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discurso

Pueblo o población

por Mario Valdés Navia 25 mayo 2018
escrito por Mario Valdés Navia

Los que conocen el marxismo real saben que Marx, Engels y Lenin empleaban un conjunto de categorías sociológicas que trataban de ser lo más cercanas posibles a la realidad de la sociedad que estudiaban. Por eso preferían el análisis clasista y eran reacios a hablar del pueblo en su conjunto, concepto ambiguo que recordaba la época de la Revolución Francesa en que era sinónimo de Tercer Estado y tenía en la burguesía a su sector dirigente.

No obstante, los orígenes del concepto pueblo se pierden en la antigüedad de Grecia y Roma, donde siempre se le entendió como la gran mayoría de hombres libres (demos, pueblo, vulgo) que no formaban parte de la aristocracia. Desde entonces, la mayoría de los tiranos, demagogos y monarcas se han presentado como portavoces del pueblo, según el famoso lema de José II de Austria: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, que luego asumirían innumerables partidos, grupos de poder y figuras políticas de todos los signos.

Cuando Fidel definió al pueblo en su alegato del Juicio del Moncada lo limitó a los sectores populares y las capas medias, identificándolo con lo que Martí llamó “la masa adolorida, el verdadero jefe de las revoluciones”.[1] En todos los casos el pueblo abarca a los sectores medios, a la muchedumbre de trabajadores y sus familias, a los desempleados y los que viven en la inopia permanente, desclasados que Marx denominaba lumpen proletariado; es decir: el pueblo es la inmensa mayoría de la población.

En este punto es donde la burocracia cubana y sus acólitos han encontrado la posibilidad de hacer un aporte a las ciencias sociales merecedor de un Premio Stalin: la división oportunista entre pueblo y población. Los burócratas son déspotas inteligentes y jamás declaran hacer nada por su clase/estamento, sino siempre a nombre del pueblo, para el cual trabajan sin descanso, de sol a sol. Pero como los burócratas nunca aceptan estar equivocados y para eso hay que tener alguien disponible a quién echar la culpa, tenían que encontrar un culpable para los problemas en algún lugar y empezaron a buscar.

En otro país tendrían disponible a la oposición, a los burgueses y a sus partidos políticos, a los grupos subversivos o a las mafias del narcotráfico, pero en Cuba no hay nada de eso. Y ahí tuvieron que echar mano al alter ego del pueblo, la población. En el discurso de la burocracia el pueblo es revolucionario, leal, sacrificado, creativo, honesto, sano, inteligente y nunca se equivoca. Ah, pero la población es indisciplinada, injusta, desleal, no sabe esperar a que vengan tiempos mejores, ha perdido valores y se comporta como un pichón con la boca abierta, en espera de que el estado se lo de todo. En fin, una nueva versión tropicalizada del Sr Jekyll y Mr Hyde, al punto que algunos se preguntan a veces: ¿y en este momento qué cosa soy: pueblo o población?

Claro que esa falsa distinción permite a la burocracia pensar por el resto del pueblo, tomar las decisiones de las que depende la vida de todos y, encima de eso, exigirle constantemente lealtad y paciencia para esperar a que llegue el momento más adecuado para resolver los problemas, satisfacer sus exigencias y hacer las transformaciones de las que tanto habla la gente en sus casas, paradas de ómnibus, colas y otras actividades de la población.

De hecho, existe una distinción muy importante en las empresas e instituciones entre los bienes y servicios que se destinan al turismo, las reservas, el mercado en divisas y la población. Por ello existen, entre otros, el pan de población, el pollo de población y las papas de población que jamás se llevarían a los otros destinos antes mencionados para no pasar vergüenza con aquellos clientes superiores.

Es muy difícil querer hacer la revolución con un pueblo leal y disciplinado pero sin la población contestataria e inconforme. Vale la pena recordar lo que dijera El Maestro: “los pueblos no están hechos de los hombres como debieran ser, sino de los hombres como son. Y las revoluciones no triunfan, y los pueblos no se mejoran si aguardan a que la naturaleza humana cambie; sino que han de obrar conforme a la naturaleza humana, y de batallar con los hombres como son, − o contra ellos”.[2]

[1]“Lectura en Steck Hall”, OC, T4, p.185.

[2]“La guerra”, Patria, 9 de julio de 1892. OC, T2, p.62.

