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Fiscalía general de la república

Derecho

El Estado de Derecho no va a ser el imposible cubano

por Redacción 24 octubre 2022
escrito por Redacción

El caso del Doctor en Ciencias Jurídicas René Fidel González García —profesor privado de su condición en la Universidad de Oriente después de que el ministro de Educación Superior, José Ramón Saborido Loidi, le revocara la categoría de profesor Titular y la de docente universitario, con el argumento de que había perdido prestigio social por realizar publicaciones en las redes sociales y en distintos medios y sitios digitales—, es uno de los más importantes casos de exclusión de docentes por motivos políticos ocurridos en Cuba en los últimos años.  

Los hechos, ocurridos en 2016, desencadenaron un proceso de reclamaciones sobre violaciones de la legalidad y denuncias de presuntos actos delictivos ante la Fiscalía General de la República. Que algunas de estas denuncias estuvieran dirigidas contra un miembro del Consejo de Estado, puede explicar que el órgano encargado de velar por la legalidad en Cuba dejara de tramitarlas.

Desde entonces, y durante años, el ex docente ejerció sistemáticamente el derecho constitucional de Queja y Petición ante la Fiscalía para restablecer el debido proceso y la legalidad. El último de esos ejercicios de derechos, ante el silencio del órgano encargado de velar por la legalidad en Cuba, fue hecho ante el Presidente de la República, Miguel Mario Díaz Canel, e iba, por esa razón, dirigido contra la propia Fiscalía General.

A pesar de que el Presidente de la República, en respuesta a esa última queja, indicara la atención por parte de la Fiscalía, ello nunca sucedió. Tal violación de un derecho constitucional ocurrió estando en vigencia la Constitución del 2019. Con la entrada en vigor, en el verano de 2022, de la Ley de Amparo de los Derechos Constitucionales, el profesor, autor entre otros libros de Ciudadanía, República y Revolución: los desafíos de la ciudadanía en Cuba, ha continuado su lucha.

La Joven Cuba lo entrevista con el fin de que este caso, y sus más recientes cambios, sean de amplio conocimiento por parte de la ciudadanía, la opinión pública y los profesionales de la esfera jurídica.

***

¿Cómo sucedieron los hechos que desencadenaron su separación de la Universidad de Oriente?

Yo creo que no se puede hablar de hechos que desencadenen la cancelación de mi condición de profesor universitario. No hay tales hechos. Yo era en ese momento profesor en activo, que cumplía con sus funciones docentes, estaba evaluado de Excelente consecutivamente, ocupaba además responsabilidades en el proceso docente educativo como profesor principal de año —es decir, era un funcionario nombrado por la rectora mediante Resolución— y profesor guía. Era también miembro de tribunales de categorías docentes y del Consejo Científico de la Facultad de Derecho.

Lo segundo es que no se me expulsa de la Universidad. En realidad, se me priva de la categoría de profesor Titular y de la condición de Profesor por una causal legal que se refiere a la pérdida de prestigio. Esta causal está regulada en el Reglamento de Categorías Docentes, tanto en el vigente en aquel momento como en el actual.

Los profesores, como otras profesiones, tienen que gozar de un prestigio. El problema es que en mi caso no solamente gozaba del prestigio, más cuando además ocupaba esas responsabilidades, sino que la revocación se hizo violando todo el procedimiento que la norma jurídica establece. Tampoco es que tuvieran otra forma de hacerlo, no podían en mi caso someterse a cumplir el procedimiento sin evadir el obstáculo que tenían enfrente: precisamente mi prestigio como docente y educador.

Una categoría docente que se otorga mediante rigurosos ejercicios pedagógicos, metodológicos y científicos, no se revoca de cualquier manera. Existe también un procedimiento para revocarla, mucho más por una causal tan subjetiva. Se presentan hechos, se da conocimiento a las partes, se permite presentar pruebas y descargos a ellas, se nombra un tribunal para conocer del caso.

Todo eso fue violado en mi caso, y lo que se hace no es público, ni legal y mucho menos transparente. Lo que sí existe es un proceso de persecución que proviene de Marta Mesa Valenciano, rectora en aquel momento. Ella indica crear una comisión en la Facultad por mis publicaciones en La Joven Cuba, Rebelión y Sin Permiso. Cuando se me comunica, lo rechazo, digo que no voy a hablar con nadie, que esto se tiene que discutir, por su naturaleza, en el Partido; y entonces, a lo largo de dos o tres meses, se crean dos comisiones partidistas que analizan mis artículos y concluyen que su contenido no supone ninguna violación.

Derecho

Martha del Carmen Mesa Valenciano, presidenta de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. (Foto: ANPP)

La rectora, que es la que promueve todo, se frustra. Dos comisiones seguidas y de distinta composición concluyen, dictaminan, que no hay problemas con el contenido de mis artículos. Lo hace además el pleno de los militantes, es un tema de consenso. Este es un hecho que no puede ser negado. Entonces ella opta por usar el procedimiento de revocación de categorías docente de una forma muy burda e ilegal, y le solicita al ministro de Educación Superior quitarme la categoría docente. Es por eso que, una vez el ministro dicta una Resolución favorable a esa petición y en la que de paso declara ilegalmente que no es apelable, acudo por primera vez a la Fiscalía.

