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Leonardo Fernández Otaño

Proyecto

Breve historia de un proyecto doctoral

por Leonardo Fernández Otaño 7 junio 2022
escrito por Leonardo Fernández Otaño

Luego de terminar mis estudios de maestría, y al asumir como opción personal permanecer en Cuba —aun contemplando cómo mis compañeros de universidad salían al extranjero a estudiar en becas—; he rechazado varias propuestas y decidí iniciar este proceso de formación en la Universidad de La Habana, en la cual me gradué como Licenciado en Historia en el año 2016.

En enero del 2020 discutí mi proyecto de investigación con fines de tesis doctoral, que fue aprobado de modo satisfactorio por el tribunal competente de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Para su elaboración había viajado a Italia entre los meses de febrero y abril del 2019, mediante una beca de la Compañía de Jesús. Allí pude acopiar información en el Archivo Secreto Vaticano y en el Archivo Romano de los jesuitas.

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En el 2020 viajé también a España, donde permanecí diez meses investigando en los principales fondos documentales existentes sobre el tema. A lo largo de este período, la Universidad de La Habana reformuló su plan de formación doctoral y, como resultado, mi investigación y las de varios colegas quedaron en un limbo docente.

Enterado de esta situación, a lo largo de aquella etapa escribí a la Dra. Leidys Abreu, secretaria del Programa de doctorado, para expresarle mi preocupación por el asunto. La docente respondió en varias ocasiones que mi plaza estaba totalmente asegurada. Este proceso, que para nada interrumpió mi ritmo de investigación, se extendió entre los años 2020 y 2021, período de muchos ajustes docentes a todos los niveles en Cuba producto de la pandemia.

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En septiembre del 2021 realicé la matrícula oficial del Doctorado en Ciencias Históricas en la Secretaría Docente de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Se me pidió entonces elaborar el plan de trabajo con la tutora y otros aspectos burocráticos.

La última comunicación que recibí por parte de la coordinación del programa de doctorado fue en noviembre del 2021, cuando se me orientó avanzar en el ejercicio final del módulo «Tendencias actuales de la investigación histórica». Después de esta fecha, me mantuve profundizando en mi tema de investigación doctoral, titulado: «La Compañía de Jesús y sus vínculos sociopolíticos con las élites habaneras y santiagueras mediante su espacio colegial (1901-1940)». Ello incluyó el acopio de información en el archivo de la Compañía de Jesús en La Habana y las lecturas encaminadas a la realización de mi ejercicio evaluativo.

A la par de mi labor académica y laboral, y sin menoscabo de ella, he desarrollado una activa participación cívica en la vida pública de la nación, en consonancia con mis derechos fundamentales. Con tal objetivo ejerzo la crítica ciudadana y exijo pacíficamente la democratización de las estructuras de poder en mi país, siempre respetando la otredad y en apego a la ética cristiana que mueve mi vida.

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Comunicación – Plan de Trabajo

Matrícula Doctorado en Historia aspirantes – La Habana

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Por tal razón, la Seguridad del Estado y sus ramificaciones en la Academia Cubana, que debería estar llamada a respetar la diversidad de pensamiento por su apego a las ciencias sociales y humanísticas, han desplegado un grupo de acciones encaminadas a excluir mi presencia en un espacio de formación doctoral al cuál accedí por méritos científicos y en conformidad con derechos ciudadanos. Su evidente intención es presionarme, mediante el acoso, la violencia y el chantaje emocional, con el fin de que un día marche al exilio, como han logrado con otros tantos amigos.

Desde el mes de enero había intentado contactar vía WhatsApp a la Dra.C Leidys Abreu, secretaria del Programa de formación doctoral, pero nunca obtuve respuesta. Ante la inefectividad de esta vía le escribí a sus dos emails e inclusive la llamé al teléfono de su casa, dejándole mensaje de mi intento por localizarla con el fin de enviar el ejercicio del módulo de la asignatura «Tendencias actuales de la investigación histórica»

Finalmente, el día 13 de febrero del 2022, recibí un email de la Dra. Abreu. A instancias de mis requerimientos confirmaba que en un último proceso de selección yo no había sido escogido para el Programa doctoral en Ciencias Históricas. Además, indicaba que concertara una cita con el Dr.C Sergio Guerra Vilaboy, coordinador del Programa.

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El miércoles 16 de febrero me dirigí a la Universidad de La Habana para entrevistarme con el profesor Guerra. La entrevista se extendió por aproximadamente cuarenta y cinco minutos. El académico me comunicó dos cuestiones: 1) que la Dr. Yoana Hernández, quien se ocupaba de la tutoría de mi investigación, había renunciado a dicha función, y 2) algo que según él constituía el motivo principal de la decisión: que yo no poseía vinculación laboral en el sector estatal, lo que impedía que cursara estudios doctorales.

Mi respuesta al Dr. Guerra Vilaboy fue argumentar la falsedad de ambas cuestiones: pues en conversación con la Dra. Hernández, el día anterior, me había afirmado que no tenía conocimiento de dicha medida y que se mantenía como mi tutora; le aseguré asimismo al académico que conservaba mi vínculo laboral con la Academia de Ciencias de Cuba, lo que confirmaban los avales extendidos por esa institución para que yo efectuara la matrícula en el Programa de formación doctoral y que constaban archivados en mi expediente como doctorante en la Secretaría de la mencionada facultad de la Universidad.

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Durante la conversación, el profesor Guerra expuso los verdaderos motivos de mi expulsión: mis ideas políticas. Según me dijo, le molestó mi exigencia a la revista Alma Mater (aunque alegó no haber visto el documento) de que se visibilizaran los criterios de los egresados de la Universidad de La Habana que estuvieron vinculados al estallido social del 11 de julio del 2021. Estas son algunas notas del intercambio que sostuvimos:

L.F: Profe, lo vengo a ver, porque me dicen que no estoy seleccionado para el doctorado. Y yo defendí el proyecto.

SG: Nosotros empezamos un proyecto de doctorado nuevo, que empezó de cero, pero cometimos el error de empezar a matricular y defender algunos proyectos sin aprobar el programa. A partir de que la rectora lo firma es que comienza el programa. En tu caso hubo dos dificultades: la primera que no teníamos tutor para ti.

LF: Yoana Hernández.

SG: Yoana Hernández no aceptó ser tu tutora, pero el motivo más complejo, es que tú no tenías una institución estatal que te amparará.

LF: Pero profesor, yo sí tengo una institución que me ampare: la Academia de Ciencias de Cuba, y ahí está la documentación en Secretaría Docente. A mí me parece que lo que está sucediendo conmigo, es que por mis ideas políticas se me está separando del programa. Me avergüenza que mis profesores se presten para esto. Porque yo hice la matrícula en la Universidad y aquí está la constancia, firmada por usted., donde dice que mi proyecto es de los más adelantados. Yo lamento mucho que un académico de su calibre se preste para esto, y sepa que voy a exigir hasta donde tenga que ir, porque esto es una injusticia, profesor, porque aquí lo que está sucediendo es que la Seguridad del Estado está obligando a mis profesores.

SG: Perdona, perdona, a mí nadie de la Seguridad del Estado vino a verme.

LF: Pero es lo que estoy viendo. Porque mire los correos que yo recibí firmados por usted, ¡mire! Esto es una injusticia, parece mentira que en una institución de pensamiento se sigan discriminando a las personas. Porque además hay personas en los listados que se encuentran fuera del país con carácter definitivo.

