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Firmeza y sinceridad

por Consejo Editorial 25 julio 2018
escrito por Consejo Editorial

Por: Guillermo A. Lancero

La posición de Miguel Díaz-Canel sobre la prensa alternativa en Cuba no es un misterio. Nuestro jefe de Estado se ha expresado en el pasado con firmeza y sinceridad al respecto. Recuerdo dos ocasiones en particular: su indignación ante una publicación contra el Ché en el sitio OnCuba y su opinión de objeción acerca del texto escrito por el intelectual Arturo Arango a las palabras de uno de los delegados del VII Congreso del Partido, también en la web de OnCuba.

Díaz-Canel tiene los argumentos y los motivos para pensar que la prensa alternativa es perjudicial al país. Su estilo directo y tajante a la hora de hablar de temas duros es bien conocido y no titubea. Los profesionales de la prensa lo saben, pues este fenómeno ha sido discutido y combatido desde el interior del periodismo cubano.

Es comprensible que personas ajenas a las interioridades de la prensa cubana, alejadas de la toma de decisiones en los medios de comunicación, se emocionen al escuchar al Presidente de todos los cubanos mencionar la primicia natural de la prensa nacional, la social y la estatal, sobre cualquier otro proyecto de comunicación. “Ni los medios públicos cubanos ni sus periodistas están en venta” es un título que Granma escogió y describe el espíritu de las palabras de respaldo que el Presidente de Cuba dedicó a una sala llena de conocidos. La exaltación de referencias indirectas al teatro isabelino son delirios de alguien más.

Los principios que se esperan de los medios de comunicación (y hasta de los miembros de la blogosfera) han sido discutidos y poseen una raíz bien profunda. Simple pero contundente: estar dentro de la Revolución y defender su derecho a existir.

¿La Joven Cuba ha cometido alguna falta grave a estos principios? Las personas que señalan de este blog son revolucionarios probados. Recuerdo la época en que el boletín Panorama Mundial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba publicaba al menos diariamente los posts de La Joven Cuba. ¿Acaso no era entonces mala? Firmes y sinceros, sus creadores acompañan la Revolución y defienden su derecho a existir, pero no las agendas personales de quienes la usan para imponer sus extremismos, sus agendas personales y su vanidad.

Tienen razón. Nadie puede pararse en el exacto ecuador de la política. Sí, aciertan, pero lo expresan mal y se dispersan en alusiones gaseosas acerca del centrismo, la socialdemocracia, en un pobre manejo de las categorías políticas pertenecientes a otros contextos socio-históricos.

Los orígenes del abuso repetido del término centrista vienen de una cita, halada por los pelos, a Emilio Ichikawa, intelectual cubano residente en Miami (que también debe ser tremendo revolucionario). Sabe Ichikawa que hace 2500 años, Aristóteles planteó en su Metafísica: “El mismo atributo no puede, simultáneamente, pertenecer y no pertenecer al mismo sujeto, en el mismo sentido.”

25 julio 2018 22 comentarios 257 vistas
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La ruta hacia la verdad

por René Fidel González García 21 julio 2018
escrito por René Fidel González García

(A propósito de una información publicada por el Periódico Granma sobre las cartas de la ciudadanía)

Es justo apreciar el ejercicio del deber de transparencia que hizo el periódico Granma en la edición del pasado viernes 13 de julio en relación a la explicación de la ruta que dentro de esa publicación sigue la correspondencia dirigida a su Dirección, al balance general que hace del funcionamiento en el primer semestre de éste año de la sección encargada de seleccionar, publicar y dirigir a los organismos competentes las misivas recibidas, así como de los criterios que establece a esos fines. Como sabemos, la transparencia es una de las reglas a la que debe atenerse estrictamente cualquier institución que funcione dentro de los marcos de la esfera pública, pero es también, esencialmente, uno de los valores superiores que entraña el Socialismo como idea y praxis emancipadora.

