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mujer

Razones históricas para una celebración

por Cecilia Borroto López 8 marzo 2021
escrito por Cecilia Borroto López

El 8 de marzo del año 415 n.e., una muchedumbre daba muerte a Hipatia de Alejandría que no aceptaba convertirse al cristianismo. Con ella desaparecía, por un milenio, el pensamiento matemático de los griegos y se ubicaba en la historia el primer antecedente para que, 1495 años después y por razones dispersas por varios países, se declarara la celebración del Día Internacional de la Mujer.

A lo largo de la historia el sexo femenino ha sufrido marginaciones, derivadas de sociedades patriarcales que establecieron el hogar como los límites de la libertad para la mujer. Su presencia fue prácticamente invisibilizada hasta el siglo XIX, en que las ideas de la Revolución Francesa despertaron en Europa y América aires de libertad, igualdad y fraternidad.

Serán los Estados Unidos la nación donde más temprano se comenzaron a gestar movimientos feministas que buscaban defender sus derechos inmediatos: salarios, acceso al trabajo, jornadas laborales dignas, etc. El primero de estos hechos que se registra ocurrió el 8 de marzo de 1857. Se trata del movimiento de las garment workers, trabajadoras de la industria textil en Nueva York, las cuales organizaron una huelga para demandar remuneraciones justas y condiciones laborales más humanas, entre otras exigencias.

Celebración- mujeres

Las garment workers, trabajadoras de la industria textil en Nueva York, organizaron una huelga para demandar remuneraciones justas y condiciones laborales más humanas, entre otras exigencias.

La importancia real del movimiento de las garment workers radica más que en el resultado del proceso, en el hecho de haber logrado un poder de convocatoria y unidad que colocó en una posición difícil a la patronal. Demostraron así a todas las trabajadoras del orbe, que al igual que los obreros masculinos, las mujeres también podían organizarse y hacer valer sus opiniones.

¿Fue en saludo a dicho movimiento que en la misma fecha del año 1900 un grupo de mujeres alemanas entregó al Reichstag —Parlamento— sus peticiones de acceso a la universidad y la posibilidad de presentarse a oposiciones? No existe ninguna información que permita afirmarlo, pero la certeza de lo posible ronda el hecho.

Bajo el lema «Pan y Rosas», el 8 de marzo de 1908, alrededor de 15 000 mujeres volvieron a llenar las calles de Nueva York con las exigencias de prohibir el trabajo infantil, aumento de sueldo, derecho al voto y menos horas de trabajo. El Partido Socialista de los Estados Unidos tomó nota de la fuerza demostrada por las obreras textiles neoyorkinas y comenzó a impulsar y fomentar sus luchas. Para ello organizaron, el 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago un acto denominado «Día de la Mujer», presidido por destacadas líderes de dicha organización política. Es la primera celebración de la que, con dicho nombre y connotaciones, se tenga constancia en América.

Trabajo infantil de mujeres

El 8 de marzo de 1908, alrededor de 15 000 mujeres volvieron a llenar las calles de Nueva York con las exigencias de prohibir el trabajo infantil, aumento de sueldo, derecho al voto y menos horas de trabajo.

Debido al éxito del acto de Chicago, el 28 de febrero del año siguiente se convocó a celebrar, por vez primera en Estados Unidos, el Día Nacional de la Mujer en honor a la huelga de trabajadores textiles de 1908. Sería esa la primera celebración mundial, y referente para la decisión que se adoptaría en Europa un año después.

En Copenhague, Dinamarca, en la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora, celebrada en 1910, la comunista alemana Clara Zetkin tomaría como base la idea del Partido Socialista de los Estados Unidos y, ante un foro de mujeres de diecisiete países, propondrá la celebración de un día de la mujer a nivel global. Su propuesta fue aprobada por unanimidad, aunque no se acordó una fecha concreta, solo que sería en el mes de marzo.

Mujeres

Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo.

Es preciso en este punto preguntarse si la decisión del rey de España, Alfonso XIII, que autorizó el 8 de marzo de 1910 a que las mujeres españolas cursaran estudios superiores estuvo influida por este movimiento, que desde 1908 venía tomando fuerza. La información de las fuentes consultadas no permite arribar a una conclusión definitiva, pero el análisis lógico del asunto indica una relación entre ambos hechos.

La primera vez que se celebró como Día Internacional de la Mujer, en respuesta a los acuerdos de Copenhague, fue el 19 de marzo de 1911. La convocatoria reunió —según diversas fuentes— a más de un millón de personas en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. En 1914 la celebración sería oficial en Alemania, Suecia y Rusia y, producto del conflicto que se avizoraba, mujeres de otros países celebraron mítines el 8 de marzo de ese año como protesta al posible estallido bélico.

La primera conflagración mundial catalizó el respaldo a la celebración, pues el 8 de marzo de 1917 las mujeres salieron a la calle para protestar por los muertos en la guerra y exigir mejores condiciones de vida. En Rusia fue particularmente favorable la situación del movimiento feminista, pues el Gobierno Provisional, necesitado de respaldo y apoyo, les otorgó el derecho al voto.

Celebración de mujeres

Clara Zetkin en un discurso en Rusia.

A partir del fin de la Primera Guerra Mundial, la fecha que en su origen hacía honor a las textileras neoyorkinas ya se había consolidado en el día 8 de marzo. Muchos países se fueron incorporando oficialmente en los años de postguerra.

En Cuba, el primer acto por el Día de la Mujer se celebró en 1931, en plena Revolución del Treinta. Fue convocado por organizaciones vinculadas al Partido Comunista, como la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y la Federación Obrera de La Habana. Se efectuó en el Centro Obrero de Cuba, ubicado en Revillagigedo no. 8, en La Habana. Poco ha trascendido de la jornada en sí, más allá de que en ella hicieron uso de la palabra Rosario, Charito, Guillaume por el Comité Pro-organización de la Mujer Trabajadora; Panchita Batet por el Sindicato Textil, una delegada por los zapateros y que la obrera Caridad Suárez recitó una poesía.