***

SG: Cuando comenzamos a revisar el caso tuyo, que ya habíamos aprobado un tutor, dijo que no aceptaba, pero eso no fue lo decisivo. Lo decisivo fue que Secretaría informa que no te podemos aceptar a ti porque no tienes una institución que te ampare y que, por tanto, tú no podías ser matrícula. Y por esa razón no estás en el programa doctoral.

LF: Yo solo le digo que ahí está la documentación, que yo entregué en Secretaría. Porque quien me conoce sabe de lo riguroso que soy con mi trabajo. Entregué el aval firmado por el presidente de la Academia de Ciencias. Le voy a escribir a la rectora, al ministro de Educación Superior y esto se va a saber en su momento. Porque es vergonzoso que la comunidad académica se preste para esto. Detrás de todo, lo que hay son profundos motivos políticos. Aquí tengo las capturas de pantalla de mis conversaciones con Leidy Abreu, donde a mí se me asegura que mi matrícula está garantizada.

SG: Yo no sabía eso.

LF: Estoy muy avergonzado. Porque Leidy Abreu tiene mi teléfono, me podía haber llamado o hubieran visto realmente la documentación que está en Secretaría.

SG: Se revisó.

LF: Pero ¿cuándo? Porque el 21 de septiembre hice la matrícula, a las 9.00 am., y Maira Vistel está de testigo.

SG: Entonces la información que me dieron está equivocada, porque a mí me dijeron que Yoana se había negado.

LF: Ayer hablé con ella. ¿Entonces, a quién creo?

SG: Te digo por la información que me baja Secretaría. Lo otro que te quería decir: a mí en lo personal, lo que no me gustó, que no tiene nada que ver en esta decisión, porque yo no tomé esa decisión; a mí lo que sí no me gustó, y te lo digo porque lo vi, fue un post tuyo en Facebook diciendo que eres estudiante del programa. Si tú quieres dar una opinión puedes darla a título personal, pero no arrastrando el programa contigo.

LF: Se refiere a la carta de Alma Mater.

SG: Yo lo vi en Facebook.

LF: Pero muéstreme el archivo. Yo le escribí una carta a Alma Mater, diciendo que soy estudiante de la Universidad, graduado de la Universidad, porque a mí me golpearon y me tiraron encima de un camión de basura el 11 de julio.

SG: Yo no te he golpeado, yo no te he amenazado.

LF: Pero me está excluyendo de un proceso formativo en el que llevo años trabajando.

SG: Yo no excluyo a nadie, porque a mí la facultad me pasa los listados y en tu caso es lo mismo.

LF: Yo lo invito a que revise mi muro, porque usar un elemento que se publica en mi muro…

SG: Yo soy un poco distraído.

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Sergio Guerra Vilaboy

Después de concluido el encuentro con el profesor Guerra Vilaboy, me dirigí a la Secretaría Docente de la Facultad, donde verifiqué que toda la documentación se encontraba en regla. Entre los documentos existentes estaba el aval de mi centro laboral.

Debo precisar además, que al menos tres de los miembros del Consejo Académico del programa doctoral tenían mis contactos telefónicos y emails para contactarme, bastaba una simple llamada.

En el camino de la reclamación

El 17 de febrero, al siguiente día de la entrevista con el doctor Sergio Guerra, dirigí un expediente con todos los documentos que poseo a la Dra.C. Mirian Nicado, rectora de la Universidad de La Habana. Desde esa fecha han transcurrido los sesenta días reglamentarios para recibir respuesta sin que haya tenido contestación alguna. Igual expediente remití al ministro de Educación Superior José Ramón Saborido.

Los motivos para la expulsión del doctorado estaban claros: mis criterios políticos en el espacio público, la participación en la manifestación frente al ICRT el 11 de julio, mi papel como coordinador de la Plataforma Archipiélago y el acompañamiento que realizo a las familias de los presos políticos del 11 de julio.

Como parte del proceso de discriminación política en el ámbito académico, se han empleado contra mí todos los métodos posibles, que incluyen difamar en las redes sobre mi labor investigativa y exponerme en la televisión sin mi consentimiento. El acoso no solo se ha ceñido al plano intelectual, pues ha implicado asimismo siete interrogatorios policiales (desde junio del 2021 hasta la fecha), presiones sobre mi familia que abarcan el acoso sobre mi madre mediante visitas o llamadas de la Seguridad del Estado a su hogar, y el intento de dinamitar la relación con mi padre a través de llamadas anónimas a su celular y acoso en las redes sociales.

De igual modo, he recibido todo tipo de intimidación, que va desde cercos policiales en los bajos de mi edificio hasta amenazas contra mi integridad física por parte de agentes de la Seguridad del Estado en la puerta de mi domicilio a altas horas de la noche; interrogatorios a mi círculo de amigos e inclusive la detención exprés de un vecino en el mes de octubre de 2021. Asimismo, seis meses de prisión domiciliaria por mi participación en los sucesos del 11 de julio.

Este proceso es evidencia de lo vivido por un joven cubano que decide no emigrar y permanece en Cuba, exigiendo la democratización de los poderes públicos del Estado.

Nada importó a los censores y represores académicos el tiempo y esfuerzos que dediqué a mi proyecto doctoral. Lo que he experimentado en estos meses demuestra que en Cuba las posturas políticas y cívicas diferentes al canon dictado por el Partido Comunista son un signo de exclusión para el acceso a la Educación Superior, pues la Universidad sigue siendo para las personas que se abstienen de participar en la vida política de la nación, entiéndase para aquellas que no disienten de las políticas del Estado.

Reconozco, sin embargo, que este derecho que hoy reclamo es un privilegio, pues en las cárceles cubanas permanecen cientos de presos políticos. Por ende, si el costo de mi compromiso social y afectivo con sus familiares, la justicia y mi opción de fe fuera la limitación de este derecho fundamental y constitucionalmente reconocido, lo asumo con entereza, no sin que intente luchar asimismo por el derecho que tengo a cursar estudios doctorales en mi país.

7 junio 2022 22 comentarios 2k vistas
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La vida de los míos

La vida de los míos

por Leonardo Fernández Otaño 11 octubre 2021
escrito por Leonardo Fernández Otaño

Recuerdo que cuando vi por primera vez la película La vida de los otros,  del cineasta Florian Henckel, lo hice durante mis estudios de Historia Contemporánea en la Universidad de La Habana. Entonces el filme me ayudó  a reflexionar sobre cómo el Ministerio para la Seguridad del Estado alemán (STASI, por sus siglas), era capaz de deshumanizar a los sujetos espiados desestabilizando el mundo de sus afectos.

Aun cuando se haya escogido otro escenario para la historia narrada, a muchos cubanos nos resultó muy fácil establecer similitudes entre nuestra realidad y la expuesta tras la pantalla. Resultaba escalofriante el saber que algo parecido vivíamos los cubanos. Lamentablemente, aún lo vivimos.

La Seguridad del Estado cubana, cuyas prácticas la acercan a las del cuerpo represivo de la desaparecida Alemania Oriental, violenta hoy la débil legislación constitucional y penal existente. Lo hace con la intención de dinamitar las familias de los miembros del movimiento crítico y disidente que cada vez toma más fuerza entre grupos de la sociedad civil, liderada en los últimos tiempos por jóvenes.

