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Cultura

cultos

Ser cultos es el único modo de ser libres

por Esther Suárez Durán 29 diciembre 2020
escrito por Esther Suárez Durán

Creo oportuno hacer de inmediato dos aclaraciones: la primera, esta réplica no ha podido aparecer donde debería, en este caso, en el sitio web Cubaescena –Portal de las Artes Escénicas cubanas– que publicó el artículo al cual he de referirme a continuación. Dicho sitio no me permite ejercer allí mi derecho a réplica. Agradezco a La Joven Cuba (LJC) su respetuosa y fraterna acogida.

La segunda: me gustaría presentar ante quienes no la conozcan a la colega Roxana Pineda, autora del texto que motiva esta réplica. Es graduada de la especialidad de Teatrología por la Facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte (ISA).

Hace varias décadas añadió a este camino, la actuación y la dirección teatral y es, además, Directora General de su agrupación artística radicada en la ciudad de Santa Clara.

El texto de su autoría, al cual por fuerza me referiré, se titula «Querida Esther», y el mío, el cual toma Roxana para desarrollar su diatriba, fue publicado en este sitio, en la tarde del día 15 del mes en curso bajo el título «La envergadura de este otro 27 de noviembre».

La envergadura de este otro 27 de noviembre

Aunque el texto de Roxana aparece con fecha de publicación 17 de diciembre en Cubaescena, lo encontré, navegando por el sitio, el pasado día 22. Nadie me había hablado del mismo y hasta el momento en que lo leí, no contaba con comentario alguno.

Me encuentro entre los que piensan que cada quien tiene el derecho a formarse una opinión y a expresarla. A «derecho» me gustaría incluso añadir el término «deber». Es decir, el derecho y el deber de hacer partícipe de su opinión a los demás.  Por lo tanto, dejo así establecido que la colega Roxana es dueña de pensar lo que le parezca, pero a la hora de suponer el pensamiento del otro sí entiendo que está en la obligación y necesidad de argumentar su conclusión.

Para quien me está leyendo ahora y no conoce el texto producido por Roxana solo expresaré que sus dos primeros párrafos están dedicados a evocar brevemente sus tiempos de estudiante en el ISA y a elogiar mi desempeño allí como joven docente, entre otros miembros del claustro. En efecto, en ese entonces yo era Profesora Adjunta de dicha institución a la par que trabajaba como especialista en la Dirección de Teatro y Danza del Ministerio de Cultura.

En el párrafo tercero de su escrito el tono cambia. Comienza a aludir al artículo de mi autoría que apenas dos días antes LJC había publicado, aunque sin hacer mención explícita al mismo. Plantea sus acuerdos y sus disonancias y, mientras leo, el asunto cobra mayor interés para mí dado que soy de las personas que gusta de las opiniones adversas siempre que estas se hallen fundamentadas.

Dichas opiniones me enriquecen, me brindan nuevas perspectivas, retan mi pensamiento e imaginación, pero sucede que, en este punto, Roxana pone en mis declaraciones intenciones ajenas a mis valores y principios.  

Comienza a emplear una dinámica retórica muy antigua y peligrosa –por su aparente ambigüedad– para quien se escoja como rival. Expresa desde afirmaciones que enuncia como propias, aquello negativo que está, según ella, manifestado en lo ajeno, que sería, en este caso, mi discurso.

Se mueve de este modo en el párrafo tercero, también en el quinto hasta que ya en el sexto se dirige abiertamente a mí y me interpela y mezcla a los actores de los sucesos de San Isidro con los otros grupos de jóvenes y personas de mayor edad que acudieron a SU Ministerio –el de Cultura– el pasado 27 de noviembre.

Solo debo ratificar –porque pienso que ha sido expresado con nitidez– que:

    1. Nada tengo que ver con la idea de «plantar» –cito a Roxana en su párrafo tercero– «una guerra abierta a las instituciones de la cultura cubana». Eso sí, como miles de cubanos de buena voluntad, creo firmemente en la necesidad de hacer más eficiente la institucionalidad con que hasta la fecha contamos, toda vez que es tarea de primer orden la calidad del ejercicio institucional, sin desconocer que otras formas asociativas habrán de emerger para colaborar a responder las demandas acumuladas y crecientes de la sociedad.

