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Industria

La crisis estructural de la industria no azucarera en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 30 junio 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Para nadie es un secreto que la economía cubana afronta una crisis estructural desde hace más de tres décadas. En este tiempo ha aumentado considerablemente la vulnerabilidad externa y se ha reforzado el subdesarrollo, entendido como incapacidad para el desarrollo. Desde los años noventa, tras la implosión del llamado campo socialista, comenzó a derrumbarse el tejido productivo nacional, tanto en la industria como en la agricultura. La dirigencia cubana apostó por un cambio estructural a favor del desarrollo del turismo, con escasos encadenamientos productivos internos.

En la actualidad, se ha deteriorado notablemente el patrón de inserción internacional del país, que depende de las importaciones para mal afrontar la mayor parte de sus necesidades, tanto de materias primas como de bienes de consumo en general, y muy especialmente de alimentos. Esto es insostenible económicamente, pero también desde el punto de vista social y político. Por eso resulta imprescindible superar la crisis que afecta al sistema productivo y abarca a la agricultura, la industria azucarera y la industria manufacturera no azucarera. Al análisis de esta última está dedicado el presente texto.

La industria no azucarera cubana: entre el desarrollo y el estancamiento

Antes de 1959 la economía cubana era altamente dependiente de la industria azucarera y aseguraba su inserción internacional a través de exportaciones de azúcar, tabaco y algunos otros bienes primarios. Sin embargo, es sabido que a partir de la década del cuarenta se habían comenzado a desarrollar varias ramas de la industria transformadora, entre ellas, la producción de alimentos, bebidas, manufactura del tabaco, textiles, prendas de vestir, calzado, papel y sus productos, imprenta e industria editorial, madera y sus productos, muebles y accesorios, cuero y sus productos, jabonería y perfumería, caucho e industria del plástico, productos químicos, metalurgia y manufacturas diversas.

A partir de informaciones del Tribunal de Cuentas, puede constatarse que en 1954 dichas industrias solo requerían un 11,5% de componentes importados.(1) Entre 1952 y 1956 se habían creado 154 nuevas plantas industriales, dieciséis generaban exportaciones y 117 sustituían importaciones.(2) Según datos del Consejo Nacional de Economía, en 1958 el 21% de la fuerza laboral empleada lo hacía en actividades industriales, y de acuerdo con Claes Brundenius, en su libro Revolutionary Cuba: The Challenge of Economic Growth with Equity (1984), en el año anterior al triunfo revolucionario, la industria no azucarera representaba el 32,2% de la producción material estimada.

El Gobierno Revolucionario —a través de la ley 890 de octubre de 1960— nacionalizó, mediante expropiación forzosa, la mayor parte de las empresas industriales, comerciales y de trasporte del país. Luego las nacionalizaciones se hicieron extensivas a otras empresas subsidiarias y colaterales, con lo que la estatización de los medios de producción fue casi total desde inicios de la Revolución. La mayor parte de las empresas, algunas previamente intervenidas, fueron puestas bajo la dirección de revolucionarios con escasos conocimientos profesionales y técnicos, lo que unido al idealismo predominante condujo a graves errores en su dirección, a la caída de la producción y de la eficiencia.

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No obstante, la industria ocupó un lugar central en la estrategia económica de los primeros años de la Revolución, en correspondencia con las ideas desarrollistas predominantes en América Latina y teniendo en cuenta la experiencia de otros países socialistas. Sin embargo, la excesiva centralización de las decisiones operativas y administrativas, el abandono de criterios financieros, los excesivos costos y el despilfarro predominante, lastraron rápidamente la actividad industrial.

La ruptura de vínculos económicos con Estados Unidos obligó a la mayor parte de la industria cubana, tanto a una reconversión tecnológica como a un cambio radical de proveedores de materias primas, maquinarias y equipos de repuesto. Pasó entonces a depender de suministros recibidos desde la Unión Soviética y otros países de Europa Oriental, en muchos casos tecnológicamente inferiores a sus similares procedentes de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón.

De hecho, se incrementó el componente importado en una serie importante de industrias. En su artículo «La planificación del comercio exterior» —Cuba Socialista, # 28 de 1963—, el futuro presidente del Banco Nacional Raúl León Torras, afirmaba que en 1962 la dependencia de insumos importados afectaba al 79% de la refinación de petróleo, 58% de la industria química, 44% de la metalurgia, 40% de la minería, 22% de la textil, 21% de la energía eléctrica, 12% de la construcción, 8% de la industria alimenticia y 4% de la azucarera.

A pesar del énfasis en el desarrollo industrial, la producción bruta de este sector tuvo una caída promedio anual de 2,7% entre 1960 y 1964. En consecuencia, a partir de la segunda mitad de los sesenta la estrategia de desarrollo se reorientó hacia la industria azucarera, aprovechando así el establecimiento de acuerdos ventajosos con la Unión Soviética, que posteriormente se readecuaron con el ingreso de Cuba al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) a partir de 1972.

Ello no significaba abandonar la idea de la industrialización, sino utilizar la industria azucarera y a su mercado seguro y estable en los principales socios económicos de Cuba, como pivote del desarrollo posterior de una industria más diversificada. Más allá de tales intenciones, el resultado fue un reforzamiento del carácter monoproductor y monoexportador de la economía cubana.

No obstante, la industria no azucarera cubana se benefició de inversiones estatales y, sobre todo en los años ochenta, aparecieron algunas producciones industriales de relativamente baja calidad, orientadas al consumo nacional. Entre los principales rubros pueden mencionarse la industria alimentaria, con producciones de lácteos, embutidos, pastas alimenticias, cervezas, rones y aguardientes, maltas y refrescos, carnes deshuesadas y en conserva, pescados y mariscos; jabonería y perfumería; textiles; pinturas; materiales de construcción; fertilizantes; ensamblaje de ómnibus, camiones, vagones de ferrocarriles, montacargas; así como aparatos electrónicos para el hogar: televisores, radios y refrigeradores.

También se inició la fabricación de combinadas azucareras, aunque hacia el final de la década comenzó su descenso. En la segunda mitad de los ochenta se apreciaban descensos sostenidos en varios de los rubros industriales no azucareros.

