La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

medidas

inviabilidad

Inviabilidad

por Alina Bárbara López Hernández 30 julio 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Reformar la economía nacional ha sido una especie de Santo Grial para la dirigencia del país. A pesar de ello, el término reforma no es comúnmente utilizado en el discurso oficial. Según explica el sociólogo y politólogo Juan Valdés Paz: «En la historia del socialismo real las escasas reformas o políticas de reformas, han respondido a crisis económicas o a cambios en las estrategias de “transición socialista”, tales como en la experiencia cubana».

Sin denominarlos como reformas, treinta y cuatro años atrás, con Fidel al frente, fue anunciado el «Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas». Hace trece años, esta vez con Raúl al mando, se declaró el «Proceso de actualización de la economía cubana». Ante el destino de tales propósitos, ya es hora de que pensemos que algo se está haciendo mal. La cuestión a dilucidar es: ¿qué ha fallado?

Las medidas económicas anunciadas por el presidente distan mucho de ser nuevas.

Varias generaciones de compatriotas pasamos por medidas similares en los duros años noventa. En todo caso, el cambio fundamental es del entorno, con otro tipo de complicaciones añadidas. Más allá de las tarjetas para comprar en dólares —una especie de corralito financiero que tendrá una peligrosa incidencia social, que ya la está teniendo—, recuerdo que tras la caída del socialismo europeo se fue aquí más expedito en los cambios. No se había declarado aún la consigna “Sin prisa pero sin pausas” que ha mostrado ser la maquillada tesis del inmovilismo.

El economista Juan Triana Cordoví en su artículo: “Marchas y contramarchas: el pa’trás y pa’lante de la política económica. Si todos estamos de acuerdo, ¿por qué no sucede lo que debe ocurrir?”, analiza con certera mirada la fuente de las contradicciones entre el declarado deseo de avanzar y los retrocesos:

«Con la existencia de culturas políticas e ideológicas resistentes a “actualizarse”, con comportamientos incluso personales marcados por aprendizajes anteriores, con prejuicios, con legislaciones muchas veces obsoletas, pero aún vigentes, con espacios grises que permiten “interpretaciones personales” y que condicionan, dificultan, retrasan los mejores propósitos que un país pueda tener y hacen extraordinariamente difícil alcanzar la coherencia deseada y con intereses personales creados difíciles de renunciar».

Varios países del antiguo campo socialista europeo intentaron procesos reformistas sin que pudieran evitar finalmente el colapso del sistema. Alguna experiencia debió dejarnos aquello. A mí me inquieta desde hace mucho esta interrogante: ¿Se puede reformar la economía de un país socialista sin proponer también reformas políticas? Cuando el periodista cubano-holandés Sergio Acosta me solicitó una pregunta para la conversación que tendría con el economista Janos Kornai[1] fue esa la que le entregué.

Kornai respondió: «Poder se puede, pero no tendrá éxito […] Si preguntas si puede funcionar, pues le cuento que en su momento también hubo ese debate en Hungría. Depende de qué usted define por la expresión “funcionalidad”.

Sergio Acosta: ¿Viabilidad?

Kornai: Exacto, viabilidad. Puede funcionar pero no funciona bien […]».

Mi duda se acrecentó más. La Nueva Política Económica (NEP) proceso de reformas puesto en práctica en la URSS entre 1921 y 1927, tuvo indudables éxitos al liberalizar el comercio interior, aceptar la creación de pequeñas empresas privadas y la colaboración con capitales extranjeros a través de formas mixtas de propiedad, aplicar el sistema de autogestión empresarial para luchar contra el burocratismo y las tendencias autoritarias de la administración y reconocer el interés personal en los resultados del trabajo. A pesar de sus efectos positivos, el paulatino fortalecimiento de Stalin frente al Partido tras la muerte de Lenin influiría decisivamente en el fin de estas reformas.

En 1928, durante una reunión, el secretario general del Partido dijo: “mandemos al diablo a la NEP”, cosa que, de hecho, había determinado el PCUS unos meses antes en su XV Congreso (diciembre de 1927), al aprobar las directrices del Primer Plan Quinquenal. Se iniciaba así el denominado modelo económico estalinista, férreamente centralizador.

Seis años de reformas se desplomaron ante la voluntad de una persona.

Ocurre que la propia NEP llevaba en sí la semilla de su destrucción. Un interesante debate me aportó otros elementos a la hora de enjuiciarla. Se produjo entre el profesor, historiador e investigador Samuel Farber, nacido en Cuba y residente desde muy joven en EE.UU. y John Marot, profesor del departamento de Historia de la Universidad Riverside de California.[2]

Farber sostiene que la NEP debió estar resguardada por una apertura política que permitiera la organización independiente de trabajadores y campesinos para oponer resistencia al estalinismo: « […] la adopción de la NEP debería haber sido acompañada de lo que llamé una Nueva Política Política (NPP). Esencialmente, de la libertad de organización política pacífica para todos aquellos grupos dispuestos a respetar la forma original de democracia soviética que llegó al poder en octubre de 1917».

Lenin, en la misma medida que había abogado por las concesiones económicas de la NEP, defendió la restricción de libertades políticas: eliminación total de partidos y grupos de oposición, control de los sindicatos obreros y del campesinado en los límites establecidos por el Partido y monopolio de los medios de comunicación.