25 mayo 2018 32 comentarios 294 vistas
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¿Se entendió a Raúl?

por Joe Michel López Inguanzo 23 abril 2018
escrito por Joe Michel López Inguanzo

Después de Fidel son pocas las veces que he oído a un dirigente cubano hablar públicamente al pueblo sin ceñirse a un guión, cosa que de por sí es difícil y deslumbra cuando se hace bien. Sin ánimos de dilatar, voy a concentrarme en esta pequeña parte destinada a todos los revolucionarios:

“Vivimos en un lugar y en unos tiempos donde no podemos cometer errores.  Yo soy de los que me leo y me estudio, cuando el tiempo me lo permite, todo lo que llega a mis manos de acontecimientos históricos muy nefastos que han sucedido en la historia reciente internacional, en los países, y no podemos cometer errores, no solo por la ubicación geográfica donde nos encontramos, ni por ningún otro motivo; hay errores que no podemos cometer, como los que dieron al traste con procesos importantísimos para la humanidad y cuyas consecuencias las hemos pagado muchos países; las consecuencias del desequilibrio internacional que se creó, que la hemos pagado muchos países, la seguimos pagando, entre ellos el nuestro.  ¿Se me entiende bien?”

A lo que el parlamento a coro respondió “SIII”, y yo sin embargo me decía: ¿de verdad se entiende? ¿Todas esas personas tienen claro qué cabe y que no cabe dentro un socialismo 100% cubano y sostenible? Ante una duda siempre me planteo preguntas y veo qué tan objetivas son mis respuestas, intentaré hacer lo mismo en este caso, respondiendo el siguiente ejercicio:

Responda como verdadero o falso:

  • ____ Es necesario aprobar un proyecto de ley que saque del control estatal todo aquello que no sea vital para el desarrollo del país.
  • ____ La Revolución debe incluir dentro de sus instituciones una diversidad de proyectos, que van de La Pupila Insomne a La Joven Cuba.
  • ____ Es revolucionario permitir y legalizar otras iniciativas autóctonas que dinamicen la economía, como colaboraciones entre trabajadores estatales y emprendedores privados.
  • ____ Es necesario reconocer y usar la gigante infraestructura tecnológica que es la red pública SNET (publica y semi-gratuita), que desde hace años utilizan miles de habaneros en Cuba (que el Estado no sepa sumarse o no incluya las fuerzas de la ciudadanía dentro de los planes tecnológicos del país, es más una práctica capitalista que un medida socialista).
  • _____ Es necesario recuperar el paradigma de que el conocimiento académico y el sacrificio personal son el camino al éxito, en lugar del mercado negro u otros caminos fáciles. En un país donde la educación es gratuita y todos tienen la oportunidad de superarse, el salario debe ser una herramienta que imponga orden social y fomente valores sociales.

Tan o más importante que entender a Raúl es continuar su obra para algún día alcanzar esa Cuba revolucionaria y económicamente sostenible que nos merecemos.

23 abril 2018 134 comentarios 310 vistas
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Un discurso mejor

por Isabel Cristina Lopez Hamze 18 diciembre 2017
escrito por Isabel Cristina Lopez Hamze

Hoy vi por la televisión un discurso. Me detuve a escucharlo con atención, aún sin la esperanza de encontrarme en alguna de aquellas palabras exaltadas. Era un discurso impersonal, retórico, enfático en exceso con pinceladas de emotividad y entonación manidas. Discurso trillado y monolítico que apostaba por una sola voz, sin embargo, no era un discurso personal, ni afectivo. Me pregunto por qué no se pueden decir cosas bonitas y profundas que sean reales y hagan vibrar al auditorio.

Por qué no puede un discurso conmover desde la verdad y desde la conexión con la gente, más allá de instituciones, siglas o aniversarios. Por qué no veo discursos en primera persona, por qué quien habla no lo hace desde el alma sino desde los antiguos manuscritos de quienes, en su momento, hablaron a la gente desde el corazón. Por qué no dar valor a las palabras, a la riqueza extraordinaria del lenguaje y sus múltiples posibilidades.

Me pregunto a quiénes realmente están dirigidos esos discursos, esos gritos y esas consignas finales que la gente repite como autómatas. Hay tantas maneras de hacer tributos y de rendir honores mediante la belleza de las palabras, hay tantas formas de seducir al auditorio, de emocionar a la gente, de hacer pensar, dudar, llorar, reír o disentir…

Yo no quiero un discurso sacralizador y empolvado, yo no quiero, a mis 29 años, repetir una consigna que me triplica la edad, no quiero que me griten desde un estrado. Yo quiero que me enamoren con una propuesta, que me cautiven con la posibilidad, no con la certeza de un futuro mejor. No quiero que me hablen de certezas, ni de eternidades, ni de conquistas pasadas.

