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invasión

UCI

Valor de UCI

por Jorge Fernández Era 6 marzo 2022
escrito por Jorge Fernández Era

—Malas noticias, mi presidente.

—¡No me digas que la zafra sigue atrasándose! Al paso que vamos tendremos una producción menor de la que ostentaba Cuba antes de ser introducida la caña de azúcar.

—Peor que eso. Los rusos han tomado la Universidad de las Ciencias Informáticas.

—¡¿La UCI?! Las señalizaciones de las carreteras ucranianas estarán malas, pero no al extremo de que se extravíen así… salvo que desembarquen por aire.

—Imposible llegar de esa manera. Estudios de un experto cubano arrojaron hace algunos años que en dicha zona de la autopista Novia del Mediodía es especialmente intenso el tráfico aéreo, los aviones colisionan.

—¿Y por dónde arribaron entonces?

—Por tierra. Estaban alojados en Varadero y se inventaron una excursión en diez Yutong a La Quintica de San Antonio de los Baños.

—¿Ningún agente nuestro coligió que en La Quintica no hay ya ni renacuajos para recibir a semejante contingente?

—Bueno, el 11 de julio se tiraron a la calle muchas más personas y, a pesar de ser un plan urdido durante meses por la CIA, nadie de la Seguridad…

—¿Te estás burlando de mí?

—Incapaz, mi jefe. Es que esto de los rusos matriculados a última hora…

—¿No hubo manera de contener la agresión?

—Que va, trajeron un contingente de matriuskas.

—¿Las que tiran cohetes?

—Esas son las katiuskas. El batallón se llama Matriuska porque eliminas a uno y sale otro, eliminas al segundo y aparece un tercero, y así sucesivamente. Desmilitarizaron a los CVP y entraron por ahí pallá.

—¿Y qué exigen?

—Que les devuelvan la base de comunicaciones Lourdes.

—Ah, eso. Me lo hubieran dicho a las buenas y se las regalaba, a ver si concluyen los edificios a medio terminar que hay allí.

—A las buenas no lo solicitaron porque están molestos con la declaración oficial de Cuba por lo de Ucrania.

—¡Pero si lo único que faltó para expresar la total adhesión a Putin fue acompañarla de un videoclip de Raúl Torres contra el bloqueo a Stalingrado!

—Les chocó un párrafo del texto oficial: «Lamentamos profundamente las pérdidas de vidas de civiles inocentes en Ucrania». No se menciona el porqué de esas bajas, alegan que debíamos expresar que son a causa de una intoxicación masiva por ingesta de borsch.

—«El pueblo cubano ha tenido y tiene una relación entrañable con el pueblo ucraniano», prosigue la declaración.

—Está celoso el canciller Lavrov. Dice que nuestra relación con los rusos es más entrañable aún.

—Como para meternos el pie hasta las mismísimas entrañas. Nos dejamos cuando la Crisis de Octubre y luego nos abandonaron.

—Gracias a eso llegamos a esta Crisis de Febrero.

—Chico, ¿tú me quieres joder la tarde?

—Para nada, presidente. Es que con los rusos ahí, a las puertas de La Habana, los yanquis pueden meternos mano bajo el mismo pretexto que se ha esgrimido para llegar a Kiev, cuyo gobierno fue criticado por Cubadebate por desplegar armas para su defensa.

—A esos extremos han llegado… los ucranianos, mira que defenderse. Y hasta han roto relaciones con el Kremlin, que lo que desea es ayudarlos.

—Esto de la UCI nos obliga a otra declaración oficial, que no puede ser tan tibia como las anteriores.

—Pues que lo sea. Está al firmarse un crédito ruso para la compra de cien mil latas de pollo a la jardinera durante cinco años y no podemos arriesgarnos a perderlas.

—¿Qué podemos decir que no les moleste?

—Que la informatización de la sociedad es el futuro del desarrollo sostenible de Cuba, que un sistema de gobierno basado en ciencia e innovación necesita de la UCI, y que Rusia… nos ayudará a trasladarla para otro sitio. Más que la Universidad de las Ciencias Informáticas me preocupa la escuela primaria con monumento a Maceo que estamos arreglando muy cerca de allí, en Punta Brava.

—¿La «Invasión de Oriente a Occidente»?

—Esa misma. Mejor que la reinauguren con otro nombre: «Intervención Militar Especial de Oriente a Occidente».

