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El Colimador y el dinosario

por Consejo Editorial 10 marzo 2016
escrito por Consejo Editorial

cropped-El-Colimador-BannerPor: Harold Cárdenas Lema

Cada cierto tiempo ocurre algo en las redes que nos despierta y recuerda que el dinosaurio sigue aquí entre nosotros. Cuando se lanzó la campaña -ya olvidada- por el cambio de mentalidad, muchos subestimamos la capacidad de superviviencia que tiene el dogma, su tenacidad en existir y su habilidad para disfrazarse bajo un discurso seudorrevolucionario. Entonces desaparece un blog valioso para el país como es El Colimador y recordamos a Monterroso. Hay que plantarle pelea al dinosaurio.

Estas líneas no las escribo por un compromiso personal con Ruslán Olivares porque nuestros caminos no se han cruzado lo suficiente para una amistad, pero la lucha por mantener su blog no es solo suya sino de muchos. Que le quieran imponer límites editoriales a su bitácora no es algo coyuntural sino otra batalla más de un fenómeno mayor en Cuba. Nuestra generación sigue buscando un espacio de participación social y política que no sea heredado sino en nuestros propios términos.

Esta capacidad de decidir cómo, dónde y por qué luchar, la tuvo la Generación del Centenario sin necesidad de pedirle permiso a nadie. ¿Vale entonces esperar que los jóvenes de ahora pidan permiso para ello?

En vez de socializar la libertad, de acoger el pensamiento y canalizarlo hacia lo útil, algunos optan por cortarle alas a lo que no cuadre con el esquema cerrado de lo políticamente correcto. Por suerte la plataforma Cubava no es la Revolución, mucho menos sus administradores y los errores que estos puedan cometer.

Lo usual cuando comienzan las presiones sobre alguna persona o se le va encima a un blog, es suponer que “por algo será”. Cuánta verguenza no darle el beneficio de la duda a la gente. Muy contradictorio resulta entonces el discurso político que se refiere a la confianza en la juventud cuando se hacen disparates así y no impera el sentido común sobre una medida que a menudo no es más que exceso de protagonismo de algún funcionario.

No sé si Ruslán ha publicado algo exagerado o cometió algún error, ni siquiera eso es lo importante. A nadie se le ocurrió sacar a Fidel del cargo cuando fracasó la Zafra de los Diez Millones, pero con mucha prontitud se presiona a un bloguero, un periodista o un joven que hace un comentario “fuerte” en un debate universitario.

Ruslán publicó su post diciendo que hasta aquí ha llegado y eso me aterra porque lo es una metáfora de cosas que pasan hoy en un contexto más que complejo. Cuando se defiende un blog como este no es solo por la necesidad básica de justicia sino porque la impunidad del hecho se convierte en precedente para su multiplicación. Y hay que salirle al paso.

Ojalá el Colimador no se detenga, porque de ser así por razones injustas y no tener nosotros capacidad para revertir esta situación, estaremos retrocediendo también como proyecto. Si ni siquiera podemos darle a los jóvenes un lugar donde luchar, un proyecto personal de participación que defender mientras la mayoría prefiere desconectar de la política, estamos perdidos. Si no sacamos al Colimador de esta posición, hasta aquí puede estar llegando no solo él sino nosotros también como proyecto de país mejor. Y habrá ganado el dinosaurio.

10 marzo 2016 109 comentarios 678 vistas
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Ganar terreno sin venderle el alma al diablo

por Consejo Editorial 14 octubre 2015
escrito por Consejo Editorial

image-germany-flag-wallpaperPor: La Joven Cuba

Si mañana la CIA, la NSA o la mismísima FNCA invitara a un evento donde pudiéramos hablarle a un grupo de personas sobre la realidad cubana, no dudaríamos un momento en asistir. Ellos podrán tener sus intenciones, pero no podrán poner en nuestra boca palabras que no queramos decir. Replegarse, esconderse, atrincherarse no puede ser la solución, cuando desde hace tiempo sabemos que esta guerra es de estrategia e ideas.

La cuestión no es aceptar o no las “armas del enemigo” sino el uso que se les da. Una de las razones por las que el gobierno de los Estados Unidos no ha podido cumplir sus sueños de crear una oposición real en Cuba es porque sus acólitos han actuado solo por dinero. Siguiendo la voz del amo y sin opiniones propias. Seguramente anhelan encontrar gente joven que quiera oponerse a la Revolución por convicción, pero les va costando mucho trabajo.