Conozco historias de cómo agentes de este cuerpo realizan acciones anticonstitucionales y acosan a las familias de artistas, intelectuales, periodistas independientes, trabajadores…, y de muchos detenidos por expresar su descontento con el régimen que gobierna. Ahora también los míos y yo lo estamos sufriendo.

La vida de los míos (2)

El pasado 11 de julio fui arrestado en la manifestación ocurrida en los bajos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), como parte del estallido social que sacudió toda la Isla. Después de la represión sufrida por quienes fuimos manifestantes pacíficos se disolvió nuestra ya escasa fe en la posibilidad de una reforma interna del sistema autoritario como vía para llegar a una vida democrática y participativa. Como respuesta, surgió la iniciativa cívica Archipiélago.

En este colectivo coordino con un grupo de amigos el espacio ciudadano Ágora, donde fomentamos el intercambio que busca consensos y propuestas para el desarrollo de la Nación. Mi participación en ese grupo y la injusta reclusión domiciliaria, que según la ley cubana ya concluyó, han sido los motivos empleados por la Seguridad del Estado para hostigar a mis padres y amigos. Por la gravedad de estos hechos, alzo mi voz para denunciarlos públicamente.

El día 17 de septiembre, en un abierto ejercicio de acoso digital que se gestó desde un perfil falso, mis padres recibieron un mensaje donde los emplazaban a realizar acciones de reprimendas contra mí debido a mis proyecciones sociopolíticas y a la queja que había interpuesto ante la Fiscalía General de la República contra el periodista Humberto López por exponer en la televisión pública a dos menores de edad.

Ese reclamo se encuentra amparado por el derecho constitucional a presentar quejas ante las autoridades, por lo ha sido una violación del Código Penal cubano vigente y de los acuerdos internacionales de protección de los adolescentes que infringió López en su espacio televiso.

Este tipo de herramientas difamatorias se ha convertido en una práctica común por parte de los cuerpos de inteligencia cubanos desde la llegada de las redes sociales al país, en franca violación del artículo 46 de la Constitución en vigor, que establece: «El estado respeta y garantiza el derecho de las personas a su intimidad personal y familiar, a su imagen, dignidad y honor».

De igual modo, el pasado 6 de octubre, mientras me encontraba en un interrogatorio policial, un agente de la Seguridad del Estado visitó la casa de mis padres. Aunque solo se encontraban mi madre y mi sobrina menor, la persona en cuestión, atribuyéndose prerrogativas que no le corresponden, amenazó a la familia con un proceso penal sobre mi persona debido a mis planteamientos cívicos.

La vida de los míos (3)

Dichas proyecciones se amparan en mis derechos constitucionales de libertad de pensamiento, asociación, expresión y manifestación establecidos en el artículo 59 de la actual Carta Magna y respaldado por el presidente del Tribunal Supremo Popular, Rubén Remigio Ferro, en rueda de prensa efectuada en el mes de julio pasado. Esta actitud anticonstitucional y violatoria del artículo 46, sumió a mi familia en una profunda crisis emocional. Mis padres, ciudadanos dignos y honestos, han sido injustamente acosados por una autoridad parapolicial.

Minutos después también fue detenido en plena calle y sin ninguna notificación, mi vecino, cuyo nombre no revelaré para proteger su identidad. Lo sometieron a un interrogatorio conducido por la Seguridad del Estado, en el que constantemente difamaron contra mí, hasta llegar a decir que era agente de la CIA, argumento grotesco para quien me conoce y sabe de mi vocación cívica. Ante tan hiperbólico planteamiento, me pregunto por qué no presentan las pruebas y me llevan a juicio por traición a la tierra que me vio nacer, esa a la que siempre regreso y sueño plural.

Debido a los profundos lazos de afecto que nos unen, el día 7 de octubre también fue citada a la estación de Zapata mi amiga Carolina Sansón Aguiar. En el interrogatorio volvieron a difamar contra mí, pues me calificaron como mercenario financiado desde el extranjero. Debo apuntar que los padres de Carolina también fueron sometidos a dos episodios de acoso por parte de la Seguridad del Estado, los días 6 y 8 octubre, con el fin de «alertarlos» para que aconsejaran a Carol que se alejara de sus amigos, pues podía ser procesada por instigación a delinquir.

Resulta grotesco cómo el Estado cubano, en pleno siglo XXI, emplea estos métodos anticonstitucionales y violatorios de los derechos humanos para intimidar a los ciudadanos que solo alzan su voz para criticar la situación política, económica y social que se vive en el país, con total apego a la legislación vigente.

Debido a la gravedad de estas acusaciones vertidas sobre mí y encaminadas a colapsar mi universo afectivo, me siento en la obligación de hacer precisiones necesarias.

En primer lugar, los planteamientos hasta ahora mencionados son infundados y constituyen ejercicios difamatorios. Soy un trabajador honrado, mis vínculos laborales son con la Academia de Ciencias de Cuba, con el Centro de Estudios Fray Bartolomé de las Casas, donde ejerzo la docencia, y con la Compañía de Jesús en Cuba, estas dos últimas instituciones pertenecientes a la Iglesia católica.

De igual modo, aclaro que mis viajes al exterior han sido los siguientes:

  • Del 7 de septiembre al 7 de diciembre del 2017 a Argentina, cumpliendo una invitación de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. Durante esta estancia colaboré como voluntario internacional en el trabajo con infantes y adolescentes vulnerables de las comunidades de Villa Jardín e Ituzaingó, en las periferias de Buenos Aires.
  • En enero del 2019 viajé a Panamá por invitación de la Arquidiócesis de La Habana, para asistir a la Jornada Mundial de Juventud presidida por el Papa Francisco.
  • Entre el 24 de febrero y el 6 de abril de ese mismo año, atendiendo a mi formación doctoral en la Universidad de La Habana e invitado por la Compañía de Jesús, me trasladé a Italia para realizar una estancia de investigación en los Archivos Vaticanos.
  • Entre el 23 de febrero y el 3 de diciembre del 2020, gracias a los padres jesuitas españoles, viajé a España con la debida autorización de la Academia de Ciencias de Cuba, para investigar en los archivos madrileños sobre el proyecto que desarrollo.

Por ello, convido a los miembros de la policía política para que antes de verter formulaciones difamatorias, busquen en sus propios expedientes migratorios.

Si bien nunca he sido dado a denunciar los acosos que he sufrido, excepto los del 11 de julio pasado por creer que ello constituía un deber ciudadano, las recientes situaciones expuestas no solo violan mi integridad, sino que también intentan dinamitar parte de mi círculo más cercano. Como soy un hombre de fe no puedo dejar de compartir tres realidades personales:

A pesar de las lágrimas de mis padres, del sufrimiento generado a la madre de mi vecino, a quien me unen lazos maternales también, a los padres de Carolina y a mis propios amigos, que me afectan mucho; yo solo puedo decirles que los perdono, en mi corazón no hay lugar para el odio.

Denuncio el acoso que padecen otras familias como la mía y que causa un daño irreparable en la sociedad, fracturada de por sí en su dimensión antropológica y afectada por una profunda crisis, que ha hecho perder el sueño a miles.

Invito a los cuerpos militares y represivos a una reflexión basada en que las familias acosadas pueden ser también las suyas, que los jóvenes maltratados de modo continuado, bien pueden ser sus hijos.