6 marzo 2022 9 comentarios 2k vistas
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Levantamiento popular (1)

Crisis y levantamiento popular húngaro en 1956

por Mauricio De Miranda Parrondo 4 noviembre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El 4 de noviembre de 1956, columnas de tanques soviéticos apostados a las afueras de Budapest, ingresaron a la capital húngara para sofocar una insurrección popular contra el sistema comunista y contra la presencia de tropas soviéticas en el territorio.[1] De paso, se pretendía derrocar al gobierno del primer ministro Imre Nagy, que había abolido el sistema unipartidista al permitir el resurgimiento del Partido de los Pequeños Propietarios y del Partido Nacional Campesino; anunciando asimismo que Hungría abandonaría el Pacto de Varsovia y se declararía neutral.

Mientras tanto, en la localidad de Szolok, el primer secretario del Comité Central del Partido Obrero Socialista Húngaro (POSH), János Kádár, anunció la creación de un nuevo «Gobierno Revolucionario Húngaro Obrero y Campesino», que supuestamente había solicitado ayuda soviética para derrotar a la «contrarrevolución». Quienes apoyaban al gobierno de Nagy, que también reivindicaba el socialismo como sistema, pero en un contexto democrático, consideraban contrarrevolucionaria la invasión soviética y las maniobras de Kádár.

Desde el establecimiento del régimen comunista y hasta la muerte de Stalin en la Unión Soviética, Hungría se convirtió en un bastión del estalinismo. Con un poder casi absoluto, Matyás Rakosi inició la construcción de una economía centralmente dirigida, siguiendo el modelo soviético. En 1948 fueron expropiados los bancos y todas las empresas con más de diez empleados, se confiscaron las propiedades de campesinos ricos y comenzó una política coercitiva de colectivización.

La estrategia de desarrollo se basó en la industria pesada, desatendiendo la producción de bienes de consumo, lo cual se tradujo en su generalizada escasez. En 1952 ocurrieron protestas y huelgas campesinas contra las entregas obligatorias de productos y la escasez de alimentos se generalizó. Al tiempo, se incrementaba también el descontento en las ciudades, tanto entre los trabajadores de las industrias por las altas normas en los planes de producción, como en la intelectualidad por la censura impuesta.

Levantamiento popular (2)

Cabeza de la estuta de 25 metros de altura construida en honor a Stalin.

El «Nuevo Curso» (1953-55) y la «desestalinización»

La muerte de Stalin trajo por consecuencia una relativa flexibilización económica y política, denominada «Nuevo Curso», tanto en la Unión Soviética como en los demás países de Europa Central y Oriental. Rakosi regresó del funeral convocando al Comité Central a adoptar reformas para mejorar el nivel de vida de la población.

La política de industrialización a costa de la extracción de excedentes agrícolas —tal y como sucedió en la URSS a fines de los años veinte y durante los treinta— había generado des-incentivos en la producción agropecuaria, escasez generalizada de alimentos y aumento de precios. La propagada oficial mencionaba como causa de la crisis al sabotaje enemigo y no a los errores de la política económica y del sistema mismo de administración centralizada.

En junio de 1953, después de una reunión en Moscú en la que Rakosi fue duramente criticado por los líderes soviéticos, por errores de política económica y abusos cometidos, se vio obligado a ceder la presidencia del Consejo de Ministros a Imre Nagy, conservando no obstante la secretaría general del Partido. Sin embargo, a instancias del liderazgo soviético se decidió no hacer públicos la crítica al culto a la personalidad de Rakosi, su voluntarismo en política económica y violaciones a la legalidad.

La política económica de Nagy intentó corregir la estrategia de desarrollo. En lugar de priorizar inversiones en la industria pesada, para las que el país carecía de materias primas y tradición productiva, se fomentaron en los sectores agropecuario y de bienes de consumo. Fueron apoyadas con créditos las granjas campesinas privadas con el fin de estimular la producción y comercialización de productos agropecuarios. Al mismo tiempo, las cuotas de entregas obligatorias fueron reducidas y se permitió el desarrollo de mercados agrícolas y de bienes de consumo.

Se trasladaron fondos hacia la agricultura, la industria ligera, la alimentaria y la construcción de viviendas. Los salarios crecieron y los precios disminuyeron centralizadamente, medida populista con efectos negativos en el equilibrio financiero. Adicionalmente, se amnistió a miles de presos políticos.

Durante este breve período se agudizó el enfrentamiento entre Rakosi y Nagy, debido a interferencias del primero en la gestión del gobierno. En 1955 Nagy sería destituido, se le expulsó del partido por «desviacionismo de derecha» y fueron revertidas las medidas. Lo reemplazó como primer ministro András Hegedüs, quien se plegó al rumbo de Rakosi orientado a restablecer el estilo estalinista de gobierno.

