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Carlos Manuel de Céspedes

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Ciudadanía

Agrupémonos todos

por Jorge Fernández Era 10 octubre 2021
escrito por Jorge Fernández Era

Ciudadanos:

Sé que algunos se quejan porque he declarado sábado laborable este 10 de octubre de 1868. El objetivo es tenerlos acá y poder hacerles un trascendental anuncio que convertirá este día en feriado, tan feriado que en el porvenir, cuando caiga domingo, espero se traslade el descanso reparador para la siguiente jornada.

A partir de hoy son ustedes libres. Digo libres y me refiero no solo a la cantidad de esclavos aquí presentes, que son los menos, sino también a los obreros asalariados que he contratado como una de las principales reformas introducidas desde que en 1866 le comprara este ingenio a mi hermano Francisco Javier y elevara de tres a dieciocho las caballerías sembradas de caña. Con ello doy un primer paso para que se inicie en Cuba la liberación definitiva de las fuerzas productivas, para poner en juego, de una vez y para siempre, las relaciones sociales de producción.

Sé que tendré detractores, pero quien no tiene detractores no ha hecho nada bueno en el mundo. Me adelanto con este paso histórico a una decisión ya tomada por el poder caduco y carcomido de la metrópoli y que tendrá devastadoras consecuencias para la economía de la Isla: el cierre de la mayoría de los centrales, en tiempos en que en otros lares se diversifica la producción azucarera y se produce etanol, abonos, alimento animal, levadura torula y hasta libretas escolares.

¿A quién se le ocurriría, preguntarán ustedes, cerrar un ingenio como la Demajagua, que gracias a la tecnología logró multiplicar su producción de bocoyes de melaza y hoy tributa al desarrollo local y a las fincas y estancias arrendadas al Estado, como Limones Arriba y Limones Abajo (oigan ustedes: ¡limones!), y otras tantas en donde poseemos 16 yuntas de bueyes y 742 cerdos, estos últimos en tiempos en que no se sabe a cuánto puede subir la libra? ¡Qué esperar de un país rodeado de mar en el que despertamos con la noticia de que también la sal es problema!

Es tal la productividad de mis trabajadores, tanto de los asalariados libres como la de los esclavos, que hemos llegado incluso a contratar cañas de las haciendas vecinas para molerlas en La Demajagua. Bajo el actual gobierno nunca gozaremos del franco ejercicio de los derechos imprescriptibles del hombre, incluido el sufragio universal. Con la lucha en todo el archipiélago por librarnos del yugo cumpliremos con la grandeza de nuestro destino. Uno allá atrás pregunta cuál será el de los trabajadores, y yo le respondo: ¡tendrás una central sindical y alguien que, cual Ulises, será capaz de guilarte!

Hay que lograr que la sociedad en su conjunto avance hacia formas más desenajenantes del trabajo, como actividad fundamental de la vida del ciudadano independiente. Que la democracia adquiera su valor genuino, que se impongan las importaciones y exportaciones libres, los mercados mayoristas y la inversión de cubanos desde el exterior.

La contradicción capital/trabajo se convertirá en oposición de contrarios dialécticos que, sin basamento materialista para generar el sentido de clase en la sociedad, propicien relaciones sociales con horizontes infinitos para la liberación definitiva de las fuerzas productivas, redimiéndose del autoritarismo de la burocracia política y de sus gestores administrativos, con complementariedad de formas económicas, transformando la gestión estatal de formas centralizadas a multiactorales, a través de concertaciones participativas múltiples. Los he dejado botados, pero era urgente que se los dijera.

Hace más de dos décadas, en 1845, los filósofos Carlos Marx y Federico Engels —cuyas ideas son prácticamente desconocidas en predios manzanilleros, pero algún día incendiarán Bayamo— alertaron en su libro «La ideología alemana» acerca de que la liberación es un acto histórico y no mental, que no es posible si no es en el mundo real y con medios reales, y que conducirán a ella las relaciones históricas y el estado de la industria, del comercio y de la agricultura.

Alegaron que no se puede abolir la esclavitud sin la máquina de vapor, que es imposible proscribir el régimen de la servidumbre sin una agricultura mejorada, que no se puede liberar a los hombres mientras no estén en condiciones de asegurarse plenamente comida, bebida, vivienda y ropa de adecuada calidad y en cantidad suficiente.

¿Podremos asegurarles agricultura mejorada, comida, bebida y vestimenta cuando pretendemos hacerles creer que se ha unificado la moneda y se ha equiparado el poder adquisitivo de las grandes mayorías, mientras la producción de bienes de consumo va en picada, la inflación galopa cual jinete en la manigua y se abren tiendas por doquier donde la población solo puede pagar en… onzas españolas?

Ciudadanos: hasta el momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libres como yo. Los que quieran seguirme que me sigan, los que quieran quedarse que se queden, no importa si son doce o solo regresamos doce. Ellos ayer hubieran sido como nosotros, nosotros hoy hubiéramos sido como ellos.

¡Nos vemos el 20… de octubre! Perucho les tiene una sorpresa.

10 octubre 2021 23 comentarios
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2018Historia

El grito de una nación

por Consejo Editorial 10 octubre 2018
escrito por Consejo Editorial

El sesquicentenario del 10 de octubre lo es también de la nación cubana, aunque no exista entre nosotros consenso en torno a cuál es el día de la independencia de Cuba. Con el Grito de La Demajagua, de Carlos Manuel de Céspedes, la mal llamada Siempre Fiel Isla de Cuba mostró al mundo su indomable voluntad de independencia, libertad y soberanía nacional.

No fue Céspedes el primer cubano que se levantó contra el poder colonial. Desde inicios del siglo XIX el listado del martirologio cubano crecía sin cesar. Varela, Aponte, Sánchez, Infante, Heredia, Agüero, López, Armenteros y muchos más, jalonaron con su sacrificio el camino de la independencia.