Con el advenimiento del llamado Período Especial, la industria manufacturera cubana entró en su más profunda crisis, debido a múltiples factores, sobre todo: obsolescencia tecnológica; alta dependencia de componentes importados; escasez de combustibles, materias primas, maquinarias y demás insumos; así como escasa capacidad de ahorro e inversión del Estado cubano, propietario de todas las fábricas industriales de envergadura.

Industria

(Foto: Cibercuba)

A ellos debe añadirse el escaso interés de inversionistas extranjeros por dicho sector ante las dificultades del país para conectarse a cadenas globales, debido tanto a las restricciones impuestas por las sanciones económicas estadounidenses como a dificultades tecnológicas.

La situación actual de la industria manufacturera en la Isla es catastrófica. De acuerdo con cifras de UNCTADStat, basadas en datos oficiales cubanos, ella ha tenido una variación promedio anual de -1,14% en el período comprendido de 1989 a 2020. Entre 1990 y 1999 fue de -1,95%, desde 2000 hasta 2009 de 3,4% y entre 2010 y 2020 de -0,3%.(3) 

La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba ha publicado recientemente el capítulo dedicado a la industria manufacturera del Anuario Estadístico 2021. El índice físico de producción de la industria no azucarera en 2021, respecto a 1989, es de 60,5, el más bajo del último lustro.

Ciertas industrias, como las de bebidas, productos del tabaco o fabricación de muebles, que en los últimos años habían logrado superar los niveles de 1989, volvieron a caer por debajo de la producción alcanzada en aquella fecha, que resultó previa al Período Especial pero que ya reflejaba una tendencia hacia el descenso. En algunos rubros, como equipos de transporte, aparatos eléctricos, papel y sus productos, cuero y sus productos, fertilizantes, productos textiles y prendas de vestir; los niveles de producción varían entre 0,1% y 8,8% del alcanzado a fines de los años ochenta.

El relanzamiento de la industria no azucarera cubana

La economía cubana en general y la industria en particular, enfrentan una grave crisis de la que no podrán salir si no se producen profundos cambios estructurales. El modelo de una industria estatal administrada centralmente probó su ineficacia porque la estatización de los medios de producción no condujo a su socialización, algo que ha lastrado toda la experiencia socialista contemporánea. No tiene sentido persistir en un modelo fracasado que lo único que hace es perpetuar y profundizar el subdesarrollo y agravar el deterioro del nivel de vida de la población.   

Con una economía esencialmente en manos del Estado, la inversión bruta fija ha sido de solo 8,28%(4) respecto al producto interno bruto entre 2000 y 2020, lo cual resulta a todas luces insuficiente para conducir a un proceso de crecimiento económico sostenido. Como es sabido, en los últimos años la prioridad inversionista del gobierno han sido los servicios empresariales, las actividades inmobiliarias y de alquiler, que incluyen todo el andamiaje de hoteles y servicios asociados al turismo; ello, a pesar de la persistencia de niveles insuficientes de ocupación hotelera.

Mientras, la industria, la agricultura, la educación y la salud han recibido muchos menos recursos de inversión. Entre 2017 y 2021, las actividades inmobiliarias y hoteleras atrajeron el 50,5% de la inversión del país, en tanto la industria no azucarera ha recibido el 11,3%, la azucarera 1,2%, agricultura 2,8%, educación 0,8% y salud 1,3%.

Industria

Más allá de los insistentes cuestionamientos realizados por algunos economistas y otros profesionales sobre lo erróneo de esta política, la dirección del gobierno no ha sido conminada a explicar sus decisiones ante los organismos de control político —como debería ser la Asamblea Nacional— o de control fiscal —como debería ser la Contraloría General de la República—, a pesar de que los errores en política económica se traducen normalmente en deterioro del bienestar de la población.

Sin duda alguna se impone una reorientación de la política inversionista del gobierno hacia los sectores productivos y aquellos que tienen un mayor impacto en el bienestar material y social. Sin embargo, hasta ahora el reconocimiento público de sus errores y el enfrentamiento de sus responsabilidades no ha sido el punto fuerte de las autoridades cubanas.

Después de una larga sucesión de errores entre los cuales vale mencionar la Zafra de los Diez Millones que nunca se cumplió, la infructuosa siembra de café en el Cordón de La Habana, el desmonte de la mitad de las tierras sembradas de caña y el cierre de la mitad de los centrales azucareros, la dolarización parcial de la economía, unidos a los defectos de los mecanismos de dirección de la economía impuestos a contrapelo de la realidad; no quedan opciones diferentes al desmonte de una economía estatizada que no funciona.

La industria cubana no tiene futuro en manos de una burocracia incompetente. Sin embargo, entregarla a manos privadas sin la existencia de mecanismos democráticos transparentes, lo único que facilitará es que la supuesta propiedad del pueblo sea feriada a favor de intereses corruptos, no importa de dónde provengan. Por tanto, será necesario pensar en la combinación de alternativas verdaderamente socialistas con el estímulo a la inversión privada.

Ello podría lograrse, entre otras medidas, mediante la creación de  cooperativas obreras en ciertas empresas industriales; establecer el control democrático y directo de los trabajadores como representantes de la sociedad en aquellas que no se establezcan como cooperativas; «equitización» de empresas industriales, como ocurrió en Vietnam, donde se convierte a los trabajadores en propietarios de una parte considerable de las acciones emitidas por las empresas; arriendo mediante contratos a largo plazo de empresas estatales o de las partes que mantenga el Estado de las empresas «equitizadas» a inversionistas y gerentes privados para su gestión.

Finalmente, es imprescindible abrir la posibilidad al sector privado nacional y extranjero de crear empresas industriales privadas, eliminando las inmensas restricciones que pesan en la actualidad sobre las micros, pequeñas y medianas empresas.

Un proceso de esta naturaleza debe producirse en el contexto de la democratización de la sociedad, de forma tal que se evite la privatización corrupta de la propiedad que la Constitución define como «de todo el pueblo», pero que no lo es en realidad si el pueblo no puede decidir sobre ella.

***

(1) Cálculos del autor a partir de datos del Tribunal de Cuentas de Cuba, citados por José R. Álvarez Díaz et al (1963) Un estudio sobre Cuba. Grupo Cubano de Investigaciones Económicas, University of Miami, página 1101.

 (2) Banco Nacional de Cuba. Programa de Desarrollo Económico. Informe 2, Ibídem, página 1102.