Levantamiento popular (3)

Imre Nagy

Después del Informe secreto de Nikita Jruschov ante el  XX Congreso del PCUS, en el que se condenó el culto a la personalidad de Stalin y las violaciones a la legalidad ocurridas bajo su mandato, Rakosi fue finalmente depuesto, en junio de 1956, y forzado a vivir el resto de sus días en un exilio obligatorio en Kirguizia. Su sustituto, Ernő Gerő, provenía también del círculo estalinista, de ahí que su acceso a la máxima dirección no significara el restablecimiento de las reformas.

Mientras tanto, el inicio de la llamada «desestalinización» creó condiciones para los debates en varios países del socialismo real acerca de temas como: libertades y democracia en el socialismo, supresión de la censura, necesidad de un nuevo rumbo económico tendiente a un mayor bienestar, contradicciones entre la planificación centralizada y las necesidades de la vida cotidiana, y soberanía nacional e independencia de los estados supuestamente soberanos pero en la práctica sometidos a las decisiones de Moscú.

Ese proceso de cambios afectó a casi todos los países en mayor o menor medida, y llevó incluso a estallidos sociales, como las protestas de Poznan en Polonia, en junio de 1956.

Desde julio de ese año en Hungría, escritores, periodistas, intelectuales y estudiantes habían iniciado foros de discusión en los llamados «Círculos Petöfi». El 6 de octubre se efectuó un funeral público en el que se rindió homenaje a László Rajk y unos días después acontecieron la rehabilitación de Imre Nagy y su reingreso al Partido.

Doce días que estremecieron a Hungría y al comunismo internacional

El 23 de octubre de 1956, cerca de veinte mil personas iniciaron una protesta multitudinaria que demandaba la independencia húngara respecto a poderes extranjeros, el establecimiento de una democracia socialista, la reforma agraria y el reconocimiento a los ciudadanos de todos los derechos y libertades internacionalmente reconocidos. Gerő acusó a los manifestantes de ser «una turba reaccionaria» y rechazó las demandas de los protestantes. En respuesta, estos derribaron una estatua gigantesca de Stalin erigida en el lugar ocupado antes por una iglesia.

La muchedumbre se dirigió a Radio Budapest para difundir públicamente sus demandas y se produjeron disparos de fuerzas de la seguridad del Estado (ÁVH) que protegían el edificio. La mayor parte de los soldados húngaros enviados a apoyar la seguridad se unió a los manifestantes, quienes incendiaron carros de policías y se apoderaron de armas en depósitos militares y de policía.

Levantamiento popular (4)

Ernő Gerő

Esa noche, Ernő Gerő solicitó apoyo militar para sofocar las protestas y los tanques soviéticos entraron a la ciudad. Al día siguiente, Budapest amaneció llena de barricadas y se produjeron enfrentamientos entre militares soviéticos y manifestantes. Mientras tanto, Hagedüs renunció como primer ministro y fue reemplazado por Imre Nagy, que pidió el fin de la violencia y anunció que se completarían las reformas iniciadas en 1953.

Tropas de la ÁVH dispararon contra manifestantes desarmados hasta que estos, ya aprovisionados con armas, respondieron. El día 25 hubo intercambio de disparos a las puertas del Parlamento, custodiado por el ejército soviético. Llegado este punto, ocurrían enfrentamientos directos de manifestantes húngaros contra los tanques soviéticos y las fuerzas de seguridad del Estado.

La crisis política provocó la renuncia de Gerő como primer secretario del Partido y su reemplazo por Janos Kádár. Tras un alto al fuego concertado, se inició el retiro de las tropas soviéticas de Budapest. Nagy encabezó un gobierno nacional en el que incluyó también a personalidades no comunistas y recibió el apoyo del ejército nacional. Para Nagy, las protestas eran un «levantamiento popular de masas» que reclamaba la democratización de la sociedad.

El nuevo gobierno decidió la abolición de la ÁVH y del sistema unipartidista; se restablecieron partidos antifascistas como el de los Pequeños Propietarios y el Nacional Campesino, que entraron a formar parte de la coalición de gobierno. Nagy declaró que Hungría se convertiría en una «democracia social, multipartidista y neutral», lo que generó una reacción adversa en la dirigencia soviética enfrascada en la Guerra Fría.

Mientras tanto, la crisis se extendió a todo el país. Se formaron Consejos obreros en las fábricas y minas, y en varias ciudades surgieron Consejos populares locales para ejercer el poder. En algunas se produjeron enfrentamientos entre la policía y las fuerzas de seguridad.

