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huelga de hambre

Leonardo

Leonardo y yo

por Norma Normand Cabrera 3 mayo 2021
escrito por Norma Normand Cabrera

El 2015 tuvo al concurso televisivo La Neurona Intranquila como denominador común: Leonardo Romero Negrín comenzó a competir en La Liga Juvenil —en un maratón de programas que se extenderían por más de dos años—, y yo participé en la temporada 5 para adultos. Los dos resultamos ganadores en nuestras respectivas competencias. Antes de conocernos personalmente nos seguíamos y admirábamos, pero eso lo supimos después.

Comencé a asistir a las grabaciones de La Liga Juvenil, en parte por apoyar a los muchachos, en parte por mantenerme vinculada a un espacio que tantas satisfacciones me dio. Allí conocí a Aixa, su mamá, profesora de Español y Literatura de un instituto preuniversitario. Desde el inicio me llamó la atención el vínculo tan estrecho de cariño y compenetración que existía entre ellos.

De la mano de su madre, Leo conoció el teatro, el cine, los museos y las galerías de la ciudad. Por ella disfrutó sus primeros libros y se convirtió en un lector feroz. Iban juntos a todas partes, como dos novios. Sin sobreprotegerlo, ella estaba al tanto de sus pasos, de su rendimiento escolar, de sus intereses.

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La autora y Leonardo en el extremo izquierdo, con Baudilio Espinosa y un grupo de amigos «neurófilos» (Foto: Cortesía de la autora)

Vivían en La Habana Vieja, en un apartamento pequeño. Era el último piso de un edificio muy antiguo, de esos a punto de derrumbarse, adonde no llegaba el agua por las cañerías. Para tenerla en la casa, debía cargarla desde abajo, en faenas largas y pesadas. Los dos, madre e hijo, porque eso también lo hacían juntos.

Leonardo fue un niño pobre. Pobre y humilde, términos que suelen confundirse, pero que no son idénticos. Nunca le importó. Fue enseñado a disfrutar lo que tenía y, desde muy pequeño, sus amigos fueron su mayor riqueza: niños pobres como él, después adolescentes pobres como él, más tarde jóvenes pobres como él.

Se iban juntos a la playa, o a algún concierto de esos en una plaza o un parque, y eran felices. Como cuando llegaron muy temprano a la Ciudad Deportiva para ver a los Rolling Stones en su notoria presentación en Cuba. En esa ocasión, tuvo la suerte de que cayeran en sus manos dos de los emblemáticos pullovers que los músicos lanzaron al público. Supieron también sus compañeros del talento y la paciencia que mostraba al repasarles las asignaturas que les ofrecían dificultad. Sin pretextos, sin regaños, sin apuro.

Su pasión primera, sin embargo, era estudiar. Formarse como Físico teórico era su vocación, su sueño. A ello dedicaba sus mayores energías. Varios concursos municipales y provinciales lo vieron participar y ganar. Por eso, obtuvo el derecho a cursar el duodécimo grado en el Colegio San Gerónimo, de la Universidad de La Habana, excluido de realizar las pruebas de ingreso.

Antes, tuvo que cumplir el Servicio Militar Activo en el Combinado del Este, todo el tiempo haciendo guardias de madrugada. Llevaba libros para que lo acompañaran en su vigilia obligada. Me contaba que así se entretenía, que el tiempo pasaba más rápido. Allí padeció de una lesión de rodilla que le costó un ingreso; sin embargo, no causó baja, cumplió hasta el final con su reclutamiento.

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(Foto: Tomada del perfil de Facebook de Leonardo Romero Negrín)

Hallaba gracioso que visitara mi casa y pasara horas conversando conmigo de Historia y de Física con mi esposo. No eran comunes en un joven su amabilidad y paciencia para con las personas mayores. Su interés por el conocimiento era ilimitado. Nunca estaba apurado: afuera lo esperaba su bicicleta, eterna compañera de viajes extraordinarios. Me enseñó a jugar Scrabble, que desde entonces practico. Yo intentaba tener un flan preparado para brindarle cuando venía.

La cuarentena, con su necesidad de inmovilidad y distanciamiento, hizo que el teléfono fuese nuestra única vía de comunicación. No me faltaron sus llamadas, ni su ofrecimiento a hacernos los mandados, o buscarnos algo en algún lugar. En su bicicleta, claro. O hasta caminando, si fuera preciso.

Demoró Leonardo en tener un teléfono móvil. No lo exigió, sabía que lo tendría cuando sus padres pudieran comprárselo. No se quejaba por ello. Tampoco tenía computadora. Cuando fue campeón de la Liga Juvenil de La Neurona se ganó un Tablet. Recuerdo su cara feliz, su sonrisa grande, cuando lo recibió. Se ganó también un fin de semana en Varadero, adonde fue con su mamá. Nunca había salido de La Habana.

He dicho que con Leonardo hablábamos de Historia. Más específicamente de Martí, de quien siempre quería saberlo todo. Éramos entonces dos estudiosos, dos amantes del Apóstol, para los que el tiempo no parecía transcurrir. A veces me llamaba para precisar una fecha, una cita, un personaje. Como todo maestro que se precia de serlo, si en ese momento no podía darle la respuesta, lo llamaba yo después. Con su dulzura y bondad características, esperaba por mí.

