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Economía cubana
Economía

Economía cubana en tiempos de crisis. Indicadores de su magnitud

por Carmelo Mesa Lago 5 enero 2023
escrito por Carmelo Mesa Lago

Las más recientes estadísticas oficiales disponibles de Cuba son las del Anuario Estadístico de 2021 (ONEI, 2022); las cifras macroeconómicas y del sector externo de 2022 no se colgarán en Internet hasta octubre o noviembre de 2023, aunque se dispone de ciertas cifras  ofrecidas por autoridades o expertos cubanos. Para 2023 solo existen algunas metas y proyecciones. Las fuentes de las estadísticas en este ensayo, a menos que se especifique, son los referidos anuarios estadísticos de la ONEI.

Indicadores macroeconómicos

El producto interno bruto (PIB) a precios constantes, que estaba virtualmente estancado desde 2016,1 disminuyó en 0,2% en 2019 y cayó en 10,9% en 2020; el promedio anual del período 2019-2021 fue de -3.3% (Gráfico 1). La caída de 10,9% en 2020 es la mayor después de -14,9% en 1993, el peor año de la crisis de los 90, llamada el Período Especial (Marrero, 2021).

Según la CEPAL (2021a), el descenso cubano de 2020 fue el más fuerte después del venezolano (-30%) y superior al promedio regional de -6,8%. Para 2021, el gobierno cubano fijó una meta de 6%; primero dio un crecimiento de 2% y después lo redujo a 1,3%, mientras que la CEPAL (2021b) estimó 0,5%. La meta oficial para 2022 era de 4%; el Ministerio de Economía y Planificación (MEP, 2022) estimó un aumento del 10,3% en el primer trimestre y de 1,7% en el segundo trimestre, pero la cifra anual fue de 2%, y algunos la juzgan optimista o predicen una caída (Frank, 2022d).2 

Economía cubana

(Fuente: Elaboración del autor basada en ONEI, 2010, 2016, 2022.)

La formación bruta de capital, a precios constantes, declinó de 25% del PIB en 1989 a 16,5% en 2020 y 16,3% en 2021;3 la meta oficial de la formación bruta de capital para mantener un crecimiento adecuado se ha fijado en 25%, pero no se ha alcanzado desde 1989. La inversión a precios constantes declinó -1% en 2019 y -5,9% en 2020 (Cuba Standard, 2022). El déficit fiscal en 2021 fue de 17,7% del PIB, el mayor desde los años 90, pero descendió a 12% en 2021, aunque está afectado por la inflación.

Hay varias cifras sobre la inflación en 2021: el gobierno dio inicialmente una inflación de 60% para el comercio minorista, pero Murillo (2021) afirma que «ese 60% no pega con lo que la gente está viviendo [con] precios siete, diez veces más grandes». Por otra parte, el deflactor del PIB es de 401% (ONEI, 2022, cuadro 5.6). Un experto  estima la inflación entre 270% y 470% (Luis, 2021) y un informe británico la calcula en 740% (EIR, 2022), las tres últimas mayores que la de los años 90s.

Según Gil (2023c), entre enero y octubre de 2022 la inflación «ronda el 29%», una reducción substancial aunque el ministro afirma que no han funcionado las medidas tomadas para «detener el crecimiento desmedido e irracional de los precios». La liquidez monetaria en manos de la población (M-2) superaba al valor del PIB en 2019 y en 2020 creció a 120,4% del PIB, algo que no ocurría desde los años 90; según Murillo, el Estado tiene que recoger un 92% del excedente por medio de ventas, pero solo recoge 67% y eso alimenta la inflación (citado por Figueredo y otros, 2021); el año 2021 está distorsionado por la inflación.

Con dicho excedente medido en pesos nacionales (CUP)4 virtualmente no hay nada que comprar, para ello se necesitan dólares siempre que estén depositados en bancos que emiten una tarjeta magnética para comprar en las tiendas en divisas, o se tengan euros u otra moneda dura; la gran mayoría de los cubanos no tiene acceso a dichas divisas.

En 10 de junio de 2021, el gobierno prohibió el depósito en dólares en los bancos, dando un plazo de once días para hacerlo con los dólares atesorados por la población (Mesa-Lago, 2021b). El valor del dólar en el mercado informal se ha depreciado: en 2021 el oficial de 24 a 100; en 2022 el gobierno aumentó el cambio de 24 a 110 y en el mercado informal subió a 175 el 8 de diciembre (El Toque, 2022a).

Producción física

El índice de producción industrial, que se recuperó parcialmente entre  2013 y 2018, disminuyó a 54,8% en 2021, 45,2% menor al nivel de 1989 (Gráfico 2). En 1989-2021, la elaboración de productos alimenticios menguó a la mitad, la industria azucarera cayó en 89%, la producción textil en 96% y los fertilizantes en 98%.

Economía cubana

(Fuente: Elaboración propia basado en CCE, 1991; ONEI 1995 a 2022)

Las tasas del PIB por clase de actividad económica (agropecuaria, azúcar y pesca) en 2016-2021 se muestran en el Cuadro 1: la tasa promedio anual de crecimiento del  sector agropecuario descendió en -7,7%, la del sector azucarero en – 9,1% y la de  pesca y mariscos en -5,4%.

Años Sector agropecuario Sector azucarero Sector pesca y mariscos
2016 0,5 -19,4 -1,6
2017 -1,5 19.7 0,3
2018 2,6 -43,7 3,8
2019 -10,9 31,5 -11,7
2020 -23,5 -11,0 -3,5
2021 -13,3 -31,8 -8,3
Promedio – 7,7 -9,1 -5,4

Cuadro 1: Tasas anuales y promedio del PIB en los sectores agropecuario, azucarero y pesquero, 2016-2021 (en porcentajes). (Fuente: Elaboración del autor basado en ONEI, 2019 y 2022)

De un total de trece productos claves agropecuarios y pescados/mariscos en 2021, ocho estaban bajo el nivel de 1989 y todos eran inferiores a cimas de producción previas (Cuadro 2). En 2022 no se cumplió el plan de producción de alimentos, como arroz, frijoles, viandas, carne y huevos (Gil, 2022c).

En 2021-2022, la zafra azucarera fue  de apenas 474.000 toneladas (comparada con alrededor de 8 millones en los años 80), la más baja en la historia (Álvarez Quiñones, 2022). De esa suma, 600.000 toneladas deben ir al consumo interno y 400.000 han de ser exportadas a China, por lo que Cuba tuvo que importar azúcar de Brasil para cumplir con China y cubrir el consumo nacional.

La meta para la zafra de 2022-2023 es de 455.200 toneladas, 4% menor a la anterior debido al cierre de ingenios, escasez de petróleo y falta de insumos y personal, por lo cual se dedicará únicamente al consumo (Frank, 2022c); se planean exportaciones de solo 90.000 toneladas, de modo que tampoco se cumpliría la obligación con China (Gil, 2022b).

Productos

1989 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021
Tubérculos 681 1.565 1.515 1.445 1.452 1.580 1.671 1.743 1.843 1.828 1.801 1.702 1.269 1.250
Plátanos 291 670 735 835 885 658 836 890 1.016 1.015 961 1.036 859 860
Hortalizas 610 2.540 2.141 2.200 2.112 2.406 2.499 2.424 2.285 2.483 2.454 2.183 1.698 1.713
Arroz 536 564 454 566 644 673 585 418 514 404 461 426 266 227a
Maíz 471 327 324 354 360 426 429 363 404 373 346 276 257 238a
Frijoles 14 111 80 133 127 129 135 117 136 132 162 128 66 57
Cítricos 825 418 345 264 204 167 97 115 119 98 71 70 43 37 a
Otras frutas 219 748 762 817 964 925 884 943 944 926 861 1094 863 770
Tabaco hoja 42d 25 20 20 19 24 19 24 19 31 30 28 26 22a
Leche de vaca 924 600 630 600 604 589 588 495 613 536 577 512 453 374a
Huevos b 2,523 2.427 2.430 2.620 2.512 2.656 2.572 2.321 2.419 2.535 2.778 2.528 2.356 2.158a
Ganado vacunoc 4.919 3.893 3.992 4.059 4.084 4.092 4.134 4.045 4.014 3.866 3.808 3.817 3.752 3.657a
Pescado/marisco 192e 65 55 49 48 51 56 57 52 52 51 45 46

40a

Cuadro 2: Producción agropecuaria-pesquera en Cuba, 1989, 2009 a 2021 (miles toneladas métricas). (Fuente: Elaboración del autor basado en CEE, 1991, ONEI, 2010 a 2022; Mesa-Lago, 2000 para cifras anteriores a 1989)

Nota: La cima de producción marcada en negrita.  a Nivel en 2021 por debajo del nivel de 1989. b Miles de millones. c Miles de cabezas, la cima fue de 6,8 millones en 1967. d La cima fue de 55.000 toneladas en 1981.  e La cima fue de 244.000 toneladas en 1986.

De un total de once productos manufacturados clave en 2020-2021, cuatro estaban bajo el nivel de 1989 y los niveles de todos eran inferiores a las cimas de producción previas (Cuadro 3). La extracción de petróleo mermó en 23% entre 2010 y 2020, y la de gas natural declinó en 47%  durante la etapa 2015-2021. El enorme  incendio en la planta de almacenamiento de combustible en Matanzas en 2022 destruyó 40% del principal tanque de almacenamiento, dañó el único puerto para súper-tanqueros y quemó 75,000 m2 de gas, una pérdida de US$10.000 millones; lo cual aumentó la dependencia cubana  a la energía importada (60% de sus necesidades, antes era 50%).

Las importaciones venezolanas de combustible, que alcanzaron una cima de 115.000 barriles diarios en 2015, mermaron a 56.610 barriles en el primer semestre de 20225 (Rodríguez, 2022b), mientras que el precio del petróleo se disparó a una cima de US$110 por barril en marzo de 2022 (Statista, 2022).

La generación de electricidad disminuyó en 16,4% en 2016-2021, lo cual obligó a contratar cinco plantas flotantes turcas, ancladas en las bahías de La Habana, Mariel y Santiago para aumentar la capacidad de generación eléctrica. Además, averías y paralizaciones de las principales plantas generadoras (Rodríguez, 2022b) provocaron que la producción de energía eléctrica en 2022 fuese de solo 2.420 GWh, 86% inferior a la de 2021 y 12% del plan de 20.168 GWH (Gil, 2022a). Estos factores han suscitado el retorno de los «apagones» eléctricos de siete a dieciocho horas diarias (Frank, 2022b), como ocurrió en la crisis de los 90.

La planta termoeléctrica más moderna, en Cienfuegos, que consiste en un grupo de aparatos generadores coordinados con apenas cuatro años de operación, trabaja a menos de la mitad de su capacidad instalada, y para llegar al 50% se han enviado  sus motores a Alemania para recibir mantenimiento; también se necesitan piezas de repuesto en otras plantas, pero aun en el escenario más favorable, la recuperación del Sistema Eléctrico Nacional será limitada y paulatina (Martínez Molina, 2022). Según estimados de Piñón (2022), el costo de reconstruir la capacidad de generación de electricidad costará US$1.748 millones.