A los que me leen, mi invitación es a cultivar una rosa blanca llamada reconciliación, que tiene como abono el respeto a la dignidad vital de los otros, los suyos y los míos.

11 octubre 2021 27 comentarios 3k vistas
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Semana

La semana de los desconectados

por Niurys Silva 22 julio 2021
escrito por Niurys Silva

Hace apenas unos años, en Cuba cada cual se informaba por tres vías precarias: los medios de comunicación tradicionales en poder del Estado, accesos ilegales a través de señales de antena parabólica o cuentas de Internet hackeadas (con la socialización posterior entre amigos o clientes), y haciendo uso de cuentas de Internet legales que pertenecían a sectores privilegiados y «estratégicos».

Yo fui de las privilegiadas, igual que todos los estudiantes universitarios de mi generación. En el momento justo en que ingresamos a la universidad, se nos entregó una cuenta personal con acceso gratuito a los servicios de correo electrónico y navegación. Confieso que no todos le dimos un uso adecuado, o entendimos qué se nos estaba poniendo en bandeja de plata.

I

Me sentía revolucionaria, aunque fue algo que nunca cuestioné en lo personal. Tampoco reconvine a mis compañeros por no decir que lo fueran, o por decir lo contrario. Tuve la oportunidad de coincidir en la Universidad de La Habana con jóvenes que estuvieron a la altura de las circunstancias. Dos nombres vienen a mi mente: Randy Perdomo García y Leonardo Fernández Otaño.

Randy estudiaba Filosofía y Leo Historia. Durante la carrera se convirtieron en rostros mediáticos. El primero conversó íntimamente con Fidel en representación de los estudiantes de su Federación Estudiantil. El segundo ofreció al Papa Francisco, durante su visita a La Habana, el mensaje de los jóvenes cubanos. «Se puede crecer, estudiar, trabajar, caminar, soñar y ser feliz en esta compleja realidad que nos tocó vivir»,[1] fueron sus palabras.

Los dos acontecimientos los corroboré usando mi cuenta gratis de navegación en el laboratorio de computación de mi facultad.

Randy escribió un texto conmovedor en el que relató su encuentro, que fue publicado en Granma. Por su parte, Leo quedó estupefacto al comprobar que se había vuelto un tipo gugleable, no sé si lo recordará. Además de gugleables, los dos fueron, y son, tipos incómodos. Siempre con la crítica al filo de los labios, las soluciones, la sapiencia y la sensibilidad.

Semana (1)

Randy Perdomo en su encuentro con Fidel Castro (Foto: Granma)

Randy fue presidente de la FEU de la Facultad de Filosofía Sociología e Historia, luego sería presidente de la FEU de la Universidad. Puedo asegurar que su tiempo frente a la organización no fue muerto. La vitalidad y el dinamismo que le proporcionó fueron rayos de luz entre tanta apatía política.

Leo fue un traslado de otra universidad. Desde que puso sus pies con sandalias en nuestro edificio lo noté. Siempre fue competitivo, tenía cualidades para ello. Comencé a coincidir con él en las actividades culturales y de investigación organizadas por la facultad, y luego en las salas de los teatros de la capital. Hasta que esas coincidencias las convertimos en costumbres. Incluso, me siguió en el proyecto de una revista de perfil cultural que al final tuvo solo dos números.

No los veo a ambos desde poco antes del comienzo de la pandemia. Sé de ellos por las redes, como todo el mundo. Ahora me comunico e informo a través de mi celular, enchufado a una señal de datos móviles que proporciona ETECSA desde finales de 2018, con un costo que aún mi salario de profesora universitaria puede permitirse. Desde la plataforma de Facebook los veo realizarse. Randy como delegado, muy querido en su matancero Consejo Popular de Pastorita, y a Leo en la continuación de sus estudios en la madre patria.

II

Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Los sucesos del 11-J y días posteriores me llegaron, como a la gran mayoría, por la televisión nacional. Un presidente llamando «vándalos», «marginales» y «revolucionarios confundidos» a un «grupúsculo» de cubanos, que salió a unas calles «que no les pertenecían»; a reclamar cosas que el gobierno estaba dispuesto a consensuar y resolver por vías pacíficas.

Dijo que un enemigo imperialista le pagaba a este «grupúsculo» y que se amenazaba con una intervención militar. Y anunció que un «pueblo enardecido» salió, «pacífica y espontáneamente», junto a la dirección del gobierno a demostrar el respaldo a las conquistas de la Revolución cubana y la necesidad de recuperar la tranquilidad ciudadana. Eso fue en pocas palabras lo que expresó el presidente.

En los videos presentados por la televisión, se apreció a personas vitoreando a los líderes históricos —Fidel y Raúl— y proclamando su desacuerdo ante las manifestaciones en San Antonio de los Baños y otros lugares. El respaldo revolucionario (espontáneo o no), de una cantidad no despreciable de personas era palpable. Se explicó en televisión, además y una vez más, el peligro de una intervención desde el exterior en cualquiera de sus variantes. Fue necesario, había muchos juicios nublados por la efervescencia.

Ese mismo día complementé algo de lo dicho por el presidente, cuando un vecino alertó que nadie saliera de sus casas pues la esquina de Toyo estaba caliente, se lanzaban piedras y fueron volteadas patrullas. Pensé que se acababa el mundo. Llamé a mi familia para decirles que me acababa de enterar de los sucesos y que permanecía en casa.

De oficio fui a las redes en busca de mayor información sobre lo acaecido en la esquina caliente. Advertí en ese momento que no había señal de Internet. Así permaneció para mí —y la inmensa mayoría de usuarios— hasta que al cuarto día logré conectarme usando un VPN. Entonces pude comprobar que hubo más que «vándalos» y «marginales», «revolucionarios confundidos», «enardecidos revolucionarios» o dirigentes políticos en las calles; más que piedras y patrullas volteadas.

Hubo, además, policías reprimiendo, fuerzas de la Seguridad del Estado, incluso fuerzas desconocidas para mí, que empujaron a la tonga, en camiones de basura, a jóvenes que no habían tirado piedras ni volteado patrullas. Hubo jóvenes apresados por pedir ser escuchados, que clamaron por ese «consenso posible» que había sido expresado por el presidente en televisión. Eso fue, en pocas palabras, lo que vi. Y entonces, comprendí que todas las impresiones cuentan.

Entre aquellos jóvenes había estudiantes universitarios, intelectuales, obreros y profesionales respetados. Rostros mediáticos casi todos. Descubrí una silueta en cruz y unas sandalias conocidas, era Leo. A pesar de la tristeza que me provocó, aquella fotografía era hermosa y evocadora. Estaba de rodillas pidiendo diálogo, su profunda fe católica no le permite odio; su profundo amor a Cuba no le permite ofensas. Los revolucionarios que le repudiaban no debieron tener ninguna fe, ni ningún amor. Eso fue, en una imagen, lo que vi.

III

En el momento que escribo mis impresiones, se cumple una semana de aquel 11-J que parece tan lejano. Aún persiste la conexión irregular a Internet, que va y viene (oronda) a ratos. Y sigo contrastando realidades y discursos distintos. Los ofrecidos por los medios oficiales y los que veo en las redes sociales.

Continúan las expresiones revolucionarias. El pasado sábado fue convocado por la dirección del país, en distintos lares de la isla, lo que se ha dado en llamar actos de «reafirmación revolucionaria», como gesto de resistencia ideológica ante las posturas «vandálicas» del 11-J, por la condena al bloqueo y la denuncia de las verdaderas y viejas intenciones monrroístas de tomar la fruta madura.

