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Bigotes

Bigotes

por Jorge Fernández Era 15 enero 2023
escrito por Jorge Fernández Era

—Ando por esta pescadería en una visita que pretende «evaluar las potencialidades de los territorios y aprovecharlas en el propósito de lograr un mejor año en todos los ámbitos para la nación». Y a usted, ¿qué le trae?

—Tras la felicidad por el regreso de esas variedades cartilaginosas, ausentes a su puesto laboral desde hace más de un año, me encuentro con que un kilogramo de claria cuesta cuatrocientos pesos. Hablo de una especie cuya cría en estanques, según Ecured, «registra altos volúmenes de captura y bajo costo».

—Cómo le explico: la especie fue introducida en Cuba hace poco más de veinte años, procedente de Tailandia y Malasia. ¿Sabe lo que eso significa? Son miles de millas naúticas en un viaje que, producto del bloqueo norteamericano, muy pocas navieras están dispuestas a realizar.

—Pero hace solo tres años ese recorrido hacía rato se había dado por concluido, y el filete de claria, no el troncho que se vende hoy, tenía un precio trece veces menor. Multiplicado por el Índice Murillo arroja si acaso una cifra de alrededor de ciento cincuenta baros.

—El barómetro de la presión a que es sometida nuestra economía suele registrar límites sorprendentes. De ahí que nos exija ser cada vez más rigurosos con las fichas de costo. Ese pez de cuatro pares de bigotes no deja de ser una de las cien especies más exóticas y dañinas del planeta, y el exotismo se cobra en todas partes. Fíjese que, internacionalmente, su cultivo extensivo no está permitido, debe hacerse en reservorios controlados. Quién iba a sospechar que el azote de huracanes propiciaría su dispersión en los ecosistemas naturales de la Isla.

—Claro, los ciclones son eventos meteorológicos muy raros.

—Aun así, nuestro Gobierno importó su cría intensiva. El factor riesgo, elemento a tener en cuenta para formar precios, no fue óbice para introducir su carne en nuestra dieta.

—A la par que decaía la introducción de billetes en los maltrechos bolsillos, o lo que es igual: se multiplicaba exponencialmente su salida intempestiva hacia las arcas estatales y privadas.

—¡No se prive, hombre! Cada animalito de esos, suelto por ahí en ciénagas, riachuelos y alcantarillas, cuesta al erario público. En sus estómagos se han encontrado jicoteas y hasta pequeños cocodrilos, lo cual incrementa su valor agregado, un aporte para que la economía no se detenga.

—Y vaya «por más».

—¡Eso!, «superarnos a nosotros mismos», que cada uno se pregunte: «qué estoy haciendo para no detenerme».

—O para que no lo detengan.

—Si nuestro principal contrincante (otro de los valores agregados) se saliera con la suya, es decir, se engullera al caimán entero, Cuba desaparecería de la faz de la Tierra y no quedarían ciénagas, riachuelos y alcantarillas para el cultivo de la claria. Así que el precio de ese bicho es lo menos importante. Debemos «evitar que el adversario ideológico erosione el consenso necesario en los asuntos de mayor importancia, diluyéndolos en otros temas de menor alcance o coyunturales».

—¡Usted le sabe!

—Porque soy un empresario revolucionario. Mi deber es «crear una conciencia en todos los cubanos de que, en los temas esenciales legalmente refrendados en la Constitución, no puede haber un paso atrás, y que cualquier decisión concreta es buena en la medida en que no erosione esos principios».

—Vuelvo al principio: ¿cree correcto pagar cuatrocientos pesos, más de tres días de trabajo, por un kilogramo de esa cosa que se mueve hasta dando pasos para atrás?

—¡Por supuesto que sí! Ese dinero circula, ayuda a disminuir el déficit fiscal, y a que el presupuesto estatal cuente con el respaldo monetario para comprar el pienso que alimente a esas criaturas, que luego volverán a las tarimas como tronchos o filetes.

—Me llevo los dos kilogramos, no se discute más.

—¿Discutir dice? Qué va. «Urge escuchar a la gente y beber de la sapiencia popular». «En los debates económicos que ocurren en Cuba, principalmente en las redes, participan personas que, de forma abierta o encubierta, quisieran empujarnos en la dirección que quieren nuestros enemigos reales». Y para reñir con ellos…

—Están las clarias.

—Exacto. «Cuando alguien decide encerrarse en su mundo, pequeño y cómodo, dejando que sus límites no rebasen el bienestar familiar o el éxito propio, está produciendo una pequeña grieta en la solidaridad colectiva, está asumiendo el “a mí qué me importa” como respuesta a las aspiraciones de una sociedad de la cual, gústele o no, ha sido parte y ha recibido la cuota gratuita de beneficios». Que el kilogramo de bigotes baje y no surjan esos desequilibrios económicos «implica trabajar duro, innovar, aplicar la economía circular». «Solo así podremos superar contradicciones, vencer obstáculos y que venga realmente la esperanza».

—¿Esperanza mi vecina?

15 enero 2023 8 comentarios 1,8K vistas
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Nación (1)

Mensaje a la nación

por Jorge Fernández Era 26 diciembre 2021
escrito por Jorge Fernández Era

Culmina el 2021 y es la hora del recuento, es decir, de volver al cuento de hacer posible lo imposible. Me dirijo a mis compatriotas, yo, que no me dirijo ni a mí mismo, para hacer el balance de un año en el que comenzamos decreciendo en un 13,4 % ―tanto, que si marcábamos en una cola nadie nos veía― y terminamos en dadivosa, caritativa, espléndida, para no decir franca recuperación.

Las tensiones con que hemos enfrentado la ejecución del presupuesto ―ejecutado con todas las garantías judiciales―, han tenido del otro lado de la balanza la reafirmación de nuestros mecanismos democráticos. Lo constatamos ayer en la elección de esas dos muchachitas para que integraran el Consejo de Estado. Para próximos periodos de sesiones tendremos en cuenta no dejar de un día para otro el anuncio de los resultados de votaciones tan reñidas como estas, donde cada candidata tuvo que luchar en batalla campal contra su propio yo.

Cuántos paisanos habrán renunciado a dormir sufriendo la posibilidad de que alguna de ella no fuera elegida para ocupar esa responsabilidad, cuántas uñas dilapidadas por no demorar un poco la comida de nuestros diputados tras la riqueza e intensidad de los análisis.

Entre los objetivos priorizados del Plan de la Economía 2022, buscamos avanzar hacia un proceso de estabilización macroeconómica, y en eso no habrá problema alguno, pues no creo que pueda caerse más bajo. Recuperaremos el papel del peso cubano, convirtiéndolo en pulpa. Que nadie piense que dicho mazacote lo emplearemos para aliviar el déficit de libretas de abastecimiento y control de productos alimenticios, pues estas, como venimos prometiendo hace décadas, desaparecerán definitivamente y serán sustituidas por un software incorporado a los móviles que permitirá seguir en vivo las veleidades de la entrada a la bodega de los productos que presenten ciertas dificultades.

El Sistema Electroenergético Nacional tocó fondo también en el 2021, pero vamos en camino de transformar la matriz energética de un país que no puede darse el lujo de desaprovechar la porquería que se habla y se come en reuniones, foros, encuentros y congresos y que puede ser convertida en electricidad.

En cuanto a la inflación galopante y contumaz, debemos desterrar el concepto de que la tarea Ordenamiento fue la culpable. ¿No entienden que hay gente mala, muy mala, esperando a que uno se preocupe por ustedes, los oriente y hasta les ponga los productos en las tiendas, para comprarlos y que se pierdan, a pesar de los precios que les ponemos nosotros?