No sería hasta 1975 que un organismo internacional, en este caso la ONU —pues la Liga de las Naciones nunca aprobó el tema—, legislaría para declarar oficialmente en todo el planeta el Día Internacional de la Mujer. Curiosamente Estados Unidos, casa de las garment workers no aprobará la celebración hasta 1994.

8 marzo 2021 1 comentario 1k vistas
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durakito

La semiótica del Durakito

por Alejandro Muñoz Mustelier 22 agosto 2020
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

El fenómeno del subdesarrollo, más allá de la economía, atraviesa un aspecto mucho más subjetivo e igual de difícil de superar: el pensamiento. El subdesarrollo individual impide el desarrollo económico, y este a la vez lastra de vuelta al desarrollo individual. Esta serpiente que se muerde la cola es el laberinto de los países pobres.

Después del 1959 en Cuba se intentó cortar este círculo vicioso empezando por el individuo, que es lo que había más a mano. La universalización de la educación y los programas culturales dieron sus frutos acaso en la década de los ochenta, coincidiendo, no casualmente, con el período de mayor abundancia y mejor distribución material de la historia de Cuba.

El período especial de los noventa invirtió la realidad económica pero ya había generaciones completas formadas antes de la crisis que sostuvieron, quizás por quince años más, el estandarte de la educación. De esa forma hubo un período de pobreza acentuada en el que de todas formas no nos parecíamos en pensamiento a ningún país de la región. Éramos una nación atípica con economía de subsistencia y conciencia social.

Entre errores internos, políticas extranjeras, meteorología y patógenos la economía cubana ha fluctuado de aquí para allá pero en esencia sigue siendo de subsistencia, sin embargo la conciencia social ya no nos acompaña.

Las generaciones que se formaron en el período especial vivieron otra realidad: las carencias, los apagones de doce horas, el hambre y la supervivencia del menos lastrado por conceptos éticos; los códigos morales aceptaron la corrupción y surgió una ideología informal que justificaba cualquier acción en provecho propio. Pero los protagonistas aquí son los hijos de la generación del 90.

Jóvenes de 13 a 20 años han creado una semiótica tras la cual Cuba vuelve al subdesarrollo más difícil, el del pensamiento.

Este regreso al subdesarollo no va de particularidades lingüísticas -puesto que toda nueva generación deforma el idioma a su gusto- sino de formas de vestir, de la desesperación por romper axiomas. La infancia y la adolescencia son influidos por tres elementos: escuela, familia y sociedad.

Es este triángulo de influencias el que potencia y orienta al individuo; pero es menester que sea un triángulo, y para que sea así debe haber tres ángulos según la geometría básica de la primaria –que todavía recuerdo-. No obstante, la principal influencia en estas generaciones viene de sus coetáneos, de sus socios, de sus amigos, de su grupo.

En Cuba la escuela tiene organizaciones dedicadas a aunar a los jóvenes, entre otras, la FEEM y la FEU. El problema está en que estas no se parecen en nada a los jóvenes que intentan convocar, ellos buscan a sus semejantes en opiniones y gustos estéticos, son sus semejantes quienes los evalúan y regulan, es Vygotskiano y es cierto.

Lamentablemente las organizaciones estudiantiles comparten estéticas que responden a otros momentos históricos del país, y sus esfuerzos con entronizar en el gusto de las nuevas generaciones, a pesar de ser bien intencionados, son estériles y muchas veces burdos.

He aquí que en este triángulo la escuela pierde, porque además, luego del período especial, la enseñanza ha entrado en una crisis de recursos humanos, ha descubierto la corrupción y ha simplificado los programas de estudio ¿El triángulo desaparece? Para nada, es mágico, donde se desdibuja un ángulo aparece otro.

Los jóvenes tienen acceso completo a la multimedia y a los contenidos actuales de las redes sociales, he aquí la “otra escuela”. Consumen estos contenidos sin control y sin orientación. La familia, la generación anterior no puede orientarlos en un espacio que apenas conoce por su novedad tecnológica. Es el espacio mismo quien los orienta o desorienta, quien los informa o desinforma sin criterios éticos o estéticos.

Las consecuencias son jóvenes homologados por el mercado, idénticos en moda, gustos y criterios puesto que consumen los mismos productos audiovisuales. Durakitos. Y he aquí un aspecto de gran peligro ya que estos productos comúnmente muestran ídolos que van desde figuras de la cultura cuyo mayor logro es ostentar bienes materiales hasta narcotraficantes, son casi ausentes los modelos de conducta positivos.

Los jóvenes van creando toda una subcultura alrededor de la violencia y lo material que es parte ya del ideario adolescente de miles y miles de individuos. Aunque todo depende de la situación geográfica, y en el caso de La Habana del municipio o del barrio, actualmente pocos lugares se libran de esta semiótica, llamémosla del mal gusto, aunque gusto es un término relativo, llamémosla entonces del gusto por lo fácil dentro de la música, el cine, los shows de televisión o los canales de YouTube: la semiótica del durakito, así, con k.

Ropa, teléfono, zapatos, bisutería, lugares de moda, migración, he aquí todas y cada una de las aspiraciones, que en principio no están mal, siempre que se tengan otras aspiraciones de fondo, y aquellas no sean las primeras. La nueva semiótica también implica la imposibilidad de crear o entender juicios complejos porque los productos audiovisuales simplifican el mundo, exponen una visión en blanco y negro, en buenos y malos, en tener y no tener.

