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Moneda

El error de la moneda y el punto de no retorno

por Arturo Mesa 19 junio 2021
escrito por Arturo Mesa

Al respeto casi nunca se llega por un hecho puntual, sino por una trayectoria de aciertos. Respetamos la prosa del Apóstol, las actuaciones del Ballet Nacional, la música de Frank Fernández. La admiración por un deportista, escritor, médico o comunicador no está dada porque un buen día sobrepasó una meta o escribió «La Novela de su Vida», sino por el conjunto de sus aciertos a lo largo de actuaciones y desempeños.

Sucede lo mismo con un profesor. Serlo no genera en sí mismo el respeto, tampoco lo hace una demostración magistral única; sino que se construye después de acertar repetidamente en las explicaciones claras y las respuestas convincentes, también con el ejemplo.

La gestión del gobierno en la economía nacional tiene similitudes con esto. Antes de que comenzara a agudizarse la crisis durante el segundo semestre de 2019 –como efecto, entre otros elementos, de las medidas impuestas por la Administración Trump, que llegaron a las 243–, la opinión pública interna, que para ese entonces ya tenía en las redes sociales un foro para manifestarse, se mantenía medianamente cohesionada en torno a una relativa prosperidad del turismo, los pequeños emprendimientos, los viajes de placer o negocios. Tenía además grandes esperanzas en las aperturas y ampliaciones del sector privado. Sin embargo, en un momento el profesor erró en su respuesta.

En julio del 2020 tomó la decisión de que en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) también se venderían alimentos y otros productos de primera necesidad. Eso puso en duda todos los elementos de la ecuación, no solo económicos, sino sociales y políticos. ¿Cómo un Estado que pretendía eliminar una dualidad monetaria causante de injusticias e inequidades, puede inventarse otra moneda sobre la que no tiene control y que es generadora de muchas más injusticias?

Eso sembró la duda. Para justificarla, muy pronto fueron cerradas las oficinas de la Western Unión, por donde entraba el monto de las remesas al país, entregadas a la población en CUC desde hacía algún tiempo. Con ese cierre quedaba expuesto el error estratégico de depositar confianza en la moneda sobre la que no se tiene control alguno.

Moneda

El cierre de las oficinas de la Western Unión limitó la entrada de remesas a Cuba

Al principio solo se vendían en MLC productos de gama alta, en un intento de satisfacer la demanda cubierta hasta ese momento por quienes se aventuraban en viajes a Panamá y otros países de la región en busca de ganancias tras revender sus productos. No obstante, meses después se inició también la venta de alimentos de primerísima necesidad en esa moneda extraña, enemiga, ajena, en pleno proceso de sobrevaloración ante el nuevo diseño comercial.

Se volvió entonces imperiosa la necesidad de poseerla, pues sin ella no podían adquirirse productos alimenticios vitales que tradicionalmente han complementado la canasta básica con la cual se sustentan los cubanos.

Con ello se tensaron más aún las ya muy tensas condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, pues además, ningún banco o casa de cambio realiza la venta de divisas, como solía suceder en otro momento y es práctica común en cualquier lugar del mundo. Por esa causa, el acceso solo es posible mediante remesas o en el volátil mercado informal de un país que desconoce las leyes de la especulación monetaria, lo que ha triplicado el valor del dólar, en contraste con la intención nominal del Estado de elevar el poder adquisitivo de la población tras la aprobación de un aumento salarial considerable.

Para empeorar, los precios de muchos productos deficitarios empiezan a manejarse en la divisa extranjera. De no darse una pronta intervención en la economía, el poder adquisitivo de los trabajadores se deprimirá hasta niveles insospechados, muy por debajo de lo esperado con la Tarea Ordenamiento.

Depositar su confianza en una moneda foránea ha sido uno de los errores más graves que ha cometido recientemente el profesor, pensando que en sus manos tenía la respuesta. ¿Cómo creer que nos iba a salvar una divisa que nos divide al ser asequible para unos pocos e inalcanzable para la gran mayoría?

