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11-J

Ian

Ian, autopsia de un desastre

por Observatorio sobre el Extremismo Político 25 octubre 2022
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Antes de la llegada del huracán Ian, Cuba vivía una tensa situación socioeconómica, agudizada luego por el paso del meteoro. El evento hidrometeorológico, que afectó tierras cubanas a finales de septiembre, debilitó servicios básicos como el abastecimiento de agua potable y agravó la crisis del Sistema Electroenergético Nacional, hechos que avivaron el descontento ciudadano.

Las posturas ante el desastre fueron diferentes: por un lado, sectores opuestos al gobierno estimularon, además de la protesta cívica, formas de violencia como barricadas y quema de bienes públicos, a la vez que culparon al Estado cubano de los problemas causados por Ian; en cambio, los grupos pro-gobierno se empeñaron en resaltar la labor asistencialista desplegada por las autoridades, a la vez que criminalizaron las protestas para justificar una respuesta violenta.

Desastre, polarización y extremismo político

Si bien la Isla está acostumbrada a eventos ciclónicos, el último llegó en un momento de especial precariedad. En tiempos de mayor bonanza económica, una parte significativa de la población se habría aprovisionado para los días de apagón, mas en esta ocasión el desabastecimiento de alimentos y víveres lo dificultaba en gran medida.

En algunas zonas de La Habana, donde las afectaciones por el fenómeno no fueron tan graves con respecto al fondo habitacional, la electricidad tardó hasta seis días en ser restablecida. En Pinar del Río la restauración del fluido eléctrico fue más lenta e incluso todavía hay zonas que permanecen afectadas. El prolongado apagón dificultó la conservación de los alimentos, a lo que se adiciona como agravante la inexistencia de otras alternativas, como conservas, en el mercado en pesos cubanos (CUP).   

Frente a los destrozos y la falta de energía, en localidades principalmente capitalinas, se percibió la respuesta de las autoridades como demorada y torpe, pues no se ejecutaron a tiempo estrategias para distribuir agua o alimentos. Ello generó protestas con diferentes niveles de masividad y violencia, lo que a su vez provocó cortes de Internet como medida gubernamental para evitar su extensión.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que Ian pasó por Cuba luego de que importantes acontecimientos sociopolíticos —como los sucesos del 11 de Julio, por ejemplo— exacerbaran la polarización y el extremismo, tanto entre los habitantes de la Isla como en la emigración.

Dos matrices se han entronizado: por un lado, los actores contrarios al gobierno acusan a las estructuras políticas del país de ser los únicos culpables de la crisis y piden sanciones que afectarían aún más a la población cubana, además alientan la violencia ciudadana y el enfrentamiento como forma de lucha. Mientras, los sectores polarizados pro-gobierno niegan o restan importancia a las causas internas y responsabilizan exclusivamente al enemigo exterior, algunos incluso asumen como legítimos el uso de la violencia política, física y judicial como vía para la solución de conflictos.

Si bien la Constitución contempla el derecho a exigir cambios mediante la protesta cívica y mostrar desacuerdo ante cuestiones relacionadas con la administración pública, en videos que circularon en redes sociales y medios no estatales se observan  barricadas y fuegos, la destrucción de elementos de propiedad pública como tanques de basura, la obstrucción de arterias viales e incluso la detención de un tren en plena marcha.

Dichas acciones violentas obstaculizan el normal desenvolvimiento de la urbe y la convivencia ciudadana, por lo que, como en cualquier país, las fuerzas del orden debieron intervenir en cumplimiento de su función social. No obstante, es preciso que ello suceda con apego a la ley, como establece un Estado de derecho.

Es importante destacar que no todas las protestas fueron iguales ni las respuestas, las mismas. En ocasiones las autoridades dialogaron con los manifestantes y lograron entendimientos, en otras se respondió con violencia, la cual, en determinados casos, fue ejecutada por personas vestidas de civiles —protegidas y convocadas por estructuras estatales— que arremetieron contra los manifestantes con golpes y palos. También se reportaron detenidos entre los que tomaban las calles.

A esta forma de represión física se sumó la deslegitimación de las protestas, sin distinción de formas, para lo que se usaron los medios estatales/públicos. Un ejemplo fue el texto reproducido por Cubadebate en el cual se estigmatiza a los manifestantes por su procedencia, apariencia o vestimenta.

Un fragmento ilustra su fuerte carga clasista: «Entonces el más grandote, el de las muelas doradas, al que jamás se le conoció un empleo en el barrio, vamos, el más distante de ser un ejemplo para las futuras generaciones agarra una rama de árbol caído y grita: “Arriba, vamo a viral to ejtooo”». En muchos comentarios de la publicación se refuerza la idea de denigrar y deslegitimar a quienes salieron a la calle.

IanSumado a esto, fue publicada una carta titulada Mensaje de educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos a sus colegas de otros países que, si bien tenía una comprensible denuncia a la manipulación mediática a partir de los sucesos relacionados al meteoro y la instrumentalización de las protestas; negaba la represión con la que algunas habían sido sofocadas. Para ello se aseguraba que «la represión solo existe en los mensajes que incitan a la violencia y respaldan el bloqueo, contrarios a los intereses y anhelos de la Patria».

La actitud de la oposición política

En la otra cara de la moneda, activistas e influencers políticos opositores al gobierno cubano —la mayoría radicados en el exterior— llamaron al pueblo a salir a las calles e incrementar la violencia en las manifestaciones. Se utilizaron etiquetas como #CubaParaLaCalle o #CubaEstadoFallido para alentar a más personas a sumarse y emplear mecanismos de desestabilización del orden.

IanIan

Como elemento a destacar, luego de la represión a las manifestaciones fueron revelados, sin una comprobación completa en algunos casos, datos personales de presuntos represores para que fueran linchados por el pueblo. Si bien es reprochable que el Estado propicie enfrentamientos entre civiles, llamar a la violencia ciudadana por parte de la oposición es igualmente irresponsable. Las posturas criminalizantes y centradas en extremismos hacen imposible el entendimiento cívico, al tiempo que potencian un desenlace violento del conflicto.

Ian

En este contexto, se publicó la carta abierta Por un cambio real en Cuba: ¡No más oxígeno a la dictadura!, iniciativa llevada a cabo por opositores radicados fuera del país, algunos vinculados al Movimiento San Isidro. El texto relata una situación crítica de derechos humanos en la Isla y como salida pide la intensificación de las medidas unilaterales coercitivas de Estados Unidos:

Sostenemos que las sanciones son necesarias cuando se trata con un régimen totalitario que ha militarizado también la economía y que impone la violación de los derechos humanos en cada negociación comercial. Ojalá el mundo sancionara a la Dictadura de manera coordinada, sería una forma concreta y con miras a largo plazo de ayudar al pueblo de Cuba a librarse de sus opresores.

Más adelante, solicitan al gobierno de los Estados Unidos que niegue ayuda a su homólogo cubano. Aseguran que «ayudar al régimen de La Habana sería como ayudar al régimen de Putin, ni más ni menos […] Ayudar al régimen cubano no es ayudar al pueblo cubano». Tal postura no ha estado exenta de cuestionamientos, incluso por parte de sectores críticos al gobierno que han apuntado la falta de empatía con el sufrimiento del pueblo en la Isla y la esterilidad de lanzarlos, desde la distancia, a enfrentar las consecuencias de salir a las calles, sin un programa político alternativo sólido que garantice la mejoría de sus condiciones de vida.

Ian, una catástrofe meteorológica que provocó más de 100 muertos en la Florida y graves daños materiales en Cuba, fue otro detonante de protestas sociales en respuesta a una crisis para la que no se vislumbra salida. Ante situaciones límite, el descontento se hace notar, como también los intentos por negar sus causas o instrumentalizar sus resultados. Ian no será la última adversidad que enfrente el país, de cómo se manejen en lo sucesivo dependerá el futuro de la nación.

25 octubre 2022 6 comentarios 1k vistas
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victoria pírrica

La victoria pírrica del 11-J/ 2022

por Alina Bárbara López Hernández 22 julio 2022
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Pirro, rey de Epiro, logró vencer a los romanos en una batalla en la que murieron miles de sus hombres, tantos que, según cuenta la historia, al contemplar el resultado dijera: «Otra victoria como esta y volveré solo a casa». Derrotó a la república romana en dos oportunidades, pero a costa de tal desgaste y de la desmoralización de sus tropas, que finalmente fue vencido en la batalla de Benevento y obligado a retirarse.  

Victoria pírrica ha sido denominado desde entonces un resultado que se consigue con tantas pérdidas para el bando aparentemente vencedor, que puede terminar siendo desfavorable para él. Algunas contiendas famosas clasifican bajo esta denominación: la batalla de Borodino en las guerras napoleónicas (1812), la de Jutlandia en la Primera Guerra Mundial (1916) y la primera batalla del Alamein, en la Segunda Guerra Mundial (1942), entre otras.

A las anteriores debería sumarse ahora la batalla comunicacional del 11-J de 2022, calificada por el gobierno cubano como un nuevo Girón. La psicóloga Karima Oliva resalta como un gran éxito que ese día se posicionaran la etiqueta #Cubavive y las matrices de mensajes favorables al gobierno.

victoria pírrica

Resulta toda una paradoja que sean el gobierno y su aparato de comunicación, que consideran a Internet y las redes sociales como sitios en los que se manipula la realidad cubana, los que presuman ahora de ganar sus batallas precisamente allí. Porque donde había que disuadir de la posibilidad de un nuevo estallido social era operando sobre la realidad, es decir, sobre los factores que condujeron a las protestas sociales del pasado verano. ¿No afirman que la verdad sobre Cuba no está en las redes? Entonces, ¿de qué victoria estamos hablando?  

La historia no es una obra de teatro, con ensayo general y actos bien definidos. Muchos pensaron que este 11-J se produciría en Cuba un estallido similar al del pasado año, y consideran una derrota que no ocurriera; se equivocan. Otros pueden pensar que el hecho de que no se haya producido es una victoria del Estado; también se equivocan.

Lo sucedido resulta totalmente lógico. Durante estos doce meses el Estado se blindó para desestimular cualquier manifestación en su contra. Lo hizo con normativas legales que regulan la comunicación y con un nuevo y mucho más estricto Código Penal. A nivel represivo dictó altas condenas de prisión a muchos manifestantes del 11-J, pero tampoco habilitó ninguna de las leyes constitucionales para que la ciudadanía pueda interpelarlo: derecho a manifestación y Tribunal de Derechos Constitucionales.

