesino, pidiéndole que siembre más. No importa que después el gobierno no le pague, o no distribuya sus cosechas; porque ya esa parte no saldrá en televisión. Los vemos también recorrer fábricas y empresas donde nuevamente escuchamos: «hay que trabajar, producir más». El presidente visita una comunidad, abandonada por décadas a su suerte, y aparece una santera que le agradece todo lo que la revolución ha hecho por ellos.

En la imagen está el mensaje. Las autoridades hablan, orientan, se muestran diligentes, señalan el surco, las maquinarias; pero los sujetos hacen mutis, caminan, asienten. Automatismo total. No se produce un debate, nadie hace un señalamiento, cambia la línea, se rasca una oreja. Todo se mueve según una dramaturgia falsa, calculada, diseñada en el Departamento Ideológico del Comité Central. Fuera de Cuba dicen que el país es un caos, nosotros mostramos orden y progreso, inspirados en la bandera de Brasil, porque si en algo hemos sido expertos es en aparentar.

Sí, en Cuba se trabaja, se emprenden negocios y proyectos, se ofrecen iniciativas, se hacen eventos, arte, ciencia; la gente sueña y busca, con muchos obstáculos, la felicidad. No somos ninguna excepción, ninguna de esas cuestiones es propiedad de la Revolución. En todas partes del mundo se ansía lo mismo y, salvo que estés bajo un bombardeo ruso o norteamericano, las naciones tratarán de salir adelante.

Lo cierto es que demasiada gente vive aquí de la comodidad que brinda cierto estatus, y hará todo lo que sea necesario para conservarlo. Como aquel personaje del filme Los sobrevivientes (Tomás Gutiérrez Alea-1975), al que «le da lo mismo el socialismo que el feudalismo, lo importante es cogerle la vuelta al sistema». Para ellos ya no se trata de tener una conciencia revolucionaria, sino de ser conscientes de cómo vivir del cuento revolucionario.

No hay nada nuevo bajo el sol. Las señales y alertas de ese deterioro han estado siempre ahí, emitidas desde hace décadas por múltiples vías, pero como vivíamos protegidos por la campana de cristal que significó la adhesión del país al CAME, el gobierno cubano olvidó que éramos una isla y quiso ser continente. En 1980 un guantanamero se convertiría en cosmonauta. Dos años después, la vaca Ubre Blanca rompía un récord Guinness al producir cientos de litros de leche en un día. Fidel llevó aquello al plano de la lucha política y las proezas de la vaca merecían titulares y discursos. A su muerte, en 1985, el Granma le dedicó una nota necrológica y más tarde se le haría un monumento. En La Habana, los ingenieros comenzaban las excavaciones para el Metro y en Cienfuegos se instalaban los cimientos de una planta nuclear.

Ubre Blanca Fidel

Ubre Blanca (Foto: Prensa Latina)

Cualquier problema parecía menor, desdeñable, superable. No importaba el bloqueo, rara vez se hablaba de él. Creíamos que el futuro pertenecía por entero al socialismo y que el imperio tenía sus días contados. El idioma que se enseñaba en nuestras escuelas era el ruso, y con mil ochocientos pesos se podía viajar como turista a todos «los países hermanos». No necesitábamos a Disney ni a Hollywood, porque desde arriba Mashenka nos mira. Un día, todo eso colapsó. García Márquez lo había avizorado en los cincuenta: «La URSS es un gigante con pies de barro». Eso no gustó en el Kremlin y se enemistaron con él.

Recuerdo al sonero Oscar de León cantando en la Ciudad Deportiva: … bájate de esa nube y ven aquí a la realidad, que con orgullo, soberbia y vanidad, no lograrás felicidad.  El Período Especial no comenzaba, sino que llegaba a su fin con la caída de todo ese universo idílico que vivimos bajo la existencia del campo socialista. Ya nunca más tuvimos cosmonautas, ni leche, ni Metro, y la planta nuclear, gracias ¿a Gorbachov?, jamás se terminó.   

