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Diálogo

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La Joven Cuba invita al debate «¿Diálogo y reconciliación en Cuba?»

por Consejo Editorial 7 diciembre 2023
escrito por Consejo Editorial

La Joven Cuba invita al debate «¿Diálogo y reconciliación en Cuba?».
Fecha/hora: Sábado 9 de Diciembre a las 5:00PM
Lugar: La Marca Obrapía (108C entre Oficios y Mercaderes)
La segunda mitad del siglo XX y el inicio del XXI han estado marcados por una polarización política que afecta la nación cubana. ¿Qué condiciones históricas y políticas han estimulado posturas extremas? ¿Podemos los cubanos reconciliarnos y dialogar desde la diferencia? ¿Qué desafíos y contradicciones prevalecen para alcanzar una paz democrática? Estos y otros temas estaremos debatiendo con el público. Entrada libre.

Moderador: Maykel González Vivero (Periodista)
Panelistas:
Carlos Alzugaray Treto (Coordinador Consejo Asesor La Joven Cuba)
Yanela Soler Mas (Coordinadora Observatorio sobre Extremismo Político)
Rubén Padrón Garriga (Editor La Joven Cuba

7 diciembre 2023 2 comentarios
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Derechos
DemocraciaObservatorio sobre Extremismo Político

Derechos humanos: garantías, violación y manipulación

por Observatorio sobre el Extremismo Político 10 diciembre 2022
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Altamente disputados y objeto recurrente de manipulaciones, los derechos humanos pueden ser una garantía y al mismo tiempo, un motivo de discordia política. Aun cuando el reconocimiento de su valor es uno de los grandes logros civilizatorios del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, su respeto y cumplimiento por parte de los Estados supone un reto fundamental en la actual centuria.

Con motivo de celebrarse el Día de los Derechos Humanos, el presente texto  se detiene en el tratamiento de estos en la legislación cubana, así como en los indicadores que describen el avance y los desafíos que al respecto exhibe la Isla. Asimismo, contrasta informes del gobierno cubano con los de organizaciones internacionales, y analiza mediaciones internas y externas que también influyen en su implementación.

***

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue debatida en sesión de la ONU en 1946 y adoptada en 1948, cuando en Cuba ejercía la presidencia Ramón Grau San Martín. El documento mencionado constituyó la primera conceptualización sobre el reconocimiento de los derechos humanos y, dado su carácter progresivo, ha inspirado otras declaraciones y tratados.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), con sede en Ginebra, es la organización encargada de velar por su cumplimiento y cuenta con tres objetivos fundamentales: establecer los estándares de observancia de los derechos humanos, monitorear el cumplimiento de estos estándares y tomar acciones directas para aplicarlos en caso necesario.

En 1977 el jurista checo Karel Vasak propuso agrupar los derechos humanos en tres generaciones, según su naturaleza, origen, contenido y materia. La primera son los derechos civiles y políticos, cuya formulación se remonta a la Ilustración y a la Revolución Francesa. Incluye el derecho a la vida, a la libertad y a la igualdad entre ciudadanos.

La segunda generación contempla los derechos económicos, sociales y culturales. Comprende, además, las obligaciones del Estado respecto a las necesidades económicas de sus ciudadanos, como garantizar una alimentación y vivienda dignas. Los de la tercera generación agrupan a los de las minorías, sociales y étnicas, y otros universales no planteados con anterioridad, como el derecho al desarrollo y a un medioambiente sano. Actualmente algunos teóricos proponen una cuarta generación relacionada con el acceso y uso seguro de las tecnologías de la información y la comunicación.  

El investigador y jurista Julio Cesar Guanche afirma:

Los derechos pueden desvirtuarse (en forma de usos ineficientes de un bien objeto de derecho), y pueden desaparecer (por pérdidas de poder de quienes los obtuvieron), pero nada de ello relativiza su importancia. El único derecho inútil, o desestimable, el único derecho que puede causar vergüenza, es aquel del que se carece. No hay idea mínimamente fuerte de democracia que no suponga conflicto. Esta ni se da ni se concede. Pasa igual con los derechos. Ambos necesitan conflicto y desafío: actos ejemplares, moralidades de la libertad, éticas de la justicia, testimonios de fe en el ‘mejoramiento humano.

Por su parte, para la académica Ivette García, “el gobierno cubano muestra en sus discursos una visión amplia, pero en realidad asume los del tercer grupo y parte de los segundos con reservas. Pone énfasis allí donde tiene más holgura y facilidad para el triunfalismo”.

Derechos

(Foto: Mauricio Román/Milenio)

Legislación y derechos humanos en Cuba

En Cuba se han ratificado 44 de los 61 instrumentos establecidos por la ONU para el cumplimiento de los derechos humanos. Uno de los no ratificados es el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y, por lo tanto, su Protocolo Facultativo. Estos instrumentos permiten a víctimas presentar quejas contra otro individuo, institución o gobierno ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El gobierno cubano justifica la no ratificación alegando el acatamiento de lo establecido en materia de derechos económicos y sociales; igualmente, aseguran que el PIDCP es una injerencia en los asuntos internos del país.

La Constitución de 2019 reconoce derechos como la salud y educación gratuita (Art.72 y 73), libertad religiosa (Art.15), respeto al domicilio  (Art.49), hábeas corpus (Art.96); no discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencias religiosas, discapacidad, origen nacional o territorial (Art.42); libertad de pensamiento, conciencia y expresión (Art.54); derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos (Art.56); y protege la propiedad privada sobre los medios producción (Art.22).

No obstante, hay elementos que limitan el ejercicio de tales derechos contenidos en la Carta Magna, como la asunción del Partido Comunista de Cuba como “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” (Art.5), y la no elección ni ratificación por voto popular directo de los cargos directivos principales.

Si bien la democracia occidental y el multipartidismo no son el único modelo válido para hacer sostenible el desarrollo de los derechos humanos, tampoco existen en Cuba mecanismos para garantizar la competencia de fuerzas políticas ni siquiera en el interior de ese único partido. Unido a ello, el proceso legal de revocación del poder de un directivo es sumamente inviable para la ciudadanía.

Por otra parte, algunas leyes accesorias que deberían servir para establecer el modo en que los derechos constitucionales se materializan terminan limitándolos al punto de casi negarlos. Así ocurre, por ejemplo, con la Ley de Asociaciones, que data de 1985 y se mantiene vigente dada la ausencia de una nueva, cuya aprobación ha sido injustificadamente postergada. Su segundo capítulo establece que la creación de asociaciones debe hacerse a través de órganos estatales y prohíbe la existencia de dos asociaciones con similar objeto social.

Otro instrumento que ha causado polémica en relación con la protección a los derechos humanos es el recién aprobado Código Penal. El nuevo sistema legal cuenta con mejoras en el marco penal contra la violencia intrafamiliar, sexual y de género, y elimina el “estado de peligro”, utilizado anteriormente para enjuiciar de forma arbitraria a personas pertenecientes a grupos históricamente vulnerados, como las mujeres trans o los trabajadores sexuales.

Asimismo, hay artículos que pudieran prestarse a deformaciones en el ejercicio de la justicia penal y derivar en violaciones a los derechos humanos, como eximir de responsabilidad penal a quien delinca por “obrar en cumplimiento de un deber” (Art.27), con el riesgo de naturalizar la violencia política sin consecuencias para quien la ejerza.

Además , amplía las sanciones y su severidad en relación con los delitos contra la seguridad del Estado, figura que se ha usado para la censura y represión. En adición, mantiene la pena de muerte, que, si bien está en moratoria desde hace más de dos décadas, su mera contemplación en la ley representa una violación del deber de los Estados de proteger, ante todo, la vida de sus ciudadanos.

Derechos humanos en el contexto latinoamericano e internacional

El Fondo para la Paz puntúa el respeto a los derechos humanos en todos los países del mundo. Dicha calificación se otorga de acuerdo con medios de prensa, investigaciones científicas y organismos internacionales. La cuantificación de temas tan cualitativos siempre resulta compleja, por tanto, el ranking no puede asumirse de forma acrítica o mecánica. Sin embargo, es útil su empleo para un acercamiento preliminar a un análisis comparado.

Siguiendo esta evaluación, los países con mayor respeto a los derechos humanos en el mundo son Noruega, Finlandia y Austria; y los que más afectaciones presentan son Yemen, Irán y China. Un ranking en América Latina y el Caribe a partir de la puntuación que otorga dicha organización (entendiendo menor puntuación como menor afectación), colocaría a la cabeza de la lista, con menos puntos, a Costa Rica, Granada y Barbados, y al final, a Venezuela, Brasil y Honduras. Según esta lógica, Cuba ocupa el lugar 109 de 179 en el mundo y el 22 de 29 en la región.

Pese a los señalamientos mencionados, Cuba es miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La pertenencia al grupo debería implicar la responsabilidad de defender derechos humanos interna y externamente, pero la elección se hace por mayoría de miembros de la ONU. O sea, el nombramiento solamente marca la existencia de un consenso mayoritario entre los votantes del respeto a los derechos humanos en el Estado elegido y/o su posible influencia para garantizarlos en la región, no un reconocimiento del organismo internacional sobre el cumplimiento de estos en su territorio.

Cuba no es el único país elegido en el que se han reportado violaciones a estos derechos; la acompañan otros como Eritrea, Burkina Faso, Somalia, Brasil, Venezuela, México, India, Pakistán, Indonesia y Ucrania.

Derechos

(Foto: Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH).)

Informes sobre derechos humanos en Cuba

El más reciente informe sobre derechos humanos publicado por el gobierno cubano fue presentado ante Naciones Unidas en 2018. Entre los elementos principales que destaca se encuentran:

  • Protección del derecho a la vida.
  • Adopción por el Estado de las medidas necesarias para impedir la ejecución de actos proscritos en las Convenciones contra la Tortura y las Desapariciones Forzadas.
  • Existencia del hábeas corpus para impugnar la ilegalidad de las privaciones de libertad.
  • Sujeción del uso de armas a estrictos controles por las autoridades.
  • Inexistencia de sanciones de penas de muerte desde el informe anterior.
  • Información veraz y oportuna por los medios de comunicación masiva, que son de carácter público.
  • Utilización creciente de los mecanismos de opinión que proporcionan los medios de información digitales.
  • Incremento de la efectividad del control ejercido por el pueblo sobre la actividad de órganos estatales, representantes electos y funcionarios públicos.
  • Celebración de elecciones a partir del sistema electoral aprobado en la Constitución (1976).
  • Crecimiento en el acceso y desarrollo de las TICs.
  • Condena a todas las formas de discriminación, mediante leyes, programas y políticas.
  • Derecho de las mujeres a la elección libre y responsable sobre la fecundidad y al aborto.
  • Sistema de salud de calidad con cobertura universal y asistencia gratuita.
  • Educación de calidad y de cobertura universal y gratuita en todos los niveles de enseñanza, con independencia del género, color de la piel, ingreso familiar, religión, opiniones o ideas políticas del educando o de sus familiares.
  • Fomento y promoción de las artes y las ciencias y libertad de creación artística y literaria.
  • Protección al trabajador ante despidos, acompañados de una propuesta de reubicación laboral, garantías salariales y asistencia social cuando corresponda.
  • Cooperación con países de la región y del mundo.
  • Cumplimiento de los compromisos y obligaciones internacionales adquiridos en virtud de los 44 tratados internacionales de derechos humanos de los que Cuba es parte.