Y —para no dejar nada al azar—, desde días antes de la referida fecha fueron desplegados operativos y agentes de Seguridad del Estado con el fin de asegurar que los disidentes no salieran al espacio público, se les encerró en sus casas, se presionó a sus familiares y amigos; se convocó a los colectivos laborales a custodiar plazas y parques y a actividades infantiles desde horas de la mañana.

A ello hay que sumar que la sociedad cubana no tiene posibilidad legal alguna de articularse en asociaciones cívicas, sindicatos u organizaciones independientes de las admitidas por el Estado, que pudieran ser interlocutoras ante este. Presentar como una victoria el haber sobrepasado el día cero sin un nuevo estallido, es pueril. Fue así sin embargo como se anunció por dirigentes políticos, funcionarios del ministerio de Cultura y periodistas en el programa Mesa Redonda dedicado a la gran victoria… comunicacional.

Tal actitud pretende ignorar que el 11-J de 2021 acaeció por un conjunto de circunstancias, no solo presentes hoy sino mucho más potenciadas. Los que confíen en que al evitarlo en fecha fija eliminaron las condiciones para la réplica de similares acciones, pecan de ingenuos o soberbios y, en ambos casos, son políticos torpes.

Aquí habría que recordar las categorías de la dialéctica necesidad y casualidad. Un cambio en Cuba ocurrirá necesariamente, pues está ligado a lo esencial del desarrollo en unas condiciones dadas, y se abrirá paso a través de la realidad de manera inevitable: un modelo económico y sociopolítico sin posibilidades de reproducirse bajo exactas condiciones, deberá dar lugar inexorablemente a una transformación (y no solo en el ámbito de la economía). Sin embargo, el modo exacto en que esto ocurra dependerá de situaciones por lo general casuales y difíciles de predecir.

Para una gran mayoría, muchas veces silenciosa, las circunstancias deseables para tal cambio serían pacíficas y mediante un diálogo nacional. Pero el aparato gobernante ha sido refractario a aceptar a la ciudadanía como interlocutora en pie de igualdad y respeto. Su concepción anti-dialéctica de la historia —que aprecia al desarrollo como una línea recta e irreversible, y ha llegado al punto de incluir esa determinación en la Constitución—, le ha hecho creer que es posible continuar gobernando del modo tradicional, aun en medio de una era tecnológica en que ya no le es dable desconocer y acallar a la opinión pública.

Desde el mismo momento en que la gente tuvo la capacidad de erigirse como interlocutora ante el poder, lo ha hecho. Ha ocurrido paulatina pero sostenidamente. Esa es una transformación radical que torna anacrónicas las usuales prácticas políticas discriminatorias características de un modelo de Partido único en cualquier contexto; amén de los enormes y sostenidos errores en política económica y social de ese Partido en Cuba.    

La consecuencia es predecible: en un escenario como el que existe en la Isla, si se cierra la puerta al diálogo, se le está abriendo a la violencia. El Estado no puede desconocer que durante el año transcurrido, en la misma medida en que se ha naturalizado la represión por parte suya, se naturalizan la protesta social y la desobediencia por parte de la ciudadanía. Es un proceso de adaptación recíproco y una actitud que se reforzará en ambos casos mientras más se practique.

Aunque con medidas de control extremo se logró evitar un estallido de grandes proporciones, no puede ignorarse que a lo largo de estos doce meses se han suscitado diversas formas de protesta y desobediencia social difundidas y documentadas: cartas públicas a dirigentes, cacerolazos, carteles contra el gobierno y su presidente, manifestaciones motivadas por los cortes de electricidad en universidades, barrios y poblados de varias provincias; exigencias de madres ante la falta de alimentos y medicamentos para sus hijos y por fallas en el sistema de salud y de atención ciudadana; acciones de apoyo de los familiares y amigos de presos por el 11-J; y constantes argumentaciones de ciudadanas y ciudadanos en las redes sociales, donde son sometidas a crítica, con argumentos profundos y meditados e interesantes propuestas, las políticas del gobierno y la actitud de sus dirigentes.

De julio a julio, la inflación se ha desatado —con la consiguiente devaluación del salario real y la moneda nacional—, y es mayor la escasez de alimentos, medicamentos y productos de primera necesidad. Igual incremento es visible en los cortes de electricidad y las restricciones al transporte. Un punto de ostensible mejoría radica en el control de la pandemia, y aunque deben reconocerse la producción de vacunas y la campaña de vacunación organizada por el gobierno, hay que valorar también que el control de la ola pandémica se ha comportado con características similares a nivel global.

Que el número de fallecimientos por Covid sea casi nulo hoy, no indica que el sistema de salud esté en mejores condiciones para un hipotético resurgir de casos, como ya se aprecia en otros países, y más si se tiene en cuenta que desde hace meses proliferan en varias provincias cubanas los enfermos de dengue, incluso de su peligrosa variante hemorrágica.    

 Tras el estallido social del 11-J, el presidente Miguel Díaz-Canel declaró durante meses que la actual crisis no era el peor momento de un gobierno cubano después de 1959, pues la intervención por Playa Girón y el Período Especial fueron coyunturas más complicadas. Desde hace un tiempo ya no se atreve a afirmarlo. No era cierto. Todos lo sabíamos. Él también.

Veamos entonces algunas pautas que permiten explicar el contexto cubano hoy y entender la magnitud de la crisis.

Cinco pautas para interpretar el escenario actual en Cuba

1) Recordemos aquellos viejos y —dados los resultados posteriores— buenos tiempos, en que la economía insular era descrita eminentemente como exportadora de productos agrícolas, materias primas y minerales de escaso valor agregado: azúcar, cítricos, café, tabaco, ron, níquel, entre otros. La relación con el campo socialista no varió en lo esencial dicho modelo exportador, como sí lo hicieran posteriores decisiones en política económica.

En las más de tres décadas desde el derrumbe del campo socialista, se ha venido diseñando en la Isla un modelo que la ha convertido en mucho más subdesarrollada y dependiente. Aunque data de tiempos de Fidel, fue sobre todo con las reformas raulistas que esta situación se reforzó. El turismo y la venta de servicios profesionales fueron presentados como locomotoras de la economía, sin tener en cuenta que ambas son actividades susceptibles a altibajos geopolíticos y globales (económicos, políticos y sanitarios).

Cuba debe importar hoy muchos de los productos que antes se producían para consumo nacional, o se exportaban; solo le resta esperar a que vuelva el turismo, lo que al parecer demorará; y con la venta de servicios profesionales puede continuar perdiendo parte de su fuerza calificada, pues para que esta regrese al país debe existir un mínimo de prosperidad que haga deseable el retorno.  

En los noventa, la agricultura, a pesar de las grandes afectaciones y la subida de precios de muchos productos, pudo garantizar en los agro-mercados estatales ofertas estables y a precios accesibles de productos como la papa y el maíz, que, además de los huevos, se convirtieron en importantes fuentes de alimentación al alcance de todos.

El pasado año fueron informadas sesenta y tres medidas para revitalizar la agricultura, pero no se vislumbra recuperación alguna en ese sector. Según un artículo publicado en La Joven Cuba, la Isla estaría abierta a la importación de numerosos productos agrícolas provenientes de Estados Unidos si se eliminara el bloqueo —lo que sería sin dudas un aliciente para el consumidor cubano en las condiciones de desabastecimiento que hoy vivimos—; sin embargo, no hay que perder de vista que Cuba tendría muy poco que ofrecer a su poderoso vecino en ese sentido para que sea un comercio bilateral y mutuamente ventajoso. Ni cuota azucarera en su mercado podríamos exigir habido el desmontaje de la industria azucarera nacional desde hace veinte años, cuyo corolario ha sido la zafra del 2021, la peor de los últimos cien.

"Tenemos que aprovechar la demanda interna como un motor impulsor de la economía del país." @AlejandroGilF en @AsambleaCuba #CubaLegisla #PoderPopular pic.twitter.com/SNf2vC46to

— Ministerio de Economía y Planificación de Cuba (@MEP_CUBA) July 21, 2022

Cierto que tenemos muchos hoteles (una buena parte cerrados hoy) para los turistas que decidan vacacionar, aunque gestionados por cadenas francesas y canadienses. En resumen, sesenta y tres años más tarde del triunfo de enero, nos encontramos en la situación que describí en el artículo «Antimperialismo en Cuba: reflexión en dos tiempos»:

Tantos años después, aquí estamos: abiertos al capital extranjero al que se presenta como tabla de salvación, con una Constitución que los invita, con su majestad el dólar rigiendo de nuevo, endeudados hasta la médula con poderosos círculos financieros internacionales. Y, lo peor, esperanzados en que el Norte retire el bloqueo y decida hacer negocios en Cuba para, posteriormente, avanzar más en las reformas y llegar a disfrutar de derechos políticos.

¿Díganme si eso no significa la victoria de un plattismo inconsciente en el imaginario social de esta nación? Es la derrota de aquella fuerte corriente de pensamiento que emergió hace un siglo. Eso sí, maquillada con un discurso político que continua siendo profundamente antimperialista. Las palabras por un lado y la realidad por otro.

2) Cuando ocurrió la debacle del campo socialista, la crisis fue profunda y abrupta; pero el país conservaba aún ciertas reservas en infraestructura y sistemas sociales que permitieron que, luego de tocar fondo, se avizoraran cambios. A ello hay que añadir que en aquel período no existían las marcadas diferencias sociales que hoy se aprecian entre personas, barrios, poblados y provincias.

El sistema de salud era muy sólido entonces, desde la atención primaria (médicos de familias situados en miles de barriadas), hasta los policlínicos y hospitales. Por eso, a pesar de múltiples problemas de salud vinculados con la crisis —como las neuritis, ocasionadas por déficits de proteínas en la alimentación—, no mostró las condiciones depauperadas que hoy se advierten.

Durante años se fue invirtiendo cada vez menos en equipamiento para la salud respecto a otras épocas. Se restringieron servicios como los de obstetricia y cirugía, presentes en casi todos municipios, que fueron concentrados en las cabeceras provinciales. Hoy faltan, desde ambulancias, hasta insumos médicos básicos en los hospitales, como guantes, jeringuillas, vendas, mercuro-cromo.

Por su parte, la industria de medicamentos resistió mejor la crisis de los noventa, en que la ausencia de medicinas no fue tan agobiante como ahora. A ello se suma la disminución durante estas décadas —a pesar de las graduaciones constantes—, de médicos, personal de enfermería, técnicos y laboratoristas; motivados por el cumplimiento de misiones en el exterior o por emigración definitiva.