 (3) Cálculos del autor con base a UNCTADStat (2022) a partir de datos oficiales cubanos.

 (4) Ibídem.

30 junio 2022 24 comentarios 1.557 vistas
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Política económica

Política económica y reinserción internacional de la economía cubana

por Mauricio De Miranda Parrondo 15 octubre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Hace unos días publiqué en este medio un artículo que analizaba la inserción internacional deficiente de la economía cubana y la medida en que esta había profundizado el subdesarrollo del país.

En esencia, el patrón de especialización internacional de Cuba ha pasado de depender de la producción y exportación de pocos bienes primarios con exiguo valor agregado, y de un cuasi único comprador de esos bienes y suministrador principal de productos industriales y materias primas; a una alta dependencia de las exportaciones de servicios turísticos y profesionales. En el caso de estos últimos, que constituyen el principal ingreso de divisas, existe una gran concentración en un país receptor que enfrenta una gravísima crisis económica y un no menos importante cuestionamiento político internacional.

Con la destrucción, por obsolescencia y parálisis, de la industria nacional, el desplome de la azucarera y los graves problemas del sector agropecuario; la economía insular es en la actualidad más vulnerable y subdesarrollada que hace cuarenta años, cuando se benefició de la asistencia económica soviética.

Por estas razones, el mejoramiento de la inserción internacional de Cuba —que es imprescindible para su desarrollo dada la condición de economía abierta—, pasa necesariamente por una profunda reestructuración de la economía, que reduzca su excesiva dependencia externa respecto a una serie de bienes industriales y agrícolas que se pueden producir por sectores nacionales; al tiempo que se apunte a un mejoramiento de la calidad de esa inserción.

Motivado por el espacio, en el anterior artículo no pude adelantar ideas que generaran debates sobre lo que considero debe hacerse para reinsertar la economía cubana en la economía mundial de forma más eficiente. Aquí fundamento algunas.

Política económica (2)

El mejoramiento de la inserción internacional de Cuba, pasa necesariamente por una profunda reestructuración de la economía, que reduzca su excesiva dependencia externa respecto a una serie de bienes industriales y agrícolas. (Foto: Granma)

Impulsar la producción nacional para sustituir importaciones

En Cuba no existe acumulación de capital suficiente para asegurar una reconversión tecnológica y productiva de la industria nacional y del sector agropecuario. Entre 2016 y 2020, la variación promedio anual del sector agropecuario ha sido de -6,1%; la pesca -2,7%; la minería -5,9%; la industria azucarera -8,7%; y la industria manufacturera, excepto la azucarera, -5,8%.

Podría asumirse que dichas cifras se ven afectadas por la pandemia, sin embargo, esta solo ha agravado una tendencia que ya se manifestaba en el sector productivo cubano con anterioridad a la crisis sanitaria. De acuerdo con los cálculos realizados a partir de los datos de la ONEI, entre 2016 y 2019 la variación promedio anual del producto del sector agropecuario fue de -1,2%; pesca -2,5%; minería -5,9%; industria azucarera -8,1% e industria manufacturera, excepto la azucarera, -3,4%. Claramente, no se trata de una crisis coyuntural sino estructural del sector de producción de bienes.

Esto explica la excesiva dependencia de Cuba a las importaciones, no solo de maquinarias y equipos, sino de alimentos, bienes de consumo, materias primas y bienes intermedios en general. Revertir este escenario es posible  únicamente si se adoptan medidas que estimulen el crecimiento de la producción doméstica.

La capacidad de ahorro interno bruto del país es muy limitada. Entre 2016 y 2018 —últimos años informados por la ONEI en este indicador— el promedio ha sido apenas un 12% del PIB, a todas luces insuficiente para impulsar la inversión doméstica. La opción que queda entonces es la inversión procedente del exterior.

La última Ley de inversión extranjera y los sucesivos portafolios de oportunidades de negocios para inversionistas foráneos no se han traducido en un incremento sustancial de la llegada de capitales con propósitos productivos distintos al turismo o la minería.

Las cifras de flujos de capitales no son publicadas en los Anuarios Estadísticos. En el programa televisivo cubano Mesa Redonda del 18 de junio de 2020, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca Díaz, afirmó que «a pesar del recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos a nuestro país, se verifica un incremento del monto de IE respecto a períodos anteriores, pero aun resulta insuficiente para las necesidades de desarrollo del país».

No obstante, ni una sola cifra ha sido informada y, como tampoco se publica la cuenta de capital y financiera de la balanza de pagos, es imposible hacer cálculos.

Cuba tiene dificultades que le impiden convertirse en un lugar atractivo para la inversión extranjera directa (IED). Pueden mencionarse: inseguridad jurídica; inestabilidad y falta de credibilidad en las políticas económicas; excesiva discrecionalidad en la aprobación de los proyectos inversionistas; inconvertibilidad real de su moneda nacional en las actuales circunstancias; inmenso subdesarrollo de su infraestructura, especialmente en el campo de las telecomunicaciones; monopolio del comercio exterior y del sistema bancario, así como subdesarrollo y escasa capacidad de crédito de fomento en este último; entre otras.

Política económica (3)

Cuba tiene dificultades que le impiden convertirse en un lugar atractivo para la inversión extranjera directa (IED). (Foto: Ricardo López Hevia)

El país carece de incentivos suficientes para que empresas industriales o agrícolas del mundo establezcan sucursales con el objeto de incorporar la producción nacional a cadenas productivas internacionales. Esto, a pesar de que cuenta con una fuerza de trabajo con niveles de instrucción que posibilitan asegurar una buena capacidad de aprendizaje.

En ello influyen tanto las sanciones económicas estadounidenses como los excesivos controles gubernamentales sobre los mercados y la actividad económica en general. Como quiera que el levantamiento de las sanciones depende del Congreso de los Estados Unidos, mucho puede hacerse internamente para eliminar las enormes trabas que limitan el funcionamiento de mercados transparentes.

Una opción podría ser la inversión procedente de cubanos que residen fuera del país. Existen antecedentes del efecto positivo que han tenido sobre las economías de China y de Vietnam las inversiones de sus ciudadanos residentes en el exterior. Sin embargo, el gobierno de la Isla sigue limitando los derechos políticos de los cubanos que viven en otras naciones y mantiene arcaicas «categorías migratorias» con derechos diferentes.

