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manifestaciones

Segundo trimestre (1)

Segundo trimestre de 2021: rebrotes, protestas y un Congreso

por Redacción 28 diciembre 2021
escrito por Redacción

El segundo trimestre del año empezó con malas señales. En abril, varios municipios de la provincia de Matanzas comenzaron a reportar casos de pacientes fallecidos por una neumonía de rápido desarrollo, ante la cual los PCR arrojaban resultados negativos. Las autoridades sanitarias desmintieron que algo así estuviera sucediendo y negaron estar realizando investigaciones en el terreno.

El día 5, después de investigar con pobladores de las zonas afectadas y familiares de los fallecidos, publicamos un llamado a las autoridades competentes para que aclararan los hechos e informaran a la ciudadanía. Como de costumbre, fuimos tildados de propagar rumores e intentar causar pánico, aunque por muy poco tiempo.

En la tarde del 7 de abril, el Gobierno Provincial de Matanzas publicó en su página de Facebook los resultados de un estudio poblacional, que reveló la existencia de cinco variantes de SARS-CoV-2 y seis patrones mutacionales circulantes en Cuba. En el caso de Matanzas, confirmó la presencia de las variantes conocidas como la sudafricana, la de California, Estados Unidos y la de Wuhan. La información publicada por las autoridades sanitarias desmentía lo que supuestamente los voceros oficiales y oficiosos estaban «desmintiendo». Era el inicio de la segunda ola del coronavirus, que causaría miles de muertes.

A mediados del propio mes, y luego de cuarenta años de prohibiciones, el gobierno cubano aprobó el sacrificio de reses por parte de los ganaderos. También la comercialización de leche y otros productos derivados. La resolución pertenecía al paquete de 63 medidas para estimular la producción de alimentos en la Isla.

Según explicó el ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, «los productores podrán comercializar la carne bovina, o utilizarla como autoconsumo, una vez cumplidos el encargo estatal y siempre que garanticen que no haya decrecimiento de la masa ganadera». Dos meses después, el 5 de junio, se sacrificaban de forma oficial —y casi con solemnidad religiosa— las primeras reses.

También a mediados de abril sesionó el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en el cual se renovaron los máximos cargos. Siguiendo con la tradición de sus dos predecesores, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez fue nombrado primer secretario del PCC, con lo que nuevamente se concentraron en una persona el poder partidista y el de la presidencia.

Segundo trimestre (2)

Descargar aquí: «El 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba: retos y resultados».

Uno de los nombramientos más sorpresivos de la reestructuración del Buró Político del CC-PCC, fue el de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, presidente ejecutivo del Grupo de Administración de Empresas (GAESA). El militar, quien fuera yerno del general Raúl Castro, fue presentado como asesor del presidente en la visita gubernamental a México, durante la cumbre de la CELAC en septiembre de este año, y en octubre resultó electo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio villaclareño de Remedios. Pasó, en solo seis meses, del casi total anonimato a la palestra pública.

El 25 de abril, el artista Luis Manuel Otero Alcántara inició su segunda huelga de hambre y sed, luego que las autoridades destruyeran o decomisaran algunas de las obras que había preparado para una exposición con motivo del día de los pioneros. Exigía, además, el cese del cerco policial a su vivienda y de la represión contra la libertad de creación. Una semana más tarde, un operativo de la Seguridad del Estado lo sacó de su domicilio por la fuerza y lo internó en el hospital «Calixto García».

Durante el internamiento del líder del Movimiento San Isidro, fueron exhibidos en televisión nacional los supuestos resultados de sus análisis médicos. Aunque según dichos exámenes gozaba de perfecta salud, le fue negada el alta médica hasta finales de mayo, cuando la Dirección Provincial del Ministerio de Salud Pública de La Habana emitió un comunicado según el cual todos sus parámetros clínicos y de laboratorio ya estaban «dentro de los rangos normales».

La huelga de hambre del activista devino detonante de las protestas de la calle Obispo, el 30 de abril. Trece personas fueron detenidas mientras intentaban llegar al domicilio de Otero Alcántara, en la calle Damas 955, entre ellos el joven socialista Leonardo Romero Negrín, apresado violentamente por levantar un cartel con la frase «Socialismo sí, represión no». Sería esta la segunda manifestación con relevancia mediática en el año, aunque no la última.

Segundo trimestre (3)

En el plano deportivo, los últimos días de mayo fueron testigos de un nuevo récord impuesto por un atleta cubano: el pelotero César Prieto desertó del equipo Cuba al poco tiempo de llegar a la Florida para el Preolímpico de Béisbol de Las Américas, lo que generó una lluvia de memes y burlas.

Como parte del rosario de situaciones difíciles de comprender asociadas a la economía cubana, a partir del 21 de junio el Banco Central de Cuba (BCC) suspendió los depósitos bancarios en efectivo de dólares estadounidenses. La medida fue tomada, según explicación oficial, porque en poder de las instituciones bancarias había demasiado efectivo en esa moneda; aunque paradójicamente, pocos días antes, las Casas de Cambio (CADECA) de los aeropuertos habían cancelado la venta de efectivo en esta divisa por carecer de «disponibilidad».

Se mantuvo igualmente la prohibición que impide a los cubanos extraer dólares de sus cuentas personales en esa moneda porque, al decir de Yamilé Berra Cires, vicepresidenta del BCC, ese dinero está «comprometido» y no se puede volver a cambiar.

La medida, supuestamente temporal, ha incrementado el mercado negro de divisas y el aumento y volatilidad de las tasas de cambio, lo que afecta directamente al pueblo, cada vez más limitado para acceder a los productos básicos, solo disponibles en MLC.

Junio cerró con un logro de la ciencia cubana: una eficacia de 92.28 % para el candidato vacunal Abdala, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), tras la aplicación de sus tres dosis. Quince días más tarde se anunció que Soberana 02 en su esquema de tres dosis junto a Soberana Plus tenía una eficacia del 91,2%, lo que puso a ambas vacunas cubanas entre las primeras en eficacia del mundo.

28 diciembre 2021 3 comentarios 1k vistas
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Trimestre

Primer trimestre de 2021: los manotazos del ordenamiento

por Redacción 27 diciembre 2021
escrito por Redacción

Como si fuera una película de ciencia y ficción post apocalíptica, 2021 es el segundo año de la gran pandemia. Durante sus doce meses, en Cuba hubo carencias económicas, crisis sanitaria, descontento social, recrudecimiento de las medidas unilaterales coercitivas de Estados Unidos, arbitrariedades políticas, económicas y sociales, así como la tan esperada campaña de vacunación antiCovid-19.

De la misma forma que sucede desde hace tiempo, el 1ro. de enero llegó cargado de expectativas: era el día cero de la tan esperada «Tarea Ordenamiento», que se acometió, según el Presidente de la República, «para impulsar a la nación, para ordenar la economía, para hacerla más transparente, para superar la mentalidad importadora y propiciar la exportadora, para buscar la eficiencia, para distribuir, de acuerdo con el principio socialista». Sin embargo, un año después de su puesta en marcha mantiene al país sumido en la mayor inflación desde los aciagos tiempos del Período Especial.

A solo veintisiete días de iniciado 2021, y a dos meses de los sucesos del 27 de noviembre, artistas, periodistas e intelectuales participaron en una nueva protesta frente al Ministerio de Cultura. En esa fecha estaba pactada una reunión entre el viceministro del sector, Fernando Rojas, y representantes del movimiento 27-N.

No obstante, desde temprano, los artistas y activistas Tania Bruguera, Katherine Bisquet, Amaury Pacheco, Camila Acosta y Camila Lobón —quien debía participar en el encuentro—, fueron detenidos. Al conocer la noticia, alrededor de una veintena de personas se congregó en la sede ministerial.

El viceministro Rojas les pidió que despejaran el área o pasaran al interior del edificio, pero ellos se negaron exigiendo la liberación de los detenidos. En respuesta, funcionarios del Mincult salieron a interpelar a los presentes, usando las consignas de moda. Entre ellos estaba el ministro Alpidio Alonso, quien intentó arrebatarle de un manotazo el celular al periodista Mauricio Mendoza. La imagen ha quedado como símbolo de aquellos sucesos.

Luego de ser reprimidos por las fuerzas policiales, que también establecieron un cordón para evitar que se sumaran más personas, los manifestantes fueron montados en un autobús y sacados del lugar. Como es costumbre en estos casos, se cortaron las transmisiones y la conexión a Internet comenzó a fallar.

Desde el discurso oficial se hizo énfasis en la palabra «provocación» para calificar a los manifestantes, y la actitud de Alonso, que en cualquier otro contexto le hubiera costado el cargo, fue debidamente justificada por el gobierno.

Otra protesta marcó el mes de febrero. En esta ocasión, fueron los activistas por los derechos de los animales quienes se presentaron frente al Ministerio de Agricultura clamando por la injustificadamente postergada Ley de Bienestar Animal, que debía aprobarse desde noviembre de 2020.