La sexualización de la mujer es otra de las constantes en esta semiótica.

Muchas de las adolescentes, he aquí lo triste, tienden a sexualizarse porque es lo que la “otra escuela” les ha enseñado y muchas veces carecen de otro punto de vista y de orientación. Así, hay un aumento alarmante de embarazos e ITS en menores de edad y en la población joven en general a pesar de todos los programas nacionales de orientación sexual.

Además hay un altísimo índice de consumo de alcohol en menores de 16 años. Todo esto obedece a que, muchas veces, hay poco control parental y carencia de respeto por las figuras de autoridad, sean cívicas o filiales, he aquí una de las principales enseñanzas de la “otra escuela”.

Estos grupos etarios llegan a ser partícipes activos en la corrupción, por ejemplo, la compra-venta de exámenes en las instituciones educativas, con o sin la complicidad de los padres. Pero todo ello tiene incluso un lado más oscuro, y es la propensión a la violencia, a la violencia más pura, la de hierro y arma blanca. En Cuba desde hace algunos años ha habido un incremento de las organizaciones criminales juveniles: las pandillas, las bandas.

Ya no están caracterizadas por reunir individuos de la misma cuadra y molestar al vecino, quizás abusar de otros jóvenes; ahora tienen nombres, lemas, incipientes códigos de honor, y matan. De más está decir que no existen estadísticas públicas sobre el tema, pero un juicio empírico, y lo pequeño de la ciudad arroja una visión nada positiva sobre el tema.

Nunca es bueno hacer generalizaciones, los adolescentes arrastrados hacia la nueva semiótica no son todos, menos de la mitad quizás, pero son suficientes para desmembrar un país, cambiar el ideario nacional, lograr que el subdesarrollo individual se sume al económico, que la serpiente se muerda la cola otra vez. La solución no está a la vista.

Por lo pronto apuntalar la escuela podría ser un analgésico pero hay que saber qué hacer con el resto de los componentes del triángulo: familia y sociedad, tan dentro del subdesarrollo económico que muchas veces no tienen fuerzas para combatir el de pensamiento, tan arraigado que incluso superando la crisis económica, pudiera demorar décadas en ser erradicado, décadas en el mejor de los casos.

22 agosto 2020 17 comentarios 699 vistas
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El país de falda corta

por Ely Justiniani Pérez 17 agosto 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Cuba es un país machista. No importa que tengamos trescientas, quinientas, mil mujeres en cargos de poder. Mientras sigamos discriminando por la identidad sexual, achacando el trabajo doméstico al sexo femenino y los congresos de la FMC hablen de producción agrícola y bloqueo pero no de asuntos que afectan particularmente a las mujeres, seguiremos siendo una nación donde el discurso y el enfoque de género caminan en pañales.

Cada vez somos más l@s cuban@s que nos acercamos al feminismo y al género desde una perspectiva crítica, por eso no son de extrañar las frecuentes polémicas ante manifestaciones que resultan misóginas. No nos engañemos, el machismo, como el dinosaurio de Monterroso, estaba ahí, no es nuevo, no llegó con las redes sociales, solo que no reparábamos en él. Ha pasado de una generación a otra, junto con la receta del lechón asado y la yuca con mojo. Lo hemos masticado, tragado y hasta saboreado.

El machismo en la isla es esencialmente cultural.

A mi entender ese es el más peligroso, porque la cultura es parte intrínseca de las personas, y las personas habitan las calles, las casas o la alta dirección de un país. Y aunque es cierto que tenemos políticas públicas progresistas en este sentido, la visión triunfalista nos hace aceptar, normalizar y hasta banalizar expresiones de maltrato.

El aborto, que en Cuba es legal desde 1965, se sigue viendo como “un pecado”, una opción vergonzosa de la cual nadie a nuestro alrededor se debe enterar. Las parejas gays, lésbicas, o las madres solteras, aun no pueden acceder a tratamientos de reproducción asistida, adopción, casarse o heredar bienes del otro en caso de muerte. La inserción de personas trans en espacios laborales, las operaciones de reasignación de sexo y el otorgamiento de una nueva identidad, llevan un andar demasiado lento. Y las leyes contra la violencia de género han quedado a la espera, mientras el acoso y los abusos se hacen cada vez más comunes. ¿No son estos, temas de los que aún deberíamos ocuparnos?

Creer que se ha logrado la igualdad entre mujeres y hombres, que se ha erradicado el racismo o que las personas homosexuales o trans tienen sus derechos garantizados, no es más que abono para la violencia. Con frecuencia vemos chistes y comentarios de mal gusto sobre personas obesas, negras, discapacitadas, homosexuales, con identidades diversas, sobre el acoso, el abuso sexual y l@s que no cumplen con los roles tradicionales de cada sexo.  Con el pretexto de que “vivimos en igualdad” asumimos como bromas o casos aislados algo que no tiene otro nombre que discriminación. Y algunos entienden como “libertad de expresión” la posibilidad de segregar a otros.

El ámbito político no escapa a esta realidad. A pesar de ser un gobierno de izquierda, se pueden apreciar posturas bastante conservadoras que alimentan la  falta de sensibilidad respecto a estos temas. Nuestro gobierno, que no aplica la pena de muerte y supuestamente protege a los ciudadanos homosexuales, bi o trans, se ha abstenido en reiteradas ocasiones ante propuestas de la ONU para la eliminación de la pena de muerte por orientación sexual. Y más recientemente ha aprobado una constitución que incluye al matrimonio igualitario, pero exige una votación popular que respalde dicha ley, como si fuéramos un país que somete todas las decisiones a consulta ciudadana.

Los derechos humanos no requieren plebiscito.