El 30 de octubre, manifestantes armados incitados por rumores lincharon a varios miembros de la ÁVH que custodiaban el edificio del Partido municipal de Budapest.  Los tanques del ejército bombardearon el edificio por error y causaron la muerte al secretario del Partido en la capital. Las imágenes de lo ocurrido fueron divulgadas en la Unión Soviética como muestra de una contrarrevolución.

La decisión de neutralidad implicaría la salida de Hungría del Pacto de Varsovia, un gravísimo golpe a los intereses geopolíticos y estratégicos de la Unión Soviética. Varios autores coinciden en que esta fue la razón de mayor peso para sofocar militarmente el levantamiento popular húngaro.

Para ello pusieron en escena un recurso varias veces utilizado con el fin de justificar intervenciones militares: la creación de un «Gobierno Revolucionario Obrero y Campesino», dirigido por János Kádár, que se encargaría de solicitar la intervención militar para derrotar la «contrarrevolución».

El 3 de noviembre, el coronel Pál Maléter, ministro de Defensa húngaro, fue invitado a los cuarteles soviéticos para negociar la «retirada» de las tropas. Allí fue apresado junto a toda su delegación y al día siguiente las tropas soviéticas entraron en Budapest.

La población se enfrentó a la invasión hasta que los últimos focos de resistencia fueron neutralizados. Nagy y varios de sus colaboradores se asilaron en la embajada yugoslava, de la que salieron días después ante la promesa de respetar su vida. Fue exiliado forzosamente a Rumanía y allí nuevamente capturado para ser sometido a juicio y ejecutado en 1958, junto a Maléter y otros líderes de la insurrección.

El nuevo Partido Obrero Socialista Húngaro (POSH) restableció el sistema monopartidista. Su líder, János Kádár dirigió los destinos del país hasta su retiro en 1988, aunque entonces se le otorgó el cargo ceremonial de presidente de esa organización hasta su fallecimiento, el 6 de julio de 1989. Diez días después, el nuevo primer ministro Miklós Németh rehabilitó la Revolución Húngara de 1956 y a sus líderes. Los restos de Imre Nagy y de varios dirigentes fueron exhumados y se efectuaron funerales multitudinarios. El 7 de octubre de 1989 se disolvió el POSH, una parte de cuyos miembros formaron el Partido Socialista Húngaro y otros el Partido Comunista Obrero Húngaro.

Levantamiento popular (5)

János Kádár

El liderazgo de Kádár por más de treinta años, se sostuvo gracias al desarrollo de políticas orientadas al mejoramiento del nivel de vida de la población y a un permanente proceso de reformas económicas que no afectaban la esencia del sistema político y sobre todo la relación con la Unión Soviética.

En la medida en que mejoraban las condiciones de vida de los húngaros y el sistema se hizo menos opresivo, aumentó su popularidad como dirigente político, a pesar de que, como parte del Tratado de Varsovia, tropas húngaras participaron en la invasión a Checoslovaquia de 1968 y la política exterior del país se mantuvo plenamente alineada con la de la Unión Soviética.

El derrumbe

El 23 de octubre de 1989, el presidente interino Mátyás Szűrös proclamó la República de Hungría, en lugar de la República Popular. El Parlamento adoptó una serie de leyes orientadas a potenciar libertades individuales y comenzó un profundo cambio institucional hacia un sistema democrático multipartidista. En marzo de 1990 se efectuaron elecciones parlamentarias libres, en las que se impuso el centroderechista Foro Democrático. En el verano de ese año se retiraron las tropas soviéticas que aun permanecían en suelo húngaro.

Como es sabido, en Hungría se restableció el capitalismo y, después de un funcionamiento democrático relativamente normal, el sistema creó las condiciones para una deriva autoritaria de derecha. Esta se esfuerza en someter todos los poderes del Estado a los intereses del nuevo grupo gobernante, incluso contrariando las normas democráticas de la Unión Europea.

Las protestas ocurridas en Hungría en 1956 condujeron a la insurrección popular debido a la escasa voluntad de reformas de la dirigencia y, sobre todo, producto de su negativa a establecer un sistema de democracia real. Las transformaciones supuestamente socialistas habían sido impuestas por el liderazgo comunista dogmático a contrapelo de las necesidades de la sociedad, lo cual desprestigió al socialismo como ideal y como sistema y sembró las bases sociales y políticas de su autodestrucción. Es importante tener en cuenta las lecciones de la historia.