Esta, como institución, debe velar por el cumplimiento de la Ley, de la legalidad. Toda esta historia es la de un profesor que le dijo a sus estudiantes: «Tranquilos, ellos tienen que respetar la Ley». Eso es lo que enseña un profesor de Derecho en cualquier parte del mundo. No tiene sentido otra cosa. Lo que he hecho durante más de seis años ha sido por no defraudar a mis estudiantes, por hacer valer el respeto a la Ley, porque sea real lo que les enseñaba junto a mis otros compañeros de claustro como profesor de Derecho.

No es algo que se haga por vanidad, o por resentimiento; se hace por coherencia y consecuencia, por compromiso con ellos, a lo que enseñamos en las facultades de Derecho de todo el país: que no hay nada ni nadie por encima de la Ley; que la Constitución, el respeto a los derechos, y la justicia son bienes públicos y preciosos.

Toda esta lucha porque las instituciones y funcionarios del Gobierno y el Estado Cubano respeten las leyes que están obligados a cumplir, es realmente para mí una clase, una que de forma terrible y costosa, sacrificando mucho, he impartido durante estos años. Yo no lo veo de otra forma.

¿Qué respuesta recibió de parte de sus alumnos y otros compañeros de trabajo?

Ellos, mis alumnos y compañeros, han estado ahí todo el tiempo. Algunos eran muy jóvenes, cursaban el segundo año de la carrera, y cuando les llamaron para firmar una presunta declaración de la FEU en la que yo era descrito como algo terrible —un recurso al que había acudido la rectora ante la imposibilidad de que el claustro de la Facultad y los militantes la secundaran— se negaron. Los presionaron, les dijeron que yo era un agente de la CIA, que era un mercenario —todo esto está explicado en Mercenario y Solo la verdad es revolucionaria, publicados en La Joven Cuba y replicados en otros medios— y ellos rehusaron firmar aquella infamia.

Ese documento lo elevaron al Ministro con las pocas firmas que lograron obtener, pero resultó ser un texto secreto, que fue escondido: el Partido de la Facultad lo solicitó y tardaron tres meses en dárselo, no tenían el valor de mostrarlo por la repugnante carga de mentiras que contenía.

Entonces serían mis alumnos, junto a estudiantes de otras carreras y universidades, y profesores de muchísimo prestigio; los que casi tres años después —frustrados ante la inacción de la Fiscalía a mis denuncias y ejercicios del derecho de Queja y Petición—, quienes escriben una carta al presidente Miguel Díaz Canel y se la envían por Twitter. Fueron los ya graduados, ellos deciden que ningún estudiante en activo la suscriba por las represalias que se pudieran tomar. Son personas de extraordinarios valores, muy nobles, pero también excelentes profesionales.

Por enviar esa carta al presidente, que nunca recibió respuesta, fueron entrevistados por la Seguridad del Estado y funcionarios de las instituciones en las que trabajaban. En dichas entrevistas volvieron a insistirles en que yo era un agente de la CIA, un mercenario, en ese mantra de descrédito que han repetido como si una mentira pudiera ser real por el solo hecho de decirla.

Los muchachos no desistieron, no se doblegaron a pesar de ello. Haber contado con su apoyo ha sido un privilegio para mí. No sé cuántas veces su sensibilidad y respeto ha sido mi único sostén. Lo que he hecho hasta hoy es por no defraudarlos, a su dignidad y decencia. Creo que es lo que hace un Profesor. No se puede enseñar valores, principios, y luego defraudarlos.

Derecho

Universidad de Oriente

¿Por qué se tildó de manipulador por la Universidad de Oriente el uso del término «expulsión»? 

Es una forma de decirlo, de expresarlo. Pero hay que tener en cuenta que pasaron cosas increíbles. Entre el personal de seguridad y protección de la Universidad, la administración circuló durante un tiempo fotos mías para impedir que entrara al centro. Saber eso fue asombroso para mí. Nunca más volví. El Día del Educador todavía van los antiguos estudiantes —han pasado seis años ya— a mi casa, e incluso me visitan estudiantes actuales, o me envían solicitud de amistad en las redes sociales y me escriben, me consultan.

Pasaron otras cosas. Funcionarios del Partido intentaron en varias ocasiones que se me expulsara de la UNEAC y también de la Unión Nacional de Juristas de Cuba. Hay una historia precedente en Cuba que explica lo que ocurre con alguien cuando es acusado, o colocado en una situación como la que yo he enfrentado; pero también hay experiencias, claves para resistir sin amargarse, sin ser derrotado.

La resistencia frente a la arbitrariedad y el despotismo; frente a los desastres que recurrentemente han causado entre nosotros la intolerancia, el oportunismo y el extremismo, es un legado que otros te dejan, y uno puede nutrirse de él. Las cosas cambian. Personas muy decentes y honradas se opusieron a los intentos de expulsarme de esas organizaciones, a las que aún pertenezco.

No han cesado esos intentos, pero ellos hasta ahora no han cedido, y es admirable para mí. Las personas que practican la decencia como forma esencial de coherencia personal, de sus valores, suelen ser la mayor parte de las veces irreductibles en cuestiones como estas. Eso lo sé por ellos, han sido mis profesores, y no son pocos.

¿Cuáles considera que fueron las mayores incongruencias del proceso?