Productos 1989 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021
Petróleo 718 2.905 3.003 2.731 3.025 3.012 2.998 2.897 2.905 2.822 2.619 2.522 2,462 2,372 2.320
Gas natural a 34 1.218 1.161 1.155 1.072 1.019 1.034 1.066 1.200 1.245 1.185 1.051 970 951 895 652
Níquel 47 73 70 70 70 72 68 55 52 54 53 53 52 49 50
Azúcar 8.121 1.193 1.445 1.388 1.164 1.242 1.454 1.568 1.633 1.924 1.501 1.581 1.233 1,211 1.110f
Acero 314 262 274 266 277 282 277 267 258 221 205 210 188 126 66 42f
Cemento 3.579 1.805 1.707 1,626 1.631 1.731 1.824 1.659 1.579 1.517 1.493 1.430 1.590 1.335 1.015 817f
Electricidad b 15,4 17,6 17,7 17,7 17,4 17,8 18,4 19,1 19,4 20,3 20,4 20,6 20,8 20,7 19,0 17,9
Textiles c 220 24 29 28 25 25 28 34 45 55 55 39 17 24 30 16f
Fertilizantes 898 22 40 9 22 39 30 21 32 44 57 72 43 34 2 8f
Puros d 308 412 386 375 376 392 392 411 423 412 426 417 280 435 376 332
Medicamentos e 78 397 607 639 770 712 713 868 1.338 1.435 1.219 1.240 1.192 1.244

Cuadro 3: Producción minera y manufacturera en Cuba, 1989 y 2007-2021 (miles de toneladas métricas). (Fuente: Elaboración del autor basada en CCE, 1991; ONEI, 2008, 2012, 2017, 2022)

NOTA: Las cifras en negrita indican la cima en la producción. a Millones de metros cúbicos.  b Miles de giga vatios horas. c Millones de metros cuadrados. d Millones de unidades. e Miles de millones de pesos. f Nivel de producción inferior al de 1989

Entre 1989 y 2020-2021 la producción manufacturera declinó como sigue: la de fertilizantes -99%, la de acero -87%, la de azúcar cruda y la de textiles -86%, y la de cemento -77%. La producción de níquel  alcanzó su cima en 2007 y había mermado 32% en 2020 (no se han publicado las cifras de 2021). Las producciones de electricidad, puros y medicamentos también crecieron hasta una cúspide y después declinaron respectivamente en 14%, 22% y 17%. ONEI (2022) interrumpió las cifras de producción de medicamentos en 2019 (ese año, la exportación de dichos productos cayó en 35%) y dejó de publicarlos en 2021, lo cual probablemente implica descensos mayores. Las mermas en azúcar y níquel impidieron tomar ventaja de las considerables alzas de sus precios en el mercado mundial.

Un punto importante es que la producción agropecuaria y manufacturera cayó virtualmente en todos los productos al menos desde 2016 (en alrededor de la mitad desde 1989 o antes de 2016), por lo que esto no puede achacarse al endurecimiento del embargo ni a Covid-19, se ha debido a factores estructurales, principalmente el ineficiente sistema económico.

Comercio exterior 

El valor de las exportaciones en 2021  fue 67% menor que en 1989 y 63% inferior a 2013,  por su parte, las importaciones eran 5% más que en 1989 pero 43% menores que en 2013; por ello, el déficit en la balanza comercial de bienes creció 218% entre 1989 y 2021. Debido al declive de la producción agropecuaria, la proporción de las importaciones de alimentos creció de 17% de la importación total en 2018 a 23% en 2021, un evidente aumento de la dependencia alimentaria externa (Nova, 2022). Lo anterior ratifica la afirmación que hice al enunciar las causas de la crisis, de que Cuba ha sido incapaz de financiar sus importaciones de bienes con sus propias exportaciones.

El intercambio comercial de bienes con Venezuela se contrajo en 84% entre 2012 y 2021 (de US$8.563  a US$1.349 millones): las exportaciones cubanas menguaron 96%, mientras  las importaciones de Venezuela (mayormente petróleo) mermaron 80%. En todo el período ocurrió un déficit en el comercio con  esa nación, porque las exportaciones de la Isla fueron un fragmento mínimo de las importaciones venezolanas (Spadoni, 2022; ONEI, 2013 y 2022).

Economía cubana

El intercambio comercial de bienes con Venezuela se contrajo en 84% entre 2012 y 2021. (Foto: Notimex)

Por su parte, el intercambio comercial de bienes con Rusia aumentó 14% entre 2019 y 2021 (con una caída en 2020), pero arrojó un déficit desfavorable para la Isla (las importaciones de Rusia fueron 99,2% del intercambio total y las exportaciones de Cuba solo el 0,8%). Entre 2016 y 2021 Rusia ascendió del decimocuarto6 al quinto socio comercial de Cuba, pero principalmente por la caída en el intercambio comercial de Cuba con otros países (ONEI, 2022).  

El Cuadro 4 es una estimación del balance del comercio de bienes y servicios de Cuba en 2007-2021, basado en estadísticas de ONEI procedentes de varios cuadros; en dos casos, las cifras del saldo de bienes y servicios no concuerdan (aunque es una suma pequeña) lo que se debe al uso de diversas fuentes.

Nótese que en 2021 todas las cifras se incrementan de manera notable, por causa de la gran inflación mundial en ese año. El cuadro muestra que hubo un saldo negativo de bienes en todo el período, mientras que ocurrió un excedente del saldo positivo de servicios, que no solo compensó el déficit de bienes sino que lo excedió, pero con una tendencia decreciente a partir de 2014 (caída a un quinto entre 2014 y 2020).

En 2021, el antiguo excedente se convirtió en un déficit substancial (54.176 millones de pesos equivalentes a US$2.257 millones al cambio oficial), por vez primera en todo el período. Esto se debió a la caída en la compra de servicios profesionales cubanos, y asimismo respecto a los ingresos por el turismo y las remesas. El referido déficit explica por qué Cuba tuvo que suspender el pago de la deuda externa a fines de 2020 y las dificultades para pagar a acreedores, suministradores y  bancos.

Economía cubana

Cuadro 4: Balance de bienes y servicios en Cuba, 2007 a 2021 (millones de pesos a precios corrientes). (Fuente: Elaboración propia basada en ONEI, 2008 a 2022)

Exportaciones de servicios cubanos

Este rubro constituye el primer ingreso en divisas del país y ONEI publicó por primera vez las estadísticas en el Anuario de 2018. El total, en miles de millones de US dólares, fue como sigue: 11.355 en 2018; 9.867 en 2019; 6.880 en 2020 y 5.845 en 2021. Puede verse que disminuyeron  49% en el período, lo que concuerda con el déficit ya explicado en el balance comercial de bienes y servicios (Cuadro 4).

Del total de servicios, se desglosan dos componentes: servicios de salud y educación (ellos representan 77% del total en 2021); la combinación de ambos decreció  32% en el período. El autor ha hecho cálculos que indican una caída en la venta de estos servicios profesionales en un 43% entre 2013 y 2020 (Mesa-Lago y Vidal, 2019, actualizado con ONEI, 2020 a 2022). La causa fue el recorte en la compra de servicios por Venezuela, así como la salida de médicos de Bolivia, Brasil, Ecuador y El Salvador por cambios en sus gobiernos.

Remesas externas

Las remesas externas en efectivo (segundo ingreso en divisas), alcanzaron su cima en 2019, pero decrecieron  37% en 2020 y un 54% adicional en 2021, para una caída combinada de 71% (Gráfico 3). Las causas de tal descenso fueron: la pandemia, que redujo los vuelos y viajes de mulas que llevaban dinero a familiares, o para su venta en el mercado informal; las sanciones de Trump ya explicadas, y la crisis económica de 2020 que mermó el poder adquisitivo de los remitentes, especialmente cubano-americanos.

Las medidas de Biden para restablecer los vuelos, con el consiguiente regreso de las mulas, así como permitir envíos de remesas por plataformas digitales (lo cual parece haber aumentado la independencia de los remitentes respecto a Fincimex), ha resultado en un incremento de las remesas: para 2022 se habían recibido US$1.200 millones, 11% más que en todo 2021, y se proyecta que el total será de US$2.000 millones, aun así por debajo del nivel de 2020 (Morales, 2022a).

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(Fuente: Elaboración del autor basada en Morales, 2020, 2022a)

Turismo

Este era la tercera fuente de divisas hasta 2019. El Cuadro 5 muestra que el número de turistas se expandió diecisiete veces entre 1989 y 2018. La apertura bajo Obama impulsó el número de visitantes en 2015 (Mesa-Lago, 2020) y dicho boom continuó con Trump en 2016-2019, pero mermó 75% en 2020 y otro 67% en 2021 (un total combinado de -92% en 1918-2021) de manera que en 2021 era solo 31% superior a 1989 (ONEI, 2021). Las causas de este declive han sido varias, entre ellas la pandemia, las medidas de Trump y la baja calidad de los servicios (Mesa-Lago y Svejnar, 2020).

La distribución de los turistas por nación emisora en 2017-2020 fue aproximadamente: Canadá, cubanos en el exterior, EE.UU., Francia, Alemania, Italia y España. Sin embargo, Rusia que ocupaba el décimo lugar en 2017, ascendió al primero  en 2021 y llegó a constituir el 41% del total, principalmente por el descenso en los otros países emisores.

Había grandes esperanzas de que aumentase el turismo ruso, pero la guerra en Ucrania provocó una disminución de su participación a 3,5% en 2022. La meta  de turistas a que se aspiraba en 2022 era de 2,5 millones, pero a fines de noviembre solo habían arribado 1.377.191, y se ha reconocido que no se logrará dicha  cifra (MINTUR, 2022; Perelló, 2022).

La cima del ingreso bruto por turismo fue de US$3.186 millones en 2017, pero descendió un 87%, a US$404 millones, en 2021. En 2019 se informó que por cada dólar de ingreso generado por el turismo, se requerían 60 centavos de importaciones (Gil, 2019), o sea,  el ingreso neto era solo  40% del ingreso bruto. En 2018 el ingreso fue de US$1.081 millones (alrededor del 1% del PIB), similar al valor combinado de las exportaciones de níquel y azúcar en ese año. Si se asume que el número de turistas en 2022 será de 1,6 millones y que gastarán un promedio similar a 2021, el ingreso bruto sería de US$1.816 millones y el neto de US$726 millones.

El número de habitaciones hoteleras casi se duplicó en 2007-2021, pero la tasa de ocupación cayó de 61% a 12% en el período; sin embargo, se planean para 2023 diez hoteles con 3.147 nuevas habitaciones (Gil, 2022c). Lo anterior cuestiona la inversión de 24% del total en turismo en 2022 (principalmente en construcción de hoteles), cuando hay sectores como la agricultura y la energética, esenciales para el bienestar del pueblo, que demandan grandes inversiones (Rodríguez, 2022b).