Más afortunado fue este intercambio entre animalistas y funcionarios, que transcurrió con algunas tensiones. Ocho días después, casualmente también 27, se anunciaba que el decreto había sido aprobado. Las críticas a la anuencia apresurada debido a la presión social, no se hicieron esperar. A pesar de la aprobación, el contenido del documento no se conoció hasta pasados dos meses.

El ideal de una «norma jurídica de rango superior que propicie el bienestar animal y en la cual están recogidas y contempladas todas las inquietudes y requerimientos de los amantes de los animales en Cuba», no fue satisfecho, dado que la ley tiene vacíos y no pocas ambigüedades.

El 9 de febrero, La Joven Cuba dirigió una carta abierta al presidente norteamericano Joe Biden, exigiendo el fin de las sanciones económicas y la normalización de las relaciones entre ambas naciones. La misiva, que levantó asperezas en los sectores más reaccionarios de la sociedad, contó con la rúbrica de 302 científicos, intelectuales, artistas y emprendedores de dentro y fuera de la Isla.

«Sabemos que Estados Unidos no es el único responsable de los problemas que enfrenta el país. Sin embargo, las sanciones económicas, financieras y comerciales que nos han impuesto durante 59 años han hecho muy difícil superarlos en sus dimensiones económica y política», planteaba el documento. 

«Le pedimos al gobierno de Estados Unidos que comience a normalizar relaciones con Cuba. Esto ayudará a todos los sectores de la sociedad cubana y abrirá oportunidades de inversión para Estados Unidos en Cuba. Le pedimos a usted personalmente que tome acción ejecutiva y alivie las sanciones para darle al pueblo cubano una verdadera oportunidad en su búsqueda de la felicidad», concluía el mismo.

La respuesta de la Casa Blanca nunca llegó.

Por otro lado, el 18 de marzo, la periodista Karla María Pérez González regresaba de Costa Rica luego de concluir sus estudios en ese país. Cuatro años antes había sido expulsada de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas por colaborar con el blog de la organización opositora Somos+.  Su regreso a la patria quedó tronchado en el aeropuerto Internacional de Tocumen, en Panamá, cuando las autoridades cubanas le impidieron abordar su vuelo. Karla, con solo veintidós años, se convertía así en una desterrada.

Su caso, exento de toda legalidad y una clara violación de derechos humanos, movilizó la solidaridad tanto dentro como fuera de Cuba. Costa Rica le permitió regresar luego de horas de un limbo migratorio y le concedió el estatus de refugiada en agosto.

La respuesta oficial —¡para variar!— fue catalogar los sucesos como un «show mediático». En conferencia de prensa, Yaira Jiménez Roig, directora de Comunicación e Imagen de la Cancillería cubana, acusó a Karla de ser un instrumento, «no es la primera vez que es utilizada (…). Ahora sencillamente pretenden reinstalarla en el país en función de propósitos subversivos». El gobierno se lavó las manos, sin importarle el bienestar de una de sus ciudadanas ni la opinión nacional e internacional.

Este primer trimestre marcó el ritmo de 2021 y sembró las bases para el descontento social que desembocaría en las protestas de julio y en la crisis sanitaria que colapsó el sistema de salud durante el verano.

27 diciembre 2021 24 comentarios 2k vistas
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Inmovilismo (1)

En Cuba, el inmovilismo ya no es una opción

por Alina Bárbara López Hernández 18 noviembre 2021
escrito por Alina Bárbara López Hernández

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, asegura que este no es el peor momento de un Gobierno cubano después de 1959. La intervención en playa Girón y el período especial, afirma, fueron momentos más complicados. Se equivoca. Nunca antes convergieron estos cinco factores: crisis económica estructural, inexistencia de un socio geopolítico firme, agotamiento simbólico del modelo, pérdida del monopolio de la información y de la prensa por parte del partido único, y presión de al menos dos generaciones que nacieron y han vivido en medio de crecientes penurias.

La implosión del socialismo en Europa del Este no aportó suficientes lecciones. Tres décadas y cinco congresos del PCC más tarde, una parte de la ciudadanía se organiza, exige cambios inmediatos y no hay mucho que ofrecerle. ¿Reformar el modelo económico? Lo prometió Raúl Castro hace 15 años y hasta hoy no se pueden mencionar muchos éxitos. ¿Justicia social? El paquete de medidas implementado en enero pasado, denominado Tarea Ordenamiento, provocó el incremento sin precedentes de la pobreza, desigualdad y polarización social. ¿Un nuevo pacto social?

La Constitución de 2019, que proclama a Cuba «Estado Socialista de Derecho», ha resultado letra muerta. ¿Liderazgo? El carisma y la habilidad política de Fidel Castro no se heredan, y la legitimidad del modelo social dependerá ahora de su capacidad para satisfacer las necesidades de la población.

Que el estallido social del 11 de julio ocurriera tres meses después del 8º Congreso del PCC, indica la incapacidad para identificar y dar respuesta al deterioro de la situación, agravada por la pandemia y por medidas hostiles del Gobierno de Estados Unidos.

Luego de casi 63 años, el modelo político de partido único —representante en realidad de los intereses de una clase burocrática perpetuada—, no puede esconder un disenso que incluye un amplio espectro de tendencias ideológicas, entre las cuales también está la izquierda crítica, como prueba una reciente Declaración de colectivos socialistas respaldada por numerosas agrupaciones de la izquierda internacional. En ella se demandan sindicatos autónomos no subordinados al Estado y el establecimiento de derechos como la libertad de manifestación, de huelga, autonomía universitaria e implementación de una ley de asociaciones.

El modelo de socialismo burocrático no admite la participación real y espontánea de la ciudadanía en la actividad política, de ahí que la reacción del Gobierno ante el aumento del disenso ha sido multiplicar la violencia y la criminalización e ignorar numerosas solicitudes a un diálogo nacional pacífico. Justificado en que la Constitución dictamina como irreversible al socialismo, se declaró ilícita la convocatoria a una manifestación para la que habían pedido autorización grupos de ciudadanos en varias provincias, y que además es un derecho establecido en la Carta Magna.

Inmovilismo (2)

Yunior García asoma el puño por la ventana de su departamento en La Habana, el 14 de noviembre de 2021.(Foto: RR.SS y Reuters / Adalberto Roque | AFP)

Con el fin de desalentar la participación, se diseñó una lamentable campaña de desprestigio contra el dramaturgo Yunior García Aguilera —uno de los gestores de la iniciativa—, joven y reconocido intelectual al que acusan de seguir un plan de la CIA y otras instancias contrarias al Gobierno con el objetivo de subvertir el orden político. Una de las principales acusaciones que le imputan es su presencia en un curso en España al que asistió el expresidente Felipe González, con el cual aparece retratado junto a otras personas. Según medios oficiales cubanos, González es un promotor del neoliberalismo, y el periódico Granma recalca que en 1983 «creó los Grupos antiterroristas de Liberación, responsables de secuestros, torturas y asesinatos en ese país».

Paradójicamente, en esos mismos días la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, recordaba con orgullo la entrega del título de doctor honoris causa al político español Manuel Fraga Iribarne, un hecho que provocó el rechazo de numerosas personas y una declaración de jóvenes universitarios que recordaron su pasado franquista y solicitaron la supresión del reconocimiento.

Son indignantes las penas de prisión a manifestantes del 11-J, en algunos casos de más de 20 años, con evidente intención ejemplarizante; los interrogatorios constantes a opositores, activistas y ciudadanos; amenazas a familiares y amigos de quienes han mostrado intención de participar; despidos de universidades y otros centros; elevadas multas por publicar en redes sociales; cortes de internet; incluso, se ha llegado al punto de que cualquier mensaje de texto con la palabra manifestación es bloqueado automáticamente.

Yunior García, que decidió marchar en solitario el día antes de la fecha convocada, fue sitiado en su casa. Agentes de Seguridad del Estado se sientan a las puertas de aquellos que piensan manifestarse. Algunos han sido apresados. Por las calles circulan patrullas policiales deteniendo personas. Muchos agentes de civil, demasiados, se acercan a los que visten de blanco para indagar por sus motivos.

En un céntrico parque habanero, a la misma hora, el presidente Díaz-Canel disfruta de un acto político-cultural organizado por jóvenes simpatizantes que se distinguen por sus pañuelos rojos. Es un pulso de colores.

Es muy probable que la violencia del Estado desestimule la participación en la marcha de ayer. Aún es domingo y no lo sé. Si así fuera, el Gobierno presumirá de mayor consenso del que en verdad posee. Su gran error ha sido personalizar la oposición en una figura, grupo, o hecho particulares, y negarse a una lectura verdaderamente política del contexto real que hoy existe, donde el descontento popular es muy grande y los cinco factores mencionados crean un potencial conflictivo que indica claramente que el inmovilismo ya no será una opción aceptable para la ciudadanía cubana.