Las de base ya las expliqué. Son las violaciones que comete la que en aquel momento era la rectora, o que se cometen por indicaciones de ella y luego el ministro avala. Ahí hay también presuntos delitos de falsificación de documentos públicos, de abuso de autoridad, etc. Yo presenté denuncias de ello ante la Fiscalía. No fueron nunca respondidas, y mi apreciación no era como parte afectada. Soy un profesional del Derecho, hago un examen de los hechos. Cuando denuncio es porque la única forma en que es posible hagan ciertas cosas es cometiendo delitos.

De modo que cuando, por ejemplo, una persona afirma cuestiones que causan un perjuicio, que tienen una consecuencia jurídica, como las acusaciones de mercenario, ocurre un delito. Es cuestión de tener testigos de que esa difamación acaece en un momento, y que ello resulta en un daño. Lo mismo pasa cuando se extraen documentos de un expediente, hay un delito de falsificación de documentos. Todo eso aconteció.

Eso es inobjetable, pero debe ser probado en juicio, mediante un proceso penal. Para iniciarlo es que se hacen las denuncias. Por esa ética profesional es que yo hablo hasta hoy de presuntos delitos, o de presuntos delincuentes. No basta con creerlo, tampoco con tener pruebas y testigos, eso debe ser probado ante un Tribunal. Otra cosa es que el órgano que las recibe y debe sustanciarlas en un primer momento, como la Fiscalía, ni siquiera las responda, o las archive escandalosamente.
Lo que hice fue presentar recursos legales en la Fiscalía contra las ilegalidades cometidas por la Universidad y el ministro, y luego múltiples ejercicios del derecho de Queja y Petición en la medida que los diferentes niveles de la Fiscalía de la República hacían silencio, hasta llegar a la fiscal general y luego al presidente de la República.

DerechoCada uno de los ejercicios del derecho de Queja y Petición que ejercí durante estos años —en los que describía las violaciones de la legalidad que habían sucedido, o que se incorporaban a medida que cada nivel jerárquico hacía silencio—, presentaba como única petición que fueran respetados el debido proceso, la legalidad y la Constitución. Eso fue lo violado. La respuesta fue el silencio. Y es algo grave. La última de esas violaciones del Derecho de Queja y Petición ocurrió en vigencia de la Constitución del 2019, en cuyo cuerpo están planteadas unas garantías constitucionales frente a esas violaciones de derechos por parte de funcionarios.

Lo difícil fue descubrir que para mantener la arbitrariedad se violaría luego cuanta ley o principio ético hay en Cuba. Es algo muy difícil de asumir que entre tantas personas, y ahí hay cuadros y funcionarios de todo tipo, no exista alguien que diga: «esto está mal», o «no vale la pena tanto descrédito para ocultar o avalar un hecho que es, por los métodos que se emplean, despreciable para cualquiera».

Estos años han sido sin querer un muy duro test de nuestras instituciones, de su funcionamiento; también de los valores y prácticas que pueden imponerse contra los valores y prácticas que como sociedad declaramos válidos y deseables. Yo recurrí a todos los niveles de la Fiscalía. En Provincia, en la Fiscalía General, a la propia fiscal general, Yamila Peña Ojeda; y cuando ella también hizo silencio, ejercí el mismo Derecho de Queja y Petición que había sido violado por todos ellos ante su superior jerárquico. La fiscal general es una subordinada del presidente de la República.

El acuse de recibo de la oficina de la Presidencia a ese nuevo ejercicio de derecho fue explícito en la orientación que hizo de que se enviara a la propia Fiscalía.
Esto último, aunque difícil de entender para muchos, es un procedimiento normal en Cuba: las denuncias de los ciudadanos son enviadas al mismo órgano que es denunciado. El propio órgano que viola un derecho constitucional, tal como es el caso, no va a ir en contra de su propio acto. Así y todo, uno puede creer que van a respetar al presidente, a su investidura. No es lo que ocurre. La respuesta nunca llegó. La fiscal general, o cualquier otro funcionario del órgano, jamás respondieron.

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Entonces uno está frente a una situación arbitraria e ilegal, que es amparada primero por el silencio institucional y luego por violaciones de derechos constitucionales. A un ciudadano sin conocimientos del Derecho le puede resultar incomprensible, y sin dudas demoledor, pero para un jurista es inadmisible. Hay en todo esto evidencias de la prevalencia en nuestra sociedad de una cultura cuyas prácticas y sistemas de valores son refractarias al Estado de Derecho, y que le adversan.

¿Qué posibilidades le ofrece a su caso la Ley de Proceso de Amparo de los Derechos Constitucionales?

La Ley de Amparo de los Derechos Constitucionales es una plataforma jurídica para la defensa de los derechos frente a violaciones de los mismos. Está por ver su eficacia real. Se puede asumir que hay factores normativos y extra normativos que afectan su eficacia. Esto es campo de estudio para la Sociología del Derecho.

En nuestro caso pesa, más allá de la profesionalidad y capacidad de jueces y abogados, lo reciente de su aprobación, la sensibilidad política real o asumida que, como esta, tendrán algunas demandas contra violaciones de los derechos constitucionales, y las interferencias que ello pueda generar. Todas son cuestiones que podrían limitar su eficacia.