***

[1] Algunos libros que sirven de base a este texto son: Antonello Biagini y Francesco Guida: Medio siglo de socialismo real, Ariel Historia, 1996; Fernando Claudín: La oposición en el «socialismo real», Siglo XXI Editores, 1981; János Kornai: By Force of Thought. Irregular Memoirs an Intellectual Journey, MIT Press, 2006 y Victor Sebestyen: Twelve Days. The Story of the 1956 Hungarian Revolution, Vintage Books Edition, 2006.

4 noviembre 2021 27 comentarios 3k vistas
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Talibanes (1)

La victoria de los Talibanes

por Domingo Amuchastegui 24 agosto 2021
escrito por Domingo Amuchastegui

El mundo se concentra hoy en los acontecimientos de Afganistán. Los Talibanes culminaron su campaña de conquista con la captura de la capital, Kabul, y la fuga precipitada del presidente Ashraf Ghani. La desbandada o estampida de efectivos norteamericanos y sus colaboradores afganos es espectáculo diario en el aeropuerto. A todos viene el recuerdo de una fuga similar por parte de los norteamericanos de Saigón en 1975, momento en que se alcanzó la victoria vietnamita después de más de una década de guerra.

Concluye así un conflicto cuya duración —dos décadas—, bate todos los registros, en el que murieron casi 3 mil norteamericanos y más de 20 mil resultaron heridos, en su mayoría con serias mutilaciones de sus extremidades. En el momento de más presencia militar, 2011, llegaron a tenerse 110 mil efectivos; el mínimo fue de 4 mil en el 2021. Además, hubo casi 8 mil mercenarios amparados en el término de contratistas.  El total de gastos, hasta el 2019, alcanzó la astronómica cifra de $978 000 millones de dólares. Un costo inmenso e inútil.

Rastreando un poco de historia

EE.UU. se propuso derrotar a los Talibanes y edificar una suerte de Estado moderno en consonancia con sus valores, criterios e intereses. Aspiración fracasada, pues semejante proyecto debía instrumentarse en una sociedad que nada tiene que ver con la norteamericana, ni con sus esquemas de desarrollo e intereses.

Los norteamericanos ignoraron y subestimaron que ocupaban un país cuya sociedad, de cuarenta millones de habitantes, posee extraordinaria diversidad étnica y lingüística —catorce grupos diferentes reconocidos oficialmente—, y cada uno de ellos descansa en un heterogéneo y complejo cuadro de organizaciones tribales.

Sus primeros intentos hacia la formación de un Estado centralizado datan del siglo X. Las primeras instituciones monárquicas comenzaron a cristalizar en el XVIII. Tenían como denominador común, casi todo el tiempo, la primacía del grupo pashtún, mayoría histórica, que representa el 42% de la población total. Dentro de ese grupo existían diferentes tendencias: monárquicos, pronorteamericanos, muyahidines y, en su mayoría, Talibanes desde la década del noventa del pasado siglo.

Talibanes (2)

El 15 de febrero de 1989 el último soldado de las tropas soviéticas salió de la República Democrática de Afganistán tras una guerra que duró 10 años y costó la vida a casi 15.000 soldados del Ejército Rojo. (Foto: Alexandr Lyskin / RIA Novosti)

Washington —como es habitual— ignoró todo esto y mucho más: que nunca nadie logró consolidar su victoria sobre los afganos, comenzando por Alejandro el Magno y el imperio persa. Obviaron las lecciones del siglo XIX y comienzos del XX, cuando el Imperio Británico, en su apogeo, no pudo conquistarlo. No sacaron experiencias de la invasión soviética (1979-1988) y su monumental fracaso, que arrastró con los restos de la fuerza de izquierda en Afganistán, el Partido Democrático —de inspiración marxista—, que se desintegró a fines de los setenta.

Pasaban por alto que los Talibanes habían logrado derrotar a los grupos de muyahidines —como se conocían los combatientes contra los soviéticos— que obtuvieron la victoria en 1979 y, sin embargo, para 1996 salían derrotados de Kabul ante los talibanes. Estos se establecieron como poder entre 1996 y 2001, año en que la intervención de EE.UU. y la OTAN los forzó al repliegue y la dispersión.

De espaldas a estas experiencias históricas, EE.UU. invadió Afganistán tras la acción terrorista de Al Qaeda en Nueva York, el 11 de septiembre del 2001. No obstante, lejos de retirarse oportunamente tras lograr sus objetivos, se empeñaron en una guerra interminable para liquidar a los Talibanes. Veinte años después vemos los resultados.