Con relación al comportamiento del Ministerio ante la presencia de quienes voluntariamente acudieron el día 27 a sus puertas, pienso que ese era un escenario que la institución no había modelado y, tal como expresé en mi anterior artículo, hubo dilación en la respuesta. No son especulaciones de mi parte –véase el párrafo siete de su texto–, son hechos comprobados.

    1. Resulta obvio cuáles son los sujetos y los temas de mi artículo «La envergadura de este otro 27 de noviembre».

El texto que me corresponde tiene por sujeto a los jóvenes, artistas o vinculados con el arte; y a algunos colegas de mayor edad, de profesiones relacionadas con el arte que les acompañaron: varios de ellos, sus familiares; varios de ellos, sus amigos; varios de ellos, sus maestros. No muevo mi lente de la imagen precisa que he decidido enfocar para realizar mejor el análisis pertinente.

Algunos han escrito de otras zonas y de otros sujetos de esos días. Si Roxana quiere escribir su artículo, decir sus opiniones, que lo haga. Le asiste –en mi consideración– todo el derecho, pero le ruego que para ello no pretenda usarme, tergiversando la intención de mis palabras. Grandes riesgos encierra confundir la decencia y el decoro con otros rasgos que todo el que me conoce sabe que no me van. Podría hablar de una temprana –7 años de edad– visible y sostenida trayectoria política o de una obra artística y al servicio del arte curiosamente muy diversa, donde historiadores y críticos serios encuentran hitos y, lo más importante. Ha sido también mi obra inseparable de los mejores valores humanos y alimentada y alimentando la cultura propia, solo que la moda es el autobombo y el alimento del ego y yo tengo una seria dificultad para seguir las modas.

De todas formas insisto, leo y vuelvo a leer tratando de hallar en las palabras de Roxana ecos de las mías que hayan provocado lo que allí escribe en sus párrafos sexto y séptimo. Hablo en específico de que los actores del hecho de este noviembre de 2020 hayan buscado o establecido alguna relación con el significado que tiene para todos nosotros aquel 27 de 1871. Regreso a algunos participantes, a otras personas al tanto, pero sucede que la cronología de los acontecimientos siguió otra lógica, atendió a otros motivos y de resultas la fecha del 27 –viernes, por cierto– es una real coincidencia.

Lo que tiene que quedar claro en todo esto, pienso yo, es que los sujetos sobre los cuales me centro –y no lo hago por gusto, pues los escojo para conseguir el mejor análisis de la situación–, los jóvenes que acuden a la más alta institución cultural del país, necesitan que se detenga la espiral de la cultura de la fuerza; que cualquier tipo de expresión de violencia simbólica y real ceda paso absoluto a la cultura del diálogo, y la justicia y la legalidad que rigen en nuestra nación.

Si no somos capaces de entender esto, nos estamos perdiendo el valor esencial del gesto y el llamado particular que hace esta generación, con la compañía de representantes de otras generaciones. No culpo a Roxana. En efecto, como casi todo fenómeno o proceso de valor, este se muestra difícil de leer, sobre todo si insistimos en imponerle visiones o concepciones ajenas, por ser las nuestras desde antes y hasta ahora, porque miramos desde afuera, y porque tenemos que leer con inmediatez esto nuevo que sucede. También, porque los nuevos cubanos, nuestros hijos y nietos, nos están retando a hacer política a la altura de la Cuba y el mundo de este siglo; a hacer política de socialismo cubano con Martí y Fidel a la cabeza, entre otros egregios nombres. A hacer política con todos, compañeros, con todos para buscar el bien de todos.

    1. Los diálogos son valiosos porque sin ellos se lastima el tejido político, no existe modo de producir los consensos, ni de crecer y crear. Cuando no se producen, su lugar lo ocupan la hostilidad, el enquistamiento, y, eventualmente, la guerra. Ese es el valor supremo de una postura dialogante, más allá de su sensatez, de su riqueza. Cuba, que es decir en este caso su Gobierno y Partido, ha sabido abrir, mantener y favorecer diálogos en muy disímiles y difíciles condiciones a nivel de política internacional y de relaciones económicas con otras zonas e instituciones en el mundo.

Lo escribí en el artículo que Roxana mal emplea y lo ratifico: hablé de un diálogo condicionado, pero ¿lo referí como un elogio o es que ya Roxana no puede leer el español claro y directo, sin eufemismos ni vericuetos? Dije, y me cito: «a partir del comunicado del Ministerio de Cultura suspendiendo el diálogo al cual se le habían puesto condiciones». Entonces, confieso que me gustaría entender de qué habla Roxana al respecto en su párrafo séptimo.

