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Carnavales
Cultura

Carnavales en Brasil: el saber vivir-amar de un pueblo polisémico

por Maikel Pons Giralt 28 febrero 2023
escrito por Maikel Pons Giralt

Llegó el Miércoles de Ceniza de 2023. En teoría, cerraba el carnaval brasileño, y en la práctica carnavalesca, mis amigos Paulo y Franklin regresaron a casa a las 7:40 a.m. Durante una vigilia de alegría interminable, participaron en el desfile de una escuela de samba1 a las 10:00 p.m. del martes y luego en otra escuela a las 2:00 a.m., ya del miércoles.

Tampoco durmieron mucho Sil, Rosangela y doña Dora, que esperaron hasta casi las 3:00 a.m. para verlos desfilar en la transmisión de la Globo. Sandra se fue a descansar más temprano, porque a las 7:00 a.m. debía estar en la infaltable misa que da inicio a la Cuaresma católica, las fiestas populares y el ritual religioso con su indisoluble presencia en la vida y el imaginario colectivo.

Este fue el ritmo frenético de la última semana para cientos de miles de brasileños y visitantes en Belo Horizonte, al sudeste de la nación. Solo en esta ciudad se calcula que carnavalearon 5 millones de personas y circularon en la economía formal e informal casi 150 millones de dólares.2 Cuando llegué a Brasil en febrero de 2017, en pleno carnaval de Belo Horizonte, pensé que la festividad era exclusiva de Río de Janeiro; pero, para mi asombro, previo a la Cuaresma se celebra de una punta a otra del país. Sería el inicio de varios procesos de descolonización interna sobre la cultura y el pueblo brasileños que he debido desarrollar en los últimos seis años.

Carnavales

Calcomanías alegóricas distribuidas gratuitamente en el carnaval 2023. (Foto: El autor)

Mi primera experiencia carnavalesca, casi mística, fue vivenciar en el Bar Jeremías a personas de diversas generaciones con sus ropas de fantasía y coreando a una sola voz Padres e hijos, de Legião Urbana, banda emblemática del rock brasileño de los 80 y los 90. «Es preciso amar las personas como si no hubiese mañana…», repetían con devoción, y así, en medio de unos carnavales, supe de la increíble calidad del rock brasileño, que curiosamente tomó impulso en plena dictadura militar (1964-1985).

Según afirma el antropólogo Roberto DaMatta en un clásico texto, los carnavales, como parte esencial del dilema identitario brasileño, se convierten «…en un poco de todo, diversidad en la uniformidad, homogeneidad en la diferencia, pecado en el ciclo temporal cósmico y religioso, […] remiten a varios subuniversos simbólicos de la sociedad brasileña, que podrían llamarse un desfile polisémico».

Por otra parte, el propio autor asegura que «…las fantasías distinguen y revelan, ya que cada cual es libre de elegir el disfraz que quiere […]», y es esta «…combinación y esta conjunción de representantes simbólicos (o reales) de campos antagónicos y contradictorios lo que constituye la esencia misma del carnaval como rito nacional».

En la interpretación del estudioso, los «…disfraces de carnaval crean un campo social de encuentro, mediación y polisemia social, porque, a pesar de las diferencias e incompatibilidades de estos roles representados gráficamente por las vestimentas, todos están aquí para “jugar” […] es decir, para unirse, para suspender las fronteras que individualizan y compartimentan grupos, categorías y personas».

Carnavales

Participantes disfrazados para desfilar con sus escuelas en la ciudad de Belo Horizonte. (Foto: El autor)

De los carnavales brasileños me impresiona la forma pertinente en que se utiliza este momento de fraternidad colectiva para hacer campañas de bien público contra el acoso sexual, la homofobia y la violencia patriarcal, y en pro de la democracia.

Para Helena estas fiestas de 2023 tienen motivaciones especiales: «…el carnaval está maravilloso. Es el primero sin Bolsonaro; el del año que viene será mejor todavía, porque va a ser el primero con Bolsonaro preso. ¡Sin amnistía!», y sonríen con desenfado ella y sus amigas.

Carnavales

Helena y una amiga. (Foto: El autor)

Tiago Henrique reconoce ser un folião3 de raíz, aunque este año su participación fue más como vendedor ambulante, para ayudar a su economía. En su opinión el carnaval fue fantástico, y agrega, mientras la carcajada contagiosa brota natural y límpida como manantial de montaña: «…en ese mundo político actual el carnaval está reviviendo en nosotros la llama del saber-vivir… del saber-vivir con alegría, con esperanza, y es eso, es el momento de revivir la llama de alegría que vive dentro de nosotros. En el contexto político actual es eso lo que queremos, vivir en paz, es hora de ser felices… Hagamos la L [de Lula]».

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Tiago Henrique, folião de carnaval y vendedor ambulante. (Foto: El autor)

En la concentración del bloco Corte Devassa, Roberta afirma estar muy emocionada, pues cree que «…este carnaval tiene un sentido de retomada. De retomada de la democracia en nuestro país, retomada de las fiestas, de celebración de la vida, ¿eh? Perdimos muchas personas [durante la pandemia]. El contexto político fue muy difícil, pero ahora es momento de celebrar y retomar lo que es nuestro, la calle, el pueblo, la democracia».

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Roberta lista para participar del bloco carnavalesco Corte Devassa. (Foto: El autor)

«El carnaval 2023 fue una victoria, una conquista», me dicen entusiasmados Franklin y Paulo, mis primos brasileños por adopción. «¡Fue maravilloso, retornó todo […] una oportunidad única de encontrar los amigos, hacer amistades, tener unión, algo muy importante para nuestras vidas! Por eso nos divertimos y adoramos ese carnaval».

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Franklin y Paulo con sus trajes y listos para desfilar con la escuela Ciudad Jardín. (Foto: El autor)

En su interpretación de los significados del carnaval, coincido con el profesor DaMatta en que: «Las costumbres carnavalescas ayudan a crear un mundo de mediación, de encuentro y de compensación moral. Engendran un campo social cosmopolita y universal, polisémico por excelencia». En ese espacio «Hay lugar para todos los seres, tipos, personajes, categorías y grupos; para todos los valores. Se forma entonces lo que puede llamarse un campo social abierto, ubicado fuera de la jerarquía, quizás un límite en la estructura social brasileña, tan preocupada por sus entradas y salidas».

En esa estructura cosmopolita, polisémica y de mediación, me (re)encuentro yo, un migrante cubano que a los ocho años fue farolero en unos carnavales infantiles de su amada Camagüey. Una idea «descabellada» de mami, creo que para hacerme perder un poco de timidez, y una experiencia única de fuerza ―no podía casi con la farola― y de orgullo por mis orígenes.

Carnavales

El autor del artículo listo para desfilar en la escuela Ciudad Jardín, de Belo Horizonte.

Ahora, 35 años después y a 6 000 kilómetros de Camagüey, Silvania me invita a disfrazarme de cangaceiro y desfilar con la escuela Ciudad Jardín. Lo pienso ―me preocupa mi condición física―, pero por fin me decido: es un momento único y lo viviré. Si caigo me tendré que levantar. Eso es también parte de la vida cotidiana del pueblo brasileño, de mi pueblo cubano, de mis esencias, de mi condición diaspórica de migrante. Y sin dudas lo disfruto, con la misma sonrisa inocente de aquel niño de ocho años con su farola… recordando a cada paso por la avenida Alfonso Pena la letra del gran Renato Russo: «Es preciso amar… como si no hubiese amanhã».

***

Este texto contó con la preciosa colaboración de la compañera Silvania Morais para obtener las fotos y las entrevistas.

1. Asociación popular caracterizada por la práctica del canto y el baile de la samba brasileña, generalmente para competir con agrupaciones similares.

2. La cifra en dólares tiene en cuenta el cambio actual de real para dólar, aproximadamente de 5 x 1.

3. Término popular para definir a las personas que participan intensamente en los carnavales, se disfrazan, cantan y bailan sin descanso.

28 febrero 2023 17 comentarios
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Economía cubana
Economía

Economía cubana en tiempos de crisis. Perspectivas económicas para 2023

por Carmelo Mesa Lago 13 enero 2023
escrito por Carmelo Mesa Lago

Para 2023, la CEPAL (2022a) proyecta un crecimiento del PIB cubano de 1,8%, menor al 2% de 2022 e inferior a la tasa de crecimiento proyectada para veintiséis países de América Latina y el Caribe; solo en cinco  de ellos el crecimiento fue menor que el de Cuba. En su informe económico ante la ANPP, el 12  de diciembre de 2022, el ministro Gil (2022c) estimó que el PIB crecerá 3% en 2023; esto es 1,2 puntos porcentuales mayor a la proyección de la CEPAL.