El sistema de Seguridad Social en Cuba cubría a muchas más personas hasta el nombramiento/elección oficial de Raúl Castro como presidente del Consejo de Estado, en febrero de 2008. A partir de ahí se enfatizó en la necesidad de recortar gastos y «gratuidades indebidas», pero fue especialmente entre 2016 y 2020 que la inversión en Salud y Asistencia social disminuiría en dos tercios: de 232,6 a 84,5 millones de pesos. Es alarmante que el recorte en la inversión de salud ocurriera precisamente en etapas en que los ingresos por exportación de servicios médico-farmacéuticos fueron la principal fuente de divisas del país, por encima del turismo (2006-2018).

En consecuencia, aumentaron en esos años la pobreza y la desigualdad. Parámetros exitosos hasta los ochenta, como la «tasa de mortalidad», con tendencia a la disminución —aunque con un repunte durante los noventa—, comenzaron a crecer nuevamente.

3) En los últimos años el éxodo de cubanos es enorme. El modelo habitual de migración ha cambiado, especialmente tras el 11J. La actitud del gobierno convenció a muchas personas de que cualquier tipo de cambios sería obstaculizado, y la falta de confianza en el futuro se observa en el actual modelo, en que familias enteras están emigrando.

Permanecen cerradas o se venden casas porque no resta nadie del núcleo familiar que las habite. Familias a las que quedaban apenas sus ancianos —reacios a emigrar pues confiaban en el sistema de salud y en que las remesas de sus hijos y nietos garantizarían la permanencia en el sitio de sus raíces—, los están sacando de Cuba. El censo nos dirá, correspondía este año pero se ha pospuesto.

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En los últimos años el éxodo de cubanos es enorme. (Foto: France24)

No obstante, esta mutación del modelo migratorio puede incidir en otro punto de cambio, pues la flexibilización por el gobierno de Biden de las medidas dictadas por Donald Trump en cuanto a los viajes a Cuba y el envío de remesas, pueden no tener los efectos esperados por el gobierno de la Isla. Nadie manda remesas a una casa vacía. La existencia de familias a ambos lados del estrecho de la Florida, es condición esencial para que exista un flujo en tal sentido. Numerosos emigrados están escogiendo gastar de una vez una buena suma de dinero costeando coyotes y viajes ilegales por medio continente, antes de seguir manteniendo a su familia en un lugar en que les resultará más caro a largo plazo.

4) El gobierno de Cuba apuesta con mucha energía por la atracción de capital externo. Incluso para industrias como la azucarera, donde esto jamás se aceptó en los noventa y se optó por desmantelarla antes que abrirla a la inversión privada. A pesar de ello, la pésima infraestructura insular, la desconfianza de los inversionistas en las garantías del gobierno a largo plazo, y la propia crisis en los países emisores de capital, entorpecen esta expectativa.

En resumen: el país no tiene fondos de acumulación, los inversores extranjeros no acuden al llamado y los potenciales inversionistas nativos se están marchando al haber sido postergados por décadas. Solo veo posible una inversión masiva de cubanos emigrados, pero por supuesto que estos exigirán transformaciones en el modelo político, que el gobierno no desea hacer.

5) Ni siquiera el entorno geopolítico regional —en que han triunfado muchos gobiernos de izquierda o progresistas, en todo caso mayoritariamente contrarios a la política hostil de Estados hacia Cuba—, puede interpretarse como punto de inflexión favorable al gobierno cubano.

La Isla ha requerido siempre de un país-pilar para salir de los momentos críticos del proceso desde 1959: la URSS en los sesenta y Venezuela en los noventa. En estos momentos ninguno de los gobiernos de la izquierda emergente en América Latina va a desempeñar ese rol. Primero, porque se trata de una izquierda que no se ha alineado con el modelo antidemocrático insular y ha hecho fuertes críticas a la represión, durante y tras el 11-J. Segundo, porque la crisis de la pandemia ha afectado a todos y Cuba resulta un socio muy costoso.

Venezuela envió durante años a Cuba grandes cantidades de petróleo que intercambiaba por servicios de variada índole: médicos y colaboradores en diversos campos, incluyendo militares. Sin embargo, la invasión de Rusia a Ucrania y el consiguiente encarecimiento de combustibles que ella ocasionó, sacaron a relucir el lado más pragmático de las administraciones norteamericana y Bolivariana.

A pesar de los iniciales pronunciamientos del gobierno de Maduro en respaldo a Putin, y de la crítica ante la violación de derechos humanos en Venezuela por parte del gobierno de Biden (que, ¡oh Maquiavelo! tampoco ha desdeñado a Arabia Saudita); el Norte ve hoy con mejores ojos a sus vecinos del Cono Sur que, casualmente, disponen de las mayores reservas petroleras en la región. Nosotros, les recuerdo, ni azúcar (que está a quinientos dólares la tonelada, dígase de paso). Y ahora, tampoco el petróleo al que estábamos acostumbrados.  

Habría mucho más por decir, sobre todo de los factores subjetivos, pero el espacio no lo permite. Que estas mínimas pautas sirvan a nuestros decisores para que lo piensen tres veces antes de proclamar un triunfo que, parafraseando al anterior primer secretario, es muy indebido. O más bien, para ser coherentes con mi argumento inicial, puede ser considerada la más reciente victoria pírrica en los anales de la historia.

22 julio 2022 29 comentarios 2k vistas
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once

Once

por Jorge Fernández Era 17 julio 2022
escrito por Jorge Fernández Era

Paso a enumerar a las autoridades partidistas del municipio Diez de Octubre los pormenores de la manifestación pacífica que el pasado lunes 11 de julio, a contrapelo de las campañas de descrédito de los medios de desinformación enemigos, se realizó en el Consejo Popular Tamarindo en apoyo a la construcción socialista y contra el golpe de Estado vandálico.

En el sector de la Policía Nacional Revolucionaria de la calle Enamorados, contiguo a la Esquina de Toyo, donde hace un año nos viraron dos carros patrulleros, emplazamos un camión que, por su tonelaje, necesita para ser volcado no menos de Alí Babá y sus cuarenta ladrones (o lumpen o escoria o apátridas…, según el apelativo ad hoc con que se desee denominarlos). Por la proporción de vigilantes respecto a transeúntes (tres a uno), ello se hacía casi imposible, pero no conviene confiarse.

En el Parque Santos Suárez, sede central de la jornada de evocación, se ofertó al público asistente panes de calabaza, masarreales de levadura torula y panetelas ebrias. En la cola situamos a varios agentes nuestros, quienes marcaron sucesivas veces y compraron tanto pan que tuvimos que abrir otro quiosco para recuperar el dinero invertido.

Espero estén ustedes al tanto del llamado hecho en las redes para salir a las calles con pulóveres comunistas, y del revuelo ocasionado por el que exhibió en Twiter el coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución. Me vi compulsado a autorizar, con ánimo de no contradecir el equilibrio de género propugnado por la política de adelanto de la mujer del Gobierno (o mejor: «propugnado por el Gobierno para el adelanto de la mujer», no quiero se interprete que me refiero a la jefa de eventos del Ministerio de Cultura), que las integrantes del bloque 11 de la Federación de Mujeres Cubanas se aparecieran en la actividad con unos pulóveres que aludían a la secretaria general Teresa Amerelle Boué. Por respeto al respeto que a ustedes les prodigo, no reproduzco aquí lo que de ella se expone en dicha prenda de vestir.

Yo sé que a algunos no les va a gustar, pero no quería perderme el reto de #SacaTuPuloverComunista, y ahora mismo este es el que tengo a mano… #Cuba #CDRCuba #SomosDelBarrio #CubaPorLaPaz pic.twitter.com/D96M6MMlOS

— Gerardo Hdez. Nordelo (@GHNordelo5) July 8, 2022

Me tomé la atribución de impedir que un grupo de trabajadores por cuenta propia instalaran un parque de diversiones conformado por aparatos con botes, carabelas y otras naves de disímiles calados que pueden sembrar diabólicas expectativas en niños y jóvenes.

Quizás sea contraproducente que el 11 de julio, Día Mundial de la Población, en un país donde esta decrece de manera acelerada por la instalación de los parques del párrafo anterior, fomentemos el aumento de la población penal, pero nos sentimos obligados a realizar las siguientes detenciones de (como dice Abel Prieto) «gente desmoralizada desde el estado fetal»:

– En la actividad infantil se promovió por los altavoces una canción muy rara que reza: «¡Protesto, protesto y vuelvo a protestar!». Por la segunda parte de esa estrofa presuponemos fue compuesta en días recientes, pues es notorio el llamado a lanzarse otra vez a la calle. Hay varios inculpados, entre ellos una maestra de la primaria de enfrente que compulsó a que sus alumnos bailaran al son de la melodía con los brazos en alto y movimientos pélvicos.

El operador de audio alega que grabó el himno sedicioso desde un disco de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, y que el tema es supuestamente de un grupo de rock nombrado Los Yoyo. Increíble la desfachatez de esta gentuza, como si uno no atinara a darse cuenta de que la susodicha agrupación alude semánticamente a la verticalidad del ir y venir de la oposición en sus anhelos subversivos.

– Un individuo de mediana edad, parado en la esquina de Zapotes y San Indalecio y con mirada insegura hacia los cuatro puntos cardinales, preguntó a una señora que rellena fosforeras (con amplia hoja de servicios como colaboradora de las fuerzas del orden) si esa era la calle San Julio. Fue conducido de inmediato por dos razones: por confundido y por canonizar subliminalmente, con ese «San Julio», la fecha que conmemoramos.

– Un sujeto que dice ser humorista, conversando con otro de similar talante, insistió en el detalle de que nació un 11 del mes 11 a las 11 y 11 horas. Lo expresó casi con orgullo, pues, según el carnet de identidad que no portaba, este año arriba a su tercera edad. Se puso pesao y tuvimos que propinarle un golpe blando.

– Una señora traía encima de su estómago, adherida con alfileres en la blusa, una enseña nacional, pérfida crítica a la soberanía alimentaria que hoy defendemos con esos panes, esos masarreales, esas panetelas… Ella insiste en que llevaba la bandera a media asta en homenaje al fallecido exprimer ministro japonés.

– A un grupo de alrededor de treinta personas les tomamos sus datos y los enviamos a casa, fianza mediante. En el clímax de la actividad política, cuando el orador de turno recordaba la construcción socialista que se hace en el Solar de las Margaritas para convertirlo, con la «operacionalización» a la que alude el presidente, en una ciudadela digna con hacinamiento decoroso («un Tamarindo al que se le incrementa su dulzor»), dichos ciudadanos comenzaron a darle vivas al 11 de julio.