En consecuencia, el Partido se tornó una organización cada vez más burocrátizada y antidemocrática, mientras que el resto de la sociedad derivó en una disciplinada colectividad, incapacitada para organizarse y presionar por cambios. Así fue en todos los países que aplicaron el modelo de socialismo burocratizado. Así sería hasta la implosión del socialismo, al que nadie defendió pues no habían sido convocados a su defensa.

Como dice Kornai, un proceso reformista exclusivamente económico «no funciona bien». Creo que una de las razones de su inviabilidad es el riesgo de que, aun marchando exitosamente en apariencia, puede ser desmontado por obra y gracia de una decisión de gobierno.

Cuando no se implica activamente a la ciudadanía como controladora de la dirección, resultados y velocidad de las transformaciones económicas, estas corren el riesgo de ser desmanteladas, como sucedió en la URSS. Pero no solo allí. En Cuba también «mandamos al diablo» un proceso de reformas que se inició en los noventa y que —si bien no tuvo nombre propio ni bautismo oficial— fue la respuesta del gobierno a la situación pos-derrumbe del socialismo europeo.

Sobre todo en la segunda mitad de esa década, se sintió una mejoría gracias a la relativa descentralización de la economía, un mayor peso del mercado, el permiso a la iniciativa privada y la diversificación de sus socios comerciales. Sin embargo, después del acercamiento a la Venezuela chavista se fueron abandonando aquí ciertas políticas de flexibilidad en la economía.

El acercamiento a Venezuela regresó a Cuba hacia sus fueros centralizadores.

La iniciativa privada sería frenada aunque no desapareció. Cuba se alejó con rapidez del relativo pragmatismo que emergió por poco tiempo en el último lustro del XX y que generara incipientes índices de reactivación económica y confianza en encontrar una salida propia.

Un gran conflicto irresuelto donde quiera que se entronizara el socialismo burocrático es el de convertir la propiedad estatal en verdadera propiedad social. Esta aspiración ha sido utópica por la falta de democratización, los fallos de la participación ciudadana en las decisiones económicas y el hecho de que los sindicatos dejan de ser organizaciones que defiendan los intereses de los trabajadores.

Cuba no ha sido una excepción. La burocracia se ha convertido entre nosotros en una «clase para sí» y obstaculiza cambios y reformas que, aunque acepta en el discurso, ralentiza en la práctica en perjuicio de la mayoría. Las reformas económicas concebidas doce años atrás no han demostrado su eficacia pues la mayor parte de lo deseado ni siquiera se ha implementado. Y esto avizora un futuro incierto para un proceso de cambios que se apoyaba en la concepción de una economía abierta a la entrada de capitales foráneos. Esos capitales, reacios desde antes de la pandemia, ahora lo serán mucho más.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, señaló que los efectos de la pandemia «generarán la recesión más grande de la región desde 1930 (la Gran Depresión) y desde 1914, con la Primera Guerra Mundial». La CEPAL considera así mismo que la salida de la crisis dependerá de la fortaleza económica de cada país, su capacidad productiva instalada, el acceso al financiamiento de los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial) y la contundencia de su respuesta económica, en la que la política fiscal tendrá un papel fundamental.

Para Cuba se anuncia un decrecimiento de – 8% respecto al PIB, muy drástico en términos de una economía pequeña y ya deprimida. No quedará otra salida que echar a andar las reformas, de una vez y por todas, si no queremos someter a los cubanos a un proceso de privaciones al estilo del sufrido en los noventa, o mucho peor.

La Constitución cubana de 2019 es mucho más flexible en materia económica y de formas de propiedad que su antecesora, pero mucho más rígida en materia política. El Partido no solo es declarado como antes la fuerza dirigente, sino que se le adicionó el apelativo de superior respecto a la sociedad y al Estado.

Esta actitud arrogante del Partido fue propia de un modelo político que fracasó.

En febrero de 1989, la revista soviética Sputnik dedicó un número al inmovilismo que caracterizara al período de dirección de Leonid Brezhnev, allí se hacían estas preguntas: « ¿Debe la dirección del Partido convertirse en un órgano especial del poder, que estará por encima de los restantes órganos? ¿Si el Comité Central es un órgano especial de poder, cómo controlarlo? ¿Se puede protestar su resolución por inconstitucional? ¿Quién responde en caso de fracasar una medida decretada? Si este órgano superior de hecho dirige al país, ¿no debe entonces todo el pueblo elegirlo?».

En este modelo político el Partido es selectivo, «de vanguardia», y no un partido popular abierto a todos, entonces, si se declara como fuerza Superior a la sociedad también se erige por encima del pueblo. Para que no fuera así el pueblo debería poder elegir a los que encabezan al Partido, y ello no ocurre. Si está por encima de todos, y no es «un partido electoral», queda fuera del control popular.

En la Constitución del 2019 aumentaron los cargos por designación y se blindó a la burocracia ante la ciudadanía al considerar contenidos pétreos o inmutables cualquiera de los concernientes al sistema político. Ello, unido a la relativa apertura en cuanto a las formas de propiedad, y a la posibilidad de que unas formas se conviertan en otras, le otorga un peligroso estatus a los dirigentes políticos, sean o no de la denominada generación histórica. Así se fortalece una clase política que condiciona los cambios a la posibilidad de ver afectados sus privilegios.

