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paradigma

La prehistoria del socialismo

por Yassel Padrón Kunakbaeva 4 septiembre 2019
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Uno de los grandes dilemas actuales del socialismo cubano es el de la conflictiva relación entre los derechos individuales –reconocidos en la nueva constitución cubana— y la hegemonía socialista —también registrada en ese documento—. No se trata solo de un problema teórico: la solución que se le dé impacta en algo tan real como la vida profesional de un profesor universitario. No obstante, reconozco con pesar que no creo que se encuentre una medida adecuada, por una sencilla razón: todos quieren la solución fácil.

Para algunos, todo se reduce a poner el énfasis sobre los derechos individuales, el pluralismo, etc. Un reverdecer del jacobinismo radical que aplaudo y comparto en gran medida, pero que peca de un carácter abstracto. Para otros, se trata de sostener los pilares de la hegemonía del socialismo cubano, encarnado por supuesto en el PCC, tal y como estos han existido hasta ahora.

A los primeros, los que repiten con buenas o malas intenciones el mantra de los derechos humanos, les respondería con una simple observación: el modo de producción capitalista debe ser superado; porque es un orden que mantiene a una gran parte de la humanidad en la pobreza estructural, y además nuestro planeta no aguanta el actual modelo de desarrollo. La construcción de una república, con derechos individuales garantizados, no es suficiente para evitar el capitalismo: recuerden como el Terror jacobino fue incapaz de impedir el ascenso de la burguesía girondina.

Las repúblicas liberales han sido, en realidad, un gran punto de apoyo para el capitalismo, ya que en ellas se concibe la libertad económica vinculada a la propiedad privada, exclusiva y excluyente. En ellas, el poder público solo está para defender el derecho a la propiedad, que puede extenderse a los medios de producción imprescindibles para la reproducción de la comunidad, con lo cual se prepara el camino para que la acumulación de capital se convierta en la relación social fundamental, a la cual se subordinan todas la demás.

En el marco de esas repúblicas liberales, la defensa de una concepción limitada de los derechos individuales va en contra de los derechos de la comunidad: a decidir democráticamente el modelo económico; a una vida digna para todos; a convivir pacíficamente con la Naturaleza; a la armonía social, entre otros.

Ahora bien, para los que ponen el énfasis en la defensa de la hegemonía socialista, también tengo algunas palabras.

Cuando Marx, allá por los mediados del siglo XIX, formuló su brillante crítica del capitalismo, su pensamiento giró alrededor de dos grandes problemas de ese sistema:

  • Primero, la explotación del hombre por el hombre, sobre todo en su consecuencia más directa, el deterioro de las condiciones de vida del proletariado. Esa debía ser una de las principales razones que llevarían a la clase obrera a la revolución.
  • Segundo, la enajenación. Marx fue un pionero en ver como el capitalismo convertía las capacidades intelectuales del hombre en fuerzas enajenadas fuera de su control. Esta vertiente de su pensamiento sería desarrollada en el siglo XX por Lukács, en su obra Historia y conciencia de clase, aportando la noción de “cosificación”. Lukács mostró como el capitalismo generaba modelos de racionalidad que le eran consustanciales, los cuales consistían principalmente en mecanismos para objetualizar a las cosas y a los seres humanos, para así ejercer la dominación.

Más recientemente se ha añadido un tercer problema, el desastre ecológico, pero esa es otra historia.

A dónde quiero llegar es a lo siguiente: ¿cuán efectivos han sido los procesos de transición socialista que recoge la historia hasta ahora, incluyendo el cubano, a la vista de estos problemas?

A mí me gusta creer que, en esta vieja lucha contra el capitalismo, todavía falta mucha lluvia por caer, y que lo que conocemos hasta ahora es solo el primer puente que se construyó. Ese primer puente que se ha intentado es el que, sobre el papel, se llama dictadura del proletariado, aunque en realidad se caracterizó por un uso abusivo de la lógica de la vanguardia, lo que abrió el camino a que se estableciera una dominación burocrática.

Ese primer puente, ese modelo, ha sido relativamente eficaz en solucionar el problema de la explotación económica y la pobreza extrema generadas por el capitalismo. Eso se ha logrado redistribuyendo la riqueza y universalizando la seguridad social, la educación, la salud.

