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13 de marzo

Directorio-historia

La memoria histórica del Directorio Revolucionario 13 de Marzo

por Aries M Cañellas Cabrera 13 marzo 2021
escrito por Aries M Cañellas Cabrera

La memoria histórica de una nación es la espina dorsal que sostiene la identidad nacional, la que permite a futuras generaciones compartir sentimientos, posturas éticas, ideológicas, religiosas o estéticas. Ella constituye el proceso sociocultural más importante para preservar la huella de una cultura y, como tal, debe ser rescatada, restaurada, resguardada, conservada, estudiada y difundida en un constante ciclo de desarrollo multidisciplinar que asegure la imparcialidad y objetividad de lo tratado.

Si partimos del precepto de que un país es más que la suma de sus sucesos, es en el análisis objetivo de lo unitario y lo antagónico que se enaltece la nación. Entonces, sobran acá los intereses sectarios.

La manipulación de la memoria histórica responde a intereses parciales, dogmáticos o personales que rara vez alcanzan, a largo plazo, su objetivo. La intención es dejar, a los ojos de actores futuros, la imagen de una sociedad que pudo haber sido más que eso. Ejemplos de lo anterior abundan en la historia: los egipcios borraron a la faraona Hatshepsut de los monumentos del Imperio Nuevo, quisieron invisibilizar su figura. Vano intento, milenios después se sabría de ella.

Forma parte de la labor del historiador, amén de todos los aspectos que conformen su análisis subjetivo de la realidad, tratar los hechos en su integralidad. La historia total dignifica la labor y enriquece el enfoque, aunque tal cometido pueda parecer una quimera en un mundo profundamente matizado por intereses de todo tipo.

El discurso histórico alrededor de la historia de la Revolución está desbalanceado, fragmentado; inclinado manifiestamente hacia una visión ventiseísta, que deja un notable espacio de interrogantes y vacíos. Una parte importante de esa zona invisible la ocupa el Directorio Revolucionario 13 de marzo.

El Directorio Revolucionario y la historia de la Revolución

Hace un año, en un artículo-respuesta a la controversia desatada alrededor de la emisión del programa Mesa Redonda del 13 de marzo de 2020, Rosario Alfonso Parodi, al referirse a este tema, hacía una conclusión clave: «Si ese discurso es de desmemoria, si es chato, maniqueo, denostador de lo que algunos creen no tributa a la alabanza y gloria de unos pocos, ese día, esa convergencia va a ser desigual; ese día podrían lograr que la Revolución viva una crisis de identidad, desde donde hacerla escorar».

La desigualdad en el discurso se manifiesta en dos aspectos fundamentales que lastran la memoria histórica del Directorio Revolucionario: primero, la escasa presencia de la organización en los estudios de la historia de la Revolución en todos los niveles de la pirámide formativa de la enseñanza; segundo, la sustitución de los espacios y la tergiversación o disminución de la épica revolucionaria del Directorio.

Presencia de la organización en los estudios de la historia de la Revolución

El primer aspecto es el más abarcador, pues el estudio de la historia de la Revolución en el sistema educativo empieza desde la asignación de nombres a las escuelas y centros. Relacionado con ello, se manifiesta un aparataje de influencia visual y cognitiva que incluye fotos del mártir —o del hecho— en los murales y las aulas, conocimiento de su biografía desde el preescolar, trabajos investigativos, convocatoria a concursos, etc.

Para analizar este aspecto sería necesario contar con los nombres de todos los centros de estudio del país. Tal listado no fue posible hallarlo, pero sí uno aproximado —disponible en ECURED: «Instituciones Educativas de Cuba»— del cual se tuvieron en cuenta 660 instituciones. La selección para el análisis incluyó a las provincias que tuvieran la mayoría de sus instituciones docentes presentes en la lista, pues en ciertos casos aparecían provincias con muy pocas escuelas declaradas.

El resultado es revelador: del total de 660 escuelas y centros, 117 nombres (17%), pertenecen a la categoría que denominamos «del siglo XIX»; 178 (26%), a la categoría «M-26-7» y solamente 27 (4%), a la categoría « Directorio Revolucionario». El resto de las denominaciones fueron incluidas en una categoría mayoritaria que llamamos «otros» en la cual se cuentan: internacionalistas, otras organizaciones revolucionarias, figuras o hechos internacionales y personalidades del mundo de la cultura.

Jimenito, otra vez ninguneado

Tales datos pueden aportar varios análisis que no son objeto de este trabajo, pero lo que sí queda claro es que, en lo relativo a nombrar las escuelas y centros educativos, el resguardo, estudio y difusión de la historia del Directorio es seis veces menor que el de la organización que fue su homóloga en el tiempo.