A juzgar por lo escrito en el periódico Juventud Rebelde por el presidente de la Unión de Periodistas de Cuba («Resulta, al menos chocante o contradictorio, cuando algunos hablan del 11 de julio del pasado año en tono de celebración»), el hecho es condenable. Pero si nos atenemos a las palabras del compañero Díaz-Canel («Si algo vamos a celebrar es esa victoria del pueblo cubano, que es una derrota más del imperialismo»), merecen un diploma de reconocimiento. Ustedes dirán.

17 julio 2022 4 comentarios 1k vistas
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Comunidad

Sentenciando a una comunidad empobrecida

por Leonardo Fernández Otaño 27 mayo 2022
escrito por Leonardo Fernández Otaño

La justicia es igual a las serpientes: 

Sólo muerden a los que están descalzos.

Monseñor Romero

***

El 12 de julio del 2021 la ciudadanía protestó de forma masiva en La Güinera, barrio del municipio habanero de Arroyo Naranjo. Esta manifestación se debe situar en el contexto del estallido social que sacudió el archipiélago desde la jornada anterior, y que tuvo como resultado más de mil personas detenidas en los días siguientes, la muerte del ciudadano Diubis Laurencio, así como un amplio despliegue de la violencia de Estado.

A estos hechos ha seguido el desarrollo de varias causas judiciales contra un total de 161 ciudadanos residentes en la comunidad en cuestión, según datos aportados por la ONG Justicia 11J. Los delitos más frecuentes en las condenas han sido sedición, propagación de epidemias, desacato, desordenes públicos y atentado.

Un patrón que se repite en las sentencias se basa en que los testigos presentados por fiscalía, en su inmensa mayoría, fueron oficiales del Ministerio del Interior o la Policía Nacional Revolucionaria. Además, si bien se observan en estos documentos referencias a los episodios de violencia por parte de los manifestantes, se omite toda información concerniente al ejercicio de la fuerza policial y de los funcionarios gubernamentales, visibles en los videos grabados por la ciudadanía y en el testimonio de los familiares.

Aun cuando existe un alto cúmulo de información sobre los sucesos del 11 y 12 de julio, en este texto nos concentraremos en analizar la compleja situación social de la comunidad La Güinera, reflejada en los propios dictámenes judiciales y en la información aportada por los familiares de los presos. Con ese fin se seleccionaron como muestra las sentencias de las causas 13/21; 14/21 y 19/21. En esos procesos fueron juzgados sesenta y un ciudadanos, con edades comprendidas entre los diecisiete y los sesenta y cuatro años. Las penas impuestas por los jueces oscilaron entre seis y veintiséis años de prisión.

Durante la visita del presidente Miguel Díaz Canel a La Güinera, el 20 de agosto del 2021, los medios oficiales intentaron presentar al barrio «como un espacio social donde las problemáticas poblacionales estaban resueltas o en vías de solución». En cambio, las sentencias ofrecen información que permite constatar la enorme complejidad de las dificultades existentes en el tejido social y la vida comunitaria, que tienen como denominadores comunes la agudización de la pobreza y la exclusión social.

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Migdalia Padrón (Foto: María Lucía Expósito)
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Migdalia Padrón (Foto: María Lucía Expósito)

Escolarización, empleo y relación con las instituciones gubernamentales

En el texto que publiqué en este espacio el pasado mes de marzo, afirmé que los efectos de las continuas crisis económicas y del deterioro del modelo socio-político cubano, han influido en el débil mercado laboral de los residentes en este barrio. Tal proceso tiene su expresión más apreciable en tres características comunitarias: elevada tasa de abandono del sistema educativo al concluir la enseñanza media, auge del empleo informal y desconfianza en las instituciones públicas o gubernamentales.

Si bien en la sentencia de la causa 13/21 no se ofrece información sobre el nivel educativo de los imputados, los expedientes 19/21 y 14/21 aportan datos que permiten develar la naturaleza social del estallido en cuestión. El alto índice de abandono escolar se encuentra motivado por la precarización del nivel de vida, la disfuncionalidad de los hogares y la falta de acceso a elementos tecnológicos, como computadoras o discos externos, que permitan responder a las necesidades de los procesos docentes en la educación superior. Esta tesis es verificable a simple vista en las sentencias, pues de los acusados analizados ninguno posee titulación universitaria.

En un país en que la escolaridad obligatoria es hasta el noveno grado, los datos presentes en las sentencias ofrecen un panorama educativo desolador: cuatro detenidos poseen 6to grado de escolaridad, veintisiete concluyeron el 9no grado y solo nueve poseen el duodécimo grado. Dicha información muestra la presencia de un alto índice de escolarización elemental, pero también revela una abrupta deserción escolar, que, lejos de favorecer la continuidad de estudios al menos hasta el preuniversitario, potencia la incorporación de adolescentes al mercado laboral, en especial en el sector informal.

El otro elemento que evidencia la situación de vulnerabilidad económica que incentivó a la ciudadanía a tomar el espacio público, es la informalidad del mercado laboral, que se agudizó aún más con la «Tarea Ordenamiento», la crisis de desabastecimientos y el proceso de hiperinflación que se vive en el país. El agravamiento de esta realidad condujo a las protestas, pues empeoraron el acceso a la alimentación, los medicamentos y otros insumos básicos en medio del peor pico de la pandemia de covid-19.

La inestabilidad del mercado laboral se observa en el alto nivel de desocupación declarado en los procesos judiciales. Esta información ha sido empleada por el Gobierno para criminalizar a los manifestantes, sin ofrecer las causas sociológicas y económicas que la originaron. Los datos y la realidad de la comunidad demuestran el difícil panorama laboral de sus habitantes: en el momento de la manifestación, treinta siete personas se encontraban desempleadas, solo quince tenían vinculación laboral reconocida, tres eran estudiantes y uno estaba atendido por la Seguridad Social.

Estos datos deben ser contrapuestos con la información aportada por los familiares de los detenidos. De las ocho familias consultadas, se pudo constatar que sus hijos realizaban distintas actividades en el sector de la economía informal, obligados por la situación de vulnerabilidad de sus núcleos familiares, integrados por madres solas o compuestos por un elevado número de miembros.  

A este panorama debe añadirse el efecto causado entre esas personas por la apertura de tiendas en monedas libremente convertibles (MLC), que complejizó aún más su situación. Estos comercios expiden productos en una moneda a la que no tiene acceso la mayoría de los manifestantes, y habían reforzado el mercado informal de reventa de insumos básicos para una vida digna, los cuales llegaron a precios inconcebibles para familias que, en muchos casos, están en el umbral de la pobreza extrema.

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Elizabeth León (Foto: María Lucía Expósito)

Si analizamos la composición de los grupos etarios predominantes en las causas, es patente que el grupo más numeroso de manifestantes oscila entre los dieciocho y los treinta años, con un total de treinta y cuatro enjuiciados; mientras, entre los treinta y uno y cuarenta años fueron sentenciados catorce.  Únicamente trece detenidos exceden las cuatro décadas de vida.

La presencia mayoritaria de una ciudadanía joven, millennials, que ha vivido en carne propia las continuas crisis de la economía y se ha distanciado de los metarrelatos políticos gubernamentales, demuestran un panorama distinto en los posicionamientos cívicos y políticos de los manifestantes, que se alejan del discurso que atrajo a sus abuelos.

El otro aspecto que llevó a la ciudadanía al espacio público el 12 de julio, fue la desconfianza en las instituciones públicas y los poderes del Estado. La situación de fragilidad presente en los escenarios de la vida cotidiana de estas personas, las ha obligado en distintos momentos a acercarse a las dependencias gubernamentales para solicitar ser beneficiarios de políticas sociales, que pueden ir desde requerir círculos infantiles para sus hijos hasta subsidios por concepto de familias numerosas o por el mal estado de sus viviendas. Según refieren estas personas en nuestros intercambios, sus planteamientos han sido desoídos la mayor parte de las veces, lo cual les demostró la ineficacia de «los canales establecidos».

Esta situación ha cobrado mayor intensidad después del 12 de julio, pues los padres y familiares han remitido quejas sobre la instrucción de causas o sobre el propio proceso legal a instancias fiscales y a la presidencia de la República, que solo en algunos casos han tenido contestaciones escuetas; en otros, aún esperan respuesta.

Disenso político y criminalización gubernamental

A raíz del estallido social de julio pasado, importantes figuras políticas han empleado una serie de calificativos peyorativos para referirse a los manifestantes: «mercenarios, vándalos, lacayos o pagados del imperialismo». Tales expresiones han sido usadas indistintamente por Miguel Díaz Canel y otros funcionarios públicos con el fin de criminalizar el disenso, pero lo que hacen en realidad con estas etiquetas es pasar por alto la situación de pobreza y marcada desigualdad social de gran parte de los sectores que se manifestaron esos días. Para caracterizarlos, utilizan el suave término de «población vulnerable».   

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María Luisa Fleitas y Migdalia Padrón (Foto: María Lucía Expósito)
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María Luisa Fleitas (Foto: María Lucía Expósito)

En el firme intento de incluir a los manifestantes de La Güinera en la categoría de vándalos, uno de los aspectos alegados por el discurso político y los medios oficiales, es que la mayoría de los procesados de esa comunidad poseían antecedentes penales. No obstante, al examinar las tres causas seleccionadas, se verifica que, de un total de sesenta y un ciudadanos, cuarenta y cuatro, poco más de las dos terceras partes, no posee antecedentes penales; mientras, diecisiete de ellos sí ha tenido en algún momento de sus vidas una condena judicial.

En el caso de estos últimos, en su inmensa mayoría habían cumplido las sentencias, lo cual motiva dos cuestionamientos: ¿tener antecedentes penales constituye causa de limitación de los derechos políticos?, ¿acaso la justicia no debe tener carácter reeducativo, por qué criminalizar el disenso político, cuando el ciudadano ya ha pagado su pena?

Las condenas a los ciudadanos de esta comunidad reflejan la ausencia de una capacidad de negociación política, que, en lugar de apuntar a la búsqueda de soluciones para revertir la fragilidad social y económica presentes en dicha colectividad, optan por el uso punitivo de la justicia, sentenciando y criminalizando a los habitantes de barrios empobrecidos a penas ejemplarizantes.

Este panorama, lejos de resolver conflictos, agudiza la vida comunitaria y sienta precedentes en la mentalidad de una ciudadanía que hace décadas vive bajo el efecto de la crisis del modelo político y económico imperante en Cuba.