Pero Céspedes sí fue el primero en hacerlo de manera abierta y pública, con un manifiesto al mundo que el telégrafo de Yara lanzaría al éter, y como parte de un plan nacional que vinculaba a grupos de los tres departamentos en que se dividía la Isla. Su resonancia nacional e internacional fue inmediata.

Gracias eternas sean dadas a la osadía del avezado conspirador y al ímpetu que Martí ponderó en él. Quizás, si hubiera optado por esconderse y esperar a que estuvieran dadas las condiciones idóneas para el levantamiento, aún ondearía en El Morro la bandera roja y gualda.

Nunca hubo mejores condiciones para un alzamiento separatista que en aquel momento. España estaba desgarrada por las Guerras Carlistas y la guarnición de la Isla no pasaba de diez mil hombres. En Cuba, el fracaso de los reformistas en la Junta de Información se conjugaba con la extensión por todo el país de las logias del cuerpo masónico Gran Oriente de Cuba y Las Antillas (GOCA), creado por el espirituano Vicente Antonio de Castro y Bermúdez, verdadera escuela política y centro de conspiración de los revolucionarios del 68.

El liderazgo de Céspedes provenía de su condición de rico terrateniente regional, abogado y hombre de letras, a lo que añadía su carisma personal, la aureola de duelista famoso -especialista en armas de fuego y espada- y su condición de Venerable Maestro de la logia del GOCA en Manzanillo, sumado a una larga trayectoria como rebelde.

Ya en 1843 había participado en la insurrección del general Juan Prim, en España, por lo que tuvo que salir para Francia como exiliado político. En 1852 participó en la fracasada rebelión de Las Pozas, vinculada al movimiento de Agüero y López, por lo que fue encarcelado y perseguido por los gobiernos de Concha y sus continuadores, que lo deportaron dos veces de Bayamo y lo vigilaban estrechamente. Por eso, de manera natural, al crearse el comité insurreccional de la zona de Manzanillo recayó en él la presidencia.

El acontecimiento del 10 de octubre no pudo ser más local. En 1867 Céspedes había comprado el Ingenio La Demajagua, en la costa este de Manzanillo. De ahí que cuando el Comité de Bayamo fijara el 24 de diciembre para el inicio de la rebelión y él, impaciente, adelantó la fecha para el 14 de octubre, diera  órdenes expresas a sus hombres –familiares, hermanos masones, amigos, clientes y esclavos- de acudir prestos a La Demajagua a su llamado.

Cuando la conspiración fue descubierta y se ordena detener a Céspedes, el telegrafista le avisó a través de su sobrino Ismael Céspedes, hijo de su hermano Francisco Javier, quien se lanza al campo desde el día 8, fecha en que el líder convoca a los patriotas a concentrarse en La Demajagua. Allí redacta su mensaje al mundo que se conoce como el Manifiesto del Diez de Octubre, donde proclama:

“Nadie ignora que España gobierna a la Isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado (…) que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin formación de proceso por comisiones militares en plena paz (…) la tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe militar, no puede pedir remedio a sus males sin que se la trate como rebelde y no se le concede otro recurso que callar y obedecer (…) No nos extravían rencores ni nos halagan ambiciones: solo queremos ser libres e iguales como hizo el Creador a todos los hombres”.

Al amanecer del 10, la campana del ingenio toca a rebato llamando a hombres libres y esclavos. Unos 140 se concentran en la plaza El héroe se presenta portando una bandera nueva con los colores de la Revolución Francesa. Su querida Cambula la acaba de confeccionar según el esbozo cespedista, y es similar al pabellón de Chile -en guerra con España-; solo alternan los colores en los campos azul y rojo.

Todos juran ante la bandera luchar hasta la muerte por la independencia de la patria cubana. Céspedes lee el Manifiesto de Independencia y sus párrafos son aclamados por los hombres exaltados. Al final da la libertad a los esclavos y los convoca a unírseles en la lucha. Al grito de ¡Viva Cuba Libre! se inicia la Guerra de los Diez Años. Ha nacido un nuevo país. Cuba ha echado a andar.

10 octubre 2018 10 comentarios
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Cuba

Es el Día de la Cultura Cubana.

por Consejo Editorial 20 octubre 2010
escrito por Consejo Editorial

 

Martí visto por Tomy

 

Por Eduardo

Cuando estaba en tercer grado de la Escuela Primaria, mi maestra Bertica nos leía unos libritos editados por la Editorial Pueblo y Educación. Aquella colección se llamaba “La vida de mi Patria”. Cuando mi hijo comenzó a ir a la Escuela, me dediqué a la tarea de reunir y recopilar aquellos textos, en la casa de amigos queridos, en puestos de vendedores de libros viejos, en la librería comisionista del centro de la ciudad, llamada el Pensamiento, y en muchos lugares disímiles. Hasta que un día, una amiga me donó un cajón de libros que tenía repetidos, y dentro de ellos, la colección casi completa de “La vida de mi Patria”.

Uno de los tomitos se denomina “Bayamo la Ciudad Antorcha”. Lo he releído millones de veces, evocando la figura de mi vieja maestra normalista; y a pesar de ello, no deja de emocionarme el relato escrito en un lenguaje sencillo, como correspondería a un texto escolar. Me conmoverá por siempre, la descripción de aquellos días gloriosos en que aquel bardo guerrero, que compuso junto a su amigo Fornaris, la primera Bayamesa, la canción de amor dedicada a Luz Vázquez, El Padre del Patria, el bayamés Carlos Manuel de Céspedes, nos lanzó como pueblo a la redención  o al martirio.

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20 octubre 2010 52 comentarios
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