Un segundo aspecto de este primer punto son los programas de la asignatura Historia de Cuba en los distintos niveles de enseñanza. En el libro de texto de noveno grado no llega a cuatro páginas el contenido que menciona, como otras acciones y sucesos, los temas relacionados con el Directorio. Sucede algo similar con el libro de texto de duodécimo grado. Es prácticamente el mismo enfoque e igual cantidad de contenido.

En el caso de la enseñanza universitaria, lo típico es que en un programa de 64 horas ninguna clase se dedique por entero a tratar la historia del Directorio, lo cual es comprensible debido a la necesidad de condensar, en tan poco tiempo, tanto contenido. El mayor problema estriba en que, de una unidad que como mínimo tiene diez horas —que abarcan solamente la etapa comprendida entre el 52 y el 59— nunca se destinan más de dos en total al Directorio.

El alumno vuelve a recibir —con un enfoque más integral que en enseñanzas precedentes— la información relativa a los héroes indiscutibles del Moncada, las etapas de la lucha en la Sierra, el fracaso de la huelga del 9 de abril, el llamado de Fidel a la huelga general, etc. Pero nada se les dice del paro de los Cincos Minutos, ni de las declaraciones de «Ciudad Muerta», no se les habla del triunfo del paro azucarero de diciembre del 55, gracias al respaldo del ya existente Directorio, y, en la mayoría de los casos, los estudiantes siguen creyendo que este se fundó el 24 de febrero de 1956.

En la distribución de contenidos, están justamente incluidos Abel, Renato, el temple de Melba y Haydee, el derroche de coraje de Camilo y Che en su marcha a Las Villas. En cambio, nada de Machadito —ni su posterior calvario— volviendo a entrar a Palacio para rescatar a un miope Juan Pedro; se omiten también la importancia de la colaboración de la columna del Directorio para la toma —junto al Che—, de la zona central, así como la enorme muestra de unidad de esta columna al poner toda su base logística del centro del país en función de socorrer a unos desfallecidos invasores; tampoco existen, en los programas, las mujeres del Directorio.

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Imagen tomada por el fotógrafo Liborio Noval el 13 de marzo de 1957.

Es usual incluir muchas veces un seminario sobre el Moncada y La Historia me Absolverá, en tanto, el asalto a Palacio no pasa de una mención que, la más de las veces, atribuye falsamente un carácter suicida al hecho. Si conocemos esas lagunas en la manera de abordar la historia del Directorio, podremos comprender la naturalidad con la que, hace un año, transmitiendo desde el antiguo Palacio Presidencial, una periodista manifestó, en un programa de televisión, que esos muchachos habían ido a un suicidio.

El desconocimiento, soslayo y ninguneo de la historia del Directorio está tan enraizado, es tan profundo el daño a la memoria histórica de la organización, que pensamientos como ese son, según mi experiencia de más de veinte años de docencia, la imagen típica con que los estudiantes abandonan las aulas.

Tal ignorancia podría haber sido atenuada con la difusión, a través de editoriales cubanas, de libros relativos al tema; sin embargo, la presencia en los catálogos de dichas instituciones de publicaciones afines al Directorio es ínfima. Una simple ojeada a las librerías del país permite apreciar que no abundan, como regla general, materiales de este tipo.

Sin que sea exhaustivo, entre lo que existe cito algunas memorias, como las de Julio García Oliveras, Enrique Rodríguez Loeches y, más recientemente, las de René Anillo. Vale destacar también la excelente novela Empecinadamente vivos, de Rodolfo Alpízar Castillo, publicada por Letras Cubanas en el 2011 y a libre descarga en internet, que es una historia novelada sobre los hechos de Humbolt 7. Del historiador Newton Briones es Víctima o culpable. La delación de Humbolt 7, interesante libro bajo el sello de Ruth Editorial y a la venta en Amazon.  

No es este un asunto menor. Gran parte del conocimiento histórico se forma a través de lecturas, de modo que las personas asumirán como herencia histórica lo que conocen, y desecharán, o no incorporarán, aquello que ignoran. El paso de los años hace el resto, hasta terminar por desaparecer de la memoria de la nación a hechos y figuras. ¿Acaso ha escuchado la media de los cubanos y cubanas hablar de Mujeres Oposicionistas Unidas?

¿Qué pasará cuando no estemos?