Ante el disturbio que significa, para este modelo y para la clase política establecida por él, la visibilidad de opiniones ciudadanas a través de medios digitales —que debilita su control monopólico de los medios de comunicación— la respuesta ha sido represiva (Decreto 370) aunque infructuosa. Ahora podemos influir en las decisiones políticas y ser un factor significativo en la marcha de las reformas.

Un proceso de reformas no es una meta sin fecha de vencimiento.

Los que dirigen las reformas deben mostrar competencia y efectividad para realizar lo acordado. Deben establecerse plazos para vencer los objetivos y, sobre todo, debe ser posible demover de sus cargos a aquellos que no evidencien su compromiso real con las trasformaciones. Pero nada de eso es posible en un modelo político como el que tenemos.

Han tratado de convencernos durante mucho tiempo de que renunciar a ese modelo político es abrirle las puertas al capitalismo. Ya es hora de que tomemos conciencia de que ese modelo lo que ha logrado en realidad es cerrarle las puertas al socialismo al evitar que ese sistema se reforme y se torne verdaderamente participativo y próspero.

[1] Importante economista húngaro de 93 años de edad. Profesor emérito de la universidad Corvinus de Budapest y de la universidad de Harvard, donde enseñó por casi quince años. Es autor de textos como Economía de la escasez (1988) y El sistema socialista, la economía política del comunismo (1988). En este último argumenta que la economía de control de un partido comunista lleva al predominio de una administración burocrática de empresas estatales, con planificación centralizada y la fijación de precios para eliminar los efectos del mercado, lo que conduce a la economía de la escasez. Fue el principal experto consultado por China para sus reformas de la década del ochenta.

30 julio 2020 128 comentarios 1.166 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
cuarentena

Los dilemas de la cuarentena cubana

por Mario Valdés Navia 25 marzo 2020
escrito por Mario Valdés Navia

Si bien la restricción de la entrada a Cuba de extranjeros no residentes y de algunas actividades sociales fue recibida con agrado por la mayoría del pueblo, lo de la Mesa Redonda del 23 no tiene parangón. La explicación detallada del nuevo paquete de medidas por el primer ministro y otros miembros del gabinete se hizo con tal objetividad, claridad y coherencia que colmó la mayoría de las expectativas.

En particular, me resultó grata su referencia reiterada a la utilidad que está teniendo para los decisores la opinión popular –tanto en la comunidad como en las redes sociales−. No obstante, ese “oído pegado a la tierra” del gobierno parece no ser compartido por algunos que se creen más papistas que el Papa. Esos tildan cualquier opinión divergente con la postura oficial como parte de una conspiración internacional, aunque al otro día cambien de casaca automáticamente en cuanto se apruebe una nueva medida que modifique la anterior situación.

Así ha ocurrido ya con varios temas: la promoción del turismo hacia Cuba desde países con la epidemia, el cierre de la entrada de turistas y la paralización de las clases. Este 24 de marzo, la emprenden contra la demanda popular a ETECSA para que disminuya sus tarifas. Como el gobierno acaba de informar que la situación está siendo analizada y es probable que se aplique determinada rebaja, quizás ya tengan escritas sus loas a tal decisión. Ante la plasticidad de esas plumas no puede esperarse otra cosa.

Ahora, ya más cerrados en nosotros mismos, comienza a notarse la dificultad de adoptar cualquier tipo de encierro en el entorno cubano marcado por la sempiterna escasez de oferta de bienes y servicios indispensables. Una cuarentena prolongada –sea total, o parcial− crea stress en cualquier lugar del mundo, aunque muchos lo sufran con internet, despensa llena y tv por cable.

En Cuba las tensiones serán otras: menos psicológicas y más materiales.

En días pasados, algunos chotearon los anaqueles vaciados en tiendas de otros países, sin valorar que al otro volverían a estar llenos. Otros claman desde ya por una cuarentena total –a lo Putin− sin tener en la nevera una botella de agua, una caja de refrescos, o un paquete de pollo, ni tener idea de cómo los conseguirán. Y yo me pregunto: ¿la cuarentena total: que sentido tiene realmente? Analicemos fríamente.

El covid-19 es un coronavirus. Para esos seres cada uno de nosotros es como el planeta Tierra para un humano. Nos habitan por millones, y nuestro sistema inmunológico los mantiene a raya de manera sistemática. De hecho, la llamada inmunidad comunitaria global es la única que verdaderamente terminará con la pandemia. Todos seremos infectados por el covid-19 en algún momento de nuestras vidas. He ahí la cuestión esencial: ese momento no debe ser el mismo para todos. Por eso es que hay que romper las cadenas de contagio; no para que nadie se infecte, sino para que no ocurra simultáneamente de forma masiva.

El objetivo del encierro es que se llegue al pico de la infestación sin que el sistema de cuidados intensivos y de ingresos hospitalarios colapse. Si eso llega a ocurrir pasará lo mismo que vimos en China, Irán y ahora en Europa y EEUU. En muchos de esos países también hay buenos servicios de salud y cientos de médicos, enfermeras y personal paramédico que ofrendan sus vidas heroicamente en la guerra contra este implacable enemigo.