Por esto días se crea la polémica sobre la asistencia de un grupo de cubanos a un evento en Alemania y de proyectos periodísticos relacionados con el mismo. El problema no es el evento en sí, sino lo que hay detrás del mismo. Si existen pruebas de que Reporteros sin Fronteras está detrás de eso, pues que se denuncie, pero que no se intente crucificar a los asistentes al evento solo por estar. ¿O seguiremos creando daños colaterales en Cuba?

La izquierda siempre estará en desventaja en cuanto a atención mediática se refiere. No creemos en la teoría de que asistir a un evento de la Derecha lo legitime. Si no vamos nosotros entonces quedará ese espacio ahí para que lo llene otro, con un mensaje que nos haga daño.

Es derecho de cada cual aceptar o no el dinero que le brinden. Su inteligencia y su conciencia le permitirán hacer lo correcto, incluso Fidel puede contarnos cómo se hace revolución con las armas del otro, lo que no está bien es burlarse de la inteligencia de los demás. Es legítimo que aquí en Cuba, un bloguero le diga a algún funcionario que seguirá escribiendo con responsabilidad y criticando lo mal hecho, pero decir en una entrevista en el exterior que “eso ya no me lo pueden prohibir”, parece más una bravuconería que un reclamo de derechos.

No está mal denunciar la subversión que se hace a nuestro intento de gobernarnos sin patronazgo foráneo, sin vergüenza porque eso “nos marque” pero al hacerlo debemos ser precisos y justos en no provocar los daños colaterales. Algunos textos escritos con demasiado entusiasmo pueden provocar un efecto menor y otras respuestas más emocionales que explicativas, incrementan las dudas. No olvidar que algunos se alimentan con este tipo de polémicas, adoptan una posición de víctimas y terminan atrayendo más seguidores. Lo más importante es siempre la obra que hace cada uno, qué contenido se genera y a quién beneficia.

Bienvenidos sean todos los espacios que podamos disputarle a los oportunistas que antes hablaban a nombre de un país que no comulga con ellos y su versión extremadamente negativa de nuestra realidad.

Acudamos entonces a estos escenarios pero conscientemente, que la ingenuidad a veces es normal y hasta conveniente pero ayuda poco al periodismo comprometido (no es lo mismo que dócil) que tanto necesitamos en Cuba. Hay que ganar terreno evitando venderle el alma al diablo y evitar que surja un Fausto pero siempre con el cuidado de no ser injustos con jóvenes valiosos para construir este país. Al menos esta es nuestra filosofía de vida.

(Las opiniones expresadas en este artículo reflejan solo el pensamiento de los tres administradores de La Joven Cuba)

14 octubre 2015 157 comentarios 289 vistas
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Fidel en su justo lugar

por Consejo Editorial 15 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

fidel-jovenPor: Carlitos

Los medios oficiales celebraron el 13 de agosto el cumpleaños 89 de Fidel. Desgraciadamente, el compañero Fidel, el líder histórico, nos viene ensalzado como una estatua inmaculada, un ser de otro planeta, incapaz de cometer errores y responsable de todas las virtudes reales e imaginarias de nuestro modelo social y de todas las buenas ideas que parió el socialismo en estos cincuenta y tantos años.

Sin embargo, los medios alternativos van al otro extremo y hacen caso omiso del tema. Desde hace rato percibo que sobre Fidel nadie se arriesga a hablar y cuando se hace, se toma distancia, tratando de guardar un equilibrio que nunca es tal sobre lo bueno y lo malo que caracterizó a su personalidad.

Y temo, por esa razón, que la historia y la visión de las nuevas generaciones sea injusta con una de las figuras más importantes de la historia cubana. Dado que la historia tiene el sabor de quienes la escribieron y los que la escriben tienen muy cercana la huella reciente, es muy probable que se recuerden sus momentos de menor lucidez y se olviden otros fundadores de la historia de nuestra nación. A veces siento que, desde esta perspectiva, Fidel está pagando el precio de vivir mucho tiempo.

Fidel no es un dios, pero ello no quita reconocer lo que significó para los cubanos. Yo solo quiero resaltar cuatro cosas.