En cambio, que se hiciese pública hace apenas unos días la carta que una intachable comunista cubana dirigió como ciudadana a la actual Directora de ese medio con la finalidad de que fuese publicada, y que esa dirección – como la anterior –  desestimó como susceptible de serlo es, en sentido estricto, y como el otro lado de una misma moneda, un sencillo y limpio ejercicio ciudadano del derecho a la transparencia que el Socialismo reivindica y exige como parte del patrimonio de justicia e igualdad que hace suyo e intenta construir en Cuba con el sacrificio anónimo y sereno de ya cuatro generaciones, también, y en esa misma consecuencia y fines, de la libertad de palabra y prensa que concede la Constitución patria a todos los ciudadanos.

Ahora que gracias a la amplia información que ofrece Granma todos sabemos cuáles son los criterios de selección públicos que guían a su dirección periodística para incluir o desestimar la publicación de las cartas de los ciudadanos que a ellos se dirigen, y la manera en que asume su responsabilidad en la racionalidad y alcances de las respuestas que ofrece a sus lectores, resulta aún más incomprensible que la misiva de una madre indignada y dolida ante la impunidad de quienes se creen intocables y se escudan detrás de altos cargos y la complicidad del silencio más denso fuese descartada para su publicación.

Una denuncia – porque ese es el contenido implícito en la carta que no fue publicada por Granma – de la flagrante violación de la letra, el espíritu y de derechos que la Constitución cubana proclama y garantiza para todos, de nuestras leyes y del funcionamiento de nuestra institucionalidad, es preciso decirlo claramente, no es en modo alguno un asunto muy específico y personal, como respondiera el Departamento de Atención al Lector de esa publicación en un depurado estilo burocrático e inaccesible al civismo. Todo lo contrario. Nos atañe a todos.

Esto es y debería ser, por necesidad y urgencia cívica de nuestros tiempos, por cuestión de principios de una Revolución cuyos cimientos se fraguaron con la sangre de los más nobles y desprendidos de sus hijos, porque en ello le va su sobrevida, o por intrínseca decencia humana, algo de cardinal interés general para nuestra sociedad y Estado, y no cabe errar, porque se juega que el dicto martiano y guevariano de sentir la injusticia cometida sobre otro como una bofetada en el propio rostro deje de dimensionar entre nosotros el propósito de la conquista de la justicia toda que nos fue legado no como una profecía estéril y desarmada, acomodaticia y circunstancial, bonita, sino como una condición imprescindible y cotidiana para la garantía de la continuidad de la ética que sustenta la dignidad plena del hombre y la mujer cubana.

¿Cómo no darnos cuenta que el trabajo de Fidel Castro – reproducido por Granma en la propia edición del viernes a la que ahora hacemos referencia –  en el que el joven revolucionario denunciaba desde las páginas de Bohemia el asalto y destrucción del estudio del escultor Fidalgo, faltando apenas seis meses para el 26 de julio de 1953, fue escrito precisamente porque no era, ni podía ser para él, o para el fotógrafo – el  mártir –  Fernando Chenard Piña que le colaboró en la denuncia pública del atropello y la alerta del probable asesinato del artista, o para otros tantos que muy pronto dejarían sobrada constancia de su consecuencia y valor cívico, tan solo un caso muy específico y personal?

Nadie escribe en Cuba, se puede decir con absoluta seguridad, a los medios de prensa institucionalizados por nuestro ordenamiento jurídico – tampoco a los órganos del Estado cubano –  en busca de notoriedad, para mentir, para pedir una prebenda, o para lacerar con malicia y encono la obra humana e imperfecta que es nuestro proyecto. A todos ellos – mucho más al Granma por ser el órgano oficial de los comunistas cubanos –  le escriben los ciudadanos, como sabe hasta el cubano o la cubana más humilde, cuando sienten que se le han agotado todas las vías institucionales, legales, o políticas para solucionar su drama, cuando se ha sido vapuleado por la apatía, la anomia y la mala administración, o la malevolencia de unos pocos, y a pesar de todo ello no les desfallece y falta la vocación y la necesidad de justicia.

