La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

Crisis económica

Pipo

Ay, pipo

por Jorge Fernández Era 20 marzo 2022
escrito por Jorge Fernández Era

―¿Qué pasa? Estás desconcentrado.

―No es por ti, mi amor. Son los factores objetivos y subjetivos los que hacen mella en mi infraestructura.

―Tengo miedo de que ya no te guste mi estructura.

―No digas eso. Fíjate que hace un rato, mientras veíamos «De la gran escena» y la Massiel cantaba eso de «Bailaremos un vals, tomaremos después una copa de más…», estribillo que le levanta el ánimo a cualquiera, me entraron deseos de abalanzarme sobre ti en el sofá.

―¿Y por qué no lo hiciste?

―¿Crees que alguien puede sostener la libido después que en medio de la melodía te ponen un cartelito que anuncia «Próximo programa: Farvisión»? Mira que le he dicho a Polanco que trate de suprimir el horario estelar de ese programa, que solo es capaz de elevar… la preparación combativa.

―Y lo logra. El otro día leí que en los últimos años se ha visto «una artillería de nuevas medidas que buscan otorgarle a las entidades del Estado la autonomía que merecen y necesitan».

―Precisamente eso es lo que me tiene así: la economía no avanza, a pesar de esas medidas y de que tenemos a ministros, viceministros, jefes y subjefes recorriendo el país, ya las casas de visita no dan abasto. A veces temo que Salvador y Lazo se pongan a hablar con sus respectivos choferes las mismas majomías que se les oye decir en el noticiero, se crucen en la Ocho Vías y se revienten uno contra otro.

―Sería muy bueno… que la economía avance. Yo tú me hago un despojo.

―En Regla me tiraron los caracoles y me aconsejaron que desista de la obsesión por el tres: 63 medidas para la agricultura, 43 para perfeccionar la empresa estatal socialista, 63 barrios vulnerables… No es buen augurio en el año del aniversario 63 de la Revolución, que antecede al 2023 del calendario gregoriano.

―Obviaste el decreto 53.

―Es una medida audaz y sin precedentes, cada uno de sus párrafos habla de novedades, de trabas que desaparecen, ya que faculta a las entidades para fijar el salario de sus empleados, no importa si están entre las casi 500 que generan pérdidas. Me habían informado que en 140 empresas estatales los resultados preliminares de su implementación son magníficos, y resulta que el salario medio es superior al resto en solo 128 pesos.

―Una frutabomba, aquí cerca en Jaimanitas, vale más que eso.

―Ni me hables de la agricultura, que ahorita me llamó Alejandro, alarmado por el informe que presentó Ydael en el balance de su ministerio. Vaya, que decir que el pasado año fue «uno de los peores de la última década», después que compareció en la Mesa Redonda a vociferar por las 40 000 toneladas de viandas y hortalizas que según él se produjeron de más en la etapa…

―Allí se expuso también que «estamos importando café cuando la mayoría de los países vecinos lo que hacen es exportar».

―Estoy pensando en hablar con el presidente haitiano a ver si le queda por allá algún colono francés.

―Tienes que ponerte duro, pipo.

―¡No me presiones, por favor!

―Me refería a ponerte duro con tus subordinados. Acabo de oír a Marrero en la televisión afirmando que la tarea más difícil que tenemos es que nuestro pueblo no pierda la confianza en la Revolución y en sus dirigentes. Mientras más analizo esa frase…

―No se toman el trabajo de pensar dos veces las cosas antes de decirlas.

―Hay un meme por ahí burlándose de un dirigente que adujo que hay que recordar que Guantánamo es la provincia más oriental del país.

―¡Lo dije yo, ¿qué hay con eso?!

―Ay, perdona. Así, con tanta presión sobre los hombros, cualquiera dice algo sin pensarlo una sola vez.

―A Lage sí se le fue la mano.

―¿El del piyama?

―No, Agustín, el hermano.

―¿Qué dijo?

―Publicó un artículo muy pretencioso donde habla de la Cuarta Revolución Industrial y el socialismo. Se trata de tecnologías 4.0 que generan otras tecnologías: la inteligencia artificial, el procesamiento de grandes masas de datos, la conexión de maquinarias a Internet a través de sensores, las nanotecnologías, la energía inteligente, la biología sintética… Tienen en común el uso intensivo de la informática y las telecomunicaciones en los procesos industriales.

―Más o menos el caudal de conocimientos concentrado en nuestro robot Palmiche.

―Poco más que eso. A Palmiche intentamos programarlo para transportar el almuerzo a más de un pabellón hospitalario y tuvo un cortocircuito. Hay una sentencia muy importante en ese artículo que lo explica todo: «Las leyes que conducen al desarrollo social socialista funcionarán si las hacemos funcionar».

―Qué sabiduría.

―Lazo no le perdonará a Lage, porque se quedará botao, que exprese que «El socialismo es el Poder Popular más las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial».

―¿Y él no sabe que Cuba va por…? ¿Por qué Revolución va Cuba, pipo?

―Déjame dormir, anda.

―Sí, descansa. Algún día funcionará… la economía.

20 marzo 2022 10 comentarios 2.059 vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Ausencias

Ausencias

por Gustavo Arcos Fernández-Britto 16 marzo 2022
escrito por Gustavo Arcos Fernández-Britto

Por cuestiones de trabajo, debo atravesar cada semana la zona donde radican las embajadas de México y Colombia en Miramar. Están separadas por quizás setenta metros y es posible que, en el fondo, las paredes o jardines de una confluyan con la otra. Entre ellas hay una concurrida cafetería que seguramente debe su éxito a la persistente emigración cubana.

Cerca, en un apartamento se llenan planillas; en otro, se hacen fotos. Hay también una escuela para niños extranjeros cuyos padres residen en el país. La casa del gran Chucho Valdés quedaba por ahí, y a solo cien metros se levanta La Maison, el famoso sitio de la moda. En esa pequeña porción de la ciudad, podemos reconocer una parte de Cuba.

A veces me detengo unos segundos y veo rostros, cuerpos, figuras que pronto se perderán, quizás para siempre, cruzando ríos o selvas. Hacinados en un camión recorrerán miles de kilómetros, cruzando fronteras, peligros, lidiando con traficantes, el hambre y todo tipo de incertidumbres. Otros, a veces, tienen más suerte. Muchos dejarán atrás a sus familias, amigos, pertenencias, hogares.

Ausencias

La muerte en pelotas, Antonia Eiriz, 1966

Pienso en todo lo que empeñan, abandonan. Hoy esperan por una entrevista, un trámite, una respuesta. No importa quién seas, cuál haya sido tu vida o de qué zona de la Isla vengas; todos buscan lo mismo: salir, escapar, recomenzar. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, la de los cubanos parecería inagotable, pero ahora mismo, en sus rostros solo se refleja…la angustia.

