La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

propiedad privada

Industria

La crisis estructural de la industria no azucarera en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 30 junio 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Para nadie es un secreto que la economía cubana afronta una crisis estructural desde hace más de tres décadas. En este tiempo ha aumentado considerablemente la vulnerabilidad externa y se ha reforzado el subdesarrollo, entendido como incapacidad para el desarrollo. Desde los años noventa, tras la implosión del llamado campo socialista, comenzó a derrumbarse el tejido productivo nacional, tanto en la industria como en la agricultura. La dirigencia cubana apostó por un cambio estructural a favor del desarrollo del turismo, con escasos encadenamientos productivos internos.

En la actualidad, se ha deteriorado notablemente el patrón de inserción internacional del país, que depende de las importaciones para mal afrontar la mayor parte de sus necesidades, tanto de materias primas como de bienes de consumo en general, y muy especialmente de alimentos. Esto es insostenible económicamente, pero también desde el punto de vista social y político. Por eso resulta imprescindible superar la crisis que afecta al sistema productivo y abarca a la agricultura, la industria azucarera y la industria manufacturera no azucarera. Al análisis de esta última está dedicado el presente texto.

La industria no azucarera cubana: entre el desarrollo y el estancamiento

Antes de 1959 la economía cubana era altamente dependiente de la industria azucarera y aseguraba su inserción internacional a través de exportaciones de azúcar, tabaco y algunos otros bienes primarios. Sin embargo, es sabido que a partir de la década del cuarenta se habían comenzado a desarrollar varias ramas de la industria transformadora, entre ellas, la producción de alimentos, bebidas, manufactura del tabaco, textiles, prendas de vestir, calzado, papel y sus productos, imprenta e industria editorial, madera y sus productos, muebles y accesorios, cuero y sus productos, jabonería y perfumería, caucho e industria del plástico, productos químicos, metalurgia y manufacturas diversas.

A partir de informaciones del Tribunal de Cuentas, puede constatarse que en 1954 dichas industrias solo requerían un 11,5% de componentes importados.(1) Entre 1952 y 1956 se habían creado 154 nuevas plantas industriales, dieciséis generaban exportaciones y 117 sustituían importaciones.(2) Según datos del Consejo Nacional de Economía, en 1958 el 21% de la fuerza laboral empleada lo hacía en actividades industriales, y de acuerdo con Claes Brundenius, en su libro Revolutionary Cuba: The Challenge of Economic Growth with Equity (1984), en el año anterior al triunfo revolucionario, la industria no azucarera representaba el 32,2% de la producción material estimada.

El Gobierno Revolucionario —a través de la ley 890 de octubre de 1960— nacionalizó, mediante expropiación forzosa, la mayor parte de las empresas industriales, comerciales y de trasporte del país. Luego las nacionalizaciones se hicieron extensivas a otras empresas subsidiarias y colaterales, con lo que la estatización de los medios de producción fue casi total desde inicios de la Revolución. La mayor parte de las empresas, algunas previamente intervenidas, fueron puestas bajo la dirección de revolucionarios con escasos conocimientos profesionales y técnicos, lo que unido al idealismo predominante condujo a graves errores en su dirección, a la caída de la producción y de la eficiencia.

Industria

No obstante, la industria ocupó un lugar central en la estrategia económica de los primeros años de la Revolución, en correspondencia con las ideas desarrollistas predominantes en América Latina y teniendo en cuenta la experiencia de otros países socialistas. Sin embargo, la excesiva centralización de las decisiones operativas y administrativas, el abandono de criterios financieros, los excesivos costos y el despilfarro predominante, lastraron rápidamente la actividad industrial.

La ruptura de vínculos económicos con Estados Unidos obligó a la mayor parte de la industria cubana, tanto a una reconversión tecnológica como a un cambio radical de proveedores de materias primas, maquinarias y equipos de repuesto. Pasó entonces a depender de suministros recibidos desde la Unión Soviética y otros países de Europa Oriental, en muchos casos tecnológicamente inferiores a sus similares procedentes de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón.

De hecho, se incrementó el componente importado en una serie importante de industrias. En su artículo «La planificación del comercio exterior» —Cuba Socialista, # 28 de 1963—, el futuro presidente del Banco Nacional Raúl León Torras, afirmaba que en 1962 la dependencia de insumos importados afectaba al 79% de la refinación de petróleo, 58% de la industria química, 44% de la metalurgia, 40% de la minería, 22% de la textil, 21% de la energía eléctrica, 12% de la construcción, 8% de la industria alimenticia y 4% de la azucarera.

A pesar del énfasis en el desarrollo industrial, la producción bruta de este sector tuvo una caída promedio anual de 2,7% entre 1960 y 1964. En consecuencia, a partir de la segunda mitad de los sesenta la estrategia de desarrollo se reorientó hacia la industria azucarera, aprovechando así el establecimiento de acuerdos ventajosos con la Unión Soviética, que posteriormente se readecuaron con el ingreso de Cuba al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) a partir de 1972.

Ello no significaba abandonar la idea de la industrialización, sino utilizar la industria azucarera y a su mercado seguro y estable en los principales socios económicos de Cuba, como pivote del desarrollo posterior de una industria más diversificada. Más allá de tales intenciones, el resultado fue un reforzamiento del carácter monoproductor y monoexportador de la economía cubana.

No obstante, la industria no azucarera cubana se benefició de inversiones estatales y, sobre todo en los años ochenta, aparecieron algunas producciones industriales de relativamente baja calidad, orientadas al consumo nacional. Entre los principales rubros pueden mencionarse la industria alimentaria, con producciones de lácteos, embutidos, pastas alimenticias, cervezas, rones y aguardientes, maltas y refrescos, carnes deshuesadas y en conserva, pescados y mariscos; jabonería y perfumería; textiles; pinturas; materiales de construcción; fertilizantes; ensamblaje de ómnibus, camiones, vagones de ferrocarriles, montacargas; así como aparatos electrónicos para el hogar: televisores, radios y refrigeradores.

También se inició la fabricación de combinadas azucareras, aunque hacia el final de la década comenzó su descenso. En la segunda mitad de los ochenta se apreciaban descensos sostenidos en varios de los rubros industriales no azucareros.

Con el advenimiento del llamado Período Especial, la industria manufacturera cubana entró en su más profunda crisis, debido a múltiples factores, sobre todo: obsolescencia tecnológica; alta dependencia de componentes importados; escasez de combustibles, materias primas, maquinarias y demás insumos; así como escasa capacidad de ahorro e inversión del Estado cubano, propietario de todas las fábricas industriales de envergadura.

Industria

(Foto: Cibercuba)

A ellos debe añadirse el escaso interés de inversionistas extranjeros por dicho sector ante las dificultades del país para conectarse a cadenas globales, debido tanto a las restricciones impuestas por las sanciones económicas estadounidenses como a dificultades tecnológicas.

La situación actual de la industria manufacturera en la Isla es catastrófica. De acuerdo con cifras de UNCTADStat, basadas en datos oficiales cubanos, ella ha tenido una variación promedio anual de -1,14% en el período comprendido de 1989 a 2020. Entre 1990 y 1999 fue de -1,95%, desde 2000 hasta 2009 de 3,4% y entre 2010 y 2020 de -0,3%.(3) 

La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba ha publicado recientemente el capítulo dedicado a la industria manufacturera del Anuario Estadístico 2021. El índice físico de producción de la industria no azucarera en 2021, respecto a 1989, es de 60,5, el más bajo del último lustro.

Ciertas industrias, como las de bebidas, productos del tabaco o fabricación de muebles, que en los últimos años habían logrado superar los niveles de 1989, volvieron a caer por debajo de la producción alcanzada en aquella fecha, que resultó previa al Período Especial pero que ya reflejaba una tendencia hacia el descenso. En algunos rubros, como equipos de transporte, aparatos eléctricos, papel y sus productos, cuero y sus productos, fertilizantes, productos textiles y prendas de vestir; los niveles de producción varían entre 0,1% y 8,8% del alcanzado a fines de los años ochenta.

El relanzamiento de la industria no azucarera cubana

La economía cubana en general y la industria en particular, enfrentan una grave crisis de la que no podrán salir si no se producen profundos cambios estructurales. El modelo de una industria estatal administrada centralmente probó su ineficacia porque la estatización de los medios de producción no condujo a su socialización, algo que ha lastrado toda la experiencia socialista contemporánea. No tiene sentido persistir en un modelo fracasado que lo único que hace es perpetuar y profundizar el subdesarrollo y agravar el deterioro del nivel de vida de la población.   