La solución es siempre la respuesta puntual a un problema que tiene que ser expuesto, revelado. Pero si este persiste, y además se multiplica, entonces se trata de algo estructural, profundo. Si en Estados Unidos o cualquier otro país, alguien se manifiesta contra una ley, quiebra un banco, la gente protesta por la inflación, un empresario es detenido por corrupción, la moneda es devaluada, se cierran industrias, crece el desempleo o un presidente resulta destituido; nuestro (inmortal) Partido lo interpreta como ejemplos indiscutibles de que ese sistema no tiene futuro y debe ser superado. Cuando cosas similares ocurren en Cuba, son presentadas como una coyuntura, un hecho aislado, debidamente atendido por «los factores», tratado por la «justicia revolucionaria» o…la sección sindical.

Si se trata de otros, el problema es sistémico; en Cuba, solo es un fenómeno puntual, circunstancial, ¡ah!, y siempre organizado por el enemigo. La técnica es la de anular cualquier activismo ciudadano, presentándolo como algo pérfido organizado por fuerzas externas. Tu acción, o tu derecho a manifestarte, conducen al caos.    

Empatía

(Foto: Cubadebate)

En las escuelas suelen enseñar que la Revolución es justa y pura, y sus errores o distorsiones son achacadas a los individuos que no supieron aplicar las orientaciones del líder o el Partido. Ambos son presentados como una abstracción, separados de las dinámicas del mundo real. Siempre son otros los que se equivocan, y ese otro eres tú, es decir el pueblo, que, como apuntaron cierto día en el Granma, quiere seguir viviendo como pichones, del alimento que les da la madre.

En Cuba, no solo crecimos durante décadas reproduciendo un modelo centralizado y vertical, sino que además dependíamos de las decisiones que tomaba un solo individuo. Y no importa que ese, sin duda líder, con todo su carisma, prestigio y astucia haya sido Fidel; el proceso quedaba resentido desde su configuración pues respondía a la voluntad de una persona que, además, se convertiría en la máxima autoridad del único Partido existente; el hombre que era juez y parte de todos los asuntos de la nación.

No por gusto la gente solía decir que tal o más cual problema ocurría «porque Fidel no lo sabía». Así, se fue conformando la imagen del hombre-dios, del Nostradamus tropical. Estaba en todas partes, podía ver el futuro. Entonces había que esperar a que el máximo líder se enamorara de un proyecto, para que este echara a andar sin vacilaciones. Si visitaba una fábrica, una cooperativa, un centro escolar, una comunidad rural; la gente le decía los problemas que confrontaban porque parecía ser la única forma de que hallar su solución.

¿Y el sindicato, las organizaciones de masas, la administración, el parlamento, las estructuras de gobierno? Bien, gracias. Con Fidel aparecían los recursos, la energía, se movilizaba el talento. Dinos Fidel, que otra cosa tenemos que hacer, coreaba la multitud entusiasta. Y todo eso funcionaba en ambos sentidos, a veces para beneficio de todos, pero en otras para propiciar enormes fracasos y desaciertos.

Cuando su hermano tuvo que asumir la dirección del país, emitió varios discursos relacionados con el estado de la agricultura, los salarios, las deudas a los campesinos, la falta de productividad, la inercia, la errática política de cuadros, la falsa unanimidad o la enorme dependencia del exterior. Todo ese análisis fue justo pero tardío y además… ¿quiénes dirigían la nación? Él también había estado allí, como casi todos los que en ese momento se sentaban a su lado, que ahora aplaudían y apuntaban las nuevas instrucciones en sus agendas.

Todo el talento del cubano se gasta en adaptarse al momento, la gente no es consistente y siempre necesitan que alguien piense por ellos. (Memorias del subdesarrollo– Tomás Gutiérrez Alea-1968)    

Por cierto, nada de lo expresado por Raúl era nuevo. Todas esas lecturas o críticas al modelo cubano ya se habían realizado por economistas, agricultores, investigadores, artistas; pero la burocracia estimó que no era el tiempo adecuado para atenderlas.

