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Redes sociales (1)

Las redes sociales en Cuba y la nueva metáfora del pavo real

por Arnoldo Fernández Verdecia 2 noviembre 2021
escrito por Arnoldo Fernández Verdecia

Una vieja amiga —mejor dicho, alguien a quien creía amiga— me ha comentado con insistencia que «Internet no es para publicar los problemas del pueblo, dado que allí nunca encuentran la solución». La razón es que «ese mundo es totalmente ajeno a la gestión de dirigentes políticos, administrativos y funcionarios públicos». Según ella, «existe el mundo real y en ese ágora es donde debe ventilarse ese tipo de cuestiones».

Recordé uno de mis viejos textos de 2016, Internet en Cuba y la metáfora del pavo real, publicado en mi blog Caracol de agua. En él desarrollé varios argumentos encaminados a demostrar la necesidad de convertir las redes sociales en el nuevo escenario de la democracia y la gestión administrativa, además de la construcción de consensos, sobre todo teniendo en cuenta la migración generacional hacia ese entorno. Señalé la crisis de la narrativa de los medios tradicionales cubanos, anquilosados en la 1.0, convencidos con terquedad de que ellos eran únicamente el mensajero.

Tal vez los funcionarios ideológicos que orientaban la política de contenidos de los medios tradicionales, no tenían percepción de cómo se producía el consumo de información, o sencillamente la ignoraban, porque no querían cruzar el límite de la 2.0, incluso la 3.0, y aceptar que la democratización de mensajes en el entorno digital era un hecho que los superaba.

La mayoría de los jóvenes cubanos, nacidos a finales de la década del ochenta del siglo XX y en el principio del XXI, no consumían ni consumen los informativos de los medios tradicionales. Sin embargo, los directivos siguen empeñados aún en repetir el viejo esquema de la 1.0 y hacen como el avestruz: desconocen que hay otros consumos informativos, sobre todo en los medios digitales alternativos, que compiten con los tradicionales de contenidos distribuidos en todas sus plataformas.

En aquel viejo texto señalé la metáfora del pavo real, a partir de la descripción del lenguaje de los directivos, enfocados en la orientación de políticas encaminadas a generar prácticas centradas en la narración de una Cuba hermosa, idílica, sin matices ni problemas. Esas nociones con el tiempo han hecho crisis, porque en el entorno virtual, tan demonizado por algunos como reconocido por otros, se han venido dirimiendo algunos de los principales problemas del Estado y sus ciudadanos.

Tímidamente hay avances. Por ejemplo, sobresale el hecho de citar en los informativos tradicionales los twitts del Presidente de la República y de los miembros de su gabinete, pero aún no encuentran visibilidad las preguntas e inquietudes de las audiencias que los siguen y anhelan interactuar con ellos en esa red social.

Redes sociales (2)

En estos momentos, la mentalidad que impera en Twitter por parte de directivos y funcionarios, se enmarca en la 1.0: ellos creen ser el mensaje (o sea, que lo que publican es «la verdad», la única que deben consumir las audiencias). No han comprendido que habitar Twitter o cualquier otra red social trasciende esa visión y los coloca en una relación de carácter horizontal. Tampoco han entendido que deben interactuar con las audiencias en ese nuevo foro. Lo mismo sucede con el resto de la estructura administrativa y política del Estado, en la provincia y el municipio.

—I—

Con insistencia se han generado narrativas desde los medios tradicionales, para apuntalar lo que llaman «dictadura del algoritmo». Sin embargo, ignoran que el ser humano puede —«desde lógicas inteligentes», como dijera Alfredo Guevara— utilizar las redes sociales para generar contenidos y habitarlas con lucidez y sentidos precisos. Lo que nosotros seamos capaces de producir, en materia de contenidos y formas, puede imponer a esa «dictadura del algoritmo», los consumos que necesitamos.

Ignorar ese entorno donde la democratización del mensaje es un hecho, es ir contra la corriente y negar los tiempos. Para posicionarse en ese escenario es preciso trascender la mera propaganda, el consignismo reiterativo, y generar mensajes proclives al intercambio, sin creer que la verdad está de un solo lado. Hay que darle al sujeto el beneficio de la duda y permitirle que escoja su mensaje, según sus creencias, su cultura, sus principios, su yo.

Heretizar las redes sociales y reducirlas a fosa donde se vierten los excrementos del Estado y sus malos ciudadanos, no es una práctica inteligente, nunca lo será. Es un hecho demostrado que vivimos una revolución tecnológica, como sucedió en otros tiempos con las tres revoluciones industriales y los cambios generados por estas.

Tengo la certeza de que no se ha conseguido educar a las generaciones en el consumo digital ético, más allá de la propaganda ideológica y el mero adoctrinamiento político. Urge entonces enseñar el consumo desde prácticas objetivas, donde los alumnos aprendan las herramientas y el elemento cualitativo no se soslaye.

Redes sociales (3)

Urge enseñar el consumo de redes sociales desde prácticas objetivas.

Un nativo digital pudiera preguntar hoy: ¿Tenemos directivos 2.0 y 3.0 en el ejercicio del gobierno y la política?

Yo le respondería: No, porque lejos de dialogar con la diferencia, la crítica honesta o lo que Fernando González Rey llamó «subjetividad personalizada», la élite de los poderes a todos los niveles, lo que hace es cuestionar, criminalizar o descalificar a los sujetos proclives a mostrarse auténticamente desde sus perfiles en Facebook, Twitter, YouTobe… Hay un viejo refrán que dice que uno escucha la crítica y la toma dependiendo de quien venga. Entonces no deben meterse en un mismo saco a todos los que expresan su yo coherentemente en las redes sociales. Según González Rey:

Ser yo, significa ser diferente, o sea, no puedo ser yo, siendo idéntico a los que me rodean. (…) Debemos aprender a comunicarnos en las diferencias, debemos aprender a identificar las contradicciones en que vivimos y debemos aprender que es legítimo interpretar, por vías diferentes, muchas de las cosas que nos afectan, y esta es la verdadera condición social de la individualidad.[1]

Espero que mi vieja amiga pueda leer esto, entonces tal vez comprenda que «la individualidad es permanentemente social, porque se afirma en un proceso que es social, en el diálogo, en el respeto al otro y en el espacio en que se convive con el otro».[2] De ahí se desprende una conclusión medular para la subjetividad individual, según Thomas Browne: «El que censura a los demás, indirectamente se alaba a sí mismo».[3] Las redes sociales son hoy el quinto poder, expresión legítima de una nueva forma de democracia, negarlo es autocensurarse o ser víctimas de la censura del que cree tener la única verdad, ese que prefiere la comodidad de alabarse a sí mismo.

***

[1] González Rey, Fernando (1996). Un análisis psicológico de los valores: su lugar en el mundo subjetivo. La formación de valores en las nuevas generaciones. Editorial Ciencias Sociales, La Habana (p. 49).

[2] González Rey, Fernando. Obra citada, (p. 50)

[3] Thomas Browne. Aforismos, pensamientos, citas y frases célebres. Consultado el 20 de octubre de 2021.

2 noviembre 2021 13 comentarios 2.049 vistas
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Giordan

Giordan Rodríguez, un manzanillero en salvaguarda de la memoria

por Lecturas sugeridas 12 junio 2021
escrito por Lecturas sugeridas

Por Alejandro A. García Ortega*

Hace poco más de un año, el 19 de mayo de 2020, Giordan Rodríguez Milanés realizaba un viaje en bicicleta de 110 kilómetros desde su hogar en Manzanillo hasta Dos Ríos. En ese entonces, mientras pedaleaba, grababa y publicaba en Facebook lo que iba observando en el camino. La crónica hipermedial se acompañaba además de pequeños textos que publicaba en el blog Segunda Cita, del trovador Silvio Rodríguez, donde muchos segundaciteros, de manera virtual, realizaban el viaje con él.

La anécdota antes relatada dibuja un poco para el lector quién es Giordan: un hombre de metas, martiano decidido a honrar la memoria del Apóstol en el aniversario de su caída en combate; una suerte de periodista apasionado del ejercicio físico y el ciclismo. Este manzanillero es un cubano que sueña con un país mejor y desde su localidad trabaja para ello incansablemente. Recientemente publicó en sus redes sociales que espera terminar pronto el documental Más allá de la figura, acerca del pintor y escritor Julio Girona.

Esa buena nueva para los centropablianos y para la cultura en general permitió que contactara con Giordan, vía Whatsapp, un viernes temprano. Luego de que terminara su rutina de ejercicios matutinos accedió a tener una charla conmigo. Aquí va:

¿Giordan, si tuvieras que hacer una autobiografía casi al vuelo, qué pondrías?

Pondría que nací en un barrio aledaño a la estación del ferrocarril donde Casillas asesinó a Jesús Menéndez, donde las riñas callejeras –a veces tumultuarias– eran tan cotidianas como las mesas de dominó, y nuestro «deporte» favorito era saltar de un vagón de carga a otro del tren en marcha, o llevarnos las señales de Pare frente a la patrulla para que nos cayeran atrás y escabullirnos en bicicleta.