Los recientes decretos-leyes que regulan el funcionamiento de micros, pequeñas y medianas empresas, excluyen la posibilidad de que cubanos que viven fuera puedan crearlas, lo que llevaría a algunos a pedir a residentes que actúen en su nombre, evidenciando la inseguridad jurídica que predomina en la creación de negocios dentro de la Isla.

El sector privado y cooperativo tienen la potencialidad de desarrollar actividades industriales, agrícolas y de servicios que podrían generar empleo, sustituir importaciones y eventualmente insertarse en cadenas productivas globales o establecer posibilidades exportadoras.

Eliminar los monopolios del comercio exterior y la banca

El monopolio estatal del comercio exterior entorpece el desarrollo de actividades comerciales a empresas privadas y cooperativas, porque las obliga a actuar en el mercado internacional a través de una organización estatal que cobra tarifas de monopolio por sus servicios, lo que excluye otras opciones en un clima de competencia sana y trasparente.

Política económica (4)

El monopolio estatal del comercio exterior entorpece el desarrollo de actividades comerciales a empresas privadas y cooperativas. (Foto: Radio Cubitas – ICRT)

El monopolio de la banca es una limitación al desarrollo del crédito de fomento, debido a que el Estado carece de los recursos necesarios para asumirlo. Autorizar el establecimiento de bancos extranjeros permitiría el acceso de capitales frescos que podrían financiar actividades productivas y de servicios. Para ello sería necesario que los bancos comerciales puedan funcionar con total autonomía bajo las regulaciones del Banco Central.

Todo esto requiere, sin embargo, del funcionamiento de un sistema monetario realmente convertible.

Establecer la convertibilidad real del peso cubano

Como he explicado en varias oportunidades, la denominada «Tarea Ordenamiento» fue mal formulada y aplicada a destiempo. No garantiza la soberanía del peso cubano en las transacciones domésticas, porque se mantiene un segmento del mercado operando en divisas convertibles en depósitos bancarios; el tipo de cambio establecido no refleja las condiciones del mercado y está sobrevalorado, lo cual tiene un efecto nocivo a la competitividad de las exportaciones.

Además, es un  tipo de cambio artificial debido a que el Banco Central no es capaz de honrarlo mediante la venta de divisas; favorece el funcionamiento del mercado negro, en el que existe un diferencial amplio respecto al tipo oficial; llevó a un ajuste artificial de precios y salarios que mantienen una brecha considerable respecto al costo de la vida; y ocurrió en medio de la peor crisis económica de las últimas tres décadas.

La convertibilidad real de la moneda permitiría la conexión de la economía nacional con la internacional, y establecer precios relativos que expresaran la competitividad real de las empresas en el escenario mundial.

En las actuales condiciones, lo más realista sería establecer un tipo de cambio flexible, de manera que el mercado cambiario funcionara de forma transparente y en pesos cubanos se realicen todas las transacciones domésticas, con curso forzoso y fuerza liberatoria ilimitada dentro del territorio nacional. Ello eliminaría la actual segregación de mercados, que limita a parte considerable de la población, impedida a acceder a bienes para los que necesita una moneda con la cual no le pagan.

Gestionar la reincorporación de Cuba a los organismos financieros internacionales

En realidad, la situación de la economía cubana es tal que requiere de una especie de Plan Marshall. El país carece de fuentes internas de acumulación para afrontar el desarrollo económico y ya no tiene un aliado «especial» que le transfiera recursos por consideraciones políticas. Sin embargo, es claro que necesita de la importación de ahorro desde otros países —preferiblemente a través de la inversión— o desde organismos financieros internacionales, no solo para afrontar su desarrollo, sino para asegurar su sobrevivencia en medio del complejo escenario vigente.

Esto nos lleva a la necesidad de que Cuba gestione su reingreso a organismos multilaterales de crédito, tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, por solo mencionar los más importantes. Para lograrlo es imprescindible negociar con Estados Unidos, porque su poder de veto impediría cualquier opción, y ello implicaría una diplomacia proactiva, orientada a la negociación y al restablecimiento pleno de relaciones entre ambos países, basadas en el respeto a la soberanía nacional.

La actual situación de Cuba es muy poco propicia para un paso de esta naturaleza, no obstante, no he querido dejar de señalar aquellos aspectos que considero esenciales para reinsertar, de forma más eficiente, nuestra economía en la economía mundial.

15 octubre 2021 28 comentarios 2.857 vistas
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industria

Industria alimentaria: desvergüenzas y memes

por Alina Bárbara López Hernández 10 septiembre 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

La ciencia no es emocional, es objetiva, me digo siempre. Hoy tengo que repetirlo cien veces antes de escribir este texto. Espero lograrlo. Es difícil, es un verdadero reto, porque vivimos en un país que desborda surrealismo.

El programa Mesa Redonda de ayer tuvo entre sus invitados al ministro de la industria alimentaria, que ofreció una de las intervenciones más desacertadas que he visto en un funcionario de su rango. Lo preocupante es que dirige un ministerio que constituye el corazón de la seguridad nacional en Cuba; más importante incluso que el MININT.

La falta de profesionalismo, poca capacidad comunicativa, evidente dificultad para leer cifras de varios dígitos, el mal uso del lenguaje y la nula sensibilidad, se unieron ayer para mostrarnos la importancia que se le confiere a un asunto de tal jerarquía. La frase: “a pesar del bloqueo” era una muletilla que el ministro repetía incesantemente, no sé si para convencernos a nosotros o a él.

Tampoco parece tener asesores competentes, porque el Power Point que utilizó tenía el mismo error en una cifra astronómica de millones de toneladas de alimentos que, según el ministro, se le garantiza a los cubanos. La descripción de la industria de la croqueta, que pasa a ser la base de todo de ahora en lo adelante, dejó asombrados a los televidentes, que se enteraron de que las gallinas decrépitas eran una especie; la biología estará de plácemes.

Como somos un país surreal, ya fue decidido que esa intervención nunca ocurrió, por eso la retiraron del muro de Facebook de la Mesa Redonda, en YouTube la editaron para eliminar el fragmento con las erróneas cifras y la explicación de las susodichas croquetas, y en Cubadebate eliminaron la palabra decrépitas, que no ofendía a las pobres gallinas sino a millones de personas.