Ya se imparten indicaciones a los especialistas del Ministerio de Comercio Exterior para que prioricen la adquisición de papel celofán en los mercados internacionales. Con el papel celofán podremos retomar la producción de caramelos, que incentivará a su vez las visitas al Parque Lenin, las matrículas en los círculos de interés de Pedagogía de su Palacio de Pioneros, la graduación de más profesores emergentes y un mejor proceso educativo para que nuestra población cuente con armas lingüísticas en pos de convencer amorosamente a los vendedores de que renuncien a un determinado nivel de ganancia.

Esa no se la sabían ni Adam Smith ni David Ricardo, dos de los exponentes de la economía clásica inglesa de los siglos xviii y xix, cuando plantearon la interacción entre comercio y crecimiento económico y la ley de los rendimientos decrecientes.

Claro que para encumbrar la producción de caramelos, chocolates, durofríos y otras golosinas se requiere de la elevación de la producción azucarera, la que nos hemos empeñado en salvar parando en seco un declive del que son responsables las bandas contrarrevolucionarias que desde los sesenta colmaron de ceniza los campos con la quema de los cañaverales, y los gobiernos de turno que en la fallida República le antecedieron. La Dirección Nacional de los CDR ha tenido el tino de convocar a la creación en los barrios de pequeños trapiches impulsados por los que hoy pierden su tiempo jugando dominó a la vera de la tolerancia pública.

Con esa innovación y muchas otras hemos enfrentado este difícil año a base de ciencia y de conciencia. Comparto en este mensaje a la nación el parecer de un periodista que ha dicho que los logros de Cuba son comparables o tal vez de un alcance histórico superior a los del decisivo año 1961, cuando se declaró el carácter socialista de la Revolución. ¡Podrán nuestros enemigos cuestionar la Revolución, podrán dudar de nuestro socialismo, pero no podrán poner en solfa jamás nuestro carácter!

Es tanto el interés por mi llamado a ser innovadores, que ese propio periodista ha escrito, refiriéndose al reciente periodo de sesiones de la actual legislatura, sobre «la aprobación de leyes que atienden los problemas de hoy y que se hacen carne en la población». ¿Cuánto no pudiéramos lograr si convertimos en Combinado Cárnico al Palacio de las Convenciones? El próximo 2022, para envidia de las economías en desarrollo, Cuba crecerá un cuatro por ciento.

¿Imaginan ese incremento hecho carne? De ahí que como parte de la bienaventuranza con que llegará enero será inaugurado ―en conjunción poética de lo que significa esta batalla por un sistema de gobierno de ciencia e innovación y lo triunfante del año que concluye― el Instituto Superior de la ANIR Victoria de Waterloo.

Se acaba el año, es cierto, como se han acabado el café, el aceite, los cigarros, la carne de puerco… El año se acaba, ¡pero no lo hará nuestra voluntad de racionarlo para que alcance equitativamente!

26 diciembre 2021 33 comentarios 3,K vistas
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inversion

Inversiones en Cuba: del Período Especial a la actualidad

por Mario Valdés Navia 28 septiembre 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Los ritmos de crecimiento de la economía cubana en el último quinquenio —2016-2020— han sido bajos, en lo fundamental por la reducida tasa de ahorro e inversión interna, que no rebasa el 12% del PIB cuando se necesita no menos de un 20-25% para garantizar un proceso sostenido de incremento y modernización. Aunque se ha priorizado la obtención de inversión extranjera directa (IED), se mantienen numerosas trabas para su atracción efectiva, las propuestas escasean y/o no se aprueban en el tiempo necesario.

La disminución del ingreso nacional hace más acuciante determinar la eficacia social de la política inversionista. La alternativa es decidir si la inversión debe dirigirse a la recapitalización de la estructura existente para garantizar mayor satisfacción de las necesidades prioritarias de la población y la economía, o a nuevas áreas que favorezcan los intereses proyectados a mediano y largo plazo por los que saben, los decisores del nivel central.

Es el caso de la prioridad que debe otorgarse a los sectores agropecuario, industrial, construcción de viviendas y servicios sociales; o a la inversión en la fabricación de nuevos hoteles para cuando millones de turistas estadounidenses puedan venir a Cuba. Un somero vistazo a las inversiones, del Período Especial a la fecha, muestra que hoy los resultados son peores que en décadas anteriores.

Analicemos entonces lo ocurrido en los últimos treinta años en el ámbito inversionista y aflorarán algunas causas y factores que solemos pasar por alto.

-I-

La crisis del modelo extensivo de desarrollo aplicado en los países socialistas era indetenible en 1985. Mientras la República Popular China y Vietnam se transformaron radicalmente al adoptar el modelo de economía socialista de mercado, la URSS y demás países del CAME optaron por reformas liberalizadoras (reestructuración/perestroika) que aceleraron el derrumbe del modelo y la transición al capitalismo. Cuba, por su parte, proclamó la Rectificación de errores y tendencias negativas, que pretendió solucionar el problema con fórmulas antimercantiles ya experimentadas y desechadas desde los años sesenta.

En 1990, cuando el intercambio con los países del CAME representaba el 85% del comercio exterior cubano, la URSS decidió unilateralmente que para el año siguiente todo su comercio se haría a precios del mercado mundial y en MLC. Se eliminaban así el rublo transferible y los precios indexados, que incluían un subsidio comercial a la Isla evaluado en más de 100,000 millones de rublos en treinta años.

A esto se sumó la disminución del suministro de petróleo, —de trece millones de toneladas en 1989, a 1,2 en 1992—, por lo que Cuba tuvo que comprarlo a los traders petroleros a precios exorbitantes. El bloqueo se incrementó con la Ley Torricelli que prohibió las transacciones con filiales de empresas norteamericanas en terceros países. Los más de 8,000 millones de USD en importaciones durante 1989, se redujeron a 2,200 en 1992.

Como respuesta, Cuba aprobó ese año una nueva ley encaminada a promover la inversión extranjera directa (IED) —mixtas y en asociaciones económicas— para obtener tecnología de punta, generar empleo de calidad, incrementar exportaciones y sustituir importaciones. A partir de 1993, con la creación del ministerio de Finanzas y Precios, inició un proceso de reestructuración económica basado en la industria turística, que incluía otras medidas liberalizadoras: libre circulación del USD, apertura a las remesas, reintroducción del mercado libre campesino y de productos industriales, descentralización del comercio exterior y apertura de zonas francas.

En 1996, la economía había crecido un 7,8%, lo que indicaba el inicio de una recuperación. Entre 1995 y 2003, se lograron importantes resultados, entre ellos: reducción del déficit fiscal al 2.8% del PIB; de los subsidios a las empresas al 1.3% del PIB y del exceso de circulante, del 56 al 40% del PIB.

Al cierre de 1998, las inversiones crecieron un 7,1% para alcanzar valores superiores a 2,300 millones de pesos. La IED conseguía 345 acuerdos de asociación con empresas cubanas y 243 empresas extranjeras operaban en zonas francas. Más del 50% de las inversiones mixtas y asociaciones con capital foráneo se concentraban en el sector industrial, principalmente en generación eléctrica y petróleo; 27% en comunicaciones y 16% en turismo y actividad inmobiliaria. La tendencia a la revaluación promedio del peso lo situó a 21,8 por USD y garantizaba el equilibrio financiero interno.

Sin embargo, desde que en 1999 Chávez asume el poder en Venezuela, el gobierno cubano vuelve a apostar por la relación preferencial con el nuevo país amigo y colaborador. De ahí que retornara a una elevada centralización de los mecanismos de asignación y utilización de divisas; las asociaciones mixtas fueran reducidas y eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros; se disminuyera el número de empresas nacionales autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior y se reavivara la ojeriza hacia el TCP.