Por tanto, la restricción creciente de movimientos no es, ni una opción que se pueda soslayar, ni una panacea para evitar el contagio. De ahí que tengamos que prepararnos para mayores dosis de cuarentena según crezca la infestación de la población. Y eso para nosotros, obligados a la sofocante “lucha diaria” por la subsistencia, encierra un dilema existencial bien difícil.

Si el país se afecta por la falta de ingresos frescos en MLC al paralizarse el comercio, turismo y otras producciones: ¿cuanto no se afectarán las familias al no poner reponer sus exiguas despensas y congeladores? Si los niños y adolescentes están en las casas: ¿serán los padres capaces de contenerlos entre cuatro paredes, o los mandarán a jugar al parque? Si los alimentos y otros bienes no son enviados a la casa por mensajeros: ¿no serán las colas tumultuarias cubanas un espacio de infestación peor aún que el entorno regulado de  escuelas, fábricas, u oficinas?

Hay que preparar a toda la familia para los peligros de la escasez.

Prepararlos desde lo puramente profiláctico, hasta lo económico, político y también psicológico. Desgraciadamente, en cuanto a preparación material, Cuba no es China, Rusia, o Alemania. Realmente, creo que los pasos que el gobierno ejecute tendrán que ser con pies de plomo, o el remedio puede ser peor que la enfermedad. Hasta puede ser una suerte que se mantenga aún la vilipendiada libreta de abastecimientos.

En estos momentos la responsabilidad es de todos y tanto el Estado como las instituciones, las familias y los individuos tenemos que velar por la seguridad individual y colectiva sin abusos de autoridad, ni perretas irresponsables de los que siempre hablan mal del gobierno, tanto si boga como si no boga. Los dilemas de la cuarentena cubana serán muchos y difíciles. Solo con el aporte y la comprensión de todos podremos vencer al covid-19 con el menor precio de vidas y recursos.

25 marzo 2020 4 comentarios 608 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
pais

Pensar como país

por Carlos Miguel Casas Sancesario 22 noviembre 2019
escrito por Carlos Miguel Casas Sancesario

Debo confesar, mi mayor preocupación –pesadilla incluso— frente a la justa y necesaria subida de los salarios al sector presupuestado en su totalidad y no solo Salud Pública como hace unos años: el aumento de la inflación… no se cumplió. Por ahora sólo aparecen casos aislados decididos a cumplirla y espero que sean condenados al fracaso.

Como también debo reconocer que esto no sucedió solo, ni por la buena voluntad de los entes participantes, fue gracias al equipo de gobierno y esta vez, con total certeza puedo afirmar, que hacen y están haciendo un excelente trabajo que solo puedo comparar con el también ejemplar seguimiento a los daños provocados por el tornado de hace unos meses. Lo que queda es que el resto de la población se incorpore luego de convencerse de su necesidad, —algo así como lo que dice el presidente—, a “pensar como país”.

Más allá de la temida inflación…

Ante el predecible malestar en algunos sectores del cuentapropismo es normal que se resienta toda la sociedad. En estos días se ha hecho común escuchar comentarios de qué servicio dejó de prestarse, perdió calidad o continuó violando lo ahora establecido.

El tercer fin de semana de agosto de este 2019, armado con la tabla de precios topados que tomé de Cubadebate en el móvil fui como cada sábado al mercado de mi barrio, al de “los ricos”, como cariñosamente le llamamos muchos por los elevados precios de los que siempre se ha caracterizado, a diferencia del topado que se encuentra en un lugar menos concurrido, con solo dos tarimas y siempre desabastecido.

El primero siempre tiene lo que se pueda estar buscando e incluso algún personaje apartado sin tarima que se acerca a los clientes con un susurro peculiar: “Tengo langosta, camarones, pescado”. Un susurro al que muchos bolsillos hacen caso omiso, entre otros motivos porque estos productos no salen en las nuevas regulaciones, mientras la mente y el paladar te juegan una mala pasada.

Para mi sorpresa la mayoría de los precios de productos cárnicos –básicamente cerdo— se respetaba, por supuesto, al mismo precio que decía la tabla de Cubadebate, parece que no entendieron el concepto de “precios máximos”, creyendo que ese es el precio al que deben vender y no “hasta ese precio”, pudiendo siempre establecer uno inferior. Pero no vi la misma cantidad de carne sobre la tarima que en semanas anteriores. Sólo excedían lo establecido la costilla y el hígado, las viandas se comportaban bajo el mismo criterio del precio máximo, pero respetado. Me alegró sinceramente, además, como trabajador del sector presupuestado.

Pero cuán grata sorpresa fue llegar al mercado estatal (topado) y encontrar una tarima con casi 20 productos entre viandas, frutas y vegetales…. Nunca había visto algo así en ese mercado, al que normalmente voy más bien a comprobar la gran diferencia entre lo privado y lo estatal, esta vez sí valía la pena apostar por él.

Claro, la presentación de los productos no tenía nada que ver con la del mercado de oferta y demanda, en este último las viandas no tienen tierra, ni están picadas o “fofas” y todo reluce, pero bien, tampoco fue mi intención criticar cuando me encontré con tal abastecimiento en un lugar que normalmente es un desierto con rastros de tierra colorada esparcidos por el suelo de cemento crudo.

