¿Qué cómo nos sentimos, periodista? Muy emocionados. Yo misma llevo alrededor de cincuenta años viviendo aquí, si a eso se le puede llamar vivir. Que me estén arreglando mi bajareque, con baño y tejas de aluminio incluidas, es lo más grande que me podía pasar, a mí, que nunca me ha pasado nada.
Hasta libreta de desabastecimiento tengo. ¿Ya vio la bodega? Está quedando preciosa. Dígame usted en qué país se emplea en construir un establecimiento comercial más recursos que los que se venderán en él. Vecinos desagradecidos aducen lo imprudente de gastar materiales en reparar una institución como la bodega. No reparan en la cantidad de donativos que nos han hecho llegar sin costo alguno. El último incluyó un litro de aceite de una entrega millonaria que hizo el Reino Unido. Organizamos un acto de recibimiento, vino el embajador y todo. Se conmovió con la consigna que le teníamos preparada: «¡El Reino, Unido, jamás será vencido!».
Todo esto, que es un verdadero regalo, lo está haciendo Cuba, un país, como dice el Granma, de bajos ingresos. Imagínese usted, compañero periodista, cuánto no haría esta isla si le suben el salario. Hay gente que no entiende, por ejemplo, que ese café tan especial que se produce en el Escambray no sea distribuido a la población, porque no alcanza para que lo tomen los once millones que somos, y entonces haya que exportarlo para comprar ese otro tan malo al que todavía hay que echarle chícharo y otras impurezas con el fin de que llegue a los hogares y sean todas, no unas pocas, las cafeteras que se tupan, no cuelen o estallen con esas cuatro onzas mensuales.
Que los organismos centrales del Estado apadrinen a los barrios tiene a favor el nivel de insumos, que es mayor que el de un municipio por mucho que se hable del empoderamiento de estos últimos, pero tiene en contra que unos barrios salen mejor que otros, porque no es lo mismo que te toque el Ministerio de Turismo a que te impongan el grupo Azcuba, que da azcu. Es hora de que surjan mecanismos de autofinanciamiento, como el de crear paquetes turísticos para que los visitantes extranjeros vean por sí mismos cuánto se ha hecho. Recuerde en los años setenta a cuánta gente de afuera se les enseñó Alamar, un barrio vulnerable de nacimiento.
Van a poner un estanquillo para la prensa en cuanto se termine la acera. Eso le dará a este arrabal una vista de lo más chula. Pregunta usted por qué. Cuando los diarios valían solo veinte centavos, la gente marcaba desde horas antes y hasta se repartían turnos para el dominical de Rebelde. Ahora que están a peso se ven de lo más bonitos los periódicos apilonados en tongas esperando a que alguien los compre, envuelva basura o los use para otros menesteres.
Ni hablar de la revista Bohemia, que de un peso subió a diez con menos de la mitad de las páginas de antes, ni que la estuvieran haciendo con cristal de la región homónima checa. Yo, cuando quiero leer la prensa, acudo a Internet, que es más práctico, no por gusto recibo de vez en vez una recarga de Etecsa… de Texas.
Le voy a ser sincera: no he comprado el tabloide ni leído nada sobre el Código de las Familias, pero me bastó oír en la Asamblea Nacional que «la familia cubana es el basamento troncal de la sociedad». Eso de «basamento troncal» no sé qué quiere decir ni he acudido a un sexólogo para que me explique, pero no hay dudas de que la frase es contundente y cualquiera se abre y vota por el sí ante argumento semejante. Abrir las entendederas quiero decir.
Ya se trabaja por eliminar el salidero de aguas albañales de allá abajo. Mientras no se termine no podrá llamársele a este asentamiento «el barrio de los callejones que florecen», como sugirió el otro día una vecina mía que usted entrevistó. ¿Cómo llamarle así a una jurisdicción donde ha florecido la mierda durante más de veinte años? Imagino que cuando Canel expresa que la labor transformativa en los barrios es un método que debe oxigenarse se refiera a lo irrespirable del aire. Todavía cuando instalen la alcantarilla, pueda aprovecharse la materia orgánica acumulada, crezcan las matas y sus hojas hagan lo suyo en alegre intercambio con la atmósfera…
El diálogo con el pueblo es práctica constante que ha seguido el Gobierno cubano. Por aquí han pasado no solo Canel, sus guardaespaldas y esos muchachos jóvenes que caen en una guagüita horas antes, sino Marrero, Lazo, Valdés Mesa y sus respectivos grupos acompañantes. Y todos, absolutamente todos, conversan con nosotros, hablan de lo importante de las acciones emprendidas, hablan del bloqueo y sus consecuencias, hablan de lo mucho que se ha hecho hasta el presente, hablan… ¡como hablan! Por hablar ha dicho uno de ellos en vivo, en plena mesa redonda, que ellos son cubanos de a pie, que no cayeron en paracaídas, que han cogido guaguas y montado bicicletas, que han hecho colas y pasaron el periodo especial. Hay que ser Gil para afirmar algo así.
Llevo en este suburbio vulnerable como cincuenta años, ya le dije, desde que formé parte de la invasión de Oriente a Occidente, y por aquí nunca pasó un dirigente de municipio ni de provincia, mucho menos alguno de esos gobernantes indeseables que a Cuba… ¿Por qué retira la cámara?
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