Este 8 de junio fue un día desastroso para la credibilidad de periodistas, influencers y opinadores cubanos de las redes sociales. Se les presentó una oportunidad extraordinaria para insistir en que el país va, sin remedio, a la destrucción.
«El gobierno cubano permitirá que China instale una base militar para espiar a los Estados Unidos», repitieron. La terrible China, como si tuviéramos poco con Rusia, amenaza con instalarse y empeorar las relaciones con Washington. A Cuba le gusta jugar en el equipo equivocado.
Lo que sigue a esos juicios, que uno se imagina acompañados por la típica negación de cabeza y hombros alzados, es la justificación para el aislamiento del país: «las sanciones están muy bien puestas», «luego se quejan de que Cuba siga en la lista de patrocinadores del terrorismo».
Tranquilos después de decir esto, con la fe confirmada en que Cuba está condenada, se sirven un café y pasan a la siguiente noticia. Un crimen que evidencia la inseguridad de las calles, un enfermo que no puede operarse por falta de recursos, una caja de pollo a la venta por miles de pesos… El primer problema es que la noticia que leyeron, y usaron para hacer propaganda política, nunca fue confiable.

Tomada de DW
Los periodistas Warren Strobel y Gordon Lubold, responsables de la exclusiva publicada por The Wall Street Journal (WSJ), aunque sean veteranos en el oficio y probados expertos en temas de seguridad nacional estadounidense, no hubieran podido publicar esta información en las agencias de prensa más responsables. Los mejores estándares del periodismo no admiten que la fuente principal de una noticia, y en particular de una tan trastornadora, sea anónima.
Strobel y Lubold aseguran que «funcionarios estadounidenses familiarizados con inteligencia altamente clasificada» les revelaron «un acuerdo secreto» entre Cuba y China para construir «una base de espionaje electrónico». Según estos misteriosos funcionarios, «China acordó pagar a Cuba varios miles de millones de dólares por el servicio».
Los periodistas se esforzaron por confirmar la noticia, sin mucho éxito. China prefirió, en ese momento, no hacer comentarios. Cuba ni siquiera les respondió la solicitud. Sólo John Kirby, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, conversó con ellos para confirmarles que existe un informe sobre este asunto en particular, pero dejó claro que no podía revelar detalles: «Somos muy conscientes de los esfuerzos de la República Popular China para invertir en infraestructura en todo el mundo, que puede tener fines militares, incluso en este hemisferio», añadió Kirby.
A Strobel y Lubold, lo mismo que a sus editores, les bastó para sentirse dueños de la exclusiva que el portavoz admitiera —entre dientes— la existencia de un informe sobre el presunto acuerdo para espiar a los Estados Unidos desde Cuba.
Al poco rato de publicarse la nota, Kirby prácticamente los desmintió en declaraciones al canal MSNBC. «He visto ese informe de prensa», dijo refiriéndose al trabajo de Strobel y Lubold. «Es inexacto», enfatizó sin aclarar por qué. El portavoz aprovechó, asimismo, para comunicar que Washington está muy atento a las relaciones entre Cuba y China, porque, en efecto, les resultan preocupantes.

John Kirby / Tomada de: euroactiv
En resumen, hay un informe sobre el espionaje chino, pero no dice exactamente lo que, presuntamente, revelaron los funcionarios anónimos al periódico. Para empeorar la credibilidad del reporte, el vocero del Departamento de Defensa, general Patrick Ryder, también citado por Reuters, dijo: «No tenemos conocimiento de que China y Cuba estén desarrollando un nuevo tipo de estación de espionaje».
Esta acusación de WSJ, que puede complicar las tensas relaciones con China y pone a Cuba en una posición más expuesta con respecto a los Estados Unidos, está basada en un informe de inteligencia que los periodistas ni siquiera leyeron, comentado por funcionarios que no revelaron su nombre, confirmado por el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, que luego se desdijo en parte, y desestimado finalmente por el portavoz del Departamento de Defensa.