Yo he tenido que esperar a que el mandato constitucional de hacer esta Ley fuera cumplido por la Asamblea Nacional del Poder Popular, lo que ocurrió mucho después del período de tiempo que la Constitución mandataba. Ha sido muy difícil asimismo encontrar un abogado dispuesto a asumir la representación legal de un caso que es objeto de la protección y garantía constitucional ante una violación de derechos por el presidente de la República y la fiscal general. Es algo de sentido común, al menos en Cuba, entender la reticencia de muchos profesionales de la abogacía a ser parte de una demanda dirigida contra el presidente de la República.

Y sin embargo, este es un caso muy elemental en que un derecho constitucional fue ejercido ante un funcionario que delegó en otro y no veló porque se cumpliera su mandato. No es un capricho. Es una cuestión técnica. Existen pruebas muy sólidas y es además un caso público y notorio. Es tema estrictamente legal, que no debería tener mayores implicaciones —para los implicados  y para todos los ciudadanos— que el de reafirmar la institucionalidad, validar el Estado de Derecho, el debido proceso y la igualdad de todos ante la Ley.

El Estado de Derecho es algo más que una declaración constitucional. Tiene que serlo en tanto meta de muchos de nosotros, de nuestras luchas históricas por alcanzar la justicia toda y la dignidad del hombre de la que hablara José Martí, no depende de un momento de su desarrollo y expansión. Todo ello es cuando más una circunstancia. El Estado de Derecho está planteado por sobre su estado actual de realización, como meta es un horizonte de los ciudadanos. Es algo que se puede posponer, aplazar, pero pertenece por completo a los ciudadanos, a sus sueños y esperanzas, y tendrá que ser, y afianzarse. No es, no va a ser, el imposible cubano.

¿En qué estado se encuentra la demanda por violación de derecho constitucional cometido por el presidente cubano Miguel Díaz Canel y la fiscal general Yamila Peña Ojeda?

Presunta violación. Establecer jurídicamente la existencia de una violación deberá ser parte del fallo del Tribunal Supremo Popular, de su Sala de lo Constitucional. Me preguntas y no te puedo responder con exactitud. Desde el día 7 del presente mes hay un contrato de servicios jurídicos firmado con un Bufete habanero. Ello entraña una obligación jurídica.

Derecho

El abogado actuante me leyó el núcleo duro de la demanda, la mayor parte de los argumentos jurídicos que se esgrimen, el análisis de los hechos en que se funda. Por lo que me ha comunicado, no la ha presentado aún ante el Tribunal Supremo por estar siendo objeto de revisión; ¿de quién y por qué? no lo podría afirmar con seguridad.

Las comunicaciones con él han sido muy espaciadas a partir de cierto momento y ahora mismo no hay ninguna. Después de tantos años de un silencio oficial que me colocó en estado de indefensión ante violaciones muy burdas del debido proceso y de mis derechos; es casi inevitable que mi familia no mire con angustia y mucha preocupación esa incomunicación actual, de la que difícilmente se le pueda responsabilizar a él.

En mi criterio, es obvio que ya es conocimiento de las autoridades cubanas y de sus instituciones, pero si una demanda de este tipo supone una disyuntiva para alguien, no es para mí. No se debió llegar jamás a esto. La soberbia no es nunca el camino y hay que aprender a asumir las responsabilidades. El Gobierno tiene una responsabilidad con el respeto del Estado de Derecho, pero tiene también todo el poder para interferir y lograr desestimar una demanda de este tipo si lo entiende, es la realidad. No hay honor, ni decencia, ni legitimidad alguna, en usar ese poder.

Yo solo soy un profesor de Derecho que no abandonó su clase, que no bajó la cabeza ni renunció a lo que enseñaba a sus estudiantes.  Ese es todo mi prestigio. Ojalá que mañana no tenga que escribir con dolor lo que ya una vez escribí ante el silencio y las violaciones de instituciones y funcionarios cubanos: «violamos la Constitución, ¿y qué?».

24 octubre 2022 19 comentarios 3,7K vistas
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Deudas (3)

Réplica a la revista Alma Mater

por Redacción 8 septiembre 2021
escrito por Redacción

La Habana, 8 de septiembre de 2021.

Nosotros, Leonardo Romero Negrín y Alexander Hall Lujardo, consideramos necesario aclarar determinados elementos respecto a los sucesos en que nos hemos visto involucrados, a raíz de las manifestaciones del 11 de julio:

El artículo periodístico publicado por la revista Alma Mater con el título de «Deudas» con fecha 7 de septiembre de 2021, bajo la rúbrica de Rodolfo Romero Reyes, Max Barbosa Miranda y Armando Franco Senén, narra las experiencias, análisis y perspectivas de tres estudiantes universitarios involucrados en los sucesos del 11-J (Leonardo Romero Negrín, Alexander Hall Lujardo y Jorge Alfonso Pita), que padecieron un sinnúmero de excesos policiales, irregularidades y procedimientos al margen de la legalidad, que decidieron relatar al citado medio de prensa.

Sin embargo, en el trabajo periodístico, se evidencian una serie de omisiones y perspectivas parcializadas. Se aprecia a lo largo del texto el apego a los informes de Fiscalía Militar, proporcionándole un criterio de autoridad incuestionable. Era necesario, en aras de la objetividad, triangular los hechos o analizar críticamente los resultados de la investigación y contrarrestarlos con las pruebas aportadas en los testimonios de los entrevistados.