Primero, Fidel es lo más cercano que pudiéramos conocer a un revolucionario. Revolucionario, en el amplio sentido de la palabra, implica ver algo torcido y pensar que se puede volver a levantar desde 0. Se dice fácil, pero pocos se atreven. Por eso comprendió que una Revolución no podría hacerse desde los partidos tradicionales, sino desde un movimiento de masas, sin móviles e intereses políticos. Ya en los últimos tiempos quiso hacer algo similar con la Batalla de Ideas, un proyecto que implicaba salirse de las instituciones tradicionales (gobierno y Partido) y ser dirigida por jóvenes. En este caso, otros cálculos le fallaron, pero es innegable su visión revolucionaria de las cosas, incluso para un hombre que llevaba 40 años en el poder.

Segundo, Fidel es un movilizador y un comunicador nato. Ahora, a destiempo, se ha hecho moda decir que llevamos 50 años haciendo cosas obligadas. Y es verdad que mucho daño nos ha hecho la doble moral, pero también hay muchos por ahí que lloraban con las “intervenciones del Comandante” y les queda muy bien ahora el discursito de que fui porque no me quedaba otro remedio. Vamos a hablar claro, Fidel tenía la capacidad de convencer. Cogía una cámara y se paraba en un teatro y la gente salía convencida de que iba a cambiar el mundo, aun cuando a veces fueran directo a cometer un disparate. No voy a hablar de los que fueron a Angola, que muchos conocí que lo viven por orgullo. Yo sé de mi experiencia en la Universidad, donde vi más de 3000 estudiantes salir de un discurso de tres horas convencidos de que iban a comerse el mundo con las Brigadas Universitarias de Trabajo Social o a cientos de estudiantes esperar seis horas para verlo o tocarlo al salir del Aula Magna. Y eso no fue en los 60´s, fue en los 2000. Tiene una personalidad que imanta, impresiona, era un líder nato.

Tercero, Fidel es un estratega político de altos quilates, que logró cambiar la historia mundial y al que las principales figuras mundiales, desde papas, premios Nobel, estrellas del deporte y el cine hasta presidentes occidentales trataban a su nivel. Por eso, se le puso difícil a Nikita durante la crisis de octubre, algo a lo que no se atrevía casi ningún líder del antiguo campo socialista. Por eso, apoyó la lucha contra el apartheid y los movimientos de izquierda en América Latina por iniciativa propia, y no “por ser parte de la estrategia socialista mundial”. Y, por eso también, la historia (que se escribe en círculos) parió décadas después un cambio de época en América Latina, que abrió un mar de nuevas posibilidades para Cuba (incluido el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos).

Cuarto, Fidel es un político que se armó de una autoridad moral basada en sus nobles sentimientos y en su capacidad para estar cerca de la gente. Parece una bobería, pero desde hace mucho tiempo escasean políticos con buenos sentimientos. Lo que más caracteriza a los políticos (sobre todo a los más exitosos) es su pragmatismo, lo cual muchas veces no va acompañado de la defensa de los mejores valores. Fidel le pidió a la gente que aguantara durante el Período Especial, pero se le aparecía en los campamentos de la agricultura y, cuando se armó la única revuelta seria que yo recuerdo en La Habana, pidió que no llevaran a las tropas especiales y se apareció en dos jeeps y varios escoltas en medio de la tumultera, cambiando el sentido de aquello que estaba pasando.

Fidel no es perfecto. Su fe en los imposibles le impidió ver la economía con pragmatismo y su obstinación, si bien fue lucida y útil en muchas ocasiones, nos jugó malas pasadas en otras. Nuestra historia lleva el sello también de muchos de sus errores (ese es uno de los costos de gobernar mucho tiempo), de los cuales tenemos que hablar para no cometerlos de nuevo. Pero la preocupación por lo que no hemos podido ser, no nos puede impedir poner en su justo lugar a este fuera de serie de la historia que nos tocó vivir.

15 septiembre 2015 118 comentarios 667 vistas
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El campeón de los derechos humanos

por Consejo Editorial 8 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

cuba-derechos-humanosPor: Carlos Lage Codorniú

Kerry hace sugerencias a Cuba en materia de derechos humanos en su discurso del 14A y proclama a Estados Unidos (una vez más) como campeón universal en esta materia. Bruno Rodríguez responde directamente en conferencia de prensa en el Hotel Nacional y Cristina Escobar en el Noticiero de Televisión, ambos con un discurso similar: Cuba, que tiene una práctica impecable en la protección de los derechos humanos según su propia visión del asunto, tiene preocupaciones sobre cómo se ejercen en los Estados Unidos.