Nosotros actuamos en tiempos digitales y los que deciden lo hacen en tiempo analógico. No son las gallinas lo único decrépito aquí. Esas estrategias de ocultamiento y negación son risibles. Ya compartimos la información en las redes, tenemos capturas de pantalla, varias publicaciones y, por supuesto, los siempre esperados memes, la adaptación de la caricatura política a épocas de internet.

La alimentación es un enorme problema en Cuba desde hace bastante, pero hoy es una cuestión crítica. Garantizar a las familias el desayuno, almuerzo y comida diarios es un drama cotidiano que implica tensiones cada vez mayores y un desgaste físico y psíquico. No se trata solo del incremento sostenido de los precios, ya inalcanzables para sectores vulnerables como los ancianos y las personas jubiladas, sino de la inexistencia de los productos más necesarios para una alimentación básica: leche, huevos, harina, carne, pescado, grasa, viandas y frutas.

La influencia de la pandemia es innegable, pero no es la única causa del desabastecimiento. Desde finales del pasado año, cuando se declaró una situación coyuntural, empezó la lucha por llevar comida a la mesa, algo que nunca ha sido fácil en este país. La imposibilidad de realizar un pago de 83 millones al Club de París, indicaba que las cajas del Estado estaban en gravísimas dificultades y que se recortaba también la importación de alimentos, cosa reconocida por el propio presidente.

La demora injustificada para concretar el proceso de reformas anunciado desde hace más de una década nos ha conducido a un callejón sin salida. La lucha contra la especulación, los coleros y otras consecuencias, jamás será un enfrentamiento a las verdaderas causas de la ruina que es hoy la economía nacional.

Los que están “por encima de la sociedad y del Estado”, que no han sido capaces de dirigirse a la ciudadanía desde que comenzó la pandemia,  deberían tener presente que la situación de las cubanas y cubanos es casi humanitaria. Cambien de una vez lo que deba ser cambiado —y no me refiero únicamente al ministro de la industria alimentaria—, que la paciencia se agota ante una mesa vacía.

Les propongo un ejercicio conjunto que podría potenciar en los que dirigen el deseo de trasformaciones rápidas: hagamos unidos las colas, luchemos codo con codo por un paquete de pollo o una botella de aceite, marquemos de madrugada para esperar que saquen algo, sudemos juntos tras las mascarillas. No vemos ya a los coleros, pero tampoco los vemos a ustedes, o a sus esposas, madres, hijos…

Necesitamos alimentar a nuestras familias, ello no es un lujo. Recuerdo un tiempo en que el primer secretario del Partido decía que los frijoles eran más importantes que los cañones. Eso no ha cambiado, pueden estar seguros.

10 septiembre 2020 130 comentarios 1.085 vistas
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academia

Inflando en la academia

por Alejandro Muñoz Mustelier 2 julio 2020
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

 El futuro, compañero

Cuba iría a ser un país industrializado, el primero de sus dimensiones y en su latitud que alcanzaría este sueño. Se necesitaban dos cosas, la industria misma: recursos y tecnología, y los profesionales. Lo primero quedaba justo en nuestro talón de Aquiles, lo segundo caía exactamente donde somos buenos.

Durante la década de los sesenta se comenzó a formar profesionales en todas las áreas posibles. En los setenta y los ochenta, con el sueño de industrialización todavía vigente, la formación de profesionales alcanzó proporciones de países del primer mundo. Luego, talón de Aquiles mediante, todo acabó y el nuevo sueño era la supervivencia nacional, sin embargo, el número de profesionales formados en Cuba lejos de disminuir para adaptarse a la nueva realidad, aumentó de forma tal que para obtener un título universitario sólo había que sentarse en una esquina y aparentar -o ser- un joven sin otra ocupación que estar sentado en una esquina.

Puede parecer hiperbólico pero de hecho era así, los trabajadores sociales recorrían las calles ofreciendo carreras a granel entre las que se encontraban Derecho, Comunicación Social y Contabilidad. Desde el punto de vista social, este fenómeno se puede aplaudir con los ojos cerrados, pero lo social, y cualquier otro aspecto de la superestructura de un país, andan montados en la despistada y poco amable economía. Actualmente en la universidad estudia casi cualquier persona que se proponga hacerlo, no hay selección racial, genérica o clasista; cuentan sólo las capacidades del aspirante. Además, el Estado tiene la obligación de ofrecer puestos laborales a todos los egresados. Inmejorable. Podemos seguir aplaudiendo.

Me gradué

Existen miles de puestos de trabajo que por su naturaleza pertenecen a técnicos, e incluso a obreros, y que paradójicamente están ocupados por egresados universitarios. Es común en estos profesionales el sentimiento de que su formación está siendo subutilizada y la impotencia al entender que más de la mitad de las asignaturas del programa de estudio que tuvieron que vencer son un recuerdo lejano de sus días de estudiantes, porque allí a donde trabajan no tienen ninguna aplicación. Los sueños de investigación, o de usar los más avanzados conocimientos (de eso se trata la academia), van cicatrizándose alrededor de la cotidianeidad.

El valor social que estos profesionales creen que tienen (y que deberían), choca con el valor real que se les da, y con el valor de sus nóminas, exiguas porque es imposible para las arcas nacionales costearse tantos y tantos universitarios. De este choque, entre lo ideal y lo real, surge una contradicción, y luego, por supuesto, una respuesta: la mayor parte de esta fuerza de trabajo termina en el área de los servicios gracias a sus facultades y a su formación, muchas veces en idiomas, protocolo y arte; o bien ejecutando una labor que en primera instancia no necesita la inversión estatal que es graduar a un universitario, y que podía ser desempeñada por un técnico.

Inflando

Podría pensarse que el nivel de desarrollo de una nación se mide según la cantidad de universitarios. En ese caso tendríamos una economía desarrollada. Lo cierto es que la cantidad de universitarios expone el nivel de desarrollo de un país y no a la inversa, desbordar la cifra de egresados tiene las mismas consecuencias que inflar la economía misma. Esta es una de las muchas razones del alto precio de los bienes de consumo, porque o bien hay que importarlos, o bien son hechos por los poquísimos productores nacionales.