El parlamento, por otra parte, a pesar de tener una composición mayoritariamente femenina, no había aprobado antes de la reciente constitución, una ley que tuviera relación directa con las mujeres, desde las debatidas en el Código de Familia de 1975. Y no da muestras tampoco de que este porciento mayoritario en la representación del país, implique el tratamiento más recurrente de los temas que nos afectan.

Productos comunicativos que refuerzan cánones patriarcales, el hecho de que en pleno 2020 censuremos besos gays y “voces platinadas”, así como la falta de campañas de bien público con perspectiva antirracista y de género, solo nos dan la medida del largo trecho que debemos recorrer.

Trabajar, respetar y educar, son las claves fundamentales para lograr equidad. Necesitamos más sensibilidad y menos alarde de triunfos incompletos. Defender a los más vulnerables un día, y al siguiente abandonarlos a su suerte, no nos hace mejores, solo nos convierte, -como se diría en términos machistas- en una sociedad de moral distraída, de doble cara, de falda corta. Ese no es el país que merecemos.

17 agosto 2020 22 comentarios 663 vistas
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gobernadoras

La hora de las gobernadoras

por Gretchen Sánchez Higuera 23 enero 2020
escrito por Gretchen Sánchez Higuera

A Cuba regresaron los gobernadores y vicegobernadores, pero el movimiento feminista aún no llega. A los nuevos gobernantes no los eligió el pueblo por voto directo y tampoco tenemos un #metoo cubano, pero el país ahora cuenta con un balance de género para asumir, durante 5 años, las riendas de sus 15 provincias.

Quizás se ha logrado una paridad de género, pero sigue pendiente alcanzar un equilibrio de poder. La mayoría de las mujeres seleccionadas son segundas en el cargo y subordinadas a un hombre. Esto no singifica que no sea un avance, pero es cuanto menos parcial.

Más del 70% de las provincias cuentan con un gobernador o vicegobernador del sexo masculino, excepto Camagüey que eligió a dos mujeres. Quizás la idea es que las féminas mantengan a raya los posibles abusos de poder de sus jefes. Pero, ¿es posible hacerlo desde una posición de subordinación? Lamentablemente, este modelo de equidad no fue imitado anteriormente a nivel nacional. Hoy no tenemos una Primera Ministra, pero se nota la voluntad política en materia de género.

Resulta interesante la metodología en las boletas. Los votantes tuvieron un candidato a gobernador y uno para vicegobernador a propuesta del Presidente, la decisión era fácil. No se trató de una votación, sino de una reafirmación, porque elegir se basa en tener al menos dos opciones.

Y si en la práctica el que eligió fue el Presidente, en la ley también los puede revocar: “corresponde al Presidente de la República: proponer a los delegados de las asambleas municipales del Poder Popular que correspondan, la elección o revocación de los gobernadores y vicegobernadores provinciales”. (Art 128, inciso g.)

Cada día son menos los cargos que se eligen por voto directo en Cuba. Ahora “los ciudadanos cubanos con capacidad legal para ello, tienen derecho a proponer y ser nominado como candidato a delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular” (Ley Electoral, Cap 1, Art 5, inciso b. y c.). El pueblo acudirá menos a las urnas, ya no cada 2 años y medio para elegir a los delegados de la AMPP, ahora cada 5 años. Veamos un resumen de cómo funciona.

Cargos Quién elige?
Delegados AMPP Ciudadanos
Intendentes Delegados AMPP
Presidente y vicepresidente AMPP Delegados AMPP
Gobernador y vicegobernador Delegados AMPP (propuesta del Presidente)
Diputados ANPP Delegados AMPP
Presidente, vicepresidente y secretario ANPP Diputados ANPP
Consejo de Estado Diputados ANPP
Presidente y vicepresidente de la República Diputados ANPP
Leyenda:

AMPP- Asamblea Municipal del Poder Popular

ANPP- Asamblea Nacional del Poder Popular

Corresponde a los ciudadanos votar solamente por sus representantes en la AMPP. En cambio, la AMPP elige a su presidente y vicepresidente, respeta la propuesta del Presidente de la República a la hora de elegir a su gobernador y vicegobernador, y también elige a los intendentes en un plazo de 3 meses posterior a esta elección. Después de que el pueblo pidió elegir directamente a sus líderes, se dejó un único ejercicio de democracia popular y directa, la elección municipal. En cambio, ¿qué poderes ostenta el Presidente de la República en estos momentos?

Qué corresponde al Presidente? Funciones (elección, designación, suspensión, revocación o sustitución)
Miembros del Consejo de Ministros Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Primer Ministro Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Presidente del Tribunal Supremo Electoral Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Fiscal General de la República Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Contralor General de la República Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Presidente del Consejo Nacional Electoral Elige, designa, suspende, revoca o sustituye
Gobernador y vicegobernador Elige, revoca

Es decir, el Presidente controla el poder ejecutivo y el judicial, mientras puede moldear a su voluntad la rama legislativa. En un país que aspira al socialismo en estado de acoso, la separación de poderes es importante, pero no imprescindible si existieran mecanismos de rendición de cuentas y control popular directo sobre el poder.

La antigua Constitución de 1976, otorgaba la más alta autoridad a las Asambleas Proviciales (AP) para el ejercicio de las funciones estatales. La nueva Carta Magna, en ausencia de las AP, otorga la autoridad en la provincia al gobernador. Pero, si el gobernador ostenta la más alta autoridad en las demarcaciones provinciales, ¿por qué los primeros secretarios del Partido son la “última palabra” en la práctica?

Hagamos un ejercicio sencillo, escuche esta noche el noticiero nacional y de seguro habrá algún reportaje donde aparece la figura del Primer Secretario de la provincia y el nuevo Gobernador. Si presta atención a los detalles se percatará de que el Primer Secretario es nombrado primero, no por casualidad.