Estados Unidos viola el derecho internacional, no ha firmado múltiples tratados que implican el respeto a derechos humanos fundamentales, promueve guerras injustas y mata con drones a civiles inocentes por orden presidencial; tiene un sistema político donde el dinero manda (ahora mismo que no permite gobernar) y crea una ilusión de reality show muy eficiente, se ve un incremento de casos lamentables de brutalidad policial y discriminación racial, etc.

Cuba, por su parte, tiene una hoja intachable en política internacional, avances notables en el acceso a los derechos sociales, culturales y económicos, si bien estos últimos han estado limitados por la capacidad de generar riquezas como país. El país insular ha rediseñado el concepto de la solidaridad internacional y ha intentado, desde la cultura, establecer patrones diferentes respecto a la realización del ser humano. Sin embargo, Cuba tiene aún deudas amplias en términos de derechos políticos, componente fundamental de los derechos humanos.

Ambos grupos de derechos (políticos y económico-sociales) son necesarios para la realización plena del ser humano. Un político poco conocido de los Estados Unidos (que descubrí en la serie de Oliver Stone “La otra historia de los Estados Unidos”), el vicepresidente y candidato presidencial Henry Wallace dijo en los años 40´ (cito de memoria) que el comunismo y el capitalismo necesitaban confluir, el primero hacia mayores derechos políticos y el segundo hacia mayores derechos económicos y sociales.

La política es el arte de lo creíble. Cuando estaba en la universidad y empezábamos a discutir duramente sobre muchos de estos temas, el argumento más creíble que asumimos es que Cuba quería desarrollar los derechos políticos, pero tantos años de conflicto y agresión, nos habían obligado a restringir algunos o desarrollarlos de manera sui generis, por el bien de la soberanía nacional (aquello de Cintio de un parlamento en una trinchera). A su vez, se imponía el reto de reconstruir el ideal de los derechos políticos, porque la experiencia capitalista, excluyente y subordinada al dinero per se, no era una garantía de su práctica plena.

En las negociaciones con Estados Unidos nos asisten miles de argumentos para no admitirle a Kerry su prepotente declaración de campeones de los derechos humanos (aunque cualquier día mejor que el de la apertura de la embajada). Pero esa contrarréplica, cuando se hace desde la descripción de un país idílico, en el que no vivimos, pierde receptores, gana el desenchufe directo de muchos de los principales interlocutores a los cuales estaría dirigido el mensaje.

¿Por qué no podemos decir que es verdad que tenemos insuficiencias en la práctica de los derechos humanos, pero que es el resultado del país que hemos podido construir en medio del bloqueo y las múltiples agresiones? ¿Por qué no podemos decir, que ello se debe también a los intentos no siempre fructíferos de construir una democracia diferente a la fallida democracia capitalista? ¿Por qué no decir que lo haremos, pero no por la sugerencia de nadie, sino porque nos asiste el derecho pleno de hacerlo como nos venga en gana?

¿Será consecuencia de una descontextualizada mentalidad de fortaleza sitiada o de que no existe la verdadera voluntad de hacerlo?

8 septiembre 2015 65 comentarios 194 vistas
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¿Ella es tu tía?

por Consejo Editorial 4 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

 

sociedad-cubaPor: Lil

Mi mamá tiene 12 sobrinos y sobrinas. Por ello, yo tengo 12 primos y primas por vía materna. Eso lo aprendí bien a pesar de no ser muy buena con las matemáticas. Soy capaz de contar la cantidad de tío/as y primo/as que conforman mi familia, partiendo exclusivamente de los lazos consanguíneos. Pero les confieso que una tarde dudé. Dudé de la matemática elemental que aprendí en la escuela. Dudé de si realmente yo era hija de mi mamá. Pensé en dos posibilidades o me está fallando la matemática y ya no es la ciencia exacta que dicen que es, o quizás, como en culebrón cubano o brasileño, me cambiaron en el cunero del Hospital Nacional cuando un total desconocido para mí llamó “tía” a mi mamá en el Parque Central.