El punto anterior está matizado —aunque no explicado— por un hecho objetivo: el difícil acceso a los archivos del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. El fondo que existe en el Archivo Nacional —la última vez que este articulista acudió a revisarlo fue en el año 2013—, es la minúscula parte de uno mayor que se encuentra ubicado en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, a la cual el acceso es mucho más restringido.

Sustitución de los espacios, tergiversación y disminución de la épica revolucionaria del Directorio

Una etapa muy importante de la memoria histórica es la conservación y restauración de los espacios, con el fin de mantener los referentes que posibilitan codificar la historia en el imaginario social y perpetuar los legados. El Directorio ha sido absorbido, diluido, como parte de un proceso de continuidad y aparentes reconocimientos.

¿Qué significa para la memoria del Directorio que sea Palacio el Museo de la Revolución? Podría parecer un reconocimiento, un homenaje, el usar como símbolo del proceso el lugar donde cayeron tantos asaltantes de esa organización. Pero no lo es, es una sustitución, una homogeneización de la individualidad en el todo. El Directorio apenas está en ese lugar. Cuando uno lo visita, si no cuenta con una guía, puede salir sin haber visto siquiera los orificios de bala. Lo que queda, al recordar, es el conjunto escultórico del Che y Camilo, las camisas y otros objetos de los moncadistas.

La sustitución de espacios no tiene, sin embargo, su peor ejemplo en el Museo de la Revolución. El caso más significativo es la desaparición del parque Zayas para la erección del Memorial del Granma. Literalmente, en ese lugar donde tantos mártires del Directorio cayeron, los símbolos del M-26-7 reemplazaron el espacio físico y la memoria histórica de los hechos. El camión de mudanzas parece ilustrar, como una ironía, la transmutación.

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Parque Zayas, actual Memorial del Granma, y del Palacio Presidencial.

Siempre existirán explicaciones alternativas que intenten justificar lo anterior. Podrá apelarse a argumentos que no negarán lo analizado. Como también será posible achacar a la incapacidad de un funcionario sin nombre los sucesos que me fueron referidos por Natalia Bolívar —y publicados por Julio César Guanche en entrevista realizada a esta heroína—, referentes a la colocación, en la antigua Quinta Estación de Policía de Playa, de una tarja que afirmaba que ese lugar había sido asaltado en noviembre de 1958 por comandos del M-26-7, cuando se sabe que fue una acción del Directorio.

La homogeneización y sustitución de los espacios afecta la memoria histórica del Directorio, pues tergiversa y disminuye la épica de la organización, perturbando además la imagen unitaria que siempre proyectó. ¿Acaso conoce la media de los cubanos que las armas que quedaron del asalto a Palacio fueron enviadas a Frank País por la dirección del Directorio para ser subidas a la Sierra? Sé, por mi experiencia docente, que cuando se relatan los refuerzos de armamentos y hombres con los que Frank refuerza y socorre a la guerrilla, no se menciona este aporte.

¿Y la alocución de José Antonio? En los últimos años me he ocupado de preguntarle a mi hija y a mi hermano menor, que viven en provincias diferentes, si les ponen la grabación con sus palabras ante los micrófonos de Radio Reloj. Llevo años recibiendo un «no» por respuesta.

En la memoria popular el Directorio corre el riesgo de desaparecer, de su memoria histórica ya se han eliminado ciertas tradiciones. Indague en las calles qué ocurrió el 30 de julio y por qué es el Día de los Mártires. Pregunte igualmente qué sucedió el 20 de abril. Comprobará —como me ha ocurrido en aulas de tres provincias—, que la mayoría puede identificar y relacionar la primera fecha con acciones del M-26-7, mientras casi ninguno acierta que la segunda es la masacre de Humboldt 7.

El rescate, restauración, resguardo, conservación, estudio y difusión de la historia del Directorio es una necesidad. La historia de la Revolución es incompleta sin ella. La homogenización lacera el discurso histórico y abre una brecha injusta en la comprensión del proceso, lo cual afecta no solo al legado del Directorio, sino a la propia memoria de la nación.

Para contactar con el autor: ariesmcc@gmail.com

13 marzo 2021 36 comentarios 6k vistas
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El Directorio Revolucionario y la historia de la Revolución

por Gladys Marel García 18 junio 2020
escrito por Gladys Marel García

El pasado 8 de mayo el doctor Francisco Durán ofreció su conferencia diaria sobre el comportamiento de la COVID-19 en Cuba. Ese mismo día se conmemoraba el aniversario del asesinato de Antonio Guiteras Holmes (1935). No apareció noticia alguna sobre ese líder del movimiento de liberación cubano en la televisión nacional.