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Este artículo fue publicado originalmente en el diario español El País.

18 noviembre 2021 59 comentarios 3k vistas
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Aunque tenga que practicarse la libertad

Aunque tenga que practicarse la libertad

por René Fidel González García 22 octubre 2021
escrito por René Fidel González García

Desde el año 1959 nunca antes se había mentido en Cuba por tantos y por tan diversas cuestiones. Se ha hecho desde el gobierno, desde las instituciones, desde la prensa; y se ha hecho con tal frecuencia, impunidad y solapamiento, y cabe precisar tan burdamente, que ya ni siquiera extraña se haga, o quién lo hace, o sobre qué se hace, o por qué. Estas cuatro variaciones de la recepción de un mismo hecho, son significativas desde todo punto de vista porque expresan un vacío.

Mentir, sin embargo, en cualquiera de las formas en que se haga, es solo un atajo hacia la ilusión de cambiar la realidad, u ocultarla, no de transformarla. En política, tal cosa es un despropósito que lidia siempre afanosamente contra las percepciones de la realidad de los ciudadanos y se traduce con demasiada frecuencia en la pérdida de la credibilidad pública. No es la mentira, aunque algunos lo crean, un recurso renovable, mucho menos cuando es capitalizada, como ha venido ocurriendo, por una persona, o una asociación política.

El sistema cubano está diseñado de tal modo que expresar la opinión de los ciudadanos sobre el prestigio y credibilidad de políticos y funcionarios —o la posibilidad de criticarles, emplazarles o enjuiciarlos directamente— es una práctica desactivada o expuesta a medidas punitivas y no incide —sino en casos extraordinarios— en la selección o renovación de aquellos. Dicho diseño, llegados a un punto, empieza a funcionar como un acumulado negativo y una deriva para el funcionamiento y la legitimidad del propio sistema. Ese punto ha sido ya traspasado.

No ocurre tal cosa sin que se dañe la gobernabilidad de un país. La calidad de la comunicación y la confianza política de los ciudadanos en sus gobernantes y en la gestión del conjunto institucional que conforma un sistema político, no es ciertamente un indicador de la capacidad de los ciudadanos para hacer valoraciones y comprender la realidad, pero es el primer criterio a tener en cuenta para el diagnóstico de una sociedad que experimenta una crisis política y conocer su envergadura.

Toda crisis política contiene en su origen una fractura de la credibilidad entre interlocutores, pero cuando se expande a la sociedad —sus clases y grupos sociales—,  entonces se vuelve una muy seria y difícil interpelación a todas las certezas que la hacen funcionar como una comunidad de destino, o de interlocución.

Aunque tenga que practicarse la libertad (2)

Esa fragilidad de las certezas sociales y políticas se expresará en Cuba, en el corto y mediano plazo, en la aceleración e intensidad de dinámicas diversas y al mismo tiempo interconectadas, como: el absentismo en los procesos políticos institucionalizados y su deficiente calidad, la desnacionalización de los proyectos de vida y profesionales, las migraciones reactivas, la fuga de capitales, también en la inhibición de la inversión —nacional o extranjera— y el incremento de la corrupción.

La inseguridad e incertidumbre sobre el futuro que experimentan los individuos en esa situación impactará en los ya alarmantes índices de natalidad, suicidio y violencia doméstica y de género; en la degradación del cuidado de individuos vulnerables al interior de las familias y las instituciones; en el aumento del alcoholismo y la infelicidad; en el debilitamiento de la solidaridad y en la emergencia de la impiedad y la intolerancia social.

Este es un cuadro que se complejiza exponencialmente y se vuelve perverso al interior de la crisis económica y pandémica que embate hoy directamente contra la población y la capacidad de funcionamiento de las instituciones; sobre todo por su potencial para hacer retroceder el grado de civilización alcanzado por la sociedad cubana.

Si la desintegración social es siempre un patrón que acompaña el retroceso civilizatorio experimentado por una sociedad, su decadencia —la de sus valores e ideas, su puesta en práctica y estructuras— es un proceso diferente pero que produce inexorablemente su propia cultura y formas de hacer política. La política —y los políticos— de la decadencia son siempre paradójicos, es una contradicción que se afirma y se niega a sí misma. 

Antes, pero sobre todo después de la Constitución de 2019, apunté desde este mismo medio la existencia —y peligrosidad— de una situación de anomia que en Cuba describía la contradicción entre las metas culturalmente legítimas de los ciudadanos y los medios institucionales para lograrlas.

Recuerdo que en el último año que impartí la asignatura Sociología de la Democracia en la Universidad de Oriente, expliqué a mis estudiantes la secuencia que desde algunas perspectivas teóricas podía seguir la anomía, esto es: innovación, ritualismo, retraimiento y rebelión.

Lejos estaba de suponer que la situación de anomia que originaba la disfuncionalidad de muchas de nuestras instituciones en aquel entonces para dar curso y propiciar las demandas del proceso de cambio social y político en curso en el país desde antes del proceso constituyente, sería relanzada o agravada por la postergación y en la práctica desactivación de la Constitución y el Estado de Derecho que ella proponía.

Las marchas que ocurrieron en el verano de 2021 han sido interpretadas hasta ahora de muchas maneras. La mayoría de los análisis realizados intentaron constreñirlas a un acontecimiento que, aunque extraordinario, tuvo una duración muy limitada. Sin embargo, lo ocurrido —y sus causas—  son parte de procesos que continúan emergiendo de lo social a lo político, de lo privado a lo público, y se expresan a través de un disenso político muy complejo y dinámico que no puede ser medido exactamente por la cantidad de personas en las calles, ni por sus comportamientos, ideas expresadas o aparente facilidad con que fueron contenidas y reprimidas.

La posibilidad que ello ocurriera, e incluso su capacidad de traducirse en protestas públicas, no era algo desconocido para el actual gobierno.

El impacto y costo en términos de empobrecimiento y estratificación social instantánea de la población que implicaba la reforma económica iniciada en el 2020, no solo estaba prevista como consecuencia inmediata por sus planificadores y decisores, sino perfectamente asumida después de más de una década de sistemática reducción de las inversiones y gastos públicos como un riesgo de gobernabilidad a enfrentar.

Por otra parte, los debates y propuestas realizadas en consulta popular, en particular las expectativas creadas entre la ciudadanía por la provisión de derechos y libertades que había hecho el texto constitucional de 2019, fueron lo suficientemente contradictorios e inquietantes para las élites del aparato gubernamental y político cubano como para que ignorasen que esta vez el disenso iba a expresarse a través de ejercicios de derechos constitucionales.

De hecho, la secuencia de sucesos previos a las masivas protestas —más allá de ser subestimados y simplificados por muchos desde sesgos y paradigmas de análisis disfuncionales—, indicaba con intensidad que el proceso de formación, apropiación y despliegue de la identidad ciudadana, como identidad política de los cubanos a partir de prácticas individuales y colectivas auto determinadas y auto organizadas, no había hecho más que expandirse y alcanzar importancia.

Tales prácticas fueron auto referenciales y sirvieron para inducir y canalizar en muchos de los individuos involucrados —y en otros que las conocieron—  cambios en su autoestima política, expectativas e ideales de justicia y concepciones de lo que debe ser el buen gobierno; así como para aportar experiencias de participación que eran ensayos de discusión, negociación y acuerdo en un contexto de pluralidad y diferencia de intereses.

Todo parece indicar también, pese a las escuetas y endebles explicaciones oficiales, que los repetidos intentos de muchos ciudadanos desde la aprobación de la Constitución de 2019 para usar derechos como el de Queja y Petición, o acceder a la vía judicial para proteger derechos y libertades ante violaciones de funcionarios y el Estado, aunque infructuosos, jugaron un papel importante en que el desarrollo legislativo de estos fuera retardado.

En paralelo, el Gobierno empezaría una carrera contra el tiempo con la emisión de otras normas que le permitieran blindarse ante este desafío, al tiempo que devaluaba, y de hecho enajenaba, en la cultura y prácticas de las instituciones públicas, también desde los medios de comunicación, los valores, principios y contenidos de la nueva Constitución cubana que estaban siendo apropiados por los ciudadanos.

Quizás la clave para entender algunos de estos procesos y el momento actual de crisis política, o sea, la contradicción que plantea el bloqueo de los medios institucionales y de los recursos que proporcionan, entre otros, los derechos y libertades constitucionales para alcanzar las metas legítimas de los ciudadanos, pueda estar —sobre todo si se tiene en cuenta la actual fluidez y acortamiento temporal de la sucesión de las etapas de anomia— en qué hacer con los disensos.

