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anticomunismo

Fin de las remesas, listas rojas y más COVID

por Resumen Semanal 25 octubre 2020
escrito por Resumen Semanal

¡Muy buenas! Esta semana ha sido noticia que, debido a las nuevas sanciones impuestas por la administración Trump a varias empresas estatales cubanas con vínculos directos con las Fuerzas Armadas del país, a partir del próximo 27 de noviembre no se podrán enviar remesas a Cuba desde los Estados Unidos.

Por otra parte, en su particular cacería de brujas, el influencer cubano-americano Alexander Otaola elaboró una “lista roja” donde incluyó figuras públicas que, según su criterio, eran afines al gobierno cubano. El objetivo del youtuber sería que a todos los integrantes de su lista se les impida la entrada a los Estados Unidos.

También ha acaparado titulares que el rebrote de casos por COVID-19 se ha intensificado en varias provincias del país. Pinar del Río, una de las más afectadas, se convierte en la nueva capital pandémica.

Somos La Joven Cuba y este es nuestro resumen semanal de las agendas pública y mediática del país.

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Cero remesas, cero recargas, cero, cero, cero… Esto decía -más bien gritaba- hace unos meses el influencer cubano Alexander Otaola. Un reportaje del Noticiero de la Televisión Cubana, emitido en varios espacios informativos, se ha encargado de recordar hasta el cansancio aquel “parón” convocado por el youtuber, una de las voces más fuertes e influyentes de la ultraderecha cubana en Miami.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro dio a conocer, el viernes 23 de octubre, una nueva medida que restringirá casi en su totalidad el envío de remesas a Cuba. La determinación final será publicada el 27 de octubre, y pasados 30 días entrará en vigor. O sea, a partir del 27 de noviembre no se podrán realizar envíos de dinero hacia Cuba desde los Estados Unidos, al menos por los canales autorizados.

Las sanciones del gobierno estadounidense van dirigidas directamente a la contraparte de Western Union en la isla, la empresa cubana FINCIMEX, presuntamente vinculada con GAESA, el emporio económico controlado por las FAR.

Hace varias semanas, el 29 de septiembre, el gobierno estadounidense había anunciado un paquete de medidas que restringían el envío de remesas hacia Cuba, pero la evolución del proceso deja en claro que el objetivo es reducir a cero los envíos de dinero al país.

Las remesas son una de las principales fuentes de ingreso de muchos cubanos, pues alrededor de 700 mil familias se benefician directamente de ellas. No es casual que estas medidas de recrudecimiento lleguen justo en la recta final de la campaña electoral en Estados Unidos. Es difícil entonces no pensar que son un intento para atraer el voto de la comunidad cubano-americana en favor de Trump, que una vez más se alía con el sector más radical de la diáspora cubana.

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La fiebre persecutoria y represora de tiempos pasados se ha fortalecido en los círculos más radicales de la emigración cubana en Miami. El nuevo viene de la mano de Alexander Otaola quien, como habíamos dicho anteriormente, es una de las voces más fuertes de la ultraderecha cubano-americana.

El hombre de Trump en Miami

Emulando las famosas listas negras de Joseph McCarthy contra el comunismo en los años cincuenta, el youtuber elaboró un listado donde incluyó a figuras públicas cubanas, que a su criterio, están vinculadas directamente con el gobierno de la Isla. A esta recopilación de nombres le llamó “lista roja”, posiblemente porque el rojo es un color con el que se identifican los comunistas, irónicamente también es el color del partido de Trump.

Nada nuevo hasta aquí: es solo el enésimo intento creado por el influencer en su programa de YouTube, Hola Ota-Ola. Lo preocupante del tema viene a raíz de una breve entrevista que le concediera hace unos días el presidente Donald Trump, durante la cual, Otaola le habló sobre su lista y el millonario neoyorkino, con total naturalidad, le pidió que se la hiciera llegar a través del congresista Mario Díaz-Balart.

Entre otros, la lista incluye a personalidades cubanas de diversos sectores como los músicos Haila María Mompié, Maykel Blanco y Alexander Abreu; el locutor del NTV Rafael Serrano, el meteorólogo José Rubiera, el opositor Antonio Rodiles, el cineasta y escritor Eduardo del Llano, entre otros. Varios de estos nombres desarrollan sus carreras al margen de cualquier tendencia política, mientras que algunos incluso han sido muy críticos con el gobierno cubano. Entonces, ¿cuáles son los criterios que maneja Otaola para incluirlos en su lista roja? Posiblemente ni él tiene una respuesta más allá de su paranoia que no busca otra cosa que seguidores para su canal, lo que se traduce en dinero para su bolsillo.

Algunos de estos “miembros” han respondido al youtuber desde sus redes sociales.

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Aproximadamente dos semanas después de decretada la Fase 3 en La Habana y la Nueva Normalidad en casi todas las provincia del país, la situación epidemiológica ha empeorado de manera preocupante. En la semana que finaliza se han registrado 364 nuevos casos, con elevada incidencia en las provincias de Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, La Habana, Artemisa y Pinar del Río.

Esta última muestra un escenario especialmente preocupante, pues, con varios eventos de transmisión, ha registrado 185 casos esta semana, más de la mitad del total de los casos registrados en Cuba en ese período. Ante este panorama, desde el Grupo temporal de trabajo del Gobierno se informó que Pinar del Río regresará a la fase de transmisión autóctona limitada.

Igual de preocupante es el evento de transmisión ocurrido en el municipio de Caimito, en Artemisa, donde se registraron 19 casos el pasado viernes. Sobre este evento en particular no han trascendido muchos detalles desde los medios oficiales. En sus canales de Telegram y WhatsApp, LJC actualiza diariamente las cifras de COVID-19 en el país.

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Una comentario breve para finalizar:

El próximo 28 de octubre se celebrará el V Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, según informó el Secretario de la Asamblea, Homero Acosta en el espacio televisivo Mesa Redonda del pasado viernes.

La agenda para ese día prevé analizar la liquidación del presupuesto del Estado en el año 2019. Además, se someterán a debate cuatro proyectos de ley: Ley del Servicio Exterior, Ley de Organización y Funcionamiento del Consejo de Ministros, Ley de Renovación de los Elegidos a los Órganos del Poder Popular y la Ley del Presidente y Vicepresidente de la República.

Sobre este tema, LJC informará más detalladamente.

Para cualquier feedback, queja o sugerencia, recuerde que puede interactuar con nosotros en nuestro canal de Telegram: ➡️https://t.me/lajovencuba

Somos @LaJovenCuba

25 octubre 2020 16 comentarios 954 vistas
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totalitaria

La jerga antitotalitaria

por Consejo Editorial 4 septiembre 2020
escrito por Consejo Editorial

El concepto de totalitarismo ha llegado a ocupar un papel central en la reflexión teórica de las ciencias políticas. Sin embargo, se trata al mismo tiempo de un término cuyo sentido se desfigura de manera habitual en los usos ideológicos y propagandísticos que se hacen de él. Existe toda una jerga sobre el totalitarismo que se ha convertido en una especie de sentido común anticomunista, de la cual se puede rastrear su genealogía como una supervivencia de la Guerra Fría.

Por la pregnancia que ha alcanzado esta jerga, y la cantidad de discursos que contamina, se hace necesaria una discusión sobre el concepto de totalitarismo, enfocada principalmente en criticar el uso ideológico que se hace de él, aunque sin dejar de notar que ya en la forma que le dio Hannah Arendt, este era susceptible de tal manipulación.