Con una economía esencialmente en manos del Estado, la inversión bruta fija ha sido de solo 8,28%(4) respecto al producto interno bruto entre 2000 y 2020, lo cual resulta a todas luces insuficiente para conducir a un proceso de crecimiento económico sostenido. Como es sabido, en los últimos años la prioridad inversionista del gobierno han sido los servicios empresariales, las actividades inmobiliarias y de alquiler, que incluyen todo el andamiaje de hoteles y servicios asociados al turismo; ello, a pesar de la persistencia de niveles insuficientes de ocupación hotelera.

Mientras, la industria, la agricultura, la educación y la salud han recibido muchos menos recursos de inversión. Entre 2017 y 2021, las actividades inmobiliarias y hoteleras atrajeron el 50,5% de la inversión del país, en tanto la industria no azucarera ha recibido el 11,3%, la azucarera 1,2%, agricultura 2,8%, educación 0,8% y salud 1,3%.

Industria

Más allá de los insistentes cuestionamientos realizados por algunos economistas y otros profesionales sobre lo erróneo de esta política, la dirección del gobierno no ha sido conminada a explicar sus decisiones ante los organismos de control político —como debería ser la Asamblea Nacional— o de control fiscal —como debería ser la Contraloría General de la República—, a pesar de que los errores en política económica se traducen normalmente en deterioro del bienestar de la población.

Sin duda alguna se impone una reorientación de la política inversionista del gobierno hacia los sectores productivos y aquellos que tienen un mayor impacto en el bienestar material y social. Sin embargo, hasta ahora el reconocimiento público de sus errores y el enfrentamiento de sus responsabilidades no ha sido el punto fuerte de las autoridades cubanas.

Después de una larga sucesión de errores entre los cuales vale mencionar la Zafra de los Diez Millones que nunca se cumplió, la infructuosa siembra de café en el Cordón de La Habana, el desmonte de la mitad de las tierras sembradas de caña y el cierre de la mitad de los centrales azucareros, la dolarización parcial de la economía, unidos a los defectos de los mecanismos de dirección de la economía impuestos a contrapelo de la realidad; no quedan opciones diferentes al desmonte de una economía estatizada que no funciona.

La industria cubana no tiene futuro en manos de una burocracia incompetente. Sin embargo, entregarla a manos privadas sin la existencia de mecanismos democráticos transparentes, lo único que facilitará es que la supuesta propiedad del pueblo sea feriada a favor de intereses corruptos, no importa de dónde provengan. Por tanto, será necesario pensar en la combinación de alternativas verdaderamente socialistas con el estímulo a la inversión privada.

Ello podría lograrse, entre otras medidas, mediante la creación de  cooperativas obreras en ciertas empresas industriales; establecer el control democrático y directo de los trabajadores como representantes de la sociedad en aquellas que no se establezcan como cooperativas; «equitización» de empresas industriales, como ocurrió en Vietnam, donde se convierte a los trabajadores en propietarios de una parte considerable de las acciones emitidas por las empresas; arriendo mediante contratos a largo plazo de empresas estatales o de las partes que mantenga el Estado de las empresas «equitizadas» a inversionistas y gerentes privados para su gestión.

Finalmente, es imprescindible abrir la posibilidad al sector privado nacional y extranjero de crear empresas industriales privadas, eliminando las inmensas restricciones que pesan en la actualidad sobre las micros, pequeñas y medianas empresas.

Un proceso de esta naturaleza debe producirse en el contexto de la democratización de la sociedad, de forma tal que se evite la privatización corrupta de la propiedad que la Constitución define como «de todo el pueblo», pero que no lo es en realidad si el pueblo no puede decidir sobre ella.

***

(1) Cálculos del autor a partir de datos del Tribunal de Cuentas de Cuba, citados por José R. Álvarez Díaz et al (1963) Un estudio sobre Cuba. Grupo Cubano de Investigaciones Económicas, University of Miami, página 1101.

 (2) Banco Nacional de Cuba. Programa de Desarrollo Económico. Informe 2, Ibídem, página 1102.

 (3) Cálculos del autor con base a UNCTADStat (2022) a partir de datos oficiales cubanos.

 (4) Ibídem.

30 junio 2022 24 comentarios 2k vistas
4 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Mpymes

Las Mpymes se aprobaron ¿y ahora cuál es su desempeño?

por Omar Everleny Pérez Villanueva 17 junio 2022
escrito por Omar Everleny Pérez Villanueva

Después de un largo bregar en el contexto de la crisis económica cubana, al fin apareció la Gaceta Oficial No. 94 Ordinaria de 19 de agosto de 2021 del Ministerio de Justicia, donde se define el establecimiento de las Mpymes en la economía insular.

¿Porque ahora y no antes su puesta en marcha? ¿Quiénes la frenaron durante tan largo tiempo si el aval político lo tenían ya? Son de las cosas que nunca nos dirán, o no sabremos, solo queda la imaginación, como tantos otros temas de la realidad nacional.

En abril de 2016, durante el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, se había presentado la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista. Dos párrafos mencionaban el tipo de empresas que deberían existir. El 181 se refería a: «Pequeños negocios realizados en lo fundamental por el trabajador y su familia». Y el 182 detallaba: «empresas privadas de mediana, pequeña y micro escalas, según el volumen de la actividad y cantidad de trabajadores, reconocidas como personas jurídicas».

El 8 de abril de 2021, el VIII Congreso del Partido aprobaba la Actualización de la conceptualización del modelo económico y social de desarrollo socialista. Ahí se vuelve a reconocer la propiedad privada sobre los medios de producción y se da luz verde a las personas naturales cubanas para crear micros, pequeñas y medianas empresas privadas, que fueron reconocidas como personas jurídicas.

Pero no fue hasta el 6 de agosto del 2021 que el Consejo de Estado aprobó los decretos-leyes que dieron luz verde a la creación de las Mpymes y a la ampliación de las cooperativas y del trabajo autónomo, para su posterior publicación en la Gaceta Oficial.

Una sucinta historia de la necesidad de ese tipo de empresa, especialmente la privada, fue publicada por algunos académicos desde el Centro de Estudios de la Economía Cubana, sobre todo desde los 90’s, en pleno Período Especial.

Mpymes

Sobresalen entre ellos los siguientes textos:

  1. (1998) «La pequeña y mediana empresa cooperativa o privada en Cuba: viabilidad o utopía». Donde se planteaba la necesidad de las pymes (pequeñas y medianas empresas) en la economía desde una perspectiva histórica y, en segundo lugar, exploraba las potencialidades y las alternativas institucionales (forma cooperativa, capitalista, semi pública, otras formas mixtas) de este tipo de empresas en aquel contexto de reestructuración de la economía en el Período Especial.
  2. (2012) «El desarrollo de las pequeñas y medianas empresas en Cuba: Una necesidad impostergable», donde se explicaba que, además, no era algo novedoso en la realidad nacional, si se tenía en cuenta que antes de 1959 lo que prevaleció en Cuba fueron las microempresas, las pequeñas y las medianas empresas.
  3. (2012) «Apertura al cuentapropismo y la microempresa, una pieza clave del ajuste estructural». Se exponía ahí que la categoría «trabajador por cuenta propia» era muy específica y ello frenaba la iniciativa individual. Que sería preferible una lista de categorías generales que dieran espacio a otros cuentapropistas y microempresarios. Se afirmaba que las actividades permitidas eran poco intensivas en conocimiento y no permitían aprovechar la inversión en educación que había hecho el país por décadas.
  4. (2016) «Cuba en 2030: el papel de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas en la aspiración al desarrollo». Las principales reflexiones del trabajo eran que las actividades aprobadas por el Gobierno para ejercer las actividades por cuenta propia hasta la fecha, eran insuficientes y no habían tenido en cuenta el potencial profesional con que cuenta Cuba; que sería provechoso el crear un Banco de Desarrollo u otras instituciones financieras de microcrédito, especializadas en atender el segmento de mercado de las mpymes, y que en la nueva ley de empresas a  promulgarse en el 2022, apareciera un acápite que fomentara el establecimiento de conexiones entre la empresa estatal y las mpymes.
  5. (2017)  «Small and Medium Sized Enterprises in Cuba: A Necessary Step», en el cual se insistía en la aprobación de una vez de las necesarias pymes para el incremento de ciertas producciones.
  6. (2020) «Las micro, pequeñas y medianas empresas en el desarrollo: ¿Cuba y su espera?». Se lamentaba de que en el país no se hubieran desarrollado las pequeñas y medianas empresas, a pesar del aval político que poseían y del hecho de que, aun al estar incluidas en la conceptualización del modelo económico aprobado por el Partido Comunista de Cuba (PCC) en 2016, no se les había dado prioridad en la política industrial en curso.

Una parte de la opinión pública y académica tenía el convencimiento de que en todos esos años la aprobación de las mpymes no avanzó por conflictos ideológicos en el seno del PCC y del Estado acerca del papel del sector privado en su modelo de sociedad.