    1. En los párrafos que siguen en su texto –octavo, noveno y décimo– mi colega se centra en ella misma –lo ha hecho parcialmente antes, sobre todo en el párrafo cuarto, aunque sin dejar de aludirme, puesto que es este un texto dirigido a mí–, y completa lo que sería toda una declaración de principios.
    2. En fin, si mi colega deseaba o necesitaba hacer una declaración tal, no creo preciso haberme mezclado en ello, puesto que nada de lo que dice guarda relación crítica con el artículo a mi firma que ya he referido.
    3. Lamento que haya empleado un recurso infortunado: me refiero al título de «Querida Esther» y a los primeros párrafos donde elogia mi ejercicio docente en el ISA y todo pretende disfrazarse de algo dicho desde una posición de respeto, hasta que la pluma toma confianza y, en buen cubano diríamos «coge vapor». Ya a la altura del párrafo seis la postura es, para decirlo con fineza, a lo menos desafiante.

Semejante argucia solo se vuelve contra quien la usa, en el ámbito de sus lectores, y contra el órgano que se presta a tal cosa, mientras la institución que él representa blasona –por cierto, desde la misma página y en la misma fecha– la necesidad de reconocer las jerarquías artísticas e intelectuales. El mismo órgano que, al solicitarle yo a su webmaster el derecho de réplica en su espacio, me ha respondido, en correo electrónico del propio día 22 a las 16:45: «Pensamos que lo puedes hacer en la misma publicación donde salió el texto que dio origen a la respuesta de Roxana Pineda. Saludos».

Como muestra de los tiempos interesantes que vivimos –para los cientistas sociales y los artistas, escenarios de privilegio–, período este en que se yuxtaponen cambios generacionales, culturales, sociales en el tejido de la nación que, a su vez, necesitan de formas de pensar y hacer la política; hace apenas unos días se realizó en el Instituto de Investigación Cultural «Juan Marinello» –por cierto, una de nuestras instituciones– un taller sobre la democracia. El salón estaba colmado de jóvenes.

Cada vez advienen estaciones mejores. El derecho a réplica es un derecho ciudadano, me corresponde hacer uso de él en el mismo espacio que ha dado lugar a la necesidad de la misma para que sus lectores tengan la ocasión de confrontar las diversas versiones. Eso también es cultura. Y en efecto, hay que ser cultos para ser libres.

29 diciembre 2020 31 comentarios 1.923 vistas
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facundo

La condena de Facundo

por Giordan Rodríguez Milanés 6 enero 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Aquel personaje de Claro, del segmento “Dale Taller” del programa Deja que yo te cuente, había desaparecido aún antes de su creación. El juicio comenzó cuando quedó inconclusa aquella polémica en el periódico Hoy entre Alfredo Guevara y Blas Roca. La argumentación de su sentencia las entresacan quirúrgicamente de las palabras de Fidel Castro a los intelectuales, convertidas en anatema por los extremistas y reduccionistas de siempre: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho”.

¿Estaba Andy Vázquez poniendo a Facundo contra la Revolución cuando hizo el video cuyo referido fueron los sucesos de Cuatro Caminos? ¿O estaban poniendo en riesgo a la Revolución aquellos que organizaron mal todo aquel asunto de la inauguración del famoso mercado, o aquellos que debían evitar que el enemigo –ellos mencionaron al enemigo—, malograra la tan, pero tan publicitada inauguración?

Esas son las preguntas que nos tenemos que responder los cubanos del 2020, para entender no solo lo sucedido a Andy Vázquez, sino también a Yasel Porto hace unos meses; al personaje de Claro, hace unos años: a Enrique Arredondo con aquella morcilla en Alegrías de Sobremesa, que castigaba a un niño a una semana de muñequitos rusos.