En aquel momento el Gobierno decidió priorizar los servicios profesionales, tanto al interior de la Isla —vía Batalla de Ideas—, como hacia los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), en lugar de encauzar la inversión para modernizar y ampliar el sector productivo. Prueba de ello fue que en el 2000 se ordenó desmantelar y triturar gran número de centrales azucareros y vender sus hierros viejos como chatarra.

Desde 2003, las exportaciones de servicios profesionales de alto valor agregado alcanzaron el primer lugar tanto en el PIB como en las exportaciones, desplazando al turismo, que lo tenía desde 1990. A inicios del 2005 se creó la Cuenta Única de Ingresos en Divisas del Estado, que distribuiría las asignaciones en divisas para  los organismos y organizaciones a partir de criterios gubernamentales.

Venezuela y China se convirtieron en nuestros principales socios comerciales, mediante acuerdos que incluían grandes inversiones conjuntas para ampliar y modernizar la industria petro-química, agricultura, telecomunicaciones, biotecnología, turismo, industria ligera, sideromecánica, biofarmacéutica y electrónica. Se priorizaba la creación de plantas ensambladoras, con creciente participación de la industria cubana, enfocadas en sustituir importaciones y exportar hacia el mercado latinoamericano y caribeño.

En 2005 inició el programa electro-energético, con un plan de inversiones que incluía la modernización de los sistemas de transmisión, instalación de nuevos equipos, utilización de vías no convencionales de generación y sustitución de equipos antiguos por otros modernos, menos consumidores.

Sorpresivamente se anunció que Cuba no sería ya únicamente receptora de flujos de inversión externa, sino que comenzaba a ser emisora de inversiones hacia otros países, a través de la construcción de hospitales y plantas para la producción de productos biotecnológicos en China, India, Malasia e Irán.

La crisis del 2008, las dificultades de Venezuela tras la muerte de Chávez y el declive del progresismo latinoamericano, dieron fin al espejismo de una economía de servicios y mostraron la necesidad de promover el sector productivo como garantía de soberanía alimentaria y sustentabilidad del desarrollo nacional. Desde 2008, se promovió el incremento de la explotación agropecuaria, la ampliación del TCP y los pequeños negocios, lo cual atrajo una cantidad, indeterminada pero sustancial, de inversiones a partir de la capitalización de parte de las remesas.

Cuando en el 2010 se produjo la destitución de Yadira García, ministra de la Industria Básica, aún el sector industrial concentraba el mayor volumen de capital extranjero y tenía proyectos de explotación y exploración de crudo con empresas de una decena de países. Venezuela construía un complejo petroquímico en Cienfuegos mediante una inversión comprometida de 5.000 millones de dólares.

No obstante, el tan añorado y descapitalizado sector agropecuario —que llegó a cubrir el 22,3% del total de las inversiones en 1989— redujo su participación al 6,7% en 2012. En particular lo ha perjudicado la ausencia de inversiones hidráulicas, que conllevó a la caída de los rendimientos en cultivos como el arroz, la producción de huevos y la ganadería, con el consiguiente incremento de las importaciones y de las angustias en la mesa familiar.

-II-

La llegada al poder de la administración Obama y el anuncio del deshielo en las relaciones Cuba-Estados Unidos (2014), abrió nuevas perspectivas a la inversión extranjera, la llegada de turistas y el incremento de inversiones en el sector privado. A este escenario favorable se unieron la anunciada terminación de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM) y la exitosa renegociación de la deuda externa de Cuba con Rusia, Japón, México y el Club de París.

Sin embargo, en 2014 sobrevino otra inesperada vuelta de tuerca a la inversión no estatal, con la prohibición del funcionamiento de salas de cine 3D y de juegos electrónicos y computacionales privados y la venta de ropa y calzado importados. No se tuvieron en cuenta los problemas de calidad en la oferta de las TRD, sus precios exagerados,  y el hecho de que no se hubiera potenciado una industria nacional que supliera las ofertas privadas.

En ese año se aprobó una nueva Ley de inversión extranjera que otorgó mayores garantías jurídicas y facilidades impositivas a los inversores y les permitió actuar en todas las áreas de la economía, salvo en instituciones armadas, Salud, Educación, y medios de comunicación; fue disminuido el impuesto sobre las ganancias al 15% y se acompañó de una Cartera de Oportunidades de Negocios.

A pesar del favorable escenario existente entre 2009-2016, la economía apenas logró un crecimiento de 2,3%, lejos del 4,4 previsto. En ello influyó que no se lograra captar nunca el monto de 2.000-2.500 millones anuales de USD en inversión foránea, que se estiman forzosos para alcanzar las metas de crecimiento necesarias, de entre 5-7%.

La posibilidad de elevar el monto de inversiones, se vio afectada a partir de 2009 por el pago de los servicios de la deuda externa renegociada, que alcanzó la cifra estimada de 23,000 millones de USD, lo cual limitó los fondos de consumo e inversión del país.

No obstante, nada ha marcado más la política inversionista en la última década que el creciente poder del holding GAESA, el cual se expandió aceleradamente a partir de la asimilación del grupo CUBALSE, también en 2009.

Según estudio del economista cubano Pavel Vidal, la descapitalización es la causa principal del retroceso relativo de Cuba ante economías de similar tamaño en la región —Ecuador, República Dominicana, Panamá, y Costa Rica—, entre 1970 y 2014. En tanto aquellas crecieron un 3.8 % en las últimas dos décadas, Cuba apenas lo ha hecho al 1.7 %, pues tiene una de las tasas más bajas de inversión de América Latina: 12.7 por ciento como promedio en los últimos veinte años.

Tras la llegada de Trump al gobierno en EE.UU., el escenario de inversiones se tornó todavía más difícil para Cuba. La respuesta centralizadora del Gobierno/Partido/Estado no se hizo esperar en la Isla. En 2018, a tenor de una sorpresiva e impopular decisión, se revirtieron algunas de las regulaciones relacionadas con el TCP anunciadas poco antes. Pero lo peor vino del exterior, cuando ante las presiones del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Cuba retiró a sus colaboradores del Programa Más Médicos dejando de percibir la parte mayoritaria de sus ingresos por exportaciones de bienes y servicios.

A pesar del desfavorable contexto, entre 2014 y 2020, y aunque la ocupación hotelera nunca ha rebasado el 60% con una tendencia a la baja (45,6 en 2020); la inversión inmobiliaria de GAESA en la construcción de hoteles aumentó, de manera acelerada y sostenida, su participación en la inversión total del país: de un 21,8% al 45,6.

Mientras, disminuían la inversión agropecuaria (de 8,1% a 5,9) y en el sector de Salud (de 2,2 a 0,9). En el primer trimestre del 2021, dicha tendencia se mantuvo inalterable: la inmobiliaria aumentó al 50,3% MP, la agropecuaria se contrajo a 2,6 y la de Salud, apenas a 0,3 en plena pandemia de covid-19.

Quizás en este, como en otros campos, debamos acudir a la experiencia internacional y otorgar más prioridad a la creación y funcionamiento de bancos de inversiones, especialmente en el sector agropecuario. La reorientación del fondo de inversión de la nación —público y privado— debe encauzarse hacia los sectores prioritarios para el presente y futuro inmediato.

Lo cierto es que hasta ahora, en la esfera inversionista, todo parece indicar, parafraseando al secretario general saliente del PCC, que aunque los frijoles puedan ser más importantes que los cañones, no son más importantes que los hoteles.

28 septiembre 2021 32 comentarios 4,2K vistas
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Tractores

Tractores, industria y agromercados

por Mario Valdés Navia 14 mayo 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Noticias relacionadas con la importación de nuevos tractores han llegado en estos días para aliviar los temores de quienes creían que la autorización de la venta liberada de carne de res nos dejaría sin bueyes para la agricultura. El campesino Herminio Martínez Gens, de Villa Clara, fue el primero en comprar un tractor Belarús 82.1 —fabricado en Minsk, Bielorrusia, con motor diésel de 81 caballos de fuerza (HP)—, en 27.000 USD.