Escribiría sobre mis abuelos. El materno, linotipista de la imprenta El Arte en Manzanillo. Además de montar los números de la revista literaria Orto –ahí publicó parte de la mejor intelectualidad cubana y latinoamericana hasta 1958–, reprodujo la propaganda de cada proceso revolucionario que hubo en Cuba durante casi todo el siglo XX, y que tuvo resonancia en un Manzanillo con una clase obrera muy combativa, rebelde.

Giordan (1)

Mi abuelo materno trabajó en la base naval yanqui de donde tuvo que salir en forzosa retirada -no puedo decir «huyendo» porque vuelve y me da un pescozón–, por sindicalero. Toda la vida sufrió en silencio, desde su espiritismo, tras la penumbra porque quedó ciego, no haber estado cuidando a Paquito Rosales, como tantas veces hizo, el día que capturaron en Guantánamo al primer alcalde comunista de Cuba, para luego asesinarlo.

Pondría a mi madre, quien se plantó ante los que le pedían organizara un acto de repudio en 1980 a nuestro vecino Juan Luis que se iría por El Mariel. «Si ustedes quieren aportarle vergüenza en vez de logros a la Revolución, hagan un acto de repudio pero conmigo no cuenten», les dijo. Pondría a mi padre, a quien no he visto dejar de trabajar con sus manos un solo día de mi vida a su lado, y ya tiene 77 años. Y no podría dejar de mencionar que, desde que tuve uso de razón, los vi leyendo. Mi madre solo dejó de leer el día de su muerte hace 14 años. Mi padre aún lee. Por suerte, mi hija también.

Y aparecerían mis maestros y maestras. Desde Zoila Carballo, que me enseñó a escribir, pasando por Acacia, que ahora es mi vecina, y me enseñó a amar la Historia, el profe Calzada de Física en la Secundaria. Las de marxismo que, además, me enseñaron en el pre la etiqueta al comer hasta los doctores Mario Nieves y Rojas Bell del ISA de Holguín, gracias a los cuales me enamoré de la Teoría de la Comunicación y la Semiótica. Y a aquella soviética, Irina, que me obligó a leerme La guerra y la paz en ruso.

Sé que estuviste mucho tiempo trabajando en la radio. ¿Eres periodista de profesión?

No soy periodista de profesión. No tengo una profesión. No tengo un título que pueda enseñar, a no ser el de bachiller que, creo, se me ha extraviado. Cuando abandoné mi primera carrera -una carrera militar–, mi padre me dijo: «Ahora te tienes que poner a trabajar», y habló con un discípulo técnico suyo que arreglaba los equipos electrónicos de la emisora para que fuera su ayudante, y aprendiera el oficio. Un día alguien necesitó que escribiera un guión, y la entonces asesora Ana María Ugalde, ahora no sé cómo ni por qué, se fijó en «el muchacho del taller» y así comencé a hacer guiones.

El primero de mayo de 1993, luego del desfile, el entonces jefe de programación de Radio Granma, el maestro José Luis García Barbán, me entrego un recorte de papel que decía: «A partir de este domingo te encargas del programa Sonando», y así comencé a dirigir y producir. 1993 fue para mí un año muy confuso.  Debía haber ido para una unidad de castigo a culminar mi servicio –que era el destino de los que causábamos baja en academias militares, según me dijeron– pero eso nunca pasó.

Luego matriculé Derecho en la modalidad por la libre y vencí más de la mitad del contenido mientras también cursaba –clandestinamente porque no se podían estudiar dos carreras a la vez– dirección de cine, radio y televisión en la Facultad de Medios de Comunicación del ISA en Holguín, carrera que también abandoné al terminar cuarto año.

Fui guionista, sonidista y director de radio durante 22 años y, eventualmente hice producción y dirección de espectáculos y documentales para la TV. Y otras cosillas.

Cuéntame del documental en el que estás trabajando, ¿podríamos decir que Más allá de la figura intenta rescatar a una personalidad del olvido?

La idea de un documental sobre Julio Girona, el pintor manzanillero de mayor trascendencia universal, no es mía sino de Ramón Cabrera Figueredo, realizador manzanillero y miembro de la FIPRECI (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica) que, siendo estudiante del ISA hace más de veinte años, entrevistó a Girona para su examen estatal, un documental que llamaron él y Eduardo Bertó: Manzanillo, tercera versión de la ciudad.

Giordan (2)

Julio Girona

Sin embargo, el testimonio que lograron de Girona no les «cuadraba» en el superobjetivo del documental aun con su gran valor. Y decidieron guardarlo para un trabajo posterior.

Antes de que decidiera optar por el Premio Memoria, Víctor Casaus me había referido la importancia que el Centro Pablo le ha dado a Girona. Y yo, con ese oportunismo que el ejercicio mediático da, me fui por ahí sin tener aún una idea clara del tipo de material que saldría de mi investigación. Entonces una tarde en que Israel Rojas y yo fuimos a casa de Ramoncito en La Habana, Cabrera me habló del documental inconcluso con la entrevista inédita a Girona, que había presentado un corte tentativo en el Festival de Invierno de Cineclubes de Santa Clara pero que tenía problemas de audio.

Al regresar a Manzanillo vi lo que había hecho Cabrera y, francamente, me pareció que el valor testimonial de Girona al hablar de su infancia y Manzanillo, se diluía en el intento de contar sobre su obra, acerca de lo cual ya hay otros antecedentes audiovisuales. Otra vez, de modo oportunista, llamé por teléfono a Cabrera y le propuse que cambiáramos el punto de vista, que lo centráramos en la impronta de Girona en Manzanillo, y viceversa. Y él respondió: «Haz con eso lo que te dé la gana. La única condición es que pongas en los créditos a mi equipo técnico, los que pasaron hambre conmigo aquí para lograr aquella entrevista». Y cerramos el trato. El primer reto fue restaurar el audio.

Un documental, en sí mismo, no saca a nadie del olvido. En todo caso, sería la divulgación y promoción que se le dé a ese documental lo que podría contribuir a sacar a alguien como Girona del olvido. Cuento con el Centro Pablo para eso, si el producto audiovisual resulta loable.

¿Quiénes son los testimoniantes?

En primer lugar el propio Julio Girona. El pintor y promotor de las Artes Plásticas Manuel Olivera (MOA), el miembro de la Academia de Historia de Cuba Delio Orozco González, el periodista Pedro Enrique Vera Portales y el crítico de arte, curador e historiador Carlos Escala Fernández. También algunos manzanilleros cuyas familias tuvieron algún vínculo con la familia de Girona, entre ellos la pedagoga y psicóloga ya jubilada, Olga Arias, tía del reconocido escritor y cineasta Arturo Arango.

Giordan (3)

Delio Orozco

¿Qué podemos esperar de ese documental?

Al menos un acercamiento al Girona niño y adolescente, a sus vivencias personalísimas, y a su familia. Quizás algo más.

He leído algunas de tus anécdotas en Segunda Cita (SC). Sé que has pensado escribir un libro con tus vivencias de la etapa en que trabajabas en la radio de Manzanillo. ¿Estás trabajando en algún libro? ¿Has publicado alguno?

Mi proceso creativo es caótico e inconstante. Esta semana puedo estar escribiendo en tres libros y la que viene pensando en los marañones de la estancia. No es una virtud, es un serio defecto. Tengo sellado –los libros nunca se terminan– un libro de relatos llamado Dogmamorfosis y ahí hay un cuento que estoy ampliando a ver si sale una novela.

Tengo escrito un libro de ensayos sobre filosofía de la comunicación en Cuba, a partir de mi experiencia como consultante de tesis de diplomantes de Comunicación Social y Periodismo –no puedo ser tutor porque no tengo título universitario– pero no he encontrado a nadie interesado en publicarlo.  Ediciones Orto me publicó en 2010 El casi libro del inconforme. Retazos de la censura, con reflexiones sobre temas socioculturales.

A propósito de Segunda Cita, ¿qué crees de ese blog?

Si al sitio web La Joven Cuba le debo no haber quedado en el ostracismo (llevaría una larga explicación que no es pertinente aquí), a SC le debo no haberme dejado llevar por la soberbia, mi hipercriticismo, y encausar mi rebeldía sin poner en riesgo las esencias de un cubano que, más equivocado que acertado, quiere lo mejor para su Patria tanto como lo querría el Presidente de la República. 

Eso se lo debo a SC, no sólo a Silvio, a quien quiero como a mi propio padre, sino a cada uno de sus foristas, especialmente, a quienes les «exploto los pistones» con mis interpretaciones de la realidad cubana, como me ha dicho la guajira Lien.  Y también se lo debo a Israel Rojas Fiel, el cantautor, que es una especie de Pepe Grillo sin que él se lo haya propuesto, aunque no es asiduo al blog.

¿Crees que espacios virtuales como éste contribuyen a construir un mejor país? ¿Por qué?

SC es la expresión a pequeña escala de la Cuba de mis sueños aun cuando en su fórum interviene gente de todo el mundo. Una Cuba donde el Partido sea como el de la canción Ala de Colibrí compuesta por el anfitrión de SC.

Una Cuba donde podamos dirimir con respeto nuestras diferencias sin que nos consideremos enemigos irreconciliables unos y otros. Pero una Cuba que no sea ingenua ni tonta ante los enemigos reales. Hay que saber deslindar al odiador de aquellos que, por diversas razones, lanzamos a tierra de nadie y luego pasan a formar parte de ese coro inaudible de destructores de utopías. No los justifico pero los entiendo porque yo también he estado, de algún modo, en tierra de nadie, hasta que encontré SC y a las personas que allí opinan.