Reconozco el esfuerzo e interés por colocar a las mujeres en posiciones de poder cada vez más altas. Aún así, algunos tienen la percepción de que este empeño es artificial para lograr cuotas de género (53.22%-46.78%) y obtener el reconocieminto del segundo parlamento en el mundo con más participación femenina. Sería necesario que en el futuro la política de promover féminas no se limitara a llenar cuotas, sino también darles posiciones de poder que les permita desarrollar sus capacidades limitadas por mucho tiempo.

Para ser un país que se presenta como progresista, Cuba no ha tenido una sola presidenta o primera ministra en su historia nacional. Lo opuesto a esta tradición patriarcal es Finlandia, donde gobierna una mujer, hija de padres gays y con menos de 35 años de edad. La isla ya tiene una vicegobernadora en cada provincia, pero no podemos esperar a que el movimiento feminista llegue por gravedad, hay que luchar por él. Para esto son importantes dos factores: participación ciudadana y voluntad política. Veremos si logran ir de la mano.

23 enero 2020 31 comentarios 415 vistas
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Protagonistas a secas

por Gabriela Mejías Gispert 6 septiembre 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

El pasado 23 de agosto se cumplió 59 años de creada de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Las redes se hicieron eco de la celebración, bien merecida, por su “natalicio” y transformaciones, mucho más profundas de lo que expresan los elogios sobre la magnitud de su labor: “Madres de cuba, aguerridas, luchadoras incansables, mambisas, rebeldes, continuadoras de la obra de Mariana y Vilma…”

Las mujeres cubanas quedamos ancladas en esos adjetivos, que han sido utilizados desde antaño para calificarnos, entrelazando las luchas de las féminas con la Revolución, moldeando la organización, sujetándola del brazo como si necesitara de guía constante para saber en qué sentido debe continuar. No seamos reduccionistas, somos eso y mucho más.

Quizás la frase más ilustrativa y controversial sobre la FMC sea llamarnos “protagonistas de la obra revolucionaria que les emancipó…”

El lenguaje construye realidades, proporciona sentidos, lógica y construye una verdad. Nuestra verdad ha sido construida a través del discurso revolucionario, del cual somos protagonistas sí; porque la generamos mano a mano, no porque nos emancipó.

La FMC en su conformación aglutina diversas organizaciones feministas ya existentes, que quedaron en una tangente de la historia, donde solo resaltan algunas de las muchas mujeres que fueron protagonistas de los derechos que hoy gozamos.

El Frente Cívico de Mujeres Martianas encarnado en Carmen Castro Porta, Aida Pelayo, Olga Ramos, Maruja Iglesias, etc. utilizaban el ideario martiano como parte de su programa político, participando en gran parte de las acciones políticas de los años 50, materializando la organización femenina del M-26-7. Otro grupo fundamental lo conformaban Las Mujeres Opositoras Unidas entre las que se encontraban Martha Fraide, Clementina Serra, Esther Noriega, Zoila Lapique y muchas otras.

De ambos grupos surgieron mujeres que compondrían el posterior pelotón femenino de la Sierra Maestra “Mariana Grajales”. También se fusionaron en la conformación de la FMC como frente único, las campesinas de la Unidad Femenina Revolucionaria, las militantes de la Columna Agraria, los Grupos de Mujeres Humanistas y otras organizaciones; dando paso a que en noviembre de 1959 una delegación compuesta por ochenta y una delegadas, encabezada por Vilma Espín fueran recibidas con honores en el I Congreso Latinoamericano de Mujeres, celebrado en Chile.

Analizar el papel desempeñado por las mujeres en nuestra revolución resulta paradójico. Los logros alcanzados hasta la fecha son una muestra fehaciente de lo conseguido en el ámbito político, generando un empoderamiento significativo, aunque no suficiente, en materia de estructura social.

Como organización de masas que representa los intereses de la mujer ha trabajado en pos de lograr una igualdad sustantiva desde sus inicios. Son innegables los progresos en materia de paridad, la autonomía generada por la incorporación masiva al trabajo en todos los sectores, la posibilidad de decidir sobre la maternidad teniendo los medios seguros al alcance, la orientación en materia de cuidados anticonceptivos, la educación universitaria y la representatividad en los órganos de decisión del Estado.

Contradictoriamente esto no sucede en los ámbitos privados donde la mujer sigue teniendo las mayores responsabilidades en el cuidado de infantes, adultos mayores y la responsabilidad de “atender la casa” lo cual supone una doble jornada no reconocida, ni remunerada en el caso de las amas de casa. Además, la violencia doméstica y a nivel familiar es uno de los grandes retos por conquistar aún.

¿Cómo se explica que la FMC, con tanta participación en los ámbitos de decisión, haya sufrido tal estancamiento (sobre todo posterior a los años 90) luego de haber propiciado en tiempo record, disímiles políticas públicas que colocaron a la mujer cubana en el status que hoy posee?

Para ser consecuentes, en necesario decir que el modelo socialista nos permitió asentar las bases de luchas de muchos años anteriores, profundizarlas en tiempos cortos; pero también restringió el debate.

Somos parte fundamental de esta revolución sin embargo haber quedado sujetas a ella como si fuese un ente y no un proceso, como un apéndice inamovible, anquilosó el pensamiento provocando lo que lastimosamente vimos reflejado en el último congreso de la Federación de Mujeres Cubanas: muchas consignas, reproducción de esquemas, mujeres dando “el paso al frente” ante los cambios por venir y poco debate acerca de las cubanas de este siglo.

Podemos decir entonces: de nada sirve que seamos pares en un sistema legislativo, si no tenemos voz propia. De esta forma dicha paridad continuará siendo formal y jamás llegará a ser sustantiva.