4 septiembre 2015 31 comentarios 357 vistas
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Kerry en La Habana… ¿y ahora?

por Consejo Editorial 14 agosto 2015
escrito por Consejo Editorial

Foto: CubadebatePor: Harold Cárdenas Lema

Si hace un año alguien hubiera descrito lo que hemos visto hoy 14 de agosto lo habrían tildado de loco. En las dos orillas se pensaba que las diferencias eran irreconciliables, pero ya sabemos que no es así. Este es uno de esos días que recordaremos por mucho tiempo, hay conciencia de eso.

La superficialidad con que se aborda la política estadounidense en la televisión cubana afirmaba que Obama nunca podría llegar a ser presidente y se equivocó, decía que la mafia anticubana de Miami definía las relaciones entre ambos países y se equivocó también. Por suerte cada vez es más común ver a especialistas comentar sobre las relaciones cuando hace solo un año estaban más ajenos a los medios. No obstante y por muy sensible que sea el tema, mientras los periodistas cubanos deban tener el permiso del Ministerio de Relaciones Exteriores para hablar sobre Estados Unidos, no tendremos una situación de normalidad.

La irracionalidad de la política estadounidense hacia Cuba logró imponerse durante más de medio siglo. Ni siquiera el pragmatismo estadounidense pudo contra el odio de los que huyeron de Cuba en 1959, muy comprometidos con una dictadura sangrienta que cada mañana dejaba jóvenes torturados y muertos en las calles del país. Contra nosotros se empleó todo, desde la invasión armada hasta la guerra biológica, sin mucho resultado. El 17 de diciembre en La Habana se celebraba un evento sobre relaciones internacionales con especialistas de ambas partes que fue interrumpido con la noticia, ninguno de ellos imaginaba el cambio de política que ambos presidentes venían cocinando desde hace tiempo.

Que ahora tengamos embajadas es un acto elemental de justicia y augura nuevos desafíos pero sin dudas estos cambios son para mejor.

Me preocupan muchas cosas con vista al futuro, una de ellas me viene a la mente escuchando el discurso de Kerry. Los políticos estadounidenses han hecho de la comunicación política una ciencia, todavía aplican un embargo que nos limita nuestra economía pero su discurso y su lenguaje corporal es tan preciso en provocar empatía, que dan ganas de ir a darle un abrazo. En cambio, los nuestros viven ajenos a las técnicas de comunicación más básicas pensando que con la dignidad de las palabras basta, pero no es así.

Un profesor de la universidad me enseñó que no es solo ser tener la razón sino que es necesario parecerlo también. Nuestros funcionarios, evitando caer en la demagogia del pasado, evitan aplicar muchos de los códigos que son universales incluso en países latinoamericanos aliados. El peligro de esto es que el discurso de Kerry puede disputarle los corazones y las mentes de la juventud cubana a nuestros representantes electos, más aún si tenemos en cuenta los problemas de liderazgo que venimos heredando desde hace un tiempo y todavía son tabú en los debates nacionales.

El Secretario de Estado está en La Habana y es una buena señal, es la ruta al establecimiento de una relación que debemos construir desde cero. Los cubanos tenemos mucha cultura occidental en la sangre, no somos rencorosos con el pueblo estadounidense sino al contrario, buscamos el acercamiento. Esperemos que el futuro nos depare cosas buenas en un proceso que afrontamos con optimismo pero también con cuidado. Y parece que no soy el único en pensar así, un amigo acaba de escribirme en inglés por Facebook y me explica por qué: “mejor ir practicando…por si las moscas”.

14 agosto 2015 90 comentarios 236 vistas
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Las venas abiertas del Congreso UJC

por Consejo Editorial 31 julio 2015
escrito por Consejo Editorial

X Congreso UJCPor: Harold Cárdenas Lema  

Hace 15 años cayó un aguacero torrencial sobre la Plaza del Che Guevara en Santa Clara. Bajo la lluvia estábamos 30 jóvenes que recibíamos el carnet de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y recuerdo el orgullo de tomar ese pedacito de papel que me convertía en miembro. Tenía razones para protegerlo de la lluvia porque tuve que luchar por él y quienes me negaron el ingreso un año antes, hace mucho se marcharon de Cuba. Ese fue mi bautizo de militante y en eso pensaba cuando subí las escaleras del Palacio de las Convenciones invitado al X Congreso, comparto aquí algunas impresiones del evento.