Lo sabrán mejor que nadie nuestros periodistas, formados en nuestras universidades en el culto de servicio al otro, al bien común y la honestidad profesional, pero sobre todo los que a ellos se dirigen, los que en ellos siguen confiando. Se les escribe exigiendo justicia, no se les ruega. Y no hay ingenuidad en pensar así, o en obrar así. Pero no es ese un prestigio, una responsabilidad y una coherencia que se pueda aplazar por mucho tiempo sin pagar, por lo menos en nuestro caso, costos muy altos en la reproducción de los valores y las prácticas que hacen al Socialismo posible. Es preciso asumirlo, en Cuba, el drama del otro, su lucha por la justicia por singular y extraordinaria que sea es aún un drama colectivo, y precisamente por eso, porque intentamos continuar siendo en esa palabra hermosa que es el nosotros, más que uno y otro, más que uno por encima del otro.

Sería realmente torpe creer que esa exigencia de justicia, solitaria y áspera, la mayor de las veces amarga y desesperante, ingrata, que se hace a nuestros medios de prensa por problemas de nuestra cotidianidad, o por lo que pueda parecer imposible que ocurra, no es realmente lo que es. Hija del proceso extraordinario que es siempre una Revolución, y de la cultura y la ética de rebeldía que ella acuna, de su sensibilidad, es en realidad una auténtica y contemporánea defensa del Socialismo en nuestras tierras, y por filiación y andadura, una significación de lo que debe ser su democracia y su Derecho, es también una lucha por el débil contra el fuerte, por el bien contra el mal, por la igualdad de todos contra los fueros y privilegios a que unos pocos aspiran. Es también la crítica útil que emerge vivenciada de la profundidad de las historias de vidas de sus protagonistas y que necesitamos para corregir con premura los errores y carencias, para impedir las arbitrariedades posibles y reales que tenemos, porque esas historias son sin duda el relato de nuestros fracasos, el espejo que nos devuelve la imagen de lo que decididamente no queremos ser, de lo que no nos podemos permitir como sociedad.

A finales de la década de los 90 en una provincia del centro del país un alto oficial del MININT arrolló y ocasionó la muerte en un accidente de tránsito a un padre y su hijo que iban en una bicicleta cargando un cake al hogar para homenajear a la madre y a la esposa.  Fue sancionado severamente por un tribunal, y poco después la mujer que sobrevivió sin consuelo a la muerte de su esposo y su hijo, pudo comprobar que aquel hombre, seguía en libertad en un discreto y apartado puesto de trabajo en la propia provincia. Se entrevistó entonces con todo el que pudo, escribió a Fidel. Su carta fue encausada a los órganos competentes de la jurisdicción militar. Las comisiones fueron, entrevistaron, nada cambió.

La mujer, que sería hasta tratada después por algunos funcionarios como contrarrevolucionaria sensibilizó en cambio a muchos en su lucha por la justicia; en su rabia, escribió otra vez a Fidel, amargada, creo recordar con exactitud, le apuntó que le daba ya asco ver un uniforme militar más. Viendo el video en el que Raúl Castro indignado y colérico analizó los hechos con todos los involucrados en ese acto de encubrimiento de la verdad, y que fue tomado porque él estimó era la única forma de que aquella mujer creyera finalmente que la impunidad había cesado, escuchando sus justificaciones, me pregunté en aquel entonces cuáles mecanismos mentales habían logrado que entre tantas personas nadie se hubiese puesto en el lugar de la esposa y madre, en el lugar del otro, en el lugar de la decencia. Así es de banal el mal, la cobardía, y la deshonestidad cuando se le expone.

Pero los hechos son los hechos y no pueden ser disimulados. La carta que la dirección periodística del Granma no quiso publicar a pesar de constarle ya el fracaso de la mediación institucional que asume sin ser esa publicación una oficina de atención a la población, a pesar de constarle por su contenido la pedregosa ruta de desidia e ilegalidad y de silencio seguida hasta su redacción, fue finalmente publicada por quienes en diferencia hoy osan ciudadanamente, como aquel que denunciara hace ya mucho el atropello sobre el escultor Fidalgo.