El Estado no va ajeno a esta realidad, y ha configurado sus leyes para estimular la migración hacia el sector productivo, al menos de alimentos, pero los resultados son muy discretos. Es necesario formarnos en la idea de que ir a la universidad es una opción más, una opción que puede responder a vocación y capacidades, nunca a metas preconcebidas, y mucho menos a sueños ajenos, al sueño de los padres materializado en frases dichas con orgullo “mi hijo es el primero de la familia en graduarse”, “esta es una familia de universitarios”, “no voy a descansar hasta ver tu título colgado en la pared.”

También es común en los medios exponer cifras realmente impresionantes, como si en ellas le fuera la vida al país, lo cierto es que le va la vida pero no de la forma en que se cree. En la Mesa Redonda del día 7 de marzo, el Ministro de Educación Superior informó que casi el 50% de los trabajadores cubanos son graduados universitarios. Tomando en cuenta que los trabajadores de servicio, los vinculados directamente a la producción de bienes materiales, y pongamos además, misceláneas, deben repartirse el otro 50 y tanto por ciento, podemos imaginar un país muy poco productivo.

No se trata de bloquear el acceso a la Educación Superior, se trata de graduar justo lo que necesita el país. Tampoco se trata de forzar a nadie a ir al campo, es un problema de estímulos y ampliar el tradicionalismo en el ideario de profesores, padres e instituciones educativas.

La Ministra de Educación, en el mismo espacio televisivo, refiriéndose a la continuidad de estudios, dijo que todos los estudiantes tienen garantizado ese derecho, desde mi punto de vista esto es una fortaleza, y agregó que se sigue una estrategia para mejorar la vocación profesional. Ojalá eso signifique que el emprendimiento de negocios y la producción de bienes le roben cifras a las universidades.

Aclarando e intentando quitar interpretaciones peregrinas, el hecho de que la universidad en Cuba sea gratis, y de que cualquier joven pueda acceder a ella desde sus propios esfuerzos es un logro que no puede ser puesto en tela de juicio. Ojalá esta realidad no cambie, el caso está en no confundir el derecho que tiene cada joven a ser un profesional, con desbordar la academia, ya llegaremos a eso, por ahora, lo único que necesitamos se desborde en Cuba son los campos y las fábricas, luego llegaremos a lo otro y así podremos seguir aplaudiendo.

2 julio 2020 6 comentarios 475 vistas
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turismo

Turismo y arquitectura en Cuba

por Universo García Lorenzo 27 febrero 2020
escrito por Universo García Lorenzo

El domingo presupone según las diversas tradiciones un día soleado, feriado, festivo, familiar, sin preocupaciones. Así debería ser. Pero me llega un artículo sobre las nuevas inversiones hoteleras en el Caribe, donde Cuba ocupa el tercer lugar, y podría ser una noticia halagüeña de domingo. Sin embargo, las imágenes que la acompañan, ensombrecen la noticia, y mi domingo.

Los arquitectos cubanos –principalmente— clamamos por una reivindicación de nuestros derechos profesionales –que son derechos ciudadanos— de que no se nos continúe excluyendo discriminatoriamente del diseño de los nuevos proyectos hoteleros en Cuba, principal programa inversionista del país que da visibilidad a la Arquitectura.

Por 20 años los diseños de los nuevos hoteles en el turismo de Cuba han sido aportados por el socio francés del Grupo de Administración de Empresas S.A. del MINFAR la importante empresa constructora francesa Bouygues Batiment International.

Durante esos mismos 20 años, los más talentosos, expertos, jóvenes en crecimiento profesional, nuevos recién graduados arquitectos cubanos, ni han sido elegidos, ni convocados a concurso abierto o cerrado para proponer y decidir el diseño de un nuevo hotel.

Maqueta 3D Hotel 5 Estrellas Plus. Santiago de Cuba

Ninguna instancia de gobierno en Cuba responsabilizada con el hecho de que se formen arquitectos en Cuba para luego limitarles su ejercicio y aporte profesional a su propio país, han dado razones oficiales. Cuando medimos desmotivación y éxodo, ahí incuestionablemente radica una causa.

De repente, quizás por una conducción política particular en Santiago de Cuba, salió a la luz pública la noticia de que el mayor hotel de lujo en Cuba se construirá en esa ciudad, noticia acompañada de las primeras imágenes del diseño. Para sorpresa, este lujoso nuevo hotel en la simbólica ciudad rebelde, responde a un diseño propuesto y aprobado a un equipo de arquitectos proyectistas cubanos de la empresa de diseño santiaguera, dirigido por Cesar Garrido.

En su momento –pueden hallarse en mis publicaciones anteriores— dediqué varios espacios comentados a lo que se conoce en el ámbito de la Arquitectura como MIMETISMO o reproducción de determinados objetos o sujetos tomados como referencia de la realidad para expresarlos en un edificio a través de la incorporación formal de su imagen a semejanza.

Tal es el caso de este nuevo diseño, cuya expresión asume y nos presenta como imagen la Bandera Cubana, uno de nuestros mayores símbolos patrios.

La crítica especializada es un ejercicio complejo y de un componente subjetivo polémico y cuestionable. Mas no por ello debemos privarnos de ella, como recurso de conocimiento y mejora.

No soy un crítico de la arquitectura, mi principal desempeño ha sido precisamente en el ámbito del diseño arquitectónico, incluyendo varias instalaciones hoteleras en Cuba. Pero desde la sensibilidad que nos va trasmitiendo la vivencia del proceso creativo, y desde el aprendizaje permanente que nos impone el ejercicio de la Arquitectura, deseo compartir dos criterios básicos sobre este proyecto:

La buena Arquitectura Cubana, siendo inspirada en las más diversas tendencias y estilos del momento en el mundo, nos ha legado un patrimonio construido de gran versatilidad, originalidad y autenticidad. Quizás el deseo de afianzar un genuino sentimiento patriótico, condujo a utilizar la bandera como motivo, y es válido. Pero su reproducción mimética y duplicada nos lleva a cuestionarnos sobre los valores de esa propuesta.

En nuestro clima, desde la época colonial, la arquitectura y construcciones en general, han contado con un componente indispensable de adaptabilidad climática como vía y garantía del confort habitable. De esa tradición heredada de España nos llegaron los patios interiores, por ejemplo, a los que se sumaron galerías y portales, persianería y profusos aleros, el uso de celosías y brise-soleils, la ruptura de la volumetría pura con entrantes y salientes, siempre buscando la sombra y el fresco.