Desde Pinar del Río, el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura (Gelma), monopolizador del comercio de equipos e insumos en el país, informó que Emiliano Hernández Rodríguez también adquirió uno semejante. Todos formaban parte de un lote de catorce, destinados a siete provincias del país y vendido al instante.

Mientras, en Sancti Spiritus, José Antonio Casimiro,  dueño de la Finca Del Medio, en Sigüaney —sede de la Comunidad de Slow Food Cuba Agroecología y Permacultura de Taguasco—, dio un paso inédito en la historia económica cubana al convertirse en el primer campesino que importa un equipo agrícola en más de medio siglo. Lo hizo a través de una comercializadora estatal, por supuesto, pero fue escogido a su gusto. Se trata de un tractor Kubota L3400 japonés, de 40 HP en solo 2000 libras de peso, que viene con pala frontal, excavadora y capacidad para hacer todo tipo de trabajo agrícola.

Tractores 2

El campesino Herminio Martínez Gens, de Villa Clara, fue el primero en comprar un tractor Belarús 82.1, en 27.000 USD. (Foto: Radio Sagua)

Según explicó, tras hallar un equipo de segunda mano, pero casi nuevo, en Costa Rica, se siente complacido por la relación establecida con las contrapartes estatales de su iniciativa: «Nuestro tractor lo buscamos nosotros por intermedio de un amigo mecánico y se lo presentamos a Transimport que se encargó de hacer los trámites con la exportadora que nosotros propusimos. Aduana nos cobró 5% del valor de la importación y Transimport el 3% como margen de ganancia comercial».

Ambos caminos son válidos si se trata de adquirir equipos de trabajo, no obstante, el Kubota L3400 de José Antonio es un tractor famoso, cuyo precio es 24,000 USD nuevo y 15,000 de uso. Los vendidos por Gelma, sin llegar a compararse con el equipo japonés, tienen un precio excesivo para productores cubanos que apenas empiezan a vender en USD y ya pagan más por sus tractores que campesinos subsidiados del Primer Mundo.

Tractores y equipos: de más a menos

En 1968, el agro cubano empleaba 6.138 equipos de diversas clases y 35.000 tractores. La orientación de Fidel fue aumentarlos para aprovechar las bondades de nuestros campos: «Si hay sol, y agua y fertilizantes, las cosechas se darán aquí durante todo el año y entonces cuando el hombre haya vencido nuestro clima tropical habrá dejado de ser obstáculo en el camino del progreso del hombre, para convertirse en un amigo espléndido de este».

A partir de los setenta, la industrialización del país, aun con todas las debilidades y errores que tuvo —gigantismo, dependencia a insumos importados, tecnologías obsoletas, etc.—, creó una base material para el mantenimiento y producción de maquinarias y equipos. Ello constituiría una fortaleza para enfrentar el Período Especial, de ahí que en 1991 Fidel afirmara: «Hoy tenemos una serie de plantas mecánicas que también pueden ir siendo modernizadas y que no se sabe lo que pueden crear». 

La voluntad importadora en el paraíso

Tres años después, en el fondo de la crisis, todavía podía decir al referirse a las piezas de repuesto en el IX Fórum de ciencia y técnica: «tenemos que recuperarlas, construirlas, ahorrarlas, hacer todo lo que estamos haciendo para que los equipos no se paren, y no es fácil explicarse cómo es posible que haya suficientes tractores de alta, suficientes combinadas de caña, combinadas de arroz, y de otros tipos».

En la actualidad, la extinción de la industria transformadora en Cuba hace imposible que pueda repetirse una exhortación como aquella. Ni siquiera se preservaron las instalaciones y el personal especializado que permitiera reanimarlas con inversión extranjera, y/o nacional, y aumentar la fabricación en de equipos y piezas.

No ha sido por falta de recomendaciones científicas que se ha estancado la agricultura. En 2007, Jaime García Ruiz y Víctor Figueroa Albelo, de la UCLV, publicaron Mercado agropecuario de alimentos en la transición al socialismo en Cuba, donde precisaban las condiciones que este requería. Desde la oferta: niveles suficientes, determinados por el consumo; estabilidad, para evitar desabastecimientos, acaparamientos, especulación e inflación; diversificación de sus tipos y niveles.

Desde la demanda: distribución según el trabajo; una moneda única como medio de circulación y perfeccionamiento de los canales de distribución en cuanto a condiciones materiales, mecanismos, concepciones y mentalidad de quienes la operaban. Quince años después muy poco se ha logrado en estas direcciones.

Desde el año 2000, la producción agrícola ha venido registrando un continuo descenso, en particular en la ganadería (carne y leche), huevos, arroz, papas; cuestión agravada a partir de 2014. En 2016, Armando Nova González, el más destacado especialista en el agro cubano, publicó: El Modelo Agrícola y los Lineamientos de la Política Económica y Social. Este libro enjundioso analiza el problema agroalimentario en Cuba históricamente y propone cómo alcanzar la soberanía alimentaria en las condiciones actuales.

El ocio de la tierra

Según el autor, existen al menos tres aspectos importantes no resueltos que impiden obtenerla: la no realización de la propiedad, el desconocimiento de la existencia real y objetiva del mercado y la ausencia del enfoque sistémico a lo largo del ciclo producción-distribución-cambio-consumo.

A su criterio, el proyecto de los Lineamientos era muy superior a lo que se aprobó finalmente en lo tocante a asuntos del agro. Por ello propuso cinco medidas imprescindibles que beneficiaran al productor: acceso permanente a un mercado de insumos y bienes de producción; poder decidir, de acuerdo al comportamiento del mercado y los requerimientos sociales, lo que va a producir, a quién y dónde vender; diversificar las formas de comercialización como alternativa ante estructuras monopólicas u oligopólicas; contratar libremente la fuerza laboral que necesite  y disponer del financiamiento necesario y la asistencia técnica periódica. Cinco años después aún no se ha implementado casi nada de lo anterior.

Las recientes ventas de tractores a los campesinos están ligadas a la primera y tercera de las medidas sugeridas por Nova; solo que, a diferencia de aquellas propuestas liberalizadoras, el mecanismo creado hizo lo contrario: someter al productor a importar solamente a través de empresas oligopólicas, preferentemente de GAESA.

En Alibabá se venden los tractores Belarús 82.1 al precio mayorista de 2,100 USD, menos de diez veces el pagado por Herminio y Emiliano. Sin industria nacional de máquinas y equipos, e importando con precios de oligopolio, será muy difícil llenar los agromercados y obtener la pregonada soberanía alimentaria.

14 mayo 2021 33 comentarios 6,9K vistas
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Cuba: NEP versus Comunismo de Guerra

por Mario Valdés Navia 10 marzo 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Hace cien años, en marzo de 1921 —ganada la contienda contra los ejércitos de los guardias blancos y los intervencionistas extranjeros—, el X Congreso del Partido Comunista Ruso (bolchevique) aprobó la llamada Nueva Política Económica (NEP) propuesta por Lenin y Bujarin. Lo hacía presionado por las crecientes protestas campesinas contra el despiadado sistema de contingentación del Comunismo de Guerra (junio de 1918-marzo de 1921), la represión sangrienta de la reciente sublevación de obreros y marinos de la base de Kronstadt, y el bloqueo total de los Estados burgueses al primer país socialista.

