La reciente publicación en El Estornudo del texto «Fernando Bécquer: Cinco denuncias de abusos sexuales», de la autoría del periodista Mario Luis Reyes, ha traído al espacio público un tema inusual en Cuba: acusaciones por acoso sexual.
Las historias de cinco mujeres que refleja el texto se han multiplicado en otras que permanecieron en el doloroso silencio de las víctimas durante años. Una de ellas, la de la reconocida escritora Elaine Vilar Madruga, se convirtió además en denuncia formal ante la Fiscalía y ha recibido el apoyo y acompañamiento de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
En torno al tema, las reacciones han variado considerablemente. Al inicio fueron politizadas al afirmar que tenían el objetivo de atacar a la Revolución, recurso al que recurrió incluso el propio Bécquer. Sin embargo, con el paso de los días se sumaron declaraciones de apoyo a las víctimas, no solo de artistas, personalidades, medios y ciudadanos, sino también de instituciones como el Centro Cultural Pablo de la Torriente y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

(Imagen: Horizontes Blog)
Lo sucedido refleja la importancia cardinal del periodismo en la sociedad. Ya sean estatales o independientes, de izquierda, centro o derecha; los medios tienen entre sus funciones la de visibilizar problemas de la ciudadanía a fin de que sean atendidos. Desconocer una denuncia por el lugar en que fue publicada, es como matar el mensajero que trae en sus manos una carta que requiere toda la atención. En este caso, aun cuando muchos flechazos fueron dirigidos en su contra, el mensajero cumplió su misión.
Trascender el esquema maniqueo de enemigos/amigos, es un imperativo de nuestras instituciones y organizaciones, así como una muestra de madurez cívica. Por otro lado, intentar politizar algo tan delicado como una denuncia de acoso sexual o violación, refleja una insensibilidad y oportunismo dignos de todo rechazo.
No obstante, son varios los actores políticos que han intentado ideologizar la denuncia, desde los que la descalificaron por su publicación de origen hasta quienes tratan de utilizarla para una agenda opositora. Ambas conductas son reprochables y desvían la atención de aquellas que deben ser escuchadas y acompañadas en este proceso de acusación pública: las víctimas.
También hacemos notar la selectividad con que nuestra esfera pública y algunos medios priorizan unos casos de acoso sexual sobre otros. Esta no es la primera figura con acusaciones similares y tal escrutinio debería extenderse a otros casos. La credibilidad de los medios que en el futuro profundicen este tema depende de su capacidad de evitar sectarismos e investigar a todos los acosadores, independientemente de sus preferencias políticas.
Al texto publicado debe reconocérsele no solo la oportunidad que brinda a las víctimas para que se haga justicia, sino también poner este tema en el ojo público y permitir una conversación largamente pospuesta.

Fernando Bécquer
Como en otras ocasiones, La Joven Cuba se coloca al lado de las víctimas. Esperamos que las instancias constitucionalmente encargadas de llevar a cabo las investigaciones lo hagan con independencia de cuestionamientos ideológicos y que la justicia se imparta del único modo posible: sin condicionamiento alguno y como dictan las leyes de la República.
La justicia en lo legal y la solidaridad en lo espiritual, son lo único que puede, en parte, resarcir el daño ocasionado. Ni las instituciones, la ciudadanía, o la sociedad civil; ninguno de nosotros puede estar de espaldas a un tema tan sensible. Investigar a fondo lo ocurrido, frenar el acoso, castigar a los culpables y acompañar a las víctimas es responsabilidad de todos si queremos un mejor país.
A las víctimas, La Joven Cuba sí les cree.