Cuando acabe la pandemia ¿en qué proyectos piensas enfocarte?

Un ser caótico y contradictorio como yo no tiene proyectos, sólo sueños. Me he propuesto ir de La Demajagua a San Lorenzo en bicicleta, como homenaje a Carlos Manuel de Céspedes. Le debo a mi ciudad un documental acerca del vínculo de los mambises y los revolucionarios –comunistas incluidos- con el espiritismo de cordón.

Tengo a medio terminar Las aventuras de Mía y Papo, un libro para niños y niñas con muchas de las historias que escribí para la radio entre 2001 y 2007, un regalo que quiero darle a mi esposa Magalis. Y tengo todas las noches que responderle al Viejo la pregunta: «¿Qué comemos mañana, compay?».

 

*Esta entrevista fue publicada originalmente en el sitio del Centro Cultural Pablo de la Torriente.

12 junio 2021 22 comentarios 2.071 vistas
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La ambigüedad en la información y el salto al vacío

por Giordan Rodríguez Milanés 4 junio 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Hace unos meses, algunos llegamos a creer que el emblemático Jazz Café Habana sería convertido en una tienda en divisas. Se armó un alboroto en las redes. Nadie comprendía por qué no se aclaraba el asunto hasta que, ¡por fin! Aparecieron notas explicativas como preámbulo a subsiguientes descalificaciones y burlas sobre las personas y los medios que habíamos propagado la falsa noticia.

Después vimos hacer el ridículo al opositor José Daniel Ferrer, cuando aparecieron en las redes videos de personas que se habían acercado a él con supuestas denuncias de maltratos o desmanes de las autoridades estatales, y resultó que trabajaban para los órganos de la Seguridad del Estado. Se demostraba así que el líder de UNPACU no contrastaba sus fuentes ni constataba los hechos que le referían y los acomodaba a sus intereses.

En los últimos días se han manifestado molestias por la reparación del restaurante La Bodeguita del Medio, proceso en el cual fueron borradas de sus paredes las firmas de miles de celebridades. La tala indiscriminada de árboles en La Habana, o la supuesta agresión contra médicos cubanos colaboradores en Namibia, han sido otras tantas fuentes de contrariedad.

En todos los casos, los comunicadores financiados por el gobierno guardaron silencio el tiempo suficiente para que se impusieran las versiones de los medios no oficiales o alternativos, y luego, en un final victorioso, apareció una explicación plausible, verosímil, apegada a lo que se considera una correcta actuación de las instituciones del Estado.

«Nada de Jazz café para tienda en MLC», «José Daniel es un mentiroso que ha sido tratado magnánimamente por el gobierno a pesar de su oposición», «otras veces se ha tenido que borrar las firmas de La Bodeguita debido a serios problemas constructivos, incluidos los resultantes de un brutal ataque terrorista organizado desde los Estados Unidos»; la tala indiscriminada de unos pocos árboles fue la iniciativa irresponsable de «alguien» —del que nunca sabemos nombre y apellidos— pero no es una práctica gubernamental, o «lo que pasó en Namibia no fue tanto». 

-II-

Allport y Postman nos legaron la ley básica de la Teoría del Rumor. Su expresión matemática sería R=I x A, donde R es el Rumor, I es la importancia que la comunidad le concede al hecho que provoca el rumor y A la ambigüedad con que se informe sobre el rumor. Como se nota, el rumor depende de la multiplicación de esos dos factores, sin los cuales puede producirse sin llegar a reproducirse; es decir, mientras menor sea uno de esos factores, menores posibilidades de propagación tendrá.

Información

Gordon Allport

La importancia que una comunidad concreta le adjudique al hecho, depende de un complejo grupo de condicionantes psicosociales que no son relevantes para el texto que nos ocupa. El potencial ambiguo de la información sobre ese hecho, dependerá de las intenciones, la ética y las competencias profesionales del comunicador.

En 1938, el psicólogo social McGregor realizó un experimento en los Estados Unidos que demostró la relación entre los estados emocionales de la comunidad y el sentido del rumor. Una primera variante del estudio indagó, en una muestra de norteamericanos que odiaban a Hitler, si creían que gobernaría por muchos años. El 95 % respondió que sí, a pesar de su aversión. La segunda variante preguntaba a partidarios del casamiento del rey de Inglaterra, si este lo haría. La respuesta fue positiva.

El primer resultado se explica porque lo que se informaba en Estados Unidos acerca de Hitler estaba sumamente sesgado por obvios condicionamientos políticos, el sesgo conduce a la ambigüedad y esta inclina a la comunidad a escoger la peor de las soluciones, la que más teme. A mayor ambigüedad, mayor respuesta inducida por emociones negativas.

En la segunda variante hubo un resultado positivo porque había tanta información en esos días, en múltiples soportes, que se indujo en la comunidad una respuesta favorable emocionalmente a lo que ella deseaba. A menor ambigüedad, menor tendencia a una respuesta inducida por emociones negativas. 

Información 2

En esencia, mientras menos información acerca de algo, mayor probabilidad de que la respuesta —rumor— se imponga en sentido contrario a los deseos de la comunidad. Por el contrario, mientras más información se brinde sobre algo, mayor probabilidad de que la respuesta —rumor— se imponga en el mismo sentido de los deseos de  la comunidad.

En ninguno de los dos casos, información llega a significar conocimiento. La información es conocimiento, en sentido estricto, solo cuando se corresponde con la realidad y la verdad. Y ni la verdad ni la realidad importan para la propagación del rumor, en un sentido u otro.

-III-

El marketing colateral enseña que si estás seguro de que el producto genera altos niveles de simpatía, y deseas que se compre aún más, debes lanzar información ambigua y constante sobre él: haz correr la voz de que se puede acabar en determinado lugar y, a la vez, de que ese lote tiene determinada actualización y mejoría.

Antídotos contra la manipulación del lenguaje

En cambio, si ya el producto va perdiendo preferencia, debes generar información contradictoria sobre él: que si no se sabe qué va a pasar con el producto debido a la alta aceptación que ha tenido, que si se va a devaluar porque en determinado lugar no sale, que si lo van a retirar para actualizarlo y mejorarlo, que si la actualización quizás no será tan buena como el original. También se promoverán más ventas, aunque resulte paradójico apriorísticamente.

La manipulación del rumor, a partir de tales presupuestos, puede ocasionar que determinados medios o comunicadores caigan en una especie de salto al vacío y hagan el ridículo ante un público neutral o indeciso en términos de credibilidad.

En Cuba se sabe que cualquier indicio desfavorable al gobierno —cierto o no— inmediatamente va a ser usado por la mayoría de los medios alternativos en correspondencia con sus matrices. Esto tiene otra peculiaridad: que los representantes o defensores del gobierno incluyen en el grupo de los contrarios a cualquiera que no se atenga a sus preceptos ideo-políticos y a sus cánones tribales.

Una clave que refuerza la hipótesis de la manipulación del rumor para provocar un salto al vacío se puede observar, por ejemplo, en el párrafo que cito a continuación, tomado de un blog llamado PostCuba, en el cual se suele descalificar lo mismo a La Joven Cuba, a Esteban Morales que a cualquiera que difiera de las ideas oficiales:

 «(…) Biden da la pauta, La Vieja [manera patética en que se refieren a LJC] obedece. Como ya veremos cuando aflore la verdad, harán una vez más el ridículo y se hundirán cada vez más al estercolero de la historia revolucionaria», así escribe en su Facebook Carlos Luque y lo reproduce PostCuba.

¿Por qué les interesa que la verdad demore en aflorar? ¿Por malas prácticas profesionales de la comunicación? ¿Por falta de pericia? ¿Por qué prefieren el secretismo parcial que contribuye a la propagación de rumores para, cuando ya son de más o menos alto impacto, salir a desmentirlos o a presentar aristas antes ocultas, que al informarse desde el primer momento hubieran cortado de raíz la desinformación?

Comunicación, manipulación y consenso en Cuba

Si uno de los pilares de la guerra de cuarta generación es la información distorsionada de la realidad a partir de la omisión o la mentira: ¿por qué tanta demora en ofrecer toda la información sobre el caso de Luis Manuel Otero Alcántara, por ejemplo? ¿Será que estaban esperando, a partir de los presupuestos psicosociales de Allport y Postman y los resultados del experimento de McGregor, que diéramos un salto al vacío e hiciéramos un ridículo similar al de José Daniel Ferrer?

¿Es más importante inducir ese resultado entre quienes de buena fe se preocupan por la salud de Otero Alcántara y por el tratamiento que se le brinda —estén o no de acuerdo con su ideología— que el ejercicio transparente y ético de la información pública en Cuba?

Epílogo

Una nota de la dirección del hospital Calixto García de La Habana, fechada el 31 de mayo, informa que Otero Alcántara fue dado de alta de esa institución, en la que se encontraba ingresado desde el día 2 del referido mes. Se plantea que «durante su estadía hospitalaria su evolución ha sido favorable, con parámetros clínicos y de laboratorios que ya se encuentran todos dentro de rangos normales». 

