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Preámbulo a una Reforma Constitucional (2011 – 2018)

por Javier Ortiz 9 junio 2018
escrito por Javier Ortiz

En abril de 2011, el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, habló por primera vez de una eventual reforma a la Constitución cubana. En el VI Congreso del PCC, afirmó que era “parte de las modificaciones requeridas en el plano legal para acompañar la actualización económica.”

Esto conduciría a “proponer, en su debido momento, la introducción de los ajustes pertinentes en la propia Constitución de la República.” En febrero de 2013, al iniciar su segundo mandato como Presidente, Raúl comentó a la Asamblea Nacional del Poder Popular:

“En concordancia con los acuerdos del 6to Congreso, será preciso armonizar los postulados de la Constitución de la República con los cambios asociados a la paulatina implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.”

“Entre las modificaciones que nos proponemos introducir a la Constitución se encuentra la de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años el desempeño de los principales cargos del Estado y del Gobierno y establecer edades máximas para ocupar esas responsabilidades.”

“Al propio tiempo, no resulta saludable estar reformulando continuamente la Carta Magna de la Nación y comoquiera que efectuar una reforma constitucional nos tomará necesariamente un tiempo prudencial, ya que si bien algunas cuestiones pueden modificarse por el propio Parlamento, otras más importantes requieren además la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos en referendo…”

En marzo de 2016, Homero Acosta, Secretario del Consejo de Estado, declaró que había “llegado el momento histórico en que realidad social y texto constitucional estén divorciados, corresponde encarar un proceso de reforma.”

“La reforma no se lleva a cabo por cambios de generación, ni por criterios doctrinales o académicos, sino cuando los umbrales y límites constitucionales son rebasados y no puedan ser resueltos por vía de la interpretación. No es un proceso al que hay que recurrir frecuentemente, pues la norma constitucional está requerida de una alta dosis de permanencia y estabilidad.”

En marzo de 2018, el diputado de la Asamblea Nacional, José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos del parlamento cubano, respondió a una pregunta sobre la reforma a la Constitución en un encuentro entre candidatos y electores.

“Como anunció el General de Ejército, se someterá a un proceso de consulta popular para que toda la población tenga oportunidad de conocer lo que se propone, de dar sus opiniones (…) y después (se) definirá en un referéndum.”

“Hay otros temas que, yo creo, hay que también repensar…digamos, la actual composición de la Asamblea. Para el país, es una Asamblea muy grande. (…) Quizás el país podría tener una más pequeña. Pero eso conlleva que nosotros tenemos que estudiar, si se hace, cómo van a ser entonces los niveles de representatividad.”

Toledo Santander había explicado algunas de estas ideas en una conferencia ofrecida en febrero de 2017 en el Capitolio de La Habana  sobre el sistema político cubano.

En abril de 2018, Raúl Castro anuncia el inicio concreto de la reforma constitucional en los meses venideros, aclarando que “no pretendemos modificar el carácter irrevocable del socialismo en nuestro sistema político y social, ni el papel dirigente del Partido Comunista de Cuba, como vanguardia organizada y fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, como establece el Artículo número 5 de la actual Constitución, y que en la próxima defenderemos que se mantenga el mismo Artículo.”

Tomado de: El Almiquí Político

9 junio 2018 37 comentarios 302 vistas
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La Reforma constitucional cubana

por René Fidel González García 3 febrero 2018
escrito por René Fidel González García

RFG: Lo primero que hay que tener en cuenta es que la supremacía de la Constitución cubana es, más allá de la coyuntura actual, un imperativo político que gravita cada vez más sobre la coherencia, funcionabilidad y posibilidades de reproducción del sistema político, económico y social que establece la propia Constitución en tanto pacto social. Este es un elemento que no siempre se valora lo suficiente, o se subestima, a consecuencia de la escasa importancia que ha tenido hasta hoy la Carta Magna cubana en nuestra cultura política y praxis institucional.