El desacuerdo condujo a la inconsistencia y discontinuidad de las políticas económicas y a la obtención de magros resultados económicos. Si ese tipo de empresas hubiera logrado muy rápidos efectos en las comunidades donde están enclavadas, habrían permitido mejorar el empleo a nivel local por vía extensiva, o sea, generar nuevos empleos especialmente para los jóvenes con el consiguiente aumento de ingresos a esa población, y tal vez los jóvenes emprendedores no valorarían la opción migratoria.

Como dijera más de una vez el colega Pedro Monreal, la legalización de las pymes privadas fue, por amplio margen, el «eslabón perdido» del programa oficial de cambios económicos en Cuba.

1/4 En materia de PYMES seguimos “sin novedad en el frente”. Es un problema serio porque a corto plazo las PYMES ofrecen las mejores probabilidades para mejorar la productividad promedio, tanto a nivel de ellas mismas como al facilitar la reducción de plantillas estatales

— Pedro Monreal (@pmmonreal) November 24, 2020

La realidad es que al fin se aprobó la Gaceta Oficial No. 94 Ordinaria de 19 de agosto de 2021, que contiene seis Decretos Leyes del Consejo de Estado y un decreto del Consejo de Ministros, más diecisiete resoluciones de diferentes ministerios, en calidad de documentos rectores que permitirán obtener los resultados que la economía cubana espera de ellos. Valga decir que su contribución para incrementar producciones de bienes y servicios será posible si no se entorpece su funcionamiento.

Por fin las personas naturales cubanas pueden constituir una empresa del tamaño que expresa el Decreto ley, bajo la forma jurídica de sociedad de responsabilidad limitada (SRL)

En la legislación aprobada aparece el artículo 5.4, que expresa: «Las mipymes como sujeto de derecho contratan bienes y servicios como los demás sujetos reconocidos en la legislación vigente, en igualdad de condiciones y les son aplicables las disposiciones vigentes en la materia». Esto es muy positivo pues las colocaría en igualdad de condiciones con el resto del tejido empresarial.

El artículo 6  define que las mipymes tienen, como parte de su autonomía, las facultades siguientes:

  • Exportar e importar de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente.
  • Gestionar y administrar sus bienes.
  • Definir los productos y servicios a comercializar, así como sus proveedores, clientes, destinos e inserción en mercados.
  • Operar cuentas bancarias y acceder a cualquier fuente lícita de financiamiento.
  • Definir su estructura, plantilla y cantidad de trabajadores.
  • Determinar los ingresos de sus trabajadores respetando los mínimos salariales establecidos en la legislación laboral vigente; entre otros.

El artículo 48 aclara que pueden ser socios de las mipymes de propiedad privada las personas naturales residentes permanentes en Cuba, mayores de dieciocho años, lo cual en sí ya anulaba a las personas físicas cubanas no residentes en la Isla; es decir, a los cubanos que viven fuera; en concreto, a la emigración. Niega entonces la posibilidad a las mpymes privadas de establecerse directamente como empresas mixtas o cualquier modalidad similar.

Las actividades que podían realizar las micro, pequeñas y medianas empresas privadas, las cooperativas no agropecuarias y los trabajadores por cuenta propia, son aquellas consideradas lícitas, con excepción de las incluidas en el listado de actividades no autorizadas que están dentro del Clasificador Nacional de Actividades Económicas. Es decir, hay diecinueve secciones de ese clasificador que tipifican las prohibiciones.

Es ahí donde creo que se dejaron de aprovechar reservas importantes de la sociedad. Existen actividades que por razones evidentes deben ser reguladas en esta etapa inicial; pero hay otras que se encuentran limitadas en exceso, con la agravante de que se descartan las mayores potencialidades intelectuales del país; es decir, los profesionales (sobre todo los jóvenes), que tendrán que seguir buscando en la emigración una forma de reconocimiento a su capacidad de trabajo.

Mpymes

Hay actividades, como la arquitectura, que se encuentran limitadas en exceso, con la agravante de que se descartan las mayores potencialidades intelectuales del país.

¿Cuál es la realidad actual de los negocios ya aprobados para ser Mpymes?

En unos ocho meses —después de la aprobación del primer grupo el 29 de septiembre del 2021— Cuba transitó, de no tener empresas privadas a tener más de 3.375 para finales de mayo del 2022. Puede decirse que fue la luz verde a su creación, pero aún están cargando con muchos tropiezos iniciales. En un contexto con bajo crecimiento económico, un mercado mayorista insuficiente —en moneda local y libremente convertibles—, y compras que deben hacerse en el exterior, en moneda extranjera que el estado no le facilita a los emprendedores y estos deben adquirir en el mercado informal, entre otros factores.

El 29 de septiembre del 2021 se aprobaban las primeras treinta y cinco Mpymes, de ellas treinta y dos privadas en once de las quince provincias. Del total, trece eran de producción de alimentos, seis de manufactura, tres de reciclaje y otras tres incubadas en el Parque Científico y Tecnológico de La Habana. Por su origen, veinte eran una reconversión de trabajadores por cuenta propia y otras quince de nueva creación.

Debería producirse un mayor apoyo a las localidades más vulnerables para la concreción de pequeñas y medianas empresas a lo largo del territorio nacional, porque es lógico  que en el despegue estarían en mejores condiciones las que mejores estaban, especialmente el grupo más grande por territorio a nivel de Mpymes que se encontraba en La Habana y en ciertas capitales provinciales.

Como promedio, en los negocios aprobados el cincuenta y siete por ciento corresponde a la reconversión de emprendimientos de trabajadores por cuenta propia que ya existían, mientras el cuarenta y tres por ciento son de nueva creación. Esto significa que, aunque las reconversiones implicarían un mayor nivel de actividad, se trata de algo que ya funcionaba (Cafeterías o Restaurantes), en tanto lo nuevo deberá ser visible de cara al público, ya que aún no se ven los resultados en términos de mayor volumen de producción y en reducir la inflación existente. El estado está intentando favorecer a los empresarios privados con una tasa de cambio más favorable respecto al cambio informal para las compras de sus insumos en las tiendas en MLC, que podría repercutir en bajar algunos precios de ventas. El tiempo dirá la conveniencia de esa propuesta.

Hasta el 25 de mayo del 2022 se habían aprobado treinta y tres grupos de solicitudes, que abarcan más de 3200 empresas, entre micro, pequeña y mediana, siendo el grupo más numeroso el de las pequeñas empresas de hasta diez trabajadores. N o se incluyen las cooperativas.

Mpymes

Total de MPYMES aprobadas por el Ministerio de Economía y Planificación, por grupos de aprobaciones.

Resalta que una gran parte de esas empresas ya autorizadas a funcionar,  se encuentra en el grupo de las pequeñas, es decir hasta treinta y cinco trabajadores. Aunque se mantiene la aprobación de las medianas empresas que pueden llegar hasta cien trabajadores.

En la información analizada no aparecen desglosados por tipos los grupos 1, 2, 5, 7, 8 y 10. Del resto de los grupos se puede observar que el veinticuatro por ciento corresponde aproximadamente a las microempresas con menos de  diez trabajadores, el cuarenta y nueve por ciento a las pequeñas, y un veinticinco por ciento a las medianas, que pueden llegar hasta cien trabajadores.

MpymesUna parte importante de las nuevas empresas privadas se dedica a los servicios, en primer lugar la gastronomía; le siguen servicios de construcción, reparaciones varias (equipos electrónicos, ordenadores, relojes, equipos de refrigeración, maquinaria, programación informática), y están también la transportación de pasajeros y carga.

En el caso de la producción, se destacan las empresas de materiales de la construcción, y las dedicadas a fabricar artículos de plástico, madera, metales, caucho, jabones y detergentes.

Una de las prioridades del país, la producción de alimentos, está representada en ciertos negocios de elaboración y conservación de carnes, incluido el pescado; conservación de frutas, legumbres y hortalizas; producción de lácteos y miel.

La constitución y desarrollo de nuevos actores-agentes económicos, como parte de un proceso que deberá crecer, necesitaría urgentemente de correcciones y adecuaciones.

¿Lecciones a tener en cuenta?

Las Mpymes deberán actuar bajo nuevas concepciones de dirección y gestión que abarquen el diseño del producto, la adquisición de medios para la producción, la calidad del mismo; de manera que lo haga competitivo con niveles crecientes de personalización del consumidor, entre otros aspectos.

Deben encaminarse los esfuerzos en la utilización del recurso humano altamente escolarizado que tiene Cuba y dársele la atención especializada a las empresas en las que se haga un mayor uso del conocimiento. Ello evitaría la descalificación de un capital humano que está emigrando hacia esferas donde se obtienen mejores ingresos, pero de poca calificación. Incluso, podría frenar la emigración al exterior, tanto para países con mayor nivel de desarrollo que Cuba como de menores niveles de desarrollo en América Latina.

