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Petrolera

La política no cabe en «la petrolera»

por Alejandro Muñoz Mustelier 14 abril 2022
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Los emisarios de Estados Unidos llegaron a tierra hostil. Están decididos a conversar con el gobierno de una nación incompatible con sus principios de democracia. Hubiera podido ser Cuba, o Corea del Norte, pero si tenemos en cuenta que en la agenda de los emisarios está, como punto esencial, el suministro energético, la conclusión más obvia es que los funcionarios norteamericanos conversaron con el gobierno de Venezuela.

No es un hecho que pueda pasar desapercibido para la opinión pública mundial, ni aceptado por ciertas facciones políticas de Estados Unidos. Muchos senadores tanto republicanos como demócratas, han puesto el grito en el techo de la cúpula del Capitolio, y han dicho que esos acercamientos al narcorrégimen venezolano no compensan cualquier ventaja energética que se pueda lograr.

Por supuesto, la Casa Blanca corrigió su postura poco después: el portavoz Psaki volvió a decir que ellos no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela. La situación es paradójica, como mínimo. ¿Es tal la urgencia energética de la superpotencia? Debe serlo, dado que es muy conocida la incompatibilidad entre ambos gobiernos, la diferencia irreconciliable de principios, las acciones de las agencias de inteligencia estadounidense en territorio venezolano y el apoyo del gobierno de Maduro a todos los países que la nación norteamericana tiene en esta o aquella lista negra.

No obstante, a pesar de la amenaza política que Venezuela pudiera constituir en el continente, nada ha sido tan sorprendente como el acercamiento de Estados Unidos a Irán. Si bien el término «hostil» para hacer referencia a Venezuela ha sido una hipérbole de quien escribe, a la nación persa sí le quedaría a medida el adjetivo. La relación entre ambas naciones es una historia de conflictos políticos, económicos, propagandísticos y militares. 

Entre las cuentas de ese rosario pueden señalarse, por ejemplo, la crisis de los rehenes (1979-1981), cuando estudiantes iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos y se llevaron a 63 ciudadanos estadounidenses; la ruptura de relaciones diplomáticas (1980); las escaramuzas militares entre tropas de ambos países (1988) y el derribo ese mismo año de un avión de pasajeros iraní por un buque de guerra norteamericano, acción en la que murieron 290 personas.

Petrolera

Simpatizantes y curiosos se agolpan ante la Embajada de Estados Unidos en Teherán, dos días después del asalto de la sede diplomática. (Foto: AP)

Asimismo, no deben olvidarse la inclusión de Irán por parte del presidente Bush (2002) en la llamada lista del «eje del mal»; o el anuncio de Teherán de que seguía enriqueciendo uranio y la respuesta de Bush de que estaba considerando usar armas nucleares contra la nación persa (2006).

Más recientemente, Trump acabó (2018) con el acuerdo nuclear firmando entre ambos estados en 2015 e Irán amenazó con bloquear las rutas del petróleo en el golfo pérsico. En 2020, un dron estadounidense mató a Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, a lo que el ayatolá Alí Jamenei respondió con la amenaza de una severa venganza: unos días después, Irán bombardeó varias bases militares norteamericanas.

Sin duda, una historia de desencuentros. No obstante, según varias fuentes, Estados Unidos incluso valora retirar a la Guardia Revolucionaria iraní de la lista de organizaciones terroristas, como parte de un acercamiento con el objetivo, por supuesto, de lograr suministros energéticos. Las consecuencias para la actual administración estadounidense de este osado paso superarían a las de coquetear con el gobierno de Maduro.

Debe destacarse que el lobby israelí es uno de los más poderoso en la política norteamericana, y puede esperarse que Israel no se quedé de brazos cruzados al ver a su principal aliado entablar relaciones con su más odiado enemigo. El primer ministro hebreo, Naftali Bennett, indicó que la Guardia Revolucionaria es Hezbolá en Líbano, Yihad Islámica en Gaza, los huthis en Yemen y las milicias iraquíes. Además aseguró, en un selectivo recuento con víctimas de la región, que la Guardia Revolucionaria es quien está detrás de la muerte de miles de personas en Siria.

Sin embargo, el portavoz Psaki podría decir, para tranquilizar al lobby israelí y a Israel mismo, que Estados Unidos sigue considerando a Irán como una nación terrorista, aunque luego agregue: a la que vamos a comprar petróleo.

