La red avispa, película dirigida por el francés Olivier Assayas fue estrenada en Cuba en el pasado Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana. Basado en el libro del escritor y periodista brasileño Fernando Morais, el filme prometía la historia de los cinco cubanos acusados de espionaje que cumplieron largas condenas en Estados Unidos. Al tiempo que recreaba algunas particularidades de una parte del exilio asentado en La Florida.
Oliver Assayas, posee una extensa trayectoria multi premiada en las plataformas cinematográficas. Había dirigido con loables resultados Doubles vies, Las horas del verano, Finales de agosto y principios de septiembre e Irma Vip. Al director sumamos un elenco de lujo: la española Penélope Cruz, el mexicano Gael García Bernal, el venezolano Edgar Ramírez, el Brasileño Wagner Moura y la cubana Ana de Armas. Parecía un éxito seguro.
Para los cubanos sería una historia familiar, pedazo de nuestras luchas, de tribunas, de carteles de repudio al imperio; reflejado todo en la gran pantalla. Una película, además, casi de género histórico, aun cuando su director la bautizara como un thriller de espionaje.
Lamentablemente, todo quedó en la expectativa.
Tanto el guión como la dirección de arte resultaron en una puesta en escena decadente. Recrear la ciudad de Miami en los años 90 quizás era un reto bastante grande para los realizadores. Bien es sabido, los costos de construir fachadas y ambientes de épocas pasadas es difícil, pero no pudieron hacerlo peor. Un sinnúmero de gazapos hacen que el más inocente de los espectadores pierda la atención a la historia, ya de por sí floja en el guion.
La Avenida de Boyeros pudo haber sido filmada como una de Miami y resultar realista, pero aparecían nítidamente en una escena (conversación entre los personajes René y Juan Pablo) un ómnibus urbano P2, un rutero amarillo y un transmetro marca Yutong. Ninguno de esos modelos de autobuses se fabricaba en los años 90.
Las casas de La Habana que sirvieron de locación también pudieron ser perfectamente creíbles si en la cocina de Ana Margarita (interpretada por Ana de Armas) no aparecieran los artefactos de la Revolución Energética en Cuba. En el año 2006, cada cubano obtuvo por proyecto gubernamental una olla multipropósito y una arrocera. Pues, en la supuesta cocina de Ana Margarita, década del 90, Estados Unidos, hay olla reina y arrocera.
Otro de los errores más visibles ocurre cuando el terrorista Raúl Cruz León va a colocar la bomba en el Hotel Tritón. Sale el cintillo de la película, para esclarecer el nombre del lugar: “Hotel Tritón”, y en la puerta del edificio se lee claramente el cartel real filmado: “Hotel Riviera”, incluso llegan a coexistir ambas informaciones, “Hotel Tritón”, “Hotel Riviera”.
Cuando han trascurrido una hora y ocho minutos del largometraje, interviene la figura del narrador. Según el diario catalán Periódico Español en su versión digital este “funciona como entradas de la Wikipedia leídas en alto”. El resto de la información había sido mostrada a través de cintillos y la nueva voz irrumpe con desentono.
A pesar de ser Red Avispa, una película de espionaje lo menos que nos recrea el guion es espionaje. Muy poco se mostró del funcionamiento del trabajo de los infiltrados en Estados Unidos, y aunque el locutor hace una referencia, la información termina siendo escaza y poco aclaratoria al respecto.
El filme no va de los agentes cubanos.
Es la historia de amor de René González y su esposa Olga Salanueva. Mientras, en montaje paralelo conocemos al agente Juan Pablo Roque y su pareja Ana Margarita. Esta última subtrama queda confusa en cuanto al papel de Roque en el exilio y su regreso a Cuba.
En tanto, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino ni siquiera tienen diálogos en La Red Avispa. Hay demasiados personajes, algunos desaparecen a mitad de la trama, como el ya mencionado caso de Roque. Resulta engorroso ver tantas historias sueltas e inconexas.
La revista New Magazine ha apuntado que “se ha querido construir un conjunto muy grande y complejo que no se ha tratado bien, porque no se ha profundizado en ninguno de los asuntos tratados y porque algunos ni siquiera se han cerrado. No en el sentido “final abierto”, más bien en el sentido “se le habrá olvidado al director que esto está abierto?”
A pesar del nivel de sus protagonistas, solo vimos una cinta donde españoles, mexicanos, venezolanos, brasileños interpretan personajes cubanos, cada uno con un acento distinto y alejado de cómo se habla en la isla. Por su parte Ana de Armas, cubana, habla casi todo el tiempo en inglés.
No es el caso de Penélope Cruz, quien demostró crecerse y sobresalir para ser uno de los pocos aciertos de la cinta. En varias entrevistas la actriz dijo haber estudiado muy duro para lograr el acento cubano. Y aunque su propósito quedó a medias, Penélope consiguió emocionar con su personaje, creíble y bastante cercano a la Olga que conocemos.
El sitio los Interrogantes considera que “estamos ante un intento fallido de lo que podría haber resultado en una película fascinante. Lamentablemente su director se pierde en alargar escenas que no añaden información a la historia, reunir gran variedad de géneros en un mismo metraje y, entremezclar situaciones y momentos que terminan por parecer inconexos”.
El mayor acierto de la Red Avispa, es la justeza histórica.
Y es también su mayor punto de discordia para uno y otro bando político. Los sucesos con las avionetas de Hermanos al Rescate, el ataque terrorista a playa Tarará, y las bombas colocadas en los hoteles dejan claro las actuaciones tanto del gobierno de la Isla como de algunos de los grupos políticos de la diáspora cubana de Miami.
Las avionetas de Hermanos al Rescate sí violaban el espacio aéreo de la isla, y los cinco sí eran agentes del gobierno cubano haciendo trabajo de inteligencia en Estados Unidos. En ambos sentidos la película es objetiva.
Otro acierto pudiera considerarse la representación cinematográfica de varias figuras célebres en el diferendo Cuba-Estados Unidos: Jorge Mas Canosa, José Basulto, Posada Carriles, Raúl Cruz León, y hasta Gabriel García Márquez como mediador del conflicto. No fue el caso de las imágenes de archivo utilizadas con declaraciones de los presidentes Bill Clinton y Fidel Castro, ambas le dieron a Red avispa un tono de documental medio caricaturesco.
Por lo pronto me niego a creer que Red Avispa formará parte de la memoria histórica de este suceso en Cuba. Pensar cómo hubiera sido el filme hecho por un realizador cubano queda en el terreno de la especulación. Pero sigue siendo necesario que nuestro cine salde esta deuda enorme con patriotas y hechos cruciales en la historia de la nación.
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