La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

comercio electronico

Dimensión digital

La dimensión digital

por Alejandro Muñoz Mustelier 27 marzo 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

El ser humano ha tenido que concebir realidades a través de los tiempos. A estas las llamó dimensiones y son infinitas. Le permiten moverse por nuevos entornos, desde las físicas con las que comenzó a existir, hasta las de su propio pensamiento. Pero quizás la más actual y la que cambiará su realidad para siempre es la dimensión virtual.

Todo parece indicar que esta le gusta de manera particular porque ha mudado allí todo su universo y ha adaptado su dimensión física –la de siempre– a una nueva forma de concebir sus relaciones, semiótica, felicidad e, incluso, el modo en que tramita sus sociedades.

El mundo se ha volcado a vivir a través de sus terminales electrónicas: allí comercia, tiene éxito, fracasa y hace sus guerras. Pero lo más interesante no es la invención de esta dimensión virtual, sino que ella ha devenido gestora de la existencia: quien se abstenga de participar en ella, sencillamente, existe menos o no existe.

Con este afán, Cuba se ha dado –aunque tarde– al universo virtual que trasciende los perfiles en Facebook, las fotos en Instagram y los comentarios en Twitter, y llega a la forma en que el Estado y los propios ciudadanos se relacionan o en como la economía se mueve, crece o decrece.

La velocidad del mundo ha aumentado tanto gracias a la dimensión virtual, que ninguna nación que prescinda de ella puede ser competitiva ni eficiente. El establecimiento de una sociedad digitalizada y de un gobierno electrónico es, por tanto, prioridad actual, y en los últimos cinco años se han visto más avances en ese sentido que en décadas completas. Las ventajas de una sociedad digitalizada son abrumadoras.

Breve diccionario del lenguaje inclusivo

La primera es la simplificación de los mecanismos de administración pública, algo que en Cuba tiene un significado especial dada la complejidad y el surrealismo burocrático que los rodea. La máxima expresión de esta digitalización sería la extinción del papeleo, la minimización de las colas –y quizás, de los episodios cardiovasculares. Además, permitiría la inmediatez de la información, la autogestión de la economía e ingentes cantidades de tiempo devueltas al ciudadano, acostumbrado a dejar horas de su vida en el histórico entramado burocrático del país.

La dimensión digital es la nueva realidad

Por si fuera poco, facilitaría el control interno, además de abaratar los costos de muchos sectores. La salud pública puede ser una de las principales beneficiarias –y lo está siendo de hecho– si se usa la inmediatez e interactividad de la información para crear modelos epidemiológicos, páginas con información actualizada y plataformas de autodiagnóstico que son ya comunes en las aplicaciones por defecto de muchos teléfonos inteligentes.

Evidentemente la completa implementación de esta utopía de digitalización es un proceso largo, recorrido con apuro por las autoridades cubanas dado su atraso y la amenaza de la no existencia en el mundo actual. En este proceso pueden observarse cuatro etapas: presencia, interacción, transacción y transformación. Actualmente Cuba se encuentra en algún punto entre la segunda y la tercera etapa, la que puede describirse como esa donde la mayor parte de los trámites asociados a la vida cotidiana se completan en línea –transacciones como pago de impuestos o multas, y todos los servicios de la administración pública.

Llevar la sociedad a la digitalización es una apuesta, más que acertada, obligatoria. Depende, es evidente, de grandes inversiones aunque a nivel tecnológico existen alternativas para su ejecución: adoptar productos existentes como algoritmos, aplicaciones e interfaces –esta opción tiene una velocidad de implementación y actualización muy alta, y bajos costos ya que crearlas desde cero implica gran complejidad monetaria y temporal–, o bien desarrollar tecnología a la medida, hecha en casa –con velocidades de implementación y actualización muy bajas y costos altos. Realmente por las condiciones económicas y tecnológicas de la Isla es mucho mejor la adaptación de soluciones preexistentes.