Hasta que no salga el Anuario Estadístico de 2023 (las estadísticas macroeconómicas y del sector externo en el otoño), no es posible evaluar la confiabilidad del pronóstico oficial para 2022 y mucho menos para 2023. En esta sección se identifican factores positivos y adversos para una potencial recuperación económica en 2023.

Factores positivos

Las conversaciones entre los gobiernos de Biden y Maduro, aupadas por el restablecimiento del diálogo de este último con la oposición, han resultado en un relajamiento temporal de las sanciones sobre la exportación de petróleo venezolano a los EE.UU., interrumpidas por Trump desde 2019. Además, el Departamento del Tesoro de los EE.UU.  otorgó una licencia a la compañía Chevron por seis meses para que resuma la producción de petróleo en Venezuela;  sus utilidades  se asignarán l al pago de la deuda venezolana con Chevron, ascendente a US$4.200 millones (no pueden ir a PDVSA).

Se estima que estas medidas podrían incrementar gradualmente la producción del crudo venezolano a 1,5 millones de barriles diarios (Wilner y Delgado, 2022). Ellas facilitarían cierta recuperación económica en ese país,  lo que haría más fácil el suministro de petróleo a Cuba y su potencial incremento,  y contribuiría a aminorar la crisis energética y los apagones en la Isla.

Dos cautelas: primero, si Venezuela reanuda el suministro de petróleo a EE.UU., esto limitaría su capacidad de proveer el crudo a Cuba. Segundo, Maduro ha exigido que se eliminen todas las sanciones impuestas por Trump antes de iniciar las conversaciones, a la par que el gobierno de Biden ha dicho que las sanciones permanecerán.

La licencia a Chevron puede ser suspendida en cualquier momento por la administración estadounidense. Por otra parte, si las actuales conversaciones sobre migración cubana hacia los EE.UU.  resultaran exitosas,  podría abrirse un camino, aunque difícil, para que otras sanciones impuestas por Trump a Cuba fuesen suspendidas por Biden. De manera que estos dos factores positivos dependerán en gran medida de cómo actúen los gobiernos de Venezuela y Cuba.

Las exportaciones de servicios, principalmente médicos (primer ingreso en divisas de Cuba) cayeron 49% en 2018-2021 y esto fue la causa de que, por primera vez en el siglo XXI, el país tuviera un déficit en la balanza comercial de bienes y servicios. Si las conversaciones entre EE.UU. y Venezuela tienen éxito y mejorara la economía venezolana, el gobierno de Maduro probablemente aumentaría la compra de servicios médicos que ha caído por la crisis del país bolivariano, pero con los limitantes antes señalados.

En 2022, México firmó un acuerdo con Cuba para la contratación de 500 médicos; basado en un convenio previo  de 2020, el gobierno mexicano pagaría US$6,2 millones por tales servicios para combatir la epidemia de Covid-19 («Llegan los primeros médicos…», 2022). La elección de Lula en Brasil levantó esperanzas de que restablecería la compra de  servicios médicos cubanos que fueron eliminados bajo Bolsonaro, dicho programa pagaba 85% de los ingresos al gobierno, 10% a  los médicos y 5% a la Organización Panamericana de la Salud (ver factores adversos).

Economía cubana

El presidente López Obrador informó sobre la contratación de 500 médicos provenientes de la isla caribeña bajo el supuesto de que en México hay una carencia en el personal de salud (Foto: Reuters/Daniele Mascolo)

Las remesas externas (segundo ingreso en divisas), que tuvieron su punto más bajo en 2021 con US$1.084 millones, habían crecido y se proyectaba que llegarían a US$2.000 millones en 2022 debido a los envíos por plataformas digitales independientes. Un incremento de viajes a Cuba permitiría un mayor número de mulas que llevan remesas.

Salvo que ocurra un fuerte rebrote de Covid-19 en el mundo, es de esperar que el turismo extranjero (tercer ingreso en divisas) continúe creciendo en Cuba. Es muy probable que a fines de 2022 hayan visitado  la Isla un total de 1,6 millones de turistas, lo  que aumentaría el ingreso bruto de la industria a US$1.800 millones. Si en 2023 el número de turistas crece a 2,7 millones, el ingreso bruto ascendería a unos US$3.000 millones (o US$1.200 millones de ingreso neto).

Una de las medidas propuestas por el gobierno para aumentar el ingreso neto del turismo, es reemplazar parte de las importaciones para dicha industria por un aumento de la producción interna (MEP, 2022). No obstante, lo último requeriría reformas en el sector agropecuario y manufacturero más drásticas que las contempladas por el gobierno, y que son discutidas más adelante.

En anticipación al probable incremento del turismo, se está desarrollando una actividad constructiva en la Habana Vieja encaminada a la reparación de hoteles, restaurantes y otros negocios frecuentados por los visitantes. Si las conversaciones sobre migración fueran exitosas, quizás Biden flexibilice las restricciones impuestas a los viajes a Cuba.

Para  tomar ventaja de los altos precios del azúcar y el níquel en el mercado mundial, el gobierno cubano tendría que invertir más en estos sectores. Respecto al níquel, se firmó en octubre de 2022 un acuerdo con la compañía canadiense Sherritt International (principal extractora) a fin de que en el plazo de cinco años, la empresa mixta de Moa, en Holguín, priorice los pagos de dividendos en forma de cobalto terminado a cada socio y la parte correspondiente a Cuba se asigne a Sherritt para el pago de la deuda pendiente de US$260 millones.

El presidente de la corporación canadiense, Leon Binedell, ha declarado que si se reembolsara totalmente la deuda, expandirá «agresivamente» el negocio, o sea, invertirá para incrementar la producción («El gobierno cubano pacta con Sherritt…», 2022).

A fines de 2021 se eliminó el requisito de  participación cubana mayoritaria en los negocios de turismo, biotecnología y comercio mayorista (Rodríguez, 2022a). Otra medida permite la inversión extranjera en empresas privadas micro, pequeñas y medianas  (MPYMES). Estos son pasos importantes pero es temprano para evaluar sus resultados.1 

En septiembre de 2021, el gobierno autorizó la creación de (MPYMES), una medida reclamada por mucho tiempo. Un año después, solo habían sido aprobadas 5.061 de estas empresas: 20% micro, 56% pequeñas y 24% medianas (Pérez-Villanueva, 2022). Gil (2022c) ha dicho que el sector no estatal, incluidas las MPYMES, es el más perjudicado por la crisis porque no puede beneficiarse de los subsidios fiscales a las empresas estatales. Es esencial facilitar la creación de estas empresas y darles el apoyo necesario en términos de recursos, entrenamiento, etc., a fin de que jueguen un papel importante como ocurre en otras economías socialistas como China y Vietnam.

En 2022 el gobierno aprobó setenta y cinco medidas para avanzar en la recuperación de la economía. Varias de ellas son metas generales que han estado en planes anteriores y carecen de políticas concretas, por ejemplo: incrementar los ingresos en divisas «implementando las acciones que sean necesarias», ejecutar un programa para la disminución gradual del déficit presupuestario y alcanzar el equilibrio financiero interno, incorporar los resultados de la ciencia y promover la innovación.

Otras medidas son importantes y concretas pero no están aún en vigor: establecer un marco regulatorio para la inversión extranjera con el sector privado; avanzar en la constitución de empresas mixtas estatales-privadas; crear mercados mayoristas y minoristas para inversionistas extranjeros (MEP, 2022; Pérez Villanueva, 2022). Entre ellas  está la de «incentivar especialmente el surgimiento de MPYMES estatales orientadas a la exportación», lo cual podría haberse hecho por MPYMES privadas. Algunas medidas se analizarán en el resto de esta sección. Es imposible juzgarlas hasta que se hayan implementado y pueda hacerse una evaluación de su desempeño e impacto en la economía.

Después de varios años en que el gobierno impuso límites estrictos a los viajeros que trajesen alimentos, medicinas y otros bienes de consumo, penalizando el excedente con fuertes impuestos la crisis y fuerte escasez le obligó a levantar parcialmente esas restricciones, de forma que la población puede importar ciertos bienes y no se cobrará arancel a los viajeros por alimentos, medicinas y artículos de aseo personal (también plantas eléctricas por un período).

Sin embargo, esta decisión fue precedida por un debate en el que importantes autoridades, como el ministro de economía y planificación Alejandro Gil, expresaron su oposición a la importación con carácter comercial porque generaría una demanda de divisas que saldría al extranjero sin ningún efecto en la industria nacional (citado por Viera, 2022).