En tiempos de reforma de la Constitución cubana, en tiempos de esperanza para el Socialismo en Cuba, es éste un recordatorio demasiado elocuente de que siempre algunos se sintieron por encima de la Ley, también de lo que toca hacer para no justificar lo injustificable. El hecho de que un miembro del Consejo de Estado y un integrante del Consejo de Ministros sean los presuntos delincuentes denunciados ante la Fiscalía de la República por un ciudadano no debería paralizar a nuestras instituciones.

Ya es público, no hubo que esperar política comunicativa, ni permiso. Hago mío lo escrito por un joven abogado en 1953: ¨(…) hemos sido prudentes hasta ahora en ese punto, es demasiado serio para perder el tiempo. No queremos prejuzgar, pero ya los índices están acusando…El Gobierno tiene ahora la palabra¨.

21 julio 2018 18 comentarios 336 vistas
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La mala memoria

por Osmany Sánchez Roque 30 mayo 2018
escrito por Osmany Sánchez Roque

Hace un tiempo atrás la prensa corporativa nos saturaba con las supuestas violaciones de los Derechos Humanos en la Argentina de Cristina o en el Brasil de Dilma. Hoy nada dicen de lo que ocurre en esos países y de las decisiones impopulares de los malmirados presidentes que hoy los gobiernan. Temer es el presidente más impopular de la democracia brasileña y los tarifazos de Macri le pasan factura.

Lo de Nicaragua se veía venir. Los mismos métodos aplicados en Venezuela durante las guarimbas son aplicados hoy en ese país. Los mismos “estudiantes” disfrazados sembrando el terror en las calles mientras la prensa los presenta como víctimas cuando la policía actúa para evitar que asesinen a personas inocentes. El llamado al diálogo no resolverá el problema porque a la derecha en ese país y a sus padrinos externos no les interesa dialogar sino sacar al gobierno del poder tal y como trataron de hacer con Maduro.

¿Quién habla de los asesinatos de líderes sociales en Colombia o de los periodistas en México? ¿Qué gran cadena de televisión relaciona la violencia en México con el gobierno o con el capitalismo? Solo desde la llegada a la presidencia de Enrique Peña Nieto en México han sido asesinados 42 periodistas.

Se hablará de México y Colombia si triunfan López Obrador y Gustavo Petro. Por supuesto para que salgan vencedores tendrían que vencer a la maquinaria de corrupción y compra de votos que ya echó a andar.

Al finalizar las elecciones en Ecuador, el periódico El País, dejaba caer perlas como “La sospecha de un posible fraude electoral ha estado en el ambiente desde el día de los comicios” o “El país afronta el reto de superar la polarización tras unas elecciones que dividieron a la sociedad en dos”. De más está decir que luego de la traición de Moreno, ese y los otros medios, tienen una actitud más condescendiente con Ecuador y su gobierno.

Cuba tiene muchos retos por delante, pero en ningún caso la solución estará en convertirse en un país “normal” o lo que es lo mismo, caer en la politiquería. Porque si un día llegamos a esa “normalidad”, a partir de ese momento no se volverá a hablar de derechos humanos pero seguro se violarán como nunca antes.

30 mayo 2018 126 comentarios 240 vistas
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apuntes

Apuntes para la prensa cubana

por Redacción 30 junio 2017
escrito por Redacción

Un periodista debe saber mejor que nadie cuáles son los marcos en los que se mueve su profesión, pero su público también sabe qué espera de ellos. Ayer un comentarista resumía estas ideas sobre cómo debería ser el periodismo en Cuba, que suscribimos en estos apuntes:

  • Que esclarezca qué es lo correcto;
  • Que defienda la Constitución y las Leyes;
  • Que estimule a los que se destacan en todas las esferas;
  • Que denuncie a los que violan lo correcto, los Acuerdos, las Leyes y la Constitución, y no ceje en la denuncia hasta lograr la sanción de cada violador.