Como prioridades se apuntaron la necesidad de impulsar el modelo de desarrollo económico y social socialista, seguir fortaleciendo el marco jurídico e institucional de promoción y protección de los derechos humanos, robustecer la participación popular en los procesos electorales y la adopción de decisiones, continuar reclamando el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de EE.UU., mantener la cooperación internacional con los mecanismos de derechos humanos de la ONU y brindar su modesta ayuda solidaria a otros países.

Como obstáculos solo se señalan las antes mencionadas sanciones, la existencia de la Base Naval de Guantánamo y las campañas político-mediáticas unidas a los fondos para cambio de régimen que se emiten desde Norteamérica. Empero, no queda explícito  ningún reconocimiento a problemas internos que obstaculicen las garantías para  estos derechos.

En contraste, los informes de la ONG Human Right Whatch (2020) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (2021) resaltan como principales problemas en la Isla:

  • No existencia de una democracia representativa.
  • Detenciones arbitrarias y encarcelamientos de corta duración a los opositores.
  • Existencia de la pena de muerte, aunque no aplicada desde 2003.
  • Control gubernamental de prácticamente todos los medios de comunicación y restricciones al acceso a información proveniente del extranjero.
  • Existencia de presos políticos y de conciencia.
  • Restricciones para entrar y salir del país a determinadas personas por sus ideas políticas.
  • Alta tasa de población carcelaria (según informes independientes, pues la última cifra oficial data de 2012); malas condiciones en los centros penitenciarios y abusos a los presos políticos o que emprenden formas de protestas dentro del penal.
  • Inexistencia de libertad de asociación en sindicatos independientes.
  • Explotación laboral en las misiones médicas.
  • Violencia y discriminación a personas de los colectivos LGBT.
  • Falta de legislación que aborde y prohíba de manera expresa la violencia basada en género.
  • Precarización de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, con impactos diferenciados en mujeres y personas mayores afrodescendientes.
  • Desabastecimiento de alimentos y medicamentos básicos.

Las antes referidos informes solo resaltan como elementos positivos que la Constitución de 2019 ofrece garantías judiciales como el hábeas corpus y el principio de presunción de inocencia, junto a un grupo de derechos civiles y políticos, y prohíbe expresamente la discriminación sobre la base de la orientación sexual y la identidad de género. Se reconoce la despenalización del aborto y su práctica de forma gratuita, y asimismo, se hace alusión al anteproyecto del Código de las Familias y su propuesta de matrimonio sin discriminación.

Igualmente admiten el impacto de las sanciones norteamericanas sobre la economía cubana y su mantenimiento, a pesar de la Resolución aprobada en Naciones Unidas.

Derechos

Derechos humanos, polarización y sanciones

La violación de los derechos humanos en la Isla ha sido empleada como herramienta por las administraciones de la Casa Blanca para implementar sanciones, a pesar de que EE.UU. mantiene amplias relaciones comerciales con países peor posicionados en esta materia de acuerdo con el ranking antes mencionado.

Por otra parte, jurisdiccionalmente las sanciones violan o contribuyen a la violación de derechos humanos tanto en Estados Unidos como fuera de este. Las que limitan los viajes a Cuba contradicen libertades civiles estadounidenses, mientras, las que impactan directamente en la economía de la Isla entorpecen la garantía de derechos para los cubanos, como la seguridad alimentaria, el acceso a determinados servicios de salud y el desarrollo de empresas del sector privado.

Aun así, políticos norteamericanos como Marcos Rubio y Rick Scott han fomentado el recrudecimiento de estas sanciones unilaterales planteando que el dinero que entra en el país se destina al mantenimiento de órganos represivos.

Las sanciones, sumadas a los fondos destinados para cambio de régimen, entre otras agresiones, han propiciado que en Cuba se desarrolle una mentalidad de plaza sitiada que favorece posturas y actitudes extremistas y violatorias de los derechos humanos ante una amenaza externa.

Nada justifica la transgresión de derechos que deberían estar garantizados para todos los ciudadanos en el presente siglo, no obstante, es posible ver que Estados —incluso que se presentan como paradigmas de la libertad de expresión— limiten derechos humanos en momentos de tensión o ante circunstancias que pudieran poner en peligro su estabilidad.  Ejemplo de ello es la censura a la cadena trasnacional de noticias Rusia Today —en el marco de la guerra con Ucrania— en varios países europeos.

Sin embargo, la violación de derechos humanos en otros territorios no debe asumirse como un “cheque en blanco” para naturalizar estas transgresiones. El gobierno cubano le debe a su ciudadanía un debate profundo y democrático sobre cuándo es imprescindible limitar determinados derechos en aras de mantener la soberanía nacional que garantiza otros y cuando responde a una visión extremista o autoritaria con respecto a las libertades para disentir.

De esta misma forma la negativa a permitir que organismos internacionales o nacionales independientes del Estado cubano revisen la situación de los derechos humanos, sumada a la falta de transparencia y la no autorrevisión crítica de estas transgresiones, ha conducido a que la gran mayoría de las fuentes que abordan la problemática sean afines a la oposición.

Esto tiene un impacto directo, no solo en una información mediática sumamente polarizada sobre el fenómeno, sino en que los organismos internacionales reproduzcan en sus informes los sesgos de dichas fuentes ante la dificultad de contrastar información.

El cumplimiento de los derechos humanos ha sido utilizado tanto por el gobierno cubano, como por la oposición, a modo de herramienta para justificar su actuar. Si bien en Cuba se cumplen algunos de los derechos universales, la dirección de país está lejos de tener la disposición política para reducir las violaciones hoy existentes y garantizar su carácter progresivo.

La polarización y el extremismo que violenta los derechos humanos se ha enraizado en la cultura política de un considerable número de cubanos, residan dentro o fuera del país, o apoyen al gobierno o a la oposición. Esta situación impide que surjan alternativas sostenibles desde el diálogo respetuoso que trasciendan la denuncia y se centren en un trabajo mancomunado que posibilite mejorar su situación.

10 diciembre 2022 15 comentarios
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Crisis cubana y consenso
Democracia

La crisis cubana y la urgencia de consensos

por Ivette García González 8 noviembre 2022
escrito por Ivette García González

El agotamiento del modelo social y la fractura del pacto social derivado de la Revolución en Cuba son reales desde hace años. Pocos dudan hoy que la crisis es sistémica, el conflicto nacional y que estamos en un callejón sin salida. Sin embargo, la represión sustituye a la gestión política e incrementa la polarización. Los riesgos son enormes e indican la urgencia de articular consensos.

Precisamos edificar un nuevo proyecto de país en base a un nuevo pacto social. Es difícil pero no imposible, como ha demostrado la historia en diversas geografías. Los humanos somos seres racionales, estamos en permanente negociación para convivir, de ahí que la sociedad evolucione a través de múltiples consensos. 

Es tema a evaluar con transparencia y responsabilidad. Nada resuelven enfoques simplistas, como el publicado por Cubadebate, que sustituye argumentos por consignas o afirma que en Cuba el consenso es una construcción de siglos —amalgama oficial que coloca Patria, historia y gobierno como equivalentes— cuando ninguno de ellos son estáticos ni se heredan.

Tampoco dogmatizando que existe «consenso sobre el proyecto social socialista», a pesar de que se conoce que incluso sectores socialistas interpelan hace años al sistema político; o que la Constitución y la masividad de un desfile muestran un «consenso colectivo, masivo y libre».   

En el ámbito político, y particularmente en escenarios de crisis, el consenso supone la capacidad de lograr acuerdos entre distintos actores sociales con intereses diversos e incluso contrapuestos. Sin eso —que es lo opuesto al uso de la fuerza o la coacción empleadas por el gobierno— no es posible resolver demandas ni lograr los cambios que necesita la sociedad. 

Ellos implican diálogo y negociación, escuchar, ser escuchado y ceder en aquello que no sea fundamental y pueda bloquear la intención. Requiere examinar contexto; pluralidad social; cambios generacionales; contradicciones; posturas en cuánto a qué se busca y cómo; estar dispuestos a encarar riesgos, no verlo como unanimidad acrítica sino como oportunidad de procurar la gradual convergencia de ciertos puntos compartidos.

Son tan importantes que en situaciones muy complejas para transiciones, por ejemplo, se pactan previamente variantes de consenso —activo, pasivo,  general, suficiente o cualificado—, como modo de asegurar la gestión y los resultados de acuerdo con las condiciones del escenario y los actores.  

Crisis cubana y consenso

El consenso supone la capacidad de lograr acuerdos entre distintos actores sociales con intereses diversos e incluso contrapuestos.

-I-

En varios textos he sugerido el diálogo nacional como mecanismo de concertación política para la transición en Cuba. Las condiciones no lo favorecen a corto plazo dados la ausencia de mínimos democráticos para confrontar ideas y posturas; el ejercicio de la política mediante la coerción; la emigración o el destierro de fuerzas vivas de la nación y un ambiente tóxico derivado del extremismo político.

En algunos casos también influyen el desconocimiento, ciertas experiencias fallidas, la intolerancia del gobierno que desvirtúa y manipula el tema, y las desventajas de sus contrapartes. Tanto en la Isla como en la emigración, ello es resultado de las profundas y longevas asimetrías en las relaciones de poder, y del radicalismo político que en ambos extremos rechaza la fórmula.

No obstante, al interior de la sociedad civil independiente, la emigración y entre ambas, se intentan acuerdos mínimos. Ellos deben acompañarse de acciones cívicas y empoderamiento ciudadano en pos de reivindicaciones democráticas y articulación de alianzas que permitan modificar en lo posible el desbalance actual. Esto permitiría generar suficiente impulso político —nacional e internacionalmente— como para que la negociación en esa escala sea una necesidad para todas las partes.  