Y del otro lado, proliferan en las redes imágenes y narraciones variopintas (incluidas posturas revolucionarias), mímesis del ajiaco (hirviente) que es ahora mismo la nación. Discursos en los que la diáspora se anota igualmente unos puntos.

En sus países de residencia, muchos cubanos salieron —es su derecho— a las calles en favor de los manifestantes isleños. Como resultado de lo que ellos llaman «perder las vendas» y «ganar las libertades», mostraron sus opiniones, en muchos casos constructivas, dialogantes y conciliadoras; otras románticas, ofensivas, genocidas, imparciales, subjetivas, provocadoras, difamadoras, y oportunistas. Algunos han preferido no pronunciarse por las razones que fueren, entre ellas el miedo. También hubo actos en apoyo a la Revolución, no menos contundentes.

En las redes se apreció esta semana la solidaridad de un grupo de cubanos (incluidas instituciones y organizaciones), de dentro y fuera de la Isla. Ellos aunaron voluntades y recursos —aseo, material médico, juguetes, alimentos— para Matanzas y otras provincias muy afectadas por la situación sanitaria.

Además, se compartieron mensajes de apoyo a los manifestantes, respaldo al diálogo, a la Revolución, reclamo por los desaparecidos y detenidos, y otras demandas. Muchas voces mediáticas se alzaron, entre ellas artistas, intelectuales, instituciones y mandatarios.

IV

Solapados han quedado importantes temas, he aquí algunos. La pandemia arrecia, los casos positivos a la Covid-19 siguen creciendo. La opinión de los que susurran, aquellos que no ofrecen criterios ni en redes ni fuera de estas. La necesaria crítica de los profesionales de las Ciencias Sociales. Algunos no se pronuncian, otros lo hacen tímidamente, imparcialmente, oficialmente, o desde la crítica. Estos últimos son los menos, pero auguro que poco a poco irán apareciendo constructivas reflexiones, el acontecimiento es joven aún.

Otros temas postergados son las motivaciones de los manifestantes, su falta de programas, que evidencia la diversidad de sus demandas, criterios y métodos. La vía y tiempo para el diálogo que no se ha establecido por ningún canal. Las declaraciones de las entidades competentes sobre los manifestantes desaparecidos y golpeados que protestaron pacíficamente (exigidas formalmente por una representación de la FEU y otras instituciones, además por los familiares y amigos de los implicados).

Y por último, y no menos importante, las explicaciones de ETECSA sobre el apagón de Internet. A la fecha, solo se ha pronunciado para prorrogar una semana el vencimiento de los bonos y paquetes y compensar con 1 Gb gratis la inopia tecnológica.   

Semana (2)

El tema de la pandemia quedó varado en segundo plano (como si se tratara de un lujo). Todas las fuerzas hicieron sus cálculos, y para unos u otros pesó más la motivación/es a la manifestación o la respuesta rápida revolucionaria (legítimas motivaciones). En ningún caso se priorizó el cuidado de la salud —revolucionarios y manifestantes aducen que fue por un bien mayor— de los más de diez millones de cubanos que, como yo, se quedaron en casa. En tanto, de los dos lados se dijo defender «mis libertades y derechos».

Por argumentos como el citado, a esos diez millones de personas nos llaman, indistintamente, «cobardes», «chivatones» o «gusanos», dependiendo de quién lo mire. Esto da la medida de que el estallido fue social, pero no hubo unidad, ni apoyo social masivo —al menos no declarado—, entre otras razones por la desinformación mencionada.

El estallido tocó algunas fibras sensibles, o estratégicas, y el Gobierno adoptó de inmediato un paquete de medidas para flexibilizar la entrada de artículos de primera necesidad por personas naturales. El discurso del presidente fue suavizándose. La «calle solo de los revolucionarios» fue tornándose en una «Cuba de todos».

En el programa Hacemos Cuba, se ofrecieron explicaciones sobre las sanciones a los manifestantes, tal como estipula el Código Penal. Se comenzó a liberar algunos de ellos, incluso sin imputarle causas. Otros continúan detenidos. Tales medidas han sido duramente criticadas en las redes, por demoradas y contradictorias.

Entre la dirigencia se ha manifestado falta de coherencia en los discursos. Incluso, algunos han vuelto a posturas que se creían superadas a esos niveles, como el repudio a los disidentes. Por ejemplo, el Héroe de la República de Cuba, Gerardo Hernández Nordelo, coreó en el acto del sábado en la Piragua, una consigna de los ochenta: «pin pon fuera, abajo la gusanera».

Un éxito rotundo ha sido el de la sociedad civil red cubana, al demostrar que los únicos valores compartidos son los de su propia comunidad virtual y real, mucho más transparente y diversa. Bajo los principios de la libertad y la democracia, la sociedad civil red cubana goza de buena salud. Tal vez este era el empujón que necesitaba la sociedad de la información para rebasar las palabrejas técnicas: «informatización» e «infraestructura».

Para quien piense que intento invisibilizar o deslegitimar el trabajo del Gobierno/Estado/Partido/dirigentes, tengo la respuesta. La moraleja mayor de estos hechos es para ellos. Su trabajo —que no es poco, ni fácil— está siendo custodiado por el pueblo, que ha encontrado en las redes sociales y virtuales, canales expeditos para expresar y tramitar sus demandas. Somos un pueblo culto y sofisticado, que ha aprendido algo más que cacharrear nuevas tecnologías.

Las condiciones tecnológicas están creadas para el diálogo. La gran mayoría de la sociedad civil red cubana reclama diálogo popular y abierto, se opone a la anexión como vía y a la violencia como táctica, y condena el bloqueo. Eso sí, la sociedad civil red cubana es diversa y tiene demandas específicas que no deben descuidarse. La suerte está echada.

V

Mientras el potro salvaje, intoxicante y enajenante,[2] retorna, propongo reflexionar sobre algo urgente. Si partimos de que en Cuba no todos se sienten revolucionarios, o incluidos en el proyecto socialista, o amparados por sus leyes, o satisfechos y plenos —que no es igual—; y al mismo tiempo se afirma que todo es de los revolucionarios: díganse las calles, los privilegios, la palabra, los medios de comunicación tradicionales, la verdad, la paz, la crítica, la cultura, el cuestionamiento, el liderazgo, la tribuna, el permisivo aglutinamiento, las condiciones para el debate y ahora también (y de nuevo) las horas de Internet.

http://anterior.cubaminrex.cu/Sociedad_Informacion/2007/DiscursoRamiro.htm

¿Qué quedará entonces para los no revolucionarios, para los excluidos, para los no amparados, para los no satisfechos y plenos, sino callar, morir (en sus diferentes maneras) o irse lejos?

Cuando un científico social, al reflexionar sobre la realidad cubana, vuelva a cuestionarse el éxodo y la fuga de cerebros, plantéelo también en la línea de la incautación a las ideas por parte de un grupo de poder que se ha apropiado de todos los símbolos de una nación.

Olvidé mencionar, mi amigo Randy pasó su semana de desconexión trabajando laboriosamente por su comunidad, ayudando a sus convecinos que tanto lo necesitan. No ha compartido ninguna imagen ni palabra de odio en sus redes sobre los sucesos del 11-J. A Randy y Leo, cuyos egos no necesitan alimento, sino reconocimiento público y cívico, dedico mis palabras.