El Banco Central suspende temporalmente aceptación de depósitos en efectivo de dólares de los EEUU como consecuencia de la brutal persecución financiera del bloqueo. He ahí, otra vez, la causa principal de nuestros mayores problemas. #EliminaElBloqueohttps://t.co/UkN3m8mYTO

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) June 11, 2021

¿Cómo motivar a los emprendedores nacionales si no ingresan MLC a sus negocios?  ¿Qué hacer para que los «afortunados» –esos que reciben remesas– aporten y participen de la misma forma que lo hacen quienes no tienen acceso a esa moneda? ¿De qué manera evitar la especulación? ¿Cómo asegurar que los precios de los alimentos tengan valores correlativos con los ingresos de los trabajadores? ¿Cómo conseguir que nuestra moneda comience a respirar por sí sola? ¿Cuál es la fórmula para lograr la justicia social perdida? ¿Cuándo los ciudadanos de este país podrán concentrarse en sus profesiones y no en la siguiente cola? ¿Por qué debemos obtener divisas para comprar en las tiendas de nuestro país, si recibimos salarios en pesos cubanos?  

Nuestra preocupación no puede ser la generación de una divisa extranjera, para eso existe un Ministerio. También elegimos y depositamos confianza en grupos de entendidos –se hace desde las polis griegas y romanas– que deben representarnos de manera concreta y no formal.  Con tales medidas las molestias, al igual que las divisas, se disparan; las opiniones de quienes tradicionalmente han defendido la justeza del sistema se quedan sin argumentos, mientras el día a día se vuelve más difícil.

Ahí fue donde nuevamente perdió respeto el profesor. Los alumnos han comenzado a cuestionarse las respuestas, las analizan como con lupa, al acecho del más mínimo desliz en la línea de razonamiento, como cuando se llega a un punto de no retorno. En medio de esa duda llegó el reordenamiento y las desordenadas medidas. Para ese entonces todos estaban preparados –lupa mediante– y muy pronto se constató lo errado del enfoque del profesor, quien no siempre tiene la respuesta acertada y consecuente.  Ya no volverá a ser igual.

19 junio 2021 47 comentarios 4k vistas
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Huelga de la moneda

La huelga de la moneda 2.0

por Mario Valdés Navia 31 mayo 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Entre febrero y julio de 1907, durante la segunda intervención de Estados Unidos en Cuba, los tabaqueros de La Habana, secundados por los de Matanzas y Las Villas, protagonizaron la primera huelga victoriosa del proletariado cubano: la Huelga de la Moneda. El reclamo que hacían era recibir sus jornales, con las mismas tarifas existentes, en la moneda más fuerte que circulaba en el país: el dólar estadounidense, en lugar de pesos españoles, o luises franceses; lo cual aumentaría automáticamente sus salarios en un diez por ciento.

La resistencia de los patronos del trust tabacalero norteamericano/inglés, e industriales cubanos y españoles independientes, no logró contener la decisión de los huelguistas, que fueron apoyados solidariamente por otras organizaciones obreras de la Isla y por los tabaqueros cubanos de Cayo Hueso, Tampa y Nueva York. Hasta una firma comercial habanera les adelantó víveres que pagarían después de obtenido el triunfo. Los cinematógrafos, por su parte, ofrecieron funciones recaudatorias a favor del movimiento.

So pretexto de que la huelga ocurría ordenadamente, el gobernador Charles Magoon —interesado en promover el uso de la moneda yanqui en Cuba—, se negó a usar el aparato represivo del Estado para terminarla, o a presionar desde el gobierno a los trabajadores. Con ello terminó toda resistencia patronal y los obreros pudieron celebrar su victoria por todo lo alto. Inspirados en los tabaqueros, los obreros de la construcción, ferrocarrileros y otros sectores, repitieron el procedimiento y lograron similares conquistas.

Huelga de la moneda 2

Charles Magoon

La creación del peso cubano por el economista espirituano Leopoldo Cancio Luna, y su circulación como moneda nacional desde abril de 1915, dotó a Cuba durante ocho décadas de una moneda fuerte, con valor similar al USD, que resistió todas las crisis hasta que la debacle del Período Especial la depreciara tanto que llegó a cotizarse a 160 x 1 USD.

Tras la autorización que permitió el regreso del USD al mercado cubano (1993) —sustituido en el 2004 por su avatar criollo: el CUC— la ciudadanía tuvo la necesidad/posibilidad de cambiar, a través de las Casas de Cambio (CADECAS), sus depreciados pesos por la divisa dominante y acceder con ella a mercados más nutridos que los de moneda nacional (MN).