Petrolera

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. (Foto: Reuters)

Pero ninguna fuerza política exasperada es tan peligrosa para la administración Biden como los números crecientes en los indicadores digitales de las bombas de gasolina de la nación. En política más importante que saber con qué se puede jugar, es saber con qué no se puede. La dinámica geopolítica actual ha puesto a Estados Unidos en una posición energética delicada, lo que representa una de las peores realidades que esa nación puede imaginar, dadas las características de su infraestructura, economía y modo de vida de sus ciudadanos.

La gasolina ha alcanzado precios muy altos. Hay que apuntar que el precio del petróleo representa sólo el 70% del de la gasolina. Aunque Estados Unidos sea el principal productor de crudo del mundo, con aproximadamente 11.6 millones de barriles diarios, también es el mayor consumidor —utiliza aproximadamente 21 millones de barriles por día, más o menos el 20% del total mundial.

Por ello los políticos, tanto republicanos como demócratas, han censurado el acercamiento del gobierno a naciones hostiles, con el argumento de que el resultado será el completo empoderamiento de Maduro y la construcción de la bomba nuclear iraní. Plantean que la solución para la crisis es fácil y obvia: extraer más petróleo, que lo tienen de sobra, con lo que la nación pudiera ser autosuficiente en materia energética.

Si bien las reservas de Estados Unidos se estiman en 38.000 millones de barriles sin explotar, según la EIA (Administración de Información de Energía), expertos de esa propia organización advierten que el hecho de que Estados Unidos pueda ser autárquico en cuanto a producción de crudo es insostenible e impensable. El crudo norteamericano tiende a ser muy liviano, completamente diferente al crudo pesado que actualmente la nación importa y las refinerías están preparadas para procesar.

Igualmente, los precios de la gasolina y el crudo no bajarían de forma automática aunque el gobierno de Biden extrajera en dos días los 38.000 millones de barriles, porque el crudo es un producto básico global y su costo determina el precio de la gasolina también en los Estados Unidos; o sea, que por mucho que se produzca, es imposible divorciar los precios domésticos de los precios en el orbe. A pesar de que EEUU importa la mayoría de su petróleo de Canadá (4 millones de barriles diarios), México (490.000), y Arabia Saudita (695.000), los carteles del petróleo mundial, como la OPEP, influyen en el precio de la materia prima. 

Aunque el alza venía anunciándose desde 2008, las sanciones a Rusia tras su invasión a Ucrania, algunas del tipo bumerán, han sacado del juego gran parte de la producción rusa de crudo, que era, en diciembre del año pasado, de 8 millones de barriles de petróleo y sus derivados, del que Europa obtuvo el 60% y China, el 20%. Aunque muy poco de estas exportaciones llegó al país norteamericano, la ausencia del petróleo de Rusia afecta los precios en cualquier lugar del planeta, incluyendo Estados Unidos.

Pese a que pocas naciones occidentales son tan ingenuas como para incluir al crudo en los interminables paquetes de sanciones a la nación esclava, es muy difícil que los actores comerciales se animen a comerciar con este petróleo, al no quedar claro si un acuerdo comercial con Rusia puede materializarse debido a las sanciones al sistema bancario de ese país. Además, quién se atrevería a fondear un tanquero en puerto ruso.

En conclusión, el petróleo del Kremlin no está sobre la mesa y recientemente el Brent —el índice europeo— cerró en 12.21, un 27% más que al inicio de la guerra; West Texas Intermediary —el índice estadounidense— cerró en 119.40 dólares, un 30% más que al inicio de la guerra. Por otro lado, aunque Estados Unidos es el país que más plantas nucleares posee —98 enclaves—, lo cual podía ser un paliativo energético, la mitad del uranio que utiliza es importado de Rusia.

Petrolera

El petróleo ruso no está sobre la mesa. (Imagen: Shutterstock)

Entonces, la solución obvia no es extraer más crudo, como plantean algunos senadores. Levantar las sanciones a Rusia tampoco parecer serlo, puesto que significaría perder una guerra y a Europa, de modo que acudir a los enemigos de siempre es una opción —perniciosa pero que salga el sol por donde salga, protesten los lobbies que protesten. Al final, cuando la situación se normalice se puede volver a desconocer a estos gobiernos y a resancionarlos sin ningún problema. Parafraseando aquellos versos de un conocido cantautor cubano, la política no cabe en la petrolera.

Rusia ha comenzado a reorientar su flujo de gas y crudo a India y China, e incluso pudiera aprovechar el impulso de las sanciones para crear un sistema financiero propio con estos y otros países emergentes. El presidente ruso ha instruido a Gasprom y al Banco Central de que los países hostiles —aquellos que se han sumado a la miríada de sanciones contra Rusia— deberán pagar en rublos por el gas y el petróleo.