Hay mucha gente joven, personas que no rebasan los cuarenta años, todos nacidos después de la Revolución, formados, educados por esta. Durante un tiempo gritaron que querían ser como el Che, fueron al campo, a todos los actos, a la plaza, desfilaron, aplaudieron al líder. Sí, es la misma revolución que hizo grandes transformaciones sociales, que prometió un futuro luminoso, porque se levantaba con los humildes y para los humildes. Bueno, hace rato que eso no es así.

Las cifras indican que somos un país envejecido. No se equivocan. Con tantos jóvenes que parten, la geriatría tiene un gran futuro aquí. Veo fotos personales de hace algunos años, es el momento de la nostalgia. Si borrara los rostros de amigos y conocidos que aparecen en ellas, pero que ya no están, tendría un cuadro borroso como los de Antonia Eiriz.

Pienso en todas las veces que los cubanos hemos tenido que regenerarnos, comenzar de nuevo. Tus amigos ya no están, ahora tienes que buscar otros y esos, probablemente, también se irán. No se puede planear a largo plazo, todo es efímero, inminente. Lo que un día compartimos, se esfumó.

Como dice el replicante del film Blade Runner: «todos esos recuerdos se perderán como lágrimas en la lluvia». Miro fotos de mis estudiantes en la facultad de cine. Cuántos gestos de felicidad, de risas, de sueños. Los veo bailar, filmar, amar. Ahora lo hacen (eso espero) muy lejos de aquí. Sé que algunos apenas se ven. Ellos también han tenido que renacer.     

Leo en la prensa oficial que se han producido disturbios, protestas frente a otra embajada, la de Panamá. Cientos de personas reclaman sus derechos a viajar. Ya tenían pasajes, pero en la embajada alguien sacó cuentas y recordó que la emigración puede ser también un negocio, y ahora se les exige a todos un pago, por un permiso de estancia en el aeropuerto de Panamá.

La cosa se ha puesto fea en Quinta avenida, donde radica la sede diplomática. Hay patrullas, cerco policial, desvío de tráfico; la gente ya ha empezado a gritar otras cosas. La gritería es para los solares y en Miramar no hay ninguno. Aparece un funcionario del gobierno en la capital. Nadie lo conoce. Trata de aplacar los ánimos, se solidariza con los reclamos. Explica que la Cancillería cubana los apoya y que se hacen gestiones. Se escuchan aplausos. Luego recuerda que la Revolución no abandona a sus hijos. Se hace silencio. Suena incoherente, dadas las circunstancias.

Ausencias

Cubanos protestan frente a embajada de Panamá (Foto: Cuballama)

Hay que buscar un culpable. Los funcionarios panameños son los primeros, pero el periódico Granma va más allá y afirma que el causante de todo es el gobierno de Estados Unidos, que ha mantenido cerrada su embajada por más de dos años. La gente quiere emigrar, visitar a sus familiares, asistir a un evento, pero debe utilizar terceros países para llegar a Norteamérica. Es injusto, absurdo. Cosas de Trump.

Hay algo más en todo esto. Siento que reducir el asunto a cuestiones de burocracia y papeleo es mirar para otro lado, una cortina de humo. Mañana se abre la embajada norteamericana y tendremos nuevamente decenas de miles solicitando un visado. Más colas, más dinero, más familias divididas. Vendrán nuevos muertos cruzando el mar, o la selva, porque las rutas de escape han cambiado. Veo cubanos varados en Ucrania y sorprendidos por la guerra.

Una noticia refiere la detención de una rastra donde viajaban 57 emigrantes ilegales en Centroamérica de los cuales 50 eran cubanos. Ya los nuestros compiten con los de Guatemala, El Salvador, México, Haití. Aparecen por cientos en las caravanas, los retenes fronterizos, las barcas. Esos serán devueltos a la Isla, donde posiblemente ya no tengan nada.

Siguen las culpas a Estados Unidos y su política migratoria, a las visas que se comprometió hace décadas y no otorgó, a la ley de ajuste, al bloqueo, a la «mafia de Miami», a la crisis internacional. Es un mantra. Siempre son otros los villanos, el diablo, el mal. Hablar del bosque, pero no ver los árboles.

Las preguntas que nunca hará el Granma son: ¿por qué cada año tantos quieren abandonar el país, sacrificando para ello tantas cosas? ¿Acaso estamos bajo una guerra? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Y no se hacen las preguntas porque responderlas implicaría desmontar buena parte del discurso y la retórica que fundamentan toda la Revolución.

En la Cuba post 59, la emigración nunca ha sido vista como algo propio de la condición humana, una práctica universal que tradicionalmente mueve a los individuos de un sitio a otro en busca de trabajo, oportunidades, estabilidad, paz, progreso y calidad de vida. La cuestión política ha centrado aquí todo el asunto, dividiendo las partes entre buenos y malos, íntegros y apóstatas.

El punto de vista oficial ha preferido construir la narrativa del estigma y el desprecio. El que emigra es un gusano, una escoria, una mancha. Como se promueve la idea de que la Revolución es lo más grande y anhelado por el pueblo, cualquiera que desee escapar o encauzar su vida en otro lugar, tiene que pagar, ser alguien deforme, enfermo, un desertor cuya historia de vida será convenientemente borrada de los libros, o desvalorizada. No quiero detenerme en los detalles porque todos sabemos que esa lista de muertos en vida, es larga.

Ausencias

(Foto: Quartz)

En nuestros manuales escolares, el tema migratorio suele resolverse de forma simplista y por tanto sin matices. En los sesenta los que emigraban eran batistianos, burgueses, siquitrillados, asesinos o colaboradores de estos; gente sin escrúpulos ni honor. Más adelante eran «los blandengues» que partían tras los cantos de sirena del imperialismo, «los traidores» a la obra revolucionaria y la patria que tanto había hecho por ellos. Para entonces, ya se ha trabajado sobre la conciencia de la gente, confundiendo Patria con Revolución y no solo eso, sino sembrando un sentimiento de culpa porque todo lo que somos, se lo debemos a ella.

Desde los noventa tenemos incorporado el relato del emigrado apolítico, gente «frívola» o «confundida» que solo sale en busca de mejorar su vida y economía, como si eso fuera una perversión. Para esta última categoría se produce una extraña disociación, que pretende justificar de alguna manera la partida achacando el acto al bloqueo, causante de todos los problemas materiales y existenciales de la población.

El gobierno no tiene la culpa, ni sus disposiciones o decretos, ni sus leyes o instituciones, ni su mala gestión. Han tenido todo, absolutamente todo para hacer y deshacer durante más de sesenta años, pero la culpa de nuestras desgracias es…. de Estados Unidos.

Es una narrativa que tiene que cambiar, porque ya no le dice nada a las nuevas generaciones, quizás porque un día, no hace mucho tiempo, asistieron a ese extraño y trascendental momento en que el presidente del país fue capaz de pasar la página y tenderle la mano al diablo en persona. Quizás porque percibió que, a pesar de toda esa historia de enfrentamientos y negaciones, se dio el paso para conversar, escuchar y respetar.