Las grandes edificaciones de fachadas acristaladas muy comunes en geografías de climas templados, se ha demostrado científicamente que no son apropiadas para el nuestro. La carga térmica que deberán contrarrestar el tipo de vidrio muy costoso que se emplee, y la carga de aire acondicionado que requerirá producir, también crean un criterio de cuestionamiento bioclimático, energético, económico y de sostenibilidad.

Maqueta 3D Hotel 5 Estrellas Plus. Santiago de Cuba

Puedo estar equivocado, pero creo útil exponerlo.

Y una de las razones, es precisamente la que subyace en la cuestión: la ausencia de concursos de ideas donde los arquitectos cubanos –y extranjeros— puedan confrontar –como es práctica habitual en el mundo— la valía y excelencia de diversas propuestas de diseño.

En la posibilidad continuada de la práctica profesional y en su confrontación, se basa el desarrollo del talento y del oficio técnico-creativo, que tanto necesita Cuba.

27 febrero 2020 25 comentarios 871 vistas
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Un SOS para infantes cubanos

por Yasvily Méndez Paz 20 abril 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Para los que crecimos como infantes disfrutando los muñequitos cubanos de Elpidio Valdés, Chuncha o Cecilín y Coti, resultan inverosímiles estos programas infantiles de la TV cubana que conducen a la banalidad. Ahora que no somos niños y vemos las cosas de otra manera; comenzamos a reflexionar sobre los productos infantiles que consumen niños y niñas en hogares cubanos, y los modos de actuar y pensar que formamos a través de su puesta en práctica.

¿Quiénes conforman en la TV cubana la programación dirigida a niños y niñas? ¿Los programas infantiles pasan por los sistemas de control a los que estamos acostumbrados en otras áreas? De ser así, entonces, ¿cuentan con la preparación adecuada los especialistas, técnicos y funcionarios que se dedican a esta tarea? ¿Se hace una labor consciente para analizar las consecuencias generadas en la formación de los infantes mediante la asunción de patrones alejados de la sociedad cubana que queremos construir.

Debe prestarse más atención a los diferentes códigos comunicacionales, símbolos y mensajes que se transmiten mediante los medios de comunicación a nivel internacional, el andamiaje de la industria cultural y las necesidades que se generan en la sociedad de consumo. A través de sus discursos, los medios de comunicación instauran ejes temáticos y matrices culturales que reproducen el poder hegemónico.

Cuba no está exenta de esta realidad; numerosos especialistas han analizado las implicaciones ideológicas de la guerra no convencional, los códigos culturales impuestos por el capitalismo global y las enormes sumas de dinero que se invierten en la industria cultural por las utilidades que ello genera.

En los marcos de la globalización neoliberal, infantes y jóvenes se convierten en la población más vulnerable del armazón cultural en la sociedad consumista. El consumo de mercancías no necesarias para la supervivencia contiene una re-significación simbólica; el acto de consumir se convierte en el hándicap que genera necesidades en espiral e influye en la construcción de identidades individuales y colectivas para la conformación del denominado homo consumens.

El nuevo status quo de la sociedad consumista se basa en la cultura depredadora e individualista del tener, que incentiva el consumo irracional y desmedido de productos superfluos, a expensas de los daños al medio ambiente o la humanidad en general. El consumismo ha sido conformado como una necesidad que aliena al homo consumens, lo convierte en un ser pasivo, sin deseos de participación real, y estructura brechas cada vez más crecientes en la producción de bienes y servicios entre ricos y pobres.

El colonialismo neoliberal del siglo XXI remarca diferencias culturales, ideopolíticas y socioeconómicas que obedecen a la vieja polémica entre centro versus periferia, desarrollo versus subdesarrollo y civilización versus barbarie. En los actuales intereses geopolíticos, la industria cultural se ha convertido en un instrumento indispensable para someter a las sociedades subdesarrolladas o en vías de desarrollo; de ahí, que la aplicación de políticas culturales dirigidas a infantes y jóvenes ocupe espacios fundamentales.

«Lo esencial es invisible a los ojos», frase paradigmática de El Principito que encierra un halo de sabiduría de ineludible importancia para nuestros niños y niñas. En cambio, invertimos tiempo en transmitir muñes y programas infantiles rodeados de violencia, impregnados de fútiles alabanzas al uso banal de las redes sociales, o donde se resaltan símbolos y códigos importantes de otras culturas, desaprovechándose el potencial que representan valores históricos, culturales y simbólicos de la cultura nacional cubana.

¿Y qué podemos decir de aquellos programas infantiles que remarcan patrones tradicionales de género? Muñes que cosifican a las mujeres como objetos de belleza, reducen sus proyectos de vida al matrimonio mediado por intereses económicos, las legitima como el sexo débil que el hombre debe proteger, y reproduce una realidad ficcionada de princesas y príncipes «buenos», «honestos» y «altruistas», sobre la base de patrones de belleza y estatus económico, como modelos ideales de comportamiento a alcanzar.

La comunidad científica ha demostrado la falsa neutralidad de la ciencia y la tecnología; el uso de las TICs constituye una oportunidad útil para Cuba, si se dirige a la construcción de saberes y valores educativos para la sociedad, donde jóvenes, niños y niñas deben ser priorizados.

Los medios de comunicación constituyen vías certeras para la reproducción de juicios de valor y sistemas normativos, pero debemos aprovechar su papel socializador en la construcción de subjetividades para generar productos culturales que fortalezcan la cultura e identidad nacional, a través del reconocimiento de lo autóctono, en detrimento de imponer lo foráneo como cultura dominante.

Para su logro, se deben alcanzar los niveles de conocimiento en los implicados; sólo así podremos acudir al llamado del S.O.S. para los infantes cubanos. 

20 abril 2019 9 comentarios 435 vistas
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El desprecio al capital nacional

por Consejo Editorial 20 enero 2015
escrito por Consejo Editorial

miradasalaeconomiacubana

Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu) Twitter: (@RobertoPeralo)

La aprobación de la Ley de Inversión Extranjera (1) crea condiciones favorables para reanimar la economía cubana utilizando en capital foráneo. Pero existe una marcada tendencia en el pensamiento económico cubano, no solo de los dirigentes del gobierno sino también de muchos economistas y empresarios, de subvalorar y menospreciar al Capital Nacional.