Estados Unidos puede barajar opciones —Irán y Venezuela entre ellas— para en algún momento sortear esta crisis, pero la dependencia de Europa al gas y el petróleo ruso es absoluta. Pero no hay la cantidad necesaria de rublos en las arcas europeas.

Otros de los grandes proveedores del viejo continente, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, no se comprometieron con el premier británico a aumentar la producción de crudo para compensar la falta del combustible ruso. Si los países árabes accedían, la reducción de precios hubiera sido casi instantánea, pero ellos miran al gigante asiático como socio comercial, de modo que los precios del Brent han alcanzado los 140 dólares por barril.

Estados Unidos parece tener claro que el suministro constante y abundante de combustible fósil no es opcional, sino imprescindible, y puede obviar o postergar sus agendas políticas con tal de que este suministro no se detenga. Sin embargo, Europa no parece tenerlo tan claro. Aunque varias naciones entienden lo que se les viene encima en materia energética, el bloque no reacciona, y continúa con una agenda política sanciones y castigo a Rusia, sin percatarse, como sí lo han hecho sus socios y líderes norteamericanos, que el gran perdedor de esta guerra será quien intente meter la política en la petrolera. 

14 abril 2022 29 comentarios 1k vistas
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México

¿Qué fue a hacer en México Díaz-Canel?

por Domingo Amuchastegui 20 septiembre 2021
escrito por Domingo Amuchastegui

¿Formalidades protocolares por los aniversarios de la fundación de México y su independencia? ¿Acaso por coincidir con la celebración de la Cumbre de la CELAC? ¡Nada de eso! Esos menesteres protocolares los ha cubierto el canciller Bruno Rodríguez por muchos años. Entonces, es legítimo preguntarse qué fue a hacer el presidente Miguel Díaz-Canel a México, máxime cuando su país atraviesa una situación particularmente crítica. Examinemos tres ángulos que interesan por su trascendencia inmediata:

Relaciones bilaterales

1. ¿Incremento de las relaciones económicas entre México y Cuba? Altamente improbable, sino imposible. En más de seis décadas, ningún gobernante mexicano —de cualesquiera matices políticos— ha dado pasos importantes en esta dirección ni arriesgado las posibles sanciones que EE.UU. impondría.

El único que hizo un intento fue Carlos Salinas de Gortari, alentado por sectores del Grupo Monterrey que veían en la Cuba de los noventa un mercado prometedor (tras el colapso de sus nexos con la desaparecida Unión Soviética). En consonancia con tales intereses, durante su visita a Cuba el presidente mexicano prometió villas y castillos. Se anunciaron importantes acuerdos. México podría ser la tabla de salvación a corto plazo en momentos tan difíciles.

No se hizo esperar la reacción de Washington, que amenazó con toda clase de sanciones, incluyendo la suspensión de visas a empresarios mexicanos. El viento se llevó semejante movida. No es ocioso recordar que desde 1959 ocho presidentes mexicanos han visitado Cuba con idénticos o peores resultados.

2. Hoy, tras la firma del nuevo acuerdo entre México, EEUU y Canadá, en sustitución de NAFTA, el mercado mexicano se ve muy favorecido y, en consecuencia, se hace más improbable aún que AMLO arriesgue una colisión con EE.UU. e ignore el andamiaje de sanciones que pesa sobre Cuba.

Debe recordarse también que en su primer trienio, AMLO no movió una sola ficha a fin incrementar las relaciones económicas con Cuba o los niveles de cooperación bilateral. ¿Lo hará ahora? Es extremo difícil de concebir.

Por otro lado, hay dos sectores de la economía mexicana que han sido y son particularmente hostiles a cualquier operación de rescate que favorezca a Cuba: a) la industria petrolera (PEMEX), que además —según insistentes rumores en La Habana desde hace un par décadas— ha venido perforando pozos no acordados para extraer petróleo en zonas pertenecientes a la Isla; y b) La influyente industria turística mexicana, que ha visto con alarma y rechazo el ascenso de la industria turística cubana previo a la pandemia.

Venezuela

1. Es de suma importancia para la estatura político-diplomática de la gestión negociadora de AMLO como anfitrión de negociaciones entre el Gobierno de Maduro y la coalición de fuerzas opositoras, que estas culminen exitosamente. Sin embargo, en medio de los avances iniciales, Maduro anuncia ahora dos medidas que lesionan directamente el eventual éxito de las negociaciones.