Pero no es sólo el presupuesto y la tecnología quienes pueden demorar el proceso. La concepción de que el mundo digital ya no es una opción, a veces no está presente en quienes dirigen. Décadas de ausencia en el mundo digital y la costumbre a esa dimensión física de siempre logran que las estrategias gubernamentales y empresariales muchas veces omitan el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como principal plataforma de gestión.

Blanco y negro no

Por ello, los ciudadanos encuentran páginas web sin actualizar, botones sin hipervínculo, hipervínculos que conducen a ninguna parte y servicios esenciales que no se ofrecen en línea. No basta con crear una plataforma por mandato estatal, esta debe ser actualizada y puesta a la altura de las necesidades de la ciudadanía.

Incluso los cajeros automáticos –pioneros de la digitalización en Cuba– después de casi dos décadas de funcionamiento son una muestra de mala gestión de las tecnologías por escasos, desabastecidos, fuera de línea, o por regirse por horarios laborales –quizás tengan su propio sindicato–.

En la Era Covid –tiempos de las larguísimas colas y el confinamiento– la digitalización ha demostrado ser una ventaja. El comercio electrónico, si bien comenzó modestamente antes de la pandemia, fue durante esta que tomó protagonismo dado el desabastecimiento y la inconveniencia del roce humano. Las numerosas aplicaciones y páginas encargadas de gestionar las transacciones han demostrado su buen funcionamiento. Es una tecnología que no ha requerido grandes innovaciones, puesto que ya tiene décadas de existencia en el mundo aunque en Cuba sea nueva.

El problema aquí radica en esa dimensión que trasciende una interfaz y se realiza en el mundo objetivo, material, donde la existencia o inexistencia de un producto, y sobre todo, la logística de la entrega, hasta ahora no han podido emular con la rapidez y eficiencia de los softwares. Tendrían que hacerse los pedidos por cartas –a la usanza decimonónica– para que esas dos dimensiones, la virtual y la física, estuvieran emparejadas.

Eso es lo que los usuarios identifican como fallos del sistema en línea, caídas y defectos de las páginas no son más que ralentizaciones deliberadas por parte de sus gestores para poner el sistema electrónico, ese que se mueve a la velocidad de la luz –literalmente, gracias a la fibra óptica–, a la par del modesto sistema de reparto y distribución que no puede actualizarse escribiendo un código HTML, ni moverse a 4G por las calles del país.

dimensiçon

Plataformas como Transfermóvil gozan de una eficiencia que, si bien no es perfecta, ha cumplido con creces sus expectativas.

No obstante, plataformas como Transfermóvil, que prescinden de la dimensión física y trabajan estrictamente con datos electrónicos, gozan de una eficiencia que, si bien no es perfecta, ha cumplido con creces sus expectativas con más de 68 000 usuarios y cerca de 11 millones de operaciones mensuales.

El problema con estas y otras plataformas que no dependen de productos o flete es distinto y otra vez impuesto por la dimensión física. Las terminales para lograr acceder a cualquiera de ellas –a saber, teléfonos móviles– actualmente se encuentran en una tercera dimensión, desconocida para la mayoría de los cubanos: la dimensión MLC.

Si bien siempre ha sido difícil obtener uno de estos aparatos, era posible con esfuerzos, ahorro, inventos, regalos. En cambio no se puede intentar digitalizar una nación e implementar algo como el gobierno electrónico si cuando la existencia se muda a la dimensión digital, lo digital se muda a la dimensión MLC, de la que la mayoría de los cubanos no puede llegar.

Entonces la revolución digital, los pagos y los trámites administrativos pueden andar todo lo en línea que quieran, que si los ciudadanos tienen vedada esa dimensión en la que se venden las terminales móviles, no hay una verdadero avance. Hay que tener en cuenta que lo que se propone es que un teléfono móvil sea parte de la vida de la gente: sea sus colas, su dinero, su abogado, su constitución, su escuela, su periódico, un poco su médico, su policía, su ambulancia, esa dimensión virtual que gestiona la existencia. Si los ciudadanos no pueden comulgar en ella, sencillamente existen menos o no existen.

