RFG: Lo primero que hay que tener en cuenta es que la supremacía de la Constitución cubana es, más allá de la coyuntura actual, un imperativo político que gravita cada vez más sobre la coherencia, funcionabilidad y posibilidades de reproducción del sistema político, económico y social que establece la propia Constitución en tanto pacto social. Este es un elemento que no siempre se valora lo suficiente, o se subestima, a consecuencia de la escasa importancia que ha tenido hasta hoy la Carta Magna cubana en nuestra cultura política y praxis institucional.
Esa función de norma superior que tiene la Constitución, en lo que descansa su supremacía sobre el resto de las normas y sobre los actos realizados por los funcionarios públicos de las distintas ramas del poder público del Estado, proviene, por encima de lo típicamente jurídico, de ser ella un resultado esencialmente político y no sólo en relación a una ya lejana producción y aprobación formal, sino también del carácter referencial que ella tiene en el tracto político en tanto sus principios, valores y derechos, las garantías y límites que reconoce son la expresión más alta del consenso civilizatorio de una sociedad.
Entonces, no se trata solamente en el caso de la reforma de la Constitución, de una sincronización formal de su texto con los actos realizados por el gobierno, cualquier cambio que se realice en ese proceso tiene que asumir tomar contacto e incidir en una sociedad que experimenta transformaciones — y contradicciones — económicas y de su estructura socio clasista de forma simultánea a un proceso de cambio social altamente condicionado por influencias exógenas. De modo que si bien es cierto que los replanteos del modelo económico impulsados por el ejecutivo cubano desde el año 2008 y sus consecuencias sociales han tensionado al máximo, y no pocas veces sobrepasado parte del contenido de la Constitución , lo que sin dudas determinaría y haría necesaria en todo caso su ocurrencia, hay que tener en cuenta que la intención política de acometer su reforma en el contexto de cambios que experimenta la sociedad cubana forma parte de un proceso mucho más complejo que le trasciende, y en el que acometerla, a corto plazo, es tan solo una variable de una importancia muy relativa.
LT: ¿A qué proceso te refieres?
RFG: Esencialmente al de la sobrevida, a la continuidad de la Revolución como proyecto político. Esto no es solo algo que preocupa a la dirección actual de la Revolución y junto a ella a muchos sectores de la población, sino que es parte de un sentido de responsabilidad, en términos de coherencia política pero también en términos de coherencia personal y colectiva que experimentan integrantes de diferentes generaciones y grupos etáreos del país. Sobre esto existe una visión, una comprensión simplificadora muy extendida, incluso entre personas bastante preparadas, que tiende a explicarse y reduce esa responsabilidad a términos de legados e intereses familiares, o como cuestiones meramente institucionales, o de tendencias, sinergias y reajustes del ecosistema gubernamental y político cubano desde un pivote generacional, desconectando, o si se quiere, haciendo ajenas, las necesidades, aspiraciones, intereses y luchas de sectores muy importantes de la población, lo que por lo menos a mí me parece, como explicación de la realidad, absurda, cuando no enormemente simple.
Las revoluciones no pueden ser heredadas, nacen de unas contradicciones muy específicas, pero cuando logran concretarse en un proyecto político — del que la Constitución viene a ser su plasmación más elevada y concreta — y transformaciones civilizatorias que superan un estadio anterior de desarrollo, su continuidad y eficacia en tanto programa, o propuesta, que intenta dar respuesta a problemas y aspiraciones colectivas, depende sobre todo, mucho más si se encuentra en el gobierno del aparato estatal, de que asuma e incorpore sus propias contradicciones y las exigencias de nuevas cotas de desarrollo como zonas de realización, continuidad y legitimidad.
Para ese pequeño grupo de personas que sobrevive a Fidel Castro y acompaña y de muchas formas resguarda al actual Presidente en lo que puede ser los últimos tramos de su gestión, pero también para un importante segmento de miembros de otras generaciones que no necesariamente forman parte de instancias decisivas de lo gubernamental, o lo político cubano, o que de hecho pueden estar muy lejos de acceder a las rutas políticas para obtener la representación popular, la coherencia es ciertamente una manifestación de su compromiso con un núcleo de ideas políticas y sociales muy elaboradas y arraigadas en ellos como promotores, ejecutores, o seguidores del proyecto político que, insisto, contiene la Constitución cubana, pero también, fundamentalmente, con los destinos de la mayoría de la población. Esto último es también un sentimiento — sí, un sentimiento — que se suele ignorar muy tranquilamente, pero que subyace y se manifiesta, a pesar de los grados de pragmatismo que puedan involucrarse en la toma de decisiones en la cúspide del sistema político cubano, o de la relativa impotencia que se pueda experimentar en sus periferias, en una voluntad de impedir tanto que una versión capitalista salvaje se desate brutalmente sobre la sociedad cubana, arrasando a su paso las estructuras civilizatorias construidas; como que entre los que sustituyan, finalmente, al actual liderazgo, no predominen, o se impongan políticamente, oportunistas y demagogos que por traición, ambición, incapacidad, o por debilidad teórica, o incapacidad personal, o una mezcla de todo ello, conduzcan al país a una suma de contradicciones que inevitablemente conlleve a lo primero.