Debería ofrecerse más apoyo para la creación de las Mpymes a los territorios vulnerables del país, especialmente en aquellas medianas empresas que son las que generan empleos, e incluso, proponer políticas de condonación de impuestos en los dos primeros años de creación de las empresas, con el propósito de que se consoliden y generen empleos, que es una de las aristas principales de estas entidades.

Es sumamente provechoso crear un Banco de desarrollo u otras instituciones financieras de microcréditos, especializadas en atender dicho segmento de mercado, y hasta pertenecer, o aceptar que actúen en Cuba, instituciones de microcrédito que operan a nivel internacional.

La legislación en ciernes sobre política industrial o sobre la ley de empresas —a aprobarse en 2022—, debe fomentar el establecimiento de conexiones entre la empresa estatal y las Mpymes, de forma tal que estas pudieran intervenir en alguna fase del proceso de producción con vista a la exportación.

Las autoridades cubanas han emprendido acciones para hacer crecer el segmento de las Mpymes en el mercado insular, pero aún quedan vacíos. Hasta que el país no avance hacia un mayor bienestar de su población, y se sustituyan las palabras «esfuerzo» por «resultados medibles», y que esa concreción se logre con un único tejido empresarial, no podremos valorar la aceptación de las Mpymes en términos de resultados.

Todavía el pasado reciente pesa en las mentes de los agentes privados. Apenas dos años atrás se criminalizaba a los emprendedores privados y se le decomisaban sus negocios, esa realidad deberá ser cosa del pasado, pero debe legislarse para que no vuelvan a ocurrir tales desaciertos.

Sin un mercado real y garantizado de insumos de materias primas (mayoristas), con pocas relaciones con la exportación o importación de materias primas o producto final, sin una tasa de cambio justificada para estos empresarios que acuden al mercado informal y sin una claridad de lo que el gobierno se refiere cuando establece que «no se permitirá la concentración de la riqueza», resulta muy difícil que este tipo de empresas contribuya al desarrollo económico que se desea a futuro.

17 junio 2022 11 comentarios 1k vistas
1 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Extremismo

La agonía del extremismo económico estatal

por Mario Valdés Navia 22 abril 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Cuando los bolcheviques tomaron el poder en Rusia en 1917, su objetivo no era la estatización inmediata de una economía que solo en los grandes núcleos urbanos mostraba algunas empresas con alto nivel de concentración capitalista. Fue la política coyuntural del Comunismo de Guerra (1918-1921), implantada a consecuencia de la guerra civil y la invasión extranjera, la que condujo al dogma de la absoluta centralización económica. Después, ya todo fue aplicar la «experiencia victoriosa de la Unión Soviética» en cualquier lugar del mundo donde los comunistas conquistaron el gobierno.

Tras la aparición del campo socialista se llegaron a establecer supuestas regularidades de la construcción del socialismo (1957), encabezadas por el establecimiento de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción. En la práctica, se trataba de la imposición plena del dominio estatal sobre la inmensa mayoría de los medios de producción.

¿Es similar el caso cubano a lo acontecido en las economías socialistas europeas y la URSS? ¿Qué consecuencias trajo para la Isla estatizar al extremo la vida económica? ¿Cuál es el estado actual de la gestión económica estatal centralizada y su tendencia manifiesta?

Extremismo

-I-

La revolución democrática que en 1959 derrocó a la tiranía de Batista, inició el tránsito al socialismo con la adopción de medidas favorables a las mayorías que tenían un carácter redistributivo, o de ampliación de la pequeña y mediana propiedad a cuenta de los grandes propietarios nacionales y extranjeros.

Entre las primeras estuvieron: confiscación en beneficio público de bienes malversados, reducción de las tarifas eléctrica y telefónica, planes de becas, incremento de presupuestos e inversiones en salud y educación. Entre las segundas: leyes de reforma urbana y agraria, acordes con la Constitución del 40. Nada que ver aún con la nacionalización socialista al estilo soviético.

La afectación a los monopolios estadounidenses y los oligarcas cubanos originó los primeros choques con los Estados Unidos, que fueron in crescendo en la medida en que se incrementaba el apoyo del Norte a acciones terroristas y alzamientos contra la reforma agraria. El inicio de ese conflicto, en plena Guerra Fría, abrió las puertas a la alianza y colaboración geopolítica con la otra antagonista: la URSS.

Los acontecimientos se precipitaron y la inicial «revolución democrática y socialista» se radicalizó, al punto de tornarse más papista que el Papa. Apenas un lustro después, a partir del nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas en el capitalismo republicano, Fidel planteaba la posibilidad de pasar directamente al comunismo a través del entusiasmo productivo y el desarrollo de la conciencia de las masas populares.

Para ello sería preciso establecer el dominio absoluto de la propiedad estatal y poner toda la mano de obra a su disposición, con o sin retribución, lo cual exigía  liquidar abruptamente las demás formas de propiedad mediante diversas vías. Una de ellas fue la Ofensiva Revolucionaria en 1968, que estatizó 57.600 pequeñas propiedades en la ciudad y el campo; pero incluía también la estatización forzosa de fincas privadas, una ley contra la Vagancia (1965) y la creación de asentamientos semiurbanos de campesinos enajenados de sus tierras. De esa forma, Cuba sobrepasaría al resto de los países socialistas, incluyendo a la URSS, en la extensión de la propiedad bajo control del Estado.

A partir de entonces, el Gobierno/Partido/Estado pudo emplear todas las potencialidades del país en realizar cuanto experimento se le ocurría, muchos de ellos descabellados. La guinda del pastel fue la Zafra de los Diez Millones (1969-1970). En función de ese designio colosal se tensaron todas las fuerzas durante dos años. Su fracaso daría al traste con el proyecto de un socialismo/comunismo cubano independiente de la URSS.

Extremismo

En consecuencia, desde 1971 se estableció en la Isla una versión extremista del modelo soviético de socialismo de Estado. Este se presentó como monopolio único —patrono, comerciante y empleador— en manos de un grupo burocrático-militar que hegemoniza la economía, la sociedad y la política mediante una planificación verticalista centralizada y con el empleo de todos los aparatos de control, físico y simbólico, de que dispone.

-II-

Medio siglo después, los resultados catastróficos de la estatización extrema saltan a la vista. Más allá de las consecuencias perniciosas del bloqueo estadounidense y los efectos de la situación pandémica, la economía insular sufre una crisis estructural y de gestión debido a sucesivas decisiones erróneas en política económica. Muchas de ellas no tienen que ver con el modelo tradicional del socialismo de Estado soviético, sino con medidas ineficaces aplicadas en las últimas dos décadas.

Desde 1994, en plena crisis del Período Especial, se adoptaron medidas descentralizadoras que incluían una elevada autonomía empresarial, autorización del uso del USD en el mercado interno, fomento de la inversión extranjera asociada al Estado y promoción del trabajo por cuenta propia (TCP). Sin embargo, no se fue más allá en pos de conservar —o retornar en cuanto se pudiera— el tradicional modelo socialista estatizado, ya desaparecido en Europa y que aquí hacía aguas desde mediados de los años ochenta.

Tras el establecimiento de la Venezuela bolivariana y la creación del ALBA, con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de aquellas medidas flexibilizadoras fueron eliminadas y sustituidas por la centralización absoluta de los ingresos en divisas y su utilización desde una cuenta única del Estado.

Poco duró esta nueva gallina de los huevos de oro. La crisis mundial de 2008, la enfermedad y muerte de Chávez y los problemas socio-económicos y políticos de la era Maduro, frustraron la aspiración de convertir a Cuba en un exportador de derivados del petróleo e impidieron seguir disfrutando de los ingresos millonarios provenientes de las Misiones Sociales de profesionales cubanos en Venezuela.  La crisis del progresismo latinoamericano y la sustitución por gobiernos derechistas, acabaron por hundir los ingresos devenidos mediante convenios gubernamentales.

Extremismo

Con la propensión del gobierno de Chávez a canalizar petrodólares hacia Cuba, la mayoría de las medidas flexibilizadoras fueron eliminadas. (Foto: Radio Ángulo)

El incremento de fondos públicos durante la referida bonanza, lejos de canalizarse hacia una fuerte inversión en sectores productivos internos (agro, industria, minería, transporte, infraestructura, ciencia y tecnología), se dilapidó en los proyectos ilusorios, inconexos y voluntaristas de la denominada Batalla de Ideas.