Como compromiso, se acepta la importación por personas naturales siempre que no tenga carácter comercial. Este último se definirá por su valor, peso y diversidad y no por sus cantidades físicas; no obstante, se incrementa el límite de importación por envíos (de 10 a 20 kg.), se reduce el valor del kg. de importación (de US$20 a US$10), y se aumenta la importación exenta de pago (de 1,6 a 3 kg.) para los artículos que se les aplique el valor-peso. El pago del impuesto de aduanas se reduce de 100% a 30%, y se incrementa la importación de determinados artículos, como celulares, computadoras, tablets y neumáticos (MEP, 2022). Estas regulaciones son complejas y crean incertidumbre sobre el carácter de la importación y que el gobierno pueda penalizar la que considere de fin comercial.

Economía cubana

se acepta la importación por personas naturales siempre que no tenga carácter comercial. (Foto: Cubanet)

Factores adversos

Por más de un decenio, incluyendo 2020-2021 (y también en muchos casos  2022 cuando hay cifras), virtualmente todos los indicadores económicos se deterioraron y en la mayoría estaban por debajo de 1989: el crecimiento del PIB promedio anual, la formación de capital bruto, la inflación, la liquidez monetaria, el índice de producción industrial, las tasas promedio anuales de los sectores agropecuario, azucarero y pescado-mariscos; la producción física agropecuaria y manufacturera, la producción de petróleo y gas natural.

Asimismo, la generación de electricidad (que provoca apagones), la extracción de níquel, el intercambio comercial de bienes, el balance comercial de bienes y servicios (hasta generar el primer déficit en el siglo XXI), la relación comercial con Venezuela y China (también en algunos aspectos con Rusia), las exportaciones de servicios profesionales, las remesas externas recibidas, el número de turistas y el ingreso bruto por turismo (las remesas y el turismo crecieron en 2022), la IED, y el pago de la deuda externa.

Todo esto demuestra que la magnitud de la crisis en curso es similar o muy próxima a la de los peores años de la severa crisis de los noventa, o sea, que esta es, en el mejor de los casos, la segunda peor crisis  de Cuba desde la Gran Depresión.

El ex ministro de economía y planificación de Cuba, Rodríguez (2022b), predijo en 2022 que hasta 2024-2025 no se recuperaría el nivel del PIB de 2019 (que ya era muy bajo) —o sea, una pérdida de entre seis y siete años de crecimiento—, pero esto fue antes que se informara que el PIB creció 2% en 2022. Asumiendo que se cumple la proyección de un crecimiento de 3% en 2023, según Gil (2022c), la economía en este año estaría ocho puntos porcentuales por debajo del PIB de 2019.

Téngase en cuenta que el PIB en 2019 se encontraba en un nivel muy bajo, pues en 2009-2018 solo creció —según la ONEI— a un promedio anual de 2% frente a una meta de 5% a 6%, o sea, alrededor de un tercio. A continuación se analizan los factores adversos.

El impacto de las sanciones de los EE.UU. sobre la economía de Cuba en 2014-2020 (especialmente en el período de Trump), ha sido evaluado por un reciente estudio econométrico. Este demuestra que, por un lado, el endurecimiento de las sanciones reduce el crecimiento del PIB cubano; pero por el otro,  las remesas y el turismo mejoran significativamente el consumo de las familias, así como el empleo y las ventas del sector privado, «sin que se aprecie un resultado significativo en los indicadores de la economía estatal».

Ocurre un efecto de desplazamiento a favor del sector privado, y las ganancias de las remesas y el turismo no parecen ir a manos del Estado. Dichos resultados no deben tomarse como  justificación para no hacer cambios y seguir culpando al embargo de la mayoría de los problemas económicos (Vidal, 2022).

El aumento de la exportación de servicios médicos confronta el problema de la denuncia en la ONU de la trata de personas en las misiones médicas cubanas. Lula anunció en noviembre que, a partir del 1ro. de enero, restablecería el programa Mais Médicos en Brasil, pero sin contratar nuevos médicos cubanos; dijo que lo hará con aquellos que se quedaron en Brasil después de la suspensión del programa por Bolsonaro, así como con profesionales brasileños cuyo número aumentó en los últimos años («Lula reanudará…», 2022). Además, debe tenerse en cuenta que la economía carioca sufre un deterioro, contrario a la época de bonanza que disfrutó Lula en su período presidencial anterior.

Economía cubana

México podría contratar más galenos, pero enfrenta oposición del gremio médico interno y el valor que paga a Cuba es muy pequeño. Otros países en que la izquierda ha ganado las elecciones: enfrentan una severa crisis económica (Argentina), carecen de una mayoría en el congreso y tienen prioridades mucho mayores (Chile), han perdido el poder (Perú) o confrontan serios problemas políticos (Colombia, los ataques mortíferos de las guerrillas); por lo cual es difícil que puedan comprar de manera substancial tales servicios cubanos. En su visita a Argelia en 2022, Díaz-Canel no consiguió que dicho país contratara más médicos.

Por otra parte, aunque no existen estadísticas, información anecdótica indica un número substancial y creciente de médicos que emigraron en 2022; es probable que continúe dicho éxodo en 2023 (al menos que la situación económica mejore). De comprobarse esto, la disponibilidad de médicos para su exportación mermaría o, si las autoridades deciden aun así exportarlos, se reduciría notablemente el acceso de la población de la isla a los servicios de salud.

La unificación monetaria se hizo en un momento económicamente muy difícil y no se aplicó de  forma adecuada; por ejemplo, la tasa de cambio del CUP, primero se fijó en 24 por un dólar estadounidense a pesar de que los economistas la consideraron muy baja; al dispararse el cambio en el mercado informal se aumentó a 110 CUP por un dólar, pero aun así, el cambio en el mercado informal la supera plenamente. Es aconsejable establecer un cambio flotante o mucho más realista y ajustable periódicamente.

Además, se fijó un período de transición de un año para que las empresas con pérdidas (31% en 2021 y 24% en 2022) continuaran recibiendo subsidios estatales con el fin de que no cerrasen y evitar un aumento del desempleo declarado. Al parecer, los subsidios continuaban en 2022 porque Gil (2023c) admitió que la solución de los problemas no podía ser el cierre de empresas estatales, aun si tenían pérdidas. Deben eliminarse los subsidios y establecerse una asistencia temporal al desempleo, a fin de lograr los resultados beneficiosos de la unificación.

El primer ministro Manuel Marrero ha reconocido que Cuba necesita urgentemente inversión extranjera, pero señaló las barreras que existen contra la misma y declaró: «Tenemos que eliminar toda la burocracia innecesaria y generar nuevas oportunidades que sean atractivas para los negocios extranjeros» (citado por Frank y Acosta, 2022).

Se han  anunciado un par de medidas  para atraer la inversión extranjera, pero son insuficientes vistos los serios obstáculos que Cuba enfrenta: elevado endeudamiento  y  default en el pago de la deuda externa reestructurada, que ha resultado en la calificación de «país de alto riesgo»;  falta de convertibilidad internacional del CUP y  fijación de una tasa de cambio muy baja frente al dólar y otras divisas;  impedimento para que los socios extranjeros puedan regularmente expatriar sus utilidades.

También en restricción de la inversión extranjera a ciertas áreas prioritarias y  mantenimiento del Estado con la mayor cantidad de acciones, salvo en unos pocos sectores; obligación a los negocios extranjeros de contratar, ascender/despedir y pagar el salario del personal mediante una agencia estatal (Pérez-López, 2015; Rodríguez 2022a). Todo ello demanda  urgentemente una nueva ley de inversiones, con un marco regulatorio que no desestimule sino que atraiga el capital foráneo con las debidas garantías.

El hecho de que China otorgara a Cuba en noviembre de 2022 una suma no revelada de donaciones (si hubiesen sido substanciales se habrían publicado), y de una sola vez en lugar de garantizarlas por varios años; unido a la advertencia de Xi  sobre no malgastar los recursos como condición para seguir ampliando la cooperación con Cuba, es una clara indicación de que China quiere comprobar que La Habana haga las reformas necesarias para evitar invertir en un barril sin fondo.

Hubiese sido mucho mejor que China condonara la deuda pendiente, pospuesta a 2027, y/o eliminase los intereses que está cobrando; o que restaurara las exportaciones de insumos para la producción farmacéutica cubana2 en vez de darle medicinas por una vez; o que invirtiese en la agricultura o en la industria manufacturera, incluyendo el azúcar. Téngase en cuenta que China es el principal inversor en muchos países de América Latina, incluso en algunos que tenían o tienen gobiernos conservadores.

El intercambio comercial con Rusia ha mejorado y este país ha subido a quinto socio comercial de Cuba, pero la primera consideración es que ello resulta en un déficit contra Rusia de 99% del intercambio total, y la segunda, que  su salto  entre los socios comerciales es ilusorio, debido a la drástica caída en el intercambio comercial con el resto de los países. Rusia ha pospuesto hasta 2027 el pago de la deuda de US$3.000 millones que Cuba incumplió, pero cargando intereses (podría haber condonado o reducido dicha deuda, lo que hubiera sido más favorable para la Isla).