Ambas cuestiones, a todas luces, son dos retos abrumadores, que se confunden muchas veces en la práctica con las urgencias y circunstancias, con las necesidades, los errores, los fracasos, los éxitos y las decisiones propias del ejercicio del gobierno del país, también con las críticas, las percepciones, oportunidades, criterios e ideas que para transformar su realidad elabora el ciudadano cubano en su vida cotidiana.
LT: ¿Por qué decías antes, en referencia a la reforma constitucional, que ¨es tan solo una variable de una importancia muy relativa¨?
RFG: Primero porque depende de los significados, funciones y propósitos que le asigne el gobierno, del que nace su propuesta de realización. Hay que tener en cuenta la manera en que fue planteada la reforma a la sociedad cubana y también su contexto. Los marcos de apertura de esa propuesta fueron la refrendación constitucional de las transformaciones económicas que venían sucediéndose y el planteamiento de una propuesta de límite temporal del ejercicio del mandato popular que serviría de matriz a los puestos de representación y dirección pública y política. Estas dos cuestiones fueron delineadas por el actual Presidente Raúl Castro en lo que para muchos pareció los ejes de una hoja de ruta muy específica hasta el 2018, que implicaba no solo la modificación de la Constitución sino también de la Ley Electoral cubana. Curiosamente el anuncio advirtió, aunque muy pocos ya lo recuerden, y en algunas publicaciones se omitiese luego deliberadamente, que la reforma sería refrendada por un referéndum popular — o sea, tendría que ser ratificada por el voto favorable de la mayoría de la ciudadanía — . Ello señalaba, a menos que fuere dicho en esa oportunidad sin énfasis en el articulado de la Constitución, las dimensiones y alcances que podría tener ese proceso, toda vez que el texto constitucional establece la procedencia del referéndum cuando la reforma afecta 1) la integración y facultades de la Asamblea Nacional del Poder Popular o de su Consejo de Estado, 2) o a derechos y deberes consagrados en la misma.
De todas formas la lectura y el análisis de los documentos elaborados por el Partico Comunista de Cuba (PCC) que proyectan el desarrollo económico social corroboraban su hondura y la indudable importancia y sensibilidad que tendrán en materia de algunos de los principios ideológicos A finales del 2016 para muchos de nosotros fue evidente que tan solo teniendo en cuenta su complejidad y los tiempos que éstas dos reformas reclamaban material y sobre todo políticamente, sin hablar del solapamiento con el ciclo electoral contemplado para el año siguiente, que ninguna de las dos sería realizada por el actual ejecutivo. De hecho, hasta donde he podido saber, no se ha consultado al día de hoy a ninguno de los especialistas que enseñan Derecho Constitucional y otras materias en las facultades de Derecho del país, tampoco se ha tratado en publicaciones oficiales y en la mayoría de los eventos científicos realizados, salvo en algunos pocos alejados de los circuitos tradicionales de discusión académica, y su mención ha desaparecido por completo del discurso público gubernamental. Responder a qué factores pueden haber determinado ese enrarecimiento temático, por así decirlo, o lo que es mucho más importante, incidir en la posposición del proceso de reforma constitucional, es plantear un grupo de hipótesis que toman en cuenta los escenarios económicos que enfrenta el país en el mediano plazo; la complejidad, ritmos y demandas internas que genera o generará en los próximos tiempos el proceso de transición política generacional que culmina en Cuba; los márgenes de maniobra y rectificación del gobierno cubano ante algunos de los éxitos obtenidos por el gobierno norteamericano en influenciar la realidad cubana a nivel social a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Ahora bien, si se mira la cuestión desde otro ángulo, es posible percatarse que la reforma constitucional, cuando por fin se produzca, se hará a la sombra de la constituyente que el país necesita para avanzar en el perfeccionamiento de su institucionalidad. Esto no es un capricho, o una opinión sesgada de los profesionales del Derecho en Cuba, o de investigadores de las ciencias sociales y políticas, por el contrario es desde hace mucho tiempo una necesidad del desarrollo de la sociedad cubana. Una reforma no podría en caso alguno contener una restructuración tan importante, de tanto alcance y proyección como la que se ensaya en la conceptualización del modelo económico y social elaborada y presentada a la población, por lo menos no en toda su complejidad, por lo menos no en su dimensión política más abarcadora, a menos que se pensase como una meta intermedia en un escenario de estabilidad y conservación de las formas y el funcionamiento actual del Estado y la sociedad cubana, lo que tendería a aplazar a otros momentos, la realización de una nueva Constitución.