Sin embargo, ese sistema ha sido incapaz de combatir el segundo problema. Todo lo contrario, en ciertos aspectos lo ha agudizado. Los modos de dirección social de los modelos de transición socialista que se conocen hasta ahora están basados en mecanismos cosificadores, lo cual se hace evidente cuando se ve el papel primordial que toma en ellos el concepto de Administración.

Solo hay que ver los actuales debates sobre la economía cubana: todo gira alrededor de la proporción entre mecanismos económicos y administrativos. Los mecanismos económicos se asocian al libre desarrollo del mercado, los administrativos a la intervención del Estado. La preeminencia de los económicos se asocia al capitalismo, y la preeminencia de los mecanismos administrativos es considerada nada menos que como la marca distintiva del socialismo.

Socialismo igual a Administración.

¿Pueden imaginarse mayor afrenta a la intención libertaria del pensamiento marxista?

En los países del capitalismo desarrollado, la cosificación es un fenómeno que existe como el anverso dialéctico de la libertad individual, es el límite en el que esa libertad queda vaciada de contenido. Pero bajo la dominación burocrática, la cosificación es simplemente el lente cotidiano a través del cual es resuelto cada problema, cada trámite, cada asunto. Con la racionalidad administrativa se da la grotesca paradoja de que, lo que es el peor resultado ideológico del capitalismo, es tomado, por los que pretenden superar ese sistema, como punto de partida.

¿Por qué esta deformación? Hay muchas razones. Tiene que ver con el hecho de que esa transición se intentó en países atrasados, que tenían que pensar más en resolver el primer problema que el segundo. Además influye la feroz agresividad con la que los poderes del mundo capitalista han atacado a estos sistemas, favoreciendo que en ellos se desarrollara una mentalidad de cerrazón espartana.

Tiene que ver con que los hombres que se lanzaron al socialismo no han estado a la altura de un reto tan grande. Sus mentes en cierto modo seguían perteneciendo al viejo mundo, e intentaban solucionar los problemas que surgían con las herramientas mentales de ese contexto. Muchos socialistas creyeron que la racionalidad administrativa, con toda su aura de ilustración y cientificismo, era la joya que debía salvarse, la joya que los burgueses monopolizaban y que debía ser puesta al servicio del pueblo. Solo muy tarde se comprobó que esa joya era más bien una bola de pegamento, que los dejaba atrapados en la telaraña envejecida.

Estos primeros modelos de transición socialista, de dominación burocrática y estatista, probablemente serán recordados algún día como la prehistoria del socialismo, como aquellos locos intentos de construir el mundo post-capitalista usando mecanismos racionales y categorías económicas de ese sistema social; ni siquiera los del capitalismo más desarrollado.

El segundo puente, el del futuro, será el de la república socialista. Es decir, una república verdaderamente democrática, en la que el mundo de la producción económica se organice sobre bases no autoritarias, y en la que los derechos individuales se engarcen sin contradicción con los derechos de la comunidad. Debe desaparecer la propiedad exclusiva y excluyente sobre los medios de producción imprescindibles para la reproducción de la vida de la comunidad. Debe surgir la propiedad social, pública y voluntaria, de los trabajadores sobre los principales medios de producción.

No se tratará de administrar sino, de crear.

El pensamiento mecanicista, mercantilista y positivista será sustituido por el pensamiento complejo y dialéctico, impulsado hacia la cooperación y la solidaridad.

En esa república no habrá ningún problema en escuchar a los que estén en contra del orden social. Estos difícilmente lograrán que sus conciudadanos renuncien a los derechos y la seguridad alcanzados.

La gran pregunta es si se puede dar ese salto partiendo desde un sistema de transición socialista del viejo tipo, como desgraciadamente sigue siendo el cubano. Yo creo que la Revolución tiene el potencial, por muchas razones históricas, para dar ese salto de paradigma. Quiero creer que la nueva constitución es un reconocimiento tácito por parte de los que dirigen de que es necesario ese salto, esa radicalización republicana y socialista. Todo lo cual no significa, sin embargo, que finalmente se logre dar el paso.

Los viejos métodos, la cerrazón de la Guerra Fría, los intereses creados, el imperialismo, todo conspira. Menos se resolverán los problemas mientras se sigan buscando soluciones simples.