No es posible, por lo menos para mí, explicar en pocas líneas cómo fue que el gobierno cubano acabó optando, ante el aumento de la conflictividad política, por hacer uso de sus extendidas facultades discrecionales para ir contra el Derecho vigente, o para interferir en su aplicación, como demuestran —por solo poner dos ejemplos anteriores a las manifestaciones— los casos de Karla Pérez y Luis Robles. La primera, impedida de entrar a su país después de ser privada cuatro años antes del derecho a la educación; el segundo, procesado y condenado por escribir y alzar en solitario un cartel con demandas de tipo político en una locación habanera.

Las reacciones que generaron estos hechos, el primero de ellos en el plano internacional, y en el caso de Robles el hecho de que fuera protegido de la policía por la población, debieron servir como advertencia. Si actos de este tipo, o responsabilizarse gubernamentalmente con ellos, tuvieron un costo internacional cada vez más sensible, inéditamente, el gobierno estaba siendo conminado a someterse al Estado de Derecho por una parte de la población.    

Subestimar la existencia de disensos, su complejidad y diferentes tipos, fundiéndolos en un todo homogéneo; así como seguir ignorando que el grado de legitimidad y funcionabilidad de cualquier sistema político, su eficiencia misma, se mide precisamente por la manera en que logra encauzarlos con el fin de producir los consensos necesarios para el funcionamiento de una sociedad; es ya un gatillo de rebelión en Cuba.

Aunque tenga que practicarse la libertad (3)

En definitiva, más que la conservación del poder de un grupo, o tendencia política, es esa y no otra, la finalidad y función práctica de todo sistema político como condición de la civilización, el orden y estabilidad en una sociedad.

Ningún sistema político ha sobrevivido nunca a la erosión o pérdida a escala social de tres consensos fundamentales: 1) sobre sus reglas de funcionamiento, 2) sobre los medios instrumentales para lograr dentro de él los objetivos políticos de los ciudadanos, y 3) sobre la eficacia, coherencia y credibilidad de sus mecanismos de representación política. Tampoco a su incapacidad para transformarse y hacerse inclusivo.

Los consensos políticos pueden ser alcanzados, incluso re-articulados y conservados durante mucho tiempo a partir de la existencia y socialización de marcos normativos que definan la validez, factibilidad, deseabilidad y límites de los objetivos políticos de cada ciudadano en una sociedad. Pero nunca, o por lo menos no definitivamente, a través de la inducción a polarización política de la población, de la incoherencia y contradicción que supone el abuso de poder, el silencio administrativo y la arbitrariedad selectiva por parte de funcionarios e instituciones públicas. Y menos desde la violación y desconocimiento de los derechos y libertades reconocidas, o del intento de privatizarlos y monopolizarlos políticamente.

La negación de que los ciudadanos intenten cambiar las cuestiones que afectan su vida cotidiana —esto es: lograr alcanzar sus metas y aspiraciones, porque existen legalmente, han sido creadas, son aceptadas, accesibles y funcionales las condiciones y medios políticos, sociales y jurídicos para conseguirlos—; entraña además una consecuencia que es también una responsabilidad. Se proporciona con ello un medio idóneo para que se vuelvan opacos y confusos tanto los actores como los objetivos políticos, económicos y sociales que pueden resultar indeseables y peligrosos para el conjunto de valores, intereses y aspiraciones en una sociedad.

Las élites políticas y gubernamentales defienden sus privilegios de función, sus lujos y predominio político exclusivo mediante complejas relaciones endogámicas, mientras obran en silencio para, llegado el momento, funcionar a plena capacidad y abiertamente como élites económicas. Pero no se puede desconocer tampoco que, entre las reivindicaciones de derechos y libertades, entre afanes de justicia y democracia postergada, bracea igualmente en Cuba —aunque haga todo por invisibilizarse— una derecha que irascible y venal, hija espuria de la arbitrariedad y el despotismo, devota de la cultura de cancelación política, intenta capitalizar el momento para su sueño de revancha en el poder.

Aunque distinta, no es menor la responsabilidad de aquellos místicos del sectarismo y del poder desde sus periferias, que, en santuarios institucionales o académicos, ofrecen coartadas e intentan hacer creer que existe un dilema para los ciudadanos en Cuba en relación al ejercicio de los derechos y libertades constitucionales. Ellos intentan convencer de que la reivindicación del Estado de Derecho es una elección entre el Gobierno y el Derecho.

No se trata de ser profetas del desastre. Nos esperan tiempos difíciles. Pero es imposible creer que la concesión de derechos económicos y civiles, o su instrumentación práctica, podrá impedir, retardar o hacerse a costa del ejercicio de los derechos políticos que resultan necesarios para la democratización de la sociedad cubana.

Ese proceso está contenido, se quiera o no, en el ADN mismo de las nociones de República y de Estado de Derecho, y en el catálogo de libertades y garantías que establece ahora la Constitución. Y es ya esta contradicción, entre lo que somos y lo que podemos ser como sociedad política, el nudo gordiano que hay que cortar de una vez.

Nos queda el desafío enorme de construir y hacer entre todos y para ello los aprendizajes de una cultura democrática. Pero de algo se puede estar seguro, los derechos serán practicados, aunque tenga que practicarse la libertad.

                                                                      ***

Este artículo es un ejercicio de los derechos y libertades que consagra la Constitución de la República de Cuba.

22 octubre 2021 41 comentarios 2k vistas
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Ciudadanía (1)

Ciudadanía en Cuba, un largo camino por recorrer

por Rodolfo Alpízar Castillo 9 octubre 2021
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Una noticia inusitada

Una noticia publicada en el extranjero circula de boca en boca por el país: Un grupo de ciudadanos solicitó permiso para manifestarse pacíficamente el 20 de noviembre próximo (ayer los convocantes anunciaron el cambio de fecha al 15 del mismo mes); para entonces, gran parte de la población estará vacunada y habrán disminuido las medidas de restricción por la pandemia, además de que el país estará abierto al turismo.

La prensa oficial desconoce el hecho. Lamentablemente, no sorprende: «Lo que es costumbre no se extraña». En otros medios, en cambio, suenan los primeros disparos de una guerra en toda regla. Que se produzca una manifestación pacífica no tiene nada de particular; es habitual en cualquier país democrático (con independencia de los sesgos que ese adjetivo pueda sufrir), al menos en teoría, como es Cuba, según el artículo 1 de la Constitución de 2019.

En Estados Unidos, por ejemplo, hay frecuentes manifestaciones frente al Capitolio; en el Zócalo de México se ven desde demostraciones masivas hasta personas que, megáfono en mano, protestan, reclaman, piden. Nadie se asombra, pues las constituciones de ambos países garantizan libertad de expresión y manifestación pacífica a los ciudadanos. La cubana también: «Artículo 56. Los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, se reconocen por el Estado siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley».

Ciudadanía (2)

En el Zócalo de México se ven desde demostraciones masivas hasta personas que, megáfono en mano, protestan, reclaman, piden.

Reacciones

De inmediato en redes sociales se observaron dos reacciones (dos caras: una misma moneda fundamentalista) que mueven a la preocupación.

La primera: Opositores «intransigentes» piden mayor radicalización a los organizadores. En lugar de las consignas anunciadas, las cuales «hacen el juego a la dictadura», demandan otras más agresivas, violentas, con groserías y ofensas personales incluidas. Se acusa a los solicitantes de aliados solapados del «régimen», y se les exige «acciones más efectivas» para derrocarlo. (Todo desde el exterior, valga la aclaración).

La segunda: Defensores «intransigentes» del gobierno les critican no manifestarse contra el bloqueo o las agresiones norteamericanas; los acusan de aliados del enemigo, y de organizar un golpe blando contra el sistema; insinúan, cuando no afirman, el vocablo «mercenario». (Todo desde sitios o medios apoyados directa o indirectamente por el gobierno, valga la aclaración).

A ellas se sumó una tercera: Convocatorias a manifestaciones en fechas anteriores al 20 de noviembre inicialmente acordado.

Retos

Aunque desde fines de 2020 se ha asistido a situaciones a las cuales el gobierno no estaba acostumbrado, por lo que ha improvisado sobre la marcha (en mi criterio, no muy acertadamente), esta de ahora adquiere ribetes dramáticos por el dilema planteado: Si niega el permiso, viola el artículo 56 de la Constitución y pone en entredicho el artículo 1; si lo concede, deberá apelar a toda su inteligencia para impedir que la situación se salga de control. Deberá reprimir a quienes intenten cometer desmanes, y a la vez, proteger a los manifestantes pacíficos.

El reto para los solicitantes tampoco es pequeño: Ser capaces de movilizar seguidores y exponer reclamos, y a la vez impedir que desvíos hacia el desorden, el vandalismo y el caos conviertan la manifestación en una batalla contra las fuerzas del orden en que nadie resultará ganador.