De las dos tarimas que tienen todo estaba en una, con una pesa y un solo dependiente. Supondrán la cola, pero la aproveché para quitarme los audífonos y escuchar a los mayores –fieles participantes y mayoría en toda cola que se respete—, uno de los comentarios además del asombro que compartían conmigo era que el motivo de esto radicaba en la visita de funcionarios del gobierno y el partido a algunos mercados de la capital.

Quiero creer que fue pura coincidencia y que este fin de semana podré nuevamente adquirir productos con la misma variedad, que es en realidad un esfuerzo del Estado para hacerle frente a los aun elevados precios máximos para algunos bolsillos menos favorecidos, ¡quiero confiar!

Uno de los muchos memes que circulan sobre los precios en el país y la Tarea Ordenamiento

Uno de los muchos memes que circulan sobre los precios en el país y la Tarea Ordenamiento

El mismo tarimero también agregaba que el problema no se resolvía topando los precios del otro mercado, porque en “La Habana” –como humildemente llamamos los habitantes de otros municipios a Centro Habana y Habana Vieja— seguían los precios altos, escondiéndose y revendiendo y que eso “No lo podía cambiar nadie, porque la culpa es de quien tú sabes que sólo exprime al cuentapropista, pero no le facilita el trabajo ni las piezas, pero no baja los precios de la shopi“. Abrumadora declaración en una mañana que todo parecía optimista….

Cambiando de sector –el que se ha convertido en plato fuerte de toda discusión o debate—, desde que se hizo efectivo el aumento de salario, los pocos lugares donde coincidimos muchos trabajadores continuaba el tema, criterio general –al que me sumo— “Vamos por buen camino”, “esto es lo que hacía falta hace tiempo”…. Ciertamente, creo que la mayoría de los no cuentapropistas piensan igual, trabajen o no.

Pero cuando entramos en el tema del transporte se complicó la conversación, cité el caso que había leído recién sobre los transportistas, cafeterías y otros servicios en Villa Clara….

Nos indignamos los que dejábamos enfriar la comida en la mesa para discutir sanamente, pero luego propuse ponernos en su lugar, con la mentalidad de la cantidad de dinero que ya estaban ganando y el natural pensamiento de no querer ganar menos cuando se les cierra cada vez más el cerco –entre otras cosas— por la manera ilegal –en muchos casos— de adquirir el combustible, no fue fácil escapar de respuestas radicales y poco convincentes, solo dichas desde piel ajena y no por ello menos ciertas, en muchos casos se estaban convirtiendo en explotadores de la clase asalariada necesitada de sus servicios.

¿Cuál es el transporte que garantiza el movimiento de la población –poca o mucha dependiendo del día de la semana— después de la 1am? Muchas rutas de ómnibus a esa hora son fantasmas y otras simplemente no existen y no creo que sea el objetivo que la población no circule cual cenicienta por ser pasada la medianoche. Son los “boteros” los dueños de la carretera a esas horas, ya no hay ruteros, metro taxis ni nada parecido, pero sí hay jóvenes y no tan jóvenes saliendo a divertirse especialmente en las noches del fin de semana, o los propios trabajadores de cafeterías, paladares, y otros que terminan su digna jornada laboral a esas horas.

Eso sin mencionar las rutas que no existen en el transporte público y solo cubren particulares –hablo de la Habana—, porque en otras provincias –por lo que he leído— la situación puede ser incluso peor. El aumento del precio del pasaje sin otro motivo que la obligación de cumplir lo establecido en cuanto al origen del combustible es una vergüenza para los pasajeros, el gobierno y la sociedad.

Muchos particulares del transporte hace unos meses, cuando más se recrudecieron las sanciones contra este sector arremetían contra el gobierno por las diferencias entre el paternalismo con su transporte y el particular. Fueron víctima esta vez, del exceso que ha caracterizado ya otras veces el accionar de nuestras autoridades.

Se les retiró licencias y permisos por tener problemas técnicos en sus autos, incumplir la seguridad vial, incluso fueron requeridos por tener el auto sucio… y es correcto, es necesario por la seguridad de los pasajeros así como acabar con la corrupción de los empleados de los “somatones” que hacen de la visita gorda si se les da el soborno establecido permitiendo la circulación de vehículos que más bien son ataúdes rodantes.

¿Pero qué pasó con los ómnibus? He sido pasajero diario del transporte público desde el 2008 hasta la fecha, he montado ómnibus articulados en más de una ocasión por semana con graves problemas técnicos, puertas rotas, “acordeones” con agujeros en su lona por los que cabe una persona adulta, mal olor, extremadamente sucios por dentro y fuera, con rastros de vómito, desechos y restos de alimentos en el suelo, con temor a recostarme de cualquier superficie si voy vestido de un color claro o aguantarme de tubos oxidados o inexistentes en algunos tramos; choferes que fuman durante el recorrido, se detienen a tomar café o merendar creyéndose más dueños del ómnibus que el propio dueño del “almendrón”….

La lista es larga y continúa.

Pedirle a un cuentapropista que sin mejorar sus condiciones e ingresos baje los precios para poder beneficiar al resto de la sociedad y mantener un margen de rentabilidad de su negocio aceptable, no para enriquecerse es justo y necesario y lo comparto…. Pero si mañana bajaran el salario de los trabajadores estatales para beneficiar algún sector de la sociedad creo que habría otra revolución.