En nuestra universidad había un profesor que decía que el trabajo del periodista es similar al bombero, un periodista que le tema al fuego, sencillamente no sirve para el oficio.

30 junio 2017 108 comentarios 280 vistas
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La Galaxia

por Osmany Sánchez Roque 28 junio 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

El periódico provincial nos trae hoy un reportaje a dos páginas sobre un caso de corrupción en la provincia. La investigación duró más de seis meses y en ese tiempo los periodistas accedieron a fuentes dentro de la empresa y el barrio del director, quedando claro su actitud despótica hacia los trabajadores y su modo de vida, muy por encima de su cargo. Lo anterior no es cierto, pero ojalá lo fuera.

Mucho se ha hablado del papel de la prensa en Cuba, nos llegan frases o expresiones dichas por altos funcionarios en reuniones del medio, pero en la práctica los cambios no llegan o al menos no como lo necesitamos y que conste que no es culpa de los periodistas –al menos no toda- porque conozco muchos y sé que tienen ganas de hacer más de lo que le permiten.

¿Denunciar a un directivo corrupto afecta a la Revolución, o la beneficia? Los espacios que la prensa no cubre quedan disponibles para la manipulación y las consecuencias son funestas. Hay casos y cosas que preocupan a la población y sin embargo la prensa los ignora. Veamos un ejemplo.

La Galaxia era desde junio del 2015 uno de los sitios más populares de los jóvenes en Matanzas. Su inauguración fue promocionada por la prensa matancera y según manifestó uno de sus promotores, el objetivo era “que la gente reciba lo mejor de la cultura sin trasladarse al polo turístico de Varadero…”. Todo bien hasta ahí, o para decirlo mejor, hasta el 4 de mayo del 2017 cuando una escueta nota de prensa decía:

Nota de prensa: Galaxia

Con la intención de proyectar una mejor propuesta cultural se transfirió el centro cultural audiovisual Galaxia a la Empresa de Servicios Culturales ARTEX S.A. Con sede en el antiguo Cine Bahía de la ciudad de Matanzas, Galaxia surgió desde julio de 2015 y actualmente no presta servicios debido a reajustes en su objeto social.

En los próximos días se informará a través de los medios de comunicación provinciales sobre la reapertura y ofertas de la instalación, para ello se estudian los gustos y preferencias del público al que será destinada.

Dirección Provincial de Cultura

Hasta ahí, ni una palabra más. Poco tiempo después abrió en el mismo lugar el “Centro Cultural Atenas de Cuba” y todo eso mientras por la calle rodaban decenas versiones de lo que realmente ocurrió con La Galaxia y qué provocó su cierre. No me atrevo a mencionar alguna de las bolas, pero les puedo asegurar que cualquiera de ellas es digna de Hollywood.

Ok, el periódico dice que “Con la intención de proyectar una mejor propuesta cultural…” va abrir un nuevo centro, pero ¿qué sucedió con el anterior? ¿qué piensa la población de lo que sucedió? Al parecer alguien no considera importante informar sobre el hecho.

Hace pocos escuché a tres jóvenes conversando en una guagua sobre el tema y los comentarios eran: “eso es un descaro, dejaron que invirtieran y luego les quitaron el negocio…”, “y ni los aires acondicionados les devolvieron, ahí están…”, “yo no voy ahí, lo que dan ahora es un traguito…”. Un señor mayor decía que el error de los administradores de la Galaxia fue tener éxito y que eso “el gobierno no se los iba a permitir…”

Desde fuera los medios anticubanos tratan de sembrar la duda sobre el desarrollo del sector cuentapropista en Cuba diciendo que al que tenga éxito el gobierno le quita el negocio. La falta de información oportuna entonces permite que los jóvenes y el señor mayor piensen así.

Aunque no sé realmente lo que sucedió, por los cuentos que me han hecho algunos asiduos al lugar, no me quedan dudas de que existen razones para haberle quitado la licencia a los cuentapropistas que administraban el local y para llevarlos a los tribunales, pero el vacío informativo provoca que crezcan con fuerza las bolas.