27 mayo 2022 9 comentarios 1k vistas
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Casos aislados

Casos aislados

por Alejandra Aguirre Ordóñez 4 mayo 2022
escrito por Alejandra Aguirre Ordóñez

Al menos por España vivimos los episodios finales de la que parece ser la última temporada de la pandemia. No sé si hay nuevas cepas o acaso la guerra del gas ha desplazado este tema en las agendas mediáticas del mundo. Mi madre, que ha pasado tres meses con nosotros en Coruña, regresa a Cuba y de vuelta no le exigen certificado Covid ni tampoco han de aislarla al llegar a La Habana. A mí sí me tocó. Cuando viajé en septiembre pasado, fui del aeropuerto al centro de aislamiento que me destinaron, uno que queda muy cerca de la Lenin.

En mi cubículo éramos cuatro hasta que llegó ella. Desde el minuto uno preguntó cuándo podía irse de allí. Preguntó también si era posible adelantar el PCR. Ella hubiese ido a un hotel pero no le aceptaron los dólares, porque los hoteles solo era posible pagarlos con euros. Eso le había dicho la funcionaria de migración del aeropuerto.

En la primera cena no comió nada de la cajita. Llamó a su madre para  asegurarse de que le trajeran el almuerzo al día siguiente. Ella pagaría la máquina desde Luyanó y todo lo demás.

Pelo lacio azabache, ojos expresivos, boca de negra, buenas tetas, uñas de princesa del trap y un caminao de reparto a juego con las cadenas de oro que le colgaban del cuello. Sin tener nada extraordinario, era el rostro más hermoso del albergue. La niña del albergue, la niña de Hialeah.

Los hombres del cubículo contiguo la velaban con hambre. Uno de ellos, Nelson —Nelsito al segundo día— fue quien la bautizó como Hialeah. «¿Hialeah, cómo dormiste? ¿Hialeah quieres refresquito con hielo? ¿Quieres pan con pasta?» Le ofrecía sin éxito opciones gastronómicas que en realidad eran formas infantiles de matar el tiempo. Tras varios días de aislamiento, masticar hielo puede resultar entretenido. Eso, o jugar dominó rodeadas de testosterona, humo y torsos tatuados.

Los hombres del cubículo de al lado tenían eso en común: tatuajes. Por lo demás eran diferentes: un mulatico de mirada noble llegado de Venezuela, un sexagenario que llevaba de mula más de veinte años, un evangelista que no se relacionaba con nadie y Nelsito, que se relacionaba demasiado. «¿Cómo es que tú te llamas?», le preguntó. Así Hialeah pasó a ser Dachel.

Por sus melindres, Dachel tenía pinta de ser quizás, la hija consentida de bisneros macetas, la única hembra de una camada de hermanos varones, la más chiquita, la nieta preferida: la niña de Luyanó. Era todo eso. Malcriada y generosa en la misma medida. Piadosa. De mente rápida y por supuesto chusma, mucho.

Casos aislados

Una turista, en un control sanitario del Aeropuerto José Martí, de la Habana. (Foto: Alexandre Meneghini / Reuters)

Blanquita cazadora de negros: la abeja reina seducida finalmente por un  macho común, un macho que le puso corona, cadenas de oro, extensiones pero luego se acostumbró a gritarle. Hasta que ella, no hace mucho, se cansó. Porque en Hialeah, Dachel no es abeja reina sino obrera, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. No toma, no fuma, no se droga y odia la peste a cabo. Tiene una niña chiquita que «tiene un pelo bello. Ella quiere cortárselo pero el problema es que todavía no ha cumplido los quince».

Tras doce años de relación, una travesía de cuatro meses con su hija en brazos, Dachel ya no grita ni se altera por gusto, solo cuando hace falta y un día lo bota, bota al padre de la niña, lo bota pa′ allá, pa′ la pinga lo bota. «Y ahora él anda to′ loco».

A la derecha de Dachel, pegada a la ventana dormía Virgen: sesenta y cinco años, residente en Tampa. La madre acababa de morir. Por las conversaciones telefónicas que Virgen sostenía a viva voz, nos enteramos de su luto, sus afectos y la necesidad de colocar la casa familiar ya deshabitada en el mercado inmobiliario: «¿Ahora que la cosa está malísima?». «Sí, ahora».

A diferencia del resto, Virgen no se queja, no critica la comida, ni las sábanas, solo la suciedad del baño. Ella es —se le ve—, una matriarca autoritaria con manos gastadas que no pide prestado. Una matriarca de sarcasmo roñoso, mandona y un poquito bretera.

A la izquierda de Virgen dormía Marai: Criollita de Wilson, bailarina de variedades, hiperactiva, alma de pugilista y jefa de destacamento allí donde vaya. Se había pasado tres meses en Bremen pero vive en el Bahía. Está construyendo. Ya tiró la placa y terminó la cocina. Todo desde Bremen con la ayuda de su padre y uno ahí que está puesto pa′ ella.

Entre la cama de Marai y mi cama, que es la quinta y última del cubículo, está Amanda: violinista, risueña, integrante de una orquesta de cámara, profesora de Saumel y guarachera nata. Mujer sin grandes conflictos aunque de espíritu humanista y pensamiento complejo. Quien es así, en realidad siempre vive en conflicto.

Las horas en un centro de aislamiento cuentan como días. Los primeros minutos son tímidos, lacónicos. Luego se empieza a abusar de la confianza peligrosamente. Entre desconocidos, el camino a la confianza es como abrirse ruta en la selva. Quien sabe transitar la selva con respeto, tiene  posibilidades de encontrar los claros del bosque y hasta posibles riachuelos.

En nuestro cubículo, el respeto y el humor nos llevaron a buen puerto. Al inicio, el rechazo a los tipos tatuados y sin camisa del cubículo de al lado fue una sensación compartida.

Dachel los mantuvo a raya las primeras horas, pero sin ella quererlo era un caballo de Troya. Además de Nelsito, la merodeaban el gastronómico, el mensajero, el enfermero y uno que cambiaba dinero en la planta de arriba.

Casos aislados

Los desplantes de Dachel a los merodeadores los convirtió en equipo. A veces los hombres convierten el rechazo en espíritu de liga. Al tercer día todos éramos un equipo bien llevado, tatuajes incluidos e incluidos también los trabajadores del centro.

Al tercer día, mi cubículo era un rectángulo gregario con dos ventanas de aluminio. Apelar a la posibilidad de contagio como pretexto para expulsar al macherío era lo único que nos dejaba intimidad por ratos. Al cuarto día dieron los resultados del PCR y todos éramos negativos, con lo cual nos quedamos sin pretextos. Encima, Dachel cumplía años y la madre había enviado desde Luyanó cake para un regimiento. Ella no lo probó, porque de verlo, solo de verlo, decidió que no le gustaba.

Un poco antes de cantarle felicidades sonó el móvil de Nelsito; la noticia que no deseaba escuchar: su madre. Abrieron para operar y volvieron a cerrar sin estrenar el bisturí. Nelson había regresado para despedirse de ella. Contestó el teléfono y por su reacción, supimos que no fue posible esa despedida. Nelson rompió a llorar, gritaba, golpeaba la pared y para evitar que lo vieran tan descompuesto se metió en el baño. Nadie lo siguió, pero Virgen sí.

Fue una noche de celebración luctuosa. Los trabajadores del centro también pasaron por ahí, brindaron sus condolencias como a cada cual le salió.  Trajeron el café que el día anterior no había, el ventilador que el día anterior no había y un calmante en el bolsillo de uno de los enfermeros. Jugamos dominó toda la madrugada. Dachel y yo contra Nelson y el mulatico. No les dejamos ganar.  

Enterrar a una madre, vender una casa, traer dinero personalmente para comprar una lavadora o tirar una placa son motivos para volver por breve tiempo a Cuba. Tramitar los antecedentes penales, el certificado de notas del pre o legalizar papeles en el Minrex si ya no tienes a nadie de confianza que te haga el favor o le quieras pagar.

Mi motivo era mi madre, viva. Afortunadamente viva. Necesitaba saber cómo estaba tras año y medio de pandemia sin nadie que salga a la calle a buscarle comida, como es el caso de muchas madres de mi generación. Mujeres mayores solas, cuya única compañía es la tele y los vecinos que coinciden en las colas. Lo peor es que cuando llego a su casa con espíritu de salvadora, ella sigue su rutina, no descansa porque su modus vivendi no se detiene con maletas cargadas de comida y medicinas.

Al quinto día nos dieron el alta. Recogimos las maletas del depósito, nos hicimos una foto de grupo, intercambiamos teléfonos y nos buscamos en el Facebook. Tras cinco días compartiendo vida en la Escuela de la Aduana, uno de los centros destinado para el aislamiento de cubanos y residentes permanentes, las relaciones se vuelven en apariencia esenciales. Teníamos la sensación que era el inicio de una amistad, pero nadie se volvió a ver. Nadie envió un mensaje de WhatsApp ni una llamada como habíamos prometido.

Casos aislados

(Foto: Pedro Lázaro Rodríguez Gil)

Sin embargo, desde esa ventana a la que nos asomamos a mirar la vida ajena supe que Nelson no regresó a Key West. Decidió prolongar su estancia para acompañar una temporada a su padre que había caído en depresión tras la muerte de su mujer. Un padre diabético, hipertenso y muy poco acostumbrado a llevar una casa no debe quedarse solo, más aún si se deprime.

Para esas cosas, Facebook es como un hilillo que, de un extremo a otro, evita que los recuerdos se desdibujen del todo. Por Facebook supe que Amanda sigue trabajando en el Conservatorio y que la bailarina está embarazada.

Supe también que el hermano de Dachel salió a la calle el 11 de julio a protestar junto a un par de amigos del barrio. Subió a las redes varios videos y ahora espera sentencia. Dachel no sabe qué pasará con su hermano. Tampoco lo sabe su madre, que en abril del año pasado, aprovechando el último año de visa, había viajado a Hialeah para los quince de su nieta. El muchacho está solo, atravesando el vía crucis judicial más improcedente de los últimos tiempos. Es uno de los 1.393 detenidos.

Hay muchas maneras de estar aislados: un albergue es una de las ellas, la emigración puede ser otra, también lo es estar al cuidado de una persona mayor o a la espera de juicio. En Cuba los modos de aislamiento se multiplican en círculos concéntricos porque la pulsión que los genera es la misma.