Lo primero es convencer, conversar, buscar soluciones entre todos y volver a convencer, tratar de formar esa conciencia que dicen hubo en los años 80 y nunca vi porque no había nacido, poder pensar como país, luego por supuesto, dejar caer todo el peso de la ley contra el que incumpla la establecido y vaya en contra de los intereses de la mayoría de la sociedad.

Los cambios de mentalidad luego de décadas de deformación social no son de un día para otro por muy necesarios que sean y hoy –muy a mi pesar—, en Cuba, toda la sociedad no piensa como país.

22 noviembre 2019 13 comentarios 269 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
presente

Pasado y presente

por Mario Valdés Navia 5 noviembre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

Desde que Zeus nos castigó con la mortalidad por haber aceptado el fuego que nos trajera su rebelde hijo Prometeo, la vida humana es una lucha contra el tiempo. En la primera línea estamos los historiadores, porque el tiempo es el objeto de nuestra labor. Pasado y presente se entremezclan en nuestros juicios incesantemente, pero no somos los únicos. Todos luchamos por el ahorro del tiempo y por eso no dejamos para mañana lo que se pueda –y se deba− hacer hoy.

Aunque se relacionan estrechamente, pasado y presente son momentos muy distintos. El primero ya ocurrió; es objetivo e incambiable, está fuera de nuestro alcance. El segundo está en pleno desarrollo, y depende del carácter y la eficacia de nuestras acciones. Intentar vivir el presente como si fuera el pasado es, por tanto, una quimera peligrosa e irresponsable.

Al respecto decía Gramsci: “¿Cómo es posible pensar el presente, y un presente bien determinado, con un pensamiento trabajado por problemas de un pasado remoto y superado? Si ello ocurre, significa que se es anacrónico en relación con el tiempo en que se vive, que se pertenece a los fósiles y no a los seres modernos”.[1]

En lo político, el tiempo histórico del llamado socialismo burocratizado, real, o estalinista fue el siglo XX. Pertenece al pasado de la humanidad. Cuando, a inicios del milenio, el revolucionario Chávez se propuso construir una sociedad socialista en Venezuela no contaba aún con un modelo teórico para hacerlo, pero sí estaba claro de qué no podría ser: una copia del fracaso. Por eso lo llamó Socialismo del siglo XXI.

Intentar mantener a toda costa ese modelo en el contexto del mundo actual es, no solo contrarrevolucionario, sino un crimen de leso anacronismo. El auge actual del llamado socialismo de mercado en China, Viet Nam y Laos, con sus virtudes y defectos, ocurre por senderos bien distintos al de aquella malograda experiencia de origen soviético.

China se convierte en la primera economía del mundo, luchando contra la pobreza, no contra la riqueza en su país

China se convierte en la primera economía del mundo, luchando contra la pobreza, no contra la riqueza en su país

Por eso, lo que quede de ese socialismo en Cuba ha de ser extirpado de raíz mediante un profundo conjunto de transformaciones que sacudan la morralla burocrática y liberen las fuerzas productivas sociales de una vez y por todas. En lugar de curitas de mercurio para sobrevivir un tiempo más, hay que tratar nuestros males con purgantes fuertes y bisturíes afilados que den nuevos aires al proyecto.

Solo así se podrá expulsar el lastre y la basura enquistados en el tronco de la nación. Esas taras económicas, sociales y políticas que todos advertimos no pueden sostenerse caprichosamente hasta un futuro incierto. Muchas de ellas inclusive habían sido condenadas a desparecer en los documentos de los últimos congresos del partido, pero siguen ahí, sin fecha de vencimiento.

Me refiero –entre otras cuestiones explicadas por valiosos especialistas del patio en repetidas ocasiones— a: la extensión de una economía mixta, donde el sector público/estatal se concentre en los sectores claves y de alto grado de socialización; el fomento de las pymes y cooperativas en los demás sectores como fuente principal de empleo y de creación de PIB. Para eso es imprescindible una Ley de Empresas, moderna y contextualizada, que ponga condiciones claras y similares para todos los sectores.

La eliminación –¡no la proliferación!— de la multiplicidad monetaria y cambiaria; la creación de un mercado mayorista para todos los sujetos económicos; la reforma general de salarios y precios; la ley del patrimonio de todas las personas, en particular de los funcionarios públicos; el empoderamiento de los colectivos laborales para la gestión de sus recursos humanos y materiales y la distribución de las ganancias; la descentralización de los municipios y el fomento de un real Estado de derecho.

Si bien medidas como empezar a planificar a partir de los colectivos, elevar el salario del sector presupuestado y pensionado, y vender bienes en dólares electrónicos en tiendas especiales apuntan hacia esos fines, lo cierto es que van más a lo urgente que a lo fundamental. No llegan a la esencia de los cambios necesarios. Ojalá estén concebidas a crear condiciones para hacerlos y no sean meras formas de eternizar el pasado en un presente tan urgido de cambios liberalizadores.

 [1] “Todos somos filósofos”, en El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, La Habana, Ediciones Revolucionarias, 1966, p. 11.