Georgina Mendoza Cedeño era una radialista manzanillera con más de cuarenta años de experiencia. Durante ese tiempo había formado generaciones de realizadores desde su círculo de interés de locución infantil; multipremiada en festivales nacionales de la radio; fundadora de la Brigada Hermanos Saíz y la UNEAC; directora de programas y locutora de radio con evaluación de primer nivel; había sido jefa de programación y directora de Radio Granma con magníficos resultados durante su gestión. Justo cuando su programa Para ti, mujer tenía el mayor índice de audiencia de la radio en la provincia de Granma, Georgina recibió en su casa al esposo de su hija, residente en Chicago, y a otro cubano residente en Estados Unidos de quien se enamoró. El Partido municipal de Manzanillo no podía soportar aquello, y presionó a Pedro Espronceda Figueredo –compañero de filas y de la emisora de toda la vida de Georgina—, para que no solo le quitara la dirección de aquel popular programa, sino además la jubilara “forzosamente”.  Varios meses estuvo Georgina en su casa sin cobrar un centavo, sin dejarla ni siquiera pisar los estudios de la emisora a la que le había dado prácticamente toda su vida, hasta que le llegó la chequera. Nunca el ICRT le dio una respuesta a la UNEAC. Se limitaron a entregarle una distinción, dos años después, en la gala por el 80 aniversario de la radio manzanillera, que este servidor tuvo el privilegio de escribir y dirigir.

¿Qué sustento legal tuvo la jubilación forzosa de Georgina Mendoza?

Ninguno.

¿Qué sustento legal tiene el “descanso” que le han dado al personaje de Facundo Correcto, según las palabras del director de Cubavisión?

Ninguno.

Para los chicos del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC, que en definitiva son los que dirigen la radio y la televisión en Cuba, sin embargo, ambos casos, y todos los anteriores, tienen un sustento ideopolítico que no pueden permitirse cuestionar más allá de determinados límites: el mito del cuadro infalible forjado por la Revolución. Con el tiempo y el peso determinante del decurso histórico, han tenido que aceptar que un cuadro o dirigente puede equivocarse, corromperse e incluso, traicionar, pero solo como individualidad.

El problema de Facundo es que, más allá de una relación generalizadora con la realidad, la concretó con los acontecimientos de Cuatro Caminos. El problema de Andy Vázquez es el mismo de Georgina Mendoza: entender que todos somos cubanos vivamos donde vivamos, y que lo mismo puede actuar para –o enamorarse de, como Georigina—  los “cubanos de Miami (…) también a los asilos de ancianos de Cuba. (…) a Canadá, y también a las escuelas primarias de Cuba donde los niños se vuelven locos de contentos. (…) A Punta Cana, y lo llevo a los hospitales el Día del Médico”, según ha declarado en Facebook Luis Silva, lo cual es extensivo a Andy Vázquez y Facundo. Ese albedrío inherente a la condición humana, y el arte, los chicos del Departamento Ideológico y los directivos del ICRT, no lo pueden entender ni mucho menos, aceptar. Es por ello que Enrique Ubieta, por ejemplo, le comenta en Facebook a Luis Toledo Sande, según Arturo Chang: “en realidad se le rescindió el contrato, no fue sancionado (no es lo mismo), ni expulsado de la TV y no por su más reciente video miamense que a lo largo del tiempo ha realizado utilizando un personaje e incluso el nombre de Vivir del Cuento, todo sin autorización de la TV cubana”.

Más allá de que el comentario de Ubieta contradice el del director de Cubavisión que plantea que al personaje de Facundo “solo se le ha dado un descanso”, o sea: tampoco habla de rescindir contrato. Es un hecho que la Televisión Cubana no tiene derechos exclusivos sobre Vivir del Cuento, y no parece haber ninguna cláusula de exclusividad de ninguno de los personajes a favor de la Televisión Cubana. De tal modo, no hay ningún sustento legal para rescindir o “poner a descansar”. Tampoco es, como se ha visto, que el sustento legal le interese mucho a los que castigaron a Enrique Arredondo; desaparecieron a Claro o jubilaron forzosamente a Georgina Mendoza. Ya lo dijo quien lo dijo: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho”. Y para los censores el albedrío del artista, evidentemente, está contra la Revolución.

6 enero 2020 42 comentarios 430 vistas
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Navidad

Navidad a la cubana

por Redacción 25 diciembre 2019
escrito por Redacción

En el año 335 el papa Julio I sugirió que el nacimiento de Jesús fuera celebrado ese día, nadie tenía idea de la fecha real. Desde entonces más de 2 billones de personas en más de 160 países celebran la Navidad. Los cubanos, creyentes o no, también tienen razones para celebrar.