Ciudadanía (3)

Cartel publicado en Archipiélago para convocar a la marcha ciudadana que inicialmente se desarrollaría el 20 de noviembre (Foto: Facebook)

De vencer el reto, obtendrían un peso político no conocido antes por ninguna fuerza opositora. Se convertirían en una contraparte a la cual el gobierno no podrá ignorar. Para lograrlo, no deberían aspirar a una manifestación gigantesca (como parece que pretenden), sino modesta, porque sería un fiasco si resultara pequeña, y porque podrían ser incapaces de controlarla, de ser muy grande. Una marcha de pocos cientos, incluso menos, disciplinada, respetuosa de las leyes, con consignas que puedan generar adeptos, sería un éxito nada despreciable para sus promotores.

La reacción del gobierno me parece el menor problema para los organizadores, pues se enfrenta al conflicto de respetar o no su propia Constitución, y tendrá los ojos del mundo fijos en él. Es una posición incómoda, y de cómo la asuma dependerá su credibilidad como cabeza de un «Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva».

El verdadero reto para los organizadores, para mí, está en el campo de la oposición, donde hay interesados en demostrar la inutilidad de las vías pacíficas de participación ciudadana. Por motivaciones varias, algunos intentarán robar protagonismo a los organizadores de la manifestación, y harán cuanto puedan para convertirla en enfrentamiento violento entre autoridades y ciudadanía, y demostrar así su «peso político». Si lo logran, no solo la manifestación será un fracaso, también lo serán los esfuerzos por democratizar al país.

El largo camino por recorrer

En 2004 traduje el ensayo Ciudadanía en Brasil: El largo camino, de José Murilo de Carvalho, premio Casa de las Américas de ese año. Es una mirada panorámica a la historia de Brasil desde el punto de vista de la formación del brasileño como ciudadano. Su lectura me hizo preguntarme en repetidas ocasiones si los cubanos somos ciudadanos. Todavía hoy me lo pregunto, y cada vez estoy menos seguro de la respuesta. Cito algunas frases:

«Derechos civiles son los derechos fundamentales, a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la igualdad ante la ley, (…) garantía de movimiento, de escoger el trabajo, de manifestar el pensamiento, de organizarse, de que sea respetada la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, de no ser detenido sino por las autoridades competentes y de acuerdo con las leyes, de no ser condenado sin proceso legal regular…».

***

«Los derechos políticos tienen como institución principal los partidos y un parlamento libre y representativo. Son ellos quienes confieren legitimidad a la organización política de la sociedad».

(Hago la salvedad de mi oposición a la existencia de partidos; estoy por una sociedad autogestionada, sin partidos de ningún color).

***

«…los derechos civiles garantizan la vida en sociedad…, los derechos políticos garantizan la participación en el gobierno de la sociedad, los derechos sociales garantizan la participación en la riqueza colectiva (…) En teoría, pueden existir sin los derechos civiles, y seguramente sin los derechos políticos. Pueden incluso ser usados en sustitución de los derechos políticos. Pero, en ausencia de derechos civiles y políticos, su contenido y su alcance tienden a ser arbitrarios».

Ciudadanía (4)

Defensores del gobierno salieron a las calles el 11 de julio. (Foto: El Correo)

Aunque comparto el criterio, para mí el concepto de ciudadanía abarca otros elementos, como el respeto a las normas de convivencia y al derecho ajeno. Respetar el derecho de quien no piense igual a uno es ciudadanía. Impedir a otro ejercer pacíficamente su derecho no lo es. Reprimir manifestantes pacíficos, o convertir manifestaciones en vandalismo, son señales de cuánto nos falta para ser ciudadanos.

Los organizadores deberían crear una comisión de orden claramente identificada para prevenir desmanes. Las autoridades, por su parte, tendrían que otorgar la autorización, y ejecutar las medidas adecuadas para evitar que elementos perturbadores (del matiz político que sean) promuevan incidentes que impidan el ejercicio pacífico de un derecho constitucional. Quienes produzcan disturbios, tanto en contra como a favor del gobierno, habrán de recibir el peso de la ley. Sin distingos.

Las fuerzas del orden, identificadas como tales, deberían situarse convenientemente para impedir tanto desórdenes de infiltrados en la manifestación como agresiones de quienes se opongan a ella.

Por mi parte, desearía que la marcha del 15 de noviembre demuestre que los cubanos somos capaces de defender criterios y ejercer derechos con respeto a quien piensa diferente. Que somos ciudadanos.

Confieso, no obstante, que albergo dudas. La proliferación de llamadas a marchas en fechas anteriores al 15 de noviembre me hace temer que no las mueva la preocupación por el futuro de la patria, sino el interés de algunos por ganar, o no perder, protagonismo.

Me gustaría que quienes abogan por marchas multitudinarias y descontroladas reflexionen y se pregunten qué es mejor para Cuba: una manifestación pacífica, aunque no sea gigantesca (y sin importar quién la encabece), con consignas sensatas y capaces de movilizar multitudes; o conducir al país al vandalismo y el caos, con su secuela de destrucción y dolor.

Un recordatorio: Colombia, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela han conocido en años recientes enfrentamientos callejeros con saldo doloroso para las familias. Ninguno produjo un cambio de régimen.

Nota: He oído con preocupación el llamamiento a la realización de un «Día de la Defensa» entre los días 18 y 19 de noviembre. No me parece coincidencia; ojalá me equivoque.

9 octubre 2021 41 comentarios 3k vistas
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Domingos (1)

Los domingos no siempre son tan apacibles

por Mónica Olivera 18 septiembre 2021
escrito por Mónica Olivera

Desde hace ya dos semanas he tratado de digerir sin regurgitar un generoso aforo de noticias, misivas, directas, arengas, tuits, mensajes, posts… todos con una intencionalidad: hacer catarsis con la situación actual de nuestro país. Ahora me he tomado tiempo para diferenciar lo verdadero de lo falso, escudriñar los entresijos de las palabras, y como a la palabra me dedico, no me bastó con leer, también quise expresar mi criterio.

Lo que diré está fijado en un primer plano desde la lógica de mi formación, como siempre lo he hecho: mi génesis profesional es el magisterio. De esa manera llegué a otros perfiles de las letras, así arribé a la ecdótica y a la traducción. Asimismo, llegué a inventar historias de ficción.

Todo comenzó desde la enseñanza. Trataré pues, de pulir y tachar lo subjetivo de este manifiesto y luego redactarlo en otra lengua, para que mis amigos de ultramar puedan conocer que, sin pretensiones de disenso, he salido del ruedo selvático de las redes a ofrecer mi corazón en sitios más idóneos, sabiendo a las claras lo que puede costarme.

La mente se me colma de frases que el Maestro expresara en sabios discursos y ensayos. Un día antes del 11 de julio, cuando el germen del embotamiento brotaba en mí como en millones de cubanos, publiqué en mi muro lo que pudiera tomarse como una premonición, al citar unas palabras de su ensayo Nuestra América: «Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes».

Tal parecía que un déjà vu de ciclón, terremoto, apagones, vicisitudes, desesperanzas, carencias, inseguridades, fuera coronado con una cruel y letal pandemia, y amenazaba nuestros destinos como en los años noventa.

La noche del sábado 10 de julio de 2021 fue aciaga. Un apagón la remataba. A la mañana siguiente me comuniqué por teléfono con tres amigos que hacía meses no llamaba y preocupada indagué por su salud. Todo parecía estar bien hasta pasadas las dos de la tarde, cuando empecé a advertir que por las redes transmitían videos de varias —muchas para la costumbre— ciudades cubanas levantadas en protestas que más tarde fueron proliferando y complicándose en sus escenarios cercanos y lejanos.

Una preocupación muy grande me embargó: «¿tendría el gobierno la experiencia y la pericia para el manejo de este tipo de disturbios?». Era un phatos de concurrencias vertiginosas, al estilo de tornados y mangas de viento.

Secuencia

Aunque estaba lejos de la más cercana, sentí a mi alrededor sorpresa y estupor, luego vino la turbación. Las personas de las primeras imágenes se veían en franca protesta, sin desenfreno. Pero luego de unos minutos se hizo evidente que el Gobierno iba a pronunciarse: encadenaron las emisoras. Tenían que informar.

¿Qué se vio?: a un presidente sentado ante micrófonos en una comparecencia en el Palacio de la Revolución. Había llegado acompañado por miembros de su equipo y dos periodistas. Una de ellas hizo una impropia, paternalista, laudatoria e impertinente alusión a lo sudado que venía el presidente de la caminata —de unos 80 metros— realizada en San Antonio de los Baños, donde minutos antes habían logrado restaurar el orden.

Los rostros de los participantes se mostraban rígidos, las voces quebradas. Y aunque se haya tratado por los medios oficiales de minimizar la onda expansiva que provocaron las expresiones del primer secretario del PCC y presidente, se escuchó claro cuando expresó: «¡La orden de combate está dada!», y luego: «¡La calle es de los revolucionarios!».

No es eso exactamente lo que expone la Constitución, que un 86,6 % de los ciudadanos legitimó en 2019, cuando declara: «Cuba es un estado Socialista de derecho…».