Arendt fue una filósofa, alemana y judía, formada en la Europa de entreguerras, por lo que se entiende que tuviera razones para criticar los regímenes que asolaron ese continente durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, su libro Los orígenes del totalitarismo, al poner en un mismo plano al fascismo y al estalinismo como dos manifestaciones del mismo fenómeno, sirvió para darle un viso de fundamento teórico a la propaganda norteamericana de la Guerra Fría. De ese modo, y a pesar de estar ella bien lejos de ser una defensora a ultranza del capitalismo, le hizo un gran favor a la maquinaria de guerra cultural del bloque occidental capitalista.

Para entender su trayectoria intelectual, es necesario conocer esa trágica historia de tantos intelectuales de izquierda en el siglo XX, que por muchos motivos pasaron a defender la tesis de que el poder norteamericano era la opción más progresista en la alternativa que planteaba la Guerra Fría. Hubo sinceras decepciones ante los horrores del estalinismo, hubo también penosas traiciones, pero lo cierto es que muchos terminaron sirviendo de un modo directo o indirecto a las campañas propagandísticas que organizaba la CIA. La obra de Arendt corrió ese destino de ser materia prima para la propaganda, razón por la cual, además, son olvidados muchos de los matices de su libro, quedando en la jerga anticomunista solo un conjunto de tesis simplificadas.

Pero, ¿qué se entiende por totalitarismo? Para los que no están familiarizados con el término, vale la pena hacer una pequeña introducción. Un sistema político totalitario, según han planteado diversos autores, entre ellos Arendt, se supone que cumpla con los siguientes parámetros:

1) estar constituido y apoyado por un movimiento de masas

2) contar con una ideología difusa, que proponga una idea de perfección humana que debe ser alcanzada

3) tener al frente un líder supremo, máximo intérprete de la ideología, el cual debe tener en sus manos un poder total sobre todos los aspectos de la sociedad

4) el uso sistemático del terror, ya sea a través de la actividad de la policía política o de otras instituciones; se considera que el terror debe ser usado de manera sistemática, arbitraria y aleatoria sobre grandes sectores de la población

5) el papel central de la propaganda, basado en primer lugar en un virtual monopolio sobre los medios masivos de comunicación

6) progresiva identificación institucional entre el partido totalitario y el aparato del Estado, incluyendo la construcción de una institucionalidad paralela que va sustituyendo a las estructuras supervivientes de la sociedad anterior

7)  todo esto se considera dirigido a un objetivo fundamental, hacer que para los sujetos se haga indiferenciable la realidad de la ficción que el partido totalitario intenta recrear

8) la definición de un enemigo objetivo, un sector de la sociedad que por su sola existencia debe ser reprimido o exterminado

9) expansionismo militar

10) control centralizado de la economía, sea directo o indirecto, lo cual redunda en una primacía del colectivismo por sobre la autonomía del individuo

11) la experiencia fundamental de los individuos es la de un aislamiento, soledad e impotencia, lo cual los arrastra a la definitiva destrucción de todo pensamiento

12) se considera que la dinámica de los campos de concentración se adueña de toda la sociedad, una dinámica que escapa a la comprensión de la racionalidad común, pues se trata de la presencia de un mal radical

13) como resumen de todo lo anterior, se considera que el totalitarismo es un sistema político asociado al uso de las técnicas de la sociedad industrial moderna para la dominación.

Ciertamente, sería absurdo negar que ha habido sociedades que han cumplido parcial o totalmente con esta definición. De lo que se trata es de mostrar que el uso habitual que se hace de este concepto implica plantear la cuestión del análisis de la sociedad desde unas premisas insuficientes, razón por la cual lleva casi siempre a conclusiones sesgadas. Con un uso creativo y riguroso del concepto, no se descarta la posibilidad de construir una crítica antitotalitaria que sea consecuente con la realidad; sin embargo, aquí la atención estará dirigida a analizar la jerga antitotalitaria realmente existente, esa que se socializa como una plataforma discursiva hostil a cualquier alternativa socialista o comunista.

Lo que prima en la jerga antitotalitaria es la superficialidad.

El concepto de totalitarismo intenta referirse a un sistema político; sin embargo, se le usa de un modo esencializante, como si a partir de él se pudiera definir la esencia de una sociedad y todas sus características. No obstante, para conocer realmente una sociedad es necesario, o al menos eso es lo que enseña la teoría marxista, tener en cuenta las relaciones económicas, así como la posición que ocupan las diferentes clases sociales unas frente a las otras, y las dinámicas culturales que a partir de ahí se determinan.

Cuando no se tienen en cuenta todos esos factores, y se quiere despachar en un mismo saco de “sistemas totalitarios” lo mismo al fascismo que al estalinismo o a una teocracia, el concepto se está reduciendo a la función de una etiqueta sumamente abstracta. Deja de ser una categoría explicativa, para pasar a ser cuanto más descriptiva. Es algo así como lo que pasa con el concepto de “animal con cuernos”; ciertamente, hay muchos animales con cuernos, pero el concepto no sirve para para diferenciar un mamífero de un reptil. El imaginario más difundido alrededor de la palabra “totalitario” expresa solo eso: un estereotipo caricaturesco de sociedad disciplinaria, con alambradas y reflectores, completamente ineficaz para entender sistemas sociales complejos.

Lo segundo, es que se trata de un concepto que ha sido instrumentalizado muy cómodamente por la propaganda ideológica del liberalismo. El discurso sobre el totalitarismo se ha convertido en uno de esos que lleva trampa en su interior, de tal modo que usarlo implica ponerse determinados anteojos. Una vez que lo incorporas de modo acrítico, te lleva a reconstruir tus coordenadas mentales de tal modo que no puedes dejar de ver la democracia liberal como la única alternativa ética y política posible, y a todo el que se le oponga como potencialmente totalitario.

No en vano Zizek, en su artículo ¿Alguien dijo totalitarismo?, ha afirmado que “en el momento que uno acepta la noción de totalitarismo, uno está firmemente colocado en el horizonte democrático-liberal”. Y también que: “La noción de totalitarismo, lejos de ser un concepto teórico efectivo, es una especie de barrera, lejos de permitirnos pensar, nos fuerza a adquirir una nueva perspectiva dentro de la realidad social que describe, nos releva del deber de pensar, o incluso nos previene activamente de pensar”.

El filósofo esloveno va más allá, y describe la popularidad tanto de Hannah Arendt como del concepto de totalitarismo como la más clara señal de la derrota teórica de la izquierda. Esto es porque dicho concepto, convertido en artilugio ideológico, ha sido eficiente en la tarea de bloquear la capacidad para pensar alternativas a la sociedad capitalista global. Y de paso, ha servido como ariete contra las supervivencias que quedan en el mundo de lucha anticapitalista o antimperialista.

Es muy interesante que una de las cosas que se le achaquen a los sistemas totalitarios sea tener el objetivo de crear una ficción sobre la realidad, y llevar a los sujetos a un punto en que sean incapaces de distinguir la realidad de la ficción (punto 7). En este punto de la argumentación, se hecha a ver una de las bases más profundas de la teoría del totalitarismo: su carácter conservador. Los que así argumentan sobre la diferencia entre ficción totalitaria y realidad, olvidan que no existe ninguna realidad pura a la que los seres humanos tengamos acceso. Todo lo que conocemos está mediado por la cultura, esa “segunda naturaleza” que hemos proyectado sobre el mundo que nos rodea.

Si le damos vueltas a esta idea de la ficción totalitaria, tendríamos que ponernos a pensar que también los hombres y mujeres que fueron testigos del ascenso del cristianismo en la Antigüedad, sin compartirlo, pudieron haber pensado que les estaban tratando de imponer una gran ficción. Sin embargo, algunos siglos después, las verdades del cristianismo eran la Verdad. Lo mismo vale para la época moderna: los defensores del Antiguo Régimen podían haber visto la acción de los revolucionarios franceses como el intento de imponer una gran ficción, lo cual no habría evitado que cien años después las ideas de la Ilustración se hubieran convertido en verdad aceptada en gran parte del mundo.