La visión homogeneizadora con que se pretendía construir “La Revolución”, llevó a pensar por mucho tiempo que no se debían discutir problemáticas particulares de las minorías, pues esto propiciaba la discriminación. De esta forma no se tienen en Cuba cifras precisas sobre ciertas cuestiones como el racismo, los femicidios no se encuentran tipificados y no es hasta el 2016 que se realiza una Encuesta Nacional de Igualdad de Género (ENIG).

La falta de puesta en actualidad de la organización, ha costado que si bien gran parte de las mujeres somos afiliadas, la incidencia social de las mismas ha ido mermando con los años. La desactualización en temas de género, las propuestas de superación en torno a tareas del hogar como corte y costura, maternidad, cuidado de la familia, entre otras; han alejado los debates de las condiciones actuales que viven las mujeres cubanas.

Fue notorio un cambio luego de la conferencia de Beijing en 1995. Se han gestionado nuevas políticas públicas con el objetivo de traer una discusión más contextualizada. Los cursos, capacitaciones, campañas e investigaciones aún son reducidas, pero es posible palpar una nueva forma de sacudir la organización social y en especial la vida privada de las mujeres cubanas.

Poco de todo esto sabe la mayoría de las federadas, reciben los derechos y los deberes venidos “de arriba” de esta forma quedan ajenas a la organización de la cual no se sienten parte activa. Buscar un trabajo conjunto que rompa con la verticalización de las políticas públicas que desarrolla la FMC parece imperante. Teniendo como premisa los derechos y deberes consolidados, comenzar a abordarlas “de abajo hacia arriba” incorporando a las mujeres de la organización (que somos todas) no solo como objeto de las mismas, sino como creadoras al unísono, será la única forma de revivir la FMC.

6 septiembre 2019 1 comentario 571 vistas
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cuerpos

Cuerpos revolucionados

por Gabriela Mejías Gispert 14 julio 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Muchas veces escuché la frase acuñada socialmente que una mujer perfecta es aquella que en el ámbito social se comporta como “señorita” y en la casa sabe complacer al hombre con toda la picardía que ello amerita. Aun no deja de sorprenderme la dicotomía de la frase.

Simone de Beauvoir decía “no se nace mujer, se llega a serlo”. Esta frase, muchas veces malinterpretada, no adhiere a que necesitemos más maquillaje, tacones, pelo alisado, un pintalabios rojo. Apunta a que ser mujer es una construcción social que nos moldea.

Nuestras diferencias biológicas parecieran ser razón suficiente para comenzar a llenar una mochila de cualidades y conductas prescritas, tanto para hombres como para mujeres.  Los cuerpos, sexualizados se convierten al nacer en un depositario de prerrogativas y obligaciones. Todo aquello que salga de lo preestablecido debe quedar confinado a lo privado, censurado.

Un cuerpo de mujer es privado, no debe mostrar, insinuar, es propiedad de quien la posee en la intimidad. Un cuerpo travestido es privado, un cuerpo transformado es privado, un cuerpo de mujer no deseable es privado, un cuerpo amanerado es privado…

Los cuerpos femeninos tienen solo dos opciones posibles desde la lógica patriarcal y ambas son “cosificadoras”. Objeto de pertenencia de su pareja u objeto de deseo sexual.

¿Cómo se explica, que incluso entre amigos, le pidan permiso al hombre si quieren sacar a bailar a su compañera?

En muchos videos clips se muestra el cuerpo en más ocasiones que la cara de la modelo. Así se define la identificación de una mujer anclada al cuerpo, donde el espacio corporal es la única variable que precisa que se es mujer.

El control que se tiene por el cuerpo, genera subidentidades dependiendo del uso que la mujer le de al suyo: si aún no ha desarrollado, es niña; si tiene hijos, es madre; si no tuvo relaciones con un hombre, es virgen; si comercia su cuerpo por dinero; es prostituta.

 Las discotecas tienen la política de que hasta cierta hora o en determinados días las mujeres entran gratis.

¿Es una medida de “caballerosidad” a la antigua?

No, las mujeres entramos gratis porque somos objeto de consumo, que atrae público masculino. Forma parte de un sinnúmero de discriminaciones positivas que vivimos diariamente.

La autonomía de la mujer pasa por su cuerpo; es por eso que el deseo femenino molesta: cuando no necesitan una aprobación para decidir qué ropa usar, tiene relaciones con varios hombres, cuando dice no rotundamente; ante una invitación masculina.

Vivimos en una sociedad donde lo que no entra dentro de la binaridad heteropatriarcal es sancionado: o eres femenina o eres un bombero; habla fuerte o pareces “mariquita”. La ostentación del deseo al ámbito público también molesta; basta con revisar la oleada de reacciones ante la posibilidad del matrimonio gay y los descabellados argumentos de quienes se oponen.

Las cubanas somos progresistas en esta cuestión de liberar el cuerpo; producto la escasez de ropa de una época y del calor; no tenemos tapujos en mostrar todo el esplendor de nuestras masas por fuera de las blusas. Pero no escapamos dichas subidentidades. Sentirnos cómodas, dispuestas, proactivas, independientes, son cualidades de nuestra sexualidad que siempre fueron delegadas a lo privado o condicionadas a ser “mal vistas”, antagónicas con ser profesionales, tomadas en serio en una conversación, obtener responsabilidades o ser madre.

Siempre al borde de las posibilidades las sociedades machistas ponen en jaque lo natural, más notablemente con la globalización de la moda: adelgaza, quítate el bigote, delinéate las cejas, plánchate el pelo…

No se trata de ser transgresoras por el solo hecho de ir contramandato, sino de poder abrazar aquello que nos hace plenas, identificar lo que concebimos por seguir la corriente y disfrutar nuestras “cuerpas” tal como las sintamos.