27 marzo 2021 11 comentarios 3,1K vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

La oferta minorista en Cuba

por Consejo Editorial 12 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

Recientemente se presentó por televisión una caracterización de los problemas surgidos en el ámbito del comercio electrónico en Cuba (actualmente con las plataformas “tuenvio” y “enzona”). Los que pudimos ver la información nos llevamos la impresión de que esa iniciativa no funciona como debía esperarse.

Según publicó Granma en el 2018, la tienda electrónica de 5ta y 42, pionera en esta modalidad, comenzaría a funcionar ese verano (antes de presentarse la emergencia de la pandemia) y tendría limitaciones importantes: no se harían entregas a domicilio, ni siquiera en los alrededores de la tienda, y además la oferta estaría limitada a alimentos, bebidas y licores. Aun cuando soy fanático del progreso no le presté mucha atención al ofrecimiento, ya que de todas formas no me libraba de la molestia de visitar la tienda.

Después vi en las noticias que por la pandemia estaban tratando de impulsar esta iniciativa, y vi el reportaje de los problemas que habían surgido.

Hay que tener en cuenta que el sistema de tiendas “shopping”, del cual es heredero nuestro comercio electrónico, siempre presentó deficiencias que se fueron ampliando desde que fueran inauguradas a principios de la década de los años 90. Problemas que conducen permanentemente a la insatisfacción de la demanda y de la atención al cliente:

  • Escaso surtido de los renglones en venta.
  • Inestabilidad en los productos ofertados. Por lo regular ningún renglón perdura más de algunos meses en el mercado, su oferta se descontinúa y eventualmente es sustituido por otros productos similares.
  • Falta de garantía post venta para los bienes duraderos, especialmente en cuanto a piezas de repuesto.
  • Poca variedad de tallas en lo que a ropa y calzado se refiere.
  • Muy escasa oferta de producción nacional.
  • Elemental o deficiente envasado de las compras hechas por los clientes.
  • Ausencia de un sistema de entregas a domicilio para el caso de que el cliente así lo requiera.
  • Poca formación profesional en el personal que atiende al público e incluso tratamientos incorrectos, lo que ha hecho necesario emitir una legislación específica sobre los derechos de los clientes la cual se cumple pobremente.
  • Formación de precios arbitrariamente elevada en comparación con los costos de los productos ofertados.
  • Pobre extensión de la actividad hacia las capitales de provincias y/o sus principales ciudades.
  • Corrupción manifiesta de algunos empleados y administradores que ante la escasez orientan la venta de productos hacia compradores preferidos esperando por tanto un beneficio personal por parte de esos clientes.

Estas deficiencias provienen básicamente del propósito inicial de esas tiendas. No fueron creadas para satisfacer las necesidades del consumidor sino para recaudar divisas, especialmente de aquellos sectores de la población que disponían de ella para después redistribuir por el Estado las divisas obtenidas hacia los sectores de población menos favorecidos.

Al ser mercados destinados principalmente a vender productos importados, a medida que ha pasado el tiempo y se ha deteriorado el valor real de los certificados de divisa en manos de la población (CUC) cada vez menos se justificaba el uso de divisas en importaciones para captar los CUC circulantes, trayendo por consecuencia que hayan venido disminuyendo las asignaciones de divisa para la reposición o ampliación de los inventarios de estas tiendas.

A todos estos problemas y deficiencias se suman ahora el recrudecimiento del bloqueo, la falta de divisas y el estancamiento de la economía tanto por la situación antes de la pandemia como por los efectos en la economía de la paralización por el combate al Coronavirus.

Este escenario ha generado una dramática crisis de la oferta que ha convertido a dichas tiendas, independientemente de su tamaño, en un escenario de colas extensas en espacio y tiempo, precisamente en momentos en que se requeriría que como defensa contra la pandemia no se produjeran estas colas.

El comercio electrónico es una alternativa viable para Cuba.

Se debe señalar que en otros países el comercio electrónico es una actividad muy exitosa, al extremo de que su surgimiento dio como resultado la aparición de la fortuna más grande del planeta en su momento en la década del 90. A su vez el comercio electrónico tiene un importante antecedente en la venta por catálogos la cual tuvo su auge desde finales del siglo XIX en otros países.