En su visita a Moscú, Díaz-Canel no consiguió nuevos créditos de Rusia. La guerra con Ucrania ha debilitado fuertemente la economía rusa y reducido del 60% al 3,5% la proporción de rusos en el total de turistas viajando a Cuba. Se pronostica por los organismos financieros y expertos que la economía rusa cayó 4%, tanto en el segundo como en el tercer trimestre de 2022, eso es técnicamente una recesión, que continuará o empeorará en 2023 por lo que es virtualmente imposible que pueda ayudar substancialmente a Cuba  a salir de  su severa crisis económica. Solo podrá  hacer envíos esporádicos de petróleo y  de algunos alimentos.

El intercambio comercial con la Unión Europea, que había mermado en 2020 y 2021 —excepto en España (ONEI, 2022)—, debido a los persistentes déficits, empeoró por la reacción europea a la detención de más de mil manifestantes cubanos en julio de 2021, y se agravó dado el apoyo de Cuba a Rusia en la guerra  con Ucrania. Esto significa que el intercambio comercial probablemente caerá más en 2022 y en 2023; no es factible que ocurran inversiones europeas, salvo quizás de España.

Para que las negociaciones en curso con los EE.UU. den fruto, Cuba tendría que tomar una actitud más flexible y, contrario a lo que hizo bajo la apertura con Obama (Mesa-Lago, 2020), ceder en aspectos que no atenten a la soberanía nacional; de lo contrario podría perderse una segunda oportunidad. Los republicanos controlan la Cámara de Representantes, y en el Senado los demócratas tienen una mayoría de un voto, a más de que influyentes senadores conservadores demócratas se opondrían a una normalización de relaciones entre los dos países.3 

Una actitud intransigente  cubana daría municiones a los partidarios de la línea dura en el congreso y cerraría el camino. Una negociación exitosa demanda que ambas partes cedan un poco, que no tomen la posición de todo o nada o un juego cero-suma.4 Biden acaba de pedir a Cuba que libere a los presos por las protestas, hacer esto sería un gesto de apertura positivo, inteligente y sensible.

¿Qué hacer?

Las medidas tomadas por el gobierno de Díaz-Canel son en su mayoría positivas pero insuficientes para sacar a Cuba de la severa crisis económica que sufre y promover un desarrollo económico sostenible en el futuro. En su informe al V Pleno del Comité Central, a inicios de diciembre, el ministro Gil (2022a) admitió: «aunque hay una ligera recuperación de la actividad económica… aún las medidas no alcanzan el impacto necesario».

En agosto de 2022, la revista Temas pidió a siete destacados economistas, todos residentes en Cuba, que identificaran los principales desafíos/reformas requeridos para enfrentar la crisis, con la siguiente puntuación: 3 controlar/reducir la hiperinflación actual; 3 aumentar la producción nacional, en particular los alimentos; 3 renegociar la deuda externa; 2 poner fin a la planificación central; y uno cada uno: eliminar el monopolio estatal del comercio exterior, aumentar la inversión extranjera, poner fin a las restricciones al sector privado, abolir los monopolios y oligopolios estatales y aumentar la competencia, recuperar el poder adquisitivo del salario, restaurar la producción eléctrica y reducir la emigración («¿Cuáles son los principales nudos…», 2022).5 

Por su parte, el ex ministro de economía y planificación José Luis Rodríguez (2022a:16) señaló las prioridades siguientes: renegociación flexible de la deuda externa (y de la pública), plan urgente antiinflacionario, cambios en las empresas estatales (especialmente en su rentabilidad), priorización en la inversión extranjera en alimentos y energética, y «mayor discusión de la situación económica del país con los actores económicos y con la población para lograr un consenso de apoyo indispensable a las medidas que permitan rectificar deficiencias y errores…».

Lo anterior es un menú de acciones por tomar en la dirección correcta, pero carentes de coherencia sistemática y que requieren una estrategia concreta. Muchos economistas académicos cubanos consideran que el país debería seguir el modelo Sino-Vietnamita de «socialismo de mercado», adaptándolo a sus peculiaridades, pero  ello ha sido rechazado por las máximas autoridades del país.

En un libro que recién he concluido, basado en un centenar de indicadores estadísticos y más de 300 fuentes bibliográficas, comparo el desempeño económico y social de dicho modelo con el cubano de planificación central con algunas reformas modestas y hasta ahora ineficaces. El resultado de la evaluación es que no solo China y Vietnam han superado ampliamente a Cuba en su desempeño económico, sino que lo han hecho también en la mayoría de los indicadores sociales. Lo último es aún más sorprendente porque al tiempo de la revolución, los dos países asiáticos estaban muy por debajo de la nación caribeña desde el punto de vista social (Mesa-Lago, 2022).

Por muchos años he recomendado que Cuba siguiese dicho modelo —y este nuevo libro ratifica mis recomendaciones —, como una vía adecuada a fin de salir de la crisis actual y colocar al país en el camino del desarrollo económico-social para bien de su pueblo.6 Por ello exhorto a un diálogo nacional abierto, respetuoso y democrático,7 para que la población discuta el cambio al modelo de socialismo de mercado u otro modelo económico mixto pero democrático como el de los estados de bienestar en los países escandinavos.

***

1: Se reportan dos compañías, una brasilera y otra mexicana, que están en proceso de invertir en las empresas privadas cubanas.

2: Se estima que Cuba necesita US$500 millones anuales para la compra de materias primas  con el fin de producir medicamentos, y otros US$500 para comprar los que no se producen en el país.

3: Sin embargo, el Estado de Florida se ha vuelto fuertemente republicano (apoya a De Santis o a Trump) y los demócratas saben que está perdido  para las elecciones de 2024, por ello el cabildeo para mantener el status quo se ha debilitado.

4: En la «teoría de juegos», cuando la ganancia de una parte resulta en una pérdida igual de la parte contraria, o sea, no hay ganancia neta, que de hecho es lo que ocurre usualmente.

5: Nova (2022) plantea que la agricultura demanda cambios estructurales urgentes e importantes y ofrece una serie de recomendaciones concretas incluyendo el reconocimiento de la existencia real y objetiva del mercado.

6: Un capítulo del libro analiza las razones de por qué, a pesar del éxito económico-social del socialismo de mercado, Cuba no ha seguido este modelo.

7: Ver las propuestas de Bye (2022).

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Referencias bibliográficas

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Brasil
Relaciones Internacionales

Entre los cristales rotos de un Brasil que no merece ser

por Maikel Pons Giralt 9 enero 2023
escrito por Maikel Pons Giralt

Llegué hasta la entrada de la Catedral Metropolitana de Brasilia, desde ahí se puede observar el ambiente tenso y a la vez festivo de los manifestantes que invadieron tres horas antes, las sedes del Congreso, el Tribunal Supremo Federal y el Gobierno brasileño. La monumental construcción religiosa, también diseñada por el arquitecto —y comunista— Oscar Niemeyer, se encuentra a menos de un kilómetro de la Plaza de los Tres Poderes, que ha sido convertida en campo de batalla dominical.

Me siento en uno de los bancos que flanquea la entrada al sagrado lugar. Del otro lado, un grupo de partidarios bolsonaristas conversa animadamente y cuentan entre ellos sus hazañas. Desde dentro del recinto se escucha misa, varios de los manifestantes entran a la catedral a ofrecer limosna y rezar, o se persignan y hacen reverencias al pasar por la entrada.

Caminan sin prisa por la Explanada de los Ministerios. Visten la camisa verde-amarela que distingue al fútbol, envueltos en la bandera brasileña con la alegoría al «Orden y el Progreso», o con pulóveres que rezan: «¡Brasil encima de todo, Dios encima de todo!». Observo con cautela, converso con discreción; llama mi atención la diversidad que distingue a las personas que han decidido quebrar la Constitución e implantar su peculiar versión de orden y progreso.

Personas humildes, otras visiblemente de clase media; ancianos, ancianas, gente joven, algunos niños y niñas acompañando a sus padres; hay blancos, negros y pardos. Son los rostros visibles, los que han estado arrodillados y rezando por más de dos meses, soportando lluvias y frío, invocando la intervención militar del ejército o que algún designio celestial impidiese a Lula tomar posesión como presidente.

Los que organizan y financian, los que diseñan y estimulan la filosofía del odio y la ideología del fake news, están protegidos en sus lujosas mansiones, en absoluta impunidad. Mientras los fieles escuderos solicitaban el golpe militar y el retorno a la dictadura, que el clan Bolsonaro clama desde siempre, Eduardo —el tercero de esa dinastía— estaba en Catar, gozando de lo lindo durante el Mundial. Su padre, Jair Bolsonaro, director y principal animador de la puesta en escena de ayer, permanece en Orlando, Miami, desde el 30 de diciembre.