El término Talibán significa estudiante, y se deriva de los discípulos afganos en los seminarios religiosos (madrasas), donde fueron educados en una interpretación y aplicación rígidas del Islam y de tradiciones pashtún de diez siglos atrás. Las madrasas se localizaban en territorio de Pakistán, y fue en ese país que los servicios de inteligencia paquistaníes entrenaron y promovieron la transformación de los estudiantes en combatientes.

En su abrumadora mayoría, el origen social de los Talibanes proviene de los sectores más empobrecidos: campesinos y pastores, con un extendido cultivo del opio y su tráfico a través de las fronteras vecinas. El opio es hasta hoy la «moneda fuerte» más importante de la población afgana. Una característica singular entre los Talibanes, así como en el resto de la población, es que prevalece la vertiente sunnita del Islam, único elemento unificador y de cohesión entre los Talibanes no pashtún.

El papel de Pakistán en alimentar y respaldar a los Talibanes ha sido particularmente importante. De este modo han buscado asociar Afganistán a sus objetivos geoestratégicos en la región, en particular en su diferendo con la India.

Talibanes (3)

Los Talibanes en el Palacio Presidencial de Kabul. (Foto: Zabi Karimi/AP Photo)

Además de Pakistán, el entorno geoestratégico abre múltiples interrogantes. Para Rusia supone una preocupación considerable, pues cuatro repúblicas centroasiáticas, ex-integrantes de la desaparecida Unión Soviética, poseen muchas interconexiones con Afganistán. Son ellas Tayikistán (27% de la población afgana está compuesta por tayikos), Uzbekistán (los uzbekos representan 9% de la poblaciónٕ), Turkmenistán y Kirguistán; lo que crea un clima de tensiones a lo largo de semejante extensión fronteriza.

Le sigue una especial vecindad con Irán, cuya población se ha extendido por Afganistán desde el siglo XVIII con la creación del Imperio Durrani. Su influencia cultural y comercial es considerable, aunque su afiliación mayoritaria al chíismo crea una separación no poco conflictiva. Finalmente, China, con un pequeño sector de frontera, podrá abrir grandes posibilidades de inversión y comercio, en caso de estabilizarse el poder de los talibanes.

La estabilización dependerá de varios factores:

a. Conservar su cohesión interna; b. Evitar en buena medida los extremismos que caracterizaron su anterior gobierno (1996-2001); c. Cumplir con los acuerdos suscritos con EE.UU., que los comprometieron a no amparar organizaciones y actividades terroristas (como hicieron antes con Al Qaeda) y a ofrecer garantías para la evacuación de ciudadanos norteamericanos; d. Garantías y seguridad en sus fronteras; e. Sofocar exitosamente cualquier oposición interna en algunas provincias por parte de ex-muyahidines (en particular en la provincia de Panjshkiri, en la que se trata de organizar semejante oposición).

Si este escenario se configura de manera estable, las posibilidades de inversión extranjera y comercio reportarán no pocos beneficios, pues Afganistán es particularmente rico en minerales de elevada demanda actual. A lo largo de estos veinte años el hecho cierto es —como bien destacan especialistas— que «la economía afgana está moldeada por la fragilidad y la dependencia de la ayuda internacional».

Repercusiones en EE.UU.

El debate interno en los Estados Unidos respecto a quién es culpable, ha ganado una intensidad extrema que casi iguala las discusiones sobre la pandemia. Todos los republicanos —los trumpistas en particular— y algunos demócratas, culpan al presidente Biden, en tanto este se defiende al argumentar que semejante desenlace era inevitable. No pocas recriminaciones han sido lanzadas por figuras prominentes de la OTAN.

El hecho cierto es que los verdaderos culpables habría que buscarlos en las administraciones de Bush (hijo), por aferrarse al proyecto de la ocupación de Afganistán, y de Obama por persistir en el mismo propósito, incrementar hasta el máximo la presencia militar y, tres años más tarde mostrar —junto a sus aliados de la OTAN—, una temprana retirada de efectivos.

Trump desempeñó un papel clave con el Acuerdo de Doha (Qatar) suscrito con el Talibán —ignorando al gobierno de Kabul— en febrero del 2020 y mediante el cual se acordaba el retiro de todas las fuerzas de EEUU para fines del 2021 y el Talibán se comprometía a no albergar ni fomentar organizaciones ni actividades terroristas. Trump razonaba con alguna sensatez que dicha retirada era lo más indicado para cesar su involucramiento en guerras interminables como esta en la región del Medio Oriente.