Ideología y derechos humanos. El caso de Luis Manuel Otero Alcántara

Entonces: ¿tenía o no problemas de salud como resultado de una previa nutrición deficiente? Evidentemente los tenía, de otro modo ¿qué sentido tendría haberlo mantenido casi un mes ingresado hasta que lograra «ganancia de peso y recuperación de los requerimientos energéticos»?.

¿Puede responder desde la ciencia a esas preguntas el autor del texto publicado en PostCuba, o habrá dado también su saltico al vacío?

4 junio 2021 38 comentarios 3.077 vistas
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Manipulación - preceptor

Comunicación, manipulación y consenso en Cuba

por Giordan Rodríguez Milanés 13 abril 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Así como Jesús invita a lanzar la primera piedra a quienes jamás han pecado, se puede retar a cualquier comunicador de este planeta a declararse libre de la intención manipuladora de sus mediaciones públicas. Todos manipulamos y, a la vez, todos somos sujetos de la manipulación expresiva.

Señalar la manipulación para descalificar a un medio o a un profesional de la comunicación, apegados a posturas ideo-políticas o doctrinas, magnifica algo que es inherente a todos los medios desde que el ser humano primitivo rasgara las primeras paredes de una cueva.

Cualquier estudioso de la comunicación lo sabe. Si digo que la Televisión Cubana manipula a sus preceptores cuando propaga extractos de discursos de Fidel Castro los días previos al VIII Congreso de Partido Comunista, no estoy diciendo nada ofensivo o descalificador. Si destaco que ETECSA le envía mensajes de textos a algunos de sus clientes, con consignas derivadas de esos discursos, tampoco estoy per se atacando a ETECSA. La manipulación ha formado parte, desde los albores de la humanidad, de nuestro instrumental comunicativo.

Ayer un conductor de la televisora granmense CNC dijo en su programa: «Hoy no podemos ocultar información». Se refería a cierto reclamo de parte de su audiencia sobre casos de «resultados de PCR inhibidos» en busca de positivos a la Covid-19. Aunque me aseguran que ni remotamente fue la intención del conductor –a quien conozco y sé que es una persona honrada–, a mí lo primero que me vino a la mente fue: ¿Ahora no ocultan información porque no se puede? Entonces: ¿Antes la ocultaban porque se podía?

Entuertos cubanos de lo político-ideológico

El lector seguramente ya habrá anticipado hacia dónde me dirijo, a otro precepto comunicacional ampliamente conocido: en los procesos de intercambios de ideas no sólo es relevante la intención manipuladora del emisor (el que inicia), sino que posiblemente sea más relevante aún, la postura interpretativa del preceptor (el que recibe el mensaje).

La potencialidad manipuladora de un mensaje no está tanto en la intención del emisor como en la postura interpretativa del preceptor. Lo resumía Faustino Oramas, el juglar holguinero apodado El Guayabero, cuando decía: «Yo pongo la cuarteta, el relajo lo ponen ustedes».

De tal modo, un preceptor común, al que le repitan que es sujeto de la manipulación, puede llegar a confundir un gazapo o un error, resultante de la incompetencia o la negligencia, con una oprobiosa trampa manipuladora. O, por el contrario, un preceptor ingenuo o tendiente al analfabetismo cultural puede creerse acríticamente cualquier idiotez o indignidad.

De hecho, en el contexto de las batallas ideo-políticas –con el uso de los símbolos– una de las más sutiles formas de manipulación de cualquiera de los  bandos es tratar de inducir en el preceptor la idea de que El Otro es peor y más antiético manipulador que uno mismo. Así se descalifica al contrario ante el preceptor que se pretenda ganar para la causa propia. 

Pero eso tiene un costo: el sacrificio de la verdad consensuada, que es aquella interpretación de la realidad que, una vez validada socialmente, permite el avance hacia lo que la mayoría ha establecido como meta.

El pan, el ruido y la democracia socialista

Si asumimos que la mayoría en Cuba ha refrendado como meta el tránsito hacia el socialismo, entonces toda forma de manipulación que atente contra nuestras verdades consensuadas, nos aleja de esa meta y nos va sumiendo en una especie de Imperio de la Estupidez Consentida. Allí el consenso no importa, sino únicamente la postura ideo-política de los actores respecto a lo que el grupo de poder político, o sus opositores, dictaminen como favorable a sus doctrinas.

En el caso de Cuba, se puede manipular en el sentido del consenso con la inclusión de todos, desde los seguidores incondicionales y acríticos hasta los hipercríticos, en aras de que los mensajes sirvan para prepararnos y modificar la realidad –resolver los problemas– en pos de la construcción socialista. También se puede manipular para distorsionar la realidad, ocultar lo que nos divide que es responsabilidad del gobierno, desde un extremo, o hiperbolizarlo desde el otro.

La pretendida totalización del arsenal simbólico cubano, en pos de la narrativa del apoyo incondicional al Estado –por un lado– o de la narrativa del fracaso absoluto, por el otro, sólo favorece a los extremos que apuestan por la fragmentación. A partir de esa convicción es que, en lo personal, he estado insistiendo en que los comunicadores profesionales públicos, en medios estatales, que supongo quieren lo mejor para Cuba, comprendan que toda manipulación a ultranza, cuyo único fin sea descalificar al otro sin atenerse a un mínimo de argumentación basada en hechos, sólo beneficia a los contrarios a la meta refrendada.

Realidad y símbolo en la guerra cultural

Va en detrimento de un sistema de valores acorde a un ser Humano crítico, inconforme, transformador, sacrificado y solidario que sería, en definitiva, el único ente social garante para alcanzar la meta del socialismo. Pero eso no significa que sea deplorable en si misma toda forma de manipulación, como ya he explicado.

 Por consiguiente es relativamente fácil lograr, a fuerza de la reiteración de un argumentun ad populis, que una multitud virtual repita que La Joven Cuba, por ejemplo, «ha cambiado sus enfoques y ya no vale nada». Lo difícil sería demostrarlo con hechos y, más que eso, modificar para bien aquellos segmentos de la realidad que mostramos desde nuestras «ópticas manipuladoras», y que los criticados parecen incapaces de resolver.

Porque se puede descalificar a este sitio, como mismo se puede descalificar al periódico Granma o a Cubadebate –ejemplos sobran. Lo complejo, lo que en mi opinión sería verdaderamente revolucionario, es aprovechar los puntos de vistas de unos y otros a favor de la construcción del socialismo, con la solución conjunta de los problemas, por encima de las diferencias de interpretación o expresión de esa realidad. Quizás esté aspirando a demasiado.

13 abril 2021 30 comentarios 3.135 vistas
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Medios y financiamiento en Cuba

por Alina Bárbara López Hernández 26 agosto 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

La necesidad de una democratización de la política y la sociedad cubanas pasa necesariamente por un proceso similar de la esfera comunicacional. En su texto «Retos para una política pública de comunicación en Cuba», el doctor José Ramón Vidal Valdez, profesor titular de la Universidad de la Habana, considera como rasgos esenciales en el sistema comunicacional cubano a 1) la propaganda en defensa de la Revolución [gobierno] como función primera y esencial de los medios y 2) el secretismo como mecanismo de defensa ante situaciones realmente excepcionales.

Este autor demuestra que en Cuba fue penetrando hasta consolidarse el modelo de prensa soviético, en el cual se intensifica la intromisión del aparato auxiliar del Partido en la conducción cotidiana de la prensa. Como resultado, considera que: «Se produce una hipertrofia de la función propagandística, con tintes apologéticos de la obra de la Revolución, en detrimento de la función informativa, de la crítica oportuna y necesaria para cualquier proyecto político y del uso de los medios como plataformas de participación democrática de la ciudadanía en los asuntos públicos».

Por su parte, el investigador Alexei Padilla Herrera, en «Doutrinas, normas jurídicas e políticas que regem o exercício do direito à comunicação em Cuba», explica que la versión más reciente de la política de comunicación, aprobada en enero del 2018, reafirma el papel hegemónico del Partido y es guiada por el principio «dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada», enunciado por Fidel Castro en 1961. Argumenta en tal sentido, que dicho principio reproduce la noción de libertad de expresión defendida por el marxismo soviético, que refuerza el carácter instrumental atribuido a los medios y en la cual los líderes políticos tienen el poder de decidir discrecionalmente cuáles declaraciones o actos son o no subversivos o inconvenientes.

Tanto en la Constitución de 1976 (art. 53), como en la de 2019 (art. 55), «la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada»; sin embargo, a lo largo de la historia del socialismo, tanto del implosionado bloque socialista europeo como del cubano, ha quedado claro que no basta con declarar la propiedad estatal o social sobre los medios como garantía de que estos estén verdadera y totalmente al servicio del «interés de la sociedad».

La demostración más evidente de que el sistema comunicacional en general y el ejercicio profesional de los medios de comunicación no contribuyen con efectividad al interés social ni a la continuidad del proyecto revolucionario original, es la explosión de la sociedad civil cubana en medios digitales, reconocidos como alternativos a los oficiales. Ellos son la consecuencia visible de la llegada de internet a Cuba y el crecimiento del acceso a la red de redes, amén de su altísimo costo; pero también el resultado evidente de las deudas del proyecto cubano, acumuladas por décadas de inmovilismo y desconocimiento de las necesidades y exigencias de la ciudadanía.