Desde entonces se discute si la NEP y el Comunismo de Guerra fueron políticas económicas desesperadas para preservar el poder bolchevique ante sus enemigos internos y externos en coyunturas diferentes, o si ellas constituyen verdaderos modelos para construir la nueva sociedad. Algo de verdad tienen ambas posiciones, pues las dos se iniciaron como opciones imprescindibles ante escenarios cambiantes, pero traían consigo posiciones ideo-políticas y económico-sociales que encontrarían eco entre intelectuales y políticos, tanto en la Unión Soviética como en posteriores experiencias socialistas.

La necesidad de resanar las heridas dejadas en todas las esferas por el gigantesco esfuerzo de guerra, moldeó la NEP como una reapertura a la producción mercantil, el interés material, la propiedad privada y las inversiones extranjeras. Lenin la denominaba sin ambages capitalismo de Estado, consideraba que ideológicamente era un retroceso necesario respecto a los métodos más comunistas —administrativos, estatistas y centralizadores— del Comunismo de Guerra, pero la entendía necesaria ante la perspectiva de que los soviéticos tuvieran que construir solos el socialismo en un mundo capitalista con el que era necesario luchar, pero también interactuar.

Lecciones a cien años de la Nueva Política Económica en Rusia

Basada en un proporcional impuesto en especie —luego en dinero—, la NEP permitió a los campesinos conservar la mayor parte de su producción sobrante y venderla libremente, fomentó los pequeños y medianos negocios privados, la cooperativización y la inversión extranjera. En pocos años, los índices productivos anteriores fueron rebasados y el agro comenzó a abastecer al mercado interno y a exportar los excedentes. En 1925, la producción agrícola recuperó el nivel anterior a la guerra, al tiempo que crecía una nueva burguesía —los hombres de la NEP—, formada por campesinos ricos (kulaks), comerciantes intermediarios de los  excedentes agrarios, e industriales de diferentes ramas.

No obstante, ambos modelos compartían en lo político un rasgo común: la hegemonía única e incontrastable del Partido Comunista, que admitía más o menos flexibilidades en la gestión económica, pero se aferraba al poder omnímodo, sin espacio para disidencias ni facciones internas. Para garantizarlo, los poderosos soviets de obreros, campesinos y soldados fueron desmantelados y sustituidos por circunscripciones electorales, al tiempo que los sindicatos perdieron su razón de ser como defensores de los obreros para fungir –igual que todas las demás organizaciones sociales en ese régimen–, como correas de trasmisión de las decisiones partidistas.

La principal debilidad de la NEP como modelo era su falta de democratización en lo político, dada por la supervivencia de un partido/Estado/gobierno, centralizado y omnímodo, similar al control militar propio de la Guerra Civil y afín al Comunismo de Guerra.

Tras la muerte de Lenin, el XV Congreso del PCUS, celebrado en diciembre de 1927 y ahora bajo control de Stalin, decretaría el fin de la NEP. El Padrecito Stalin adoptaría un híbrido de política económica que, sin renunciar al uso de las relaciones monetario-mercantiles y el interés material, les fijaría límites estrechos y retomaría muchos de los protocolos administrativos, naturales y coercitivos del Comunismo de Guerra. El interés por lograr la paridad militar-industrial con los países occidentales, justificó el rechazo al modo de avance, seguro pero lento, descentralizado y económicamente mixto propio de la NEP y determinó la vuelta a las políticas de ordeno y mando del Comunismo de Guerra.

La tierra y la industria fueron colectivizadas a la fuerza y se impuso la planificación centralizada, verticalista y subjetivista de la economía nacional. El primer plan quinquenal (1928-1932) retomó las requisas agropecuarias, transfiguradas ahora detrás de la venta obligatoria de los excedentes agrícolas de los campesinos al Estado a precios inferiores al valor de mercado. Para compensarlos, se les permitiría quedarse con pequeñas parcelas de autoconsumo que, con el tiempo, devinieron fuente principal de producción de varios rubros agropecuarios.

Comunismo de guerra

«¡Bajo el liderazgo del Gran Stalin, adelante al comunismo!» (Cartel soviético)

La política estalinista hacia el agro, lo concebía como fuente para la acumulación originaria socialista (Preobrazhensky), base financiera de la necesaria industrialización. Como no era suficiente expoliar a los campesinos mediante la llamada tijera de precios aplicada de manera inmisericorde por el Estado comerciante –bajos para compra de productos agrícolas y altos para venta de insumos industriales y los servicios–, se buscaron otras vías para la obtención directa de cuantiosos ingresos estatales.

Fue el período de colectivización de las tierras en grandes empresas de carácter estatal (sovjoses), o cooperativas (koljoses), atracción masiva de campesinos hacia empleos industriales citadinos mejor remunerados, y creación de una enorme población carcelaria que se empleó en obras industriales y campos de trabajo forzado (gulags). En el comercio se aplicó el llamado impuesto de circulación, gravamen establecido a discreción por el poder central sobre bienes y servicios considerados superfluos. 

En la postguerra, la imposición de gobiernos pro-soviéticos en los países de Europa Oriental ocupados por el Ejército Rojo, propició la extensión internacional del modelo estalinista de socialismo de Estado. El nivel de desarrollo del capitalismo en varios de ellos —alto en Alemania y la actual república Checa; medio en Polonia y Hungría—, chocaba con el rígido mecanismo económico soviético, por lo que los elementos capitalistas tipo NEP sobrevivieron en muchos aspectos. 

El triunfo del socialismo en China, Corea, Vietnam y Mongolia condujo igualmente a la adopción del sacrosanto modelo estalinista. En China, Mao Zedong ensayó el Gran Salto Adelante (1957-1958), voluntarista intento de industrialización acelerada con métodos primitivos, causante de una mortífera hambruna que diezmó a la población rural. Una década más tarde volvió por sus fueros con la Revolución Cultural (1966-1974), excesos que sobrepasaron a los del Comunismo de Guerra. Sin embargo, pocos años antes de su muerte, ocurrida en 1976, ya Mao había flexibilizado la vida económica y social y reanudado las relaciones con EEUU (1972).

Posteriormente, tanto China (1978), como Vietnam y Laos (1986) adoptarán un modelo inspirado en la NEP —socialismo de mercado— que ha impulsado sus economías y sacado de la pobreza a gran parte de sus poblaciones, aunque sin renunciar al monopolio del poder por el Partido Comunista.

NEP china

Deng Xiaoping inició en China la adopción del modelo de socialismo de mercado (Foto: AFP/Getty Images)

Casi cuatro décadas después de la NEP, el triunfo de la Revolución Cubana volvió a poner en tela de juicio —ahora en el entorno de un pequeño país caribeño subdesarrollado—, la vieja polémica entre las dos opciones de política económica prosocialista: la vertiginosa y coercitiva tipo Comunismo de Guerra, o la gradual y flexible vía NEP. La historia parecía repetirse, en particular en la economía rural, pero la naturaleza militarista y centralizada del Gobierno Revolucionario tendía de manera natural hacia la versión moderada del Comunismo de Guerra.

Desde 1959, en medio de la aplicación de la reforma agraria, del incremento del conflicto con los Estados Unidos, la invasión a Playa Girón y la guerra civil, conocida como Lucha contra bandidos, se fue estructurando rápidamente un sistema de acopio estatal forzoso de la mayor parte de la producción campesina a precios ínfimos. En 1962 se estableció el control estatal sobre los precios de acopio y la comercialización al por menor, a partir de la creación de empresas altamente especializadas y centralizadas, los Órganos Nacionales de Acopio del Grano, Café y Tabaco.

Un año después, ellos se unieron para formar el Sistema Estatal de Acopio, subordinado al INRA. Mediante contratos de compraventa, créditos y garantía de precios, el sector privado campesino fue atado al sistema de reproducción de la economía socialista desde dos vías fundamentales de comercialización: la estatizada —predominante— y la libre —secundaria—, establecida a través del pequeño comercio privado en el ámbito local.