Lo cierto es que todo intento de cambiar de manera radical la sociedad humana ha estado acompañado de la difusión de una nueva manera de ver el mundo, o sea, de una nueva ideología. Para lo cual hay una muy buena razón: el mundo es en gran medida lo que pensamos que es. Ver este intento como la imposición de una ficción será siempre la reacción natural de los conservadores, es decir, de los que estén anclados en la vieja ideología.

Cuando uno analiza los puntos 1, 2, 3 y 5, se da cuenta que las sociedades que han sido tildadas de totalitarias se han caracterizado por una intensa movilización popular. Esa constelación de la ideología, el líder, las masas y la propaganda, nos habla de momentos históricos en los cuáles ha habido un intenso proceso de pedagogía social. De momentos en los que se ha querido insuflar a grandes masas de la población una nueva cosmovisión. Se trata de una manera de conformar el sistema político que ha encontrado su justificación, en el socialismo real, en la necesidad de llevar a cabo esa transformación cultural que acompaña toda revolución social.

Por supuesto, se puede estar en desacuerdo con este paralelo que se ha trazado entre el esfuerzo pedagógico de la Ilustración y el del socialismo real. Sobre todo, se le echará en cara a este último su aspecto de sociedad disciplinaria, en la que una ideología simplista es repetida una y otra vez por los altavoces. Se ha instalado la imagen de la sociedad realsocialista como un gigantesco experimento pavloviano sin ningún objetivo trascendente.

Pero el paralelo no es para nada descabellado: del mismo modo en que la imprenta fue el vehículo técnico para la difusión de las nuevas ideas durante la modernidad, en el siglo XX se intentó utilizar la propaganda de los medios de difusión masiva, y las nuevas técnicas de control de la población, para llevar a cabo la tarea de la transformación cultural.

Alguien podría objetar aquí, que la intención de llevar a cabo una pedagogía social intensiva hermana tanto al fascismo como al socialismo real, y que todo lo nuevo que quiere ser impuesto en una sociedad no debe ser considerado como positivo. Esto es cierto, lo nuevo no se puede considerar progresista por la mera novedad.

La diferencia entre las intenciones pedagógicas del socialismo y el fascismo están, no obstante, en que el primero parte de un diagnóstico a grandes rasgos correcto de los problemas de la sociedad capitalista, lo que le permite vislumbrar el camino de salida hacia una sociedad superior, mientras que el segundo construye su ideología a partir de pulsiones de la psicología de masas, mayoritariamente reaccionarias, por lo que no puede conducir a otra cosa que a una explosión de barbarie.

Llegados a este punto, se hace evidente que en la lucha contra sus enemigos “totalitarios” el liberalismo aprovecha las ventajas de su modelo de sociedad con una esfera pública y una comunicación descentralizadas. La sociedad liberal clásica parece un oasis de tolerancia y espacio para el individuo, frente a la sensación de ahogo que provocan los modelos de sociedad que se conocieron en Europa del Este. Sin embargo, la trampa está en que el liberalismo no solo critica y denuncia las formas que ha tomado la pedagogía social en los socialismos reales, sino que cuestiona la legitimidad misma de todo proceso consciente de pedagogía social intensiva.

La jerga antitotalitaria se convierte en una forma de descalificar cualquier alternativa anticapitalista.

¿A qué se debe esta paradoja de que sociedades que se proponían construir un futuro superior al capitalismo hayan terminado generando modelos en los que el individuo se sentía aplastado, más de lo que lo podía estar en las sociedades liberales capitalistas? Bueno, a veces el viejo vagón en el que hemos estado mucho tiempo, a pesar de que sabemos que el tren se dirige hacia el abismo, nos resulta más cómodo que el salto hacia afuera, sobre todo si nos lanzamos de la forma más chapucera posible.

La sociedad liberal no necesita pasar por un fuerte proceso consciente de ideologización intensiva, puesto que no se propone la transformación social. Su paradigma de funcionamiento de la sociedad no tiene que ser alcanzado, puesto que este es el capitalismo, el cual es una realidad ya desarrollada. Del mismo modo, no necesita de la construcción de una nueva clase de ser humano, puesto que su materia prima, el hombre burgués, ya se encuentra bastante difundido. De ahí su ventaja frente a los socialismos reales.

En esta clase de sociedades, dada la existencia de una economía capitalista desarrollada, las clases dominantes pueden darse el lujo de pasar sin la necesidad de una ideología oficial explícita para poder garantizar la reproducción de su hegemonía. La misma red de intereses entrelazados que genera el sistema económico es uno de los pilares en los que se sostiene el sistema. Pero además, al tratarse de economías mercantiles, el fetichismo de la forma mercancía genera una forma de ideología descentralizada mucho más efectiva que la propaganda del Estado.

Por todo esto se entiende que la jerga antitotalitaria, ya devenida apología de la sociedad burguesa, considere como una aberración la aspiración de construir una nueva clase de ser humano (punto 2). Ello implicaría la destrucción del actual modelo hegemónico de subjetividad y, por supuesto, del capitalismo mismo.

Es muy sintomático que esta jerga derrame sus lágrimas por la destrucción de viejas formas de sociabilidad típicas de la vida burguesa o pequeño burguesa, a las cuales piensa que verá sustituidas por el aislamiento y la pérdida de toda voz auténtica. Sin embargo, en ningún momento se recuerda que esas formas de sociabilidad han sido un privilegio negado a los excluidos y oprimidos del capitalismo, a los que nunca aprendieron a leer y escribir, aquellos para los que la clase media es una barrera infranqueable.

Entonces, se puede decir que la jerga antitotalitaria se trata de una forma de capitalizar los defectos de las sociedades de transición socialista del siglo XX en favor de un conservadurismo liberal. Pero cuando se mira de cerca esos defectos, se ve que el problema no estuvo en los objetivos propuestos, sino en los medios utilizados, y en lo lejos que se estuvo de avanzar realmente en la dirección socialista.

Al no construirse una economía de nuevo tipo, que pudiera implicar de un modo real a ciudadanos en la construcción de la sociedad, el socialismo real se estancó en su primer momento ideológico-propagandístico. Al no cumplirse la promesa socialista de autogobierno de la sociedad, la única herramienta que quedaba para sostener la hegemonía del nuevo poder era la promesa misma, repetida una y otra vez por los altavoces, fetichizada como un discurso metafísico del Estado.

¿Por qué no se construyó la economía socialista? Es tiempo de decirlo con claridad: se trata de algo extremadamente difícil. La razón está en que no se conocen modos de organización de la producción que sean orgánicos a las clases tradicionalmente explotadas, que les permitan a estas dirigirse a sí mismas. Todas las formas que se conocen para organizar el proceso de trabajo implican la separación de la función dirigente, y adoptarlas implica continuar dentro del horizonte de las sociedades divididas en clases. Desgraciadamente, esas formas eran las que se conocían y fueron las que se adoptaron en los experimentos socialistas.

Cuando se analizan aquellas características que se le achacan a la sociedad totalitaria, el Partido, la ideología, los manuales, la propaganda, el control de la población, los monopolios, se ve que ninguna es original de estas, sino que fueron herramientas mimetizadas de la sociedad capitalista anterior. Incluso el líder forma parte de la instrumentalización de una forma cultural tradicional, el caudillismo, en función del objetivo de pedagogía social intensiva. Entonces, si algo se le puede achacar a las sociedades realsocialistas, es haber sido poco radicales técnica, filosófica y éticamente, en su pretensión de construir un mundo nuevo.