Brasília, 8 janeiro 2023. pic.twitter.com/4zOBRSQU3E

— Patriotas (@PATRlOTAS) January 8, 2023

Pasa un hombre muy mayor en una bicicleta de carrera, envuelto en una bandera, y grita «¡Selva!» Es respondido con vítores por los que avanzan en retirada por el Eje Monumental de Brasilia. Selva es un antiguo código que se utiliza entre los militares brasileños para indicar «acción», «movilización», respuesta urgente ante «peligro». El simbolismo religioso, patriótico y militarista ocupa una parte importante del imaginario bolsonarista. Una particular psicología de masas ha establecido canales de comunicación que no por ser derrotados ocasionalmente, están vencidos.

La afirmación anterior es corroborada en la conversación que sostengo con una angelical joven de treinta y dos años, graduada de gestión pública. Al estilo de una Madonna de Michelangelo, cubre su cabeza y cuerpo con una bandera gigante. Me habla de su decepción con el ejército, del inminente peligro de que el gobierno de Lula permita que el «comunismo mundial» tome Brasil. Le pregunto si cree que esa violencia está bien, y me dice que no fueron ellos, que eran petistas infiltrados, que ellos solo «rompieron algunos cristales para entrar».

La muchacha hace un esfuerzo por ser convincente, me explica que ya el nuevo gobierno tiene una propuesta de proyecto de ley para estar treinta y seis años en el poder. Sé que no es cierto, pero la escucho con atención y no le contradigo. Se queja de que la prensa nacional y mundial está contra ellos, que los descalifican sin razón. «¿Qué si somos fascistas? ¡Claro que no!» ¿Y ustedes no temen que estas acciones puedan generar una guerra civil, derramamiento de sangre?, indago. Y me afirma con total candidez: «¡Los países que alcanzaron un mayor desarrollo tuvieron que pasar por algo así!» ¿Pero usted está dispuesta a pagar ese precio?, insisto. «¡Si es por el futuro de mi familia, estoy dispuesta, sí!».

En su aclamado texto Psicología del bolsonarismo, el filósofo y psicoanalista brasileño Diogo Bogéa intenta dilucidar preguntas cardinales, como: «¿Qué impulsa a tanta gente a inclinarse ante un “líder” político con devoción ciega y abierta idolatría? ¿Cómo explicar que tus familiares, amigos y vecinos, que quizás en otros momentos te han tratado con la debida cordialidad se vuelvan agresivos contra ti cuando se dan cuenta de que no estás de acuerdo con las ideas del “mito”? ¿Cómo podemos explicar que personas altamente educadas en nuestras universidades (profesores, ingenieros, abogados) rechacen las vacunas, crean en versiones alternativas delirantes de la historia de Brasil y del mundo, y tomen las noticias falsas más crudas como las realidades más puras?».

Interpelaciones como estas, aun con un gobierno favorable a la salida democrática, continuarán siendo esenciales para comprender el ecosistema político brasileño.

Cinco horas después del asalto comienzan a llegar refuerzos policiales. Los patriotas «verde-amarelos», los defensores del «orden, el progreso y la familia brasileña», ya caminan tranquilamente de regreso a casa. Los más osados no pierden la oportunidad de gritar: «¡Vergüenza!» a los policías que se cruzan en su camino.

brasil

(Foto: EBS)

También aprovechan los vendedores ambulantes. En un carrito se vende agua, en otro churros, uno por allá cerveza, y hasta un churrasquero presta el patriótico servicio. Uno de ellos, en confianza, me afirma que «eso que están haciendo no lleva a ningún lugar», eso es «bajeza», «en la periferia donde vivo no se lo hubiésemos permitido».

Ayer mismo Lula regresó de su descanso dominical en São Paulo. A las 11 de la noche ya estaba en el palacio de gobierno, recorriendo varios lugares, tomando medidas y condenando los actos inconstitucionales. Por otra parte, Ibaneis Rocha —gobernador reelecto de Brasilia y cercano colaborador de Bolsonaro—, se apresuró a ofrecer disculpas a Lula y al país por lo ocurrido. De poco le valió, pues en la madrugada de hoy una decisión de Alexandre de Moraes, ministro del Tribunal Supremo Federal, lo ha separado del cargo por noventa días para que sea sometido a investigación.

Comienza el día con un clima tenso, triste, de dolor profundo. Ayer, un grupo de brasileños y brasileñas quebró los inmuebles que albergan el poder de la nación porque creen que así obtendrán la patria que desean. Otros, que son mayoría, están convencidos de que los cristales rotos, los locales saqueados y robados, la violencia acéfala; nada tienen que ver con democracia, familia, progreso y cristiandad.

En esa misma Explanada del Eje Monumental de Brasilia, junto a cientos de miles de brasileños y brasileñas, viví hace muy poco la alegría de ver asumir a Lula la presidencia. Hubo entonces abrazos, besos, cantos, bailes y saltos de júbilo. Una semana después vivo y me conduelo, porque tengo la certeza de que la quebrantada nación de ayer no será el país de hoy y del mañana que espera, y merece, este pueblo divino y maravilloso…pero sin dudas queda mucho por (des)hacer.

9 enero 2023 17 comentarios
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Lula
Relaciones Internacionales

Gana Lula… ¿qué puede esperar Cuba?

por Domingo Amuchastegui 8 noviembre 2022
escrito por Domingo Amuchastegui

Lula vuelve a la presidencia de Brasil por tercera vez, pero lo hace en una situación más difícil que en sus primeros dos mandatos (2003-2011) pues el candidato derrotado,  Jair Bolsonaro, ha logrado asegurarse un porcentaje de votos muy cercano al del vencedor, así como una representación parlamentaria de sus partidarios que planteará serias dificultades al desempeño presidencial de Lula.

Y no puede olvidarse que Bolsonaro ha sido particularmente hostil hacia Cuba durante su gobierno. Puso fin a todas las vías de colaboración, en particular al programa de asistencia médica conocido como Mais Médicos, y redujo el comercio a sus niveles más bajos.

Los años de la presidencia de Lula, y luego de Dilma Rousseff (2011-2016), representaron períodos de elevada colaboración y comercio con la Isla. ¿Volveremos a esos tiempos? Veamos cuáles son las posibilidades actuales y qué puede esperar Cuba.

Petróleo. Altamente improbable, pues el gigante PETROBRAS condujo dos períodos de prospección petrolera en el espacio marítimo cubano, uno a comienzos de siglo, en aguas poco profundas de las cercanías de Cayo Coco, al norte de la provincia Ciego de Ávila, con una inversión aproximada de quince millones y sin resultados. Luego, en 2008, acometió una nueva búsqueda en la costa norte de Mayabeque, esta vez en aguas profundas.

Para el 2011, el gobierno de Lula comunicaba a las autoridades cubanas el fin de sus operaciones infructuosas. Debe tenerse en cuenta que, según el US Geological Survey, Cuba cuenta en sus aguas profundas con un estimado de 5000 millones de barriles, pero la profundidad y estructura geológica clasifican las operaciones como altamente complejas y costosas.

Comercio. Podrá tener lugar un nuevo ascenso. El comercio entre ambos países creció desde 42.5 millones en 1995, hasta 209 en el 2020. Su período de apogeo ocurrió en tiempos de los gobiernos de Lula y Rousseff, cuando ascendió de 277 millones a casi 600, siguiendo siempre un patrón similar en la balanza comercial y de pagos que se mostraba abrumadoramente favorable a Brasil.

Por ejemplo, las exportaciones brasileñas a la Isla en 2013 alcanzaron los  528 millones; en tanto, sus importaciones desde Cuba llegaron solo a los 97 millones, mayormente consistentes en tabaco, ron y vacunas. Para el 2021, esos mismos renglones llegaban a 180 y 16 respectivamente. Hoy día, la oferta cubana podría incrementarse considerablemente, además de tabaco y ron, con exportaciones de productos biofarmacéuticos, que han ganado prestigio y mercado en estos años.

Servicios. Es probable un nuevo ascenso en esta esfera. El caso reciente de México puede favorecer semejante posibilidad. En este renglón, representado por los servicios médicos cubanos (auspiciado por la Organización Panamericana de la Salud de acuerdo con Brasil y Cuba) hubo un proyecto en el 2013 para contratar 15 000 médicos que atenderían 2000 de las 56 000 municipalidades con una población de 29 millones carentes de atención médica.

En su etapa inicial, 8 332 médicos fueron ubicados con el beneplácito del lobby de alcaldes agrupados en la FNP y el Consejo de Autoridades Municipales de Salud (CONASEMS). Destituida Dilma Rousseff en el 2016, asumió la presidencia Michel Temer, quien trató de anular dicho programa. Las protestas de las municipalidades llovieron y Temer se retractó. Con el triunfo de Bolsonaro, este acometió entre sus primeras acciones la de poner fin al programa Mais Médicos y retirar a todo el personal cubano, sin considerar sus consecuencias sociales.