En esta semana de aparente desconexión ha pasado mucho más de lo que cuento aquí. Como ciudadana de esta tierra hermosa, anhelo que muchos entendidos aporten al debate para que los trascendentales hechos sean narrados en la Historia de Cuba con la necesaria objetividad.

***

* El título alude al texto «La hora de los desconectados. Evaluación del diseño de la política de “acceso social” a internet en Cuba en un contexto de cambios», de Milena Recio. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20131219083409/Recio_trabajo_final.pdf

***

[1] «El joven que habló con el Papa». El Toque.

[2] Así se refirió a Internet el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, en comparecencia en la Mesa Redonda el 14 de julio pasado.  Además, dijo, parafraseo, «estas redes crean pánico, desvirtúan, es terrorismo mediático». Manifestó estar a favor de la informatización de la sociedad y haber contribuido a ello, pero «Internet confunde a los jóvenes y pobladores menos entendidos», resuelve que esta contradicción puede solventarse con «valores compartidos».

22 julio 2021 26 comentarios 3k vistas
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seis

Isla en Seis

por Lixandra Díaz Portuondo 14 mayo 2020
escrito por Lixandra Díaz Portuondo

Cuando llegó el virus a Cuba, mi abuela quiso adoptar la costumbre de levantarse con la madrugada. Lo hizo una vez, a las cinco de la mañana, y se fue a comprar pan a la Zona 6. Hay que guardar por si la cosa se pone mala, decía. Otro día lo volvió a hacer. Quiso volver a hacerlo una vez más, pero ya para entonces las cifras de personas infectadas en Cuba habían aumentado. Mami y yo la convencimos, con mucha cautela -mi abuela tiene exabruptos de capitana- de no salir más a la calle. Eso fue hace tres semanas.

Aquí está, sin tocar la acera, al borde de una apoplejía o de mandarnos al carajo. Anda protestona, con miedo. Ve todas las noticias, y nos pregunta si no entiende. A veces llora. A veces, después de ver la Mesa Redonda o el Noticiero, nos dice que esta Revolución es muy grande. Mi abuela tiene 70 años y la Revolución le cambió la vida. Por eso ahora, aunque esté en desacuerdo con algunas cosas, se conforma.

Al ser humano le aterra no tener el control. A mi abuela le pasa así. No poder salir, y que entre mami y yo hagamos las labores de la casa la pone irritable. Bela- así le digo- está acostumbrada a llevar los pantalones, ordenar, que le cumplamos y le rindamos cuentas. Pero ahora es al revés.

***

Bela vio la Conferencia que, en voz del director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, doctor Francisco Durán, se ofrece cada día para actualizar la población sobre la expansión de la epidemia en Cuba, y anotó los datos en un papel a rayas. A la cifra total le restó los fallecidos, los evacuados, y las altas. La consuela ver una cifra de infectados activos menor. Se quedó unos minutos meciéndose, mirando el techo y dejando que el ventilador la refrescara.

Ahora prepara el almuerzo. Hace arroz amarillo con el último pollo de la casa. Revisa el refrigerador. Hay picadillo, jamonada, y pescado como para una semana, pero hay que buscar algo fuerte. Se detiene el sonido del ventilador. El backup de la computadora comienza a pitar. Bela lo apaga. Se fue la luz.

Bela saca el pollo de la olla eléctrica y prepara la cazuela con mucha calma. Ya está sudando. La cocina es muy estrecha y, aunque da al patio, el vapor se concentra. Enciende el fogón y coloca sutilmente la cazuela grisácea con el arroz, el pollo en trocitos, ajo, puré de tomate y aceite, cubiertos de agua en la hornilla pequeña. Remueve todo el contenido con una espumadera y luego lo tapa para que se cocine a fuego lento.

El vapor le empaña los espejuelos. Mi abuela es una señora de rasgos finos y con cara de pesar por los golpes de la vida. Poco amor.

Aprendió el arte de hacer magia en la cocina con sal, aceite y amor a los 7 años. Incluso si este arroz amarillo solo tuviese esos ingredientes, todas en casa mataríamos por quedarnos la cazuela. El pollo estaría de más. En realidad, a Bela y a mi no nos gusta mucho, pero es lo más asequible y, ¡hay que alimentarse!

En casa nos salvamos a veces porque mi mamá consigue carne de segunda mano. Cuesta más barata. Estamos esperando que el muchacho diga si hay. La trae a la casa.

***

Padecer asma me da miedo, pero a veces prefiero no pensarlo. “Los datos que manejan los especialistas sanitarios que han atendido a los infectados, tanto en China como en Italia, coinciden en que el 20 por ciento de las personas que han contraído la infección tienen alteraciones pulmonares relevantes que requieren de ingreso hospitalario. De ellos, se calcula que la mitad tendrán una evolución grave o muy grave y necesitarán de apoyo ventilatorio suplementario”, leí en un artículo- Covid-19 y asma, mala combinación, por Mónica M. Bernardo- publicado en el sitio El Médico Interactivo.

Owen Tsang Tak-Yin, director médico del Centro de Enfermedades Infecciosas de la Autoridad en el Hospital Princess Margaret, explica que después de chequear a una docena de pacientes recuperados de la Covid-19, comprobó que a dos o tres de ellos les resultaba muy difícil realizar sus labores diarias sin agitarse.

“Jadean si aceleran el paso”, explicó Tsang y agregó que después de la recuperación, “algunos pacientes pueden tener una reducción de su capacidad pulmonar de entre el 20% y 30%”. Los efectos a largo plazo aún se analizan. Es mejor no pensar, no leer, no curiosear a veces.

El 16 de marzo fui al policlínico para darme un aerosol, a las 2:00 pm, luego a las 6:30pm y por último, cuando faltaban pocos minutos para las 12:00 am. La tercera vez ya tenía una crisis de asma muy fuerte y el médico de guardia decidió ponerme un tratamiento diferente: hidrocortisona endovenosa y otro aerosol, para ver como evolucionaba.

-Déjame ver si allá atrás queda alguna jeringuilla. Aquí se acabaron, dijo la enfermera y se dirigió al salón de vigilancia de los pacientes con complicaciones. Mientras esperaba, recordé entonces la conversación por Wattsapp que tuve con un amigo, Leonardo Fernández Otaño. Está en España con motivo de su investigación doctoral en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina y el Caribe, de la Facultad de Historia y Filosofía de la Universidad de La Habana. Allá lo atrapó la pandemia del coronavirus así que, preocupados por la situación de cada uno, mantenemos contacto casi a diario.

“Es una experiencia desoladora percibir la proximidad de la muerte, el sufrimiento humano, la fragilidad que te atrapa cuando sabes que, en manos de un sistema de salud de calidad como el español, mueren casi 10 mil personas. El sistema colapsó”, dijo Leo.

– Mira, te salvaste. La última endovenosa en todo el policlínico. Si no, hay que cambiarte el tratamiento – interrumpe la enfermera. Me senté y me puse los audífonos antes de inyectarme. Lo hago para evadir el miedo. Siempre le he temido a las agujas.

-Solo te pido que me busques bien la vena. Las mías son saltarinas y siempre me pinchan varias veces. La enfermera me mira con cara de “eres un poco atrevida”.