Para empezar, en esta fecha de 1725  nació Esteban Salas, sacerdote y compositor de música religiosa. Según Alejo Carpentier, Salas es el compositor cubano de música clásica más antiguo del que se hayan rescatado obras. Si necesitamos otra razón para celebrar el día, en 1926 nació Enrique Jorrín, el creador del chachachá. Casi podríamos decir que La Engañadora es una canción de Navidad.

Si esto no le convence de celebrar este día, porque no es usted una persona religiosa y no piensa gastar en regalos por una festividad impulsada por tiendas de países desarrollados, páselo con su familia. El regalo de Juan Pablo II a todos los cubanos en 1998 fue  el 25 de diciembre como día feriado… y después de un año de coyuntura, bien que lo merecemos. Feliz Navidad o 25 de Diciembre, como quieran llamarle, pero páselo bien con los suyos. Ya nos veremos con nuevos textos y nuevos autores en el 2020.

25 diciembre 2019 5 comentarios 537 vistas
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La tuya, guárdatela

por Alfredo Prieto 26 febrero 2018
escrito por Alfredo Prieto

El uso de la palabra “burguesa” con fines sectarios es uno de los lastres que arrastra cierta academia norteamericana. Pero tiene una dimensión todavía más perniciosa: el ahistoricismo. Llevado al terreno de la cultura cubana, ello da pábulo a la idea de que los hombres que auspiciaron/hicieron la independencia eran burgueses, blancos, machistas y paternalistas. No se trata, simplemente, de mencionar un hecho, por lo demás con bastante más determinaciones internas de las que suponen, sino de una crítica de una ceguera descomunal.

Desconocer que, al margen de cualquier limitación que  les veamos, con todo lo que ha llovido desde la segunda mitad del siglo xviii a hoy, sus protagonistas y portavoces nos legaron una cultura y una nación forjadas al cabo de dos guerras de independencia y de un intento fallido por lograrla. La primera frustrada por contradicciones internas en el campo insurrecto; y la segunda por una intervención militar a partir de esos “lazos de singular intimidad” delineados antes y después de que el presidente McKinley pronunciara su mensaje sobre el estado de la Unión (1899).

Sin embargo, este último elemento suele difuminarse en ciertos textos/discursos académicos, siendo –como lo es– una de las fuerzas que componen y profundizan la conciencia nacional a partir de las sucesivas frustraciones del ideal independentista, la enajenación del patrimonio propio durante la era republicana y las políticas implementadas por los poderes establecidos al otro lado del Estrecho.

Lo cierto es que al lanzar la pedrada contra una potencia colonial, todos esos personajes burgueses, blancos, machistas y paternalistas, que no operaron en el vacío, sino en un contexto histórico-cultural especifico, nos legaron la idea de una Cuba libre. Considerar entonces al nacionalismo cubano –ya desde aquel principio– como una fuerza opresiva no constituye sino una expresión de liviandad.

Resultado de la imposición de un marco teórico previo que, al final del día, termina reproduciendo a su manera el clásico etnocentrismo y funcionando como un dogma: ni escucha, ni dialoga, ni en última instancia conoce o se abre para conocer. Con demasiada facilidad los constructos sobre los que se sustentan sus actores –y también sus alumnos, muy bien entrenados para internalizarlos– desdibujan las fronteras entre ciencias sociales e ideología, dos dominios con áreas de tangencia, pero de naturaleza distinta.

Una de las expresiones de este fenómeno consiste en la renuencia a aceptar cualquier factualidad si contraviene de alguna manera lo que dictaminan sus espejuelos, muchas veces conformados por enfoques “liberadores”, pero que reproducen problemas y perspectivas válidos en otros contextos que se tratan de imponer tabula rasa allí donde no necesariamente caben. Al chocar con el proceso de construcción y desarrollo de la nación cubana, hacen eso que los psicólogos llaman una proyección, movida que supone aceptar a priori artefactos no avalados por la evidencia.

Aparecen entonces incorporadas a su discurso ciertas verdades incontestables. Una de ellas, por ejemplo, consiste en decir que en Cuba se prioriza la figura de Antonio Maceo como militar desconociendo o dejando a un lado su pensamiento. Esto, para apuntalar la idea de que todavía acciona el racismo heredado de la Colonia, magnificado por la República y continuado, a pesar de todo, después de 1959. Una verdad de Perogrullo. Sin embargo, no importa que se les diga que hasta el propio periódico Granma enfatice que el General “tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo”, tras la conocida sentencia de José Martí.