5 noviembre 2019 19 comentarios 209 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

La redolarización electrónica

por Mario Valdés Navia 21 octubre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

Tras años de prestar oídos sordos a las propuestas de economistas y otros muchos que solicitamos medidas para retener los millones de dólares que se fugan al extranjero por concepto de compras de particulares, el gobierno da una respuesta de índole financiera y comercial.

Esta especie de redolarización electrónica incidirá favorablemente sobre la situación de los consumidores, pero deja muchas dudas sobre su encadenamiento eficaz a otras transformaciones imprescindibles aún pendientes. El problema es que estas son mucho más importantes para encauzar la economía productiva y lograr el crecimiento sostenido del PIB que abrir un nuevo segmento de mercado.

Lo primero que llama la atención es que, a un lustro de esperar la necesaria unificación monetaria y cambiaria, se abra el mercado nacional a un tercer sujeto: el antes repudiado US dollar. También es cierto que el susodicho nunca fue expulsado realmente, pues el CUC no es más que su sobrevalorado representante. Aunque dudo mucho que, después de tanto acuñarlo alegremente, alguien sepa a ciencia cierta cuanto de dólar queda en un CUC.

Es cierto que los consumidores tomamos un respiro con estas medidas. Si se cumple que tanto en el mercado en dólares como el de CUC los precios se liberen del enorme impuesto ahora llamado aporte recaudatorio y se pongan en correspondencia con los similares de nuestra área geográfica −no los de New York o Londres−, los ingresos de todos aumentarán de manera relativa. Solo las llamadas mulas[1] se verán afectadas, pero parcialmente.

El énfasis puesto en que se venderán en las tiendas especializadas en dólares –a las que propongo llamar TED− los indefinidos productos de gama alta y media, deja abierto un amplio segmento del mercado para las mulas. El tiempo dirá hasta cuándo. Lo cierto es que precios similares, buenas marcas y servicios de garantía como Dios manda  ofrecen ventajas inobjetables a las nuevas TED respecto a los comerciantes por cuenta propia.

Mas, el objetivo declarado de que estas medidas logren reactivar la industria nacional no me queda claro. Primero, porque si se toman las miserables ganancias de estas 70 TED iniciales para hacer inversiones en un sector productivo casi en ruinas, será como darle un vaso de agua a un bote lleno de náufragos. Y no habrá recursos para ampliar la cadena al resto del país y el volumen de sus ventas.

Segundo, si los bancos prestan estos nuevos fondos en dólares al gobierno para realizar inversiones productivas… ¡Dios nos coja confesados! Serán muchos los que, quizás por primera vez en sus vidas, se preocuparán por la buena marcha del plan de  inversiones del país y rezarán porque los bancos no caigan en un default  que termine en un corralito, o peor, en una moratoria indefinida de pagos a los ahorristas.

No obstante, esto último no tiene por qué ser así ya que los dólares entrarán pero solo serán extraídos mediante la tarjeta magnética. Según entendí, las extracciones en metálico de esas cuentas se harán en CUC, al cambio oficial. Por eso hablo de redolarización electrónica y creo que falta más. Sospecho que se avanza a marchas forzadas hacia la criptomoneda cubana. Lo que sería otra manera de absorber divisas descarriadas para las arcas estatales a cambio de electrones.

En sentido general le doy mis parabienes a la medida y creo que repercutirá en un mejoramiento y reacomodo del mercado cubano. Ese que cada vez tendrá que ser más segmentado y diferenciado si quiere modernizarse y acomodarse a la realidad socioeconómica cubana del momento.

Solo me preocupa que sigamos por las ramas y el tronco de la economía permanezca intocable, asfixiado en los moldes estrechos del mecanismo económico burocrático. Ni apertura a las relaciones de mercado socialistas al estilo asiático, ni empoderamiento de los colectivos obreros mediante la autogestión socialista. Para el Estado el lema parece seguir siendo: “¡Que nadie toque nada, Yo solo puedo tocar!”.

[1] Mulas: personas que se dedican a comprar grandes cantidades de productos de todo tipo fuera de Cuba y lo revenden en la Isla a precios desorbitados. Aunque siempre más barato en comparación con lo ofrecido por el Estado en tiendas recaudadoras de divisas. (Nota de la editora).

21 octubre 2019 27 comentarios 211 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Pensar un país de trabajadores

por Mario Valdés Navia 18 septiembre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

El nacionalismo ha sido la corriente política por excelencia de la burguesía y de la burocracia. Cuando los patriotas cubanos preparaban la lucha por la independencia las pugnas internas entre nacionalistas y socialistas/anarquistas giraban en torno al modelo de país que se construiría. Solo la adopción mayoritaria del programa ideológico martiano hizo que los obreros radicales volvieran a creer en la necesidad de la independencia. Martí les prometió una república ideal, pero digna de luchar por ella, un país con todos y para el bien de todos.

Entonces, ya los aristócratas cubanos habían pensado y repensado a Cuba mucho y bien. Integristas, reformistas, abolicionistas y autonomistas tenían un cuerpo de libros y ensayos sobre los asuntos cubanos sin igual en América. Pero los campesinos, libertos, artesanos, obreros, profesionales, intelectuales y burgueses medianos y pequeños pensaban de otra manera. Querían soberanía e independencia, pero con libertad política y justicia social plenas.