Indicadores 1989 2007 2008 2010 2012 2014 2016 2017 2018 2019 2020 2021
Visitantes (miles) 270 2.152 2.348 2.532 2.841 3.006 4.036 4.654 4.712 4.276 1.085 356
Ingreso bruto (millones US$)a 168 2.236 2.347 2.218 2,613 2.367 2.907 3.186 2.703 2.596 1.137 404
Habitaciones (miles) 21.4 47.3 49.1 65.0 65.3 66.1 67.0 73.5 84.2 91.7 75.7 81.3
Tasa de ocupación (%) 60,9 60,1 57,1 58,2 58,6 61,5 56,9 49,5 48,2 23,1 12,7
Promedio de gasto por turista US$ 622 1.039 999 876 920 787 720 684 573 607 1.047 1.134

Cuadro 5: Indicadores del Turismo Internacional, 1989 y 2007-2021. (Fuente: Elaboración del autor basado en 1989 de CCE, 1991; 2007 a 2021 de ONEI, 2008, 2019, 2022)

a Sin substraer el valor de las importaciones para el sector; el ingreso neto (substrayendo dichas importaciones) se estimó en 2018 como 40% del ingreso bruto, basado en la cifra oficial de 60% de importaciones para el turismo.

Inversión Extranjera Directa (IED)

A pesar de su importancia, la ONEI no publica una serie estadística de la IED que muestre su monto y contribución a la economía, un vacío notable que no ayuda a los inversores extranjeros. Solo se informa de manera esporádica por las autoridades sobre los nuevos negocios  creados, pero las cifras se refieren a cosas diversas y no son siempre comparables. Así, pueden ser en general (el total en la Isla) o en la Zona de Desarrollo Económico del Mariel (ZDEM) en particular. También hay tres conceptos con diferentes grados de realismo: intenciones de inversión, compromisos firmados en negociación e inversión materializada (la última es la más realista).

La meta oficial de una IED anual de US$2.500 millones para lograr un crecimiento del PIB de 5% nunca se ha cumplido. Para el período 2014-2017, el autor estimó que la inversión materializada promedió anualmente US$500 millones, o sea, un quinto de la meta (Mesa-Lago y Svejnar, 2020). Se cree que la IED sufrió fuertemente debido al recrudecimiento del embargo y la implementación por Trump del Título III ya explicado, pero no hay estadísticas.

Un nuevo estimado de la IED (no está claro cuál de los tres conceptos referidos) en 2014-2021, muestra un aumento hasta 2018 y después un declive, para un promedio anual de US$680 millones o 27% de la meta (EIU, 2022; Spadoni, 2022). Entre 2020 y 2021 se aprobaron  cuarenta y siete nuevos negocios, pero solo se habían constituido veinticinco (Rodríguez, 2022b).7 

En una visita a la ZDEM en julio de 2022, Raúl Castro y otros funcionarios anunciaron que de sesenta y dos negocios aprobados entre 2013 y 2022, cincuenta y seis estaban operando con US$3.000 millones comprometidos pero solo US$1.000 millones materializados, o sea, un promedio anual de US$100 en el período («Cuba has approved…», 2022). En agosto de 2022 se aprobaron medidas para estimular la IED: capital extranjero en las microempresas, en comercio al por mayor (parcial o totalmente de propiedad foránea) y en el comercio minorista.

Economía cubana

Zona Especial de Desarrollo Mariel.

En la visita de Díaz-Canel a China en noviembre de 2022, aquel firmó doce acuerdos con Xi Jinping, pero ninguno es de financiamiento de inversión. Dos de los acuerdos son políticos: consultas entre los ministerios de relaciones exteriores de ambos países, y coordinación entre sus partidos comunistas. Tres acuerdos son económicos pero sin concretar en qué consisten: cooperación para la implementación de la Iniciativa China de la Franja y la Ruta de la Seda; fortalecimiento de la cooperación económica y comercial; y cooperación entre el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de Cuba y su homólogo chino.

Por último, hay siete «donativos» pero no se dice su cuantía: uno es en efectivo de emergencia y otro es el envío de medicamentos, insumos médicos y alimentos (en ese orden). Los restantes cinco son para proyectos de poca monta, tales como: materias primas para uniformes escolares y ropa de trabajo; sistema de telepresencia en la nube de Biocubafarma; utensilios de cocina; sistema de identidad nacional de personas naturales y supervisión de redes inalámbricas; y laboratorio forense de datos (Martínez, 2022). El hecho que no se haya revelado el monto total de estos donativos sugiere que la suma no es  substancial.

Deuda externa y reservas internacionales 

La ONEI no publica la deuda externa total de Cuba, solo la «deuda corriente» («activa» o negociada) que aumentó 69% entre 2008 y 2019 — último año publicado—, de US$11.600 millones a US$19.618 millones, a pesar de una condonación de 81% de la deuda (Spadoni, 2022; Cuadro 6). Del total, US$10.000 millones es la deuda renegociada, y además hay $1.462 millones de deuda bancaria y US$7.402 millones adeudados a proveedores, los dos principales son empresas chinas y españolas (primer y tercer socios comerciales de Cuba).

China era el principal suministrador de insumos para la industria farmacéutica  insular y suspendió esas exportaciones, lo que provocó la caída ya explicada de la producción y exportación de medicamentos cubanos. Esto repercute adversamente en la población.

Países acreedores Deuda total Deuda condonada % Deuda remanente %
Deuda reestructurada
Rusia 30.000b 27.000 90.0 3.000 10.0
Club de París a 11.084 8.484 76.5 2.600 23.5
China 6.000 2.830 47.2 3.170 52.8
Japón 1.750 1.400 80.0 350 20.0
México 500 350 70.0 150 30.0
Sub-total 49.334 40.064 81.2 9.270c 18.8
Deuda pendiente
Venezuela 11.367 11.367 100.0
Argentina 8.000 8.000 100.0
Brasil 1.150 1.150 100.0
Subtotal 20.517 20.517 100.0
TOTAL 69.851 29.787 42.6

Cuadro 6: Estimados gruesos de la Deuda Externa Total de Cuba, 2019-2020 (millones U.S. dólares). (Fuente: Elaboración del autor basada en Frank, 2013, 2015; Rapoza, 2019; Mesa-Lago y Svejnar, 2020; Morales, 2022b; Spadoni, 2022.)

a Catorce países. b Dependiendo de la tasa de cambio que se use, el rango va de US$ 25.000 a US$ 35.000 millones, se ha usado el punto medio. c Esta suma es muy similar a la cifra de la deuda negociada de US$10.754 millones publicada por ONEI para 2019; la diferencia puede surgir de una sobreestimación de la deuda condonada, o de deudas reestructuradas de las que se carece de información.

En 2015 Cuba firmó un acuerdo con catorce de los veinte miembros del Club de París para reestructurar la deuda acumulada de US$11.100 millones, y se le condonó el 76.5%. El resto,  US$2.611 millones, debe pagarse en dieciocho años (hasta 2033), con una tasa de interés creciente (los catorce países han renegociado su deuda con Cuba de forma bilateral).

La Isla hizo los pagos en 2016-2018, pero falló en el de US$80 millones en octubre de 2019, por lo que incurrió en una sanción de 9% de interés sobre el saldo. El gobierno cubano solicitó postergar los pagos en 2021 para reiniciarlos en 2022, pero solo logró posponer los pagos de 2020. También incumplió el pago de la deuda renegociada con Rusia y China y ambos  difirieron su pago hasta 2027, pero cargando intereses (Rodríguez, 2022b). China redujo sus exportaciones totales a Cuba en 58% en 2015-2021, mientras que Rusia suspendió cincuenta proyectos de inversión; además, la guerra en Ucrania ha reducido la capacidad rusa para ayudar a Cuba.8

Economía cubana

La deuda con Venezuela, similar a la tenida con el Club de París, no se está cobrando por el gobierno de Maduro. La contraída con Argentina se originó  a partir de dos préstamos, en 1973 y 1985, por un total de US$2.400 millones y se estima que, considerando intereses y sanciones, el total debe ser  US$8.000, y los gobiernos de izquierda no han exigido su pago. La deuda original con Brasil era de US$682 millones, sin embargo, ha crecido con los intereses; en 2018 Cuba no  efectuó el pago de US$17 millones y solicitó una restructuración, pero el gobierno de derecha de Bolsonaro la rechazó. Se supone que Lula estará en mejor disposición. Según se informa,  el incumplimiento de pagos se ha recrudecido en 2021 y 2022 (Rodríguez, 2022b).

Las reservas internacionales, aunque no se publican, deben estar a muy bajo nivel o virtualmente exhaustas debido a la crisis económica. Por ello prácticamente no hay recursos para enfrentar el aumento de los costos de importación, y esta escasez limita el espacio de las políticas fiscales. Por último, Cuba carece de un prestamista de último recurso que pudiese ayudarla financieramente en la unificación, al no pertenecer al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Inter-Americano de Desarrollo.

***

1: Nótese también que el promedio anual de crecimiento del PIB en 2009-2018 (bajo Raúl Castro), fue de 2,1%, lo que dejó una economía maltrecha a Díaz-Canel.

2: La CEPAL (2022b) ha reproducido el estimado oficial de Cuba de 2% de crecimiento en 2022; esta cifra coloca a la isla en el tercer lugar inferior entre 33 países de América Latina y el Caribe y también por debajo del promedio regional de 3,7%.

3: A precios corrientes las cifras respectivas fueron de 9,9% en 2020 y 23,8% en 2021, la última refleja el impacto inflacionario.

4: Antes de la unificación monetaria en enero de 2021 había dos monedas: el CUP y el CUC (“peso convertible”, pero que no se tranzaba en el mercado internacional); un CUC equivalía a 24 CUP y era similar al dólar estadounidense. La unificación eliminó el CUC y devaluó el CUP en 2.300% (Vidal, 2021).

5: En octubre de  de 2022 se reportó una exportación de 57.000 barriles, cifra similar al promedio (Piñón, 2022).

6: En 2016 el intercambio comercial de Cuba con los EE.UU. fue mayor que el intercambio con Rusia.

7: En 2022 solo hubo seis intenciones de inversión, de las que apenas cinco proyectos se encuentran en fase de negociación (Gil, 2022c).

8: Rusia ha enviado a Cuba alimentos y ayuda humanitaria, el último en 2021; en una conversación telefónica entre Díaz-Canel y Putin en enero de 2022, Putin prometió reforzar la cooperación estratégica con Cuba, pero las promesas en el pasado de inversión rusa han tomado mucho en materializarse. Además, las fuerzas armadas cubanas dependen fuertemente del envejecido equipo soviético y del mantenimiento y apoyo técnico de Rusia, pero la guerra en Ucrania ha demostrado la baja calidad de estos, a la par que ha debilitado a Rusia (Frank, 2022a).

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Referencias bibliográficas

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Podría interesarle leer: La economía de Cuba en tiempos de crisis. Causas del problema.

5 enero 2023 14 comentarios
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Anales
Economía

Anales y tribulaciones del sector externo cubano

por Mario Valdés Navia 21 diciembre 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Desde la época colonial la economía cubana ha sido de las llamadas abiertas, aquellas donde una parte fundamental del PIB se realiza en el exterior del país. Este rasgo, típico de economías modernas, suele volverse tóxico en los países dependientes, que actúan como suministradores de productos básicos o intermedios para el mercado mundial y quedan a merced de sus avatares.

Al triunfo de la Revolución, tal modelo exportador trató de ser sustituido por otro, industrializado y diversificado. Como parte de esa aspiración, y en medio del establecimiento de un socialismo estatizado, se instauró el monopolio estatal del comercio exterior (1960). Aunque anunciado como vital para el enfrentamiento con EE.UU., que inició precisamente en el ámbito comercial, era este un rasgo típico de los regímenes de socialismo estatizado y burocrático.