Al día siguiente, 9 de mayo, murió nuestro querido compañero y amigo, el Comandante Guillermo Jiménez Soler —Jimenito—, héroe de la Revolución, miembro de la Generación del Centenario y líder del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR 13 de Marzo). Ese día tampoco apareció la noticia de su muerte en la prensa escrita, noticieros radiales o televisivos.

El hecho tiene historia reciente. Semanas antes, entre el 13 y el 29 de marzo, recibí varios trabajos acerca de una Mesa Redonda emitida el día 13. En ella, la periodista Arleen Rodríguez Derivet y el Director del Museo de la Revolución —radicado en el antiguo Palacio Presidencial—, abordaron el tema del DR 13 de Marzo y del Asalto a Palacio Presidencial (1957). En específico, la periodista manifestó —y no “preguntó”— que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México”.

El suyo es un cuestionamiento, desde una posición anti unitaria, a los héroes que participaron en la acción y a la supuesta deslealtad de los asaltantes a la Carta de México.

La ignorancia y tergiversación de los hechos por parte de esa emisión de la Mesa Redonda provocó el debate. Respuestas y denuncias frente a los que falsearon y manipularon los hechos aparecieron en blogs, páginas web, redes sociales y correos electrónicos de diversas procedencias.[1] Hasta el día de hoy ninguno de esos cuestionamientos ha sido respondido. La periodista apareció luego en dos Mesas Redondas dedicadas al nuevo coronavirus.

En contraste, los protagonistas de las críticas a ese programa dieron un compás de espera —entre el 13 de marzo y el 9 de mayo—, por respeto al hecho de concentrar las fuerzas y la información en el enfrentamiento nacional a la pandemia. En dicho lapso, aplazaron la posición de principios contra la tergiversación de los hechos y frente a la intención de invisibilizar la memoria histórica del DR-13 de Marzo.

Sin embargo, tanto la Mesa Redonda del 13 de marzo, como el virtual silencio en la prensa oficial, durante los primeros tres días tras el deceso del comandante Jiménez,[2] hacen parte de una deformación,[3] sobre la que es imprescindible reflexionar.

La historiografía sobre la etapa insurreccional de la Revolución cubana

El Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR26-7) y el DR-13 de Marzo fueron las organizaciones fundamentales que llevaron al triunfo de la insurrección en 1959. Ambas, en respuesta al Golpe de Estado y a la dictadura de Fulgencio Batista, asumieron como común denominador que el momento era revolucionario, esto es, que necesitaba un programa dirigido a cambiar de raíz el statu quo vigente hasta esa fecha en Cuba —no solo el derrocamiento de Batista—, que solo podía conseguirse a través de la vía de la lucha armada.

Con ello, entendían a su vez que el momento no era “político”: no había espacio para soluciones “legales”, “arreglos”, “soluciones pacíficas”, “componendas” o “entretenimientos”. Por su parte, los partidos de la oposición al régimen, sin excepción, asumieron esta última vía —político electoral—, de enfrentamiento a la tiranía.

Una parte de la historiografía sobre esta etapa, que privilegia lo que se ha codificado como “Historia del Movimiento Obrero Cubano”[4], ha manipulado de manera inconsecuente ese proceso. Ha hecho formar parte a los sujetos insurreccionales del proceso revolucionario como parte de tal historia “obrera”, sin serlo. A esta alteración histórica se han opuesto los especialistas —que trabajan sobre la etapa de la lucha armada  y el pensamiento de liberación nacional— en cuyos enfoques sobresale la unidad entre el Movimiento Revolucionario 26 de Julio y la FEU, que en nombre del Directorio firmó la Carta de México, en una declaración conjunta de Fidel Castro y José Antonio Echeverría.[5]

El tratamiento dado al ataque a Palacio, en la Mesa Redonda, y a la muerte de Jimenito, en la prensa oficial, muestra la cara de un dogma burocrático de vieja data entre nosotros: la tendencia dogmática estalinista presente en la historia oficial[6], que gestó el contenido histórico que hicieron suyos las instituciones educacionales.[7] Dicho contenido se impartió en los programas de estudio en todos los niveles —Secundaria, Pre universitarios, Universidades —también, específicamente, en los Pedagógicos —; y aún aparece en algunos espacios de profesionales e intelectuales.