La formación de conciencia cívica está en función de ello, pues la realización de conquistas democráticas no provendrá de sectores dominantes. Como indicara Juan Valdés Paz, a lo largo de la historia «la realización de los ideales democráticos ha sido el resultado de las luchas populares (…) es el pueblo, el soberano, los ciudadanos, los actores fundamentales llamados a realizar la democracia y eventualmente, alcanzar un mayor desarrollo democrático».

También en la Isla en cierto modo ha sido una realidad. Desde los años noventa el diseño original de nuestro totalitarismo fue subvertido. La puja sobre el poder derivada de consensos a escala de la sociedad civil fue importante en los cambios, aun cuando no transformaron la institucionalidad política ni la esencia del modelo. Hasta hoy, el Partido/Gobierno/Estado ha podido maniobrar con cambios cosméticos o que descompresionan la situación emergente sin alterar el estatus quo.

-II-

Hoy el escenario es muy diferente. Estamos ante una crisis sistémica, se han ampliado las áreas de disenso desde diversos sectores y los cambios en la dinámica política son acelerados. Una mirada a cómo han variado las preocupaciones y certezas en torno a los consensos y sus fracturas entre el 2019 y el 2022, con el estallido social del 11-12J por medio, da cuenta de ello. Sugiero leer y contrastar al respecto el dossier de Alma Mater y la contestación de  El Toque.

La sociedad civil independiente —quebrantada recurrentemente por la represión— se reinventa, procura conectar generaciones y agendas articulando consensos en favor de una transición democrática desde los años noventa. Varios tópicos son convergentes, entre ellos: apertura económica; primacía de factores internos en causas y soluciones del conflicto; autonomía de la esfera pública; libertad de prensa; separación de poderes; reconocimiento de los cubanos —donde quiera que estén— como parte de la nación; pluralismo político; naturalización del disenso; liberación de los presos políticos y fin de la represión; derechos humanos, democracia y sanación de la sociedad.

Con aciertos y desaciertos, algunas formas asociativas de los últimos años han intentado articular consensos atendiendo a prioridades, desde el respeto al pluralismo político. Entre ellos: Movimiento San Isidro (MSI), la efímera Articulación Plebeya, Archipiélago, Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) y Cuba Próxima. 

Más recientemente, el Frente Democrático de Concertación (D Frente), que agrupa a varias organizaciones, se plantea la refundación de la República y se orienta en base a seis principios fundamentales y una hoja de ruta. En ellos existen diversas posturas y corrientes de pensamiento; también diferencias en cuanto a modos, profundidad de ciertos cambios y solución del diferendo con los EE.UU.

No obstante, en el amplio ecosistema del disenso —dentro y fuera de la Isla— persisten la dispersión y dificultades para lograr acuerdos, a veces por falta de experiencia y madurez política y por los efectos permanentes de  la represión y la criminalización de agendas, membresías y liderazgos por parte del gobierno. Ello no ha permitido socializar lo necesario ni lograr proyecto(s) contrahegemónico(s) con arraigo en las mayorías.

De otra parte, el Partido/Gobierno/Estado tiene ante sí una ciudadanía más demandante y agotada. Acumuló rápidamente fracasos económicos y el costo social de sus impopulares medidas; no ha podido construir sus propios consensos ni resolver la inoperancia de los mecanismos de participación ciudadana. Enfrenta una creciente desconfianza política y gobierna en base a la coerción y ciertos falsos consensos, ignorando incluso a veteranos de la propia Revolución que ya no están en las estructuras del poder pero intentan aportar.

Durante los últimos cuatro años ha mantenido fórmulas anacrónicas de diálogos con sus bases: sindicatos, organizaciones sociales de masas, políticas y profesionales, todas bajo su control. Parte de ellas se han quebrado, pero prevalecen segmentos militantes no despreciables y una amplia franja de silencio que incluye a víctimas, resignados y leales incondicionales.

Como afirmó en entrevista reciente el abogado y politólogo Roberto Veiga,  hay una significativa «carencia de gestión y sensibilidad política». De ahí el predominio de la represión contra un pueblo que le ha dado todas las  oportunidades  posibles a su gobierno «para una transformación en paz y para la paz». Con tal actitud, «el propio gobierno se empeora su escenario».  

-III-

No obstante las limitaciones, diferencias y crispación política, la sociedad cubana tiene algunas ventajas que podrían favorecer la articulación gradual de consensos para la democratización. Entre ellas: alto nivel de instrucción; importantes valores compartidos; confluencia de varias generaciones; energía que dejó el 11-J a su favor; emergencia de nuevas iniciativas desde la sociedad civil; activismo de la emigración y el soporte que todavía representan varios principios y derechos plasmados en la Constitución.

A ello se suman otras dos singularidades del contexto actual. Una es que la prensa independiente es ya un actor importante dentro del espectro político. A pesar de la intolerancia oficial y la represión, consigue aportar a la socialización de ideas, demandas y posturas, a la formación de conciencia cívica y la articulación de consensos entre diversos actores. La otra es que algunos tópicos convergentes del mapa crítico y opositor son compartidos por sectores reformistas y otros considerados afines al gobierno pero que en realidad integran una amplia zona de silencio.

Crisis cubana y consenso

(Ilustración: Rafael Alejandro García/CubaNet)

Estamos en un punto de no retorno. Para cualquiera de los escenarios probables de la transición se necesitan consensos, como dejó ver recientemente uno de los fundadores del Movimiento Cubano de Reflexión (MCR).

El más viable para convertirse en ruta crítica es el que derive del avance del movimiento pro-democracia y su eventual capacidad para articular el descontento manifiesto en las protestas sociales, que junto a la pérdida gradual del miedo es fenómeno social novedoso en la Cuba actual.

Necesitamos encarar el conflicto y exigir un ambiente menos tóxico, represivo y polarizado, que permita gestionar diferencias antes de que sobrevenga otro estallido social y derivemos a un caos del que todos —menos ciertas oligarquías en ascenso— saldremos como perdedores. Y con nosotros el país.

Algunas ideas ya ampliamente aceptadas deberían también favorecerlo: 1) El conflicto es nacional, debe ser resuelto por los cubanos sin injerencia extranjera y apegados a la soberanía popular; 2) el modelo de sociedad se agotó y los intentos de reformas derivaron en mayor inequidad social, pobreza y represión; 3) necesitamos un país democrático y soberano que garantice bienestar ciudadano en primer lugar y 4) tales aspiraciones deben lograrse por vía pacífica.

La magnitud de los riesgos que encaramos hoy debe recordarnos que los consensos son necesarios, posibles y urgen. Cuba necesita democratizarse en todos los ámbitos y para ello también precisamos fomentar una cultura dialógica, cívica, política y democrática en la esfera pública. Sobra polarización y apremia sustituir la represión por una gestión política del conflicto, por el pensar y actuar con responsabilidad, inteligencia, creatividad y patriotismo.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com 

8 noviembre 2022 52 comentarios
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AHS
Cultura

La AHS y los soliloquios institucionales en materia artística

por Raymar Aguado Hernández 15 febrero 2022
escrito por Raymar Aguado Hernández

Un fantasma recorre el panorama cultural cubano: el fantasma de la imposibilidad del diálogo entre los creadores y las instituciones. Los artistas y las organizaciones encargadas de representarlos son desde hace tiempo el eje principal —o al menos el más visible— en torno al cual se han generado diferentes conflictos y poco o nada se ha hecho para propiciar el entendimiento entre las partes. Una radicalidad contrainstitucional ha ahogado los diversos estratos de la cultura en Cuba, dada principalmente por el desentendimiento y la tozudez.

La excesiva politización a la cual están sometidas las instituciones, obnubila la cordura de sus dirigentes y dificulta la generación y preservación de productos de calidad más allá de los cumplimientos que exige el poder imperante. Se ignoran los reclamos y los «espacios de debate» no son, en muchos casos, más que una tapadera de falaz intercambio formal. En ellos casi siempre solo unos pocos tienen la posibilidad de expresarse, la mayoría de los casos en oportunidad dirigida, ya que el moderador prioriza a quienes sabe afines a sus intereses políticos, que son los de la institución y los gubernamentales.

En tanto, la pleitesía de los que de una forma u otra se saben privilegiados por esta aberrante realidad agudiza las diferencias, muchos de los que se presentan contrarios a tal posición se llenan de rencores y sectarismos. Así quedan separados en bandos, lo que potencia un intercambio ofensivo que comúnmente termina en hostilidad. Los que llevan una posición contraria a la institución —por transitividad, al gobierno— son los más afectados, puesto que por lo general son ofendidos y desacreditados por la propaganda oficial. Esta práctica es una constante en noticieros y periódicos.

Aunque en algunas esferas su posición parece la más desestimable, no solo el Estado y sus adeptos son los causantes de tales desmanes: existen «entes culturales» que con tal de solidificar su condición y ganarse un lugar en los medios, se cuelgan el blasón de héroes políticos y adoptan una posición reaccionaria y poco constructiva. Con ello, sirven de fulcro para contradicciones que atentan contra la salud de la cultura nacional. La necesidad de estar en una postura jerárquica superior en un espacio de creación, es el principal lastre; poco abunda la sinceridad constructiva y los canales para ser comunicada.  

Es casi imposible encontrar un espacio imparcial en materia política –dicho esto sin incurrir en la ingenuidad de obviar la omnipresencia de esta en cada estrato de la sociedad. Constantemente la imposición de una especificidad ideológica consume cualquier planteamiento que se torne opuesto al imperante, esto desbalancea los procesos comunicativos entre los diferentes actores involucrados y crea preferencias amén de la solidez de las ideas.

AHS (2)

Presidencia de la Asamblea Provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en La Habana (Foto: Facebook AHS)

La práctica del «mucho se ha hecho, nos queda mucho aun por hacer» sigue funcionando de excusa y vía de escape para la invisibilización de las fallas que abundan. Se siguen justificando las faltas con la concreción de pocos aciertos.

Hay que dejar de lado las posturas políticas inamovibles y velar, de forma desinteresada y sincera, por la persistencia de la savia que siempre nos ha empapado. La cultura cubana tiene salud precaria y es insuficiente lo que se hace por mantenerla a flote. Potenciar la crítica abierta y honrada es una necesidad, pues solo con ella se encontrará un derrotero que nos conduzca hacia los procesos artísticos e históricos que los tiempos actuales requieren

Hace poco participé en la Asamblea Provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en La Habana y reencontré todas estas formas de desentendimiento que he mencionado. También constaté la supremacía de las ideologías políticas en detrimento de la persistencia de un trabajo cultural de calidad con el respectivo respaldo logístico-económico que necesitan los creadores.