Recuerdo el contraste con el congreso anterior porque en aquel entonces Raúl Castro pronunció un discurso que me alegró y avergonzó a la vez. Alegre de ver la herejía en boca del presidente del país que hacía afirmaciones muy atrevidas para el discurso político habitual, avergonzado porque en un congreso con cientos de jóvenes, la persona con más edad en la sala era la que tenía un pensamiento más revolucionario. Esta disparidad que va contra el sentido común y la realidad de la juventud cubana, decía mucho de los problemas internos de la organización y la política en Cuba. Ahora he visto cambios favorables.

Un congreso más tarde, soy testigo de intervenciones muy revolucionarias y otras muy conservadoras pronunciadas por jóvenes, la mentalidad no es una cuestión generacional sino de formación. Hubo debates muy interesantes sobre nuestra capacidad para generar símbolos culturales que devienen en ideológicos. Otros abordaron la falta de organicidad entre instituciones que pudieran coordinar esfuerzos, pero también hubo intervenciones que se vieron truncadas.

ujc-x-congresoLa comisión de funcionamiento interno, que tenía mucha tela por donde cortar, vio omitidos o relegados algunos de los puntos más importantes. Cuando una delegada tocó el tema del liderazgo juvenil y lo puso sobre la mesa por unos breves minutos, fue coartada por un funcionario partidista que con un sentido errado de su papel en la comisión se puso a la defensiva y quiso atenuar las críticas que precisamente hacían más creíble y funcional el debate. Como militante creo que la presencia del Partido es bienvenida y necesaria en nuestra organización siempre que no entorpezca nuestro funcionamiento. Por suerte hubo otros ejemplos más felices de perfecta coordinación entre funcionarios de ambas organizaciones políticas.

Uno de nuestros mayores problemas es que la UJC ejerce un liderazgo hacia adentro cuando lo más necesario en este momento es irradiarlo. Proyectar el liderazgo a través de sus dirigentes y crear un mecanismo interno que promueva a estos ya sean cuadros profesionales o militantes de la organización.

Estuve en la comisión del consumo cultural y sus retos en el ámbito ideológico. Ahí aprendí que “interesante” es el eufemismo utilizado para adjetivar las palabras de quien habló en tono grandilocuente durante 15 minutos sin llegar a decir nada que no esté en una pancarta callejera, por suerte fueron pocos. En general hubo muy buenas intervenciones y actualizadas al momento actual en la política del país, en un nuevo contexto con los Estados Unidos y los desafíos internos que eso implica. Todo este trabajo en comisiones es el desenlace, el verdadero congreso comenzó hace mucho en la base que esperaba ver sus opiniones reflejadas allí y que esta amplia reunión de esfuerzos se traduzca en cambios necesarios si queremos sobrevivir.

Lo que ocurre en el Palacio de las Convenciones es también la rendición de cuenta que hacen los delegados a su militancia, de que ellos han canalizado correctamente sus inquietudes, cosa que me consta. Esto es lo que hace creíble y real un congreso pero es imposible lograrlo con fragmentos seleccionados para la TV. ¿Cómo identificarse con tu delegado si nunca pudiste ver qué hizo o no? Siempre se jerarquiza en la televisión las intervenciones más políticamente correctas, más entonadas y por lo general se evita lo polémico que en el momento actual, es lo que los militantes conscientes del estado actual de la organización y preocupados por ella, están buscando en el congreso.

Mientras el discurso político sobre las organizaciones juveniles siga siendo edulcorado y muchos de los desafíos que tiene la UJC están proscritos de la agenda oficial, será difícil mejorar nuestro funcionamiento. Esto es difícil porque los problemas de la organización son tan profundos que pueden ser difíciles de reconocer para los funcionarios que desde hace muchos años trabajan con la UJC pero el futuro de la Revolución es más importante que nadie.

El secretariado actual de la UJC tiene conciencia de los problemas, los ha identificado correctamente pero ¿está en capacidad de revertirlos? Muchos de ellos son heredados del pasado, incluso del esquema de organización que creamos con el molde soviético y por suerte el sol tropical pudo aplatanar un poco. Ahora, ¿existen esquemas de los cuales el secretariado no puede salirse? Espero que no porque la magnitud del asunto es tan grande que el comportamiento habitual no nos sirve para nada.