La quimera de una economía de servicios llegó a tal punto que se desmontaron sectores claves de la economía y se vendieron como chatarra, entre ellos la agroindustria azucarera —uno de los pilares de la identidad nacional—, y las flotas mercante y de pesca. Al unísono, dejó de respetarse la paridad CUC/USD y se fomentó la voluntad importadora mediante una falsa tasa de convertibilidad de 1×1, que arruinaba a los productores nacionales y beneficiaba a las empresas monopólicas de comercio exterior.

Las reformas iniciadas por Raúl Castro en 2008 disminuyeron los gastos sociales del Estado en beneficio de la inversión inmobiliaria para GAESA, y el subsidio a irrentables empresas estatales y sus sacrosantas burocracias. Al unísono, ampliaron con reticencias y vaivenes el sector no estatal, pero siempre preservando asideros con empresas estatales que garanticen la subordinación de los nuevos actores mediante el plan nacional y contratos obligatorios. 

No es en el discurso oficial, sino en la competencia con los demás sectores económicos —privado, cooperativo, inversión extranjera y mixta—, donde el sistema empresarial estatal tiene que demostrar que es «la forma de gestión dominante en la economía». La broma pesada, y divisa del super-monopolio ETECSA: «¡Gracias por elegirnos!», ha de ceder paso a un mercado de bienes y servicios libre y competitivo, en el que cada sector despliegue su potencial en las áreas donde sea idóneo.

Después del trienio terrible 2019-2021, con su espiral descendente de  Coyuntura/Pandemia/Ordenamiento, las opciones de salida a la agonía del modelo estatizado-burocrático parecen confiarse a milagros futuros: crecimiento de la producción sin inversión, nuevos gobiernos izquierdistas en Latinoamérica con la bolsa abierta, o un cambio de actitud de Biden que nos regrese a la época de Obama.

Las conocidas reformas liberalizadoras, que se recomiendan desde hace décadas por investigadores y productores, se sustituyen sistemáticamente por nuevas formas de control de GAESA, devenida especie de senescal del Gobierno/Partido/Estado para atender todo lo relacionado con los ingresos en divisas; mientras, el resto de la economía y la sociedad yacen en la inopia.

Lástima que en esta agonía los que menos sufran sean precisamente los que durante años se hicieron pasar por los que saben. Ahora, cuando la renta nacional —fuente principal de su enriquecimiento ilícito—, disminuye a niveles mínimos, también sus familiares y acólitos invierten en el sector no estatal y/o abandonan el país. Pero no para fomentar emprendimientos internos, o buscarse la vida en otros lugares y ayudar a los viejos que dejaron atrás, sino para abrir negocios familiares trasnacionales donde lavar sus fondos mal habidos y garantizar la continuidad de su buen vivir, dentro y fuera del país.

A decir verdad, cosas como las que sufre Cuba actualmente no pueden achacarse a influencias de Lenin, Stalin o Breznhev. La falsa utopía insular de la estatización absoluta para llegar más rápido al comunismo, está terminando en la estafa de la reconversión de propiedades públicas y fondos enajenados al erario público en negocios de familias de la burocracia y sus prestanombres.

Aún existen posibilidades en Cuba para un diálogo nacional inclusivo que impulse las reformas necesarias a fin de encauzar sus destinos de manera próspera y sostenible. Los intereses mezquinos, que lucran con las dificultades y carencias del momento actual, no pueden ser más fuertes que la voluntad general del pueblo. No serán los oligarcas y demagogos los que prevalezcan cuando obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, artistas, militares, empresarios, empleados y TCP alcen su voz y decidan hacer cumplir sus más caros derechos y aspiraciones. 

22 abril 2022 40 comentarios 2k vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Decreto

Primeras impresiones sobre el decreto ley 46 de las MIPYMES

por Omar Everleny Pérez Villanueva 1 septiembre 2021
escrito por Omar Everleny Pérez Villanueva

Resulta esperanzador constatar la reciente aprobación de Decretos-Leyes para el fortalecimiento del modelo económico-social cubano, como los que tratan sobre la creación de micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), o sobre las cooperativas no agropecuarias, o el trabajo por cuenta propia. Su aprobación se adelanta al calendario que existía para analizar algunas de estas normativas en próximas reuniones de la Asamblea Nacional.

Son muchos los aspectos positivos que comprenden el Decreto-Ley sobre las MIPYMES, resaltan —entre otros— el reconocimiento de la iniciativa privada mediante empresas con personalidad jurídica propia, bajo la figura de empresas de responsabilidad limitada. Hay muchos otros que se pueden encontrar en la normativa.

No me detengo en el no reconocimiento de la figura de las sociedades anónimas (S.A.), como tampoco en el tamaño de la mediana empresa, partiendo de la cantidad máxima de sus trabajadores, ni en la restricción para que una persona pueda ser socia en más de una MIPYME.

Las S.A. bien podrían ser el vehículo para incentivar la inversión extranjera, pero parece que ya la declaración de la iniciativa privada con carácter empresarial se consideró un grandísimo salto como para tener ahora que ampliar aún más su alcance. Asimismo, en muchos otros países la mediana empresa puede contar hasta con 250 trabajadores para considerarse como tal.

La imposibilidad de poseer varias empresas juega con el afán de no permitir la acumulación de riquezas, como fue aprobado en la Constitución. Se pueden comprender los motivos para ir dando pasos mesurados, aunque no todos estarían de acuerdo con esta lentitud en los procesos.

Me detendré en los aspectos que suscitan, a mi juicio, mayores dudas.

Se menciona que las MIPYMES podrán ser privadas, estatales o mixtas. Más adelante se aclara que las mixtas requerirán un régimen jurídico especial cuando las condiciones lo permitan, pero ya se regula que en las mixtas solo serán socios las personas jurídicas de diferentes tipos de propiedad. De esta forma, se niega la posibilidad de que una persona jurídica extranjera se asocie a personas naturales cubanas para constituir una MIPYME mixta.

Decreto (1)

(Imagen: MEP Cuba)

Esto traerá como consecuencia el estrechamiento del campo de acción para crear empresas de este tipo y ayudar a incrementar la captación de inversión extranjera directa, ya que, o algunos inversionistas extranjeros preferirán como socios a interlocutores privados, o el país podría no autorizar inversiones extranjeras en pequeñas y medianas empresas, con limitada cantidad de trabajadores, habida cuenta de que la inversión sería en un monto pequeño, no interesante para las preferencias de las empresas estatales. Al final, la inversión no se haría ni de una forma, ni de otra. ¿Quién pierde más?

La norma no aclara si las MIPYMES se crearán por tiempo ilimitado, como es normal en cualquier geografía. Sin embargo, al tratarse sobre la disolución de una MIPYME, se menciona que la empresa podrá disolverse cuando se extinga el plazo de vigencia de la misma, sin haberse inscrito la prórroga en el Registro Mercantil, lo que da a entender que las MIPYMES tendrán un plazo de vigencia y deberán someterse a procedimientos de evaluación y aprobación para continuar funcionando.

¿Se vuelve a  incurrir en uno de los problemas que hoy también enfrenta la inversión extranjera en Cuba, cuando los inversionistas no pueden tener seguridad de si al cabo del tiempo se les permitirá continuar con sus negocios?

En el Anexo al referido Decreto se establecen las actividades a realizar. Se indica ahí que las MIPYMES privadas no podrán funcionar, por ejemplo, en las áreas de salud, telecomunicaciones, energía, defensa, prensa y otras que ya estaban vetadas para los trabajadores autónomos. Debe entenderse que si este listado de actividades no permitidas es muy amplio, de nada servirá que tengamos la mejor ley del mundo sobre MIPYMES; ella se convertirá en letra muerta y su impacto real en la economía del país será muy bajo.

Dada la estructura social de Cuba, se puede comprender la aspiración de que la empresa estatal continúe siendo preponderante y que los sectores estratégicos sigan en manos del Estado. Pero no parece haber motivos sólidos para limitar las actividades en todo aquello que no sea catalogado como estratégico.

Se debe tener en cuenta que, si la actividad privada se autoriza fundamentalmente para algunos servicios y producciones, no habrá posibilidades de redimensionar a las empresas estatales irrentables, de redirigir a masas de trabajadores a empresas más eficientes, de contar con empresas —estatales o privadas— de mayor dinamismo y MIPYMES con producciones de más alto valor agregado. Según las actividades a realizar, terminarán siendo TCP, con más trabajadores asalariados pero con escaso impacto en la generación del PIB nacional.

Por ejemplo, no se permite la «generación, transmisión y distribución de energía eléctrica», lo que, entendido a gran escala, resulta lógico mantener bajo control del Estado. Sin embargo, si se desea cambiar la matriz energética, cuidar el medio ambiente y ahorrar combustibles importados; parecería sensato permitir que las MIPYMES privadas produjeran/ensamblaran y montaran paneles solares en techos de viviendas y empresas, pudiendo vender a la red eléctrica estatal el excedente de electricidad generado.