4 mayo 2022 13 comentarios 1k vistas
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Discriminación política

Discriminación política en Cuba

por Ivette García González 26 abril 2022
escrito por Ivette García González

La discriminación política es posiblemente la más generalizada e institucionalizada en Cuba. Su base está en la fusión Partido/Gobierno/Estado para regir los destinos del país. Existe desde los años sesenta, pero en el lapso 2019-2022 se ha recrudecido. No es iluso pensar que empeorará con las nuevas normas jurídicas aprobadas o por aprobar en estos meses.

En la Isla suele asociarse la discriminación a ciertas identidades; pero en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ella alude a: 

«(…) toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en determinados motivos como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición social y que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas».

En todas sus formas y expresiones, es uno de los modos más comunes de violación de derechos humanos. Todo un desafío para la humanidad, de ahí que exista un marco jurídico internacional  correspondiente. La Carta de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, más diversos pactos regionales y tratados globales refrendan tales derechos, recogen el espíritu de la humanidad y el compromiso de los estados. 

-I-

La discriminación política se expresa en el tratamiento desigual y lesivo hacia personas por las ideas políticas que profesan. Sus orígenes se encuentran en pugnas éticas, culturales, convicciones políticas, religiosas, etc.

Como en otras variantes, existen formas de canalizarla y materializarla. La jurista Alda Facio argumenta la «distinción, exclusión y restricción». Puede ser directa, indirecta y deviene estructural cuando el propio sistema mantiene en desventaja a ciertos grupos de personas. En ese caso —afirma el sociólogo Fred Pincus—  el elemento clave es «el efecto de mantener a los grupos minoritarios en una posición subordinada».

Discriminación política

(Imagen: Wimar Verdecia / Tremenda Nota)

En Cuba, tal discriminación —relacionada con la intolerancia y la violencia—, se manifiesta en todas esas fórmulas y vías. Y además, deviene «interseccional» cuando con ella se combinan otras actitudes discriminatorias. Por ejemplo, cuando los disidentes son personas negras o mestizas, LGBTIQ+ y mujeres.

En sentido general, este fue por décadas un tema tabú en Cuba. No obstante, la sociedad civil ha logrado denunciar y visibilizar en la agenda pública variantes como las mencionadas. En consecuencia, el gobierno implementa hace algún tiempo ciertas medidas para paliarlas.  

La relacionada con ideas políticas, sin embargo, ha sido ignorada y se recrudece según crece el disenso entre la ciudadanía. Sin duda, es mucho más conflictiva para el poder y tiene una raíz profunda en el modelo totalitario imperante.

Puede producirse en diferentes momentos de la existencia de un derecho. Su reconocimiento en la ley es el primer paso, pero dentro de ella misma puede subvertirse o hacerse inviable. Luego también puede ocurrir en otras dos etapas: el «goce» (necesidades que se satisfacen) y el «ejercicio» (aspecto activo del derecho) que supone la existencia de algún mecanismo para denunciar su violación y lograr resarcimiento. 

-II-

Entre 2019 y 2022 la discriminación política en Cuba ha escalado en todo sentido. La Constitución reconoce derechos pero es esencialmente discriminatoria y contradictoria en tal sentido. Responde a la dominación del Partido Comunista (Artículo 5) por encima de ella inclusive. Véanse los artículos que privilegian a su organización juvenil (6), los fines del Estado (13, inciso f), las organizaciones permitidas (14) y la exclusión de la discriminación política (42). Las libertades de pensamiento, conciencia, expresión y prensa (54 y 55) quedan atrapadas por la superioridad del PC y su fusión Gobierno/Estado, como se ha verificado en la práctica.

Posiblemente no haya existido antes un calendario legislativo tan lesivo para la ciudadanía como el actual. En particular para quienes disienten, a pesar de que las nuevas leyes contienen aspectos más a tono con exigencias internacionales sobre derechos humanos realizadas al Estado. Menciono cuatro que han sido de difícil o nulo acceso para los ciudadanos: Ley del proceso penal, los proyectos de leyes del nuevo Código Penal,  el de expropiación por razones de utilidad pública e interés social y el de la Ley de amparo de los derechos constitucionales.

Discriminación política

Tales normas amplían las facultades del Estado en detrimento de los derechos ciudadanos, prácticamente penalizan el disenso, aseguran mayor impunidad para represores y apoyantes y contravienen varios derechos constitucionales. Todo el espectro crítico de la sociedad resulta más vulnerable a la represión. Como es habitual, solo la prensa independiente asume un enfoque crítico.   

El peso de la discriminación política es tan grave que incluso el proyecto de nuevo Código de las Familias, que tiene aspectos positivos e incluye garantías a personas discriminadas, también activó alarmas en la sociedad civil. No es difícil imaginar que los sectores beneficiados lo serán mientras no se muestren críticos del gobierno. Si cruzan esa línea, caerá sobre ellos la discriminación política combinada con otras supuestamente proscritas, como ha ocurrido en no pocos casos desde el 11-12J.

Son leyes que se han preparado en un contexto de crisis nacional e incremento de las acciones represivas del Estado —muchas al margen de la ley— contra todo disenso o sospecha de este. En redes sociales y medios independientes sobresalen testimonios y denuncias.

Sobran los ejemplos de personas críticas privadas de empleo —mediante expulsión o porque no son admitidas— en el sector estatal y privado; impedidas del trabajo por cuenta propia, de salir de sus casas, de entrar o salir del país, desterrados, vejados durante las detenciones, imposibilitados de rentarse con particulares y violados sus derechos al debido proceso. Mientras, reina la impunidad de las fuerzas represivas y quienes apoyan al gobierno. En breve, con la unanimidad conocida del Parlamento, el Partido/Gobierno/Estado tendrá la mesa servida.

Discriminación política

(Foto: Irene Pérez/ Cubadebate)

-III-

Como sostiene Amnistía Internacional, la discriminación perpetúa la desigualdad y ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Los discriminados sufren la crueldad solo por pertenecer a un grupo «diferente» de quienes están en posiciones de privilegio o poder. Dado el elemental sentido de la justicia —que es un valor cívico fundamental— y la supremacía de los derechos humanos, esta situación debería preocupar y ocupar a la sociedad en su conjunto.

El Partido/Gobierno/Estado es cada vez más discriminatorio. En Cuba, con la discriminación política se violan aspectos medulares de la «Carta» y la «Declaración» mencionadas al inicio. También de los Pactos de derechos civiles y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales; convenciones sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, contra la mujer, sobre los derechos del niño, contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, y el Convenio relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación. 

El drama que viven hoy más de mil familias cubanas a causa de tener a uno o varios de sus miembros injustamente encarcelados como consecuencia de la crisis política, en especial desde julio 2021, es notorio. El que se sufre y narra desde las prisiones es un ultraje y una vergüenza nacional.

Sus consecuencias son enormes. No es un problema más, sino una limitación fundamental y un peligro para el futuro de la nación. Si de ir a la raíz de los problemas se trata, el fenómeno podrá atenuarse con el empoderamiento y presión ciudadanos; eliminarse, únicamente si cambian la naturaleza y condiciones que sustentan al modelo actual de sociedad.  

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

26 abril 2022 9 comentarios 2k vistas
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Socialistas

¿Socialistas?

por José Manuel González Rubines 25 abril 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Las colas y el transporte público son auténticas piscinas de inmersión sociológica: hay pocos espacios más propicios para saber qué piensa la gente. Hace algunos días recorría una populosa ruta habanera en un pisicorre abarrotado. Como de costumbre, motivados por cualquier escena vista al pasar, se empezó a hablar del tema que siempre está en el tintero de casi toda conversación entre cubanos: «la cosa».

Tras enumerar algunas de las cuentas de su rosario de desdichas cotidianas, una señora afirmó con desconsuelo que «en los tiempos de Fidel esto no sucedía». «Él tenía muchos defectos y aquí siempre se ha pasado trabajo, pero vivíamos con la certeza de que no nos iba a dejar solos», dijo.

Inmediatamente recordé la exposición de la doctora Ana Teresa Badía en la reunión de los periodistas con el presidente hace algunos meses. Según la académica, entre los términos más repetidos en las opiniones obtenidas de la población estaba «huérfanos sin Fidel».

«¿Qué usted dice, señora? Este país solo estuvo bien en el tiempo de los americanos. Este carro y todo lo que se construyó es de esa etapa, después lo único que se ha hecho es destruir», le respondió el muchacho sentado a mi lado. Finalmente, como para cerrar el debate con todo el pesimismo posible, el grupo de cinco personas congregadas allí por el azar, concluyó que la mejor solución era, sencillamente, irse de Cuba.

De lo dicho, dos elementos me parecieron ilustrativos en tanto representan líneas de pensamiento más o menos populares: uno reza que todo tiempo pasado fue mejor; el otro, que quien quiera vivir con algo de comodidad debe emigrar.

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Una señora afirmó con desconsuelo que «en los tiempos de Fidel esto no sucedía». (Foto: Cristóbal Herrera / AP)

La romantización del pasado es un fenómeno perfectamente comprensible cuando la vida se desarrolla en medio de crisis permanentes tan profundas y abarcadoras como las nuestras. La memoria selecciona lo positivo y tiende a ignorar lo negativo. Es por ello que las estampas de la República que más calan no son las que constantemente machaca la enseñanza oficial, sino las del desarrollo y el glamour de los cincuenta. Aquella época no fue, ni tan oscura como nos han contado, ni tan luminosa como se ve en las postales.

Por otro lado, también se entiende la nostalgia de lo que podría llamarse «tiempos de Fidel». Según las encuestas anuales del Centro Levada, alrededor del 50% de los rusos lamenta el colapso de la Unión Soviética. De aquellos días, ellos y nosotros extrañamos, entre otras cosas, la extensión de los servicios sociales y la sensación de igualdad —muchas veces en medio de cierta precariedad—, que imperaba en ambas sociedades y que fungían como ejes rectores de lo que se llamó «socialismo».

«¿Por qué habla en pasado al referirse a Cuba?», pensará el lector que ha tenido la paciencia de llegar hasta este punto. Porque afirmar que se es «continuidad» no significa que lo seamos realmente. Basta un análisis somero para descubrir cómo —sin demasiado ruido—, se han desmontado las bases de lo que fuera el proyecto de la Revolución y sobre las cuales se asentara durante décadas el pacto social en torno al que se generó un evidente consenso. Es, parafraseando a Carpentier con Chomsky, la consagración de la estrategia de la gradualidad.

