En aras de lograr claridad y contundencia en la brevedad de un post, hace tiempo renuncié a la ironía y el sarcasmo. Pero eso no ha menguado mi consumo de textos humorísticos políticos, ni la participación en espacios donde se privilegia este tipo de mensajes. Hay que ser muy soso para ignorar la proliferación de memes sobre asuntos cubanos en el ciberespacio, tema que clama por estudios sociológicos, lingüísticos, antropológicos y de comunicación.
Pareciera que el espíritu del afamado periodista Ricardo de la Torriente —creador del renombrado periódico satírico cubano La política cómica (1906-1926)— hubiera poseído a miles de internautas que crean memes y textos con tal creatividad, frecuencia e inmediatez que a veces parecen previos a los acontecimientos parodiados. Sitios construidos colaborativamente, como el grupo Fans de Yuliendry, reciben a diario decenas de contribuciones y miles de visitas y compartidos.
En Cuba existe una larga tradición de humor político que data de la Colonia y se potencia en el período de luchas por la independencia. Separatistas e integristas se enfrentaron con armas o ideas, pero muchas veces fue el estilete del humor el más eficaz para desacreditar las opiniones contrarias y encumbrar las propias. Durante la República burguesa, Cuba estuvo a la vanguardia del humor político y la mayoría de las publicaciones seriadas, estaciones de radio y TV le dedicaban espacios en sus programas y/o secciones. Personajes como Liborio y El Bobo encarnaron las preocupaciones y demandas del pueblo en situaciones que lo mismo hacían reír que llorar.
El triunfo de la Revolución dio continuidad a esta costumbre, pero, al tener que realizarse en publicaciones afines al gobierno, los dardos se enfilaron solo contra el imperialismo y sus acólitos y la superación de «lacras y rezagos de la vieja sociedad». Entre estas se confundían los nuevos males generados por el socialismo —vagancia, burocratismo, improductividad…— en una amalgama que, aun cuando los sacara a la luz de manera punzante, cuidaba de no achacarlos al sistema sino a maquinaciones del Imperio y a la demora en cambiar las mentalidades.
Una de sus manifestaciones pioneras fue El Pitirre (enero-60/octubre-61), suplemento humorístico del periódico La Calle. Acerca de aquella publicación diría su líder, el caricaturista René de la Nuez, que pretendían: «no solo hacer un humorismo de la Revolución, sino hacer una revolución dentro del humorismo». Tales fines fueron obstaculizados por la estatización de la prensa y la prohibición de la disidencia política.
Su sitial lo ocupó Palante, semanario político inaugurado en 1961, representante por excelencia del llamado “humor revolucionario”, único permitido. Sus entregas eran esperadas con ansia por numerosos lectores de todo el país, que disfrutaban las creaciones de sus excelentes dibujantes y redactores. También se destacaron los suplementos humorísticos DDT y Melaíto, de los periódicos Juventud Rebelde y el Vanguardia villareño, respectivamente. El advenimiento del Período Especial decretó la crisis del humor gráfico ante el cierre, parcial o total, de los suplementos por falta de papel.

Otro sobre la Tarea Ordenamiento, que reafirma una idea planteada por el profesor Carmelo Mesa Lago en un artículo publicado en este medio
Mientras Cuba se afanaba en la construcción del socialismo y luego en resistir la crisis; la comunicación cultural y política mundial se revolucionaba con nuevas herramientas y teorías. En 1976, Richard Hawkins creaba el término meme —neologismo proveniente de la síntesis entre memory y gene—: «una unidad de información cultural que se disemina en la sociedad de igual forma que los microbios se expanden y evolucionan en la naturaleza».
Con la aparición de las redes sociales se entronizó la era del meme cual expresión del carácter creativo, colaborativo e interactivo de la comunicación digital actual. Ellos funcionan como espejos que reflejan, amplifican y distorsionan un aspecto de la realidad. La investigadora An Xiao ha dedicado al asunto su texto De los memes a los movimientos sociales: cómo el medio más viral del mundo está cambiando las protestas sociales y el poder. Su rol es similar al de los graffitis y los populares cuentos de la comunicación política underground. Son formas básicas y alternativas de participación política del pueblo, expresión de la contracultura contemporánea.
Más allá de su versión original de imagen y texto, el meme se multiplica por su capacidad de ser imitado y transformado fácilmente por otros cibernautas con herramientas como Adobe Photoshop y Paint. Actualmente existen plantillas, aplicaciones y plataformas virtuales que simplifican y enriquecen el proceso de creación y florecimiento de los memes. De ahí su extraordinario poder de viralizarse y volverse tendencia de manera súbita, y la amplia recepción que tienen en la ciencia de la comunicación inter-cultural y las ciencias políticas.
Las investigaciones acerca de los memes han comprobado su alta eficacia en la llamada sincronización de opiniones, labor de los movimientos sociales y traducción de los mensajes virtuales al mundo físico. La conversión de los memes en objetos simbólicos del mundo real, muestra su efectividad y capacidad para hacer más efectivas y transparentes las acciones y la competencia política de grupos y movimientos sociales y políticos que suelen emplearlos profusamente, de ahí que la mimética haya sido aceptada como una ciencia nueva para el estudio de los memes, a caballo entre la lingüística y la comunicación cultural.

Ni siquiera el respetado Doctor Durán escapa a la vorágine memera.
En América Latina, es México uno de los centros de producción y uso de los memes políticos. Uno de los actores emergentes que mejor y primero los supo emplear fue el movimiento por los cuarenta y tres estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014. Ha sido una forma de visibilizar la lucha por su búsqueda y obtención de justicia.
La tardía y costosa llegada a Cuba del acceso masivo al servicio de internet por datos móviles desde los celulares, en 2018, empoderó rápidamente a los memes en la comunicación política criolla, mayoritariamente de los críticos al gobierno. Los que aún creen que el relajo memero es un fenómeno intrascendente y un esnobismo de los nacidos en la era digital, dan muestra de obsolescencia política e incomprensión de los modos de gobernanza en el mundo actual.
La era del meme multiplica a los nuevos creadores humorísticos cubanos en una cofradía, incansable y siempre alerta, formada por miles de autores, colaboradores y replicantes de todas las edades, capaces de generar y establecer matrices de opinión política colaborativamente en tiempo récord. La política cómica del Bobo de Abela, Liborio y El Loquito, renace hoy en Memes Cubanos, Yuliendry y el Mostro, Abeja Memeros, AMPP Tinagua Arriba, y otros muchos sitios que han reactualizado el humor político a su manera, con asombroso poder y efectividad comunicacional.