Una crítica antitotalitaria consecuente, no propagandística, debería comenzar por emplazar al capitalismo como la matriz de las técnicas y los modelos de racionalidad que han hecho posibles los totalitarismos políticos. Además, requeriría valorar la sociedad liberal clásica no como un paradigma  definitivo, sino como uno de los modos de dominación política de la clase burguesa. Implicaría señalar que por ser espacio para el desarrollo de las relaciones capitalistas, esta ha generado condiciones sociales que han hecho cada vez más restringido el ejercicio de las libertades liberales, condiciones que hacen posible también, en cualquier momento, la deriva hacia un sistema político totalitario.

¿Un poder total?

El poder no es una sustancia, decía Foucault. No es algo que se tiene en la mano. El poder siempre tiene una dimensión microfísica, donde a cada acción le corresponde una reacción. Entonces, ni siquiera la peor de las tiranías tiene un poder absoluto. Ni siquiera Stalin podía hacer cualquier cosa. Todo Estado tiene un marco de posibilidades, una forma de ejercer el poder hasta donde es coherente con la reproducción de la hegemonía.

Por supuesto, todos los Estados no tienen las mismas premisas en lo que se refiere a modos de distribuir la coerción, los consensos y los consentimientos. Algunas premisas son más coherentes con la dignidad humana que otras. Es por eso que algunos sistemas políticos merecen ser más condenados que otros. La forma de Estado que se construyó en la URSS, bajo el mando de Stalin, es una de esas que se merecen ser condenadas.

¿Un mal radical?

La posibilidad del terror estuvo siempre presente en la URSS, desde el momento en que se formó una nueva clase social que dirigía a las masas trabajadoras aplicando una racionalidad instrumental. En general, la onda larga de las tragedias históricas tocaba fuerte a las puertas de la naciente sociedad soviética. Entre esos avatares estuvieron también los permanentes ataques de las potencias imperialistas, que actuaron como una cadena más para amarrarla a la prehistoria humana. Allí se cumplió a cabalidad lo que Adorno y Horkheimer plantearon como una de las leyes secretas de la modernidad: que la apoteosis de la racionalidad instrumental coincide con el paso a la irracionalidad.

La jerga antitotalitaria, no obstante, quiere construir sobre ese fondo una dicotomía absoluta: la sociedad liberal como paraíso de lo auténticamente humano, frente al estado de excepción permanente de la sociedad totalitaria. Pero a través de esta operación alquímica se pretende glorificar, junto a las libertades individuales liberales, al capitalismo, y al imperialismo norteamericano con todas sus dictaduras aliadas, gobiernos títeres, empresas corruptas y vulgares sicarios. Se le da la vuelta a la rueda, y se cantan alabanzas a los mismos caminos civilizatorios que llevaron a los autos de fe de la Inquisición, a las purgas estalinistas y a los vejámenes de Abu Ghraib. Se olvida en qué consiste realmente el estado de excepción.

Esta es otra forma de volver a matar a las víctimas de los Gulags, de entregarlas a ese peligro del que hablaba Walter Benjamin, el de “prestarse a ser instrumento de la clase dominante”. Al final, es como él decía, “tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza”.

4 septiembre 2020 31 comentarios 1,K vistas
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extremos

Dos extremos de un mismo odio

por Consejo Editorial 7 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

Ambos tienen audiencia. Lo mismo quienes siguen a Alexander Otaola que los poquísimos que leen PostCuba. Y los que no estamos en uno ni en otro extremo, también la tenemos. La relación de cada individuo con la mediación que los comunicadores hacen de la realidad, tiene un componente orientado a satisfacer la masa y otro determinado por la individualidad.

Cuando PostCuba arremete contra cualquiera que considere un adversario ideológico y lo hace sin dar un solo argumento, ni mostrar evidencia alguna, a los ojos de su audiencia acrítica y condicionada podrá parecer que defiende la Revolución. Pero la hunde. La hunde tanto como Otaola. La hunde ante la conciencia de quienes, a solas con la almohada, no pueden dejar de ser honrados consigo mismos y reconocer que las razones de los otros, la de los críticos equivocados o no, también son las razones de Cuba. Porque es propio de la condición humana decir hacia adentro lo que para afuera se calla por conveniencia política, oportunismo o lucro.

Los estudiosos de la comunicación social saben que todo mensaje tiene primero un efecto efímero y luego un  efecto de trascendencia. Cuando Otaola publica chats escandalosos de un periodista cubano defensor del gobierno, o llama “agente castrista” al editor de este blog, por ejemplo, está provocando una reacción efímera. Busca intimidar, descalificar, desequilibrar a su víctima. La legión (falsa y verdadera) de sus acólitos que dejan mensajes a sus víctimas con nuevas ofensas, amenazas y conatos de chantaje emocional, forma parte del intento de crear un efecto que trascienda.

Porque Otaola y PostCuba saben que su mensaje inicial es efímero.

Nadie ha sido juzgado en Estados Unidos, en Cuba o alguna parte, por una revelación hecha en su show. Nada o poco será validado en el tiempo por una investigación histórica o criminal de ninguna índole. Tampoco le hace falta. Lo que necesita es un punching bag para mantener en su audiencia el odio y la búsqueda de venganza. Y tengo que decir que lo logra con éxito. Mucho mejor que la pretendida unidad en torno al Partido y la Revolución que preconizan –pero no incentivan- los autores de PostCuba y algunos que pasan por el periódico Granma.

Los textos de la pandilla de PostCuba tienen el mismo objetivo descalificador hacia sus adversarios que el show de Otaola, sólo que más torpes y con menos seguidores. Porque miles de revolucionarios honrados y decentes, aun en desacuerdo con La Joven Cuba, no los siguen. Si fuera por sus escritos, a José Daniel Ferrer, por ejemplo, le hubieran aplicado la cadena perpetua. Sin embargo el tribunal condenó al “sultán de Palmarito” a uno o dos añitos de reclusión domiciliaria. ¿Fue condescendiente el tribunal de Santiago de Cuba con un enemigo de la Revolución?  ¿O es que cuando las acusaciones de PostCuba se someten al escrutinio de un tribunal, no se sostienen por falta de evidencias? No importa la respuesta. El objetivo es político, crear suficiente indignación y repulsa en el cubano de pueblo, y enfocarlo en la victimización del gobierno que, cierta y sostenidamente, es agredido desde los círculos del poder imperialista. Lo que de ningún modo debería dispensarlo de sus torpezas.

Cuando en PostCuba escriben que la doctora Alina B. López Hernández o un servidor somos mercenarios, o respondemos a intereses de medios miamenses, ¿pueden probarlo? No pueden ni podrán. Tampoco les interesa. Saben que en Cuba, con este Estado Socialista de Derecho, es escasa la probabilidad de que un fiscal acepte y tramite una acusación a ellos de cualquiera de sus víctimas por injuria o difamación. Aquí hay una diferencia con la posición de Otaola. Aquel puede ser demandado civilmente por un ciudadano de Estados Unidos ante un juzgado. Probablemente no en Miami Dade pero sí en uno para cuyos magistrados Cuba y los cubanos seamos un país como otro cualquiera. Aquí PostCuba y su pandilla se sienten impunes, y lo son, por obra y gracia de los políticos que rigen los destinos de este país.

Los ataques de Otaola contra PostCuba, y viceversa son escasos. Atacan la moderación, no el extremo.

Uno pudiera pensar que esos respectivos odios se complementan, muestran una simbiosis en función de mantener a la audiencia en los extremos. Con el principio: “o te alineas conmigo o te intento asesinar moralmente”. Esa simbiosis quizás explique que el youtuber Guerrero Cubano denuncie que uno de los patrocinadores de Otaola tiene casas y negocios en Cárdenas y Varadero. Y no vemos a PostCuba cuestionarse cómo es posible que el gobierno permita tales propiedades y negocios en Cuba a un enemigo de la Revolución. ¿Será que los extremos se necesitan? ¿O será que no es cierto?