La credibilidad en juego
Según los resultados de un sondeo publicado por el sitio statista, sólo el 23% de los encuestados pensaba, en febrero de 2022, que WSJ era «muy creíble». Un 10%, en contraste, lo calificó de «no del todo creíble» y otro 10% de «nada creíble». La postura más amplia de los encuestados, que llegó al 31%, lo consideró «algo creíble».
En esa última categoría parecía quedar esta exclusiva sobre el espionaje en Cuba, pues su credibilidad se debe más al contexto de las relaciones entre los países implicados, que a la información aportada. El momento más crítico entre Cuba y Estados Unidos, la Crisis de los Misiles de 1962, tuvo un esquema parecido: una potencia ajena al hemisferio se sirvió de la isla para presionar a Washington.
Ningún antecedente, sin embargo, se basta para sostener la veracidad de una información tan vaga como la presentada por WSJ. Con el paso atrás de Kirby y la negativa del general Ryder, la noticia pierde cualquier tipo de confiabilidad.
En este escenario tan incierto, el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba Carlos Fernández de Cossío denunció como «totalmente mendaz e infundada» a la revelación de Strobel y Lubold.
Después de mencionar «los derechos soberanos que tiene Cuba en materia de defensa», el funcionario afirmó que el país, como firmante de la Declaración de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en 2014, rechaza «toda presencia militar foránea en la región». Señaló las bases militares estadounidenses, y en particular a la de Guantánamo «que ilegalmente ocupa una porción del territorio nacional».

Carlos Fernández de Cossío / Tomada de Minrex
China, por cierto, ha apostado desde 2017 por la apertura de varias bases militares en el extranjero. La primera fue la estación naval de Yibuti. Sin embargo, el número de estas instalaciones chinas sigue siendo pequeño. En 2022, The Washington Post reveló, también con información de fuentes anónimas, que se estaba construyendo, en secreto, otra base en Cambodia.
El sitio web GlobalSecurity afirma que China posee en Birmania su más importante base de inteligencia electrónica, una estación construida en 1992 con objetivos similares a la que presuntamente se construiría en Cuba.
Ninguna de las bases operadas por China, hasta donde se conoce, está ubicada en América Latina. Eso haría que la base de Cuba, si de verdad se construyera, fuera muy valiosa para esta potencia.
Para Fernández de Cossío, el presunto acuerdo entre Cuba y China, es una «calumnia» semejante a otra que se usaron en el pasado para «justificar el recrudecimiento sin precedentes del bloqueo».
El viceministro indicó varias acusaciones hechas a Cuba que resultaron ser falsas o nunca se pudieron comprobar, como los ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses y canadienses que provocaron una crisis entre ambos países en 2016. El denominado Síndrome de La Habana se reportó después en varios países. Un informe de la CIA y otras agencias de inteligencia estadounidenses, publicado recientemente, aceptó que no hay una respuesta definitiva para el incidente, pero que no era probable que fuera provocado por un agente extranjero.
Otros señalamientos a los que el funcionario cubano llamó «calumnias fabricadas», son la presencia militar cubana en Venezuela y la existencia de laboratorios de armas biológicas. La verdadera dimensión de la cooperación militar entre Cuba y Venezuela se desconoce, aunque hay evidencias de una amplia presencia de efectivos cubanos en ese país. En cuanto a la segunda acusación, todo indica que es totalmente insostenible.
Del otro lado el mundo, Wang Wenbin, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, observó este 9 de junio, que Washington ha usado los rumores y la difamación para involucrarse en asuntos de otros países. Aprovechó para recordar que Estados Unidos mantiene una prisión en Guantánamo y recomendó levantar las sanciones económicas a Cuba. Esto último «beneficiaría a ambas partes y a la paz y la estabilidad en la región», según la nota de Prensa Latina.

Wang Wenbin / Tomada de Yahoo Noticias
El argumento usado por Wenbin, de que Estados Unidos ha usado información falsa o no verificada como pretexto para intervenir en otras naciones, tiene un antecedente histórico significativo en la Guerra de Irak, ocurrida en 2003. Las presuntas armas de destrucción masiva que poseía el gobierno iraquí, nunca fueron halladas.