Tal vez porque esa esperanza de cambio se hizo trizas, como tantas y tantas otras. Quizás porque es una generación pragmática, que vive en el presente, donde la moneda del enemigo es la que vale y que sabe, a diferencia de sus abuelos, que el futuro empieza en este instante.

Tal vez, porque contrario a todo lo que le han enseñado y repiten cansinamente algunos en los discursos, el enemigo está dentro de nosotros mismos. Quizás porque mirando a sus padres se dieron cuenta de que todo lo que fue, ya no es o, como el personaje de Carla en la película Nada (Juan Carlos Cremata-2000), están «hartos de las noches sin vela, de las velas sin noche, del calor, de Cuca, del transporte, de la novela, de la sicología por televisión, de Concha, de Cunda, de todo y hasta de ellos mismos».

Comprendo que todo es mucho más complejo, y que en el otro lado también existen la mezquindad, el recelo, los llamados a la violencia, la cultura del pase de cuentas. Pero si reproduces las rutinas de tu rival no estas proponiendo nada nuevo, eres el mismo en la otra zanja, esperando que alguien levante la cabeza para cercenársela, y ese no debe ser nunca el camino. No puedes criticar la censura, censurando. No se puede lidiar contra el odio, fomentándolo entre los tuyos. No se puede estigmatizar al otro, que es al mismo tiempo tu hermano.

Mientras tanto, sigue la invasión rusa a Ucrania. Yo estudié en Moscú y visité Kiev y Lvov, una bella y pequeña ciudad en la frontera con Polonia, que mientras escribo estas líneas está siendo bombardeada. En los ochenta había paz, incluso formaban un mismo país. Ahora no existe ni una, ni el otro. ¿Existirá Cuba mañana?

16 marzo 2022 31 comentarios 3.350 vistas
15 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
La Güinera

12 J: ¿Por qué La Güinera?

por Leonardo Fernández Otaño 7 marzo 2022
escrito por Leonardo Fernández Otaño

El pasado 12 de julio del 2021, La Güinera, localidad ubicada en el habanero municipio de Arroyo Naranjo, fue uno de los epicentros del estallido social que sacudió a Cuba desde el día anterior. Las condicionantes para este proceso de desobediencia civil fueron diversas: las consecuencias de la «Tarea ordenamiento», la incapacidad de democratizar las instituciones públicas, o la dolarización de la economía; combinadas con las disconformidades cívicas de una generación millennials hiper-conectada a redes sociales como Facebook o Twitter. Estos factores desembocaron en un panorama sociopolítico que desafía al autoritarismo del estado cubano, cada vez más expuesto mediante una directa en una red social.

Estas realidades, a su vez, pudieron ser denominadores comunes para otras comunidades donde el estallido social tuvo altos niveles de participación popular. Desde la implementación de la «Tarea ordenamiento», se fueron produciendo una serie de sucesos que apuntaban a la explosión de la desobediencia civil: el alza desmedida de precios y la inflación; la ofensiva contra «los coleros» y el sector privado; el desabastecimiento y el aumento de tiendas en monedas libremente convertibles, en detrimento de la oferta en pesos cubanos; la prohibición de depositar en dólares físicos en las unidades bancarias.

Los efectos de las medidas anteriores coincidieron con la crisis de la pandemia y su insuficiente gestión gubernamental, de modo que estas problemáticas se convertían en combustible en un granero cada vez más repleto de heno. Solo era cuestión de una chispa para que estallara el incendio. Ese momento llegó en San Antonio de los Baños la mañana del domingo 11 de julio.

Problemas acumulados

Nacido en el siglo XIX, a lo largo de su historia La Güinera ha presentado una serie de problemáticas sociales nunca resueltas que se agudizaron con la crisis de los noventa. La dinámica de extensión del estallido social apunta a que surgió en un sector intermedio de la calle Agramonte —caracterizada por su precariedad económica—, y los manifestantes se desplazaron hacia el final de esta vía, donde se ubican los mayores niveles de pobreza, para luego dirigirse hacia la zona del Capri. Este esquema, que se repite en la fisonomía del 11J, nos conduce a uno de los ejes del estallido: la precarización de la vida cotidiana en el país, visualizada en el aumento abrupto de la pobreza.

La Güinera (3)

Lugar donde empezaron las protestas en la comunidad de La Güinera (Foto: María Lucía Expósito)

La pobreza existente en el barrio indica dificultades persistentes a lo largo del siglo XX, que se han venido agudizando en el XXI. El primer elemento confirmatorio se basa en el deterioro del fondo habitacional. Esta situación responde a diversas causas: los bajos ingresos familiares (varios casos de madres solteras), afectaciones parciales por causa de los huracanes, dependencia del mercado laboral informal o derrumbes producto a la temporalidad de los materiales empleados en las edificaciones.

Las viviendas de los detenidos y sus familiares, en un setenta por ciento de los casos observados, presentan una estructura similar: cubiertas de asbesto cemento o zinc con afectaciones parciales, o procesos constructivos inconclusos. El espacio físico de los inmuebles, en el ochenta por ciento de las familias visitadas, no excede las cuatro habitaciones (generalmente sala-comedor, cocina, baño pequeño y un dormitorio colectivo). Además, la generalidad de los hogares estudiados son de numerosos miembros para los estándares cubanos, lo que los ha llevado a compartimentar las viviendas o a que convivan varias generaciones en las mismas.

La Güinera (4)
La Güinera (4)
La Güinera (8)

La estructura familiar tiene particularidades. Uno de los modelos que más se repite se basa en la prevalencia de la autoridad materna como figura coordinadora del hogar (aunque esta aproximación se realiza después de las detenciones de sus hijos en los meses de julio y agosto pasados). Tal situación tiene su origen en el alto índice de divorcios en la comunidad, o en la ausencia paterna por diferentes motivos, lo cual ha obligado a las madres a capitalizar el sostén familiar.

Otra característica de la comunidad es su alto índice de migración interna, proveniente sobre todo de las provincias orientales. Personas procedentes de provincias como Guantánamo y Santiago de Cuba se han establecido en los últimos sesenta años, pero con mayor intensidad desde la crisis de los noventa.

En estas migraciones, los individuos han vivido un complejo proceso de acogida e incorporación a la sociedad. La primera dificultad que enfrentan es el acceso a la vivienda. Este puede lograrse mediante la adquisición o la ocupación ilegal de un terreno para la fabricación de una casa —que en reiteradas ocasiones no posee los estándares mínimos para acoger a sus familias—, o mediante el alquiler de un inmueble.

Antes del estallido social, esta situación de vulnerabilidad era aún más grave, dada la imposibilidad de acceder a la canasta básica normada por no tener legalizado un domicilio reconocido que garantizara la consiguiente Libreta de abastecimiento, lo que complejizó la precariedad luego del advenimiento de la referida «Tarea ordenamiento» y el panorama de hiperinflación.