Lo que ha hecho Biden es, simplemente, ejecutar los acuerdos de Doha en el plazo de tiempo previsto, aunque habrá que ver cuánto cumplen los Talibanes de su parte del acuerdo. La imagen del presidente norteamericano se ha desdibujado en medida apreciable, y es muy probable que esto repercuta negativamente para los demócratas en las elecciones venideras de medio término de 2022 y las presidenciales de 2024, lo que abriría las puertas a un retorno de los republicanos y de Trump, si finalmente decide lanzarse como candidato presidencial.

Lo que se cumple con este episodio de Afganistán, es lo que un analista escribía en The New York Times algunas semanas atrás: «Desde la II Guerra Mundial, EE.UU. no ha podido ganar una sola guerra». El desastre de Kabul, tras veinte años de conflagración inútil, así lo ratifica.

24 agosto 2021 27 comentarios 3k vistas
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¿Dónde comenzó la Invasión a occidente?

por Mario Valdés Navia 29 octubre 2018
escrito por Mario Valdés Navia

Como el del mítico carro de Ra, en Cuba existe un movimiento perenne de oriente a occidente. Aruacos, españoles, mambises, rebeldes de la Sierra, arrasadores de montes y migrantes internos han hecho el camino del Sol, de Maisí hasta La Habana en diferentes épocas. Sin lugar a dudas, la más famosa de estas expediciones es la Invasión de 1895, dirigida por Antonio Maceo, jefe de la campaña, y Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador (EL).

De ahí que fuera tan pertinente la respuesta que diera Camilo, en 1959, al periodista que le preguntó cómo se sentía al no haber podido, ante la debacle del batistato, cumplir la orden de Fidel de llegar hasta Pinar del Río. Camilo dijo sentirse muy complacido, pues así la gloria de haber realizado tal proeza militar seguiría correspondiendo únicamente a Maceo.

No obstante, hay una afirmación sobre aquella operación que merece un examen exhaustivo pues se repite, una y otra vez, por expertos y aprendices: la invasión comenzó en los Mangos de Baraguá, el 22 de octubre de 1895. Esto no pasa de ser un desliz histórico. Veamos los hechos, tozudos e incontrovertibles, y sabremos bien cuándo y dónde se inició la campaña de la invasión.

La Asamblea Constituyente de Jimaguayú (14-16 de septiembre 1895) resolvió acometer de inmediato esta operación considerada trascendental para el desenlace de la guerra. Enseguida, Maceo partió hacia Oriente a movilizar los contingentes que aportarían los cuerpos primero y segundo del EL, mientras que Gómez recorría provocativamente el Camagüey.

Trabajo le costó al Titán reunir las fuerzas orientales, ya que B. Masó y J. Maceo no querían entregar sus mejores hombres y armas, pero al final pudo salir simbólicamente de Mangos de Baraguá (22−10−1895) con una columna de 500 infantes y 700 jinetes, a los que sumó 500 más a su paso por Holguín y apenas 200 infantes y 300 jinetes del segundo cuerpo, para un total de unos 2 200 invasores orientales.

Tras conocer de la partida de Maceo, Gómez cruza la Trocha Júcaro-Morón (30 de octubre 1895) para atraer a los panchos a Las Villas, hacerles perder el rastro de Maceo, e impedir la zafra a sangre y fuego. En Santa Teresa, Sancti Spíritus, recibe a los generales C. Roloff y S. Sánchez e inician una ofensiva incesante que hace al confundido Martínez Campos desplazar contra ellos tropas de Oriente y Camagüey, lo cual facilitó el traslado de la columna oriental casi sin combatir.

El 29−11−1895 Maceo cruza la Trocha y se reúne con Gómez en Lázaro López, actual Ciego de Ávila, por entonces Camagüey, aunque para los mambises Las Villas empezaban desde la Trocha. Allí, delante de la tropa, con banderas desplegadas, se abrazaron los generales Gómez y Maceo, teniendo como fondo los acordes de La Bayamesa. Lo ocurrido fue descrito magistralmente por B. Boza, el jefe de la escolta de 300 jinetes camagüeyanos del Generalísimo:

En un estrecho abrazo y derramando lágrimas de santo patriotismo, nos confundimos orientales, centrales y occidentales, negros y blancos. Mucho mejor que los discursos que se pronunciaron y que los vivas frenéticos que atronaban el espacio. era la resolución firme que se veía en todos los rostros y que hacía palpitar todos los corazones impulsados por el mismo sentimiento: ¡Hacer la guerra a España a sangre y fuego, hasta obtener la absoluta independencia de la Patria!