-No te preocupes. Solo mantente tranquila y abre y cierra la mano– dice y aprieta mi brazo con una liga. Aquella liga amarillenta es molesta, pero logra que, poco a poco, mis venas afloren. La luz insoportable se me cuela en los ojos hinchados por no dormir -eran ya la 1 de la madrugada-, el silbido inquisidor, sus dedos primero palpando dónde operar, luego deslizando el algodón con alcohol que anuncia la irrupción de un cuerpo extraño. Me siento mal. Casi no respiro, pero es asma. Es asma y no Covid.

Finalmente el tubillo metálico entra lento, estable. Es fresco, pero arde. Mi brazo tiembla. Ella me mira. No puedo temblar. Puse play a la música con la mano que estaba libre. Sonó bajito: “Puede que las redes traigan cuellos rotos, negras plumas de cormorán, que tiemblen los semáforos, las radios callen y se derrumbe la ciudad”. Principio de Incertidumbre, Ismael Serrano. La enfermera, atenta, me pide que me cuide. Yo veo sus manos finas, bien pintadas, suaves. Sí que encontró la vena a la primera.

***

El WhatsApp es por estos días mi ventana de escape, aunque tomar aire allí es un poco costoso. Por esa vía me preocupo, me desahogo, medito con los amigos que no puedo ver.

– Es cierto que tenemos buenos médicos, pero en cuanto a tecnología, locales, hospitales con la adecuada infraestructura, no estamos preparados lo suficiente- me dijo Julio.

Julio Rigal es el director de Equilibrium, una banda de ElectroJazz. Vive en Centro Habana. Por allá hay más de 65 infectados.

-Llegué a pensar que tenían un as bajo la manga, pero no. El Interferon te ayuda, pero no te cura. O sea, si estás con las defensas bajas y dos o tres patologías: con o sin Interferon…

El Interferón Alfa 2B Recombinante (IFNrec), comercializado como Heberon Alfa R, es un medicamento que se produce en Cuba desde 1981 por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). El VIH-Sida y la Hepatitis B y C figuran entre las enfermedades que combate.

Santiago Dueñas Carrera, Vicegerente General de Chang Heber, empresa mixta entre Cuba y China que produce el medicamento, explicó que el Interferón Alfa 2B Recombinante es empleado en el país asiático mayormente en formato aerosol, y se aplica también al personal de salud que interactúa con los pacientes afectados por el SARS-CoV-2 para fortalecer su sistema inmune.

En repetidas ocasiones, el Doctor Durán ha explicado a la población en las conferencias de las 11 am que el Interferon no cura el virus, pero países como China, Venezuela e Italia lo reportan como eficiente en el tratamiento de la Covid-19.

– El ambiente está bastante raro. Hay quien anda buscando comida para confinarse en casa cuando pongan la cuarentena nacional. Esa que no acaban de declarar, – dijo Julito.

En Cuba la cuarentena se decreta según se confirmen casos de transmisión local. El primer Consejo Popular en acatarla fue El Carmelo, del municipio Plaza de la Revolución.

– La debieron decretar hace rato. Hubo una etapa en la que pudimos salvarnos, pero no sé en qué estaban pensando cuando tomaron la serie de determinaciones que al final nos conducen al hoyo, al hueco.

-Esto va para largo – le dije.

Cuando tuvimos esta conversación era 1 de abril y no se sabían las actuales predicciones matemáticas sobre el pico. Yo sigo sin ver el límite porque la efectividad de las previsiones depende de la actitud de  personas que, a decir verdad, disciplinadas no son.

-El ambiente está raro -insistía Julio-. Hay un montón de gente en la calle, sin percatarse de la magnitud del problema. Menos mal que con los mensajes de las redes sociales y los medios de comunicación ha disminuido el flujo de personas.

– Así mismo.

-Pero sigo diciendo que simplemente decidieron ir como el salmón, contra la corriente. En mi opinión, uno siempre trata de ser humano pero… no entiendo- me dijo Julito.

Amigos, amigas. Marissa vive en Prato, Italia. Es licenciada en Ciencias de la Información y bibliotecaria del Instituto Lazzerini. Está confinada hace más de dos meses. Me contó que allá, al principio, pasaron buen trabajo para conseguir las mascarillas. Pero ya un grupo de voluntarios llega hasta el vecindario para repartirlas entre las familias.

“Estoy muy agradecida de que Cuba sea uno de los primeros en ayudarnos. Las medidas que ustedes han adoptado son muy válidas porque su sistema de salud está entre los mejores del mundo, con médicos de mucha profesionalidad”.

Quienes están de misión libran una fuerte batalla. Un trabajo arduo. Y no lo digo por replicar comentarios, sino porque vi fotos de un hospital de campaña montado por un grupo de médicos cubanos en un fin de semana.

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92 camas en medio de un centro cultural de Torino que donó su espacio para estos menesteres. 56 de cuidados intermedios y 36 de cuidados intensivos.

Mi mamá es maestra de profesión. Muchos de sus alumnos en el Pre-universitario ahora la sorprenden con la noticia de que están en la zona roja. Por eso recibo las fotos en directo. Raúl González es uno de ellos. Mandó fotos de sus manos rojizas, despellejadas por los guantes apretados que mantiene de 11 de la noche a 4 de la mañana, cuando está en la zona de peligro. Por demás, dice que sobre esos guantes lleva otros que cambia por cada paciente. Los médicos de aquí y los que se marchan se la están jugando.

-Lo peor es que no se sabe cuando terminará.

Según los reportes por países, los casos confirmados con la Covid-19 aumentan. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, dijo en una conferencia de prensa el 27 de abril: “La pandemia está lejos de terminar”.

***

Mami cuenta que el panorama está lleno de colas, gente irresponsable, otras preocupadas. Y de tantos nasobucos en las tendederas.

-Ya la gente se hace un nasobuco de cualquier cosa- me dice-.

Lava el suyo y lo deja reposar con cloro. Yo me aparto. Y es que en mi casa solo ella lo utiliza. A la mayoría de los asmáticos el cloro nos hace daño. El olor es insoportable. Se me cuela de la nariz hasta la garganta. Carraspeo. El olor se esparce por toda la casa. Mi abuela carraspea también.

-Ay, Lisi. Imagínate. Tengo que quitarme todo esto. Tómate la Loratadina, anda.

-Ya me la tomé, ma. Ahorita se me pasa.

Lo que más envidio de las salidas de mamá es la posibilidad de mirar a las personas solamente a los ojos. Si la voz se empaña por el atuendo y solo quedan los ojos sin barreras, puede que sea muy difícil mentir.

-La gente va por la calle como autómata. Caminan rápido. Llenan las jabas según vencen la colas. Miran al suelo midiendo el metro de distancia. Entran a las tiendas. Ojean los mostradores. Apurados. También por el sol.

***

El 17 de marzo, en una de esas conversaciones con Leo por Wattsapp, me actualizó de las cifras en España. 150 muertos y mil contagiados en un día. Luego me contó que estaba bien, cuídándose. Sin salir del Convento Jesuíta donde previó quedarse el tiempo de la investigación.

– Ya me tildaron de falta de valores en las redes por decir que los distintos sectores sociales han hecho reflexionar al gobierno cubano sobre la necesidad de cerrar las fronteras, pero no me van a coaccionar. Me hace falta libertad. Creo que esta cuarentena me ha hecho recalcular la importancia de mi libertad personal.