Lo que fuera presentado por la narrativa de los voceros de dicha institución como un espacio de intercambio y polémica constructiva, terminó siendo un soliloquio de la mesa presidencial y sus elegidos interventores, quienes trataron de desestimar cada planteamiento de los menos de diez asociados que tuvieron la oportunidad de proponer un ejercicio crítico en presencia de Fernando Rojas, viceministro de Cultura, y Luis Antonio Torres Iribar, primer secretario del PCC en La Habana.

Es menester recalcar que durante el transcurso de la asamblea, realizada en el Teatro Nacional, por más que mi brazo se mantuvo en alto con el fin de pedir la palabra, fue todo el tiempo ignorado. Me quedé con mucho por decir y rebatir, por eso asumo este espacio como remplazo del que me fuera negado.

Me gustaría hacer hincapié en una idea usada por uno de los «interventores» ante las demandas de los artistas: la falacia de «la persistencia del modelo cultural socialista dentro de la institución cubana». Para exponerla, aludió —con esquematismo y un poco de ingenuidad— a «dos modos de asumir la cultura dentro de la Cuba de estos días: el modelo socialmente comprometido y el modelo mercantil». La idea fue revisitada por Rojas y Torres Iribar, con el fin de mantener el estado de opinión al entero favor de la mesa presidencial y sus constantes justificaciones.

Me gustaría aclarar que esos «dos modos de asumir la cultura» no son otra cosa que un error axiológico mal construido por la prepotencia de un ente que buscaba, a fuerza de altanería, imponer una «inamovible verdad». Los individuos acumulan una determinada cantidad de conocimiento que le permite desarrollar un juicio crítico en la propia escala de valores de lo que conocen y toman del medio. El bagaje cultural se forma gracias a la asimilación. Por tanto, existe un sinfín de formas de entender el entorno y la cultura, todas individuales e irrepetibles.

Así pues, hay tantas maneras de asumir la cultura como individuos, todas válidas y completamente respetables. Tanto es así que, como bien dijera en su tono rancio el «interventor» durante la asamblea,  la incultura no existe.

AHS (3)

Asamblea Provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en La Habana (Foto: Facebook AHS)

Por su parte, el arte tiene inequívocamente un criterio de mercado para ser validado y colocado en las diferentes esferas. Lo que determina la persistencia, calidad y reconocimiento de una obra artística es la Institución Arte, ya sea la crítica o los diferentes espacios de exposición y venta (galerías, teatros, museos, casas de subasta, editoriales, disqueras etc.). Estos últimos son, sin lugar a dudas, regidos por una máxima de mercado y competencia.

En la Cuba institucional, el arte y quienes lo gestionan son dirigidos y manejados bajo preceptos políticos. Existe la censura y la parametrización, por tanto, aquí tampoco aplica la retórica de «los dos bandos», dado que solo hay un derrotero establecido. Lo que se oponga a tales preceptos es desestimado.

Me gustaría exhortar a todos los «intelectuales de la retórica socialista» que participaron en la asamblea a visitar —o revisitar— el texto Socialismo y Cultura, de Antonio Gramsci, para que reciban una lección de construcción y necesidad de crítica como vehículo de transformación y paso hacia esa sociedad de la que cada vez estamos más lejos.

La AHS tiene la entera responsabilidad de velar porque el talento creativo no se pierda, porque brote una nueva fascinación por parte de los artistas, por regalar una esperanza de persistencia en un sitio para la creación, por mantener la llama viva. Debe velar por un arte de calidad y esto solo se logra con el ímpetu sincero de fundar, más allá de ideologías o posicionamientos.

Aunque algunas acciones se desarrollan en beneficio de la persistencia de espacios y creadores, no es suficiente el embate, y se pierde así la sinceridad creativa, se bajan los estándares y se da paso a la medianía en el arte. La institución, en este caso la AHS, puede hacer muchísimo, con entrega cualquier empeño se logra.

Los espacios de intercambio y debate no deben seguir siendo escenarios para soliloquios institucionales y políticos. Los creadores necesitamos gozar del derecho a la crítica y al resguardo de aquellos que se dicen nuestros representantes. Mientras esto no se logre, la realidad cultural cubana seguirá inundada de servilismo y mediocridad.

No obstante lo dicho, todavía confío en la AHS. Sé que en ella hay personas que trabajan por crear las condiciones que requieren los artistas, pero lamentablemente, no tienen la palabra definitiva. Por ahora, seguiré trabajando, señalando lo que considero mal hecho y tratando de contribuir en lo que pueda a un mejor funcionamiento de la institución. También espero que la dirección de la AHS, el PCC y el MINCULT, den respuesta y resuelvan las quejas que fueron presentadas en la mencionada asamblea. Ninguna justificación es válida.

15 febrero 2022 4 comentarios
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Chile (1)
Relaciones internacionales

El mensaje de Chile a Cuba

por Vegard Bye 20 diciembre 2021
escrito por Vegard Bye

El triunfo electoral de Gabriel Boric en Chile es histórico. Un joven de 35 años, del extremo sur del país, líder de los movimientos juveniles y estudiantiles de protesta de los últimos años, ha sido electo como el presidente más joven y con el mayor número de votos en la historia de la nación austral. Las cifras de 55.9 vs. 44.1, y una participación de 55% —la más alta después de la introducción del voto voluntario en 2012— logran un triunfo abrumador.

Y lo más importante de todo: Boric aplastó al candidato más reaccionario que ha llegado a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas desde la reconquista de la democracia. José Antonio Kast es un admirador abierto de la dictadura de Pinochet, no solo en lo económico sino también en lo político y legal. Esta ha sido la revancha histórica de Allende —gran aliado de Cuba— contra Pinochet.

Chile (2)

El programa electoral de Boric es claramente socialista y decididamente democrático. Su compromiso es asegurar que el país de más éxito económico en América Latina distribuya sus riquezas sin que pierda crecimiento económico. Es un programa a favor del trickling up en lugar de trickling down. Sus propuestas son: un sistema tributario progresivo; acabar con el dominio privado en salud, educación y en el sistema de pensiones; fortalecimiento de las negociaciones laborales colectivas; programa fuerte de combate a los cambios climáticos; compromiso con los derechos femeninos, LGBTIQ+ y de los indígenas mapuche. Su programa a favor de las mpymes debe ser inspiración para Cuba.

Está esperando el resultado de la Convención Constitucional, elegida democráticamente y encargada de redactar la nueva Constitución Política de la República. Sin embargo, tiene que buscar consensos con un Congreso prácticamente empatado entre izquierda y derecha, y por eso tiene que —¡y quiere! — implementar su programa a través de un diálogo nacional. Como líder de protestas posee bastante experiencia para negociar y obtener concesiones. Sin ese diálogo, no hubiera existido la Convención Constitucional, ni hubiera ganado tan abrumadoramente la nueva izquierda en estas elecciones.

El gobierno cubano evidentemente está muy satisfecho con el triunfo de la izquierda sobre la derecha en Chile. Según Granma, Díaz-Canel envió cordiales felicitaciones a Gabriel Boric, por su «histórica victoria popular». «Ratificamos la voluntad de ampliar las relaciones bilaterales y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos», escribió el dirigente cubano en Twitter.

Cordiales felicitaciones a @gabrielboric por su elección como Presidente de Chile en histórica victoria popular. Ratificamos voluntad de ampliar las relaciones bilaterales y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos. https://t.co/JFkJ57YetR

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) December 19, 2021

No hay duda del compromiso de Boric con los logros históricos de la Revolución cubana. Pero en la situación actual, está claramente al lado de los jóvenes cubanos que —como los jóvenes chilenos con quienes luchó— reclaman libertad y reforma. El mismo 11 de julio, mientras llegaron las noticias de Cuba, hubo un debate televisivo entre los candidatos presidenciales en Chile. Boric sostuvo: «solidarizo con el pueblo cubano que hoy día se está manifestando en contra del gobierno». «Tengo un solo estándar en materia de violaciones a los derechos humanos, son inaceptables».

También condenó fuertemente la violación de DDHH en Nicaragua y Venezuela. Hasta el candidato del PC chileno, Daniel Jadue, que después se unió bajo la candidatura de Boric, dijo en el mismo debate: «condeno las violaciones a los derechos humanos en Cuba y en cualquier parte», y afirmó que «si se acreditan (las afirmaciones de violaciones ese día) por supuesto que las condeno».

Si el triunfo de Boric representa el comienzo de una nueva ola de la izquierda democrática en América Latina, un regreso de Lula a la presidencia brasileña el próximo año sería la confirmación definitiva. Lula siempre se ha mostrado solidario con la Revolución cubana, y tiende a culpar al bloqueo norteamericano cuando se le ha preguntado por la falta de democracia en la Isla. Pero en una entrevista con los corresponsales en Bruselas el 15 de noviembre, e inquirido sobre las protestas recientes en Cuba, respondió: «los cubanos también saben que, cuando hay protestas, tenemos que conversar para saber el por qué», y añadió que «es un derecho de la gente decir lo que le gusta y lo que no le gusta».

Podemos citar a otro posible nuevo presidente de la izquierda el próximo año, el colombiano Gustavo Petro. El 12 de julio, en su cuenta de Twitter, comentó los acontecimientos insulares del siguiente modo: «En Cuba como en Colombia se impone el Dialogo social. Las sociedades vivas son las que se mueven y logran las transformaciones a partir de su diálogo y no de su autodestrucción».

Chile (3)

Gustavo Petro (Foto: Juan Carlos Sierra)

Solo en Cuba no hay hasta ahora ninguna voluntad en absoluto para dialogar con los jóvenes sobre sus reclamaciones. Los que protestan son «confundidos» o manipulados y hasta dirigidos por «el Imperialismo». No entra en la imaginación de los dirigentes cubanos que la juventud —que hace sesenta años hizo la Revolución— también es capaz de pensar por su cuenta hoy día. Pero la izquierda en América Latina está cambiando. Una nueva generación, con una agenda muy diferente, está desafiando las antiguas verdades. Esa será la izquierda con la cuál Cuba tiene que entenderse en un futuro próximo, si no quiere quedar aislada con Maduro y Ortega en el montón de chatarra de la historia.

