El enemigo continúa estando ahí, agazapado como siempre. Culparlo de todos nuestros problemas puede ser un error tan grande como ignorarlo. La situación en Cuba es diferente a los otros países progresistas de América Latina, pero los enemigos son los mismos. Los medios que manipulan la realidad venezolana hacen algo similar con Cuba. La mano que mece la cuna, es la misma.
Cuando un grupo violento como la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) se nos presenta ahora como pacifistas es porque el contexto no les permite organizar acciones terroristas como hace unos años, no porque hayan cambiado de idea. No estar atento a eso es cometer un suicidio.
Nuestros enemigos de disfrazan para confundirnos, pero su propia
Si en la actualidad, cuando nos quieren confundir y engatusar son capaces de obligar a los peloteros cubanos a jurar que no son militantes comunistas para poder jugar en Grandes Ligas ¿de qué no serían capaces si un día derrocan a la Revolución cubana? ¿Retomarían aquella idea de los tres días para matar? No es algo descabellado porque una vez lo hicieron con la llamada Operación 40.
Se han dado pasos, es cierto, pero el bloqueo sigue ahí, afectando a nuestra economía como siempre. La Base Naval de Guantánamo sigue horadando nuestra soberanía. Los millones de dólares para la subversión siguen fluyendo. El acoso sigue, pero con métodos diferentes.
Minimizar las acciones o la propia existencia de nuestros enemigos no puede ser la vía para denunciar los errores de algunos que actúan a nombre de la Revolución. Si lo hacemos así, no se alcanzarán los resultados que queremos. No se puede construir el país al que aspiramos si no existe la unidad y la existencia de esta, parte del reconocimiento de los enemigos externos. Luego iremos a resolver nuestros problemas.
El que critica y denuncia lo mal hecho en aras de construir un país cada día mejor, no será jamás ni un enemigo ni un adversario. Le podemos llamar como quiera a los que forman parte de los planes de potencias extranjeras para subvertir el orden interno en Cuba, derrocar al gobierno e implantar un sistema al que dejamos atrás hace casi sesenta años, pero definitivamente no forman parte del futuro de este país.
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