Es cierto que mientras transcurran las investigaciones no se podrá dar toda la información, pero asumir que se puede cambiar el nombre a un lugar de la noche a la mañana sin que se creen problemas es muy ingenuo o simplemente irresponsable.

28 junio 2017 47 comentarios 261 vistas
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Asamblea pública en Matanzas

por Osmany Sánchez Roque 30 marzo 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

El pasado sábado la radio matancera transmitió en vivo la Sesión Ordinaria de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Matanzas. Mientras se transmitía, algunos periodistas daban sus opiniones y el pueblo podía expresar su opinión a través de dos números telefónicos que estaban disponibles para ello. Me cuentan que, en varias ocasiones, desde la presidencia de la Asamblea leían un papelito y se referían a temas abordados por la población vía teléfono.

¿Cuántas personas escucharon el programa? No sé, yo lo encontré de casualidad porque faltó divulgación y esa es una de las deficiencias. También se pueden hacer público con antelación los temas a tratar y si lo transmite la radio pues no sería mala idea que lo haga también la televisión provincial. Si se hace en una sala cerrada, algún delegado puede “matizar” algún dato, pero si está consciente de que en su municipio lo están escuchando y con la posibilidad de llamar, entonces sería diferente.

Más transparencia y más participación. Dirección colectiva como dice un amigo, citando a Lenin. Esa es la fórmula para resolver nuestros problemas. Bien por la dirección del gobierno en Matanzas.

30 marzo 2017 130 comentarios 248 vistas
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prensa

La prensa cubana

por Francisco Rodríguez Cruz 14 marzo 2017
escrito por Francisco Rodríguez Cruz

La celebración este año del Día de la Prensa Cubana ocurre en medio de la continuidad de un profundo y enconado debate sobre el papel de los medios de comunicación en una sociedad como la nuestra, y el impacto que sobre ellos tendría la actualización del modelo económico y social.

El periodismo como profesión mantiene una aureola de reconocimiento público que nos ubica a quienes lo ejercemos en el centro del debate ciudadano sobre las demandas de información insatisfechas, así como potencia aún más la idea —a veces sobredimensionada por las audiencias— de su capacidad transformadora de la realidad cotidiana.

Lo cierto es que el modo de comunicar y comunicarnos entre los seres humanos atraviesa en este siglo por un profundo cambio de paradigmas a partir de la emergencia de nuevas tecnologías y modos de interacción social, que impactan de forma directa sobre casi todas las actividades profesionales, y en particular sobre aquellas que, como el periodismo, son a la vez sujeto y objeto de los procesos comunicativos.

La prensa cubana arriba a esta era con deudas pendientes y conflictos no resueltos en el campo de las definiciones teóricas y prácticas acerca de la naturaleza de las relaciones que deben existir entre ella y el resto de los componentes del sistema político e institucional de una sociedad que quiere construir una alternativa socialista como única vía posible de garantizar su soberanía e independencia frente al poder hegemónico del capitalismo mundial.

La declaración expresa de ese objetivo atrajo sobre la Revolución cubana casi desde sus inicios la abierta hostilidad de las grandes potencias capitalistas, en particular del gobierno de los Estados Unidos, cuyas acciones para desestabilizar el país y producir un cambio de régimen siempre incluyeron el terreno ideológico en el cual operan los medios de comunicación, y que en la actualidad son incluso más sutiles y complejas, lo cual enrarece y afecta el normal desempeño del periodismo en Cuba.

En este difícil contexto, tampoco es posible despreciar el impacto que sobre el sistema de comunicación pública inevitablemente ocasionan —si aplicamos las leyes del materialismo dialéctico— las actuales transformaciones económicas y sociales que acontecen en el país como parte del perfeccionamiento del modelo socialista, con más influencia de las relaciones monetarias mercantiles en la vida cotidiana, incremento en los flujos de capital externo e interno, y mayor diversidad en las formas de propiedad y gestión no estatal.