Lo mismo sucede con el almacenamiento, el transporte por carretera, el cabotaje, las embarcaciones de placer con tripulación, el alquiler y arrendamiento de equipos recreativos y deportivos, o la gestión de boleras, clubes deportivos y otras actividades deportivas; por citar algunos ejemplos. ¿Son ellas priorizadas hasta el punto que no deban desprenderse de las manos del Estado? ¿No son algunas de ellas actividades donde se advierten deficiencias en el servicio, precisamente por falta de recursos del Estado?

Decreto (2)

(Imagen: Granma)

Se ha tenido que autorizar la presencia de empresas de capital totalmente extranjero, con flotas de camiones que ayuden a dar respuesta a la demanda de transportación de mercancías dentro del país. ¿Por qué una MIPYME privada no pudiera resolver este mismo problema? Probablemente una MIPYME privada autorizada a ejercer tal actividad, compraría y arreglaría camiones en desuso en manos de empresas estatales, o resolvería los problemas del bloqueo para importar camiones, o guaguas de transporte público, desde otros países.

 Si existen actualmente camiones privados —producidos antes de 1959 aunque con múltiples remiendos ulteriores—, que brindan servicios de transportación de mercancías o personas, ¿qué impide que una MIPYME pueda importar un camión y/o una guagua más modernos y ofrecer este mismo servicio con menores roturas y mayor seguridad vial?

Como principio, si para alguna actividad se ha permitido la presencia de inversión extranjera, quebrando así el control estatal absoluto para ese sector, parece lógico admitir, y con mayor razón, que la misma actividad pueda ser gestionada por MIPYMES nacionales, aunque sean privadas.

No menos importante será el funcionamiento de las cuentas bancarias que abran las MIPYMES, y la moneda de facturación. En la actualidad, un TCP puede cobrar algo en su cuenta personal en MLC, o cambiar CUP a MLC en el mercado informal, siendo difícil de detectar esta anomalía realizada por una persona física. Ambas operaciones resultan importantísimas para pagar las materias primas de importación, insumos e inversiones y mantener en funcionamiento la actividad.

Para una empresa, que emite estados financieros y puede ser auditada con  profundidad, esto sería más complicado. Pero está claro que, sin importaciones —da igual si son directas o a través de empresas estatales intermediarias—, la cual demanda divisas para su realización; la actividad de MIPYMES estaría muy restringida o limitada.

Sin cuentas en MLC, sin poder facturar en MLC, o con restricciones para canjear CUP a MLC y realizar pagos hacia el exterior; las MIPYMES tendrían similares limitaciones que las empresas estatales. Y si resulta difícil levantar estas trabas para las estatales, las nuevas MIPYMES no deben nacer lastradas con ese fardo de prohibiciones o limitaciones. 

Se conciben MIPYMES estatales y privadas. Todos tendrán el mismo modelo de gestión. @AlejandroGilF @MEP_CUBA pic.twitter.com/ynXRDVoRoO

— Ministerio de Economía y Planificación de Cuba (@MEP_CUBA) June 18, 2021

En este sentido, la normativa también deberá prever la posibilidad de que las MIPYMES reciban financiación desde el exterior, tanto de instituciones como de personas físicas. Para nadie es un secreto que muchos potenciales socios de MIPYMES recibirían financiación de familiares en el exterior con el fin de comenzar el funcionamiento de la empresa.

Esto entraña poder pagar a suministradores externos, desde cuentas en el exterior de terceros, por ejemplo, del familiar que otorga el apoyo financiero para el emprendimiento, lo cual sería una forma de burlar el bloqueo.

No obstante, ello también supone reconocer la necesidad de las MIPYMES de realizar pagos hacia el exterior y amortizar las deudas contraídas. Si el país no cuenta con grandes ahorros, cabría esperar una insignificante creación de MIPYMES privadas, a menos que las mismas reciban apoyo inicial desde fuera de la Isla. En manos de los legisladores y reguladores está que eso suceda tras bambalinas, o de forma ágil y transparente.

Por último, una MIPYMES en Cuba no puede abstraerse del entorno económico en que se desenvuelve, que es el más complejo de los últimos tiempos: la economía decrece desde el 2019 y en 2021 mantendrá esa tendencia; el bloqueo esta aún intacto; la pandemia de la Covid-19 no deja vislumbrar un escenario optimista cercano; las exportaciones turísticas casi nulas y las de azúcar prácticamente en cero, o muy reducidas; las deudas pendientes a corto plazo, producto de las renegociaciones con el Club de París, presionarán muy pronto y la crisis de liquidez es cada día mayor.

Con esas señales es muy difícil prever, al menos inmediatamente, que las MIPYMES sean otro motor impulsor de la economía, a pesar de sus enormes potencialidades.

1 septiembre 2021 25 comentarios 3k vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
maleza

Despejar la maleza

por Yassel Padrón Kunakbaeva 20 julio 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

El discurso ofrecido por el Presidente Miguel Díaz-Canel ante el Consejo de Ministros el 16 de julio de 2020, parcialmente reproducido en la televisión nacional, y seguido de una Mesa Redonda en la que estuvo presente el Ministro de Economía Alejandro Gil, marca sin dudas un cambio en la manera en la que se plantea la estrategia económica cubana. Uno se siente tentado a decir que se trató de un discurso histórico, pero no se debe pecar de apresurado, es mejor dejar que sea la posteridad la que se encargue de emitir su juicio. De momento, es posible afirmar que las medidas anunciadas van más allá del enfrentamiento a los problemas generados por el COVID-19, pues tienen el potencial para cambiar la fisonomía de toda la sociedad.

Entre dichas medidas, se pueden destacar el fin del monopolio estatal sobre la comercialización agrícola, el aumento de la autonomía de la empresa estatal, la constitución con personalidad jurídica de micro, pequeñas y medianas empresas tanto de capital estatal como de capital privado y mixto, la puesta en marcha del proceso de creación de nuevas cooperativas no agropecuarias, la ampliación del trabajo por cuenta propia y el otorgamiento a todos los modos de gestión de la capacidad para importar y exportar a través de empresas del Estado. Al mismo tiempo, se anunciaron otras decisiones de carácter inmediato que pretenden encarar la acuciante crisis mediante una dolarización parcial de la economía: la creación de tiendas en moneda libremente convertible (MLC) para productos “gama media y alta” y el fin del gravamen del 10% al dólar.

De llegarse a implementar a cabalidad el grupo de medidas que se anuncian para la fase 2 de recuperación post-Covid, es realmente difícil sobreestimar la importancia que ello tendría para la economía cubana así como para el proyecto político de la Revolución, tanto por la audacia en la adopción de transformaciones necesarias como por los nuevos retos que plantea.

En primer lugar, es necesario decir que con este plan económico se le estaría dando un cumplimiento al consenso social plasmado en los Lineamientos, la Conceptualización del Modelo y la Constitución de 2019. Esos documentos abrieron el marco político necesario para transformar de modo significativo el modo en que se entiende en nuestro país la planificación socialista de la economía. Porque de eso se trata: de un nuevo modelo de planificación, que es casi como decir de un nuevo modelo de transición socialista: Alejandro Gil lo reconoce, cuando afirma que el reciente paquete de medidas tiene la premisa de sustituir la planificación basada en métodos administrativos por otra en la que prevalezcan métodos económicos indirectos.

¿Por qué no se hizo antes, si los Lineamientos abrían el marco para avanzar por ese camino?

Pueden esgrimirse muchos motivos, tanto internos como externos. Pero hay algo que es difícil negar: se necesitaba de voluntad política. El propio Díaz-Canel reconoció que muchas de esas medidas habían sido postergadas. Habría que hacer un análisis pormenorizado de todos los factores que hicieron que el escenario favorable a los cambios que primó desde 2011 a 2016 fuera seguido de una época en la que ha primado un espíritu conservador, y no se trata solo de la presidencia de Trump. Al final, resulta que la crisis ineludible que representa el Covid-19 (según pronósticos de la CEPAL el PIB cubano puede caer en un 8% en 2020) puede ser el acicate necesario para que aparezca la voluntad política necesaria.

El salto cualitativo en el modo de entender la planificación es la clave que puede salvar el proyecto político del socialismo cubano, a la vez que le plantea nuevos y desafiantes retos. Algunas personas de pensamiento conservador y prejuiciado verán el camino tomado, que por supuesto traerá una mayor desigualdad social, como una renuncia a los principios socialistas. Pero frente a ese argumento es importante sentar una verdad como un templo: la primera tarea de cualquier proyecto de izquierda en Cuba es superar un modelo de planificación centralizada vulgar e ineficazmente antimercantilista que ha demostrado su fracaso histórico. Frente al peso muerto de ese zombi, es un avance cualquier modelo que ponga en el centro el libre desarrollo de los actores económicos.