El Partido/Gobierno no reconoce a estos nuevos actores mediáticos y los acusa en pleno de ser financiados desde el exterior en función de una agenda subversiva para derrotar al socialismo. Hay en este tema algunos aspectos a dilucidar:

¿Es coherente reprochar a medios que no son admitidos por la legislación cubana ni reconocidos por esta, que reciban financiamiento del exterior?

En mi criterio —más allá de la postura oficial, siempre prohibitiva—, se impone aquí una cuestión ética, que tiene que ver con el hecho de que algunos de esos medios se debilitan ante la propia opinión pública nacional porque reciben fondos de un gobierno que ejerce constantes e ilegales presiones extraterritoriales sobre Cuba y que fomenta vías para subvertir el sistema político, atribución que no le corresponde legítimamente.

Pero habría que sumar a esta ecuación otro elemento: que al no reconocer a esos medios en Cuba, se los aparta de poder recibir fondos por caminos internos más transparentes y autónomos, como donaciones, anunciantes del patio u otras vías tradicionales y legales para sostenerse.

¿El financiamiento en sí mismo es reprobable?

En la historia de la prensa republicana en Cuba, raros son los casos de medios que no acudieran a financiamiento desde su génesis. Según el investigador Pedro Cubas, solo la revista Social (1916-33 y 1935-38) funcionaba como una empresa con sólidos resultados y generación de ganancias. Dado el peculio personal de su creador, Conrado Massaguer,[i] este realizó inversiones para introducir el método de la fotolitografía —que convirtió a Cuba en el primer país de América Latina en disponer de esa tecnología—, unido a la utilización de buen papel, una visualidad poco común y el diseño interior y de cubiertas, donde primaba la tendencia art decó. Aun así, en sus páginas también se incluían anuncios.[ii]

La mayoría de los medios debió buscar fuentes de financiamiento para sostenerse. Cuando estas fallaron fue su fin, como ocurrió con la revista Cuba Contemporánea (1913-27).

Revista de Avance (1927-30), líder del vanguardismo en Cuba, puso en  práctica un novedoso sistema de atracción de fondos que le permitiera la mayor  independencia económica posible, apelando a varias vías: suscripción,  propaganda y patrocinios. A pesar de ello, a lo largo de sus páginas se observan comentarios que indican que tales fondos siempre resultaban insuficientes.[iii]

Ningún medio, sin embargo, fue tan ingenioso y tuvo tanto éxito en lograr fuentes de financiamiento como Noticias de Hoy, órgano oficial de los comunistas cubanos en su período legal (1938-1953). Junto al de Chile, serían los únicos de su ideología en llegar a un senado y una cámara burgueses en América, instancias en las que se mantuvo, a diferencia de su par suramericano, inclusive en el período de Guerra Fría que potenció el anticomunismo en la región.

Habiendo entrado tarde a los cauces legales de la política, se puso al día muy pronto. Tenía que lidiar con medios de ideología diversa y debía ser competitivo. Por ello no incurrió en la puritana costumbre implementada tras 1959, que consideró una blasfemia mezclar ideología y publicidad. El periódico comunista publicó, desde el primero hasta el último día de su existencia, anuncios de productos y servicios, especialmente de empresarios y profesionales cubanos, que fueron fieles y no les retiraron su apoyo a pesar de que el comunismo fue satanizado por la política macarthista luego de la Segunda Guerra Mundial.

Aquí podrán observar estos anuncios, uno corresponde al primer número de Noticias de Hoy  —fue una edición de propaganda del 30 de abril de 1938, en saludo al 1ro. de mayo, pues la salida oficial sería el 16 de mayo de 1938— y el otro es el último número, del domingo 26 de julio de 1953, día en que fueron clausurados.

Publicidad en el primer número de Noticias de Hoy, 30 de Abril 1938.
Publicidad en el último número de Noticias de Hoy, 26 de Julio 1953.

Véanse estas solicitudes: a los anunciantes para que utilizaran las páginas de Noticias de Hoy, y a los lectores para que consumieran los referidos productos y servicios.

Invitan los lectores a que se anuncien.
Los comunistas cubanos invitan a los anunciantes a su periódico.

 

También fue importante, aunque en menor medida, la suscripción popular. Con el fin de motivar a los lectores se celebraban concursos, en los que se entregaban premios costeados por los propios anunciantes.

Piden a lectores un aguinaldo de fin de año.
Publicidad de la lotería en el órgano de los comunistas cubanos.

No obstante, su más importante conquista fue conseguir unos modernos talleres propios. Con ese objetivo se concibió la campaña nacional «Pro talleres para Hoy», en la que demandaron la colaboración del pueblo, de intelectuales y artistas. La suma necesaria era 30 mil pesos, cantidad enorme en aquella época. En la primera plana se publicaba todas las semanas el estado de la colecta, que fue completada finalmente.

Recaudación para los talleres del periódico del movimiento comunista.
El periódico explica por municipios el estado de la colecta para su taller.

El nuevo taller se ubicó en Desagüe números 108 y 110, apartado no. 2422, dirección telegráfica: NOTI–HOY. Noticias de Hoy salió sistemáticamente con dos ediciones y una paginación de entre ocho y doce páginas; tuvieron un suplemento dominical y, en 1940, se agregó el Magazine de Hoy.

Estas fuentes de financiamiento eran legales en una sociedad en que la prensa no era controlada férreamente por un partido político. Se puede afirmar entonces —con una terminología al uso—, que Noticias de Hoy fue una publicación «próspera y sostenible». Y lo fue sin dejar de defender su ideología y de enfrentarse y criticar a sus contendientes.

¿Y el financiamiento de los sucesores?

En mi artículo «Lo novedoso» el pasado año, me referí a los pronunciamientos del presidente Miguel Díaz-Canel en el Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde mencionó la necesidad de financiación de los medios, para lo que recomendó alternativas generadoras de ingresos por vía de la publicidad y el patrocinio, sin que ello significara la retirada del presupuesto estatal.

Al respecto manifesté:

[…] La situación de la prensa cubana es incoherente en muchos aspectos. Nuestra Constitución norma la existencia del PCC como Partido único; sin embargo, dada la enorme cantidad de órganos oficiales de prensa que posee el mismo, tal parece que coexistiera en un escenario interno de extrema hostilidad ideológica, lo que es desmentido a su vez por las declaraciones de los dirigentes que patentizan su confianza en el apoyo del pueblo a la Revolución. Además del periódico Granma, existe un órgano oficial del Partido en cada provincia, para un total de quince, y prefiero ser cautelosa pues ignoro si en las provincias experimentales de Artemisa y Mayabeque también se establecieron.

A todas luces es innecesaria esa abundancia de órganos oficiales, pero lo peor es que cada uno de ellos lo financia el presupuesto del Estado, es decir todos y cada uno de nosotros. ¿Es justo que un país con una situación económica tan compleja como Cuba deba derrochar en proporción semejante, a pesar de que los requerimientos al ahorro son constantes en el discurso político? […]

Han transcurrido más de dos años y no se aprecian cambios en esa dirección. Todo lo contrario, en medio de la enorme crisis estructural de la economía cubana —que la pandemia ha agudizado pero que casi paralizó el país a finales del 2019—, los periódicos comenzaron a publicarse a colores, lo que los moderniza indudablemente pero a costa de mayores inversiones.

El aparato ideológico sigue preocupándose más por el financiamiento externo que tienen los medios alternativos, sin entender que debería justificar las fuentes internas que sustentan a la prensa oficial.

Cada día se promueve una separación mayor entre lo que refleja un periódico como Granma y las opiniones de la ciudadanía. Al respecto el periodista Ariel Montenegro publicó en su página de Facebook una respuesta contundente al autor del artículo «Revictimizada mil veces», divulgado en el referido órgano oficial del PCC, y rechazado de modo contundente por muchas personas:

[…] tu texto no es sobre el femenicidio en Cuba. Lo usas solo como el macabro set para uno de los temas preferidos por esa publicación: «La prensa pagada por el imperialismo». Pero de la enorme falta de carácter y amor propio que significa destinar líneas de un medio para desacreditar a otros, no voy a hablar ahora. Ese texto vendrá más adelante. Solo diré que lo que toda la prensa no estatal diga me preocupa menos que lo que diga la estatal, puesto que sus enormes edificios, sus computadoras, su papel, su internet, sus vehículos, su combustible y el salario de sus periodistas, los pagamos todos los cubanos con el dinero que no se usa para los baches de la calle, para arreglar los salideros de agua o para construir viviendas […]

En lugar de abrir sus anquilosadas páginas a la publicidad de los empresarios cubanos, como hizo su predecesor, el Granma las abre a Carlos Luque para que provoque roces innecesarios con las nuevas formas de gestión privadas.

Si la empresa privada en el capitalismo no opuso reparo en anunciarse en la prensa comunista, considero que la prensa actual, heredera de aquella, no debe oponerse a que los cuentapropistas utilicen sus espacios.

Esto debería instrumentarse tanto en el único órgano oficial, Granma, como en los periódicos de todas las provincias, que dejarían de identificarse como órganos oficiales del Partido. En todos los casos se podría mantener un apoyo del presupuesto estatal para los mensajes y campañas de bien público, pero la mayor parte de los egresos serían asumidos por las propias publicaciones.