El compromiso del PSP con esa vía se mantuvo hasta los últimos meses de 1958. En agosto de ese año, solicitó ingresar al Frente Cívico Revolucionario del Pacto de Caracas con la condición de que “… no solo se tuviera en cuenta la  vía insurreccional, sino también la posibilidad de una solución pacífica por la vía electoral, a la crisis cubana”. Por ello, no fueron aceptados. En discrepancia con esa decisión, publicaron un documento dirigido a los firmantes del Pacto —que consideraba el enfrentamiento armado como la táctica fundamental a seguir—, exhortándolos nuevamente a tener en cuenta  la fórmula política de oposición a la tiranía.[8]

Esa inconsecuencia por parte del PSP se ha manipulado, y aún se manipula.

Por ese camino, se ha tratado de sustituir la historia patriótica, nacionalista, anticolonial y antimperialista de la Revolución, que introdujo un programa de liberación nacional ––con peculiaridades propias y diferentes a la del campo socialista europeo –– por un modelo metodológico de análisis, propio del “marxismo soviético”.

Pruebas de ello son los planes de estudios elaborados en las últimas décadas del siglo pasado, y los materiales ideológicos impartidos en los círculos de estudios, que han subrayado el papel del partido del proletariado, cuya tesis oposicionista fue la de la solución pacífica.

Para ese enfoque, no se trata de la unidad formulada realmente en la etapa insurrecional de la Revolución, con tácticas y métodos diferentes, sino de pretender una unidad artificialmente concebida como uniformidad.

En el decir de Jorge Ibarra Cuesta, el propósito ha consistido en desnacionalizar progresivamente la historia de Cuba. El historiador recordaba que se pretendió incluso suplantarla —en el nivel preuniversitario— por la asignatura del Movimiento Obrero. Era un peldaño dentro de un plan más amplio: introducir el modelo soviético de análisis en la mayor parte de las carreras universitarias. De esta manera, se construía una memoria histórica que no se corresponde con la realidad del proceso histórico de la Revolución Cubana.

A las palabras antes citadas, Ibarra Cuesta añadía: “Hoy día comienza a tomarse conciencia de que la historia no es una sierva de la política, sino su maestra más ilustre. No ha pretendido nunca aportar soluciones a los hombres del presente, sino tan solo ponerlos en condiciones de pensar sus problemas actuales, revelándose la dialéctica de los cambios en el tiempo. Esa era la concepción de Engels.”[9]

Esa corriente pro soviética ha sido confrontada por otra historiografía sobre la etapa insurreccional del pensamiento de liberación nacional. Este último enfoque, de historia profesional a la vez que crítica, parte del enunciado de José Martí sobre el concepto de revolución moderna en una época nueva. Comprende la experiencia americana, y universal, que la ideología martiana califica como un movimiento de libertad, que se encuentra en todas partes, y rompe con los elementos de la vida vieja a la par que atesora los elementos y valores que deben perdurar en la vida nueva.[10]

Los hechos al principio mencionados —Mesa Redonda del 13 de Marzo y la escasa cobertura sobre la muerte de Jiménez—, provocan muchas preguntas acerca de la memoria histórica de la Revolución cubana. Reproducen la orientación metodológica de la historiografía del socialismo real sobre dicha etapa, que obscurece la elección del “momento revolucionario” y de todos sus participantes, frente a la vía política y sus seguidores.

Vivencias personales e historiografía

En lo personal, formo parte de esa corriente que varios hemos llamado “historiografía sobre la etapa insurreccional y el pensamiento de liberación nacional”. Lo he hecho no solo como historiadora, sino también como participante directa en el aparato militar clandestino de Las Villas, como coordinadora, jefe del movimiento clandestino y guerrillero en la región de Cárdenas (Matanzas), y como miembro de la Dirección provincial del MR 26-7 en La Habana.

Dar y elaborar testimonio ha sido parte fundamental de nuestro trabajo.

El principio de que el momento era “revolucionario” y no “político” primó desde 1952. Fue un principio de nuestra generación revolucionaria, conocida como Generación del Centenario de José Martí. Tanto los miembros del DR 13 de Marzo como los del MR-26-7 abrazamos la ideología martiana en la puesta en práctica del proyecto de la Revolución cubana, inconclusa para esa fecha.

Con dicho enfoque, me incorporé al movimiento estudiantil liderado por la FEU, cuyos dirigentes en la antigua provincia de Las Villas organizaron el Comité Pro-FEU. Esa organización era consecuente con el liderazgo nacional de la FEU y, en específico, con el liderazgo de José A. Echevarría, una vez que ocupó la máxima dirección del organismo estudiantil.