Lula

(Foto: André Ávila/Agência RBS – iStock/Getty Images)

El reto actual sería que Cuba cuente con disponibilidad suficiente de profesionales de la salud como para exportar sus servicios y garantizar asimismo la atención a la población de la Isla, pues existen evidencias de que muchos médicos han emigrado como parte del éxodo masivo de los últimos años.

Proyectos de colaboración. No se pueden descartar del todo, aunque ello supondrá un elevado compromiso por parte del nuevo gobierno de Lula. El mayor proyecto de colaboración del presente siglo en Cuba no correspondió ni a China ni a Rusia. Fue el ejecutado por el Banco de Desarrollo Económico Social (BANDES) de Brasil para la creación en el puerto del Mariel de una zona de Desarrollo conocida como Zona Económica de Desarrollo de Mariel (ZEDM), centro hoy de algunas importantes operaciones para la economía insular. El área que hoy pudiera interesar más a Brasil en algún proyecto similar, aunque de menor envergadura, podrá ser en la esfera de los biofarmacéuticos.

Reanimación del Foro de Sao Paulo. Improbable. Este foro de coordinación y concertación entre un amplio abanico de fuerzas de izquierda y centro-izquierda, creado en 1990 por iniciativa del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, tuvo cierta relevancia por poco más de una década y fue visto como un peligro por las fuerzas de derecha continentales y por EE.UU. Hace años que no se convoca ni ejerce influencia de alguna importancia.

Habido el ascenso de las corrientes de la izquierda rosada, no parece que las mismas se interesen en su reanimación. Tampoco es probable que Lula se empeñe en resucitarlo, dados sus costos políticos en una actualidad tan modificada y de escaso interés en un foro beligerante y poco funcional en estos días.

Las relaciones entre Brasil y Cuba con la nueva presidencia de Lula entrarán en una nueva fase, caracterizada por ascensos en diversas esferas. Podrán traer aparejado un determinado costo político y conflictos que Lula decidirá asumir, o no; o hacerlo en medida más limitada. Veremos.

8 noviembre 2022 14 comentarios
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Lula
Democracia

La victoria de Lula y la continuidad del bolsonarismo

por Alexei Padilla Herrera 3 noviembre 2022
escrito por Alexei Padilla Herrera

Nadie lo dude: Lula es uno de los políticos más notables de su tiempo y tiene en su haber al menos dos récords que merecen ser comentados. El ex obrero metalúrgico, con apenas sexto grado de escolaridad y otrora líder sindical, es el único expresidente que regresa al Palacio do Planalto para cumplir un tercer mandato. Además, es el candidato a la presidencia que más votos recibió desde la redemocratización, en 1989.

La grave fractura que hoy exhibe la sociedad brasileña es resultado de varios factores. Entre ellos: el ascenso del populismo de extrema derecha en Europa y Estados Unidos y, hay que reconocerlo, el rechazo de buena parte del electorado brasileño a la participación del Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados políticos en una saga de escándalos de corrupción que deterioraron no solo su imagen, sino que también restaron credibilidad a los políticos y la política institucional como vías para resolver los problemas de la nación, sin los aventurerismos autoritarios del pasado.

La prisión de Lula en julio de 2017, luego de ser condenado por el entonces juez Sergio Moro (antilulista confeso, hoy senador electo) por lavado de dinero y corrupción pasiva, fortaleció la narrativa que defendía una presunta sinonimia entre PT-izquierda y corrupción.

Con el principal referente de la izquierda tras las rejas, la expansión del antipetismo y la debilidad de los partidos de centroderecha tradicionales —como el Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB), de Fernando Henrique Cardoso, José Serra y Aécio Neves—, se allanó el camino para que Jair Bolsonaro —diputado federal cuasi irrelevante que devino caudillo de la lucha contra la corrupción, el PT, la izquierda, y el marxismo; y defensor de valores conservadores, la familia, el neoliberalismo y la religión—, llegase por medio de las urnas a la máxima magistratura.

En lo político, la gestión de Bolsonaro se caracterizó por la demonización de la izquierda y los movimientos sociales progresistas, la normalización de discursos machistas y homofóbicos, la degradación de valores democráticos y republicanos; la conducción de las relaciones internacionales con base en la afinidad ideológica con gobiernos de derecha y no en los intereses nacionales de Brasil. También fueron constantes los embates entre el poder ejecutivo y el judicial, que con más o menos firmeza, dependiendo de la ocasión y del juez actuante, contuvo las afrentas de Bolsonaro a la Constitución y las leyes.

En lo social, Bolsonaro se empeñó en degradar la educación pública superior y el sector de la cultura, bastiones históricos, según su perspectiva, de la izquierda y las fuerzas vivas democráticas de Brasil. Ante la imposibilidad de ejecutar la depuración ideológica de las universidades federales, expulsando a los docentes marxistas y progresistas, el gobierno disminuyó gradualmente el financiamiento a esos centros de educación superior para precarizar y, en algunos inviabilizar, programas de docencia, investigación y extensión.

La transformación del Ministerio de la Cultura en una secretaría del Ministerio de Turismo, dirigida por abanderados de lo más rancio del conservadurismo brasileño, y el recorte de fondos destinados a la producción artística y cultural, así como los intentos de instrumentalizar la cultura, alterando leyes de incentivo y apoyando institucionalmente a artistas y agrupaciones afines al poder; forman parte del legado del gobierno de Bolsonaro.

Otras de las herencias nefastas que su gestión deja al pueblo brasileño y al mundo, fue el aumento de la deforestación en la región amazónica, en razón de incendios forestales intencionales, invasión de tierras indígenas y áreas protegidas; obstaculización del trabajo de los órganos de inspección ambiental y aliento desde el poder a actividades agropecuarias y de minería irregulares.

Debo mencionar que la muerte de más de 600 mil personas y el caos por falta de oxígeno en ciudades como la norteña Manaos, fue resultado de la irresponsabilidad gubernamental y social durante el enfrentamiento a la pandemia de COVID-19 y del negacionismo de un líder que no escuchó ni acató las recomendaciones de las entidades sanitarias locales e internacionales (uso de mascarilla, distanciamiento social y vacunación).

Lula

Lula y Bolsonaro durante un debate en São Paulo, el 16 de octubre de 2022.
(Foto: Mariana Greif/Reuters)

En ese contexto caótico, Jair Bolsonaro fue responsable de no haber destinado a tiempo recursos federales suficientes para expandir el número de camas y salas de terapia intensiva en los hospitales del Sistema Único de Salud (SUS), y de no financiar a universidades y centros de investigación capaces de producir vacunas contra el coronavirus.

Al borde del colapso, gobernadores de estados, alcaldes, entidades médicas e integrantes de los poderes legislativo y judicial, se movilizaron para asumir, a contracorriente del ejecutivo federal, el combate a la pandemia más devastadora desde la gripe española. En la práctica, los estados enfrentaron la pandemia como si fueran países independientes, al punto de manifestar intenciones de adquirir vacunas producidas por laboratorios extranjeros sin la mediación de un Ministerio de Salud que solo se interesó cuando vio que podía ser redituable para la futura campaña por la reelección del presidente.  

Paradójicamente, Jair Bolsonaro también defraudó a una parte del empresariado brasileño al incumplir su promesa de entregar a la gestión privada empresas públicas fundamentales, como Petrobras y la Empresa Brasileña de Correos. Defensor, solo al inicio, de un amplio programa de privatizaciones, concluye su mandado no como un estatista convicto, sino como alguien que, al igual que sus antecesores, utilizó la distribución de cargos de dirección en las compañías estatales para comprar apoyo político en el Congreso, incurriendo en la misma corrupción política que prometió combatir.

Bolsonaro deja una nación dividida ideológica y políticamente, vulnerable en lo económico y devastada en lo social. Además de las decenas de miles de fallecidos por el Covid-19; el aumento de la extrema pobreza, visible incluso en los centros urbanos del país, y del hambre que hoy afecta a cerca de treinta millones de ciudadanos en uno de los tres países del mundo que más produce y exporta alimentos, son parte del legado que el próximo gobierno deberá revertir.

El regreso de Lula

Después de una intensa batalla jurídica, en junio de 2021 el Tribunal Supremo de Brasil restableció la presunción de inocencia de Lula al anular las sentencias por las que estuvo 580 días preso. Ocho de los once magistrados de esa corte entendieron que el juez Moro había violado el principio de imparcialidad durante el proceso contra el ex presidente, con intención de impedir que el líder del PT disputase la elección de 2018.

