Mientras el Estado de Derecho no se traduzca en expresión real de las garantías políticas y civiles de todos los ciudadanos y, por el contrario, se normalice y tolere el irrespeto y la arremetida violenta contra la libertad de expresión; el país no podrá avanzar hacia la necesaria reconciliación nacional y la edificación de la patria con todos y para el bien de todos que soñó el Apóstol.
El último de mis votos es que quienes ocupan las más altas responsabilidades al frente del país atiendan la voz del pueblo de una vez, dejen de mantenerse en el mismo círculo de opiniones
Por: Julio César Pérez Verdecia. (julio.verdecia@umcc.cu)
Hace ya días escribí Dubitaciones, cuento que desde la ficción medita sobre uno de los grandes problemas cubanos, la...