Al amanecer del día 30, todas las fuerzas forman para marchar y se produce el acto oficial de inicio de la Invasión, encabezado por el Consejo de Gobierno y su presidente S. Cisneros. Los ánimos están exaltados, hablan varios oradores y el general en jefe pronuncia su histórica arenga:

Soldados: La guerra empieza ahora. La guerra dura y despiadada. Los pusilánimes tendrán que renunciar a ella: solo los fuertes y los intrépidos podrán soportarla. En esas filas que veo tan nutridas, la muerte abrirá grandes claros. No os esperan recompensas, sino  sufrimientos y trabajos. El enemigo es fuerte y tenaz. El día que no haya combate, será un día perdido o mal empleado.

En esa ocasión fueron incorporadas al contingente invasor las tropas espirituanas, integradas por unos 1500 jinetes, y otras fuerzas villareñas hasta casi 2000 hombres. Las dirige su caudillo S. Sánchez, quien es ascendido a mayor general y jefe del IV cuerpo del EL, el de Las Villas.

Desde el potrero de Lázaro López parte como una avalancha el “Gran Cuerpo del Ejército Invasor” −como le llamaba Gómez−, formado por algo más de 4000 combatientes, 3000 de caballería y 1000 infantes. Su misión era casi imposible: aplastar la resistencia de más de 150 000 soldados españoles en un reducido espacio y llevar la destrucción liberadora hacia las ricas comarcas occidentales en poder de España, único camino para la victoria de las armas cubanas.

La Invasión del 95 cumplió sus objetivos con creces. Fue la campaña militar más grande lanzada por un ejército libertador en las luchas por la independencia latinoamericana. Es considerada una de las operaciones más exitosas de la historia militar universal y el genio de sus jefes: Gómez y Maceo, ha sido comparado con el de los más grandes generales de la historia.

Para contactar al autor: mariojuanvaldes@gmail.com

29 octubre 2018 14 comentarios 1k vistas
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Una Historia en el Corazón de la Ciénaga

por Consejo Editorial 6 noviembre 2010
escrito por Consejo Editorial

 

Foto Tomada de Cubadebate

Por: Roberto Peralo

Fotos Roberto Peralo

Eran las 11:30 a.m. se asoma en la puerta una cienagera, es el gentilicio que se utiliza para identificar a los pobladores de la Ciénaga de Zapata, el municipio más extenso de Cuba en cuanto a territorio y el menos poblado por lo adverso de su geografía. La señora de muy baja estatura con un andar lento, apoya su brazo de una vecina que la acompaña. Le pide permiso a la Doctora para entrar a la consulta, consultorio número 2 del Consejo Popular de Playa Larga, un pueblito costero. Se sienta al costado de un pequeño buró donde la Doctora hacía sus anotaciones.

– ¿Qué le pasa mi abuelita? Le pregunta la Doctora.

– Ay mi hija me siento muy mal, a penas puedo caminar, tengo mucho mareo, estoy muy decaída.

La angustia y preocupación de la anciana se refleja claramente en sus ojos. La Doctora le realiza un grupo de preguntas indagando sobre su estilo de vida, después le hace un reconocimiento completo. Se aparece la enfermera con la Historia Clínica de la paciente y en aquella dinámica de trabajo sucede algo mágico, mi hermana logra, discúlpenme es que no me acostumbro a la idea, la Doctora logra sacarle una sonrisa de los labios a aquella mujer.

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6 noviembre 2010 155 comentarios 812 vistas
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Militantes del odio.

por Consejo Editorial 29 junio 2010
escrito por Consejo Editorial

Lázaro Fariñas •

digital@juventudrebelde.cu
28 de Junio del 2010 21:34:37 CDT

Tomado de Juventud Rebelde.

Hay quien lo piensa y además lo quiere. Hay quien lo quiere y además trabaja para que suceda. Hay quien lo niega, pero en realidad lo quiere. Hay quien no lo piensa, no lo quiere y además hace todo lo posible para que no suceda. Es una adivinanza, que también es una verdad que siempre ha existido entre los cubanos de Miami. Estoy hablando de la eventualidad de una invasión del Gobierno de los Estados Unidos a Cuba. ¿Cómo se le puede llamar a alguien que nació en un país y viviendo en otro, pide abiertamente que su país de origen sea invadido por el de su adopción? ¿Y, cómo, al que viviendo en su país, lo desea? ¿Traidor? ¿Apátrida? ¿Miserable?

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29 junio 2010 12 comentarios 843 vistas
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