Sin embargo, la urgencia de blindar, ampliar y modernizar en derechos, institucionalidad y prácticas ciudadanas los logros y estructuras civilizatorias alcanzados en Cuba, de garantizar y robustecer las relaciones de los ciudadanos con el Estado y el control de las actuaciones públicas de los funcionarios, corren en paralelo con el desarrollo, expansión y socialización de la idea democrática y de justicia que la República y el Socialismo han reivindicado en nuestro país históricamente, pero también con necesidades de legitimación y construcción de consensos políticos y sociales muy específicos y la creación de una cultura política popular fuertemente impregnada del papel de la Constitución como articuladora de la vida política del país.
Estas son las prioridades de la esperanza.
Tomado de: La Tiza
8 comentarios
Esta oportuna aclaración suya de hechos y circunstancias que conforman el traspaso generacional diseñado y puesto en marcha por la alta dirección del PCC, y que en algún momento se aclaró que inexorablemente pasaba por una reforma constitucional y de la ley electoral, y que usted mismo asegura pasado ya un buen tiempo de estarse cocinando el cambio “no se ha consultado al día de hoy a ninguno de los especialistas que enseñan Derecho Constitucional y otras materias en las facultades de Derecho del país, tampoco se ha tratado en publicaciones oficiales y en la mayoría de los eventos científicos realizados, salvo en algunos pocos alejados de los circuitos tradicionales de discusión académica, y su mención ha desaparecido por completo del discurso público gubernamental. “ . Al menos a mí me confirma que lo que prima en ese proceder es sellar la “Monarquia” vivida desde que se institucionalizo la revolución allá por mediados de los 70 ajustando la carta magna para asegurar larga vida al gobierno actual, imponer una vez más términos y modelos de gestión como los que hoy muestra la última modificación constitucional del 2002 como la irreversibilidad del socialismo, o el artículo 50 que refrenda “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.” y así logra invertir el orden de obediencia y dependencia de eso que en el artículo 30 de la propia constitución se señala “En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan”. En la práctica a terminado siendo papel muerto en un sin número de ocasiones que desde la cúpula de poder han tenido que dar un bandazo que les asegure mantenerse al mando.
En esa tan llevada y traída definición de democracia o gobierno del pueblo como concepto de máxima inclusión, lo que jamás cabra es un gobierno que parte de autoproclamarse como partido único y plenipotenciario en el poder, que excluye la organización política y social de cualquier forma de pensamiento diferente, que persigue y descalifica el pensamiento diferente que ha ido surgiendo y tomando forma dentro de la Cuba de hoy, que como hemos visto en recientes confrontaciones inclusive dentro de la llamada izquierda se desmarcan ellos mismo en que si centrismo y extremos. Yo como Cubano, no practicante de esa otra religión moderna que yo le hago llamar “comunismo” por el nivel de FE y misticismo que trae aparejado su práctica, prefiero esa expresión que encabeza el acta constitucional que afirma “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
Estas son las prioridades de la esperanza, según el Lic. Alex…”El proletariado estuviera feliz… Y los lumpemproletarios PRESOS.”…esa es la constitucionalidad que quieren los comunistas, ser carceleros, pero terminan en la depresión, el suicidio o viviendo en Chile… 🙂 🙂 🙂 Saludos 😉
Tony:
Como te referiste a mí y un concepto que esgrimí en el trabajo anterior, me veo obligado a explicarte que sigues con el tamiz de la percepción tupido, por eso no pueden llegar correctamente a tu cerebro las señales de tus analizadores sensoriales… Como le pasa muchos de nuestros teóricos… Como hubiera dicho Lenin: “estornuda, para que se te aclare la mente”.
René Fidel González García y demás queridos jóvenes:
Toda obra humana es perfectible, por ello puede ser sujeto de crítica.