Esa función de norma superior que tiene la Constitución, en lo que descansa su supremacía sobre el resto de las normas y sobre los actos realizados por los funcionarios públicos de las distintas ramas del poder público del Estado, proviene, por encima de lo típicamente jurídico, de ser ella un resultado esencialmente político y no sólo en relación a una ya lejana producción y aprobación formal, sino también del carácter referencial que ella tiene en el tracto político en tanto sus principios, valores y derechos, las garantías y límites que reconoce son la expresión más alta del consenso civilizatorio de una sociedad.

Entonces, no se trata solamente en el caso de la reforma de la Constitución, de una sincronización formal de su texto con los actos realizados por el gobierno, cualquier cambio que se realice en ese proceso tiene que asumir tomar contacto e incidir en una sociedad que experimenta transformaciones — y contradicciones — económicas y de su estructura socio clasista de forma simultánea a un proceso de cambio social altamente condicionado por influencias exógenas. De modo que si bien es cierto que los replanteos del modelo económico impulsados por el ejecutivo cubano desde el año 2008 y sus consecuencias sociales han tensionado al máximo, y no pocas veces sobrepasado parte del contenido de la Constitución , lo que sin dudas determinaría y haría necesaria en todo caso su ocurrencia, hay que tener en cuenta que la intención política de acometer su reforma en el contexto de cambios que experimenta la sociedad cubana forma parte de un proceso mucho más complejo que le trasciende, y en el que acometerla, a corto plazo, es tan solo una variable de una importancia muy relativa.

LT: ¿A qué proceso te refieres?

RFG: Esencialmente al de la sobrevida, a la continuidad de la Revolución como proyecto político. Esto no es solo algo que preocupa a la dirección actual de la Revolución y junto a ella a muchos sectores de la población, sino que es parte de un sentido de responsabilidad, en términos de coherencia política pero también en términos de coherencia personal y colectiva que experimentan integrantes de diferentes generaciones y grupos etáreos del país. Sobre esto existe una visión, una comprensión simplificadora muy extendida, incluso entre personas bastante preparadas, que tiende a explicarse y reduce esa responsabilidad a términos de legados e intereses familiares, o como cuestiones meramente institucionales, o de tendencias, sinergias y reajustes del ecosistema gubernamental y político cubano desde un pivote generacional, desconectando, o si se quiere, haciendo ajenas, las necesidades, aspiraciones, intereses y luchas de sectores muy importantes de la población, lo que por lo menos a mí me parece, como explicación de la realidad, absurda, cuando no enormemente simple.

Las revoluciones no pueden ser heredadas, nacen de unas contradicciones muy específicas, pero cuando logran concretarse en un proyecto político — del que la Constitución viene a ser su plasmación más elevada y concreta — y transformaciones civilizatorias que superan un estadio anterior de desarrollo, su continuidad y eficacia en tanto programa, o propuesta, que intenta dar respuesta a problemas y aspiraciones colectivas, depende sobre todo, mucho más si se encuentra en el gobierno del aparato estatal, de que asuma e incorpore sus propias contradicciones y las exigencias de nuevas cotas de desarrollo como zonas de realización, continuidad y legitimidad.

Para ese pequeño grupo de personas que sobrevive a Fidel Castro y acompaña y de muchas formas resguarda al actual Presidente en lo que puede ser los últimos tramos de su gestión, pero también para un importante segmento de miembros de otras generaciones que no necesariamente forman parte de instancias decisivas de lo gubernamental, o lo político cubano, o que de hecho pueden estar muy lejos de acceder a las rutas políticas para obtener la representación popular, la coherencia es ciertamente una manifestación de su compromiso con un núcleo de ideas políticas y sociales muy elaboradas y arraigadas en ellos como promotores, ejecutores, o seguidores del proyecto político que, insisto, contiene la Constitución cubana, pero también, fundamentalmente, con los destinos de la mayoría de la población. Esto último es también un sentimiento — sí, un sentimiento — que se suele ignorar muy tranquilamente, pero que subyace y se manifiesta, a pesar de los grados de pragmatismo que puedan involucrarse en la toma de decisiones en la cúspide del sistema político cubano, o de la relativa impotencia que se pueda experimentar en sus periferias, en una voluntad de impedir tanto que una versión capitalista salvaje se desate brutalmente sobre la sociedad cubana, arrasando a su paso las estructuras civilizatorias construidas; como que entre los que sustituyan, finalmente, al actual liderazgo, no predominen, o se impongan políticamente, oportunistas y demagogos que por traición, ambición, incapacidad, o por debilidad teórica, o incapacidad personal, o una mezcla de todo ello, conduzcan al país a una suma de contradicciones que inevitablemente conlleve a lo primero.