La repercusión

Las calles son de madres, hijos, hombres, mujeres, niños; de ateos, comunistas no militantes, sacerdotes y miembros de todas las denominaciones religiosas; de los pertenecientes a las sociedades de artes marciales, de masones, de miembros del único partido, de soldados, de grupos LGTBIQ, de artistas, de escritores, pertenezcan o no a la UNEAC; de los contestatarios y disidentes, de los millones de ciudadanos de a pie que a diario hacemos y hemos formado, con altas y bajas, este país; de los dirigentes y de los vagos, de los discapacitados; en fin, de toda esa gama heterogénea a la que Fernando Ortiz llamara el ajiaco cubano.

Esta es una apreciación que pudiera ayudar al Gobierno a comprender definitivamente que, como coterráneos, estamos permeados por un sincretismo cultural expresado en todas las esferas de la sociedad con infinidad de matices, con sus sociolectos y lenguaje funcional bien definidos.

Eso es lo que nos hace ricos, no somos una nación monolítica formada solo por íconos ni por arquetipos de una sola pieza. En ella viven también, en miles de ejemplares, seres malqueridos, reprobados, renegados, aborrecidos; a quienes también asiste el derecho de cohabitar y transitar con todos y para el bien de todos.

Domingos (2)

(Foto: elperiodico)

Sucede que a pesar de ser Cuba un país joven, nuestro carácter ha sido forjado por componentes sociales muy diversos, donde no hay cabida para una narrativa cimentada sobre la unanimidad de criterios: nadie piensa igual al otro. Es su rotundo derecho. Y aprovecho para aclarar que no veo el disenso como un pecado capital ni como un bicho extraño acendrado en nuestra sociedad por entes externos. El disenso es propio del ser humano, no somos calcos ni clones.

Un gobernante debe ser sensible a los colores del arcoíris del país al que le tocó servir. El gobernante de una nación del siglo XXI no puede permitirse el lujo de ahogar ni desacreditar al que disienta de sus políticas, porque, como servidor público, tiene el deber supremo de sopesar criterios, calcular estrategias de unión y alentar al balance y a la ecuanimidad.

Debe tratar de establecer estrategias de unificación de consenso, reconocer cuando se le critica por una política pública cuya aplicación no es acertada y saber diferenciar cuándo de verdad las fuerzas que pujan son internas o externas. Ya no hay espacio para las dictaduras sangrientas que manipularon trazados imperiales como el Plan Cóndor; el mundo cambió.

Seguramente a los pueblos de América Latina les faltó en su momento un medio tecnológico inteligente, como es el caso de los celulares con sus redes en marcha —imperfectas o inteligentes—, para poder ganar su guerra a tiranos como Batista o Stroessner, Videla, Somoza, Banzer o el general Francis. Vivimos otra época.

El presidente de un país escucha, no promete apresuradamente, produce rotundos cambios de políticas para el bien ciudadano, multiplica también estrategias contra los enemigos externos, no llama al caos, no permite que su familia cree un estereotipo virtual de su persona y se muestra, por el contrario, auténtico.

Cuando su gobierno dicta una política, esta debe ir encaminada al mejoramiento del nivel de vida del pueblo, para eso lo eligió ese pueblo. El líder máximo de un país convence, no se permite experimentos sociales, estos son muy riesgosos, como riesgoso es que no sepa conducir a su población, unida en los disímiles estamentos sociales que contiene. El gobernante debe pisar terreno seguro, aprobar políticas que contengan las variables económicas, sociales y políticas bien equilibradas y sostenidas, no inestables.

Ya es el momento de revisar con urgencia un grupo de decretos y mandatos que afectan a este pueblo y realizar, en primer orden, una revisión conceptual de parámetros en la educación.

Decretos como el 217, que impide asentarse en la capital a miles de seres humanos que, por deseo propio, personal o natural desean hacerlo, existen. Y otros muchos dictámenes de este tipo doblegan los derechos ciudadanos. Créanme que cuando hablo de derechos no me refiero a los obtenidos por la salud e instrucción gratuitas, hablo de otros.

Domingos (3)

(Foto: elperiodico)

No voy a dedicarme a verdades bien conocidas sobre los avances y aciertos universales de científicos y médicos cubanos. No son escudos para evadir ni contrarrestar otras verdades: son ara, no pedestal. Es obvio que nuestros hombres de ciencia siempre han estado en el primer escalón de la gloria y merecen respeto por su abnegación como parte del conglomerado de profesionales al que también pertenecemos otros millones. Cada uno de nosotros desde su oficio, ha aportado su brizna. Ellos sirven a la humanidad y han sido un soporte básico para enfrentar la letal epidemia del coronavirus.

Más miradas introspectivas

El pueblo de Cuba estaba acostumbrado al liderazgo auténtico. Desde la mambisada y los gritos de ¡Viva Cuba Libre! en la manigua, hasta el mandato de la Generación Histórica. No se trata de leer discursos vacíos cargados de sofismas. De exponer o leer vacuas palabras que no contienen acciones sobre lo que expresan per se.

Hasta en la retórica del discurso político hay que crear, usar la magia de las palabras, saber crear para atraer. Y es preciso que no se imite, pues las circunstancias no son las mismas. Lo que fuera expuesto por el líder Fidel Castro en otros contextos, fue dicho por él, dígase en Girón o en otros escenarios. Las frases para exhortar a un pueblo no se imitan, no se repiten; se crean otras nuevas desde el corazón.

En estos sesenta y dos años nunca se dijo: «¡Al machete, cubanos!», porque no era el contexto; solo se habló de guerra contra el invasor, contra el enemigo foráneo, no de guerra entre compatriotas. «La orden de combate está dada» nunca fue una arenga desplegada contra un compatriota. Con ella se llamaba a los coterráneos, a los hermanos, a responder ante amenazas externas.

Pero ahora el Gobierno se presenta con un liderazgo condicionado por la opinión de terceros. Es casi imposible dirigir un país donde han existido, y aún existen, poderíos paralelos que se definen por su fuerza económica y su génesis monárquica, por omnipresencias ocultas con la «sartén por el mango».

El poder máximo tiene que establecer control sobre los dictámenes que se originan desde estos bríos. Los engendros económicos solo producen malestar y políticas con soluciones retorcidas, pues a pesar de haber sido creados para resolver problemas de la economía, se entronizan y habitan en sus burbujas de confort y no piensan como el ciudadano común, porque viven alejados de él (el hombre piensa como vive).

Las políticas económicas que la población está rechazando deben ser cambiadas y sus ejecutores, ofrecer disculpas al pueblo que tira del carro. Sus estructuras de ejecución tienen –o al menos así lo exhiben–, el corte de políticas de choque y no responden al dolor y las necesidades.

Los ejecutores pueden actuar con impunidad y contrarios al bien público, por no perder sus prebendas y su exilio revolucionario, que muchas veces enmascara notables escándalos de corrupción, con enjundiosas cuentas en paraísos fiscales u otras innombrables perversiones. Han inventado hasta términos lingüísticos para explicar sus maquinaciones típicas.

Domingos (4)

(Foto: elperiodico)

Políticas a revisar

— Política de cuadros

Uno no tiene toda la verdad entre las manos, pero desde la pantalla de un televisor, desde la tarima del aula o desde la presentación de un libro pueden observarse actitudes en los seres humanos que nos rodean y que hasta entran en nuestros hogares por su carácter repetitivo.

Se notan los caracteres inconvenientes, las improntas de dirigentes de bajo perfil que fueron escogidos para cargos clave de dirección. Se les ve venir, son demasiado predecibles. Y el resultado es un desastre. Muchas veces creo que al escogerlos no se aprecia más allá de los asentimientos, de los patrones culturales de bajo nivel que pululan en muchos de los que sirven en cargos públicos. Los principios no se manifiestan en los rostros, pero hay actitudes que delatan la ineptitud y la simulación de muchos.

— El igualitarismo

La corriente igualitarista que ha plagado muchas políticas ha producido pésimos resultados en el orden social, algo contrario a lo que pudiera esperarse. No somos iguales, ni en el intelecto ni en el desarrollo o evolución social. Hay diferencias notables entre los seres humanos, incluso hasta entre los que desarrollan una misma actividad profesional. Eso no sostiene discusión, pero se ha establecido una serie de políticas que enarbolan estos apegos.

— Los planes de educación

La educación es un logro ineludible de la Revolución, pero arrastra errores de conceptos y dogmas que deben ser removidos. Los planes emergentes, la descarga de contenidos de los programas educativos y muchas otras disposiciones generadas quizás hasta con las mejores intenciones, promovieron miles de personas sin vocación para educar, aunque enseñaban.

Siempre digo que este factor es la base de muchos males que provocan inestabilidad y malestar. Hay que ir a una educación donde se enseñe la civilidad, no solo mediante consignas, que, por repetidas desde la primaria, permanecen vacías de contenido.