«Años después se supo que los datos que se usaron para confirmar esta teoría estuvieron basados en mentiras e invenciones, lo que supuso uno de los mayores fracasos de inteligencia militar de la historia», concluyó un reportaje de la BBC publicado este año, a dos décadas de la invasión.
La base china, un «oportuno» argumento
Mientras el gobierno estadounidense desmentía a WSJ, y el gobierno cubano señalaba los registros de información no verificada que han sido empleados para justificar sanciones contra la isla, otros actores influyentes entraron en la polémica.
«La amenaza para Estados Unidos desde #Cuba no sólo es real, es mucho peor que esto», dijo en Twitter el senador republicano cubanoamericano Marco Rubio, conocido por impulsar las sanciones económicas. Además de esto, aprovechó para atacar a la actual administración: «a Biden no sólo no le importa» la presunta amenaza que significa Cuba para Estados Unidos, sino que «tiene personas que realmente quieren apaciguar al régimen [cubano]».
En la misma línea de Rubio, otros políticos cubanoamericanos dieron la noticia por verídica, sin cuestionarse ninguna de las contradicciones en torno al caso. Fox News tuvo acceso en exclusiva a una carta que envió el congresista Carlos Giménez a Lloyd Austin, Secretario de Defensa, y a Anthony Blinken, Secretario de Estado. Giménez consideró que el espionaje del «régimen asesino de Castro» es «una amenaza directa» para sus electores y para los millones de turistas que visitan cada año el sur de la Florida.
El supuesto acuerdo entre China y Cuba para espiar a Estados, según Giménez, «debería darle al presidente Biden y al secretario Blinken, una segunda perspectiva sobre si deberían restablecer los lazos con Cuba, abrir el diálogo con Cuba».
El congresista Mario Díaz Balart reaccionó en un tono parecido a su colega Jiménez. Señaló la que «la debilidad de Biden fortalece a los enemigos de la democracia», y llamó a la administración demócrata a «presionar y aumentar las presiones» al gobierno cubano, en vez de «estar relajando sanciones».
Marco Rubio fue más lejos en su ataque a la Casa Blanca y posteó en Twitter que el portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, había mentido cuando dijo que la información sobre la base china era «inexacta».
There is a big difference between refusing to comment on media reports on intelligence matters and flat out lying about https://t.co/GhX9DN7dFY
— Marco Rubio (@marcorubio) June 8, 2023
En su edición impresa de este viernes, el diario publicó otro artículo con un resumen de todas las reacciones que tuvo la revelación del 8 de junio. El texto, firmado también por Strobel y Lubold, defiende que lo dicho es cierto y cita la opinión que tienen sobre el incidente los legisladores a la cabeza del Comité del Senado sobre Inteligencia.
«Estamos profundamente perturbados por los reportes de que La Habana y Beijing están trabajando juntos con el blanco puesto en los Estados Unidos y nuestro pueblo», dijeron el presidente y el vicepresidente del comité. La vicepresidencia está ocupada, reveladoramente, por el senador Marco Rubio.
Este segundo artículo de Strobel y Lubold, que cita a Rubio, incluye un panorama de las tensiones políticas entre los Estados Unidos y Cuba. Después de referirse a los pequeños cambios que ha hecho la administración Biden a las políticas de Trump, como eliminar restricciones a los viajes entre ambos países, restablecer el programa de reunificación familia y ampliar los servicios consulares, concluye diciendo que «Cuba ha sido una espina clavada en el costado de Estados Unidos desde que devino una dictadura comunista tras la revolución de 1959».
Hay un argumento casi indiscutible para demostrar la falsedad de esta noticia que ha sobresaltado a los gobiernos de Cuba, China y los Estados Unidos. Las partes involucradas directamente —los presuntos espías y los probables espiados— coinciden, a pesar de su antagonismo, en que la información publicada por WSJ no es verídica.
No obstante, varios legisladores y grupos de presión siguen expresando su alarma. Y más que eso, no han dudado presentar a Biden como un incompetente que pone en peligro a Estados Unidos cuando se replantea la política de sanciones y el aislamiento de Cuba. La comprensión de un problema de este tamaño, que afecta las relaciones entre varios países, siempre pasa por identificar a quién beneficia.