Ambas cuestiones, a todas luces, son dos retos abrumadores, que se confunden muchas veces en la práctica con las urgencias y circunstancias, con las necesidades, los errores, los fracasos, los éxitos y las decisiones propias del ejercicio del gobierno del país, también con las críticas, las percepciones, oportunidades, criterios e ideas que para transformar su realidad elabora el ciudadano cubano en su vida cotidiana.

LT: ¿Por qué decías antes, en referencia a la reforma constitucional, que ¨es tan solo una variable de una importancia muy relativa¨?

RFG: Primero porque depende de los significados, funciones y propósitos que le asigne el gobierno, del que nace su propuesta de realización. Hay que tener en cuenta la manera en que fue planteada la reforma a la sociedad cubana y también su contexto. Los marcos de apertura de esa propuesta fueron la refrendación constitucional de las transformaciones económicas que venían sucediéndose y el planteamiento de una propuesta de límite temporal del ejercicio del mandato popular que serviría de matriz a los puestos de representación y dirección pública y política. Estas dos cuestiones fueron delineadas por el actual Presidente Raúl Castro en lo que para muchos pareció los ejes de una hoja de ruta muy específica hasta el 2018, que implicaba no solo la modificación de la Constitución sino también de la Ley Electoral cubana. Curiosamente el anuncio advirtió, aunque muy pocos ya lo recuerden, y en algunas publicaciones se omitiese luego deliberadamente, que la reforma sería refrendada por un referéndum popular — o sea, tendría que ser ratificada por el voto favorable de la mayoría de la ciudadanía — . Ello señalaba, a menos que fuere dicho en esa oportunidad sin énfasis en el articulado de la Constitución, las dimensiones y alcances que podría tener ese proceso, toda vez que el texto constitucional establece la procedencia del referéndum cuando la reforma afecta 1) la integración y facultades de la Asamblea Nacional del Poder Popular o de su Consejo de Estado, 2) o a derechos y deberes consagrados en la misma.

De todas formas la lectura y el análisis de los documentos elaborados por el Partico Comunista de Cuba (PCC) que proyectan el desarrollo económico social corroboraban su hondura y la indudable importancia y sensibilidad que tendrán en materia de algunos de los principios ideológicos A finales del 2016 para muchos de nosotros fue evidente que tan solo teniendo en cuenta su complejidad y los tiempos que éstas dos reformas reclamaban material y sobre todo políticamente, sin hablar del solapamiento con el ciclo electoral contemplado para el año siguiente, que ninguna de las dos sería realizada por el actual ejecutivo. De hecho, hasta donde he podido saber, no se ha consultado al día de hoy a ninguno de los especialistas que enseñan Derecho Constitucional y otras materias en las facultades de Derecho del país, tampoco se ha tratado en publicaciones oficiales y en la mayoría de los eventos científicos realizados, salvo en algunos pocos alejados de los circuitos tradicionales de discusión académica, y su mención ha desaparecido por completo del discurso público gubernamental. Responder a qué factores pueden haber determinado ese enrarecimiento temático, por así decirlo, o lo que es mucho más importante, incidir en la posposición del proceso de reforma constitucional, es plantear un grupo de hipótesis que toman en cuenta los escenarios económicos que enfrenta el país en el mediano plazo; la complejidad, ritmos y demandas internas que genera o generará en los próximos tiempos el proceso de transición política generacional que culmina en Cuba; los márgenes de maniobra y rectificación del gobierno cubano ante algunos de los éxitos obtenidos por el gobierno norteamericano en influenciar la realidad cubana a nivel social a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Ahora bien, si se mira la cuestión desde otro ángulo, es posible percatarse que la reforma constitucional, cuando por fin se produzca, se hará a la sombra de la constituyente que el país necesita para avanzar en el perfeccionamiento de su institucionalidad. Esto no es un capricho, o una opinión sesgada de los profesionales del Derecho en Cuba, o de investigadores de las ciencias sociales y políticas, por el contrario es desde hace mucho tiempo una necesidad del desarrollo de la sociedad cubana. Una reforma no podría en caso alguno contener una restructuración tan importante, de tanto alcance y proyección como la que se ensaya en la conceptualización del modelo económico y social elaborada y presentada a la población, por lo menos no en toda su complejidad, por lo menos no en su dimensión política más abarcadora, a menos que se pensase como una meta intermedia en un escenario de estabilidad y conservación de las formas y el funcionamiento actual del Estado y la sociedad cubana, lo que tendería a aplazar a otros momentos, la realización de una nueva Constitución.