Hay necesidad de inculcar valores muy antiguos, como la solidaridad humana, la compasión, la igualdad entre personas de diferentes credos, colores de piel, culturas, extracción social. Deben destronarse las manifestaciones sexistas y otros patrones pseudo-culturales entronizados desde los años primarios de la educación.

Es necesario incluir a todos los actores de la sociedad en esta batalla, crear planes de rehabilitación comunitaria, enseñar —mediante vías apropiadas a los niveles de enseñanza y edades de los educandos—, respeto a la diversidad de actitudes sexuales. La violencia doméstica existe, el machismo existe, la marginalidad existe. Y estos son fenómenos que no se apagan con campañas lights de cartelitos.

La escuela tutelada por planes gubernamentales debe tener más participación en la erradicación de estos males, pero hay que guiar, con ejemplo y sobriedad, a los padres que no inculquen valores en sus hijos.

Domingos (5)

(Foto: elperiodico)

— Las políticas económicas

Me he concentrado respecto a la posibilidad de reconocer gérmenes de una revuelta popular o una revolución moderna, por decirlo de algún modo. Especialistas señalan que hay cinco premisas que pueden medirse si se quiere saber cuándo un país está listo para un proceso de cambio. Obviando los factores externos que no pueden separarse de nuestra realidad, como el bloqueo impuesto a nuestro país, identifico una de estas premisas: el malestar social.

El futuro prometido a mi generación, que ya está en vías de retiro profesional por arribar al orden de los sexagenarios y septuagenarios, se vislumbra muy oscuro. La población cubana está envejecida, ha luchado mucho y carga pesadamente con el fardo de sus hijos en el extranjero, de la separación familiar y la amenazante diáspora.

El sentimiento de inseguridad colma a los que están o entrarán en la tercera edad sin recursos para defenderse. Los jóvenes que permanecen en el país viven también agobiados por miles de preguntas sobre su futuro. No en todos los casos los egresados de carreras universitarias son bien remunerados, y el reconocimiento social pasa primero por la simulación de actitudes que conllevan a la pérdida de valores.

Las generaciones nacidas después de 1959 han pasado por una serie de malestares que son objeto de estudios conscientes. Solo quiero llamar la atención en que el sentimiento de «que nada funciona bien» es una corriente negativa que embarga al ciudadano de a pie.

Comienza desde los malestares culturales de insatisfacción casi invisibles,  pero que tienen su génesis en desigualdades, en la corrupción observada, en los malos manejos de la macroeconomía estatal, que no acepta otros derroteros que no sean sus preceptos y desdeña la entrada al escenario de la economía privada, que, en un final, tributa a las arcas del erario. Incluso, no quiere ni nombrarla con su verdadero apelativo. Se le llama sector no estatal, y no sector privado, como debería.

En pequeñas experiencias, como las llevadas a cabo en La Habana Vieja por Eusebio Leal, se demostró que era posible un socialismo más inclusivo poniendo todo en su lugar. En materia de economía, todo el comercio con sus leyes está inventado desde los fenicios. Entonces, ¿por qué experimentar y fantasear con nuevas fórmulas que solo conllevan a mercados vacíos y penosas imágenes de desolación?

¿No podía haberse hecho un reordenamiento de la economía sin instalar la macabra fórmula de las tiendas en MLC? No creo que esto lo contengan así los ciento un Lineamientos del PCC que el Gobierno estuvo muy apresurado a dar por cumplidos. ¿Ningún lineamiento preconizó la desigualdad que estas políticas generarían? En la semántica de los eslóganes actuales se rechaza la adjetivación real: de choque. Voy a trasponerla para no provocar la ira de Zeus.

No creo lógico el camino por donde enrumbó la economía, que se siguió sin conciencia de que el disenso crecería a ritmo exponencial, hasta chocar con el falso techo de las estrategias que volvían a prometer un futuro socialista paradisíaco.

La realidad es que fue incentivado el malestar social, se aceleraron las desigualdades que produjeron un efecto dominó y, como imán perverso, atrajeron la mirada de un imperio que desde siempre quitó y puso para ejercer su poderío y «caer con esa fuerza más» sobre nuestra tierra. Algo más o menos parecido a tentar al Diablo.

¿Qué relación tiene todo esto con la realidad actual en Cuba?

En semanas anteriores acabamos de vivir una demostración de contradicción que, por nueva y espontánea, produjo en el Estado y Gobierno evidente rechazo.  Vivíamos bajo la égida de unidad condicional, pero relativa y temporal, y su propia negación produjo efectos no esperados ni deseados.

Pero la teoría dice que los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente. La relación entre los que se manifestaron y el grupo de poder que representa al Estado producirá de algún modo una renovación, tiene que implicar desarrollo para este país, no involución, porque el Estado es un órgano vivo y va a funcionar como una lucha de clases que será motor impulsor para una Cuba mejor.

Domingos (6)

(Foto: elperiodico)

No hay otro camino, tampoco hay videntes que auguren el tiempo real en que sucederán los cambios para mejor. Al menos, ya esta dejó de ser una sociedad monótona para convertirse en un hervidero de preocupaciones para el Gobierno, obligado a ofrecer soluciones a corto, mediano y largo plazo. Debe escuchar, no taponear sus oídos.

El Gobierno y el Estado pueden sacar provecho de estas situaciones, revertir en favor de la nación cubana estos nuevos paradigmas[1] de disenso y protestas.

¿Cómo me percaté de los errores?

Revisé el enfoque de mis clases de ecdótica. Lo primero que se dice es que un editor debe tener vista de águila entrenada. Vi venir el fenómeno que estamos sufriendo como si fueran las planas de un original, y me basé en las leyes de la dialéctica para explicármelo.

Lo primero es la unión y lucha de contrarios. La praxis como criterio de la verdad. Desde que las aprendí en la universidad traté de explicarlo todo desde esas premisas, teniendo en cuenta los clásicos de la filosofía marxista. Y no se me malinterprete. Me puse en el lugar donde un filósofo se pone, y me dije: estas cuestiones tienen que analizarlas el Partido y el Gobierno como un paso hacia el desarrollo, ya que en ellas se evidencia la unión y lucha de contrarios; y donde existen contradicciones habrá desarrollo. La unanimidad a ultranza, esa que no permite la generación de ideas, hoy, en Cuba, frena el desarrollo.

Todo esto y más de lo que está ocurriendo es un reto para la gobernabilidad. Deben soltarse las ataduras de imposiciones plagadas de obsolescencia y reformar, en primer lugar, los puntos neurálgicos de la economía cubana. Este aprovechamiento al que me refiero se tornará en beneficios sociales, sostenidos en la diversidad e inclusión de todos los ciudadanos y ciudadanas con actitud participativa para levantar nuestro país.

También debe ocuparse del ámbito político, pues los «briosos corceles» que se apuntaron en la carrera no están confundidos, sino asfixiados. Donde encuentren el aire lo tomarán. Déjese de pensar que de nuestros compatriotas el que disiente es enemigo, mercenario o delincuente. Bórrense todas las listas y no se hiera más la dignidad de quienes halan el carro de otra manera, pero están aquí, sufriendo igualmente una nación asediada por predisposiciones internas y por un bloqueo económico externo, ambos obsolescentes.

Escúchense todas las voces y no solo las que se quieren oír. El diálogo permitirá domingos más apacibles y puede llevar hacia un buen camino de paz, amor y dignidad nacionales.

***

[1] Y remito al título que menciono: Los nuevos paradigmas, de Jorge Fornet.

18 septiembre 2021 27 comentarios 2k vistas
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Diálogo Nacional

Diálogo Nacional para trascender y refundar

por Ivette García González 9 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

En otro texto llamé la atención sobre el Diálogo Nacional. Socializo ahora las fases del proceso y algunas lecciones de experiencias anteriores, porque entiendo que en el contexto cubano tal mecanismo permitiría trascender el conflicto y empezar a crear un nuevo contrato social.

Como mecanismos extra constitucionales y alternativos a las intervenciones extranjeras, los diálogos nacionales son complejos, esencialmente políticos y reconocidos mundialmente. Permiten llegar a la raíz de los problemas y ofrecer soluciones con garantías.

Voluntad política de las partes, imparcialidad y confianza, soberanía popular, máxima inclusión social y respeto a los principios de no intervención, autodeterminación y solución pacífica de controversias; son sus bases principales.

Se han implementado en países de Europa, África, Medio Oriente y Latinoamérica desde hace décadas. De esas experiencias derivan teorizaciones y protocolos reconocidos por expertos y organismos multilaterales, como el Manual Diálogos Nacionales y el Mecanismo de Montevideo.

Tales procesos se emplean para: transición democrática, fortalecimiento de la democracia y resolver conflictos armados. Ellos favorecen la aproximación y entendimiento de sectores en disputa, contribuyen a gestionar un nuevo proyecto de país, a reconciliar la nación y enrumbar el desarrollo.