Primero, la designación del colombiano Alex Saab (con rango diplomático venezolano) como integrante de la delegación venezolana. Saab está acusado de lavado de dinero en favor del gobierno de Maduro y es reclamado por la justicia norteamericana (decidida ya su extradición a EE.UU. desde Cabo Verde, donde se encuentra retenido).

México (1)

El empresario colombiano Alex Saab fue detenido este 12 de junio cuando su avión hizo escala para repostar en el Aeropuerto Internacional Amilcar Cabral de Cabo Verde), en respuesta a una petición de Estados Unidos cursada a través de Interpol por supuestos delitos de blanqueo de dinero.

Segundo, una reactivación del proceso judicial contra Juan Guaidó, una de las figuras claves por la oposición venezolana en dicha negociación y que hasta hoy ha burlado todos los intentos por encauzarlo.

Cabe preguntarse: si este es uno de tus interlocutores, ¿cómo a dos meses de las elecciones pactadas se pretende encarcelarlo? ¿Torpeza mayúscula o premeditada maniobra para desarticular el campo opositor, fomentar su mayor división y debilitar sus posibilidades para las elecciones regionales, a dos meses escasos de las mismas? ¿Acaso preocupa a Maduro un desenlace electoral al estilo del reciente desastre del Gobierno Fernández-Kirchner en Argentina?  Así parece, pero son acciones que dañan seriamente el proceso y comprometen, de manera muy negativa, el papel que aspira a desempeñar AMLO.

2. Es lógico suponer que el presidente de México espere lograr una contribución positiva de parte de Cuba y de su máxima autoridad, el presidente Díaz-Canel, en influir o persuadir a Maduro y su equipo de que tales acciones perjudican el proceso y frustran las aspiraciones de AMLO cuando todo parecía bien encaminado.

Desde el gobierno noruego, hasta Trudeau (Primer Ministro de Canadá), Pedro Sánchez (jefe del Gobierno español), Josep Borrell (UE), así como la mayoría de países de América Latina; todos están convencidos de que el gobierno cubano debe y puede hacer una contribución semejante, sin entender bien los límites de las autoridades cubanas en influir hoy sobre las acciones de Maduro, que, debe recordarse, no es ni remotamente Chávez. Para AMLO, esta contribución de Cuba puede ser decisiva en evitar el estancamiento de las negociaciones y conseguir que estas culminen como un importante éxito de su política exterior.

EEUU-Cuba

1. AMLO buscará, con el mayor esfuerzo posible, acercar la actual política del presidente Biden hacia Cuba a planos más conciliatorios, que supongan una contribución ante la situación de aislamiento y sanciones sobre la Isla y de esta manera, compensar los esfuerzos cubanos respecto a las negociaciones del caso Venezuela.

Cuba estaría en la mayor disposición de enrumbar su conflicto con EE.UU. hacia el diálogo y arreglos, aunque estos sean parciales o limitados. No es casual que para el 21 de septiembre, Biden visite México, donde deberá mostrar una posición más constructiva por parte de AMLO y del nuevo consenso que presentará este de parte de la CELAC.

México (3)

AMLO buscará, con el mayor esfuerzo posible, acercar la actual política del presidente Biden hacia Cuba a planos más conciliatorios.

2. Semejante escenario sería el más razonable, pero no el más probable. La administración Biden continúa empeñada en el tema Cuba basada en el instrumental de agresiones heredado de Trump y su total rechazo a cualquier flexibilización que, en alguna medida, ayude al gobierno cubano a sobrevivir.

Los acontecimientos del 11 de julio dieron mayor impulso a semejante opción. La hipótesis de ver colapsar a dicho gobierno es —sin dudas—, uno de los temas que con más fuerza acarician en Washington a fin de reclamar el mérito. Por otra parte, interpretan que esta política les asegurará una victoria segura en la Florida en las próximas elecciones de medio término del 2022.

México se convierte así en una escena de múltiples expectativas político-diplomáticas de suma importancia, aunque sus resultados finales pueden dejar mucho que desear.

20 septiembre 2021 25 comentarios 2k vistas
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Nos visita Obama y primero vino Maduro.

por Jesús López Martínez 19 marzo 2016
escrito por Jesús López Martínez

La visita a Cuba del presidente estadounidense Barack Obama ha suscitado expectación en todo el mundo. El ha definido bien sus objetivos: viene a traernos “el progreso”. Muchas personas en otros países y por qué no, también en nuestro país, se han preguntado cuál será la posición cubana ante la política imperialista que solo ha cambiado sus métodos, pero no sus objetivos.