Ambos fenómenos provocan una fauna depredadora de la decencia. Con una audiencia singularmente ladina, que se les pega tanto a unos como a otros pero es incapaz de ofrecer una alternativa viable a los problemas de la nación. Y si el bando de Otaola no tiene el valor ni la entereza de enfrentarse a verdaderos represores y en cambio se codean con herederos de torturadores, los de PostCuba defienden la Revolución desde la comodidad del patronato y el tráfico de influencias. El problema de los extremos es que en el tiempo se vuelven radioactivos y se destruyen por sí solos. Cuando ocurra, La Joven Cuba y nosotros seguiremos aquí. Sin pertenecer a un extremo. Y sin odio.

7 mayo 2020 41 comentarios 587 vistas
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El activista de El Nuevo Herald

por Consejo Editorial 1 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

En lo que concierne a Cuba, la prensa de Estados Unidos puede ser bipolar. Lo mismo profundiza un día en aspectos cruciales de la realidad cubana, que al siguiente publican textos políticamente parcializados. En su plantilla coexisten periodistas y activistas, aunque todos se presentan como lo primero.

Ayer un texto publicado en El Nuevo Herald sugirió que La Joven Cuba es un medio subordinado al gobierno de la isla y que su editor Harold Cárdenas Lema realiza activismo en Estados Unidos. Minutos después, Cárdenas le respondió al autor del texto: Mario J. Pentón dice que La Joven Cuba es una “revista a favor del gobierno cubano” y me llama activista. No Pentón, soy analista con una maestría en Columbia, el activista eres tú. Yo he criticado y elogiado al gobierno cubano y el estadounidense cuando les toca, eso es análisis. Lo que tú haces en El Nuevo Herald, de criticar exclusivamente a uno y elogiar exclusivamente al otro, eso sí es activismo. Y mediocre.

Le aclaro a @MarioJPenton que yo he criticado y elogiado al gobierno de #Cuba y #USA cuando les toca, eso es análisis político. Lo que hace él en @elnuevoherald, criticar exclusivamente a uno y elogiar exclusivamente al otro, eso es activismo. Y mediocre. https://t.co/ob0gePVQ0q

— Harold Cárdenas Lema (@haroldcardenasl) May 1, 2020

Desde La Joven Cuba queremos recordarle al periódico estadounidense, que en fechas recientes ha replicado artículos de esta revista “pro-gobierno cubano”, lo que nos deja con muchas preguntas sobre su línea editorial. Los medios radicados en la Florida durante la administración Trump, deben ser cautos en no ser cómplices de las agendas que fomentan el odio entre cubanos y la radicalización política de los migrantes que llegan al país.

No está de más sugerirle a El Nuevo Herald que cuide más que las preferencias políticas de sus periodistas no superen sus estándares profesionales. Y en el caso de un activista como este, que con sus textos hace favores a la política de sanciones a Cuba y cambio de régimen político en la isla, que le brinde un curso de superación con motivo del Día Internacional del Trabajo. Este defensor de la libertad conservadora y anticomunista profesional, persiguiendo a quienes tienen ideas independientes de ambos gobiernos, parece más miembro de la PNR de Miami y coordinador de un CDR en Hialeah, que periodista. Porque es sólo eso, un activista.

1 mayo 2020 25 comentarios 846 vistas
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anticomunismo

Anticomunismo en tiempos de COVID19

por Consejo Editorial 23 abril 2020
escrito por Consejo Editorial

Un girasol de plástico en la esquina, al lado una bandera cubana con un rostro en blanco y negro de mirada acusadora, un fondo blanco en la pared, una planta sobre una mesa y un par de muchachas jóvenes. Esa es la presentación de un video que la página Kiss Me Le Papayé publicó en Facebook el 10 de abril del 2020. En este material, Ana Olema y otra chica que se hace llamar Miss Pérez (autodefinidas como artistas de Miami y anticomunistas) nos invitan a “conocer” como terminar con la pandemia. El video está dirigido al público cubano: “Esto es contigo” rezan carteles en mano. Y vamos a hacerles caso, por ahora. No faltara más.

Su tesis se basa fundamentalmente en la consiga: “En vez de quedarte en casa, sal de tu casa”. ¿Es la cuarentena parte de la solución o del problema? Se preguntan. Bajo argumentos hechos públicos por Tony Robbins un norteamericano filántropo que se autodefine como el coach y orador motivacional #1 del mundo (famoso por programas de televisión donde lleva a celebridades, gente común y hasta tres expresidentes norteamericanos) las presentadoras se cuestionan la veracidad y efectividad de las medidas que se están tomado por la mayoría de los gobiernos del mundo siguiendo los consejos de la Organización Mundial del Salud (OMS). “Este aislamiento totalitario no hará que la pandemia disminuya, la cuarentena no está funcionando” repiten. Según Olema, la OMS es cómplice de gobiernos comunistas como el de China, Cuba y Vietnam al ocultar las cifras verdaderas de los casos contagiados en estos países. Sus gobiernos no son legítimos, por tanto, no son confiables según ellas.

Para estas “comunicadoras” la Covid-19 (nombre de la enfermedad) y el SARS-Cov-2 (nombre del virus que la provoca) son la consecuencia y un crimen de lesa humanidad del comunismo, respectivamente. Otro más. Proveniente ahora de las “siniestras” manos del gobierno de China. Ilustran un banner cuyo mensaje es: “la contención y la mitigación son un error según científicos y especialistas”. ¿Cuáles? No citan a ninguno. La ONU debe ser eliminada, junto con la OMS porque solo se dedican a cobrar dinero, tampoco sirven para nada según el par de marras. Usando conceptos como Inmunidad Colectiva llaman a dejar que las personas se enfermen.

Según la revista NIH Medline Plus del gobierno norteamericano, la definición de esta inmunidad es: “la que se adquiere por una población de individuos cuando están protegidas ante una enfermedad, ya sea por vacunación o por el hecho de que estuvieron expuestos a esa enfermedad y sobrevivieron, lo que hace que la infección sea difícil de propagarse”. Y si, eventualmente dejaremos de estar enfermos si nos vacunamos contra el SARS-Cov-2 y sus variantes, y si, eventualmente los humanos tendremos la posibilidad de adquirir inmunidad contra el virus. Comparar al SARS-Cov-2 y al A H1N1 no tiene sentido puesto que aunque la enfermedad producida por ambos virus tiene características similares, la sintomatología y las consecuencias para el cuerpo humano no son las mismas, tampoco los virus son de la misma familia ni tienen el mismo origen. Pero ellas insisten.

La solución no es dejarse enfermar.

La cuarentena no está retrasando este proceso como pregonan en el video. La economía no es ahora lo más importante, sino la vida humana. La gente está muriendo, y no solo ancianos, gente joven y hasta adolescentes con problemas de salud comunes como la diabetes, la hipertensión y el asma también han muerto. Sin contar embarazadas e infantes, ya que su sistema inmunológico ya de por si se encuentra disminuido y no está en condiciones de palear la carga viral. Los que consiguen sobrevivir muestran en muchos casos dificultades para respirar, ya que el sistema inmune de estas personas en algún momento de la enfermedad comienza por atacar no solo a células infectadas por el virus sino también a células sanas, ocasionando daños múltiples en los alveolos de los pulmones, por donde ocurre el intercambio de gases.