4 septiembre 2019 41 comentarios 355 vistas
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paradigmas

LJC estuvo en Paradigmas

por Yassel Padrón Kunakbaeva 30 enero 2019
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Del 22 al 25 de enero transcurrió en el recinto del Pabellón Cuba la edición número trece del Taller de Paradigmas Emancipatorios, auspiciado por el Instituto de Filosofía, el Centro Martin Luther King y la Fundación Rosa Luxemburg, entre otras instituciones. Participaron organizaciones y movimientos sociales sobre todo de América Latina, pero también de otros lugares del mundo. Contó con la participación de las organizaciones políticas y de masas cubanas, así como de la Red de Educadores Populares y del Proyecto Nuestra América. La Joven Cuba también estuvo presente allí, representada por Miguel Hayes y quien escribe estas líneas.

El evento transcurrió marcado por la diversidad cultural y la policromía simbólica. Fue interesante ver las diferentes formas en que se enfocan las luchas sociales en los diferentes territorios, desde el feminismo, la reivindicación de los derechos de los pueblos originarios, la defensa de los recursos naturales, la construcción de experiencias de poder popular, de autogestión y economía popular solidaria, la defensa de proyectos de socialismo del siglo XXI, etc. Y fue también conmovedor ver la presencia de la Revolución Cubana, su simbología y sus ideales.

Los sesenta años que se conmemoran fueron la ocasión perfecta para reflexionar sobre cuál es el escenario real en que se encuentra la revolución

Un momento realmente estremecedor del evento fue cuando se interrumpió el programa para hacer un pronunciamiento de solidaridad con Venezuela, el día que comenzó el intento de golpe de estado. La delegación de venezolanos tomó el estrado y se pronunció a favor del Presidente Nicolás Maduro y de la continuidad de la Revolución Bolivariana. En sus rostros se veía que estaban realmente preocupados por el futuro de su país.

Para mí, fue particularmente especial tener la oportunidad de conocer a Bertica, la hija de Berta Cáceres. Al hablar con ella, pude enterarme mejor sobre las luchas que se libran en Honduras, país que, en sus palabras, se ha convertido en un verdadero “experimento” de dominación capitalista. La hija de la luchadora asesinada me contó también de su admiración por Cuba y por la forma de ser de los cubanos.

Miguel y yo participamos en los talleres, intentando humildemente aportar algo en ese foro de la izquierda latinoamericana. Llevamos nuestra experiencia de jóvenes cubanos que utilizan las nuevas tecnologías para renovar los modos en los que se hace comunicación política desde la revolución.

Por otro lado, tratando de ser coherentes con lo que significa La Joven Cuba, llevamos allí la voz de la gente humilde de los barrios y campos de nuestro país, gente para la que las agresiones del imperialismo son algo lejano y difuso, mientras que sufren a diario los abusos de la burocracia.

El evento culminó con un llamado a la articulación de esfuerzos en la lucha contra el imperialismo y contra la ola derechista que asola la región. Es bueno ver que la izquierda todavía tiene ganas de echar la pelea, a pesar de las decepciones, los retrocesos, los errores, etc. Se trata de una lucha que tiene que ser continental, si se quiere tener posibilidades de éxito. Nosotros, desde La Joven Cuba, solo quisiéramos añadir una pequeña nota al pie: la lucha tiene ser contra todas las formas de dominación, vengan de donde venga.

30 enero 2019 5 comentarios 222 vistas
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ejemplos

Ejemplos

por Osmany Sánchez Roque 17 mayo 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

La polémica forma parte de la realidad cubana. Cualquier tema la genera, desde el deporte, pasando por la política cultural, la economía… bueno quizás sea más sencillo decir cuáles son los temas que no la generan. Ayer se hablaba de paradigmas en LJC y hoy quiero dar mi opinión sobre el asunto.

No son estos los tiempos en los que todas las escuelas contaban con buenos profesores y si somos capaces de recordar el nombre de nuestra maestra de primaria, o secundaria es porque en algún sentido marcaron nuestras vidas. Tampoco entonces teníamos Internet, redes sociales, el paquete… en fin que comparar momentos históricos o generaciones es muy difícil y se corre el riesgo de cometer imprecisiones.