El editorial publicado por Granma y la intervención del canciller Bruno Rodríguez en la conferencia de prensa, deben haber disipado las preocupaciones de “los dudosos”. No vamos a entregar nuestro país, ni renegar de nuestra gloriosa historia.

Que la posición estadounidense es peligrosa, porque puede engañar a algunos, ¡claro! También ha sido peligrosa la política que han mantenido durante estas casi seis décadas que nos ha costado miles de muertos e incapacitados. Recuerdo cuando era un niño escuchar a los incrédulos de aquella etapa, cuando decían que no se podía sobrevivir enfrentándose a Estados Unidos, ¡y sobrevivimos! Y no solo sobrevivimos, han tenido que reconocer que no pudieron con nosotros. No nos ganaron con terrorismo, con alzados, con invasiones, con guerra económica. No nos vencerán tampoco ahora en la guerra cultural, mostrándose como los buenos de la película. Los venceremos en la lucha en Internet, en las redes sociales, en la guerra a pensamiento, porque sabemos que el imperialismo sigue siendo el Lobo, ahora disfrazado de Abuelita.

El reto de esta época lo hemos aceptado y lo enfrentaremos. En este pueblo hay cultura y madurez para entender que, aunque Obama es el presidente del país que nos ha tratado de asfixiar durante décadas, merece un tratamiento respetuoso, sin odio, sin revanchismo, como presidente de una nación que ha establecido relaciones diplomáticas y como tal será recibido.

Que quiere hablar de derechos humanos, pues hablemos. Podemos ofrecerle experiencias en el campo de la salud para que las lleve a su país donde millones de personas no tienen atención médica. Que quiere hablar de derechos humanos, pues enseñémosle como actúa nuestra policía y a lo mejor puede evitar que sus gendarmes maten los negros a mansalva en el país del norte. O podemos ofrecerle experiencias sobre la prevención del consumo de drogas, al país mayor consumidor de ese flagelo o hasta en el campo económico, pues podremos mostrarle cómo se pueden hacer elecciones sin que los candidatos empleen millones de dólares en sus campañas políticas como ocurre en sus “democráticas elecciones” y podemos preguntarle: ¿para qué invierten tanto dinero los candidatos? ¿Quiénes se lo dan? ¿Los pobres, para que les resuelven sus problemas una vez electos?

No lo recibiremos como un Rey Mago como dijo algún pigmeo, no necesitamos ningún regalo del imperio y no tenemos que concederle nada porque no le hemos quitado nada. No le pediremos nada, porque no ocurrirá como en 1898, ellos son los que tienen que quitar el bloqueo, son los que tienen que quitarle a los estadounidenses las limitaciones de viajes y muchas cosas más tienen que quitar.

Que quiere reunirse con “los disidentes”, que se reúna. ¿Qué le pueden decir esas personas? Bueno, es posible que le pidan un aumento de salario o que la multipremiada le pida ganarse un nuevo premio, no tanto por el certificado, sino por el metálico. Que estamos en desacuerdo en muchas cosas en las que no nos vamos a poner de acuerdo, es verdad. Trataremos de lograr acuerdos en lo posible y no nos resignaremos, seguiremos luchando para poner fin al bloqueo, a la devolución de la base de Guantánamo, defenderemos nuestra soberanía y no permitiremos que nadie se inmiscuya en nuestros problemas. Con ese espíritu recibamos a Obama.

Nos ha visitado una delegación venezolana y el presidente Nicolás Maduro ha sido condecorado con la Orden Nacional José Martí dos días antes de llegar Obama. ¿No había otro momento para ello? Claro que sí. No soy experto en política, pero esta visita y esa condecoración los considero un mensaje a Obama, a Estado Unidos y al mundo: los cubanos no traicionamos a nuestros amigos, ni cambiamos nuestra posición política por determinadas ventajas económicas que las relaciones con el imperio puedan ofrecernos.

Algunos humoristas “dudosos” han dicho: bueno… y ahora: Cuba sí y yankis ¿qué?. Pues Cuba sí y yankis, ná. Si nos respetan y aplican una política civilizada no lo volveremos a gritar, pero si se equivocan, volveremos a la carga.

Demos una culta, respetuosa y civilizada bienvenida a Obama, sin ingenuidad, siempre fieles a nuestros principios, bajo el frondoso e invencible Caguairán cuya victoriosa sombra ya tiene noventa años.

19 marzo 2016 134 comentarios 526 vistas
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