En el período posterior al ataque al Cuartel Moncada (julio de 1953-junio de 1955) fue la FEU la que jugó el papel dirigente en las calles, junto con los sectores henequeneros y azucareros, en la combinación que se logró articular de lucha insurreccional, estudiantil, obrera, de profesionales, religiosos, mujeres y otros segmentos sociales.[11]

Me incorporé al MR 26-7, en Santa Clara, bajo la dirección de “Quintín” Pino Machado. Quintín fue compañero de José Antonio Echeverría en el enfrentamiento de la FEU contra el régimen en La Habana, y, posteriormente, en el Comité Pro-FEU de Las Villas. Al mismo tiempo, fue Jefe provincial de las Brigadas Juveniles del MR 26-7. Por todo ello, actué bajo el liderazgo insurgente del movimiento estudiantil, encabezado por José Antonio Echevarría y Quintín Pino y en el Movimiento dirigido por Fidel Castro.

No fue algo raro en ese proceso. En la lucha, siempre interactuamos combatientes del DR 13 de Marzo y del MR 26-7.

Entre los cinco compañeros que integramos la Brigada de Acción y Sabotaje del 26 de Julio en Las Villas —conocidos entre los compañeros como “La Pentarquía”—  estaba Agustín Gómez Urioste. “Chiqui” —como le llamábamos— fue líder del Directorio en Santa Clara. El no recibió la cita para participar en el Ataque a Palacio. Con él sufrimos el revés de la acción y lloramos amargamente el martirologio de José Antonio Echevarría, de los otros combatientes, y luego, la noticia del nuevo descabezamiento del DR 13 de Marzo con la masacre de Humboldt 7.

Después del martirologio de “Chiqui” y de Julio [Pino Machado]  tras la explosión de la Bomba en Santa Clara —acción a la que sobreviví—, fui enviada por el MR 26-7 a la Dirección Provincial de Matanzas. Allí ocupé el liderazgo de la región de Cárdenas, y organizamos la huelga general revolucionaria, conocida como la Huelga del 9 de abril.

Para ello, ante la consigna ordenada por Fidel de “unidad por la base” con todas las organizaciones y partidos que estuvieran dispuestos a hacerlo, recibimos apoyo solo del DR 13 de Marzo, la Organización Auténtica y la Triple A.

Lo mismo ocurrió durante mi designación en la Dirección provincial del MR 26-7 en La Habana. Fui Coordinadora de las Células Revolucionarias de Base, encargadas de preparar condiciones para el avance de la Columna Invasora en la Operación Tabaco, hacia la provincia de Pinar del Río.

En el contexto en el que participé y lideré el MR26-7 en el movimiento clandestino y guerrillero del occidente del país, combatimos ambas fuerzas —el DR 13 de Marzo y el MR 26-7— por un mismo objetivo: lograr el triunfo del movimiento de liberación nacional, por medio de la vía insurreccional de la Revolución.

La diferencia en el liderazgo de estas organizaciones consistió en la concepción estratégica y la táctica a seguir para conseguir el triunfo. Aun así, después del Asalto a Palacio, el Directorio adoptó una nueva estrategia y organizó el ejército revolucionario en la Sierra del Escambray.

Por décadas, me he dedicado a trabajar en la reconstrucción histórica de ese proceso. Ha sido un empeño conjunto con Jorge Ibarra Cuesta (líder de la FEU en Oriente y miembro del DR 13 de Marzo), y con Fernando Martínez Heredia —también miembro del MR 26-7—, integrantes todos de la generación revolucionaria del centenario de José Martí.

Juntos hemos trabajado para que nuestra obra en el campo de las ciencias sociales, pensamiento e ideología, contribuya a enfrentar el fenómeno de falsear y manipular la historiografía sobre la etapa de liberación nacional (1952-1959).

Jorge y Fernando ya no están entre nosotros, pero estoy segura que junto conmigo ––como siempre hacíamos al intercambiar criterios –– estarían orgullosos, como lo estoy yo, de la posición de los que han denunciado el enfoque de la Mesa Redonda del pasado 13 de Marzo. Ese programa debe ser reestructurado debido a los  errores de principios, de la especialista,  por no prestigiar el Asalto a Palacio como hecho heroico, por denigrar su martirologio, calificando la operación como suicida; por injuriar a su liderazgo como desleal al Pacto de México; y por el método de omitir y/o falsear el origen de fuentes documentales usadas en esa emisión.

Nada de esto —repito— ha sido respondido aún por los involucrados.

La cobertura dada finalmente a la muerte de Jiménez, y la aparición de un reportaje (15.05.2020) con Juan Niury Sánchez—combatiente revolucionario y expresidente de la FEU— mostrando la presencia de José Antonio, y de otros dirigentes de la FEU, en el recibimiento a Fidel y los moncadistas en 1955, podría ser una respuesta indirecta a los reclamos vertidos frente a aquella Mesa Redonda, pero no es claro que conlleve el cambio necesario en la comprensión de tales sucesos.