Se ignoró que el monopolio estatal no funcionó ni en la Colonia, donde los intentos por imponerlo —Puerto Único, Estanco del Tabaco, Real Compañía de Comercio de La Habana…— fueron ampliamente repudiados y burlados por los criollos mediante el comercio de rescate, o contrabando. A mediados del siglo XVIII, el gobierno colonial concluyó que su negocio no era el monopolio comercial, sino el cobro de impuestos, especialmente los de aduana, devenidos fuente principal del erario imperial.

Si en este mundo globalizado las economías suelen encadenarse en amplias cadenas internacionales de valor: ¿es positivo o negativo que Cuba sea un país de economía abierta? ¿Cómo repercute el monopolio estatal del comercio exterior en la eficacia del sector externo? ¿Acaso tenemos en perspectiva un promisorio sector interno que sustituya los ingresos del externo? ¿O es que no tenemos ninguno de los dos?  

-I-

Los avatares del sector externo fueron jalonando el camino de la Revolución Cubana. En 1960 se firmó el primer convenio comercial con la URSS. Este incluía la venta de 425 000 Tn de azúcar y un millón durante los cuatro años siguientes, así como la compra de petróleo, tecnologías y otros bienes. Cuando Eisenhower redujo 700 000 tons de la cuota azucarera asignada —primera sanción económica a la Isla rebelde—, la URSS le ofreció comprar todo el azúcar dejada de adquirir por los norteamericanos y suministrarle a su vez todo el petróleo que necesitase.

En octubre de 1960 el presidente de Estados Unidos decretó el embargo al prohibir las exportaciones a Cuba, excepto comida y medicamentos. Por esos días la Isla se retiró del Banco Mundial al considerar que la política de dicho organismo no era efectiva para el desarrollo y expansión de su economía, y que era encauzada «de acuerdo a un plan definido».

La imposición del plan al mercado llevó a la creación del Ministerio de Comercio Exterior (1961), que monopolizaría todas las acciones de exportación e importación del país desde esa fecha.

Anales

Durante los debates de los años sesenta entre diferentes modelos de gestión —Financiamiento presupuestario, Cálculo económico, Registro económico—, nunca fue cuestionado el monopolio estatal del comercio exterior. Ni siquiera cuando se disolvió el Ministerio de Hacienda, se redujeron las funciones del Banco y eliminaron los cobros y pagos entre empresas estatales (1965) y se abandonaron las transacciones comerciales con el extranjero.

De hecho, cuando las tensiones Cuba-URSS llegaron al tope (1967), Moscú no dudó en aplicar sanciones comerciales al reducir significativamente sus envíos de petróleo para presionar a la Isla a moderar el apoyo a las guerrillas en América Latina, perjudicial estrategia para su anhelada coexistencia pacífica. No obstante, a partir del segundo semestre de 1968, Cuba se integraría paulatinamente al bloque soviético y los suministros se normalizarían.

En 1972 la Isla ingresa al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y trata de insertarse en ramas industriales de alto valor agregado. Sin embargo, su aspiración quedó truncada al convertirse en la proveedora de azúcar, cítricos y níquel del grupo a cambio de un tropel de bienes y servicios que la ataron al mercado socialista como no lo estuviera nunca a España o los EE.UU. Tras una década de sacrificios del pueblo para diversificar e industrializar el país, se consolidaban aún más los tres monos (productor, exportador e importador) como rasgo esencial del sector externo cubano.   

A partir de 1980, los soviéticos iniciaron una generosa y controvertida práctica, inédita en los anales del comercio mundial: pagar a Cuba en USD por todo el petróleo que la isla pudiese «ahorrar» respecto a lo convenido. El combustible se enviaba directamente a terceros países y los ingresos eran registrados como exportaciones cubanas de petróleo. Estas excedieron los dos millones de toneladas anuales, representaron más de la tercera parte de los ingresos en MLC del país y fueron decisivas en la positiva balanza de pagos insular de aquellos años.

El comercio exterior cubano sufriría dos fuertes impactos en 1986. Primero, los soviéticos rebajaron de manera inconsulta los precios de compra del azúcar, lo cual violaba el acuerdo de 1976 que mantenía constantes los términos de intercambio mediante precios resbalantes.

Segundo, naufragaron las negociaciones con el Club de París, que insistía en imponer un recetario neoliberal y Cuba no siguió pagándole la deuda, situación que no se resolvió hasta las negociaciones del 2015. Esos factores influyeron en que la economía no creciera entre 1986 y 1990 y tuviera que abrirse al turismo en busca de otras fuentes de ingreso.

La situación empeoraría aún más cuando Gorbachov, durante su visita a Cuba en 1989, anunciara el fin de las subvenciones comerciales soviéticas —estimadas en 6 000 millones USD (MUSD) anuales; más de 100 000 millones de rublos en treinta años— para 1991. En ese año, las exportaciones cubanas a CCCP representaron el 38% de las de 1989, y el PIB cayó alrededor de un 25%.

A fines de 1992 la caída era tal, que el intercambio comercial disminuyó 70% respecto a 1989 (algo más de 8 000 MUSD importados en 1989, se redujeron a 2200); el PIB descendió un 24% y el uso de la capacidad industrial un 30%. Al desaparecer la URSS, Cuba perdió su fuente de combustible y se vio obligada a comprarlo a las petroleras internacionales a precios onerosos. Por si fuera poco, a fines de 1993 la Ley Torricelli prohibió el comercio con las subsidiarias norteamericanas. En consecuencia, este bajó, de 725 MUSD en 1991, a 1,5 al cierre del 92.

Aunque el monopolio estatal del comercio exterior fue mantenido en la reforma constitucional de 1992, a partir de las medidas descentralizadoras iniciadas en pos de paliar la crisis del Período Especial se flexibilizaron las posibilidades de operar internacionalmente para diferentes sujetos económicos. El repunte percibido hasta 1999 se sustentó en esta política de mayor autonomía en la gestión internacional, no solo para las nuevas asociaciones internacionales y empresas mixtas, sino también para empresas estatales, centros de investigación y universidades.

No obstante, desde que en 1999 Chávez alcanzara el poder en Venezuela, se  apuntó una contumaz involución en Cuba en el ámbito comercial externo. Las asociaciones mixtas fueron limitadas, descartados los negocios inmobiliarios extranjeros y reducido el número de empresas cubanas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior. A partir de aquí, proliferaron nuevamente las medidas centralizadoras.

Anales

Desde que en 1999 Chávez alcanzara el poder en Venezuela, se  apuntó una contumaz involución en Cuba en el ámbito comercial externo. (Foto: La Tercera)

Todo ello ocurrió a pesar de que, en el año 2000, Clinton aprobó la Ley de Reforma a las sanciones comerciales y ampliación de las exportaciones, para permitir excepcionalmente la venta de alimentos y medicinas a la Isla. Con ella se autorizó la exportación de productos agrícolas —condicionada al pago en efectivo y por adelantado— y se prohibieron los viajes de estadounidenses a Cuba con fines turísticos.

A pesar de sus limitaciones la medida resultaba beneficiosa, al permitir la compra de arroz, cárnicos y otros productos de alta calidad a precios inferiores a los de otros proveedores, pues la cercanía geográfica entre los dos países abarataba el pago por fletes. Desde 2001 Cuba ha venido realizando compras a empresas agrícolas norteamericanas, que alcanzaron su punto más alto en 2008 y convirtieron a EE.UU. en uno de sus más importantes suministradores de alimentos.

Parecía que el sector externo, en las manos del Gobierno/Partido/Estado, alcanzaría cotas de eficacia en las nuevas condiciones de LATAM y el mundo.

-II-

El sector externo se reanimó desde 2004, cuando las exportaciones de servicios profesionales de alto valor agregado alcanzaron el primer lugar, tanto en el PIB como en las exportaciones, desplazando de ese modo al turismo internacional, que tuvo ese puesto entre 1990-2003. En 2006, los ingresos por servicios médicos en el exterior alcanzaron el 28% de las exportaciones totales, mayor que los obtenidos por la exportación de níquel y el turismo.

Esta alta dinámica se debió a la demanda, a través de contratos gubernamentales, para programas de mejoramiento social en países del progresismo latinoamericano, como Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia. No obstante, el hecho de estar sometidos a los vaivenes de la política interna de esas naciones, y los modos peculiares de efectuar la contratación de los profesionales cubanos, hizo disminuir sustancialmente esos ingresos en el último quinquenio.

Hacia fines 2004 se planteó que la economía cubana tenía limitaciones para enfrentar el déficit de la cuenta financiera de la balanza de pagos, retenciones bancarias de transferencias al exterior y un elevado monto de los vencimientos de la deuda. De ahí que se volviera a centralizar toda la divisa del país en las cuentas del BNC (Resolución 92/2004).

A propósito Fidel argumentó: «Hemos ido de la descentralización extrema y ahora tenemos que ir a la centralización extrema, estamos obligados por las circunstancias». Habían terminado los días de la autonomía comercial y financiera para paliar la crisis y la administración retomaba las riendas de los negocios gubernamentales.   

Por entonces se incrementaron sustancialmente las relaciones comerciales y financieras con países amigos/aliados: China, Vietnam, Rusia, Angola, Irán, Brasil y Argelia. Asimismo, se anunció que ya la Isla no sería únicamente receptora de flujos de inversión externa, sino que comenzaba a invertir en China, India, Malasia e Irán, en la construcción de hospitales y plantas para la producción biotecnológica. Sin embargo, no he podido encontrar informe alguno de los resultados de esas inversiones públicas cubanas en otros países.

Tras la crisis del 2008, el presupuesto de importaciones se redujo drásticamente y se denunció como inconcebible que el país gastara más de 1 500 MUSD anuales en la compra de alimentos, incluidas 500 000 Tn de leche en polvo. No obstante, las inversiones necesarias para incrementar producciones nacionales alternativas no se han efectuado, por lo que la situación ha ido in crescendo.

1/3 En enero-junio de 2022 se alcanzó el segundo mejor registro histórico de exportaciones de pollo USA hacia Cuba en un primer semestre:141 mil toneladas con un valor de 129,3 millones de USD, solamente superado por el 1er trimestre de 2021 (163 mil toneladas/149,4 millones USD) pic.twitter.com/4UMbsQsU3m

— Pedro Monreal (@pmmonreal) August 10, 2022

La reforma migratoria del 2013 abrió nuevas perspectivas al crecer la cantidad de exiliados repatriados: 14 000 en 2016 y 11 176 en 2017. La mayoría en pos de aprovechar las oportunidades de negocios privados que prometía la nueva Ley de inversión extranjera de 2014, en particular en el mercado inmobiliario y el turismo. A pesar de tales expectativas, no fue adoptada ninguna medida que favoreciera las pequeñas y medianas inversiones de emigrados.

Por el contrario, en ese año se prohibió abruptamente la venta de ropa y calzado importados, aún sin haberse resuelto los problemas de mala calidad de la oferta en las TRD y sus precios exageradamente altos ─generalmente fijados al 240% del costo─, ni haberse potenciado una industria nacional que supliera la oferta de los vendedores, ahora ilegales. Un camino hacia el mejoramiento de la oferta al mercado interno era así clausurado para proteger las tiendas administradas por GAESA.