Recuerdo su viaje por carretera hasta Camagüey, donde debía ofrecer el discurso por el 26 de julio en el 2007. En el trayecto quedó tan impactado por el abandono de los campos, invadidos por el marabú, que cambió su intervención y dedicó prácticamente todas sus palabras al asunto. Fue un discurso inusual, de fuertes críticas, donde señaló varios problemas que frenaban la economía cubana ¿Nadie había alertado sobre ese fenómeno? ¿Por qué tienen que esperar a que el presidente dé las órdenes? Pues justo porque así de lamentable funciona el modelo de socialismo burocrático. Pienso que si en lugar de viajar por carretera hubiese tomado un avión, hoy al despertar, el marabú seguiría allí.    

En sus primeros tres años, Raúl derogó impopulares y viejas leyes o restricciones que afectaban la vida de los ciudadanos. Eran reclamos que al Partido nunca le preocupó mucho atender. Desmontó también parte del Programa Batalla de Ideas, impulsado por Fidel desde inicios del 2000, que había generado extrañas estructuras económicas y administrativas paralelas a los organismos del Estado. Sus reajustes no quedaron ahí, sino que también sustituyó a prácticamente todos los cuadros del partido o la juventud que su hermano había promovido a los más altos niveles, pero que ahora, en rara carambola del destino, resultaban corruptos, oportunistas, ambiciosos y penetrados por los servicios de inteligencia extranjeros. Su hermano, y padrino de todos, los lapidó con aquella reflexión: «quisieron beber las mieles del poder sin haber hecho nada a cambio».

Dos importantes figuras de la política cubana, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, fueron destituidas en 2009. (Foto: Heraldo.es)

¿Qué es hacer algo por la Revolución? Visto el ejemplo anterior, ninguno de los nacidos después de 1959 hemos hecho algo que merezca la pena. Tal parece que somos simples epígonos, figuras de papel, piezas en un ajedrez político donde otras fuerzas deciden nuestro destino. Tú vas aquí, el otro allá. Hoy tienes que acatar una orden, mañana otra, porque eso es lo que requiere el país. Tienes, además, una deuda eterna con la Revolución, pues lo que eres se lo debes a ella. Miguel Díaz-Canel, que vio las barbas de sus vecinos de generación arder, lo tuvo claro, y en la primera oportunidad que le ofrecieron dijo: «Somos continuidad».    

Cierto día, el país se sorprendió con la noticia de que se iniciaban nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Se liberaron los presos, se abrió una embajada, se filmaron blockbuster en La Habana, se multiplicaron los negocios, se borraron viejos prejuicios, arribaron los cruceros, se hicieron reformas; se dio un paso adelante. Cuando Raúl levantó el brazo de Obama en el Gran Teatro de la ciudad, la ortodoxia revolucionaria y los radicales de Miami comprendieron que tenían que mover sus fichas para regresar al estatus quo. Interesante momento ese, donde los enemigos se sienten traicionados y deben unirse por una misma causa.  

Raúl Castro y Barack Obama impulsaron el deshielo entre ambos países. (Foto: Granma)

Fue bastante significativo lo que ocurrió algunos meses después de la visita de Obama. Raúl ofrecía a la Asamblea Nacional algunos detalles e informaciones sobre el curso de ese acercamiento, de pronto, alguien le envía una nota y Raúl comenta que, desde la mesa, intentan censurarlo porque le advierten que tenga cuidado con lo que dice, ya que el acto se estaba trasmitiendo en vivo por la televisión nacional.

Cuba y Estados Unidos, he aquí el verdadero pájaro con las dos alas de nuestra historia. Toda nuestra existencia gira alrededor de ello. Se hizo una revolución para romper con tal dependencia y hoy tenemos una nación atrapada en esa madeja, pendiente de lo que decida el gobernante de turno en la Casa Blanca. Abro, cierro, quito, pongo. Cuatro palabras que condicionan la vida de millones.   

Los defensores a ultranza de la Revolución dicen que no tenemos alternativas. El bloqueo (y no el limón) es la base de todo. Para ellos, cualquier apertura real con el vecino del Norte implicaría la entrega del país a sus intereses, la pérdida de nuestra cultura e identidad. Incluso, van más allá, al decir que nos convertiríamos en algo similar a Puerto Rico.