Las declaraciones de la viceministra de Comercio Exterior Aida Chávez (2) hacen creer todo lo contrario: “Cuba modificará sustancialmente la estructura de sus servicios gastronómicos en los próximos años, con el paso gradual y ordenado de esa actividad a manos del sector no estatal”… “La decisión (…) pretende modernizar una actividad que requiere hoy servicios con la calidad y seguridad que merece el pueblo cubano y los turistas que nos visitan”.

Si la esfera productiva es la que más aporta al crecimiento económico y las autoridades reconocen la eficiencia con que trabaja este sector ¿Por qué solo limitar la participación del sector no Estatal a la esfera de los servicios? ¿Cuánto potencial existirá en el sector productivo que no se está explotando, por cuestiones subjetivas?

Conocer el triste final de la Empresa Estatal “1ro de Mayo“ del municipio Unión de Reyes, mas conocida como la “Fundición“, me reafirma que en temas económicos nos ha faltado creatividad y visión. Esta industria, con más de 40 años de experiencia, contaba con toda la infraestructura material, técnica y de recursos humanos capaces de diseñar, construir y someter a prueba todo tipo de piezas para lo centrales azucareros.

Se llegaron a diseñar y fabricar equipos de alta complejidad técnica, un ejemplo de ellos son las bombas de vacíos rotatorias, que no se hacían en ningún lugar del país y hoy se están importando. Esa industria generaba más de 11 mil empleos. La materia prima fundamental que utilizaba es el hierro, existente en Cuba. La única materia prima que se importaba era el carbón que se utilizaba para derretir los metales.

Cuando inicio el proceso de “reestructuración de la Industria azucarera“, (3) se decidió cerrar la fabrica. Algunos equipos fueron trasladados para otros lugares, otros fueron saqueados y robados, la inmensa mayoría se pudrieron en los talleres.

Alberto Perret Ballester quien trabajó en esos talleres desde que era un joven. Nos cuenta que cuando se dio el problema en la termoeléctrica Guiteras de Matanzas y Fidel iba casi todos los días allí, recuerda haber leído en el periódico que habían traído un barco de Francia con tubos de hierro fundido …“Yo leí aquel artículo y decía: caramba, hacer esos en Francia debe de haber costado una barbaridad y traerlos para acá dos barbaridades. Y todo eso se hacía en esa empresa, desde una pieza simple de acero“.

Si ya no era de interés del estado cubano dicha industria: ¿Por qué dejarla que se destruya de esa forma? ¿Por qué no se la entregaron a sus trabajadores y se organizó una cooperativa? ¿Por qué convocar solamente al capital extranjero para el rescate de la capacidad productiva de nuestra economía?

Cuando el Che era Ministro de Industria convocó al movimiento obrero que participara de forma directa en distintos proyectos de industrialización y estos aportaron el 4% de sus ingresos para crear un fondo de inversión. También sin ningún tipo de prejuicio llamó a la burguesía nacional a estos planes y se aprobó la primera reforma tributaria con estímulos suficientes para atraer al capital industrial nacional.

Son otros los tiempos y las circunstancias también son diferentes. Hay que aprovechar el potencialidad y las ventajas competitivas de las formas de gestión no estatal, liberarlas de todas las barreras burocráticas para su desarrollo. No limitarlas solo a algunas ramas de los servicios.

En el modelo económico cubano “que alguien está diseñando“ tiene:
• Que existir espacio para que los ciudadanos CUBANOS con proyectos e ideas económicas, encuentren un marco legal favorable para desarrollarlo. • Que vean a las empresas estatales como su mayor aliados.
• Que estos proyectos sean la base productiva del país.
• Que se conviertan en el eslabón primario del encadenamiento productivo.
• Que se conviertan en los principales prestadores de servicios de las empresas estatales. • Que exista una banca flexible capaz de ayudar financieramente esos proyectos.
• Que los empresarios junto a los trabajadores asuman de conjunto los riesgos financiero que todo nuevo proyecto económico enfrenta.
• Que el Estado cuando no sea capaz de hacer rentable una industria, en vez de destruirla, socialice la propiedad de dicha industria y la ponga en manos de sus trabajadores, sin ningún tipo de prejuicio.

Si ninguna de estas ideas contradicen las bases reales del socialismo. ¿Por qué serán tan difícil de aplicarlas?

(1) http://wp.me/pRuWw-2F4
(2) http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article2165007.html (3) http://jovencuba.com/2014/03/06/la-azucar-que-sabe-amarga/

20 enero 2015 103 comentarios 295 vistas
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Una solución para la agricultura cubana

por Consejo Editorial 15 abril 2014
escrito por Consejo Editorial
agricultura-campesino-11-cuba-foto-abelrojas

Foto Abel Rojas. Tomada de 2013.12.02 – 10:36:26 radiorebelde.icrt.cu

Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu)

Cuando uno analiza las estadísticas de los últimos años en la producción agrícola se percata de la diferencias que existen entre las distintas formas en que se manifiestan las relaciones de propiedad. Las que registran una mayor eficiencia son las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y las pequeñas propiedad privada.

Ambas formas de propiedad producen el 57% de la producción total de alimentos del país, con tan solo el 24% de la tierra cultivable. Registran solo el 3.7 y el 1.7 %, respectivamente de la tierra reportada como ociosa. Producen el 56% de leche (el Estado produce el 15%), disponen de más del 55% de las vacas en ordeño y más del 50% del ganado vacuno existente, poseen el 59% del ganado porcino.

No es la solución mágica para solucionar todos los problemas pero la agricultura cañera y la no cañera así como la ganadería debieran estar gestionada por pequeños agricultores. La experiencia piloto, que ha tenido un éxito irrefutable es la industria del tabaco. En este artículo expliqué como se combinaron tres formas de propiedad muy distintas (privada, estatal y mixta), en el ciclo productivo de uno de los rublos exportables de mayor éxito en Cuba, donde la base productiva era gestionada por privados.

Esta experiencia debiera de servir para extenderla a la industria azucarera, al Café, a la producción de Leche y la de carne. Probemos hacer las cosas de forma diferente si queremos tener un resultado diferente al que hoy tenemos.

15 abril 2014 108 comentarios 371 vistas
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