Por entonces en la URSS, Nikita Krushchov, el excéntrico sucesor de Stalin, ejecutaba un proceso tímido y parcial de desestalinización de la sociedad soviética y el campo socialista, conocido como El Deshielo (1955-1964). Su mandato se caracterizó por arranques y timonazos en política interna y externa que condujeron a su destitución tras un golpe de estado palaciego. Así se abrieron las puertas del poder máximo a Leonid Brehznev, quien condujo la URSS entre 1964 y 1982. Fue en esta época cuando se fortaleció la relación cubano-soviética, sobre todo a partir de 1971.

Si los rasgos del estalinismo se identifican con el genocidio de millones de personas por asesinatos, hambrunas y trabajos forzados, así como con la industrialización acelerada que convirtió a la URSS en superpotencia; es imposible equiparar con él la trayectoria de la Revolución Cubana. Sin embargo, de la Era Brehznev es mucho lo que se recepcionó aquí en cuanto a métodos heredados del estalinismo, en una versión moderada.

El romance cubano-soviético

Una de esas características es la de priorizar el desarrollo por métodos extensivos, propios del Comunismo de Guerra, en detrimento de los intensivos, preferidos durante la NEP. Prueba de ello fueron, en los setenta, las campañas masivas de desmonte para extender las tierras estatales de labranza y pastoreo, que trajeron consigo la proliferación del marabú y el aroma en los campos desatendidos. Aún peor fue la adopción de maquinarias altamente derrochadoras de combustible, pues este llegaba a raudales y barato desde la URSS en momentos en que el mundo pasaba a aplicar tecnologías ahorradoras para superar la crisis mundial del petróleo.

Otro aspecto del brezhnevismo que asimilamos fue el triunfalismo, típico del Comunismo de Guerra. El mismo alcanzará su cenit con la Constitución de la URSS de 1977, que decretaba la llegada a la sociedad socialista desarrollada cuando era evidente el creciente estancamiento económico-social del país.

En la Revolución Cubana, las declaraciones triunfalistas en lo económico se han sucedido mediante la tendencia a tomar hechos aislados para fundamentar hipotéticos éxitos futuros que nunca se concretan. Así, el esfuerzo por alcanzar una Zafra de Diez Millones de toneladas (1969-1970) se presentaba como la puerta al desarrollo industrial; el vuelo de un cosmonauta cubano en una nave soviética (1980), ponía a Cuba como pionera de la investigación espacial en Latinoamérica; mientras que el record Guinnes de la vaca Ubre Blanca en la producción de leche (1982) nos ubicaba como potencia mundial en la ganadería. Todas quimeras.

Lo más perjudicial de la influencia brezhneviana fue la burocratización creciente del país. Ella se inspiró en la copia de los sistemas de organización estatal y partidista vigentes en la URSS, y llenó de cargos y responsabilidades homólogas las plantillas de ambas instancias en la Isla, en la misma medida que descendían los niveles de ocupación en la esfera productiva, sobre todo en la agricultura.

El acopio mayorista y el comercio minorista racionado de productos agropecuarios, asumieron la forma estatal absoluta desde 1968, en que se suprimió el mercado privado con la Ofensiva Revolucionaria, que expropió 57 600 pequeñas empresas privadas urbanas: tiendas minoristas de comestibles y productos industriales, expendios de alimentos y bebidas (fondas), servicios e industrias. Paradójicamente, más de la mitad habían surgido después de 1961.

Comunismo de guerra cubano vs NEP

Portada de la revista Verde Olivo con motivo de la Ofensiva Revolucionaria en 1968.

Tras años de experimentación idealista (1965-1970) en pos de construir el comunismo de manera acelerada, al estilo del Comunismo de Guerra, el país quebró económicamente. En aquel momento (1971) la alianza con la URSS y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) se apreciaron como una tabla de salvación. Parecía que podríamos sustituir la ley de Acumulación Originaria Socialista de Preobrazhensky por la ayuda desinteresada de la Unión Soviética.

A partir de aquí se inició un nuevo período de industrialización que nació viciado de gigantismo, dependencia de la materia prima importada y del empleo de tecnologías despilfarradoras y antiecológicas. Los encadenamientos productivos al interior de la economía cubana fueron sustituidos por los externos, en la llamada división socialista del trabajo.

El I Congreso del PCC (1975) trazó una nueva estrategia económica que reconocía la existencia objetiva de relaciones monetario-mercantiles. Aunque se conservaron los nexos hegemonizantes sobre el campesino a partir del suministro monopólico de insumos y servicios y la concertación forzosa de planes de acopio de la llamada producción comercializable, que la incluía toda —excepto el autoconsumo familiar— a precios bajos, estáticos y únicos para el país.

La opción de libre mercado se transformó en mercado subterráneo. Será 1980 la fecha en que se apruebe el Mercado Libre Campesino (MLC), solo funcionó hasta 1986, cuando fue clausurado en medio de la ola centralizadora de la llamada Rectificación de errores y tendencias negativas.

A mediados de los noventa, tras la implosión de aquel mundo que nunca fue verdaderamente socialista, se aplicó un paquete de medidas liberalizadoras tipo NEP con el fin de reanimar las fuerzas productivas —apertura a la inversión extranjera, ampliación del turismo, despenalización del dólar— que alcanzó su cima en 1997. Como parte de ellas, la creación del Mercado Libre Agropecuario (1994) brindó a los productores la posibilidad de concurrir a un ámbito más amplio, con precios liberados a partir del cumplimiento de las obligaciones con el Estado.

El parecido con la NEP se hizo mayor cuando una parte importante de las tierras subutilizadas por las empresas estatales se convirtió en Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) donde los obreros agrícolas se estrenaron como nuevos cooperativistas.  

No obstante, las dificultades acompañaron desde un inicio a este nuevo experimento. La más importante fue el elevado porcentaje de ventas que tenían que hacer a la empresa estatal de Acopio —aproximadamente un 70% de la producción fundamental—, con precios de compra muy inferiores a los del mercado libre agropecuario, que muchas veces no alcanzaban a cubrir los costos. En el caso de las UBPC ganaderas, arroceras, citrícolas y paperas tenían prohibido acudir al mercado libre con su producción fundamental.

Vietnam: la democratización pendiente

Los altos niveles de centralización monopólica han dado lugar a situaciones desfavorables: desestimulo al productor, pérdida de cosechas por no recogida a tiempo, deterioro de productos en los lugares de acopio, altos niveles de subsidios asumidos por el Estado, precios no consecuentes con la calidad, cadena de impagos al productor, desviación de productos hacia el mercado subterráneo, entre otros.

A treinta años de la caída del campo socialista europeo la situación ha variado poco. Ahora, en medio de la Tarea Ordenamiento, la solución más plausible para el mercado agrario cubano parece ser la creación de mpymes y cooperativas comercializadoras de segundo grado, asociadas a los productores por relaciones contractuales o de subordinación.

Las limitaciones principales del sistema de acopio actual provienen del viejo modelo económico centralizado de balances materiales, verticalista y coercitivo, heredero de las requisas del Comunismo de Guerra y de la desorganización burocrática y la disfuncionalidad organizativa que ha acompañado tradicionalmente al acopio estatal agropecuario cubano. Por tanto, su superación definitiva exige el fin del monopolio estatal con la incorporación de nuevos actores económicos y, en un futuro mediato, el aporte de la inversión extranjera.