Su contradicción es tal que llegan al punto de llegar a decir que el daño a la economía va a ser mayor que las muertes provocadas por la enfermedad, y cito: “No quiero decir que las vidas de las personas no valen, pero se está hablando de vidas de personas que están encerradas en su casa sin ayuda del gobierno, puesto que viven en un país del tercer mundo y no en todos lados se tiene la suerte de contar con un gobierno (norteamericano) que ayuda económicamente a sus ciudadanos”, todo esto mientras presentan otro banner flotante cuyo mensaje solicita : “permitir que personas menores de 65 años sin problemas de salud significativos vayan a trabajar ya que su riesgo de muerte es cercano a cero”. Mienten.

Me pregunto si estarían haciendo referencia al gobierno cubano y su pueblo. Cuyas cifras de enfermos y muertes por la Covid-19 son bajas en comparación con la de la mayoría de los países de la región. Solo en el condado de Miami-Dade las cifras dicen otra cosa, hagamos cuentas. Según una estimación de Google este condado tiene una población de 2,717 millones de habitantes para el año 2019, y el centro de información sobre la COVID-19 de la Universidad Johns Hopkins que está en línea muestra que en Miami-Dade hay 10153 enfermos confirmados (0,0037% de la población o lo que es igual 373.68 enfermos/100000 habitantes) y 240 muertes (casi 9 personas fallecidas por cada 100000 habitantes) hasta el 22 de abril. Según estas mismas fuentes Cuba tiene una población de 11, 34 millones de personas para el año 2018 y 1189 enfermos (10,5 personas enfermas por cada 100000 habitantes) y 40 fallecidos (0,35 fallecidos por cada 100000 habitantes). En el estado de la Florida solo 14% de los ciudadanos han recibido la tan sonada ayuda del gobierno federal norteamericano.

Entonces ¿De qué están hablando Ana Olema y Miss Pérez? Si hiciéramos lo que ellas predican estaríamos cometiendo un acto de imprudencia e insensatez contra nuestros respectivos sistemas de salud, y nuestras comunidades en general. Las consecuencias económicas y sociales serían muchísimo mayores que las que se estiman si comenzáramos a salir de nuestras casas. Y las cifras antes mencionadas se verían sobrepasadas.

Su objetivo es criticar al gobierno cubano incitando a romper las medidas de aislamiento, aumentar el número de contagios y de muertes, y culpar también por ellas al gobierno.

En todo el mundo se han presentado muchos casos donde las redes sociales, los influencers e Internet posibilitan que delincuentes, oportunistas y otros actores sociales aprovechen el acceso a la red de redes para crear un “estado de trastorno de la información” en el que la verdad se convierte en quimera resultando realmente muy confuso para muchas personas seguir las indicaciones de organismos confiables. Pero la combinación de una cultura pobre, datos y verdades a medias, estadísticas confusas y el mensaje claro de desobediencia a medidas gubernamentales que atentan contra la vida de los ciudadanos, no es buena. Es fatal.

Desmentir los errores, informaciones falsas, incongruencias y argumentos seudocientíficos que se usan en este video para llamarnos a todos a desobedecer al gobierno y salir de las casas, es un deber moral. No solo mío, de cada ciudadano que sienta no solo su inteligencia insultada, sino la de enfermeras y médicos y otras tantas personas que día a día están en los hospitales exponiendo su vida ante la enfermedad.

Realmente lo que importa en el video no es la vestimenta que usan, ni el lenguaje soez, ni el mal gusto de mezclar palabras del idioma inglés junto al castellano a la hora de llevar un recado a sus posibles consumidores ni su anticomunismo obsoleto, sino la irresponsabilidad garrafal de publicar un mensaje que contradice lo aconsejado por las autoridades sanitarias a nivel internacional y local. La Covid-19 no es un catarro normal como ellas lo promocionan, citando a Donald Trump. Clamar desde la base de cuestionables argumentos por la desaparición de la conducta de distanciamiento social, es un insulto al trabajo de los que hoy se desviven por cuidar la vida de sus conciudadanos, y al menos en Cuba es un delito. Estemos claros.

Deben primar la conciencia colectiva y la solidaridad entre todos en momentos en los que la vida humana, ese derecho fundamental del que gozamos está en riesgo, más cuando personas sin ningún conocimiento básico en epidemiología se demuestran activas en propagar noticias falsas que solo atentan contra el orden ciudadano, con la consecuente sobrecarga para el sistema de salud de cualquier país. Seamos responsables. Quédense en sus casas. ¿Me lees Ana Olema? No te vamos a hacer caso.

23 abril 2020 22 comentarios 536 vistas
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honradez

El secuestro de la honradez

por Giordan Rodríguez Milanés 5 septiembre 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

La estrategia de la derecha en Cuba ahora es imitar a los retrovirus. Estos usan una enzima llamada retro transcriptas para replicar su código ARN monocateranio a través de un ADN bicatenario. Una vez culminado este proceso, el retrovirus se inserta en la célula ADN del organismo huésped como si fuera parte del código genético de ésta, de modo que el sistema inmunológico protector de ese cuerpo no puede detectarlo.

Basta asomarnos a las matrices comunicacionales de sus representantes para notar cómo usan las aspiraciones, los señalamientos, los escenarios que tradicionalmente la izquierda ha tomado como estandarte de sus luchas, para poner los sujetos beneficiarios de las políticas progresistas e igualitarias contra la izquierda misma.

De tal modo, el asalariado pro-imperialista y el activista de derecha, se solidarizan con los ambientalistas, se muestran a favor del respeto a los derechos de los LGTBI, abogan por la paz mundial, se suman a las campañas por el cuidado y el no maltrato a los animales, y defienden como nadie la pluralidad y el acceso igualitario a los soportes comunicativos.

En y respecto a Cuba, hay ejemplos fácilmente identificables. Resulta que estos personajes bien pudieran confundirse con un buen delegado al Poder Popular –de los buenos, de esos que sacrifican hasta su propia familia para ayudar a resolver los problemas de sus electores—, si nos dejamos llevar por lo que publica en sus sitios o muros sociales. O, en algunos casos, con un buen secretario político-ideológico de provincia: el futuro de la nación, el cumplimiento de los programas de igualdad social, el logro de la eficiencia económica, la lucha contra la corrupción, las ilegalidades y la burocracia, son reflejados y criticados en sus textos.

El objetivo del personero pro-imperialista –el mismo de sus patrones—, nunca será la resolución de tales problemáticas sino mostrarlas en función de la tesis de que la izquierda en el poder es incapaz de resolver aquello que promete.

Del mismo modo que un sistema inmunológico no puede identificar el ADN retrotranscripto infestado en una célula humana, el Departamento Ideológico del PCC parece incapaz de distinguir entre un blog como 14 y Medio, por ejemplo, de un blog como Cartas desde Cuba, de uno como La Joven Cuba, o Segunda Cita.

Para el funcionario político o administrativo, el doctor René Fidel González García tiene la misma secuencia de ADN político que cualquier otro profesor universitario al cual se le pudiera comprobar que recibe dinero de alguna embajada por tratar de subvertir a sus estudiantes con el análisis de las problemáticas que cotidianamente nos afectan a los cubanos.

Es por ello que en Facebook, la blogosfera y los sitios o periódicos adjuntos a organizaciones políticas o de masas, hay una legión de pretorianos defensores de la ortodoxia partidista, cuyos métodos parten de las mismas descalificaciones y tipos de falacias que usan aquellos otros pretorianos de la indecencia generada desde Miami (lo cual no quiere decir que Miami genere solo indecencia).Tampoco la ortodoxia partidista en sí misma es mala, ni tiene por qué constituir un freno para los cambios que el país necesita.