20 diciembre 2021 29 comentarios
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Dialogar
Ciudadanía

Dialogar el diálogo

por Manuel García Verdecia 20 septiembre 2021
escrito por Manuel García Verdecia

Según la Biblia, Adán y Eva fueron expulsados del Edén por probar el fruto del árbol prohibido del saber. No creo que nuestros abuelos primigenios fueran castigados por querer saber, sino por dudar. La duda, sin embargo, es condición principal de quien busca la verdad. Desde ese instante de desobediencia, hemos sido arrojados a la intemperie, desacostumbrados de la fraternidad y condenados a una eterna trifulca de caínes contra abeles.

No siempre la obediencia es índice de mejor cualidad humana, pues muchas veces asiste a los timoratos y los conformistas. En ocasiones hay que quebrar reglas para acercarse a ciertas cotas de mayor realización. Sin embargo, no hemos vuelto a conseguir nuestra condición de criaturas para la existencia compartida. Es que debemos aprender a dialogar, lo cual implica un nivel de tolerancia hacia lo diferente y hasta opuesto.

Tolerancia es una bella palabra. Algunos la interpretan como condescendencia, con lo cual discrepo. Esta noción implica esencialmente, según el Diccionario RAE, el respeto a «ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias». ¿Qué más se puede pedir de un sujeto?

Creo que la tolerancia es humana y realista, pues no presupone que uno renuncie a su subjetividad sino que tenga la decencia de respetar la del otro. Nadie puede pedir que una persona desista de sus puntos de vista y sus modos de concebir la vida. Sería pedirle que deje de ser quien es. El que solicita tolerancia admite que no todos tienen que pensar como él, que puede estar equivocado.

No se trata de quién está o no en lo cierto, sino de saber concordar las discrepancias para que el mundo sea más amable. Y la ligazón que permite esto es el respeto a las diferencias, o sea, la tolerancia. Ella es un ingrediente principal para la realización del diálogo.

Dialogar (2)

Desde ese instante de desobediencia, hemos sido arrojados a la intemperie, desacostumbrados de la fraternidad y condenados a una eterna trifulca de caínes contra abeles.

Pero ¿qué es el diálogo? Intentemos una noción básica y práctica, más que una definición académica. Temo a las definiciones, pues tienden a ser conclusivas y unilaterales. No obstante, a partir de la experiencia conocida y demostrada de procesos dialogantes, puede uno acercarse al fenómeno. Digamos que el diálogo presupone la asunción de una posición constructiva, a partir del intercambio franco y respetuoso de ideas, criterios y prácticas distintas para el logro de un consenso beneficioso a las partes en la solución de determinado conflicto o problema.

Ello implica varios aspectos fundamentales. El diálogo parte de principios que cada parte considera esenciales, pero se viabiliza por otros que se estiman negociables. El resultado final de criterio o acción es una construcción lograda por la negociación. No se puede conseguir a priori, pues cada parte tiene que dar y tomar. La consecución de un resultado imprevisto pero plausible se basa en ese grado de respeto, tolerancia, buena disposición y flexibilidad con que se supone uno asista al diálogo.

Diversos autores se refieren a la capacidad o conocimiento para resolver problemas siempre de manera positiva para las partes. En inglés se le denomina a win-win situation, o sea, una situación donde cada partícipe gana algo. Esto no implica que se gane todo, pues en algo hay que ceder.

El diálogo falla precisamente cuando —por rigidez ideológica o práctica—, una, varias o todas las partes involucradas, consideran que deben lograr avances sin ceder en nada. La capacidad de diálogo se considera uno de los conocimientos indispensables en la educación del sujeto contemporáneo para la conformación de una sociedad participativa y productiva.

Personalmente, lo juzgo un elemento fundamental para el desarrollo de una nueva subjetividad, conocimiento que debería sedimentarse en sabiduría. Es nobilísimo imperativo pues, hasta ahora, se ha acumulado instrucción principalmente para doblegar al otro, cuando no para adaptarse a la situación imperante. El nuevo comportamiento deseado implica una cualidad constructiva y cooperativa para beneficio mutuo.

No se puede estimular el pensamiento resolutivo y edificante, desde un pensamiento inflexible, unilateral, impositivo y discriminador. Pienso que el gran cambio en la sociedad global contemporánea no se producirá solo como resultado de la introducción de nuevos materiales, métodos y técnicas. Más bien será el producto del desarrollo de otra mentalidad en el individuo. Una de carácter humanista, solidaria, ecológica, creativa, pacifista.

Debemos entender que todos somos iguales en principio, que todos tenemos derecho a defender ciertas convicciones personales, que nadie posee la verdad pero sí una parte de ella, que ninguna solución personal puede ser más rica y eficaz que la conseguida en interacción y que la mejor posibilidad de supervivencia está en la cooperación y la concertación. Es decir, en una disposición dialogante.

Solo un sujeto así estará apto para convivir y trabajar por resolver los inagotables problemas de la humanidad, mejor que exacerbarlos y perpetuarlos. Para que consigamos una casa habitable, todos los inquilinos debemos participar y armonizar nuestros gustos, opiniones y anhelos.

Dialogar (3)

Para que consigamos una casa habitable, todos los inquilinos debemos participar y armonizar nuestros gustos, opiniones y anhelos.

El hombre es siempre un ser en tránsito. Una criatura que viaja desde el que es, hacia lo que quiere ser, lo que quiere incorporar y lo que quiere conocer. El «otro», lo «otro», la «otredad», son elementos que animan nuestra curiosidad, búsqueda, y actuación en la vida. Por tanto, nos empujan al diálogo.

Lo que no es diálogo es confrontación. Las actitudes tozudas, prejuiciadas, preconcebidas, desarticuladas del contexto epocal; son fermento nutricio para la persistencia de maneras defensivas, cuando no ofensivas, que generan separación, distanciamiento, incompatibilidad, actitud litigante y empobrecedora de la vida. El diálogo es esencialmente constructivo, la confrontación siempre destructiva.

Es prudente no confundir «diálogo» con «canto gregoriano». Cuando las preguntas conducen a una única y casi siempre prefabricada respuesta, cuando esta se repite en una salmodia monocorde y sin ápice de cuestionamiento, duda o penetración, incurrimos en el profuso canto gregoriano.

El diálogo presupone cierta conflictividad, cierto elemento contradictorio que lo haga avanzar dinámicamente. Solo que esto no se toma como obstáculo insalvable, sino como incentivo de vías enriquecedoras para conseguir un punto de avance favorable. De manera que dialogar no implica ausencia de conflictividad. Sería irreal, más que ingenuo, pensarlo así.

El despliegue de las potencialidades humanas y la consecución de nuestros sueños más inquietantes nos enfrentan a senderos que perennemente se bifurcan y complican. Lo significativo no es la desaparición de los conflictos, sino el desarrollo de una actitud resolutiva, afirmativa, dirigida a la solución antes que al enquistamiento y complicación de los problemas.

En las acciones dialogantes es necesario evitar dos posiciones peligrosas. La primera es: «Yo tengo la razón». Es usual que cuando «discutimos» —término que comúnmente usamos para estos casos de dilucidar opiniones contrapuestas—, al que piensa de otro modo le respondamos: «Eso no es así» o «Tú estás equivocado»; en vez de: «Yo tengo otra opinión».

El que se cree en posesión de la razón se coloca en un pedestal de control y ganancia. Habla de dialogar con la intención preconcebida de convencer al otro de la certeza de su postura. Sin embargo, el propósito del diálogo no es convencer sino concertar. Si uno se atrinchera en una posición pensando que es la «verdadera» y, peor, la «única», no solo fracasa el diálogo sino que perdemos la oportunidad de enriquecer nuestros propios juicios.

La segunda actitud nociva es: «Yo soy la víctima». Es difícil establecer una transacción fructífera con quien, desde antes, acude en una postura que pretende saldar deudas, escamotear responsabilidades, achacar causas; antes que concertar nuevos enfoques.

No se puede dialogar desde una posición de pérdida pues no se plantean argumentos sólidos y creativos sino «quejas» y «lamentos» que buscan conseguir una ganancia inmediata y pírrica. El diálogo aspira a la fundación de una plataforma novedosa y sólida, beneficiosa en común a los dialogantes.

Dialogar (4)

El diálogo aspira a la fundación de una plataforma novedosa y sólida, beneficiosa en común a los dialogantes.

En ocasiones se asocia el diálogo con la existencia de perspectivas plurales, o con la muchas veces falsa libertad de expresión. La pluralidad de ideas por sí misma no facilita la negociación. Una pluralidad en conflicto es igual de desastrosa que una homogénea.

La libertad de expresión demanda una responsabilidad también dialógica. No es únicamente decir lo que nos falta, sino decir para construir, para solventar, para fundar puentes de entendimiento y tolerancia. El caos es un hervidero de posiciones plurales. Es la actitud dialogante la que hace posible la concordia social. No es tan necesario coincidir como actuar desde una disposición armonizadora. En ese espíritu, toda acción propenderá a una salida positiva y equitativamente benéfica.

El diálogo es la construcción de un sentido inédito. Cada participante aporta perspectivas, opiniones, datos e imágenes, que posibilitan la creación de un nuevo y enriquecedor discurso.

La dinámica de lo complejo es fundamental. El diálogo va hacia un sentido más complejo y armonioso que la suma de partes. La honradez informativa, el acento negociador, la flexibilidad de actitud, la apertura a lo distinto, la voluntad participativa, la disposición a la armonía discursiva, la intención resolutiva; son elementos necesarios.

Para posibilitar el diálogo es necesario el reconocimiento y el respeto al derecho del otro. Cada parte debe sentir que tiene horizontes para exponer, fundamentar y razonar sus juicios. No está demás recordar al Benemérito de las Américas: «En los individuos como en las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».

Esto nos señala que mi libertad no puede castrar la del otro. De ello se colige que es fundamental la igualdad de posibilidades. Quienes dialogan son pares, no por los puntos que ventilan, sino por el derecho a ventilarlos sin cortapisas. Para que sea posible, es indispensable el aire de la tolerancia. Hay que considerar y permitir ese espacio de diferencia.

Por último, no se puede dialogar solo a partir de opiniones y criterios personales. Estos dejan cabida para clichés y prejuicios. Se precisa información, datos, conocimiento, para que el esfuerzo no sea inútil. Los diálogos son sustancialmente provechosos cuando tienen lugar en un semejante nivel de inteligencia.

Dialogar no debe consistir en una convocatoria o un procedimiento eventual y casuístico. Debe constituirse en modo de ver la realidad y de actuar consecuentemente en ella. Nuestra manera de pensar y ser en la vida. No es necesario que accedamos a las doradas puertas de la Ciudad del Sol. Solo que caminemos por las avenidas de una ciudad donde la franqueza, la cooperación y el respeto hagan los días más amables y promisorios.

