Un nuevo amigo me pregunta por qué, entre los epítetos que me adjudico y escribo bajo mi firma, coloco como último el calificativo de “Sobreviviente”.
Voy a responderle a ese amigo, y de paso brindarles datos sobre mi persona a aquellos lectores que no me conocen: Pues bien, en primer término me declaro “cubano” porque lo soy y porque vivo orgulloso de haber nacido aquí, en esta islita bella, rebelde e insurrecta. Un país pequeño con una historia enorme, de la que, con razón, podemos blasonar. Soy cubano en primera instancia, en esencia y sustancia, porque cubano nací y cubano me formaron. Nada de Cuba me es ajeno, ni dolor ni alegría, y puedo hacer mía la sentencia de José Antonio Saco: “Habrá quienes sean tan cubanos como yo, pero no más cubanos que yo”.
Consecuente con ello, proclamo mi prosapia libertaria, bien legítima porque desciendo de mambises y he procurado merecer ese legado, siendo fiel a la obligación que me impone el descender de ellos. Por último, como el personaje de la película “Juan de los Muertos”, me considero un “sobreviviente” y puedo, como él, enumerar los eventos que no han podido acabar conmigo. Así, sobreviví a la pobreza bajo el capitalismo, sobreviví en la lucha armada contra una dictadura de cafres y asesinos. De puro milagro, logré llegar vivo al triunfo embriagador de un enero inolvidable. Más tarde, sobreviví al sectarismo de la micro-fracción, sobreviví a las ORI “que eran la candela” y pasé a las filas del PURSC, sobreviví al ciclón Flora, sobreviví al “Año del Esfuerzo Decisivo”, aquel 1969 que llamamos por coña “Año del Esfuerzo de si vivo”, porque sus semanas tuvieron, como las de Manzanero, más de siete días; luego sobreviví a “la zafra de los diez millones”, al “Período Especial” también sobreviví. Al comienzo de dicho período, sobreviví al mandato que me impusieron mis vecinos, cuando me eligieron Delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular, cargo que desempeñé y del cual salí ileso. Y he sobrevivido, como Juan de los Muertos, a “todo esto que vino después”.
¡Ah!, también luché por la sobrevivencia durante 32 años en una cátedra universitaria, ganada contra taimada y desleal oposición. En la colina rebelde que me hizo combatiente revolucionario, no solamente sobreviví como persona, también logré que sobreviviera el prestigio que, como Profesor, cimenté durante esas sobrepasadas tres décadas de entrega y dedicación gustosa. Como colofón y desafío mayor, ahora me empeño en sobrevivir con mi chequera de jubilado, aunque es casi seguro que no pueda lograrlo…
Después de leer este extenso rosario de sobrevivencias, extendido a lo largo de los 77 años que estoy por cumplir ¿no creen ustedes que puedo declararme, con orgullo, SOBREVIVIENTE?…
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