La UJC debe tener la capacidad de dar un salto cualitativo en función de sus objetivos, transformándose a sí misma. Esta capacidad de evolución y refundación que tuvimos a principio de la revolución cuando las organizaciones evolucionaban en otras superiores a ella, cuando el Che y Carlos Rafael podía discrepar en público sin “darle armas al enemigo”. Siempre tendremos quien diga que el acoso estadounidense y el bloqueo nos han llevado a esto pero ¿acaso hubo una década más peligrosa que los 60? Hay que cambiar lo que deba ser cambiado y no temerle a las transformaciones a fondo porque esa capacidad de cambio, es el principio de una revolución.

Otro tema complejo es la relación de la UJC con el Partido. La militancia observa una subordinación del Buró Nacional respecto al PCC que contrasta con la poca relación real (no formal) que tiene el Partido en la base con la UJC, esto debería invertirse. Los dirigentes de la organización necesitan más autonomía y la base necesita más apoyo y presencia partidista. Además, nuestros dirigentes deben ser designados sin mediación alguna por sus militantes y responder más a la voluntad de la cantera que a orientaciones superiores. La rendición de cuentas a menudo se realiza mirando hacia arriba y no hacia abajo pero esto es un problema generalizado nacionalmente.

Esta relación entre ambos es necesaria solo que cuando se convierte en subordinación se elimina la iniciativa de los dirigentes juveniles. Es de imaginar también que se nos vea a los militantes con cierto paternalismo por parte del Partido. Estos rezagos del pasado afectan el funcionamiento y credibilidad de la UJC, le toca entonces al Partido revertir esto y algún otro fenómeno nocivo.   

La dirigencia de la UJC necesita que se le conozca mucho más, no sus biografías sino su pensamiento, que necesita ser visiblemente revolucionario y transmitir empatía. La UJC necesita más líderes que muevan las masas y menos cuadros políticos. Necesitamos recuperar la capacidad de movilización que en el pasado tenían otros dirigentes que ahora recordamos con timidez. Esto no significa hacer comparaciones inútiles o enjuiciar a los que en estos momentos asumen las responsabilidades en la organización que otros han esquivado. Lo fácil es la crítica francotiradora pero lo necesario y difícil es ayudar a la solución del problema.

Toca entonces trabajar juntos, en función de los cambios necesarios que devuelvan un poco del orgullo dañado que existía años atrás por pertenecer a la UJC. Hay que oxigenarse, romper con protocolos como esa regla no escrita de que el funcionario de más alto rango habla en las conclusiones. Yo espero con ansias el congreso en que sea el hombre común el que diga la última palabra, el trabajador sencillo del puerto o el militante desconocido que vino desde Guantánamo. Romper patrones fijos en nuestras mentes puede servir para hacer de la UJC una organización que represente mejor la vanguardia del país.

Existe una juventud revolucionaria en Cuba pero creo que no se está canalizando en nuestras organizaciones. He visto a líderes y revolucionarios jóvenes que por no cumplir los requisitos de lo políticamente correcto y lo dócil, son desaprovechados por la UJC y la FEU. A menudo la obediencia de izquierda termina en serle funcional a la derecha porque se convierte en esquemas que son por definición contrarrevolucionarios.

Este Congreso extrañé el discurso que dio Raúl en el anterior pero el encuentro fue sin dudas superior, quizás no supimos transmitirlo pero así fue. Algunos se cuestionan la credibilidad del Congreso pero el hecho de que muchas personas y amigos que respeto estuvieran allí, dice mucho. Allí me sentí, como dice un amigo, parte de algo. Llevo meses pensando en cómo escribir este post y la única manera de hacerlo es con cierta crudeza y desnudez política. Así que estas son las venas abiertas del Congreso UJC que son también, las de mi organización.

31 julio 2015 69 comentarios 357 vistas
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Políticamente in-correcto

por Consejo Editorial 6 mayo 2015
escrito por Consejo Editorial

harold

Por: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)