Las reformas actuales en Cuba exigen desterrar las rémoras de Comunismo de Guerra y dar continuidad a la NEP, incorporar las experiencias de las naciones socialistas asiáticas y completarlas con democracia y participación en el ámbito político. El espíritu de la NEP ha de reivindicarse en la extensión de una economía mixta, en la que la propiedad pública/estatal se concentre en los sectores claves y de alto grado de socialización, mientras en los demás se fomenten las mpymes y cooperativas como fuente principal de empleo y creación del PIB. Para eso es imprescindible una Ley de Empresas moderna y contextualizada, que ponga condiciones claras y similares para todos los sujetos económicos.

Adicionalmente, se requiere un paquete de medidas concomitantes que incluya: consolidación del peso cubano como moneda nacional —¡no la dolarización plástica!—; establecimiento de un mercado mayorista para todos los sujetos económicos; perfeccionamiento de la reforma general de salarios y precios; ley del patrimonio de todas las personas, en particular de los funcionarios públicos; empoderamiento de los colectivos laborales con atribuciones para la elección de sus dirigentes a nivel de empresas, gestión de los recursos humanos y materiales y distribución de las ganancias; descentralización de los municipios y fomento de un real Estado de derecho.

Otro componente de la NEP que Cuba debe retomar sin demoras es el de la incorporación del capital privado nacional a la vida económica, más allá del envío de remesas. Las investigaciones demuestran que una parte importante del capital privado nacional, tanto en la Isla como en la emigración, está dispuesto a ayudar a Cuba, no solo a sobrevivir, sino también a desarrollarse. Para lograr eso habría que darle tratamiento especial a los emigrados —algo que la NEP no pudo proponerse dadas sus circunstancias diferentes— con el objetivo de que inviertan en el país, o lo representen en el extranjero, tal y como han hecho exitosamente otros países socialistas, China, Vietnam y Laos.

La realización de reformas que reduzcan los métodos provenientes, o coincidentes, con el Comunismo de Guerra (administrativos, verticalistas y coercitivos), probadamente ineficaces e ineficientes, que aún sobreviven en la economía y la sociedad es tarea de primer orden. Cuba ha de realizar su propia NEP acorde a las circunstancias y posibilidades del actual escenario nacional e internacional, que no es mejor o peor que el de los bolcheviques en 1921, solo diferente. El 8vo Congreso del Partido, a celebrarse el mes próximo, tiene la palabra.

10 marzo 2021 21 comentarios 22,K vistas
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Sobre el trabajo asalariado

por Consejo Editorial 23 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

(Respuesta al artículo: La imposibilidad de abolir el trabajo asalariado hoy)

Estimo que el problema general de fondo que subyace en nuestro intercambio y que merece ser el motivo principal de nuestras reflexiones y análisis está contenido en las siguientes preguntas:

¿Por qué para la construcción del socialismo en los países en los que se la han planteado luego de tomar el poder y que se encuentra como meta en los partidos, movimientos, procesos revolucionarios, etc. dan por sentado que para el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerar el crecimiento económico y extender la fuerza de los trabajadores, es imposible hacerlo mediante los trabajadores asociados como propietarios de los Mp y sí por medio de la burguesía y del capital?

¿Cómo es posible “construir” el socialismo fomentando y expandiendo la forma capitalista de producción y el trabajo asalariado, sea en la forma privada, sea en la forma del Estado como propietario y en “representación” de los trabajadores? De este modo socialismo es una etiqueta, capitalismo es lo real. Parece no entenderse que dónde hay salario hay trabajadores económicamente explotados, por el capital privado o el capital estatal.

El punto es de más importancia aún. La idea vigente anterior muestra no ser consciente de que, para la construcción de la sociedad nueva,  no se trata sólo de hacer que el trabajo sea más productivo y mejor que bajo el capital. Olvidan que superar el capitalismo implica la eliminación de las sociedades de clase luego de 7.000 u 8.000 años de su vigencia, con lo cual el desafío no es “perfeccionar” metas  cuantitativas, sino esencialmente objetivos cualitativos: cambio social, cultural, moral, motivacional, conductual, tecnológico al servicio de la sociedad y no de la ganancia,  etc.

Más aún, la nueva relación hombre/naturaleza está subyacente en el cambio social post-capital, es un metabolismo social de características completamente distintas a las finalidades depredatorias del capital: deforestación, desfoliación, agrotóxicos, polución, agresión minera, agresión climática, epidemias bacteriológicas y virósicas de laboratorio, estrujamiento del trabajador, etc. La naturaleza y la humanidad trabajadora, bajo el capital, son “medios” y no fin en sí mismos, lo cual trastrueca toda la relación “natural” hombre/naturaleza.

El trabajo asociado es no sólo un nuevo modo de producción y de relaciones sociales entre los individuos o miembros, es hoy por hoy la forma primordial de supervivencia de la humanidad porque el capital no trepidará en producir la extinción de nuestra especie y de otras muchas y destruir simultáneamente la naturaleza con su arsenal terrorífico, si está auto-convencida que con ello hará pingües negocios y ganancias.

Nuevas formas de cultura y de relaciones entre los individuos y las instituciones, solidaridad, generosidad, cuidado, protección, seguridad, asistencia, creatividad, inclusión, equidad productiva y distributiva, innovaciones, etc. que no pueden hoy adelantarse en la comprensión de su surgimiento y vigencia, son rasgos que su concreción demandará mucho tiempo. Y que en la realidad inmediata contendrá todos los aspectos negativos de la sociedad del capital de la cual se está saliendo. Pero ninguna de las complicaciones, obstáculos, vallas, falencias, fracasos, errores, etc. puede dar justificación a que permanezcan las actuales condiciones. Hacerlo es no salir de la lógica del capital por mejores explicaciones y loables intenciones que se puedan tener.

23 mayo 2020 25 comentarios 633 vistas
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La imposibilidad de abolir el trabajo asalariado hoy

por Consejo Editorial 14 abril 2020
escrito por Consejo Editorial

(Respuesta al artículo: Marx y la abolición del trabajo asalariado)

La lectura del artículo “Marx y la abolición del trabajo asalariado”, de Fernando Hugo Azcurra, me satisfizo por su defensa de los postulados marxistas más auténticos. Pero, si bien es cierto que Marx jamás pensó la distribución socialista en forma de salario pues el principio “De cada cual según su capacidad. A cada cual según su trabajo” lo concibió para economías naturales, en bonos de trabajo, retomar la consigna de abolir el trabajo asalariado en los actuales programas de transformación revolucionaria de la sociedad capitalista no me parece históricamente viable.

La cuestión no está en que la esclavitud asalariada haya dejado de existir y superarla no sea ya un imperativo de los que soñamos con una sociedad sin explotados ni explotadores. Al contrario, en las sociedades de vocación socialista pueden y deben irse aplicando experimentalmente mecanismos de distribución complementaria más allá del salario. Pero abolirlo solo puede constituir un ideal lejano de futuro, porque hacerlo sin un sucesor que cumpla mejor las tareas de estimulación al trabajo es una experiencia que ha costado muy caro donde quiera que se haya impuesto. La cura ha sido peor que la enfermedad.

Donde primero se trató de pasar a una distribución directa de lo producido fue en la Rusia soviética durante la Guerra Civil (1918-1920), aunque no por preceptos ideológicos, sino por la cruda realidad del comunismo de guerra y la hiperinflación existente. Mas, desde la aplicación de la NEP y luego la economía planificada del modelo estalinista (1921-1991) el salario se revalorizó y se mantuvo como forma principal de estimulación.

Fue en la China maoísta de El Gran Salto Adelante (1958-1961) donde se cuestionó el lugar de la producción asalariada en el socialismo y se privilegió la creación de comunas campesinas para la producción directa, tanto de bienes agrícolas como de acero. Los resultados de aquel macabro intento de aceleración del proceso histórico fueron una terrible hambruna que segó millones de vidas y la recesión económica.