Todos los medios precisan fuentes de financiamiento, los alternativos también. Es necesario sufragar los salarios de los periodistas, contratar editores y diseñadores, disponer de fondos para encargar textos a expertos en campos que merecen recibir una contribución adecuada a su nivel científico, y, por supuesto, costear los altísimos precios del acceso a internet.

Por tanto, no hay que satanizar a los medios que reciban donaciones o ingresos por publicidad. Lo ideal sería que los recibieran legalmente dentro de su país, que pudieran hacer campañas similares a las de Noticias de Hoy. Pero eso es obstaculizado en Cuba. Si el Partido los reconociera podría exigir de ellos una claridad en su financiamiento, para lo cual debería, antes, darles ejemplo.

[i] Pedro Cubas Hernández: Cuba 1922- 1930. Cuatro ensayos de indagación e interpretación de nuestra cultura, Centro de Información del Instituto de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello (Inédito)

[ii] Alina López Hernández: «La revista Social, la generación del veinticinco y la experiencia soviética», revista Matanzas, no. 3 de 2016.

[iii] Ana Suárez Díaz: Multimedia de Revista de Avance, Ediciones Cubarte.

26 agosto 2020 51 comentarios 905 vistas
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Palabras en la batalla contra el COVID-19

por Pedro de Jesús López Acosta 7 abril 2020
escrito por Pedro de Jesús López Acosta

ACLARACIÓN PARA LOS SUSPICACES: Si decidí escribir este texto, no es porque no esté orgulloso de lo que hace nuestro personal sanitario, cualquiera sea su tarea, para enfrentar la epidemia de COVID-19; no es porque no reconozca los esfuerzos de nuestro gobierno para reducir al mínimo las afectaciones de todo tipo que este evento crítico acarrea en la vida del país y en nuestras vidas; no es porque menosprecie el trabajo de nadie ni la inteligencia de nadie ni el amor que pone nadie para ayudar en este momento difícil. Sino porque creo que la información y la comunicación no han estado a la altura de lo demás.

Nadie —ni amigo ni enemigo del pueblo y la Revolución cubana— sufragó los muchos datos móviles que durante casi una semana gasté para emprender la búsqueda de materiales provenientes de fuentes diversas y fiables que me permitieran ahondar en un tema del que no soy especialista, pero que ha tensado mis energías intelectuales, obstinadamente, desde finales de marzo.

Está claro que este texto que ahora les comparto puede tener errores. Me esmeré, sin embargo, para que no. Me arriesgo, de todos modos, a publicarlo, porque creo honestamente en su utilidad, a pesar de que buena parte de lo que aquí se expone fue comunicado al Minsap a través del correo covid19@infomed.sld.cu y ni siquiera acuse de recibo me dieron. Quien no quiera o no pueda pensar, le sugiero que no lo lea.


Cuando una persona que padece una enfermedad transmisible (o porta el agente que la produce) entra a un país y allí se le diagnostica, constituye, en lenguaje epidemiológico, un CASO IMPORTADO. Porque, a semejanza de una mercancía, el germen ha atravesado las fronteras nacionales.

Esa persona —extranjera o no—, a su vez, puede contagiar a otras personas que viven en el país al que ha llegado. Y estas, a su vez, pueden contagiar a otras… Para tales casos los epidemiólogos reservan el término TRANSMISIÓN LOCAL. Porque el contagio ocurre dentro del país, y se puede determinar quién infectó a quién.
Por último, puede llegar un momento en que sea imposible reconstruir las cadenas de transmisión de la enfermedad. En tal situación se habla de TRANSMISIÓN COMUNITARIA.

Ahora bien, no son estos los únicos términos utilizados por epidemiólogos, funcionarios gubernamentales y periodistas en los diferentes países de habla hispana.

A los casos adquiridos por transmisión local, con fuerte evidencia epidemiológica que los vincula directamente a un caso importado conocido (transmisión local de primera generación), puede denominárseles CASOS INTRODUCIDOS —no entiendo muy bien por qué (la palabra «introducido» parecería más apropiada para los casos importados, porque «importar» es ‘introducir’)—. Y a la transmisión comunitaria se le conoce, además, como TRANSMISIÓN AUTÓCTONA, y, en muchísima menor medida, TRANSMISIÓN INDÍGENA.

(Valga acotar que CASOS INTRODUCIDOS no es lo mismo que CASOS INDUCIDOS. Estos últimos son aquellos que se contagian mediante agujas usadas, durante el parto o en transfusiones sanguíneas; y, por tanto, nada tienen que ver con las formas de infección de la COVID-19.)

Resulta evidente que el fundamento de la nomenclatura integrada por los términos CASO IMPORTADO, TRANSMISIÓN LOCAL y TRANSMISIÓN COMUNITARIA —que cuenta con el respaldo de la OMS— es tanto el lugar donde se inicia la infección como la identidad de la fuente que la produce.

De ahí que, por una parte, «importado» se opone a «local» y a «comunitario» en virtud de que el origen del primero se ubica fuera del país (ex situ) y el de los otros dos, dentro (in situ). Por otra parte, «importado» y «local» se oponen a «comunitario» en razón de que en los dos primeros es posible reconstruir las cadenas de transmisión, mientras en el último no.

Resulta importante señalar que el término TRANSMISIÓN LOCAL (proveniente del inglés LOCAL TRANSMISSION) no equivale al término, muy parecido, TRANSMISIÓN LOCALIZADA (del inglés LOCALIZED TRANSMISSION), que evalúa o cuantifica el grado menor en que la transmisión de un agente patógeno se ha expandido en determinado país, respecto del grado mayor, su opuesto, que resulta la TRANSMISIÓN EXTENDIDA o TRANSMISIÓN GENERALIZADA.

Así, en ciertas áreas de Matanzas, Consolación del Sur y, ahora, del municipio Plaza de la Revolución, ha ocurrido una TRANSMISIÓN LOCALIZADA; y justamente la cuarentena o medidas de aislamiento que se han decretado en las dos últimas intentan contener la diseminación del virus fuera de esas zonas.

En el término TRANSMISIÓN LOCALIZADA, el modificador «localizada» es sinónimo de «circunscrita», «restringida», «limitada», etc. No debe confundirse —como se ha hecho, desde el inicio, por autoridades sanitarias y la prensa— con TRANSMISIÓN LOCAL, término que no evalúa ni cuantifica el grado de propagación de un patógeno, sino que describe el modo en que este se transmite a partir de las características de las fuentes de infección.

Esto no quiere decir, entiéndase bien, que en las áreas mencionadas no existe transmisión local. Existe porque en todas hay casos positivos que se derivan de una infección previa a partir de un caso importado. Sin embargo, es un error afirmar —como se afirmó el 27 de marzo— que «se abrió el primer evento de transmisión local en el país en la provincia de Matanzas». O asegurar —como se aseguró el 30 de marzo— que «se abre el segundo evento de transmisión local en Cuba».

Porque desde que el bailarín de Santa Clara —cuarto caso que se confirmó en el país, el 12 de marzo— fue contagiado por su esposa boliviana, existe en Cuba TRANSMISIÓN LOCAL, que es el término estándar que emplea la OMS y debe utilizar el Minsap. Y después de ese día, se reportaron casos de transmisión local el 16, 20, 21, 22, 24, 25, 26 de marzo, etc.

Consecuentemente, el término que distingue la situación epidemiológica en las áreas de Matanzas, Consolación del Sur y Plaza de la Revolución no es TRANSMISIÓN LOCAL, sino TRANSMISIÓN LOCALIZADA, porque lo que interesa destacar no son las características de las fuentes de infección o el modo de contagio, sino la magnitud e intensidad del brote infeccioso que allí tiene lugar en comparación con el resto de los casos de transmisión local del país.

El empleo que se ha hecho del término TRANSMISIÓN, a secas, es muy confuso.

Sirvan de ejemplo estas transcripciones literales de dos declaraciones realizadas por autoridades del Minsap:

1. «No podemos hablar de que en Cuba hay una transmisión […] Transmisión es cuando ya empecemos a encontrar personas que le logramos diagnosticar la presencia del virus, con o sin síntomas, y, sin embargo, no ha tenido relación con ninguna persona que haya venido infectada como tal. Entonces ahí sí podremos hablar de que existe una transmisión de la enfermedad.» (Mesa Redonda, 17.3.2020)

2. «En esta comunidad de Consolación del Sur, que además es un área determinada […] a punto de partida de un caso confirmado con relación con el exterior, pues se han diagnosticado ya 5 personas más que se contagiaron con este caso. Eso habla de que ahí, en esa forma circunscrita, hubo una transmisión de la enfermedad de esta persona que llegó enferma a la misma a las otras personas que habían tenido contacto con ella […]» (Conferencia de prensa 1.4.2020)

En la afirmación 1 se hace depender la existencia de transmisión de que en la cadena de contagio no se encuentre vínculo alguno con un caso importado («persona que haya venido infectada»), mientras que en la 2 se sostiene lo contrario: «hubo una transmisión de la enfermedad» a partir del caso confirmado que contagió a 5 personas, pero este caso confirmado sí tuvo «relación con el exterior», es decir, con un caso importado.