En un proceso transformador tiene y debe existir una cuota de ortodoxia, como contrapeso ante el desequilibrio que podría traer el exceso de entusiasmo o la vehemencia desmedida, o la irresponsabilidad de quienes pretenden cambios a ultranza sin tener en cuenta la interacción de la mayor cantidad de variables posibles, y sus consecuencias. Pero si esa cuota de ortodoxia –como el sistema inmunológico por no poder distinguir lo esencial de lo aparente, lo mutado de lo auténtico— queda impasible ante quienes desde, su aparente compromiso con la Revolución, destruyen el sueño con su desidia y oportunismo; y simultáneamente atacan sutil o virulentamente a quienes critican o proponen, en aras de la evolución a diferencia de los personeros de la derecha que critican y proponen en aras de mantener el problema… Entonces esa ortodoxia está favoreciendo la infección, lejos de combatirla.

La célula infestada por el retrovirus es doblemente víctima de la secuencia de ADN retrotranscripta y de su propio sistema inmunológico lo mismo que los personeros pro-imperialista, combinados con la ortodoxia partidista, tienen secuestradas en Cuba la honradez y la crítica auténticamente revolucionaria lejana del oportunismo y la conveniencia personal.

A escala celular, toda evolución biológica parte de estímulos exógenos que producen una serie de mutaciones o singularidades que, andando el tiempo, se generalizan para fortalecer el tejido que conforma. Hasta la aparición de los retrovirus, el sistema inmunológico podía distinguir entre una mutación de carácter infeccioso de una mutación de carácter evolutivo. El retrovirus, ciertamente, confunde esa cualidad del sistema inmunológico. Hasta el presente, el único modo bioquímico de aletargar la infección por VIH (el VIH es un retrovirus) ha sido con el uso de la Terapia Antirretroviral o TAR.

El TAR busca revertir el poder retrotranscriptor de un retrovirus y en cierta forma lo logra, pero en gran medida, a costa de mutilar o matar a la célula hospedera lo cual, en términos de funcionamiento del organismo, lo va debilitando mientras le aumenta la esperanza de vida. Es por ello, por ser reactiva, que la TAR a largo plazo se vuelve inoperante, pues hay que esperar que una célula esté infestada para aplicarla.

¿A qué se nos parece la TAR? ¿Acaso no se nos parece a esos blogs con prefijos en sus nominaciones, a esos muros con caritas en los perfiles, que están constantemente a la caza de “hipercríticos”, “neo-contrarrevolucionarios”, “centristas”, “seudo-revolucionarios” o “mercenarios” para marcarlos como enemigos políticos y desterrar la influencia en su ámbito?

¿Cuántas células sanas no mueren en ese proceso?¿Cuánto de honradez y compromiso auténticamente revolucionario no se pierde en esa terapia reactiva que nos aplica el Departamento Ideológico del PCC?

He aquí la explicación más lógica que he encontrado de “defender a ultranza la Revolución”, o sea, defenderla de cualquier célula marcada por la TAR como mutada sin distingo de si es de carácter infeccioso o evolutivo. Tal inoperancia, también le sirve al imperialismo.

5 septiembre 2019 38 comentarios 447 vistas
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El extremismo cubano

por Consejo Editorial 22 abril 2019
escrito por Consejo Editorial

Heredero de la inquisición y el conservadurismo español, el extremismo criollo se consagra durante la Cuba revolucionaria. Cuando una parte de él migra a Estados Unidos, se convierte al fundamentalismo en Miami y se pone al servicio de la fragmentación de la nación cubana. El otro se queda en la isla, radicalizándose por los ataques externos y su propia voluntad.

El origen del primero está en los oligarcas y mafiosos que habían aupado a Fulgencio Batista. Los ricos eran conscientes de su clase y de que en revolución no podrían continuar su depredación. Sus acólitos -sirvientes, empleados y mantenidos-, en cambio, no tenían conciencia de clase pero les sobraba oportunismo, arribismo y deseos de triunfar a cualquier costo. Ambos tenían algo en común: un anticomunismo furibundo devenido anticastrismo.

Es harto conocida la historia de como Miami se convirtió en una gran ciudad, en parte, gracias al dinero robado o esquilmado por los batistianos a la Republica de Cuba. Además del trabajo duro de muchos emigrantes que, sin conciencia de clase, solazaron sus nostalgias con la certeza de que no vivirían las penurias que -según les habían enseñado y les confirmó el posterior fracaso del socialismo de Europa del Este-, el comunismo debía proporcionarles.

Mientras, en Cuba se educaba al supuesto hombre nuevo haciendo lo contrario a lo que sugería Carlos Marx. Renunciábamos al estudio de los filósofos clásicos y las fuentes originales -a pesar de la alerta al respecto realizada por el Che a Armando Hart en 1965- y los sustituíamos por traducciones soviéticas, demonizábamos lo diverso -desde Los Beattles hasta La Nueva Trova-, convertíamos el ideal martiano de la vinculación del niño con el trabajo en cercas alambradas, disciplina casi militar, escamoteo de la familia como garante de la educación, todo por una supuesta cohesión en torno al Estado.

Soldado cubano junto a refugiados en el puerto de Mariel el 23 de abril de 1980. Foto: Jacque Langevin

El segundo gran éxodo voluntario hacia La Florida fue El Mariel”. Este demostró que no eran suficientes las campañas de alfabetización y escolarización, la Ley contra la Vagancia, las guaguas Hino con aire acondicionado, los trenes especiales, el helado Coppelia y las pizzerías. Tampoco ayudaron las Unidades de Apoyo a la Producción, la parametración cultural, educacional y científica, o los manuales soviéticos.  En Cuba persistían los daños sociales y prejuicios heredados del colonialismo y el capitalismo.

Así florecieron el oportunismo, la marginalización de determinados sectores proletarios, el racismo no institucionalizado y el machismo aderezados, que se sumaron a un nuevo prejuicio incorporado por el proceso revolucionario: la intolerancia ante cualquier tipo de diversidad ideopolítica y la señalización de un potencial enemigo en cualquier persona cuya individualidad ostentara autodeterminación entre la masa.

El Mariel se prestaba para “sanear” la sociedad cubana ante el estancamiento de la formación axiológica del “hombre nuevo”. Y a los emigrantes por causas filiales, económicas o políticas, se sumaron otros extraídos de contextos identificados como malsanos: lumpen, homosexuales, hippies, o cualquier sujeto que se considerara portador del “diversionismo ideológico”.

Los que no fueron declarados excluibles por Estados Unidos, mudaron su modo de vida a la floreciente Miami, y ya desde entonces comenzarían a ser usados como peones del odio más rancio del anticastrismo. Aquí habían quedado, junto con los revolucionarios complacientes o críticos silenciosos,  los tiradores de huevos, los comunistas convencidos, los milicianos, el futuro que necesariamente sería de hombres de ciencias.

La agudización de la escasez y la precariedad económica, desde la caída del socialismo de Europa del Este, agudizan el costo social que en términos axiológicos, en mi opinión, arrojan las políticas excluyentes, prohibitivas, parametradoras desde la ortodoxia soviética, que han perdurado a pesar de los cambios generacionales y geopolíticos. Como consecuencia del bloqueo imperialista y la mala administración interna, la retórica política ortodoxa cubana no puede ser sustentada por la producción material, de modo que el desarrollo de los recursos humanos no encuentra realización personal, y la psicología del asediado inmoviliza las fuerzas productivas.

Los anti-valores persistentes en la sociedad revolucionaria, y buena parte de esos revolucionarios inconformes hasta entonces silenciosos o crípticos, emergen en el contexto de la crisis económica de los noventa, como anticipo de la deformación axiológica estructural que ahora apreciamos: la prostitución, el cohecho y la tolerancia ante el robo sistemático a la propiedad estatal se valorizan lingüísticamente al sustituir las palabras prostituta por jinetera, ladrón por luchador, robar por resolver, tráfico de influencias por sociolismo.