Federico Engels, en su obra “Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas” demostró que “NO ES EL ESTADO EL QUE CONDICIONA Y REGULA LA SOCIEDAD CIVIL, SINO ÉSTA LA QUE CONDICIONA Y REGULA EL ESTADO, Y DE QUE, POR TANTO, LA POLÍTICA Y SU HISTORIA HAY QUE EXPLICARLAS POR LAS RELACIONES ECONÓMICAS Y SU DESARROLLO, Y NO A LA INVERSA.”
La Constitución de la República de Cuba de 1976, incluyendo la reforma constitucional del 26 de mayo de 2002, señala en:
Capítulo I. Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado
ARTÍCULO 1. Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana.
ARTÍCULO 2. El nombre del Estado cubano es República de Cuba, el idioma oficial es el español y su capital es la ciudad de La Habana.
ARTÍCULO 3. En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.
Todos los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.
El socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución, probado por años de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra económica de los gobiernos de la potencia imperialista más poderosa que ha existido y habiendo demostrado su capacidad de transformar el país y crear una sociedad enteramente nueva y justa, es irrevocable, y Cuba no volverá jamás al capitalismo.
Livio Delgado no está mal encaminado en el alerta que hace.
Hay que partir para el análisis en determinar EN MANOS DE QUIENES ESTÁ OBJETIVAMENTE LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN EN CUBA.
#Fuera del tema del post. Ayer leí esto…un comentario en otro artículo…
“Jesús López Martínez el febrero 2, 2018 a las 10:12 am Responder
Cuando leo cosas como las ocurridas en el hospital infantil de Santa Clara con los niños que llegaron quemados de Remedios, cuando veo a mi vecino que peleó en Cuito Cuanavale y es un simple, pero revolucionario obrero agrícola; cuando veo el martes a una directora de preuniversitario que a la vez, es delegada del Poder Popular y directora de un preuniversitario y ambas tareas las hace con entusiasmo; no me da nostalgia, me compulsa a hacer mas cosas por este pueblo.”
y hace un momento he comentado con qué pocas palabras se define el sentir y actuar de una persona que vive la Revolución.
#Respecto al post, señalar que su publicación me ha permitido conocer un poco un espacio interesante… https://medium.com/@latizzadecuba
Veo firmas interesantes en La Tizza y de nuevo observo cómo la blogosfera cubana revolucionaria va cambiando pero tiene fuerza para rato… Muy interesante me parece seguir a Disamis Arcia Muñoz y sus textos en la Revista Temas…
http://www.temas.cult.cu/autor/1476/disamis-arcia-mu-oz
Ojeando textos en La Tizza, donde veo bastante “complicidad” con LJC, me ha gustado mucho este texto recordando a Fernando Martínez Heredia.. Se titula… Gracias maestro.
https://medium.com/la-tiza/gracias-maestro-1281cc5003b7
Aparte de que la practica historica ha mas que demostrado que el socialismo no funciona la principal contradiccion de la actual Constitucion Cubana es que no reconoce los derechos ciudadanos de “todos” los ciudadanos cubanos.
El gobierno cubano clasifica a los cubanos en dos categorias: los revolucionarios y los contrarrevolucionarios y aplica el codigo penal y su poder para “defenderse” de la segunda categoria a quienes considera “enemigos” por simplemente querer ejercer su derecho de disentir por lo tanto hasta tanto no se acabe con esta categorizacion no habra en Cuba una constitucion que se respete cabalmente y seguira siendo un simple papel que el gobierno use solo cuando le convenga.
Una constitucion que se respete tiene que considerar a todos los ciudadanos cubanos como “IGUALES” y aplicarle las leyes por igual y todo sabemos que eso es imposible en una sociedad que reconozca el poder del estado sobre la ciudadania. Solo cuando el Estado sea un instrumento de arbitraje y que trabaje para los ciudadanos, solo entonces tendras una constitucion sin contradicciones.
No hay manera que logren justificar una constitucion “socialista” que sea a la vez realmente democratica, donde no exista discriminacion por motivos politicos como se declara en el articulo 1 de la actual Constitucion porque el Estado SIEMPRE va poner sus intereses por delante de cualquier cosa que lo frene o lo amenace por lo tanto la supuesta “reforma” solo creara un documento que nacera muerto porque jamas sera cumplido como se ha planteado por el autor del articulo
¿Me devolverian con esa reforma MIS DERECHOS como cubano?
!Avisenme cuando eso pase!
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