Sin embargo, la urgencia de blindar, ampliar y modernizar en derechos, institucionalidad y prácticas ciudadanas los logros y estructuras civilizatorias alcanzados en Cuba, de garantizar y robustecer las relaciones de los ciudadanos con el Estado y el control de las actuaciones públicas de los funcionarios, corren en paralelo con el desarrollo, expansión y socialización de la idea democrática y de justicia que la República y el Socialismo han reivindicado en nuestro país históricamente, pero también con necesidades de legitimación y construcción de consensos políticos y sociales muy específicos y la creación de una cultura política popular fuertemente impregnada del papel de la Constitución como articuladora de la vida política del país.

Estas son las prioridades de la esperanza.

Tomado de: La Tiza

3 febrero 2018 8 comentarios 233 vistas
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rectificar

Derechos Patrios: derecho a rectificar

por Javier Gómez Sánchez 16 mayo 2016
escrito por Javier Gómez Sánchez

Desde mediados de la década del 2000 el gobierno cubano fue eliminando leyes y resoluciones ministeriales que incurrían en violaciones de derechos recogidos en la Constitución, se eliminó la triste prohibición a los cubanos de hospedarse en cualquier hotel y se derogó el impedimento a los ciudadanos cubanos de provincias a residir en la capital (un intento fallido por limitar la migración interna).

La madurez de reconocer que han ocurrido violaciones a los derechos es lo que nos permitirá tener una mejor visión en el futuro para la defensa de los mismos. No debe avergonzarnos, lo importante es haber tenido la lucidez de rectificarlo.

Se dieron pasos de avance en cuanto a uno de los derechos recogidos en la Declaración Universal cuya violación más se le imputa a Cuba. ¨Todo ser humano tiene derecho a residir en el país del que es ciudadano¨ y ¨Todo ser humano tiene derecho a entrar y salir de su país¨. La eliminación del lacerante Permiso de Salida, que implicaba que los ciudadanos debían pedir autorización al gobierno para viajar, y este podía ser negado o era concedido por un tiempo límite bajo peligro de perder sus propiedades, fue uno de los mayores avances en materia de Derechos Humanos.

Hoy aún se limita a 2 años este periodo de estadía en el exterior. Precisamente la garantía de otros derechos en Cuba impide un ejercicio normal de mantener la residencia, así como el reconocimiento a la doble ciudadanía.

Es difícil ofrecer derechos inherentes a la ciudadanía cubana, como la salud y educación gratuita, subvenciones, etc a personas que no residen en Cuba y por lo tanto no tributan de ninguna manera a la economía nacional. Es usual que cubanos residentes en Miami u otra ciudad del mundo, aprovechen sus viajes a Cuba para conseguir medicinas a precios ínfimos, un chequeo médico, hacerse unos espejuelos, o incluso una dentadura postiza.

Como le digo a mis amigos extranjeros: el carnet de identidad cubano es la mejor tarjeta de seguro médico del mundo. Encontrar una solución a este dilema entre aspiraciones, realidad, economía, y derechos humanos y constitucionales no es nada fácil.

Otro escollo pendiente para cumplir el ¨Todo ser humano tiene derecho a entrar y salir de su país¨ consiste en que fue eliminado el permiso de salida pero no el de entrada. Se mantiene el requisito de todo cubano residente en el exterior de presentar su pasaporte en el consulado correspondiente para que le estampe un sello de ¨Pasaporte Habilitado¨, lo cual significa que solo así podrá entrar con ese pasaporte al mismo país que lo emite.