Ninguno de esos comportamientos son propios del llamado “Período Especial”, como generalmente se trata de demostrar, se venían sedimentando en las consignas, las marchas del pueblo combatientes, el uso propagandístico de los medios de comunicación, las guerras internacionalistas, las prohibiciones de esto o aquello, la doble moral y todo lo que nos había parecido trascendente -como efectivamente lo era-, hasta que, no sin sorpresa, el “maleconazo” nos pone la mirada en una Cuba que jamás habíamos visto ni escuchado por televisión o radio, y la emigración ordenada o desordenada se convierte en un fenómeno sistémico y cotidiano.

El Maleconazo ocurrió en la Habana el 5 de Agosto de 1994

Si bien hay una nación cubana rica en valores humanos: solidaria, profundamente altruista, talentosa artística y científicamente, emprendedora, honrada; coexiste con ésta su antítesis y, lo mismo que la primera ha viajado con la emigración, y encuentras en cualquier otra parte del mundo, por ejemplo, cubanos dispuestos a mandar toneladas de ayuda a los damnificados de un tornado, o exponer su propia vida en la lucha contra el ébola; esa antítesis también ha viajado, y se enquista en la ciudad desde la cual, paradójicamente, se emana más amor filial por Cuba: Miami.

En este mundo donde la tecnología y las redes sociales acercan las distancias comunicativas entre los cubanos de la isla y los emigrados, las manifestaciones de esos valores humanos, y esos antivalores, -o sea, sus valoraciones- son potencialmente manipulables en función de intereses diversos, que van desde el ultraderechismo facistoide y supremacista hasta el más puro estalinismo.

Pero en este texto nos ocupamos de los extremos confluyentes: el de la exclusión ortodoxa “izquierdosa” que ve un contrarrevolucionario en cualquiera que no integre el coro acrítico que aplaude  absolutamente todas las decisiones del PCC, por este lado, y el del odio visceral de parte de los “democratosos” a todo lo que, desde la isla o fuera de esta, contenga críticas constructivas para la Revolución, o la aceptación y defensa de sus logros.

Extremos confluyentes en los prejuicios y daños sociales arriba enunciados, heredados del colonialismo y el capitalismo, y potenciados por la ortodoxia ideopolítica de la isla, aquí, y por el enemigo doctrinal de la Revolución, la explotación capitalista y la nostalgia, desde Miami fundamentalmente.

Aunque con matices diferenciadores, la retórica de la exclusión y el odio en las redes sociales y la bloguería, parte de un mismo principio: cualquier mensaje marcado por la diversidad ideopolítica, viene del enemigo o, al menos sirve a sus intereses. De tal modo, vemos a “democratosos” etiquetar de “comunista” -que en Miami quiere decir “Peor Ser Humano Posible”-, a todo el que se atreva a reconocer públicamente el más mínimo afecto o reconocimiento por alguna arista de la Revolución. De igual forma, vamos a leer comentarios y textos de extremistas “izquierdosos” que le etiquetan la condición de “mercenario” a cualquier sujeto crítico del Gobierno o el Partido cubanos.

¿A quién le sirve la exclusión y el odio?

¿Le sirve a un Partido Comunista anquilosado que necesita más que nunca el reconocimiento de los cubanos y de la integración consciente del pueblo a su programa político? O será que le sirve a los herederos de los enemigos de clase de la Revolución y su carroña, con dineros y medios de sobra para manipular las carencias y frustraciones individuales de los actuales desclasados, que ni siquiera tienen conciencia de clase entre deslumbramientos, créditos y deudas.

¿A quiénes le sirve la descalificación de lo diverso, de la expresión honrada a contracorriente y el asesinato de la reputación de los sujetos que se resisten a adherirse a los extremos de exclusión y odio?

Yo tengo mis respuestas. ¿Y usted?

22 abril 2019 49 comentarios 853 vistas
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interno

El anticomunismo interno

por Consejo Editorial 10 febrero 2019
escrito por Consejo Editorial

El anticomunismo ha causado grandes estragos a la militancia y ha llegado a incidir fuertemente en el devenir del movimiento comunista. Sin embargo, la destrucción también puede venir desde adentro.

La cuestión de la hecatombe de las organizaciones, suele pensarse al estilo de la mecánica clásica. Para esta –y es sabido por todos-, los cuerpos mantienen su reposo o movimiento recto uniformado hasta que actúen fuerzas sobre él. Así, se establece la regla general donde A determina a B. Quedando siempre, el fenómeno del objeto en cuestión, entendido desde una acción externa.

De la misma manera, se interpretan muchos procesos sociales. Por ejemplo, el destacado marxista Ernest Mandel, afirmaba que la militarización constante a la que era obligada la URSS por la competencia con EUA, la llevó al declive.

Se analiza igualmente la destrucción de naciones, desarticulación de movimientos de liberación nacional, como lo ocurrido con algunos fracasos en África y América Latina, y la  de organizaciones emblemáticas como los Panteras Negras por el COINTELPRO, por solo citar. Los partidos comunistas, han de los que más sufrido esos shocks externos.

Son numerosas las fuerzas reaccionarias en el exterior que se enfrentan al movimiento comunista

Sin negar la objetividad y veracidad de  conspiraciones y ataques, quedarse en el esquema extrapolado de la mecánica clásica y explicar el objeto siempre desde algo externo, olvida que el estudio de la sociedad no debe hacerse exportando de las ciencias naturales y exactas esquemas de análisis.

Más cercano de reflejar la realidad en sus múltiples determinaciones, está la dialéctica. Y como marxista, de ser consecuente, debería preferirse esa dialéctica que se grita a cuatro vientos, a un positivismo decimonónico. Sobre todo, porque es necesario reflejar las contradicciones propias de un sistema.

Decía Hegel, hombre que Marx homenajeó al escribir El Capital, que no existe nada entre el cielo o la tierra, que no contenga el ser y la nada. Esto es, que todo lo que existe y que pueda ser objeto de nuestro pensamiento, tiene dentro de sí las tendencias contrarias para explicar su movimiento.

Así queda a los ojos de un  revolucionario al reflexionar sobre las derrotas, que cualquier sistema en su progreso puede llevar  a un extremo sus contradicciones, y destruirse. No se trata de renunciar a lo externo, sino de saber qué es lo que realmente ese ataque exterior hace.

Lo que puede ser, que si bien los Panteras Negras sufrieron por el FBI, este lo que hizo fue aprovecharse de sus debilidades, como la rivalidad de sus máximas figuras y que se corrompieran algunas de estas. Lo mismo pudo ocurrir con el Che en el Congo, que si bien el enemigo era fuerte, las contradicciones internas de los militares congoleños eran insostenibles.

Igual cuando se asesina a un líder, las fuerzas reaccionarias se aprovechan de la escasa generación de nuevos líderes

Eso muestra, que el enemigo lo que ha hecho siempre es reforzar o atacar en las contradicciones internas de lo que quiere destruir. Su influencia no se puede negar, pero el éxito de sus ataques ha sido por identificar correctamente las fracturas. Si ellos lo hacen, también nosotros podemos.

De ahí que la preservación de lo que queremos que sobreviva vaya entonces en blindar o conocer las tendencias y relaciones destructivas en su interior, para evitar que le saquen partido a estas quienes no quieren su bien. Después de todo, ahí es la verdadera causa primaria de la decadencia.

Siendo consecuentes con esa lógica, el anticomunista,  resulta que es aquel que en su actuar puede destruir el movimiento comunista, a partir de acentuar o reforzar  sus contradicciones. Y como estas siempre comienzan desde adentro, también es responsable quien les da origen a lo interno de la militancia. Tanta culpa tiene quienes las acelera, como quienes las crean. Ambos grupos, sin distinción, pueden considerarse anticomunistas.

10 febrero 2019 11 comentarios 397 vistas
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