Por ejemplo: en el caso de la detención de Leonardo Romero, el informe de Fiscalía enuncia que la cámara del Hotel Saratoga no captó el momento exacto de los hechos. No obstante, este mencionó la existencia de otras cámaras en el Capitolio y en la escuela Concepción Arenal. Ante dichas posibles pruebas, la respuesta fue que el resto de las cámaras no estaban funcionando en la tarde del 11 de julio. Dicho argumento resulta cuestionable, teniendo en cuenta que esa zona es altamente sensible, pues a pocos metros sesiona la Asamblea Nacional.

La afirmación de que Leonardo se resistió al arresto no está del todo explicada. Su alumno, quien solo estaba filmando los hechos, fue neutralizado por quienes suponemos «agentes del orden vestidos de civil» que le arrebataron su cámara. Ante esta situación, Leonardo se lanzó sobre su alumno sin tocar a ningún policía.

Su detención fue realizada de igual manera por «agentes vestidos de civil», lo cual quedó fotográficamente evidenciado. Claramente se resistió al no tratarse de agentes uniformados, ni de una situación que lo ameritase. No obstante, la resistencia al arresto que refieren Fiscalía y Alma Mater se resume a una persona siendo inmovilizada por el cuello.

Alma Mater (1)

Detención el 11 de julio (Foto: Yamil Lage/AFP)

Cuando Fiscalía alega que el médico en el centro penitenciario no anotó las lesiones en las costillas de Leonardo, deja espacio a la duda sobre la veracidad de tal lesión. Desde su entrevista con el instructor, Leonardo pidió hacer una denuncia que fue negada sin razón legal. La consulta con el médico fue incompleta debido a que lo sacaron en contra de su voluntad.

Es inconcebible que ante la negativa de formular una denuncia con el instructor no intentara hacerla luego en presencia de un médico y un oficial que estaba expresamente para ello. No obstante, desde su detención hay testigos de tal dolencia y un dictamen médico, hecho el 20 de julio, que fue notificado por Medicina Legal en presencia de la Fiscalía.

La respuesta otorgada por Fiscalía Militar se limitó a una escueta nota en la que abundan elementos que les fue imposible comprobar. Si firmamos la conformidad con la investigación fue debido a que extender el proceso no arrojaría resultados diferentes, ya que en la mayoría de los puntos en conflicto se trataba de nuestra palabra en contraposición con la de los oficiales.

Fiscalía admitió la existencia de lesiones físicas en el caso de Leonardo, sin embargo, no pudo probar que dichas lesiones fueran provocadas por los sujetos que este señaló como culpables en todos los casos. Solamente el oficial que lo golpeó con una tabla admitió el hecho. En cambio, el policía 03912 niega haberle golpeado en la nariz alegando que solamente cruzó palabras con este.

Tres elementos resultan curiosos: Fiscalía admitió que el médico de la prisión notificó el hematoma en la nariz que Leonardo refiere como consecuencia del encuentro con dicho oficial. Tal suceso se corresponde en tiempo y espacio con la narrativa de Jorge Alfonso Pita, quien declara haberlo visto en el suelo: «lucía como mareado, trataban de levantarlo del piso y lo golpeaban», acotó a la revista. Por último, ¿cómo es posible que dicho oficial admitiera recordar que cruzó palabra con Leonardo, entre tantos detenidos y en una situación caótica, si no hubiera tenido con él un trato distinto?

Esto ilustra que firmamos el acta de Fiscalía Militar porque no había nada más que hacer en materia de investigación, lo cual no demuestra nuestra total conformidad, sino la aceptación de un proceso cuya dilatación sería —y estamos convencidos de ello— completamente en vano.

Con respecto a los abusos de autoridad cometidos por la oficialidad del Ministerio del Interior, Fiscalía Militar pudo haber empleado otras muchas formas de verificación de los planteamientos. Al mismo tiempo, resultan escasos los testimonios tomados en la investigación, a pesar del gran número de detenidos que validarían tales criterios, para lo que sólo bastaría acudir al listado de los presos que se encontraban en el Colectivo #6 del Cotorro, coincidieron en Zanja y que igualmente fueron trasladados en las condiciones descritas.

Alma Mater (3)

Alexander Hall Lujardo

Con respecto a la detención de Alexander Hall Lujardo, la revista Alma Mater declara que «no fue víctima de golpes porque mantuvo un comportamiento adecuado»; sin embargo, se omiten las denuncias realizadas por este sobre los abusos hacia otros detenidos.

De igual modo, durante nuestra estancia en la estación de Zanja, le restan importancia a la aglomeración de personas en el lugar, así como atenúan los sucesos relatados en torno a las condiciones del traslado de la unidad policial hacia el centro penitenciario Jóvenes del Cotorro, en el que le restan connotación al tiempo de espera en un camión herméticamente cerrado bajo un intenso calor durante un tiempo aproximado de una hora, lo que provocó el desmayo de varios detenidos, hecho que le fue expresado a la revista y que consta en las investigaciones efectuadas por la Fiscalía.

Sobre el procedimiento del «somatón», argumentamos que, si bien no sufrimos agresiones directas por parte de los oficiales, presenciamos como se establecieron de forma predeterminada filas a derecha e izquierda por parte de los guardias del penal, en el que indistintamente golpeaban a los detenidos, cuya particular ensañamiento sufrió un joven conocido como Jose, el panadero.