¿Puede llamarse socialista a la implementación de tiendas en monedas extranjeras —solo accesibles en el mercado negro a precios de escándalo, o de manos de aquellos a quienes en los ochenta «no queríamos, no necesitábamos»— a las que debemos recurrir para comprar desde materiales de construcción hasta alimentos y objetos de aseo? No porque sean cotidianos, dejan de ser ofensivos esos establecimientos, que nacieron para supuestamente proveer a un mercado en CUP que nunca ha vuelto a estar abastecido.

¿Es socialismo que los jefes de cadenas de tiendas y otras entidades comercializadoras tengan la facultad, en medio del proceso inflacionario que sufrimos, de aprobar precios minoristas en pesos cubanos (CUP)?

¿Puede decirse que es socialismo cuando la estructura de las inversiones de enero a septiembre de 2021 —últimas publicadas por la ONEI— muestra cómo se gastó el 42.3% del dinero público en construir hoteles que permanecen vacíos y a los cuales no tenemos acceso la mayoría de los cubanos, mientras que a la agricultura, ganadería, caza y silvicultura solo se destinó el 3.3%; a la construcción, el 2.0%; a educación, el 0.5%; y a salud pública y asistencia social, el 1.0%? Valga aclarar para los distraídos, que en el arbitraje del destino de esas inversiones nada tiene que ver el bloqueo de Estados Unidos.

¿Es socialismo que el conglomerado de empresas militares que desarrolla los servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler a los que se dedica ese 42.3% de nuestras inversiones —13 308,4 millones de pesos que no nos sobran—, no rinda cuenta de su gestión ante órgano estatal alguno? La oscuridad es el sitio donde mora la corrupción. De ahí nacerán los oligarcas que campearán felices en la Cuba futura, cuando el proceso de desmontaje se haya completado.

¿Es socialismo que 127 ciudadanos hayan sido condenados a un total de 1916 años, algunos por actos de vandalismo, pero otros solo por manifestarse en las calles o grabar con su celular lo que sucedía? ¿Es socialismo el que personas sean expulsadas de sus trabajos por formular críticas contra la gestión de un gobierno incapaz de encontrar salida a la crisis?

Socialismo sería si, como hizo Vietnam, se implementaran recursos efectivos para el desarrollo y se dejara de culpar a Estados Unidos por un bloqueo tan nocivo como salvador. Gobierno del pueblo, de los humildes y para los humildes, solo existiría si se pudiera sacar de sus puestos a los servidores públicos ineptos e incapaces de cumplir con el cometido para el cual ocupan cargos. En una República, como expresa la Constitución que es la nuestra, el soberano debiera ser el pueblo, no el gobierno.

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¿Es socialismo que 127 ciudadanos hayan sido condenados a un total de 1916 años por los sucesos del 11J?  (Foto: Eliana Aponte / AP)

¿Por qué mucha gente extraña los tiempos lejanos de la República o los de Fidel? ¿Por qué otros ven en la emigración el único camino para cumplir sus legítimas expectativas? Porque de entre las muchas cosas que nos faltan, carecemos de una estrategia que nos saque del lodazal en el que hace años nos ahogamos y de un liderazgo que busque la conciliación y el diálogo, en lugar de la falsa unanimidad y el enfrentamiento.

Un texto publicado en Granma días atrás aseguraba, después de una cacofónica lista de asuntos pendientes ancestrales, que la «hora de los mameyes» había llegado, que era tiempo de hacer más y decir menos.

¿Cuánto hay que esperar para que nuestra economía se desarrolle de un modo sostenible que no implique depender de gobiernos amigos —que pueden desaparecer en la próxima elección— o del humor del ocupante de turno del Despacho Oval? ¿Es real la soberanía de la que tanto se habla, si para lograr cualquier objetivo debemos estar pendientes de lo que otras naciones decidan?

¿Seremos de verdad socialistas? ¿Seremos realmente soberanos? ¿Cuándo le tocará a este pueblo dejar de resistir para empezar a vivir?

25 abril 2022 53 comentarios 3k vistas
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«Escucha tu nombre…»

por Leonardo Romero Negrín 12 abril 2022
escrito por Leonardo Romero Negrín

«Escucha tu nombre…». Así nos decía el carcelero que traía la lista de las personas que iban a ser interrogadas, trasladadas de prisión y, con suerte, liberadas.

Era curioso observar cómo los confinados en el Colectivo 6 de Ivanov —prisión denominada «Jóvenes del Cotorro»—, coreábamos esa frase cuando lo veíamos venir con su respectivo papelito entre manos, como quien ansía que su número salga en «la bolita». Es tragicómica la coincidencia que había en ello: podía salir «el fijo» (interrogatorio), «el corrido» (traslado) y el anhelado «parlé» (que anunciaba nuestra liberación).

Podía ocurrir lo mismo en la mañana, al mediodía o bien tarde en la noche. En ese momento todos hacíamos silencio. Noté que algunas personas tenían una especie de superstición y le decían al de al lado: «Shhh…Escucha tu nombre. Dale, que te vas»… porque, según afirmaban, si te lo deseabas a ti mismo no se daba.

En Ivanov existían más de diez colectivos. Algunos de hasta cincuenta personas. La mayoría solo para albergar a cientos de manifestantes del 11-J. La decepción era grande cuando el dichoso carcelero, las más de las veces, nombraba a personas que pertenecían a otro colectivo y debíamos aclarárselo una y otra vez.

Gracias a estas equivocaciones, varias amistades del barrio, o que estudiamos juntos, nos dimos cuenta de que estábamos en la misma prisión. Así me lo cuenta un socio, que dice que mencionaron mi nombre en su galera como diez veces durante esos días, y le dio un poco de calma saber de alguien cercano, pues donde le tocó no conocía a nadie.

Mientras pasaban los días fuimos inventando formas de pasar el tiempo: quitábamos el colchón e improvisábamos un tablero de ajedrez en la litera, sustituyendo las fichas de un juego de damas por papelitos y pedazos de pan viejo.

«Vienen otra vez. Escucha tu nombre»…era un reflejo condicionado. Y casi todo el mundo, religiosamente, paraba lo que estuviera haciendo. Varias personas me preguntaron por qué yo seguía conversando, mirando el techo o haciendo rústicos origamis con cualquier trocito de papel, en lugar de escuchar la lista por si me mencionaban.

Les conté que desde tres meses antes del 11-J tenía una orden de reclusión domiciliaria por haber sacado un cartel en la calle Obispo, y que por cualquier pifia iba directo a prisión preventiva. Entonces ¿qué sentido tenía albergar esperanzas si precisamente esa pifia era la mayor manifestación de los últimos tiempos en Cuba?

 «—Chama, estás embarca′o», me decían.

Por eso me preparé psicológicamente para estar ahí por un buen rato. Mínimo tres años… o cinco, los mismos con que acaban de sentenciar injustamente a Luis Robles. Debido a eso me puse a recopilar décimas, chistes, datos históricos, poesías, los refranes de las personas mayores que estaban allí, o cualquier cosa para rumiar en lo adelante.

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Protesta de Luis Robles, en San Rafael, y Leonardo Romero, en Obispo.

Alexander Hall me decía que tal vez por ser estudiantes universitarios — ¡vaya privilegio!— nos liberarían más rápido… aunque bueno…, quizás a mí no. Por eso, cuando lo vi irse en «libertad» nos dimos un abrazo que parecía confirmar mis sospechas, y en la noche dormí como si ya esa fuera mi casa. Posiblemente por ello, aún hoy mi mente sigue en una celda, con los que continúan presos, y cuando la Seguridad del Estado amenaza con volver a encerrarme, irónicamente pienso que harían justicia.

Era sábado en la tarde, estaba bañándome en el patio junto a varias personas y, mientras nos secábamos al sol, me puse a conversar con un colega acerca del fragmento de unas décimas de Jorge García Prieto y Alexis Díaz Pimienta, respectivamente, que mal empatadas dicen así:

Si algún día, a Dios le presto

Mi rostro…para no ser,

No filmen queriendo ver

El rostro que me incrimina.

Tengo un rostro que camina

Sin las piernas de volver

(…)

Ya todo está dicho: Un dedo

Vertical sobre mi boca

Los poetas tienen poca

Casa…para tanto miedo.

En medio de eso, un guardia empezó a gritar mi nombre varias veces. Salí en toalla y le pedí que revisara bien y viera si no se estaba equivocando de colectivo… que con eso no se jugaba. Me quedé perplejo cuando confirmó que me iba en libertad. Quienes estaban a mi lado, entre nostalgia y alegría, me decían: «—Dale, Físico…apúrate. No vaya a ser que se arrepientan». Cuando recogí mis cosas y le di abrazos a mis hermanos escuché que alguien dijo: «Coño, se nos va el poeta».

Entonces, mientras abrían la reja y me ponían las esposas, les aseguré que nos veríamos las caras allá afuera o aquí adentro. Recité como pude la décima para que la recordaran y no perdieran la fe. Luego agregué, a modo de despedida momentánea: «Bongó Itá Ekué Jukaratinde Akanarán Krúcoro» y «Awanañongo Sanga Bekondó», que en lenguaje abakuá quiere decir: «Somos hijos de la misma madre» y «Así vamos hacia el infinito». Como he dicho anteriormente, ahí se forjó una pequeña familia.

No pasaron dos minutos y, camino a recoger mis pertenencias, apareció el Mayor que me impidiera, días antes, terminar la consulta con el médico y hacer la denuncia que él mismo debía tramitar. Preguntó a quien me conducía que para dónde iba ese «CR» y afirmó que no podía salir de ahí. En lenguaje policial cubano, CR significa Contrarrevolucionario. Además, en mi expediente dice también que soy un «PD» (Potencial Delictivo). No digo yo si con semejantes atributos me iban a dejar salir tan fácilmente.

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Detención de Leonardo Romero el 11 de julio. (Foto: Yamil Lage/AFP)

Me asombró ver cómo discutían entre ellos ese «error» en la cadena de mando, y al escuchar que llamaron por teléfono para verificar, pensé incluso que lo hacían para joder. Pensé mal, al final me pusieron en libertad. Luego me enteré de que, en efecto, fui liberado gracias a las denuncias, firmas y apoyo de gente valiosa, a quienes agradezco. Era un costo político que no querían correr.

Le temen a los universitarios (¡Vaya privilegio!)…por eso los acosan tanto…por eso muchos quieren graduarse y no meterse en ningún lío para poder irse del país…una juventud fragmentada.

Cuento todo esto porque las personas no somos números, material gastable o un carnet de identidad en un archivo. Para los Estados somos eso, es inevitable. Pero escoger percibir la vida a través de este prisma, siendo una estadística más es, en mi opinión, la causa de tal desconexión con la realidad.