Tras la histórica decisión, Lula fue excarcelado y sus derechos políticos restablecidos. Unos de los momentos más importantes del retorno del expresidente al quehacer político, fue la gira que en noviembre de 2021 lo llevó a Alemania, Francia, Bélgica y España. Allí fue recibido por líderes políticos y parlamentarios. Asimismo, fue entrevistado por diversos medios de comunicación interesados en su resurrección política y su visión del Brasil actual y futuro.  

Desde el Parlamento Europeo, en Bruselas, Lula afirmó que los problemas de Brasil tenían solución «a pesar del proyecto de destrucción puesto en práctica por un bando de extrema derecha sin la menor idea de lo que es cuidar de un país y de su pueblo», y agregó que durante sus dos mandatos el país se convirtió en la sexta economía mundial y un ejemplo de la posibilidad de «superar la extrema pobreza y el hambre, con total respeto a la democracia y dentro de un corto espacio de tiempo».

Consciente y optimista por los triunfos de candidatos y partidos progresistas en diversos países, Lula anticipó que así como en los vecinos Argentina, Chile y Perú, en 2023 la izquierda volvería al poder; también Brasil por la vía democrática volvería «a ser una fuerza positiva en el mundo».

La gira contribuyó a consolidar su liderazgo y dejó abierta la puerta para fortalecer relaciones comerciales, políticas y de cooperación con la Unión Europea, que se alejó de Brasil en virtud de la despreocupación del gobierno de Bolsonaro con el cuidado del medio ambiente.

Lula

Jair Bolsonaro durante un acto de campaña para las elecciones en Brasil.
(Foto: André Borges, Bloomberg)

El Encantador de Serpientes

La victoria jurídica en el STF y las evidencias de mala fe del juez Sergio Moro no fueron suficientes, sin embargo, para revertir el desgaste de la imagen de Lula y del PT ante amplios segmentos de la sociedad brasileña, favorables o cooptados por la extrema derecha.

La percepción de que el orden democrático configurado en la Constitución de 1988 estaba siendo degradado por el comportamiento autocrático del actual presidente, la identificación de miembros del Gobierno con el ideario fascista, la promoción de la compra de armas, incluyendo fusiles de asalto, y el irrespeto del mandatario al poder judicial; encendieron las alarmas de los demócratas brasileños de todos los cleros políticos. Bolsonaro, el hombre con la misión de apaciguar al PT y reducir el poder de movilización social, se convirtió en una amenaza a la continuidad del Estado democrático de derecho.

En una entrevista concedida al diario español El País, Lula afirmó sin tapujos que si volvía a la presidencia, el resultado de su eventual gestión podía ser inferior a lo logrado en sus dos mandatos consecutivos y que su principal temor era no cumplir dos objetivos: recuperar el prestigio internacional de Brasil y lograr que el pueblo comiera tres veces al día. Para alcanzar sus propósitos urgía construir un programa político concebido en alianza con otras personas, más allá de la izquierda, pues además de ganar las elecciones necesitaba poder gobernar.

Anticipando el resultado de las votaciones para diputados y senadores, Lula advirtió que el PT no conseguiría mayoría en ambas cámara del Congreso Federal y, por tanto, tendría que negociar con los futuros parlamentarios, pues en eso consiste la política.

Consciente de que el PT y la izquierda no tenían fuerza suficiente, y de la necesidad de constituir un frente que agrupase a las fuerzas políticas democráticas interesadas en derrotar a Bolsonaro en 2022, Lula construyó una alianza con políticos de centroderecha como su antiguo adversario Geraldo Alckmin, quien gobernó en tres ocasiones el estado de São Paulo, fue presidente del Partido Socialdemócrata Brasileño y candidato a la presidencia dos ocasiones por esa misma formación.

Semanas antes de la segunda vuelta de la elección presidencial, el Encantador de Serpientes —epíteto con el que sus adversarios reconocen la capacidad de Lula para articular alianzas con figuras políticas distantes de muchos de los principios defendidos por el PT—, consiguió el apoyo de prestigiosos economistas liberales como Armínio Fraga, Edmar Bacha, Pedro Malan e Persio Arida, integrantes del equipo responsable por la ejecución en febrero de 1994 del plan que implementó al real como moneda nacional y controló los constantes aumentos de la inflación.

En paralelo, Lula recibió el apoyo explícito de la senadora Simone Tebet, del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB). Jurista y profesora universitaria que lanzó su candidatura a la presidencia y obtuvo el tercer lugar con 4.915.423 (4,16%), Tebet participó en varios actos públicos con el expresidente para convencer a los electores de la necesidad de preservar la democracia, independientemente de divergencias ideológicas, políticas y partidarias.

El frente democrático liderado por Lula sumó el respaldo de los ex presidentes José Sarney y Fernando Henrique Cardoso; de exministros del Supremo Tribunal Federal, de académicos, artistas y empresarios. Todo esfuerzo era poco, ya que hasta la víspera de la segunda vuelta los sondeos indicaban que la victoria de Lula sobre Bolsonaro, de ocurrir, sería por un margen estrecho.

Es importante señalar que diversos sondeos también indicaron un aumento del apoyo a la gestión del gobierno de Bolsonaro semanas antes de la elección presidencial. Ese movimiento pudo ser alentado por la disminución artificial del precio de los combustibles y la revitalización de políticas de redistribución de renta, como el Auxilio Brasil (ayuda financiera a familias en situación de pobreza).

Convencido de que usar la distribución de recursos públicos para ganar votos sería insuficiente para vencer, Bolsonaro no se opuso a la divulgación de información tendenciosa y noticias falsas con la intención de desprestigiar a Lula. La campaña de desinformación promovida por el bolsonarismo llegó a tal punto, que el Tribunal Superior Electoral determinó en más de una ocasión la retirada de contenidos falsos y difamatorios que circulaban en diversas plataformas digitales, y otorgó derecho de réplica a los afectados por frecuentes fusilamientos de reputación online.

No hay dudas de que el ambiente virtual fue el principal campo de batalla entre los aspirantes a ocupar la Presidencia. Imposición de baños unisex en centros educacionales, legalización total del uso de drogas, clausura de templos religiosos y la ya habitual afirmación de que con Lula, Brasil se convertiría en una nueva Venezuela; fueron tan solo algunas de las mentiras que los influenciadores digitales bolsonaristas echaron a rodar en redes sociales para minar las posibilidades del candidato de izquierda.

Los asesores de Lula, por su parte, recordaban los vínculos de Bolsonaro con grupos paramilitares de Río de Janeiro, sus discursos abiertamente misóginos y homofóbicos y acusaban de genocidio contra el pueblo brasileño la inacción del gobierno durante la pandemia.

Al mismo tiempo, la contienda electoral se convirtió una suerte de guerra santa en la que los dos candidatos se esforzaron para ganar el favor de los integrantes de diversas denominaciones cristianas. Mientras Bolsonaro contaba con amplio apoyo de las iglesias evangélicas y de segmentos del catolicismo más conservador; Lula, que en el pasado también fue aliado de parte de ese sector optó, si bien tardíamente, por divulgar una «Carta a los Evangélicos», en la que reiteró su compromiso con la libertad de credo, dejó claro que no era un defensor del aborto y que su legalización, total o no, era atribución del poder legislativo, e invitó a iglesias y comunidades religiosas a ser partícipes de la implementación de políticas públicas para combatir la adicción a las drogas.  

En una disputa en que mentiras y tergiversaciones en el ambiente virtual se normalizaron, la misiva a los religiosos fue un gesto imprescindible, en aras de minimizar los efectos perniciosos del bombardeo de fake news que presentaban a Lula como un enemigo de la libertad religiosa y de los valores cristianos.

Lula

Una victoria ajustada

Maestros del juego sucio, los bolsonaristas ejecutaron acciones para evitar la victoria de Lula. El propio 30 de octubre, agentes de la Policía Federal de Carreteras se articularan para impedir que ómnibus llegaran a los locales de votación, sobre todo en estados considerados bastiones del PT. La rápida intervención del presidente del Tribunal Supremo Electoral, Alexandre de Moraes, y la resistencia de los electores, frustró el plan de la extrema derecha. Según el propio Moraes, al cierre de los colegios electorales más de 150 mil ciudadanos pudieron ejercer su derecho al voto en todos los municipios (más de 5 500) del país.

Justo al filo de las ocho de la noche, el Instituto Datafolha proyectó la victoria del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Minutos después, los números divulgados en tiempo real por el Tribunal Superior Electoral confirmaron que, con el 51,9% de los votos válidos, Lula ocuparía, por la tercera vez, la presidencia de la mayor economía de América Latina.

Aún derrotado, Bolsonaro consiguió el 49,1% de los votos, lo que reafirma la amplísima base social con que cuenta la ultraderecha en el país, también representada en la composición de la próxima legislatura federal. El estrecho margen (2 139 645 votos) por el que Lula venció al actual presidente, constata el agravamiento de la polarización durante la gestión de Bolsonaro. Polarización que se expresa en el auge del conservadurismo, los fundamentalismos religiosos, la intolerancia y la violencia política.