En la República Burguesa estos anhelos no fueron ni olvidados, ni muertos. Siempre hubo movimientos políticos y sociales, grupos de intelectuales y artistas, e individuos preclaros que se esforzaron por hacer realidad los sueños pospuestos del mambisado. A ellos se sumaban las nuevas banderas del siglo XX: igualdad política entre las clases, justicia social mediante un Estado protector y el sentimiento antinjerencista y/o antimperialista, arraigado visceralmente en diferentes sectores de la población.

La Revolución Cubana reunió nuevamente a nacionalistas y socialistas, ahora en el poder, mediante una alianza coyuntural que se hizo perdurable por el liderazgo indiscutido de Fidel, la amenaza permanente de agresión imperial y el sueño de crear una sociedad nueva y superior. Desde un inicio, el guía había proclamado clasistamente: “Compañeros obreros y campesinos, ésta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, por los humildes y para los humildes”,[1] uniendo así los más caros anhelos de luchadores sociales y nacionalistas radicales en un proyecto de socialismo nacional tercermundista.

Con el tiempo la burocracia hegemónica fue consolidando un modelo de país donde los que piensan son los que gestionan los medios de producción, deciden por todo el pueblo y disfrutan como oligarcas del patrimonio colectivo. Es esa visión de país la que ha enajenado a importantes sectores de la población que han acudido a la actividad económica ilícita, los nexos con el exterior y el sálvese quien pueda como válvulas de escape ante el hegemonismo burocrático.

En la difícil coyuntura de estos días, propiciada por las medidas extremas que la soberbia imperial ha aplicado ante su incapacidad para doblegar a Venezuela, Nicaragua y Cuba, se extiende el llamado del presidente a Pensar como país en pos de encontrar las mejores soluciones a las urgencias del momento y vencer en esta batalla. Apoyo y participo activamente de su exhortación, al tiempo que hago dos observaciones.

Primera: el país de los burócratas y el país de los trabajadores no es el mismo. Mientras para unos es la dieta especial, la casa lujosa y los viajes de vacaciones por el mundo, para los otros es la búsqueda del día a día, la escasez sempiterna y el salario que no llega al fin de mes. Es preciso que este espíritu de solidaridad entre todos no se acabe con el retorno a la normalidad, sino que se vuelva el pan nuestro de cada día.

Pensar como país exige mucho más que parar el carro para recoger peatones en las paradas. Es también descentralizar el poder, el plan y los recursos; empoderar a los colectivos obreros; eliminar la censura; publicar todas las estadísticas económicas y sociales; informar del patrimonio de todos los funcionarios y sus familias y liberar las trabas absurdas que sofocan la actividad económica de las empresas estatales, cooperativas y privadas.

Segundo: aquí hay mucha gente que hace tiempo está pensando desde, para y por el país y no son escuchados. Sus ideas y propuestas, que circulan en publicaciones científicas, sitios web, correos electrónicos y redes sociales, son ignoradas olímpicamente. Ni siquiera saben si algún decisor las lee, critica o toma en cuenta. Es preciso un diálogo nacional, abierto y público, donde se excluya solo a los traidores probados y estén todos los demás, para acabar de sacudir la mata y dar respuesta a los problemas enquistados, pero no insolubles, que afectan al país de todos.

Yo siento que pienso y escribo como país. De mis problemas personales jamás digo algo. Se que los que me quieren se pondrían tristes, y los que me odian se pondrían alegres. Muchos hacen lo mismo desde hace tiempo, sin que medien estipendios mercenarios ni pretensiones de trepar en la escala social. Es que pensar como país no debía ser una consigna coyuntural para los obedientes, sino un acicate para los críticos y todos los que bullen de nuevas ideas. Crear es la palabra de orden.

[1] Discurso en el entierro de las victimas de los bombardeos a los aeropuertos. La Habana, 16-4-1961.

18 septiembre 2019 23 comentarios 330 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Resumen de las modificaciones al TCP

por Consejo Editorial 6 diciembre 2018
escrito por Consejo Editorial

Compartimos con nuestros lectores un resumen ejecutivo que ha preparado AUGE sobre las modificaciones de las regulaciones del TCP que fueron anunciadas ayer. Tiene solo 3 páginas y muchas buenas noticias. Auge es una consultoría de negocios en Cuba, al compartir el resumen en redes sociales, uno de sus integrantes se refirió a la medida de la siguiente forma:

“Una rectificación que agradezco y celebro, a pesar de quedan por resolver cuestiones de mayor trascendencia como son complementar el “control” con el “fomento” y crearnos las condiciones para ser actores importantes en la construcción de la prosperidad prometida. Pero hoy no es día para decir lo que falta sino para agradecer y reconocer lo que es justo. Las autoridades escucharon lo que durante 14 meses llenos de discusiones, cartas, opiniones y artículos dijeron colegas, economistas y ciudadanos. Valió la pena y hay que hacer que siga valiendo la pena. La cercana y necesaria creación de las PYMES no debe emprenderse obviando nuestro criterio. Ya estoy listo para esa “pelea”. #graciasmdc 

El resumen sobre los cambios a las medidas anunciadas puede descargarlo AQUÍ

6 diciembre 2018 4 comentarios 328 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...