Lo común es que TRANSMISIÓN constituya una reducción del término TRANSMISIÓN LOCAL, a partir de la elipsis del adjetivo «local». Este uso de TRANSMISIÓN resulta habitual en los partes televisados del Minsap sobre la COVID-19, donde suele hacerse referencia a la cantidad de «países que reportan transmisión», según el informe diario que emite la OMS, basado en los datos que recibe de las autoridades sanitarias de las naciones.

Por cierto, más allá de la mera confusión de términos, hay un problema de manejo erróneo de datos en el hecho de que los primeros 40 positivos de Cuba fueran reportados a la OMS como CASOS IMPORTADOS (IMPORTED CASES ONLY), cuando, repito, desde el cuarto caso ya tuvimos transmisión local (Cf. el reporte 64 de la OMS correspondiente al 24 de marzo de 2020)

Para rematar, en el tablero Covid19CubaData —desarrollado por la revista Juventud Técnica, en cooperación con la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana y el proyecto Postdata Club—, que publica información de fuentes oficiales nacionales, los casos se desglosan siguiendo una nomenclatura distinta.

En vez de TRANSMISIÓN LOCAL, Covid19CubaData utiliza CASOS INTRODUCIDOS; y a la TRANSMISIÓN COMUNITARIA la llama CASOS AUTÓCTONOS. Estas etiquetas no se corresponden con las usadas por la OMS para la presentación de estadísticas globales de COVID-19 y tampoco con las que nuestras autoridades sanitarias y medios de prensa han utilizado regularmente desde el inicio de la epidemia en Cuba, de manera que su empleo genera una duplicidad terminológica que podría dificultar la comunicación.

Por otra parte, los CASOS INTRODUCIDOS son aquellos que resultan de un tipo particular de transmisión local, los de primera generación, cuyo vínculo directo con un caso importado conocido debe comprobarse de forma inequívoca. En esta categoría no tienen cabida los casos de transmisión local de segunda generación como, por ejemplo, el de la novia y el del padre de la novia del animador turístico de Varadero, los cuales, sin embargo, aparecen erróneamente cuantificados bajo esa etiqueta.

Si malo es usar varios términos para designar la misma realidad, peor a veces es no usar ninguno.

En los partes diarios del Minsap (pueden consultarse en https://salud.msp.gob.cu), específicamente a partir del emitido al cierre del día 30 de marzo, la estadística de los pacientes cubanos confirmados se pormenoriza sin apelar a ninguno de estos términos especializados. Así, se dividen en pacientes que:

1. tienen fuente de infección en el extranjero;

2. son contactos de casos confirmados;

3. son contactos de viajeros procedentes del exterior.

Si Ud. ha leído atentamente hasta aquí, inferirá que la expresión 1 equivale a CASOS IMPORTADOS. Los agrupados en 2 y 3 parecen asociarse, en cambio, con La TRANSMISIÓN LOCAL, aunque haya una diferencia sustancial entre ambos.

Tras cotejar los datos numéricos y los detalles que sobre cada uno de los nuevos pacientes confirmados ofrece el Minsap diariamente, infiero que en 2 se contabilizan no solo las personas que se infectan directamente con un caso importado (transmisión local de primera generación), sino también las que no se relacionaron directamente con este, pero que forman parte de su cadena de contagio dentro del país.

En cambio, los positivos a la COVID-19 contabilizados como 3 son personas presumiblemente contagiadas por viajeros que se encuentran en el país y que no son casos confirmados (algunos ni siquiera presentan síntomas en el momento del reporte), o bien ya están fuera de Cuba y no se puede determinar su estado de salud, y en ocasiones ni siquiera su identidad precisa. También las estadísticas hacen entrar en este grupo —inexplicablemente, a la cañona— algunos casos (6 en total) sobre los cuales no hay referencia epidemiológica en los informes oficiales. Aquí reproduzco tres:

«Ciudadana cubana de 68 años, residente en el municipio Plaza, provincia La Habana. Comenzó el pasado 24 de marzo con síntomas, siendo ingresada con neumonía en el IPK. Se encuentran en vigilancia 15 contactos de este paciente.»

«Ciudadana cubana, de 42 años, residente en el municipio Centro Habana, provincia La Habana. Fue ingresada en el Hospital Luis Díaz Soto. Mantiene evolución satisfactoria hasta el momento.»

«Ciudadano cubano, de 73 años, residente en el municipio Matanzas, provincia de ese mismo nombre. Fue ingresado el 31 de marzo en el Hospital Mario Muñoz Monroy. Mantiene evolución satisfactoria hasta el momento.»

Los casos agrupados en 3, y sobre todo estos cuyos pormenores he citado literalmente de los partes del Minsap, son presuntos casos de transmisión local y, justamente por su carácter presuntivo, no comprobado, algunos pudieran interpretarse —en mi criterio— como de TRANSMISIÓN COMUNITARIA O AUTÓCTONA. Ya suman 40 entre el 30 de marzo y el 4 de abril. Sin contar algunos similares que se relacionan en las informaciones del 28 y el 29 de marzo, así como otros del cierre de ayer, 5 de abril, «con fuente de infección no precisada», expresión que aparece por vez primera en un parte.

Quizá haya quien piense que el hecho de que en los partes diarios no se recurra a la terminología especializada facilita la comprensión mayoritaria de los receptores. Creo, sin embargo, todo lo contrario. Que las estadísticas no se correspondan rigurosamente con las categorías establecidas por la OMS ni con las que las propias autoridades sanitarias y los medios de prensa nacionales han privilegiado desde el inicio de la epidemia en Cuba genera un ruido en la comunicación, porque, entre otras cuestiones, acrecienta la falta de homogeneidad en la presentación e interpretación de los datos.

De manera que, a pesar de los esfuerzos que se hacen para la cobertura informativa sobre la COVID-19 en nuestro país, más allá de las cifras totales de infectados y fallecidos, no tenemos una idea clara del avance de la epidemia, sobre todo porque las palabras de las autoridades sanitarias —y, por consiguiente, de la prensa— no la refieren ni la interpretan coherentemente.

En tal sentido, un grave problema comunicativo se produjo cuando el sábado, 28 de marzo, el director nacional de Epidemiología del Minsap aseguró que Cuba había entrado en fase epidémica, y el domingo 29, el ministro de Salud, sin aludir siquiera a las declaraciones del día anterior, aseveró que el país se mantenía en fase preepidémica.

Pero ese asunto —los términos con que se designan las diferentes etapas de una epidemia en Cuba y en el mundo— merece un análisis independiente.

7 abril 2020 8 comentarios 666 vistas
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La necesaria hegemonía del amor

por Giordan Rodríguez Milanés 14 febrero 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Muere de odios el equilibrio ecológico del planeta. Donald Trump retira a los Estados Unidos del Paris Agreement y se burla de Greta Thunberg. Con la misma obcecación de los terraplanistas, los trumpistas descreen del cambio climático, el deshielo, el aumento del nivel del mar y la depredación de la flora y la fauna. No aceptan los cientos de millones de infantes muertos cada año por enfermedades curables o prevenibles, el hambre y la sequía. Casi nadie quiere, al tragar el café del desayuno, que le contemos sobre los homeless, la trata de mujeres, los africanos ahogados en el Mediterráneo y la criminalización de quienes quieren ayudarle, los desplazados de Siria, las niñas violadas en Colombia por The US Army…

Las ambiciones destruyen la biosfera aunque haya animalistas en Cuba, luchadores por los derechos de los emigrantes en Europa, médicos combatiendo epidemias en África y Asia, mártires en defensa de la mariposa monarca, jóvenes que se enfrentan a  los balines de los carabineros, chalecos amarillos protestando una y otra vez; y humildes, valientes,  que cada día se levantan y salen a arriesgar su piel y la de su familia por la reivindicación del más elemental y humano de los derechos: el derecho a vivir en paz y armonía con la naturaleza y los semejantes.

Algunos quieren que todos los cubanos acatemos este mundo en desequilibrio. Nos venden un cambio donde la proclamación de los derechos tenga más peso que su concreción en términos de igualdad y dignidad plenas.  Una sociedad de extremos en la cual un artista deba alinearse con el rencor. Un escritor no deba jamás entender las razones de sus discrepantes o un comunicador tergiverse los hechos para que se acomoden a las matrices dictadas por el poder.  Esto incluye también a los que, según su retórica, parecería que sueñan y trabajan por una Cuba mejor mientras se vuelven expertos en enseñarnos las imperfecciones del resto del mundo y soslayan las internas para “no hacerle el juego al enemigo”. Despachan nuestros problemas en ese tiovivo ideo-político en que los dirigentes caen para arriba. El que roba un pan va preso mientras el que se equivoca,  —y deja millones de pérdidas al país—, tiernamente, pasa a cumplir otras funciones.

Así como el rencor provoca división, la exclusión y represión de cualquier voz disonante respecto a la postura oficial dentro de Cuba nos desmembra. La facción burocrática de nuestra clase dirigente parece haber renunciado al convencimiento y el liderazgo  para, con muy torpes procedimientos de comunicación política, replicar más o menos las mismas tácticas descalificadoras, excluyentes, oportunistas, tan habituales en los enemigos de la Revolución.