-Bendito tú que puedes reparar en ella. Pero, Leo, tus comentarios siempre son de miedo así que no deberías impresionarte.

-¿Acaso tú no sabes que estoy acostumbrado a que me señalen como lo incorrecto?

Bien que lo sé. Desde que lo conozco es “lo diferente”. Tanto así que fue el único profesor del Pre-universitario que me enseñó la Historia donde ni el malo es tan malo ni el bueno tan bueno, Cultura, Política y humanidad. A él los planes de clases estáticos no le hacían gracia.

– Las imprudencias son mundiales, mi niña – así me dice-. En España, por ejemplo, se realizó la huelga del 8 de marzo. Yo concuerdo con los postulados del feminismo, pero fue imprudente realizarla. En cuanto a Cuba, creo que se tardaron mucho en cerrar los colegios y las fronteras, pero bueno, las medidas que se han tomado después han sido fuertes, necesarias, y se va caminando, ¿no?.

***

En las últimas semanas se han sumado a la cuarentena territorios como Nueva Gerona (Isla de la Juventud), la zona La Ceiba en Guane (Pinar del Río), el Consejo Popular Buenos Aires-Bellavista (Camagüey), Marimón y Cuabitas en la ciudad de Santiago de Cuba, cuatro áreas del municipio de Cabaiguán en Sancti Spíritus y Gibara (Holguín). En tanto, estudiantes de Medicina visitan las casas para identificar algún sospechoso y prestar atención médica con urgencia.

– Desde que llegué a Cuba no he salido de mi casa para nada. El 25 ó 26 de marzo vino el médico de la familia. Me preguntó por mi estado de salud, incluso se llevó mi número de teléfono. También vinieron los muchachos haciendo la pesquisa como dos veces. Les informé que me sentía bien y no tenía ningún síntoma- dice Belkys Rodríguez.

Belkys Rodríguez, vecina mía, llegó el 22 de marzo de Estados Unidos. Fue por una temporada para ver a su hijo. Pensaba regresar el 21 de abril, pero ante esta situación decidió volver cuanto antes.

Cuando arribó al país, las autoridades la chequearon para descartar una síntomatología respiratoria. Luego, pudo regresar a casa con la indicación de cumplir una estricta cuarentena por 14 días y avisar en caso de presentar síntoma de alerta.

-Yo estaba en Tampa. En lo que llegué y comenzaron a aparecer casos, solo pasaron 10 días. Nos apuramos por el temor de no poder entrar al país. De allá, bueno… decirte que mandaban a algunas personas para las casas. La seguridad estaba en las tiendas, nos ponían desinfectante en las manos. Había control sobre algunos productos, pero en general estaba bastante tranquilo porque los casos eran pocos.

Madelyn Plascencia vive en Brooklyn, Nueva York: epicentro de la pandemia en Estados Unidos y visita Cuba con frecuencia para participar en en MarHabana. Por Wattsapp me contó que allá es opcional llevar mascarilla, o cualquier otra protección. Los negocios están cerrados, salvo la farmacia, el supermercado y las bodegas. En los pisos hay cruces marcadas cada 1.83 metros para que las personas mantengan la distancia y se regula la cantidad de personas dentro de los establecimientos, dice.

– La situación es bien atemorizante porque uno no sabe quien puede tenerlo. Por ejemplo, hace unos días hablé con una amiga que debía salir a comprar víveres y me dijo: “Yo quiero ir, pero tengo miedo”. Imagina el nivel de temor.

A Madelyn no le queda más que cuidarse. Es su país de residencia. Pero por suerte a Belkys le dio tiempo a anclar el barco de este lado. El 7 de abril, fue al consultorio médico a preguntar por el test.

-El médico me dijo que no se me hacía el test rápido porque en el transcurso de los 14 días de cuarentena no  había presentado ningún síntoma. Que estoy de alta.

-¿Y no te hacen más exámenes?

– El test es para quienes tienen síntomas. No obstante, el médico me indicó un examen de sangre del que espero los resultados pronto. De todas formas estaré al menos 14 días más sin salir.

Mientras cumplía la cuarentena la vi pocas veces. En una ocasión, me saludó entre los balaustres de su ventana. Tenía puesto un nasobuco negro aunque estaba sola en su casa. Otras veces la veía porque los vecinos le traían suministros, aunque su hijo mayor también traía por las tardes cualquier cosa que ella pidiera.

Trajeron las papas al mercado y Omar, otro vecino, se las compró. Con un nasobuco puesto le puso la jaba con las papas frente a la puerta, tocó el timbre y se alejó unos metros. Luego Belkys abrió, también con un nasobuco, tomó la jaba pesada y la entró. Las gracias desde lejos.

***

Mami ya termina con este ritual depurador al que se ha resignado. Ha limpiado los zapatos y se ha lavado las manos y la cara meticulosamente. La Ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, informó que en los mercados se darán módulos de aseo. Poco segura de cuándo será – y preocupada por encontrarnos más alimentos, medicamentos y productos de aseo por si el confinamiento se aplica con mayores restricciones-, mami regresará mañana a la batalla.

No es la única. La preocupación en Cuba, al parecer, es si darán abasto los recursos de primera necesidad. Su escasez en este momento es una suerte de amenaza. El agua caliente está lista y mami se dirige al baño, pero antes me cuenta:

-Tuve que ir a la zona 6 -muy cerca de donde mi abuela compró el pan-. Es el único cajero de todo Alamar que funciona.

Es de imaginar la semejante cola en el exclusivo cajero de metal – ese en el que sobrevive el virus alrededor de 12 días- por el que pasarán miles de personas a por sus ahorros o su salario. Hay un pomo de agua con cloro, con más cloro que agua –me explica- que no todos emplean.

No lo dice, pero tuvo miedo.

***

Leo ya perdió la cuenta de los muertos en España. Es el segundo país más afectado por la Covid-19 con 232.138 infectados y 23. 822 muertes hasta el 28 de abril. Cifras que asustan.

Fue él quien me envió la promoción del “Servicio de Línea. Ayuda Psicológica” que brinda el Centro Loyola de Centro Habana para aminorar las consecuencias del aislamiento social. Este Centro pertenece a la Compañía de Jesús de la Iglesia de Reina. A raíz de la Covid y aprovechando la red de psicólogos de su equipo, abrieron líneas telefónicas para dar apoyo, puesto que “esta situación puede provocar ansiedad, depresión, angustia”.

Es un servicio gratuito que funciona desde el 6 de abril de 9 a 11 am y de 4 a 6 pm.

“Loyola te escucha y acompaña”, dice la promo en letras rojas, seguida por fotos de varias personas con las manos en los oídos indicando su disposición a escucharte, a escucharnos. Leo se mantiene al tanto de cuanto pasa aquí. Debe volver pronto. Nada ni nadie lo asegura, pero prefiere poner su fe en que algo bueno sucederá. Mientras, tira el ancla hacia acá, hasta esta isla desnuda.

¿Ya les había dicho que fue él quien me enseñó amar Cuba?

-“Cuba tiene muchos rostros y es plural. Animo a los cubanos de todas las tendencias y proyecciones políticas, culturales, religiosas,… en fin, a todos, a hacer lo mejor por nuestro país. Es el momento de la solidaridad y la reconciliación. Hay que volverse Isla”.

14 mayo 2020 6 comentarios 552 vistas
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