En agosto pasé por una situación personal que me sumió en el más atroz de los dolores. Sé que Leo lloró conmigo. Que sufrió, que hubiera dado cualquier cosa por devolverme la sonrisa. Ahora sufro yo por él. Y lloré cuando vi el video donde se observa a Leonardo siendo detenido tras sacar un cartel, un rústico cartel que dice «Socialismo Sí, Represión No».

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(Foto: Tomada de Facebook)

De haberlo enarbolado un estudiante universitario como él, en una manifestación de cualquier lugar del mundo donde Socialismo fuese una mala palabra, hubiera sido señalado como ejemplo, como un joven que quiere lo mejor para su país. Leonardo también quiere lo mejor para su país. Y un país mejor, donde «la ley primera de la República sea el culto a la dignidad plena del hombre».

La mamá de Leo me contó que él nació en medio del ciclón Irene, el 14 de octubre de 1999. Al salir de alta del hospital, con su niño en brazos, el fotógrafo de un medio de prensa le tomó una foto, que salió publicada en primera plana. Era el 20 de octubre, Día de la Cultura Cubana. Ahora se ha desatado también un ciclón alrededor de Leo: un ciclón de amor, de solidaridad, de defensa de la verdad, de voces que se alzan para pedir sensatez acerca de un joven cubano que se atrevió a alzar la suya en un reclamo colectivo: «Socialismo Sí, Represión No».

2 de mayo de 2021

3 mayo 2021 70 comentarios 8k vistas
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Socialismo - represión

Socialismo sí, represión no

por Consejo Editorial 1 mayo 2021
escrito por Consejo Editorial

Desde hace casi una semana, el ciudadano cubano Luis Manuel Otero Alcántara, miembro del Movimiento San Isidro, se ha declarado en huelga de hambre y sed. Como condición para desistir de su protesta, ha formulado al gobierno un grupo de exigencias y utiliza su propia vida como mecanismo de presión.

En estos días varios han sido los reportes sobre su salud. Por ejemplo, en la tarde de ayer, a solicitud del cardenal Juan de la Caridad García, arzobispo de La Habana, el canciller de la arquidiócesis, Mons. Ramón Suárez Polcari, lo visitó para pedirle que desistiera de la huelga, pero no tuvo éxito. Se confirmó que la salud de Alcántara ha sufrido un notable deterioro, que pone en peligro su vida.

El equipo de La Joven Cuba considera imprescindible que se den los pasos necesarios para que esta situación no tenga un desenlace fatal. Debe ser prioridad del gobierno de la República preservar la vida de todos sus ciudadanos, independientemente de cómo piensen o se manifiesten. Evitar un suicidio es en este caso lo más importante.

Igualmente en el día de ayer fueron reprimidos en el habanero boulevard de Obispo un grupo de manifestantes, jóvenes en su mayoría. De los muchos videos que han circulado en las redes, se destaca el que muestra la brutal detención de un muchacho que portaba un cartel con la frase: «Socialismo sí, represión no».

El joven de 22 años, excelente estudiante de la Universidad de La Habana, fue arrastrado hasta la patrulla por policías y agentes de la Seguridad del Estado después de gritar esa consigna. De él seguramente no podrán decir que lo paga la CIA, o que es un marginal, o que tiene cuarto grado. De hecho, ni siquiera podrán decir que es de derechas.

La represión desatada por parte del Estado/Gobierno contra toda forma de disenso político –de izquierda, de derechas o sin signo alguno– es absolutamente incompatible con cualquier pretensión humanista. Asimismo, no encuentra justificación en las arcas de la CIA o de la NED.

No hay mejor camino para acabar con el socialismo en Cuba que el de la represión, la brutalidad y el atrincheramiento. No tienen justificación legal ni moral estos actos que atentan contra la vida y la dignidad de los ciudadanos.

Una República donde la ley se vulnere constantemente está condenada al caos. Es de ilusos no darse cuenta de que con tal grado de violencia y polarización se puede llegar a un punto sin retorno.

1 mayo 2021 73 comentarios 6k vistas
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Es difícil ser “disidente” en Cuba

por Consejo Editorial 4 junio 2011
escrito por Consejo Editorial
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¿Será Guillermo Fariñas preparándose para la próxima huelga de hambre?

Por: Osmany Sánchez

Recuerdo que hace algunos años un amigo de paso por la provincia de Matanzas, se burlaba de mí porque decía que nada de lo que yo le había descrito de mi ciudad era cierto. Me criticaba por ejemplo la falta de ofertas gastronómicas en el centro de la ciudad.

Si Yendri, viene ahora a Matanzas no la conoce, pues la realidad hoy es muy diferente, no sólo por la cantidad de lugares donde se puede merendar o almorzar sino por la variedad de los precios (ojalá sigan bajando). A eso debemos sumarle además la posibilidad de adquirir productos que no se encuentran en nuestras tiendas y todo en moneda nacional. Los precios deben seguir bajando pero el primer paso es que estén, que existan.

Ayer escuchaba una conversación, no es que sea chismoso es que estaban al lado mío (bueno en realidad presto mayor atención a este tipo de conversación pues me permite estar al tanto de lo que piensa la gente) en la que al responder a la pregunta de “¿y el viejo qué?” el otro respondía “Ahí tranquilo, contento con su puestecito de  viandas”.

Estoy seguro de que ese hombre no se hará rico vendiendo viandas pero está contento con lo que hace. Lo mismo sucede con los que manejan autos particulares o los que tienen una paladar. Están haciendo lo que les gusta y ven el fruto de

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4 junio 2011 427 comentarios 685 vistas
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