No obstante, el deshielo Cuba-EE.UU. (2014-2017) trajo un período de alivio al problema de la deuda externa. Rusia resolvió condonar el 90% de los compromisos financieros cubanos (35 000 MUSD), y el 10% restante invertirlo en proyectos conjuntos en la isla. Durante su visita, Putin firmó veintiocho acuerdos comerciales. Japón condonó el 80% de la deuda cubana, cercana a los 1 400 MUSD. México hizo lo mismo con el 70% de su deuda de 478 MUSD, unos 341.

Incluso, en 2015 fue renegociada en buenos términos la deuda con el Club de París, congelada desde hacía más de treinta años. Cuando se rompieron las negociaciones, la deuda era de 7 000 MUSD, pero la demora la elevó a 16 000. Se logró una condonación de 8 500 MUSD, a cambio del compromiso de desembolsar 2 600 en un plazo de dieciocho años para acceder a créditos europeos.

En 2017 Trump firmó en Miami una orden ejecutiva destinada a revertir la reanudación de lazos bilaterales. Dos años más tarde, en 2019, su decisión de prohibir a las navieras traficar hacia puertos cubanos, privó a la Isla de más del 50% de sus necesidades de combustible, dando inicio a la nueva etapa de crisis, denominada la Coyuntura. La incapacidad para tomar medidas que permitieran superarla, la convirtió en una crisis estructural de todo el modelo centralizado y burocrático, de la que aún no se avizora salida.

Para contrarrestar esa compleja situación, la principal medida fue implantar el uso de dólares estadounidenses en las operaciones de ventas minoristas en divisas, importación, venta de mercancías en consignación y en régimen de depósito de aduana entre las entidades importadoras (Resolución del BCC No. 275/2019). La llamada redolarización plástica y su hermana gemela, la «Tarea Ordenamiento», precipitaron a la  economía en la sima en que se encuentra actualmente.

Ni abierta, ni cerrada; ni exportadora, ni autárquica; la economía cubana requiere hoy de un reseteo total. Solo un conjunto de transformaciones que permitan abrir cauce a los emprendimientos privados, cooperativos y públicos, y eliminar el monopolio del comercio exterior de manos del Estado, contribuirá a colocar los bienes y servicios de la Isla en los circuitos internacionales del comercio y el movimiento de capitales y fuerza de trabajo; única forma de aprovechar eficazmente las ventajas comparativas que le confieren sus feraces suelos, la capacidad emprendedora de sus habitantes y la prodigiosa situación geográfica, que convierte al archipiélago en el crucero del mundo.  

21 diciembre 2022 7 comentarios
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Monopolio
Economía

Entre el monopolio del comercio y la discrecionalidad en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 16 agosto 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

El gobierno cubano ha decidido autorizar la creación de empresas mixtas y asociaciones con capital extranjero en el comercio mayorista y minorista. Para el caso del primero se permitirá establecer empresas privadas de capital totalmente foráneo, todo ello a partir del complejo mecanismo de autorizaciones discrecionales que ha caracterizado la aprobación de proyectos de inversión internacional.

Al mismo tiempo se anunció que, «excepcionalmente», se aceptará que «algunos actores no estatales» desempeñen actividades de exportaciones e importaciones de forma directa, sin utilizar a empresas estatales como intermediarias —algo que al menos yo reclamé desde el principio, no para algunos sino para todos— pero bajo el control directo del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX). Las empresas creadas bajo estas figuras podrán operar en el mercado en Monedas Libremente Convertibles (MLC).    

Las autoridades reconocen que apelan a estas decisiones ante la escasez de oferta de bienes y muy especialmente de materias primas, insumos y tecnología. Además, por la necesidad de recibir transferencia de tecnología en administración y mercadotecnia.

Ante las críticas de varios economistas al mantenimiento del monopolio estatal del comercio exterior —entre los que me encuentro—, la viceministra del ramo esgrimió una cita de Raúl Castro en la que afirma que abandonarlo sería un «error estratégico». Si el objetivo de un gobierno es controlar toda la actividad económica del país, como parte del control sobre toda la sociedad, sin duda lo es; pero si el interés de la política económica fuera propiciar el mejoramiento del bienestar, el error estratégico es mantener entonces dicho monopolio.

El monopolio estatal tanto del comercio exterior como del minorista, es responsable del desabastecimiento de bienes de consumo en el mercado doméstico, y estos deben importarse porque el sistema productivo establecido —también en manos mayoritariamente estatales— es incapaz de ofrecerlos.

Como quiera que el Estado cubano afronta una notable escasez de divisas y un considerable déficit fiscal (11,7% del PIB en 2021; 17,7% en 2020, pero que ya había sido 6,2% en 2019, y 8,1% en 2018, según cifras de la ONEI), no está en condiciones de asegurar el abastecimiento de las cadenas de tiendas estatales, incluso de aquellas que venden en dólares bancarizados.

Si las unidades de comercio minorista no fueran propiedad del Estado, serían los propietarios —privados o cooperativos— quienes deberían surtirlas porque de ello dependerían sus ingresos. El Estado, en cambio, podría beneficiarse de un comercio doméstico dinámico, a partir de los ingresos tributarios que esta actividad generaría, sin tener que responsabilizarse con los suministros de dicho sistema.

En el discurso oficial se insiste en «cambiar lo que deba ser cambiado» y en «desatar las fuerzas productivas», pero esto no es más que una retórica vacía de contenido real. Desatar las fuerzas productivas —para usar esta categoría del pensamiento marxista— significa eliminar todas las trabas que frenan su desarrollo. No obstante, en cada medida adoptada se incluyen restricciones que limitan su efectividad.

Las autoridades cubanas no son capaces de concebir un país que pueda funcionar sin su control, el cual —como ya he escrito antes— es responsable en gran medida del empobrecimiento y de la persistencia del subdesarrollo. Sin embargo, el buen gobierno no consiste en controlar a la sociedad, sino en utilizar mecanismos reguladores para evitar los fallos del mercado, sin que ello implique que imperen los del Estado.

Al parecer, las autoridades asumen que existe una larga fila de posibles inversionistas esperando por la oportunidad de invertir en Cuba, cuando en realidad las condiciones institucionales del país, su carácter excesivamente extractivista, la estrechez del mercado doméstico debido al escaso poder de compra, la desconexión respecto a cadenas globales de valor, el estancamiento económico, las deformaciones estructurales y el subdesarrollo de la infraestructura; entre otros —además de la discrecionalidad con la que son aprobadas las propuestas de inversión—, son factores que desestimulan la colocación de capital productivo foráneo en la Isla.

Una vez más se apela a buscar fuentes de recursos externos, en lugar de facilitar la gestión de empresas privadas y cooperativas nacionales para que también puedan operar en el comercio doméstico y exterior. En este sentido, deciden discrecionalmente que «determinados actores» privados nacionales puedan acceder de forma directa a operaciones de exportaciones e importaciones, siempre bajo control del MINCEX.

La discrecionalidad es un poderoso instrumento de la corrupción, sobre todo en un país con escasa transparencia institucional y con prácticamente ningún mecanismo efectivo de rendición de cuentas por parte de las autoridades gubernamentales ante el resto de la sociedad.

Monopolio

(Imagen: Cubavisión Internacional)

¿Qué debería hacerse para transformar el comercio exterior y doméstico en Cuba?

En mi opinión, es necesario eliminar el monopolio estatal sobre estas actividades, lo cual significa que tanto empresas privadas como cooperativas nacionales o extranjeras, puedan dedicarse a ellas y contribuyan al presupuesto de la nación a través del sistema tributario. Por otra parte, no existen razones que sustenten que las empresas estatales estén en mejores condiciones para desarrollar las actividades comerciales externas, que en la inmensa mayoría de los países son atendidas por empresas privadas, y en algunos casos también por cooperativas.

Los decisores en Cuba se mantienen apegados a la falacia de considerar socialistas a las empresas estatales, cuando en realidad no lo son porque la sociedad, que en teoría es su propietaria, carece de las posibilidades de hacer valer su propiedad con el control de su gestión.

La liberalización del comercio doméstico e internacional debe complementarse con la eliminación del tipo de cambio fijo sobrevaluado, que se ha establecido de espaldas al mercado y ahora es responsable de nuevas distorsiones de precios que desconectan la economía nacional de las condiciones internacionales.

Con un tipo de cambio único establecido por el mercado a partir de la confrontación entre oferta y demanda, que permita la soberanía monetaria del peso, se podría asegurar la convertibilidad doméstica de la moneda cubana y, por tanto, precios relativos ajustados a las realidades económicas y de competitividad internacional de los sectores productivos y de servicios nacionales. En estas condiciones no habría que vender productos o servicios en divisas extranjeras, lo cual no solo resulta necesario económicamente sino imprescindible políticamente.

Para atraer la inversión extranjera directa se deben superar los obstáculos arriba mencionados, que limitan la mayor participación del capital foráneo en la ineludible reconstrucción de la economía cubana.

Pretender que se mantenga el modelo de economía centralmente administrada, cuando existen evidencias de que en lugar de promover el desarrollo lo frena, es asegurar la persistencia del subdesarrollo, el deterioro del nivel de vida de la población y el aumento de la sangría migratoria.

16 agosto 2022 43 comentarios
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Inserción internacional (4)
Economía

Inserción internacional dependiente y subdesarrollo en Cuba

por Mauricio De Miranda Parrondo 5 octubre 2021
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

La inserción económica internacional reviste gran importancia para el desarrollo económico de cualquier país, sobre todo de aquellos que, como Cuba, poseen economías abiertas.

Tanto en la época colonial como en la república previa a 1959, la inserción internacional de Cuba se caracterizó por la alta concentración geográfica de su comercio exterior y también por la elevada concentración mercantil de sus exportaciones, aunque no de sus importaciones.

La Isla exportaba principalmente azúcar y en menor medida tabaco y ciertos productos mineros, e importaba una amplia gama de bienes industriales y materias primas para la incipiente industria no azucarera. Estados Unidos se había convertido en principal socio comercial e inversionista foráneo desde la segunda mitad del siglo XIX, y consolidó esta posición durante el XX hasta la ruptura entre ambos países después del triunfo de la Revolución.

Socialismo «realmente existente» e inserción internacional deficiente y subdesarrollada

El rompimiento con Estados Unidos y la adopción por su parte de sanciones económicas, condicionaron el establecimiento de relaciones económicas y políticas preferenciales con la Unión Soviética y otros países socialistas. Se estatizaron los medios de producción fundamentales y se estableció un sistema de economía administrada centralmente, pero la incapacidad de la misma para asegurar un modelo propio de acumulación generó una nueva inserción, dependiente de la existencia de relaciones políticas y económicas especiales con el campo socialista.

Cuba continuó exportando azúcar, tabaco, productos mineros, ciertos bienes agrícolas y pescado, e importando combustible, maquinarias, bienes industriales y determinadas materias primas. Estados Unidos fue reemplazado por la URSS como principal socio comercial, con niveles similares de concentración comercial. Dicho vínculo tuvo una naturaleza esencialmente política, traducida en la fuerte corriente asistencial desde el país euroasiático.