En nuestro país no existe el antecedente de la venta por catálogos, pero si el antecedente antes de 1960 de las órdenes por teléfono a tiendas de los más diferentes tamaños. Esto conducía a que usando el teléfono un consumidor podía comprar prácticamente todo lo que necesitara sin tener que concurrir a los mercados o tiendas. No había Internet ni teléfonos celulares, pero por el periódico se anunciaban las ofertas de productos rebajados de precio y con eso bastaba. Además no había ninguna tienda importante o mediana que no tuviera servicio de entrega a domicilio sin costo adicional.

No es mi propósito analizar las causas por las cuales se perdió el objetivo de satisfacer al cliente y que surgieran todas las deficiencias que antes señalé. Considero que ya a más de 60 años nuestro sistema de ventas minoristas por el Estado es incapaz – por su filosofía de funcionamiento, su estructura, sus medios y sus antecedentes – de brindar en general una oferta y un servicio que satisfaga a la población; estos objetivos se perdieron ya hace mucho tiempo.

Además estos problema ahora no son responsabilidad ni de los trabajadores de las tiendas, sus dirigentes, las cadenas de tiendas, el Mincin o el Gobierno. Todos ellos y el país hemos heredado este desastre; al igual que heredamos el buen sistema de salud pública que ahora nos defiende de la pandemia. Pero antes de entrar a considerar el uso del comercio electrónico se requiere cambiar aspectos fundamentales del sistema de distribución a la población.

Necesitamos alternativas que mejoren la oferta de productos.

Si de acuerdo a nuestros principios económicos vamos a utilizar el mercado en función de la planificación, es una tarea importante promover la oferta y la demanda de manera tal que permita el crecimiento de la economía. Pero siendo así, el Estado no puede en estos momentos asumir un incremento significativo de la oferta.

Para empezar consideraría la posibilidad de concertar con empresarios extranjeros o cubanos con experiencia en las ventas al por menor y que no estuvieran afectados por las medidas del bloqueo yanqui, para que instalaran en Cuba tiendas destinadas a la venta en moneda libremente convertible con amplio surtido en renglones de todos los tipos y dándole la capacidad de importar los renglones que necesiten directamente del exterior financiando ellos mismos esas importaciones no el Estado.

De adoptarse una medida como ésta el Estado en primer lugar se libraría de garantizar la oferta a los consumidores que dispongan de moneda libremente convertible y se podría concentrar en garantizarle el consumo a los sectores menos favorecidos, no a toda la población. Además obtendría ingresos en divisas por concepto de impuestos a las nuevas tiendas y de aranceles por la importación de productos, aranceles estos que deberán estar orientados en lo fundamental a proteger a la industria nacional con vistas a que pueda competir con los productos importados en el suministro en moneda libremente convertible tanto a las nuevas tiendas como a cualquier otro destino. El Estado también tendría ingresos adicionales por el alquiler de locales o terrenos al inversionista.

Por último, una iniciativa como ésta influiría en el volumen de empleo al personal cubano, al cual se le debe permitir contratarse libremente para el trabajo en estas tiendas y no a través de agencias empleadoras estatales. Al elevar el nivel de ingresos del personal cubano que labore en esas tiendas así como en otros sectores, se contribuye al aumento en la demanda de servicios para satisfacer la cual pueden jugar un papel fundamental las ofertas de servicios del sector estatal, principalmente en lo referido al turismo, sector éste que necesitará más que ningún otro de iniciativas que le ayuden a superar la vaticinada crisis en dicha actividad como resultado de la pandemia.

Para finalizar, si se compara esta propuesta con la venta de artículos de alta gama que se inició en las tiendas estatales en moneda libremente convertible, los ingresos del Estado por concepto de impuestos y aranceles en moneda libremente convertible, podrían ser superiores al participar el Estado en un volumen de operaciones de mayor envergadura y sin necesidad de aportar ni un centavo en divisas para su captación.

Una iniciativa como esta no es imposible y ayudaría a destrabar un importante elemento de la avizorada recuperación.

12 mayo 2020 18 comentarios 531 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...