Política, con ciencia y memoria

En el enfrentamiento actual al nuevo coronavirus hemos tenido una clase diferente de experiencia. Para definir la política a seguir, han prevalecido las experiencias de las ciencias médicas cubanas, el estudio informado del proceso histórico —en el país y otras latitudes— de este y otros virus y la puesta en función de la planta científica del país para la obtención de vacunas que impidan el contagio o para los estudios estadísticos sobre cero prevalencias.

Se trata de científicos de campos diversos como la medicina y las matemáticas realizando en conjunto investigaciones interdisciplinarias. El problema, el método y los resultados de las investigaciones revelan la dialéctica de los cambios en el tiempo que vivimos.

Es un gran acierto de nuestro Gobierno propiciar ese flujo de intercambios entre los científicos de la medicina, las ciencias sociales, el medio ambiente, etc. Junto con el Partido, las organizaciones políticas, de masas y el pueblo, están enfrentando con éxito muy singular en el mundo actual, la pandemia y creando una cultura nueva de aislamiento físico en el hogar y de disciplina social.

Ese mismo nivel de análisis científico, esa interrelación entre campos de investigación, esa cultura ciudadana de responsabilidad e información las necesitamos por igual para encarar los no menos complejos desafíos de nuestra historia y de nuestra memoria. Para que la justicia no sea solo una búsqueda para los vivos, sino también el homenaje que merecen todos nuestros muertos.

La Habana,  1ro de junio del 2020

[1] Ver Rodolfo Alpízar, Rosario Alfonso Parodi (1), Rosario Alfonso Parodi (2), Esther Suárez Durán, Julio César Guanche (1), Julio César Guanche (2). Por correo electrónico, circularon opiniones críticas sobre el contenido de la Mesa Redonda, entre otros, de Julio Carranza Valdés (19.03.2020), Nyls Ponce Seoane (19.03.2020) y Lohania Aruca (22.03. 2020). Este último mensaje está dirigido a la presidencia de la UNEAC, la presidencia de la Asociación de Escritores, la presidencia de la Sección de Literatura Histórico Social y a los miembros de la UNEAC “sobre las denuncias a las personalidades de la mesa redonda del 13 de marzo, a resolver por las autoridades”.

[2] Sobre la muerte de Guillermo Jiménez, ver Jimenito, otra vez ninguneado. Rodolfo Alpizar Castillo. Blog La Joven Cuba, 11 mayo 2020; Ha muerto un héroe: Guillermo Jiménez Soler. Eduardo Delgado Bermúdez. Radio Habana Cuba, 11/05/2020; Gracias, Jimenito. María del Pilar Díaz Castañón. La trinchera, mayo 13, 2020; Jimenito, un hombre de la Revolución. Julio Antonio Fernández Estrada. Oncuba, Mayo 14, 2020; Conocido como Jimenito. Rebeca Chávez. Granma, 12 de mayo de 2020; Nota de la Academia de la Historia de Cuba ante el fallecimiento del académico Guillermo Jiménez Soler. Cubadebate, 15 mayo 2020.

[3] Para la fundamentación y el análisis de esa deformación, ver: Jorge Ibarra Cuesta. Historiografía y Revolución. Revista Temas I (1) La Habana 1995.

[4] Instituto del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista, anexo al Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Historia del Movimiento Obrero Cubano. Tomo II. 1935-1958. Editora Política/La Habana, 1985. pp. 284, 288, 293, 308.

[5] José Bell Lara. Fase Insurreccional de la Revolución. Editorial Ciencias Sociales, 2007, Carta de México. pp. 84.

[6] Críticas a esta tendencia pueden verse en: “Debate sobre la tesis de Abraham Fernández, con la tutoría del Candidato a Doctor Joaquin Vergara, del Instituto del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista, anexo al CC del PCC, con profesores de Ciencias Sociales de la Universidad ,1984. En: Manuel Graña Eiriz, El 9 de abril de 1958 Huelga General Revolucionaria. (2011); También, de mi autoría: Gladys Marel García Pérez. Insurrección y Revolución, Ediciones UNION 2006; Crónicas Guerrilleras de Occidente, Editorial Ciencias Sociales (2005); Confrontación Debate historiográfico, Editorial Requeijo S.A. (2005). Ver en específico: Jorge Ibarra Cuesta, Prólogo al libro Confrontación. cit.; Fernando Martínez Heredia. Prólogo al libro Insurrección y Revolución, cit.