Entre 1902 y 1958 — excepto en 1907, 1921 y 1958—, Cuba tuvo superávit en el comercio de bienes (las exportaciones superaban a las importaciones). En cambio, desde 1959 y hasta 2020 la balanza de bienes ha sido deficitaria, con la excepción del año 1974.

Inserción internacional (1)

Fuente: JUCEPLAN (1977), CEE (1986 y 1989).

Como puede observarse, a lo largo de los años se produjo una brecha creciente entre importaciones y exportaciones, sobre todo a partir de la década del ochenta. De un déficit de 261,5 millones de pesos en 1970, se pasó a 2.739,9 millones en 1989. El déficit comercial acumulado fue de 18.935,9 millones de pesos, los cuales fueron compensados por créditos comerciales concedidos por los países acreedores, especialmente la URSS.

El déficit con la URSS representó el 62,3% del total, los países con economías de mercado significaron el 23,1% y el resto de las naciones socialistas el 14,5%. De esta forma se consolidó un patrón comercial deficitario que ya se había establecido a partir del triunfo revolucionario. Mientras en 1970 el déficit comercial representaba solo el 3,5% del PIB, en 1980 había ascendido al 5,1%, en 1985 al 10,5% y en 1989 al 14,3%.[1]

La disolución de la Unión Soviética y del sistema socialista mundial, hicieron insostenible para Cuba ese modelo de inserción. Ello se tradujo en la peor crisis económica de su historia, se profundizó el subdesarrollo, se deterioró el nivel de vida de la población y el país debió reconstruir completamente su inserción internacional.

A inicios del siglo XXI, el establecimiento de relaciones económicas y políticas especiales con Venezuela permitió a la economía insular mejorar su crecimiento económico y alcanzar una mejor posición externa. La nación suramericana nunca alcanzó con Cuba los niveles de concentración geográfica en el comercio que habían tenido los Estados Unidos o la Unión Soviética. A pesar de ello, se convirtió en el principal receptor de exportaciones cubanas de servicios profesionales, principalmente los relacionados con la salud, que bajo acuerdos políticos con ese y otros países, llegó a convertirse en la principal fuente de ingresos de divisas de la Isla.

Actualmente la economía venezolana también ha entrado en una profunda crisis y no está en condiciones de evitar el colapso de la cubana.

Cambios estructurales hacia una economía de servicios con inserción internacional deficiente

La crisis de los años noventa produjo el colapso de casi toda la industria y la agricultura en Cuba. La producción de níquel y el desarrollo del turismo, impulsados por inversiones foráneas, cambiaron la estructura productiva y de inserción internacional del país. A esto se suma el desmonte de la mitad de las tierras cañeras y de los centrales azucareros, que significó el derrumbe de la industria líder de la economía nacional desde tiempos coloniales. Las exportaciones de bienes han caído abruptamente, mientras las necesidades de importación se han incrementado, sobre todo debido a la crisis crónica de los sectores industrial y agrícola.

Inserción internacional (5)

El desmonte de la mitad de las tierras cañeras y de los centrales azucareros significó el derrumbe de la industria líder de la economía nacional desde tiempos coloniales. (Foto: Julio Batista)

Pasadas más de tres décadas del derrumbe del sistema socialista mundial, la industria cubana produce menos que en 1989. En 2019 —antes de la pandemia—, el índice general de volumen del sector manufacturero era de 61,6, en tanto para 2020 descendió a 53,8. Es decir, la industria nacional produjo el pasado año poco más de la mitad que en 1989.

El desplome de la industria azucarera es especialmente significativo. En 2019 produjo el 29,9% de lo que alcanzó en 1989, y en 2020 solo el 28,9%. Únicamente la industria tabacalera y la de fabricación de muebles produjeron en el último año algo más que en 1989. Los indicadores por tipos de productos muestran una situación de colapso del sector industrial (ONEI, 2021).

El descalabro de la industria azucarera guarda estrecha relación con la reducción de la superficie cultivada y la caída de los rendimientos agrícolas, además de la reducción de capacidad industrial instalada debido al desmantelamiento de los centrales.

En la zafra 1990/1991, la superficie cosechada fue de 1,4 millones de hectáreas y se logró una producción de 79,7 millones de toneladas de caña; mientras en la campaña 2017/2018, la superficie cultivada era de 392,9 mil hectáreas y la producción apenas alcanzó 17,2 millones de toneladas (ONEI, 2021).

Entre tanto, la producción agropecuaria muestra considerables retrocesos respecto a la etapa previa a la crisis de los noventa. En 2020 se produjo menos papa, arroz, cítricos, cacao, carne vacuna, leche de vaca, huevos y carne de ave, entre otros tipos de productos. Esto ha obligado a incrementar los recursos destinados a las importaciones, al tiempo que empeora la seguridad alimentaria del país.

Se han reducido notablemente las exportaciones de bienes, mientras se incrementan las importaciones, debido a la contracción nacional de una inmensa cantidad de productos. Ello profundiza el desbalance comercial de mercancías.

Inserción internacional (2)

Fuente: Elaboración propia con base a cifra de la ONEI (2021).

Desde los años noventa el gobierno apostó por una inserción internacional altamente dependiente de las exportaciones de servicios, primero procedentes del turismo y después de los servicios profesionales. En este último caso especialmente médicos, contratados por países en su mayor parte africanos y latinoamericanos, de los cuales Venezuela fue el principal receptor.

En los últimos años la reducción del déficit comercial no ha sido resultado de la sustitución de importaciones con producción nacional; más bien se debe a que la contracción de ingresos en divisas obliga al descenso de las importaciones. Estas últimas se compensan con los ingresos que producen las exportaciones de servicios, incluidos los generados por el turismo, que también han descendido.

En la actualidad, con independencia de algunas facilidades recibidas en su comercio con países políticamente afines, Cuba carece de líneas de crédito internacionales, sobre todo a partir del endurecimiento de las sanciones económicas estadounidenses.

Inserción internacional (3)

Fuente: Elaboración propia con base a ONEI (2021).

Como puede observarse en el Gráfico 3, la balanza de bienes y servicios ha sido positiva en la mayor parte de los últimos años gracias a los ingresos del turismo y de los servicios profesionales, pero cuando estos se contraen ello repercute en la capacidad importadora del país y, en consecuencia, tanto en la producción nacional como en el consumo, que dependen de las importaciones.

Vulnerabilidad externa y subdesarrollo

En las tres últimas décadas, lejos de haber logrado avanzar en su proceso de desarrollo, Cuba ha retrocedido. Su nivel de vulnerabilidad externa es considerablemente alto. De un modelo de inserción basado en la producción y exportación de pocos bienes primarios con exiguo valor agregado, se ha pasado a una alta dependencia de las exportaciones de servicios turísticos y profesionales.

En el caso del turismo se basa, esencialmente, en la opción de «sol y playa», con escasos encadenamientos productivos que permitan el desarrollo de la producción nacional. Por su parte, los servicios profesionales, si bien se trata de exportaciones intensivas en conocimiento, tienen una alta dependencia del carácter de las relaciones políticas con los países importadores, así como de la salud de su economía.

Los cambios de gobierno ocurridos en Brasil, tras el ascenso de Bolsonaro, y en Bolivia durante el régimen de facto de Añez, significaron la ruptura de acuerdos por medio de los cuales Cuba mantenía misiones médicas en ambos países; sin embargo, en el segundo de ellos existía un alto componente de cooperación ofrecida por la Isla.

La economía venezolana está enfrentando la peor crisis económica de los últimos tiempos, lo cual dificulta su capacidad de pago por los servicios profesionales ofrecidos por Cuba. De acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB de este país ha sufrido una contracción promedio anual de 23,9% entre 2016 y 2020.

La inserción internacional de la mayor de las Antillas, asentada en una especialización productiva caracterizada por la baja intensidad en la utilización de tecnología y conocimiento, ha condicionado una posición relativamente subordinada y retrasada del país en las relaciones económicas internacionales.

Dicha situación restringe las posibilidades de apropiación de cuotas mayores de valor y limita la complejidad de su perfil económico. Esto ocurre a pesar de los avances alcanzados en la biotecnología, que aún no tiene una contribución significativa a los ingresos en divisas.

La profundización del subdesarrollo económico de Cuba es resultado de una combinación de múltiples factores. El endurecimiento de las sanciones económicas ha contribuido notablemente a enrarecer el contexto económico internacional, tanto desde el punto de vista comercial como financiero. Sin embargo, los errores en política económica cometidos por la dirección del gobierno a lo largo de los años, en un país con alto nivel de centralización de las decisiones, han profundizado la debilidad estructural de la economía, acentuando su dependencia y vulnerabilidad.

***

Referencias

Comité Estatal de Estadísticas (CEE). Anuario Estadístico de Cuba. La Habana, 1986 y 1989.

Junta Central de Planificación (JUCEPLAN). Reconstrucción y análisis de las series estadísticas de la economía cubana, 1960-75. La Habana, 1977.

Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Anuario Estadístico de Cuba 2020. Edición 2021.

Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Series Estadísticas Sector Externo, 1985-2019.

***

[1] Datos calculados con base a estadísticas oficiales cubanas y a la estimación del PIB realizada por CEPAL

5 octubre 2021 32 comentarios
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Cuentapropismo
Economía

Cuentapropismo en su nueva etapa: ¿llegará a más?

por Arturo Mesa 11 mayo 2021
escrito por Arturo Mesa

La práctica de la medicina veterinaria, el servicio de traducción e interpretación, el de programación de equipos de cómputos, las actividades de diseño y fotografía, impartir clases de idioma, música y ejercer como repasadores, son algunas de las actividades que pueden realizar los profesionales en Cuba de manera independiente.

Ante la publicación reciente de la lista de actividades no permitidas para el cuentapropismo y su inclusión en ella de algunas de corte profesional, varios gremios afectados han mostrado su inconformidad y se han preguntado si los avances en ese terreno no llegarán a más.

Los presupuestos de justicia social que se pretenden alcanzar de cierta manera dictan el control estatal sobre diversas esferas de la vida económica. Se pretende impedir así que se conviertan en mercancías servicios de primera necesidad inherentes al pleno disfrute de derechos como la instrucción y educación, la salud, y el acceso a bienes inmateriales, además del goce de la actividad deportiva y cultural. 

Sin embargo, muchos profesionales de manera independiente pudieran desempeñarse en funciones que contribuyan al desarrollo social anhelado y, por sobre todas las cosas, ayuden a paliar el estancamiento de ofertas y servicios que hoy nos desgasta e incide negativamente en la vida diaria.

Si se dio un paso importante al liberar el empleo hacia formas no estatales y después se amplió para permitir nuevas incorporaciones, ¿por qué no continuar? ¿Se teme al aumento del poder adquisitivo de algunos sectores? Pudiera ser. No obstante, debe tenerse en cuenta que ese aumento se traduciría en profesionales que no se irán a engrosar nóminas a otros países –uno de nuestros peores males–, y que con motivación van a improvisar, crear, producir y ofertar.