***

*Variaciones sobre ideas expuestas en el coloquio organizado por el Comité Regional de la UNESCO en Monterrey, México, el 28 de febrero de 2006.

20 septiembre 2021 25 comentarios
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Palabra
Ciudadanía

El poder de la palabra

por Mario Valdés Navia 7 septiembre 2021
escrito por Mario Valdés Navia

«Primero fue el Verbo», dice La Biblia de judíos y cristianos. Coinciden con ella la mayoría de las demás religiones (Islam, budismo, hinduismo…) y escuelas filosóficas de todas las épocas y países. La idea repetida de que una imagen puede más que mil palabras solo es creíble a partir del poder simbólico que trasmita el mensaje que porten las respectivas imágenes o palabras. En este mundo digitalizado, donde cualquiera puede colgar imágenes insulsas por millares, la palabra es cada vez menos valorada.

El pueblo cubano tiene fama de hablador. En otras épocas, sus oradores —y comunicadores en sentido general— gozaron de fama mundial. Sin embargo, el discurso político cubano actual se resiente por la pobreza del lenguaje y la poca capacidad de los disertantes para hacer llegar el mensaje a los receptores con creatividad y belleza. Si a esto se suma la debilidad del contenido del mensaje, la  ineficacia comunicativa está garantizada.

Este problema rebasa la cuestión de las estrategias de comunicación y hunde sus raíces en la entronización de una cultura donde se ha perdido la práctica del ejercicio habitual de la palabra en los debates públicos. Desde los presentadores y locutores de televisión, que leen incluso los saludos y despedidas; hasta los cuadros políticos que no pueden responder preguntas sencillas y previamente conocidas sin leer las respuestas preparadas con antelación; el atropello de la palabra provoca influencias lacrimógenas en los receptores.   

Sepultada en el olvido ha quedado la tradición de oradores famosos entre los políticos cubanos desde el siglo XIX. Tanto reformistas y autonomistas, como revolucionarios (civilistas del 68, emigrados, jefes militares, Martí…) reinaban en las tribunas. Dicha práctica se consolidó en la República y de ella formaron parte también los comunistas, desde Julio Antonio Mella, pasando por Blas Roca, Salvador García, Jesús Menéndez, Lázaro Peña y muchos otros, hasta Fidel.

Palabra (1)

Lazáro Peña (Foto: Radio Angulo)

Sin embargo, a fines de los ochenta, la asignatura Oratoria quedó eliminada de los currículos en las escuelas del partido. Las vibrantes piezas que calaban en las multitudes con sus mensajes políticos, fueron sustituidas por insípidos comunicados puestos en boca de los cuadros y representantes de las masas. Como regla, estos mensajes son revisados previamente, de forma que los oradores no tengan oportunidad de improvisar y decir cosas comprometedoras, sino que lean sus textos, rectificados y aprobados por los organizadores.

La falta de habilidades para la expresión oral se fomenta desde el propio sistema educativo escolarizado. Mientras en otros países se estimula a los estudiantes a construir textos que analicen y valoren aspectos de la realidad, y a exponerlos o publicarlos para ser sometidos a la crítica pública; en Cuba siguen predominando las tareas de clases basadas en resumir y comentar los libros de texto o la información oficial, y en responder preguntas reproductivas, o aplicativas, pocas veces creativas.

Participar en debates con sus pares de opiniones diferentes, discrepar de profesores y autoridades, escribir artículos, papers o ensayos donde se expongan y defiendan ideas y opiniones, en particular políticas, es algo prácticamente desconocido para el estudiantado cubano, no solo del nivel primario, sino también del secundario y terciario. De ahí las dificultades adicionales que enfrentan cuando, tras graduarse, tienen que hacerlo en el nivel de postgrado para publicaciones científicas, sobre todo extranjeras.

La causa principal de esta situación radica en el miedo del grupo de poder hegemónico al poder de la palabra, oral y/o escrita. Como expresión material del pensamiento, la palabra es el instrumento por excelencia para manifestar las ideas y la voluntad de los individuos. Puede ser usada para el adoctrinamiento y la censura, pero también para la liberación y el debate de opiniones políticas diferentes.

En el actual debate de ideas en Cuba, que tiene como escenarios principales las viviendas y el ciberespacio, pero que va ganando lugar en instituciones, calles y plazas; es fundamental que se extiendan el respeto a la opinión divergente y la capacidad de escuchar y analizar los argumentos y opiniones de los participantes —concuerden o no con el nuestro— y disfrutar de la profundidad y contundencia de las exposiciones, orales o escritas, así como de su elaborada presentación.

Palabra (2)

Salvador García Agüero y Juan Marinello durante la Asamblea Constituyente de 1940.

A los interesados en deleitarse con brillantes debates políticos, los invito a consultar las actas de sesiones de la Asamblea Constituyente de 1940. Aquellas pugnas verbales entre representantes de todo el espectro político cubano —conservadores y liberales, nacionalistas y auténticos, abecedarios y comunistas—, eran trasmitidas en vivo a toda la nación por la radio. Tanto la prensa y el público que colmaban las sesiones, como los millones de radioyentes, disfrutaban y se entrenaban escuchando a los mejores representantes del foro político de entonces.

Persuasión, diálogo, negociación, consenso, son usos de la palabra que dan fe de su poder en la vida política. Cuando se reprimen en aras del secretismo y la imposición de una verdad única e inefable, se abren las puertas a los extremismos con su repertorio de agresiones, descalificaciones, fanatismos y soberbias, que son los que priman hoy en el debate político cubano, aún underground en su mayor parte.

Para que las armas de la crítica desarrollen más poder de disuasión que la critica de las armas, de la violencia física y simbólica; hay que establecer el ejercicio libre, honesto, respetuoso y hermoso de la palabra. Todo el que sienta la necesidad de expresar sus ideas, tiene el deber de ejercerla libremente, con o sin permiso. En particular, los que viven directamente de ella: políticos, maestros y profesores, periodistas y comunicadores, profesionales de las ciencias sociales y humanistas, estudiantes,  intelectuales y artistas.  Recuerden que, como afirmara Martí: «La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla».[1]

***

[1] José Martí: «Ciegos y desleales», Patria, 28 de enero de 1893, OC, T2, p. 216.

7 septiembre 2021 16 comentarios
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Manifestantes cubanos
Democracia

¿Por qué los cubanos se manifestaron el 11 de julio?

por Samuel Farber 7 agosto 2021
escrito por Samuel Farber

Las manifestaciones callejeras que estallaron en toda Cuba el 11 de julio son un hecho sin precedentes desde el triunfo de la Revolución cubana, hace más de sesenta años. Pero, ¿por qué ahora? Esta nota explora los factores históricos, económicos y políticos que ayudan a clarificar las causas del 11 de julio en Cuba, analiza el papel de Estados Unidos y hace una breve reflexión sobre el futuro cubano.

***

El domingo 11 de julio estallaron manifestaciones callejeras en Cuba. Contrariamente a la gran manifestación de 1994, que se limitó al Malecón, la larga arteria de La Habana frente al Golfo de México, la del 11 de julio tuvo un carácter nacional. Hubo manifestaciones en muchas ciudades, como Santiago de Cuba en el este, Trinidad en el centro de la isla y La Habana en el oeste.

El acceso cada vez mayor a las redes sociales tuvo un papel importante en la rápida difusión de las protestas; no fue ninguna sorpresa que el gobierno suspendiera inmediatamente el acceso a algunos sitios de redes sociales y que interrumpiera todas las llamadas telefónicas desde el extranjero.

La presencia en la calle y la participación de mujeres y hombres negros fue notoria en todas partes. Esto no es sorprendente, ya que son mucho menos los cubanos negros que reciben remesas de divisas desde el extranjero, si bien más del 50% de la población recibe alguna ayuda financiera a través de esta vía.

Las remesas se han convertido en la clave de la supervivencia en Cuba, sobre todo a raíz de la constante disminución de la cantidad de artículos disponibles a través de la libreta de racionamiento subvencionada y establecida en pesos. Los cubanos negros también han sido víctimas del racismo institucional en el sector del turismo, donde los trabajos visibles de «primera línea» están reservados principalmente a los hombres y mujeres blancos y de piel clara, más «atractivos».

Los manifestantes no levantaron ni apoyaron ningún programa o ideología política, excepto la reivindicación general de libertad política. La prensa oficial cubana afirma que las manifestaciones fueron organizadas desde el extranjero por cubanos de derecha. Pero los manifestantes no se hicieron eco de ninguna de las reivindicaciones asociadas a la derecha cubana, como el apoyo a Trump que suele escucharse en el sur de Florida y en algunos círculos disidentes de Cuba.

Nadie reclamó la «intervención humanitaria» pregonada por los plattistas (la Enmienda Platt, aprobada por el Congreso en 1901 y abolida en 1934, otorgaba a Estados Unidos el derecho a intervenir militarmente en Cuba), como lo planteó el biólogo Ariel Ruiz Urquiola [desde Ginebra], víctima también de la represión gubernamental por su activismo ecológico independiente.

Los manifestantes hablaron de la escasez de alimentos, de medicamentos y de bienes de consumo esenciales, calificaron al presidente Díaz-Canel de «s…» –una expresión que en Cuba se traduce por «fucked», pero que se refiere a una persona mala y mezquina– y entonaron la consigna «Patria y Vida», título de una canción muy popular de un grupo de raperos negros cubanos.

«Patria y Vida» es una oposición al antiguo lema del gobierno cubano «Patria o Muerte», un eslogan que podía tener sentido en los años 60, cuando Cuba se enfrentaba a verdaderas invasiones, pero que raya en la obscenidad cuando lo pronuncian burócratas de la segunda generación. Sin duda, ya es hora de cuestionar el culto machista del régimen a la violencia y la muerte, y esta canción lo hace muy bien.

Pero, ¿qué significa el hecho de rechazar implícitamente el año 1959, el primero la exitosa Revolución, como lo hace la canción? En Cuba no había entonces un sistema de tipo soviético y 1959 no puede reducirse a los hermanos Castro. Muchas personas de muy distintas convicciones políticas lucharon y murieron para llevar adelante la revolución que derrocó a la dictadura de Batista.

La canción expresa, en cambio, sentimientos democráticos importantes contra el actual régimen cubano, pero lamentablemente no dice nada sobre la alternativa deseable y deja un espacio para que los peores elementos derechistas y pro Trump del sur de la Florida la apoyen como propia.