Ello conlleva al surgimiento de sectores y grupos sociales con diversos intereses y posibilidades económicas que requieren y tienen cómo financiar su participación en el entramado comunicacional del país, a través de iniciativas paralelas a los medios tradicionales —díganse, entre otras, el paquete semanal, los blogs, las redes sociales en internet o las llamadas publicaciones alternativas digitales—, no necesariamente hostiles ni perjudiciales para los fundamentos de la nación cubana.

En consecuencia, el escenario para el desarrollo de la prensa cubana en los próximos años implica que tendremos que aprender a lidiar en el ámbito de la comunicación pública con nuevos actores, mejores o no tan buenos en sus estándares profesionales y éticos, con intenciones más o menos concordantes con los valores socialistas que queremos hacer predominar, y debemos hacerlo a partir de la calidad, oportunidad y diversidad de nuestras propuestas periodísticas.

Ante tal panorama es urgente fortalecer y dar prioridad al desarrollo organizativo, tecnológico y material de nuestros medios de prensa, y atender a las múltiples necesidades pendientes de solución que padecemos quienes en ellos laboramos. Hacen falta además definiciones conceptuales y operativas más precisas, formulación de políticas de comunicación integradoras y consensuadas, e incluso decisiones legislativas que articulen un marco regulatorio más claro para el ejercicio del periodismo, sin que ello implique una pérdida de su dinamismo y flexibilidad.

El ejercicio de un periodismo crítico y responsable, donde la ciudadanía vea el reflejo de sus avances y problemas mediante una interpretación ética que contribuya a transformar y mejorar la realidad, no a enconarla con divisiones en bandos o rivalidades superfluas, definirá en última instancia qué medios obtendrán un mayor reconocimiento social y cuáles aportarán más a la Revolución en esta nueva encrucijada.

Tomado de: Paquito el de Cuba

14 marzo 2017 14 comentarios 312 vistas
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Las reglas del juego

por Daniel Vega Fernandez 1 marzo 2017
escrito por Daniel Vega Fernandez

En la blogosfera y en otros entornos de pensamiento crítico de nuestro país uno de los platos que se sirve a la moda, es el debate sobre el debate: la inclusión de los puntos de vistas diversos en el debate sobre el futuro y presente de la construcción de nuestro entorno actual. A raíz de contradicciones no antagónicas entre medios digitales que representan puntos de vistas diversos pero no divergentes sobre la construcción de nuestra realidad, se ha vuelto moda esta temática, que no era de trastienda sino muy actual, desde que las posibilidades que brindan los nuevos paradigmas de trasmisión de la información y el conocimiento, rompieron a contracorriente con la monopolización estatal de la comunicación y los medios de comunicación, muy a pesar del atraso tecnológico  y la carencia de una Ley de Medios que legitime o descalifique a quienes intenten ser voces alternativas en la jungla informacional.

Recientemente uno de los editores del blog La Joven Cuba (LJC), Harold Cárdenas metía el dedo en la llaga en este espinoso tema. En el artículo citado Harold, volvía como muchos otros que tocan este tema, a caer en su propia trampa, inconscientemente, como le fue señalado por varios comentarios a este artículo, publicados en el blog: al definir el límite del espacio de participación, en una Cuba, plural y de varias voces, se queda cojo en la definición de quien definiría ese espacio de participación y los límites de este o lo que es lo mismo quién excluiría a los que no quepan en el debate. Como diría el leitmotiv de uno de mis comics favoritos Watchmen, “¿Quién vigila a los vigilantes?”.

