Hace unos días estuve leyendo un artículo muy interesante del periodista Jose Alejandro Rodríguez, titulado “Soltar amarras”, columnista consagrado del periódico Juventud Rebelde. En este artículo él expresaba su opinión sobre como el estancamiento de nuestra economía, los métodos arcaicos y la burocracia podían llevar a descalabro nuestro sistema social.
Como dije en un comentario me pareció que este tocaba aspectos muy sensibles y que ponía el dedo sobre la llaga en muchas cuestiones en las cuales no dejaba de tener razón. Ahora, pienso que si realmente queremos tocar aspectos que están afectando a nuestra sociedad, los cuales podríamos calificar como graves, estamos olvidando uno, en especial importante: la crisis de valores que devendrá muy probablemente en la pérdida de nuestra identidad cívica.
Nuestra sociedad no es ajena a los problemas mundiales, entre los cuales se encuentra la perdida de valores éticos y morales que hicieron de nuestra comunidad mundial una sociedad civilizada. Valores como la honestidad, la humanidad, la solidaridad con el dolor ajeno, entre otros no menos importantes, brillan por su ausencia y peor aún, amenazan con ceder ante sus enemigos antagónicos. Ejemplos hay muchos, una persona mínimamente informada sobre lo que sucede en el mundo los verá por doquier. ¿Cuántos no mueren diariamente, a manos de narcotraficantes, en luchas de control regional o en ocasiones simplemente por que estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado, en la hermana nación mexicana? ¿Cuántos no se lanzan en una carrera mortal por conseguir llegar a la frontera con los Estados Unidos, buscando un sueño que en muchas ocasiones termina en pesadilla, muerte o en el mejor de los casos en esclavitud? En reciente artículo publicado en la página web Rebelión por periodista Miguel Angel Aguilar el cual titulaba “Dolor país,… vergüenza país”, este decía sobre la actual situación de violencia que sufre la sociedad mexicana.
“Queda suficientemente claro y es casi un hecho consumado la pérdida de ideales solidarios, el relativismo moral, la suficiencia mediática, la primacía de la razón económica-financiera, la percepción del prójimo, del próximo, del otro, del semejante como competidor y por lo tanto como amenaza. Deshumanización de una sociedad en la que la miseria, la desesperación y una casi total desesperanza coexisten con la presunción de la más insultante riqueza, la banalidad, el cinismo y el simple tedio.”
En un mundo como el nuestro, donde se canjea bienes por sentimientos, donde la máxima prioridad de personas y gobiernos es la obtención beneficios, los cuales por cierto pueden alcanzar muy pocos, el VALOR que prima, fundamentalmente, es el VALOR del dinero.
Nuestra Isla, como parte activa de esta comunidad internacional sufre la influencia de este mal, tanto más, cuanto amenaza con destruir esa colosal obra que es para muchos la Revolución Cubana.
No podemos pensar que solo factores externos nos afectan, factores sociales y económicos internos así como la acumulación de errores y conceptos erróneos han aportado buena parte de la creación del problema.
Muchos de los detractores de la Revolución, se preguntan como ha podido durar tanto su influencia, su obra, en el Pueblo Cubano. Se preguntan, como un “régimen” y una persona pueden “subyugar” por tanto tiempo a un pueblo. Buscan la respuesta en una supuesta represión de los derechos de los cubanos, la “tiranía” del “régimen” le llaman ellos.
A las personas que piensan así, me atrevo a decirles que no entienden el verdadero significado que tiene la Revolución Cubana, los que la apoyamos vemos en ella mucho más que la extensión de las ideas de un hombre, Fidel Castro. Los que la apoyamos y los que la apoyaron en sus inicios vieron en ella la consumación de la identidad cívica cubana. El cubano lleva en sus genes la rebeldía, fue fiel batallador por sus reivindicaciones sociales, luchador convencido de que su lucha y sacrificio no solo era por su beneficio, sino por el beneficio de todos. Desde el indio Hatuey hasta el último mambí, desde Mella hasta Fidel Castro, todos pusieron en peligro su vida por un ideal de justicia y libertad.
Ahora, en que valores están sustentados estos ideales, pues precisamente en aquellos que están en crisis, pudiéramos decir existencial, en nuestra sociedad. Estos son: la dignidad, el honor, el patriotismo, el altruismo, la solidaridad. Sin estos valores, nos arriesgamos a perder mucho más que 50 años de Revolución, nos arriesgamos a perder nuestra identidad.
Este problema muchas veces es obviado por los principales analistas, hombres preocupados de nuestro futuro y que se dedican a reconocer y en algunas ocasiones a buscar soluciones a los problemas económicos que nos afectan, dándole un papel preponderante por encima de cualquier otro.
Un país con economía pero sin identidad, es como una persona rica pero sin memoria, esta persona perderá entonces su razón de ser y de vivir.
Muchos que lean este artículo creerán que soy demasiado idealista, algunas incluso se reirán y las verán como divagaciones de un loco, no los culpo y es que cuando hablamos de valores, no es suficiente la palabra sino que los hechos los reafirman y motivan a tenerlos en cuenta. Una eterna verborrea, conduce a la apatía, a la confusión y la doble moral.
Los jóvenes cubanos estamos en el deber de recuperar estos valores, de recuperar nuestra identidad. La historia y las futuras generaciones no nos perdonaran jamás una actitud indiferente ante semejante disyuntiva.
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