Si en Miami demonizan a Haila, en La Habana no le renovamos los contratos a Yasser Porto. Si en La Florida los medios destruyeron discos de Laura Paussini cuando cantó con Gente de Zona en La Habana, aquí secuestran la carátula de un libro de Alina López por indicación de alguien de la instancia partidista que no da la cara.

Alimentar el rencor desde la intolerancia contra el pensamiento diverso y su expresión, jamás va a conducir a una Cuba mejor sino a la polarización de las relaciones entre sus hijos, lo cual es lo más conveniente para nuestros enemigos. La solución a nuestras deficiencias sistémicas no está tanto en si la política del presidente americano de turno, o si tal congresista por La Florida, son más o menos agresivos contra el gobierno y el pueblo cubanos. En un mundo donde el individualismo de unos pocos determina la vida de todos, no es posible la construcción socialista desde la supeditación acrítica de la masa al Partido, o la represión del individuo disidente no por la ilegalidad de sus acciones, sino por la disidencia misma o por el acomodo de la claque burocrática.

¿Cómo superar entonces esa trampa en que la crítica y el disenso interno le sirven al adversario político; y la falta de crítica y de disenso nos inmoviliza, ayuda al oportunista, al deshonesto de modo que, también, beneficia al adversario?

Hay que trabajar en la búsqueda de un consenso que valorice alternativas a la herencia capitalista de aceptación de los aparatos ideológicos del Estado como mecanismos coercitivos. Fomentar el mínimo indispensable de hegemonía cultural, entendida la cultura como sistema y conjunto de valores propios de una sociedad.  De condicionar al individuo según la hegemonía del Partido como ente disciplinario y punitivo de la conducta del sujeto social, hay que pasar a educarnos en la hegemonía de la comprensión mutua donde los aparatos ideológicos del Estado y las instituciones propicien espacios públicos habituales para el ejercicio de la honradez, la bondad, la solidaridad, y la expresión sincera de cada cubano, sea o no militante, tenga o no razón.

Continuar la formación de las nuevas generaciones desde la intransigencia contra cualquier desacuerdo a favor de la infalibilidad de la clase dirigente, no es el camino. El fanatismo acrítico de las consignas solo conduce al anquilosamiento ideológico.  No se neutraliza el odio, con más odio. No se cura el rencor, con más rencor. No se combate la intención enemiga de dividirnos con más exclusiones. Una sociedad futura sin opresión, con todos y para el bien de todos, con respeto a la dignidad plena, solo puede forjarse desde la comprensión de los argumentos del otro y el discernimiento de lo espurio de lo equivocado, la discriminación de lo falso de lo verdadero con la valorización tanto de la inteligencia racional como de la emocional.

Habría que comenzar por cambiar el paradigma instituido de la educación cubana y del denominado “trabajo político-ideológico”. De una enseñanza sustentada en el autoritarismo del profesor, representante irrestricto de la política estatal, a una basada en el intercambio entre iguales.  Lo mismo es aplicable a la relación de los dirigentes con el pueblo.

Llámeme cursi. Hemos de crecer en la hegemonía del amor. “Sólo el amor engendra la maravilla (…) convierte en milagro, el barro”. Deberíamos hacerle caso al poeta.

14 febrero 2020 50 comentarios 453 vistas
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Andar provocando

por Giordan Rodríguez Milanés 11 diciembre 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

La noche de los cristales rotos tuvo una exhaustiva preparación psicosocial sustentada en las plataformas comunicacionales a disposición del poder nazi. La radio, el cine, las representaciones de teatro popular y la gráfica, hábilmente manejados por Joseph Goebbels, maximizan los prejuicios antisemitas a la vez que refuerzan los valores tradicionales del pueblo alemán, y modulan el sentimiento de frustración debido a la derrota en la Gran Guerra.

¿Cómo lo habían logrado los nazis alemanes? ¿Cómo había logrado el metarrelato nacionalsocialista embaucar al pueblo alemán, de tal modo, que los pusieran al borde de la barbarie y redujeran casi a cero cualquier enfoque crítico?

Responder esas preguntas, y generar sus propias aplicaciones, fue el gran cometido de la Mass Communication Ressearch (MCR) que comienza a  ejecutarse en los Estados Unidos a partir de 1940 con fondos estatales asignados a universidades públicas y privadas.  La MCR se sustenta metodológicamente en la aplicación de un modelo mecanicista de estímulo-respuesta, y sobrevalora el papel de los medios respecto a otras variables de orden antropológico y socioeconómico. No obstante, permite a los centros de poder imperialistas acumular y codificar durante décadas, y analizar,   modelar y simular matemáticamente los procedimientos  para la inducción de determinados comportamientos de grupos o comunidades,  con el uso de la inteligencia artificial y el recorte de las distancias comunicativas a través de las redes sociales.

No es por casualidad  que al discurso beligerante de Donald Trump contra el nuevo “eje del mal”  socialista, o sea: Cuba, Venezuela y Nicaragua, se le indexa una  hostilidad psicosocial contra los valores nacionales de sus pueblos. En el caso de Cuba, por ejemplo, una ojeada a las redes sociales nos muestra una diferencia entre cubanos “de la Isla”, que viven “bajo el sometimiento de la tiranía castro-comunista” y los “cubanos del mundo libre”. Los de la Isla, según esta matriz, somos cobardes porque no nos rebelamos contra el régimen, haraganes y acomodaticios porque pretendemos vivir de las remesas que nuestros familiares nos envían desde el “mundo libre”, culturalmente inferiores porque estamos ajenos.

Según esa matriz supremacista, los emigrantes en tránsito hacia los Estados Unidos comienzan a ser criminalizados o asociados a todo tipo de desmanes.  Los médicos colaboradores en Latinoamérica son acusados lo mismo de esclavos, que de agentes desestabilizadores. Estigmatizan a los emprendedores que, debido a las limitaciones no pocas veces absurdas que nuestro gobierno les pone, salen a otras naciones a intentar adquirir lo que necesitan para sus desempeños. Los anti-valores enunciados por la tradición occidental: la impiedad, el irrespeto a la vida, la incompetencia profesional, son común y vulgarmente discriminados en función de la demonización cubana.

Tanto los medios tradicionales como las redes sociales sirven para esa demonización del “cubano en la Isla” o el “cubano procedente de la isla” como un mecanismo  para, primero,  degradar a escala simbólica los valores de la nación a través de los yerros y excesos ciertos o inventados de sus ciudadanos, —yerros y excesos  de cualquier ciudadano en cualquier país del mundo—, y de modo prospectivo justificar el asedio, el acoso económico instrumentado en la Ley Helms Burton, y quién sabe si una agresión directa. Esto no es un problema de las plataformas comunicacionales en sí mismas –como algún trasnochado criollo nos sugiere—, sino por la combinación de la intención hegemónica imperialista y las torpezas, absurdos y abusos, en no pocos casos, de los ideólogos y decisores en la Isla.

Así, por ejemplo, el desamparo jurídico y administrativo en el que el MINREX deja a nuestros emigrantes legales o ilegales, facilita el empeño de esa demonización. Cuando la policía ecuatoriana, en medio de las protestas contra Lenín Moreno, detienen a un cubano en el aeropuerto de Quito bajo la presunción de que estaría monitoreando las actividades del presidente de aquel país,  y el consulado cubano demora varios días en ir a representarlo  y preocuparse por su ciudadano, está alimentando con la desidia  la matriz de que Cuba tiene sembrado  agentes desestabilizadores por toda América Latina. También cuando nuestro gobierno se pronuncia en contra de cualquier injusticia o crueldad contra los emigrantes en tránsito del mundo, y a la vez soslaya a los propios que, ahora mismo, están siendo  abusados y violentados en centros de detenciones norteamericanos, o sobreviven  en condiciones precarias en cualquier país latinoamericano; o cuando el omnipotente jefe de una misión médica chantajea y reprime cualquier expresión crítica o de exigencia de derechos de uno de sus trabajadores, apelando a la retórica ideopolítica para camuflar sus ineficiencias, y el afectado o acata lo que se le ordena, o se le regresa a Cuba. Un fenómeno más frecuente que lo éticamente aceptable que alimenta el mito de la esclavitud de nuestros galenos.

¿Qué no hace una persona que, por las razones que sean, sale en busca de un sueño y lo ponen en la condición límite de una pesadilla? ¿Por qué decidió irse a buscar ese sueño fuera? ¿Solo por aspiración material o también por aspiraciones espirituales asociadas a esos anhelos materiales? ¿Qué responsabilidad tiene nuestro Estado Socialista de Derecho en esa decisión de emigrar?

El sesgo y el reduccionismo semántico propio de los medios tradicionales de comunicación y las redes sociales –que se basa en una adecuación del modo en que neuropsicológicamente convertimos las señales en estímulos, pensamiento y lengua—, se convierte en un arma de destrucción de los valores de una nación, una comunidad humana o determinado estamento, desde los centros de poder imperialistas, con la lamentable complicidad, en nuestro caso, de las propias víctimas y sus representantes. Como si los judíos, con la agudización de la usura y el proselitismo, hubieran facilitado las intenciones de Hitler y Goebbels. Lo cual convertiría a la víctima en victimario a través de la manipulación mediática, la exageración y la diatriba.

11 diciembre 2019 19 comentarios 283 vistas
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