Uno de los aspectos más polémicos hacia el futuro será inevitablemente el del papel de la empresa privada, y del empresario, en la sociedad cubana. Por supuesto que eso representa un reto social, cultural y político. Sin embargo, el marxismo crítico, a diferencia del viejo dogma, enseña que el mercado ha existido desde sociedades primitivas anteriores al capitalismo, y que puede existir después del capitalismo. Además, lo que se debe evitar no es en sí la propiedad privada, sino la propiedad privada y privativa del capitalismo, es decir, aquella que deja a la mayor parte de los seres humanos en una sociedad despojados de los medios de producción. Es por eso que el mayor valladar contra una evolución capitalista es el fortalecimiento del sector de cooperativas y de empresas de propiedad socializada en las que los trabajadores puedan sentirse dueños de los medios de producción.

Es importante que se deje atrás una concepción del socialismo que ve con malos ojos la producción de riqueza, cuando esta no se hace dentro de los cánones del viejo igualitarismo. El nuevo paradigma debe ser uno que se proyecte en positivo, hacia la producción de una riqueza cada vez mayor, aunque el objetivo a largo plazo sea que esta se produzca del modo más socializado posible. Es cierto que los partidarios del capitalismo intentarán mostrar cada avance en esa dirección como un desmoronamiento o concesión del bloque socialista, capitalizando así a su favor el proceso de desarrollo social. Pero eso es parte del inmenso reto político y cultural que se avecina.

Como afirmó Díaz-Canel, el mayor costo estaría en no hacer nada.

Aún es demasiado pronto para saber si estas medidas se llevarán a efecto y en qué profundidad lo harían: depende de muchos factores circunstanciales y de que haya una voluntad política sostenida. Pero el solo hecho de que se haya anunciado finalmente el camino hacia la implementación es una victoria.

También es importante que el anuncio haya sido hecho ahora, sin esperar al Congreso del Partido ni a los resultados de las elecciones en EEUU. Eso habla de la fortaleza política de la presidencia, que seguramente está relacionada con la buena gestión frente al Covid-19. Además, es una muestra de voluntad política autóctona, que nadie puede relacionar con una negociación o concesión al gobierno de los EEUU.

Abre una luz de esperanza que el gobierno hable frente al pueblo de medidas tan importantes y largamente postergadas, las cuales han sido defendidas durante décadas por muchos economistas e intelectuales, aun exponiéndose a campañas de desacreditación en su contra por parte de los sectores conservadores. Sin embargo, no se trata tampoco de que el camino a partir de ahora esté cubierto de pétalos de rosa. Por el contrario, todas estas medidas conllevarán un costo social, un aumento de la desigualdad, por lo que el Estado tendrá que hacer un particular esfuerzo para no dejar a nadie desamparado. Esto nos lleva a hablar también de las medidas más inmediatas.

La dolarización de una parte segmentada del mercado, en el que ahora circularán tres monedas, puede tener impactos positivos en la recepción de divisas, pero no puede ser vista como una solución a largo plazo. Porque es incompatible con la justicia social que una parte de la oferta se le haga a la población en una moneda en la cual no es la que se le paga. Estoy de acuerdo con lo planteado por varios economistas en el sentido de que la dolarización parcial debería estar acompañada de un plan de desdolarización encaminado también hacia la unificación monetaria y cambiaria.

El camino que se vislumbra no será sencillo, y queda sin duda mucha maleza por despejar. Deja un gusto amargo en el paladar pensar en el costo social de no haber implementado estas medidas hace mucho tiempo. Sin embargo, creo que es también posible sentirse optimista, pensar que es mejor tarde que nunca, y que el pueblo cubano encontrará una vía hacia la prosperidad con justicia social que tanto se ha soñado.

20 julio 2020 42 comentarios 595 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

La crisálida y la mariposa

por Mario Valdés Navia 23 diciembre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

Lo que ha ocurrido con la propiedad estatal en los gobiernos de vocación socialista es algo a lo que vale la pena volver una y otra vez. Lo primero es que es absurdo nacionalizar como un acto de fe exorcista que exige destruir el viejo sistema productivo para luego intentar elevar la producción por vías que brotarían de alguna idea luminosa de los líderes, mediante el viejo sistema de prueba/error que se usa en los juegos de azar.

Desde lo simbólico, el peligro radica en que el sentido de propiedad socialista tiende a esfumarse cuando la propiedad es de todo el pueblo, pero su forma de gestión y la apropiación de sus resultados permanecen en manos de una casta burocrática. Más aún si se pretende explotar la fuerza de trabajo de los obreros con una elevada intensidad, limitar sus derechos laborales y pagarles bajos salarios.

En ese sentido ya Trotsky había criticado a los que alimentaban el mito de la propiedad estatal como forma socialista por el solo hecho de mantener estatizada la propiedad y afirmó:

Para que la propiedad privada pueda llegar a ser social, tiene que pasar ineludiblemente por la estatalización, del mismo modo que la oruga para transformarse en mariposa tiene que pasar por la crisálida. Pero la crisálida no es una mariposa. Miríadas de crisálidas perecen antes de ser mariposas. La propiedad del Estado no es la de “todo el pueblo” más que en la medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado.[1]

Que la propiedad sea estatal puede significar mucho, o poco para las clases trabajadoras. La cuestión principal es la de quien detenta el poder de hecho, no de derecho; o sea, en manos de quien se encuentra realmente esa propiedad estatizada. Es esto lo que determina las relaciones económicas y sociales y no la forma jurídica o legal que puedan presentar. En la práctica los altos burócratas se han convertido en los propietarios plenos, mientras que los restantes ciudadanos solo lo son parcialmente.

Los medios de producción pueden hallarse estatizados y seguir actuando como capital, por lo que continuarían rigiendo las leyes económicas del capitalismo, basadas en la extracción de la plusvalía máxima a los trabajadores, con una forma estatal. Frente a esto los trabajadores han aplicado fórmulas de resistencia a partir de las ventajas que les brinda su condición de productores directos, algo que la burocracia no les puede enajenar. Surge así la economía parti-estal  basada en la utilización de los medios de producción estatales en producciones particulares; el hurto de instrumentos de trabajo y materias primas y el desvío de productos terminados hacia la economía sumergida.

No obstante, la grave situación que existe con la falta de estimulación al trabajo mediante el salario es el factor que más afecta al sentido de propiedad en la economía estatal cubana. A esto se suman los relativamente elevados precios de los alimentos que diluyen el salario en las manos de los trabajadores y los obligan a buscar fuentes alternativas de recursos. De ahí la enorme proporción del ingreso familiar que se gasta en el pago de los alimentos, rasgo típico de sociedades pobres y atrasadas.

El sentido de propiedad socialista en Cuba quedó aun más en entredicho en los años 90, al llegar el capitalismo de Estado. Aunque en el discurso oficial nunca sea mencionado con ese nombre, sino por el de sus formas (empresas mixtas, asociaciones de capital, concesiones), esa mixtura entre propiedad estatal y capital trasnacional no puede catalogarse de otra forma.

Con el tiempo, Estado y monopolios extranjeros han estrechado su relación hasta llegar a conformar un extraño dúo que ya no parece ser de compañeros de viaje, sino de hermanos siameses. Un peligro para el futuro de la Revolución que se puede convertir en su contrario desde arriba.

El crecimiento del capitalismo de Estado ha puesto aún más en crisis el sentido socialista de propiedad sobre todo en la rama donde más trabajadores emplea: la del turismo, por cuanto en ella la retribución depende en gran medida de propinas, estimulaciones en divisas y posibilidades de resolver productos para revender en el mercado negro, que de una verdadera realización del individuo como trabajador socialista mediante el salario.

En las condiciones existentes de predominio burocrático, la enajenación de los trabajadores respecto a los medios de producción no es una cuestión que se resuelva con lineamientos generales, derechos constitucionales o un nuevo discurso político. Se requieren transformaciones en las relaciones de producción socialistas que conduzcan a desbancar de sus posiciones de privilegio a los actuales burócratas de nivel medio y alto, que hoy se alzan sobre los hombres y mujeres de a pie.

En la actualidad, la situación es más preocupante aún, pues la Constitución del 2019 permite el paso de los medios de producción de una forma de propiedad a otra. Por tanto, es muy importante que se hagan públicas todas las transacciones de ese tipo ya que solo así se podrá evitar que la burocracia comience a apoderarse de importantes espacios del sector público amparados por el secreto y la desinformación que tanto protegen por supuestas razones de seguridad nacional.