Fiel a su estilo, el presidente Díaz-Canel llamó a los «revolucionarios» a estar listos para la batalla y salir a retomarles las calles a los manifestantes. De hecho, fue la policía uniformada, la Seguridad del Estado (la policía secreta) y las Boinas Negras (las fuerzas especiales) quienes respondieron con gases lacrimógenos, porras y cientos de detenidos, entre las que se encontraban varios críticos de izquierda.

Según un informe de Reuters del 21 de julio, las autoridades confirmaron que habían empezado a juzgar a los manifestantes acusados de diversos delitos, pero lo desmintieron según otro informe de prensa del 25 de julio. Se trata de juicios sumarios sin presencia de abogado defensor, un mecanismo que se utiliza habitualmente para las infracciones menores en Cuba pero que, en este caso, implica la posibilidad de años de prisión para quienes sean declarados culpables.

La mayoría de las manifestaciones estuvieron marcadas por la indignación, pero en general fueron pacíficas y hubo pocos casos de violencia, como saqueos y el hecho de volcar coches policiales. Esto contrasta con la violencia que suele mostrar la policía. Hay que destacar que al llamar a sus partidarios a salir a la calle para luchar contra los manifestantes, Díaz-Canel invocó la noción, de más de sesenta años, de que «las calles pertenecen a los revolucionarios».

Igualmente, el gobierno siempre ha proclamado que «las universidades son de los revolucionarios» para expulsar a estudiantes y profesores que no se pliegan a su línea. Un ejemplo de ello es el caso de René Fidel González García, profesor de Derecho expulsado de la Universidad de Oriente. González García es un firme crítico de las políticas gubernamentales que, lejos de renunciar a sus ideales revolucionarios, los ha reafirmado en numerosas ocasiones.

Manifestantes cubanos (1)

Simpatizantes del gobierno, algunos armados con palos, acuden al llamado del presidente (Foto: Reuters)

Pero, ¿por qué ahora?

Cuba atraviesa la crisis económica más grave desde los años 90, cuando, tras el derrumbe del bloque soviético, los cubanos sufrieron largos cortes de electricidad debido a la escasez de petróleo, así como una malnutrición endémica con sus consiguientes problemas de salud.

La crisis económica actual se debe al desplome del turismo ocasionado por la pandemia, el que se combina con la desinversión de capital a largo plazo por parte del gobierno y a su incapacidad para mantener la producción, incluso a los niveles más bajos de los últimos cinco años. El PIB (producto interior bruto) de Cuba cayó un 11% en 2020 y sólo creció un 0.5% en 2019, el año anterior al inicio de la pandemia.

La zafra anual de azúcar, que finalizó esta primavera, no llegó al millón de toneladas, por debajo de la media de 1.4 millones de los últimos años y muy lejos de los 8 millones de toneladas de 1989. El reciente intento del gobierno para unificar las dos monedas que circulaban en Cuba –principalmente el CUC («peso cubano convertible»), sustituto del dólar, y el peso cubano– resultó contraproducente ya que provocó una grave inflación pronosticada antes, entre otros, por el destacado economista cubano Carmelo Mesa-Lago.

Si el CUC está desapareciendo efectivamente, la economía cubana está prácticamente dolarizada con la caída constante del valor del peso. Mientras que el tipo de cambio oficial es de 24 pesos por dólar, el que prevalece en el mercado negro es de 60 pesos por dólar, y la situación va a seguir empeorando porque faltan los dólares de los turistas. Esta tendencia hacia un dólar cada vez más caro puede verse frenada en cierta medida por la reciente decisión del gobierno de privilegiar el euro como moneda fuerte.

Lo peor de todo es que hay una escasez generalizada de alimentos, incluso para los que tienen divisas, moneda fuerte. Las reformas agrícolas de los últimos años para aumentar la producción nacional no funcionaron porque son inadecuadas e insuficientes, no permiten que los agricultores privados y los usufructuarios (agricultores que arriendan tierras al gobierno por períodos de veinte años renovables por otros veinte años) alcancen a alimentar al país.

Así, por ejemplo, el gobierno concede arbitrariamente créditos bancarios a los agricultores para algunas cosas, pero no para otras, como la eliminación del marabú, una hierba invasora. Su eliminación es esencial para los cultivos pero el costo de la misma es muy elevado. 

Acopio, la agencia estatal que se encarga de recoger la parte sustancial de la cosecha que los agricultores deben vender al Estado a los precios establecidos por el gobierno, es claramente ineficiente y genera despilfarro, ya sea porque sus camiones no llegan a tiempo para recoger su parte, o por la indiferencia y negligencia sistémicas que imperan en los procesos de envío y de almacenamiento. Esto genera enormes pérdidas y desperdicios que reducen la calidad y la cantidad de bienes disponibles para los consumidores.

Por ello, Cuba importa de varios países el 70% de los alimentos que consume, incluido Estados Unidos (en 2001 se concedió una derogación al bloqueo para la exportación ilimitada de alimentos y medicamentos a Cuba, pero con la seria restricción de que la Isla debe pagar en efectivo antes de que la mercadería sea enviada).

6/6 La reducción de la alta dependencia de las importaciones de ese alimento es un asunto estratégico para Cuba. Puede leer mi comentario ampliado y ver gráficos adicionales en https://t.co/5aibMsV0Ar

— Pedro Monreal (@pmmonreal) November 8, 2019

El economista cubano Pedro Monreal llamó la atención sobre los millones de pesos que el gobierno ha gastado en la construcción de hoteles turísticos (en su mayoría a través de empresas mixtas con capitales extranjeros) que, incluso antes de la pandemia, estaban ocupados muy por debajo de su capacidad, mientras que la agricultura no cuenta con inversión pública.

Esta elección unilateral de prioridades por parte del Estado/Partido único es un ejemplo de lo que sucede con las prácticas profundamente antidemocráticas. [Pedro Monreal publicó recientemente en Twitter un balance de los efectos perversos de las inversiones en el periodo 2014-2020. El gasto en sanidad, bienestar y educación se redujo en favor del sector inmobiliario hotelero, un hecho que lleva al economista a afirmar que esta dinámica «habría sido improbable si los pobres tuvieran algún poder real en las decisiones económicas» – Nota de A l’encontre].

Esto no es un «defecto» del sistema cubano, como tampoco lo es la búsqueda incesante de beneficios en el capitalismo estadounidense. Tanto la burocracia y la falta de democracia en Cuba como el implacable afán de lucro en Estados Unidos no son defectos sino elementos constitutivos de ambos sistemas.

Del mismo modo, el petróleo se ha vuelto cada vez más escaso, ya que los envíos del venezolano a cambio de servicios médicos cubanos disminuyeron. No cabe duda de que el recrudecimiento del bloqueo criminal por parte de Trump, que fue más allá de la simple reversión de la liberalización de Obama durante su segundo mandato en la Casa Blanca, también ha perjudicado gravemente a la isla, entre otras cosas porque ha dificultado que el gobierno cubano utilice bancos en el extranjero, estadounidenses o no, para financiar sus operaciones.

De hecho, el gobierno estadounidense sanciona a las empresas que hacen negocios con Cuba impidiéndoles hacer negocios con Estados Unidos. Hasta los acontecimientos del 11 de julio, la administración Biden había dejado intactas casi todas las sanciones de Trump. Desde entonces, ha prometido que va a permitir un mayor envío de remesas y que va a dotar de más personal al consulado estadounidense en La Habana.

El bloqueo criminal es real y dañino, pero ha provocado relativamente menos estragos económicos que lo que está en el corazón del sistema económico cubano: el control y la gestión burocrática ineficiente e irracional de la economía por parte del gobierno. El gobierno cubano y sus aliados «izquierdistas» del Norte globalizado, y no el pueblo cubano, siguen, como desde hace décadas, culpando sólo al bloqueo de todos los males.

Al mismo tiempo, la clase trabajadora de las zonas urbanas y rurales no tiene incentivos económicos ni políticos bajo la forma de control democrático de sus lugares de trabajo y de la sociedad para implicarse, lo que reduce la cantidad y la calidad de la producción.

Situación sanitaria en Cuba

Después del comienzo de la pandemia de Covid-19 a principios de la primavera de 2020, con respecto a los otros países de la región, la situación en Cuba fue relativamente buena durante el primer año. Pero en los últimos meses, por razones que aún no están claras, aparte del ingreso de la cepa Delta en la isla, se ha deteriorado fuertemente, agravando así los problemas económicos y políticos del país.

Como señalaba Jessica Domínguez Delgado en el sitio cubano El Toque, hasta el 12 de abril, poco más de un año después del inicio de la pandemia, habían fallecido 467 personas de los 87.385 casos que se habían diagnosticado de Covid-19. Sin embargo, sólo tres meses después, el 12 de julio, el número de personas fallecidas era de 1.579 de los 224.914 casos diagnosticados (2,5 veces más que en el período anterior, mucho más largo).

La provincia de Matanzas y su capital del mismo nombre, situada a 100 kilómetros al este de La Habana, se convirtieron en el epicentro de la repentina expansión de la pandemia. Según el gobernador provincial, en Matanzas faltaban 3.000 camas en relación con el número de pacientes que las necesitaban. El 6 de julio, un amigo personal que vive en la ciudad de Matanzas me escribió sobre la terrible situación sanitaria, con falta de médicos, tests y oxígeno en medio de hospitales desbordados. Mi amigo me dijo que el gobierno nacional se había mostrado incapaz de controlar la situación hasta ese día, hasta que, por fin, formuló un plan de acción para la ciudad.

Manifestantes cubanos (2)

Ante la situación sanitaria de la provincia, se lanzó la campaña SOS Matanzas

Finalmente, el gobierno tomó una serie de medidas, entre ellas el envío de una cantidad importante de personal médico extraordinario, pero al momento de escribir este artículo, es demasiado pronto para evaluar cuáles son los resultados.

Los científicos e institutos de investigación cubanos merecen mucho crédito por el desarrollo de varias vacunas contra el coronavirus. Sin embargo, el gobierno es responsable de la excesiva e innecesaria demora en la vacunación de la población, agravada por su decisión de no procurarse vacunas donadas desde el extranjero y de no adherirse al programa Covax (Covid-19 Vaccines Global Access) de 190 países, patrocinado por varias organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la que el gobierno mantiene buenas relaciones. Actualmente, sólo el 16% de la población está totalmente vacunada y apenas el 30% ha recibido al menos una dosis.