En la práctica consiste en una solicitud de permiso para entrar al país. Recordando que los cambios en política migratoria fueron una modificación de la ley vigente y quedó explícito por las autoridades que llegaría el momento de una ley migratoria verdaderamente nueva, de la que estamos a la espera, un punto importante de esa nueva ley sería la del mayor respeto posible a esos derechos.

La reciente voluntad política de aumentar el acceso a Internet permitirá en el futuro ejercer plenamente los llamados Derechos Digitales (relacionados con el manejo de la web) y el Derecho a la Libre Información. Muchos trabajan contra viento y marea por lograr mayores espacios para ejercer el Derecho a la Opinión, que gota a gota, va cambiando el rostro de la prensa nacional. Avanza en toda la sociedad la tolerancia a la Libertad de Expresión. Mucho más que en épocas anteriores, las personas expresan su criterio respecto a la realidad y se va instalando en las mentes que está mal impedirlo o censurar de algún modo a una persona por emitirlo.

Gradualmente desde los espacios oficiales ha ido cambiando la mentalidad en cuanto a la crítica y al pensamiento divergente. Falta mucho aún. Pero recordemos que los gobiernos son el producto y el reflejo de las sociedades. No existe mayor fuente de intolerancia, reticencia, temor, prejuicio o inexperiencia en materia de derechos que la que emana de lo más amplio de la sociedad. El Gobierno muchas veces no es más que un reflejo de eso. No hay nada más fuerte que una idea a la que le ha llegado su momento y quien intente frenarla estará condenado a jugar al más triste de los papeles.

Recuerdo cuando hace unos años se daba lectura a los Lineamientos, en una sesión plenaria de la Asamblea Nacional, un diputado pidió la palabra y en medio de la exposición de las reformas económicas soltó sin ton ni son: ¨Yo quiero saber si el gobierno está previendo permitirle a los peloteros que jueguen en ligas profesionales porque yo no estoy de acuerdo con eso¨. No era un dirigente, no era un funcionario, era lo que puede llamarse ¨una voz salida del pueblo¨. La evolución del tema beisbolero en los últimos tiempos demuestra que las leyes de las dialéctica son implacables.

El punto más álgido acerca de derechos en Cuba es sin dudas el recuento de los que son asignaturas pendientes: El Derecho a la Libre Asociación, Derecho a la Manifestación Pacífica y Derecho a la Diversidad de Prensa (prefiero no usar el término “libertad de prensa” pues no creo que exista en país alguno). Existirán solo cuando la creación de un modelo de socialismo más desarrollado nos exija que no solo se necesite liberar fuerzas económicas que lo sostengan si no también fuerzas políticas que lo validen.

Pero eso solo llegará cuando sea el deseo de una mayoría de la sociedad que sienta que no puede existir plenamente sin ellos. Si alguna vez llegaran a pensar que la solución a sus problemas pasa por el ejercicio de esos derechos.

Mientras tanto no sabemos si en el futuro tendremos que usar ese Derecho a Manifestación que los enemigos de la Revolución tanto exigen para precisamente defender la Revolución. Que lo que se publica en internet sea leído sobre el papel impreso en miles de ejemplares y que el Derecho a Asociación sea para crear más formas en que se inserten los que se sientan revolucionarios. Si un día comprendemos que aquel Discurso del 2005 en el Aula Magna es una terrible realidad mucho nos hará falta que existan también esos derechos. Habrá que vivir el futuro.

16 mayo 2016 148 comentarios 313 vistas
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constitucional

Derechos Patrios: lo constitucional

por Javier Gómez Sánchez 29 abril 2016
escrito por Javier Gómez Sánchez

No soy jurista, no estudié leyes y mucho menos derecho constitucional. Desde mi posición de ciudadano intento mantenerme lo más informado posible sobre mis deberes y derechos, tener algún concepto básico de justicia y de moral. Creo que es indispensable para considerarse parte consciente de la sociedad.