La Güinera (5)

La primera dificultad que enfrentan quienes migran desde la región oriental del país, es el acceso a la vivienda. (Foto: María Lucía Expósito)

La cuestión de la oferta de empleo y la informalidad del mercado laboral resultan terreno escabroso, pues se han detectado redes económicas informales en todas las esferas de la vida cotidiana de la comunidad. Este es un fenómeno de larga data en el barrio que persiste desde inicios del siglo XXI y provoca que varios de los detenidos del 11J sean declarados como «desocupados» por las autoridades. En cambio, la realidad simbólica y antropológica del barrio es otra, ya que para su entorno cultural, ellos son «luchadores», lo que se traduce en personas que han sobrevivido en medio de las ondulaciones económicas y las sucesivas crisis que ha sufrido el país.

En ciertos casos, los manifestantes se empleaban en el sector estatal de la economía, y su participación en la protesta del 12 de julio responde a la precarización de su vida cotidiana y a motivos personales aún por investigar.

Respecto al acceso a la educación en el barrio, un importante núcleo de jóvenes posee niveles de escolarización que oscilan entre 9no grado, técnico medio o el duodécimo grado; siendo más difícil hallar matriculados en la educación superior. Esta realidad responde a que los ciudadanos tuvieron que lidiar con panoramas familiares difíciles y situaciones de vulnerabilidad económica que los obligaron a iniciar un camino en el sector informal de la economía, para lo cual abandonaron el sistema de enseñanza.

La Güinera (6)

En la comunidad existen profundos problemas socioeconómicos no resueltos o cosmetizados. (Foto: María Lucía Expósito)

Un elemento persistente en la vida cotidiana de la comunidad es la desconfianza en las instituciones públicas y los poderes del estado. Varias familias de las visitadas habían acudido a las autoridades correspondientes para hacer notar la precariedad de su situación económica, sin que recibieran la atención debida o un acompañamiento real. Así, un importante grupo de los manifestantes que aún permanecen detenidos vivía bajo el umbral de pobreza o en situaciones de precariedad económica, por lo cual su participación en el estallido estuvo atravesada por dos elementos: el descontento ante el abandono institucional y la necesidad de cambios urgentes en su realidad.

Entender lo que sucedió en La Güinera el 12 de julio requiere un análisis más profundo. Este texto solo puede esbozar algunas ideas y observaciones del entorno. Falta mucho camino investigativo para comprender la situación de vulnerabilidad y precarización de la vida en este barrio. Sin embargo, sí puede afirmarse que el panorama se agudiza mientras la comunidad tenga más de cien presos políticos y diversas situaciones socioeconómicas no resueltas o cosmetizadas. El próximo estallido puede estar al doblar de la esquina, y bien pudiera ser la ciudadanía de La Güinera la llama que prenda el granero esta vez.

La Güinera (10)
La Güinera (9)
La Güinera (7)

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

7 marzo 2022 7 comentarios 1.605 vistas
6 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Desfiles

Tristes desfiles: ridículo, cinismo y desamparo

por Julián Pérez Rodríguez 22 febrero 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Si algo no podrán quitarnos los burócratas empoderados es el arma de la risa: el choteo —ah, Jorge Mañach— que fustiga implacable cuanto sinsentido nos rodea. Y miren que hay absurdos para carcajearse.

El más reciente, que recibió como era menester su lluvia de trompetillas en las redes, fue el flamante desfile del Ministerio de Comercio Interior durante el pomposo Encuentro Nacional de Técnicas Comerciales; que incluyó desde un modelo disfrazado de bloque de construcción, con una jaula de cabillas en su antebrazo hasta otro ataviado como una mesa, con mantel blanco y dos muslos de pollo cual esperpénticas motonetas.

Mención aparte para el que debió encarnar a las compotas «Osito», con una caja gigante de este producto en la cabeza y un tierno peluche delante de su sexo, y para la fantasmagórica representación de la plataforma de pago digital Transfermóvil, con signo de peso en uno de los senos de la modelo, unas uñas largas de criatura diabólica y un aspecto general de zombi, que no hubo pupila que no irritara.

La gente, como era de prever hasta por los sesudos que fraguaron la «actividad cultural», fustigó de inmediato la grotesca exhibición. Cheo, anacrónico, ridículo, patético, fueron varios de los calificativos que le colgaron. Algunos, hurgando un poco más hondo, señalaron la crueldad, el desatino o el simple cinismo de hacer pasarela con productos que hoy por hoy cuestan un ojo y la mitad del otro a cualquier compatriota.

Compotas que solo llegan en dosis pequeñísimas —seis cajitas al mes— a niños de hasta tres años; pollo cuyos paquetes implican sangre, sudor y lágrimas en colas de días para capturarlo; bloques que ya se venden entre 30 y 35 pesos cada uno en el mercado informal, encareciendo aún más la mínima acción constructiva en una casa; verduras y aceite que son prohibitivos para las mayorías… En fin, el desastre.

Pero, pensándolo bien, no es del todo errado abrir ese o cualquier evento, congreso, seminario, simposio, de los muchísimos que se gastan nuestros egregios gobernantes —logística y publicidad incluidos—, con un aparatoso desfile. A fin de cuentas, la vida cubana de las últimas décadas, más allá de la moda, ha sido un eterno desfilar.

Desfiles de revolucionarios —ómnibus repletos de estudiantes y trabajadores madrugando en las calles— para recalcarle al enemigo histórico que no le tenemos ni un tantico así de miedo. Y para gritar consignas hasta rajarnos el pulmón y que desde la tribuna (sea un 1ro de Mayo, un 26 de Julio o un 1ro de Enero), los mandantes nos sonrían, agiten levemente sus banderitas y comprueben cuán dispuestas a morir por ellos están las masas.

Desfiles de luchadores —no de greco o libre, sino de «la luchita diaria»— zapateando campos y ciudades cada jornada para conseguir desde una libra de tomates hasta medio cartón de huevos o unos pellejos de cerdo, al precio o el canje que sea, porque «la cosa» está durísima y no hay con qué resolver los tres problemas fundamentales de la filosofía criolla: desayuno, almuerzo y comida.

Desfiles de balseros, caravanistas centroamericanos, negociantes con los coyotes, o cualquiera de las especies de emigrantes que han ido lamentablemente retoñando en el país, porque irse es el mejor y casi el único horizonte que jóvenes y no tan jóvenes encuentran como proyecto de vida.

Desfiles de ancianos derruidos, cada cual con más abandono, frustrados tras haber dado la existencia a un sueño que los traicionó, o mejor dicho, una utopía cuyos adalides resultaron ser mafiosos en toda regla, que se cargaron la patria mientras pedían sacrificio, austeridad y heroísmo.

Desfiles (en carro) de dirigentes, que han pretendido que les creamos son iguales que nosotros, ciudadanos de a pie, pero que desde la A a la Z son «más iguales» que el resto de sus compatriotas, y sus hijos no integran los contingentes de sinsueños que integran los nuestros y sus refrigeradores no enfrentan la anemia crónica que los de nosotros; y sus familiares no fallecen sin oxígeno ni tienen que pagar miles de pesos por una pastilla de azitromicina.