De manera similar, por ese camino puede llegarse a la idea de que hoy se coloca en un bajo perfil a Nicolás Guillén por su condición racial, olvidando entre otras cosas que su estatus de Poeta Nacional lo obtuvo justamente después de la Revolución.

Desde luego, sigue habiendo sitio para abundantes ideas no sometidas a comprobación previa, pero repetidas y recicladas en clases y actividades docentes. Recuerdo ahora mismo tres: la primera, a diferencia de lo que sostienen ciertos estudios, la palabra “pachanga” no designa ningún movimiento de resistencia racial underground de los tempranos años sesenta, sino una mezcla de son montuno y merengue de la Orquesta Sublime, muy popular en la Cuba de 1959 en los Jardines de La Tropical. Denota fiesta, bulla, alegría, entusiasmo, lo cual dio pie para que Ernesto Che Guevara hablara de un “socialismo con pachanga” y Gabriel García Márquez de “una pachanga fenomenal”.

La segunda: las subidas al Pico Turquino no tenían como propósito “purificar a los jóvenes de su pasado burgués”, sino eran símbolo y homenaje a la Generación del Centenario, que no por gusto colocó un busto de bronce de José Martí en el punto más alto de la geografía nacional en 1953. La tercera: la “Balada de los dos abuelos”, del propio Guillén, no constituye “una apología que oculta a todas las mujeres negras violadas por sus amos blancos”, sino un discurso poético sobre dos componentes centrales de la identidad cubana.

El problema consiste en que cuando llega la hora de posesionarse frente a esas formulaciones, los exponentes de ese discurso echan a volar con bastante facilidad epítetos de “esencialismo”, es decir, acusan a los cubanos de algo que nadie con dos dedos de frente validaría: que somos son los únicos capacitados para entender Cuba y su cultura. Y, por tanto, nos inculpan de erigirnos en monopolizadores de una verdad con mayúsculas.

Pero el solo hecho de afirmarlo supone desconocer los aportes de otro tipo de academia al conocimiento sobre Cuba en los Estados Unidos. Y, sobre todo, perder de vista un punto central: se trata, en esos casos, de estudios serios, razonados, concienzudos, documentados y persuasivos en su argumentación, no de ideologemas que se quieren imponer como un cartabón a la realidad monda y lironda.

Hay viajeros, cualquiera sea su signo, que llegan a la Isla a comprobar lo que ya saben de antemano, y a hacer si viene al caso su propio touchdown a la hora de relacionarse con el Otro. En esos casos, que por fortuna no son todos, valdría la pena acudir a lo que escribió alguna vez Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

26 febrero 2018 20 comentarios 516 vistas
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Las celebridades tontas

por Consejo Editorial 21 enero 2018
escrito por Consejo Editorial

Los cubanos nos educamos con influencias de muchos lugares del mundo, la mayoría de países occidentales. Pero algunas de las celebridades que llegan a nuestro país e influyen en nuestra cultura, son francamente estúpidas. Aquí un pequeño resumen de frases célebres de famosos, como para escoger nuestros paradigmas un poco más cerca de casa:

Britney Spears: “Realmente nunca he querido ir a Japón. Simplemente porque no me gusta comer pescado. Y sé que eso es muy popular en África…”

David Beckham: “Definitivamente quiero que mi hija sea cristianizada, pero todavía no sé en qué religión…”


Justin Bieber: “No entiendo los partidos políticos pero lo que sea que tienen en Korea, es malo…”

Arnold Schwarzenegger: “No entiendo como pueden llamarme anti-latino cuando he hecho cuatro películas en México…”

Cristina Aguilera: “¿Entonces dónde van a celebrar el Festival de Cannes este año?”

Donald Trump: “tengo todas las mejores palabras…” “Tengo buenas relaciones con los negros. Siempre he tenido una gran relación con los negros…”

21 enero 2018 10 comentarios 392 vistas
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Los detractores correctos

por Harold Cardenas Lema 4 julio 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

Tomar partido en Cuba tiene un precio. La moda es evitar la política, hacer relaciones públicas en ambas orillas y esquivar definiciones. Romper esa norma implica un castigo, ya sea improvisando una respuesta a Luis Alberto García o criticando a Buena Fe. Cualquier apoyo al socialismo debe pagarse y el escarmiento debe ser público. Existe una industria atenta a desmontar los símbolos que surjan en esta orilla, a replicar los argumentos del lado de acá, que funciona con sistematicidad sospechosa. Hoy leo una crítica a Buena Fe y veo que el asunto no es ellos ni sus canciones, detrás hay más política que arte.