No creo que las leyes hagan la verdad como cómodamente piensa la burocracia y la vida nos demuestra que no todo lo legal es moral. La mera elaboración de leyes como palabra escrita no garantiza automáticamente las libertades. Hay un gran trecho entre la existencia de una Constitución, un Parlamento, etc y la práctica efectiva y satisfactoria de la democracia.

Soy cubano pero he vivido parte de mi vida fuera de Cuba. En el capitalismo comprendí mucho del socialismo. Me considero producto de la Revolución Cubana y creo en el socialismo como el mejor sistema para mi país. El sistema que puede llegar a darnos lo que Simón Bolívar llamó ¨el gobierno más perfecto, que es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible¨

Por eso lamento que el Gobierno cubano, revolucionario, nunca haya sido capaz de articular un discurso en defensa de su labor por los Derechos Humanos más allá de los reiterativos y casi robóticos ¨Salud y Educación¨ Décadas de gobierno ininterrumpido, y sobretodo el gasto de enormes energías en el conflicto propagandístico con los Estados Unidos han llevado a que la dirigencia política en Cuba haya dejado precisamente de hacer política.

Entiéndase por hacer política, lograr por métodos objetivos y convincentes, que el pueblo entienda que este sistema y los individuos que lo manejan les entregan algo bueno, que lo hacen mejor que otros, y sobretodo que pueden darle algo mejor aún en el futuro.

Se hacen llamados en estos tiempos a no ser ingenuos, pero esa falta de ingenuidad no debe ser solo hacia las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos, si no hacia nosotros mismos. No podemos creernos que la mayoría de la población cubana considera así porque sí que el sistema socialista es el mejor. Nos hemos acostumbrado a recibir un discurso de resistencia y nada más. La defensa de la Revolución no puede ser solo el culto a su historia, ni tampoco la del Socialismo.

La despolitización y desintelectualización cada vez mayor de amplias capas sociales nos pueden pasar la cuenta. Nuestro discurso, sin perder el lenguaje popular, no puede ser simplista, pues nunca será tan simplista y edulcorado como el del capitalismo. Debemos prepararnos para que en un futuro mediano, las instituciones y organizaciones políticas tradicionales que conocemos hoy no sean capaces ya de defender el ideal de la Revolución ni presentarlas como la mejor opción.

Prepararnos tal vez para que las ideas revolucionarias y socialistas no sean vistas como las mejores por grandes grupos sociales, y que lo expresen. Que no sea la moda. Incluso para un escenario en el que las personas que las apoyamos seamos una minoría. No es un llamado al pesimismo, si no a la preparación y a la evolución de nuestro arsenal ideológico y por lo tanto de nuestro desempeño político.

Estas líneas debían tener la intención de desentrañar la existencia de derechos en Cuba, más allá del limitado e insuficiente discurso oficial. Una investigación simple sobre lo que se considera hoy Derechos Humanos nos indica que no todos están recogidos en las constituciones de las distintas naciones, por lo que no coinciden al cien por ciento los derechos considerados humanos con los considerados constitucionales. Como ha llovido mucho desde la firma en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a los originales se les han añadido otros produciendo varias generaciones de derechos, como también los llamados Derechos Emergentes o los más recientes Derechos Digitales.

A partir del año 2008 Raúl Castro marcó una diferencia con la hasta entonces política de divulgación de información legal. En un país donde era imposible comprar en parte alguna una copia de la Constitución, del Código Penal, o simplemente del Código del Tránsito, distintos estudios arrojaron un alarmante desconocimiento entre la población sobre el ejercicio de la ciudadanía. La pobre educación cívica en las escuelas no mejora aún la situación.

La eliminación de prohibiciones creó un ambiente favorable y coherente. Más de lo que se hace actualmente, es imprescindible que se amplíe el acceso del pueblo al texto constitucional, así como los de procedimiento penal y los que recogen los Derechos Humanos, para lograr tanto una base para el debate, como para eliminar fantasmas. Si la gente ignora cuales son todos los Derechos Humanos serán entonces presa fácil de la manipulación y el engaño. El gobierno debe pagar el costo de estar dispuesto entonces a ser cuestionado, pero hay más mérito en eso que en gobernar sobre un pueblo dañinamente aletargado en la ignorancia.

29 abril 2016 104 comentarios 395 vistas
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