De igual modo, luego de transcurrido un tiempo al interior del penal en el intercambio con otros reclusos, supimos que los detenidos conocían esta práctica con ese nombre y la daban como naturalizada en este tipo de espacios. En el caso particular de Alexander Hall, es preciso aclarar que se le ordenó de forma violenta el retiro de una camisa del equipo Cuba de béisbol con el número diez en su dorsal, así como la ocupación de una bandera cubana por quien se identificó como el político de la unidad.

Por todas las razones anteriormente enunciadas, entendemos la necesidad de esclarecer algunos puntos a raíz de las lecturas que se han hecho de «Deudas» y debido al resultado de un trabajo periodístico con el que manifestamos inconformidades. Por último, resulta necesario aclarar que en la publicación se colocaron frases descontextualizadas que pudieran generar confusión y polémica. Por ende, sobre el texto publicado por la revista Alma Mater:

Rechazamos:

El lenguaje sexista, machista e irrespetuoso empleado para referirse a la periodista Lisbeth Moya González como «la novia», quien estuvo presente también en la conversación. Si ella se refirió a la necesidad de aclarar la no pertenencia de Leonardo al 27-N y al MSI fue porque él mismo en reiteradas ocasiones ha negado tal vínculo ante la intención de deslegitimarlo como actor independiente en los sucesos del 30 de abril.

Rechazamos las sistemáticas violaciones a la privacidad, acoso policial y judicialización a que se han visto expuestos los miembros del MSI, el 27-N, y demás actores cívicos, cuyos derechos constitucionales han sido reiteradamente violados. Aunque no compartamos determinados puntos de su accionar, métodos y posturas políticas, reconocemos la necesidad de la pluralidad, la profundización democrática y el diálogo inclusivo como vía para solucionar las problemáticas sociales en Cuba.

Rechazamos cualquier alusión que se haga a nuestra plena conformidad con los resultados de la investigación, pues Fiscalía tomó nota de nuestra insatisfacción tras notificar a Leonardo, hecho que no fue reflejado en el trabajo periodístico.

Rechazamos la omisión de la incomunicación denunciada por los familiares de Alexander Hall, en los que reportaban el desconocimiento de su paradero durante más de 72 horas; hecho que tipifica legalmente como desaparición, reconocido incluso como irregularidad por parte de las autoridades del MININT en el informe recogido por la Fiscalía Militar.

Alma Mater (2)

Acta de denuncia ante la PNR por la desaparición de Alexander Hall.

Rechazamos las lecturas que pretenden la revictimización de las personas involucradas en las protestas del 11-J sin prestar atención a sus demandas políticas y razones que motivaron su movilización.

Reclamamos:

El cese del bloqueo/embargo económico contra Cuba y de cualquier intento de injerencia extranjera en los asuntos de nuestro país. A su vez, condenamos el imperialismo y la opresión en todas sus variantes, así como la burocracia que pesa sobre el socialismo cubano.

Reclamamos el respeto a la verdad de las personas involucradas en los hechos del 11-J, de modo que sea posible reflejar sus testimonios, contar sus historias y experiencias, sin ser revictimizadas y sin que caigan sobre ellas represalias. Así como la liberación inmediata de quienes ejercieron su derecho constitucional a manifestarse. Por ende, exigimos que los agentes del orden involucrados en actos de violencia de cualquier índole sean juzgados como establecen las leyes vigentes.

Reclamamos la creación de nuevos espacios de participación plural y debates públicos en el seno del estudiantado entre todas las tendencias políticas que se manifiestan en el escenario universitario, cuyo liderazgo padece de extrema burocratización, falta de autonomía y distanciamiento con su base social.

Reclamamos se escuchen las demandas de la sociedad civil cubana en sus múltiples variantes (antirracistas, feministas, sexodisidentes, ecologistas, etc.) y se respete la pluralidad en sus múltiples formas de expresión. Que el disenso no sea motivo de represión, ni aislamiento político y social.

Reclamamos, como socialistas, el respeto a las múltiples tendencias de izquierda, debido a la extensión de discursos de odio tanto anticomunistas, como neo-estalinistas que ganan fuerza en el seno de la sociedad cubana actual.

Ratificamos:

Nuestro emplazamiento como jóvenes estudiantes universitarios que reafirman sus ideas socialistas, latinoamericanistas, martianas y antimperialistas, al mismo tiempo que abogamos por la profundización democrática en la Isla, el respeto a todas las formas de expresión, pensamiento político y creación artística.

Ratificamos nuestra solidaridad con los distintos actores de la sociedad civil que padecen de acoso policial, amenazas del DSE, violaciones a su privacidad, reclusión domiciliaria y prisión provisional, entre otras medidas impuestas por el ejercicio de sus actividades políticas, de modo que sus derechos a exteriorizar públicamente su disenso del actual modelo, resultan enteramente vulnerados por el Estado y sus órganos represivos.

Ratificamos nuestra convocatoria al establecimiento de un diálogo nacional entre todos los sectores de la sociedad cubana.

Por Leonardo Romero Negrín y Alexander Hall Lujardo.

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Esta declaración fue originalmente publicada en el perfil de Facebook de sus autores. La reproducimos atendiendo a una petición de ellos.