En diciembre de 2020, con el inicio de la Tarea Ordenamiento se esperaba que el peso cubano retornara a su puesto; no obstante, apenas cinco meses después, observamos con angustia que se depaupera a marchas forzadas. Si bien en julio del pasado año fuera anunciada una amplia estrategia económica, lo único de ella que se aplicó de manera relampagueante en el segundo semestre fue la conversión de tiendas en CUC a MLC. En aquel contexto escribí:

Su carácter transitorio ya ni se menciona, por el contrario, se enfatiza en su exitoso rol como aspiradora de remesas por la vía de un mercado cautivo. Lo que más me importuna de esta salida mercantilista son tres cuestiones: fundamentación soberbia y obsoleta, extensión indiscriminada y negación del lugar que corresponde al uso del peso cubano como derecho ciudadano.

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Colas en las tiendas que venden mediante tarjetas MLC, bienes de primera necesidad, muchos de producción nacional (Foto: EPA/BBC)

Al constatar la espiral inflacionaria en que ha caído nuestra añorada MN, dadas la contracción de su mercado y el apetito desbocado de los demandantes por USD, hallo que fui muy comedido en mi valoración de entonces.

Ante el cierre del mercado formal para cambiar pesos por divisas, ya el USD es pagado por la izquierda a 60 pesos y subiendo. Poseerlo es un imperativo para acudir a las tumultuosas e imprescindibles colas en las tiendas que expenden, tarjetas MLC mediante, bienes de primera necesidad, muchos de producción nacional.

Aunque decir que están mejor abastecidas es válido únicamente en el sentido de que los mercados en MN permanecen casi vacíos, esta forma de comercialización en una moneda extranjera ha hecho trizas el objetivo declarado de la Tarea Ordenamiento de que el salario vuelva a convertirse en el estímulo principal para el trabajo. Como afirmara en el referido artículo:

El derecho de los trabajadores a recibir por su trabajo una moneda con capacidad ilimitada para cubrir sus deudas en el territorio nacional es un derecho humano fundamental, pilar de la libre contratación en todo el mundo. Las estrategias económicas que se adopten han de reconocer y respetar ese derecho, de una vez y por todas. Nunca habrá un solo camino ante un escenario confuso, siempre habrá otras decisiones mejores que adoptar y soluciones que buscar.

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Tiendas mayoristas en MLC (Foto: Cubatel)

Enrumbar hasta límites peligrosos por un camino que retoma la primacía del mercado en la divisa foránea, podrá estimular, de no revertirse, la ocurrencia de estallidos sociales ante la caída incesante del poder adquisitivo del salario. La creciente cadena de comercios mayoristas y servicios productivos en MLC para el sector no estatal, solo contribuye a incrementar a su vez la oferta de productos y servicios en esa moneda en el mercado minorista, tanto formal como informal.

La vida nos ha enseñado que la apuesta por medidas drásticas anti-económicas, como el fomento de inoperantes latifundios socialistas, mantenimiento del acopio estatizado, desmantelamiento de la agroindustria azucarera, demora en crear las mpymes e insistencia en dolarizar el mercado interno; no han traído consigo resultados positivos ni siquiera en mejores momentos.

Félix Varela alertaba que el verdadero error no está en cometer errores, sino en insistir en ellos. La irreflexiva política económica actual está creando las condiciones para una nueva huelga de la moneda 2.0. Esta ya no sería porque nos paguen en USD, sino para abandonar definitivamente la dolarización plástica exclusiva de unos pocos. 

31 mayo 2021 25 comentarios 4k vistas
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El debate sobre los salarios y la inserción internacional de Cuba (Segunda parte)

por Consejo Editorial 19 febrero 2016
escrito por Consejo Editorial

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Por: Guillermo L. Andrés Alpízar

Estimados Roberto y Harold:

En su trabajo “¿Regalar profesionales bien formados?” el otro gran tema que trataron fue el de la política salarial. Es evidente que al mencionar las maquilas, el salario adquiere la mayor importancia, pero su análisis no ha de limitarse solamente a estas.

Para seguir avanzando es necesario hacer una diferenciación, entre el salario concebido para la empresa estatal y el que resulta de las asociaciones con capital extranjero. Por ahora nos concentraremos en el primer caso, reconociendo de antemano que es un tema imposible de agotar en estas breves líneas.

