Analizar dinámicas globales y su impacto en la preservación de la soberanía y los intereses de los pueblos desde el ángulo de las relaciones internacionales
En medio del paisaje desolador que ofrece la izquierda latinoamericana, la reciente victoria de López Obrador en las elecciones mexicanas viene a ser como un soplo de aire fresco. AMLO, como cariñosamente se le conoce, le recuerda al mundo que bajo el subsuelo histórico del país azteca fluye lava volcánica, una fuerza explosiva que ya ha dado a luz vibrantes revoluciones como la de 1910, y que ha parido líderes como Benito Juárez, Pancho Villa, Emiliano Zapata o Lázaro Cárdenas. Es la lava de las ansias de liberación, en una sociedad donde se ha hecho endémica la injusticia social. En México impera, desde hace siglos, una desigualdad que encumbra a algunos mientras condena a las mayorías a una vida de ignorancia, pobreza y enfermedades.
La victoria de AMLO el 1ro de julio demuestra, en primer lugar, la crisis absoluta de los partidos y de la política tradicional en México. El PRI y el PAN no podrían estar más desacreditados, ante una sociedad que se desangra por la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, las violaciones a los derechos humanos, el asesinato de periodistas y líderes sociales, la pobreza extrema, etc. Solo MORENA, el partido creado por López Obrador, podía mostrarse como la fuerza del cambio, al no estar mezclado en la inmensa montaña de suciedad de la vieja política.
Es cierto que, para asegurarse la entrada al gobierno, AMLO hizo algunas concesiones a los viejos poderes, y eso ha hecho que muchos se cuestionen hasta qué punto su propuesta puede ser considerada de izquierda. El tabasqueño en persona ha reconocido el apoyo a su candidatura por parte de los empresarios del norte del país. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas concesiones han sido necesarias para tranquilizar a una parte de la burguesía mexicana. No se trata de oportunismo: la experiencia de los procesos de izquierda en el siglo XXI muestra que no es prudente un radicalismo apresurado. Si lo que se quiere es ayudar a los más desfavorecidos, es mejor intentar no comenzar con todos los vientos en contra.
Para conocer la verdadera política de AMLO será necesario esperar a su toma de posesión en diciembre. Después de todo, la coalición Juntos Haremos Historia ganó en 31 de los 32 estados y también tendrá mayoría en el legislativo. El nuevo gobierno tendrá la fuerza suficiente para acometer profundas reformas en las instituciones y en la sociedad. Una fuerza que hace mucho tiempo no tenía ningún gobierno mexicano.
Algunos se han creado la falsa impresión de que el nuevo presidente se propone como misión principal una guerra contra los narcotraficantes. Eso no es para nada exacto si se entiende esa guerra en la forma tradicional, como una gigantesca operación policial en la que se aniquila a los carteles. El enfoque de AMLO sobre la droga no es represivo sino preventivo. Él sabe que el uso indiscriminado de las armas puede empeorar aún más la situación, por lo que se dispone a atacar el problema por sus causas, combatiendo la pobreza y la corrupción institucional.
Bajo este nuevo gobierno, es probable que se creen políticas sociales más amplias, que permitan redistribuir algo de la riqueza en ese rico país. Existe un plan muy ambicioso para generar empleos, lo cual podría ayudar a muchas familias a poner el pan sobre la mesa. Tal vez más adelante AMLO nos sorprenda con algunas medidas más radicales. Sin embargo, tampoco vale la pena esperar milagros. Seis años es muy poco tiempo para arreglar un país tan deteriorado.
De lo que sí no caben dudas es de que la victoria de AMLO en México es una excelente noticia para la izquierda latinoamericana. Todo el panorama geopolítico se va a conmocionar con la llegada de este nuevo contingente de apoyo, en un momento tan necesario. Lo cual incluye, por supuesto, las relaciones entre América Latina y el vecino del norte. En todo momento, López Obrador va a intentar mantener buenas relaciones con EUA, evitando un conflicto que puede afectar mucho a su país. Pero, tratándose de Donald Trump, eso va a salir muy bien o muy mal, y si al multimillonario se le ocurre querer humillar de nuevo a México entonces va a saber lo que es un rival a su altura. El tabasqueño va a ser un hueso duro de roer.
Por otro lado, es casi seguro que el México de López Obrador tendrá excelentes relaciones con Cuba. Si ese país mantuvo buenas relaciones con la isla bajo otros gobiernos, cómo no va a ser en condiciones de sintonía ideológica. Esta es una oportunidad que Cuba no debería perder para fomentar relaciones económicas con uno de los países de mayor PIB en el área. Las inversiones mexicanas podrían ser un elemento decisivo en el despeque de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel.
Soñando un poco más lejos, lo que ha ocurrido en México podría ser el primer paso hacia una recomposicion del bloque de la izquierda latinoamericana. Si Lula de algún modo lograra ganar las elecciones en Brasil, entonces la izquierda podría recuperar sus posiciones estratégicas y poner a la derecha en su lugar. Un fortalecimiento del bloque también podría ayudar a resolver la crisis venezolana. La patria de Bolívar necesita hoy de verdaderos aliados, que no se dediquen solo a aplaudir sino que la ayuden a encontrar un camino para solucionar el problema de la inflación.
Es cierto que siempre existe la posibilidad de que AMLO sea derrotado o de que nos decepcione. Pero es la misma solidez de su trayectoria la que nos ayuda a despejar dudas. El tabasqueño ha sido firme como una roca durante años. Es muy improbable que ahora se convierta en un corrupto y se venda al narco. Es improbable que se baje los pantalones con los americanos. Del mismo modo, es muy difícil que México colapse financieramente bajo su gobierno: él siempre ha sido bueno con las cuentas. Se trata de un político con integridad y tiempo de carretera, dos cualidades que pocas veces van de la mano.
Con AMLO, una nueva esperanza cabalga por México. Lleva un sombrero en bandolera, dos revólveres y una cinta de balas cruzada sobre el pecho. Para los que creían que se trataba tan solo de un país servil, dominado por narcotraficantes, aquí les va una lección. México se pone en pie.