Desfiles, en fin, de desesperanzas, de ganas de hundirnos en el mar luego de ver cómo se mancilló la gloria que nos creímos.

Y claro, de tanto desfilar —los de abajo—, ya rompimos las piedras con las piedras de nuestros callos; y casi que solo nos alienta la vaga ilusión de que algún día, por fin, los dueños, exprimido el hollejo de la Isla hasta el tuétano, inicien su marcha definitiva —en primera clase y seguramente con las maletas llenas—, a otro paraíso «fermoso» que ojos humanos hayan visto.

Si a alguien le quedan fuerzas, entonces, comenzaremos a levantar los escombros.

22 febrero 2022 11 comentarios 1.391 vistas
8 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
MLC

El modelo económico y las tiendas en MLC en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 18 febrero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Desde que a fines de 2019 se establecieron tiendas en monedas libremente convertibles (MLC) en Cuba, ha habido un lógico rechazo hacia las mismas por parte de la ciudadanía, al que se ha unido el de muchos economistas que no estamos de acuerdo con el carácter imprescindible que le atribuye el gobierno a esa determinación.

En su última comparecencia en el programa televisivo Mesa Redonda, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, comentó que dichas tiendas fueron consideradas como «el mecanismo más práctico» para captar divisas por vía de las remesas a través de la red minorista.

Entre los objetivos que se reconocen por parte de las autoridades económicas están también «evitar la fuga de divisas» ocasionada por la actividad comercial de personas naturales que viajaban al exterior, especialmente a Panamá y Rusia, para realizar compras en esos países y luego ofrecer en el mercado cubano productos que no existían en las tiendas que operaban tanto en pesos «convertibles» (CUC) como en pesos cubanos (CUP); así como incrementar la provisión de bienes que el Estado no podía importar debido a la escasez de divisas provocada por la caída de las exportaciones de bienes, la disminución del turismo, y las medidas restrictivas adoptadas por el gobierno de Trump.

En consecuencia, las tiendas en MLC son consideradas por el ministro Gil como la «tabla salvadora». Y sí, podría ser una tabla salvadora pero únicamente para mantener a flote un sistema económico que ha demostrado históricamente su fracaso.

El argumento oficial insiste en que con las ganancias obtenidas a través de las ventas en MLC se adquieren bienes que luego se distribuyen en la red de productos normados en moneda nacional. Como ejemplo mencionó que el año pasado «pudimos dar» tres libras adicionales de arroz por la libreta, y que eso salió de las ventas en dichas tiendas.

Resulta muy difícil realizar cambios estructurales profundos cuando quienes dirigen el país no pueden desembarazarse de camisas de fuerza auto-impuestas.

El problema es el modelo

En realidad, los argumentos de los funcionarios del gobierno cubano están siendo considerados a partir de insistir en un modelo de economía en el que el Estado, además de trazar las líneas estratégicas del desarrollo y orientarlo a través de la política económica —lo que es correcto—, también exporta, importa, asigna materias primas y bienes de capital a las empresas, les dice qué y cuánto deben producir, monopoliza el comercio exterior, las comunicaciones, la banca, las construcciones, los servicios sociales, la mayor parte del transporte y del comercio doméstico. Vista así, la economía cubana parece administrarse como si fuese una bodega.

Ese modelo no funciona. No funcionó en los llamados países socialistas europeos y fue una de las causas principales del derrumbe. No funcionó en China y en Vietnam y lo transformaron radicalmente hasta convertirse en economías «socialistas de mercado» (autodefinición china), y «de mercado con orientación socialista» (autodefinición vietnamita), en las que el Estado ha reducido considerablemente su actuación directa en la economía, dejando amplios espacios a la existencia de un mercado regulado. No ha funcionado en Corea del Norte, que se ha convertido en gigante nuclear a costa de la miseria de su pueblo. Y no funciona en Cuba, ni va a funcionar.

Mientras el gobierno de la Isla insiste en producir el pan y asigna una cantidad adicional de harina a las empresas para que produzcan «un poco más de dulces y de repostería», —por solo mencionar otro ejemplo ofrecido por el también viceprimer ministro—, se desgasta en actividades que debieran estar totalmente en manos del sistema empresarial y pierde el rumbo de lo que debería ser su función económica.

En textos anteriores he explicado que administrar no es igual a planificar, y que los modelos de economías centralmente dirigidas han fracasado rotundamente. Insistir en ello no es únicamente un error económico, sino una irresponsabilidad política.

Los efectos nocivos de las ventas en MLC

Ciertamente, las ventas en MLC generan una determinada liquidez en divisas al gobierno, sin embargo, si somos capaces de considerar un paradigma económico diferente al actual, no es el gobierno el que debe disponer de las divisas, sino el país, y la mejor manera de lograrlo es precisamente permitiendo que la moneda nacional sea plenamente soberana en las transacciones económicas domésticas, de manera que cualquier ingreso en divisas que se obtenga vía exportaciones de bienes y servicios, inversiones extranjeras o remesas, deban convertirse en pesos cubanos plenamente convertibles a una tasa de cambio económicamente fundamentada.

El régimen cambiario y la tasa de cambio no son asuntos menores en esta ecuación. Se adoptó un régimen cambiario con un tipo de cambio fijo sobreevaluado al que el Banco Central no está en condiciones de ofrecer divisas al mercado. Dice el ministro que el tipo de mercado no es el de equilibrio porque la mayor parte de divisas que se transan en el país lo hacen en los canales formales del comercio exterior y de las inversiones.

En efecto, el tipo de cambio en el mercado informal —al que el ministro llamó «ilegal»— muestra una desviación hacia la mayor apreciación de las divisas, debido no solo a la inexistencia de un mercado formal, sino también a la existencia misma de un mercado en monedas libremente convertibles y a la incertidumbre respecto al curso, confiabilidad y efectividad de las políticas económicas. Todo lo anterior, además, crea una expectativa negativa sobre la posible trayectoria de la situación del país y estimula la emigración, para lo que se produce una demanda adicional de divisas.

La existencia de un mercado que funciona en divisas genera una demanda añadida de estas que empuja el tipo de cambio hacia arriba, es decir, a una mayor devaluación. Y en verdad, el tipo del mercado informal puede no ser el del equilibrio —para calcularlo necesitamos datos reales actuales—, pero es el tipo nominal al cual está funcionando el mercado a falta de otro, porque el tipo oficial es sencillamente irreal. Y lo es desde hace mucho rato pues el gobierno mismo se ocupó de emitir CUC irresponsablemente, lo que redujo el respaldo real de aquella moneda que circulaba como sustituto del dólar.

La existencia de un mercado en MLC está estimulando a empresas nacionales a producir para ese segmento, buscando captar divisas en un mercado cautivo, cuando lo que deberían es producir para exportar no en frontera, sino hacia los mercados externos.

