Nuestra televisión se torna francamente temeraria y muestra osadía. Libertad, dirán unos; libertinaje, será la opinión de otros. Nunca se logra complacer a todos. Lo cierto es que la conocida máxima de que todos los caminos conducen a Roma, en nuestros medios se manifiesta de esta forma: todos los caminos conducen al sexo. Sea abordando el respeto y los derechos asociados a la diversidad sexual, o difundiendo la existencia de tendencias aún menos comunes en las prácticas sexuales, estos asuntos son de los más recurrentes en los últimos tiempos.
Pero que nadie se equivoque, constantemente se aprende algo nuevo acerca del tema. Así me ocurrió al ver el programa Pasaje a lo desconocido del pasado viernes, dedicado al tema: Swingers en Cuba. Lo primero fue descubrir que existe algo denominado movimiento o fenómeno swinger. Según lo escuchado y lo que leí después, lo resumo, un poco en broma, más o menos así: onda retro a los hábitos sexuales de la horda, claro que con mayor refinamiento y sin que sean rechazadas costumbres cronológicamente posteriores, como el matrimonio y el tabú del incesto. Qué alivio esto último.
Los swingers son personas que tienen una postura totalmente libre en relación a las prácticas sexuales. Las parejas no se traicionan pues participan —o permiten—, de común y absoluto acuerdo, en el establecimiento de relaciones sexuales con otras personas, ya sea en grupos, individuales, juntos o separados, conocidos o desconocidos…en fin. Que nadie piense en el casi tradicional intercambio de parejas, esto es más transgresor.
Y tenemos club de swingers en Cuba. Y para mí sorpresa estaba invitado a hablar de él su presidente. Muy correcto y protocolar. No aclaró como fue elegido, si directa o indirectamente, sin embargo, explicó el sentido de la organización, las formas de acceder a ella; el incremento constante de la membresía; el uso de las nuevas tecnologías para concertar citas; la situación en otras provincias… Pronosticó también que seguirán creciendo como parte de una tendencia mundial.
Por supuesto que hubo una valoración desde la ciencia, de ello se ocupó la talentosa, amena y excelente comunicadora Patricia Arés, doctora en ciencias psicológicas. Esto dejó aclarado sobre la materia: que es una práctica contracultural de las relaciones sexuales y que no disuelve el matrimonio pues se basa en el consenso de los cónyuges, lo que mantiene a salvo la fidelidad. A cambiar entonces el anticuado refrán, que entre los swingers seguramente es: “Ojos que sí ven, corazón que no siente”.
De que las opiniones son conflictivas dan certeza las reacciones a un comentario sobre las parejas swingers, colgado por el periodista Fernando Ravsberg en su muro de Facebook. A un lado de la cancha algunos expresan: “lo mío es mío… y de nadie más”; otros lo catalogan de “animalidad primitiva”; “difícil de asimilar para muchos”; “triste canto posmoderno a la ausencia del compromiso”; “vamos en retroceso, la sociedad está podrida”…
Al otro lado, unos pocos acusan a los que así piensan de “gente reprimida y convencional” con “moralina rancia y retrógrada” y fundamentan que “las actividades sexuales de cada quien, siempre que sean consentidas, son tan respetables como inclasificables, ya se realicen en pareja, en solitario o en grupo…”.
En lo personal no comparto ni de lejos la filosofía swinger, aunque creo que en el ámbito de las relaciones sexuales deben respetarse las elecciones privadas. Más me preocupa el hecho de que somos surrealistas.
Si la Biblia asevera que será más fácil para un camello entrar por el hueco de una aguja que para un rico entrar al reino de los cielos; yo les digo que en Cuba es más fácil que un club de swingers, o no descarto que hasta de adorador@s del dios Príapos —divinidad fálica entre los antiguos griegos—, se presente en la televisión cubana antes que pueda hacerlo un grupo de anarquistas o simpatizantes del trotskismo, o de defensores de un socialismo antiburocrático; y no menciono otras tendencias so riesgo de que me denominen, cuando menos, centrista.
Reinaldo Taladrid, el conductor del programa, valoró con mucha razón que los swingers, a pesar de que muchos no compartan sus puntos de vista, tienen derecho a explicitarlos. Valioso precedente ese; es una lástima que solamente aplique para hablar de costumbres sexuales y no políticas.
Si continuamos por ese camino, pronto habrá que “cambiar todo lo que debe ser cambiado” en los libros de filosofía, y sustituir ciertas frases, que son casi subversivas, por otras más apropiadas a esta época. Por ejemplo, el aristotélico apotegma: “El hombre es un animal político”, podría mutar en: “El hombre es un animal sexual”; en lugar del descartiano: “Pienso, luego existo”, aquí se diría: “Sexo, luego existo”. Y qué decir de la exhortación de Carlos Marx, que pudiera quedar modificada del siguiente modo: “Proletarios de todos los países, uníos… en la cama”.