No obstante, si no nos dejan otra opción que comparar muestras estadísticas para calcular el mal menor, entonces surgen varias preguntas:

¿Por qué este «CR» y «PD» está libre y Luis Robles, por sacar igualmente un cartel, continúa preso? ¿Por qué el privilegio? ¿Por qué la injusticia?

Ya que van a condenar —si se atreven, definitivamente— a Abel Lescay a seis años… ¿qué pasa con todos los oficiales que nos golpearon y nos decían que éramos «una partía de maricones» y otras frases homófobas, ilustradas con sus bastones de goma, que por pudor y cansancio no repetiré aquí pero que quienes estuvimos, al menos en Ivanov, escuchamos en numerosas ocasiones?

No hace falta argumentar que en la prisión ilegal de  Guantánamo los presos la pasan peor, porque se sabe lo que ahí sucede, y es igual de condenable. No expliquen que en algunos países se reprimen violentamente las manifestaciones, porque también eso se conoce… Aunque para que se produzca tal represión, primero debe existir el derecho de manifestación, que en Cuba es discrecional con el fin de proteger los intereses de la cúpula en el poder. Y encima de tal carencia, sí hay represión, pues esta no se restringe únicamente a la violencia física.

Antes del 11-J bromeábamos con que en Cuba existía la represión del gato Schrödinger: (existe/ no existe).

Salvando las distancias sería más o menos así:

Si profilácticamente ponen vigilancia y amenazan a cada uno de los potenciales manifestantes, no «hará falta reprimir» una manifestación que no se producirá, por razones obvias. En consecuencia, «no son represores» (¡¿?!) y las calles, tan tranquilas como siempre. Por eso había que hacer la prueba y abrir la caja, para que fuera inevitable mirar lo que desde hace años viene sucediendo a pequeña escala y, por tanto, había pasado desapercibido.

Eso lo saben mis amistades argentinas que hace poco protestaron contra las petroleras y el FMI, por solo poner un ejemplo. Ellos al menos pueden. Aquí no se permite ni —supongamos— denunciar a los que impusieron un ordenamiento que, por más necesario que lo presenten, no lo sufren en las neveras de Punto Cero ni del reparto Siboney.

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(Foto: María Lucía Expósito)

No digan que un cartel les hace zozobrar… mejor preguntémonos por qué un simple cartel les hace zozobrar si, como afirman, «su escudo es la Razón».

Y cuando señalen que no todos los que se manifestaron eran inocentes, entonces agreguen que tampoco lo son algunos que ocupan puestos en el Consejo de Estado, los cuales no están presos pues «la continuidad» los perpetúa en sus cargos. La asimetría es evidente.

No digan que desconocen la palabra Amnistía y que los órganos de Justicia ratifican que la soberanía radica en el pueblo, cuando «el pueblo» no ha tenido la oportunidad de decidir sobre el nuevo Código Penal.

De hecho, digan. Estamos ávidos de respuestas. Expliquen, por ejemplo:

¿Por qué Fiscalía Militar tomó testimonio a solo tres personas y no se dignó a entrevistar (aunque se le pidió) a TODOS los que estuvieron, al menos, en el Colectivo 6? Porque de hacerlo hubieran verificado el caso de Freddy Beirut Matos —un anciano condenado a veinte años de cárcel—, que llegó en la noche del 15 de julio con hematomas en las costillas por los golpes que le propinaron al bajar del camión que los traía, haciéndole pasar, a él y a otros, bajo la bochornosa práctica del somatón, la misma que Humberto López, el fiscal José Luis Reyes Blanco y el coronel Víctor Álvarez del Valle pusieron en duda en televisión nacional.

Al día de hoy, hay que tener valor para desmentir eso. Y a los periodistas oficiales que quieran hacer periodismo de investigación… una vez más: «Adelante».

Siendo más específico: ¿Qué tal con quienes me detuvieron abruptamente (a solo días de ser liberado), vestidos de civil y sin identificarse, en la puerta de mi casa, delante de mi abogado y a la vista de todos mis vecinos? ¿Qué hay con quienes al llegar a la estación me amenazaron, por haber publicado mi testimonio, con frases como esta: «Parece que tú no aprendiste la lección en Ivanov y quieres que te llegue “la hora cero”»? Digan. A ver si logran explicar el motivo real de esa detención en los registros de la Estación Policial de Zanja. Simplemente no pueden. Saben que fue un proceder arbitrario, como tantos.

Repito, no somos material gastable. Las imágenes del 11-J muestran quiénes tenían palos y, acompañados por la policía, se sintieron empoderados y no dudaron en utilizarlos sin medida. Esto es para quienes pretenden argumentar que hubo agresiones por parte de los manifestantes. Doy fe de tal desproporción. Hagan el conteo si desean o, como he solicitado en reiteradas ocasiones, presenten íntegramente en televisión las grabaciones de las cámaras del Hotel Saratoga, o las que están en lo alto del edificio de la UJC Nacional, que captaron lo que sucedió frente al Capitolio, en el Parque 13 de Marzo y Máximo Gómez, respectivamente. Adelante.

«Y hay más»… como suele advertir Humberto López. ¿Qué pasa con las personas que han participado en actos de repudio, incurriendo en allanamiento de morada, daño a la propiedad e intimidación en las personas (para no hablar de desorden público)? Un caso muy claro aconteció en Arroyo Naranjo, donde reside una familia cuya cerca fue traspasada y las paredes de su vivienda cubiertas con pintura azul y frases de «Viva Fidel». Las personas que cometieron estas agresiones han sido reconocidas pero continúan impunes.

Parece que ya se olvidó a los que entraron a casa de Luis Manuel Otero, en presencia de policías, y arrancaron sus obras de la pared sin que hayan sido devueltas jamás. ¿Eso fue una orden o fue por iniciativa propia? En cualquier caso, ahí está el video de la arbitrariedad por quienes dicen representar «el orden». Un derecho tan básico como el de hacer una denuncia para reclamar sus obras también le fue negado, aunque luego le hubiesen inventado que los cuadros estaban, ridículamente, bajo investigación. Y por si fuera poco, una patrulla no le permitía, tan siquiera, salir de su domicilio. ¿Eso no son ilegalidades? ¿Hasta cuándo?

Trataré de hacerme entender mejor: ¿Qué hay de los agentes de Seguridad del Estado que acosan y someten a chantaje a familias, periodistas y en general a los que disienten del estatus quo, incluso a estudiantes de la Unión de Jóvenes Comunistas? Y esta es una jugada torpe, pues no podrán encasillar a esos estudiantes en la zona de confort de mercenarios mentirosos, el día que decidan hacer públicas sus historias. En ello han estado implicados los agentes Yordan, Denis y Darío, que podrán negarlo y acusar de difamación, pero será en vano.

¿Cómo es posible que la Seguridad del Estado impida la realización de un conversatorio feminista acerca de violencia obstétrica alegando que a este asistirían «personas y medios contrarrevolucionarios»?

¿Cuán peligroso es para el Estado que las personas aprendan a decidir sobre sus cuerpos, integridad física y psicológica?. Resulta un asunto necesario en un contexto de tanta polémica por acoso sexual y fundamentalismos. Temas vitales, como la gestación, en medio de un debate que concluirá con un plebiscito del Código de las Familias y ante una marcada tendencia a la disminución de la tasa de natalidad…y un país que envejece. No es fortuito que la inmensa mayoría de quienes deciden sobre los cuerpos policiales sean machos: la (in)seguridad del Estado y sus egos masculinos, no atendidos por la FMC.

Ya que amenazan con aplicar, a diestra y siniestra, el decreto ley 35 a periodistas y a toda aquella persona que difame o difunda noticias falsas, ¿mudarán los estudios de grabación del Noticiero de Televisión para la sala de Video-Vigilancia del Combinado del Este?

¿Qué pasa, en fin, con quienes violan reiteradamente la Constitución que dicen defender? Podrían citarse más ejemplos…Cualquiera diría que estamos a mano. Ese es el punto.

Un sistema de justicia cómplice y torcido, NO tiene moral para exigir lo que no cumple para quienes abusan del poder y quedan impunes. Es por ello que se requiere un nuevo marco legal, transparente y auditable por organismos populares y que no esté supeditado (in)formalmente a los designios del Partido. Eso, paradójicamente, estaría más cerca del control del pueblo y por el pueblo que tanto se predica sin sustento real.

Son tantas las violaciones, que quienes detentan el poder en Cuba deberían rogar por una amnistía para sí mismos, por tantos abusos sin consecuencias, y que, de concedérsele a los manifestantes (aunque le lavaría el rostro mínimamente al gobierno), al menos traería algo de tranquilidad en muchas casas.

Porque no somos material gastable. ¿O sí?

Posiblemente yo sea más culpable —según sus arbitrarias leyes—, que muchas de las personas que continúan presas. Pero soy blanco y universitario, a diferencia de los que soportan el peso de las injustas condenas y de la enorme población penal existente en Cuba. Las prisiones son un reflejo de lo que se ha hecho mal como sociedad. Es momento de pensar en ello antes que, de tanto agotamiento, voltear patrullas sea la única vía y no haya vuelta atrás.

En manos del gobierno estaría una parte de la solución. La otra parte (la más importante) está en quienes sepan, de un lado y del otro, deponer orgullos innecesarios y aceptar,  a tiempo, que nuestra ciudadanía necesita sanar.

 «La prisión acaba… la prisión de hierro… pero continúa la prisión del sueño».

«La justicia se ha hecho vieja».

Estamos a tiempo de que no quede tiempo.

Los carceleros pueden redimirse, agitar correctamente las llaves y evitar que la indignación siga teniendo, con razón, su ojo puesto en el poder asfixiante que representa una patrulla. La marginalidad debe ser entendida como consecuencia y no como causa. Un cartel podría ser un prudente llamado de atención para que no se ignoren los reclamos de la ciudadanía y prevalezca la justicia, no el odio y los extremismos… para que se empiece a sanar y subsanar errores…«a veces horrores»…

A este paso, aumentará el número de migrantes, exiliados, gente desencantada y arrepentida con un sentimiento de culpa y doble moral que hará que Cuba se quede vacía y «poblada de consignas».

Se pueden tantas cosas… pero el ruido del orgullo no deja que suceda algo que debería ser una virtud invaluable: el saber escucharnos.

Jueces, fiscales, carceleros… «Shhh… Hagan silencio…

Escuchen sus nombres».

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