En un país que cambia y se considera en revolución, no ser políticamente correcto debería ser considerado motivo de orgullo, aun así no son pocos los que exigen una docilidad dañina que solo podría perjudicar a Cuba.
Hay frases que me producen pavor, me ponen los pelos de punta o me hacen saltar como un relámpago y actuar sin pensar demasiado en las consecuencias. Hace unos días me acusaron de no ser políticamente correcto y aunque el tono era recriminatorio lo sentí como una medalla en el pecho. Lo “correcto” a menudo es confundido con la obediencia política en un criterio que busca aplicar la lógica disciplina militar a la vida civil. Nada podría hacernos más daño.
En Cuba la semántica no es asunto de poca monta, todavía estamos rescatando el término “sociedad civil” y denominando “actualización” a una reforma que nos duele demasiado reconocer. La línea divisoria entre el bien y el mal es tan ambigua que queda prácticamente a discreción de quien la interpreta. Es por eso que cuando alguien te critica de políticamente incorrecto debes prestar más atención a quien hace la afirmación que a la acusación misma.
Confieso que en lo personal me encanta ser políticamente incorrecto. En los Estados Unidos la derecha siempre utilizó esa frase para criticar las ideas socialistas calificándolas de superficiales y peligrosas y buscando que las personas vieran como elementos inestables a la “normalidad” quienes criticaban el establishment. Los subversivos en la tierra de Lincoln nunca lo han tenido fácil, el legado de Malcom X y Martin Luther King ha sido manipulado mientras John Lennon no cuenta ni siquiera con un cartel en su memoria en el edificio Dakota.
90 millas al sur tampoco es fácil. Cometimos el error de creer que al comenzar una revolución podíamos darnos el lujo de guardar la rebeldía en la gaveta y comenzamos a oficializar y fiscalizar qué era lo revolucionario. Las consecuencias de esto llegan hasta nuestros días, si bien cualquier juicio severo debe tener en cuenta las obligaciones del contexto, justificar en demasía ha sido un deporte muy practicado en esta isla.
Sucede que yo tengo un problema grave de formación, cuando chico me enseñaron en la escuela que debía ser como el Che y este fue uno de nuestros mayores críticos. En mi adolescencia cometí el error de escuchar demasiado a los Beatles e imaginarme demasiado el país que podríamos tener. En mi adultez ya he apostado demasiado en nuestro futuro como para optar por otras fronteras o hacer lo “correcto”. Quizás si me hubieran enseñado “seremos obedientes” todo fuera distinto, pero el paradigma que me inculcaron fue el de alguien que cuestionó a la URSS en el momento que más los necesitábamos, que no se detenía en conveniencias o se callaba para decir lo que pensaba. Para colmo el argentino era tan asmático como yo en mi infancia, fue la tormenta perfecta en la formación de un niño.
Siempre me he sentido de izquierda, pero mi concepto de revolucionario dista mucho de la versión vulgarizada que algunos intentan legitimar. Según este concepto estrecho, entre las características del revolucionario está ser políticamente correcto, coincidir 100% con el discurso oficial y no despuntar demasiado. En ocasiones parece que estemos destinados a formar parte de “la masa” y que llamar demasiado la atención sobre uno puede ser mal visto. Todas estas son herejías que disfruto practicar con frecuencia.
Nunca he conocido a un revolucionario en la historia que haya sido políticamente correcto. Julio Antonio Mella se ganó la expulsión de su partido por hacer la huelga de hambre que puso de rodillas a un dictador, Guiteras fue el ministro más honroso que tuvo la República cubana haciendo precisamente lo contrario de lo que esperaban de él, cruzando las líneas impuestas. Me cuesta creer que Fidel Castro hubiera sacado a Batista del Palacio Presidencial si hubiera jugado según las reglas.
Solo el cuestionamiento constante al poder es capaz de influir sanamente sobre él y mantenerlo a raya según los intereses del pueblo.
¿Cuándo la obediencia y la docilidad se convirtieron en sinónimos de revolucionario? En cuanto la dictadura de Fulgencio Batista fue aplastada en rebelión popular, el país comenzó rápidamente a lograr cosas que durante décadas habían parecido imposibles, sin embargo en el proceso asumimos como nación la idea de que el Estado se encargaría de nuestras necesidades eternamente. La experiencia cubana es muestra de que ningún gobierno es ajeno a peligros tales como la concentración de poder y la burocracia.
No se trata de convertirnos en rebeldes sin causa sino de tener la dosis suficiente de realidad que nos mantenga a salvo de la lista de dogmas. Esto implica cuotas de responsabilidad muy altas y tener en cuenta siempre que hay fuerzas externas que amenazan la soberanía del país. Si alguien me dice que no soy políticamente correcto de seguro me elogia, porque en un contexto de tanto dogma y disciplina estéril, quizás una buena dosis de irreverencia sea lo que necesitamos.

6 mayo 2015 40 comentarios 192 vistas
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