Por otra parte, está el impacto negativo que la existencia de este mercado tiene desde el punto de vista político. Al instaurarse un mercado dolarizado y establecerse una dualidad monetaria, no solo se segmentaron los mercados sino a la población misma. Los mejores productos se comercializan en una moneda a la que no se accede directamente a partir de los resultados del trabajo de la mayor parte de las personas. Esto es inadmisible políticamente, porque implica una segregación de esa parte considerable de la población cuya ruta de llegada a estos bienes es mediante la ayuda de familiares en el exterior por vía de remesas.

La población cubana lleva décadas haciendo grandes sacrificios que involucran a varias generaciones, con la confianza en que el futuro sería mejor. Pero lamentablemente ha sido peor, y no existen razones para confiar en que se obtengan resultados diferentes con el mismo tipo de medidas y con un mecanismo económico que no cambia en lo fundamental.

MLC 2

La población cubana lleva décadas haciendo grandes sacrificios que involucran a varias generaciones, con la confianza en que el futuro sería mejor. (Foto: ADN)

¿Qué puede hacerse?

Evidentemente, es ineludible comenzar por el modelo económico. Se requiere desmontar un modelo en el cual el estado compra, vende, pone precios, asigna materias primas y bienes de capital, se ocupa del pan que se produce; y del pollo, el arroz o el aceite que se vende. De eso debe ocuparse el mercado, compuesto por empresas de todo tipo. Para ello es necesario impulsar el emprendimiento, y en las actuales circunstancias las mayores potencialidades están en el sector privado y cooperativo, precisamente por las limitaciones financieras del Estado.

Con el fin de incentivar tanto la inversión extranjera como la doméstica, imprescindibles dada la escasa capacidad de ahorro interno, es preciso que funcione un mercado cambiario formal, con un tipo de cambio económicamente fundamentado.

Ya he propuesto adoptar un tipo de cambio flexible, con una banda de intervención del banco central, lo que ha rechazado el ministro con el argumento de que de esa forma sería afectada «la mayor parte de la población». No es así. Si en Cuba solo funcionara el peso cubano —como debería ser—, las divisas extranjeras no se demandarían en el mercado doméstico para solucionar problemas de la vida cotidiana. La devaluación de una moneda nacional afecta a los importadores y a quienes viajan al exterior, pero tiene poco impacto sobre las personas que destinan la mayor parte de sus recursos a la sobrevivencia cotidiana, como es el caso de la población cubana, si ello pudiera realizarse con pesos cubanos.

Por tanto, la eliminación de las tiendas en moneda libremente convertible no solo es una urgencia política sino una medida económica adecuada. A la pregunta de cómo podremos importar lo necesario para mejorar la «canasta normada de bienes», la respuesta sería que el Estado no debe dedicarse a eso. Para ello están las empresas, que accederían en un mercado formal a las divisas que seguirían entrando al país por vía de las exportaciones, las inversiones y las remesas.

Lo que sí debe hacer el gobierno es crear un clima adecuado para el fomento de negocios, de forma tal que las remesas se conviertan en fuente de inversiones domésticas y no se dirijan solo al consumo, y con ese objetivo deben eliminarse las restricciones actuales que limitan el emprendimiento.

El fomento del emprendimiento debe conducir a un aumento de la producción de bienes y servicios, al incremento del empleo y a una mayor dinámica de crecimiento. Un tipo de cambio económicamente fundamentado en un mercado formal contribuiría a la convertibilidad real del peso cubano y, a tenor con la situación, sería de esperar que se devaluara considerablemente respecto a su nivel oficial actual, lo cual, dicho sea de paso, abarataría las exportaciones y generaría una competitividad adicional por vía cambiaria que, sin embargo, será solo temporal, porque la verdadera competitividad es la que se basa en la mayor productividad y calidad de la producción. Tal conjunto de medidas conduciría a destrabar las fuerzas productivas.

18 febrero 2022 28 comentarios 2.786 vistas
10 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Barrios, desigualdad y estrategias

Barrios, desigualdad y estrategias en Cuba

por Redacción 16 febrero 2022
escrito por Redacción

El tema de la desigualdad y la pobreza en Cuba es de suma importancia y actualidad, aunque es casi tabú para las autoridades cubanas. Estas han asumido una postura triunfalista y negacionista, amparada en los efectos esperados de políticas sociales generales.

Las investigaciones relacionadas con el asunto, realizadas desde los años ochenta por especialistas en diversas ciencias sociales, no han tenido suficiente visibilidad ni el impacto necesario en las políticas públicas.

Sin embargo, el fenómeno está presente con mayor crudeza desde la década de los noventa del siglo pasado. A partir del 2008, en que inició el proceso de reformas conocido como Actualización del modelo económico y social cubano, se ha incrementado exponencialmente e incorporado nuevos segmentos de ciudadanía y localidades. Cuba pasó a ser una sociedad muy desigual desde antes de la pandemia del Covid-19.

Tales problemáticas se pueden constatar tanto a escala de sectores sociales específicos en condiciones de vulnerabilidad, como relacionadas con el racismo y la violencia, y con dificultades de vieja y nueva data; entre ellas, la crisis económica, sociodemográfica, desigualdad en los ingresos, de acceso a fuentes de empleo, remesas, desequilibrios regionales, migración interna y marginación secular en ámbitos urbanos y rurales.

Interesados en profundizar y visibilizar en el tema y poner rostro a estos fenómenos sociales, en pos de generar propuestas de soluciones endógenas y sostenibles, el equipo de La Joven Cuba decidió promover la referida línea de investigación, de la cual ofrece ahora este resultado preliminar.

Investigar y escribir en tal sentido implica llegar a los lugares, involucrarse, identificar valores y dificultades que en muchos casos se han reproducido por varias generaciones en un espacio compartido, y promover soluciones desde los diversos actores sociales.

Llegar a comprender a las personas allí donde se presentan y convergen condiciones socioeconómicas, profesionales e incluso políticas desventajosas; expresiones religiosas históricamente estigmatizadas; familias en riesgo de pobreza y donde se constatan evidentes brechas de equidad y diversas formas de exclusión, resulta inevitable para la transformación social y el  mejoramiento humano sostenible.

A eso invitan tres prestigiosos escritores e investigadores sociales cubanos: Gisela Arandia Covarrubias, Alberto Abreu y Roberto Zurbano, quienes ofrecieron sus experiencias en barrios de La Habana y Matanzas. Puede acceder al texto a través de este link:

Barrios, desigualdad y estrategias en Cuba

***

Este dossier forma parte de nuestro proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Si desea colaborar, puede enviarnos recomendaciones, testimonios, ideas, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto: «Cartas al Proyecto».

16 febrero 2022 9 comentarios 1.489 vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Ministro

Mensaje amistoso a un ministro, el que sea

por Rodolfo Alpízar Castillo 16 febrero 2022
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Estimado ministro:

No insista. No lo repita más, por favor: Usted no es un «ciudadano de a pie», no es «una gente más del pueblo».

No debe serlo. A nadie hace falta que lo sea.

Y más todavía: A nadie le conviene que lo sea.