La crisis médica en la provincia y en la capital de Matanzas forma parte de un esquema más amplio de escasez y abandono de la atención médica, ya que el gobierno ha acelerado la exportación de personal médico al extranjero para reforzar lo que representa su principal exportación desde hace tiempo. Por eso, el valioso programa de médicos de familia introducido en los años 80, se deterioró seriamente.

Mientras que el gobierno cubano aplica un índice decreciente (que incluye algunos trabajos voluntarios) a sus clientes extranjeros, los médicos cubanos reciben entre el 10 y el 25% de lo que los clientes extranjeros le pagan al gobierno. No hace falta decir que el personal médico cubano no puede organizar sindicatos independientes para negociar con el gobierno las condiciones de trabajo. Sin embargo, salir al extranjero es algo que la mayoría de los galenos cubanos desean, ya que ganan una cantidad importante de divisas y pueden adquirir productos foráneos. No obstante, si no regresan a Cuba al final de su misión, son sancionados administrativamente (es decir, no judicialmente) con ocho años de exilio forzoso.

El contexto político

A principios de este año, la vieja guardia dirigente, que peleó contra el régimen de Batista y que tiene entre ochenta y noventa años, dejó sus funciones gubernamentales para darle paso a la nueva dirección compuesta por Miguel Díaz-Canel (nacido en 1960) como presidente y Manuel Marrero Cruz (nacido en 1963) como primer ministro. Esta nueva dirección sigue con la política de Raúl Castro de liberalización económica y social, sin democratización. Por ejemplo, en 2013 el gobierno liberalizó las reglamentaciones que controlaban la circulación de personas para que la mayoría de los cubanos pudiera viajar al extranjero más fácilmente.

Sin embargo, y a la misma vez, el gobierno ha hecho que sea prácticamente imposible para muchos disidentes salir del país, por ejemplo, retrasando su salida para que no puedan llegar a tiempo a las conferencias en el extranjero y creando una lista de unos doscientos «regulados» (personas sujetas a disposiciones reglamentarias) a los que no se les permite salir en absoluto.

Manifestantes cubanos (3)

En su comparecencia del 11 de julio, el Presidente llamó a «los revolucionarios» a tomar las calles (Foto: Canal Caribe)

Es importante destacar que, al igual que otras medidas adoptadas por el gobierno cubano mencionadas anteriormente, estas acciones son la continuación de las políticas de Fidel y Raúl Castro, en las que las decisiones políticas y administrativas se toman al margen del sistema judicial. Lo mismo ocurre con las cientos de detenciones relativamente breves que el gobierno de Raúl Castro solía llevar a cabo cada año, sobre todo para intentar obstaculizar las manifestaciones públicas no controladas por el gobierno (un método policial que sólo se aplica, en principio, a las manifestaciones políticas previamente planificadas, a diferencia de las que tuvieron lugar el 11 de julio).

El Estado/Partido único

El Estado/Partido único sigue funcionando como bajo el gobierno de Fidel y Raúl Castro. Sin embargo, en realidad, el Partido Comunista de Cuba (PCC) no es realmente un partido, lo que implicaría la existencia de otros partidos. El PCC tampoco es un partido principalmente electoral, aunque controla firmemente desde la cúpula las llamadas elecciones periódicas que siempre dan lugar a la aprobación unánime de la línea política seguida por las autoridades.

A veces, algunas personas desilusionadas con los partidos corruptos existentes en América Latina e incluso en Estados Unidos reaccionan con indiferencia, o incluso aprueban el Estado unipartidista cubano, porque consideran que las elecciones refuerzan los sistemas corruptos. Esas personas piensan que es mejor tener un partido político honesto, que funcione, que un sistema multipartidista corrupto que no funcione.

El problema con este tipo de razonamiento es que los sistemas burocráticos de partido único no funcionan bien en absoluto, excepto quizás para suprimir por completo cualquier oposición. Además, la corrupción se abre paso tarde o temprano en un sistema de partido único, como la historia lo ha demostrado repetidas veces. En el caso de Cuba, el propio Fidel Castro advirtió en un famoso discurso del 17 de noviembre de 2005 que la Revolución tenía más posibilidades de perecer por la corrupción endémica que por las acciones de los contrarrevolucionarios.

El monopolio organizativo del PCC, que la Constitución cubana establece explícitamente, no sólo afecta las elecciones, sino que también extiende su poder de forma muy autoritaria para controlar la sociedad cubana a través de las llamadas organizaciones de masas que funcionan como correas de transmisión de las decisiones tomadas por el Buró Político del PCC.

Por ejemplo, la CTC [Central de Trabajadores de Cuba], el sindicato oficial, es la correa de transmisión que permite al Estado cubano mantener su monopolio sobre la organización de los trabajadores cubanos. Más allá de hacer cumplir la prohibición de las huelgas, la CTC no es una organización que defienda los intereses de la clase obrera determinados por los propios trabajadores. Por el contrario, fue creada para promover lo que la dirección del PCC en el poder considera que son los mejores intereses de los trabajadores.

Los mismos mecanismos de control se aplican a otras «organizaciones de masas» como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y a otras instituciones como editoriales, universidades y el resto del sistema educativo. Los medios de comunicación (radio, televisión y periódicos) siguen estando bajo el control del gobierno, y se basan en las «orientaciones» del Departamento ideológico del Comité Central del PCC.

Sin embargo, hay dos excepciones importantes al control estatal sobre los medios de comunicación: la primera tiene que ver con las publicaciones internas de la Iglesia Católica, pero la jerarquía católica cubana es extremadamente prudente y la distribución de sus publicaciones se limita a sus parroquias y a otras instituciones católicas. Una excepción mucho más importante es Internet, que el gobierno no ha logrado someter a su control absoluto y que sigue siendo el principal vehículo para las voces críticas y disidentes. Ese control incompleto de Internet es precisamente lo que hizo posible las explosiones políticas nacionales del 11 de julio.

¿Adónde va Cuba?

Al no contar con la presencia de Fidel Castro ni con el grado de legitimidad que conservaba la cúpula histórica, Díaz-Canel y los demás dirigentes del nuevo gobierno fueron duramente golpeados en lo político por los acontecimientos del 11 de julio, si bien recibieron el vergonzoso apoyo de la mayor parte de la izquierda internacional. El hecho de que la gente parece no tener ya miedo es quizá la mayor amenaza para el gobierno que se desprende de los acontecimientos del 11 de julio.

A pesar de este golpe, la nueva dirección está dispuesta a seguir con la orientación de Raúl Castro que consiste en desarrollar una versión cubana del modelo chino-vietnamita, el que combina un alto grado de autoritarismo político con concesiones al capital privado y sobre todo, extranjero.

A su vez, los dirigentes del gobierno cubano seguirán aplicando políticas de reforma económica incoherentes e incluso contradictorias por miedo a perder el control en favor del capital privado cubano. El gobierno ha autorizado recientemente la creación de PYMES (pequeñas y medianas empresas privadas), pero no sería nada sorprendente que muchas de estas PYMES recién creadas acabaran en manos de funcionarios del Estado convertidos en capitalistas privados.

Existe un importante estrato gubernamental, especialmente en el ejército, de dirigentes empresariales y técnicos con amplia experiencia en sectores como el turismo. El más importante es el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, de 61 años, antiguo yerno de Raúl Castro, que es el director de GAESA, el enorme conglomerado de empresas militares, que incluye a Gaviota, la principal empresa turística de la isla. Es significativo que recientemente se haya convertido en miembro del Buró Político del PCC.

Manifestantes cubanos (3)

General Luis Alberto Rodríguez López-Callejas

Tal vez esta generación más joven de empresarios, militares y burócratas civiles intente superar la mentalidad rentista que treinta años de intensa ayuda soviética crearon en los dirigentes cubanos, como demuestra el hecho de que no se modernizara ni diversificara la industria azucarera (como fue el caso en Brasil) durante los años relativamente prósperos que se acabaron en 1990. Es cierto que el bloqueo económico estadounidense contribuyó a la mentalidad rentista al fomentar una actitud de sobrevivencia económica cotidiana en lugar de aumentar la productividad de la economía cubana para permitir un futuro más próspero.

¿Qué podemos esperar de los Estados Unidos? Es poco probable que Joe Biden tome iniciativas importantes en su primer mandato para cambiar las políticas imperialistas de Estados Unidos hacia Cuba, las que empeoraron considerablemente bajo Trump. Aún es imposible saber si un probable segundo gobierno demócrata en Washington a partir de 2025 tendrá una política diferente, la interrogante está abierta.

Sin embargo, subyace una paradoja en la política del gobierno estadounidense hacia Cuba. Si bien la política de Estados Unidos no está actualmente motivada, principalmente, por los intereses de la clase dominante, sino por consideraciones electorales, sobre todo en el estado de Florida, no es necesariamente menos dura ni, lo que es más alarmante, menos sostenible.

La Cámara de Comercio de EE.UU., quizá la institución empresarial políticamente más activa en el país, ha defendido durante muchos años la reanudación de las relaciones comerciales normales con Cuba. Thomas J. Donohue, que fue durante mucho tiempo su director y quien se jubiló a principios de este año, visitó Cuba en muchas ocasiones y se reunió con los dirigentes del gobierno.

Las grandes empresas agrícolas también quieren en hacer negocios con la Isla, los intereses agrícolas y empresariales del Sur, el Suroeste y los estados montañosos (Arizona, Colorado, Montana, Nevada, Nuevo México, Utah, Wyoming, Idaho), representados tanto por políticos republicanos como demócratas. Sin embargo, es poco probable que estén dispuestos a invertir mucho capital político para lograr ese objetivo.

Esto supone una tarea adicional para la izquierda estadounidense, la que deberá salir del impasse –un atolladero que estimula claramente el mantenimiento indefinido del bloqueo– a través de un nuevo tipo de campaña que se concentre en la grave agresión y en la injusticia cometida contra el pueblo cubano sin hacer apología a la dirección política del Estado cubano.

En todo caso, los militantes de izquierda en Estados Unidos tienen dos tareas esenciales. En primer lugar, deben oponerse firmemente al criminal bloqueo económico de Cuba; en segundo, deben apoyar los derechos democráticos del pueblo cubano y no a un Estado policial esclerosado, así como apoyan la lucha por los derechos humanos, la democracia y el cambio social y económico radical en América Latina, en Colombia y Chile, o en Myanmar y Hong Kong en Asia. (Artículo publicado en In These Times, 27-7-2021)

***

La versión en español de este artículo fue publicada originalmente en Correspondencia de Prensa y compartida aquí con la autorización de su autor

7 agosto 2021 34 comentarios
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