Con el modesto deseo de incluir un guisante al asado, desde un punto de vista persona, comparto algunas reflexiones. Primero una definición de partida, en la Cuba actual, participar en el debate de la forma que sea, esgrimir ideas del cariz que sean y defenderlas o publicarlas, es hacer política, sin discusión y sin que nadie se ofenda. Debemos deshacernos de los matices pre concebidos de que hacer política, es solo la acción de tomar decisiones a nivel gubernamental o hacer declaraciones a Radio Martí. A partir de este concepto, toda participación en el debate, es una acción política, aunque no sea preconcebida o pre conceptualizada como tal.  Luego mi concepto personal es que los límites a la participación deben ser definidos de formal multifactorial; en primer lugar por imperativos éticos: que las ideas no sean lesivas para la dignidad y el desarrollo de personas o grupos de personas, la Declaración de los Derechos Humanos y todas las Declaraciones que la conceptualizan, incluso las no firmadas o puestas en vigor por el Estado Cubano, deben servir de punto de partida para modelar el límite de la participación por esté ángulo. La posición personal hacia los derechos, no solo los políticos sino no los sociales, económicos etc, deben ser tenidos en cuenta a la hora de validar la participación, o sea si tú crees que todos los ciudadanos cubanos deben tener igualdad de oportunidad en el acceso a la salud, la educación, el trabajo, el desarrollo económico, los medios de comunicación, la asociación con otras personas y otras materias definidas en la legislación sobre los Derechos Humanos reconocidas por el derecho internacional, bienvenido al debate. El cómo implementar esa igualdad de acceso, respetando el derecho de los otros, es precisamente el reto y la diferencia que nos une o separa.

 La otra arista que valida, a mi juicio, es que tu derecho de participación no debe ser lesivo a la Soberanía e Integridad de la Patria, no debe ser incompatible e incongruente con el concepto de nación cubana. Plantear una construcción que incluya subordinar la soberanía a intereses extra nacionales, lesivos a la dignidad patria y a favor de estos intereses en detrimento de los de Cuba y los cubanos, está descartado del debate. Cuba debe ser y es definida por los cubanos, a contrapelo de otros intereses foráneos. Esto obviamente no excluye la participación de los cubanos en la emigración, siempre que se respete este principio. Las referencias para esta validación las podríamos encontrar en el pensamiento martiano y su concepto de Patria. Yo personalmente encuentro referentes en este aspecto en el pensamiento de Fidel Castro, pero no pretendo imponer mis referencias a nadie.

Establecidos los límites del debate, queda pendiente una vez más el tema de quien se define por consenso o a modo personal como modulador del mismo. Es un tema controversial, que depende entre otras cosas de los intereses detrás de cada medio de comunicación. Pienso que por ejemplo que no se debe a criticar a Granma o Juventud Rebelde porque validen la línea del Partido Comunista de Cuba, ya que estos son sus medios de difusión, a contrapelo de que es válido exigirle más excelencia en la política informativa y más cercanía al sentir real de las masas y a los problemas reales, cosas que explícitamente se exigen en los Reglamentos y Estatutos del PCC. De la misma manera blogs como LJC, no deben ser censurados por definir y ser coherente una política editorial propia, ateniéndose siempre a lo expresado en párrafos anteriores. Una verdad de Perogrullo es que cada medio es la voz del grupo o interés que lo financia, ese principio es válido para todos los sistemas sociales que conocemos. Si malo es estancarse en los vicios y cortedades de nuestros medios actuales, peor es caer en el otro extremo y copiar lo peor de los vicios de los medios validados por el sistema capitalista. Pienso que otras alternativas válidas pueden ser medios de prensa o información de propiedad pública, regulados por sus lectores / subscriptores quienes son los que dan soporte económico a estos medios. Propuestas muy interesantes, que sería válido explorar pueden encontrarse por ejemplo, en los libros del periodista español Pascual Serrano, ardiente detractor de la política informativa del Gran Capital, colaborador de medios alternativos como Rebelión e Insurgente, que presenta propuestas muy concretas sobre modelos de medios de propiedad pública. Resumiendo que un modulador plural, regulado por una Ley de Medios, que exija una ética compatible con los valores colectivos  y con el concepto de Cuba como nación, como premisa del derecho a expresarse libremente, debe ser lo deseado.

Este artículo no pretende ser el non plus ultra de las reglas del debate en la actualidad cubana, sino establecer algunas ideas que nos ayuden a construir entre todos las reglas del juego.

1 marzo 2017 76 comentarios 256 vistas
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