Diálogo Nacional (1)

Cuba fue sede de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. En la foto, Raúl Castro, Juan Manuel Santos y Timochenko unen sus manos en La Habana durante las negociaciones de paz. (Foto: Alexandre Meneghini/Reuters)

Las fases del proceso

Organizado por actores nacionales, el Diálogo Nacional es más complejo que otros mecanismos de gestión de conflictos. No existe un modelo o receta, depende del contexto aunque deben observarse ciertas regularidades.

Puede implementarse —casi siempre con participación internacional— para prevenir y gestionar crisis, o lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. Métodos y procesos pueden combinarse e incluso escalar de la primera variante a la segunda.

Sus etapas son:

1. Exploración: supone análisis del conflicto, posibilidades, consultas a las partes, sensibilización, identificación de riesgos, figuras o líderes de opinión, mediadores y promotores que ayuden a persuadir sobre su necesidad, y anuncio oficial del proceso mediante decreto presidencial u otra vía.

2. Preparación: crear las condiciones, preparar a la ciudadanía, la prensa y otros actores, así como definir el marco del proceso. De su calidad depende en buena medida la del diálogo. Generalmente, es de por sí un proceso negociador y lo conduce una Comisión preparatoria integrada por las partes.

De estas primeras fases, que a veces se contemplan como una, derivan el Mandato y/o la Hoja de Ruta, en los que se definen: contexto sociopolítico, preocupaciones de las partes, objetivo fundamental, relación con el gobierno, calendario, cantidad y categoría de representación de las partes y actores internacionales, toma de decisiones, comunicación, reglas y procedimientos, naturaleza e implementación de los acuerdos y logística.

3. Diálogo Nacional: foro principal, funciona con presidencia electa, que debe ser independiente y tener legitimidad. Se desarrolla según la Hoja de Ruta y aprobación de agenda definitiva, reglamento y mecanismos de implementación. Se realiza en plenaria o combinándolo con grupos de trabajo para temas específicos.

Casi siempre la agenda incluye correcciones a la Constitución o elaboración de una provisional como puente hacia procesos ulteriores.[1] Implica transparencia para la ciudadanía y facilitación de su participación en foros, diálogos regionales, sectoriales, sondeos de opinión, etc.  

4. Implementación de resultados: se introducen, monitorean y evalúan los acuerdos, lo que confirma alcance y calidad del Diálogo Nacional. Se perfila lo previsto respecto a ciclos de consulta y retroalimentación, verificación, mecanismos y garantías. El diseño debe ser objetivo, con calendario realista y flexible, privilegiando los diálogos posteriores con ciudadanos y el enfoque transformador, lo que favorece soluciones sostenibles.  

Lecciones para Cuba

El Diálogo Nacional no es un fin en sí mismo, tampoco una fórmula ideal o exclusiva. Es un proceso de transformación estructurado y participativo, cuya viabilidad depende del objetivo, el conflicto que intenta resolver y las características específicas del escenario.

Modalidades, objetivos y «partes» son tan diversos como los contextos, aun en países que muchos asocian, como Cuba y Venezuela. Véase el de este último, que está transcurriendo en México.  

Diálogo Nacional (2)

Gerardo Blyde Pérez, ex alcalde de Caracas, y Jorge Rodríguez Gómez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, firmaron el memorando de entendimiento, junto con Marcelo Ebrard Casaubón, quien se presentó como testigo. (Foto: Karina Hernández / Infobae)

En Cuba, a pesar de las medidas flexibilizadoras recientes y de los diálogos parciales que ha sostenido el gobierno, las bases del conflicto y este en sí mismo se mantienen. Ello se evidencia en el incremento de las protestas,[2] la represión, peligro y grado de transnacionalización del diferendo y el resquebrajamiento de los niveles de confianza.

Ciertas características del modelo cubano también aconsejan un Diálogo Nacional: alta centralización del poder, inexistencia legal de oposición y medios de comunicación, no separación de poderes, carencia de instituciones independientes de defensa ciudadana, así como fuertes y diversos mecanismos de control social.

La nación cubana necesita el Diálogo Nacional para lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. En calidad de «partes» podrían estar el gobierno con sus organizaciones de apoyo y una alianza de la sociedad civil independiente y los emigrados. En ambas existen corrientes y proyectos políticos.

En el camino deberán tomarse en cuenta parámetros internacionales establecidos y lecciones de la experiencia:

  • Importancia de una campaña nacional e internacional de sensibilización y en favor del Diálogo Nacional como solución.
  • Debe contar con apoyo de actores externos con mayor o menor peso en las distintas fases del proceso —promotores, facilitadores, financiadores, observador/testigo/mediador/garante, apoyo técnico y especializado— y con una sede imparcial para la mesa preparatoria y la realización del foro.
  • Ciertas precondiciones generales legítimas funcionan y son saludables como gestos de buena voluntad. Por ejemplo, cese de toda represión y liberación sin cargos para todos los detenidos y encarcelados por sus ideas y/o acciones políticas pacíficas.
  • No existen normas para la cantidad de participantes ni el tiempo de duración, pues se ajusta a posibilidades reales y complejidad del contexto.[3]
  • Su condición extra constitucional favorece la adopción de normas propias, lo que no supone desconocer la Constitución e institucionalidad del país.
  • No implica renunciar a derechos constitucionales, especialmente los de libertad de expresión, asociación y manifestación pacíficas. Al contrario, el desarrollo democrático depende de la lucha cívica como mecanismo de presión y acompañamiento.
  • La elección de representantes debe ser cuidadosa y contemplar equilibradamente lo regional y la presencia de juristas, actores políticos clave, académicos, líderes sociales, mujeres y jóvenes del espectro socio-clasista.
  • La agenda debe ser una construcción colectiva desde el principio y estar basada en demandas ciudadanas.

Hoy la ciudadanía cubana se debate entre la sobrevivencia y la incertidumbre. Denuncia, explora fórmulas para hacer valer sus reivindicaciones y crea nuevos espacios para el debate en las redes.

 

Los diálogos nacionales no son mecanismos perfectos ni resuelven el problema de un plumazo. Siempre existen riesgos, debilidades y fortalezas que abordaré en otro texto. Sin embargo, en las condiciones de Cuba sería el de mayores posibilidades. Países más cerrados, con conflictos armados y fronterizos, divisiones étnicas, bloqueos y contradicciones antagónicas lo han logrado.

El extremismo político y la desesperanza son obstáculos para traducir el malestar ciudadano en estrategia política capaz de articular consensos. Sirva a la reflexión que los cubanos somos eternos inconformes, siempre hemos tenido una nación «real» y  una «soñada». Nos distinguen los sueños, fueron ellos los que abanderaron nuestras mayores epopeyas.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Algunas recomendaciones básicas a la agenda de diálogos nacionales son: no sobrecargarla y que se corresponda con los objetivos fundamentales acordados, debe ser inclusiva, avanzar de los puntos menos conflictivos, dedicar el tiempo necesario a los de mayor complejidad y desacuerdo, valorar pertinencia de usar grupos de trabajo para descomponer y analizar los aspectos más polémicos previo a su presentación en plenario.

[2] Luego de las protestas masivas del 11 y 12 de julio, se han registrado durante el mes de agosto otras 297 a pesar de la represión. Estas integran la cifra de 2,109 registradas desde septiembre del año pasado.

[3] En cuanto a participantes, según modalidad, objetivo y contexto, han oscilado entre diez hasta más de mil, y, en cuanto a duración, ha sido desde diez días hasta dos años.

9 septiembre 2021 70 comentarios 3k vistas
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El 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba: retos y resultados

por Redacción 25 agosto 2021
escrito por Redacción

El 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba sesionó entre los días 16 y 19 de abril de 2021. Como se había anunciado en el cónclave anterior, el primer secretario Raúl Castro abandonó el cargo en favor del presidente Miguel Díaz-Canel, que ahora desempeña también la máxima responsabilidad partidista.

Ante la compleja situación económica, política y social de Cuba, agravada por el inmovilismo del modelo de socialismo burocrático, la situación de la pandemia y las medidas hostiles del gobierno norteamericano; hubiera sido lógico un profundo debate y replanteo de estrategias y tácticas, y que el Partido tuviera como horizonte las necesidades de la ciudadanía y no solo las suyas. Ello no fue lo que ocurrió.

Menos de tres meses después de concluido el 8vo. Congreso, se produjo el estallido social del 11 de julio. Muchas de las causas que desencadenaron esos hechos fueron ignoradas, minimizadas o reprobadas en los debates y en el Informe Central.

La Joven Cuba, con su equipo de articulistas habituales y algunos invitados, realizó un profundo análisis del tema, materializado en siete textos que agrupamos en este dossier. En muchos casos, tales análisis resultaron predicciones.

El 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba: retos y resultados

25 agosto 2021 3 comentarios 3k vistas
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