Quiero que proyecten mis conquistas futuras y que me inciten a seguir construyendo desde la fragilidad y la vulnerabilidad del ser humano. Quiero que el discurso no hable de la confianza en la juventud, porque las palmas aún esperan como novias el beso de los jóvenes. Quiero cantar el himno de la vida ante la tumba inolvidable. Quiero que rompa el sol sobre un claro del bosque y quiero ver los racimos erguirse sobre el tronco negro de los pinos caídos.

Yo no quiero ver discursos vacíos, artificiosos y delirantes en mi televisor, yo quiero ver a un líder que me hable de su sueño y del mío, a alguien que magnetice y aúne respetando todas las voces. Quiero la fórmula del amor triunfante. Yo quisiera eso… pero si ahora mismo no lo hay, lo más sabio sería, creo yo, ahorrarse los discursos y poner “Clandestinos” una vez más.

18 diciembre 2017 40 comentarios 217 vistas
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No busquemos más afuera

por Consejo Editorial 22 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

juventud_cubanaPor: Carlitos

Internet (y el paquete), la reforma migratoria y el 17D dieron un giro de 180 grados al escenario político cubano: se acabó la burbuja. Los cubanos accediendo a todo tipo de noticias y productos culturales, viajando a ver a sus familiares, los familiares viniendo con sus reales o fingidas historias de éxito, y los turistas desembarcando en masa para, en el contacto people to people, mostrarnos las maravillas del american way of life.

No sabemos si de manera consciente o no, pero estas tres medidas (necesarias y quizás retardadas) cambiarán y están cambiando la vida de los cubanos, mucho más que los Lineamientos. Más aún, si la implementación de estos no se apura o actualiza, serán letra muerta en un escenario completamente distinto al del Congreso del Partido de 2011, abriendo cada vez más el abismo entre la sociedad real de la gente (que ahora tiene muchos medios para hacer su vida con independencia del Estado) y la sociedad virtual (aquella que pintan los medios de comunicación y alguna parte del discurso político).

Ante esta realidad muchos se movilizan para alertar de que los tiempos políticos cambian y es necesario estar preparados para una lucha ideológica mucho más fuerte.

Pero, mirando las cosas desde otro ángulo, lo que verdaderamente ha ocurrido es que pagamos el precio de no percibir desde hace mucho tiempo los retos de la lucha ideológica en un mundo globalizado. La política norteamericana, torpe y arrogante, en ocasiones sirvió como coraza para esconder nuestras flaquezas. Nosotros, mientras, en vez de cambiar a otras formas de hacer política y hacer conciencia sobre debilidades ideológicas, nos regodeamos en un discurso triunfalista. Las señales eran inequívocas, pero nadie hacia caso: la sangría de jóvenes al exterior, las desactivaciones de la UJC, los expedientes perdidos, la resistencia a asumir cargos políticos, la inexistencia de los CDR, el aburrimiento de los sindicatos, la marginalidad, la proliferación de tribus urbanas, etc. Hubo alarmas, pero siempre se veían las causas en factores externos: la labor del enemigo, los problemas económicos, la irresponsabilidad de la gente, la falta de exigencia de los cuadros, etc. El catalejo funcionaba a la perfección.

Ahora que un gobierno americano con los mismos intereses hegemónicos juega a una política inteligente (el llamado smart power), queremos correr. Una vez más cediendo la iniciativa, y en la lógica de responder al ataque del enemigo. Pero el reto, precisamente, no es percibir que todos salieron con el disparo y nosotros nos quedamos parados en la línea de arrancada; el reto es asumir (no importa si tarde) que los métodos que hemos estado utilizando para hacer política no solo son inefectivos, sino contraproducentes.

Hemos reconocido la necesidad de producir riquezas para poder redistribuirlas, pero nos hemos quedado paralizados en el terreno ideológico. Y no hay proyecto socialista (o anticapitalista) solo con crecimiento económico. Sin proyecto político definido, sin espacios de participación, si no se hace de una cultura alternativa un modo de vida, tendremos nuestra añorada “mejora económica” (quizás), pero nada más. Y entonces, ¿por qué luchamos?