La revolución de los cuerpos también forma parte de nuestra revolución.

14 julio 2019 11 comentarios 385 vistas
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desigual

Igualdad desigual

por Gabriela Mejías Gispert 21 mayo 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Soy mujer, soy cubana, soy privilegiada. Jamás me sentí inferior ante un hombre, se lo debo a mi familia y a la Revolución.

Puedo decir con orgullo que en mi tierra no existe diferencia salarial entre hombres y mujeres. El aborto constituye un derecho al cual podemos acceder de forma libre, gratuita y segura. Mi condición de fémina jamás fue impedimento para asumir responsabilidades, ocupaciones, cargos, estudios o expresarme ante mis iguales. En disímiles ocasiones caminé sola de madrugada para volver a mi casa; siempre tuve cuidado, pero nunca sentí miedo. Sin embargo, la violencia psicológica, verbal y física hacia la mujer es moneda corriente.

Si nos comparamos con mujeres de países como Argentina, México, Colombia o Brasil; por mencionar algunos, nos encontramos en situación de privilegio. En Cuba hombres y mujeres somos iguales ante la ley, pero no en nuestra cotidianidad. Si la ley no contempla la sociedad que legisla, será ineficiente. Negar que vivimos en una sociedad donde se reproducen conductas machistas propicia que dichas acciones se sigan transmitiendo generacionalmente.

¿Podemos hablar de femicidios en Cuba?

El 4 de Octubre de 2015, la directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) Mariela Castro Espin, en una entrevista al diario “Tiempo Argentino” resaltó que en Cuba no los tenemos, lo cual asegura es un efecto de la Revolución.

No culpo a nuestra diputada por repetir a vivas voces una sensación imprecisa acerca de la problemática en la isla, lastimosamente sigue siendo del criterio de nuestros dirigentes que visibilizar ciertos temas crean inseguridad en la población. Ni siquiera la ONU tenía detalles de las cifras de femicidios en la Isla.

La prensa del boca a boca cuenta otra historia:

  • Hace 2 semanas la madre de un amigo fue tirada desde el balcón de su casa, la empujó el esposo durante una discusión.
  • Unos años atrás supe que a una chica de Alamar la encontraron muerta y violada en Cojimar, dicen que fueron 2 hombres de la zona 10.
  • Una conocida de Cárdenas me contó que descuartizaron a una muchacha de su pueblo hace dos años.
  • A través de un contacto de Facebook supe que mataron a una mujer a puñaladas frente a sus hijos, por celos.
  • Cuando era niña, una madrugada pasó una pareja gritando: él la llevaba agarrada de los pelos; los niños jugábamos en la acera, los adultos hablaban por lo bajo “Esa es la que vive por los sitios, creo que engañó al marido”

Si sigo escribiendo hago prensa amarillista, si digo femicidio, tendré puristas defendiendo lo indefendible. Creo que todas las personas que vivimos en Cuba hemos escuchado “historias” como estas. Algunas las sabemos ciertas, otras las creemos confiando en quien nos la cuenta.

Llamémoslas por su nombre; son FEMICIDIOS

¿Qué características las define como tal? En 1970 se acuña el término como alternativa para diferenciar del neutro “homicidio”. Tiene como fin visibilizar la discriminación, la desigualdad y la violencia sistémica contra la mujer, que muchas veces termina en la muerte de las mismas.

Lo que diferencia ambos términos es la situación que las propicia. Un hombre que mata, violenta o agrede a una mujer por su condición de mujer. Por la certeza machista de que le pertenece, de que es superior a ella tanto física como socialmente. El conteo de mujeres que murieron en manos de sus esposos, ex esposos, novios, hombres cercanos o desconocidos, figura dentro de los cómputos de homicidios del Anuario Estadístico de Salud sin diferenciación alguna de los homicidios.

Mucha agua cayó desde la declaración de Mariela. Cuba comienza a tener una voz alternativa a través de las redes sociales. Aquellas “historias” incomprobables son hoy una certeza que se visibiliza cada vez con más frecuencia.

En el reciente Foro de los países de América Latina y el Caribe sobre el desarrollo sostenible, celebrado en Chile en abril del presente año, Cuba reconoció por vez primera las cifras de femicidio en la isla. Declaró en el marco de dicho evento, los resultados de la Encuesta Nacional de Igualdad de Género realizada en 2016, exponiendo que en los 12 meses antes de la encuesta, 26,7 por ciento de las mujeres sufrieron violencia en el seno de la pareja y otro 39,6 por ciento en algún momento de su vida.

Si bien esta información aun no es de dominio popular, constituye un salto sin precedentes para la visibilización y posterior tratamiento del tema en Cuba.

Tenemos un Estado presente y tozudo, que hace más de hace 50 años sentó las bases institucionales para luchar contra la desigualdad, las formas de discriminación y la violencia. Es innegable que gracias a eso tenemos una tasa de femicidios mucho más baja que en el resto de América Latina; sin embargo, la realidad demuestra que los mecanismos creado por los órganos del Estado no son suficientes.

Disímiles organizaciones cuentan con investigaciones y trabajos con enfoque de género en nuestro país: UNFPA Cuba, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), el Proyecto “Todas contracorriente”, el Centro de Estudios de la Mujer (CEM), la Federación de Mujeres Cubana (FMC), Campaña únete, colectivo Nosotrxs, por solo citar algunas.

Lamentablemente, su labor constituye un trabajo paliativo ante una problemática que no se puede solucionar solamente con información, acompañamiento, charlas o consejos.

Todo lo anterior lleva a cuestionarme ¿Qué sucede con el trabajo de dichas organizaciones? ¿Acaso el Estado no considera una problemática atendible la violencia de género? Disculpen el atrevimiento, pero me parece que falta una parte imprescindible de la diada para afrontar el conflicto.