El futuro gobierno de Lula tiene ante sí grandes desafíos. El primero de muchos será que el traspaso de poderes cumpla con las formalidades de la ley y ocurra en armonía. En segundo lugar, poder gobernar. Lula tendrá que montar un gabinete en el que estén representadas las diversas fuerzas políticas que contribuyeron a la victoria. Conciliar los intereses, objetivos y puntos de vista de progresistas y liberales no será fácil, pero es imprescindible para la funcionabilidad del poder ejecutivo. El tercer desafío político será negociar con un parlamento en el que no tiene ni tendrá mayoría a favor de su programa de gobierno. Cuarto, fortalecer las relaciones de Brasil con el resto del mundo, por medio de una diplomacia pautada por los intereses nacionales y no por la ideología del partido en el poder.

En lo social, los mayores retos serán los males heredados del bolsonarismo, el combate al hambre, la pobreza y la desigualdad. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno deberá priorizar el rescate de políticas públicas que ampliaron al acceso de familias de baja renta al empleo, la educación técnica y superior y la vivienda. Para lograr todo eso, he aquí otro reto: la nueva administración tendrá que incentivar el crecimiento económico, la responsabilidad fiscal y el cuidado del medio ambiente, pues de ello depende el aumento de inversiones extranjeras, especialmente europeas, en Brasil.

El fenómeno que hoy denominamos bolsonarismo ha incidido en el deterioro de los valores republicanos y de las normas de convivencia social que garantizaron en las últimas tres décadas un mínimo de armonía entre los habitantes de un país tan diverso y plural como Brasil. Luchar contra él, es tal vez el mayor desafío, no solo de Lula con sus habilidades para encantar serpientes, sino de todo el campo democrático brasileño.

3 noviembre 2022 35 comentarios
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Relaciones Internacionales

Petro, Boric, los otros y Cuba

por Domingo Amuchastegui 23 julio 2022
escrito por Domingo Amuchastegui

El espacio geoestratégico de América Latina y el Caribe se estremeció en 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana, seguida de cuanto revés guerrillero quiso imitar ese camino. En 1970 una vía diferente, con algunas afinidades con la Isla, se estrenaba en Chile para ser sofocada brutalmente. Algunos años después, para sorpresa de muchos, el triunfo guerrillero de los sandinistas sacudía a Centro América. Casos no menos singulares, serían los de Panamá (Omar Torrijos) y Perú (Juan Velasco Alvarado), caracterizados con frecuencia como «nasseristas».

En estos y futuros casos, la hostilidad y agresiones por parte de EE.UU. no se hicieron esperar. Desde Bahía de Cochinos y la Crisis de Octubre hasta las invasiones de República Dominicana o Granada; desde el recurso del golpismo militar en cadena hasta la invasión de Panamá. Por su parte, en Venezuela, y por vía electoral, ganaba el gobierno un bloque de izquierdas encabezado por Hugo Chávez, originándose así lo que conocemos como chavismo, en alguna medida vinculado al proceso cubano, aunque no a su modelo.

Hoy, bajo los efectos de una «oleada rosada» —bautizada así por los medios en Occidente—, sorprenden las victorias electorales con variados tintes de izquierda, de muy diferentes inclinaciones y proyectos. ¿Victorias comunistas o de extrema izquierda? Ciertamente ninguna de ellas lo es. Con la victoria de Gustavo Petro en junio y la próxima, en octubre, de Lula da Silva en Brasil,  la «oleada rosada» eleva el pánico en sectores dominantes del continente y en no pocos asesores del presidente norteamericano Joe Biden, pues ni siquiera con una izquierda moderada pueden quedar satisfechos y comportarse de forma tolerante.

¿Parentesco con los precedentes cubano y venezolano? Muy lejano y muy limitado. Tal vez en algunas experiencias provechosas o con algunos niveles de colaboración bilateral en esferas como salud y educación y algún proyecto económico, como el acometido por Brasil en la construcción de la ZEDM o la industria azucarera y la energía.

¿Ideologías o programas siguiendo los patrones de Cuba y Venezuela? Ni remotamente. Sus orígenes y proyectos actuales tienen y tendrán raíces muy propias y diferentes, nada dependientes de alianzas o apoyos de Cuba o Venezuela;  y nada de imitaciones estériles en el contexto actual. Sus proyectos de reformas se ajustarán a sus posibilidades reales, contextos específicos, alianzas políticas internas, a las correlaciones de fuerza en cada parlamento, a las alianzas internacionales que cada uno pueda articular. No es lo mismo Castillo en Perú, Boric en Chile o el mismo Petro. Segunda Cuba no habrá, por seguro. Chávez y Lula lo probaron pese a sus mayorías electorales en los albores del siglo XXI. Es lógico que así sea.

Petro

La «oleada rosada» eleva el pánico en sectores dominantes del continente. (Foto: israelnoticias)

De cómo reaccionó y se condujo Fidel Castro ante aquellos movimientos puedo dar testimonio responsablemente. En todos y cada uno de los casos mencionados anteriores a la «oleada rosada», desde el comienzo de cada uno de ellos, lo primero que razonó Fidel con los dirigentes de esos movimientos fue algo categórico y válido: ¡NO HAGAN NADA DE LO QUE HICIMOS NOSOTROS! Advertía así la singularidad del caso cubano y de las alianzas internacionales que lo sustentaron e insistía que cada uno debía asumir su propio camino.

Sería un disparate de proporciones olímpicas tomar la ruta de las copias o las imitaciones; ni arremeter con críticas, dudas o cuestionamientos a lo que Boric, Castillo o Petro hagan o dejen de hacer. Lula sabe perfectamente por dónde debe ir su agenda pues se trata de un regreso victorioso, mucho más cómodo que el de Petro y tiene mucho que reparar de los extremismos de derecha y abusos del presidente Bolsonaro. Al igual que el chavismo de Maduro rectifica ahora no pocas medidas anteriores y trata de conciliar una posible normalización con Washington, alentado por las múltiples derivaciones del conflicto Ucrania-Rusia.

¿Qué puede significar todo esto para el gobierno cubano? Primero que todo, que hay mucho que aprender de los componentes de esta «oleada rosada». Que la diversidad política y los desafíos electorales pueden asegurar igualmente victorias merecidas, más allá del monopolio absolutista y autoritario del poder por más de sesenta años, aferrados a un modelo que aportó algunas soluciones claves en sus primeras décadas, pero que hoy está agotado probadamente.

Asimismo, que se crea una coyuntura hemisférica muy diferente, favorable a Cuba desde diferentes perspectivas, en un marco flexible de colaboración Sur-Sur en el que vienen insistiendo ya hombres de la estatura política de Lula, Petro y otros. La solidez y horizontes de la CELAC (Conferencia de Estados Latinoamericanos y del Caribe), se refuerza como nunca antes, con amplios horizontes para la colaboración bilateral y multilateral y mayor capacidad de contención a los desafueros y acciones de fuerza de parte de EE.UU. hacia el Sur.

Y, finalmente, que esta «oleada rosada» de hoy no naufrague en reveses y fracasos —como ha sido el caso de Venezuela en años recientes—, que la eficiencia en cada uno de sus modelos deje un legado de desempeño exitoso y capaz de asegurar procesos de continuidad electoral, de alianzas internacionales que neutralicen las abusivas prácticas de EE.UU., máxime cuando para noviembre del 2024 probablemente tendremos que lidiar con un regreso vengativo del trumpismo a la presidencia en Washington.  

23 julio 2022 32 comentarios
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Cuba

Oliver Stone: “Muestro la otra cara a un país desinformado con tonterías”

por Consejo Editorial 12 agosto 2010
escrito por Consejo Editorial

Artículo Tomado de CUBADEBATE http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/06/24/oliver-stone-muestro-la-otra-cara-a-un-pais-desinformado-con-tonterias/

El cineasta Oliver Stone sostiene que su documental “Al sur de la frontera” que estrena esta semana en Estados Unidos, es para mostrar “la otra cara” de los procesos políticos de izquierda en América Latina “a un país desinformado con tonterías”, dijo a la AFP.

En 78 minutos el documental da una lectura de los movimientos políticos desde el punto de vista de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Lula da Silva en Brasil, de Cristina Kirchner en Argentina, de Fernando Lugo en Paraguay, de Rafael Correa en Ecuador y de Raúl Castro en Cuba, presentados como un proceso conjunto.

“South of the border” se estrena el viernes en Nueva York y la próxima semana en Los Angeles y otras ciudades como el primer documental de Oliver Stone de mayor difusión en los cines de su país.

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12 agosto 2010 22 comentarios
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