Hace un tiempo Esteban Morales advirtió que el principal reto de nuestra política exterior es nuestra política interna. Si gozáramos de liderazgo, consenso y organización políticas reales, proyecto ideológico definido, y referentes culturales renovados, nadie temería a una avalancha de americanos paseando por nuestras calles o a cubanos yendo a visitar el mundo. En todo caso nos temerían a nosotros. Tanto es así, que la inercia de tantos años de Revolución (que es muy fuerte) ha creado una masa cultural sui generis a la que muchos políticos americanos temen con el people to people.

Podemos seguirnos regodeando en las fortalezas de la Revolución y en pintarnos la sociedad que no somos, podemos movilizar a los militantes y a los cuadros apostando a un voluntarismo pueril, podemos seguir buscando las causas en nuestra falta de combatividad o en la indolencia social, pero parece una senda segura al fracaso, no solo como proyecto político, sino como proyecto de nación. Siempre he preferido ver las cosas como son (incluso aunque pequemos de exagerar un poco) y, desde la percepción del caos, fundar todos una nueva Revolución dentro de la Revolución (porque una revolución que se “reforma” no es suficientemente revolucionaria).

Tenemos historia, tradiciones y (aunque dispersa) una vanguardia política real de izquierda. No busquemos más afuera. La bronca es aquí adentro.

22 septiembre 2015 72 comentarios 229 vistas
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¡Cuba va!… ¿pa dónde?

por Consejo Editorial 16 septiembre 2014
escrito por Consejo Editorial

cuba-futuroPor: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu) (@RobertoPeralo)

Todo proceso de cambios implica grandes riesgos… y extraviar el camino constituye uno de ellos. La Revolución cubana se encuentra en proceso de renovar su modelo económico. Grandes peligros acechan a su alrededor, uno de ellos sería retornar al sistema de relaciones de producción capitalistas pero en esta ocasión al estilo más neoliberal, sin tan siquiera darnos cuenta.

Cuando hacemos una interpretación políticamente desprejuiciada de las medidas económicas implementadas, se observa que estas van encaminadas hacia una economía de mercado, donde el enfoque economicista se encuentra en equilibrio con salvaguardar las conquistas sociales. La situación es compleja para los decisores que tratan de no quebrantar ese equilibrio, mientras buscan soluciones a las deformaciones económicas.

Pero esa armonía se puede romper a favor de los intereses del Capital. Lo único que se necesita es buscarnos asesores con ideas neoliberales y que introduzcan esas corrientes de pensamiento en los círculos decisores de nuestro país.

El profesor Finn Kydland, premio Nobel de economía en 2004, será el encargado de asesorar y determinar las directrices de un proyecto entre España y  Cuba. El proyecto consiste en la planificación de un modelo macroeconómico de sectores estratégicos de Cuba, en colaboración con científicos e investigadores de la Universidad de la Habana.

Las declaraciones hechas por el profesor, el mismo día en que se firma el convenio, dejan bien clara cuales son las intenciones de dicho proyecto. Kydland criticó el sistema autárquico de Cuba y ha asegurado que la gente se beneficiará si el país avanza hacia una economía de mercado, lo que supondrá “una revolución en el modelo económico”. No hay que ser adivino para predecir cuales van a ser  las medidas que va a sugerir el nuevo asesor de la economía cubana, ferviente defensor de las políticas neoliberales.

Junto a esta noticia conozco a través de la entrevista al sociólogo cubano Juan Valdéz Paz de la existencia de una comisión de estudio, que de forma secreta, se encuentra diseñando el nuevo modelo económico cubano. Rápidamente recordé las palabras en la Asamblea Nacional de un funcionario del Comité Central donde le explicaba a un diputado que el Estado no va a interferir en los precios del mercado: “la Ley de oferta y demanda es la que establecerá los precios”.

Debemos tener mucho cuidado, no vaya a ser que perdamos el camino, aunque en el discurso político, se le asegura al pueblo que al capitalismo no se va a retornar, no es suficiente. Solo espero que el rumbo que se tome sea sobre la base de un consenso nacional y no decisión de un pequeño grupo de políticos y burócratas que aprovechando las circunstancias y utilizando un lenguaje tecnicista, nos quieran vender pollo por pescado.