Cuenta propia o privado

Recientemente la ministra de Trabajo y Seguridad Social planteó en el programa Mesa Redonda que los trabajadores por cuenta propia han dado muestras de gran creatividad en estos tiempos. También el ministro de Economía y Planificación aseguró que no debe separarse el plan del sector estatal del plan del sector no estatal, pues la economía es una sola y es menester incorporar todas las potencialidades al desarrollo del país.

Entonces, sin afectar en lo más mínimo los presupuestos de sociedad justa a la que aspiramos –lo realmente justo sería revisarlos si es necesario–, ¿cuántas más de estas actividades podrían permitirse?

Tomemos un ejemplo: el comercio exterior se encuentra minado por ley, dado que es imposible importar a cualquier escala si no media el Mincex en algún momento de la transacción para cualquier FGNE (forma de gestión no estatal), término acuñado muy recientemente. Ese monopolio ha hecho que las persecuciones hacia el comercio sean más fáciles y rastreables.

Asimismo, resulta penado vender un producto de importación «sin que medie transformación en él». Mucho menos se puede montar un negocio basado en tales ventas.  En otras palabras las personas que van de compras a países como Panamá, Rusia, Perú, Nicaragua o Haití, están obligadas a vender en el mercado informal debido a esta disposición. Si el Estado es acechado y perseguido en miles de transacciones y además, hay carencias de estos productos ¿por qué no permitir una venta organizada y así obtener ingresos de esos emprendedores?

El sector del turismo es de los que está abierto a disímiles iniciativas. Es comprensible que se pretenda controlar los ingresos derivados de él, pues representa una entrada de efectivo directa y limpia. Sin embargo, ¿el aumento de visitantes a la Isla en los últimos años se debió únicamente a las políticas de Obama? ¿No se deberá en parte a la aparición de restaurantes de clase mundial, bares de excelencia y renovados autos antiguos que volvían más vistosas nuestras ciudades?

Cuentapropismo

Restaurante La Guarida, en La Habana (Foto: laguaridainvitational)

¿Cuántos miles de visitantes pudieran venir a gastar su dinero a esta paradisíaca isla si también se promovieran, de manera independiente, otros destinos, proyectos y recorridos tematizados paralelos a las ofertas de los turoperadores y las agencias tradicionales? Tras veinte años de trabajo en el sector, puedo asegurar que un visitante casi siempre quiere un hotel y si ahí radica la preocupación del Estado, pues que mantenga el control sobre ellos y permita el ejercicio de actividades relacionadas, es decir, cuentapropismo.

Al referirse al turismo en su comparecencia, la ministra de Trabajo hizo alusión a una experiencia negativa con los guías. Quizás no quedó claro que esa mala experiencia no tuvo por protagonistas a guías certificados, sino a personas que tienen algún dominio de otro idioma –excelente en ocasiones y otras veces realmente penoso– y se ganaban el sustento muchas veces con profesionalidad, pero otras confundiendo a Calixto García con Máximo Gómez.

Seguramente el primer reclamo de estos guías será el de recibir una licencia avaladora de conocimiento y procederes, como verdaderos presentadores e intérpretes de nuestro patrimonio cultural e histórico. Cerrarse no es una opción inteligente, pues tres cruceros en el puerto de La Habana requerirían de guías profesionales de turismo que no existen hoy, con lo que podrían generarse cientos de empleos independientes sin afectar a nadie y sí beneficiando a muchos.

Otros reclamos en áreas profesionales como la ingeniería y la arquitectura también deberían ser escuchados. De aprobarse pudieran librarnos de la presencia de esa ar-kitsch-tectura de mal gusto que lastima la vista y aparece como resultado del cumplimento apresurado de algún plan de construcción.

El aporte a la economía que implicaría permitir el ejercicio de actividades cuya prohibición no tiene sustento lógico sería descomunal, pues se sumarían impuestos y otros gravámenes a las arcas del Estado, aumentaría la disponibilidad de mercancías, servicios y productos, además de que muchas empresas se librarían de la preocupación de buscar e importar insumos. Algo así como: «No se preocupe, el café lo trae Ponciano Valdivieso & fam.».

Vietnam, Cuba y los arquitectos

Es decir, que existirían más posibilidades de alcanzar un mayor nivel de satisfacción y realización personal, lo que a la postre decide dónde apostará un ciudadano por su futuro.

Si la justificación fue el miedo a un éxodo de profesionales hacia el cuentapropismo, pues no se sostiene dado que la nueva estructura salarial ha llevado a muchas personas a moverse nuevamente hacia el sector estatal, motivados por las mejores cifras de salarios.

Mucha gente apostará por los beneficios de estar asociado al Estado. También por no tener, por ejemplo, que andar pensando constantemente en qué le está pasando al negocio que no avanza o de dónde va a sacar el queso para la pizza, entre otras tensiones que viven los emprendedores no solo aquí, sino en todo el mundo. La balanza se pudiera mostrar pareja siempre que se pongan los pesos justos a cada lado.

Esta estrategia de reestructuración salarial –en condiciones normales y no las extremas que vive el país– parece ser una buena movida para devolver a los maestros a las aulas y a los ingenieros a las empresas y fábricas. Eso es motivación y el reto sería acrecentarla, de forma tal que el profesional quiera quedarse en el sector estatal porque ahí satisface sus necesidades y no requiere marcharse al cuentapropismo –si es que preocupa su aumento–.

El Estado debería asegurar que tanto su sector como el privado pertenezcan a la misma partida: la del desarrollo social. Lo ideal sería alcanzar el equilibrio y que se interiorizara la tesis enunciada por el ministro de que la economía nacional es una sola y su avance debe ser interés de todos, porque es beneficio de todos.

11 mayo 2021 21 comentarios
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voluntad importadora
Economía

La voluntad importadora en el paraíso

por Mario Valdés Navia 20 noviembre 2020
escrito por Mario Valdés Navia

Hablemos de voluntad importadora en Cuba. Mi valoración preferida sobre el entorno natural cubano es la que ofreciera el príncipe ruso Alexei Alexandrovich al contemplar el valle del Yumurí: «Solo faltan Adán y Eva para que sea el paraíso». Convencernos de que este vergel era impropio para desarrollar una agricultura y ganadería eficientes y que era mejor importar alimentos que producirlos aquí, ha sido una larga y deshonesta tarea, de claro perfil político, que los grupos de poder han ejercido sin descanso desde la colonia hasta hoy.

Los conquistadores/colonizadores trajeron consigo los primeros animales de cría y labor que existieron en Cuba y los abandonaron a su suerte. En pocos años, rebaños de reses, caballos y puercos proliferaban por sabanas y bosques dando lugar a la actividad económica principal de los siglos XVII y XVIII: la ganadería extensiva tropical, donde los animales eran cazados en crueles monterías.

Salazones, sebo y cueros serían canjeados a corsarios y piratas por productos manufacturados europeos en cuanta ensenada disponible hubiera. La burocracia colonial, atrincherada en su factoría de La Habana, dejaba hacer a cambio de pingües sobornos. A mediados del XVIII, llegó el régimen de plantaciones y mandó a parar. El primer monopolio comercial estatal efectivo en Cuba, la Real Compañía de Comercio de La Habana, fue metiendo en cintura a los productores locales y los obligó a vender sus productos a bajos precios y comprar bien caras las mercancías europeas, para beneficio del rey y los grandes comerciantes españoles.

La voluntad importadora tiene orígenes inesperados.

Ni siquiera el empoderamiento de la aristocracia plantacionista criolla a fines de ese siglo logró romper dicho monopolio. Lejos de ello, las facciones de la oligarquía y los gobernantes coloniales estrecharon sus vínculos hasta convertirse en el grupo de poder más importante del Imperio, con representantes en las altas instancias del poder, tanto en Cuba como en Madrid. Cuando el resto de la América Española se lanzó a bregar por la independencia, estos «prohombres» cerraron filas con la obsoleta monarquía. Al decir de Varela, que los conocía bien: «Los cubanos [oligarcas] tienen más amor a las cajas de azúcar y los sacos de café que a la independencia». Así surgió aquel indigno lema: «La siempre fiel Isla de Cuba».

Las grandes fortunas de la Isla preferían invertir en el comercio exterior que en el fomento de otras producciones. Los insumos alimenticios e industriales para las plantaciones —tasajo, harinas, grasas, vestidos, herramientas, etc. — eran comprados a sus cofrades en el extranjero (EE.UU., Suramérica, Inglaterra, España) en detrimento de la producción nacional. 

El todopoderoso oro blanco llevaría al país a la monoproducción y monoexportación, primero a España y después —aún dentro de la colonia— a los Estados Unidos. El resto de la agricultura y la industria adquirieron carácter secundario y carecieron de inversiones suficientes para florecer, en tanto pondrían en peligro el sacrosanto dominio de la sacarocracia y sus aliados extranjeros. No obstante, era tanta la riqueza que producía el dulce grano, que Cuba llegó a ser la colonia más rica de España y uno de los países más «prósperos» de América durante la República Burguesa. La conversión de la Isla en la azucarera del mundo duraría hasta después de la Primera Guerra Mundial.

En esas condiciones, el país nunca alcanzó la soberanía alimentaria. No porque no pudiera lograrlo, sino porque ello no convenía a los intereses de los poderosos de turno. Junto a renglones subtropicales como la harina de trigo —que seguimos llamando «de Castilla» aunque viniera de los Estados Unidos o la Unión Soviética—, siguieron siendo importados otros que podrían haberse garantizado con la producción local: carne, grasa vegetal y animal, lácteos y pescado.

Esta situación se debía no tanto a la diferencia de precios de los nacionales respecto al mercado mundial (ley de las ventajas comparativas), como al interés de los poderosos por preservar sus grandes negocios de importación. Así, también mantenían frenado el ascenso político de los sectores de la burguesía nacional que producían para el mercado interno, y del campesinado medio y pequeño ligado a los mercados regionales y locales. Esa voluntad importadora funcionaba como un pilar de la economía plantacionista. Florecía en los momentos de auge y decaía transitoriamente en los de crisis o ruptura del comercio internacional (Segunda Guerra Mundial, postguerra).

La Revolución de 1959 estaba llamada a superar esta artificial dependencia. De las «cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas inmediatamente después de tomar el cuartel Moncada», que aparecen en La Historia me Absolverá, cuatro beneficiaban directamente a los productores nacionales y afectaban a los políticos corruptos, aliados a la oligarquía:

La segunda ley revolucionaria concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen cinco o menos caballerías de tierra…

La tercera ley revolucionaria otorgaba a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros.

La cuarta ley revolucionaria concedía a todos los colonos el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres años o más de establecidos.

La quinta ley revolucionaria ordenaba la confiscación de bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causa-habientes y herederos en cuanto a bienes percibidos por testamento o abintestato de procedencia mal habida.

Más adelante, denunciaba Fidel: «Salvo unas cuantas industrias alimenticias, maderas y textiles, Cuba sigue siendo una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos, se exportan cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados…el Estado se cruza de brazos y la industrialización espera por las calendas griegas».

En la etapa 1959-mediados de 1960, se alentó a los capitalistas nativos a que invirtieran, ya que los productos de la industria cubana contribuirían al crecimiento de la nación, y se tomaron medidas que estimulaban por diversas vías la producción para el mercado interno. La Primera Ley de Reforma Agraria, al convertir en dueños legítimos a más de cien mil campesinos arrendatarios, aparceros y precaristas y pasar el resto de las tierras a cooperativas de antiguos jornaleros, dio un impulso nunca visto a la producción agropecuaria para el mercado interno.