8 septiembre 2021 29 comentarios 3,1K vistas
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Derecho

Sobre el Derecho que necesitamos después del 11 de julio

por Julio Antonio Fernández Estrada 9 agosto 2021
escrito por Julio Antonio Fernández Estrada

El 11 de julio de 2021 ha puesto en jaque nuestra capacidad política para entender la sinfonía de posturas, opiniones, corrientes de pensamiento, ideologías, sentimientos y análisis sobre la realidad cubana; la que de verdad existe y la que se narra desde los más distantes extremos.

Ya sabíamos que nuestro paisaje político no se podía reducir a un «pueblo unido» y un «enemigo histórico», había y hay mucho más aquí. En este archipiélago latían —debajo de las apariencias difundidas por los discursos, de esquemas y consignas, de derecha y de izquierda—, un ramillete de visiones sobre el país que ahora es necesario escuchar y discutir.

Entre todos los problemas que han saltado a la vista desde las protestas populares del 11 de julio, está el de un proyecto de Estado de Derecho que no acaba de ponerse en marcha, aunque se ha planteado como principio en la Constitución de 2019.

Para el propósito de construir un Estado de Derecho robusto, son imprescindibles dos sistemas de órganos con una larga organización institucional desde hace décadas: la Fiscalía General de la República y los Tribunales Populares.

La principal función de la Fiscalía General de la República, en Cuba, es la protección de la legalidad, aunque su más difundida actividad es el ejercicio de la acción penal en representación del Estado en causas de todo tipo. Su doble función, en una estructura que parte desde el nivel central hasta el municipal, pasando por las provincias; además de las otras atribuciones de control que desempeña, propone un reto de equilibrio entre dos tipos de facultades muchas veces en tensión.

Derecho (3)

Yamila Ojeda Peña, fiscal general de la República (Foto: Cubadebate)

La tramitación de quejas de la población por parte de la Fiscalía es una actividad constante y extenuante para estas estructuras, desde lo local hasta lo nacional. Muchas de estas quejas son sobre el actuar de la propia Fiscalía, lo que les suscita una situación de autocontrol que podría resolverse con la creación e implementación de un sistema de órganos especializados en la protección política, jurídica y social de las personas que consideren vulnerados sus derechos humanos.

Para desempeñar esta función, hemos propuesto muchas veces la creación de una «Defensoría del Pueblo». Esta no debe limitarse, como ha sucedido en muchas experiencias en América Latina durante los últimos treinta años, a ser una magistratura de la persuasión, que solo incite al Estado a no violar derechos o a la necesidad de su instrumentación y realización; sino que alcance, con un potente poder de veto, a las políticas y actos de las instituciones públicas que sean contrarios al ejercicio justo de los derechos humanos.

Una «Defensoría del Pueblo cubano», con el nombre que se le quiera poner, debería ser un sistema de órganos que responda solo a la ley y al control popular, por lo que sus representantes serían electos mediante voto directo y no recibirían, en ningún caso, directrices de otras instituciones, directivos u órganos.

Otro problema que sobrevuela nuestras cabezas, todo el tiempo, es el de la cultura jurídica que hemos propiciado en nuestra sociedad, todavía presa de consideraciones medievales sobre la pena, su esencia, fines y contenido. En otros artículos he explicado lo afincada que está entre nosotros la doctrina inquisitorial que espera que la sanción penal sea dolorosa, vindicativa, ejemplarizante y medicinal para el reo que la sufre.

Menos extendido, de forma contradictoria, es el fundamento moderno de la resocialización de las personas que cometen delitos, lo que de antemano debería significar un diseño de sanciones penales y de principios para su ponderación, administración y ejecución. El mismo debe basarse en la humanidad, el respeto a los derechos humanos de las personas sancionadas, la protección de la dignidad de los privados y privadas de libertad, y la garantía de ambientes de reclusión en los que se propicie el contacto con la familia y el trabajo remunerado.

Derecho (2)

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Parte de esta cultura es, también, un uso institucional de las sanciones penales más graves como vía para resolver problemas coyunturales de tipo social, político o económico. La criminología ha demostrado, de múltiples formas, la falta de eficacia de sanciones como la pena de muerte y las largas condenas de privación de libertad para resolver problemas sociales como la violencia, el desempleo, la desigualdad, la discriminación racial, entre otras; sin embargo, los estados no han encontrado, hasta ahora, otra vía para dirimir las crisis sociales —en forma de estallidos o de constantes problemáticas—, que no sea la de sanciones que generan el aislamiento social de las personas que delinquen.

Después de las protestas del 11 de julio se han levantado voces que piden, otra vez, mano dura, que el peso de la ley caiga sobre los que han delinquido y que se impongan sanciones de cárcel ejemplarizantes y proporcionales a los daños causados. Hasta hay quien ha agitado por los hombros el fantasma —que creíamos bien enterrado—, de la pena de muerte.

A riesgo de que me acusen de blandengue, voto otra vez por la justicia y no por la venganza. Pongo toda mi fe en la honestidad de los jueces y juezas cubanos para que no se dejen llevar por la tentación del momento crítico y prioricen el arbitrio ecuánime de los hechos y circunstancias particulares de cada situación y persona que se juzgue.