El primer paradigma para nuestros hijos tenemos que ser nosotros mismos.

Mi salario no me alcanza –lo que no es noticia- pero el día que mi hija llegó a la casa con una cartera que encontró en el camino con más de cuatrocientos pesos, no le dije que nos la quedaríamos, sino que íbamos a devolverla. Un gesto tan sencillo puede marcar su vida.

Que nuestros jóvenes sean seguidores de Messi o a Cristiano Ronaldo no significa que estén enajenados o que no sean capaces de admirar a un atleta nuestro, que de hecho son seguidos en otras latitudes. Seguramente los miembros de la generación de centenario coleccionaban postales de peloteros de Grandes Ligas o que participaban en la Liga Profesional cubana y todos sabemos de lo que fueron capaces.

Ayer se hicieron comentarios tipo: “en Cuba se vive de la historia o de proyectos futuros a largo plazo” y no es casual, eso es lo que dictan las matrices de opinión. Los médicos cubanos que son capaces de arriesgar su vida para para salvar la de otros a miles de kilómetros de Cuba son paradigmas a seguir. Los Cinco también lo son. Ellos son frutos de la Revolución y parte del presente, no del pasado o de un futuro lejano.

A mi juicio el problema no es que no tengamos paradigmas, creo que tenemos muchísimos, sino que no hemos sabido convertirlos en ejemplos a seguir. Nuestros jóvenes ven al reguetonero con gruesas cadenas doradas en 23 y M como al tipo duro, pero el médico que arriesga su vida solo aparece en el noticiero.

Los paradigmas también se construyen. No mediante la manipulación sino con ejemplos. Al presidente de la FEU en mi Facultad le estamos haciendo el proceso de crecimiento para las filas del Partido Comunista de Cuba. Cuando el núcleo le preguntó por qué tenía interés en ingresar a las filas del PCC, respondió que sus padres son militantes y esos principios le fueron inculcados desde la casa.

Si nuestros médicos, artistas o deportistas son reconocidos en todo el mundo. Si los miembros de la Brigada Henry Reeve van a África a salvar vidas, arriesgando las suyas. Si los Cinco estuvieron 16 años encarcelados y no se rindieron. Si jóvenes como Omar desean ingresar el Partido siendo estudiantes para seguir el camino de sus padres y ayudar a construir un país cada día mejor, entonces estoy tranquilo.

Si nuestro pueblo ha estado resistiendo durante décadas las presiones del país más poderoso del mundo, entonces no me preocupo. Mis hijos crecerán siguiendo paradigmas; a mí me corresponde señalárselos.

17 mayo 2017 45 comentarios 287 vistas
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Cómo se forma un revolucionario… antimperialista.

por Consejo Editorial 8 octubre 2014
escrito por Consejo Editorial

Un post escrito hace 4 años… pensando en el Che.

8 octubre 2014 33 comentarios 221 vistas
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Cómo se forma un revolucionario… antimperialista.

por Consejo Editorial 19 octubre 2010
escrito por Consejo Editorial
Ernesto Che Guevara y Aleida Guevara

Che y su hija Aleida

Por: Guiteras (Harold Cárdenas)

Desde pequeños, los niños cubanos tenemos como paradigma del revolucionario a Ernesto Che Guevara. En las escuelas primarias del país, es común escuchar a los pioneritos  expresar su consigna: “seremos como el Che”. Pero, ¿realmente sabíamos lo que decíamos? ¿Decirlo nos daba conciencia política? ¿Decirlo a coro nos hizo más revolucionarios o nos acercó al Che?
Desde esa edad y durante el resto de los niveles escolares se nos habló sobre los mártires, sobre las guerras de independencia y sobre la Revolución. Voy a hablar ahora de mi caso particular, pero no creo ser la excepción en mi generación, el impacto real de estos intentos por formar una conciencia en mí fue muy pobre. Pasó como pasa actualmente con algunos spots televisivos y el manejo que se hace de estos temas en relación a la juventud, una saturación de mensajes políticos que puede terminar en aversión o apatía, exactamente el objetivo contrario de lo que se busca.

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19 octubre 2010 64 comentarios 330 vistas
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