A mediados de ese año, la agudización del conflicto con los EEUU provocó la ruptura económica con aquel país, el inicio del bloqueo y que la URSS se ofreciera para comprar todo el azúcar dejado de adquirir por EEUU y suministrar el petróleo que necesitara Cuba. Entre agosto y octubre tuvo lugar la nacionalización de las grandes empresas, que originó el alto nivel de estatización de la economía que aún tenemos. Parecía que las condiciones para el desarrollo y diversificación de la economía agropecuaria nacional estaban dadas, pero fue todo lo contrario.

El primer problema fue la pérdida de capital humano. Entre 1960-1962 salieron del país unos 200 mil exiliados de clases medias (profesionales, directivos, propietarios medios y pequeños, técnicos, empleados). Esto trastornó el proceso productivo nacional, cuestión que trató de resolverse por vías que lo dislocaron más: el entusiasmo revolucionario, la militarización del trabajo agrícola y los procedimientos administrativos.

Después, el abandono de la variante cooperativista inicial, la Segunda Ley de Reforma Agraria y la creación de inmensas Granjas del Pueblo —que mantuvieron y multiplicaron los males del latifundio—, trabajadas por un puñado de obreros agrícolas y miles de voluntarios; la estatización forzada de numerosas fincas; la incorporación de miles de hectáreas de bosques a las tierras en explotación y las amenazas de invasión, que obligaban a sustraer de la producción a gran cantidad de mano de obra y recursos materiales; redujeron sustancialmente la tasa de productividad agropecuaria que en pocos años iría de mal en peor.

En 1962, la insuficiente oferta para la creciente demanda nacional y la congelación de precios minoristas originó la implementación del racionamiento alimenticio vía libreta de abastecimientos. Tras el acuerdo azucarero de 1963 con la URSS, que comprometía cantidades crecientes para aquel mercado hasta 1970, se abandonaron las aspiraciones de industrialización acelerada y diversificación agrícola y el «sin azúcar no hay país» se presentó nuevamente como destino manifiesto de Cuba.

En esas condiciones, unidas al fracaso de los experimentos productivos internos y al monopolio estatal del comercio exterior, los importadores cubanos estaban obligados a abastecer el mercado normado con cantidades grandes y constantes de productos en cargamentos uniformes y baratos. El mercado isleño fue inundado de productos alimenticios provenientes del CAME. La calidad y variedad fue sustituida por la cantidad y uniformidad. Los consumidores cubanos habrían de aprender a comer lo que les tocara, no lo que desearan.

Tras la debacle del Período Especial, la desaparición del mercado socialista y el desmoronamiento de la agricultura estatizada, hubo que reabrir espacios a la producción campesina que, en poco tiempo, vino a superar con creces al Estado en la mayoría de los rubros alimenticios del mercado nacional. No obstante, hasta hace poco tiempo se le mantuvo cerrado el acceso al creciente mercado exterior en fronteras que trajo consigo el desarrollo del turismo. Cuba se convirtió en uno de los países caribeños donde más espacio ocupan las importaciones en la inversión turística. 

Al llegar el siglo XXI, la dependencia de la importación de alimentos era la mayor de la historia. Con el establecimiento de la doble tasa de cambio de las monedas cubanas y la consiguiente depreciación del costo de las importaciones empresariales, la creación de las TRD y la centralización de la mayor parte del comercio exterior e interior en empresas de GAESA; las importaciones crecieron ostensiblemente mientras se desplomaba la inversión en el sector agropecuario y se desmotaban y desguazaban los hierros viejos de la industria azucarera, vendidos como chatarra a Japón.

Nuevamente los intereses monopólicos ligados a los grupos de poder hegemónicos emplean la importación de alimentos como un mecanismo de enriquecimiento fácil en un mercado cautivo, que se extiende ahora a toda la población consumidora del país. Al mismo tiempo, cierran a los productores las puertas a la inversión nacional y extranjera y desatienden los aportes de la ciencia y la experiencia internacional para hacer más eficaz nuestra agroindustria alimenticia tropical.

Hay que quebrar definitivamente el monopolio estatal, y en particular de las empresas de GAESA, sobre la importación y comercialización de alimentos. No es posible que se desarrolle una voluntad exportadora en el país sin identificar, debatir y superar las causas del surgimiento y la persistencia de la voluntad importadora durante tantos años. Parafraseando al príncipe Alexei, hoy podría decirse mirando nuestros feraces campos: «solo faltan inversores y trabajadores estimulados para que sea el paraíso».

20 noviembre 2020 26 comentarios
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2020Economía

Complicando al Bloqueo

por Consejo Editorial 17 julio 2020
escrito por Consejo Editorial

Cuando crecí ya él estaba allí, aunque hasta 1991 era más un fantasma que una presencia recurrente. Amenazas de invasión, planes de atentado y agresiones terroristas, auspiciadas por el poder imperial y los extremistas de Miami, lo mantenían en un segundo plano. Para ambos gobiernos era funcional: allá lo esgrimían cual amenazante big stick para complacer al exilio recalcitrante; acá servía de pretexto ante cualquier revés económico.

Desde su instauración, ha perjudicado mucho el desempeño de la economía cubana. Al cierre de 1994, el MEP valoró sus afectaciones en unos 43,000 millones de dólares (MD), 1,228 por año; en 2003, 79,325 MD, 1,803 por año; en 2015, eran ya unos 125,873 MD y la media anual ascendía a 2,247. El incremento sustancial del daño anual promedio es cada vez más creciente.

Hasta 1990, Cuba pertenecía al campo socialista y con él hacía el 85% de su intercambio mercantil, a precios preferenciales y en rublos convertibles. También comerciaba con otros países capitalistas, en especial con filiales de compañías norteamericanas. Eran tiempos en que los taxis eran Chrysler, Chevys y Dodges argentinos y las guaguas Leylands inglesas e Hinos japonesas −que los friolentos pasajeros criollos llamaban Colmillos Blancos.

Mas, con la caída del socialismo europeo (1989-1991) y la aprobación de las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), el US goverment lo adoptó como política de Estado para derrotar a la Revolución en el supuesto mundo unipolar, mientras el Ojo de Sauron se enfocaba más sobre Asia y Europa. No es casual que fuera en 1992  cuando se presentó en la ONU el proyecto “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Desde entonces ha sido aprobado, año tras año, con votaciones casi unánimes, únicas en la historia de ese organismo internacional.

En el 2000, Clinton lo flexibilizó al readmitir la venta de alimentos y medicamentos a Cuba, aunque sin crédito comercial. Desde 2001, Cuba compró a los farmers: pollo, maíz, soya, trigo, huevos y pienso animal. Las compras totalizaron 5,802 MD entre 2002 y 2013. En 2008, USA llegó a ser el cuarto proveedor de la Isla con un 6% de las importaciones (598 MD), pero desde entonces la tendencia es decreciente.

Ya con Trump, pero aún con la inercia de la era Obama, grupos bipartidistas de senadores presentaron, en mayo de 2017, un proyecto de Ley de Libertad para Exportar a Cuba y otro para acabar con la absurda prohibición de viajar acá con fines turísticos. Pero, en junio, él invierno llegó: ante su público de Miami, Trump firmó una orden ejecutiva destinada a frenar los avances logrados tras el deshielo del 2014.

Desde entonces, la administración actual se cebó en el asedio a las importaciones cubanas y la sanción a los que se atreven a comerciar y financiar a Cuba en cualquier lugar del mundo. Para reafirmarlo, aprobó la aplicación del congelado título III de la Helms-Burton, reinsertó a Cuba en su lista de países patrocinadores del terrorismo, e hizo lo indecible para impedir la llegada de combustible a la Isla. Ya no blanden el big stick, sino que apalean con él a cualquiera que intente burlarlo en el mundo.

Desde 1991, Cuba lo enfrenta con variada suerte. Entre sus logros está el significativo crecimiento de la extracción de petróleo crudo y gas, que en el 2003 permitía generar casi el 100% de la electricidad. Otro fue el de las exportaciones de servicios profesionales de alto valor agregado –salud, fundamentalmente−,[1]convertidas en locomotoras de la economía gracias a la alta demanda de los gobiernos progresistas latinoamericanos, sobre todo Venezuela y Brasil, para sus programas sociales. Pero el fin de la oleada progresista en la región trajo consigo su brusca disminución.

Sin embargo, las añoradas atracción masiva de la inversión extranjera y sustitución de importaciones con la apertura de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel parecen esperar por las calendas griegas.[2] Tampoco se sabe cuando ocurrirá la esperada unificación monetaria y cambiaria, aunque sin hacerla marchamos camino a la sima. En estas condiciones difíciles apareció la covid-19 y se cierne una posible crisis económica mundial sin precedentes.

De los EEUU solo puede esperarse la mantención del bloqueo. Intensificado si reeligen a Trump; moderado si ganara Biden y decidiera retornar al deshielo obamista. En este escenario es mucho lo que Cuba puede y debe hacer para desvirtuar el Bloqueo y reencontrar el camino del crecimiento, más allá de apostar por la diplomacia y la solidaridad. Entre las medidas que podrían adoptarse propongo tres para implementar en breve:

  1. Autorizar la inversión de capital nacional privado y la formación de cooperativas industriales, para producir bienes de consumo y productivos, protegidas por una legislación lo más favorable posible. Sin aspirar a la autarquía, porque sin la competencia y cooperación en frontera con homólogos extranjeros jamás habría sustitutos nacionales eficaces. Así, la sustitución de importaciones brotaría de las relaciones de mercado, no de las iniciativas de burócratas y trabajadores iluminados que casi nunca llegan a resolver ni a perdurar.
  2. Eliminar el actual monopolio del comercio exterior en manos de empresas de GAESA y diversificar esa esfera mediante el otorgamiento de licencias y facilidades para importar a miles de empresas civiles y TCP. Estas indetenibles guerrillas comerciales harían más difícil el control y las sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) a los socios extranjeros, revitalizarían el depauperado mercado interno de bienes de consumo y estabilizarían una oferta de bienes de producción por encargo para todos los sujetos económicos.
  3. Revitalizar la actividad de los puertos cubanos para el transporte de pasajeros, importación territorial por vía marítima, comercio de cabotaje –ideal en una isla larga y estrecha, llena de excelentes bahías− y la pesca de plataforma para el mercado interno.

Si el Bloqueo vino para quedarse, entonces hay que vaciarlo de contenido lo más posible. No facilitarle el trabajo a la OFAC al insistir en la gestión fácilmente controlable de un puñado de ineficaces empresas centralizadas, sino ponérsela bien difícil mediante la diversificada  participación popular en el comercio exterior. No queda de otra.

[1] Entre 2004-2014 alcanzaron el primer lugar en el PIB y en las exportaciones, desbancando al turismo que lo tuvo entre 1990-2003 y lo retomó en 2015.

[2] Inaugurada en 2014, al cierre del 2018 había captado solo 2,130 MD en inversión extranjera, con apenas 17 proyectos operacionales.

17 julio 2020 31 comentarios
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