Usted es un funcionario de alto rango al servicio del país. Ni más, ni menos.

Usted es un servidor público encumbrado a quien los verdaderos «ciudadanos de a pie», la «gente del pueblo», los «uno más» sin nombre, le damos la oportunidad, con el producto de nuestro trabajo y el pago de nuestros impuestos, de emplearse en una labor bien remunerada, y la posibilidad de disfrutar de un conjunto de  comodidades que le hagan más placentera la vida, de modo que desempeñe sus funciones sin sufrir las mismas estrecheces y carencias que sufrimos nosotros.

Por ello usted no es un «ciudadano de a pie», aunque lo repita.

Usted no tiene que sacrificar su descanso en colas interminables para intentar adquirir algo de comer para su familia, si le alcanza el salario. No recibe una pensión de miseria luego de décadas construyendo una nación, ni sufre viendo que sus nietos o sus hijos pequeños no tienen acceso a la golosina de la que cualquier niño del mundo, incluso siendo pobre él y pobre su país, puede disfrutar.

Usted no se acuesta hoy pensando qué llevarán de merienda mañana a la escuela sus hijos o nietos, o si tendrán leche para el desayuno. Usted no guarda el único pan que «le toca» comer en el día para que lo coma su hijo al regreso de la escuela.

Usted no desperdicia horas de su vida intentado tomar el transporte que lo traslade, o al menos lo acerque, al lugar desde donde laborar en pro de su familia y de su patria.

En su enfermedad, o de los suyos, no le faltan medicamentos o atención esmerada.

Usted no acude a un hospital donde le avisan que el antibiótico que necesita no está en existencia, o las sábanas de la sala de hospitalización están manchadas, o los baños rotos, o los médicos sobrecargados de trabajo. (Sus familiares tampoco lo sufren, y eso no aparece en el contrato no escrito que mantenemos, pero vamos a pasarlo por alto…, que disfruten también, aunque usted no debería permitir que sea así).

Usted no ve con dolor cómo se le cae a pedazos su vivienda, si es que la tiene, y no le alcanza el salario para repararla, ni sufre porque sus hijos y nietos parten al exterior en busca de las oportunidades que su país no les ofrece. Los suyos, si parten, no lo hacen desesperados y sin saber qué les depara el futuro, como los nuestros.

Tampoco, una vez instalados en el exterior, los suyos se ven obligados a sacrificarse para que los familiares dejados atrás obtengan la medicina que necesitan y no encuentran, o el alimento que no pueden adquirir.  

Eso lo vivimos nosotros, los «ciudadanos de a pie», los verdaderos «uno más del pueblo».

Eso marca la diferencia.

Pero no le tomamos a mal la diferencia. No le exigimos que viva como nosotros, no reclamamos que sea un «ciudadano de a pie», ni «uno más del pueblo». Le exigimos cumplir con su deber de servirnos, de administrar con eficiencia los recursos que ponemos en sus manos, de justificar, con dedicación, esfuerzo e inteligencia, su salario, su carro, sus prebendas.

Limítese a servirnos bien. No quiera ser, no pretenda ser, un «ciudadano de a pie». No se escude en consignas, bloqueos externos o falsedades para ocultar su incompetencia, su negligencia o, peor, su corrupción.

Por favor, ministro, no afirme algo que usted sabe, y nosotros también, que no es ni puede ser cierto; si insiste en hacerlo, alguien podría acusarlo de demagogo o mentiroso, y esas son palabras feas.

Mejor pregúntese si está cumpliendo cabalmente con su obligación.

Y actúe en consecuencia.

No pedimos más.

16 febrero 2022 32 comentarios 3.255 vistas
21 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Economía cubana (2)

La economía cubana y los precios: una relación necesaria

por Omar Everleny Pérez Villanueva 15 febrero 2022
escrito por Omar Everleny Pérez Villanueva

Hasta dónde llegará el impacto negativo de la pandemia por la covid-19 en la economía de Cuba junto a los efectos del bloqueo, dará mucho de qué hablar en los próximos años. Los escenarios adversos que han dibujado los economistas son poco halagüeños. Antes de irrumpir el nuevo coronavirus, en marzo del 2020, la economía se encontraba casi en recesión, atrapada por la disminuida producción agroindustrial, las deficiencias internas que son estructurales, la poca disponibilidad de divisas y el escaso avance de las transformaciones del modelo económico.

El crecimiento económico de la isla ha sido muy bajo. Entre 2009 y 2019 fue del 2,3 por ciento promedio anual. Entre 2016-2020 esa cifra se redujo a -1,3 por ciento. Apenas creció un 0.2 % en el 2019, para decrecer un -10.9 % en 2020. En 2021 el crecimiento fue aún bajo, un 2%, según reconocen las autoridades.

Los principales sectores afectados en la actualidad son la agricultura, agroindustria cañera, minería y turismo internacional que, terminó el 2021 con 354,470 visitantes, una caída de 67.2 % respecto al 2020 y un desplome de  92.4 % tomando como referencia al 2019.

En el caso de la agricultura, los reportes disponibles publicados por el Anuario Estadístico indican que los volúmenes de producción en el 2020 estaban por debajo de las cifras de 2019, cuando ya exhibían un pobre desempeño.

El profesor Carmelo Mesa Lago, en su exposición «Causas de las protestas y medición de la magnitud de la crisis económica en Cuba», comentaba que en la agricultura, ganado, pesca y manufactura: de un total de 24 productos clave en 2020, 19 decrecieron respecto a 2019; y 12 estaban por debajo del nivel de 1989.

La zafra azucarera 20/21 fue de las más bajas en los últimos cien años, por debajo de las 800 000 toneladas, y se esperan resultados nada halagüeños en la zafra 2021/2022.

Lo anterior demuestra que la economía cubana ha estado en recesión durante los últimos años, con destellos alentadores a partir del 2022, pero con una fragilidad muy grande aún para enrumbar el camino.

La teoría económica plantea que es positivo mantener la inflación baja, ya que un nivel de inflación alto distorsiona las llamadas señales del mercado, y además genera ineficiencias con graves afectaciones para la economía y sobre todo encarece la vida a las personas.

Economía cubana (3)

La inflación alta encarece la vida a las personas. (Foto: Roy Leyra / CN360 )

Las causas de la inflación son múltiples, porque están relacionadas al comportamiento de la economía en general y a la interacción de sus variables, oferta y demanda, balances internos y externos.

La crisis económica estructural que atraviesa la economía cubana, junto a  choques externos como el bloqueo económico de Estados Unidos, la pandemia del COVID 19, la carencia de divisas por desajustes o disminución de  exportaciones, el pago de deudas resultantes de los procesos de condonación; han afectado fuertemente la oferta de bienes y servicios, y eso se ha traducido en el aumento de los precios de productos en algunos mercados, como el  agropecuario y los informales.