16 septiembre 2014 156 comentarios 219 vistas
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Los que saben

por Consejo Editorial 14 mayo 2014
escrito por Consejo Editorial

Por: Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)funcionarios-cuba

Cuba está pasando por el que quizás sea el momento más crucial de sus últimos 50 años. Los cambios que tienen lugar en la isla están condicionados por una doble amenaza: el bloqueo estadounidense y la existencia de una burocracia terca a perder el control de la nación. En este contexto, resulta de vital importancia preguntarse: ¿quién rige los destinos del país? ¿Quién los ha escogido? ¿Cómo se toman las decisiones que afectan a nuestro pueblo? Hoy abordaremos estos y otros temas.

El 22 de febrero de 2014 el actual presidente Raúl Castro clausuraba el Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) recordando un discurso de Fidel Castro hace más de 40 años en el que afirmaba que “las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores…”. Me alegra que ese espíritu colectivista terminara dicho congreso, que fue calificado de “magnífico” aunque yo tenga mis reservas al respecto.

A pesar de que las palabras de Fidel transmiten un sentimiento de consenso muy necesario en estos momentos, en el contexto actual resultan insuficientes para los retos que tiene el país. Ya no basta con “discutir con el pueblo”, este tiene que participar activamente en las “decisiones fundamentales” porque la mejor apuesta que se puede hacer es a la inteligencia colectiva, no hay nada más democrático que eso.

Si varias décadas atrás apostábamos a un modelo en el que nuestros representantes decidían cuál era el camino a seguir y consultar este camino con el pueblo era suficiente, ya no es así. Ahora el camino debe decidirse en consenso por las masas y toca entonces a los funcionarios aplicar ese rumbo. Los movimientos sociales en América Latina han cambiado, se han vuelto más activos y participativos políticamente, quizás ya es hora de que el movimiento revolucionario cubano cambie con ellos.

Espero que hayamos dejado atrás esa época en que un grupo de 20 personas podía redactar un anteproyecto

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14 mayo 2014 83 comentarios 282 vistas
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El socialismo que yo quiero

por Consejo Editorial 24 enero 2012
escrito por Consejo Editorial

Por Roberto G.  Peralo

A partir de ahora se comienza a escribir una nueva etapa de la historia de la revolución cubana. La primera conferencia del Partido va a darle conclusión al proceso de diseño y estrategia del nuevo sistema político, económico y social. Proceso que a mi entender comenzó el 17 de noviembre del 2005 en el discurso de Fidel Castro en el Aula Magna dela Universidad dela Habana.

Haciendo un recuento de estos 7 años, de transformaciones. Como ciudadano de este país he participado en más de 12 asambleas. Tuve la posibilidad de emitir criterio, discrepar y oponerme a cada una de las estrategias aprobadas, junto al resto de los cubanos. Creo que lo más importante no fue que tuve el espacio de dar mi opinión sino que fui escuchado y tenido en cuenta, así lo creo. Eso es realmente democracia participativa.

Aprovechando ahora que tengo otra tribuna para emitir mis opiniones y compartirla con el resto del mundo. Me gustaría que cada objetivo de trabajo aprobados en la primera conferencia del Partido asegure que:

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24 enero 2012 311 comentarios 358 vistas
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Raúl Castro Vs corrupción

por Consejo Editorial 17 enero 2012
escrito por Consejo Editorial

Por Roberto G. Peralo

El discurso de Raúl Castro el 23 de diciembre en la Asamblea Nacional ha sido interesante. Entre los temas variados que tocó el más importante, a mi entender, fue los párrafos que le dedicó a la corrupción. Comparto con el la idea de ver a la corrupción como el problema más grave que enfrentamos y el más difícil para solucionar.  Voy a discrepar con Raúl en un tema y lo desarrollo a continuación:

corrupción en historia

El administrador del centro recreativo “Cuba Libre” presta el local para la fiesta de cumpleaños del hijo de Bolaños director de la “Empresa Integral”. En el servicio le incluye algunos productos gastronómicos y el audio. En esta prestación de servicios no intervino ninguna relación monetaria. Bastaron las relaciones de trabajo de algunos años, donde se crearon vínculos personales de una amistad incumbida.

Meses  antes el administrador Contreras del centro recreativo “Cuba Libre” se encontraba en la difícil tarea de reparar su vivienda. Consiguió a través de su “amigo” Bolaños algunos sacos de cementos y par de cajas de lozas que le eran prohibitivos para el salario que percibía.

Estas historias se repiten a diario en todos los escenarios de la vida socioeconómica de Cuba. Resuélveme: unos

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17 enero 2012 283 comentarios 853 vistas
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