El miedo les devora el alma y, además, los traiciona. ¿Somos o no invulnerables? ¿No es eterno nuestro socialismo? ¿Y el Partido, no era inmortal? ¿Acaso no estamos preparados para resistir y vencer en los peores escenarios? Pero bueno, cuando se trata de cuidar ciertos privilegios y una casa en Miramar, Siboney o Nuevo Vedado, hay que inventarse todo tipo de justificaciones y aparentar que se defiende a la Revolución.

¿Y el pueblo, qué pinta en todo esto? Poco. Mientras los dirigentes se ponen de acuerdo en cómo hipotecar o vender todo el país —habida cuenta de su enorme deuda y carencias—, el pueblo, que fue viril y soberano… sigue haciendo colas.

15 agosto 2022 49 comentarios 5k vistas
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¿Es aplicable el modelo chino o vietnamita en Cuba?

por Consejo Editorial 17 febrero 2012
escrito por Consejo Editorial
radioangulo.cu

Los cambios que se realizan en Cuba responden a nuestra realidad.

Interesante artículo tomado de la revista Temas y que aborda el polémico tema del modelo económico a seguir en Cuba.

Julio A. Díaz Vázquez

Profesor Consultante. Centro de Investigaciones de la Economía Internacional.

jdv222002@yahoo.es

El Proyecto de lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución y la medular intervención del segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, en la clausura del VI Período ordinario de sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (18/12/2010), han dado origen a los más disímiles criterios sobre el documento que discutió todo el pueblo cubano. En el ciberchancleteo que circula en el país; en comentarios generados en el exterior, unos bienes intencionados y otros no tanto, comentan y especulan sobre la pertinencia que pudieran tener, para Cuba, las experiencias de las políticas económicas de la Reforma y Apertura, en China; y la de Renovación, en Viet Nam.

 Acerca de la conveniencia de aprender o ilustrarse acerca de los cambios operados en esas economías en los últimos treinta años, considero —siempre abierto al debate— de utilidad e interés puntualizar lo siguiente:

 1) El derrumbe del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) enterró la concepción de un modelo típico socialista inspirado en generalidades teóricas de la experiencia soviética. China, entre 1953 y 1957 tomó prestadas algunas de las características ensayadas en la URSS. Entre 1958 y 1976 —excepto el interregno 1961-1965, llamado de reajustes, consolidación, completamiento y elevación— intentó crear otro modelo de socialismo. Primero impulsó las Comunas Populares; después desplegó la Revolución cultural. Entre 1978 y 2010, ha aplicado con reconocido éxito una política económica innovadora que catapulta al país a los primeros planos mundiales.

 2) Terminada la cruenta lucha de liberación nacional de más de treinta años, Viet Nam logró la reunificación del país en 1975. Se llevó a todo el territorio nacional el modelo de economía centralizada que rigió en el Norte; con la salvedad de que el presupuesto era financiado en cerca de 80% por la ayuda socialista y, en particular, de la URSS. El intento naufragó; dio paso a una situación crítica: las hambrunas costaron al país miles de vidas. Desde la segunda mitad de los años 80 fue introducida la política

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17 febrero 2012 374 comentarios 657 vistas
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Mi Tributo.

por Consejo Editorial 7 diciembre 2010
escrito por Consejo Editorial

Por Eduardo

Desde hace veinte años, todos los 7 de diciembre realizo con un grupo numeroso de matanceros una larga caminata, que parte desde la Plaza de la Libertad, hasta nuestro Cementerio de San Carlos. Es mi manera de rendir homenaje, al Titán, a Panchito, y a nuestros hermanos caídos en tierras africanas. Hoy 7 de Diciembre, se conmemora el 114 Aniversario, de la caída en combate del Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba, Antonio Maceo, su ayudante el Capitán Francisco Gómez Toro, y el 21 Aniversario de la Operación Tributo, donde en la tierra sagrada de la Patria depositamos los restos de los combatientes fallecidos en el cumplimiento de gloriosas misiones, en las cuales no solo se luchó por la autodeterminación de esos países hermanos, fundamentalmente Angola, sino que se logró la independencia de Namibia, y el golpe de gracia al ejército racista de la Sudáfrica del Apartheid.

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7 diciembre 2010 74 comentarios 490 vistas
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