Años después, el voluntarismo politiquero de Mao y sus seguidores provocó la Revolución Cultural China (1966-1976) donde se cuestionó demagógicamente el empleo de las relaciones monetario-mercantiles (RMM) en el socialismo, como parte de sus ataques al llamado sector derechista de la dirección y a los cambios en la URSS de la era Jrushchov. Mas, fue en su versión extrema: la Kampuchea Democrática (1975-1979) de los Khmers Rojos, donde el intento de ruralizar el país sobre la base de la implantación violenta de una economía natural e igualitaria, sin RMM, llegó a provocar la muerte de la cuarta parte de la población.

En Cuba, tras la implantación del socialismo (1960-1963), la forma capitalista tradicional de distribución del nuevo valor creado (renta, ganancia, salario) desapareció como tal. En aquellas condiciones de laboratorio social y plaza sitiada, se inició un experimento social donde se abandonaron las lógicas del mercado en pos de la centralización del nuevo valor creado en manos del Gobierno Revolucionario con el fin de satisfacer las necesidades de la defensa, dar solución a los graves problemas sociales (pobreza extrema, insalubridad, analfabetismo…) y lograr la nivelación de las grandes diferencias sociales en un país que contaba con una de las economías más productivas de la región.

En política económica esto se expresó en el abandono de los dos sistemas iniciales de gestión (Cálculo Económico y Financiamiento Presupuestario) y la implantación del Sistema de Registro Económico (1965-1971) donde prevalecía el igualitarismo en la distribución y el consumo y el reparto directo de bienes y servicios. De manera paternalista, el Estado benefactor devolvía a los ciudadanos una porción significativa del nuevo valor creado mediante cuantiosos fondos sociales de consumo (educación, salud, seguridad social, recreación, etc.): las famosas gratuidades de hoy. Al unísono, los bajos precios de los artículos de primera necesidad vendidos en el mercado normado de alimentos y productos industriales hacían posible la satisfacción de las necesidades básicas de las familias a través de los ingresos salariales, con altos índices de salario real y una homogeneidad social del consumo que servía de base a la unanimidad política.

A seguidas, en la etapa del Socialismo Real cubano (1971-1991), el nuevo pacto social que se impondría ─copia cubanizada del modelo soviético─ aceptó la estimulación material de los trabajadores a partir de la aplicación de la distribución según la cantidad y calidad del trabajo, tanto por la vía salarial como por premios y otros fondos colectivos a nivel de empresa. Asimismo, el fomento de un amplio mercado complementario (paralelo) permitía la realización sistemática de los ingresos adicionales de los trabajadores de forma más o menos amplia.

Con el advenimiento de la crisis de los noventa (Período Especial), la súbita debacle económica dio al traste con el viejo consenso social y creó la llamada crisis de valores, reflejo en la conciencia social de la descomposición del sistema estatizado de economía socialista bajo los golpes combinados de la caída del sistema socialista mundial, el recrudecimiento del bloqueo norteamericano y la persistencia del retrógrado modelo centralizado de gestión burocrática con sus innumerables factores de freno a las fuerzas productivas.

En un país subdesarrollado y bloqueado, donde la producción de bienes y servicios no abastece las necesidades, ya no de la sociedad, sino tan siquiera de un mercado deprimido, no es honesto referirse a la fuerza de trabajo de los trabajadores si no es para considerarla como una mercancía que se compra y se venda en el mercado de trabajo a partir de la Ley del Valor, y donde se tengan en cuenta, como raseros para determinar su precio (el salario): el costo de la canasta básica, como nivel mínimo; la cantidad y calidad del trabajo que aporte cada uno al producto final y la demanda efectiva de ella en las diferentes ramas de la economía. Lejos de abolirlo, lo que se requiere es continuar perfeccionándolo como factor fundamental de estimulación de los trabajadores.

Para contactar al autor: mariojuanvaldes@gmail.com

14 abril 2020 15 comentarios 768 vistas
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El estajanovismo: ¿verdad o mentira?

por Consejo Editorial 7 abril 2019
escrito por Consejo Editorial

Ayer escuché en la radio la palabra estajanovista y tomé nota mental de investigar sobre su origen. Según la RAE, que es lo primero que debemos consultar cuando de palabras hablamos, el estajanovismo es el método ideado para aumentar la productividad laboral, propio de sistemas socialistas, basado en la iniciativa de los trabajadores. Esta palabra se suele usar para referirnos a formas de trabajo sin descanso, buscando la productividad y con cierta obsesión por hacer más y más. Su origen está en la Unión Soviética, como apunta ya la propia palabra.

El movimiento obrero conocido como estajanovismo, comenzó a mediados de la década de 1930 y buscaba el aumento de la productividad por el propio convencimiento de los trabajadores, por su propia iniciativa y sin que intervinieran otro tipo de alicientes para aumentar el ritmo y el tiempo de trabajo. Dentro de ese movimiento, que en sus inicios no se llamaba estajanovismo, destacó el minero Alekséi Stajánov, que sería el que acabaría dando nombre al movimiento y origen a la palabra que ha llegado hasta nuestro idioma. Por cierto, es el tipo de la derecha en la foto que está al comienzo del texto.

Nacido en 1906, consiguió destacar por encima de todos en agosto de 1935, cuando esa idea de la búsqueda de la productividad por parte de los propios trabajadores comenzaba a fomentarse en la Unión Soviética. Stajánov trabajó de forma tan efectiva, concentrada y productiva que consiguió, tan sólo en ese día, el 31 de agosto de 1935, extraer más de 100 toneladas de carbón. Era más de 14 veces el volumen de extracción habitual.

La propaganda incitaba a los trabajadores a no decaer en esa forma de trabajo y poco después otros pozos superaron los números del de Stajánov. La idea se extendió a todas las industrias, más allá de la minería. Tanto es así que se crearon conferencias para analizar cómo aumentar la producción y se formaba a los trabajadores para que fueran cada vez más y más productivos.

La propaganda, como siempre en estos casos, fue clave, así que deberíamos tomar con cierta prudencia los números de extracción de carbón que se atribuyen a Stajánov e incluso los que se atribuyen a otros pozos mineros, que llegan a varios cientos de toneladas en un solo turno de trabajo. Por supuesto, Stajánov fue un ejemplo al que se ocupó el gobierno de poner en primera línea. A partir de aquel 1935 su carrera fue hacia arriba y tuvo diferentes cargos, tanto en las propias minas, como en el Ministerio de la Industria del Carbón, siendo también diputado.

La Unión Soviética le otorgó varias medallas, reconocimientos y órdenes. El último domingo de agosto era un día dedicado al minero de carbón, precisamente en su honor por aquel gran día de agosto de 1935. En 1970, siete años antes de su muerte, fue nombrado Héroe del Trabajo Socialista.

No sé ustedes, pero después de leer todos los reconocimientos del párrafo anterior, yo soy cauto y no sabría decir cuánto del mito de Stajánov es cierto y cuánto es propaganda, aunque con seguridad destacó en su trabajo. Fue un hombre productivo pero quizás sólo para los intereses del gobierno.

En 1985 The New York Times publicó un artículo que aseguraba que la hazaña de Stajánov había estado organizada por el Partido Comunista y que el minero había recibido ayuda. Todo por aumentar la moral y tener un ejemplo que enarbolar. The Times también publicó un artículo en esa línea y hasta el periódico soviético Pravda, afirmó en 1988 que los logros de Stajánov habían sido inflados.

Lo que no puede negarle nadie a Stajánov es que el estajanovismo es un epónimo en su honor, y no todo el mundo puede decir que ha dado lugar a una palabra derivada de su nombre, fuera con razón o sin ella.

Tomado de: Curistoria

7 abril 2019 7 comentarios 960 vistas
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