Los altos déficits presupuestarios financiados mediante emisión monetaria o deuda pública, generan inflación en países llamados en desarrollo, como Cuba. A su vez, la alta inflación afecta los ingresos reales al presupuesto. El déficit fiscal fue de un 18% del PIB en 2020, y se estima en más de un 25 %  para el 2021, el mayor desde los años 90.

Otro factor que influye en la inflación es la credibilidad de la autoridad monetaria (banco central) y la estabilidad y rigor en el manejo de la política monetaria, que de alguna manera queda expresada en la «Teoría de las expectativas racionales».

En el 2005, la cesta de compra de los cubanos había experimentado un cambio. Antes, los productos permanentes en la cuota personalizada mensual —jabón, pan, aceite, café, arroz, azúcar, huevos, carne de pollo y fríjoles—, se compraban por 9,05 pesos cubanos.

A partir del 2005 pasaron a valer 17,45, un aumento del 148%.  Sin embargo, el salario medio mensual era 330 cup. Tal subida estuvo acompañada por un 8% del aumento en las pensiones, un 6,72% del incremento del salario mínimo y un 11,9% del aumento del salario medio. Costaba más porque el nuevo precio incluía un kilo de arroz de mayor calidad y dos huevos adicionales. Lo mismo sucedió con el café, aunque en este caso la subida del precio, por la misma cantidad, fue del 2.400%.

La canasta básica referencial prevista por la «Tarea Ordenamiento» era de 1 528 CUP. Se puede inferir que la misma fue calculada teniendo en cuenta la tasa oficial de CUP a USD de 1 por 25. Recientemente se informó que esa canasta asciende ahora a 3 250 CUP en La Habana y 3 057 CUP en las provincias orientales, mientras el salario promedio del país es de 3 838 CUP.

En el  2019, el costo de la canasta básica representaba el 46.6% del salario, sin embargo, de acuerdo con las autoridades cubanas, en 2021 es casi el 85 % y, dado el nivel de precios actuales, es lógico suponer que el salario promedio no alcance para adquirir los alimentos necesarios para una vida digna. 

El Ordenamiento monetario trajo consigo un significativo aumento de salarios, pero estos representan hoy menor poder adquisitivo que los de años anteriores, debido al desmedido aumento de los precios, aunque no se puede ser absoluto. Un grupo no despreciable de trabajadores está recibiendo altos montos por la distribución de utilidades en sus instituciones.

Economía cubana (4)

Es evidente que la propia escasez de divisas ha producido un desabastecimiento en las tiendas fuera del circuito normado. En los diferentes mercados, tanto los de MLC como los de CUP, faltan los productos necesarios para completar la canasta básica mensual. Para escapar, como se dice en Cuba.

En las tiendas en CUP se observan largas colas cuando son surtidas de algún producto escaso —pollo, detergentes, papel higiénico y puré de tomate, entre otros. La población se desgasta en las aglomeraciones que los cubanos llamamos molotes, a la hora de adquirir esos escasos bienes que tanto se necesitan.

 Las tiendas en MLC están un poquito más abastecidas, pero al ser en MLC o dólares bancarios, cuya tasa de cambio a CUP ronda los 100 en el mercado informal y  único existente, se podrá calcular el costo de cualquier producto que se oferte ahí para la población, entre ellos los menos favorecidos: jubilados, trabajadores del sector presupuestado, entre otros.

Una proporción no despreciable de la dieta alimentaria es importada, y si la economía tiene escasez de divisas, no ha quedado otra opción que recortar ciertas adquisiciones demandadas por los hábitos alimenticios de la población.

Habida cuenta de la situación descrita, el estado debe volcar sus  esfuerzos para facilitar el  aumento de las producciones agrícolas, ya que ahí existen grandes reservas no explotadas. La población requiere, en estos tiempos de crisis epidémica, y hasta existencial, resolver los productos que son vitales para su cotidianidad.

El bloqueo está firme en su pretensión de afectar más a la economía cubana, desde la persecución a empresas que comercian con Cuba, hasta intentos de evitar los depósitos de divisas del país en bancos internacionales. Pero sobre ese aspecto no podemos hacer más que criticarlo, lo que sí se puede es producir más alimentos internamente, por todas las formas de propiedad que existen en la Isla, y eso requiere recursos monetarios.

En efecto, es hora de pensar como país. El momento por el que atraviesa Cuba es muy complejo, y si el Estado no puede reaccionar con la celeridad que se impone para abastecer alimentos o servicios debido a la falta de divisas para importar, tiene entonces que tomar medidas no incluidas hasta ahora entre sus prioridades.

Por ejemplo: reducir el gasto en nuevas construcciones hoteleras para turistas en un futuro algo lejano; o autorizar la entrada de cadenas de tiendas extranjeras, aunque les hagan la competencia a las alicaídas tiendas cubanas; o permitir la libre importación a personas naturales que paguen en divisas extranjeras. Pero los precios hay que detenerlos, ya que se está produciendo un deterioro importante en el poder adquisitivo de la familia cubana. 

Se dice que en el socialismo la fuerza de trabajo no es una mercancía,  sin embargo, ¿acaso los trabajadores ni siquiera pueden aspirar a obtener una cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades? Recordemos que a medida que la sociedad y sus componentes son más desarrollados, el costo de reproducción de la fuerza de trabajo aumenta, no debiendo abarcar  únicamente lo imprescindible para alimentar y vestir a los trabajadores y sus familias, sino que también requiere un pago que permita disfrutar mayor tiempo de ocio, una salud más garantizada, unas merecidas vacaciones, ir al teatro, cine, comprar libros, electrodomésticos, entre otros.

Los precios han tenido un aumento exponencial a lo largo del país. En el siguiente gráfico, se observa el movimiento al alza de estos. Tomo, a modo de ejemplo, ciertos productos en la unidad de medida (libras), y, como punto de referencia, algunas zonas de La Habana. Los datos relativos al año 2021 fueron obtenidos de la ONEI, en la publicación «Anexos Índice de Precios al Consumidor».

Economía cubanaPuede apreciarse que el indicador de precios que marca tendencia o brújula en el país es la carne de cerdo, y la misma se incrementó más de un 400 % en el 2021 y se mantiene en el 2022.

Es evidente que la «Tarea Ordenamiento» en ejecución, la situación externa del país y las deformaciones estructurales existentes, han conducido a una disminución sostenida del poder adquisitivo de las personas, con el correspondiente disgusto que el hecho trae aparejado desde el punto de vista político. El cuestionamiento de la población a los decisores de políticas se mantiene y crecerá cada día en que se manifieste la actual inflación. Los economistas, en general, señalan dos razones para perder un gobierno: la alta inflación y el alto desempleo.

Cuba debería seguir los modelos exitosos de China y Vietnam que han implantado un  «socialismo de mercado», y eso les ha generado  tasas de crecimiento económico superiores al 9 % anual durante varias décadas acompañadas de un aumento de los niveles de vida de la población y de mejoría de sus indicadores sociales, como sacar de la pobreza a más de 500 millones de personas en el caso de China.

15 febrero 2022 16 comentarios 2.187 vistas
8 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • …
  • 7

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...