Hay que tener buena memoria. Recordar grupos evitando cantar en la Tribuna Antimperialista para no buscarse problemas con los vecinos al otro lado de las banderas, y Buena Fe tocando ahí. Recordar los conciertos suspendidos por defender sus ideas fuera, que hasta Posada Carriles fue a una manifestación en su contra en Miami, y ese mismo día empezaron tocando “Cuba va”. Solo la memoria ayuda a entender la necesidad de castigar esos pecados, nunca la cultura marginal que se extiende en el país, eso es parte del plan.

Leyendo a sus últimos detractores reconozco emisarios de una tendencia pasivo-agresiva que teme definirse, se siente más cómoda entre el sarcasmo y la ironía, prefiere regodearse en la escritura que meditar en el resultado de ella. Más que crítica de arte u opinión modesta, parecen líneas de fanáticos de sí mismos. Escribiendo desde lejos, aunque estén cerca, son los paladines del desarraigo. Cada día vemos un episodio nuevo de esta vieja guerra cultural, tan vieja que a veces se olvida que es guerra. Entonces dan ganas de abrazar a Israel o Luis Alberto, por tener los detractores correctos.

4 julio 2017 117 comentarios 328 vistas
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La Universidad por dentro: Etapa de verano

por Consejo Editorial 16 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

Por: Jesús López Martínez

El verano es la etapa donde casi la totalidad de los cubanos disfruta de vacaciones y en el caso de la educación es la totalidad. Sin embargo, la universidad desarrolla un grupo de actividades en esta etapa para contribuir al esparcimiento y la recreación sana de la población.

Se impartieron 105 cursos de verano en los que participaron 2705 personas, por supuesto que nadie tuvo que pagar nada por ello. Más de 1000 personas participaron en actividades que llevan a cabo los proyectos comunitarios universitarios. Estas actividades pueden ser artísticas, de preservación del medio ambiente, deportivas, etc. Claro, totalmente gratis.

A excursiones a la playa de Varadero asistieron 2160 trabajadores y sus familiares. Esta excursión incluye el transporte y la alimentación, fuertemente subsidiada, pues cada persona paga 0,49 CUC. En excursiones a la capital del país participaron 180 trabajadores y sus familiares.

Dirigentes y sus familiares hasta llegar a la cifra de 252 disfrutaron de una semana de vacaciones en La Habana que incluye transporte, alojamiento,  alimentación, excursiones  a lugares turísticos e históricos. Cada persona paga el equivalente a 1.10 CUC diario. Doscientos niños, familiares de los trabajadores, disfrutaron de una actividad en el Día de los Niños que incluye la alimentación, payaso, juegos infantiles. Claro, nadie paga nada.

Más de 5000 personas participaron en los actos de graduación de los universitarios que además del acto oficial incluye una actividad con talento artístico de elevada calidad. A la Universidad le costó el equivalente a 1200 CUC. Claro, ninguna de las personas que se gradúan tuvo que pagar un centavo.

Y cerramos el verano y abrimos el nuevo curso con un concierto del dúo Buena Fe con la participación de miles de personas que, por supuesto, tampoco pagaron un centavo.

Es algo, ¿No?

16 septiembre 2015 133 comentarios 361 vistas
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Cultura, Clave Martiana de la Patria

por Consejo Editorial 18 junio 2015
escrito por Consejo Editorial

  100_4238Por: Julio César Pérez Verdecia, julio.verdecia@umcc.cu

¿Cómo se puede salvar este país, cómo elevarlo a la cima de la virtud? Puede parecer recurrente pero muchos piensan que el crecimiento del producto interno bruto provocará todos los milagros.

Hace unos días en medio de la XXIII edición del Festival “Al Sur Está la Poesía”, certamen miembro de la red “Nuestra América” de Festivales de Poesía de América Latina y el Caribe, celebrado en la sureña localidad de Pilón en la provincia Granma entre el 3 y el 7 de junio pasado, conversaba con el poeta y amigo Julio César Sánchez Guerra sobre los retos de la sociedad cubana actual y, llegábamos al razonamiento siguiente.

Este país, su pueblo apasionado y honroso, su gobierno y su proyecto socialista, sólo se pueden salvar si se cumple creativa e inteligentemente la clave martiana de dar a la cultura el supremo lugar que merece. Es la cultura caldera y fragua de identidad, verdad que dignifica la virtud política, motor que aviva a los hombres y los echa a pelear contra la desidia y la deshonra.