A riesgo de no quedar bien con nadie, como hacemos los que no alimentamos el monstruo incontrolable de la violencia, hago votos porque los y las fiscales de la Isla defiendan a las personas con el mismo ahínco con que defienden al Estado, y sientan en sus manos la responsabilidad histórica de aliviar las heridas del choque y las injusticias cometidas.

El Derecho que necesitamos en Cuba, después del 11 de julio, es uno que piense en la Patria y no en una pulsación de poder; uno que restaure confianzas, tranquilidad, seguridad y reposo para los débiles y los precisados de justicia.

El Derecho que necesitamos no puede profundizar en la fisura entre el pueblo y sus instituciones al ponerse de parte de uno de ellos, sino sostener a ambos en lo más elevado del altar de la República, por el bien de los que mandan y de los que hemos decidido que ejerzan nuestra soberanía como concreta autoridad.

9 agosto 2021 46 comentarios 3,9K vistas
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Respuesta

Injusticia sin respuesta

por Redacción 17 abril 2021
escrito por Redacción

El Dr. Miguel Alfonso Álvarez Fornaris busca una respuesta. A este médico especialista y Profesor Consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana en una ocasión le fue prohibido salir del país sin que mediaran razones o fueran atendidas sus numerosas quejas a diferentes instancias.

Cuenta el doctor que al jubilarse en enero de 2018, después de haber cumplido 65 años, fue informado de que quedaba fuera de la regulación ministerial que impide al personal de salud la salida del país sin los debidos permisos. De hecho, salió de Cuba dos veces ese mismo año.

Sin embargo, cuando fue a hacerlo en una tercera ocasión, el 4 de febrero de 2019, el oficial de inmigración le explicó que no podía viajar pues se encontraba «regulado». Según el uniformado, esos problemas son frecuentes en el aeropuerto, pero ellos no son quienes conforman los listados. Para cuando se aclaró la situación el vuelo había partido, por lo que perdió el pasaje y tuvo que reprogramarlo a un precio muy superior.

Entonces el doctor Álvarez Fornaris comenzó un vía crucis de gestiones sin respuesta:

  • 5 de febrero de 2019: Reclamación al ministro de Salud de Pública, dado que es el funcionario que debe firmar los regulados. No obtuvo respuesta.
  • 2 de abril de 2019: Reclamación en la Oficina de Atención a la Población del Minsap. Fue citado para el próximo día 4 a una entrevista con el Dr. Marcos del Risco a las 9:00 am.
  • 4 de abril de 2019: El Dr. del Risco no asistió a la cita, pues estaba de visita en una provincia. Lo atendieron dos funcionarios, Ramón Almeida y Raisa Rodríguez, quienes le pidieron un voto de confianza en la gestión, pues la decisión solo la podía tomar el Dr. del Risco. Sin respuesta.
  • 8 de julio de 2019: Dirigió al Presidente de la República una carta entregada en la Oficina de Correspondencia del Consejo de Estado. Sin respuesta.
  • 17 de septiembre de 2019: Envió un correo al Despacho de la Presidencia para solicitar la atención a su caso. Sin respuesta.
  • 24 de octubre de 2019: Entregó una queja a la Fiscalía General de la República, a la cual correspondió el número 18 de ese día. Fue informado de que recibiría respuesta en el plazo de treinta a sesenta días. Luego de un mes sin noticias, llamó por teléfono y le dijeron que su caso había sido remitido a la Fiscalía Provincial de La Habana.
  • 27 de noviembre de 2019: Visitó la Fiscalía Provincial y le comunicaron que allí no había llegado su caso. Según le explicaron, estaban cambiando los sistemas informáticos.
  • 7 de enero de 2020: Después de varias visitas infructuosas, le llegó una carta por correo ordinario de la FGR fechada el 13 de noviembre de 2019 en la cual le informaban que su caso había sido trasladado al Minsap para su tramitación y respuesta.
  • 6 de febrero de 2020: Fue atendido por la Lic. Yanet, quien se ocupó del caso y trató de comunicarse con el Minsap.
  • 14 de agosto de 2020: Después de muchas gestiones, finalmente la Lic. Yanet recibió correo del Minsap en el que daban acuse de recibo al caso y le comunicaron que debía esperar respuesta.
  • 5 de noviembre de 2020: Ante la falta de la tan prometida respuesta, el doctor Álvarez Fornaris escribió a la directora del periódico Granma. El 12 de diciembre recibió de ella una carta por correo postal fechada el 16 de noviembre en la cual le aseguraban que la queja había sido remitida al Minsap para ser tramitada. Hasta hoy no ha recibido respuesta.

Este médico jubilado fue bajado injustamente de un vuelo internacional y ha reclamado a los organismos encargados de proteger sus derechos sin que ninguno atienda su queja ni ofrezca solución al maltrato y daño económico recibido.

***

Cartas a La Joven Cuba es una sección de correspondencia cuya intención es visibilizar quejas y solicitudes de nuestros lectores, así como recepcionar las respuestas de las instituciones involucradas en darle seguimiento y solución a los problemas aquí planteados, si las hubiese.

A diferencia de otras secciones de igual índole existentes en la prensa cubana, no tramitamos las situaciones aquí expuestas con las instancias pertinentes, solo ofreceremos el espacio para hacerlas públicas.

Para comunicarse con la sección, puede escribir al correo electrónico: cartasalajovencuba@gmail.com

17 abril 2021 30 comentarios 3,7K vistas
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