[7] Jorge Ibarra Cuesta. Op. cit pp. 35-37. Esteban Morales, “Las Ciencias Sociales y humanísticas en la enseñanza universitaria. Limitaciones y dificultades”, p. 7 Fuente: estebanmoralesdomínguez. blogspot,com, La Habana 10 de junio del 2019.

[8] Rolando Dávila. Lucharemos hasta el final. Cronología 1958. Pacto de Caracas, agosto de 1958. pp. 272.; y en la pp. 255, del 13 de agosto, Carta Semanal. Documento del Comité Nacional del PSP dirigido a los firmantes del Pacto de Caracas.

[9] Ver Jorge Ibarra Cuesta op. cit. pp 35-38

[10] Ver Nota 3, Manuel Graña. Op.cit. y Garcia Perez. Op. cit. Ver Evelyn Picón Gardfield e Ivan A. Shulman: Las entrañas del vacío. Ensayos sobe la modernidad americana, Ed. Cuaderno Americanos, México 1984.

[11] Ver Nota 10, García Pérez, Op.cit.

18 junio 2020 25 comentarios 2k vistas
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¿Qué pasará cuando no estemos?

por Aries M Cañellas Cabrera 14 mayo 2020
escrito por Aries M Cañellas Cabrera

Se van en silencio, con ese sino que ha marcado a los héroes que un día de septiembre crearon el Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR13). Los más afortunados recibirán una nota pequeñísima, perdida entre noticias de éxitos y metas cumplidas, otros, ya invisibles como mi abuelo, no recibirán nada.

Generaciones de cubanos no han escuchado jamás sus nombres. Para algunos, incluso, puede que sean no más que un puñado de suicidas. En todas las ciudades de Cuba viven y se olvidan los sobrevivientes, “empecinadamente vivos”, que hace sesenta y un años dieron un paso atrás —en aras de una unidad que nunca los incluyó— para evitar que esta vez, como le había pasado a sus padres en el 33, los muertos cayeran en vano.

Cuba les debe.

Les debe haber evitado la guerra civil, parte del triunfo del 59, las ciudades intranquilas que no dejaban dormir a los batistianos, les debe incluso las armas que Frank País —ese segundo héroe byroniano de la República— subió a la Sierra. Les debe el socorro y restablecimiento de los invasores que desfallecidos arribaron al Escambray. Sin el auxilio de las redes del DR13 en ciudades como Cienfuegos, a esos hombres les hubiera sido difícil tomarlas.

La célula dirigente del DR13 en esa ciudad sureña, dirigida entonces por Miguel Cañellas —mi abuelo, el hombre del que aprendí a sangrar por la herida por la que que aún sangran los miembros de la organización— recibió la orden directa del Comandante Fauré Chomón de ponerlo todo en función del socorro a los invasores. Nada sería más importante que surtir las montañas con toda la logística necesaria para ello, según la ordenanza que todos los sobrevivientes manifiestan recordar.

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Comandantes Faure Chomón y Ángel Quevedo. Parque Martí. Cienfuegos, 19 de febrero de 1959.

El silencio nos envuelve. Somos culpables: los que nunca llegamos a colgar una bandera del DR13 un 1ro de enero, los maestros que no hablamos más de ellos, los docentes universitarios que dejamos que siguieran siendo anónimos… Se ha empezado a cerrar el círculo de la historia que no fue porque no está. Dentro de veinte años, cuando un 20 de abril mi hija lleve a mis nietos a la calle Humboldt a poner flores en una acera, como ha hecho con su padre, ¿sabrán ellos por qué? Hoy nadie se acuerda de Pío Álvarez, Ivo Fernández, o Calixta Guiteras. El círculo de la historia los dejó fuera.

Como me dijo en una entrevista Natalia Bolívar, miembro del DR13: “¿Qué pasará cuando no estemos?”. Yo debo, y pago como puedo, pero si nos quedamos impasibles también somos culpables.

Aún hay tiempo, la historia del Directorio Revolucionario todavía puede hacerse estando algunos de sus miembros vivos. Algo se ha logrado, aunque con poca divulgación. A pesar de que la mayoría ya no quiere hablar, sí están dispuestos a hacerlo si es para salvar, no su papel, sino el de sus muertos. Lo pude constatar en Cienfuegos, cuando les pregunté si permitirían que en unos años nadie supiera quienes fueron el Comandante Ángel Quevedo, Juan Olaiz, o incluso Fructuoso Rodríguez. Y respondieron.

14 mayo 2020 38 comentarios 1k vistas
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