Hay quienes piensan el trabajo político e ideológico desde viejas fórmulas, con un discurso alejado de la gente que lo escucha, siendo urgencia la necesidad de ir a la cultura para, desde sus potencialidades y valores, educar a niños y jóvenes, palpar el alma del pueblo, hacerlo reflexionar y comprometerlo con lo virtuoso y bello, que nos pertenece por identidad.

Hoy pongo de ejemplo el festival “Al Sur Está la Poesía”, al que por cierto se le dio poca cobertura periodística nacional, para comprobar que existe aún una poesía militante, comprometida con la realidad de ese pueblo que la acoge y que la enriquece; nadie sabrá ni de soslayo lo que ocurrió allí, sólo los participantes y los pobladores, encendidos por el evento.

Este festival nacido del ímpetu y el amor de un pequeño grupo de poetas de Pilón; ha transitado de municipal a provincial y posteriormente a tener carácter nacional e internacional al relacionarse con el proyecto Sur. Hoy es apoyado por la UNEAC, el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Granma y la Dirección Provincial y Municipal de Cultura, y muchos amigos y escritores con buena voluntad.

Este año el festival de poesía visitó y movilizó el centro cultural del pequeño pueblo, desarrolló actividades comunitarias en los barrios de La Plaza, La Marina, La Represa y Calabazas.

También, los poetas regalaron recitales de alto valor estético y humanista en Ojo de Agua, Sevilla Arriba, Mota y Marea de Portillo, poblados de zonas rurales; sin olvidar las lecturas de poesía en las escuelas, los diversos centros de trabajo y políticos e instituciones de salud.

Momento importante fue el desarrollo del coloquio, dedicado al debate sobre la relación entre poesía y artes plásticas. Estuvo protagonizado por el poeta y ensayista santiaguero Eduard Encina, y la poetisa y crítica manzanillera Juventina Soler Palomino, invitando al intercambio a poetas, intelectuales y pobladores participantes.

Los creadores invitados, entre los que se encontraban granmenses, habaneros, tuneros, santiagueros, holguineros, matanceros y de la Isla de la Juventud, apreciaron cómo el arte llevado por poetas de Cuba y el mundo ha creado allí una tradición apegada a la necesidad de la lectura, a la creación poética popular y más rebuscada, honda espiritualidad y el ejercicio de darse del que hablara Martí.

Las imágenes que mostramos dejan ver la felicidad que iluminó los rostros de los comunitarios. En el Sur recitaron niños, niñas, jóvenes y ancianos, todos movidos por ese influjo que porta la cultura en cualquiera de sus formas.

No faltó la música popular y trovadoresca, el café carretero, el panal de miel, el agua de coco, los juegos tradicionales y el homenaje a los poetas de casa. Está vez se dedicó el evento al tunero Carlos Esquivel y al granmense Gustavo Ramírez Vargas, acto cultural y de reconocimiento que dio cita en la Casa de Cultura Municipal a una multitud de seguidores del buen arte y la buena poesía.

El Festival al Sur Está la Poesía iluminó el pensamiento y el corazón de la gente llana de Pilón, armó de esperanza a los pobladores de los barrios apartados que fueron visitados. Alejados de teatros e importantes circuitos de consumo cultural, los poetas visitantes pudieron apreciar que el arte como expresión sustancial de la cultura salva y alimenta.

¡Cuánto de bueno habría si cada espacio cultural, artístico o no, permitiera el debate franco, la espiritualización humana, el reconocimiento de los valores de nuestra historia, el disfrute de nuestras costumbres y tradiciones, tan diversas en Cuba a pesar de ser una pequeña isla!

Pero la verdad es que falta mucho por hacer para poner los valores éticos, estéticos, históricos y artísticos de nuestra cultura a la altura que el discurso ideopolítico necesita. ¡Mucho se ha hecho! ¿Pero, cuánto hemos perdido en estas últimas décadas de combate cultural?

La clave martiana de la utilidad de la cultura debe dejar de ser lo que es para muchos, un mero discurso, y convertirse en una forma, vía y método para hacer crecer la nación y al proyecto socialista cubano. Al hombre se le han de poner alas, no anclas.

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18 junio 2015 47 comentarios 249 vistas
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