El salario que emana de los resultados productivos de las empresas propiedad del Estado, durante mucho tiempo se estructuró sobre la lógica de minimizar los pagos al trabajador, concentrando la riqueza creada en manos del Estado y redistribuyendo a través de vías indirectas. Hasta hace muy poco se encontraba como promedio prácticamente estancado en una cifra cercana a los 20 dólares mensuales.

Es evidente que dicho monto no refleja la capacidad real que se tiene para adquirir y disfrutar de ciertos servicios esenciales como la educación o la salud –garantizados  gratuitamente y base de los avances sociales de los que se enorgullece el país-, pero sí restringe la capacidad de consumo de bienes materiales a niveles por debajo de los necesarios para mantener un nivel de vida adecuado a los estándares de nuestra época.

Tal desfase entre necesidades de consumo e ingresos salariales genera incentivos negativos en el comportamiento de los trabajadores, entre cuyas consecuencias encontramos la desmotivación, la baja productividad o la emigración. Como se ha evidenciado, bajo ciertas circunstancias falta de estímulos suficientes provoca el derroche del recurso más importante para la economía: los seres humanos dispuestos a trabajar.

Es por eso que rescato una idea trascendental de su trabajo cuando plantean que “El dinero que puede estar ingresando el Estado por concepto de no pagar salarios más justos a sus Recursos Humanos, por otro lado lo está perdiendo, al no poder disponer más de esa fuerza de trabajo por la cual invirtió gran cantidad de recursos”.

Desde la perspectiva de la emigación -entendiendo que en las salidas del país predominan las razones económicas- los invito a pensar no solo en términos de cantidades, sino del talento único de cada persona que se va del país: en las manos de un artista puede estar la gran obra maestra del futuro; de un deportista el récord olímpico imbatible o de un científico la patente que generará sustanciales ganancias para la firma que realice la innovación. Así de grandes pueden ser las pérdidas incurridas por este concepto.

Es importante señalar que tratando de revertir la situación prevaleciente, se han adoptado decisiones para permitir un incremento de los salarios acorde a la mejoría en los indicadores de productividad, lo cual parece que está dando algún resultado. Así se produjo en 2014 un aumento del salario medio en más del 20%, llegando en 2015 a los 583 pesos.

A pesar de esto, aún no se han tomado medidas para que una parte de los beneficios de dicho incremento de la productividad empresarial se transfiera vía salario hacia sectores estratégicos presupuestados, como la Educación o la Ciencia.

Por otra parte, más allá de que en el debate cotidiano puede plantearse que el salario sigue siendo insuficiente para satisfacer las necesidades de los trabajadores, su evolución se vuelve un problema esencial en el desarrollo de la nación, dado que resulta incapaz generar una demanda agregada que le de cierta fortaleza endógena al crecimiento económico.

A estas alturas, puede plantearse que el costo de tener una inflación relativamente controlada a partir de salarios prácticamente congelados en un mercado con fuertes restricciones de la oferta de bienes y servicios, ha sido el estancamiento del consumo por amplios sectores de la población, y con este del tan añorado crecimiento, que pasa entonces a depender de otros factores como la inversión extranjera y el comercio exterior.

No obstante, se debe reconocer que el sistema productivo cubano es incapaz de conseguir en el corto plazo el pago de sueldos que compitan en igualdad de condiciones con el que se ofrece en los países desarrollados o inclusive en economías emergentes.

Sin embargo, un incremento racional y sostenido de los mismos, basado en un análisis objetivo de la situación, puede lograr resultados extraordinarios en retener nuestra fuerza de trabajo, así como incentivar importantes avances en el ámbito productivo. En tal sentido, no soslayemos el amor de los cubanos por su tierra, ni el peso de las expectativas sobre la mejoría de las condiciones de vida en el futuro.

Los bajos salarios actuales, aunque laceren la economía familiar en términos de consumo, poseen la singular virtud de resultar en extremo atractivos para los inversionistas extranjeros. Esta realidad puede ser el punto de partida para una concepción distinta de la inserción internacional de Cuba a partir de amplio conjunto de opciones disponibles. Sobre ese tema volveré mañana.

Un saludo afectuoso,

Guillermo

Tomado de: https://andreseconomics.wordpress.com/2016/02/18/el-debate-sobre-los-salarios-y-la-insercion-internacional-de-cuba-segunda-parte/

19 febrero 2016 143 comentarios 395 vistas
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