Solo una mayor participación real y efectiva de los trabajadores en las empresas estatales, descentralización económica y empoderamiento de los colectivos laborales contribuirán a la  conversión de la deforme crisálida estatal en la mariposa socialista: la propiedad común de los productores libres asociados.

[1] La revolución traicionada. Cap. IX. “Qué es la URSS?”, epígrafe. 1. ‘Relaciones sociales’.

23 diciembre 2019 47 comentarios 564 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

La metástasis catastrófica

por Yassel Padrón Kunakbaeva 9 octubre 2018
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Yo no quería escribir sobre manzanas. Me parecía una frivolidad escribir sobre el tema solo porque estaba de moda. Sin embargo, descubrí que el publicitado incidente de los acaparadores que compraron 15000 manzanas en La Puntilla podía servirme como punto de partida para una importante reflexión. Es que, para mí, el elemento más interesante del acontecimiento está en la utilización del carro de la empresa CIMEX para que los acaparadores transportaran la mercancía. Se trata de una situación en la que puede observarse claramente algo que pasa desapercibido para muchos de los actuales defensores de la propiedad privada: el modo en que la primacía de la lógica mercantil puede ser un catalizador en la agudización de las deficiencias del socialismo cubano, en lugar de una solución.

En un artículo titulado Los avatares de la lucha ideológica, me referí a los peligros de la formación de una burguesía y de una ideología burguesa. Muchos se manifestaron en desacuerdo, e incluso hubo quien sabiamente me recordó que el tipo de capital que existe en Cuba, fundamentalmente comercial, nunca ni en ninguna parte ha provocado la victoria política del capitalismo. Mi respuesta frente a eso es que la difusión de los valores de la sociedad de mercado, sin un contrapeso, es peligrosa porque ocurre en el contexto de un socialismo con deformaciones estructurales, y puede contribuir a la profundización de esas deformaciones.

En Cuba existen dos grandes obstáculos endógenos para el desarrollo de una sociedad plenamente emancipada, que pueda desarrollar su subjetividad tanto individual como colectivamente. Uno de ellos es el mismo estado socialista y su burocracia, que concentran hoy en día un gran poder. Este poder, que surgió por la gigantesca confianza que el pueblo cubano depositó en su momento en los líderes de la Revolución, es utilizado hoy, es preciso reconocerlo, con un bajo control popular. Esto tiene también sus causas e incluso razones: Cuba es un país bloqueado, agredido, lo cual hasta cierto punto justifica la necesidad de que el estado tenga manos libres en la gestión de los escasos recursos. Sin embargo, ello no quita que ese poder sea usado muchas veces, en los más diversos escalones de la estructura, con fines privados ajenos a la voluntad del pueblo.

Puede ser cierto que el socialismo que tenemos es el único que hemos sido capaces de construir en las circunstancias tan adversas en que nos hemos desarrollado; pero no por ello debemos cerrar los ojos a sus defectos. Siempre que los detentadores del poder público estén exentos de control popular, estarán dadas las condiciones objetivas para el desarrollo de los intereses de casta y de la corrupción. Es muy difícil resistir a la tentación cuando se está en la sombra y existe una atmósfera de impunidad. No quiere esto decir que no haya cuadros muy dignos, incluso sacrificados, pero es la estructura de las instituciones la que determina la generalidad del funcionamiento de la sociedad.

El otro obstáculo, de aparición más reciente, está en el desarrollo de las relaciones mercantiles. Para algunos esta manera de enfocar las cosas les parecerá extraña, porque están acostumbrados a ver el mercado capitalista solo por su lado bueno, como generador de riquezas. Pero la realidad del fenómeno es mucho más amplia, y la historia nos muestra cómo el capitalismo es un sistema que fomenta el desarrollo de la individualidad y al mismo tiempo crea las bases para el aplastamiento de esa individualidad. En Cuba, el desarrollo de las relaciones mercantiles ha traído que se difundan valores relacionados al consumismo y el individualismo. Más que eso, se han desarrollado nuevos paradigmas de lo que se considera ser una persona exitosa, los cuales son, vistos desde una perspectiva social, enajenantes.

Puedo escuchar ya las objeciones: en Cuba existen relaciones mercantiles simples, no capitalismo. Puede ser cierto, pero Cuba no existe dentro de una pecera. El capitalismo existe a nuestro alrededor, con todo su poderío simbólico, y el capitalismo es el sistema en el que las relaciones mercantiles han sido totalmente instrumentalizadas al servicio del capital. Los paradigmas, valores y modelos mentales de ese modo de producción nos llegan a los cubanos a través de las películas, seriales, telenovelas, revistas y en cuanto producto cultural consumimos del resto del mundo. Las relaciones mercantiles cubanas son el espacio en el que muchas personas materializan sus modelos mentales capitalistas.

Además, no se trata solo de un problema cultural. Los valores capitalistas se difunden de una manera verdaderamente efectiva porque existe la figura real del empresario exitoso. En su versión light, este es un buen hombre que ayuda incluso a su comunidad. Sin embargo, allí donde se despliega la reproducción del capital, esta no se detiene en sus formas más nobles. Es inevitable que surja una figura como la del acaparador de manzanas, que incluso viola la ley, todo con el objetivo de maximizar sus ganancias. Este “hombre fuerte” se convierte en un modelo a seguir para muchos jóvenes, que en su mayor parte no lograrán llegar a donde está él, pero que sí alcanzarán a vivir una vida cosificada y miserable.

Donde gobiernan las relaciones mercantiles, el hombre que tiene vale, y el que no tiene, no vale

Existen estos dos grandes obstáculos al desarrollo de una sociedad plenamente emancipada. Ninguno de ellos, por sí solo, es suficiente para provocar la destrucción del sistema socialista. No obstante, podría ocurrir una metástasis.

Desde mi punto de vista, el mayor peligro para la sociedad cubana está en que ocurra una sinergia entre las deformaciones de nuestro sistema socialista y las relaciones enajenantes que provoca el desarrollo descontrolado de las relaciones mercantiles. Y es que ambos fenómenos existen en la misma sociedad. Lo podemos ver en el caso de las manzanas. Un funcionario ha usado el poder que el pueblo le ha dado para su propio provecho, y ha entrado en una componenda con el acaparador para darle el carro de la empresa. Esto puede repetirse de mil formas diversas: el capital es amigo de la oscuridad, y una posición de poder puede convertirse rápidamente en dinero. Es factible pensar incluso en una situación en la que el hijo del acaparador sea el novio de la hija del funcionario, y que todo quede en familia.

Se podría comenzar una polémica acerca de quién es más malvado, el funcionario corrupto o el acaparador-empresario. Sin embargo, lo que queda como un hecho es que permitir que las relaciones mercantiles y la lógica de la ganancia alcancen la primacía en la sociedad cubana es un gran peligro. Entre otros motivos, porque ello puede contribuir a que las grietas de nuestro sistema crezcan. Lo que hoy es simple arbitrariedad aislada mañana podría convertirse en opresión explotadora. El estado, de ser una entidad independiente, podría convertirse en un instrumento del capital. Entonces sí habríamos abandonado el socialismo para entrar en el capitalismo.

Por todas estas razones, es necesario enfrentarse al desarrollo de la lógica capitalista en la sociedad cubana. Lo cual no quiere decir, por supuesto, una apología ciega del pasado. Si el sector privado amenaza con alcanzar esa primacía es porque el sector socialista está estancado, falto de fuerza e imaginación. Por lo que se debería luchar es por una sociedad en la que, sí, existan relaciones mercantiles, pero exista también un pujante sector social, de empresas en manos de los trabajadores, donde los cubanos puedan desarrollar su vida económica y cultural de una manera socialista y plena.

No tenemos que elegir entre el socialismo que tenemos y el capitalismo que podríamos construir. Podemos elegir por el socialismo que quisiéramos tener. Sé que algunos me llamarán utópico por tomar esta posición, pero, algunas veces, ser utópico es el único modo de ser sensato.

9 octubre 2018 21 comentarios 409 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Repensar el Modelo Económico Cubano

por Consejo Editorial 24 septiembre 2010
escrito por Consejo Editorial

surasway.blogspot

Por: Roberto Peralo

Cuba es un país subdesarrollado con escasos recursos materiales y casi nulo recursos financieros, provocando esto una economía deprimida, sin embargo es capaz de mostrar índices sociales comparados con los países desarrollados en cuanto a la salud, educación, cultura, deporte (Clasificación de países del Informe sobre desarrollo humano 2009). Este es fruto a mi entender del intento de la construcción del socialismo, a partir de las políticas sociales aplicadas a partir del 59 y el sistema de distribución de la riqueza que es muy justo. Pero estas políticas sociales por si solas no han garantizado ni contribuido a un modelo de desarrollo económico creciente y sostenible.

Continuar leyendo

24 septiembre 2010 208 comentarios 548 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...