No basta con educar, dar apoyo emocional, investigar. Esta forma de tratar la violencia ha llevado a falsos criterios, como aquel dicho popular que reza: “si la golpea es porque ella se lo busca o le gusta” logrando así que muchas mujeres que sufren de violencia de género callen por miedo o por prejuicios.

La necesidad de una Ley sobre violencia de género, así como la inclusión del término femicidio en el código penal, es imperiosa. El sistema penal deja muchas lagunas ante las denuncias. Mientras el acoso, las amenazas y los casos de violencia familiar caen en un agujero legal, donde las víctimas poco pueden hacer hasta que no ocurra el peor desenlace. La falta de visibilización lleva a la mitificación, la desacreditación y por consiguiente la falta de apoyo hacia las mujeres que conviven con violencia de género.

No existen soluciones particulares para una mujer que enfrenta situaciones violentas. Lo personal es político; si el Estado no contempla legalmente los femicidios también es responsable de las muertes.

Y si la violencia de género deja marcas, la falta de una ley deja femicidios.

21 mayo 2019 25 comentarios 393 vistas
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Ciencia y enfoque de género

por Yasvily Méndez Paz 6 abril 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Durante los años 70 y 80 del siglo XX confluyeron varios factores que posibilitaron el desarrollo de los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Género (CTG). Considerados como parte del denominado «feminismo académico»- se fueron conformando en un campo de estudios con enfoque plural y diversificado, viéndose representados mediante las áreas de investigación, políticas públicas y educación.

Dentro de los aportes de los estudios CTG destacan aquellas investigaciones que han sido fundamentales para determinar los mecanismos formales o explícitos, institucionales e ideológicos, e informales o implícitos de exclusión femenina, presentes en la comunidad científica a lo largo de la historia.

En la actualidad, la existencia de barreras formales e institucionales que limiten la presencia de mujeres en academias e instituciones científicas son cada vez menos recurrentes; en cambio, los mecanismos informales o implícitos persisten ante su carácter de «sutileza» y  «aparente inexistencia», y se reflejan a través de las brechas y sesgos de género presentes en los sistemas científico-tecnológicos.

Una recolección piloto financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- cuyos resultados han sido publicados en abril de 2018- reconoce que en América Latina se mantienen las brechas de género en ciencia, tecnología e innovación (CTI).

El estudio pone al descubierto la presencia limitada de las mujeres en disciplinasde ciencia, tecnología,  ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), en ocupaciones fuertemente masculinizadas, tales como: las tecnologías de la información y la comunicación [TIC], las dificultades para que las mujeres logren alcanzar puestos de alto liderazgo en sistemas nacionales de CTI, la fuerte presencia femenina en el trabajo no remunerado y las actividades domésticas, así como otros indicadores que denotan la pertinencia de este tipo de estudios.

En Cuba, los estudios CTG aún resultan insuficientes. A pesar de los aportes realizados por investigadoras como: Mayra García Quintana, Dayma Echevarría León, Lourdes Fernández Rius, entre otros, mucho queda por develar desde el punto de vista histórico, sociológico, pedagógico y epistemológico sobre el acceso de las mujeres a los sistemas de ciencia y tecnología y los sesgos de género en sus prácticas, procesos y productos.

Días atrás un colega me manifestaba que las mujeres no tienen capacidades similares a los hombres para dedicarse a las ciencias, pues sus preocupaciones por el cuidado de hijos, esposos y otros familiares, así como el tiempo que dedican a labores domésticas las limitan e inciden en su capacidad de concentración.

Parece irreal que a la luz de la contemporaneidad se esgriman criterios de esta índole; sin embargo, ¿será este un pensamiento aislado, o persisten en Cuba los roles de género en los espacios público y privado y mecanismos implícitos o informales de exclusión femenina que limitan la presencia de mujeres en determinadas áreas del ámbito científico-tecnológico?

Foto: EFE/ Yander Zamora

Hace meses se publicaron los resultados de la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, donde tuvo implicaciones el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), con la colaboración financiera y técnica de otros organismos internacionales.

Sus resultados denotan la fuerte creencia en el imaginario social de que determinadas actividades, oficios y profesiones no son consideradas «propias» de mujeres, como: electricista, albañil, mecánica, entre otros, y se manifiestan las brechas de género en la carga total del trabajo (CTT), pues las mujeres continúan asumiendo el peso en las labores domésticas y el trabajo no remunerado. Ello denota la importancia de generalizar este tipo de estudios en el entorno de las universidades, e incentivar políticas públicas y educativas para la solución de estas problemáticas.

Evaluar las brechas de género y sus limitaciones en América Latina y el Caribe (ALC) permite encauzar posibles soluciones para el logro de niveles superiores de equidad en el acceso a la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI). Si bien se han reducido las barreras explícitas que impiden el acceso de las mujeres a instituciones, academias y actividades científicas, todavía se manifiestan mecanismos informales de «feminización» y «masculinización» en las comunidades científicas, como en algunas carreras de ingenierías, que limitan el acceso de las mujeres a sus campos de acción.

El estudio de estas problemáticas y otras, su medición, evaluación y las propuestas de solución, constituyen tareas de investigación fundamentales para los actores sociales comprometidos con la aplicación de las políticas públicas de CTI en ALC. De igual manera, los Sistemas Nacionales de Educación deben tener en cuenta las propuestas de los estudios CTG en sus programas curriculares de pregrado y posgrado, y en la superación del personal y cuadros de dirección, para el logro de una sociedad más equitativa en las políticas de ciencia, tecnología e innovación dentro de la comunidad científica a nivel internacional.

6 abril 2019 3 comentarios 739 vistas
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